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I. Loyola I. Loyola I. Loyola - Universidad Rafael Landívar

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4<br />

Guatemala, julio de 2010<br />

O p i n i ó n<br />

Identidad:<br />

El arcoíris de la vida<br />

“Cuando ese arcoíris nace en el corazón, la llamaremos virtud;<br />

cuando nos conduce y nos ilumina hacia otra persona, es valor “.<br />

“San Ignacio unía el conocimiento y la virtud-valor en dos extremos<br />

del arco: “amar y servir”.<br />

En idioma Kaqchikel, la palabra (“Ruch’amey K’ux”) que designa la conciencia<br />

es una metáfora: “el bastón del corazón”.<br />

La identidad es de dónde viene y hacia quién va ese corazón: Es un camino que<br />

toca lo humano y lo divino: es un arcoíris. En la Biblia, es el arco que Dios pone<br />

en el cielo para mostrar que la violencia no tiene cabida ni entrada en sus entrañas:<br />

es un signo de paz. Toca cielo y tierra, es un regalo visible e íntimo para todo<br />

ser viviente, es un tatuaje celestial para el ser humano. La persona también debe<br />

tener esa marca indeleble e imperecedera en su corazón y debe conducirse por<br />

ella: bienaventurados los pacíficos.<br />

Cuando ese arcoíris nace en el corazón, la llamaremos virtud; cuando nos conduce<br />

y nos ilumina hacia otra persona, es valor. La <strong>Universidad</strong> <strong>Rafael</strong> <strong>Landívar</strong> quiere<br />

ser excelente en ese modo de ver y de encaminar; con palabras de San Ignacio:<br />

en ese modo de proceder. Uno se dispone para el encuentro, uno no se extravía<br />

por sendas perdidas y uno se deja acompañar porque alguien nos conduce: Dios.<br />

Así el conocer se vuelve gustar internamente. Todo el trabajo universitario se<br />

convierte en fiesta de la vida y con la vida.<br />

San Ignacio unía el conocimiento y la virtud-valor en dos extremos del arco:<br />

“amar y servir”. Cuando cada polo se mantenía con su dinamismo surgía ese<br />

campo magnético que atraía y sustentaba todo lo humano. El amor y el servicio<br />

se volvían una alianza eterna. Para la URL el servicio es la cúspide, la cima o<br />

el arco de otros tres valores. La dignidad como experiencia profunda de sentirse<br />

“amable”, digno de ser amado. Es reconocer, actuar y construir desde lo humano<br />

de nuestro corazón.<br />

El segundo valor es la libertad, la capacidad del amor de siempre encontrarse,<br />

mantener y hacer crecer la relación con Dios, con la naturaleza, las demás<br />

personas y con uno mismo. Es tener un corazón soberano y autónomo desde el<br />

cariño. El tercero es la responsabilidad que permite al corazón mirar de frente<br />

a Dios, a la realidad, a los rostros concretos de los demás y a uno mismo<br />

decidiendo, evaluando y ejecutando el amor. En tener un corazón leal y<br />

perseverante.<br />

Cada color del arcoíris permite mirar el resto de los colores. Por eso, estos<br />

valores se desgajan en otros creando un haz de cariño y de vida. Pero también<br />

tienen su unidad, es una luz: humana y divina. Los valores humanos y cristianos<br />

se hacen las dos caras de la vida y del amor. Ignacio y tras él, <strong>Rafael</strong> <strong>Landívar</strong>,<br />

nos muestran cómo podemos hacerlo historia y una experiencia vivida que todo<br />

lo llena y todo lo alimenta. La URL tiene su bastón del corazón que se vuelve<br />

