santiago sagredo - Fundación Foro Jovellanos del Principado de ...

SANTIAGO SAGREDO
JOVELLANOS
Y LA
EDUCACIÓN EN VALORES
(Antecedentes en la reflexión y práctica de un ilustrado)
FUNDACIÓN FORO JOVELLANOS DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS
GIJÓN, 1997
TRABAJO PREMIADO EN EL CONCURSO NACIONAL SOBRE
"CONTRIBUCION DE LA OBRA DE JOVELLANOS Y DEL PEN-
SAMIENTO ILUSTRADO ESPAÑOL A LA MEJORA DE LA ENSE-
ÑANZA EN ESPAÑA" (BOE 2/12/1995).

Santiago Sagredo García
Briviesca (Burgos) 1940
Tras los estudios de Filosofía en Salamanca se incorporó a la
enseñanza en el Principado de Asturias, donde lleva tres décadas
impartiendo esta disciplina en diversos institutos de Enseñanza Secundaria.
Ha desempeñado también los servicios de Director y Jefe de
Estudios, así como los de representante de los profesores de COU en
la Coordinadora de Filosofía de la Universidad de Oviedo, representante
de Formación de su centro en el CEPR y Profesor colaborador
del ICE para la obtención del CAP.
Es miembro, desde su fundación, de diferentes instituciones
filosóficas, como la SAF, la sociedad Castellano-leonesa de filosofía,
el Instituto E. Mounier o el Seminario Permanente de Historia de
la Filosofía Española.
Colabora desde 1984 en la revista estudiantil Aldaba, con secciones
de Filosfía (Aldabonazos meta-físicos, Re-flexiones meta-físicas, Filósofos
¿para qué?), y ha publicado desinteresadamente tres cuadernos
para la preparación del programa de Historia de Historia de la
Filosovía, de COU y las PAU: Kdescartes, Meditación 2º (1991) y
Abeladro, Historia Calamitatum, 2v. (1993).
Es coautor de Introducción a la vida y obra de Jovellanos
(1994).
Invitado por la Universidad complutense, ha participado en
el VI Seminario de Filosofía Española con la ponencia: Localismo,
sentido de Estado y universalidad de Jovellanos.
Actualmente es catedrático de Filosofía del Real Instituto Jovellanos,
de Gijón, a cuyo claustro se incorporó en 1978.
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SUMARIO
INTRODUCCION
La Educación en valores. Jovellanos educador
Notas.
1. UN ESPIRITU ILUSTRADO
1.1 Rasgos comunes y diferenciales
1.2 Difusión de las Luces
1.3 Moderación y eclecticismo.
1.4 El académico crítico y universal.
1.5 Sabio e infatigable viajero.
Notas.
2. ILUSTRACION Y PROSPERIDAD
2.1 Modernización del país por la ilustración.
2.2 La ilustración, principal fuente de progreso .
2.3 Progreso material y progreso moral .
Notas.
3. ILUSTRACION Y PEDAGOGIA
3.1 Educar es ilustrar la razón .
3.2 La perfectibilidad humana, presupuesto de la educación .
3.3 La enseñanza, una comunicación metódica.
3.4 Ciencia y utilidad: Necesidad de nuevos centros.
3.5 Enseñanza gratuita para todos los ciudadanos.
3.6 El Real Instituto Asturiano.
3.6 Plan general de instrucción pública .
3.7 Defensa de los centros públicos .
3.8 De la ciencia del ciudadano a la sabiduría.
Notas.
4. TOLERANCIA Y LIBERTAD
4.1 Fuentes.
4.2.1 Reflexión moral y Economía.
- 3 -

4.2.2 Libertad en el trabajo .
4.2.3 Libre disposición de la tierra.
4.3 Libertad civil y política .
Notas.
5. IGUALDAD Y JUSTICIA
5.1 Denuncia de las desigualdades.
5.2 Isonomía.
5.3 Igualdad entre los sexos.
5.4 Defensa de las minorías y marginados.
Notas.
6. PAZ Y FRATERNIDAD UNIVERSAL
6.1 De la realidad a la utopía.
6.2 Deseos y previsiones para el futuro.
Notas.
7. SENSIBILIDAD HACIA LA NATURALEZA
7.1 Modos de acercarse a ella.
7.2 Ideal estético y textos más relevantes.
7.3 Educación para el desarrollo.
7.4 Naturaleza, moral y religión.
Notas.
8. UNIVERSALISMO REALISTA Y OTROS VALORES
8.1 Universal y lugareño.
8.2 Visión de conjunto.
8.3 Comedimiento y armonía.
8.4 Educación para las necesidades del entorno.
8.5 Visión de futuro.
Notas.
CONCLUSION
BIBLIOGRAFIA
Fuentes.
Biografías y estudios.
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INTRODUCCION
LA EDUCACION EN VALORES.
JOVELLANOS EDUCADOR
En el curso de la historia, ya larga, de la especie humana, el animal
con logos, que es el hombre, según les gustaba definirlo a los griegos,
logos que es pensamiento, saber y palabra, ha ido buscando sin
cesar la solución a los problemas más perentorios de la existencia. El
primero y más radical es la supervivencia que implica sobreponerse
a los enemigos naturales: frío, calor, hambre, enfermedad, etc., etc.
En esta lucha por la existencia ha jugado un papel esencial la comunicación
humana, la palabra y el lenguaje, la cooperación y la competitividad,
la socialización, que a su vez ha originado nuevos problemas
de organización, autonomía, dominio, participación, solidaridad,
convivencia.
A medida que se iban resolviendo estos problemas naturales y sociales,
se adquirían rutinas valiosas o hábitos que conformaban a un
tiempo una segunda naturaleza en cada uno de los seres humanos y
eran algo social o intersubjetivo, aprendido espontánea y/o prescriptiva
y programadamente por los más jóvenes.
Si los hábitos técnicos e intelectuales dan origen a las diversas profesiones,
a cada una de las cuales se dedica una parte de la población,
los hábitos morales y socio-políticos afectan a todos y constituyen
las condiciones de posibilidad de la socialización o vida en
común, la participación, la autonomía, el desarrollo individual y el
progreso social. Como punto de partida son el denominador común
compartido ampliamente en orden a la mejor supervivencia, lo que
no obsta para que fueran constantemente cuestionados, corregidos y
perfeccionados en el proceso socio-cultural por la inteligencia y la
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investigación incesante ante los problemas vitales perpetuamente renovados
y alterados. Esto no implica que el relativismo étnicocultural
lleve inexorablemente a un relativismo axiológico. El indeterminismo
y la sociabilidad de la condición humana establecen que
la libertad y la igualdad no son equiparables a sus contrarios.
Los hábitos, fruto de las inteligencias más creativas y de las conductas
más exitosas, y tendentes siempre hacia la utopía o sociedad perfecta
donde aquellos no fueran sólo reflejos adquiridos en y para la
mejor solución de los problemas de cada día, sino ideales u objetivos
a conseguir que definiesen y configurasen esa sociedad más estimable,
son los VALORES en su expresión más elevada. IGUALDAD,
JUSTICIA, LIBERTAD, SOLIDARIDAD, PAZ, TOLERANCIA,
RESPETO, VIDA, SALUD Y RESPONSABILIDAD son los fundamentales.
No sólo reflejen lo que de algún modo es en la sociedad,
la política o la mentalidad democráticas, sino lo que DEBE SER, la
dimensión moral.
"Una golondrina, dice Aristóteles, no hace primavera"; un acto de
solidaridad no hace a uno solidario, pero la repetición de actos de esta
naturaleza crea el hábito de la solidaridad, que define un talante
solidario y dispone al constante fortalecimiento y ejercicio de esta
actitud individual y colectiva. Cuando todos han reconocido lo apreciable
y útil de este hábito en orden al desarrollo personal y a la mejor
convivencia social, tenemos un valor que se trasmite de hecho
espontánea, no crítica ni reflexivamente, por medio del ejemplo, el
instinto gregario o de imitación del ser humano, a través de la vida
familiar y/o grupal. Tenemos unas costumbres apreciadas colectivamente;
una moral, que podrá hacerse derecho consuetudinario y juega
un papel central en una cultura o grupo humano como principio
de acción y valoración. A esto se refiere Jovellanos cuando dice que
antes de cierta edad la transmisión de valores morales no es un asunto
racional, sino del corazón que incumbe a la familia. Y añade:
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"Es esto para mí tan cierto, que creo que aún aquellas virtudes civiles
que nacen más bien de reflexión que de sentimiento pueden ser
mejor inspiradas en la educación doméstica, y que si un joven no observare
los primeros ejemplos de respeto a la religión y a las leyes,
de amor a la constitución y al gobierno, de desinterés y celo público
en lo interior de su familia y en la conducta pública de sus individuos;
si estos ejemplos no ilustraren su espíritu, y grabaren en su corazón
estas virtudes, mal las podrá esperar de las frías lecciones de la
escuela." (1)
Los valores, pues, son hábitos operativos de carácter positivo compartidos
ampliamente por un grupo social o toda una civilización. La
cultura occidental, asentada sobre la filosofía griega, el derecho romano
y el mensaje cristiano, propugna una serie de valores que hoy
se estiman universalizables por estar enraizados en la misma condición
humana y ser reconocidos por el pacto social. Articulados en
torno a la dignidad de la persona, estudiados y definidos por la Ilustración
Inglesa, son la base de la primera democracia liberal, la de
Inglaterra, los divulgó la Revolución Francesa, y están recogidos en
la Carta de Derechos Humanos. Completados con otros, propios de
nuestra circunstancia, integran el más valioso patrimonio de la
humanidad y, en muchos casos convertidos en leyes, configuran las
actuales comunidades democráticas. Un capítulo básico de estos valores
es el respeto a las minorías, propio de nuestro tiempo, que tiene
su origen en la representatividad británica del siglo XVIII y no en el
sistema de la voluntad general roussoniano. Jovellanos participaría
de este punto de vista, situándose más cerca de la Ilustración Inglesa
que de la Francesa. Marx le acusaría de compartir la manía anglófila
de Montesquieu.
En suma, un buen hábito, que lo es por haber resuelto en el pasado
personal o colectivo diversos problemas y ofrecerse como el medio
más aceptable para resolverlos en el presente y en el futuro, que
Aristóteles hace consistir en el término medio (mesotés) y considera
una actividad natural perfecta (areté), o sea, tratándose del hombre,
conforme a la razón, cuando es aceptado mayoritariamente se convierte
en un valor y merece ser trasmitido a la posteridad a través de
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la enseñanza. El bienestar y el futuro de nuestra sociedad dependen,
entonces, de la transmisión de estos valores, sobre los que se asienta
también el desarrollo armónico e integral de la personalidad. La
Educación en Valores, que supone un proyecto de vida, es ya de por
sí un importante valor, puesto que de ella depende la reflexión sobre
los mismos y su aceptación racional.
Todos los pueblos han tratado siempre de inculcar a sus jóvenes los
fundamentos de su cohesión social y de su constitución. Primero, en
la vida doméstica y en las instituciones más rudimentarias, pero
cuando la evolución del proceso socio-cultural ha creado el estamento
educador, se ha encomendado a éste profesionalmente la transmisión
no sólo de conocimientos y habilidades, propios de las diversas
profesiones, llegando a la colectividad sólo sus resultados, de los que
se beneficia sin necesidad de que todos adquieran esos hábitos, sino
también de los principios o valores fundamentales y comunes del
grupo. Con la enseñanza profesional lo que se venía haciendo espontáneamente,
se ha hecho reflexiva, crítica, sistemática, metódica y
programáticamente. Surge así la Ética como la ciencia de la Moral o
de las costumbres. Los Diálogos de Platón son un ejemplo lúcido de
reflexión ética. Sócrates, su principal interlocutor en la mayoría de
ellos, es un ejemplo de educador. Su objetivo es evidente: reedificar
la ciudad que él, siendo joven, conoció en todo su esplendor y había
sido destruida por las guerras, pero no con piedras sino con ciudadanos
útiles y buenos. Formar auténticos ciudadanos que sean capaces
de participar y crear en la vida pública, llevando la colectividad
hacia una existencia próspera y dichosa.
Jovellanos, en su programación del estudio de la ideología, refiriéndose
a la Educación en Valores en la escuela pública, escribe:
"Si sólo tratásemos de instruir a los jóvenes en el buen uso de su razón,
nos hubiéramos contentado con darles algunos principios de lógica;
pero era necesario que preparásemos sus ánimos para las importantes
verdades de la moral, sin cuyo conocimiento no podrá decirse
buena ni completa su educación. Importa ciertamente mucho
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ilustrar su espíritu, pero importa mucho más rectificar su corazón.
Importa mucho dirigirlos en el uso de sus ideas, pero mucho más en
el de sus sentimientos y afecciones; porque si, como decía Cicerón,
toda virtud consiste en acción, no bastará que conozcamos la norma
que debe regular nuestra conducta, si no se dispone nuestra voluntad
para que se conforme a ella y conozca y sienta que en esta conformidad
está su dicha. Tal es el objeto de la Ética o ciencia de las costumbres."
(2)
Kant asegura, por su parte, que ninguna justificación de las normas
morales puede actuar tan poderosamente sobre el corazón del hombre
como la visión clara y pura de los principios o valores. La visión
por el hombre de su dignidad le enaltece mucho más que todos los
discursos bastardos en que se mezclan consideraciones interesadas o
de satisfacción de sus deseos. (3)
En resumen, dado que los valores, siempre perfectibles, constituyen
los pilares del mejor presente y del más deseable de los futuros y su
transmisión generalizada a los jóvenes es una responsabilidad irrenunciable
que la comunidad delega a los profesionales de la enseñanza,
sin perjuicio de hacerlo en otros foros como los mass media o
el ámbito familiar, como señala Jovellanos, la Educación en Valores
es hoy un capítulo básico de los planes de enseñanza pública. Tanto
por lo que respecta a la educación en los buenos hábitos de desarrollo
y maduración personal o de convivencia social, como a la reflexión
o aspiraciones a los ideales que configuran la utopía o la mejor
sociedad imaginable desde la que valorar, criticar y proponer
ideas de mejora y perfección de la nuestra. Por ejemplo, ser solidario
es un hábito consagrado por la reflexión moral, de ordinario no recogido
adecuadamente en las leyes, pero que constituye un ideal de la
humanidad. Por tanto es un valor presente y futuro a trasmitir en la
enseñanza.
Además si la educación no es una pura instrucción, como señala el
ilustrado asturiano y han subrayado los educadores de todos los
tiempos, —por ejemplo, Ortega escribe en El espectador:
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"Sin ciencia no hay técnica, pero sin curiosidad, agilidad mental,
constancia en el esfuerzo no habrá tampoco ciencia.
Asimismo, para que un hombre ejerza bien sus actos civiles deberá
educarse su moralidad afinando su sensibilidad para las normas éticas,
robusteciendo su obediencia a los imperativos del deber."- (4)
Ni es una doma, amaestramiento o adoctrinamiento dogmático, sino
que cuenta con la inteligencia y libertad del estudiante y se endereza
a la vida creadora, ha de ser el discurso racional, la argumentación y
la reflexión sobre la pluralidad de valores posibles, propuesta por los
distintos códigos morales, quien les decida a aceptar unas formas de
comportamiento y rechazar otras, a elegir aquellos valores que en
unión de la mayor y mejor parte de la sociedad consideren óptimos
para conducir al individuo a la plenitud humana, y a la sociedad, a la
organización más perfecta, a la utopía.
La EDUCACION EN VALORES, que la actual legislación educativa
española incluye en el Proyecto Educativo de Centro como DI-
MENSION de TRASVERSALIDAD, común a todas las áreas, y expresamente
en el área de Sociales como VIDA MORAL y RE-
FLEXION ETICA, tiene que proporcionar los medios necesarios para
que la libre iniciativa, inseparable de la conciencia comunitaria de
los jóvenes, apueste razonablemente por aquellas formas de comportamiento
que nuestro tiempo considera mayoritariamente fundamentales,
que son los ejes de la actual convivencia democrática internacional,
representada aunque sea imperfectamente por la ONU, y que
constituyen la esencia de la Unión Europea y el esqueleto y musculatura
dogmática de nuestra constitución. Son los DERECHOS
HUMANOS y otros valores, de los que dice Jovellanos que sin la
educación los pueblos aún teniéndolos no se atreven a ejercer.
Plantea Jovellanos el problema de la posibilidad de la educación moral,
de que ya trató Platón en el Protágoras y el Menón. La considera
indiscutible en lo que respecta a los principios éticos, a las ideas, pero
añade que a veces se duda de la posibilidad de educar los sentimientos
morales. Contra esta opinión argumenta así:
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"Ahora bien; ¿se dudará que la instrucción puede perfeccionar los
sentimientos morales? Nadie negará que ella puede perfeccionar las
ideas, los principios morales; nadie, que aquellos sentimientos son
inseparables de ellos. Luego la instrucción que perfecciona los primeros
no puede dejar de perfeccionar los últimos." (5)
La felicidad-prosperidad de los pueblos, según don Gaspar, no sólo
depende de la instrucción por lo que ésta supone en la transmisión de
conocimientos útiles, sino en cuanto pura educación en valores:
"Sean lo que quieran las ideas de los hombres acerca de la moral, es
indudable su influjo en la prosperidad de los Estados. Bastaría para
demostrar esta verdad que no hay especie de verdadera felicidad individual
sobre la tierra que no se derive de las ideas y sentimientos
morales del hombre. Pero si esto es cierto en el individuo considerado
en si solo, lo es mucho más en una sociedad o en un número de
individuos considerados colectivamente. Porque supóngase una nación
populosa y rica, pero al mismo tiempo corrompida. ¿Puede dudarse
que el lujo absorberá su opulencia y la corrupción debilitará su
poder? ¿Que faltando éste al gobierno y la magistratura, guía saludable,
el mando será arbitrario, injusto, opresivo, y que quitando este
freno a los que mandan, la obediencia será incierta, forzada y tumultuosa?
¿De qué servirán las leyes sin costumbres, o qué serán las
costumbres sin ideas y sentimientos morales?
Pero ¿acaso la moral pende de la instrucción? Sin duda. No hay moral
sin principios, ni principios sin alguna especie de instrucción."
(6)
A los valores básicos referidos más arriba, se suman hoy los que atañen:
—a la Salud, —Jovellanos recomienda en sus planes de educación
dieta sana (7) y deporte (juego de pelota) y condena el tabaco, ese
"maldito tabaco" que "ataca continuamente los órganos del cerebro"
y el consumo excesivo de alcohol. Con la prórroga de los impuestos
de la sidra -"materia frecuente de la embriaguez de muchos vecinos
con perjuicio de sus familias"- y del vino propone construir una tercera
fuente en el centro de su villa natal (8).
- 11 -

—la discriminación por razones de Sexo - él fue un adelantado en el
tema de la IGUALDAD ENTRE LOS SEXOS:
"Tanto podía la educación sobre las costumbres. Y tanto pudiera todavía
si, encaminada a los más altos fines tratase de igualar los dos
sexos, disipando tantas ridículas y dañosas diferencias como hoy los
separan" (9) Memoria sobre espectáculos públicos, Oviedo 1991,
p.15)-
o Raza, —también aquí sentó un precedente educativo con el tema
de los vaqueiros, los gitanos, de que trata en El delincuente honrado,
y los judíos conversos, siendo contrario a las pruebas de limpieza de
sangre que la época y los cargos le impusieron—;
—a la No-violencia, —el prócer asturiano apela constantemente a la
paz. Afirma que un Gobierno ilustrado jamás emprenderá una guerra
(10). Anticipa que el avance de la ilustración producirá la confederación
de todos los pueblos de la tierra empezando por la de las naciones
ilustradas de Europa. Entonces reinará la paz para siempre:
"¿Quién no ve que el progreso mismo de la instrucción conducirá algún
día, primero las naciones ilustradas de Europa, y al fin las de toda
la Tierra, a una confederación general, cuyo objeto sea mantener
a cada una en el goce de las ventajas que debió al cielo, y conservar
entre todas una paz inviolable y perpetua, y reprimir, no con ejércitos
ni cañones, sino con el impulso de su voz, que será más fuerte y
terrible que ellos, al pueblo temerario que se atreva a turbar el sosiego
y la dicha del género humano?" (11) -
Propone que se investigue para la paz:
"Sí, demasiado se han escudriñado las fuerzas de la naturaleza sólo
para afligirla y conturbarla; demasiado se han perfeccionado ya los
instrumentos de su ruina y desolación. Vosotros, amados compatriotas,
no tendréis que profanar tan ferozmente el nombre y los oficios
de la sabiduría. Consagradla sola y enteramente a aquellas artes inocentes
y pacíficas que honran y consuelan la especie humana; consa-
- 12 -

gradla a la multiplicación y perfección de sus instrumentos y métodos;
y abriendo con ellos los manantiales de abundancia y de vida,
que una ambición frenética pretende continuamente cerrar, haced
que el reino de la razón y la concordia universal sucedan a estos tristes
días de confusión y escándalo, que la afligida humanidad mira
con tanto horror."(12)
—al Medio Ambiente, - es casi una obsesión en él el amor a la Naturaleza,
sobre la que propone un dominio ecológico:
"No tenemos otra superioridad que la de nuestra razón, si por ella
dominamos la naturaleza, debemos dominar también según ella" (13)
-;
—al Subdesarrollo, que Jovellanos trata de superar con el estudio de
las ciencias útiles, y a la mala distribución de las riquezas que "pone
la opulencia en pocos, la suficiencia en muchos y la indigencia en el
mayor numero" (14)
—al Consumismo. En don Gaspar tenemos un dechado de austeridad
que confiesa al final de sus días no haber percibido dietas en sus viajes
y misiones públicas al servicio del país y que se opone con todas
sus fuerzas al lujo y al despilfarro:
"Sin duda el lujo corrompe las costumbres, pero absolutamente
hablando, el lujo no nace de la riqueza" (15)
Podemos, pues, rastrear en la reflexión y práctica del eximio gijonés
relevantes antecedentes pedagógicos de los VALORES FUNDA-
MENTALES y de estos y otros problemas de la actualidad que la
UNESCO, la OCDE, la IAIE, la CIEP, la OMS, y el Comité Ejecutivo
de CIDREE con su VEEP (= Values in Education in Europe Programme)
recomiendan incluir en el currículo de la Enseñanza Obligatoria,
reconociendo el lugar básico que la Educación en Valores
tiene en el proceso educativo, paralelamente al lugar central que
ocupa el hecho moral en el proceso de socialización y progresión
- 13 -

cultural de los grupos humanos y la mentalidad democrática en la actual
y futura convivencia mundial.
Kant, uno de los máximos representantes de la Ilustración, cuyo
ideario se sintetiza en su "sapere aude" y el imperativo del deber,
llama a la Educación en Valores Teoría de la Sabiduría, la considera
como la culminación del aprendizaje científico-técnico y dice que su
guardián es siempre la filosofía. Concluye su Crítica de la Razón
Práctica en estos términos:
"En una palabra, la ciencia (buscada con crítica y encarrilada con
método) es la puerta que conduce a la TEORIA DE LA SABIDU-
RIA, si por esta se entiende no sólo lo que se debe hacer, sino lo que
debe servir de hilo conductor a los maestros para abrir bien y con
conocimiento el camino de la sabiduría, que todos deben seguir y
preservar a los otros del error; ciencia esta cuyo guardián debe ser
siempre la filosofía, en cuya sutil investigación no ha de tener el público
parte, pero sí interés en las doctrinas, que pueden aparecerle,
tras semejante preparación, en toda su claridad." (16)
Las distintas áreas del currículo de la actual Enseñanza Secundaria
Obligatoria Española (ESO) enseñan a APRENDER SIGNIFICA-
TIVAMENTE A APRENDER, es decir, a que el estudiante adquiera
el HABITO DE CONSTRUIR su propio aprendizaje, como preparación
para incorporarse a una sociedad y una cultura en constante crecimiento
y renovación científico-técnico y humanística. La EDU-
CACION EN VALORES con la DIMENSION DE TRASVERSA-
LIDAD, común a todas las áreas, y la VIDA MORAL Y RE-
FLEXION ETICA, propia del área de Sociales, enseña a APREN-
DER A VIVIR (Sabiduría) facilitando las condiciones de posibilidad
de socialización y los principios básicos de desarrollo personal.
Esta investigación de la EDUCACION EN VALORES en JOVE-
LLANOS, tanto en sus escritos —Correspondencia, Diario, Discursos,
PLANES DE ESTUDIO, Instrucción y Noticia del REAL INS-
TITUTO DE NAUTICA Y MINERALÓGICA, Memorias, Informes,
Representaciones, Elogios, etc. y Obra Literaria en prosa y ver-
- 14 -

so—, como en su práctica vital, tiene por objeto poner de relieve su
contribución a la mejora de la enseñanza en España. No sólo de la
enseñanza de las ciencias útiles que le distinguió, sino, inseparable y
primordialmente, de lo que hoy se denomina Dimensión de Trasversalidad
y Vida moral y reflexión ética, sobre las que tiene abundantes
y atinadas reflexiones muy actuales. "¿Porque, quién será el que
no conozca que entre todos los conocimientos de que puede imbuirse
el espíritu humano ninguno es más importante y provechoso al individuo
que el que le enseña a fondo sus obligaciones, descubriendo el
principio de donde se deriva cada una y el fin adonde puede conducir
su cumplimiento?" (17)
Jovellanos, que con su Instituto de Náutica y Mineralogía, modelo
de otros muchos a levantar en todo el territorio nacional, como le dice
reiteradamente a Godoy y recoge en la Correspondencia, el Informe
en el expediente de Ley Agraria y las Bases para un plan de
Instrucción pública, bajo el lema QUID VERUM, QUID UTILE
(=POR LA VERDAD Y UTILIDAD PUBLICA), deseaba formar
técnicos humanistas, trata constantemente de educar buenos ciudadanos,
perfeccionando sus facultades físicas, intelectuales y morales,
que participen convenientemente en la vida pública y contribuyan a
la felicidad-prosperidad nacional
Todo ello en el contexto de una educación pública
—general:
"Todas (las clases sociales) tienen derecho a ser instruidas. Le tienen
porque la instrucción es para todas un medio de adelantamiento, de
perfección y felicidad; y le tienen porque si la prosperidad del cuerpo
social está siempre en razón de la instrucción de sus miembros, la
deuda de la sociedad para ellas será igual para todas, y se extenderá
a la universalidad de sus individuos"(18)
—popular, abierta y gratuita "toda la que se repute absolutamente
necesaria para formar un buen ciudadano"(19)
- 15 -

—integral, que perfeccione al ser humano sin descuidar ninguna de
sus facultades, y universalista, más allá de los límites nacionales y
territoriales, expresando, incluso, deseos utópicos de paz y fraternidad
universal donde se haga realidad la GRAN FAMILIA de todos
los hombres :
. . . "¡Oh caro Inarco!
¿No vendrá el día en que la humana estirpe
de tanto duelo y lágrimas cansada,
en santa paz, en mutua unión fraterna,
viva tranquila? ¿En que su dulce imperio
santifique la tierra, y a él rendido
los corazones del uno al otro polo,
hagan reinar la paz y la justicia?
Nueva generación desde aquel punto
la tierra cubrirá. y entrambos mares;
al franco, al negro etíope, al britano
hermanos llamará, y el industrioso
chino dará, sin dolo ni interese,
al transido lapón sus ricos dones.
Un solo pueblo entonces, una sola
y gran familia, unida por un solo
común idioma, habitará contento
los indivisos términos del mundo.
Una razón común, un solo, un mutuo
amor los atarán con dulce lazo;
una sola moral, un culto solo,
en santa unión y caridad fundados,
el nudo estrecharán, y en un solo himno,
del Austro a los Trones resonando
la voz del hombre llevará hasta el cielo
la adoración del universo, a la alta
fuente de amor, al solo Autor de todo."(20)
- 16 -

N O T A S
(1) Biblioteca de Autores Españoles, (BAE) Madrid 1963, T. 46, p.
236).(Cf. BIBLIOGRAFIA)
(2) Ibíd., 46, p. 251).
(3) Kant, Cimentación para la Metafísica de las costumbres, Buenos
Aires, Aguilar, 1973, p. 85 ss.
(4) Ortega y Gasset, J., El espectador III y IV Madrid, Espasa-Calpe,
1966 p. 73-74.
(5) Introducción a un discurso sobre la Economía civil, BAE, 46,
p.87)
(6) Ibidem. pp.11-12.
(7) Reglamento de Calatrava, BAE 46, p.185.
(8) BAE 50, 518b.
(9) Memoria sobre espectáculos públicos, Oviedo 1991, p.15)
(10) BAE 86, p.198b.
(11) BAE 46, p. 255.
(12) Oración inaugural, BAE 46, p.324a Ibíd.
(13) BAE 46, 320b).
(14) Ibid., 232).
(15) BAE, 46, 231b-232a).
(16) Kant, Crítica de la razón práctica, Madrid, Espasa-Calpe 1975,
p.225.
(17) Carta a desconocida persona. Obras Completas (O.C.), Oviedo
1984 ss., T.III, p.625. (Cf. BIBLIOGRAFIA)
(18) Memoria sobre educación pública, BAE 46, 234b)
(19) Ibíd.
(20) Epístola a Inarco (Moratín), O.C.I, pp.285-286
- 17 -

