27.10.2014 Views

Ea 2 – DOCUMENTO 12. Historia de la Psicología Pastoral ... - icergua

Ea 2 – DOCUMENTO 12. Historia de la Psicología Pastoral ... - icergua

Ea 2 – DOCUMENTO 12. Historia de la Psicología Pastoral ... - icergua

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Santo que le permiten resistir <strong>la</strong>s acechanzas <strong>de</strong>l mal. Pero los incrédulos no cuentan con esas energías espirituales.<br />

De ahí <strong>la</strong> gravedad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s enfermeda<strong>de</strong>s que se contraen en el mundo. Como una ilustración <strong>de</strong> <strong>la</strong> frivolidad y <strong>la</strong><br />

anemia moral creciente en amplios sectores <strong>de</strong> nuestro “mundo civilizado", voy a presentar un caso que <strong>de</strong> ninguna<br />

manera ocurriría teniendo como protagonista a un cristiano nacido <strong>de</strong> nuevo en Jesucristo.<br />

Un pastor recibe <strong>la</strong> visita <strong>de</strong> una dama que le ha solicitado una entrevista:<br />

Visitante: Aprecio mucho que me haya recibido aun sin conocerme. Este hecho me hace pensar que usted se interesa<br />

por <strong>la</strong> gente y que podré esperar una buena orientación <strong>de</strong> su parte.<br />

Pastor: Ciertamente estoy en <strong>la</strong> mejor disposición <strong>de</strong> ayudar, a <strong>la</strong> medida <strong>de</strong> mis posibilida<strong>de</strong>s. Creo que eso es lo que<br />

se <strong>de</strong>be esperar <strong>de</strong> un ministro cristiano. . . ¿No es cierto?<br />

Visitante: Sí, aunque no todos son lo que se espera que sean.<br />

Pastor: Creo que los dos estaremos <strong>de</strong> acuerdo en que todos los ministros cristianos somos seres humanos y no<br />

dioses. Pero me parece que en este momento es más importante centrar nuestra atención en <strong>la</strong> orientación que usted<br />

espera <strong>de</strong> mí, según lo expresó hace unos instantes. La escucho con mucho interés.<br />

Visitante: Sí, a eso he venido, pero me cuesta comenzar.<br />

Pastor: Espero que usted no vea en mí al juez que <strong>la</strong> va a con<strong>de</strong>nar; sino a <strong>la</strong> persona que <strong>la</strong> va a acompañar para<br />

tratar <strong>de</strong> encontrar una salida a<strong>de</strong>cuada a su necesidad. El hecho <strong>de</strong> que haya escogido hab<strong>la</strong>r con un pastor supone<br />

que usted espera que seamos tres los que peregrinemos en pos <strong>de</strong> una salida. No tengo que <strong>de</strong>cirle quién es <strong>la</strong> tercera<br />

persona, ¿verdad?<br />

Visitante: Justo por eso he venido a verle. Usted reúne dos dimensiones complementarias: <strong>la</strong> psicología y <strong>la</strong> religión,<br />

que le permitirán ayudarme. Pero..... estoy dando vueltas y no voy al centro <strong>de</strong> mi problema... (silencio).<br />

Pastor: ¿Cómo podré ayudar<strong>la</strong> si no me confía el problema?<br />

Visitante: Bueno, se lo voy a contar. Me siento muy triste y angustiada. Me tengo asco. No tengo respeto por mí<br />

misma. Ojalá tuviera valor para suicidarme. . . (silencio).<br />

Pastor: Comprendo que usted se siente angustiada y triste, pero. . . algo <strong>de</strong>be haber ocurrido para que se sienta tan mal.<br />

Visitante: No tengo el <strong>de</strong>recho a afirmar que mi marido tiene <strong>la</strong> culpa, porque si yo hubiera sido una mujer <strong>de</strong>cente me<br />

habría opuesto a hacer semejante cosa. Soy <strong>de</strong>spreciable, soy cualquier cosa... (l<strong>la</strong>nto).<br />

Pastor: ¿Realmente cree que usted tiene toda <strong>la</strong> culpa?<br />

Visitante: ¡No! Él es un buen pajarón. Él aceptó jugar a <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves porque quería estar con otra mujer. Me ha<br />

<strong>de</strong>silusionado. Me contaron que cuando hicieron el sorteo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves a él le tocó venir conmigo y exigió que se<br />

hiciera un nuevo sorteo... ¡Él quería ir con otra y no conmigo!<br />

Pastor: ¿Cómo supo que su marido exigió un segundo sorteo?<br />

Visitante: Me lo dijo el chico que le tocó acostarse conmigo. Me lo dijo <strong>de</strong>spués que habíamos consumado <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción.<br />

Me sentí terriblemente mal. Entonces le pregunté quién le había tocado a mi marido. Al enterarme me sentí aún peor.<br />

