Los sentidos despiertos - Orquesta Filarmónica de Bogotá
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<strong>Los</strong> <strong>sentidos</strong> <strong><strong>de</strong>spiertos</strong><br />
Pero estas aproximaciones y contactos son importantes también para<br />
los propios músicos. Ya hay una mayor permeabilidad y relación <strong>de</strong> la música<br />
académica con la música popular, pero aún es débil su vínculo con el mercado.<br />
La gente que está más expuesta a la aca<strong>de</strong>mia es menos proclive a pensar sobre<br />
su supervivencia profesional. El que no lo está, sabe que tiene que producir y que<br />
<strong>de</strong>be buscar canales y estrategias diferentes <strong>de</strong> circulación <strong>de</strong> sus productos.<br />
La OFB tiene muy buena imagen, superó acertadamente los conflictos laborales<br />
y se ha renovado musicalmente. Respon<strong>de</strong> a un proyecto <strong>de</strong> ciudad y son<br />
muy importantes sus programas didácticos y el salir a escenarios alternativos. Su<br />
relación con la ciudad se ha acentuado convirtiéndose en la experiencia cultural<br />
y artística que se hace presente en más localida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>Bogotá</strong>, logrando generar<br />
otros públicos a los habituales a este tipo <strong>de</strong> música.<br />
En cuanto a los públicos hay una notable afluencia <strong>de</strong> jóvenes que va<br />
incrementando el que había sido habitual <strong>de</strong> la música académica: personas<br />
adultas, educadas y <strong>de</strong> niveles socioeconómicos medios y altos. Es un público<br />
que tiene estabilidad y que pue<strong>de</strong> no tener un gran conocimiento, pero “vive” esa<br />
música; ha habido en estos años un <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la sensibilidad, probablemente<br />
promovido por el aumento <strong>de</strong> la oferta, su diversificación, el contacto con la<br />
música a través <strong>de</strong> diferentes soportes y el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> las tecnologías. Se trata<br />
<strong>de</strong> un público cercano, solidario, entusiasta. Internet acabó con el monopolio<br />
<strong>de</strong> los informados y el contexto musical <strong>de</strong> la ciudad empezó a permitir aproximaciones<br />
que hace unos años eran imposibles. “Me acerqué a Beethoven –dice<br />
un reconocido compositor– a través <strong>de</strong>l rock y también <strong>de</strong>l cine. Muchas <strong>de</strong> las<br />
cosas que <strong>de</strong>scubro <strong>de</strong> la música contemporánea han provenido <strong>de</strong> mi relación<br />
con el cine”. Este diálogo <strong>de</strong> sensibilida<strong>de</strong>s y <strong>de</strong> expresiones artísticas es fundamental<br />
para la formación <strong>de</strong> públicos. Si bien son importantes los programas<br />
focalizados, también es cierto que el “clima” cultural <strong>de</strong> una ciudad permite<br />
encuentro, interacciones y conversaciones muy fructíferas entre las artes. Lo que<br />
parece existir en la ciudad es una intersección <strong>de</strong> flujos creativos que componen<br />
el panorama sensible y cognitivo <strong>de</strong> los habitantes <strong>de</strong> la ciudad. La cultura más<br />
que una conformación simbólica por estratos <strong>de</strong> apropiación, es un campo <strong>de</strong><br />
interacción <strong>de</strong> múltiples lenguajes y sensibilida<strong>de</strong>s que se complementan, se<br />
contrastan y entran en diálogo. Hace años, Néstor García Canclini mostró que la<br />
división formal <strong>de</strong> cultura culta, culturas populares y culturas masivas no era más<br />
que un artificio, tomado a<strong>de</strong>más por miradas exclusivas que se habían repartido<br />
su estudio. Por el contrario lo que se da es un conjunto <strong>de</strong> vasos comunicantes,<br />
<strong>de</strong> interconfluencias entre una y otra manifestación <strong>de</strong> la cultura. La ciudad<br />
es una manifestación viva <strong>de</strong> estas intersecciones y la apropiación uno <strong>de</strong> sus<br />
lugares privilegiados <strong>de</strong> realización.<br />
Ten<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la apropiación <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la mirada cualitativa<br />
<strong>Bogotá</strong> está viviendo una importante transformación cultural tanto en<br />
sus procesos <strong>de</strong> creación como <strong>de</strong> circulación <strong>de</strong> las músicas, las danzas y el<br />
teatro. Han aumentado los grupos, se tien<strong>de</strong> a formalizar el sector y aparecen<br />
asociaciones que hace unos años eran inexistentes. Las escuelas <strong>de</strong> formación<br />
se multiplican, las artes se involucran en la generación <strong>de</strong> sus propios mercados,<br />
los conocimientos se expan<strong>de</strong>n mucho más y la oferta cultural, nacional e<br />
internacional se incrementa generando agendas <strong>de</strong> programación más amplias<br />
y diversas. Subsisten problemas <strong>de</strong> precariedad en los ingresos, dificulta<strong>de</strong>s<br />
para mantener <strong>de</strong> manera constante la actividad, fragilidad <strong>de</strong> la creación en las<br />
localida<strong>de</strong>s y tropiezos <strong>de</strong> las propuestas comerciales con los proyectos culturales.<br />
Estas transformaciones <strong>de</strong> la producción y la circulación influyen directamente<br />
en la aparición <strong>de</strong> los públicos y en sus procesos <strong>de</strong> creación. Hay un consenso<br />
generalizado sobre la importancia que han tenido los festivales promovidos por<br />
la Secretaría <strong>de</strong> Cultura, como espacios para el acceso y la apropiación, pero<br />
también y sobre todo, como componentes <strong>de</strong> un proceso. <strong>Los</strong> festivales no son<br />
fines en sí mismos, sino momentos <strong>de</strong> un camino, tanto para la creación como<br />
para el consumo cultural en la ciudad. Existe una “organicidad” en las prácticas<br />
culturales <strong>de</strong> la ciudad y en sus diversos procesos, que los hace parte <strong>de</strong> un todo.<br />
Las dificulta<strong>de</strong>s que viven las bandas en las localida<strong>de</strong>s inmediatamente impactan<br />
sobre los festivales como también sobre el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> la música en la ciudad.<br />
<strong>Los</strong> públicos, por su parte, se han multiplicado y diversificado. Tienen claras<br />
diferencias socio<strong>de</strong>mográficas, mayores conocimientos y exigencias más fuertes.<br />
Se intercomunican entre sí y acu<strong>de</strong>n acompañados <strong>de</strong> sus familiares, sus amigos o<br />
su pareja. No se trata <strong>de</strong> públicos-espectadores sino <strong>de</strong> públicos que afirman sus<br />
<strong>de</strong>rechos, sienten los festivales como propios, encuentran que son importantes<br />
para la convivencia y representan ya un hito en el flujo cotidiano <strong>de</strong> la vida en<br />
la ciudad. <strong>Los</strong> festivales-vitrina precisan públicos-espectadores; los festivalesencuentro,<br />
públicos-ciudadanos. Sólo que lo ciudadano o lo social no es algo que<br />
se agrega didácticamente al festival, sino algo inherente a la misma experiencia<br />
<strong>de</strong>l festival. A su convocatoria, la construcción <strong>de</strong> la programación, el enfoque<br />
<strong>de</strong> la seguridad y los rituales que suce<strong>de</strong>n <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la celebración. Más que<br />
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