1. UN ESPIRITU ILUSTRADO
1.1 RASGOS COMUNES Y DIFERENCIALES
La ilustración que fue un amplio movimiento intelectual europeo de
finales del XVII y del XVIII, que tuvo su origen en Inglaterra, su
mayor difusión por obra de los franceses y su apogeo en Alemania,
es de muy difícil definición al integrar numerosos autores de estos y
otros países con idearios no coincidentes en multitud de problemas.
Por ejemplo. Rousseau atacaría las ideas de cultura, razón, sociedad
y progreso científico por la regresión moral que a su juicio representan
al introducir las desigualdades entre los hombres, y proclamaría
la primacía del sentimiento; Kant revelaría un mensaje
profundamente antiAufklärung aún no bien comprendido, etc.
Sin embargo, hay muchos rasgos comunes: el inconformismo, la actitud
crítica, el ataque a todas las formas de superstición y fanatismo,
la denuncia de todo tipo de opresión e injusticia social o política, la
exaltación de la razón y de la naturaleza, la actitud filosófica y el espíritu
publicista. "Piensan", escriben, divulgan, desean que los saberes
científicos y los conocimientos prácticos o laborales, lleguen en
alguna medida, a todos, de ahí su preocupación por la claridad -
desean ser comprendidos- y por la retórica, y, sobre todo, su vocación
pedagógica.
Se consideran maestros altruistas en pro del bien común y bienhechores
de la Humanidad que difunden generosamente las luces para
que la sociedad alcance la mayoría de edad. Les inquieta todo lo
relacionado con el progreso de los pueblos y su felicidadprosperidad;
también el sentido utópico. En algunos países el deísmo
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y el moralismo, el interés por las ciencias, artes y oficios, el anticlericalismo.
En general, estos son también los rasgos de los ilustrados españoles
incluido Jovellanos, a juicio de muchos estudiosos del siglo el más
insigne. Pero este ofrece algunas características y peculiaridades que
rompen el esquema ilustrado al uso. Su pensamiento es una síntesis
de la formación humanística tradicional y las nuevas ideas de las luces,
de la razón histórica española y de la razón ilustrada, de cristianismo
primitivo auténtico y de crítica al poder eclesiástico, de ideas
profundamente revolucionarias y propuestas de acción de gobierno
comedidamente reformistas.
Al no convenirle al prócer asturiano la figura estandarizada del ilustrado
francés, por ejemplo, algunos se han permitido negar que sea
un ilustrado; incluso que haya una ilustración española como se negó
que hubiese una filosofía. Pero estos son tópicos fáciles que el estudio
de la realidad jovellanista o española desmienten muy pronto. Si
a don Gaspar no le cuadra la definición de ilustración elaborada en
Francia, -cosa, por otra parte difícil de realizar, teniendo en cuenta lo
que hemos dicho de Rousseau-, eso no es óbice para que sea un ilustrado
en cuanto propugna los valores, derechos y libertades fundamentales,
y de un modo prudente y comedido hace cuanto está en su
mano para que se difundan por España mediante una adecuada pedagogía.
Quiere justicia, libertad, igualdad, fraternidad y paz perpetua.
Pero es contrario al "furor de los revolucionarios franceses". Lo suyo
es un planteamiento más prudente, más sólido, a largo plazo como
exige la formación de una nueva conciencia nacional: la conciencia
ilustrada capaz de regenerar el país. Jovellanos está más cerca de la
ilustración inglesa y su sistema político de monarquía constitucional
y bicameralismo según declara en diversos pasajes de sus escritos
como la Memoria en defensa de la Junta Central o las cartas a su
sobrino Cañedo, futuro arzobispo de Burgos. En el Tratado teóricopráctico
de Enseñanza recomendando el estudio de las lenguas vivas
"del cual ya no se puede prescindir en la primera educación", (1) dice
"que la inglesa contiene una doctrina más original, más profunda,
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más sólida, más uniforme y generalmente hablando, más pura también,
y más adecuada a la índole y el genio del carácter español" (2).
Sabe que a una nación no se le puede ofrecer más de lo que puede
recibir. Que las reformas tienen que ir por sus pasos siguiendo el orden
establecido por la naturaleza de las cosas que no es otro que la
formación paciente y constante de los ciudadanos en centros como
los que él había diseñado.
La regeneración de España para que pueda superar el atraso secular
que la caracteriza, según Jovellanos, y situarse a la cabeza de las naciones
europeas exige la reforma de las universidades -lo poco que
había de ilustración estaba en las Academias, opina Jovellanos-; la
supresión del Tribunal de la Inquisición; la aplicación del clero a su
misión evangélica con una rigurosa formación -alejada de las sutilezas
de la escolástica decadente de la época-, sobre la Biblia, los concilios,
los Santos Padres, etc.; la reorientación de la nobleza, más
centrada en la virtud y los servicios al común que en los títulos y
privilegios hereditarios; la redistribución de la propiedad de la tierra
con la extinción de las vinculaciones (amortización y mayorazgo), la
implantación de la propiedad y libertad del trabajo; la reforma legislativa
que se limite a proteger las libertades individuales dejando que
actúe el interés privado y la libre concurrencia, -del conflicto de intereses
privados resultará ese equilibrio natural que exige la justicia y
la razón para el bien común: el gobierno sólo debe actuar cuando el
egoísmo o la corrupción atente contra el bien público-; acabar con
todas las formas de opresión y arbitrariedad (Gremios, Mesta, Inquisición,
discriminación del pueblo laborioso, de los sexos, gitanos,
pruebas de limpieza de sangre, exención de impuestos, judíos conversos,
vaqueiros.)
Todas las reformas descansan en un mismo quicio que viene a ser,
respecto a la prosperidad del país, como dice Jovellanos, lo que es el
principio de la gravitación universal newtoniano en las ciencias físicas.
La instrucción del pueblo, las "buenas luces", traerán consigo
las "buenas leyes" y los "buenos fondos" . Estos son los tres principios
del progreso de la nación que resumen su programa político. Pero
no se trata de cualquier tipo de instrucción. "Parcial, inútil y perniciosa"
ya existía. Además robaba los talentos y multiplicaba in-
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útilmente las "clases estériles" en perjuicio de las necesidades que
tenía la nación de profesionales y científicos. Por eso su gran mensaje
es dar la vuelta a la educación. Centrarla en la formación científica,
de ciencias útiles: naturales y exactas. Desplazar a la teología, los
derechos y la medicina que lo acaparaban todo.
El "sapere aude" Kantiano es participado ampliamente por Jovellanos
como principio de rebeldía frente a todo tipo de autoritarismo y
arbitrariedad ajenos a la razón. Pero las mismas o similares causas
que llevaron a algunos a romper con la Iglesia, a otros como Jovellanos
les impulsó a criticar los abusos y postular la vuelta al primitivo
cristianismo evangélico, abnegado y salvífico.
El patricio gijonés que estuvo a punto de opositar a una canongía en
Tuy o Mondoñedo, según sus respectivos biógrafos, el también gijonés
Ceán Bermúdez o el candasín, González Posada, recibió una preparación
adecuada para ocupar un puesto relevante en la Iglesia. Como
colegial de San Ildefonso en Alcalá formaba parte de esa élite intelectual
destinada al alto clero o la magistratura. Algunos de sus
hermanos, como otros miembros de familias nobles o hidalgas recalarían
en el ejército. Alto clero, magistratura o funcionariado y ejército
formaban las clases dirigentes del Antiguo Régimen aún vigente
en el siglo XVIII en España. Precisamente Jovellanos con el movimiento
ilustrado, que los historiadores de la filosofía moderna consideran
más de ideas comunes y valores que de personas, que se intercambiaban
constantemente sus hallazgos, propiciarían la transición
al Nuevo Régimen. En Jovellanos se instruirían muchos jóvenes liberales.
El utilizaría el concepto de regeneración nacional cien años
antes que los regeneracionistas, y el término constitución en sentido
moderno (3).
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1.2 DIFUSION DE LAS LUCES
Don Gaspar, como buen ilustrado piensa, escribe y divulga las luces
en los géneros más diversos, tanto en verso como en prosa. Domina
la retórica. De su estilo literario dice Ramón Menéndez Pidal que
"puede pasar por el mejor tipo de prosa que nos ofrece el siglo
XVIII; en él aparecen reunidos con feliz tino los elementos de la lengua
clásica, con los elementos nuevos que era necesario acoger para
reflejar el pensamiento moderno" (4). Une a la claridad una perfecta
argumentación. El abanico de sus intereses es ilimitado, universal.
En este sentido su saber fue enciclopédico como el de los renacentistas.
Con Diderot estima que "es preciso examinarlo todo, revisarlo
todo sin excepción ni miramiento". Como Voltaire, dirigiéndose
a su maestro, dice que el estudio de las ciencias debe ir unido al
de las letras, (5) Jovellanos que no oculta imitarle, se dirige a sus
alumnos del Instituto de Gijón en estos términos:
"La primera vez que tuve el honor de hablaros desde este lugar, en
aquel día memorable y glorioso. en que con el júbilo más puro y las
más halagüeñas esperanzas os abrimos las puertas de este nuevo instituto
y os admitimos a su enseñanza, bien sabéis que fue mi primer
cuidado realzar a vuestros ojos la importancia y utilidad de las ciencias
que veníais buscando. Mas no porque las ciencias sean al primero
deben ser el único objeto de vuestro estudio; el de las buenas letras
será para vosotros no menos útil, y aún me atrevo a decir no menos
necesario.
Porque ¿Qué son las ciencias sin su auxilio? Si las ciencias esclarecen
el espíritu, la literatura le adorna; si aquellas le enriquecen, ésta
pule y avalora sus tesoros; las ciencias rectifican el juicio y le dan
exactitud y firmeza; la literatura le da discernimiento y gusto, y le
hermosea y perfecciona" (6).
Nos ha dejado hermosas composiciones poéticas. Fue poeta filosófico
y sentimental, no fue un poeta, precisa Gerardo Diego. De su
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Epístola del Paular afirma el mismo que es el momento más inspirado
de Jovellanos y quizá de toda la poesía de su tiempo. (7)
Escribió sobre los temas más diversos, casi siempre desde una perspectiva
didáctica y pedagógica: enseñanza, historia, geografía histórica,
economía, política, medicina, botánica, derecho, lengua y literatura
española, latín, francés, inglés, bable, teología. Incluso algunas
obras dramáticas con un fondo de inconformismo o denuncia muy
ilustrados y la contrapartida de reformas a introducir para que se
hagan realidad los valores y actitudes de las luces. En El Pelayo o La
muerte de Munuza ataca la tiranía y la arbitrariedad personalizada en
este gobernante puesto por los moros en Gijón. Exalta la independencia
y libertad de la patria, la libertad en el amor y la justicia, veladamente
mayor comprensión y tolerancia religiosa basada en la
posibilidad de que en todos los credos y países exista "una pura y
sublime filosofía".
La tragicomedia El delincuente honrado, escrita a imitación de Le
Fils naturel de Diderot, perteneciente al género de la comedia lacrimosa
francesa, es una síntesis de las ideas ilustradas y el altruismo
filosófico-sentimental. Ataca una ley injusta que condena por igual
en el duelo al que reta que al que acepta el reto sin tener en cuenta el
sentido del honor en el contexto español. Se aprecia el influjo de El
espíritu de las leyes de Montesquieu. Hace también una crítica a la
tortura siguiendo las ideas de Becaria en Dei delitti e delle pene. Si
Torcuato, un joven inteligente y muy sensible a las injusticias, protagonista
de El delincuente honrado representa el rechazo del tormento,
y Don Simón, un juez chapado a la antigua, la intransigencia
y la intolerancia frente a los gitanos, Don Justo, el juez filósofo, el
ilustrado, encarna las nuevas actitudes ante los delitos y los delincuentes.
La administración de la justicia exige contar con el espíritu de las leyes
y su adecuación al contexto cultural y social de un pueblo como
defiende Montesquieu. En la obra Jovellanos cuestiona la moralidad
de algunas leyes y veladamente propone su reforma o abolición. En
todo caso denuncia la aplicación literal, por inhumana, de Don Simón,
el juez no actualizado con los nuevos valores e ideas humanitarias
de la ilustración
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El drama termina con este texto de Becaria:
"¡Dichoso yo, si he logrado inspirar aquel dulce horror con que responden
las almas sensibles al que defiende los derechos de la humanidad¡"
(8
Esta obra fue muy representada por toda España y América y traducida
a diversos idiomas europeos. Al magistrado, "sabio, virtuoso y
humano", Don Justo (Jovellanos) le conviene perfectamente el término
"filósofo" en el sentido técnico que tenía para los ilustrados.
Piensa y actúa conforme a la razón, es social y humanitario, tal como
lo entiende en general el siglo XVIII: "Los demás hombres actúan
sin sentir ni conocer las causas que les mueven, sin darse cuenta siquiera
de que existen. El filósofo, por el contrario, en cuanto es
consciente de sí mismo distingue las causas, y con frecuencia, incluso
las previene, y se entrega a ellas con conocimiento: es un reloj
que se da cuerda, por decirlo así, alguna vez a sí mismo.
Los demás hombres son movidos por sus pasiones sin que lo que
hacen sea precedido de la reflexión; son personas que caminan en las
tinieblas; mientras que el filósofo, incluso en sus pasiones, actúa sólo
después de reflexionar; camina de noche pero precedido de una antorcha.
El filósofo se aplica al conocimiento del Universo y de sí mismo. El
verdadero filósofo es, pues, un hombre honrado que actúa siempre
según la razón, y que une a un espíritu de reflexión y de justeza, las
costumbres y las cualidades sociales". (9)
1.3 MODERACION Y ECLECTICISMO
El insigne asturiano ataca cualquier forma de superstición o fanatismo.
En su Diario abundan las páginas de hechos concretos a este
respecto. En la Oración inaugural del Instituto propone a sus alumnos
una vía media equidistante de la superstición y de la impiedad:
"Venturosos vosotros si en medio de la depravación de un siglo en
que la superstición y la impiedad se disputan el imperio de la sabiduría,
siguierais el camino que ella señala a los que quiere conducir a
su templo" (10
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Un rasgo importante para situar con rigor científico, en este terreno,
la figura del ilustrado español que nos ocupa es su desmarque claro
del espíritu general de L'encyclopédie, con la que, por otra parte, tiene
tantas afinidades y de la que recibió sin duda un profundo y extenso
influjo. La Enciclopedia es hostil al cristianismo y más
particularmente al catolicismo, a pesar de que en ella colaboraron
cristianos sinceros junto a deístas y ateos. Para desacreditar las
creencias religiosas, donde el terreno era peligroso, Diderot y su
equipo usan toda suerte de astucias destinadas a despistar la
supervigilancia de los censores.
En este punto, don Gaspar está más cerca de la ilustración inglesa.
Su alusión frecuente a la Providencia y sus declaraciones de cristiano
sincero abundan en sus escritos. No sólo respeta las creencias
cristianas, sino que las profesa, y programa el estudio de la religión
como remate al de la moral. Considera la religión "cima y complemento
de la verdadera sabiduría". (11) b) En el programa de teología
incluye "la refutaciones separadas del naturalismo y el deísmo", "que
en nuestros días renovaron sus argumentos". (12) .
Jovellanos rechaza también las manifestaciones superficiales, ridículas
o interesadas de piedad como el rosario de los comediantes o algunos
aspectos del célebre Cristo de Burgos. No piensa que la verdad
esté sólo en el credo cristiano. Tiene numerosos textos donde
exalta la filosofía y la razón, común a todos los hombres, que desde
antiguo y en todos los lugares han reconocido y puesto en práctica
los valores y las virtudes morales cuya culminación es el Evangelio.
Su figura de ilustrado se completa si tenemos en cuenta su pertenencia
a las Sociedades de Amigos del País y su asistencia a los salones
y tertulias más renombrados de Sevilla y Madrid. En el Diario y la
Correspondencia ha dejado constancia de sus extensas relaciones
humanas y culturales, de sus dotes de comunicación, de su afición a
la conversación y relación epistolar, a través de las cuales los ilustrados
se pasaban generalmente las ideas, los valores y adquisiciones
más relevantes de su tiempo, y de su estudio de las realidades concretas
para extraer leyes generales.
En sus bibliotecas hay escritos y pensadores de todas las tendencias.
Fue ecléctico y practicó la tolerancia con todos. En su puesta al día y
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estudio de los temas y valores más actuales de las luces no le preocupa
la afiliación del autor. No importa que estén alejados o enfrentados
a la tradición eclesiástica o española, él leerá los autores que
estime más competentes en una disciplina determinada y los recomendará
en sus reglamentos, discursos y planes de reforma. Lo que
no significa que se identifique con ellos "en algunos puntos poco
conformes a nuestras creencias y a la moral cristiana". En esta línea
fue amigo de deístas y recomendó a jansenistas o anglicanos, casi
siempre en ediciones expurgadas o autorizadas.
De la tacha de jansenista, comenta que es una acusación que aplicada
a un clérigo significa "que estudia en las fuentes teológicas con
aquella justa crítica que por desgracia hace falta todavía para purgar
el estudio teológico de las heces que quedan en él de escolásticos y
casuistas". (13)
En el tema ideológico y científico tuvo un gran sentido de la tolerancia
y exigía que la tuvieran también con él. No le gustó nada sorprender
al cura de Somió, enviado de la inquisición, inspeccionando
la biblioteca del instituto y hojeando una obra de Locke. (14).
1.4. EL ACADEMICO CRÍTICO Y UNIVERSAL
Su omnipresencia en el mundo de la cultura de su tiempo se hace patente
al ser nombrado miembro de todas las Reales Academias. "Estas
reúnen lo poco que hay de ilustración entre nosotros", dirá a su
amigo Jardines, cónsul inglés de La Coruña en mayo del 94. (15)
El 7 de mayo de 1779, a propuesta de Campomanes, fue nombrado
por unanimidad académico supernumerario de la Academia de la
Historia. El 4 de febrero de 1780 pronunciará su discurso de ingreso:
Discurso sobre la necesidad de unir al estudio de la legislación el de
nuestra historia y antigüedades. (16).
En él expone una serie de criterios y valores que tienen hoy plena
vigencia y que le sirvieron de guía en sus funciones de administrador
de la justicia. Para poder aplicar las leyes con profundidad y conocimiento
de causa hay que comprender su espíritu y esto requiere
conocer el contexto histórico en que han nacido y se han desarrollado.
Las leyes tienen un código de imposible desciframiento sin la
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ciencia de la historia. Por eso él se aplicó al estudio de la historia del
Derecho español que investigó en archivos y bibliotecas:
"Después de haber estudiado el Derecho Civil de Roma, me apliqué
a la lectura de las leyes de España." (17) "La historia solamente le
podrá enseñar (al magistrado) a conocer a los hombres según los dictámenes
de la razón y los presupuestos de las leyes" (18). Esta ampliación
del campo estrictamente jurídico para mejor aplicar las leyes
es una muestra del eclecticismo jovellanista, de su amplia visión
de la realidad, y, a fin de cuentas de su universalismo y espíritu enciclopédico.
Al tener que juzgar a un delincuente, Jovellanos ve a un
hombre, y al tener que aplicarle una ley, Jovellanos lo hace desde toda
una tradición y una historia. No se atiene sólo a la letra, que mata,
como el Don Simón de El delincuente honrado, sino al espíritu, que
vivifica, como Don Justo el magistrado filósofo (ilustrado) de la
misma obra. Su humanitarismo, desbordando el ámbito jurídico, destaca
la fe en la reforma de las leyes injustas o su sustitución por otras
éticamente aceptables y el papel de la pedagogía en la ilustración de
la sociedad u opinión pública que valora delitos y penas y juzga a leyes
y jueces.
Recuerda en su discurso de ingreso en la Academia de la Historia
que ésta es maestra de la vida, citando a Cicerón. Que todas las profesiones
pueden sacar de ella enseñanzas para el cumplimiento de
sus deberes: el estadista, el militar, el eclesiástico. "Hasta el hombre
privado, que no tiene en el orden público más representación que la
de simple ciudadano, puede estudiar en ella sus obligaciones y sus
derechos" (19). "No hay miembro de la sociedad que no pueda sacar
de la historia útiles y saludables documentos para seguir constantemente
la virtud y huir del vicio (20).
Insiste en que es el jurisconsulto quien debe obtener más beneficios
de la historia, cuyo conocimiento debe estar acompañado por otras
muchas disciplinas : gramática, lógica, retórica, crítica, metafísica,
ética, matemática, etc., pero sólo la historia puede enseñar a conocer
a los hombres. Además "la historia es el mejor comentario de las leyes".
El magistrado que la ignora, según Cicerón, es como un niño.
Se ocupa don Gaspar en gran parte de su pieza oratoria de aplicar este
principio general al contexto concreto español: a la unión que hay
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entre la historia y las leyes de nuestro país. "Sin la historia no se
puede tener un cabal conocimiento de nuestra constitución y nuestras
leyes" (21).
Manifiesta una actitud inconformista y crítica respecto a la enseñanza
del Derecho en que se formaban los magistrados que tendrían en
sus manos el gobierno civil y económico de la nación, como era
habitual entonces: "Mis propios directores miraban como inútiles los
demás estudios, incluso el de la historia; y dedicados siempre a interpretar
las leyes romanas, creían perdido el tiempo que se gastaba
en leer los fastos de aquella república" (22). La misma actitud frente
a la docencia de la Filosofía, -"lógica bárbara, metafísica estéril y
confusa"-, anticipa al teórico de la Reforma y reformador de la educación
pública, que tuvo que adquirir por su cuenta lo que la formación
universitaria debería de haberle dado. Su propia responsabilidad
de gobernante le empujó a hacerlo para estar a la altura de las exigencias
de sus obligaciones, aunque fuera a costa de un gran esfuerzo
personal complementario.
Termina su intervención reclamando "para el país de la verdad y la
mentira" una historia civil "que explique el origen, progresos y alteración
de nuestra constitución, nuestra jerarquía política y civil,
nuestra legislación, nuestras costumbres, nuestras glorias y nuestras
miserias." (23).
En suma, en este discurso se recoge un sentido de la historia que enlaza
la tradición grecolatina con las ideas de la ilustración principalmente
francesa, (Turgot, Condorcet, Voltaire, Montesquieu, Rousseau,
etc., que evidencia hasta qué punto Jovellanos estaba al corriente
de lo que circulaba por Europa. También están presentes unos
valores ético-jurídicos y socio-políticos muy actuales en torno al
concepto de constitución, libertad política y necesidad y función de
las Cortes. El discurso no es sólo una síntesis de sus reflexiones sobre
las relaciones entre la historia y las leyes y su aplicación, sino
una muestra de la actitud valiente y modélica de nuestro ilustrado en
defensa de unos valores, derechos y libertades, que expondremos en
el apartado 3, dedicado a la libertad, que si no se han dado en el pasado
por falta de ilustración en gobernantes (aristocracia, clero, magistrados)
y gobernados (pueblo), la difusión de las luces los hará
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efectivos en el futuro, "que no merece la corrupción de nuestra edad,
y que está reservado sin duda a otra generación más inocente" (24).
Como académico de la Real Academia de la Historia estuvo a favor
de la legislación que apoyaba la creación de cementerios fuera de las
iglesias, a las afueras de las ciudades. Su gesto de renunciar al enterramiento
en la iglesia de San Pedro de Gijón es una prueba de su filosofía
ilustrada acerca de la supresión general de privilegios y la
búsqueda de igualdad en todo. (25) Como censor de libros hay que
resaltar su actitud de no limitarse a un trabajo puramente rutinario y
burocrático, sino que entra a fondo en su estructura y contenido, señalando
incluso añadidos y correcciones. (26
El 4 de junio de 1780 fue nombrado académico de honor de la Academia
de Bellas Artes a propuesta del Marqués de la Florida. Son
muchos los aspectos que resaltan su figura de ilustrado en relación
con las bellas artes, pero vamos a fijarnos solamente en tres:
1. Jovellanos se considera en materias artísticas un "aficionado" en
el sentido técnico que este calificativo tenía entre los ilustrados. Es
decir que fue un verdadero entendido en arte, como podemos comprobar
por las notas de su Diario y los escritos que nos ha dejado,
por ejemplo Elogio de las bellas artes (27). Los trabajos que le encomendó
la propia Academia le llevaron a tener que leer, analizar y
extractar numeroso escritos artísticos. Esto, unido a sus propias reflexiones
y la experiencia que adquirió en su larga estancia en Sevilla
y Madrid, emporios de las artes, y en sus viajes, en que siempre
visitaba y estudiaba templos y obras de arte, y, finalmente, el afán de
coleccionar cuadros, dibujos y bocetos, configuran una de las facetas
más atractivas y ricas de su personalidad ilustrada. Ceán dice que
poseía unos conocimientos de la materia "como si fuese un profesor
consumado" (28). Don Gaspar piensa que "el amor y el aprecio de la
belleza" por un pueblo "es el mejor anuncio de su prosperidad" (29)
2. Ninguna de las artes le es ajena: fue historiador, en especial de la
arquitectura (30) coleccionista, crítico y protector de las bellas artes,
integrando todos estos aspectos propios de un enciclopedista o ilustrado,
en su primordial vocación pedagógica. Goya, que ingresó en
la Academia el mismo año que don Gaspar y que tomó alguno de sus
textos, como pié de sus dibujos de crítica social, (31) se deleitaba
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con la conversación del asturiano.(32) Le retrató en dos ocasiones:
en 1783 y en 1793. Por encargo de Jovellanos realizó los frescos de
San Antonio la Florida y cuatro figuras de tamaño natural para el colegio
de Calatrava de Salamanca que le encantaron al asturiano. (33).
3. Como "aficionado" a la pintura reunió una excepcional colección
de dibujos de los mejores artistas de los siglos XVI, XVII y XVIII
que pasó al Instituto Asturiano de Gijón. (34) Este tesoro desgraciadamente
desapareció en agosto de 1936. Toda una generación de importantes
pintores gijoneses, alumnos del Instituto, se formó en contacto
con estos modelos.
Otro aspecto característico de su figura de ilustrado es la relación
que tuvo con las Sociedades de Amigos del País. Fue miembro de
varias: Andaluza, Asturiana, Mallorquina; presidente de la Matritense
y presidió la fundación de la Leonesa
La función de estas instituciones típicas de la época era divulgar las
luces a fin de fomentar el crecimiento de la economía. Se centraban
sobre todo en el incremento de la agricultura. La primera que se fundó,
en 1765, fue la Sociedad Bascongada de Amigos del País que
llevó a cabo una gran actividad. De ella dependía el Seminario de
Vergara que visita Jovellanos a finales de agosto de 1791.
De todas las entidades madrileñas de las que don Gaspar fue miembro
en ninguna trabajó tanto como en el la Sociedad patriótica de
Amigos del País. En sus escritos, que son muchos, relacionados con
la misma, podemos espigar algunas ideas y valores que nos permitan
calificarle de espíritu ilustrado, aunque dejamos para el apartado correspondiente
los más extensos y relevantes de su infraestructura pedagógica,
contenidos en el Informe en el expediente de Ley Agraria
que redactó por encargo de esta sociedad.
En el Dictamen del informe sobre la decadencia de las Sociedades
Económicas cifra el objetivo de las mismas en "derramar por todas
partes luces y conocimientos" (35). Habla de una "revolución", "que
por otra parte van obrando insensiblemente las Sociedades". Se refiere
a la ilustración y la propiedad de la tierra. Cuando se junten en
sus miembros natos, los propietarios, "facultades", es decir, capital, y
luces tendrán la suficiente independencia y eficacia para cumplir por
si solos, sin las ayudas del Gobierno, con los fines de la Sociedad;
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mientras tanto hay que confiar esta función a personas ilustradas de
"do quiera que vengan". Otra idea importante es la de que los gobernantes
tomen sus decisiones obligatoriamente después de "oír" a los
expertos de las Sociedades económicas que tienen mayor contacto
con la realidad. Habla de "conciliar la libertad, sin la cual nada prospera,
con las leyes" (36). Entre sus conclusiones de la Sociedad figura
ésta: "que no reconoce más partido que el de la razón, ni más discordias
que las que son consiguientes a la natural diversidad de opiniones,
a la ambigüedad misma de las materias, y a la debilidad del
espíritu humano" (37).
El Elogio de Carlos III tiene dos lecturas. Una, más literal, entiende
que don Gaspar encomia las reformas que se han llevado a cabo en
su reinado; y otra, entre líneas, cree que expresa un pensamiento desiderativo.
Jovellanos querría dar a entender, como en el tema de las
Cortes medievales, las que deberían llevarse a cabo, pero aún esperan.
Para lo que nos ocupa es indiferente donde está la verdad, que
en todo caso incumbe verificar a los historiadores de ese reinado. En
ambas lecturas brilla con luz propia la mente ilustrada de Jovellanos,
como por ejemplo en este párrafo: "Determinado este piadoso soberano
a dar entrada a la luz en sus dominios, empieza removiendo los
estorbos que podían detener sus progresos. . . Carlos disipa, destruye,
aniquila de un golpe estos partidos (escolásticos), y dando entrada
en nuestras aulas a la libertad de filosofar, atrae a ellas un tesoro
de conocimientos filosóficos, que circulan ya en los ánimos de nuestra
juventud, y empiezan a establecer el imperio de la razón" (38).
Otros "logros" del monarca son la regeneración de España, la importancia
que da a la Economía Política, "verdadera ciencia del Estado",
que los gobernantes representan al pueblo y "lograron restablecer el
imperio de la verdad" y que los miembros de las Sociedades Económicas,
"desnudos de las aficiones de su interés personal, y tocados
del deseo del bien común. se reconocen ciudadanos, se confiesan
miembros de la sociedad general antes que de su clase, y se preparan
a trabajar por la utilidad de sus hermanos." (39). Los valores son perfectos,
los deseos políticos y pedagógicos de don Gaspar también,
pero ¿cuánto hay de ironía aplicados a aquel histórico reinado de los
Aranda, Campomanes y Floridablanca?
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1.5. SABIO E INFATIGABLE VIAJERO
Otro de los aspectos que mejor definen el espíritu ilustrado de Jovellanos
son sus viajes, algunos recogidos en el Diario, la Correspondencia
y las Cartas del Viaje de Asturias. En estos escritos es donde
afloran en toda su fuerza y autenticidad sus valores ilustrados y sus
ideas de reforma, que en los Informes hechos en nombre de algún
colectivo no ha sido prudente o posible exponer, como ocurre con el
Informe en el Expediente de Ley Agraria, según le refiere en mayo
del 1794 a su amigo Jardine, entre otros:
"Confieso que le hubiera acercado mucho más al buen término si
hablase a mi nombre. Pero escribía a nombre de un cuerpo, que entonces
no hubiese adoptado mis ideas, que ahora no las aprobará sin
dificultad, y cuya aprobación, sin embargo, es importante, no sólo
para darles un peso de autoridad, sino porque sólo así podrán esperar
la luz pública y alguna aceptación" (40).
Los viajes, generalmente con alguna misión oficial, le sirven a don
Gaspar para tomar contacto directo con la realidad física, paisajística,
económica, social. demográfica, artística, costumbrista, etc., etc.,
tan del gusto de la época, para después realizar evaluaciones críticas,
extraer principios generales y hacer propuestas de mejora, base de la
acción política. Veamos algunos botones de muestra. De paso por
Vergara en su viaje 6º de Gijón a San Sebastián y Valladolid anota
en el Cuaderno Segundo: "Eulate, digo Barroeta, pretende que los
grandes caseríos que yo vi son de pequeños propietarios, y que el
común de los colonos no tiene más que casa de un piso. Lilí dice de
buena fe que algunas son de colonos; mañana continuaré mis observaciones
sobre esto, que importa mucho." (41). Era a finales de agosto
del 91 y estaba ya trabajando en el Informe en el Expediente de
Ley Agraria cuyo encargo había aceptado algunos años antes. (42).
Para conocer el nivel de ilustración de sus anfitriones observa con
mucha atención sus bibliotecas. El 25-9-91 escribe:
"Entrada en Palencia por un gracioso aunque corto paseo y bien
plantado. Nos apeamos en casa de don Diego de Sierra, sujeto de
mucha erudición, que vive como un filósofo, con trato de pocos ami-
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gos, leyendo mucho y pasándolo bien. Su librería es escogida. Tiene
libros escogidos, muchos mapas, algunos inéditos, y uno de ellos de
Asturias." (43)
Tras un vuelco de la diligencia en la que él mismo salió herido y con
sangre (Cañizal, 2-10-91), hace esta observación.
"Entra la noche, nos vuelcan en medio del mismo lugar. Salió todo el
pueblo a ayudar a los cocheros, y lo hizo con singular diligencia y
caridad; pero, ¡cosa notable! un hombre solo no curó de nosotros, ni
nos alivió con su compasión, ni siquiera nos preguntó si nos habíamos
hecho daño. ¿No es esto una prueba de la preocupación (prejuicios)
con que se mira a los que tienen aire de señores? El hombre,
suspirando siempre por recobrar su natural igualdad mira con gusto
el sufrimiento de los que la alteran." (44).
En las Cartas del Viaje de Asturias, escritas a petición de A. Ponz
para incluirlas en su Viaje de España, (Madrid 1772-1794, 18 v.) son
también uno de los testimonios más elocuentes de su figura de ilustrado.
Cuenta Ceán en sus Memorias (45) que Jovellanos recorrió
casi toda la provincia "indagando su población, el estado de su cultivo,
y de su industria, sus usos y costumbres. No se olvidó de copiar
o extractar los preciosos códices, becerros y demás documentos que
halló en sus antiguos archivos". En ellas aparece su interés multifacético,
su atención al hombre integral que caracterizaba a los ilustrados
y su valoración de la realidad concreta, la observación y la experiencia.
En conjunto son un programa de reforma. Busca con ellas
cambiar y mejorar la realidad dada. Van desde lo artístico y científico
hasta los problemas sociales de la opresión de los campesinos y la
marginación de las minorías (vaqueiros). El mismo programa agrícola
revolucionario que Jovellanos tenía en la cabeza pero que sólo de
un modo progresivo estimaba que podía llevarse a cabo y ofrece en
el célebre Informe en el Expediente de Ley Agraria para todo el territorio
nacional y con principios de aplicación universal, está compendiado
en la carta 6º que trata de la agricultura de Asturias. Precisamente
al tratar el tema de las vinculaciones en manos muertas remite
con elogio a su propio Informe, "una excelente obra de nuestro tiempo"
(46). Concluye esta carta con el tema de la felicidad, muy típico
- 33 -

de la ilustración, que exige más igualdad y justicia, valores también
muy reivindicados por los ilustrados:
"Yo veo, amigo mío, que se trata mucho de la felicidad pública y
poco de la de los particulares; que se quiere que haya muchos labradores,
y no que los labradores coman y vistan; que haya muchas manos
dedicadas a las artes y oficios, y que los artesanos se contenten
con un miserable jornal. Estas ideas me parecen un poco chinescas;
ponen al pueblo, esto es, a la clase más necesaria y digna de atención,
en una condición miserable; establecen la opulencia de los ricos
en la miseria de los pobres, y levantan la felicidad del Estado sobre
los miembros del Estado mismo." (47)
Y añade, contraponiendo observación y crítica:
"Acaso usted no quedará contento con mis reflexiones, y me dirá que
me debiera ocupar más en referir, y menos en declamar. Pero yo trato
de ser útil a mis paisanos, y no quiero callar nada de lo que pueda
contribuir a su felicidad" (48).
En el resto de las cartas abundan los temas y las perspectivas de un
ilustrado. En la 3ª le hace a Ponz esta pregunta:
"¿Cómo es que usted pudo preferir la descripción de otros objetos y
países más comunes y conocidos a la de una provincia tan digna de
la curiosidad de un viajero y de la maduración de un filósofo?" (49).
En las demás trata la industria, el arte, el asunto de las lanas, las minas,
los problemas de la Universidad, el tema de la fraternidad, etc.
En la carta 7ª, dedicada a la industria, diagnostica sus males en Asturias
y receta los remedios. El principal es la ilustración. Reconoce
que ya se fomenta el "espíritu de industria y aplicación, pero son necesarias
más luces:
"La Sociedad Económica fomenta con infatigable celo estas últimas
ideas, y todo al parecer anuncia una feliz revolución en este ramo.
Pero recelo mucho que se adelante poco mientras no se empiece a
curar el mal en la raíz. Cuando mis paisanos tengan matemáticos, físicos,
químicos, mineralogistas y dibujantes .entonces la población y
la riqueza crecerán como la espuma." (50)
Son las mismas ideas ilustradas que expone en los Discursos a la
Sociedad de Amigos del País de Asturias (1781-1782). (51) Recomienda
a los principales tratadistas de economía, tanto españoles
- 34 -

(Campomanes) como ingleses y franceses (Cantillon, Condillac, Mirabeau).
Llama la atención sobre las innovaciones técnicas y los modelos
económicos (ingleses, catalanes.). Pero sobre todo pide la
creación de centros actualizados de enseñanza para el estudio de las
ciencias útiles. Entre tanto, propone abrir una suscripción para "dotar
dos pensionistas" que estudien cuatro años en Vergara y después viajen
un año por Francia, Inglaterra y otros países del Norte y a su
vuelta dicten sus lecciones de ciencia y tecnología.
En sus planes de estudio establece la enseñanza de las LENGUAS
VIVAS. "No sólo serán admitidos a esta enseñanza los alumnos del
Instituto, sino también las personas de fuera de él que quieran estudiar
las lenguas, para difundir más y más tan útil conocimiento y los
bienes que promete"(52)
En la Memoria sobre Educación Pública recomienda tanto el francés
como el inglés: "Pues es tan conocida la utilidad de entrambas lenguas,
así para la instrucción como para los demás usos de la vida, lo
mejor será siempre que el que aspire a perfeccionar su educación se
esfuerce a estudiar una y otra" (53). Aunque en el Instituto se estudiaba
obligatoriamente una de las dos a elección de los alumnos, sin
embargo en la misma Instrucción u Ordenanza establece que " los
que quisieren podrán estudiar una y otra, y cuidará el director que así
se haga para difundir más y más su conocimiento" (54).
Finalmente en las Bases para un Plan de Instrucción Pública de 16
de noviembre de 1809 incluye también el italiano:
"En la enseñanza de las lenguas no deberán ser olvidadas las de los
pueblos modernos, y señaladamente la inglesa, italiana y francesa,
por las ventajas que ofrece su conocimiento, así para extender la instrucción
pública, como para el ejercicio de diferentes profesiones útiles."
(55
NOTAS
(1) BAE 46, p.247b
(2) Ibíd. p.248
- 35 -

(3) Cf. Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia,
BAE 46, p. 299 ss
(4) Antología de prosistas españoles, Madrid 1923, p.33
(5) Carta XI en Lettres Choisies, Paris; Hatier 1961, p. 4
(6) BAE 46, 330a-331
(7) Boletín de la Biblioteca de Menéndez y Pelayo, XII. 1926, p. 223
(8) O.C.I, p.55
(9) Diderot, L'encyclopédie, Paris, Hatier 1956, p.50 ss.
(10) BAE 46, p.34
(11) BAE 46, p.25
(12) BAE 46, p.205 b).
(13) BAE 86, p.136b-137
(14) Cf. Caso González, J.M., Vida y Obra de Jovellanos, Gijón
1994, p.405
(15) O.C., II, p.63
(16) BAE 46, p.288-298.
(17) Ibíd. p.28
(18) Ibíd. p.289
(19) BAE, 46
(20) Ibí
(21) Ibíd. p.297
(22) Ibíd.288
(23) Ibíd, p.29
(24) BAE, 46, p. 441
(25) BAE, 46, p.477, Caso González, J.M., o.c.I, p.166 y O.C., III, p.
20
(26) Caso González, J.M., Ibíd. p.16
(27) BAE, 46, p.350-36
(28) Memorias, Gijón 1989, p.327
(29) BAE, 46, p.360
(30) Cf. Memorias histórico-artísticas de arquitectura, BAE, 46,
p.391-448 y Cartas del Viaje de Asturias, Oviedo, 1981, 2 v,
(31) El Capricho 2 toma como leyenda los versos 62-63 de la Sátira
I A Arnesto:"El sí pronuncian y la mano alargan al primero que llega"
Cf O.C. I, p.222 y González Caso, J.M:, op. cit. p.236-237
(32) Ceán, op.cit., p.31
- 36 -

(33) Caso González, J.M. o. c. I, p.25
(34) Pérez Sánchez, A.E. Catálogo de la colección de dibujos del
Instituto Jovellanos de Gijón, Madrid, 196
(35) BAE, 50, p.57
(36) Ibí
(37) Ibíd. p.61
(38) BAE, 46, pp 313-31
(39) Ibíd. p.31
(40) O.C., II, 636-63
(41) O.C., VI, p.20
(42) Ceán Bermúdez, op. cit., p. 148.
(43) O.C. VI, p. 251.
(44) Ibid. p.269.
(45) Op. cit. p.33-34
(46) Cartas del Viaje de Asturias, Oviedo 1981, 6ª, v.I, p.151.
(47) Ibid. p.163
(48) Ibíd.
(49) Ibíd. p.98
(50) Ibid. v.II, p.25
(51) BAE, 50 pp. 438-453 y BAE, 46, pp 302-304
(52) BAE, 46, p.412.
(53) BAE 46, p. 248a
(54) Ibíd. p.412a
(55) BAE 46, p. 271b.
2. ILUSTRACION Y PROSPERIDAD
2.1 MODERNIZACION DEL PAIS POR LA ILUSTRACION
Una convicción que Jovellanos manifiesta reiteradamente a lo largo
de toda su producción y sobre la que gravitarán todos sus cuidados y
preocupaciones, como pone de relieve en su correspondencia más ín-
- 37 -

tima y otros textos de carácter personal, es que el retraso de España
se debe a su falta de ilustración. El insigne asturiano estima que en
esta carencia radican todos los males de la patria. En consecuencia
sólo mediante la debida ilustración se recobrará el paso de los países
más prósperos de Europa y se logrará el desarrollo y la felicidadprosperidad
que los tiempos demandan. Por tanto, como personaje
público, responsable y comprometido con sus conciudadanos, hará
cuanto esté en su mano para curar este mal con el remedio pertinente
de la ilustración y con ella hacer efectivos todos los bienes que la
nación necesita. Aunque en muchos aspectos su pensamiento es profundamente
revolucionario, no espera nada de la revolución. Su propuesta
de mejoras es evolutiva, paulatina, progresiva, a fuerza de
ilustración y aprendizaje. Lo que las hará más sólidas e irreversibles.
Del conjunto de presupuestos que el ilustrado español recogió del
contexto internacional más progresista de su época, finales del XVIII
y comienzos del XIX, en especial de Inglaterra, Francia y Estados
Unidos, éste sería el primero:
Sin ilustración no hay prosperidad posible. Los pueblos más prósperos
son los más ilustrados. La ilustración es la medida de la prosperidad.
Paralelamente, como quiera que en España se constata un atraso considerable
respecto a los países más adelantados, y, a la vez, una casi
nula difusión de los valores e ideas ilustrados, encuentra naturalmente
la causa del retraso en la falta de ilustración.
Su tratamiento de la realidad nacional tiene dos momentos:
1.Análisis crítico de las condiciones existentes en un ámbito determinado.
2. Propuesta de mejoras.
Dotado de una curiosidad universal y de una capacidad de observación
y de comunicación excepcional, se aplicó rigurosa y desinteresadamente
a evaluar los distintos sectores de la vida española: el
económico, el jurídico, el político, el técnico, el científico y, unido
estrechamente a ellos en virtud del primer presupuesto apuntado, el
académico, el mundo de la educación y de la enseñanza. Porque si la
prosperidad es cosa de ilustración, la ilustración es un asunto de en-
- 38 -

señanza. Luego la base de la regeneración y activación nacional está
en la enseñanza, en la enseñanza pública.
Sus reflexiones no son, en general, sesudas cavilaciones excogitadas
de espaldas a la realidad, lo que en nuestro tiempo Caro Baroja llamaría
producciones "desde el limbo universitario", tampoco son propaganda
comercial o política, ni superficial combustible radiofónico
o periodístico. Ya de su tiempo afirma: "Las ciencias dejaron de ser
para nosotros un medio de buscar la verdad, y se convirtieron en un
arbitrio para buscar la vida" (1) Jovellanos estuvo siempre a pié de
obra en contacto directo con la realidad que estudia y que trataba de
mejorar, según su convicción de que "los trabajos de los sabios solitarios
y aislados no pueden tener tanta influencia en la ilustración de
los pueblos, o porque hechos en el retiro de un gabinete cuentan rara
vez con los inconvenientes locales y con las luces de la observación
y de la experiencia, o porque aspiran demasiado a generalizar sus
consecuencias, y producen una luz dudosa, que guía tal vez al error
más que al acierto." (2) Además de ser un gran lector, bibliófilo y
coleccionista, fue un incansable viajero, que por si mismo o con
ayuda de otros tomaba buena nota de todo cuanto visitaba, sobre todo
de su realidad y posibilidades económicas, de sus tesoros artísticos,
de sus costumbres, peculiaridades, etc. También fue un estudiosos
que se pegó a los archivos para conocer la realidad histórica que
justifica o explica el presente. Era un asiduo contertulio, en el sentido
técnico que este concepto tenía entre los ilustrados, y un gran
conversador con las personas de los lugares visitados; de las que obtenía
cuantas informaciones estimaba necesarias y convenientes para
su evaluación crítica y su posterior propuesta de mejoras, que iban
desde asuntos locales hasta temas nacionales e, incluso, de proyección
universal.
Sobre la base de sus estudios en Oviedo, Ávila y Alcalá, de carácter
eclesiástico y humanista, de su iniciación en las ideas ilustradas, que
comenzó probablemente con Cadalso en Alcalá y continuó en la tertulia
de Olavide en Sevilla y en las de Campomanes y la Condesa de
Montijo en Madrid, (3) de sus lecturas de los principales ilustrados
ingleses, franceses e italianos, de su contacto con la realidad más dura
de la sociedad como Alcalde del Crimen en la Audiencia de Sevi-
- 39 -

lla, y después de Casa y Corte en Madrid, de sus responsabilidades
de Magistrado, a quien incumbía entonces las cuestiones de orden
público y otras de gobierno, consejero de las Ordenes Militares, subdelegado
de caminos, visitador real, ministro, alma de la Junta Central
de Defensa, etc., y miembro de todas las Academias (Historia,
Bellas Artes, Lengua, Derecho y Cánones) y de las Sociedades patrióticas
de Amigos del País (Andalucía, Madrid, León, Asturias,
Mallorca), y en especial en virtud de su talento y aplicación y celo
por interés del país, comparó la realidad española con la de otras naciones
europeas, relacionándolo todo con la nueva cosmovisión que
suponía el movimiento ilustrado, y sus ideales de renovación y progreso
para el conjunto de la especie humana, a que estuvo siempre
abierto, y que muy pronto hizo suyos.
Como conclusión establece las dos tesis indicadas:
1ª La ilustración es la base de la prosperidad privada y pública.
2ª La enseñanza pública es el instrumento adecuado de la ilustración.
La primera de estas tesis, después de establecerla mediante una argumentación
impecable, la va a aplicar a la economía, el derecho, la
política y finalmente a la enseñanza que a veces identifica y a veces
distingue de la ilustración. Con lo que entra en la fundamentación de
la segunda tesis: la enseñanza pública es el instrumento adecuado para
extender a todos los niveles y en todos los ámbitos las ideas ilustradas
condición sine qua non del adelantamiento y felicidadprosperidad
privada y pública, de la puesta al día de España que sólo
así puede abandonar su retraso y situarse en la línea de los Estados
más prósperos y, en fin, del mejor futuro de la Humanidad.
Si las ideas ilustradas son de carácter universal, el destinatario último
es el hombre, todos los hombres, la Humanidad, como la suma
de todos los seres humanos reunidos en "una gran familia" como dice
en la Epístola-respuesta a la que Leandro Fernández de Moratín le
envió desde Roma.
Desde estos presupuestos su formación humanista tradicional e ilustrada
va a aplicarse a analizar el Derecho español, las leyes vigentes
en la España de su tiempo, que llegó a conocer a fondo por su ocupación
profesional aunque en un principio confiesa sus deficiencias:
- 40 -

