NUEVO TESTAMENTO

INICIO Y EXPANSION DE LA OBRA MISIONERA
- PENTECOSTES (Hechos 2:1-42)
Después de la resurrección del Señor se certifica en 1 Cor. 15:6, que habían más de
quinientas personas que ya habían recibido a Jesús como su Señor, pero sólo 120
obedecieron el mandato de no irse de Jerusalén, los cuales fueron los que recibieron la
manifestación del E.S. en forma visible y audible.
El resultado de la manifestación del Espíritu fue la predicación inmediata de las
Maravillas del Señor (Hech. 2:11).
El sermón de Pedro trae como resultado la conversión de 3.000 personas. (Hch.
2:41), de los cuales todos perseveraban, estaban juntos y tenían en común todas las cosas
(2:42-44). Esto demuestra que las conversiones en Pentecostés no fueron la reacción a un
momento emocional, sino que la comprensión dada por el Espíritu Santo a los creyentes del
mensaje de la Cruz, vista la perseverancia de aquellos.
Esta predicación inflamada por el Espíritu continuaba todos los días dándole
crecimiento numérico a la nueva Iglesia (2:47).
Organización en el crecimiento
El crecimiento de la iglesia los condujo a organizarse. Los necesitados fueron los
primeros en responder a el llamado de los apóstoles y el amor cristiano les obligaba a
socorrerse mutuamente por tanto se creó un fondo común de bienes (2: 44-46; 4:32-35).
El atender a los necesitados trajo como consecuencia que los apóstoles no tenían
suficiente tiempo para el ministerio evangelístico, debido a que el área administrativa de
aquellos bienes le absorbían gran parte de su tiempo útil (6:1,2), por tanto se decide
nombrar a siete "servidores" los cuales debían ser llenos de buen testimonio, llenos del E.S.
y sabios para que puedan ser justo en la repartición equitativa de alimentos y enseres a los
necesitados (6:3-6).
La Tarea de los diáconos no se circunscribía solamente a la parte administrativas,
pues su condición de estar llenos del E.S. los convertían en expositores poderosos de la
Palabra de Dios. De la labor de estos diáconos en la predicación la tenemos en Esteban
(7:1-60) y en Felipe (8:26-40).
Contacto con los gentiles:
Los judíos habían sido educados bajo una religión Nacional, para ellos cada nación
tenía su dios, siendo el Dios de ellos "el mejor" o el "verdadero". Esta misma forma de ver
a Dios les condujo a pensar, que lo mismo de Jesús y del Espíritu Santo. El cristianismo lo
veían como una religión nacional, vedada para los gentiles, aunque el Señor les había
indicado la universalidad del evangelio en varias oportunidades (Jn: 3:16; Mt: 28:19; Hch.
1:8); sin embargo su cultura era una venda para entender que el Espíritu Santo también era
para gentiles y no sólo para los Judíos.
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