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Informe SESPAS 2008 - El Médico Interactivo

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00 Portada<strong>SESPAS</strong> <strong>2008</strong>.qxp 20/3/08 07:53 Página 1<br />

Vol. 22 - Monográfico 1 - Abril <strong>2008</strong><br />

GACETA SANITARIA Abril <strong>2008</strong> - Volumen 22 - Monográfico 1 - Páginas 1-253<br />

ISSN: 0213-9111<br />

<strong>Informe</strong> <strong>SESPAS</strong> <strong>2008</strong><br />

Mejorando la efectividad<br />

de las intervenciones públicas sobre la salud<br />

Editores: B. González López-Valcárcel, R. Meneu de Guillerna, R.M. Urbanos Garrido<br />

y M.L. Vázquez Navarrete<br />

REVISTA ESPAÑOLA DE SALUD PÚBLICA Y ADMINISTRACIÓN SANITARIA<br />

REVISTA ESPANYOLA DE SALUT PÚBLICA I ADMINISTRACIÓ SANITÀRIA<br />

REVISTA ESPAÑOLA DE SAÚDE PÚBLICA E ADMINISTRACIÓN SANITARIA<br />

OSASUN PUBLIKO ETA SANITAL ADMINISTRAZIORAKO ESPAINIAR ALDIZKARIA


Sumario<br />

Monográfico 1 - Vol. 22 - Abril <strong>2008</strong><br />

INFORME <strong>SESPAS</strong> <strong>2008</strong><br />

MEJORANDO LA EFECTIVIDAD DE LAS INTERVENCIONES PÚBLICAS SOBRE LA SALUD<br />

EDITORES DEL SUPLEMENTO: BEATRIZ GONZÁLEZ LÓPEZ-VALCÁRCEL, ILDEFONSO HERNÁNDEZ,<br />

RICARD MENEU DE GUILLERNA, ROSA MARÍA URBANOS GARRIDO Y MARÍA LUISA VÁZQUEZ NAVARRETE<br />

INTRODUCCIÓN<br />

1 Los siete pecados capitales de la evaluación del impacto<br />

Cesar G. Victora e Iná S. Santos<br />

CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE<br />

LA SALUD<br />

8 1.1. <strong>El</strong> papel de la epidemiología en la definición de políticas. Hacia la salud pública<br />

que se necesita<br />

Carlos Álvarez-Dardet<br />

14 1.2. Integración de la información para las intervenciones sanitarias: de los datos<br />

a la información; de la información a la acción<br />

Carlos Campillo Artero<br />

19 1.3. ¿Cómo mejorar la efectividad (calidad) reduciendo la brecha de la investigación<br />

a la acción<br />

Enrique Bernal Delgado<br />

27 1.4. <strong>El</strong> marketing como herramienta para incrementar la eficacia de los planes de salud<br />

pública<br />

Asunción Beerli-Palacio, Josefa D. Martín-Santana y Miquel Porta<br />

37 1.5. <strong>El</strong> nuevo médico. La inaplazable reforma de la formación de los profesionales<br />

de la salud<br />

Manuel G. Leyte<br />

CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

43 2.1. <strong>El</strong> gasto sanitario en el contexto del gasto social. Un análisis generacional de las tendencias<br />

en España en un contexto de envejecimiento demográfico<br />

Guillem López Casasnovas y Ana Mosterín Höpping<br />

53 2.2. Políticas frente a los riesgos cotidianos<br />

2.2.1. Transporte, medio ambiente y salud<br />

Ferran Ballester y Rosanna Peiró<br />

2.2.2. Amenazas para la salud y crisis sanitarias. Aproximación a la alerta y respuesta<br />

Fernando Simón Soria y Francisco Javier Guillén Enríquez<br />

2.2.3. La salud de las ciudades y sus ciudadanos (urbanismo y salud pública municipal)<br />

María Dolores Gerez Valls e Isabela Velázquez Valoria<br />

2.2.4. Políticas de regulación del alcohol en España: ¿salud pública basada en la experiencia<br />

Joan R. Villalbí, Lluís Granero y M. Teresa Brugal<br />

86 2.3. Adaptación de los servicios de salud a las características específicas y de utilización<br />

de los nuevos españoles<br />

Berta Ribera, Bruno Casal, David Cantarero y Marta Pascual<br />

96 2.4. Hacia una nueva organización de los dispositivos de salud pública en España<br />

Carlos Artundo Purroy y Ana Rivadeneyra Sicilia<br />

104 2.5. Políticas de salud (actuaciones poblacionales) en los servicios asistenciales<br />

Andreu Segura<br />

111 2.6. <strong>El</strong> impacto de los medicamentos en el bienestar<br />

Vicente Ortún<br />

ISSN: 0213-9111


Sumario<br />

CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

118 3.1. Gobernabilidad del Sistema Nacional de Salud: mejorando el balance entre<br />

los beneficios y los costes de la descentralización<br />

José R. Repullo y José M. Freire<br />

127 3.2. La evaluación y sus formas. En busca del eslabón perdido en la definición<br />

de la intervención pública<br />

3.2.1. ¿Cómo se deben establecer y evaluar las prioridades en salud y servicios de salud Métodos<br />

de priorización y disparidades regionales<br />

Fernando I. Sánchez Martínez, José María Abellán Perpiñán y Jorge E. Martínez Pérez<br />

3.2.2. Evaluación económica y toma de decisiones en salud. <strong>El</strong> papel de la evaluación económica en<br />

la adopción y la difusión de tecnologías sanitarias<br />

Juan Oliva, Fernando Antoñanzas y Oliver Rivero-Arias<br />

143 3.3. Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados de salud, el pago por objetivos<br />

y el redireccionamiento de los incentivos<br />

Salvador Peiró y Anna García-Altés<br />

CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

156 4.1. La integración asistencial, ¿Doctor Jekyll o Mr Hyde<br />

4.1.1. Integración y fronteras entre la atención sanitaria y social<br />

María Victoria Zunzunegui Pastor y Pablo Lázaro y de Mercado<br />

4.1.2. La gestión de casos y de enfermedades, y la mejora de la coordinación de la atención sanitaria<br />

en España<br />

Juan Gérvas<br />

169 4.2. <strong>El</strong> control del cáncer de pulmón en España: un análisis de la situación actual<br />

Xavier Bonfill, M. Teresa Puig, Ignasi Bolívar y M. Jesús Quintana<br />

179 4.3. ¿Cómo incorporar las utilidades de los pacientes a las decisiones clínicas<br />

José María Abellán Perpiñán, Fernando I. Sánchez Martínez y Jorge E. Martínez Pérez<br />

186 4.4. Primum non nocere. Intervenciones sanitarias respetuosas con las preferencias<br />

de los individuos<br />

4.4.1. Hacia nuevos planteamientos de calidad. <strong>El</strong> paciente como coprotagonista<br />

Susana Lorenzo<br />

4.4.2. La voz de los pacientes ha de ser escuchada<br />

Albert J. Jovell y María Dolors Navarro Rubio<br />

4.4.3. Luces y sombras en la seguridad de los pacientes: estudio y desarrollo de estrategias<br />

Jesús M. Aranaz-Andrés, Ramón Limón-Ramírez, Carlos Aibar-Remón, Juan José<br />

Miralles-Bueno, Julián Vitaller-Burillo, Emrique Terol-García, M. Teresa Gea-Velázquez<br />

de Castro, Juana Requena-Puche, Milagros Rey-Talens, y Grupo de Trabajo ENEAS<br />

4.4.4. Los efectos negativos de las intervenciones preventivas basadas en el individuo<br />

Soledad Márquez-Calderón<br />

4.4.5. <strong>El</strong> entusiasmo por las pruebas diagnósticas: efectos en la salud y formas de control<br />

Blanca Lumbreras e Ildefonso Hernández-Aguado<br />

CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

223 5.1. Reforma, equidad y eficiencia de los sistemas de salud en Latinoamérica. Un análisis<br />

para orientar la cooperación española<br />

Ingrid Vargas Lorenzo, M. Luisa Vázquez Navarrete, Pilar de la Corte Molina,<br />

