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Ea 2 – DOCUMENTO 12. Historia de la Psicología Pastoral ... - icergua

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<strong>Historia</strong> personal: integración en <strong>la</strong> Iglesia como familia <strong>de</strong> Dios<br />

En <strong>la</strong> etapa <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong> personalidad en que el niño procura afirmar su yo parece ser egoísta. Es ese egoísmo<br />

saludable y necesario en esa etapa <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida lo que conduce a <strong>la</strong> tensión con los hermanos, sus competidores por el<br />

disfrute <strong>de</strong>l afecto <strong>de</strong> los padres. Cuando este antagonismo no se supera con el normal <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> <strong>la</strong> personalidad,<br />

se transforma en actitud <strong>de</strong> vida y no sólo vive en tensión con sus hermanos sino que le es difícil <strong>la</strong> convivencia<br />

armónica con otras personas. En el capítulo anterior presentamos el caso <strong>de</strong> dos matrimonios con actitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> vida<br />

diametralmente opuestas que se integran a <strong>la</strong> misma congregación en <strong>la</strong> misma época, pero cada uno reaccionó en<br />

forma completamente diferente al juzgar <strong>la</strong> calidad humana y cristiana <strong>de</strong> sus integrantes.<br />

En el capítulo anterior dijimos que sólo <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios pue<strong>de</strong> cambiar a una persona resentida por causa <strong>de</strong><br />

problemas familiares no superados que transfiere a <strong>la</strong> congregación. Afortunadamente <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios es más que un<br />

concepto teológico: es una realidad. Esto es más fácil <strong>de</strong> experimentar que <strong>de</strong> explicar, pero lo ilustraremos con el<br />

hogar <strong>de</strong>l propio Señor Jesucristo. No vamos a entrar en <strong>la</strong> discusión <strong>de</strong> si eran hijos <strong>de</strong> José <strong>de</strong> su primer matrimonio<br />

o <strong>de</strong> María. Lo cierto es que eran cuatro hermanos varones: Jacobo, José, Judas, Simón y varias hermanas (Mateo<br />

13:55-56, Marcos 63-4). En Mateo 12:46-50 y Marcos 3:21-35 se presenta <strong>la</strong> oposición implícita <strong>de</strong> sus hermanos al<br />

ministerio <strong>de</strong> Jesús. El Evangelio según San Juan lo dice c<strong>la</strong>ramente: "Porque ni aun sus hermanos creían en él" (Juan<br />

7:5). La oposición <strong>de</strong> los hermanos está también presente en <strong>la</strong> afirmación <strong>de</strong> Jesús <strong>de</strong> que: "No hay profeta sin honra,<br />

sino en su propia tierra y en su casa" (Mateo 13:57). Marcos ac<strong>la</strong>ra aún más: ". . entre sus parientes, y en su casa"<br />

(Marcos 6:4). Véase también Juan 4:44. Esta situación <strong>de</strong> tensión parece haberse convertido en ruptura total. Si así<br />

no fuera Jesús no le habría pedido al Discípulo Amado que cuidara <strong>de</strong> su madre al <strong>de</strong>spedirse <strong>de</strong> sus seres queridos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> cruz (Juan 19: 26-27). Es significativo el hecho <strong>de</strong> que los hermanos no estuvieron junto a Jesús en el<br />

momento <strong>de</strong> su muerte. Uno pue<strong>de</strong> diferir con sus hermanos, pero en el momento <strong>de</strong> <strong>la</strong> enfermedad y <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte<br />

<strong>de</strong>be prevalecer el cariño fraterno. En el caso <strong>de</strong> Jesús no fue así. Es una pena que no tengamos más información<br />

sobre el hogar <strong>de</strong> Jesús. Quizá el Señor permitió esta tensión familiar para darnos un ejemplo, para mostrarnos que<br />

ante el po<strong>de</strong>r terapéutico <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe cristiana no existen problemas <strong>de</strong> re<strong>la</strong>ciones interpersonales que no encuentren su<br />

solución. Uno se pregunta: ¿Cómo habrá reaccionado Jesús ante los <strong>de</strong>safíos <strong>de</strong> sus hermanos cuando le dicen: "Sal<br />

<strong>de</strong> aquí, y vete a Ju<strong>de</strong>a, para que también tus discípulos vean <strong>la</strong>s obras que haces? Porque ninguno que procura darse<br />

a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo" (Juan 7:34). El Evangelio no nos<br />

informa sobre <strong>la</strong> actitud <strong>de</strong> Jesús, excepto que les respondió: "Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo está<br />

siempre presto" (7:6). El tiempo <strong>de</strong> Jesús llegó, según el más antiguo re<strong>la</strong>to <strong>de</strong> <strong>la</strong> resurrección que ha llegado hasta<br />

nosotros: "Después apareció a Jacobo; <strong>de</strong>spués a todos los apóstoles" (1 Corintios 15:7). Uno se pregunta: ¿Qué cara<br />

habrá puesto el hermano <strong>de</strong> Jesús al verle resucitado? ¡Cómo habrá <strong>la</strong>mentado su incredulidad y no haberle<br />

acompañado a <strong>la</strong> hora <strong>de</strong> su muerte! Es evi<strong>de</strong>nte que si todos hubieran creído en Jesús no habrían permitido su<br />

muerte, necesaria para <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> <strong>la</strong> humanidad según los p<strong>la</strong>nes <strong>de</strong> Dios.<br />