Soy una porquería. Jamás <strong>de</strong>bí <strong>de</strong>jarme convencer a participar <strong>de</strong> ese juego diabólico, sucio, inmoral.<br />

Pastor: ¿Cómo fue que <strong>la</strong> convencieron: alcohol, drogas?<br />

Visitante: ¡No! Si hubiera sido por un medio como el que usted sugiere no me sentiría tan mal. Fue un convencimiento<br />

racional. Se trata <strong>de</strong> una barra <strong>de</strong> amigos. Todos nos casamos más o menos por <strong>la</strong> misma época, un par <strong>de</strong> años <strong>de</strong><br />

diferencia a lo sumo. Varias veces, en jarana, mi marido se refirió a lo interesante que sería jugar a <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves con un<br />

grupo <strong>de</strong> matrimonios amigos. Me contó que un compañero <strong>de</strong> oficina y su esposa habían jugado y les había ido muy<br />

bien. Nunca me pasó por <strong>la</strong> mente que yo podría prestarme a semejante cosa. Parece que fue el <strong>de</strong>monio el que lo<br />

preparó todo. Cuatro matrimonios <strong>de</strong>cidimos ir juntos a <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ya por unos días. Nos hospedamos en el mismo piso <strong>de</strong><br />

un hotel: <strong>de</strong>spués me enteré que <strong>la</strong>s reservaciones habían sido hechas mucho tiempo atrás. Fue allí don<strong>de</strong> se<br />

<strong>de</strong>sarrolló el infierno que me consume. Un miembro <strong>de</strong>l grupo, el que me tocó en el sorteo, trajo el libro El matrimonio<br />

mo<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> Wilhelm StekeI. Leyó algunos párrafos don<strong>de</strong> el autor se refiere a matrimonios múltiples. Después cuando<br />

leí el libro me di cuenta que su interpretación <strong>de</strong> Stekel no era <strong>la</strong> correcta. Este hombre es el i<strong>de</strong>ólogo y ejecutor <strong>de</strong> mi<br />

<strong>de</strong>sgracia con <strong>la</strong> complicidad <strong>de</strong> mi marido. Él <strong>de</strong>cía que <strong>de</strong>bíamos ser jóvenes liberados, que no <strong>de</strong>beríamos colocar<br />

barreras a nuestros instintos sexuales que por naturaleza son polígamos, etc. Según él, <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong>l Barón <strong>de</strong><br />

Humboldt residió en que le dio libertad a su mujer a acostarse con quien le gustara durante sus <strong>la</strong>rgos viajes<br />

exploratorios. Dijo que <strong>de</strong>bíamos actuar como seres inteligentes sin <strong>de</strong>jarnos impresionar por costumbres arcaicas<br />

como <strong>la</strong> fi<strong>de</strong>lidad conyugal y el matrimonio monogámico. Eso es una estupi<strong>de</strong>z, dijo... Entonces comenzó mi <strong>de</strong>sgracia<br />

cuando dijo: "Propongo que <strong>la</strong>s cuatro damas se vayan cada una a su dormitorio. Los hombres sortearemos <strong>la</strong>s l<strong>la</strong>ves,<br />

y un rato <strong>de</strong>spués cada uno abrirá <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong>l dormitorio que le haya tocado en suerte”. Casi todos estaban<br />

<strong>de</strong>sacuerdo. Yo miraba a mi marido que permanecía cal<strong>la</strong>do. Me quedé he<strong>la</strong>da cuando él dijo: "Estoy <strong>de</strong> acuerdo.<br />

¿Acaso no somos los ocho buenos amigos? ¿Por qué no compartir nuestras intimida<strong>de</strong>s?"<br />

Actué según lo que esperaban <strong>de</strong> mí que fuera: una "mujer liberada". Todo pasó sin pa<strong>la</strong>bras, vertiginosamente. Pero<br />

<strong>de</strong>spués me sentí mal. Me sentí culpable. Tuve asco <strong>de</strong> mí; me produje náuseas a mí misma. Le rogué al que me<br />

había tocado que se marchara, pero él respondió que el convenio era por toda <strong>la</strong> noche y que no tenía sentido que me<br />

quedara so<strong>la</strong> y que él no podía ir a su dormitorio. Me enojé y le exigí que saliera. El no me podía compren<strong>de</strong>r y se reía<br />

cínicamente. Me dijo ciertas cosas que hirieron profundamente mi dignidad <strong>de</strong> mujer. Pero en cierta manera él tenía<br />

razón. Yo me había comprometido a hacer el juego. Por fin logré convencerlo y se marchó. Después me sentí peor.<br />

Por lo menos estando con él tenía alguien con quien discutir. Me sentí terriblemente so<strong>la</strong> y con dos preguntas<br />

<strong>Ea</strong> 2 <strong>–</strong> <strong>DOCUMENTO</strong> <strong>12.</strong> 26

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!