Amparo Mogollón Pérez y Jean Pierre Unger<br />

230 5.2. ¿A quién benefician los programas de salud dirigidos a los más pobres Éxitos<br />

y fracasos<br />

E. Espinoza Fiallos y M. Teresa Ruiz Cantero<br />

237 5.3. Efectividad de la ayuda oficial al desarrollo y los nuevos principios e instrumentos<br />

para la cooperación al desarrollo en salud<br />

<strong>El</strong>isabet Jané Camacho y Montserrat Figuerola Batista<br />

SÍNTESIS FINAL Y RECOMENDACIONES PARA LAS POLÍTICAS<br />

244 Equipo de editores


Supplement 1 - Volume 22 - April <strong>2008</strong><br />

Contents<br />

Report of the Spanish Society of Public Health and Health Services’<br />

Administration (<strong>SESPAS</strong>) <strong>2008</strong><br />

Improving the effectiveness of public health interventions<br />

Editors: B. González López-Valcárcel, R. Meneu de Guillerna, R.M. Urbanos Garrido<br />

and M.L. Vázquez Navarrete<br />

INTRODUCTION<br />

1 The seven deadly sins of impact evaluations<br />

Cesar G. Victora and Iná S. Santos<br />

CHAPTER 1. IMPROVING INFORMATION AND KNOWLEDGE FOR HEALTH INTERVENTIONS<br />

8 1.1. The role of epidemiology in policy definition. Toward the public health required<br />

Carlos Álvarez-Dardet<br />

14 1.2. Integration of information for health interventions: from data to information<br />

and from information to action<br />

Carlos Campillo Artero<br />

19 1.3. How can we improve effectiveness (quality) by reducing the gap between research<br />

and action<br />

Enrique Bernal Delgado<br />

27 1.4. Marketing as a tool to increase the effectiveness of public health plans<br />

Asunción Beerli-Palacio, Josefa D. Martín-Santana and Miquel Porta<br />

37 1.5. The new physician. A pressing reform in medical education<br />

Manuel G. Leyte<br />

CHAPTER 2. PUBLIC HEALTH POLICIES<br />

43 2.1. Health expenditure in the context of social expenditure. A generational analysis<br />

of tendencies in Spain in the context of demographic aging<br />

Guillem López Casasnovas and Ana Mosterín Höpping<br />

53 2.2. Policies on daily risks<br />

2.2.1. Transport, environment and health<br />

Ferran Ballester and Rosanna Peiró<br />

2.2.2. Health threats and health system crises. An approach to early warning and response<br />

Fernando Simón Soria and Francisco Javier Guillén Enríquez<br />

2.2.3. The health of cities and their citizens (urban development and municipal public health)<br />

María Dolores Gerez Valls and Isabela Velázquez Valoria<br />

2.2.4. Regulatory policies on alcohol in Spain. Experience-based public health<br />

Joan R. Villalbí, Lluís Granero and M. Teresa Brugal<br />

86 2.3. Adapting health services to the specific needs and utilization patterns of the new<br />

Spaniards<br />

Berta Ribera, Bruno Casal, David Cantarero and Marta Pascual<br />

96 2.4. Toward a new organization of public health services in Spain<br />

Carlos Artundo Purroy and Ana Rivadeneyra Sicilia<br />

104 2.5. Health policies (population interventions) in health services<br />

Andreu Segura<br />

111 2.6. The impact of drugs on social welfare<br />

Vicente Ortún<br />

ISSN: 0213-9111


Contents<br />

CHAPTER 3. GENERAL PRIORITIES AND INDIVIDUAL CONTRIBUTIONS<br />

118 3.1. Governability of the Spanish national health system: improving the balance between<br />

the benefits and costs of decentralization<br />

José R. Repullo and José M. Freire<br />

127 3.2. Evaluation and its various forms. Searching for the missing link in the definition<br />

of public intervention<br />

3.2.1. How should health and healthcare priorities be set and evaluated Prioritization methods<br />

and regional disparities<br />

Fernando Ignacio Sánchez, José María Abellán Perpiñán and Jorge E. Martínez Pérez<br />

3.2.2. Economic evaluation and decision-making in health. The role of economic evaluation<br />

in the adoption and spread of health technologies<br />

Juan Oliva, Fernando Antoñanzas and Oliver Rivero-Arias<br />

143 3.3 Possibilities and limitations of results-based management, pay-for-performance<br />

and the redesign of incentives<br />

Salvador Peiró and Anna García-Altés<br />

CHAPTER 4. AN INTEGRATED AND USER-CENTERED HEALTH SYSTEM<br />

156 4.1. Integrated healthcare. Doctor Jekyll or Mr. Hyde<br />

4.1.1. Integration and boundaries between health and social care<br />

María Victoria Zunzunegui Pastor and Pablo Lázaro y de Mercado<br />

4.1.2. Case and disease management and improved integration of healthcare services in Spain<br />

Juan Gérvas<br />

169 4.2. Lung cancer in Spain: the current situation<br />

Xavier Bonfill, M. Teresa Puig, Ignasi Bolívar and M. Jesús Quintana<br />

179 4.3. How should patients’ utilities be incorporated into clinical decisions<br />

José María Abellán Perpiñán, Fernando I. Sánchez Martínez and Jorge E. Martínez Pérez<br />

186 4.4. Primum non nocere. Health interventions respectful of individual preferences<br />

4.4.1. Toward new approaches to quality. The patient as coprotagonist<br />

Susana Lorenzo<br />

4.4.2. Listening to the voice of the patient: an imperative<br />

Albert J. Jovell and María Dolors Navarro Rubio<br />

4.4.3. Lights and shadows in patient safety: study and development of strategies<br />

Jesús M. Aranaz-Andrés, Ramón Limón-Ramírez, Carlos Aibar-Remón, Juan José<br />

Miralles-Bueno, Julián Vitaller-Burillo, Emrique Terol-García, M. Teresa Gea-Velázquez<br />

de Castro, Juana Requena-Puche, Milagros Rey-Talens and the ENEAS Working Group<br />

4.4.4. Negative effects of individual-based preventive interventions<br />

Soledad Márquez-Calderón<br />

4.4.5. Enthusiasm for diagnostic tests: health effects and their surveillance<br />

Blanca Lumbreras and Ildefonso Hernández-Aguado<br />

CHAPTER 5. INTERNATIONAL COOPERATION AND DEVELOPMENT IN HEALTH<br />

223 5.1. Reform, equity and efficiency of health systems in Latin America. A guide to Spanish<br />

cooperation<br />

Ingrid Vargas Lorenzo, M. Luisa Vázquez Navarrete, Pilar de la Corte Molina, Amparo Mogollón<br />

Pérez and Jean Pierre Unger<br />

230 5.2. Who benefits from health programs aimed at the poorest Successes and failures<br />