"Entré en la jurisprudencia sin más preparación que una lógica bárbara
y una metafísica estéril y confusa. (...) Después de haber estudiado
el derecho civil de Roma, me apliqué a la lectura de las leyes
de España; de unas leyes que habría de ejecutar algún día (...) Pero
en este estado me vi repentinamente elevado a la magistratura y envuelto
en las funciones de la judicatura criminal". (4)
Lo propio ocurre con la economía política. "Esta es la verdadera
ciencia del Estado, la ciencia del magistrado público" (5). "Ella es la
que debe consultarse continuamente, ya sea para la derogación de las
leyes inútiles o perniciosas, ya para la formación de las necesarias y
convenientes" (6). Desde su estancia en Sevilla hasta sus últimos escritos
le preocupó el tema económico, tanto la macro como la microeconomía.
Si quiere poner a trabajar en las hilanzas a las monjas
de clausura sevillanas, explotar racionalmente los recursos carboníferos
de las cuencas asturianas, preparar en la mejor técnica de construcción
o conducción de buques a los alumnos del Instituto, es porque
tiene in mente y expone con claridad y convicción en sus obras
un esquema económico general; tiene una política económica que da
a conocer para que se aplique en Andalucía, en Asturias, en Mallorca,
según los respectivos lugares de residencia, y a nivel de todo el
Estado español.
Es un modelo de visión de conjunto que tiene en cuenta todas las
ramas de la producción y del consumo. Desde la agricultura y minería
hasta el comercio, pasando por las comunicaciones locales, regionales,
interregionales, nacionales e internacionales. Situado en
una etapa postmercantilista, propia de sus años de formación, pasa
por la fisiocracia, de la que conocía una amplia literatura; por ejemplo,
traduce del francés el Ensayo de la naturaleza del comercio general
de Cantillón y expone con toda su fuerza y convicción argumentativa
el sistema de librecambio. Para Jovellanos el indeterminismo
de la condición humana le lleva a sostener que la libertad es
un valor fundamental en todos los ámbitos de la actividad del hombre.
También, y específicamente en el económico. Por eso sus ideas
económicas más maduras se inspiran en Adam Smith, de cuya obra
La riqueza de las naciones poseía tres ediciones en su biblioteca.
- 41 -

Hemos dicho que don Gaspar, que documentó y renovó incesantemente
sus ideas, hizo gala de una gran apertura a los logros más progresistas
y valorados de su tiempo, en cuya base estaban las ideas
ilustradas que él contrasta con los conceptos tradicionales de su formación
humanística eclesiástica y para cuya recepción recomienda
estudiar los idiomas modernos, -él mismo dominaba varios, no sólo
traduce del francés sino también del inglés, por ejemplo, el Canto
Primero de El Paraíso perdido de Milton-. Formó cuatro bibliotecas
con más de seis mil libros en los que bebió lo más actual y renovador
de su época, que conformó su pensamiento y es la base de sus escritos,
algunos traducidos a diversas lenguas como el Informe en el Expediente
de Ley Agraria. De este último dice el historiador Miguel
Artola que es "posiblemente el libro que mayor influencia ha ejercido
en la historia de España". (7)
Desde el conocimiento cabal de la realidad vigente y las ideas ilustradas
hace la crítica socioeconómica de las estructuras del Antiguo
Régimen (centralismo, proteccionismo estatal, reglamentación y privilegios
gremiales, la Mesta, la amortización o propiedad permanente
en manos muertas, el mayorazgo, los baldíos, etc.) para, seguidamente
establecer sus propias propuestas de reforma, punto de partida
de la acción política.
La misma actitud crítica y espíritu de reforma se evidencia en todos
sus escritos de carácter político. Pero el desarrollo económico, la reforma
legislativa y sociopolítica tienen su fundamento último en la
ilustración como conjunto de ideas y valores técnico-científicos y
morales, y su difusión entre la población. Contrario a toda forma de
revolución, su propuesta realista de cambio apuesta por removerlo
todo gradualmente desde abajo mediante la difusión de las luces.
"Creo que una nación que se ilustra puede hacer grandes reformas
sin sangre, y creo que para ilustrarse tampoco sea necesaria la rebelión."
(8) Su programa de reforma lo cifra en este lema que recoge lo
que llama las causas de la prosperidad de una nación: "Buenas leyes,
buenas luces y buenos fondos" (9). Pero son las "buenas luces" la
base de todos los demás ámbitos de la regeneración del país, de la felicidad
privada y pública y de la convivencia internacional.(10)
- 42 -

A partir de las ideas y valores ilustrados, quiere reformar España y
salir del retraso en que se encuentra respecto a otros países que él
considera ilustrados. Porque como dice una nación no es ilustrada
por tener un puñado de sabios, sino cuando todas o la mayoría de sus
gentes han accedido a unos niveles de conocimiento altos o, al menos,
suficientes para desempeñar sus ocupaciones profesionales.(11)
En la ilustración pública o nación ilustrada está, pues, la clave de
bóveda de la acción política. De ella puede esperarse todo, sintetizado
en el concepto de felicidad-prosperidad.
Son muchos los textos que podríamos traer a colación para documentar
esta tesis machaconamente reiterada por el insigne ilustrado,
pero hemos preferido sólo dos por su carácter general y sintético:
uno tomado de su correspondencia con Godoy, que cierra este epígrafe,
y otro del Tratado Teórico-práctico de Enseñanza, que abre el
siguiente. Antes hay que reiterar dos observaciones:
1ª. Jovellanos es un reformista que aborrece los métodos revolucionarios.
Condena el "furor de los revolucionarios franceses".
2ª. La reforma no puede hacerse desde arriba como hubieran preferido
otros ilustrados al estilo de Campomanes, sino paulatinamente
desde la base mediante la instrucción pública.
"En este orden de las causas de prosperidad de una nación tiene el
primer lugar la ilustración y se presenta a mis ojos como la primera
fuente de toda prosperidad, como la única, puesto que una nación
ilustrada tendrá en su mano conocer y alcanzar todas las demás causas
subalternas de su prosperidad. Fuera dislate asegurar que las
ciencias traerán de repente consigo cuanto necesita una nación para
ser feliz. Ni es esto lo que digo; todo es progresivo en política, como
en la naturaleza, y como en ésta el árbol sale de una pequeña semilla,
crece, extiende sus ramas y al fin florece y fructifica, así una nación
que recibiere la sabiduría irá abriendo progresivamente todos los
manantiales de su prosperidad y aumentando y difundiendo sus raudales
hasta el término señalado por su situación natural y política.
Volvamos por un instante los ojos hacia los principios que hemos establecido
y nos convenceremos de esta verdad. Si suponemos que
una nación ilustrada, lo primero que hará será perfeccionar su legislación,
puesto que no puede dejar de conocer las ventajas que de esto
- 43 -

le resultará; ni conociéndolas, dejar de desearlas; ni deseándolas, dejar
de buscarlas; ni buscándolas, dejar de hacer, por lo que su ilustración
le señalará con igual claridad los males y los remedios. Esta nación
conocerá que la agricultura, la industria, el comercio, la población
y aún las costumbres son en todas partes (prescindiendo de la
situación y circunstancias locales) lo que permite la legislación; conocerá
que todos estos ramos hallan sus estímulos en las leyes, y, deseando
mejorarlos, dispondrá de tal manera sus leyes que reduzca los
primeros al mínimo y los segundos al máximo posible. Y entonces
estos ramos prosperarán todo lo que la situación local y las circunstancias
coetáneas de la misma nación permitiere.
Al paso que estos ramos vayan prosperando, irá creciendo la riqueza,
esto es, el aumento de los fondos de la nación que son indispensables
para su mayor prosperidad; y una vez dado el impulso, el progreso
seguirá hasta aquel término señalado por la naturaleza, y esto con
tanta más seguridad cuanto el Gobierno, que debemos suponer
igualmente ilustrado y vigilante, removerá continuamente todos los
obstáculos que se les puedan proponer.
Esta misma ilustración del Gobierno que no podemos dejar de reconocer
como distinta de una buena legislación con la cual se debe
contar siempre y que nunca faltará a una nación ilustrada, verá también
los estorbos que la naturaleza misma opone a su prosperidad y
los medios de renovarlos. Verá que la agricultura necesita riegos, y
hará canales de riego; que la industria y el comercio necesitan una
activa circulación, y hará caminos, franqueará la comunicación de
los ríos y abrirá canales de navegación. Por último, verá que la superabundancia
de sus frutos y manufacturas le llaman a un comercio
exterior, y entonces mejorará sus puertos y animará su navegación,
buscará nuevos puntos de consumo y establecerá los medios más directos
y más económicos para extender su comercio y hacerle más
lucroso". (12
2.2 LA INSTRUCCION, FUENTE PRINCIPAL DE PROGRE-
SO
- 44 -

En el Tratado teórico-práctico de Enseñanza se pregunta nuestro
ilustrado si la instrucción pública es el primer origen de la prosperidad
social. Y responde:
"Sin duda. Esta es una verdad no bien reconocida todavía, o por lo
menos no bien apreciada; pero una verdad. La razón y la experiencia
hablan en su apoyo.(13)
Reconoce que las fuentes de la prosperidad son muchas, pero todas
nacen de la instrucción pública. porque la instrucción es la que desarrolla
las facultades intelectuales y aumenta las fuerzas físicas. Sin la
instrucción la "razón es una antorcha apagada". Luego si es la causa
de la felicidad individual, lo será también de la pública que es la suma
de las felicidades individuales.
La agricultura, la industria y el comercio dependen de la instrucción
pública. Ella es la fuente de la riqueza y del poder del Estado. La
prudencia y la vigilancia de éste no pueden buscarlos mejor que
promoviendo y fomentando la instrucción pública. "Todo otro medio
es dudoso, es ineficaz; éste sólo es directo, seguro e infalible" (14
Incluso la sabiduría de los gobiernos radica en la ilustración que "los
ilumina" y "los dicta las buenas leyes". "Aconseja a la política", "
ilustra a la magistratura", "alumbra y dirige a todas las clases y profesiones
de un Estado". Y concluye:
"donde la hay, todo abunda"; donde no la hay, todo falta". (15). En
consecuencia, la instrucción es la medida común de la prosperidad
que informa todos los ámbitos de la puesta al día del país. Sin ella, es
decir, sin los valores que comporta y las libertades y derechos que
defiende, no habrá una economía próspera y saneada, "buenos fondos",
ni una legislación eficaz y justa, "buenas leyes". A estos textos
podemos añadir otros muchos, si tuviéramos necesidad de ello. Bástenos
sólo uno más, que trata el tema expresamente, contenido en la
Introducción a un discurso sobre el estudio de la Economía civil.
"La agricultura, decía yo, es el arte de aplicar el trabajo al cultivo de
la tierra o, por mejor decir, a la multiplicación de sus productos; la
industria es el arte de aplicar el trabajo a dar forma a estos productos
del cultivo, o bien a otras producciones espontáneas de la naturaleza;
el comercio y navegación, el arte de aplicar el trabajo al transporte,
distribución y venta de los productos de cualquier otro trabajo em-
- 45 -

pleado en la agricultura y en la industria, etc. Luego estas profesiones
a que llamamos fuentes de la riqueza pública no son otra cosa
que el arte de aplicar el trabajo de una nación al producto de su riqueza.
Luego el que descubriere el medio de perfeccionar este arte
habrá dado con la primera fuente de la riqueza pública." (16).
Compara don Gaspar esta fuente, que influye y pone en movimiento
todas las causas de la riqueza de las naciones, con la gravedad o
atracción newtoniana que "produce todos los movimientos necesarios
de la Naturaleza".(17) Anticipando temas de hoy como la cualificación
profesional, el reciclaje, la investigación empresarial y renovación
técnica, y , en fin, la competitividad, argumenta así que la
perfección del arte de aplicar el trabajo es la fuente principal de la
prosperidad:
"En suma: cuando se trata de indagar en una nación las fuentes de la
prosperidad, se la supone con una población y un capital determinados.
Esta población y este capital no pueden dejar de estar en proporción
con los medios de subsistencia que la misma nación posee y
conoce, y como estos medios no pueden crecer por el aumento del
trabajo, porque su suma es dada, es claro que sólo podrán crecer por
la perfección del mismo trabajo. Luego la primera fuente de la riqueza
pública estará siempre en la perfección del arte de aplicar el trabajo."
(18)
La conclusión final está necesariamente implicada en estas premisas
y no puede ser otra que la instrucción a todos los niveles, desde la
simple adquisición de los conocimientos necesarios y suficientes para
desempeñar con la mayor competencia y eficacia una profesión,
hasta la investigación aplicada al más alto nivel, que es otra forma de
perfeccionar el arte de aplicar el trabajo. Como en otros lugares cifra
el abastecimiento y la calidad de los productos, y el abaratamiento de
los precios en la libre concurrencia (19), aquí deja implícito que la
competitividad es directamente proporcional a la perfección en el arte
de aplicar el trabajo. "Mil hombres trabajando como los turcos no
sacarán de su trabajo un producto tan preciosos como el de cien
hombres que trabajen como los ingleses, y esto aun cuando uno y
otro trabajo se empleen en iguales objetos, porque la diferencia que
- 46 -

haya en la aplicación del trabajo la habrá necesariamente en la cantidad
y en el valor de su producto." (20)
"Y bien: ¿qué hará una nación para adquirir esta pericia y para perfeccionar
el arte de aplicar sus capitales y sus brazos a la producción
de la riqueza? Instruirse en los conocimientos conducentes a esta
perfección. Luego, la primera, o sea la principal fuente de la prosperidad
pública, se debe buscar en la instrucción." (21)
2.3. PROGRESO MATERIAL Y PROGRESO MORAL
En la ilustración incluye Jovellanos también como parte esencial los
valores morales que deben presidir la economía, la legislación y la
política. Porque el progreso no es sólo de carácter material, hace falta
también un progreso moral:
"Pero ¿acaso la prosperidad está cifrada en la riqueza? ¿No se estimarán
en nada las cualidades morales en una sociedad? ¿No tendrán
influjo en la felicidad de los individuos y en la fuerza de los Estados?
Pudiera creerse que no, en medio del afán con que se busca la
riqueza y la indiferencia con que se mira la virtud. Con todo, la virtud
y el valor deben contarse entre los elementos de la prosperidad
social. Sin ella toda riqueza es escasa, todo poder es débil." (22)
Esta idea de que los valores morales son básicos para la felicidadprosperidad
pública, además de serlo para la de los individuos, la repite
don Gaspar con frecuencia. Anticipa que algún día se tendrá más
en cuenta, "cuando el estudio de la moral sea el estudio del ciudadano",
y vaticina un futuro esperanzador en que los educadores en valores
vean recompensada su labor en su época y recordados por las
venideras:
"Es preciso decirlo de una vez y repetirlo a cara descubierta: Sin
costumbres no podrá jamás esperar ningún Estado ventajas permanentes.
La virtud no es sólo el fundamento de la felicidad del hombre,
sino también de la de los Estados. Un erario opulento, un ejército
numeroso, una marina formidable no son las más ciertas señales
de prosperidad de una monarquía. ¿Cuántas veces se han visto estas
ventajas unidas a un Gobierno injusto y opresivo! ¡Cuántas se han
- 47 -

gloriado de ellas un pueblo corrompido y esclavo! ¿Cuántas esta
aparente prosperidad ha conducido a la destrucción y a la ruina de
los más grandes imperios!
Pero vendrá un tiempo en el que el nombre de la felicidad, tan repetido
en nuestros días, señale una idea menos equívoca, más agradable
y más digna de los deseos del patriotismo. Cuando el estudio de
la moral, casi desconocido y olvidado entre nosotros, sea, por así decirlo,
el estudio del ciudadano; cuando la educación, mejorada en todos
los órdenes del Estado, fije y difunda en ellos sus saludables
máximas; cuando la política las abrace y uniforme con ellas sus
principios, entonces será uno mismo el modo de ver y de graduar estos
objetos; entonces se conocerá que no puede existir la felicidad
sin la virtud, y entonces los que concurrieron en alguna parte a la reforma
de las costumbres públicas, serán acreedores a la gratitud de
sus contemporáneos y a la memoria de la posteridad."(23)
Luego se impone como primera medida básica e inaplazable difundir
las ideas y valores ilustrados. ¿Cómo? Mediante la enseñanza. La
pedagogía o difusión de las luces es, pues, un rasgo esencial del movimiento
ilustrado español, representado en este caso por don Gaspar.
Se puede asegurar que, en cierto sentido, toda su obra, incluida
la Correspondencia y el Diario, es un tratado de educación. En consonancia
con su época, su verdadera vocación fue de educador. En
ella convergen todas sus demás actividades de magistrado, académico,
consejero, visitador, ministro y, en general, hombre público, al
igual que la obra en que se concentran todos sus desvelos fue el Real
Instituto Asturiano de Naútica y Mineralogía.
En consecuencia, la ilustración no incluye únicamente los conocimientos
científicos o técnico-profesionales, sino también los valores,
principios y máximas morales, así como las actitudes:
"Y si en tanto son apreciables las ciencias en cuanto perfeccionan el
ser del hombre ilustrando su espíritu, cuánto más no lo será la moral,
que después de ilustrar el espíritu humano con los más altos e importantes
conocimientos, perfecciona también su corazón, penetrándole
los sentimientos más generosos y adornándole con las más sublimes
virtudes." (24)
- 48 -

La educación en valores, pues, la ética, además de ilustrar el espíritu
con unos principios de libertad, justicia, igualdad, paz, fraternidad,
sensibilidad hacia la naturaleza, etc., trata también de rectificar el corazón
con unos sentimientos que se materialicen en actitudes y acciones
congruentes con los mismos:
"Sin duda que sus principios son verdades universales y abstractas,
pero sus máximas son reglas infalibles de conducta práctica." (25)
Como ocurre con todo tipo de instrucción, la educación en valores
tiene también como finalidad la prosperidad de las personas y de las
pueblos:
"El estudio de la ética tendrá por objeto la moral política (...) aquella
moral que, teniendo por objeto la conducta pública y privada de los
individuos del cuerpo social, abraza todos los oficios señalados por
sus deberes. Su objeto es la prosperidad pública de los hombres y sus
Estados." (26)
En la Introducción a un discurso sobre el estudio de la Economía
civil, citado más arriba, añade:
"Sean lo que quieran las ideas de los hombres acerca de la moral, es
innegable su influjo en la prosperidad de los Estados" (27)
La conclusión de Jovellanos es, pues, esta: sin ilustración no hay
prosperidad, y como ésta no es sólo prosperidad material sino también
moral, sin valores morales no cabe hablar de auténtico progreso.
Y así como la ilustración del conjunto de la nación es cosa de instrucción
o enseñanza pública, como vamos a ver en el apartado siguiente,
así también la ilustración moral está en función de la educación
pública en valores:
"Pero. ¿acaso la moral pende de la instrucción? Sin duda. No hay
moral sin principios, ni principios sin alguna especie de instrucción.
(...) Ella es la que debe comunicarlos y hacerlos observar. El pueblo,
el hombre que los ignore carecerá de toda regla en su conducta, y sin
ella no podrá aspirar a la felicidad ni concurrir a la de sus semejantes."
(28)
N O T A S
(1) BAE, 50, p.123b
- 49 -

(2) Ibíd. p.126.
(3) Cf. Caso González, J.M., Vida y Obra de Jovellanos, Gijón 1994,
I, pp.64 y 254.
(4) BAE, 46, p.288
(5) BAE 46, p. 314.
(6) BAE 87, p. 6.
(7) BAE 87, LXI.
(8) O.C., II p. 635.
(9) BAE 86, p. 195.
(10) BAE, 46 p. 255.
(11) BAE 46, p. 241
(12) BAE 86, p. 197b-198a.
(13) BAE 46, p. 231b.
(14) BAE, 46, p. 231a.
(15) Ibíd. 231b.
(16) BAE, 87 9b-10a.
(17) Ibíd. p.9b.
(18) Ibid. p. 10a.
(19) BAE, 50 71 ss y 108 ss.
(20) BAE 87, 10a.
(21) Ibíd. p.10b.
(22) BAE, 46, p.231b.
(23) BAE, 50, p.32.
(24) BAE, 87, 411b.
(25) Ibid. p.410
(26) Ibid.
(27) op. cit. p.11b.
(28) BAE, 87, p.12.
3. ILUSTRACION Y PEDAGOGIA
3.1. EDUCAR ES ILUSTRAR LA RAZON
- 50 -

Ya ha quedado establecido que la ilustración es el cimiento de la felicidad-prosperidad
en cuanto lo es de sus dos fuentes: los conocimientos
técnicos, artes, oficios, etc., que sostienen e impulsan los
distintos sectores de la economía: agricultura, minería, industria,
comercio y navegación, y las costumbres o valores morales que deben
informar toda la vida privada y pública, la propia Economía, el
Derecho y la Política.
"Sin actividad ni laboriosidad, sin frugalidad y parsimonia, sin lealtad
y buena fe, sin probidad personal y amor público; en una palabra
sin virtud ni costumbres, ningún Estado puede prosperar, ninguno
subsistir. Sin ellas el poder más colosal se vendrá a tierra, la gloria
más brillante se disipará como el humo." (1)
Ahora da un paso más y se cuestiona si la educación es la primera
fuente de la ilustración o instrucción pública:
"La sociedad cree que sí, pues que en la erección de un seminario de
educación no se puede proponer otro fin que promover por este medio
la instrucción publica", dice a la Sociedad Económica de Mallorca.(2)
No hay que confundir la educación con el adiestramiento en las fórmulas
del trato social o en las reglas de la buena crianza. Su relación
con la auténtica educación es como la del aspecto con el fondo de
una misma realidad. "La urbanidad dora la estatua, la educación la
forma". La urbanidad es el ornato, la apariencia de la instrucción.
Educar es algo mucho más profundo, que se cifra en "ilustrar la razón
con los conocimientos que pueden perfeccionar su ser". (3) Entiende
por ilustrar la razón la formación integral que atiende a todas
las facultades de la persona, no sólo las intelectuales, sino también
las físicas y morales, estéticas, religiosas, etc.
Razona así porque incluye la formación física en el concepto de
"ilustrar la razón":
"Si consideramos que el hábito mal dirigido apoca el objeto de la
fuerza, en vez de aumentarla; que la destreza supone una dirección
acertada; que entre los varios modos de ejecutar una acción cualquiera,
hay uno sólo para ejecutarla bien; que este modo no se puede alcanzar
sino por medio de la observación, y que ésta pertenece a la
razón humana, concluiremos que la perfección de la fuerza física
- 51 -

consiste en la ilustración de la razón directriz de sus operaciones, esto
es, la instrucción." (4)
La exaltación de la razón está en la base de toda la pedagogía ilustrada,
también de la jovellanista. Los valores morales que, no tanto
en cuanto principios, sino en cuanto máximas de acción, dice que
son "verdades de sentimiento" y su enseñanza "se da más bien con
ejemplos que con discursos", tienen su origen en la razón:
"La moral tiene sin duda su fuente en la razón. Ella contiene, por decirlo
así, los acuerdos de la razón universal de todos los pueblos cultos.
Los ignorantes y los sabios, los filósofos y los políticos, los han
reconocido igualmente, y este común acuerdo prueba el origen de la
moral: está en aquella razón divina con que el Criador alumbró la razón
humana." (5)
La razón es el valor supremo del hombre, pero sin la ilustración es
una antorcha apagada, según palabras del propio Jovellanos ya recordadas.
Sólo la educación puede encenderla y llevarla a su plenitud
tanto en el individuo como en la especie humana. Porque educar
es precisamente eso: encender la razón con los conocimientos útiles
y los principios morales
3.2. LA PERFECTIBILIDAD HUMANA, PRESUPUESTO DE
LA EDUCACION
Para que esto pueda llevarse a cabo existe un presupuesto al que Jovellanos
alude con frecuencia: la perfectibilidad de la condición
humana. Porque el hombre, individual y colectivamente, es susceptible
de una perfección indefinida, estima don Gaspar, puede ser educado
en las ciencias, artes y oficios y en los valores morales que perfeccionan
su ser y de los que cabe esperar el mejoramiento de las
formas de asociación y convivencia de la Humanidad:
"Entre todas las criaturas, sólo el hombre es propiamente educable,
porque él solo es instruible." (6)
"¿Quién no ve que perfeccionadas por una parte las facultades físicas
y morales del hombre, y por otra los sistemas de asociación que los
reúne, debe mejorarse la conducta pública y privada de los pueblos,
- 52 -

y que sus males y desórdenes menguarán en razón inversa de lo que
crezca su ilustración? (7)
En la Oración inaugural del Instituto añade a este propósito cómo la
legislación y la política de los pueblos antiguos tenía por objeto la
instrucción; y que ésta se reducía a educación moral ("sabiduría"), a
la que supeditaban la educación física:
"He aquí porque la instrucción de los pueblos fue entre los sabios de
la antigüedad el primer objeto de la legislación. Desde Confucio a
Zoroastro, y desde Solón a Numa Pompilio, cultivar el espíritu y
formar el corazón de los hombres fue el gran fin de las instituciones
políticas. Leed los fragmentos de sus leyes, y los hallaréis más henchidos
de máximas de educación que de reglamentos de policía. Todas
se dirigen a engrandecer las almas, y si algunas a perfeccionar
las facultades del cuerpo, endureciéndole y acostumbrándole a la
agilidad y la fatiga, era sólo para arraigar en los ciudadanos aquellas
dos grandes virtudes sobre que descansan los Estados: el valor como
el primer apoyo de la seguridad pública, y el amor al trabajo, como
primera fuente de la felicidad individual. Tal era entonces, tan sencillo
y sublime el carácter de la sabiduría." (8)
En consecuencia, si el hombre es educable en cuanto es instruible; y
es instruible en cuanto está dotado de una razón que es perfectible
precisamente porque no es perfecta ni está cerrada como el instinto
en los animales, -"enclasados" en su medio es el término que utiliza
Zubiri, Jovellanos dice "completo en todos, todos nacen instruidos
en el conocimiento de los objetos y con los recursos necesarios para
su conservación, preservación, propagación y bienestar" (9)-, "empecemos
pues perfeccionando esta razón, cuya excelencia no se cifra
tanto en su vigor cuanto en la facultad de adquirirle, no tanto en su
perfección cuanto en su perfectibilidad." (10)
La perfectibilidad de la razón humana de don Gaspar sería el equivalente
ilustrado al concepto de la antropología moderna que defina al
hombre como "animal de carencias". Este sería el aspecto negativo,
aquel el lado positivo de una misma realidad, en el caso de Jovellanos
apreciada en un contexto de exaltación de la razón. En este contexto,
a la vez realista y utilitario, de exaltación de la razón y del conocimiento,
trae a colación las palabras de F. Bacon "el hombre vale
- 53 -

lo que sabe". Con lo que pone de relieve que los conocimientos teórico-prácticos
definen la funcionalidad social de una persona; que su
utilidad para con sus semejantes está en la preparación o instrucción.
"Donde no hay instrucción todo falta, donde la hay todo abunda".
(11)
Incluso la propia perfección humana también está en función de los
conocimientos y virtudes cívicas en el marco de un cierto intelectualismo
ético:
"¿No es la ignorancia el más fecundo origen del vicio, el más cierto
principio de la corrupción? ¿No es la instrucción la que enseña al
hombre sus deberes y la que le inclina a cumplirlos? La virtud consiste
en la conformidad de nuestras acciones con ellos, y sólo quien
los conoce puede desempeñarlos. Es verdad que no basta conocerlos,
y que también es un oficio de la virtud abrazarlos; pero en esto mismo
tiene mucho influjo la instrucción, porque apenas hay mala acción
que no provenga de algún artículo de ignorancia, de algún error
o de algún falso cálculo en su determinación".(12
3.3. LA ENSEÑANZA, UNA COMUNICACION METODICA
Los medios de ilustrar la razón son dos: la observación y la comunicación.
El primero natural y el segundo debido a la educación. Pero
es muy grande la diferencia que los separa. Es cierto que la instrucción
empieza por la observación y experiencia, "pero este medio, sobre
insuficiente, es lentísimo, y sin otro, el hombre solitario se levantaría
muy poco sobre el instinto animal". (13) Es gracias a la comunicación
que el individuo y la especie humana avanza. Lo documenta
don Gaspar con el ejemplo de las culturas de los pueblos salvajes
que causan admiración a los ilustrados. Pero a la vez le sirva para
demostrar también que la comunicación ambiental y casual por puro
contacto e imitación es insuficiente como lo pone de relieve el atraso
en que se encuentran. En una sociedad ilustrada son muchas las cosas
que se pueden aprender espontáneamente, pero tampoco en ella
es suficiente la instrucción espontánea. Y esto por dos razones que
prueban la necesidad de "una comunicación metódica a que llamamos
más propiamente enseñanza" (14):
- 54 -

La 1ª por la indolencia del ser humano que no actúa sino a la vista de
una necesidad, lo que traería consigo que se perdiesen muchos ingenios,
pues en la niñez y adolescencia son pocos los que sienten la necesidad
de aprender todo lo que les puede ser necesario para el día
de mañana. Sólo estimulados pueden satisfacer esas necesidades.
"Entonces, por decirlo así, sus necesidades no son suyas; son de
aquellos a cuyo cargo están confiadas, son de padres y tutores" (15)
La 2ª, " que la instrucción adquirida por este medio de comunicación
casual es meramente práctica" (16) , carente de fundamentos sólidos.
Jovellanos busca el efecto utilitario práctico y profesional de la educación,
pero no la reduce a él. Quiere principios teóricos, bases sólidas
que a la larga proporcionarán un mejor ejercicio profesional:
"Con la formación puramente práctica ninguno podrá subir hasta
aquellas verdades que constituyen los verdaderos conocimientos;
ninguno por él se ha hecho hasta ahora geómetra, mecánico ni astrónomo.
Y ahora bien, con esta sola instrucción, ¿a cuántos errores no
estaría expuesto el general, el magistrado, el piloto, el maquinista y
el arquitecto?" (17)
La enseñanza es precisamente eso, una educación o ilustración racional
metódica, y en esto radica su necesidad. Las reflexiones en
favor de la necesidad de la enseñanza programada recuerdan aquella
frase de un pensador medieval del siglo XII: "somos enanos, pero a
hombros de gigantes". La enseñanza sitúa a los jóvenes en poco
tiempo sobre la sabiduría y la ciencia humana de muchos siglos.
3.4. CIENCIA Y UTILIDAD: NECESIDAD DE NUEVOS
CENTROS
Aquí aparece su innovación educativa. La educación que propone
Jovellanos ni es puramente práctica -así algunos han creído que su
centro piloto era el primer instituto técnico-, ni sólo científica, como
la que él dice que se daba en las universidades de su tiempo, de carácter
especulativo como la Filosofía aristotélica, la Teología escolástica,
el Derecho civil y el Derecho canónico, o de ciencias experimentales
como la Medicina y la Física tratadas especulativamente:
- 55 -

"Nuestras universidades no son propiamente institutos de educación,
sino de enseñanza científica. Aun en este sentido son limitados en su
objeto. Desde su origen se consagraron principalmente a la enseñanza
de las ciencias eclesiásticas; y cuando la multiplicación de las
iglesias y de los tribunales civiles y eclesiásticos levantó a facultad
mayor una y otra jurisprudencia, el estudio del derecho civil y canónico
fue abrazado en su plan. Es verdad que en el círculo de los antiguos
estudios se comprendían las llamadas entonces artes liberales, a
las cuales pertenecía la matemática; pero pertenecía en el sentido de
aquellos tiempos, en que el álgebra, la geometría trascendental y las
ciencias físico-matemáticas eran apenas conocidas entre nosotros.
Aun aquellos estudios fueron poco a poco olvidados, y la filosofía
aristotélica, la teología escolástica, las Instituciones de Justiniano, y
las Decretales, con un poco de medicina, llenaron sus asignaturas"(18).
Pero el progreso europeo no se estancó como nuestra universidad y
España requiere un nuevo tipo de enseñanza y nuevos centros para
impartirla. Antes de hablar de sus características, dejemos al propio
don Gaspar en su excursus histórico y razonamiento:
"Entre tanto se fueron adelantando las ciencias exactas, nacieron
otras de la jurisdicción de la física; el estudio de la naturaleza arrebató
la primera atención de los literatos, y el imperio de la sabiduría
tomó un nuevo aspecto, sin que nuestras universidades, sujetas a su
principal estatuto y a sus leyes reglamentarias, pudiesen alterar ni los
objetos ni los métodos de su enseñanza." (19)
Y llega a esta conclusión:
"Si pues la educación pública se ha de acomodar al estado presente
de las ciencias y a los objetos de exigencia pública, ¿cómo se pretenderá
que basten para ella los estudios de la universidad?" (20)
A la objeción de que sería suficiente con incorporar los nuevos estudios
a la universidad, responde:
"¿ Acaso es esto fácil? Creo que no, y aun me atrevo a decir que es
imposible. Sin alterar los estatutos, los métodos y el espíritu de este
cuerpo no es posible combinar con ellos el sistema y los objetos de
la nueva enseñanza." (21)
- 56 -

Una década anterior en el Informe en el Expediente de Ley Agraria
había tratado también este tema:
"Tampoco propondrá la sociedad que se agregue esta especie de enseñanza
al plan de nuestras universidades. Mientras sean lo que son
y lo que han sido hasta aquí; mientras estén dominadas por el espíritu
escolástico, jamás prevalecerán en ellas las ciencias experimentales."
(22)
Habla del "muro de separación que el orgullo literario levantó entre
los hombres que estudian y los que trabajan", y se pregunta: ¿No
habrá algún medio de acercar más los sabios a los artistas, y las ciencias
mismas a su primero y más digno objeto? (...) ¿No se podría lograr
tan provechosa reunión con sólo colocar la instrucción más cerca
del interés?" (23) Arbitra dos medios: Instruyendo a los propietarios
e instruyendo a los labradores. "No quiera Dios que la Sociedad
(Económica Matritense) aleje a ninguna (clase) de cuantas componen
el Estado del derecho de aspirar a las ciencias."
Para ello propone multiplicar "en el reino los institutos de útil enseñanza".
A diferencia de los seminarios, o colegios internos, cuyas
excelencias, utilidad y, en algunos casos, necesidad reconoce, centros
como el Instituto de Gijón tienen la ventaja de no separar a los
hijos de sus padres a quienes pertenece la educación física y moral.
Pero añade en un tono esperanzador que se hará más escéptico en la
Memoria de Educación pública:
"Acaso la reunión de las facultades intelectuales con las demostrativas
no sería imposible, y acaso esta dichosa alianza será algún día
objeto de los desvelos de vuestra alteza, que tan sinceramente se
aplica a mejorar la instrucción general; más para llegar a este punto,
tan digno de nuestros deseos será preciso empezar trastornando del
todo la forma y actual sistema de nuestras escuelas generales." (24)
Para comprender la postura de Jovellanos respecto a la Universidad
de su tiempo hay que tener en cuenta, entre otras miserias de la época,
las dificultades que desde Oviedo y su universidad se han puesto
al establecimiento del Instituto de Gijón (25). El profesor y ex-rector
de la Universidad de Oviedo, Sr. Caso, las califica de "vergüenza
institucional" (26) y dice que el escrito de la Universidad "podría entrar
por méritos propios en una antología de despropósitos intelec-
- 57 -

tuales" (27) En carta (21/5/94) a su amigo Alexander Jardines, cónsul
inglés de La Coruña, le expresa respecto a la Universidad de Salamanca
-"nuestra Sorbona"-, para cuya sede propondría en 1798 al
obispo ilustrado de Osma y antes de La Laguna, Antonio Tavira, -
"nuestro Bossuet"-, un optimismo similar al que aparece en el citado
Informe en el expediente de Ley Agraria que es del mismo año de
1794:
"Los estudios eclesiásticos se han mejorado mucho. Salamanca dentro
de pocos años valdrá mucho más que ahora, y aunque poco, vale
ahora mucho más que hace veinte años" (28)
Lo que está explícito en todo su planteamiento, aparte de la defensa
de su centro piloto y los que pudieran erigirse a su imagen, es la reforma
de la enseñanza a favor de un nuevo modo de entender la educación
en consonancia con las ideas y necesidades de la época. La
reforma de don Gaspar quiere promover una enseñanza equilibrada
de las ciencias especulativas y de las prácticas. Este equilibrio tiene
un doble sentido:
1º. Que se reforme la enseñanza universitaria en temas, métodos,
provisión y número de Universidades y cátedras, jerarquía, disciplina,
etc., etc., de modo que la mayor parte de la juventud se dedique a
las ciencias naturales y exactas, y a las profesiones productivas que
demandaba el desarrollo nacional, y no a las de ergo que dice Cadalso
y lo absorbían todo entonces.
2º. Que en los centros de nueva creación que él propugna, además de
complementarse teoría y práctica, se realice una buena inmersión
humanística, de modo que quienes se educasen en ellos podrían calificares
de "técnicos humanistas", rara avis aún en nuestro tiempo. A
los alumnos del Instituto les dice en el Discurso sobre la necesidad
de unir el estudio de la literatura al de las ciencias:
"Mas no porque las ciencias sean el primero , deben ser el único objeto
de vuestro estudio; el de las buenas letras será para vosotros no
menos útil, y aún me atrevo a decir no menos necesario." (29)
En la Noticia del Real Instituto Asturiano anota:
"En los siglos pasados las ciencias intelectuales aspiraron, no ya a
una preferencia decidida, sino a una exclusiva protección; y lo que es
más, la consiguieron. Ya se ve que para tanto no pudo haber razón.
- 58 -

