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CAPÍTULO 4. GRAMÍNEAS Y CIPERÁCEAS L. García Torres ...

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Tal empeño no está siempre al alcance económico de muchos pequeños agricultores. Sin<br />

embargo, aún éstos se pueden beneficiar con algunas de las estrategias de control<br />

recomendadas. La clave para el manejo exitoso de I. cylindrica está en el establecimiento<br />

rápido de un sistema sostenible de cultivo, posterior al uso de cualquier otro método de<br />

control. Esto es debido a que I. cylindrica sucumbe ante la competencia de un cultivo bien<br />

manejado y la negligencia en el manejo se penaliza con una rápida recolonización de la<br />

maleza.<br />

Opciones para el manejo de I. cylindrica aparecen más adelante en este texto, pero para<br />

mayores referencias se deben consultar las reseñas de Brooks (1989) y Townson (1991).<br />

Control mecánico. La quema es ampliamente practicada por los pequeños agricultores para<br />

limpiar sus tierras infestadas de I. cylindrica, medida que resulta ser rápida, poco costosa<br />

(siempre que el fuego no se salga del área de control y destruya cultivos y propiedades<br />

cercanas) y elimina virtualmente toda la masa aérea de la planta. Desafortunadamente, I.<br />

cylindrica es tolerante a la quema y tienen lugar rápidos rebrotes a partir de los rizomas<br />

protegidos por el suelo.<br />

Las labores de escarda con herramientas manuales o de labranza mediante equipos de<br />

tracción animal son ampliamente usados por los pequeños agricultores, pero esto puede<br />

exigir una alta mano de obra. Tinholt (1988) indica la necesidad de utilizar 125-200 hombres-<br />

días por hectárea para escardas manuales. Tales requerimientos pueden ser tan<br />

inaccesibles para los agricultores que los mismos pueden optar por abandonar la tierra y<br />

perder su capacidad productiva. Las labores de cultivo con tracción mecánica son<br />

ampliamente recomendadas. Extensas áreas se pueden cultivar con este método, pero su<br />

éxito dependerá del grado de desecación de los rizomas o su incorporación a profundidades<br />

del suelo (a más de 15-20 cm) a fin de reducir o evitar su ulterior rebrote. Los rizomas<br />

pierden su capacidad de crecer si se secan hasta 70-75% de su masa fresca (Soerjani 1970)<br />

o si se exponen sobre la superficie del suelo durante uno o dos días (Ivens 1980). Las<br />

recomendaciones a tales efectos son de 3-8 aradas y pases de rastra a profundidades de 25-<br />

40 cm en intervalos de 3-4 semanas. Las condiciones locales determinan los tratamientos<br />

óptimos y las labores de cultivo.<br />

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