E. Espinoza Fiallos and M. Teresa Ruiz Cantero<br />

237 5.3. Effectiveness of official aid for the development of new principles and tools<br />

for cooperation in health development<br />

<strong>El</strong>isabet Jané Camacho and Montserrat Figuerola Batista<br />

FINAL SUMMARY AND POLICY RECOMMENDATIONS<br />

244 Team of editors


INTRODUCCIÓN<br />

Los siete pecados capitales de la evaluación del impacto *<br />

Cesar G. Victora / Iná S. Santos<br />

Universidade Federal de Pelotas, Brasil.<br />

(The seven deadly sins of impact evaluations)<br />

Ideas clave<br />

• La evaluación del impacto de los programas de salud<br />

suele ser limitada. Su ausencia permite el mantenimiento<br />

de programas inefectivos y el drenaje de recursos.<br />

• <strong>El</strong> inicio tardío de la evaluación implica generalmente<br />

la ausencia de una línea de base para la interpretación<br />

posterior de resultados.<br />

• La interpretación del impacto de un programa debe<br />

incluir la evaluación del proceso para poder comprender<br />

los factores que intervinieron en el resultado.<br />

• La metodología que se utilice en la evaluación del impacto<br />

debe permitir establecer si el programa funciona<br />

en condiciones reales.<br />

• La inclusión temprana y continuada de los gestores<br />

aumenta la probabilidad de que los resultados de la<br />

evaluación se tengan en cuenta en la toma de decisiones<br />

posterior.<br />

• Los resultados de un programa dependen del contexto<br />

social, político, económico y cultural. Un mismo<br />

programa puede obtener resultados distintos en<br />

contextos diferentes.<br />

• No sólo es importante evaluar el impacto global de<br />

un programa, sino hasta qué punto logra alcanzar a<br />

los distintos grupos sociales.<br />

*<strong>El</strong> texto del artículo se basa en la conferencia Ernest Lluch<br />

desarrollada por el autor principal durante el XII CONGRESO<br />

<strong>SESPAS</strong> en Barcelona, España, el 20 de junio de 2007. <strong>El</strong><br />

título del trabajo fue inspirado por la obra del pintor flamenco<br />

Hieronymus Bosch (1450-1516), «Los siete pecados<br />

capitales», expuesta en el Museo del Prado, en Madrid.<br />

Correspondencia: Cesar G. Victoria.<br />

Universidade Federal de Pelotas. Brasil.<br />

Correo electrónico: cvictora@terra.com.br<br />

Introducción<br />

Hay una creciente necesidad de resultados de<br />

evaluaciones del impacto de programas y proyectos<br />

en salud pública. La definición de nuevas<br />

políticas públicas o la reformulación de las<br />

ya existentes requieren, cada vez más, que estén basadas<br />

en la evidencia de la efectividad de las acciones<br />

propuestas. No obstante, a pesar del gran número<br />

de programas normalmente implementados en<br />

diferentes lugares del mundo, muy pocos han sido o<br />

están siendo objeto de evaluaciones del impacto. Las<br />

razones de este vacío son varias, e incluyen desde limitaciones<br />

económicas (debido a que no se destinan<br />

recursos para la evaluación) hasta la falta de una cultura<br />

de evaluación entre los gestores y entre las agencias<br />

que financian los programas 1 . <strong>El</strong> objetivo de este<br />

artículo es señalar, a la luz de la epidemiología y de<br />

la experiencia de los autores, siete limitaciones importantes<br />

de la evaluación del impacto de programas<br />

en salud pública.<br />

No evaluar<br />

<strong>El</strong> peor de todos los pecados es no evaluar. <strong>El</strong> hecho<br />

de evaluar posee, como mínimo, el efecto pedagógico<br />

de ayudar a construir una cultura favorable a la evaluación.<br />

Todos los años, se invierten miles de millones<br />

de dólares en programas destinados a mejorar la salud,<br />

la educación y otros aspectos sociales en los países<br />

en vías de desarrollo. De éstos, sólo algunos se benefician<br />

de evaluaciones rigurosas, capaces de determinar<br />

su impacto real. Eso se aplica tanto a programas<br />

financiados por los propios gobiernos de los<br />

países en vías desarrollo como a iniciativas patrocinadas<br />

por agencias internacionales. La ausencia de<br />

evaluación lleva a que los programas inefectivos continúen<br />

el drenaje de los escasos recursos disponibles,<br />

los que podrían ser invertidos en iniciativas con un impacto<br />

real sobre la salud de la población 1 .<br />

1 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):1-7


INTRODUCCIÓN<br />

Iniciar tardíamente la evaluación<br />

Idealmente, la planificación de la evaluación de los<br />

programas se debería realizar simultáneamente a su<br />

concepción y diseño. Así, es más fácil identificar indicadores,<br />

realizar a tiempo la recogida de los datos de<br />

la línea de base y, en caso necesario, seleccionar grupos<br />

control para futuras comparaciones.<br />

Utilizaremos como ejemplo la evaluación de la estrategia<br />

de atención integral a las enfermedades prevalentes<br />

de la infancia (AIEPI), desarrollada por la Organización<br />

Mundial de la Salud y la UNICEF 2 . Esta<br />

estrategia se basa en tres pilares: apoyo al sistema de<br />

salud, desempeño de los profesionales de la salud, y educación<br />

para la salud a la familia y a la comunidad. <strong>El</strong> estudio<br />

de evaluación multicéntrico de la AIEPI incluyó proyectos<br />

en cinco países 3 . En Bangladesh, la evaluación<br />

se inició antes del comienzo del programa y mostró un<br />

aumento creciente del promedio de consultas por niño<br />

sólo unos meses después de la implantación de la AIEPI 4 .<br />

Si la evaluación se hubiese iniciado más tardíamente,<br />

se habría perdido la estimación del tiempo de latencia<br />

necesario para que el efecto de la intervención sobre el<br />

cambio en el comportamiento (que conlleva la búsqueda<br />

de servicios de salud) se manifestase. Se habría perdido<br />

también la importante observación de que, cuando<br />

se implantó el proyecto, los niveles de utilización eran<br />

similares en las áreas de intervención y de control.<br />

En cambio, el programa de supervivencia y desarrollo<br />

infantil acelerado (ACSD, Accelerated Child Survival and<br />

Development) de la UNICEF no comenzó a ser evaluado<br />

hasta algunos años después de su implantación. <strong>El</strong><br />

proyecto, lanzado en 2002 en cerca de 100 distritos de<br />

11 países de África occidental, utiliza las intervenciones<br />

más eficaces que se disponen: inmunización de niños<br />

y gestantes, distribución de micronutrientes esenciales,<br />

promoción de la lactancia materna, suministro de sales<br />

de rehidratación oral para el manejo de la diarrea, y mosquiteros<br />

tratados para proteger a las gestantes y los niños<br />

del paludismo. <strong>El</strong> primer esfuerzo de evaluación incluyó<br />

encuestas de cobertura en diversos distritos 2 años<br />

después del inicio de la implementación. La ausencia de<br />

una línea de base hace difícil la interpretación de los resultados;<br />

por ejemplo, si las diferencias encontradas entre<br />

los distritos con y sin ACSD ya estaban presentes antes<br />

del inicio de la implementación (datos todavía no publicados;<br />

para una descripción del programa, se puede consultar<br />

la siguiente página web: http://www.unicef.org/<br />

health/index_childsurvival.html).<br />

Evaluar el impacto sin evaluar el proceso<br />

En la figura 1 se muestra de forma esquemática el<br />

modelo de impacto de AEDPI y se indican los tres pilares<br />

sobre los que se apoya la estrategia de reducción<br />

de la mortalidad infantil y la mejora del estado nutricional.<br />

Para que el efecto de la intervención pueda verificarse,<br />

es necesario documentar mejoras en esos tres elementos.<br />

En primer lugar, debe haber mejoras en los sis-<br />

Figura 1. Modelo de impacto de la atención integral a las enfermedades prevalentes de la infancia (AIEPI).<br />