Por lo mismo que su objeto es tan sublime, su doctrina es más recóndita
y su conocimiento menos comunicable. Levantadas, por decirlo
así, sobre la atmósfera de la razón popular, su influencia no podía
descender a aquellas profesiones y objetos ordinarios de la vida
civil, que por más que parezcan llanos y humildes, constituyen el sólido
poder de los Estados y la felicidad de sus miembros.
He aquí lo que hizo volver los ojos hacia las ciencias demostrativas,
y lo que las reintegró en aquella parte de aprecio de que eran merecedoras.
Es bueno, es santo que los ministros del altar se ilustren con
los principios del dogma y la verdad evangélica, para que guarden
fielmente el depósito de doctrina que les está confiado, y le defiendan
de los extravíos de la ignorancia o de los ataques de la impiedad.
Es también justo y conveniente que los depositarios de las leyes suban
a los altos principios de la moral pública y privada, para alejar el
error del santuario de la legislación, y la iniquidad del de la justicia.
Pero esto no basta; la prosperidad de los pueblos pende de otros
principios, y por consiguiente de otros estudios.
Esta consideración basta para recomendar a los ojos del público el
nuevo Instituto Asturiano, que la piedad del rey acaba de fundar en
esta villa de Gijón. Su enseñanza, aunque principalmente encaminada
a determinados fines, abrazará todas las ciencias exactas y naturales;
y mientras dé al Estado diestros pilotos y hábiles mineros, mejorará
en general la educación pública, instruyendo la juventud de todas
las clases en los elementos de todas las ciencias útiles." (30)
3.5 ENSEÑANZA GRATUITA PARA TODOS LOS CIUDA-
DANOS. EL REAL INSTITUTO ASTURIANO
En la Memoria sobre Educación Pública dice que "todas (las clases)
tienen derecho a ser instruidas. Le tienen porque la instrucción es para
todas un medio de adelantamiento, de perfección y felicidad; y le
tienen, porque si la prosperidad del cuerpo social está siempre, como
hemos probado, en razón de la instrucción de sus miembros, la deuda
de la sociedad hacia ellas será igual para todas y se extenderá a la
universalidad de sus individuos." (31)
- 59 -

En consecuencia, considera que esta nueva forma de educación tiene
que ser pública, puesto que interesa "no sólo a todas las clases sino a
todos los individuos de un Estado" y secularizada como responsabilidad
que es del Estado por depender de ella el progreso -razón de
ser de la acción de gobierno-; y esta condición puede satisfacerse
preferiblemente en instituciones que impartan una enseñanza libre,
abierta, gratuita, "toda la que se repute absolutamente necesaria para
formar un buen ciudadano" (32), y, en su caso, preparatoria para la
Universidad.
"Pública se dirá aquella educación que esté abierta a cuantos quieran
recibirla". "A esta institución, dice en la propuesta que hace de un
instituto literario a la Sociedad Económica de Mallorca, siendo la
enseñanza libre, nadie se desdeñará de enviar a sus hijos, así como
no se desdeñan de enviarlos a la universidad literaria porque lo es.
No habría en ella distinciones odiosas como no las hay en la universidad."
(33)
En cuanto a su relación con la Universidad, distingue entre los institutos
literarios, como el que propone para Mallorca o en el Plan de
Educación de la Nobleza, y los centros como el Real Instituto Asturiano
de Gijón. Del centro mallorquín escribe:
"No se tema que esta institución dañe ni a los objetos ni a los estudios
de la Universidad, pues por el contrario les servirá de gran provecho.
La enseñanza que se dé en ella presentará jóvenes bien educados
y perfectamente dispuestos a recibir la suya. Su objeto será
abrir la entrada a todas las ciencias, y por lo mismo vendrá a ser una
enseñanza preparatoria. En esta se instruirán la puericia y la adolescencia,
en la Universidad la adolescencia y la juventud; así se ayudarán
recíprocamente. ¿Y quién sabe si la perfección de los estudios de
la Universidad penderá algún día de los de esta nueva institución?"
(34)
La misma idea del carácter propedéutico de los seminarios de enseñanza
pública se expresa en el Plan de Educación de la Nobleza,
añadiendo que debe ser una enseñanza común o no especializada y
general hasta los 18 años para todos los que van a cursar estudios
universitarios :
- 60 -

"Que el objeto de esta educación pública debía ser conducir a los jóvenes
por aquel camino común a todos, que hay antes de abrazar
cualquier estado; y que debe ser general en todo caballero y en todo
estudioso. Cuales son, después de las habilidades propias de su clase,
tener formado el gusto, estar enseñado a estudiar, práctico en los raciocinios
y seguro en el método. Que es cuanto juiciosamente puede
apetecerse, si a los dieciocho años, que es la edad de salir del seminario,
se encuentra un joven apto para entregarse enteramente a los
estudios mayores de la carrera a que se dedique, adquiridas nociones
fundadas de cuantas tiene enlace con ellas y con sus circunstancias."
(35)
Pero los centros a erigir, tomando por modelo el Real Instituto Asturiano,
que concentran sus principales ideales ilustrados, a la vez que
representan su contribución más relevante a la mejora de la enseñanza
en España, porque trataban de institucionalizar el estudio de las
ciencias útiles, no tienen un carácter propedéutico respecto a la Universidad,
sino relativamente autónomo e integral:
"Si el Instituto llegara a ser lo que yo pienso, él será el mejor conservador
de mi memoria. Conservándose sólo lo hecho ya en él, será
un semillero de jóvenes bien educados, cual hasta ahora no podrá
presentar ningún otro establecimiento. Diga usted al canónigo que
pida a Dios que yo organice mis cátedras de humanidades castellanas,
lógica y ética, y economía y comercio, que con las de matemática,
náutica, física, lenguas, dibujo y geografía histórica, que están ya
bien establecidas, completarán la más grande educación que pueda
prometer España." (36)
En el Título 3, cap. 1 de la Instrucción u ordenanza se dice:
"La enseñanza del Instituto abrazará los elementos de las ciencias
exactas y naturales" (37)
Le señala una doble finalidad, particular y general:
"El fin particular y determinado a que se encamina toda la enseñanza,
será doctrinas hábiles y diestros pilotos para el servicio de la marina
real y mercantil, y buenos mineros para el beneficio de las minas
de aquel Principado, y señaladamente las de carbón de piedra"
- 61 -

Su fin más general y extendido será difundir por el mismo Principado
los conocimientos útiles en beneficio de la educación noble y popular
y de la pública ilustración." (38)
3.6. PLAN GENERAL DE INSTRUCCION PÚBLICA: PRO-
PUESTAS POLITICAS Y PRINCIPIOS METODOLOGICOS
En las Bases para la formación de un plan general de Instrucción
Pública, fechadas el 16 de abril de 1809, siendo miembro de la Junta
Central, se ofrece su plan de estudios más evolucionado y preciso.
Aparte de recoger su ideario pedagógico ilustrado, contiene importantes
precisiones sobre todo tipo de centros educativos: Escuelas,
seminarios, seminarios conciliares, colegios, institutos públicos y
privados, colegios universitarios y Universidades. También se refiere
a otros medios de difusión cultural como Academias, Sociedades Patrióticas,
bibliotecas, gabinetes de Historia Natural, imprentas, periódicos
y teatro. Habla de la educación civil y eclesiástica y de la
coordinación de las dos Juntas de Instrucción, la Pública o Civil y la
Eclesiástica; del estudio de las lenguas modernas y de las lenguas
clásicas; de los certámenes literarios; de la libertad de cátedra y de
imprenta; y de la creación de un Tribunal o Consejo de Instrucción
Pública (Ministerio de Educación).
Dice de la enseñanza de las Primeras Letras, que "tiene el primer lugar
entre los métodos de adquirir los conocimientos, no sólo porque
es el cimiento de toda enseñanza, sino por las ventajas que proporciona
a los ciudadanos en el uso de la vida social" (39)
Como don Gaspar extiende la Educación en Valores a todos los niveles
de la instrucción pública, después de referirse a la conveniencia
de perfeccionar el arte de leer con una buena pronunciación y el
de escribir, con la ortografía. añade:
"Es aún más conveniente unir a esta enseñanza los principios de la
educación moral, haciendo que los libros destinados a la lectura y las
muestras de escribir, no sólo sean doctrinales, sino que contengan
una serie de doctrina moral acomodada a la edad y comprensión de
los niños, para que su espíritu se vaya preparando a recibir en adelante
más extendidos conocimientos" (40)
- 62 -

En este nivel hay que dejar constancia de su contribución a la creación
de dos centros en Gijón: La escuela de Los Dolores para niñas
pobres y Santa Dorada, preparatoria de niños para el Instituto, que
duró hasta los años sesenta de este siglo.(41)
Pero volvamos sobre las citadas Bases de un Plan general de Instrucción
Pública para poner de relieve las relaciones de la ilustración
con la pedagogía que es el tema que nos ocupa. La Junta o Comisión
de Instrucción Pública de la Junta Central en cuyo nombre las redacta
tiene la finalidad de "meditar y proponer todos los medios de mejorar,
promover y extender la instrucción nacional", "aquella plenitud
de instrucción que pueda habilitar a los individuos del Estado, de
cualquier clase y profesión que sean, para adquirir su felicidad personal,
y contribuir al bien y prosperidad de la nación en el mayor
grado posible." (42)
Cifra la instrucción en "la perfección de las facultades físicas, intelectuales
y morales de los ciudadanos" (43)
Los medios de conseguirlo son la educación pública y privada. La
primera pertenece al Gobierno. La segunda se llevará a cabo en institutos
"que aunque se pueden llamar privados, deben estar bajo de la
vista y dirección del Gobierno y sus meditaciones" (44) A este respecto
propone la coordinación de la Junta de Instrucción Pública y la
Junta Eclesiástica:
"Así como la verdad es una , lo sean también, en cuanto fuere posible,
los métodos de investigarla y alcanzarla, y para que la instrucción
nacional no sea turbada con tanta variedad de sistemas, métodos,
escuelas y opiniones como ha sufrido hasta aquí, en daño de la
pública instrucción y del progreso de los buenos y sólidos conocimientos.
Y si a este fin fuese necesario que las dos Juntas entren en
comunicación y conferencia para acordarse entre sí, los señores presidentes
de una y otra procurarán reunir algunos individuos de entrambas,
para convenir en el plan. método y doctrina de la enseñanza
general." (45)
Enumera una serie de propuestas a estudiar por la Junta que sirvan
de fundamento a los principios de metodología y programación. Los
más relevantes son:
—la gratuidad de la enseñanza general;
- 63 -

—la apertura permanente a la renovación pedagógica y científica: 1º
"porque los elementos escogidos para la enseñanza deberán ser
siempre los mejores que sean conocidos en el día, y siempre pospuestos
a cualesquiera otros que en lo sucesivo aparecieran y sean
más a propósito" y 2º "porque los sabios dados a cultivar o promover
las ciencias gozarán siempre de aquella absoluta libertad de opinión
que no se oponga a la pureza de la religión y de la moral ni al orden
y sosiego público" (46);
—que se cuiden los aspectos básicos, lo más completos que sea posible,
y la visión de conjunto. A los alumnos del Instituto les dice:
"Sin duda que la subdivisión de las ciencias, así como la de las artes,
ha contribuido maravillosamente a su perfección. Un hombre consagrado
toda su vida a un solo ramo de la instrucción pudo sin duda
emplear en ella mayor meditación y estudio; pudo acumular mayor
número de observaciones y experiencias, y atesorar mayor suma de
luces y conocimientos. Así es como se formó y creció el árbol de las
ciencias, así se multiplicaron y extendieron sus ramas, y así como
nutrida y fortificada cada una de ellas, pudo llevar más sazonados y
abundantes frutos.
Mas esta subdivisión, tan provechosa al progreso, fue muy funesta al
estado de las ciencias, y al paso que extendía sus límites, iba dificultando
su adquisición, y trasladada a la enseñanza elemental la hizo
más larga y penosa, si ya no imposible y eterna. ¿Cómo es que no se
ha sentido hasta ahora este inconveniente? ¿Cómo no se ha echado
de ver que truncado el árbol de la sabiduría, separada la raíz de su
tronco, y del tronco sus grandes ramas, y desmembrando y esparciendo
todos sus vástagos se destruía aquel enlace, aquella íntima
unión que tienen entre sí todos los conocimientos humanos, cuya intuición,
cuya comprensión debe ser el único fin de nuestro estudio, y
sin cuya posesión todo saber es vano?." (47)
—Proclama la lengua castellana como vehículo general de comunicación
de toda la enseñanza en España, a expensas del latín que lo
era en las universidades, contempla la necesidad de traducciones y la
confección de buenos libros de texto.
- 64 -

—Finalmente, sobre la promoción de alumnos se expresa en estos
términos:
"Convendrá también tenga presente que no bastando cursar las escuelas
e institutos, ni recibir sus lecciones, para aprovechar en ellas,
deberá ser máxima constante en todos los establecimientos de enseñanza,
que ningún alumno pase, ni sea admitido al estudio de una
clase, sin que acredite en un examen público haber estudiado con
aprovechamiento la doctrina de la que precede; cuya máxima, fielmente
observada, ofrecerá a los jóvenes aplicados un estímulo para
proceder a mayores adelantamientos, y a los zánganos y distraídos
un justo castigo de su desidia." (48)
3.7.DEFENSA DE LOS CENTROS PUBLICOS: EDUCACION
FISICA Y EDUCACION MORAL
La educación física formará ciudadanos, ágiles, robustos y esforzados.
"Debe ser general para todos los ciudadanos". Comienza en la
educación doméstica o privada, que don Gaspar llama "crianza física".
Y añade: "siendo su objeto la salud, la robustez y la agilidad del
educando, es claro que requiere un amor activo, una asistencia asidua,
una vigilancia, un cuidado individual y continuo, que no se pueden
esperar fuera de la casa paterna" (49) Razona así en defensa de
la propia educación pública que él propone en institutos donde se
imparta una enseñanza liberal, abierta y gratuita, con preferencia a
los seminarios o internados. Sin "negar que (estos) sean una institución
buena y laudable", asegura a los mallorquines que "son un medio
insuficiente para promover la instrucción pública" (50) Porque
no se trata de educar a una clase , sino a todo el pueblo. Ya que "una
educación noble es necesaria a todos los que están destinados a vivir
noblemente, y que este destino no se regula por pergaminos, sino por
facultades; y en fin que el bien público exige que la buena y liberal
instrucción se comunique a la mayor porción posible de ciudadanos"
(51)
Continúa la defensa de los nuevos centros públicos que él propone
en estos términos: "Los progresos de la educación doméstica irán
- 65 -

siempre a la par con los de la instrucción pública", "la cual hará sentir
la necesidad de la educación doméstica y después perfeccionará
sus métodos." (52)
Las mismas ideas aparecen en las Bases de un plan de Instrucción
Pública. Establece que "esta educación (física) puede ser común y
pública en casi todos los pueblos de España y debe serlo". (53) "No
sólo perfeccionará las facultades físicas en los ciudadanos, sino que
corregirá los vicios y malos hábitos que hayan contraído en la educación
privada". (54) Porque el objeto de la educación pública
"abraza cuanto es relativo al esclarecimiento de la razón humana, ya
en el uso de las fuerzas físicas, ya en el de las facultades intelectuales"
(55) En suma, "la perfección de la fuerza física consiste en la
ilustración de la razón directriz de sus operaciones, esto es, la instrucción"
(56)
Los mismos argumentos exhibe para defender los institutos públicos
frente a los internados a propósito de la educación moral. Esta puede
empezar en el seno familiar cuando se trata de educar "más bien de
hecho que de raciocinio, y se da más bien con ejemplos que con discursos."
(57) Para dar más fuerza a su defensa de situar la formación
moral fuera de los internados, a caballo entre la vida familiar y los
centros públicos, que quiere ver levantados por todo el territorio nacional,
(58) distingue los principios teóricos, lo que hoy llamamos
"reflexión ética", objeto de la educación literaria, destinada a perfeccionar
tanto las facultades intelectuales como morales, de las simples
verdades morales o "vida moral". De las que asegura que "son verdades
de sentimiento. El hombre, por decirlo así, las halla antes en
su espíritu, las siente más bien que las conoce, o las conoce y ve de
una ojeada y sin necesidad de profundas reflexiones" (59)
"La conducta virtuosa de un padre, de una madre, de una familia entera,
¿no inspirará, no enseñará estas virtudes, que pertenecen a la
moral religiosa y civil mejor que ninguna educación sistemática?
¿No es ella la única que puede presentar vivos y frecuentes ejemplos
de amor conyugal, de ternura paterna, de respeto y piedad filial, de
unión y afecto fraternal y doméstico? ¿Dónde podrán ser mejor inspirados
el recato y el decoro, la paciencia y la templanza, la frugalidad
y el amor al trabajo, a las ocupaciones honestas, y el orden y la
- 66 -

paz interior? ¿Dónde la liberalidad, la beneficencia, la compasión y
las demás virtudes que pertenecen a la inefable virtud de la caridad?
Y en cuanto a urbanidad y policía, si el trato y conversación doméstica,
y las reglas de decoro y honestidad, prácticamente observadas,
así en la conducta interior de una familia como en el trato de las que
están unidas a ella con relaciones de parentesco, de amistad o de policía,
no las enseñan, ¿cómo se aprenderán de los estériles documentos
de un pedagogo o de los imperfectos remedos de un seminario?"
(60)
Su plan de educación considera que "el estudio de la moral es el más
importante y más necesario" (61) Atraviesa todos los niveles desde
las Primeras Letras hasta la Universidad. Es común, de tal modo que
los que no siguen las disciplinas intelectuales o especulativas al
completo, como los alumnos del Instituto de Gijón que cursan las
ciencias exactas y naturales, deben estudiar Elementos de Filosofía
para acceder con provecho a la Ética. Así lo establece el Plan de la
Junta de Instrucción Pública que redacta Jove llano:
"Siendo el estudio de la moral una parte tan esencial de toda educación,
no puede ser excluido de la enseñanza de estos institutos. Más
como para penetrar su doctrina sea necesario conocer antes los principios
de la Ontología, la Junta meditará un medio que abrazando los
de la Lógica analítica y Metafísica, sirva de preparación a los jóvenes
que no hubiesen hecho el curso de Filosofía especulativa, para
que entren a estudiar con mayor extensión y aprovechamiento los altos
principios de la doctrina ética." (62)
El 24 de abril de 1797 (63) había dicho a sus alumnos en su Discurso
sobre la necesidad de unir el estudio de la Literatura al de las
Ciencias:
"Estudiar la ética; en ella encontrareis aquella moral purísima, que
profesaron los hombres virtuosos de todos los siglos, que después
ilustró, perfeccionó y santificó el Evangelio, y que es la cima y el
cimiento de nuestra augusta religión. Su guía es la verdad y su término
la virtud. ¡Ah! ¿por qué no ha de ser éste también el sublime
fin de todo estudio y enseñanza? ¿Por qué fatalidad en nuestros institutos
de educación se cuida tanto de hacer a los hombres sabios, y
- 67 -

tan poco de hacerlos virtuosos? Y ¿por qué la ciencia de la virtud no
ha de tener también su cátedra en las escuelas públicas?
¡Dichoso yo, hijos míos, si pudiese establecerla algún día, y coronar
con ella vuestra enseñanza y mis deseos!" (64)
La Ética que define como "la ciencia de las costumbres" queda integrada
en el área del estudio de la moral y tiene por objeto las "obligaciones
naturales y civiles del hombre". Abarca el Derecho natural,
el de Gentes y el Derecho social "derivado de entrambos" (65)
En 1801 lamenta don Gaspar que se haya olvidado el estudio de la
moral en la educación doméstica. Respecto al mal tratamiento que se
le da en la Universidades comenta:
"Es cierto que la ética natural, o filosofía moral, fue admitida en
nuestras universidades; pero ¿se enseña en todas? ¿Se enseña a todos?
¿Se enseña en el orden, por el método y con la extensión que su
objeto requiere?" (66) Sin la educación pública las ideas y valores
ilustrados no tendrían razón de ser, ya que su finalidad es la perfección
del ciudadano, de la sociedad y de la especie humana. Sólo la
educación generalizada, mucho más rica y rápida que la experiencia
y observación personal, puede llevar las luces a todos. De ahí la necesidad
de la enseñanza o educación pública, profesional y programada,
de los maestros, y de centros adecuados que satisfagan esa necesidad
general.
Detrás, e informando siempre su primordial vocación educadora, están
estos fundamentos ilustrados: el par prosperidad-ilustración e
ilustración-pedagogía; su optimismo pedagógico y social radica en la
posibilidad de una perfección indefinida no sólo en el individuo, sino
en toda la humanidad hasta llegar a la utopía. Porque el ser humano
es racional es perfectible, y porque es perfectible es instruible o educable.
Educarlo es ilustrar su razón. Darle a conocer los conocimientos
más avanzados, tanto técnicos como científicos de su profesión, y
los principios morales. Sólo por este medio puede llegar la riqueza
individual y social y el progreso moral. A esto hay que añadir la relevancia
que Jovellanos concede a la parte emotiva y sentimental del
hombre que también puede ser educada, lo que él denomina "rectificar
el corazón". Para él la educación incluye ambos aspectos: la perfección
de la parte racional -"ilustrar el espíritu"- y la perfección de
- 68 -

los sentimientos. La moral precisamente incorpora también ambos
aspectos:
"Los demás estudios ilustran la razón, y este sólo perfecciona el corazón;
los demás disponen la juventud a recibir la luz de las ciencias
y las artes; éste dispone e inclina sus ánimos al ejercicio de la virtud;
éste sólo forma, éste sólo reforma, éste sólo mejora y perfecciona las
costumbres. Los demás forman ciudadanos útiles, éste sólo útiles y
buenos. Los demás, en fin, pueden atraer a los Estados la abundancia,
la fuerza y cuanto lleva el nombre de prosperidad; éste sólo la
paz, el orden, la virtud, sin los cuales toda prosperidad es precaria, es
humo, es nada." (67)
Una contextualización cabal de la pedagogía jovellanista, centrada
en la Educación en Valores, no puede prescindir de las ideas o filosofía
subyacente que configura una concepción del mundo y del
hombre, propia del siglo de las luces, con las peculiaridades que introduce
el propio Jovellanos, que constituye el cimiento sobre el que
descansan todos sus planes de reforma de la enseñanza.
En estas ideas se advierte el influjo de la ilustración inglesa, francesa,
italiana, . La presencia de autores como Bacon, Locke, Newton,
Condorcet, Condillac, Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Beccaria,
pueden costatarse fácilmente en los escritos del insigne magistrado,
donde frecuentemente resuenan las voces de aquellos pensadores.
Formando parte de estas ideas fundamentales, comunes del movimiento
ilustrado, está la concepción del mundo y de la sociedad como
algo equilibrado y armónico, dotado de un orden objetivo independiente
del hombre, que éste debe respetar y se producirá el progreso
de un modo natural e irreversible. La tarea del hombre es descubrirle
y una vez descubierto expresarle en leyes y acatarlas. Y esto
no sólo en el ámbito de las ciencias naturales, como la Física o la
Mineralogía, sino en la Economía, el Derecho o la Política.
El conocido lema "laissez faire, laissez passer", del que es autor el
fisiócrata Juan de Gournay (1712-1759) expresa la actitud correcta si
se toma en consideración esa hipótesis. Dejad que todo siga su curso
natural que sólo así se conseguirá la perfección. Si se interviene, que
sea para actuar de acuerdo con la naturaleza. Bacon había dicho:
"natura non vincitur, nisi parendo"(=la naturaleza no se domina sino
- 69 -

es obedeciéndola); Jovellanos añade: "Reconozcamos pues que no
teniendo otra superioridad que la de nuestra razón, si por ella dominamos
la naturaleza debemos dominar según ella". (68)
Jovellanos recuerda también que la instrucción interesa a todas las
edades: "hay una instrucción que conviene a los jóvenes y otra que
es propia de los adultos" (69)
3.8. DE LA CIENCIA DEL CIUDADANO A LA VERDADERA
SABIDURIA
Además de la ética natural que recoge los principios universales de
la razón humana, don Gaspar habla de la ética civil que comprende
los derechos y deberes del ciudadano de los que no se puede prescindir,
dice, en un plan de educación pública.
Entre todas las virtudes cívicas ocupa el lugar preferente o cardinal,
por ser el verdadero quicio sobre el que descansan las demás, la que
Jovellanos llama AMOR PUBLICO. "Ella es el verdadero apoyo de
los Estados, por ella sola puede dar a la acción de sus miembros continua
y constante tendencia hacia la común felicidad" (70) "Acercando
a los que mandan a los que obedecen, él es la que establece la
unidad civil". "El es el que obtiene del interés particular todos los
sacrificios que demanda el interés común, y hace que el bien y prosperidad
de todos entre en el objeto y la felicidad de cada ciudadano"
(71)
Del Amor Público -hoy diríamos solidaridad-, se deriva no sólo la
superación de todas las formas de corrupción y egoísmo, sino que
"supone otra obligación civil, poco atendida y recomendada en la enseñanza
común de la ética": "la obligación de instruirse". Viene exigida
por el deber que tiene el ciudadano de concurrir a su propia felicidad
y la prosperidad de su país. "Todo ciudadano es obligado en
cuanto y hasta que pueda a instruirse: primero en el recto uso de los
derechos y obligaciones generales que tiene como tal; segundo, en
las obligaciones y funciones particulares del estado, empleo o profesión
en que se hallare." (72)
Basándose en este principio general, el insigne crítico da un toque:
- 70 -

1º, a los padres y tutores recordándoles el "estrechísimo cargo" que
tienen de proporcionar a sus educandos "toda la instrucción necesaria
para el desenvolvimiento de sus facultades físicas y mentales".
2º, a la nobleza y al clero de su tiempo. "Ninguna calidad, distinción,
ni riqueza puede dispensar al ciudadano de buscar los conocimientos
que dejamos indicados". "Ninguna instrucción, por grande y sublime
que sea puede suplir la falta de estos conocimientos". (73)
3º, al estamento universitario que se despreocupa de los conocimientos
provechosos entregado a especulaciones inútiles.
Estos conocimientos, dice, Jovellanos, constituyen la ciencia del
ciudadano "y son la guía y el apoyo del amor público y de la felicidad
social. Así es que el hombre que con tiempo y proporción para
cultivar esta especie de estudio yace en una perezosa y estúpida ignorancia;
el que pudiendo consagrar sus talentos al estudio de verdades
útiles a la causa pública, los emplea en especulaciones inútiles y
vanas; el que dado a estos conocimientos útiles, se contenta con cultivarlos
especulativamente, y no los emplea en su propio provecho o
de la sociedad en que vive; y en fin, el que en vez de promoverlos,
consagra sus talentos al error y al delirio, y en vez de servir a su patria,
la seduce, turba su quietud o la engaña, falta enorme y groseramente
a una de las más sagradas obligaciones del ciudadano." (74)
Además de la ética natural y civil, el prócer asturiano, trata con cierta
extensión de la ética religiosa. Es decir que sus principios morales
buscan el fundamento más allá de la convención y la naturaleza y se
abren a la trascendencia. En consonancia con su visión del hombre y
del conjunto de la realidad, y en armonía con sus creencias cristianas,
no se limita al plano visible e incorpora razonadamente la dimensión
religiosa. Supuesto el estudio de los Fundamentos de Filosofía
y la Religión, la enseñanza de la ética religiosa se puede reducir,
dice, a un tratado de las virtudes que desenvuelvan y apliquen en
el ámbito privado y público la doctrina del Evangelio, que sublima
los valores de la naturaleza y de la razón universal.
Parte del valor e insuficiencia de la ética racional para abrir la filosofía
a la religión: "De aquí se inferirá que no nos contentamos con la
doctrina de los antiguos acerca de las virtudes morales, porque aunque
ésta pueda mejorar en gran manera la conducta del hombre y del
- 71 -

ciudadano, y haya producido en todos tiempos ejemplos ilustres de
justicia y heroicidad, todavía hay en ella mucha incertidumbre e imperfección"
(75)
Cita con elogio los tratados de moral más notables de la antigüedad
griega y latina: "Son sin duda dignos de imitación los documentos
que acerca de estas virtudes nos dejaron los antiguos y de que están
henchidas las obras de Platón, Epicteto, Cicerón, Séneca, Marco Aurelio
y otros." (76)
Finalmente, apoyándose en la autoridad de Platón que "con tanta
gracia y vigor de elocuencia exornó la sublime doctrina de su maestro
Sócrates", y "reconoció con admirable sinceridad la insuficiencia
de la razón humana", postula la necesidad de la luz divina que abre a
la ciencia del ciudadano "las fuentes de la verdad y los caminos de la
verdadera sabiduría".
N O T A S
(1) BAE, 46, p.231b.
(2) Ibíd. 232a.
(3) Ibíd. p.232b.
(4) BAE, 46, p. 238.
(5) BAE, 87, p 332a.
(6) Ibíd., p.232b.
(7) Ibíd. p. 255a.
(8) BAE, 46, p. 318b.
(9) BAE, 46, p.232b.
(10) BAE, 46, p.320b.
(11) Ibid. p.231a.
(12) Ibíd.
(13) Ibíd.
(14) Ibíd. p. 233a.
(15) Ibíd.
(16) Ibíd.
(17) BAE 46, p. 233a
(18) BAE, 46, pp. 236-236.
(19) Ibíd
- 72 -

(20) Ibíd.
(21) Ibíd. p.237a.
(22) BAE, 50, p. 124b.
(23) BAE, 50, p.124.
(24) Ibid.
(25) Cf.Caso González, J.M., Vida y Obra de Jovellanos, v.II p. 176
ss
(26) Op. cit. p. 378.
(27) Op. cit. p.383.
(28) O.C. II, p. 635.
(29) BAE, 46, p.330b.
(30) BAE 46, p.380.
(31) BAE 46, p.234
(32) BAE, 46, p. 234b.
(33) BAE, 46, p. 234b.
(34) BAE, 46, p. 237.
(35) Plan de Educación de la Nobleza, Gijón 1915, pp.155-156.
(36) Carta a Vargas Ponce, O.C.III, p.417
(37) BAE, 46, p.408.
(38) Ibíd. p.399.
(39) BAE, 46, p.269.
(40) Ibíd. pp.269-270.
(41) Caso González, J.M. Op. cit. v. II, pp.442-443.
(42) BAE, 46, p.268a.
(43) Ibíd.
(44) Ibid. 273b.
(45) Ibíd. p.274a
(46) Ibíd. p.174b.;
(47) Discursos sobre de las ciencias y la literatura, Gijón 1961, pp.
15-16
(48) BAE 46, p. 275
(49) Ibíd.p. 235b.
(50) Ibíd.
(51) Ibíd. p.234a
(52) Ibíd. p. 236.
(53) BAE, 46, p 269a.
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(54) Ibíd. 268b.
(55) Ibíd. p.233b.
(56) Ibíd. 238b.
(57) Ibíd. 235b
(58) Ibíd. pp.271-272b.
(59) Ibíd. p.236a
(60) Ibíd., p. 236a
(61) Ibid. p.252a.
(62) Ibíd. p.273a
(63) BAE, 85, p.423.
(64) Discurso sobre el estudio de las ciencias y la literatura, Op. cit.
p. 27
(66) BAE 46, p. 251a.
(67) BAE 46, p. 251b
(69) BAE 46, p.233b
(70) BAE 46, p. 256b.
(71) Ibíd.
(72) Ibíd. p. 257a.
(73) Ibíd. p.257b.
(74) Ibíd.
(75) Ibíd. p.260a.
(76) Ibíd. p.260b.
4. TOLERANCIA Y LIBERTAD
4.1. FUENTES
Junto a otros conceptos-clave de la Ilustración como los de razón,
naturaleza, felicidad, progreso. están las ideas de tolerancia y libertad.
que tanto interés tienen en la reflexión moral en el ámbito político
y en el ámbito económico, y en la Educación en Valores.
Su origen como el de la democracia, materializada en la representatividad
política y la libertad de expresión, aparece en Inglaterra que
tuvo un siglo antes que Francia su propia revolución. Allí en el siglo
XVIII la tolerancia religiosa y política era ya un hecho consolidado,
- 74 -

