Podemos hacer las paces - Desclée De Brouwer

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Introducción 17 como señores de la guerra y de la creación de desigualdades o de acciones terroristas desesperadas. Como todos los seres humanos, saben que pueden, que podemos hacernos las cosas de otras maneras diferentes. Nadie es parte del «eje del mal ni del bien» en términos absolutos. Todos los seres humanos, como veremos, tenemos las posibilidades de hacer las cosas de muchas maneras diferentes. De acuerdo con este segundo objetivo vamos a tratar de mostrar que nosotros los pacifistas somos los realistas. Precisamente partiendo del marco conceptual de la teoría de la performatividad, es decir del reconocimiento de que las relaciones humanas las podemos configurar o conformar de muchas formas diferentes y de que siempre nos podemos pedir cuentas por cómo las «performamos», admitimos que los seres humanos nos marginamos, excluimos y hacemos la guerra. Eso es una primera parte de nuestra afirmación que compartiríamos con los pseudorealistas señores de la guerra, creadores de las desigualdades mundiales o de las reacciones asesinas indiscriminadas. Pero terminar ahí la argumentación no es ser realista, sino ideólogo encubridor de la posibilidad de alternativas. Esa no es toda la realidad que es más compleja. También es real que los seres humanos somos capaces de «performar» o configurar nuestras relaciones personales potenciando el cariño, el cuidado y la ternura, afrontando por medios pacíficos los conflictos humanos, transformando la posibilidad de redistribución de recursos para evitar la marginación, la exclusión y la miseria, crear instituciones pacíficas y hacer políticas para la paz. Si no lo hacemos, los movimientos sociales podemos pedir cuentas a quienes tienen capacidad de decisión porque sí que es posible hacer las cosas de otras maneras diferentes. Estas alternativas y más de las que hablaremos en este libro, son reales y dependen de qué relaciones interpersonales configuremos y de qué políticas promovamos. Además, la reivindicación de que nosotros los pacifistas somos los realistas, no es simplemente una supuesta ingeniosa afirmación, sino la reivindicación y clarificación de que los conflictos inherentes
18 Podemos hacer las paces a las relaciones humanas se pueden transformar por medios pacíficos. Tampoco es un mero eslogan para una pancarta (aunque por cierto, podría serlo), ni una mera reflexión teórica, sino la expresión de un compromiso práctico de trabajadores y trabajadoras para la paz, en nuestro caso desde la filosofía, que más que ser ingeniosos o hacer buena teoría, lo que más nos preocupa es la transformación por medios pacíficos del sufrimiento humano generado por seres humanos a nosotros mismos y a la naturaleza. Evidentemente una buena dosis de ingenio y de imaginación, y un marco conceptual teórico como el que estamos intentando desarrollar, pueden ser unos buenos indicadores para la práctica y el compromiso activo por transformar ese sufrimiento. Para cumplir esos objetivos hemos organizado el libro en los siguientes capítulos: En el primer capítulo intentaré revisar la noción de filosofía para transformar su sentido etimológico de amor al saber, en un querer saber cómo podemos hacer las paces: del amor al saber en general, al amor de los saberes para hacer las paces. Será un amor y un querer que no sólo será phileo - , como mera afición o amistad, sino que, en la medida en que estamos comprometidos en la transformación por medios pacíficos del sufrimiento humano que generamos los seres humanos a nosotros mismos y a la naturaleza tendrá que ser también agápe - : amor diligente y caritativo que presupondrá la justicia y servirá para la ruptura de la espiral de violencia introduciendo medios pacíficos que no se basen en devolver mal por mal porque, de lo contrario, nunca saldremos del círculo del mal. También será ero - s porque a pesar de la ligazón de la filosofía con la posibilidad de darnos y pedirnos razones, no será únicamente «racional» sino también «sentimental»: una racionalidad sentimental o una expresión racional de los sentimientos en donde se recupere el papel del cuerpo, incluyendo la perspectiva de género. De hecho, la propia capacidad de admiración o extrañeza que está en el mismo origen del filosofar, es ella misma una pasión, afecto o sentimiento
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