Modificado de Bruce et al 3 .<br />

Introducción<br />

y planificación<br />

Mejoras en los sistemas<br />

de salud: medicamentos,<br />

vacunas, supervisión, etc.<br />

Entrenamiento de los<br />

trabajadores de salud y<br />

visitas de seguimiento<br />

Intervenciones en las<br />

familias y en las<br />

comunidades<br />

Mejoras en la calidad de<br />

atención en los servicios<br />

de salud<br />

Mejoras en el manejo<br />

domiciliario y en el<br />

cumplimiento de las<br />

recomendaciones<br />

Mejoras en la búsqueda<br />

de cuidados a la salud<br />

y en el aumento<br />

en la utilización<br />

Redución de la mortalidad<br />

Mejora del estado<br />

nutricional<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):1-7<br />

2


Victora CG et al. Los siete pecados capitales de la evaluación del impacto<br />

temas de salud que garanticen la disponibilidad de vacunas,<br />

medicamentos, la supervisión de la calidad de<br />

la asistencia, etc.; en segundo lugar, los profesionales<br />

deben ser entrenados en la estrategia y recibir visitas<br />

de supervisión para mantener los conocimientos adquiridos<br />

y, en tercer lugar, se debe educar a las familias<br />

y comunidades. De acuerdo con este modelo, las<br />

mejoras en los sistemas de salud y el entrenamiento<br />

de los profesionales llevarían a un aumento en la calidad<br />

de la atención de los servicios de salud y a la consecuente<br />

mejora del manejo de casos y de la adhesión<br />

a las recomendaciones. Las intervenciones dirigidas a<br />

las familias y a las comunidades, a su vez, conllevarían<br />

una adecuada búsqueda de atención en salud y<br />

el aumento de la utilización de los servicios de salud.<br />

Las mejoras en la calidad de la atención, en el manejo<br />

domiciliario de las enfermedades y en el aumento de<br />

la utilización conducirían al resultado deseado de reducir<br />

la mortalidad infantil y mejora del estado nutricional.<br />

Este tipo de modelo conceptual de impacto es esencial<br />

para identificar los indicadores de proceso que requieren<br />

ser evaluados y los tipos de encuesta necesarios<br />

para medirlos, calcular el posible impacto de la estrategia<br />

y estimar el tamaño de la muestra de la evaluación.<br />

Su elaboración depende de la colaboración entre<br />

los gestores –indicando los cambios que esperan obtener<br />

con el programa– y los evaluadores. <strong>El</strong> modelo<br />

propone que la evaluación se realice de forma progresiva<br />

y se inicie con la medición de los indicadores de<br />

oferta, utilización y cobertura, antes de medir el impacto<br />

propiamente dicho 5 . De acuerdo con ese modelo<br />

(fig. 2), al inicio se debe investigar si las intervenciones<br />

y sus estrategias de implementación están bien fundamentadas<br />

técnicamente y son apropiadas al contexto<br />

epidemiológico y asistencial del país (evaluación de las<br />

políticas y de la planificación basada en resultados).<br />

A continuación, si efectivamente se ofrece la atención<br />

adecuada en los servicios de salud y en la comunidad<br />

(evaluación de oferta). Después, si esta atención es utilizada<br />

por la comunidad (evaluación de utilización), de<br />

forma que se alcance un nivel adecuado de cobertura<br />

efectiva de la población (evaluación de cobertura). Las<br />

evaluaciones del impacto sobre la morbilidad y la mortalidad,<br />

el estado nutricional u otros indicadores biológicos<br />

o del comportamiento únicamente deberían efectuarse<br />

si se ha respondido afirmativamente a estas<br />

preguntas. La utilización de este procedimiento de evaluación<br />

por etapas en la AIEPI, antes descrita, permitió<br />

interrumpirla en los países en que las evaluaciones<br />

iniciales mostraron que la implementación del programa<br />

era insuficiente para alcanzar un impacto detectable<br />

en la salud infantil.<br />

La documentación de indicadores de proceso ayuda<br />

a entender –en el caso de programas con impacto sobre<br />

la salud– qué factores intervinieron en ese impacto; en<br />

el caso de los programas sin impacto, la evaluación del<br />

proceso permite identificar las medidas que se deben<br />

introducir para perfeccionar el programa.<br />

Usar una metodología inadecuada<br />

Muchas evaluaciones de impacto se realizan mediante<br />

estudios de eficacia, que investigan si las intervenciones<br />

funcionan cuando se implantan en condiciones<br />

ideales. En estos estudios, en general, la intervención<br />

se implementa de forma integral, con excelente calidad,<br />

Figura 2. Aproximación en escalera a la evaluación. Modificado de Bruce et al 3 .<br />