propiciado por su situación política y social. Locke había escrito la
Carta de la Tolerancia (1685). Sus ideas serían brillantemente divulgadas
por Voltaire sobre todo en su Tratado sobre la tolerancia.
Jovellanos lee y cita al pensador inglés. Locke defiende la libertad
de pensamiento y en todo aquello que no acarree perjuicios a los
demás. Voltaire, cabeza de la ilustración europea y defensor de la tolerancia
religiosa y de los derechos del hombre, subraya la libertad
política y económica del pueblo inglés en sus Cartas (XVIII-XXIII).
En la Carta XXII (2/4/1764) habla de una revolución de las ideas que
llegará indefectiblemente y hará las delicias de los jóvenes que verán
cosas hermosas: "Tout ce que je vois jette les semences d'une revolution
qui arrivera immanquablement, et dont je n'aurai pas le paisir
d'etrê temoin" (1) .
Jovellanos lee, cita, imita y reconoce la influencia del ilustrado francés.
Como él, piensa que la difusión de las luces cambiará la sociedad
y la historia, introduciendo unos valores, derechos y libertades
inseparables de la condición individual y social del ser humano.
Los abusos del Antiguo Régimen, que la situación de privilegios y
malas leyes reconocían y perpetuaban, tienen que ceder ante las nuevas
circunstancias propiciadas por la ilustración: " ¿Es posible que
en un siglo que se respeta la Humanidad y en que la Filosofía derrama
su luz por todas partes se escuchen aún entre nosotros las gritos
de la inocencia oprimida?", se pregunta al final de la escena XIV del
Acto II el joven Torcuato, que representa la nueva sensibilidad ilustrada
y es el protagonista de El delincuente honrado (2).
La reiterada defensa que el prócer asturiano hace de los derechos
humanos contiene precisiones que anticipan las declaraciones de
nuestro tiempo.
Por ejemplo, el artículo 25 de la de 1948 referente a un cierto nivel
de vida, salud, alimentación y vestido, don Gaspar la expresa en términos
de "subsistencia cómoda y segura", "porque trabajar mucho,
comer poco y vestir mal, dice, es un estado de violencia que no puede
durar" (3).
4.2. LIBERTAD ECONOMICA
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4.2.1 REFLEXION MORAL Y ECONOMIA
En la Carta Séptima de las del Viaje de Asturias, Jovellanos le dice a
Antonio Ponz, que le había encargado escribirlas para incluirlas en
su Viaje de España, lo siguiente: "La industria es natural al hombre,
y apenas necesita otro estímulo de parte del Gobierno que la libertad
de crecer y prosperar: déme usted esta libertad y crecerá la industria
hasta lo posible. Pero la ilustración fijará siempre la medida de esta
posibilidad"(4).
Pide libertad para que la industria progrese. Pero no sólo en este sector
de la economía, en todas sus ramas y ámbitos propugna un objetivo
idéntico: la creación de riqueza en libertad. la libertad es concebida
por Jovellanos como la conditio sine qua non del progreso económico.
La justificación está en un principio compartido por los ilustrados y
ampliamente defendido por los fisiócratas franceses, ya citados, y
Adam Smith, profesor de Filosofía Moral, con el que se produce la
independencia de la Economía respecto a esa disciplina, pasando de
la Economía Moral, bajo la tutela de la Teología, a la Economía
Política o Civil como la suele denominar don Gaspar.
Para Aristóteles la Economía o gobierno de la casa (oikós) era una
rama de la Moral con la Monástica (=gobierno de uno mismo) y la
Política (=gobierno de la Polis). Con el liberalismo económico se le
reconocen unas leyes propias que le dotan de autonomía. Desde entonces
la Economía será un arte independiente, similar a lo que acontece
con la Política tras la obra de Maquiavelo. Los problemas se
agudizarán cuando se desarrollen ambas teorías hasta sus últimas
consecuencias. Y así como Kant advierte que el arte de la Política no
puede dar ni un paso sin la Ética, según la habían entendido griegos
y medievales, en el caso de la Economía el problema que se plantea
a propósito de la Ética no es menos complejo y las posiciones igualmente
enfrentadas.
Desde luego Jovellanos advierte que el interés privado nunca deberá
prevalecer sobre el interés público. Precisamente lo que él denomina
Amor Público, en nuestro caso solidaridad, se caracteriza porque
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"hace que el bien y prosperidad de todos entre en el objeto de la felicidad
de cada ciudadano" (5).
Las leyes que, según él, no deben dirigir, sino proteger la iniciativa
privada, tienen que poner un freno a la ambición particular que atente
contra el bien común. Pero ante todo la filosofía de la libertad en
el campo económico es un principio que Jovellanos reitera y que está
fundado en otros compartidos en general por el movimiento ilustrado
posmercantilista.
Me refiero a la fe en la existencia de un orden y equilibrio natural
justo y en lo individual como soporte de las estructuras económicas,
sociales y políticas. Sólo en libertad se podrá conjugar el interés particular
con el orden de la naturaleza de que forma parte. La dimensión
individual y la ley natural son dos aspectos de la misma realidad
invocados frecuentemente por el ilustrado asturiano para definir los
objetivos de la felicidad-prosperidad y progreso. La felicidad pública
será para él la suma de las felicidades privadas (6). Y éstas no pueden
materializarse sin el presupuesto de la libertad. "Yo no reconoceré
prosperidad pública que no se derive de la prosperidad individual
y se apoye en ella" (7). Califica de chinescas las ideas de quienes
pretenden establecer la opulencia de los ricos en la miseria de los
pobres y levantar la felicidad del Estado sobre la opresión de los
miembros del Estado mismo (8).
Esquemáticamente los conceptos se secuencian así:
Orden natural, interés particular, libertad, iniciativa privada, felicidad-prosperidad
particular, felicidad-prosperidad pública y progreso
económico, social y político.
La libertad es una consecuencia necesaria del orden natural y la condición
de posibilidad de la iniciativa privada, que, a su vez, al producir
la felicidad-prosperidad particular, es el postulado imprescindible
de la prosperidad pública.
Estos son los postulados ilustrados de la pedagogía jovellanista de la
libertad. Hallada en el análisis de la condición humana desde una
perspectiva de reflexión moral y confirmada en la experiencia, excluye
el individualismo insolidario, e integra las limitaciones que el
sentido de Estado impone al interés individual salvaje con el rechazo
de todo tipo de corrupción, egoísmo o monopolio, desórdenes que el
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ínclito asturiano, Alcalde del Crimen en Sevilla y de Casa y Corte en
Madrid, ataca de frente en toda su obra en consonancia con su integridad
y praxis profesional.
Desde estos postulados monta sus estrategias de crítica a las estructuras
económicas, sociales, jurídicas, pedagógicas y políticas de su
tiempo. Esta crítica en pro de la libertad personal se intensifica por
tratarse de una época de un autoritarismo, centralismo y despotismo
feroz en el que la más insignificante obra de infraestructura municipal
como la construcción de una fuente pública o cualquier actividad
comercial requería el permiso regio. Jovellanos considera que esta
situación es incompatible con los valores que reclama la condición
humana y el progreso nacional a la luz de la razón autónoma y desinteresada,
la experiencia y el ejemplo de otros pueblos más adelantados.
En el correr de los tiempos la fuerza y el egoísmo se habían disfrazado
de leyes en apariencia morales y para el bien común, que el
interés de unos y la ignorancia de otros confundían con el orden y la
realidad económica y sociopolítica más razonable.
Sin embargo fue la razón de los ilustrados quien desenmascaró este
estado de opresión, injusticias y discriminaciones, y emprendió el
largo camino hacia la libertad y la democracia propias del mundo
moderno. Desde estos postulados de orden natural y libertad propone
también el ilustre asturiano sus planes de reforma y mejora.
El liberalismo económico se funda en la conocida tesis de Adam
Smith, sucesor de Hutcheson en la cátedra de Filosofía Moral de
Glasgow, de la coincidencia del interés particular con el interés general,
coincidencia o armonía que está inscrita en la naturaleza y tiene
un origen providencial. Al individuo hay que dejarlo en libertad
porque los intereses particulares se coordinan y armonizan espontáneamente
con los intereses del estado de bienestar. El progreso y la
prosperidad pública solamente pueden ser fruto del esfuerzo individual
en busca de sus intereses. De ahí que Smith condene toda intromisión
política en la actividad económica de los ciudadanos. En
suma, el liberalismo económico de Smith se funda en el principio de
la armonía universal de Hutcheson. Si se pone en duda este principio
respecto a la sociedad humana el liberalismo económico se tambalea
como ocurriría más tarde por obra de Malthus.
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La autonomía de la disciplina económica bajo la influencia del empirismo
y positivismo llevaría a inferir que tiene sus propias leyes. Estas
son las reglas del mercado, la libre concurrencia, la oferta y la
demanda, más allá y por encima de consideraciones morales o sociopolíticas
de bien común o interés general. Posteriormente los defensores
del liberalismo económico smithniano pensarían que la propia
economía es de por sí una moral y no dudarían de la corrección de
sus reglas que identificaban con derechos y principios morales. O
sea que la teoría económica ha tenido al menos cuatro momentos o
fases desde Aristóteles: ser parte de la Moral filosófica, de la Teología
moral con los escolásticos y primeros tiempos de la modernidad,
disciplina secularizada autónoma con Smith, hasta la Economía como
moralidad de los liberales y el denominado positivismo ideológico
que propugna la justicia del Derecho positivo. En nuestro tiempo
se trabaja en la reflexión moral en el ámbito económico y la inextricable
relación entre estas disciplinas que en modo alguno pueden
darse la espalda como Kant advierte de la política y la moral. El fruto
de estas reflexiones es la base de la actual Educación en Valores.
En esta línea y no en la de los sucesores de Smith, que consideran la
Economía como moralidad, se mueve Jovellanos, con las limitaciones
propias de su tiempo y el distanciamiento de dos siglos. Pero el
espíritu, e incluso la letra, de su reflexión y práctica moral en el ámbito
político y en el ámbito económico discurre siempre en esta dirección.
Como botón de muestra bástenos recordar sus Sátiras a Arnesto
(9) o su intervención en el caso Cabarrús y las consecuencias
adversas que le acarreó (10). Jovellanos compara la riqueza, el poder
y la gloria sin moral al humo (11). Cita el conocido adagio corruptio
optimi pessima al referirse a los males y desórdenes que no se derivan
de la ignorancia, principal causa, según él, del atraso y de la ausencia
de valores morales, sino de la mala instrucción.(12) Jovellanos,
pues, no desvincula en ningún caso el progreso material del
progreso moral como ya hemos documentado anteriormente, y comtempla
la gran incidencia que los valores morales tienen en el desarrollo
de los pueblos. "La virtud y el valor deben contarse entre los
elementos de la prosperidad social. Sin ella toda riqueza es escasa,
todo poder es débil" (13).
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Subraya constantemente la vinculación de la Economía al Derecho,
la Ética y la Política. Dice que la Economía es la ciencia del magistrado,
que en su tiempo tenía no sólo las funciones de justicia, sino
también las de gobierno: "Ella es la que debe consultarse continuamente,
ya sea para la derogación de las leyes inútiles o perniciosas,
ya para la formación de las necesarias y convenientes" (14) .
Situado en una perspectiva posmercantilista, ataca el centralismo y
autoritarismo propios de una economía de Estado o nacionalizada
como la de su tiempo, erigida sobre la opresión de los miembros del
Estado mismo. De ahí su apuesta por los derechos del hombre de
"carne y hueso" -expresión que utiliza en El Censor-: la felicidadprosperidad
pública debe ser "la suma de las felicidades de los individuos
del cuerpo social (15); su denuncia de la falta de libertad en
el terreno económico y su convencimiento de que aquella condición
es la clave del desarrollo al serlo del desenvolvimiento del interés
individual, cuya acción "fue tanto menos viva, diligente e ingeniosa,
cuanto menos libre en la elección de los fines y en la ejecución de
los medios que conducían a ellos" (16).
Jovellanos en sus viajes había observado:
1º, que los predios mejor cultivados estaban cercados y eran de titularidad
privada.
2º, que los de titularidad pública, concejil o vecinal estaban abiertos,
incultos o baldíos por ausencia del interés individual.
Sus reflexiones sobre la naturaleza humana le llevaron a estimar que
el interés individual es el motor de toda actividad viva, diligente e
ingeniosa. Considera que la mayor y mejor eficacia de las acciones
humanas las impulsa y dirige el interés personal. Si éste se anula o
limita, se anula o limita en igual proporción el rendimiento y la creatividad.
Se puede trazar perfectamente un paralelismo entre la educación
abierta para el rendimiento y la creatividad, que está en la base
de toda la pedagogía jovellanista de la libertad, y los modernos
métodos constructivitas de Ausubel o Vigorski que cuentan con la
libre iniciativa de los educandos que han de aprender a prender, a fin
de habérselas con una civilización cambiante y las rapidísimas inflexiones
del actual mundo del trabajo.
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Pero, como hemos indicado ya, esta apuesta por el interés individual,
privado o personal -adjetivos todos que él utiliza- no significa que
don Gaspar en sus reflexiones sobre Ética, Economía, Derecho, Educación
y Política no advierta el peligro que puede acarrear contra la
solidaridad ("amor público") y la justicia, o identifique las reglas
económicas con los principios éticos. Habla de libertad en todos los
ámbitos, pero siempre dentro de la justicia. El, que clama por la libertad
y la abolición de tantas leyes inútiles o perniciosa, pide que el
Derecho venga allí donde la justicia del bien común lo demande: "
Concluye (la Sociedad Matritense) solamente que protegiendo la libre
acción del interés privado, mientras se contenga en los límites
señalados por la justicia, sólo debe salirle al paso cuando empiece a
traspasarlos" (17) .
Nada más ajeno al espíritu jovellanista que el principio del Homo
economicus de los manchesterianos. Aparte de que la acción fundada
en el interés individual nunca es tan cerrada y egoísta que excluya
toda comunicación o dependencia, que la cooperación potencia el esfuerzo
y que la obtención del máximo rendimiento incluye la asistencia
de los demás, don Gaspar reflexiona con gran lucidez y profundidad
sobre el bien común y las necesidades del Estado, al que
sirvió con gran abnegación y diligencia durante toda su vida. El término
solidaridad -que no usa- tiene su equivalente en los de amor
público, fraternidad, patria, unión fraterna, santa unión, amistad santa,
etc.
Rechazando todas las leyes que eliminan o entorpecen la libertad en
el terreno económico, y son, por lo tanto, contrarias al progreso en
cuanto impiden o limitan el desenvolvimiento natural del interés individual,
y reclamando la apertura de fronteras al comercio exterior -
si no se hace así "dentro de un siglo tendremos tan pocos y tan malos
paños como ahora"- (18) no se olvida de repetir que siempre debe
prevalecer el interés general o "espíritu público".
Después de exponer los fundamentos de la moral, "virtud primordial
del hombre civil", reflexiona ampliamente sobre el "amor público" y
su opuesto el egoísmo. El primero "refiere la conducta del ciudadano
hacia el bien común", el segundo "hace que el egoísta, mirándose
como centro de todas las relaciones, refiera toda su conducta a su so-
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la utilidad. Guiado siempre por el interés personal, jamás se cura de
sus consocios ni de la prosperidad del Estado, y aun mira con indiferencia
las injusticias, los desórdenes, el peligro y la ruina de la causa
pública, con tal que se salve su conveniencia. ¿Es ministro público?
Pospondrá el bien común a las tentaciones de su ambición, y preferirá
su comodidad y descanso al pronto y exacto cumplimiento de sus
funciones. ¿Es magistrado? Prostituirá la justicia a las insinuaciones
del poder, a los manejos de la amistad a al atractivo del interés. ¿Es
hombre opulento? Por satisfacer sus placeres o los caprichos de un
lujo excesivo y ruinoso, o bien la sed de una avaricia sórdida, desconocerá
la beneficencia y defraudará a sus pobres conciudadanos del
sobrante de su fortuna que les pertenece. ¿Es comerciante? Combinará
sus especulaciones con detrimento público, suplantará o engañará
a sus concurrentes, y antepondrá cualquier tráfico ilícito y lucroso
a las negociaciones permitidas y honestas. ¿Es, en fin, mercader,
fabricante, artesano? No reparará en alterar la medida, contrahacer
las marcas, alterar la calidad de sus géneros y engañar al público,
con tal que aumente sus ganancias. En suma, el egoísta promoverá
constantemente su interés individual a expensas, o por lo menos sin
consideración alguna al interés común." (19).
El amor público mantiene todas las relaciones, preserva todos los derechos,
desempeña todos los deberes y alcanza los fines de la institución
social. Acerca los que mandan a los que obedecen manteniendo
la unidad civil. "De él nace el respeto a la constitución, la obediencia
a las leyes, la sumisión a las autoridades constituidas y el amor al orden
y la tranquilidad. En fin, él es el que obtiene del interés particular
todos los sacrificios que demanda el interés común, y hace que el
bien y prosperidad de todos entre en el objeto de la felicidad de cada
ciudadano" (20).
La defensa jovellanista de la libertad en el campo de la Economía se
justifica tanto por su origen en el orden y la justicia natural que la
reclaman para la creación de riqueza, como por la razón y la experiencia
ilustradas que persiguen como objetivo principal la modernización
del país. A su juicio ésta sólo es posible mediante el libre
juego de los intereses individuales.
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Jovellanos repite que del Gobierno y de las leyes sólo cabe esperar
libertad, luces y auxilios. Procede, como suele ser estrategia común
en él, en tres momentos:
1º, denuncia las estructuras y situaciones que dificultan o impiden la
libertad.
2º, propone un programa, base de la acción política.
3º, procede, en cuanto está en su mano, a ejecutarlo.
A través de este esquema básico se pueden interpretar todas sus reflexiones
y actuaciones en los distintos ámbitos de la vida nacional:
económico, político, jurídico, educativo, estético, cultural, social,
etc.
4.2.2. LIBERTAD EN EL TRABAJO
En el Informe sobre el libre ejercicio de las artes (1785), redactado
a petición de la Junta de Comercio, Moneda y Minas con ocasión de
hacer una reforma en las ordenanzas gremiales de artes y oficios,
justifica así la necesidad de libertad:
"El hombre debe vivir de los productos de su trabajo. De este modo
se deriva el derecho que tiene todo hombre a trabajar para vivir; derecho
absoluto que abraza todas las ocupaciones útiles y tiene tanta
extensión como el de vivir y conservarse.
Por consiguiente poner límites a este derecho, es defraudar la propiedad
más sagrada del hombre, la más inherente a su ser, la más necesaria
para su conservación." (21) .
A continuación enumera una variedad de bienes que se deben principalmente
a la libertad y que son inasequibles sin ella.
De especial relevancia por su novedad en el siglo XVIII y su actualidad
en el presente es la libertad en el trabajo de hombres y mujeres
que toca también la igualdad entre los sexos de que nos ocupamos en
el apartado 5. Defiende que "el Criador formó a la mujer para compañera
del hombre en todas las ocupaciones de la vida.; no las hizo
inútiles para el trabajo. Nosotros fuimos quienes contra el designio
de la Providencia, las hicimos débiles y delicadas" (22) .
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Confirma su tesis con el ejemplo de los pueblos primitivos y aún de
España:
"Yo conozco, y todos conocemos países, no situados bajo los distintos
polos, sino en la misma península donde las mujeres se ocupan
de las labores más duras y penosas; donde aran, cavan, siegan y rozan;
donde son panaderas, horneras, tejedoras de paños y sayales;
donde conducen a los mercados distantes, y sobre sus cabezas, efectos
de comercio; y en una palabra, donde trabajan a la par del hombre
en todas sus ocupaciones y ejercicios.
Aun hay algunos en los que nuestras mujeres parece que han querido
exceder a las de los pueblos antiguos. Entre ellos el oficio de lavanderos
se ejercía casi exclusivamente por los hombres. ¿Puede haber
otro más molesto, más duro, más expuesto a incomodidades y peligros?
Pues este ejercicio se halla hoy a cargo de las mujeres exclusivamente
en las cortes y grandes capitales, esto es, donde se abriga la
parte más delicada y melindrosa de este sexo. ¿Dónde, pues, está la
desproporción o repugnancia del trabajo de las fuerzas mujeriles?
Yo no negaré que existe la idea de esta repugnancia; pero existe en
nuestra imaginación, y no en la naturaleza. Nosotros fuimos sus inventores,
y no contentos con haberla fortificado por medio de la educación
y la costumbre, quisiéramos ahora santificarla con las leyes"
(23).
El Informe en el expediente de Ley Agraria es una brillante apología
de la libertad. La justicia entre propietarios y colonos sólo se halla en
la libertad, "primero y único objeto de la protección de las leyes"
(24), lejos de todo intervencionismo y proteccionismo (25). "Es,
pues, justo que se deje a la libertad de las partes la elección de las
rentas, sólo así se puede combinar el interés de propietarios y colonos"
(26).
En este célebre Informe pide libertad en la adquisición y enajenación
de fincas, en los contratos de arrendamiento, en la elección de colonos,
en la concurrencia de arrendadores, en el modo de hacer efectiva
la renta (frutos y/o dinero), libertad de cultivo y libre circulación
de productos y de matadero.
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4.2.3 LIBRE DISPOSICION DE LAS TIERRAS Y OTRAS LI-
BERTADES
El objeto de la legislación agraria no es otro que " el que la propiedad
tenga el mayor producto posible". Por tanto, todas las leyes que
limitando o anulando la libertad impiden el logro de esta finalidad
son perniciosas. Así los Mayorazgos, la amortización, los privilegios
de la Mesta, la tasa de granos y otros productos.
Si la libertad de trabajo incluye la de hacer y disponer, la de agricultura
implica disponer de las tierras y de sus productos que es lo propio
de la libertad de comercio.
Igualmente establece la libertad en el comercio interior y exterior,
excepto el de granos. la finalidad de la legislación agraria y comercial
es la mayor rentabilidad de las tierras y la mayor facilidad en la
adquisición de los productos o baratura. Para lo cual la libertad es
una condición necesaria, aunque no sea suficiente. Todo aquello que
favorezca la libertad va encaminado a la consecución del objetivo
apuntado y, por lo tanto, a la prosperidad, lo que la restrinja lleva a
la ruina.
Reconoce que el "monstruo" del monopolio, al que se enfrenta constantemente,
es un riesgo de la libertad, "pero no se reflexiona que si
la libertad le provoca, también le refrena, porque excitando el interés
general, produce naturalmente la concurrencia, su mortal enemigo"
(27).
Pide libertad de comercio y tráfico para los "agentes intermedios".
Sobre la libertad de precios argumenta así:
"Es en vano, Señor, esperar la baratura de los precios de otro principio
que de la abundancia, y es en vano esperar esta abundancia sino
de la libre contratación de los frutos. Sólo la esperanza del interés
puede excitar al cultivador a multiplícalos y traerlos al mercado. Sólo
la libertad, alimentando esta esperanza, puede producir la concurrencia,
y por su medio aquella equidad de precios, que es tan justamente
deseada. Las tasas, las prohibiciones y todas las demás precauciones
reglamentarias, no pueden dejar de amortiguar aquella esperanza,
y por lo mismo de desalentar el cultivo y disminuir la con-
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currencia y la abundancia, y entonces, por una reacción infalible, la
carestía nacerá de los mismos medios enderezados a evitarla" (28).
A la libertad en la industria ya nos hemos referido con un texto de la
Carta 7ª de las del Viaje de Asturias (29).
Don Gaspar confía que su análisis crítico de la situación heredada,
que ha detectado los males que la falta de libertad ocasiona en los
derechos de propiedad - de la que "en el estado natural los hombres
tienen una idea muy imperfecta y ¡ojalá que jamás la hubieran entendido!"
-y de trabajo, eliminando el interés, la concurrencia y la
abundancia, curados con los remedios de sus reformas, devolverá a
la economía los "buenos fondos" necesarios para la prosperidad del
país y el bienestar de los ciudadanos.
Sin libertad no es posible el derecho pleno de propiedad de la tierra
que incluye como notas esenciales que se pueda disponer libremente
de ella, comunicar y trasmitir. Además como la agricultura tiende
naturalmente a su perfección, hay que remover los obstáculos que se
lo impiden; entre los que se encuentran las propias leyes. Luego, el
único modo de fomentar la agricultura es devolverle la libertad y
remover todos los obstáculos. El libre juego del interés particular
hará lo demás. "La suerte del cultivo fue siempre más o menos próspera,
según que las leyes agrarias animaran o desalentaran el interés
de sus agentes" (30). El mismo principio general de libertad opera en
el ámbito del trabajo, la industria o el comercio. La libertad de actuar
es la esencia de la propiedad del trabajo. Repitamos sus palabras:
"Poner límites a este derecho es defraudar la propiedad más sagrada
del hombre, la más inherente a su ser, la más necesaria para su conservación"
(31). "La libertad será el primer socorro de un artista, que
al favor de ella, no hallando de qué vivir en su arte podrá ejercitarse
en otro y hallar en él su subsistencia" (32).
"De aquí es que las leyes gremiales, en cuanto circunscriben al hombre
la libertad de trabajar, no sólo vulneran su propiedad natural, sino
también su libertad civil" (33).
4.3 LIBERTAD CIVIL Y POLITICA
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Los derechos y libertades expuestos están estrechamente unidos a la
libertad civil y política. En el Informe en el expediente de Ley Agraria
dice que la agricultura "se ha acomodado siempre a la situación
política" (34). Es decir, que esta situación, materializada en las leyes,
está siempre presente en todas las actividades humanas supeditadas,
dirigidas, prohibidas o estimuladas por aquella.
Jovellanos utiliza con frecuencia estos conceptos. En el Discurso de
ingreso en la Real Academia de la Historia hace un recorrido por toda
la legislación española y subraya que los Fueros y Cartas-pueblas
mejoraron el gobierno municipal dando origen a los ayuntamientos
para la mejor administración del procomunal de los pueblos. Estas
son sus palabras:
"Los concejos formaron desde entonces como unas pequeñas repúblicas,
y su gobierno se podía llamar por semejanza democrático, o
bien porque el pueblo nombraba todos los miembros de su primer
senado, o bien porque en éste residía siempre uno o más representantes
de sus derechos" (35).
Dadas las circunstancias de su tiempo en que imperaba un duro despotismo
ilustrado, sus palabras, que recuerdan a Montesquieu, son
tanto un ataque al centralismo autoritario como un elogio de la autonomía
municipal y las libertades concejiles.
El avance hacia la libertad política lo refiere también en el mismo
discurso al encomiar las cortes medievales y la participación popular
en ellas a través de los representantes del Tercer Estado. El eco de
Rousseau en sus palabras es evidente; además aparece claro que no
se corresponde con lo que fueron las verdaderas Cortes españolas del
Medievo, pero lo que es incuestionable en el texto que sigue, que por
cierto fue recortado y no se publicó hasta casi medio siglo después
(36), es su crítica a la constitución de su época y su deseo de que la
libertad política que supone el derecho a participar en el Gobierno
del país se hiciera realidad en las Cortes.
Cuando 28 años más tarde se cree la Junta Central de Gobierno, don
Gaspar solicitará la convocatoria de Cortes y será Floridablanca y
los partidarios del absolutismo quienes se opongan a ellas (37). Desaparecido
Floridablanca, Jovellanos conseguirá el acuerdo de Con-
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vocatoria y se le encargará presidir la Comisión que disponga todo lo
necesario para aquella Convocatoria extraordinaria de Cortes para la
que él quería el bicameralismo. La Cámara Baja integrada por los
representantes del pueblo y la Alta por los responsables del Clero y
la Nobleza. No se hará así, sino que el temor a unas Cortes
representativas reunirá a todos los representantes en una sola cámara
en las Cortes de Cádiz con la ventaja de que la mayor parte eran
liberales, aunque representaban sólo al Clero y la Nobleza.
De todo esto da cumplida cuenta Jovellanos en la Memoria en defensa
de la Junta Central y sus Apéndices (38).
Pero volvamos al texto del Discurso de ingreso en la Real Academia
de la Historia que hemos dejado pendiente y configura el derecho de
participar en el Gobierno a través de las Cortes:
"En ellas se reunía la voluntad general por medio de los representantes
de cada estado, se clamaba por el remedio de los males públicos,
se descubrían sus causas, y se indicaban los medios de extirpar los
abusos que introducía la relación desde la primera dignidad hasta la
última persona del Estado. ¡Loable institución, en que reducidas a
pública conferencia las materias de gobierno, oía el Príncipe la verdad
entera y sin disfraces, pronunciada por sus órganos naturales, y
en que los súbditos obedecían los decretos de la voluntad general,
inmediatamente autorizados por el Príncipe y pronunciados por su
misma boca" (39). Aquí expresa su deseo de libertad política en consonancia
con las ideas de la ilustración y contra el despotismo. A la
constitución medieval le hace estos reparos:
"Pero sobretodo en esta constitución yo busco un pueblo libre y no
le encuentro. Entre unos príncipes subordinados y unos señores independientes,
¿qué otra cosa era el pueblo que un rebaño de esclavos
destinado a saciar la ambición de sus señores? Este pueblo, que debía
mantener con sus sudor al Príncipe, se ve separado del Príncipe
para alimentar la codicia de los señores; y puesto bajo la protección
de los señores, se le forzaba a levantar sus manos contra el Príncipe
que debía proteger. Ninguna cosa podría librar de esta suerte a un
pueblo que no sabía lo que era libertad. Con efecto, la libertad era
entonces un bien tan desconocido a la última clase, que los mismos
pueblos libres, llamados behetrías, creían no poder vivir sin recono-
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cer un dueño. Para huir de la opresión con que los amenazaba la ambición
por todas partes, buscaban un protector y hallaban un tirano; y
como el derecho de elección los autorizaba para abandonarlo, no pudiendo
vivir sin obedecer corrían voluntariamente a otras cadenas; a
la manera de aquellos miserables de quienes cuenta Aristóteles que
rendían espontáneamente su libertad para asegurar en los horrores
del cautiverio una precaria y miserable subsistencia" (40).
Y añade que el único remedio eran las Cortes, a las que, sin embargo,
encuentra los mismo abusos que tratan de evitar:
"El único resorte que podía mover la constitución para evitar los inconvenientes
que producía ella misma, eran las Cortes. Pero en las
Cortes preponderaba también el poder de las primeras clases: la nobleza
y los eclesiásticos eran igualmente interesados en su independencia
y en la opresión del pueblo; los concejos que le representaban
eran representados también por personas tocadas del mismo interés y
a quienes dolía muy poco la suerte de la plebe inferior; en una palabra,
una constitución que permitía que el Estado se compusiese de
muchos miembros poderosos y fuertes, en que los vínculos de unión
eran pocos y débiles, y los principios de división muchos y muy activos;
una constitución, en fin, en que los señores lo podían todo, el
Príncipe poco y el pueblo nada, era sin duda una constitución débil e
imperfecta, peligrosa y vacilante" (41).
La solución correcta a estos problemas la encuentra Jovellanos en la
razón y la experiencia, es decir, en las ideas ilustradas de libertad,
participación y representación, y en la experiencia, no sólo la experiencia
histórica española con el régimen monárquico, sino la experiencia
contemporánea de las Cortes bicamerales, que "es y se debe
reconocer como el más precioso descubrimiento debido al estudio y
meditación de la historia antigua y moderna de las sociedades (.) está
canonizado por el ejemplo de dos grandes pueblos de Europa y América
en que se ha dividido la ilustre nación inglesa" (42).
En consecuencia propone como garante de la libertad política la monarquía
constitucional asistida por dos cámaras: "una para hacer las
leyes y otra para reverlas" (43), "sujetando las nuevas leyes a doble
examen y deliberación" (44). "Entonces es cuando propiamente se
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podría decir que no serán los hombres, sino las leyes quien dirija las
acciones y defienda los derechos de los ciudadanos" (45).
En el Diario de 6 de agosto de 1795 pide la libertad de pensamiento
y expresión. Ante la insistente negativa del cardenal Lorenzana a dar
licencia para que en la biblioteca del Instituto hubiera libros prohibidos
aunque circunscrita a los profesores, Jovellanos protesta:
"¿Serían los libros de física y mineralogía para que pedíamos la licencia?
Y ¿se hará sistema de perpetuar nuestra ignorancia? Este
monumento de barbarie debe quedar unido al Diario. ¿Qué dirá de él
la generación que nos aguarda, y que a pesar del despotismo y la ignorancia
que la oprimen será más ilustrada, más libre y feliz que la
presente? ¿Qué barreras podrán cerrar las avenidas de la luz y la
ilustración?" (46).
Como vocal de la Junta Central en 1809 defiende la libertad de imprenta:
"La gran mayoría de la Junta no desmintió sus principios y continuó
protegiendo la libertad de escribir, y si fuese preciso alegar de esto
algún ejemplo o prueba me bastará citar al Espectador sevillano, escrito
por uno de los que trabajan para el Semanario, y que empezó a
publicarse en 1º de octubre, y al Voto de la Nación, que se anunció
más adelante, protegido y señaladamente fomentado por nuestra
Comisión de Cortes" (47). Dirigiéndose a su amigo Lord Holland
considera la convocatoria de Cortes bicamerales, que no llegaría a
producirse, como un "triunfo de la razón y la libertad" (48). Pero la
tardía y defectuosa convocatoria de Cortes para agosto de 1810 "tan
respetable para los amigos de la libertad", "apenas le promete hoy
una débil y dudosa esperanza" (49).
En síntesis, la postura de don Gaspar sobre las libertades civiles y
políticas presupone la reforma legislativa -"buenas leyes"-, la reforma
educativa -"buenas luces"- y la reforma económica -"buenos fondos"-.
Fue un reformador comedido, de ideas muy avanzadas, como
nos consta por sus escritos más personales, y de medidas políticas
más prudentes. Por ejemplo, en el tema de la amortización, una cosa
es su opinión personal que desea que se suprimen como dice en el
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Diario (7/8/1795) (50) y otra el juicio que expone como miembro de
un colectivo, en este caso la Sociedad Económica Matritense (51).
Lo mismo ocurre cuando le toca defender de oficio a un colectivo,
por ejemplo, a la nobleza (52), y lo que él sostiene al respecto. Piensa
que la verdadera nobleza no la da el linaje -los "pergaminos"-, sino
los valores morales (53). "El lustre de la nobleza no es compatible
con la infame ociosidad" (54).
Su postura política es muy personal, equidistante del despotismo y la
revolución, y cercana al movimiento de jóvenes liberales que heredarían
sus perspectivas, valores y tomas de posición. "Acaso mis ideas
están tan distantes de los que quieren reformarlo todo, como de los
que nada", dice a su sobrino Cañedo, futuro arzobispo de Burgos
(55). "Creo que una nación que se ilustra puede hacer grandes reformas
sin sangre y creo que para ilustrarse tampoco sea necesaria la
rebelión", dice en carta a su amigo, Alexander Jardine, cónsul inglés
en La Coruña (56). Y añade: "Es, pues, necesario llevar el progreso
por grados". "¿Parécele a usted que sería poca dicha nuestra pasar al
estado de Inglaterra, conocer la representación, la libertad política y
civil, y supuesta la división de la propiedad, una legislación más protectora
de ella? (58), le pregunta a su amigo. Refiriéndose al Tribunal
de la Inquisición establece así la distancia que media entre sus
convicciones y el arte de lo posible que son sus medidas políticas:
"Usted se explica muy abiertamente en cuanto a la Inquisición: yo
estoy en este punto del mismo sentir, y creo que en él sean muchos,
muchísimos los que acuerden con nosotros. Pero ¡cuánto falta para
que la opinión sea general! Mientras no lo sea no se puede atacar este
abuso de frente; todo se perdería: sucedería lo que en otras tentativas;
afirmar más y más sus cimientos, y hacer más cruel e insidioso
su sistema. ¿Qué remedio? No hallo más que uno. Empezar arrancándole
la facultad de prohibir libros; darla sólo al Consejo en lo general,
y en materias dogmáticas a los obispos; destruir una autoridad
con otra. No puede usted figurarse cuánto se ganaría en ello. Es verdad
que los consejeros son tan supersticiosos como los inquisidores;
pero entre ellos se introducirá la luz más prontamente: sus jueces
penden de los censores, estos se buscan en nuestras academias, y éstas
reúnen lo poco que hay de ilustración entre nosotros" (59).
- 91 -

A propósito de la libertad de poseer y leer libros prohibidos, añade:
"Pienso aspirar a una licencia para que mi librería pública posea toda
especie de libros prohibidos, aunque con separación y con facultad
de que sean leídos por los maestros. Basta: tiempo vendrá en que los
lea todo el mundo"(60).
En Bases para la formación de un plan general de Instrucción Pública,
escribe:
"La libertad de opinar, escribir e imprimir se debe mirar como absolutamente
necesaria para el progreso de las ciencias y para la instrucción
de las naciones"(61).
Incluso para las actividades de ocio, espectáculos y diversiones públicas
pide libertad:
"El estado de libertad es una situación de paz, de comodidad y de
alegría; el de sujeción lo es de agitación, de violencia y de disgusto;
por consiguiente el primero es durable, el segundo expuesto a mudanzas.
No basta, pues, que los pueblos estén quietos, es preciso que
estén contentos". Pues un "pueblo libre y alegre será precisamente
activo y laborioso" y "cuanto más goce, más tendrá que perder, tanto
más temerá al desorden y tanto más respetará a la autoridad destinada
a reprimirle". Y saca esta conclusión: "El pueblo que trabaja no
necesita que el gobierno le divierta pero sí que le deje divertirse"
(62).
El sistema de Jovellanos camina hacia la libertad en todos los órdenes,
cuya materialización supondría el paso del Antiguo al Nuevo
Régimen de la modernidad. Reitera que el principal instrumento para
que se diera este paso es la difusión de las luces mediante la enseñanza
pública. Si ante los ilustrados se levanta la tarea de pensar sobre
los valores capaces de guiar a la comunidad internacional, la reflexión
y práctica jovellanista, recogiendo los mismos, sienta en España
las bases de lo que es hoy, que en cierto sentido se aboga por
un retorno a la ilustración, la Educación en Valores.
Compendiando las tesis centrales de su obra más universal, el Informe
en el expediente de Ley Agraria, en la Carta a Jardine, citada anteriormente,
habla así sobre la modernización escalonada del País
mediante la educación:
- 92 -

"Es pues imposible acometer esta empresa sino lenta, y por decirlo
así oblicuamente, mejorando los institutos de enseñanza, dirigiéndolos
a conocimientos que se acerquen al fin, desviándolos de las ideas
que se les oponen, y enhorabuena que ellos no sean tales como debieran
ser, si son lo que puedan.
Entre tanto conviene que cada nación trabaje por mejorar su sistema,
aunque erróneo, para acercarse a otro mejor, o menos malo. Por
ejemplo, si trabajando sobre nuestra policía agraria se quisiese establecer
la comunión de propiedad, se haría un gran desatino. El mismo
Godwin, si en lugar de formar una teoría, tratase de una mejora
real, debería dejar su sistema a la meditación de los sabios, y proponer
otro realizable; disminuir las leyes al mínimo posible, dar a la
propiedad individual de la tierra y del trabajo el maximum posible,
dejar que el interés personal siga en acción, y buscar en él el estímulo
que neciamente se espera de leyes y reglamentos; difundir los conocimientos
de que pende la perfección de todas las artes útiles, y
particularmente de la agricultura, la primera y más importante de todas;
y en vez de gracias y franquicias y sistemas de protección parcial,
animarla por medio de caminos, canales de riego, franquicias de
ríos, desecación de lagos, repartimiento de tierras públicas incultas.
Este en suma es mi sistema."(63). En el tema de la representación
política, Jovellanos consideraba en su tiempo como el mejor sistema
la monarquía constitucional y el bicameralismo. Siguiendo a Montesquieu
establece con precisión la separación de poderes, "la primera
de las perfecciones que recoge la política": el ejecutivo, confiado
al rey; el legislativo, a los ciudadanos representados en Cortes; y el
judicial, a los tribunales.
Una distinción peculiar de Jovellanos es la que establece entre soberanía
y supremacía, exigida por la necesidad de conciliar la razón
histórica española con la nueva razón ilustrada. Argumenta: "Adaptada
la palabra soberanía para anunciar el poder del monarca, faltaba
otra diferente para enunciar el de la nación". Pues si se dice que la
nación es soberana algunos creían "que se despojaba al monarca del
poderoso derecho que le da la constitución (...) Parecía, por tanto,
que para evitar equívocos y disipar escrúpulos se podía adoptar otra
palabra que indicase el poder nacional". Esta palabra es supremacía.
- 93 -

