En la nebulosa ciudad de las muñecas cautivas

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Amalia se echó a reír con una ternura tan grande que no cabía en ella. Luego se aferró dulcemente al cuerpo de Julián y le susurró al oído: —Puede que sí, cariño. Un día de estos. —¿Cuándo, Amalia? El tono de voz de Julián estaba cargado de una evidente ansiedad. Él no lo quería decir, pero uno de sus más grandes sueños era el de tener hijos. Amalia, que no pudo evitar darse cuenta del estado de ánimo de su enamorado, decidió besarlo en los labios con un suave y ligero roce de ternura, como si besara acaso una pompa de jabón con el debido cuidado de no reventarla. Luego, utilizando su tono de voz más fulminante dijo: —Algún día. Algún día amor mío. Más exactamente cuando duerman los espejos. 50
X Ese caluroso día, de hace más de diez años, una extraña mezcla de tensión, emoción y muy probablemente de una exagerada cantidad de adrenalina, se había apoderado tanto de Gonzalo, como de Julián, y como de mí. Todo había comenzado cuando Erik Emílson, uno de los líderes del que era nuestro grupo rival de rap en la escuela, había decidido retar a Julián a una batalla de rap como por vigésimo cuarta vez. Julián, como siempre, aceptó y en menos de diez minutos ya se encontraba batallando con Erik Emílson. Nos encontrábamos en la media hora de descanso escolar y todos los estudiantes se habían reunido para presenciar cómo barría el suelo Julián con el pobre de Erik Emílson. Claro, no a todos los estudiantes de aquel colegio les gustaba el rap, sin embargo, tanto el grupo de Erik Emílson como el de nosotros, éramos grupos bastante carismáticos que, en cierto sentido, teníamos dividida a la escuela en dos partes. De un lado estaban los que apoyaban al grupo de Erik y por otro los que apoyaban al grupo de Julián. En aquellos tiempos, por cierto, ni el rap ni la cultura hip-hop estaban muy difundidos entre la gente, pero resulta que en la escuela en la que mis amigos y yo estudiábamos, los raperos y hip-hopers que habíamos, éramos personajes no solo muy populares y llamativos, sino muy admirados. Éramos admirados, más exactamente, desde el llamado “día en el que los exponentes del underground se tomaron el colegio”, un evento bastante singular que nos permitió a todos los que tuviéramos alguna relación con la cultura del hip-hop, controlar la emisora del colegio y tomar muchas decisiones 51
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