La sociedad del espectáculo, Guy Debord - Revista Observaciones ...
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<strong>Revista</strong> <strong>Observaciones</strong> Filosóficas 28<br />
conteniendo cada una una crítica parcialmente verdadera, pero perdiendo la<br />
unidad <strong>del</strong> pensamiento de la historia e instituyéndose ellas mismas en<br />
autoridades ideológicas. Organizaciones poderosas, como la socialdemocracia<br />
alemana y la Federación Anarquista Ibérica sirvieron fielmente a<br />
una u otra de estas ideologías; y en todas partes el resultado ha sido<br />
enormemente diferente <strong>del</strong> que se deseaba.<br />
92<br />
El hecho de considerar la finalidad de la revolución proletaria como<br />
inmediatamente presente constituye a la vez la grandeza y la debilidad de la<br />
lucha anarquista real (ya que en sus variantes individualistas, las pretensiones<br />
<strong>del</strong> anarquismo resultan irrisorias). Del pensamiento histórico de las luchas de<br />
clases modernas el anarquismo colectivista retiene únicamente la conclusión, y<br />
su exigencia absoluta de esta conclusión se traduce igualmente en un<br />
desprecio <strong>del</strong>iberado <strong>del</strong> método. Así su crítica de la lucha política ha seguido<br />
siendo abstracta, mientras que su elección de la lucha económica sólo es<br />
afirmada en función de la ilusión de una solución definitiva arrancada de un<br />
solo golpe en este terreno, el día de la huelga general o de la insurrección. Los<br />
anarquistas tienen un ideal a realizar. El anarquismo es la negación todavía<br />
ideológica <strong>del</strong> Estado y de las clases, es decir, de las condiciones sociales<br />
mismas de la ideología separada. Es la ideología de la pura libertad que todo<br />
lo iguala y que aleja toda idea <strong>del</strong> mal histórico. Este punto de vista de la fusión<br />
de todas las exigencias parciales ha dado al anarquismo el mérito de<br />
representar el rechazo de las condiciones existentes para el conjunto de la<br />
vida, y no alrededor de una especialización crítica privilegiada; pero siendo<br />
considerada esta fusión en lo absoluto según el capricho individual antes que<br />
en su realización efectiva ha condenado también al anarquismo a una<br />
incoherencia fácilmente constatable. El anarquismo no tiene más que repetir y<br />
poner en juego en cada lucha su misma y simple conclusión total, porque esta<br />
primera conclusión era identificada desde el origen con la culminación integral<br />
<strong>del</strong> movimiento. Bakunin podía pues escribir en 1873, al abandonar la<br />
Federación Jurasiana: "En los últimos nueve años se han desarrollado en el<br />
seno d e la Internacional más ideas de las que serían necesarias para salvar el<br />
mundo, si las ideas solas pudieran salvarlo, y desafío a cualquiera a inventar<br />
una nueva. El tiempo ya no pertenece a las ideas, sino a los hechos y a los<br />
actos." Sin duda esta concepción conserva <strong>del</strong> pensamiento histórico <strong>del</strong><br />
proletariado esta certeza de que las ideas deben llegar a ser prácticas, pero<br />
abandona el terreno histórico suponiendo que las formas adecuadas de este<br />
paso a la práctica están ya encontradas y no variarán más.<br />
93<br />
Los anarquistas, que se distinguen explícitamente <strong>del</strong> conjunto <strong>del</strong> movimiento<br />
obrero por su convicción ideológica, van a reproducir entre ellos esta<br />
separación de competencias, proporcionando un terreno favorable a la<br />
dominación informal sobre toda organización anarquista de los propagandistas<br />
y defensores de su propia ideología, especialistas tanto más mediocres cuanto<br />
que por regla general su actividad intelectual se propone principalmente la<br />
repetición de algunas verdades definitivas. El respeto ideológico de la<br />
<strong>Guy</strong> <strong>Debord</strong><br />
<strong>La</strong> Sociedad <strong>del</strong> Espectáculo