PDF: Fuentes para la historia del Opus Dei
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e influyentes. Es un inconveniente con el que es preciso contar. Hasta<br />
ahora no vino con fuerza, pero puede llegar impetuosa esta prueba: que<br />
quienes debieran comprender y ayudar como hermanos a los que<br />
trabajamos por Cristo, se opongan abierta o encubiertamente a nuestra<br />
<strong>la</strong>bor. ¿Y entonces? Entonces, cuando el Señor consienta esta otra cruz,<br />
<strong>la</strong> contradicción de los buenos, haré oídos de mercader; porque, si estoy<br />
seguro de <strong>la</strong> Voluntad de Dios, ¿qué me pueden importar <strong>la</strong>s críticas<br />
humanas, aunque procedan de personas muy calificadas? ¿Ladran?; señal<br />
de que cabalgamos»<br />
Meditación «La Comunión de los Santos», 8-IV-1937 79<br />
«Hay personas que rezan sin darse cuenta de lo que dicen, que<br />
recitan el Rosario y quizá comulgan todos los días, pero lo repiten<br />
rutinariamente, con poca piedad. No se dan cuenta de que los<br />
sacramentos no son un fin en sí mismos: son medios <strong>para</strong> unirse más y<br />
más a Dios. No sólo de pan vive el hombre, sino que es necesaria<br />
también <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, <strong>la</strong> oración, cuajada con <strong>la</strong>s debidas condiciones». (...)<br />
«La consideración de esta realidad [<strong>la</strong> ayuda que prestan los que<br />
sufren persecución] nos impulsa a un detenido examen de nuestra<br />
conducta en este lugar, que es como una prisión <strong>para</strong> nosotros. Porque<br />
aquí, en esta aparente inactividad, contamos con <strong>la</strong> posibilidad de<br />
trabajar mucho por dentro, y acompañar a cada uno de vuestros hermanos<br />
en peligro, y ve<strong>la</strong>r por ellos»<br />
Meditación «Fiat, adimpleatur», 24-VIII-1937 80<br />
«La revolución nos sorprendió absortos en nuestro trabajo,<br />
preocupados únicamente por el anhelo de servirle; después, quizá ha<br />
habido desorientaciones; pero falta de rectitud, no: de esto estoy seguro.<br />
Si permanecemos fieles, ¿no nos pre<strong>para</strong>rá el Señor un porvenir fecundo,<br />
y más si hemos cubierto el terreno, donde ha de nacer <strong>la</strong> cosecha, con el<br />
abono de nuestros sufrimientos? Ya sabemos que ése es nuestro papel:<br />
nosotros, que somos estiércol miserable, tierra vil y sucia, hemos de<br />
agruparnos en torno a <strong>la</strong>s p<strong>la</strong>ntas que el Señor ha p<strong>la</strong>ntado <strong>para</strong> llenar<strong>la</strong>s<br />
de savia nueva, de lozanía, de vigor. Que el Señor nos lleve adonde<br />
quiera y como quiera».<br />
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