ESCATOLOGÍA DEL ANTIGUO TESTAMENTO Y ... - Revista Biblica

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9. El Magisterio de la Iglesia y la Escatología
No podemos demorarnos en demostrar que la tradición de la Iglesia sostuvo que el
hombre y la historia tienen que transformarse, y no sólo subjetivamente gracias a la salvación.
Basta con captar el pensamiento de San Ireneo, entre los Padres.
El Concilio Vaticano II frente a las alternativas tuvo una postura clara en la Gaudium et
Spes: 23 “Ignoramos el tiempo en que se realizará la consumación de la tierra y la humanidad...
No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar sino más bien avivar la
preocupación de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el
cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo. Por ello aunque hay que
distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del Reino de Cristo, sin embargo
el primero, en cuanto que puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en
gran medida al Reino de Dios... Todos los frutos de la naturaleza y de nuestro esfuerzo,
después de haberlos propagado por la tierra en el espíritu del Señor y de acuerdo con su
mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados
cuando Cristo entregue al Padre el “Reino Eterno y Universal”... El reino está misteriosamente
presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor se consumará su perfección”.
Si la Libertatis Nuntius parece un poco influenciada de la postura que arriba hemos
definido como bultmaniana, en el segundo y definitivo documento sobre la teología de la
liberación, se retorna claramente la enseñanza del Concilio Vaticano II. Dice la Libertatis
Conscientia: “La espera vigilante y activa del reino es también la de la justicia totalmente
perfecta para los vivos y los muertos, para los hombres de todos los tiempos y lugares, que
Jesucristo, constituido Juez supremo, instaurará. Esta promesa que supera todas las
posibilidades humanas, afecta directamente a nuestra vida en el mundo, porque una verdadera
justicia debe alcanzar a todos y debe dar respuesta a muchos sufrimientos padecidos por todas
las generaciones”. 24 Aquí está la legitimidad de una entrega cristiana en el mundo como la
quiere la teología de la liberación. Sin embargo el documento prefiere concluir en seguida que
es la resurrección la que satisface las exigencias de justicia.
23 GS n.39.
24 LC, 60.