Por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios no sólo Jacobo sino todos sus hermanos se integraron a <strong>la</strong> Iglesia primitiva: "Todos estos<br />

perseveraban unánimes en oración y ruego, con <strong>la</strong>s mujeres, y con María <strong>la</strong> madre <strong>de</strong> Jesús, y con sus hermanos"<br />

(Hechos 1: 14). Jacobo llegó a ser el máximo dirigente <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia <strong>de</strong> Jerusalén. Al ser liberado <strong>de</strong> <strong>la</strong> cárcel por <strong>la</strong><br />

obra mi<strong>la</strong>grosa <strong>de</strong> Dios, Pedro dijo: "Haced saber esto a Jacobo y a sus hermanos" (Hechos 12:17), mostrando el lugar<br />

prestigioso que en <strong>la</strong> iglesia tenían los hermanos <strong>de</strong> Jesús, especialmente Jacobo. En el primer concilio ecuménico <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> Iglesia fue Jacobo el que presidió (Hechos 15: 13). Cuando Pablo llega a Jerusalén hizo una visita oficial a Jacobo<br />

como jefe <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia (Hechos 21:18). Pablo confiesa que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su conversión, pasados tres años, subió a<br />

Jerusalén para ver a Pedro y permaneció con él durante quince días, "pero no vi a ningún otro <strong>de</strong> los apóstoles, sino a<br />

Jacobo el hermano <strong>de</strong>l Señor" (Gá<strong>la</strong>tas 1: 19). Al hacer referencia al concilio <strong>de</strong> Jerusalén (Hechos 15), presenta los<br />

nombres <strong>de</strong> tres personas que eran consi<strong>de</strong>radas <strong>la</strong>s columnas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia y lo hace en este or<strong>de</strong>n: Jacobo, Cefas y<br />

Juan. Ellos <strong>de</strong>sarrol<strong>la</strong>rían su ministerio entre los judíos mientras que Pablo y Bernabé irían a los gentiles (Gá<strong>la</strong>tas 2:9).<br />

El po<strong>de</strong>r terapéutico <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe cristiana no sólo pue<strong>de</strong> reconciliar a hermanos separados por tensiones, sino que pue<strong>de</strong> hacer<br />

que trabajen juntos en pro <strong>de</strong> los altos i<strong>de</strong>ales <strong>de</strong> proc<strong>la</strong>mar el evangelio para lograr un mundo mejor según <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios.<br />

El po<strong>de</strong>r terapéutico radica en <strong>la</strong> persona <strong>de</strong> Jesucristo y en el Espíritu Santo que nos ha enviado (Juan 14:15-16; 16:7-<br />

15) para continuar su ministerio sobre <strong>la</strong> tierra. El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios que resucitó a Jesús y transformó a Jacobo al ver a su<br />

difunto hermano resucitado, tiene po<strong>de</strong>r hoy para transformar <strong>la</strong>s vidas y <strong>la</strong>s re<strong>la</strong>ciones interpersonales.<br />

Este po<strong>de</strong>r integrador <strong>de</strong> Jesucristo facilita <strong>la</strong> comunión y el encuentro fraternal entre los hermanos. Aun en un caso<br />

límite, cuando <strong>la</strong>s tensiones familiares han creado actitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> personalidad totalmente antagónicas para todos en <strong>la</strong><br />

Iglesia, <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios pue<strong>de</strong> cambiarlo todo. Pero es evi<strong>de</strong>nte que Jacobo <strong>de</strong>bió arrepentirse <strong>de</strong> su pecado <strong>de</strong><br />

incredulidad y falta <strong>de</strong> respeto a su Señor. Sin arrepentimiento no es posible alcanzar una real integración en <strong>la</strong> Iglesia<br />

como familia <strong>de</strong> Dios.<br />

Satisfacción <strong>de</strong> necesida<strong>de</strong>s psico-espirituales: re<strong>la</strong>ción saludable rango-<strong>de</strong>ber<br />

Hemos visto que, tanto en Corinto como en nuestra ciudad, el predominio motivacional <strong>de</strong>l rango sobre el cumplimiento<br />

<strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber como lógica consecuencia <strong>de</strong> nuestra fe y compromiso con Jesucristo, contribuye a <strong>la</strong> enfermedad <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Iglesia. Ese es un papel negativo cumplido por lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia. Mientras más <strong>de</strong>stacado e influyente sea el lí<strong>de</strong>r<br />

más daño hace. La etiología <strong>de</strong> esta enfermedad se encuentra en <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> capacidad para amar con madurez.<br />

Si bien el Señor l<strong>la</strong>mó a sus apóstoles a <strong>de</strong>sempeñar tareas, el rango es inevitable. Lo hemos visto en el caso <strong>de</strong><br />

Jacobo, el hermano <strong>de</strong>l Señor. Cuando se arrepintió <strong>de</strong> su incredulidad y se dispuso a <strong>de</strong>sempeñar su papel, el rango<br />

<strong>Ea</strong> 2 <strong>–</strong> <strong>DOCUMENTO</strong> <strong>12.</strong> 32

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