5<br />

Impacto<br />

¿Hay un impacto sobre la salud<br />

y nutrición<br />

4<br />

Cobertura efectiva<br />

4. ¿Se han alcanzado niveles adecuados de<br />

cobertura efectiva en la población<br />

2<br />

3 ¿Están siendo utilizados estos servicios por la<br />

población<br />

¿Se están proporcionando los servicios adecuados:<br />

– En nivel de los servicios de salud<br />

– A nivel comunitario<br />

Utilización<br />

Provisión<br />

1<br />

Políticas de planificación<br />

Las intervenciones y planes para la atención, ¿son técnicamente adecuados<br />

y apropiados para el contexto epidemiológico y de sistema de salud<br />

3<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):1-7


INTRODUCCIÓN<br />

Figura 3. Programa de reducción de la mortalidad infantil<br />

(Pelotas, Brasil). Fuente: Victoria et al (datos no publicados).<br />

Tasa de mortalidad infantil<br />

24<br />

22<br />

20<br />

18<br />

16<br />

14<br />

12<br />

10<br />

86420<br />

2001 2002 2003 2004 2005 2006<br />

y alcanza una alta cobertura poblacional (incluidos los<br />

individuos más pobres) y en poblaciones con gran necesidad<br />

de tal intervención. Raramente se describen los<br />

factores contextuales (esenciales para decidir sobre la<br />

capacidad de generalización de los resultados) presentes<br />

en los lugares y servicios donde se realizan las evaluaciones.<br />

Los estudios de efectividad, por su parte, se planifican<br />

para responder si la intervención funciona en condiciones<br />

reales. En este caso, las intervenciones se implementan<br />

de forma imperfecta, con una calidad<br />

intermedia, y alcanzan una cobertura parcial (menor<br />

entre los más pobres), en poblaciones con una necesidad<br />

de intervención, en general, menos crítica que en<br />

los estudios de eficacia. También es posible que estén<br />

ausentes ciertos factores contextuales esenciales para<br />

el éxito del programa, presentes, en cambio, en las evaluaciones<br />

de eficacia.<br />

<strong>El</strong> modelo de evaluación de Habicht et al 5 propone<br />

un segundo eje (además del eje de los indicadores de<br />

oferta, utilización, cobertura e impacto) con tres niveles<br />

de inferencia para la evaluación: adecuación, plausibilidad<br />

y probabilidad. Las evaluaciones de adecuación<br />

responden, por ejemplo, si se alcanzó el objetivo<br />

inicial de reducir en un 20% la mortalidad en menores<br />

de 5 años, o si las tendencias de los indicadores de impacto<br />

iban en la dirección esperada y con la magnitud<br />

adecuada. Un programa de reducción de la mortalidad<br />

infantil en la ciudad de Pelotas, en el sur de Brasil, iniciado<br />

en 2005, por ejemplo, tenía como meta reducir<br />

la mortalidad infantil de 20 a 15 por 1.000 nacidos vivos,<br />

es decir, menos de 65 muertes anuales en menores de<br />

un año. Al final del primer año de intervención, la mortalidad<br />

había descendido a 15,5 por 1.000 nacidos vivos,<br />

con 66 muertes de menores de un año residentes en<br />

el municipio (fig. 3). La evaluación mostró, pues, un éxito<br />

parcial.<br />

Los datos de mortalidad por cáncer de cuello uterino<br />

en el estado de Rio Grande do Sul (Brasil), que<br />

muestra la figura 4 para la década de los ochenta, ya<br />

señalan una ausencia completa de impacto. Una encuesta<br />

de utilización y cobertura del programa demostró<br />

que las mujeres de bajo riesgo repetían muchos exámenes,<br />

mientras que las mujeres de alto riesgo no eran<br />

atendidas por el programa 6 . Las evaluaciones de adecuación<br />

normalmente son muy simples y asequibles a<br />

los profesionales con poco entrenamiento en investigación.<br />

Principalmente cuando son negativas –es<br />

decir, cuando no hubo impacto– pueden ser muy útiles<br />

para replantear el programa. En caso de mejora en<br />

los indicadores, los métodos descritos más adelante pueden<br />

ser útiles para evaluar si el progreso puede ser o<br />

no atribuido al programa.<br />

Las evaluaciones de verosimilitud indican si es probable<br />

que el impacto observado se deba a la intervención.<br />

Estas evaluaciones requieren que se descarte<br />

la influencia de factores externos; por tanto, se requiere<br />

un grupo de comparación y de ajuste por factores<br />

de confusión. Como la distribución de los grupos<br />

no es aleatoria, estos estudios también son conocidos<br />

como «casi» experimentales. Por ejemplo, la evaluación<br />

del desempeño de los profesionales de salud de 4 municipios<br />

en el nordeste de Brasil 7 mostró que la prescripción<br />

adecuada de antibióticos y la administración<br />

de la primera dosis de los medicamentos en la propia<br />

unidad de salud eran más frecuentes entre los médicos<br />

entrenados en la estrategia AIEPI que entre los no<br />

entrenados. Los médicos no fueron aleatorizados para<br />

recibir o no el entrenamiento, pero sus características<br />

personales (sexo, edad, especialidad) fueron tratadas<br />

como factores de confusión en el análisis.<br />

Otra evaluación del desempeño sobre la mortalidad<br />

infantil entre 1999 y 2002, en 3 estados del nordeste<br />

de Brasil, utilizó dos fuentes oficiales de datos: estadísticas<br />

vitales de nacimientos y muertes (sistemas SIM<br />

y SINASC) y datos de vigilancia poblacional mediante<br />

agentes de salud (SIAB). Aunque las diferencias ob-<br />

Figura 4. Cáncer de cuello uterino en Rio Grande do Sul, Brasil<br />

(1980-2000). Modificado de De Quadros et al 6 .<br />

Defunciones/100.000<br />

24<br />

22<br />

20<br />

18<br />

16<br />

14<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

1983 19851987198919911993199519971999 2001<br />

Año<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):1-7<br />

4


Victora CG et al. Los siete pecados capitales de la evaluación del impacto<br />

servadas no alcanzaron significación estadística, los resultados<br />

fueron similares al usar las dos fuentes de<br />

datos: en el análisis ecológico ajustado por las características<br />

municipales, las 23 localidades con fuerte implementación<br />

de AIEPI revelaron una tendencia a la reducción<br />

de la mortalidad en relación con las localidades<br />

sin AIEPI (fig. 5). Los datos de SIM/SINASC sugirieron<br />

además un efecto del tipo dosis-respuesta, con una<br />

reducción moderada de la mortalidad en las localidades<br />

con débil implementación de AIEPI, en comparación<br />

con los sitios con fuerte implementación o sin AIEPI.<br />

Como el número de municipios con AIEPI era muy pequeño<br />

(sólo 23 de más de 400), el estudio presentó un<br />

poder estadístico bajo para detectar un impacto significativo<br />

de AIEPI. Sin embargo, fue tranquilizador observar<br />

que los resultados presentaron una tendencia<br />

consistente con la mejora de la calidad en la atención,<br />

discutida en el párrafo anterior 8 .<br />

Las evaluaciones de probabilidad, conducidas a través<br />

de ensayos clínicos aleatorizados, priorizan la validez<br />

interna: la aleatorización reduce el riesgo de sesgo<br />

de selección y de confusión, y el enmascaramiento reduce<br />

el riesgo de sesgo de información. Estos estudios<br />

son esenciales para determinar la eficacia de nuevas<br />

intervenciones, y son particularmente adecuados para<br />

verificar el efecto de intervenciones cuya cadena causal<br />

entre la intervención y el resultado es corto, como<br />

sucede con el efecto biológico de medicamentos, vacunas,<br />

suplementos nutricionales, etc. Además, estos<br />

estudios generalmente miden la eficacia y la no efectividad,<br />

pues la propia presencia de un grupo de evaluadores<br />

puede determinar el desempeño del programa,<br />

por el efecto Hawthorne 9 .<br />

Una cadena causal de un ensayo comunitario, aleatorizado<br />

y de educación nutricional, por ejemplo, requirió<br />

el cumplimiento de, por lo menos, 7 pasos, antes de lograr<br />

la mejora nutricional en niños menores de 2 años 10 :<br />

implementación nacional del programa, entrenamiento<br />

de los profesionales de salud, aumento del conocimiento<br />

de los profesionales de salud en educación nutricional,<br />

mejora del desempeño de los profesionales de salud en<br />

educación nutricional, aumento del conocimiento en nutrición<br />

de las madres atendidas por los profesionales entrenados,<br />

mejora de la alimentación de los niños y aumento<br />

de la ingestión de calorías. En 6 meses, los niños<br />

del grupo intervención que ingresaron en el estudio con<br />

12-17,9 meses de edad ganaron una media de 1,48 kg<br />

de peso, mientras que el grupo control (atendido por médicos<br />

no entrenados en educación nutricional) ganaron<br />

una media de 1,14 kg (p 0,05). En una larga cadena<br />

de causalidad como ésta, es necesario un alto desempeño<br />

en cada paso del proceso para que un efecto sea<br />

detectado. Por ejemplo, sería necesario que el desempeño<br />

en el grupo intervención alcanzara el 80% del nivel<br />

ideal en cada uno de los 7 pasos de la cadena (el 80%<br />

de los profesionales debería estar bien entrenado, el conocimiento<br />

de los profesionales entrenados debería haber<br />

aumentado en un 80%, el desempeño de los entrenados<br />

debería ser un 80% mejor que el de los no entrenados,<br />

etc.) para que se pudiese verificar un impacto del<br />

21% –o sea, un 80% elevado a la séptima potencia–<br />

sobre el estado nutricional. Difícilmente se alcanza tal<br />

nivel de excelencia en condiciones reales, sobre todo en<br />

los países en vías de desarrollo, donde se suelen implementar<br />

estos programas. Esto no significa que las<br />

respuestas proporcionadas por los ensayos aleatori-<br />

Figura 5. Impacto de la atención integral a las enfermedades prevalentes de la infancia (AIEPI) sobre la mortalidad infantil<br />

en 3 provincias de Brasil. TMI: tasa de mortalidad infantil. Modificado de Amaral et al 8 .<br />