Pues "es indiscutible que la supremacía nacional es en su caso más
alta y superior a todo cuanto en política se quiera apellidar soberano
o supremo" (64).
Suele denominar con la palabra democracia y gobierno democrático
a la república y el gobierno republicano que él considera ajenos a la
constitución histórica española, aunque también reconoce que lo es
la segunda cámara parlamentaria, invento de la "ilustre nación inglesa
a ambas partes del océano", pero es un recurso sabio que es necesario
adoptar reformando nuestra constitución para equilibrar los poderes
ejecutivo y legislativo de la primera cámara.
Refiriéndose a la verdadera democracia escribe:
"Es un principio mío que en la Constitución monárquica la soberanía
es inseparable del poder ejecutivo, y que, donde quiera que se reúna
con el poder legislativo, la Constitución será democrática, como
quiera que aquel poder se instituya. Es lo que este último poder nunca
será bien instituido, sino cuando se ejerza por dos cuerpos deliberantes,
ambos interesados en el bien general, aunque diferentes, si se
quiere opuestos en miras particulares"(65).
N O T A S
(1) Lettres, Paris, Hatier, 1961, p.64.
(2) O.C. I, p.514.
(3) Cartas del Viaje de Asturias, 6ª, Op. cit. Gijón 1981, I, p. 157.
(4) op. cit. p.17.
(5) Memoria sobre Educación Pública, BAE 46, p.256b.
(6) BAE 46, p. 241.
(7) Reflexiones sobre instrucción pública en Caso González, J.M.,
De ilustración e Ilustrados, Oviedo 1988, p.330.
(8) Cartas del Viaje de Asturias, op. cit. I, p.163.
(9) O.C., I, p. 220 ss.
(10) Cf. Caso González, J.M., op. cit. I, p.292 ss.
(11) BAE 46, p. 231.
(12) BAE 46, p. 232a.
(13) Ibíd. p. 231.
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(14) BAE 87, p.6.
(15) BAE 46, p. 231a.
(16) BAE 50, p. 82b
(17) Informe en el expediente de Ley Agraria, BAE 50, p.82b.
(18) BAE 50, p. 74.
(19) BAE 46, p. 256b-257a
(20) Ibíd. p. 256b.
(21) BAE 50, p. 36a.
(22) BAE 50, p.33b.
(23) BAE 50, p.34a.
(24) BAE 50, p. 95a
(25) Ibíd. 94b.
(26) Ibíd.
(27) BAE 50. 109a
(28) Ibíd. p. 108b
(29) Op. cit., II, p.17
(30) BAE 50, 81a.
(31) Ibíd. p.36a
(32) Ibíd. p.43b.
(34) BAE 50, p.81a.
(35) BAE 46, p.294b
(36) Cf. Caso González, J.M., La Actualidad de un Ilustrado en El
Mundo 9/1/94 p.66 & Vida y Obra de Jovellanos, v.I p.162
(37) BAE 46, p.556a
(38) BAE 46, p.503 ss.
(39) Caso González, J.M., op.cit. v.1 p.162
(40) BAE 46, p.295b
(41) Ibíd.
(42) BAE 46, p.550a.
(43) Ibíd. 459
(44) Ibíd.
(45) Ibíd. 549b
(46) BAE 85, p.316b-317a.
(47) BAE 46, p.557a
(49) Ibíd.
(50) BAE 85, p. 317a.
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(29) Op. Cit. v.II, p.17
(51) Cf. Informe en el expediente de Ley Agraria, BAE 50, p.98 ss
(52) BAE 46, p. 457 ss.
(53) BAE 50, p.7 ss.
(54) Ibíd. p.19a
(55) O.C., V, p. 479.
(56) O.C., II, p. 635.
(58) Ibíd, p.636.
(59) Ibíd. p.635.
(60) Ibíd.
(61) BAE 46, p. 275b
(62) BAE 46, p. 491b
(63) BAE l.c. p.636.
(64) Cf. Memoria en defensa de la Junta Central en BAE 46, p.503-
622 & Cartas a Cañedo: 1054, 1060 y 1061 en O.C., v.V p.273 ss.
(65) O.C. v.V, p.484
5. IGUALDAD Y JUSTICIA
5.1 DENUNCIA DE LAS DESIGUALDADES. LEGISLACION
Y POLITICA
Hemos constatado repetidamente que Jovellanos busca la regeneración
y modernización del País por medio de la educación que tiene
que incidir en todos los aspectos y ámbitos de la vida pública y privada.
Sin educación no hay ilustración ni prosperidad. Incluso aunque
hubiera legalmente derechos y libertades, sin formación los pueblos
no se atreverían a ejercerlos, como refiere don Gaspar que ocurría
en la Edad Media (1).
La ilustración que enseña a los ciudadanos a conocer sus derechos y
libertades, y a ponerlos en práctica, está en la base de las funciones
de gobierno, ejercidas en sus días por jueces y magistrados. Para que
- 96 -

éstos administren con equidad y justicia el bien público y diriman las
diferencias entre los particulares es necesaria la ilustración en la que
don Gaspar incluye el conocimiento de la historia:
"Confesamos, pues, de buena fe que sin la historia no se puede tener
un cabal conocimiento de nuestra constitución y nuestras leyes, y
confesamos también que sin este conocimiento no debe lisonjearse el
magistrado de que sabe el derecho nacional. Porque, en efecto, ¿cuál
es la obligación de un vasallo a quien su príncipe encarga el importante
depósito de las leyes? ¿Por ventura bastará que sepa los principios
del derecho privado para terminar con equidad y justicia las
contiendas de los particulares? Si se trata de defender las prerrogativas
de la soberanía, los privilegios del clero y la nobleza, los derechos
del pueblo?, ¿cómo lo podrá hacer sin saber el derecho público
nacional? Sin este conocimiento. ¿cómo podrá saber dónde llegan
los límites de la potestad real y eclesiástica, los deberes del clero y la
nobleza, los cargos y obligaciones de los pueblos? . . ¿Cómo, en fin,
podrá calcular el grado de libertad política que concede la constitución
al ciudadano, y hasta dónde son inviolables por ella los derechos
de su propiedad?" (2)
La ignorancia de la historia por parte de los que administran justicia
ha originado muchas veces el atropello de derechos y libertades cívicas:
"¡Cuántas veces en el ejercicio de la jurisdicción criminal se ha desconocido
y aniquilado esta libertad política! ¡Cuántas en el uso de la
potestad se ha destruido y atropellado este derecho de propiedad!
¡Cuántas, en fin, en la imposición de tributos, en la cantidad y calidad
de ellos, y en el modo de recaudarlos, se han vulnerado a un
mismo tiempo el derecho de propiedad y la libertad política de los
ciudadanos!" (3)
En consecuencia, el ejercicio de los derechos y libertades del pueblo,
que es de justicia, está supeditado a lo que las leyes y los tribunales
lo reconocen, garantizan, posibilitan y defienden.
Rousseau en el inicio de El contrato social dice: "El hombre ha nacido
libre y, sin embargo, vive en todas partes encadenado" (4) Jovellanos
precisa que "si todo hombre nace en sociedad, sin duda que no
- 97 -

nace enteramente libre, sino sujeto a alguna especie de autoridad,
cuyos dictados debe obedecer" (5)
Algo similar matiza respecto a la igualdad si por tal se entiende la
negación de la jerarquía y orden gradual, esencial a la sociedad civil.
Pero si se trata de la libertad y la igualdad en el marco jurídico preciso
de una sociedad perfectible que avanza mediante las reformas y la
ilustración, y no de un modo revolucionario, hacia la justicia y la
participación política, lo suscribe plenamente:
"El axioma pues de que todos los hombre nacen libres e iguales, tomado
en un sentido absoluto, será un error, será una herejía política;
pero será cierto y constante en el sentido relativo al carácter esencial
de la asociación política; es decir: primero, que todo ciudadano será
independiente y libre en sus acciones, en cuanto estas no desdigan de
la ley o regla establecida para dirigir la conducta de los miembros de
la sociedad; segundo, que todo ciudadano será igual a los ojos de esta
ley, y tendrá igual derecho a la sombra de su protección; será igual
para todos, así en gozar de los beneficios de la sociedad, como igual
la obligación de concurrir a su seguridad y prosperidad. Tal es el carácter
de la perfección social; no aquella perfección quimérica, cuya
idea ha causado ya tantos males y tantos errores, sino aquella que teniendo
por objeto la plena y constante preservación de los derechos
sociales, produce a un mismo tiempo la felicidad de los estados y de
sus miembros"(6).
Y añade estas precisiones que la institución social origina en los ciudadanos:
"Pero estos derechos sociales, aunque derivados de la naturaleza, no
deben suponerse tales cuales los tendría el hombre en una absoluta
independencia natural, sino tales cuales se hallan después de modificados
por la institución social en que nace. Ni esta modificación debe
ser arbitraria, sino señalada y determinada por las relaciones
esenciales del Estado, resultante de la asociación de sus miembros,
de estos con el Estado, y de los mismos entre sí. Las primeras y segundas,
que deben declararse y fijarse por la ley fundamental, pertenecen
al derecho público exterior e interior del Estado; las últimas,
que deben regularse por la legislación, al derecho privado o positivo,
que impropiamente se llama derecho civil" (7).
- 98 -

En suma, Jovellanos estima que la libertad es un don natural que la
Constitución, las leyes y los tribunales han de defender porque es de
justicia. Pero de hecho no sólo no es ilimitada o un derecho abstracto
al margen de una sociedad histórica concreta, sino que con frecuencia
las propias leyes, que se han propuesto hacerla posible la limitan
e incluso, injustamente la suprimen. Tal es lo que sucede en su tiempo
con el despotismo ilustrado, el centralismo, el mercantilismo, la
Inquisición, la Mesta, los gremios, las vinculaciones, amortizaciones
y mayorazgos, los privilegios de todo tipo, la opresión de los labriegos,
la discriminación entre los dos sexos y del pueblo en general, de
minorías: gitanos, vaqueiros y judíos conversos.
Toda suerte de recorte de los derechos y libertades que el orden y
equilibrio natural y el interés particular exigen para el perfeccionamiento
privado y la felicidad-prosperidad pública, que tiene su reflejo
en las leyes, es analizado con rigor por el ilustrado asturiano. Su
crítica e invectivas se extiende a todo tipo de opresión, desigualdad e
injusticia, desde la de las personas particulares, "clases estériles",
nobles ociosos, clero ignorante o falto de vocación y sentido de su
misión, altos funcionarios y gobernantes corruptos, derroche de la
Corte, personalidades sin ilustración o sentido patriótico hasta los
magistrados que no juzgan según el espíritu de las leyes o carecen de
la sensibilidad que la puesta al día en las ideas ilustradas ofrece. Don
Justo será el magistrado-filósofo, esto es, "sabio virtuoso y humano"
en El delincuente honrado.
Jovellanos, en su acendrado sentido de Estado, con una precisión y
acento rousseauniano, pide transparencia y objetividad en las relaciones
de los ciudadanos con el mismo y entre sí, y en las limitaciones
de su libertad:
"En efecto, estas relaciones no pueden ser oscuras ni dudosas pues
toda asociación bien constituida supone una autoridad que dirija, una
fuerza que defienda y una colección de medios que sustente. De aquí
es que todo miembro de una asociación, por el hecho de nacer o pertenecer
a ella, debe: primero, sacrificar una porción de su independencia
para componer la autoridad pública; segundo, una porción de
su fuerza personal para formar la fuerza pública; tercero, una porción
de su fortuna privada para juntar la renta pública, y en la reunión de
- 99 -

estos sacrificios se hallan los elementos esenciales del poder del Estado.
Pero el Estado, a cambio de estos sacrificios debe a todos y cada uno
de sus miembros la protección necesaria para que goce en plena seguridad
del residuo, primero, de su independencia; segundo, de su
fuerza; tercero, de su fortuna individual. Y pues este gobierno supone
una jerarquía y funciones atribuidas a cada uno de los miembros,
y orden y límites en el ejercicio de estas funciones, todo lo cual debe
regularse, ya por la Constitución del Estado, ya por la legislación, he
aquí el punto porque se debe graduar la perfección de una y otra; esto
es, la de toda institución social"(8).
Denuncia los vicios y defectos de la Constitución y de la legislación.
Pide un gobierno ilustrado, una universidad ilustrada y una nación
ilustrada, que no lo será porque tenga un puñado de sabios, sino
cuando todos sus miembros hayan alcanzado los conocimientos adecuados
a su condición de ciudadanos y a su profesión. Su preocupación
por la igualdad está presente sobre todo en su apuesta de educación
para todos, en el equiparamiento entre los dos sexos, en el rechazo
de toda discriminación y en el programa de representación política
en Cortes y las primeras elecciones que él diseñó. También en
la defensa del pueblo laborioso, "primer objeto de mis desvelos, clase
no menos recomendable a mis ojos por tus olvidados derechos,
que por tus inocentes fatigas", dice en la Oración inaugural del
Instituto"(9).
El uso que hace de los sustantivos igualdad, equidad y justicia y de
los adjetivos igual y justo y sus contrarios desigual e injusto, es continuo
en sus escritos. Tanto el rechazo de toda forma de mal, opresión
y privilegio, como sus remedios o sistema de reformas con buenas
leyes, buenas luces y buenos fondos, su sentido de Estado con su
visión de conjunto y de futuro, la exigencia de combinar el interés
público con el interés privado, la apuesta por la libertad que acabamos
de exponer, por la paz y fraternidad universal, por el bien común,
el trabajo -"pensión sagrada para todos"- (10), los valores morales:
amor a la verdad, frugalidad y austeridad, el amor público, la
competencia y preparación profesional y, en fin, todo cuanto perfecciona
al individuo y a la sociedad es objeto de una brillante defensa
- 100 -

por parte de don Gaspar, porque lo considera inscrito en la justicia y
orden natural.
El poder con su autoridad, las leyes y la fuerza tienen unos objetivos
muy bien definidos por la naturaleza y la razón; a veces cita también
la experiencia. Hay que dejar que las cosas humanas sigan el curso
señalado por la justicia, que se cifra en remover obstáculos, arbitrar
luces y ofrecer protección al interés de los agentes particulares. Incluso
en el conflicto de intereses domina el equilibrio. Los que no lo
respetan por justicia, lo hacen por utilidad y conveniencia. El orden
y equilibrio natural es justo y la autoridad y el Derecho no debe intervenir
sino es para garantizarlo e impedir que el egoísmo de los
particulares atente contra el bien público. Sólo en este caso la autoridad
y la legislación participarán de esa justicia natural. Lo que no
suele ocurrir:
"¡Oh sociedad! ¡Oh leyes! ¡Oh crueles
nombres, que dicha y protección al mundo
engañado ofrecéis, y guerra sólo
le dais, y susto y opresión y llanto!(11)
En el Informe en el expediente de Ley Agraria menciona el trastorno
del rol de la legislación en la propiedad privada. Rechaza los "sistemas
parciales, los proyectos quiméricos, las opiniones absurdas y las
máximas triviales y ratoneras, que tantas veces han convertido la autoridad
pública, destinada a proteger y edificar, en un instrumento de
opresión y ruina"(12).
Aunque confiesa que los hombres confían más en sus prevenciones
que en las leyes, son estas, sin embargo, quienes deben eliminar toda
arbitrariedad e injusticia:
"No serán los hombres sino las leyes quien dirija y defienda los derechos
de los ciudadanos en lo cual está cifrada la suma de la perfección
social", escribe Jovellanos en la Memoria en defensa de la Junta
Central (13).
En la Oración inaugural del Instituto recoge lo que llama "santos
oficios" de la legislación, pues "de ella pende principalmente la felicidad
de los pueblos":
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1. "Hacer la guerra a la ambición de la clase poderosa"
2. "Afirmar los cimientos de la soberanía"
3. "Cubrir a los inermes pueblos con el escudo de su protección"
4. Tanto en el Informe en el expediente de Ley Agraria como en la
Memoria de espectáculos habla también de proteger, no dirigir ni
coartar las libertades.
Jovellanos encuentra los principios de la justicia natural en la
razón que "es la única fuente de la ética, del derecho natural y aún
del derecho público universal"(14). No obstante inspirándose en
Montesquieu, insiste en el nexo que une las leyes a las costumbres,
el clima, la religión, las tradiciones y en general la idiosincrasia de
un pueblo. Su eclecticismo integra el historicismo y el racionalismo
jurídico, la razón histórica de la tradición patria y la razón ilustrada
que se ha mencionado antes, porque ambas son un reflejo del orden
natural, del equilibrio universal de la naturaleza que se impone también
en la sociedad humana.
A pesar de la importancia que concede al nuevo estatuto del
ciudadano, sabe por experiencia que "no son las leyes las que harán
la guerra al ocio que las burla y quebranta (...); el interés, unido a la
santa necesidad, le arrojarán del mundo"(15).
"¿Qué hacen las leyes?, me dirás. Estaba
por decirte que duermen, mas no puedo;
que antes bien, su desvelo nos acaba.
Siempre duras y firmes en su quedo
de mandar y vedar, y siempre iguales
en enseñarnos su importuno dedo,
cierran a toda industria los canales,
y halagan y alimentan la pereza,
y acrecen y eternizan nuestros males.
Bórralas de una vez, y la cabeza
verás sacar al laborioso ingenio,
y aliarse con la gran naturaleza.
Libre de susto y sujeción el genio
- 102 -

sus premios buscará, y a nuestro clima,
con Baco y Ceres, traerá a Cilenio;
cercará, poblará, pondrá en estima
el riego, y su sudor sobre la tierra
derramará, si no halla quien le oprima"(16).
En suma, Don Gaspar propugna una reforma de la legislación que
defienda la justicia y los derechos y libertades de los ciudadanos. Para
lo que asienta estos principios:
1. Protección del derecho a la propiedad privada estricto no sólo del
trabajo, sino de la tierra.
2. Defensa de la libertad laboral, industrial y comercial.
3. Uniformidad de las leyes e igualdad de los ciudadanos ante ellas.
4. Preparar la reforma y libertad política mediante un progresivo
cambio económico propiciado por la instrucción pública. "Para hacer
a los hombres felices era preciso ilustrarlos. Entonces renació el
aprecio de las letras, y la legislación, reconciliada con la sabiduría,
se apresuró a multiplicar los institutos de enseñanza pública"(17).
En la base de toda su crítica a las estructuras económicas, sociales y
políticas del Antiguo Régimen y de sus programas de regeneración y
reforma laten siempre los mismos principios: la igualdad, la justicia
y el derecho natural, al que asigna un fundamento trascendente:
"Un origen o primera fuente de moral debe ser reconocido antes de
reconocer sus preceptos. Prescindamos, si es posible , de las opiniones
de los hombre acerca de este origen: sea el que fuere, debe ser
sobrenatural, esencialmente bueno y eternamente constante, porque
sus leyes no pudieran dirigir la Naturaleza si no fueran superiores a
ella; debe ser esencialmente bueno, pues, a no serlo, no podría producir
buenas leyes: En fin, debe ser eternamente constante, porque
de otro modo sus preceptos fueran variables y perecederos como las
leyes humanas"(18).
La síntesis de su programa político concluye con este interrogante:
"¿Qué le puede faltar a una nación justa, instruida y rica?" (15); y la
conclusión del Informe en el expediente de Ley Agraria cifra sus objetivos
en "restablecer el imperio de la justicia sobre el imperio del
error"(19).
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Frente a las reformas que " prostituyen la verdad, destierran la justicia
y oprimen y llenan de rubor y de lágrimas a la desarmada inocencia",
el que está al frente del Estado " se ocupa sólo en fijar el
justo límite que la razón eterna ha colocado entre la protección y el
menosprecio de los pueblos"(20).
5.2 ISONOMIA
Partiendo de la igualdad de todos los individuos de la especie humana
en lo que atañe a su dignidad, como proclama el 1º de los artículos
de la Declaración universal de los Derechos humanos y que los
ilustrados subrayan con un énfasis especial, don Gaspar deduce como
una de sus primeras consecuencias la isonomía o igualdad de todos
ante la ley, o, lo que es para él coincidente, la uniformidad jurídica:
que las leyes sean iguales para todos los pueblos y ciudades del
Estado Español. En espera de que algún día lo sean para todos los
países europeos y, en fin, para todos los pueblos de la tierra, como su
espíritu "arrebatado por los inmensos espacios del futuro" (21) vaticina
en la Epístola a Inarco.
En el Discurso sobre la legislación y la historia sostiene que la
igualdad implica la isonomía. Algo en que comenzaron a trabajar,
según el magistrado asturiano, Fernando III y Alfonso X el Sabio.
Las Partidas "introdujeron en España los mejores principios de la
equidad y la justicia natural"(22).
Este objetivo de igualdad jurídica, exigencia de la justicia y el derecho
natural, fue uno de los grandes temas envolventes y globalizadores
que ocupó y preocupó al insigne magistrado-filósofo que consagró
su vida al servicio del Derecho.
Como Don Quijote consumió sus días de caballero andante en "desfacer
entuertos o injusticias", la actividad de Jovellanos en pro de la
prosperidad nacional parte, como premisa sine qua non de la regeneración
consistente en eliminar todo tipo de desigualdades, discriminaciones,
privilegios injustos, opresiones e injusticias. Sin falsa modestia,
al trazar la semblanza de sí mismo para su amigo González
Posada, le dice:
- 104 -

"sabes, que fui patrono
de la verdad y la virtud, y azote
de la mentira, del error y el vicio;
que fui de la justicia y de las leyes
apoyo y defensor."(23).
Ya desde Alfonso X sigue el rastro a una incipiente libertad, humanidad
y justicia que los siglos posteriores en parte oscurecerían y en
parte reivindicarían:
"Las obras de los antiguos filósofos, y lo que es más, las de los santos
Padres frecuentemente citados en las Partidas guiaron la nación
al estudio de la antigüedad profana y eclesiástica, y la inspiraron las
máximas de humanidad y justicia, que tanto brillaron en los gobiernos
antiguos. Así se fueron poco a poco suavizando la ferocidad y
rudeza que inspiraba en los ánimos la esclavitud feudal, el espíritu
caballeresco y la ignorancia de los primeros siglos. Desde entonces
se empezó a estimar a los hombres, y se hizo más preciosa su libertad;
la nación que ya se congregaba con más frecuencia en las cortes,
imbuida en mejores ideas, demandaba y obtenía de los reyes algunos
reglamentos útiles a la libertad de los pueblos; y por fin, la idea de
que estos eran el principal apoyo de toda autoridad, y de que donde
no hay pueblo, no hay tampoco nobleza ni soberanía, despertó el
amor a la muchedumbre, y este amor, aunque interesado, fue poco a
poco extendiendo la libertad y produciendo todos los bienes a que
conduce de ordinario.
Entre tanto iba creciendo en las grandes poblaciones la libertad de
los plebeyos a la sombra del gobierno y privilegios municipales. Vivían
por aquel tiempo los señores en sus castillos y casas fuertes,
ejerciendo sobre sus vasallos un dominio ruinoso y opresivo, mientras
que el pueblo, recogido en las villas y lugares, empezaba a gozar
de una tranquilidad provechosa"(24).
Partiendo de sus textos y de sus propuestas de acción política, don
Gaspar puede pasar por el gran paladín de la libertad y la igualdad
ante la ley. Ataca los abusos de las clases poderosas en favor de todos.
Su humanidad y altruismo en favor del pueblo laborioso busca
- 105 -

la defensa y el equilibrio de su debilidad frente a la nobleza y el alto
clero.
Refiriéndose a la Mesta, liga "desigual e injusta" que debe abolirse
por sus "exorbitantes privilegios", "abusivos en su observancia, perniciosos
en su objeto y destructivos del derecho de propiedad" (25),
dice que "entonces la reunión de los débiles contra los fuertes no era
otra cosa que el ejercicio natural de defensa" (26)
Quiere acabar con estos privilegios abusivos, pero no con los derechos
de la ganadería trashumante, como por ejemplo, el que tiene a
las cañadas -calles pastorum-, sin las cuales no podría existir.
Si el justo medio es la esencia de la virtud, -"nada es tan peligroso,
así en moral como en política como tocar los extremos"- (27) y el
valor moral es preferible a cualquier otro -"en el estado social es más
justo el hombre que mide su utilidad por el bien moral que el que la
mide por el bien físico"- (28), siendo la utilidad inseparable de la
equidad y de la justicia, pide que todos: ganaderos estantes y trashumantes,
y agricultores, sean juzgados por las mismas leyes y los
mismos tribunales, que todos gocen de "igual y justa protección"(29).
Que acabe el monopolio que supone el precio tasado de la
yerba, que se deje todo a la libre concurrencia donde el interés privado,
moviéndose dentro de los límites de " aquel justo equilibrio
que requiere el bien público"(30), promueva la riqueza de todos.
Las "leyes absurdas" y los "odiosos privilegios" no deben alterar
aquel equilibrio "porque ningún motivo de interés particular puede
justificar la derogación de los principios consagrados al bien general"(31).
Pide isonomía contra la amortización tanto eclesiástica como civil y
la exención de impuestos. "El clero goza ciertamente de su propiedad
con títulos justos y legítimos" (32) Pero esta propiedad "puede
ser un cebo para la codicia y un peligro para el orgullo de los débiles".
La economía nacional necesita la libre circulación de tierras y
don Gaspar propone la desamortización "no en odio de la Iglesia, sino
en favor del Estado". Si los mejores prelados luchan infatigablemente
"para restablecer la pura y antigua disciplina de la Iglesia",
"¿no será más justo esperar de su generosidad una abdicación deco-
- 106 -

osa, que le granjeará la gratitud y veneración de los pueblos, que no
la aquiescencia a un despojo que le envilecerá a sus ojos? (33)
Todo cuanto perturba la isonomía es considerado por Jovellanos
contrario a la razón y a la justicia. Refiriéndose a los privilegios del
dinero y los bienes muebles frente a la propiedad de la tierra y a las
diferencias regionales, argumenta:
"¿No somos todos hijos de una misma patria, ciudadanos de una
misma sociedad y miembros de un mismo Estado? ¿No es igual en
todos la obligación de concurrir a la renta pública, destinada a la protección
y defensa de todos? ¿Y cómo se observará esta igualdad no
siendo ni unas ni iguales las bases de la contribución? Y cuando el
resultado fuera igual a la suma, ¿no habrá todavía una enorme desigualdad
en la forma? ¿Por qué serán libres la propiedad y la renta
territorial en unas provincias, en unos pueblos, y serán esclavos y estarán
oprimidos en otros?" (34)
La misma falta de igualdad denuncia en el clero de su época, aun reconociendo
la justicia de privilegios e inmunidades personales concedidas
a los individuos y que las funciones del colectivo son necesarias
y venerables:
"¿Por ventura puede concederse alguna a una clase sin gravar las
condiciones de las demás, y sin destruir aquella justa igualdad fuera
de la cual no puede haber equidad ni justicia en materia de contribuciones?"
(35)
Quiere que se iguale a la agricultura con el comercio y la industria,
gremios, bancos y fábricas en el trato fiscal. En el fondo don Gaspar
pide igualdad en todo lo que atañe al fomento de la prosperidad nacional.
Reitera que esta prosperidad no es sólo material, sino moral y
que entre ambas hay un mutuo y fecundo influjo. El desarrollo de los
valores morales incide y mucho en la prosperidad de los Estados(36).
A él contribuye todo cuanto afecta a la ilustración, en que
don Gaspar encuadra "la religión, enviada desde el cielo a ilustrar y
consolar al hombre"(37).
A su vez, cuanto mayor sea el progreso material, más fácil es mantener
a cuantos no pertenecen al mundo del trabajo y la producción. El
problema que plantea Jovellanos es que descansando éstos sobre
aquel, como gráficamente lo representan los dibujos de crítica social
- 107 -

de Goya, o le dice con severidad a su amigo, el obispo de Lugo, don
Felipe Peláez Caunedo, que le niega reiteradamente la ayuda para el
Instituto y le invita a "tomar estado" (38), la balanza se ha inclinado
del lado de las clases no productivas, -"ociosas" o "estériles"- dirá
don Gaspar, hasta tal punto que "estorban" a la modernización del
País.
Su crítica a la ignorancia, la pereza, la ociosidad, la corrupción, el
"escolasticismo" universitario, la nobleza "gratuita" y a cuantos modi
vivendi perpetúan la desigualdad de no trabajar y afanarse por la felicidad-prosperidad
del País, al amparo de costumbres, leyes, y privilegios
desiguales e injustos, que van contra el bien común, es despiadada
y ofrece en ocasiones matices volterianos. Con la diferencia
de que el ilustrado asturiano mantiene sus creencias y propone medidas
de reforma.
También defiende la isonomía en el tema inquisitorial como se desprende
del apoyo que da a las conclusiones del Informe sobre el alto
tribunal de su amigo Tavira, obispo de Salamanca. Una de esas conclusiones
decía : "Si convendrá que las causas en el tribunal de la Inquisición
se conformen al derecho común y desaparezca el tenebroso
velo que las ha cubierto hasta ahora" (39).
5.3 IGUALDAD ENTRE LOS SEXOS
Tomando como base el orden y la justicia natural, de los que emanan
las "leyes primitivas de la naturaleza y de la sociedad" y cuanto en
ellas está implicado, D. Gaspar, que dirigiéndose a sus compañeras
se autoproclama "defensor de los derechos de vuestro sexo"(40), tomó
entre sus obligaciones reivindicar entre hombres y mujeres la
igualdad de derechos y obligaciones que la naturaleza les ha otorgado,
y las modas, educación, leyes y costumbres les han hurtado.
Critica y pide que se deroguen cuantas leyes consagran la discriminación
de los sexos, como contrarios a la naturaleza y a la razón,
principalmente en el matrimonio y en el terreno laboral y cultural.
No se olvida de las niñas en el tema de la educación. Recordemos la
escuela de Los Dolores para niñas pobres que promueve en Gijón y
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lo que establece en las Bases para un plan general de Instrucción
pública(41).
La Memoria sobre si se debían o no admitir las señoras en la Sociedad
Económica Matritense es una defensa de su presencia en dicha
sociedad hacia la igualdad entre hombres y mujeres(42). De ella entresacamos
estos principios que reflejan el progreso de la opinión de
Jovellanos en el tema.
Contra la prevención de los que dudaban de su admisión, se pregunta:
"¿Acaso están negados a nuestro sexo el celo y los talentos económicos?
¿Acaso están reñidas con él la urbanidad y la prudencia?
¿Tanto ha cundido la corrupción en nuestros días, que no puede encontrarse
una mujer sola que no sea objeto de distracción y embarazo
entre los hombres?" (43)
Recurre a los mejores momentos de la historia antigua en su apoyo:
"Las mujeres de la Grecia animaron alguna vez a los atletas y luchadores:
en Roma excitaban la aplicación de los histriones y los mimos;
pero en las monarquías pueden ser útiles a todas las clases, y
dar el tono a todas las condiciones"(44)
Renunciar a la aportación del sexo femenino sería un dispendio:
"Y qué, ¿sólo consideremos en esto nuestra utilidad? ¿Nada haremos
por la de este precioso sexo, de cuyos intereses tratamos? Y encargados
de promover el bien de la humanidad, ¿robaremos a la mitad
de ella el fruto que puede sacar del ejercicio de su virtud y sus talentos?"(45)
Su papel en la Sociedad es importante:
"Si ocurre pedir algún informe, hacer algún experimento, ofrecer algún
estímulo sobre objetos de su conocimiento, ¿qué fruto no podremos
sacar de sus luces, de sus inclinaciones y de sus facultades?
En suma, el conocimiento de los talentos, las afecciones, las conveniencias
de cada una, nos abrirá un manantial inagotable de recursos,
que podremos esperar de su parte"(46).
En conclusión:
"Las señoras deben ser admitidas con las mismas formalidades y derechos
que los demás individuos; que no debe formarse de ellas clase
separada; que se debe recurrir a su consejo y a su auxilio en las ma-
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terias propias de su sexo, y del celo, talento y facultades de cada
una"(47).
En el Informe sobre el libre ejercicio de las artes, ya citado(48), propone
la libertad de trabajo de hombres y mujeres. La Real Cédula de
2 de septiembre de 1784, expedida a consulta de la Junta General de
Comercio, Moneda y Minas, establecía que había que entender permitidos
a las mujeres todos aquellos trabajos propios de su sexo que
no chocaran ni con su delicadeza ni con su decoro.
Jovellanos dice en su informe que se debe ampliar a las mujeres "una
libre facultad de ocuparse en cualquier trabajo que les acomode"
(49) sin poner ninguna limitación, ni a sus fuerzas que sería inútil,
pues lo harán ellas mismas, ni a su decoro que varía con el progreso
de las costumbres públicas. "En efecto, así como cada Gobierno, cada
siglo. cada país tiene sus costumbres, tiene también sus ideas peculiares
de decoro y decencia"(50).
Después de enfatizar sobre la disposición de la mujer para todo tipo
ocupación, según veíamos en el apartado anterior sobre libertad en el
trabajo, resaltando la igualdad que les ha otorgado el Criador, pero
que han desfigurado las costumbres y la educación, introduciendo
una desigualdad que se pretende santificar con las leyes, confiesa:
"yo no puedo reconocer cuáles sean las artes que repugnen al sexo
femenino"(51).
Concluye diciendo "que la única excepción opuesta a la libertad de
las mujeres, debe suprimirse como inútil, y que lejos de fijarla o declararla
por medio de un reglamento, es más conveniente abolirla del
todo"(52).
En la Memoria de espectáculos y diversiones públicas (53) tratando
de la caza atribuye también a las costumbres, fruto de una mala educación
las "ridículas y dañosas diferencias" que hoy rompen la
igualdad entre los sexos y propone que sea una buena educación
quien lo remedie:
"No resonaba sólo en los montes, como en otro tiempo, el áspero son
del cuerno, sino que los llenaba la fiera armonía de atabales, bocinas
y trompetas. Ni ya cazaban sólo los caballeros y escuderos; que también
nuestras gallardas matronas, concurriendo a la diversión, la
- 110 -

hacían más agradable y brillante. Seguidas de sus dueñas y doncellas,
y bien montadas y ataviadas, penetraban por la espesura y gozaban
del fiero espectáculo sin miedo ni melindre. Lo común era que
observasen desde andamios, alzados al propósito, las suertes y lances
de la caza, sin que fuese raro ver a las más varoniles y arriscadas bajar
de sus catafalcos a lanzar sus halcones, o tal vez a mezclarse, con
su venablo en mano, entre los cazadores y las fieras. ¿Tanto podía la
educación sobre las costumbres! Y tanto pudiera todavía si encaminada
a más altos fines, tratase de igualar los dos sexos, disipando
tantas ridículas y dañosas diferencias como hoy los dividen y desigualan"(54).
Finalmente, como último texto del defensor del sexo femenino en
pro de la igualdad en el matrimonio, ante las leyes y en temas penales
como el adulterio, podemos citar uno de carácter literario y en
verso, que probablemente surgió con ocasión de un asunto concreto:
las desavenencias matrimoniales y el mal comportamiento del conde
de Teba con su esposa. Es una sátira que el profesor Caso González
ha titulado con acierto: Contra la tiranía de los maridos (55). En ella
critica el despotismo del marido que se arroga un poder no recibido
de la naturaleza que "no entiende de sexos":
"Y ¡quién te ha dado, bárbaro , ese imperio
que tan altivo ostentas? ¿Quién? ¿Natura,
alma Natura? No, sus sacras leyes
no distinguen de sexos"(56).
Y añade:
"A par de tu ambición vano remonta
de su alto ser los nobles privilegios,
todos ellos herencia de Natura,
contigo Elisa en igualdad divide"(57).
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Anota que desde remotos tiempos el hombre subyugó al sexo femenino,
le degradó y le esclavizó, quedando de ello testimonio en las
leyes de pueblos antiguos como los asirios y galos. Esta desigualdad
y esclavitud es intolerable para el oráculo de la razón, que es inmortal,
intemporal y ubicua. Además esclavitud e igualdad son incompatibles:
"Y ¡qué causa
su suerte rebajar pudo al extremo
de hacerla esclava de su igual? ¿Quién pudo
hacerte su señor? Suertes iguales
os dio el sagrado lazo, a un mismo yugo
os sujetó a los dos una coyunda,
dulce coyunda, que formado había
amor, que distinciones no consiente,
ni hace paces jamás con el respeto"(58).
Termina pidiendo que desaparezca la tiranía del varón, "resto de
nuestras bárbaras costumbres" y contraria a las sagradas leyes de la
naturaleza, y que el respeto mutuo reine en la unión conyugal.
5.4 DEFENSA DE LAS MINORIAS Y DE LOS MARGINADOS
Antes de terminar la defensa que hace el insigne asturiano de los
principios básicos de igualdad y justicia, y el ataque a todo tipo de
discriminaciones, como la del pueblo laborioso frente a las clases
más influyentes, no podemos pasar por alto que es el abogado de las
minorías, en lo que probablemente debe más a la ilustración inglesa
y su sistema político bicameral, que a la francesa con el tema de la
voluntad general de Rousseau.
Son estas minorías, principalmente, los vaqueiros de alzada, los gitanos,
los judíos conversos, los pobres y los presos . A la defensa de
los primeros dedica toda una carta, la 9ª de las dirigidas a Antonio
Ponz para incluirla en su Viaje de España y que no llevó a cabo por
sorprender a este último la muerte antes de que don Gaspar hiciese
- 112 -

algunas correcciones. Otros colectivos como gitanos y judíos salen
de pasada en sus escritos. En Sevilla le inquietaba la situación de artesanos,
menestrales y necesitados, según el testimonio de su biógrafo,
Ceán Bermúdez (59). De todos modos, de su preocupación por la
beneficencia y los menesterosos hay múltiples testimonios en su vida
y obra.
El tema de los gitanos aparece en El delincuente honrado, Acto II,
Escena 2ª. Un Real Decreto del último cuarto de siglo les reconocía
algunos derechos y libertades, aunque todavía muy lejos de lo que
hoy es el sentir común. Pero suponía un avance sobre la legislación
anterior. Jovellanos por su experiencia como Alcalde del Crimen en
la Audiencia sevillana los trató con humanidad, respeto y hasta simpatía.
En el drama salen favorecidos en boca de Don Simón, el juez
chapado a la antigua, que los detesta.
Contrapone dos actitudes a la hora de aplicar las leyes, la del que lo
hace ad pedem litterae, como el citado Don Simón, y la de Don Justo,
recto, inteligente, humano, que tiene en cuenta su función social y
penetra su espíritu sin cuyos requisitos es muy fácil arbitrar castigos
injustos. La humanidad de Becaria circula por su obra. También algunas
alusiones a Montesquieu.
En el Informe sobre indultos generales (60) y en el Informe en el expediente
de Ley Agraria propone la redención de las penas por el
trabajo y la reinserción social de los penados. Considera los presidios
un semillero de nuevos desórdenes por lo que propone "casas de
corrección" y penas alternativas a cumplir en la milicia, los arsenales
o las obras públicas:
".tocamos por experiencia que los presidios corrompen el corazón y
las costumbres de los que pasan a ellos; que los perversos se consuman
allí en su perversidad, y los que no lo son vuelven perversos.
Por tanto, juzga la sala que sólo deberían destinarse a los presidios
aquellos reos de delitos feos, que por su malignidad no quepan ni
puedan vivir en otro destino; pero de ningún modo aquellos que han
delinquido más por inconsideración y fragilidad que por malicia, y
en quien la esperanza de la enmienda sea justa y bien fundada"(61).
Acerca de las casas de corrección formula estos deseos:
- 113 -

