Forjar una juventud comprometida con su futuro - Juventud Rebelde

La relatividad
económica del
lenguaje
por JAPE
LA economía, como es de suponer, y al igual que
cientos de cosas (yo diría que todas) es relativa.
A pesar de que la economía es esencialmente
cuantificable (o sea, que cualquiera se puede
comer un cable con la economía) está ligada a
otras ciencias, además de la Matemática.
Hoy abundaremos sobre la economía y el
lenguaje. No crea que se habla de economía
con las mismas palabras, ni con la misma
intención, a todas las personas. La economía,
en especial tu economía, requiere de un discurso
diferente en cada caso, según el caso.
Para que me entienda mejor tomemos de
ejemplo a un hombre cualquiera, maduro
(entre 40 y 50 años), de economía media
(buen salario, con ciertas posibilidades), en
cualquier lugar del mundo, y en cualquier idioma.
No se deje llevar por las apariencias: escribo
en español para que me puedan entender.
Pues bien, ese hombre cuando habla de
economía con un amigo al que no le va muy
bien económicamente, le comenta:
«Claro compadre, la situación está difícil
pero no puedes dejarte llevar por eso, a veces
las cosas van mejor, otras veces empeoran,
pero tienes que tener ánimo. No pienses que
yo no me preocupo. Aparentemente me va
bien. No te niego que para mí las cosas han
mejorado. Pero no creas que es mucho…, solo
da para subsistir».
Cuando ese mismo hombre (al que le va
ligeramente bien) habla de economía con su
esposa, aborda el tema con marcada alteración
y en este tono:
«¡¿Otro vestido, y otro par de zapatos… y
otra vez carne?! (en el caso de ser cubano o de
la India, se refiere a la carne de cerdo) ¡Ayer
comimos pollo, y antier filete de pescado! ¿Tú
te piensas que somos ricos? Este mes todavía
no se ha pagado la casa, y quién sabe cuánto
vendrá de electricidad, porque no hemos parado
de poner la calefacción (para países fríos),
el aire acondicionado (para países muy calurosos),
y el ventilador (para otros países). ¡No te
voy a decir más que yo lo que gano son cuatro
pesos, que apenas alcanzan para subsistir!».
En un grupo de hombres, que igual que a
nuestro hombre, les va bien, nuestro hombre
podría decir:
«Bueno… ayer cerré un contrato que dará
unos cuantos pesitos…. Es posible que finalmente
este año me vaya de vacaciones con la
familia a la playa, o a la montaña, o a un parque
temático en las afuera de la ciudad…»
Incluso puede ser al interior a ver a su abuela,
pero siempre hablará (en este entorno) con aires
de triunfalismo y de cierta seguridad económica.
Seguimos con nuestro hombre, que ahora
dialoga con una joven de 20 años, más buena
que la Madre Teresa y más rica que un cake de
bombón. La acaba de conocer; y la ha invitado,
como al descuido, a tomar algo refrescante.
También, «casi al descuido» comenta:
«Son pocos los momentos que puedo compartir
un licor con alguien, porque realmente el
trabajo no me deja tiempo para nada. Tengo
que atender propiedades en varios países,
intereses en casi todos los continentes. Apenas
paro de viajar… la próxima semana debo
estar en Hawai, para unos asuntos relacionados
con el turismo, donde también tengo algunos
negocios y proyectos… Para mí, todo es
muy engorroso y complicado…, si al menos
tuviera alguien, así como tú, con quien conversar,
con quien compartir de vez en cuando…»
Insisto en que este hombre puede vivir en
cualquier parte del mundo, porque la economía,
ligada a la comunicación, es muy relativa.
Tanto que a veces no eres capaz de saber hasta
dónde puede alcanzar tu potencial económico;
aunque en la realidad apenas te alcance
para subsistir.
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