Porcentaje<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

Reducción anual de la TMI, 1999-2002<br />

(ajustada para factores de confusión)<br />

SIAB<br />

SIM/SINASC<br />

Fuerte AIEPI Algún AIEPI Sin AIEPI<br />

5<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):1-7


INTRODUCCIÓN<br />

zados sean erróneas. Por el contrario, unas respuestas<br />

ciertas pueden estar respondiendo a preguntas equivocadas.<br />

La pregunta que debe responderse no es si<br />

el programa funciona en condiciones ideales, sino si funciona<br />

en las condiciones reales de cada país.<br />

<strong>El</strong> evaluador debe trabajar junto con los gestores y<br />

ser sensible a sus preocupaciones 5,11,12 . La inclusión de<br />

los gestores, desde la fase de diseño de la evaluación,<br />

garantiza que ésta responda a las preguntas necesarias<br />

para la toma de decisiones y contribuya a que las<br />

recomendaciones derivadas se implementen realmente.<br />

Dentro de un mismo programa, la información necesaria<br />

para la toma de decisiones del gestor local es<br />

diferente de la exigida por los gestores de nivel estatal<br />

o federal. Para el gestor local, los indicadores de oferta<br />

(p, ej., ¿la existencia de vitamina A o de suero de<br />

rehidratación oral u otro medicamento es suficiente para<br />

atender la demanda del programa) pueden ser los más<br />

importantes. Por el contrario, el gestor del nivel estatal<br />

podrá estar interesado en conocer las razones por<br />

las cuales algunos lugares logran altas coberturas del<br />

programa, para poder alcanzar niveles semejantes en<br />

todos los municipios. A menos que esas necesidades<br />

queden claras desde el inicio de la evaluación, los resultados<br />

de ésta pueden ser de poca utilidad.<br />

Una de las experiencias más frustrantes de nuestra<br />

carrera de evaluadores fue un estudio sobre la AIEPI<br />

en Brasil. A pesar de haber involucrado a los gestores<br />

al inicio de la evaluación, hubo un cambio de gobierno<br />

y nosotros no dedicamos el tiempo y el esfuerzo<br />

necesarios para garantizar la participación del nuevo<br />

equipo. Al final de la evaluación, que demostró que<br />

el programa era altamente coste-efectivo 13 , éste fue<br />

interrumpido por la nueva Dirección Nacional de<br />

Salud.<br />

La inclusión precoz y continuada de los gestores es<br />

importante porque ellos conocen a fondo el funcionamiento<br />

del programa, y su participación ayuda a disminuir<br />

la tensión que generalmente produce una evaluación.<br />

La participación activa de los gestores aumenta la<br />

probabilidad de que se tomen decisiones efectivas en<br />

función de los resultados de la evaluación. De igual manera,<br />

es importante que los resultados de la evaluación<br />

estén disponibles para los gestores en el tiempo previsto.<br />

Pecado: no involucrar a los gestores<br />

Pecado: ignorar el contexto<br />

Es importante resaltar que, aunque el objetivo de muchos<br />

programas sea mejorar un indicador de salud específico,<br />

éstos se implementan en un contexto más amplio<br />

en el que actúan múltiples fuerzas sociales, políticas,<br />

económicas y culturales. Diferentes contextos, a su vez,<br />

pueden determinar distintos resultados para el mismo programa<br />

14 .<br />

Por ejemplo, el desempeño de profesionales de salud<br />

entrenados en AIEPI, respecto al manejo adecuado de<br />

las enfermedades infantiles, fue notablemente mejor que<br />

el de los no entrenados en 3 de los 4 países evaluados<br />

(Bangladesh, Brasil y Tanzania). En Uganda, no obstante,<br />

el efecto del entrenamiento fue sustancialmente menor 15 .<br />

Para entrenar rápidamente a todos los profesionales de<br />

salud, se optó en este país por hacer «entrenamiento<br />

en cascada», con un curso de corta duración –cada profesional<br />

entrenado pasaba a entrenar a nuevos profesionales,<br />

y así sucesivamente–. Esto implicó una reducción<br />

en la calidad del entrenamiento, que explica el<br />

peor desempeño de los trabajadores entrenados, en relación<br />

con lo observado en los otros 3 países. Este aspecto<br />

del contexto se refiere a la forma en que el programa<br />

fue implementado.<br />

Otro tipo de factor contextual importante se refiere a<br />

la realidad epidemiológica de cada país. Por ejemplo, el<br />

efecto de AIEPI sobre la mortalidad en menores de 5 años<br />

fue constatado en Tanzania, pero no en Perú. En parte,<br />

esto se debe al hecho de que la AIEPI prioriza 5 causas<br />

de muerte de niños –neumonía, diarrea, paludismo,<br />

sarampión y desnutrición–, que representan la gran mayoría<br />

de las muertes producidas en África. En Latinoamérica,<br />

las causas neonatales son las más importantes<br />

y representan hasta la mitad de las muertes, pero la estrategia<br />

AIEPI –como fue implementada originalmente–<br />

no priorizaba estas enfermedades.<br />

Tabla 1. Los 7 pecados capitales de la evaluación de impacto<br />

1. No evaluar<br />

2. Iniciar tardíamente la evaluación<br />

3. Evaluar el impacto sin evaluar el proceso<br />

4. Usar una metodología inadecuada<br />

5. No involucrar a los gestores<br />

6. Ignorar el contexto<br />

7. No evaluar las desigualdades<br />

Pecado: no evaluar las desigualdades<br />

Aún hoy, las intervenciones reconocidamente capaces<br />

de mejorar los niveles de salud en el mundo dejan<br />

de atender a una gran proporción de la población que<br />

las necesita, en especial a las personas más pobres.<br />

Los programas que implementan esas intervenciones<br />

son, en general, heterogéneos en calidad y desempe-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):1-7<br />

6


Victora CG et al. Los siete pecados capitales de la evaluación del impacto<br />

ño, no equitativos y efímeros 16 . Una evaluación bien delineada<br />

precisa medir no sólo el efecto global del programa,<br />

sino también investigar en qué medida están<br />

siendo alcanzados los diferentes grupos sociales.<br />

La cobertura del programa AIEPI en el nordeste brasileño,<br />

por ejemplo, varía inversamente a la tasa de pobreza<br />

del municipio –mayor cobertura en los municipios<br />

ricos, donde las condiciones de vida ya eran mejores<br />

antes de la implementación del programa 17 –. De igual<br />

forma, la cobertura del examen de prevención del cáncer<br />

de cuello uterino en el sur de Brasil es mayor entre<br />

las mujeres con bajo riesgo de desarrollar esta enfermedad<br />

6 . Incorporar estudios de desigualdades sociales<br />

en la evaluación de programas de salud, en general,<br />

requiere poco esfuerzo adicional y puede suponer<br />

una importante contribución para la mejora del programa.<br />

Conclusión<br />

Se han identificado y discutido 7 problemas comunes<br />

en las evaluaciones de impacto de los programas<br />

de salud. <strong>El</strong> reconocimiento de estos posibles problemas<br />

y la adopción de medidas para prevenirlos, sin duda,<br />

contribuiría a mejorar la calidad y la relevancia de las<br />

evaluaciones de impacto. Los pecados capitales pueden<br />

ser expiados a través de una penitencia adecuada.<br />

Sin embargo, los pecados resultantes de una evaluación<br />

inadecuada pueden causar daños irreversibles<br />

–por lo menos a corto plazo– evaluando positivamente<br />

un programa inefectivo, o viceversa, y proporcionando<br />

a los gestores sugerencias incorrectas sobre si el programa<br />

debe ser expandido, modificado o interrumpido.<br />

<strong>El</strong> trabajo conjunto de gestores e investigadores en el<br />

diseño, implementación y análisis de evaluaciones rigurosas<br />

es esencial para la priorización de medidas de<br />

salud pública.<br />

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12. Santos IS. Guia Metodológio de Avaliação e Definição de Indicadores:<br />

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Série A, Normas e Manuais Técnicos, 2007. Disponible en:<br />

http://www.saude.gov.br/svs<br />

13. Amorim DG, Adam T, Amaral J, Gouws E, Bryce J, Victora<br />

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the efficiency of primary health facilities in Northeast Brazil.<br />

Rev Saúde Pública. En prensa 2007.<br />

14. Victora CG, Schellenberg JA, Huicho L, Amaral J, <strong>El</strong> AS, Pariyo<br />

G, et al. Context matters: interpreting impact findings in<br />

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coverage with health interventions. Lancet. 2004;364:<br />

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17. Victora CG, Huicho L, Amaral JJ, Armstrong-Schellenberg J,<br />

Manzi F, Mason E, et al. Are health interventions implemented<br />

where they are most needed District uptake of the integrated<br />

management of childhood illness strategy in Brazil,<br />

Peru and the United Republic of Tanzania. BWHO. 2006;84:<br />

792-801.<br />

7<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):1-7


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

<strong>El</strong> papel de la epidemiología en la definición de políticas.<br />

Hacia la salud pública que se necesita<br />

Carlos Álvarez-Dardet<br />

Universidad de Alicante, Alicante, España.<br />

(The role of epidemiology in policy definition. Toward the<br />

public health required)<br />

Resumen<br />

La epidemiología ocupa ya un papel relevante en la definición<br />

de políticas públicas y corporativas, tanto en España como<br />

en otros países desarrollados, especialmente en los últimos<br />

años, en que como consecuencia de la entronización por la<br />

Organización Mundial de la Salud de la noción de determinantes<br />

sociales de la salud, la conexión entre la salud y lo<br />

construido socialmente se ha hecho más evidente.<br />

<strong>El</strong> uso de la epidemiología, sin embargo, suele verse restringido<br />

