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imagen histórica de algunas de las primeras mujeres en emitir su voto.
mujeres A lAs urnAs
Foto: Especial
Sólo hace 61 años
Al hablar de las mexicanas y su participación política tenemos que detallar el eje central de su figura en
la sociedad y su autoconcepto. Intervienen aquí palabras como cultura, paradigma, estereotipo y liderazgo
M.P.C. Zulay Alaid Abbud Esparza*
La construcción de paradigmas sociales y culturales
en torno a la conceptualización de las mujeres las
ha colocado en un esquema poco alentador al ser
víctimas de estereotipos.
Nos encontramos frente a una realidad dividida y
discriminatoria que separa a las personas y las coloca
en una posición diferenciada, atribuyéndole a cada
cual el valor de sus ideas, convicciones y posibilidades
de llegar a ser, en función de lo que le permita su
condición genérica, no por capacidad ni por el desarrollo
de sus habilidades, sino por lo que su cuerpo
de mujer u hombre determina ante la sociedad.
Apenas el siglo pasado era impensable para
muchos grupos marginados, particularmente para
las mujeres, acceder a la manifestación expresa de
elegir y de ocupar cargos públicos y/o políticos. Han
pasado tan solo 61 años de aquel 17 de octubre de
1953, cuando las mujeres ganamos nuestro derecho
a votar y ser electas.
Cabe subrayar que la restricción del voto femenino
no fue consecuencia de un cuestionamiento a
la capacidad de las mexicanas, sino de los obstáculos
impuestos desde la propia Constitución Política, que
en su artículo 34 definió como “ciudadanos de la
República” a aquellos que, teniendo “la calidad de
mexicanos”, hubieran cumplido la mayoría de edad
(18 años siendo casados y 21 si no lo eran) y tuvieran
un modo honesto de vivir.
Con esa expresión no solo se encontraba extinta
la figura femenina como tal, sino nulificado por
completo el derecho a la ciudadanía de las mujeres.
No obstante, al celebrar un año más del voto femenino
resurge la pregunta ¿cuándo quedará atrás la
idea colectiva de que en división se logra más
Hemos compartido un mundo diseñado por la
óptica masculina, pero es necesario reconocer que
frente al creciente desarrollo poblacional y social,
cada persona se convierte en un instrumento de
cambio desde el cual es posible construir diversidades
funcionales, armónicas y justas.
*Directora general adjunta de la Comisión Nacional para Prevenir y
Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), de la Secretaría
de Gobernación (Segob). La autora deja constancia de que esta opinión
no representa la postura de la Conavim ni de la Segob.
¿Qué es lo que nos frena al intentar acceder a estos espacios
de poder ¿Qué nos frena para poder pensar, decidir, elegir,
proponer, innovar e intentar construir realidades adyacentes,
pero funcionales, con libertad implícita y sin miedo al fracaso
Congreso feminista para demandar los derechos ciudadanos de las mujeres en 1953.
bAjA representAción
Aunque mucho se lee y se escucha sobre el panorama de la
participación política femenina de manera fría y tajante debe
reconocerse que en la práctica ésta es una representación tan
baja como la contribución masculina en las labores del hogar.
Foto: Especial
MILENIO 15
TODAS • 27 de OCTUBRe, 2014