Edición 24 de Noviembre de 2014

14 Diario Co Latino Lunes 24 de noviembre de 2014
No- 2072 Email: nmartinez@diariocolatino.com
Álvaro Darío Lara
Escritor/Poeta
Colaborador de Trazos Culturales
Justo el día del cumpleaños del cineasta salvadoreño Alejandro Cotto, el pasado 13
de noviembre, se estrenaba en el Teatro de las Ruinas, de la ciudad de Suchitoto,
el documental del productor y también cineasta nacional, Edwin Arévalo, titulado:
“Alejandro Cotto, Memorias”.
A esta presentación pública no pudo asistir don Alejandro, debido a su delicado estado
de salud, pero sí pudo verla y disfrutarla en compañía de Arévalo, en un intenso y
emotivo encuentro previo.
La audiencia capitalina tuvo la gran oportunidad de asistir a su exhibición en el
Auditorio del Museo Nacional de Antroplogía un día después, el 14 de noviembre.
Fecha en la cual, Arévalo, deslumbró a los asistentes, con un excelente trabajo fílmico
de 73 minutos de duración, a un costo de $54,700 dólares, y en un período de arduo
trabajo que involucró seis años. Seis años de realizar una auténtica labor de arqueología
cinematográfica, ya que buena parte del legado de don Alejandro, se encontraba
prácticamente extraviado entre los laberintos del implacable tiempo. Es así, como el
productor, logró rescatar la filmografía completa de nuestro gran artista visual.
Películas y documentales extraordinarios como “El Rostro”, “El Carretón de los
sueños”, “Un Camino de Esperanza”, “Universo Menor” y otros más, fueron
encontrados, identificados y salvados del inmisericorde anonimato que sufrían;
restituyendo, de esta manera, con la obra fílmica de Cotto, una significativa parte de
nuestros esfuerzos por construir un cine criollo.
El documental entrelaza magistralmente la vida de don Alejandro, con esa pasión que
lo llevó desde niño, a renunciar a la continuidad del oficio paterno, para comenzar a
filmar su pueblo, su historia, los paisajes y sensaciones que le sobrecogían el alma.
De esta manera, logró llamar la atención del presidente de la República, el coronel
Óscar Osorio, quien lo envía a México, para seguir estudios especializados. Allí,
después de una búsqueda, en la gran metrópoli, logra trabajar con el productor, cineasta
...las producciones de Cotto, guardan próximo parentesco
con el neorrealismo italiano, a la manera de Victorio de
Sicca. Y en nuestra opinión, un Buñuel mexicano, deja
sentir su impronta en el discurso fílmico de Cotto....
Alejandro Cotto, memorias
y guionista Julio Bracho (1909-1978), iniciando una carrera que sería reconocida
internacionalmente, con participaciones y premios en festivales mundiales, citamos:
el Festival de Cine de Berlín, el Festival de Cine de Bogotá y el Festival de Cine de
Bilbao.
No hay duda que Alejandro Cotto, tenía ya, una prometedora carrera en los ámbitos
universales; sin embargo, decide, pese a la oferta de Bracho de continuar trabajando en
México, retornar a El Salvador, con el gran propósito de apostarle al cine de su patria.
Su vuelta, lamentablemente, lejos de concretar este ideal, frustra a nuestro artista, al
encontrar la total falta de condiciones para realizar proyectos que llevaran a la creación
de una industria filmográfica, con todas sus implicaciones, artísticas, culturales y
empresariales.
Lo demás, es conocido -salvo algunos documentales valiosos en tierra salvadoreña- la
vida de don Alejandro, fue absorbida por sus labores publicitarias; y luego, por la
enardecida lucha que libró en defensa de su amado Suchitoto, desde los tiempos crueles
de la guerra, hasta épocas recientes.
El trabajo del cineasta Edwin Arévalo es, por tanto, doblemente meritorio. En primer
lugar, por la realización de un documental de gran calidad técnica, artística y humana,
que tiene como gran personaje a don Alejandro; y en segundo lugar, por la obra de
inestimable rescate, restauración y resguardo de la filmografía del hijo meritísimo de
Suchitoto.
Como bien ha declarado Arévalo, las producciones de Cotto, guardan próximo
parentesco con el neorrealismo italiano, a la manera de Victorio de Sicca. Y en nuestra
opinión, un Buñuel mexicano, deja sentir su impronta en el discurso fílmico de Cotto.
En su poética, desde los marginados, desde la tierra; desde las imágenes de los pies,
lodosos y sangrantes, de un pueblo que camina eternamente, buscando el sol de la
justicia y de la libertad.
Un documental que vale la pena disfrutarlo y apreciarlo, como un valiosísimo
homenaje a este excepcional salvadoreño, don Alejandro Cotto, y como una muestra
–bellísima- del talento y humanismo del cineasta Edwin Arévalo, a quien felicitamos
ampliamente.
Alejandro
Cotto, junto
al director
mexicano Julio
Bracho.