al desarrollo y la evaluación de políticas originadas en burocracias<br />

sanitarias y con la mejora de la salud como único objetivo<br />

social; son las llamadas políticas directas de salud. Esto<br />

supone una visión reduccionista del tema, ya que la salud se<br />

gana y se pierde por políticas extrasanitarias primordialmente.<br />

Para ampliar el papel de la epidemiología como herramienta<br />

para las políticas, necesitaríamos tener una visión de las exposiciones<br />

y los efectos más allá de la esfera sanitaria y de los<br />

factores de riesgo –biológicos y conductuales– propuestos por<br />

el paternalismo médico. Hay que tener una actitud más participativa<br />

que prescriptiva, desarrollar más estudios de evaluación<br />

del impacto en salud y empezar a valorar también el efecto sobre<br />

la salud de las decisiones de las instituciones que derivan del<br />

poder político. Es decir, construir una epidemiología política.<br />

Para esta tarea, quizás clave para desarrollar la salud pública<br />

que necesitamos, los salubristas deberían ser más visibles<br />

y más creíbles, tender más a la independencia del poder<br />

político, y suministrar información directamente a la población<br />

y otros interesados (transparencia), desarrollando su profesionalización<br />

plena (competencia) más como redes de profesionales<br />

que como pirámides burocráticas.<br />

Palabras clave: Epidemiología. Políticas de salud.<br />

Abstract<br />

Epidemiology already plays a substantial role in the definition<br />

of public and corporate policies in Spain as well as in other<br />

developed countries. The World Health Organization reinforced<br />

the position of epidemiology by enshrining the notion of<br />

social health determinants and, as a result, the connection between<br />

health and social constructs has become more visible.<br />

However, the use of epidemiology is usually restricted to the<br />

development and evaluation of policies originating in health<br />

bureaucracies with health improvement as the only public objective;<br />

these are called direct health policies. This view is somewhat<br />

reductionistic insofar as health gains and losses occur<br />

mainly due to policies outside the health sector.<br />

To expand the role of epidemiology as a tool to shape policies,<br />

we need a view of exposures and effects beyond healthcare<br />

and the biological and behavioral risk factors proposed<br />

by medical paternalism. Also required are an attitude that<br />

is more participative than prescriptive and the development<br />

of more health impact assessments. In addition, the health effects<br />

of the decisions taken by politically-empowered institutions<br />

should be included in the epidemiologist’s tool kit. In other<br />

words, a political epidemiology should be constructed.<br />

For this endeavor, which may be crucial to attain the public<br />

health required, public health practitioners should be more visible<br />

and credible, have greater independence from political<br />

power, provide information directly to the public and other stake<br />

holders (greater transparency), and further develop the professionalization<br />

of public health (greater competence) by working<br />

increasingly in networks of professionals rather than in<br />

bureaucratic pyramids.<br />

Key words: Epidemiology. Health policy.<br />

Ideas clave<br />

• La salud pública que necesitamos debería ser más visible<br />

y más creíble, más independiente del poder político,<br />

más transparente, más competente y funcionar<br />

Correspondencia: Carlos Álvarez-Dardet.<br />

Universidad de Alicante.<br />

Correo electrónico: Carlos.alvarez@ua.es<br />

más como redes de profesionales que como pirámides<br />

burocráticas.<br />

• Necesitamos desarrollar una epidemiología política,<br />

estudiando el efecto que tienen sobre la salud de las<br />

decisiones que toman las instituciones derivadas del<br />

poder político.<br />

• Para servir efectivamente a la construcción de políticas<br />

para la salud, necesitamos ampliar nuestras nociones<br />

de exposición, mas allá de los riesgos conductuales<br />

y biológicos.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):8-13<br />

8


Álvarez-Dardet C. <strong>El</strong> papel de la epidemiología en la definición de políticas. Hacia la salud pública que se necesita<br />

• La epidemiología es la única herramienta científica<br />

disponible para desvelar las conexiones entre las políticas<br />

no sanitarias y la salud.<br />

• Políticas y salud: relación directa, indirecta y no intencional.<br />

Introducción<br />

Las políticas son los márgenes entre los que ocurre<br />

la acción en sociedades y organizaciones. Su<br />

papel como determinantes de la salud o, más bien,<br />

como determinante de los determinantes sociales<br />

de la salud, se ha reconocido de manera creciente<br />

en la salud pública desde el trabajo pionero de Nancy<br />

Milio en los años ochenta 1 . La formación por parte de<br />

la Organización Mundial de la Salud (OMS) de una comisión<br />

sobre los determinantes sociales de la salud ha<br />

abierto un espacio intelectual en las ciencias de la salud<br />

para preguntarse por las razones que, a su vez, fijan<br />

la distribución social de estos determinantes sociales.<br />

Esta comisión denomina a estos determinantes «contexto<br />

socioeconómico y político», y cita las influencias<br />

sobre la salud de 5 áreas, de las que 3 son directamente<br />

políticas: el gobierno, las políticas macroeconómicas y<br />

las políticas públicas (entre ellas las políticas sociales,<br />

la cultura y los valores sociales) 2 .<br />

Las políticas, en su condición de constructores –y deconstructores–<br />

sociales, y por ello de origen y reproductor<br />

de problemas de salud tanto como de limitador o reductor<br />

de éstos, suponen desde esta perspectiva un objeto<br />

de estudio de especial relevancia para la epidemiología<br />

que aún permanece prácticamente inexplorado. Las políticas<br />

se descubren ahora para la salud de manera parecida<br />

a como antes lo había hecho Aaron Wildavsky desde<br />

el derecho administrativo para todas las ciencias sociales<br />

3 . No sólo como un espacio académico con potencial<br />

explicativo de la realidad observada, sino como una nueva<br />

dimensión para la acción y la mejora social. La idea de<br />

Wildavsky de decirle la «verdad al poder» tiene su trasunto<br />

en la salud pública en las actividades de defensa o abogacía<br />

de la salud, y de valoración del impacto en salud.<br />

La OMS apoyó esta línea de intervención desde las<br />

políticas utilizando y haciendo suya la noción de «política<br />

pública saludable», a cuya construcción por parte<br />

de los gobiernos animaba ya la carta de Ottawa en 1986.<br />

Una política pública saludable se concebía entonces<br />

como el desarrollo por parte del Estado de la formulación<br />

y la puesta en marcha de políticas, cuyo objetivo<br />

explicito era mejorar la salud. La noción de Alma Ata<br />

de acción intersectorial tomó carta de naturaleza entonces<br />

en las políticas que los gobiernos formulan –o<br />

no formulan– y ponen o no en marcha.<br />

La noción de política pública saludable, aunque de<br />

indudable interés como movilizador político, es muy difícil<br />

de operativizar. Por un lado, que una política se legitime<br />

públicamente de forma retórica con un objetivo<br />

de salud no supone que vaya a mejorar la salud. Por<br />

otro lado, la salud se gana y se pierde también con cursos<br />

de acción que no siempre están en los servicios<br />

sanitarios, ni tienen la etiqueta de salud, ni son originados<br />

y gestionados por las burocracias sanitarias. Ya<br />

Thomas McKeown dejó claro que la contribución de los<br />

servicios sanitarios a la construcción de la salud era limitada,<br />

y Archie Cochrane que la efectividad de los servicios<br />

sanitarios puede mejorarse sensiblemente 4 .<br />

La construcción –y deconstrucción– de la salud por<br />

las políticas es un fenómeno complejo. Para entenderlo<br />

mejor resulta quizás útil clasificar las políticas en su relación<br />

con la salud, según su origen administrativo, su<br />

objetivo explicito y su verdadera relación de causa-efecto,<br />

a veces, como veremos, conocida a posteriori. En<br />

general, podemos clasificar así cualquier política como<br />

directa, indirecta y no intencionada. En la tabla 1 se describen<br />

estas relaciones, se plantean ejemplos y se ubica<br />

el papel de la epidemiología y de la salud pública en<br />

cada uno de los grupos de políticas.<br />

Es interesante observar cómo el papel y la actividad<br />

de la epidemiología va cambiando según el grupo de políticas<br />

de que se trate. Las políticas directas son las políticas<br />

de salud en que hay más tradición del uso de la<br />

epidemiología 5 . En ellas se ha llegado incluso al máximo<br />

de capacidad de influencia que una disciplina o una<br />

cuestión puede tener en el desarrollo de políticas públicas:<br />

entrar en el aparato estadístico del Estado.<br />

Al igual que para viajar necesitamos mapas, para<br />

desarrollar, poner en marcha y evaluar políticas, los Estados<br />

necesitan estadísticas. <strong>El</strong> sistema estatal de estadísticas<br />