"Quisiera ver erigidas unas casas de corrección, donde pudiese destinarlos
por algún tiempo, aunque fuese rebajándoles de sus condenas,
para que acostumbrándose allí a un trabajo más suave y menos
forzado que el de los presidios, y viviendo algunos años bajo de una
disciplina más recogida y provechosa, pudiesen reformar sus costumbres,
recibir mejores ideas, acostumbrarse al recogimiento y al
trabajo, y finalmente convertirse en vecinos útiles"(62).
También aboga por la no discriminación de los judíos conversos, de
los que "la fe ya nada tiene que temer" (63) y aborrece las pruebas de
limpieza de sangre, aunque por su oficio tuviera que llevarlas a cabo.
Sobre el origen de los vaqueiros de alzada sostiene Jovellanos una
opinión novedosa en su tiempo, pero que a fin de cuentas es hoy la
tesis vigente.
Los vaqueiros, repartidos tanto por la costa como por la montaña asturiana,
no tienen un origen étnico distinto de la población de las aldeas
que los rodean. Se han marginado y/o los han marginado por su
modo de vida.
La atmósfera de curiosidad, atención y respeto con que los trata funda
una pedagogía no sólo de tolerancia y no discriminación hacia
ellos, sino de auténtica comprensión, poniendo en evidencia la injusticia
de quienes los consideran inferiores, los someten a toda clase de
humillaciones incluso en los templos y están cargados de absurdos
prejuicios hacia ellos. La pedagogía jovellanista educa en la igualdad,
la mejor convivencia entre aldeanos y vaqueiros, respetando en
todo caso sus brañas, peculiaridades, usos y costumbres. Jovellanos
encomia su libertad:
"Es menester confesar que si hay un pueblo libre sobre la tierra lo es
éste sin disputa, no porque no esté como los demás sujeto a las leyes
generales del país, sino porque su pobreza le exime de las civiles, y
su inocencia de las criminales. Aun los reglamentos económicos no
tienen jurisdicción sobre él, porque cultiva sólo para existir, y trafica
con el mismo fin, y sólo en los mercados libres"(64).
- 114 -

Finalmente, en este tratamiento y respeto por las minorías debe mencionarse
también el uso y atención que presta a lenguas como el bable
y el mallorquín.
Acerca del Bable, que conocía bien, y usó algo en su Correspondencia,
sobre todo desde su cautiverio en Bellver, o intercalando en sus
escritos voces típicas asturianas, que les adornan con un cierto matiz
costumbrista y pintoresco, redactó un Apuntamiento(65). Escribe:
"El dialecto asturiano que tratamos de recoger es la lengua viva de
nuestro pueblo; todos le mamamos, por decirlo así, con la primera
leche; va pasando tradicionalmente de padres a hijos y se continúa
de generación en generación"(66).
Refiriéndose al uso oral del mismo, añade:
"¿Quién es el que no le habló en su primera edad? ¿Quién el que no
le habla todos los días con el criado, el labrador, el menestral?
¿Quién, en fin, el que presente no se complace en ejercitarle, y ausente
de su patria, en recordarle y oírle?"(67)
Su biógrafo Ceán recoge su labor en este campo: "Trató de formar
una academia o reunión, como él llamaba, de amigos compatriotas,
en la que se hablase y discurriese sobre materias literarias, pertenecientes
a aquel Principado. comenzó por la formación de un Vocabulario
del dialecto asturiano, y después siguió por la de un Diccionario
del mismo Principado"(68).
En lo tocante a la atención que prestó Jovellanos a las esencias mallorquinas,
como el lulismo (69) y la naturaleza, la historia y el arte
de la Isla (70), ya hemos hablado. Su actitud respecto al mallorquín,
como respecto al bable, o al castellano en competencia con las
Humanidades clásicas, la definen estas palabras: "La lengua nativa
será siempre para el hombre el instrumento más propio de comunicación"
(71).
En coherencia con este principio, y con el conjunto de su pedagogía
ilustrada, escribe:
"Quisiera yo asimismo que por vía de apéndice de esta enseñanza, se
aplicasen los principios de la gramática general a nuestra lengua mallorquina,
y se diese a los niños una cabal idea de su sintaxis. Siendo
la que primero aprenden, la que hablan en su primera edad, aquella
en que hablamos siempre con el pueblo, y en que este pueblo recibe
- 115 -

toda su instrucción, visto es que merece mayor atención de la que le
hemos dado hasta aquí. Se dirá que la amamos, y es verdad, pero no
la amamos con ciego amor. El mejor modo de amarla será cultivarla.
Entonces conoceremos lo que vale y lo que puede valer; entonces
podremos irla llevando a la dignidad de lengua literata; entonces irla
perfeccionando a la exactitud del estilo didáctico y a los encantos de
la poesía; y entonces, escribiendo y traduciendo en ella obras útiles y
acomodadas a la comprensión general, abriremos las puertas de la
ilustración a esta muchedumbre de mallorquines cuya miserable
suerte esta vinculada en su ignorancia, y su ignorancia será invencible
mientras no se perfeccione el principal instrumento de su instrucción"(72).
N O T A S
(1) BAE 46, p. 295b.
(2) Ibíd. p.297b-298a
(3) Ibíd.
(4) Madrid 1975, p.31 con prólogo de M. Tuñón de Lara.
(5) BAE 46, p.256a.
(6) Ibíd. p. 256a
(7) Ibíd.
(8) Ibíd., p.256
(9) BAE 46, p.323b
(10) O.C., v.I, p.288
(11) O.C. v.I, p.287
(12) BAE 50, p. 122a
(13) BAE 46, p.549
(14) Reglamento de Calatrava, BAE 46, p. 208b.
(15) O.C. v. I, p.275.
(16) Ibíd.
(17) BAE 46, p. 319.
(18) BAE 87, p.12a.
(19) BAE 50, p.135b.
(20) Ibíd.
(21) BAE 46, p. 316b.
- 116 -

(22) BAE 46, p.296
(23) O.C. I, p.300.
(24) BAE 46, p. 296b-297a.
(25) BAE 50, p. 98a.
(26) Ibíd. 97a.
(27) Ibíd. 95b.
(28) Ibid. 96a
(30) Ibíd.
(31) Ibíd., p.97b.
(32) Ibíd., p.
(33) Ibíd., p.103a.
(34) Ibíd., p.119a.
(35) Ibíd., p. 119b.
(36) BAE 46, p. 231.
(37) BAE 46, p.312b.
(38) O.C., II, p. 478 ss. y 499 ss.
(39) Caso González, op. cit. v.II, p. 465.
(40) BAE 46, p. 317
(41) BAE 46, p.274a.
(42) BAE 50, 53 ss.
(43) l. cit., p. 55a.
(44) Ibíd. p. 55b.
(45) Ibíd.
(46) Ibíd. p. 56b
(47) Ibíd.
(48) BAE 46, 33 ss.
(49) l. cit., p.33b.
(50) l. cit., p.33b.
(51) l. cit., p.34b.
(52) Ibíd.
(53) BAE 46, 480 ss.
(54) l. cit. p. 484a.
(55) O.C., I, p. 293 ss.
(56) vv.15-18, l. cit., p.294.
(57) vv.21-24, Ibid.
(58) vv.75-83. Ibíd., p.295.
- 117 -

(59) Op. cit., p.32.
(60) BAE 46, 451 ss.
(61) l. cit., p.453a.
(62) Ibíd., p.353b.
(63) BAE 87, 333b.
(64) Cartas del viaje de Asturias, v.II, Oviedo 1981, p.56
(65) BAE 46, p343 ss.
(66) BAE 86, 172b.
(67) Ibíd
(68) Op. cit. p.230.
(69) BAE 50, p. 492 ss.
(70) BAE 46, p.391-447.
(71) BAE 46, p. 244b.
(72) Ibíd., p.245b.
6. PAZ Y FRATERNIDAD UNIVERSAL
6.1 DE LA REALIDAD A LA UTOPIA
Es sabido que el siglo de las luces es una época en que se soñó ampliamente
en un mundo fraternal y feliz que tiene su expresión en lo
que se conoce como las utopías de los ilustrados, que en ocasiones se
inspiran en un pasado natural o social idealizado. Autores como Mably,
Morelly, Linguet, Raynal o Meslier, algunos citados por don
Gaspar, compusieron algunas de ellas. Pero la que más influjo tuvo
en la Revolución Francesa fue la de Rousseau, dispersa en el conjunto
de su obra, pero expuesta expresamente en Extrait du projet de
paix perpétuelle de M. Abbé de Sait Pierre. Bernardino de Sait Pierre
había elaborado a principios de siglo una utopía de paz perpetua
que Rousseau difundió en esta obra. Es casi seguro que Jovellanos
conocía estas teorias, pues leyó con asiduidad al filósofo francés en
los años noventa. En su Diario dice repetidamente: "paseo con
J(uan) J(acobo) o "lectura en Las Confesiones".
- 118 -

Por aquellas fechas, Kant hizo público su ensayo Sobre la paz perpetua
(1795). Una década antes había visto la luz Idea de una historia
universal en sentido cosmopolita (1784). No nos consta que Jovellanos
conociera los escritos del filósofo alemán cuyo nombre no aparece
entre los volúmenes de sus bibliotecas o autores citados. Lo que
no obsta para encontrar muchas ideas coincidentes. Por ejemplo, la
tesis central del último ensayo citado de Kant supone una teleología
o finalismo natural que actúa también en la historia humana: el orden
o equilibrio social es efecto de la lucha de contrarios o antagonismo
entre los individuos y grupos. Don Gaspar escribe en el Informe en
el expediente de Ley Agraria:
"Aquella continua lucha de intereses que agita a los hombres entre sí
establece naturalmente un equilibrio que jamás podrán alcanzar las
leyes." (1)
Aparte de que la formulara de un modo casi idéntico al irlandés
Francisco Hutcheson, profesor de Filosofía Moral en Glasgow, "cuyo
método es el que más se acerca a nuestras ideas y deseos" (2), al
fondo se oye el eco de la clásica concepción dialéctica de la realidad
ya desde los Presocráticos. Del viejo Heráclito son estas palabras:
"La guerra es el padre y rey de todas las cosas; a unas las muestra
como dioses y a otras como hombres, a unos los hace esclavos y a
otros libres" (3).
Kant dirá que las guerras, que "son el mayor obstáculo de la moral",
"forman otros tantos intentos (no en la intención de los hombres, pero
sí en la de la naturaleza) de procurar nuevas relaciones entre los
Estados (...) y formar nuevos cuerpos." Jovellanos asegura, por su
parte, que "un Gobierno ilustrado jamás emprenderá una guerra" (4).
El antagonismo entre los individuos y los grupos se traslada a un antagonismo
entre Estados, cuyo final, piensa Kant será la confederación
de todos los pueblos de la tierra, en una paz perpetua, una ciudadanía
mundial y una hospitalidad universal que estarán recogidas
en las leyes. Todo lo cual está inscrito, según el filósofo alemán, en
el finalismo de la naturaleza que conducirá a la especie humana a su
máxima perfección y más alto grado de convivencia. Tomar conciencia
de ello es un modo de colaborar a que esta sociedad universal
y paz inviolable se alcance.
- 119 -

Estas ideas se encuentran literalmente en Jovellanos. Su talante de
comedido reformista, que propugna los valores ilustrados y se considera
"defensor de la libertad" (5), rechaza "el furor de los revolucionarios
franceses" y se muestra en un principio crítico con la utopía
rousseauniana. Pero su escepticismo inicial hacia estos temas utópicos,
similar al que sentirá frente a otros, como el régimen de propiedad
comunal que defiende Godwin, quien, "si en lugar de formar una
teoría, tratase de una mejora real, debería dejar su sistema a la meditación
de los sabios y proponer otro realizable" (6), va cediendo bajo
la influencia de las lecturas de Rousseau y de su amigo, Alexander
Jardine, que le escribe sobre todos estos asuntos y es autor de Cartas
de Berbería, Francia, España, Portugal, etc.(7) Jovellanos lee las
Cartas Inglesas en otoño del 94. Unos meses antes comenta en su
Diario (25 de agosto de 1794):
"Dos cartas de A(lexander) J(ardine) sobre sus repetidas ideas; que
hay allí gentes con quien se puede hablar; le digo si aquí también;
son sueños" (8),
De las Confesiones de Rousseau comenta en el Diario del día siguiente:
"Hasta aquí no he hallado en esta obra sino impertinencias bien escritas,
muchas contradicciones y mucho orgullo" (9).
Sin embargo continúa con la lectura del autor de las Confesiones varios
meses más y se produce un cambio en él. Acepta los "sueños"
que hace suyos, e, incluso, piensa y refiere su propia utopía en varios
escritos, redactados todos ellos después de la lectura de los citados
Rousseau y Jardine.
6.2. DESEOS Y PREVISIONES PARA EL FUTURO
Le preocupa el tema de la propiedad individual que manda reiteradamente
estudiar a su amigo Cabarrús. La última vez el miércoles, 4
de junio de 1794 (10). El día anterior había escrito: "la idea de propiedad
común se debe proponer como una teoría" (11) Ibíd.
Ya en el Informe en el expediente de Ley Agraria había anotado que
la transmisión hereditaria y la propiedad privada no están inscritas
- 120 -

en la naturaleza, y el sentido de propiedad entre los indígenas es muy
leve, así como en el estado natural. "¡Ojalá que jamás la hubieran entendido
(los hombres)!" (12).
En la Epístola a Inarco (1796), el mejor resumen de su utopía, escribe:
".El fatal nombre
de propiedad, primero detestado,
será por fin desconocido. ¡Infame,
funesto nombre, fuente y sola causa
de tanto mal! Tú solo desterraste,
con la concordia de los siglos de oro,
sus inocentes y serenos idas;
empero al fin sobre el lloroso mundo
a lucir volverán, cuando del cielo
la alma verdad, su rayo poderoso
contra las torres del error vibrando,
las vuelva en humo, y su asquerosa hueste
ahuyente y hunda en sempiterno olvido." (13)
La fraternidad universal y paz perpetua, inspirada sobre todo en
Rousseau, es un anhelo a que alude reiteradamente en la Memoria de
Educación Pública, en los Discursos del Instituto, en la Epístola a
Inarco -respuesta a la que con este nombre le envió Leandro Fernández
de Moratín desde Roma- y en el Diario. El 17 de agosto de 1795
escribe: "empiezo a columbrar un tiempo de paz y fraternidad universal;
un consejo general para establecerla y conservarla".
Su clarividencia le lleva a anticipar la Confederación de las naciones
ilustradas de Europa como una primicia de la Sociedad Universal del
futuro, pacífica y fraterna, erigida de abajo arriba sobre la educación
e instrucción pública.
En el Tratado teoríco-práctico de Enseñanza, o citada Memoria de
Educación Pública expresa su visión de futuro al respecto en cuatro
interrogantes introducidos con la misma pregunta: "¿Quién no ve.? A
continuación presenta como algo evidente en lontananza los frutos
de la ilustración:
- 121 -

1. Cuanto más crezca la ilustración, mayor será la perfección de las
facultades físicas y morales del hombre y de los sistemas de asociación
que los reúne, mejor la conducta pública y privada de los pueblos
y menores sus males y desórdenes.
2. El progreso de la ilustración hará que los gobiernos se ocupen sólo
y constantemente de la felicidad de los gobernados, que las naciones
en vez de perseguirse y destrozarse por miserables objetos de interés
y ambición, estrechen entre sí los vínculos de amor y fraternidad
a que los destinó la Providencia.
3. Este mismo progreso de la instrucción conducirá algún día, primero
las naciones ilustradas de Europa, y al fin las de toda la tierra, a
una confederación general, cuyo objeto sea mantener a cada una en
el goce de las ventajas que debió al cielo, conservar entre todas una
paz inviolable y perpetua, y reprimir no con ejércitos ni con cañones,
sino con el impulso de su voz, que será más fuerte y terrible que
ellos, al pueblo temerario que se atreva a turbar el sosiego y la dicha
del género humano.
Finalmente, concluye que esta Confederación de las naciones y sociedades
que cubren la tierra es la única sociedad general posible en
la especie humana, la única a que parece llamada por la naturaleza y
la religión, y la única que es digna de los altos destinos para que la
señaló el Criador.
Ya en el Discurso sobre la geografía histórica, pronunciado en el
Instituto el 16 de febrero de 1800, un año antes de su deportación a
Mallorca, había dicho que los hombres, abusando de la geografía,
han prostituido sus luces a la dirección de tantas sangrientas guerras,
tantas feroces conquistas, tantos horrendos planes de destrucción exterior
y de opresión interna como han afligido al género humano.
Pero no se puede imputar a esta ciencia inocente y provechosa las
locuras y atrocidades de la ambición, y se pregunta:
"¿No será más justo atribuir a sus luces estos pasos tan lentos, pero
tan seguros, con que el género humano camina hacia la época que
debe reunir todos sus individuos en paz y amistad santa? ¿No será
más glorioso esperar que la política, desprendida de la ambición e
ilustrada por la moral, se dará prisa a estrechar estos vínculos de
- 122 -

amor y fraternidad universal, que ninguna nación ilustrada desconoce,
que todo corazón puro respeta, y en los que está cifrada la huella
de la especie humana?" (14)
Y responde con este pronóstico de esperanza:
"Entonces ya no indagará la geografía naciones que conquistar, pueblos
que oprimir, regiones que cubrir de luto y orfandad, sino países
ignorados y desiertos, pueblos condenados a oscuridad e infortunio,
para volar a su consuelo, llevándoles con las virtudes humanas, con
las ciencias útiles y las artes pacíficas, todos los dones de la abundancia
y de la paz para agregarlos a la gran familia del género
humano y para llenar así el más santo y sublime designio de la creación."
(15)
Él, que sostiene que un Gobierno ilustrado jamás declarará una guerra,
hace estas propuestas de ocupación para el ejército:
"¿Por qué no se emplearán las tropas en tiempos pacíficos en la
construcción de caminos y canales, como ya se ha hecho alguna vez?
Los soldados de Alejandro, de Sila y de Cesar, esto es, de los mayores
enemigos del género humano, se ocupaban en la paz en estos útiles
trabajos; ¿y no podremos esperar que el ejército de un rey justo,
lleno de virtudes pacíficas y amante de los pueblos, se ocupe en labrar
su felicidad y consagre a ella aquellos momentos de ocio que,
dados a la disipación y al vacío, corrompen el verdadero valor, y
arruinan a un mismo tiempo las costumbres y la fuerza pública?
¿Qué de empresas no se podrían acabar con tan poderoso auxilio!
¿Cómo no crecerían entonces la riqueza y fuerza del Estado!" (16)
N O T A S
(1) BAE 50, p. 82b.
(2) BAE 46, p. 209b.
(3) Kirs, G.S., y Raven, J.E., Los filósofos presocráticos, Madrid
1969, p. 276.
(4) BAE 87, p. 198.
(5) O. C. VI, p. 584.
(6) O.C., II, p. 636.
- 123 -

(7) Londres 1790.
(8) O.C., VI, p. 632-633.
(9) Ibíd. p.633.
(10) Diario, 4/6/94, O.C., VI, p.588.
(11) Ibíd.
(12) BAE 50, 103b.
(13) O.C.I, p. 287
(14) BAE 46, p.326b.
(15) Ibíd.
(16) BAE 50, 132b-133a.
7. SENSIBILIDAD HACIA LA NATURALEZA
7.1 MODOS DE ACERCARSE A ELLA
Se trata de un tema básico de la Ilustración, que está en la base de la
pedagogía jovellanista de Educación en Valores. Hoy es fundamental
a este respecto. La formación sobre la conservación de la naturaleza
y todo cuanto atañe a la ecología es un capítulo muy importante
de la actual educación integral.
Jovellanos no sólo educa para la paz, oponiéndose a la guerra y a todo
tipo de violencia como la tortura, que trata, de acuerdo con la
humanidad de Becaria, como hemos dicho, en su comedia lacrimosa
El delincuente honrado, consiguiendo algo en la Audiencia de Sevilla
a este respecto cuando era Alcalde del Crimen, (la supresión del
tormento en la legislación no se consiguió hasta las Cortes de Cádiz)
(1), sino que además de formar en los derechos humanos, llama
constantemente, casi obsesivamente, la atención sobre la naturaleza.
Fue también en esto un claro precedente en España que la Historia
de la Educación no puede pasar por alto.
En sus múltiples textos al respecto podemos inducir una triple perspectiva
bajo la cual se relaciona con la naturaleza:
1ª La poética, sentimental, que algunos consideran claramente prerromántica,
o estética, implicando una nítida actitud ética que pasa
de la admiración y el éxtasis natural al respeto de la naturaleza.
- 124 -

2ª. La científica o ilustrada, en su doble matiz teórico y práctico; es
decir, conocimiento de sus fuerzas y secretos y dominio y aplicación
de los mismos para el bien común, respectivamente.
3ª La perspectiva filosófico-religiosa. La admiración de la belleza,
orden y armonía natural produce en el ilustrado asturiano una calma
y serenidad propicia a la reflexión del filósofo que se remonta al
Fundamento de todas las cosas frente al que adopta una actitud de
reverencia y adoración.
7.2 IDEAL ESTÉTICO Y TEXTOS MÁS RELEVANTES
Don Gaspar encuentra su ideal estético en la naturaleza, "primer
modelo y prototipo de las artes" (2), cuyo estudio, disfrute e imitación
es el quicio de toda su pedagogía:
"Cuando recomendamos encarecidamente a nuestros jóvenes artistas
la imitación de la naturaleza, no se crea que pretendemos retraerlos
de trabajar sobre el antiguo; antes por el contrario quisiéramos que
observándole y estudiándole a todas horas, aprendiesen a buscar en
la naturaleza misma aquellas sublimes perfecciones que tan bien imitaron
en ella los griegos. Pero nunca deberán olvidar que en las artes
de imitación la verdad debe formar el primer objeto del artista." (3)
De ahí que su pintor favorito es Velázquez, "poco conocido" y
"atlante de la pintura":
"¿Quién tuvo más verdad en el colorido, más fuerza en el claroscuro,
más sencillez en la expresión, más variedad, más verdad, más sabiduría
en los caracteres?" (4)
La imitación de la naturaleza forma parte de su verismo:
"Alaben otros, en hora buena la belleza ideal, buscada casi siempre
en vano por los correctores de la verdad y la naturaleza, mientras que
aplaudiendo sus conatos, damos nosotros a Velázquez la gloria de
haber sido singular en el talento de imitarla." (5)
En escritos como las Memorias histórico-artísticas de arquitectura
(6), obra de su cautiverio mallorquín, hay rasgos fácilmente identifi-
- 125 -

cables como prerrománticos, no sólo por la evocación y valoración
del Medievo que hace en la descripción del Castillo de Bellver, sino
por la unión que establece entre el arte y la naturaleza y el modo de
acercarse a esta. Le interesa todo en ella, lo animado -flora y faunay
lo inanimado -paisaje-, que relaciona con la historia, la psicología
de sus evocaciones, y la técnica. Todo ello, en un marco literario con
un fondo pedagógico, nos da una visión ilustrada enciclopédica o
globalizante. Como curiosidad, cabe recordar que su acercamiento
científico a la fauna le lleva a descubrir y describir un insecto al que
los científicos han dado su nombre.
En otros escritos como el Diario se encuentran todos los modos expuestos
de acercarse a ella y todas las perspectivas bajo las que contemplarla:
observaciones geológicas y geográficas, descripciones del
hábitat, llamadas al aprovechamiento de los recursos del suelo y del
subsuelo, puertos y posibilidad y facilidad de las comunicaciones.; y
también vivencias poéticas, sentimientos ético-estéticos de gran lucidez
y compenetración con el medio ambiente, reflexiones filosóficas
y religiosas.
De los muchos ejemplos que pueden entresacarse de su Diario
hemos escogido dos que son modélicos de su grado de compenetración
con el medio natural y reflejo de la paz interior que le produce:
1. El 28 de julio de 1994 anota junto al río Teverga, en la bajada del
puerto de La Mesa:
"Es un sitio delicioso, a la margen de las sonoras aguas y a la sombra
de un hermoso avellano. Todo es poético, si la imaginación ayudara;
pero pasó la edad de esta especie de ilusiones. Voy a dejarlo aunque
siento arrancarme de tan agradable situación. ¡Oh naturaleza! ¡Qué
desdichados son los que no pueden disfrutarte en estas augustísimas
escenas, donde despliegas tan magníficamente tus bellezas y ostentas
toda tu majestad!" (7)
2. El 30 de julio de 1794 describe así su experiencia del día anterior
en el cerro de Santa Catalina:
- 126 -

"Nubes; calma; anuncia calor igual al de ayer. No puedo echar de mi
memoria la situación de Santa Catalina en la noche de ayer. la dudosa
y triste luz del cielo; la extensión del mar, descubierta de tiempo
en tiempo por medrosos relámpagos que rompían el lejano horizonte;
el ruido sordo de las aguas, quebrantadas entre las peñas al pié de la
montaña; la soledad, la calma y el silencio de todos los vivientes
hacían la situación sublime y magnífica sobre toda ponderación. En
medio de ella irrumpió mis meditaciones el ¿Quién vive? de un centinela
apostado en el pórtico de la ermita, el cual, oída la respuesta
echó a cantar en el tono patético del país, y esta única voz, de que yo
me alejaba poco a poco, contrastaba maravillosamente con el silencio
universal. ¡Hombre!, si quieres ser venturoso, contempla la naturaleza
y acércate a ella; en ella está la fuente del escaso placer y felicidad
que fueron dados a tu ser." (8)
7.3 EDUCACION PARA EL DESARROLLO
En los Discursos del Instituto aparecen los tres modos de acercarse a
la naturaleza citados. La Oración Inaugural es toda ella una apología
de su estudio. En ella hace esta invitación:
"Venid vosotros a estudiar la naturaleza; poned los ojos en este gran
libro que la Providencia abrió ante todos los hombres para que continuamente
le leyesen; buscad en su inmenso volumen aquellas páginas
que el dedo de la verdad ha señalado." (9)
La lectura, el estudio de la naturaleza produce una doble felicidad: la
que se identifica con la paz interior, como aseguran sus textos literarios,
y la felicidad- prosperidad privada y pública:
"Buscad la felicidad en el conocimiento de la naturaleza" (10), les
dice a sus alumnos, para significarles que se dediquen a las ciencias
útiles, es decir, las exactas y naturales. La divisa del Instituto: "Quid
verum, quid utile", verdad y utilidad, sintetiza este estudio. Estudiar
la naturaleza es arrimar el hombro para el desarrollo y la modernización
del País. Porque España necesitaba técnicos con una sólida
formación teórica o científica y una no desdeñable formación humanística:
- 127 -

"¿Qué sería de una nación que en vez de geómetras, astrónomos, arquitectos
y mineralogistas, no tuviese sino teólogos y jurisconsultos?"
(11)
El dominio técnico de la naturaleza que sus facultades intelectuales
otorgan al ser humano para la explotación de sus recursos, tiene unos
límites precisos que la lógica y la ética-estética de su humanismo
ilustrado impiden traspasar. Jamás ha de usarse este dominio para la
violencia, la destrucción o la muerte:
"Pero estos dones preciosísimos, dados al hombre para conocer la
naturaleza y poseerla, ¿serán convertidos por su orgullo en instrumentos
de opresión y de ruina?" (12)
Y añade:
"Reconozcamos, pues, que no teniendo otra superioridad que la de
nuestra razón, si por ella dominamos la naturaleza, debemos también
dominar según ella." (13)
En el contexto de su educación para la paz y el progreso hay que
subrayar las palabras con que anima a sus alumnos al cultivo de las
"artes inocentes y pacíficas", a la investigación para la paz y la vida,
citadas anteriormente. "Sí, demasiado se han escudriñado las fuerzas
de la naturaleza para afligirla y conturbarla; demasiado se han perfeccionado
los instrumentos de su ruina y desolación." (14)
El estudio de la naturaleza, es decir, de las ciencias útiles para la felicidad-prosperidad
nacional y de los particulares es el eje de su plan
de reforma educativa, quintaesenciada en el citado lema del Real
Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía, centro piloto a multiplicar
por todo el territorio nacional como le dice a Godoy (15). Era
muy grande el cúmulo de prejuicios ("preocupaciones") que había
que vencer para levarlo a cabo. Una Universidad volcada en las
ciencias especulativas, o disciplinas tratadas especulativamente, en
función de las profesiones que Cadalso llama de ergo, las únicas entonces
bien remuneradas, era no sólo impermeable al cambio de giro
jovellanista, sino opuesta a toda reforma ilustrada. Sin embargo, don
Gaspar, asomado al progreso europeo y americano, y al futuro, la estimaba
indispensable para salir del atraso y acceder a la modernización
del país.
- 128 -

Aquí radica el secreto de su decidida apuesta por el estudio de la naturaleza
con la atención a las ciencias experimentales. Lo que no
significa romper ni con el rigor y profundidad del saber teórico o especulativo,
ni con la tradición humanista española. Sino todo lo contrario,
reclama ésta última para los técnicos y científicos:
"¿Porque no es un dolor ver hombres de gran mérito científico que
apenas saben hablar su lengua, ni escribir con orden y método, desde
el punto que se les saca de sus áridas fórmulas?" (16)
7.4 NATURALEZA, MORAL Y RELIGION
Jovellanos, trascendiendo el ámbito de lo utilitario en su aproximación
a la naturaleza, de la que invita a conocer sus secretos y a aplicar
estos conocimientos para la vida, la paz y el progreso, y en cuya
compañía asegura encontrarse el lirismo y la paz interior que produce
la contemplación de sus bellezas, se eleva al plano desinteresado
de la filosofía y la religión.
Tanto en los Discursos del Instituto, como en otros escritos pedagógicos,
como la Memoria sobre educación pública y las Bases de un
plan general de instrucción pública, o bien propone acompañar y
culminar el estudio de la naturaleza con los de la filosofía, ética y religión,
o bien ofrece una perspectiva de la naturaleza en la que fundamenta
una cosmovisión trascendente. Don Gaspar argumenta con
brillantez que la reforma que él considera ineludible para el estudio
de las ciencias naturales no rompe, sino que conduce a esta concepción
última del mundo, en la que se dan la mano verdades filosóficas
y creencias cristianas. Su constante invitación al estudio de la naturaleza
se cierra siempre con el descubrimiento de la sabiduría de su
Autor, expresada frecuentemente como Providencia.
La apertura a la trascendencia desde el estudio de la naturaleza es
una idea que desenvuelve con sumo cuidado cada vez que se le ofrece
ocasión para ello. Sostiene que las verdades sobrenaturales son
objeto de revelación y no de razón. Por lo que ésta no debe perder el
tiempo "por aquellas regiones incógnitas donde anduvo" (17). "Sin la
revelación, sin esta luz divina que descendió del cielo para alumbrar
y fortalecer nuestra oscura, nuestra flaca razón ¿Qué hubiera alcan-
- 129 -

zado el hombre de lo que existe fuera de la naturaleza? ¿Qué hubiera
alcanzado aún de aquellas santas verdades que tanto ennoblecen su
ser y hacen su más dulce consolación?
"Si algún estudio nos puede levantar a estas verdades es el estudio
de la naturaleza, es el estudio de este orden admirable que reina en
ella, que descubre por todas partes la sabia y omnipotente mano que
le dispuso, y que llamándonos al conocimiento de las criaturas, nos
indica los grandes fines para que fuimos colocados en medio de
ellas. Corred pues, amados compatriotas, a cultivar este inocente y
provechoso estudio." (18)
En suma, la sensibilidad hacia la naturaleza conduce a la fuente de la
moral y la religión:
"Entonces es cuando extasiado en la contemplación de tan admirable
armonía, pierde de vista cuanto hay de materia y perecedero en la
tierra, y levantándose sobre sí mismo, reconoce otro universo más
noble y magnífico que el que le habían mostrado los torpes sentidos,
poblado de seres más perfectos, gobernado por leyes más sublimes y
ordenado a más excelsos e importantes fines. En medio de este universo
moral, descubre el alto grado que le fue concedido en la escala
de los seres, ve más de lleno las relaciones que enlazan tantas y tan
varias esencias, y se lanza de un vuelo hasta el inefable principio de
donde todas manan y se derivan. Allí es donde penetrado de admiración
y reverencia, reconoce aquella eterna y purísima Fuente de
bondad, en la cual esencialmente residen, y de la cual perennalmente
fluyen los tipos de cuanto es sublime, bello, gracioso en el mundo físico,
y de cuanto es justo, honesto, deleitable en el mundo moral.
Allí es donde se inunda, se embebe en estos puros y generosos sentimientos,
que tanto realzan la gloria de la naturaleza y la dignidad
de la especie humana; en la activa ilimitada sensibilidad que le interesa,
en el bienestar de cuanto existe, en la augusta longanimidad que
le fortifica contra el dolor y la tribulación; en la gran prudencia, la
noble gratitud, la tierna compasión y la celestial beneficencia, corona
de todas sus virtudes; allí ve, en fin, como a él solo fueron dados este
amor a la verdad, este respeto a la virtud, este íntimo religioso sentimiento
de la Divinidad, que desprendiéndole de todas las criaturas,
le mueve y le fuerza a buscar solamente en el seno de su Criador la
- 130 -

causa y el fin de toda existencia y el principio y término de toda felicidad.
(19)
N O T A S
(1) Caso González, J.M., op. cit. v. I. p.76
(2) BAE 46, 360.
(3) Ibíd. p. 362.
(4) BAE 46, 351.
(5) Ibíd.
(6) BAE 46, 391 ss.
(7) O.C., VI, p.395.
(8) Ibíd. p.621.
(9) BAE 46 p. 320a.
(10) Ibíd. p. 323b.
(11) BAE 50, p. 380.
(12) BAE 46, p. 320b.
(13) Ibíd.
(14) BAE 46, p.324a
(15) BAE 86, p. 202.
(16) Carta a Gónzalez Posada, O.C., III, p.534.
(17) BAE 46, p. 320a.
(18) Ibíd., p. 320a.
(19) Ibíd. p. 341b-342a.
8. UNIVERSALISMO REALISTA Y OTROS VALORES PE-
DAGOGICOS
8.1 UNIVERSAL Y LUGAREÑO
- 131 -

Se ha dicho de Jovellanos que es el más universal de nuestros ilustrados.
Este universalismo se hace patente en su curiosidad sin límites;
las tres, o casi cuatro, bibliotecas que formó (1); los cinco mil libros
españoles y extranjeros que donó al Instituto (2), junto a la célebre
colección de bocetos de los mejores artistas de los siglos XVI,
XVII y XVIII (3); las lecturas que hizo, de las que se han identificado
más de mil trescientos títulos (4); la apertura a las nuevas ideas
junto al conocimiento y aprecio de la tradición nacional; el enciclopedismo
temático de sus escritos, la atención al presente y preocupación
por el futuro, el eclecticismo de sistemas y valores; el estudio
de las lenguas vivas que aconseja y prescribe en sus planes de estudio
y la inquietud por todo aquello que pueda fomentar la comunicación,
el diálogo y la convivencia pacífica, es decir, la perfección individual
y social de la especie humana.
Don Gaspar lo ve todo sub specie hominis. Hubiera podido muy bien
hacer suya aquella declaración de humanidad del emperadorfilósofo,
Marco Aurelio, al que cita: "antes que emperador soy ciudadano
romano, y antes que ciudadano romano soy hombre". Pero
nada más ajeno a su sentido realista que las abstracciones inútiles o
las actitudes desarraigadas, como el cosmopolitismo teñido de
humanidad que critica (5). A él le preocupa el hombre "de carne y
hueso", expresión que utiliza en El Censor (6).
Es un ingeniero de la política y de la moral como dice Américo Castro.
Hasta cuando comunica sus sueños utópicos los presenta como
algo muy concreto con realidad en el futuro, como la Unión Europea,
la Confederación Mundial y la paz perpetua (7).
Sus temas y valores son universales, como hemos visto hasta aquí,
pero referidos a un tiempo y un espacio concretos: Andalucía, Asturias,
Mallorca, España. Como los demás ilustrados no entendía la
responsabilidad sin identidades y lealtades que dieran sentido a su
reflexión y práctica. Cada país, cada pueblo tiene unas posibilidades
de mejora concretas, unas necesidades precisas:
"El estado moral de las naciones no es uno, sino tan diverso como
sus gobiernos. Luego no todas se pueden proponer un mismo término
en sus mejoras"(8).
- 132 -

