Viaje del tiempo, escritos de prensa (2004) - segunda parte
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II<br />
BORGES Y EL AJEDREZ<br />
Periódico El Mundo<br />
24 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> 1987<br />
Existió una bella relación <strong>de</strong> Jorge Luis Borges<br />
con el ajedrez, no solo por los dos gran<strong>de</strong>s sonetos<br />
que le <strong>de</strong>dicó al juego sino también por la asociación<br />
que pue<strong>de</strong> establecerse con dos conceptos muy<br />
caros al gran escritor.<br />
I<br />
En su grave rincón, los jugadores<br />
rigen las lentas piezas. El tablero<br />
los <strong>de</strong>mora hasta el alba en su severo<br />
ámbito en que se odian dos colores.<br />
A<strong>de</strong>ntro irradian mágicos rigores<br />
las formas: torre homérica, ligero<br />
caballo, armada reina, rey postrero,<br />
oblicuo alfil y peones agresores.<br />
Cuando los jugadores se hayan ido,<br />
cuando el <strong>tiempo</strong> los haya consumido,<br />
ciertamente no habrá cesado el rito.<br />
En el oriente se encendió esta guerra<br />
cuyo anfiteatro es hoy toda la tierra.<br />
Como el otro, este juego es infinito.<br />
Tenue rey, sesgo alfil, encarnizada<br />
reina, torre directa y peón ladino<br />
sobre lo negro y blanco <strong><strong>de</strong>l</strong> camino<br />
buscan y libran su batalla armada.<br />
No saben que la mano señalada<br />
<strong><strong>de</strong>l</strong> jugador gobierna su <strong>de</strong>stino,<br />
no saben que un rigor adamantino<br />
sujeta su albedrío y su jornada.<br />
También el jugador es prisionero<br />
(la sentencia es <strong>de</strong> Omar) <strong>de</strong> otro tablero<br />
<strong>de</strong> negras noches y <strong>de</strong> blancos días.<br />
Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.<br />
¿Qué dios <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Dios la trama empieza<br />
<strong>de</strong> polvo y <strong>tiempo</strong> y sueño y agonías?<br />
Estos dos sonetos <strong>de</strong> Jorge Luis Borges, que se cuentan<br />
entre los más bellos <strong>escritos</strong> en lengua española, rin<strong>de</strong>n homenaje<br />
al ajedrez. Con finos adjetivos <strong>de</strong>scriben las piezas,<br />
en ellos está presente la tensión <strong><strong>de</strong>l</strong> juego, y en tres inmortales<br />
tercetos se plasma su relación con la vida. Como tantas<br />
otras veces, más que en las explicaciones científicas o técnicas,<br />
encontramos en la visión <strong><strong>de</strong>l</strong> artista una interpretación<br />
profunda <strong>de</strong> la realidad.<br />
Aunque buscar perlas en las gran<strong>de</strong>s poesías <strong>de</strong>bería consi<strong>de</strong>rarse<br />
una tarea sin importancia, hay momentos estelares<br />
en que, al contrario <strong>de</strong> la manida frase “sacrificar un mundo<br />
para pulir un verso”, sin sacrificar versos el poeta nos<br />
entrega un mundo. El último terceto <strong><strong>de</strong>l</strong> primer soneto y<br />
los dos <strong><strong>de</strong>l</strong> segundo, <strong><strong>de</strong>l</strong> más rotundo corte borgiano, son<br />
196 <strong>Viaje</strong> <strong><strong>de</strong>l</strong> Tiempo