arcoíris para el corazón de la humanidad.<br />

P. Eduardo Valdés Barría, S.J.<br />

Pon a prueba tus habilidades investigativas, contesta<br />

estas dos preguntas y trae tus respuestas a la<br />

Dirección de Comunicaciones. Edificio J, oficina 309.<br />

Los ganadores serán notificados después de<br />

realizarse el sorteo.<br />

1. ¿Qué propósito tienen los estudios realizados por el INDIS en el<br />

Asentamiento urbano La Paz?<br />

2. ¿Qué significa la abreviatura AMDG dentro de la cultura católica e<br />

ignaciana?<br />

Tormenta Ágatha y erupción del Pacaya<br />

demuestran alta vulnerabilidad en<br />

nuestro país<br />

En estos primeros meses del año hemos<br />

observado cómo eventos naturales han provocado<br />

fuertes problemas en nuestro país,<br />

demostrando que la vulnerabilidad de nuestra<br />

sociedad sigue siendo muy alta. En la semana<br />

del 24 al 28 de mayo del presente año se<br />

formó una baja presión frente al Pacífico<br />

del país. En esa semana cambió la dirección<br />

del viento, y cantidades importantes de humedad<br />

formaron nubes lluviosas.<br />

En la tarde del 27 se intensificó la actividad<br />

del Volcán de Pacaya que lanzó grandes<br />

cantidades de arena y cenizas a más de 100<br />

km, y provocó serios problemas de visibilidad.<br />

La lluvia de arena y ceniza volcánica<br />

combinada con la lluvia propiamente dicha,<br />

creó problemas en plantaciones, poblados,<br />

carreteras e incluso, el aeropuerto tuvo que<br />

cerrarse temporalmente. El sistema ya fortalecido<br />

se convirtió en la Tormenta Tropical<br />

Ágatha. Por debajo de esta categoría se<br />

encuentran las Depresiones Tropicales y en<br />

mayor intensidad le siguen los huracanes,<br />

como “Stan” en el año 2005 (categoría 1) y<br />

“Mitch” en 1998, (categoría 5).<br />

Pero, ¿qué relación hubo entre el direccionamiento<br />

de la arena volcánica hacia la zona<br />

metropolitana y los fuertes daños provocados<br />

posteriormente por la Tormenta Tropical<br />

Ágatha? Tales deterioros parecen más relacionados<br />

con huracanes fuertes y no con<br />

sistemas menos fuertes como Ágatha.<br />

Ing. Jorge L. Sánchez García<br />

Catedrático, Facultad de Ciencias Ambientales y Agrícolas.<br />

Frente a las costas del Atlántico entre Canadá<br />

y Estados Unidos, un gran sistema de baja<br />

presión extratropical con prolongaciones<br />

hasta nuestras latitudes, empezó a succionar<br />

a los sistemas nubosos presentes en la costa<br />

atlántica de Estados Unidos, parte del Caribe<br />

y Centroamérica.<br />

Esa combinación de eventos sumada a nuestras<br />

persistentes deficiencias en infraestructura<br />

y desordenamiento territorial provocaron<br />

los desastres y contratiempos conocidos.<br />

Parte de los daños pueden atribuirse a la<br />

característica semiestacionaria de Ágatha,<br />

pero una fuerte dosis se debe a la alta vulnerabilidad<br />

que afecta a muchos lugares de<br />

nuestro país y que no hemos sabido<br />

contrarrestar a nivel privado y gubernamental.<br />

Se evidenciaron grandes desperfectos<br />

en obras de infraestructura mal diseñadas y<br />

con poco mantenimiento: puentes absurdamente<br />

cortos, bajos o mal construidos,<br />

carreteras con taludes muy altos; muchas<br />

casas y centros urbanos construidas en<br />

lugares de riesgo, son algunos de los ejemplos<br />

ocasionados por la tormenta.<br />

Entre los eventos meteorológicos que nos<br />

afectaron en los últimos años y que podrían<br />

haber servido de lección para estar mejor<br />

preparados, puede mencionarse al Huracán<br />

Mitch, que afectó a Honduras y a otros países<br />

como el nuestro, dejando daños importantes<br />

que incluso aún persisten en ciertas partes<br />

del país. Luego de la emergencia, volvimos<br />

a la normalidad, olvidando prepararnos bien<br />

para otro posible desastre natural.<br />

A fines de septiembre 2005 nos vimos afectados<br />

por el huracán Stan. De nuevo, pérdidas<br />

humanas, puentes, carreteras y poblados<br />

fuertemente afectados por un pequeño huracán.<br />

Persistía la alta vulnerabilidad que no<br />

redujimos, olvidando el paso del Mitch, siete<br />

años atrás. Cinco años más tarde nos encontramos<br />

ante daños de igual o mayor nivel<br />

causados esta vez por la Tormenta tropical<br />

Ágatha, la que ni siquiera tuvo la fuerza de<br />

huracán.<br />

Las lecciones que dejó el Mitch no fueron<br />

aprendidas y el Stan nos mostró que seguíamos<br />

teniendo muchas tareas en materia de<br />

previsión. Con la llegada de Ágatha, las<br />

mismas tareas seguían pendientes. Irónicamente<br />

los daños son cada vez mayores,<br />

aunque los sistemas meteorológicos son cada<br />

vez menos fuertes. Hay que recapacitar seriamente<br />

al respecto, pues evidentemente<br />

como país no prevenimos y pareciera más<br />

fácil contar daños y pedir ayuda.<br />

¿Qué pasará cuando vuelva a golpearnos un<br />

fenómeno natural más fuerte? ¿Habremos<br />

aprendido ya las lecciones pendientes?<br />

Ilustración: Denise Brolo<br />

Consejo Editorial:<br />

Licda. Fabiola Padilla Beltranena,<br />

Licda. Lizzy de Gereda, Directora VU<br />

Secretaría General<br />

Directora de Comunicaciones<br />

Edición:<br />

Diseño:<br />

Redacción:<br />

Fotografía:<br />

Admistración:<br />

Lizzy de Gereda, Tatiana Canellis.<br />

Lilian Illescas, Denise Brolo.<br />

Tatiana Canellis, Jorge Luis García,<br />

José Adán Morales, Lizzy de Gereda.<br />

Jorge Luis García, José Adán Morales,<br />

Tatiana Canellis<br />

Francisco Berganza.<br />

Dirección de Comunicaciones<br />

<strong>Universidad</strong> <strong>Rafael</strong> <strong>Landívar</strong><br />

Edificio J, oficina 309<br />

PBX: 2426-2626.<br />

Exts. 2810 y 2813.

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