Y añade contra la rebelión y en favor de la evolución progresiva mediante
la transformación de las ideas por medio de la educación, en
la misma carta (21/5/1794) a su amigo Alexander Jardine, cónsul inglés
de La Coruña:
"Jamás concurriré a sacrificar la generación presente por mejorar las
futuras" (9).
Su preocupación empieza por lo inmediato, pero no se queda ahí.
Fue un maestro en el arte de articular lo próximo con lo general en el
contexto de su manera de entender la participación de un intelectual
al bien de la comunidad. Porque Jovellanos fue un intelectual comprometido
también en términos prácticos, un hombre de reflexión y
de acción que no dudó un instante a la hora de arrimar el hombro para
cargar con las responsabilidades que la colectividad echaba sobre
él. No vio ninguna contradicción, sino todo lo contrario, entre lo inmediato
y los grandes temas de su tiempo. Supo ser universal sin dejar
de ser lugareño. Amó el terruño, "el llugarín de Dios", como denominaba
cariñosamente a su Gijón natal, e hizo cuanto pudo por él.
Como también por Asturias y los distintos lugares donde residió, incluido
el de su destierro, y, sobre todo, por España. Cuando su amigo
González Posada le acusaba de gijonismo, se defiende en estos términos:
"Por lo menos yo no he querido para Gijón sino bienes reales, instrucción,
industria, alegría, comodidad, y a ser mis fuerzas mayores,
¿no hubiera buscado lo mismo para otros pueblos?.¿Quién menos
exclusivo?" (10).
Se queja de que se estudie la historia de Grecia y Roma y se ignore
la propia; que se investigue la estrella más lejana y se desconozca la
propia geografía local (11). Cuando vive en Asturias se preocupa de
la minería, comunicaciones, agricultura, industria, comercio, urbanismo,
población, enseñanza.(12).
Cuando lo hace en Andalucía, desde 1768 a 1778, su atención se dirige
a las necesidades de aquella región, colaborando en la Sociedad
de Amigos del país de Sevilla: escuelas de hilanzas, agricultura, industria
popular, hospicios, educación -ya entonces propone enviar
jóvenes a estudiar al extranjero-, reforma de la medicina en la Universidad
hispalense, renovación de la escuela de Murillo, etc., (13).
- 133 -

En Mallorca ocurre exactamente lo mismo, sin importar su situación
de confinado. Reflexiona y aplica, en la medida de sus posibilidades,
las ideas más avanzadas de su tiempo a la mejora de la Isla. Estudia
la flora y la fauna, redactando un tratado de Botánica, que desgraciadamente
se ha perdido (14); se ocupa del arte y la historia en las
Memorias historico- artísticas de Arquitectura y sus Apéndices; estudia
y traduce a Ramón LLull(15).
En fin, de España puede decirse que don Gaspar veía todo a través
del prisma de los intereses nacionales, sub specie patriae. Su sentido
de Estado es modélico. Fue un hombre público de exclusiva dedicación
durante toda su vida, desde que empezó a servir al bien común a
los 24 años en la Audiencia de Sevilla como Alcalde del Crimen hasta
su muerte en 1811. Especial relevancia tiene su actitud durante la
ocupación napoleónica. No aceptó el nombramiento de ministro que
publicó en el Diario Oficial José Bonaparte (16). No cede y rompe
con sus amigos que intentaban llevarle al bando de los afrancesados
(17). A su amigo Cabarrús le responde de este modo (agosto de
1808):
"España no lidia por los Borbones ni por Fernando; lidia por sus propios
derechos, derechos originales, sagrados, imprescriptibles, superiores
e independientes de toda familia y dinastía. España lidia por su
religión, por su Constitución, por sus leyes, sus costumbres, sus
usos, en una palabra, por su libertad, que es la hipoteca de tantos y
tan sagrados derechos" (18).
En iguales o parecidos términos se expresa, ocho meses más tarde,
en respuesta al General Sebastiani (19/4/1809):
"No lidiamos, como pretendéis, por la Inquisición, ni por soñadas
preocupaciones, ni por el interés de los grandes de España; lidiamos
por los preciosos derechos de nuestro rey, nuestra religión, nuestra
constitución y nuestra independencia." (19).
Finalmente, es el alma de la Junta Central de Defensa, lo que le acarreará
no pocos sinsabores. Confiesa que fue un período "breve en el
tiempo, largo en el trabajo". En sólo 16 meses que tuvo de vigencia
fueron muchas y muy importantes las labores que llevó a cabo:
1º Preparar el Plan de Reforma constitucional para pasárselo a las
Cortes.
- 134 -

2º Disponer la convocatoria de Cortes generales extraordinarias.
3º Nombrar el Consejo de Regencia.
De todo ello y las peripecias que le acontecieron después de la disolución
de la Junta da cumplida cuenta en su Memoria en defensa de
la Junta Central y sus Apéndices (20).
Pero su amor a lo próximo y su sentido de Estado no empecen una
pedagogía universalista más allá de todas las fronteras. La Educación
en Valores jovellanista incluye la educación para la comprensión internacional
como se desprende de los múltiples textos en este sentido,
la mayoría ya citados. Invitando al estudio del diseño a sus
alumnos del Instituto, les muestra esta razón:
"Sus signos hablan con todos los pueblos y expresan la producciones
de todos los climas y todos los tiempos"(21).
Dirigiéndose a uno de sus amigos ingleses, tantas veces citado,
Alexander Jardine, en carta de 21 de mayo de 1794, redacta este párrafo
en pro del entendimiento y comunicación mundial y sus dificultades:
"Para acercar las naciones unas a otras, es necesaria aquella venturosa
comunicación de ideas que usted desea y yo también; pero esta
comunicación necesita una paz general. Si ésta es posible, sólo lo será
por medio de la unidad de ideas, y esta unidad debe ser el efecto,
como es el fin de aquella comunicación. Vea usted otro círculo.
¿Cómo saldremos de él? Usted confesará que cada nación tiene un
medio, que es el perfeccionar su educación; para perfeccionarla es
preciso remover los estorbos que se oponen al progreso de las luces;
pero sólo la educación puede darlos a conocer, y puede determinar a
removerlos. He aquí otro círculo. Es, pues, imposible acometer esta
empresa sino lenta, y por decirlo así, oblicuamente, mejorando los
institutos de enseñanza, dirigiéndolos a conocimientos que se acerquen
al fin, desviándolos de las ideas que se les oponen, y enhorabuena
que ellos no sean tales como debieran ser, si son lo que puedan"(22).
Su insistencia en el estudio de las lenguas modernas persigue idénticos
objetivos:
"Pero al fin, ilustradas con el progreso del tiempo algunas naciones,
y movidas por su propio interés a establecer entre sí aquellas rela-
- 135 -

ciones, hallaron que la diferencia de idiomas era un gran estorbo para
la recíproca comunicación de sus bienes y sus luces, y que el estudio
de las lenguas era el único medio de franquear la barrera de división
que su diferencia ponía entre ellas. De aquí el amor a este estudio,
que la política y el amor a las letras abrazaron con ansia, mientras
la sana filosofía, extendiendo sus experiencias, se lisonjeó de
que el progreso de la razón y la comunicación humana traería tal vez
la época venturosa en que una lengua universal estableciese entre todas
las sociedades y todos los hombres un vínculo de unión y fraternidad,
por que suspiran a una la religión y la naturaleza"(23).
8.2 VISION DE CONJUNTO
De singular importancia es la visión de conjunto, enciclopédica o interdisciplinar,
que presenta en sus análisis y trata de inculcar a los
estudiantes. Se extiende tanto al estudio de la realidad económica,
socio-política o natural, como al conjunto del saber, "porque todo está
unido en el plan de los estudios humanos"(24).
Refiriéndose a la economía, en la Introducción a un Discurso sobre
el estudio de la Economía Civil expone cuatro teorías que asignan la
riqueza a la agricultura (fisiocracia), industria, comercio y población,
respectivamente; para concluir que "las fuentes de la riqueza pública
no sólo están tan enlazadas, sino que también dependen unas de
otras, porque de tal manera se ayudan y sirven recíprocamente, que
no pueden subsistir unas sin otras. Todas deben ser igual y contemporáneamente
estimadas y promovidas, so pena de que el solo atraso
de una influya en el desaliento de las demás"(25).
Entonces se pregunta si no habrá en Economía como en Física un
principio que impulse y unifique el conjunto, similar al de la gravitación
universal de Newton. La respuesta la encuentra, "en la perfección
en el arte de aplicar el trabajo" a los diversos sectores económicos.
"Porque siempre será cierto que la suma y el valor del producto
del trabajo no será precisamente en razón de los capitales y brazos
empleados en el trabajo, sino también y principalmente, en razón de
la pericia con la que se emplearen" (26). Por eso añade que cien per-
- 136 -

sonas trabajando como los ingleses pueden producir más que mil
trabajando como los turcos.
Concluye su razonamiento con esta pregunta: "Y bien ¿qué hará una
nación para adquirir esta pericia y para perfeccionar el arte de aplicar
sus capitales y sus brazos a la producción de la riqueza?" Y responde:
"instruirse en los conocimientos conducentes a esta perfección.
Luego, la primera, o la principal fuente de la prosperidad pública, se
debe buscar en la instrucción"(27).
Esta visión de conjunto la aplica a la economía asturiana: desde sus
principios sociopolíticos y económicos enlaza la explotación (extracción,
transporte, comercialización, etc.) de los recursos carboníferos
asturianos con las comunicaciones, la creación del Real Instituto
Asturiano, la industria, el comercio, la infraestructura portuaria y
la navegación del principado. En el marco de defensa conjunta de la
propiedad y la libertad en su extracción y de libertad en su comercio
interior y exterior, ve como condición de posibilidad, primero, la
preparación técnica de mineros y marinos; segundo, la competitividad
en los precios del carbón; lo que implica, en tercer lugar, un medio
de transporte rentable, al que responde con su plan de caminos y
puertos; todo ello inducirá, por último, directamente, el progreso de
la industria, la navegación y el comercio, e, indirectamente, de la
agricultura, ganadería y pesca, es decir, del desarrollo armónico de la
economía regional, cuya meta es la felicidad-prosperidad de todos
los asturianos.
En defensa de la interdisciplinariedad y unidad del saber dice a sus
alumnos:
"Sin duda que la subdivisión de las ciencias, así como la de las artes,
ha contribuido maravillosamente a su perfección. Un hombre consagrado
toda su vida a un solo ramo de la instrucción pudo sin duda
emplear en ella mayor meditación y estudio; pudo acumular mayor
número de observaciones y experiencias, y atesorar mayor suma de
luces y conocimientos. Así es como se formó y creció el árbol de las
ciencias, así se multiplicaron y extendieron sus ramas, y así como
nutrida y fortificada cada una de ellas, pudo llevar más sazonados y
abundantes frutos.
- 137 -

Mas esta subdivisión, tan provechosa al progreso, fue muy funesta al
estado de las ciencias, y al paso que extendía sus límites, iba dificultando
su adquisición, y trasladada a la enseñanza elemental, la hizo
más larga y penosa, si ya no imposible y eterna. ¿Cómo es que no ha
sentido hasta ahora este inconveniente? ¿Cómo no se ha echado de
ver que truncado el árbol de la sabiduría, separada la raíz de su tronco,
y del tronco sus grandes ramas, y desmembrando y esparciendo
todos sus vástagos, se destruía aquel enlace, aquella íntima unión
que tienen entre sí todos los conocimientos humanos, cuya intuición,
cuya comprensión debe ser el único fin de nuestro estudio, y sin cuya
posesión todo saber es vano?" (28)
8.3 COMEDIMIENTO Y ARMONIA
Son conceptos que definen perfectamente la actividad reformista y
educadora del ilustrado asturiano, que en su eclecticismo supo combinar
armoniosamente reflexión y acción, razón y experiencia, ciencias
especulativas y ciencias prácticas, técnica y humanismo -
propone reiteradamente a Fray Luis de León como modelo literario
(29)- lenguas clásicas y lenguas vivas (30), razón ilustrada y razón
histórica española, luces y creencias. Abierto a la inteligencia, la libertad
y el progreso, no descuidó ni rechazó la tradición y la historia.
Fiel en lo esencial a la constitución histórica española, medita y difunde
las nuevas ideas y valores ilustrados. "Evita con tanto cuidado
el importuno deseo de realizar nuevas y peligrosas teorías, como el
excesivo apego a nuestras antiguas instituciones"(31).
De los más de 3500 libros que cita, recoge conceptos, planteamientos,
perspectivas, problemas. Está al corriente del pensamiento ilustrado
inglés: Bacon, Locke, Ferguson, Hutcheson, etc, etc., y en especial
de su sistema político. La democracia monárquica y representativa
de Inglaterra le parece el mejor sistema político de la época(32).
Con no menor atención sigue el pensamiento y los avatares de la
Revolución Francesa. Aunque rechaza y critica los extremismos y
los modos sangrientos, comparte los valores y la defensa de los derechos
humanos que proclama la trilogía revolucionaria, pero llevadas
- 138 -

las cosas por sus pasos con moderación y comedimiento. Así estima
él que lleva a cabo sus producciones benéficas la naturaleza, dando
tiempo al tiempo, sin subversión ni apresuramiento. Esto mismo
puede hacer en la sociedad humana la instrucción. "Para mí la instrucción
es la primera fuente de toda prosperidad social, y a la demostración
y a la persuasión de esta verdad están consagrados mi celo,
mis luces, mi tiempo y existencia." (33)
Otros ejemplos de su espíritu armonizador y comedido son la comprensión
que tiene para el empirismo de Locke y el sensismo de
Condillac y la defensa que hace de la inducción baconiana y del estudio
del silogismo(34). Acepta principios de la fisiocracia francesa
y del liberalismo de Smith (35). Pero rechaza el escolasticismo decadente
del XVIII y alaba la Suma Teológica de Sto. Tomás (36).
Combina las Cortes y Constitución monárquica española con el bicameralismo
inglés(37).
8.4. EDUCACION PARA LAS NECESIDADES DEL ENTOR-
NO
La categoría de utilidad tiene una especial relevancia para don Gaspar
que no se limita al plano del pensamiento. Jovellanos actúa desde
Madrid para toda España; en Andalucía, en Asturias, en Mallorca.
Su condición de servidor del Estado, de intelectual comprometido
también en términos prácticos le hace pegarse al terreno, trabajar a
pié de obra. De ahí que el conjunto de su reflexión y práctica es una
respuesta actualizada y realista, al más alto y posible nivel, a las necesidades
del medio. Examinando uno a uno sus proyectos y reflexiones,
y sus sucesivas actuaciones a lo largo de su vida, se llega
necesariamente a esta conclusión. Que está ahí, como su integridad,
referida esencialmente a su propia dignidad, en el centro de su pedagogía.
Don Gaspar es un relevante punto de referencia siempre que se trata
de educar en el valor de la responsabilidad para con el medio propio.
Vivió pendiente de las necesidades de la colectividad, de sus males
para los que arbitró, tras documentadas y largas reflexiones, los remedios.
Estos no son otros que sus propuestas de reforma, base de la
- 139 -

acción política. Reforma legislativa, económica, educativa, fiscal,
etc.
Entre todas sobresale la agrícola de que trata en el Informe en el Expediente
de Ley Agraria y la educativa, recogida en el conjunto de su
obra, pero principalmente en sus escritos pedagógicos y planes de
enseñanza.
Este es el principal remedio a las necesidades de su tiempo en España.
Preparar a los ciudadanos para que las afronten y labren su propia
felicidad y la del Estado es su objetivo. Por eso habla de interés
particular y de bien público, de nación ilustrada que es uno de sus
principales hallazgos:
"Hay una especie de conocimientos convenientes al adelantamiento
de cada profesión; y aquella será nación más ilustrada, cuyos individuos
posean en más alto grado los que convienen a la respectiva profesión
de cada uno" (38)
En función de las necesidades de la época a Jovellanos no le preocupan
tanto las élites intelectuales como el pueblo laborioso, los genios
como los medianos y buenos artistas, las ciencias especulativas como
las útiles o experimentales. Todo ello es necesario, a todo le dedica
su atención; recuérdese los elogios que hace a Velázquez o la
reglamentación sobre el estudio del latín y la Teología (39), o la necesidad
de haber estudiado con aprovechamiento el griego y el
hebreo (40).
Pero lo que necesita el país para salir del atraso y coger el ritmo de
marcha de las naciones más adelantadas son técnicos humanistas y
ciudadanos ilustrados. Todos en aquello que es necesario para ser un
buen ciudadano -y aquí entra la educación en valores- y cada uno en
lo referente a su oficio o profesión.
La principal innovación educativa de don Gaspar no fue descubrir la
enseñanza profesional o técnica, sino programar centros, como el
Instituto Asturiano, que fuera de la Universidad, unieran a la enseñanza
práctica una sólida formación teórica y una buena base humanística.
Este tipo de educación en las ciencias útiles es el que él considera
imprescindible para el país. Su idea es revolucionaria en cuanto
trata de dar un giro de ciento ochenta grados a la educación de la
época, que en los niveles universitarios era de saberes especulativos
- 140 -

o tratados especulativamente; por lo que estimaba que no podía
aceptar su reforma (41), y que fuera de la Universidad se limitaba a
lo práctico sin base científica.
Para Jovellanos, útil y práctico no son sinónimos, ya que una buena
formación teórico-práctica es más útil y prepara más y mejor para el
ejercicio profesional, como la explotación minera y la conducción de
buques, que la puramente práctica. Los profesionales así preparados
tendrán mejores cimientos y menos dificultades en el desempeño de
sus funciones. A esto agrega una buena formación humanística que
considera también muy útil (42).
Por otra parte, las propuestas de reforma contenidas en sus planes de
estudio y dirigidas a la totalidad del país y de los ciudadanos, afectan
a los tres niveles a que él se refiere: Primeras Letras, Enseñanza Secundaria
y Universidad, necesitada también de renovación. Recuérdese
que dice que lo poco que hay de ilustración entre nosotros está
en las Academias y que nombró al obispo ilustrado Tavira para reformar
la Universidad de Salamanca.
Su idea de nación ilustrada implica que las luces se difundan a todos,
que salgan de la torre de marfil de las fórmulas crípticas, que pasen
de los sabios al conjunto de la población:
"Bastará que los sabios abandonen las vanas investigaciones, que sólo
pueden producir una sabiduría presuntuosa y estéril, se conviertan
del todo a descubrir verdades útiles, y a simplificarlas y acomodarlas
a la comprensión de los hombres iletrados."(43).
El término "sabios" en su pluma alude aquí a los docentes de las
Universidades, "dominadas por el espíritu escolástico", que las hace
impenetrables a la ilustración y las ciencias útiles, y de "tantas cátedras
de latinidad y de añeja y absurda filosofía como hay establecidas
por todas partes" (44).
En el mejor de los casos piensa que la doctrina que se enseña en los
centros tradicionales es "sublime", "recóndita", "menos comunicable",
y está "sobre la atmósfera de la razón popular". Lo que urge en
el país son ciudadanos preparados en las ciencias naturales y demostrativas.
Para su estudio en España fundó el centro piloto, tantas veces
aludido, dedicado "a la verdad y a la utilidad pública", que desea
- 141 -

se multiplique "en todas las ciudades y villas de alguna consideración"
(45).
Con estos centros "mejorará en general la educación pública, instruyendo
la juventud de todas las clases en los elementos de todas las
ciencias útiles" (46). Así se podrá "acercar la instrucción al interés",
y regenerar y modernizar el país.
Además de los centros públicos serán también agentes de la difusión
de las luces las Sociedades Económicas de Amigos del País, las Academias,
los centros privados, e incluso los párrocos que podrán distribuir
y explicar las cartillas técnicas a los labradores.(47) En lo
referente a la educación en valores podrán llevarla a cabo también
los escritores y poetas, a los que pide que "asocien su musa a la Filosofía
Moral" (48) y el teatro, que propone reformar para que reúna
"la instrucción y la diversión pública" (49) y sea una "escuela de
costumbres inocentes, de honor y de virtud"(50).
8.5 VISION DE FUTURO
Finalmente, en Jovellanos como en otros ilustrados, se constata una
conciencia muy viva del porvenir nacional, europeo e internacional.
Del mañana del hombre. En sus análisis, propuestas de cambio, valoraciones,
programas, consejos, actitudes, tomas de posición, etc., se
hace siempre presente una visión optimista de futuro, fundada en la
difusión de las luces, en la que incluye, como algo esencial, la enseñanza
y puesta en práctica de los valores morales.
En los Discursos del Instituto y en otros escrito ya citados, como la
Memoria sobre Educación Pública, se atreve a anticipar cómo será
el día de mañana. Su responsabilidad de hombre público y su generosidad
intelectual no sólo desborda las preocupaciones locales, regionales
o nacionales, sino que asume el futuro a modo de deber del
presente, de quehacer actual. El porvenir es en realidad el objetivo
de sus desvelos y propuestas de reforma, que sabe lenta y difícil,
puesto que rechaza abiertamente la revolución. Si se ponen en práctica
estas reformas asegura que inexorablemente España superará las
- 142 -

injusticias y desigualdades del Antiguo Régimen y se pasará a una
nueva forma de convivencia más humana, próspera y feliz.
Los valores de la infraestructura ilustrada de su pedagogía, que fundan
este optimismo, son la base de la moderna sociedad democrática
que él deseó, por la que luchó y con cuya perfección o utopía también
soñó. En esta línea, para su región expresa este deseo:
"Entonces todo será en Asturias abundancia y felicidad. Entonces,
mejorada vuestra agricultura, animadas vuestras artes, extendidos
vuestro comercio y navegación, os multiplicaréis como las arenas de
vuestras playas, y la paz y alegría morarán en medio de vosotros"
(51).
Apoyándose en la difusión de las luces garantiza el descubrimiento
del orden admirable que reina en la naturaleza y, confiando que ese
mismo orden y armonía reine en la sociedad humana mediante la en
Valores, augura un mundo feliz:
"Así es como se enlazan también todos los pueblos que la habitan,
como se hacen comunes sus conocimientos, sus artes, sus riquezas y
sus virtudes, y como se prepara aquel día tan suspirado de las almas,
en que perfeccionadas la razón y la naturaleza, y unida la gran familia
del género humano en sentimientos de paz y amistad santa, se establecerá
el imperio de la inocencia y se llenarán los augustos fines
de la creación. Día venturoso, que no merece la corrupción de nuestra
edad, y que está reservado sin duda a otra generación más inocente
y más digna de conocer, por la contemplación de la naturaleza, el
alto grado que fue señalado al hombre en su escala"(52).
Antes de cerrar este apartado de la clarividencia y utopía jovellanista
debemos dejar constancia de su defensa del principio de subsidiariedad,
hoy tan invocado en Europa, y de su propuesta de política territorial.
En efecto, el ilustrado asturiano unió a la anticipación de la
Unión Europea y de la ONU, un sentido lúcido del papel del Estado
en su relación con la sociedad, la economía, el pensamiento, la creación,
la cultura en general y, en especial, la educación, y el papel de
las instituciones municipales y autonómicas. A este respecto plantea
y apunta vías de solución en un tono entonces casi utópico a problemas
que el tiempo convertiría en familiares como los que hoy se pre-
- 143 -

sentan en lo que toca a la función, coordinación y cooperación entre
los distintos niveles de la administración pública, la incidencia de lo
autonómico en el desarrollo nacional al que contribuye y la preservación
de la idea de España, culturalmente un todo y políticamente
una parte de Europa.
En las últimas páginas del Informe en el expediente de Ley Agraria,
el insigne polígrafo diseña lo que el profesor Caso ha llamado "especie
de autonomía regional, anuncio de la actual España de las Autonomías"
(53), y un escritor y político asturiano, "una verdadera propuesta
de política territorial" (54).
De cualquier modo es indudable que nuestra autor plantea y ofrece
soluciones de algo que hoy está resultando extremadamente difícil
en muchos lugares: articular armónicamente los sentimientos que
van de la inmediato hasta la preocupación por la política internacional,
pasando por la configuración del Estado. Respecto a este último
hay que dejar constancia de que don Gaspar, que consumió su vida a
su servicio, tenía una visión lúcida muy en línea con lo que hoy parece
más aceptable y en total contraste, por descontado, con la realidad
de su tiempo, dominado por un centralismo feroz. En este como
en otros muchos temas sus ideas eran revolucionarias, pero no así su
acción política, partidaria de pasar de la ley a la ley a través de la
ley, o, como dice el mismo: "Creo que una nación que se ilustra puede
hacer grandes reformas sin sangre, y creo que para ilustrarse tampoco
sea necesaria la rebelión"(55).
En el Informe aludido se refiere concretamente a las obras públicas a
realizar para mejorar la agricultura y promover el comercio (56).
Toda su tesis gira en torno al citado principio clásico de subsidiariedad.
En síntesis, para que la política de obras públicas en pro de la
agricultura y el comercio resulte eficaz es preciso desplegar una acción
coordinada en tres ámbitos de interés: estatal, provincial y municipal.
A cada ámbito político hay que asignarle las competencias y
recursos sobre aquello que pertenece a su respectivo interés. En coherencia
con el principio smithniano de que el interés es el principal
motor de la economía, apela a que sean los propios interesados de la
provincia y del municipio quienes, elegidos por sus conciudadanos,
y acuciados por el celo y la cercanía de lo propio y con conocimiento
- 144 -

adecuado de sus cosas, reciban las atribuciones pertinentes para realizar
las obras de mejora que les compete, utilizando parte de los
fondos públicos recaudados en su ámbito de gestión.
En el ámbito de la solidaridad mundial anticipó que las naciones
ilustradas llegarían a un grado de riqueza y humanidad hacia los países
menos favorecidos suficiente "para volar a su consuelo,
llevándoles con las virtudes humanas, con las ciencias útiles y las
artes pacíficas, los dones de la abundancia y de la paz, para
agregarlos a la gran familia del género humano, y para llenar así el
más santo y sublime designio de la creación".
A sus augurios en el tema de los derechos humanos ya nos hemos referido.
En la, varias veces citada, Epístola a L. Fernández. de Moratín (Inarco),
el ilustrado asturiano se pregunta:
"¿No vendrá el día en que la humana estirpe,
de tanto duelo y lágrimas cansada,
en santa paz, en mutua unión fraterna
viva tranquila? ¿En que su dulce imperio
santifique la tierra, y a él rendidos
los corazones de uno al otro polo,
hagan reinar la paz y la justicia?" (58)
Y él mismo da esta respuesta de fe y esperanza en el mejor mañana:
"Pero vendrá aquel día, vendrá, Inarco,
a iluminar la tierra y los cuitados
mortales consolar" (59).
N O T A S
(1) Cf. Caso González, J. M., op. cit., I, p. 259 ss.
(2) Ibíd. p.260.
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(3) Pérez Sánchez, A.E., Catálogo de la colección de dibujos del
Instituto Jovellanos de Gijón, Madrid 1969
(4) Clément, Jean Pierre, Las lecturas de Jovellanos (ensayo de reconstrucción
de su biblioteca), Oviedo 1980
(5) BAE 46, p.254b
(6) Cf. Caso González, J.M., op. cit., I, p.239
(7) BAE 46, p. 255
(8) O.C., II, p.636
(9) Ibíd.p. 635
(10) Carta de 30/5/ 1799, O.C. III, p. 448
(11) BAE 46, p.329b
(12) Cf. Cartas del Viaje de Asturias, op. cit. y Diario, O. C, VI y
BAE 85 y 86
(13) Cf. Caso Gonzáles, J.M., op. cit., I. p.58 ss.y Ceán, A., op. cit.
p.315
(14) Ceán, A. op. cit. p.86
(15) Caso González, J.M., op. cit. II, p. 523-553
(16) Cf. Carta de Jovellanos a José Bonaparte
(15/7/1808) O. C. II, p556-557
(17) BO.C. IV, p.512-558
(18) Ibíd., p. 56
(19) O.C. V., p.119-120
(20) BAE 46, pp. 503-622
(21) BAE 46, 32oa
(22) O.C.II, p.636
(23) BAE 46, p. 247b
(24) Oración sobre la necesidad de unir el estudio de la literatura al
de las ciencias, BAE 46, p. 2
(25) BAE 87, p.
(26) Ibíd. p. 10
(27) Ibíd
(28) BAE 46, p. 331
(29) BAE 46, p. 33
(30) BAE 46, p. 247 ss
(31) BAE 46, 548b
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(32) Cf. Carta a Jardine de 21/5/94, O.C. II p. 636 ss.; Cartas a Cañedo,
O.C. V, p. 483-486; Memoria en defensa de la Junta Central,
BAE 46, p. 548-55
(33) Carta a Floranes 23/7/1800 O.C. III, p. 54
(34) BAE 46, p.336
(35) BAE 50, 82 ss
(36) BAE 46, p.205a
(37) BAE 46, p. 548-550
(38) Reflexiones sobre la instrucción pública en Caso González.,
J.M., De Ilustración y de Ilustrados, Oviedo 1988 Pág. 312
(39) Cf. Reglamento de Calatrava, BAE 46, p.195 ss
(40) BAE 46, p. 27
(41) BAE 50, p. 124b
(42) BAE 46, p. 333
(43) BAE 50, p. 12
(44) Ibíd. p. 12
(45) BAE 50, p.124
(46) BAE 46, p.380b
(47) BAE 50, p.126
(48) O.C., I p.9
(49) BAE 46, p. 49
(50) O.C., I, p.93
(51) BAE 46, p.324b
(52) Ibíd. 341
(53) Caso González, J.M., op. cit. II, p. 434
(54) De Silva Cienfuegos-Jovellanos, P. «¿Un federelista?», en La
Nueva España
(7/1/1994)
(55) O.C. II, p. 63
(56) BAE 50, p. 132 ss
(57) BAE 46, p.326
(58) vv. 70-76, O.C., I, p.28
(59) vv. 81-83, Ibíd.
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C O N C L U S I O N
Tras este recorrido por la vida y obra de Jovellanos, inquiriendo antecedentes
de lo que hoy se denomina Educación en Valores, es pertinente
subrayar a modo de conclusión:
1. Su ideario pedagógico, en admirable coherencia con sus propias
actitudes vitales, es hoy un hito de relevante y obligada referencia en
el ejercicio de la actividad educativa. Todos los sectores de la comunidad
escolar -estudiantes, docentes, padres, autoridades e instituciones,
mundo laboral, medios de comunicación y sociedad en general-,
tenemos en el polígrafo gijonés un prontuario de valores, criterios,
conceptos, inquietudes, perspectivas, problemas, tomas de posición,
etc., recogidos en sus escritos, e interpretados y puestos en
práctica en las múltiples y variadas circunstancias de su fecunda
existencia.
Su amplia y plural producción: cartas, diarios, discursos, informes,
memorias y obras literarias en prosa y verso, en total sintonía con su
realidad mayor, la creación del Real Instituto Asturiano de Náutica y
Mineralogía, que el concibió como centro piloto a multiplicar por
todo el territorio nacional, y sus demás quehaceres de magistrado,
consejero, académico y ministro, y singularmente la etapa final de su
vida, cuando sufre la persecución, el destierro y la prisión, hacen del
ilustre patricio asturiano un ejemplar excepcional para el mundo de
la educación.
Un inquebrantable talante moral y una singular lucidez intelectual
contribuyen por igual a diseñar la figura de un educador nato, que
con su espíritu, y a veces hasta con su letra, puede ser un guía de
nuestro tiempo tan necesitado de maestros, en el que se proclama
una vuelta a los valores de la Ilustración.
2. Jovellanos educa en el amor a la verdad, la justicia, la libertad, la
igualdad, también entre los sexos, la atención a las minorías, la com-
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prensión y solidaridad nacional e internacional, la responsabilidad, la
resolución de los conflictos mediante el diálogo, la investigación para
vida, la paz y el desarrollo.
No sabemos si admirar más su rara integridad, azote de toda corrupción,
su dignidad y entereza ente la adversidad, su desinterés y renovado
esfuerzo, su insaciable curiosidad ansiosa de conocerlo y escrutarlo
todo, acompañada de unas singulares dotes de observación y
comunicación, el rigor de sus juicios o el equilibrio de sus aseveraciones,
su capacidad de síntesis, la fe en la razón y la ciencia, el
amor a la tierra que le vio nacer o el desvelo por su patria.
3. Con este bagaje intelectual y moral sólo cabía esperar que fuera
tan respetuoso con los valores auténticos de nuestra civilización,
como crítico y reformador frente a todo lo mejorable de la España de
su tiempo.
Siente la urgencia de un cambio, pero no a la manera de los revolucionarios
franceses. Para él el progreso es gradual y cosa de educación
y cultura, de toma de conciencia de los problemas y resolución
racional y pacífica de los mismos.
Desde su integridad moral y su lucidez intelectual somete a examen
crítico todos los aspectos censurables de su época: quiere acabar con
la práctica del tormento, se opone a todo tipo de discriminación y a
las injusticias causadas por las clases poderosas sobre las más débiles.
Es partidario de una sociedad dinámica, acorde con los ideales
de las luces que rompa el inmovilismo secular de las clases
dominantes, redistribuya la propiedad y reoriente su función social.
Pero Jovellanos no se queda en la torre de marfil de las grandes teorías
o los deseos utópicos, desciende a la caverna de la vida cotidiana
y pone toda su inteligencia al servicio de las causas que considera
justas. Haciendo cuanto estaba en su mano para ponerlas en práctica.
El ilustre asturiano es un hombre de acción, un magistrado, hombre
público y educador comprometido. Su sentido de la realidad tiene
muy presente el mundo de la producción y de la economía, cuya base,
no se cansa de repetir es la educación pública. No dudó en afrontar
desde una postura racional y eficazmente responsable las mayo-
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es dificultades y los problemas más acuciantes de su época, poniéndose
al servicio de su ciudad, de los lugares donde residió y de España.
4. Su sabia pedagogía podría estar encabezada por este elemental
programa didáctico: "El método sencillo. acomodado al objeto: pocos
preceptos, ejemplos muchos; poco fiado a la memoria, mucho a
la explicación paciente y constante, hasta que se sepa haberse entendido
cuanto se propone" (Carta a González Posada, 7/5/1800, O.C.,
535).
Educa en la sensibilidad hacia la naturaleza. Recomienda la experiencia
y el raciocinio, "haciendo que la observación sea perpetua
compañera de entrambos"; la constancia. "las verdades científicas
sólo se pueden alcanzar a costa de largo tiempo y largas vigilias", el
recurso a las fuentes, el trabajo a pié de obra; el pragmatismo y adecuación
a las necesidades del medio. Orienta hacia la visión de conjunto
y de futuro; así como hacia la originalidad. Aspira a una educación
universalista más allá de los límites nacionales y territoriales.
Expresa, incluso, reiteradamente deseos utópicos de comprensión
mundial, paz perpetua y fraternidad universal.
5. Tuvo siempre presente en su programación y actividad pedagógica
la divisa del Instituto: "Quid verum, quid utile", "verdad y utilidad".
De ahí el equilibrio que establece entre los saberes especulativos
y los prácticos. Pide una atención adecuada para éstos últimos,
descuidados en su tiempo, dotándoles de una sólida base científica y
acompañándoles de una buena formación humanista. A esta última
atribuye la adquisición del buen gusto y del sentido crítico. La considera
necesaria "no sólo para hablar y escribir, sino también para oír
y leer, y aún me atrevo a decir para sentir y pensar." En la formación
humanística incluye la Filosofía, "su más noble provincia."
6. Pero el realismo y utilidad de su pedagogía, pegada a las necesidades
del medio y, por eso mismo, abierta a la inteligencia, a la
libertad y al progreso, que tiene su base, como se ha dicho, en la ins-
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trucción pública, no podía soslayar otras dimensiones del ser humano.
Jovellanos, que concibe al hombre dotado de una perfectibilidad
indefinida, atiende a su educación integral, añadiendo a la perfección
de sus capacidades intelectuales, la de sus facultades físicas, morales
y religiosas.
La Educación en valores, pues, ocupa una parte substancial en el
conjunto de su producción, en la que dominan los conceptos morales.
No podía ser de otro modo a tenor de sus propios procedimientos
y actitudes. Para don Gaspar sin formación en valores no puede
hablarse de educación.
7. Pone un énfasis especial en su Curriculum en el estudio de las
lenguas modernas, necesario para ampliar los conocimientos y comunicarse
con los demás pueblos.
8. Jovellanos, que derrochó desinterés y esfuerzo al servicio de la
comunidad, manifiesta de un modo especial su temple moral y su ascendencia
de gran educador en las horas bajas de su destierro y cautiverio.
Ni siquiera entonces le abandonó su afán renovador y su visión
optimista de futuro, fundada en la difusión y puesta en práctica
de los valores morales. Como Sócrates, no guardó ningún rencor a
sus guardianes. Asumió su injusto destino con la mayor calma y dignidad.
El largo viaje, camino del destierro, la cartuja de Valldemosa
y el castillo de Bellver fueron testigos de su entereza e imperturbabilidad.
"A la memoria del sabio, virtuoso, eminente varón." recuerda
una placa, colocada en la sala, donde estuvo cautivo. Y añade: "En
este aposento soportó con ánimo sereno y tranquila conciencia rigurosa
prisión." El preclaro gijonés supo sobreponerse a todas sus desventuras
y habría podido lanzar a sus enemigos aquel reto del gran
educador que fue Sócrates: "el vencedor es el que ha tenido una vida
más útil y más bella" (Apología, 29).
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