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mujeres y niños. Y todo ello porque ahora las maderas<br />

tropicales son codiciadas y no importa a nadie<br />

cuánto pierde la selva por destruir esos árboles. La<br />

selva es un escenario turístico y no nuestra casa, y al<br />

parecer hay profundos yacimientos petroleros que<br />

despiertan avaricias (Rivas, 2003).<br />

‘Fuera de matar a tiros a la gente indígena, la<br />

manera más segura de matarnos es la de separarnos<br />

de nuestro pedazo de Tierra. Una vez<br />

separados o moriremos en nuestros cuerpos, o<br />

en nuestras mentes y nuestros espíritus serán alterados<br />

de tal manera que acabaremos por imitar<br />

maneras extranjeras y le construiremos una<br />

prisión extranjera a nuestros espíritus indígenas<br />

que sofocan en vez de nutrir como lo hacen<br />

nuestros territorios tradicionales de la Tierra.<br />

Con el tiempo perderemos nuestra identidad<br />

y acabaremos por morir o inválidos mientras<br />

sufrimos bajo el nombre de la ‘asimilación<br />

en otra sociedad’ (Testimonio Huaorani en el<br />

World Council of indigenous Peoples, 1985)<br />

En el documento que les “entregó” la tierra a los<br />

Huaorani, decía que el subsuelo sería administrado<br />

por el Estado: “los adjudicatarios no podrán impedir<br />

o dificultar los trabajos de exploración y/o explotación<br />

minera e hidrocarburífera que realice el Gobierno<br />

nacional y/o personas naturales o jurídicas<br />

legalmente autorizadas”.<br />

En nuestra casa están los huesos de nuestros<br />

abuelos y no queremos que la compañía venga<br />

a destruir. La tierra subsuelo y hasta el aire<br />

somos nosotros, todo es nuestra casa. Donde<br />

hay viento nosotros estamos respirando. Nuestra<br />

casa es como nuestro cuerpo. SI viene un<br />

tractor, está destruyendo la tierra y está destruyendo<br />

nuestra piel. Le duele a la tierra como a<br />

nuestro cuerpo (Huamuñí y Enomenga, 1992)<br />

La presión de las petroleras ha sido tan grande<br />

que hasta el Tribunal Constitucional (TC) en 1992,<br />

ante una demanda petroleras para entrar a operar<br />

en áreas protegidas, cambió la sentencia en la que<br />

decían: “Eviten en lo posterior hacer concesiones<br />

de áreas para la explotación petrolera dentro de los<br />

Parques y áreas de reserva natural o equivalentes,<br />

porque lesionarían la disposición constitucional citada”,<br />

por otra en la que se desdice y anuncia: “Tomen<br />

medidas necesarias para la protección de la<br />

naturaleza y extremen las medidas de protección y<br />

control del ecosistema y del medio ambiente en las<br />

actividades de exploración y explotación petrolera”<br />

(CORDAVI, 1992).<br />

- Uno de los abogados nos contó que un miembro<br />

del TC declaró que el verdadero motivo del cambio<br />

fue que las empresas petroleras internacionales<br />

amenazaron al gobierno del Ecuador de que si no<br />

se cambiaba esta sentencia ellas sacarían sus capitales,<br />

y el gobierno se asustó.<br />

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