es el mapa de carreteras de los gobiernos<br />

en materia de políticas públicas. Al igual que en los<br />

mapas puede haber alguna carretera que nunca se use,<br />

hay estadísticas que se recogen y se almacenan sin<br />

propiciar el desarrollo de política alguna, pero lo inverso<br />

es muy raro: viajar a campo través sin usar las carreteras<br />

o desarrollar políticas sin base estadística.<br />

Las políticas indirectas, es decir, aquellas en las que<br />

se reconoce su relevancia para la salud pero están originadas<br />

por burocracias no sanitarias, son en las que<br />

más se está desarrollando la epidemiología en los últimos<br />

años. Algunos problemas muy relevantes, como<br />

las lesiones por tráfico, la obesidad o el sobrepeso, o<br />

la violencia de género, no pueden abordarse sin desarrollo<br />

de políticas indirectas. Las redes de esas políticas<br />

(policy networks), conformadas por determinados<br />

agentes políticos e interesados (stakeholders),<br />

suponen agentes y sectores muy alejados de las clásicas<br />

redes de políticas de salud constituidas por políticos,<br />

técnicos y profesionales de los servicios sanitarios,<br />

pacientes e industria de la salud. Poner de<br />

manifiesto la relación con la salud de las políticas indirectas<br />

supone para los sanitarios desarrollar funcio-<br />

9<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):8-13


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

Tabla 1. Relación entre las políticas y la salud. Utilidades de la epidemiología<br />

Relación con la salud Origen Objetivos Papel de la epidemiología Ejemplo<br />

Políticas directas Sector sanitario Mejorar la salud Consolidado. Vigilancia epidemiológica Calendario vacunal, prevención<br />

y aparato estadístico del Estado<br />

de enfermedades vacunables<br />

Políticas indirectas No sanitario Diferente de la salud, Incipiente. Sistemas de información, Políticas agrícolas, regulación<br />

aunque su efecto en la salud es estudios de investigación ad hoc. de la industria alimentaria,<br />

reconocido por profesionales, Necesidad de valoraciones políticas de ocio y situación<br />

políticos y opinión pública del impacto en salud de obesidad<br />

Políticas no intencionales No sanitario Diferente de la salud. Muy escaso pero imprescindible. Utilización del asbesto como<br />

La vinculación con la salud Única herramienta científica material de construcción<br />

no es reconocida cuando<br />

para desvelar las conexiones<br />

la política se implementa<br />

por políticos, profesionales<br />

y la opinión pública<br />

nes inesperadas, como es el caso de la cirugía bariátrica<br />

para la obesidad o la función de vigilancia recientemente<br />

atribuida a médicos y enfermeras en la violencia<br />

de género.<br />

Los profesionales de la epidemiología conocen desde<br />

hace muchos años el posicionamiento y las expectativas<br />

de los interesados en las redes de políticas directas<br />

de salud. Sin embargo, no puede decirse lo mismo<br />

en el caso de las redes de políticas indirectas. Diversas<br />

formas de stakeholder analysis deberían formar parte<br />

de la «caja de herramientas» de la epidemiología para<br />

conocer y caracterizar estratégicamente mejor a los interesados<br />

en los nuevos sectores 6 .<br />

Por ejemplo, son personas interesadas en las<br />

eventuales políticas de obesidad tanto los proveedores<br />

de políticas en el sector público de salud, en el caso<br />

español la Agencia Española de Seguridad Alimentaria<br />

y Nutrición (AESAN), los organismos gubernamentales<br />

con competencia en agricultura, deportes, transporte<br />

y urbanismo, como en el sector privado la<br />

industria agrícola, de transportes, alimentaría y de ocio,<br />

deportes y sus distribuidores 7 .<br />

<strong>El</strong> abordaje de los problemas fuera de las soluciones<br />

médicas en el Sistema Nacional de Salud es el reto<br />

que ahora mismo están asumiendo la epidemiología y<br />

la salud pública. Para ello, se cuenta con una gran ventaja,<br />

la opinión pública, y por supuesto, los decisores<br />

e interesados conocen las relaciones entre estas políticas<br />

y la salud. Precisamente porque la epidemiología<br />

ha contribuido durante años al debate público con piezas<br />

de información relevantes, desvelando las conexiones<br />

causa-efecto entre estas opciones de políticas<br />

y la obesidad.<br />

En la retórica y en la opinión pública no hay dudas<br />

sobre las conexiones entre la regulación que hace posible<br />

el desarrollo de políticas en tráfico, alimentación<br />

o medioambiente y salud. Las evaluaciones del impacto<br />

en salud (health impact assessment) 8 son una herramienta<br />

especialmente indicada para ilustrar los efectos<br />

sobre la salud de las políticas indirectas 9 . Otras veces,<br />

las políticas con un verdadero efecto sobre la salud no<br />

son percibidas como tal cuando se ponen en marcha.<br />

A éstas se les denomina «políticas no intencionales».<br />

Usualmente se desarrollan por burocracias no sanitarias,<br />

y en el momento de su implantación ni sus promotores<br />

ni la propia opinión pública son conscientes de<br />

los efectos sobre la salud. <strong>El</strong> ejemplo de la utilización<br />

del asbesto y su posterior asociación con tumores es<br />

un ejemplo de política no intencionada. Para poner de<br />

manifiesto las conexiones entre las políticas no intencionadas<br />

y la salud no hay otra herramienta disponible<br />

en ciencia que la epidemiología.<br />

¿Necesitamos una epidemiología política<br />

Mientras que la metodología epidemiológica ha alcanzado<br />

estatus de referencia para establecer relaciones<br />

causales en ciencias de la salud, no ocurre lo mismo<br />

con las ciencias sociales y sus objetos de estudio. Las<br />

políticas o las decisiones de quienes las formulan y<br />

ponen en marcha aún no se consideran «causa de enfermedad»<br />

al mismo nivel que los agentes biológicos,<br />

genéticos, químicos o conductuales. Nuestra noción de<br />

exposición en epidemiología suele restringirse a efectos<br />

individuales, y por ello tener como objeto de estudio<br />

lo conductual o lo biológico. Esto es probablemente<br />

consecuencia de la medicalización de la salud pública<br />

durante el siglo XX. Como la medicina paternalista, la<br />

epidemiología de los factores de riesgo se plantea, sobre<br />

todo, una información pertinente para la prescripción<br />

de fármacos y/o conductas individuales.<br />

Sin embargo, hay otra manera de enfocar la causalidad,<br />

precisamente teniendo en cuenta las variables<br />

sociales y el efecto constructor de riesgos de las polí-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):8-13<br />

10


Álvarez-Dardet C. <strong>El</strong> papel de la epidemiología en la definición de políticas. Hacia la salud pública que se necesita<br />

ticas. Esta línea de pensamiento, de forma retórica, tiene<br />

una gran tradición en epidemiología, especialmente en<br />

la llamada epidemiología social 10 . Las políticas públicas<br />

se desarrollan porque una institución derivada del<br />

poder político toma la decisión pertinente. La identificación<br />

de la institución y su decisión puede considerarse<br />

una exposición de interés para la salud de la población<br />

y, por ello, objeto de estudio de la epidemiología.<br />

No se trata tanto de valorar académicamente el efecto<br />

de macrofuerzas políticas (neoliberalismo, androcentrismo,<br />

neocolonialismo), como hace la politología,<br />

sino de descomponer las esferas de acción del sector<br />

público en un determinado contexto, haciendo operativas<br />

las variables para que puedan estudiarse con el<br />

método epidemiológico.<br />

La epidemiología social ha supuesto una base indudable<br />

de visibilización de desigualdades en la salud,<br />

pero se ha preocupado poco hasta el momento de la<br />

acción. Ha sido capaz de establecer una taxonomía de<br />

las desigualdades, un catálogo de injusticias, pero sin<br />

volver la mirada a los puntos de entrada que permitiría<br />

establecer cambios basados en la evidencia en la arquitectura<br />

de las instituciones. Explorando las posibilidades<br />

de superar esta falta de producción de conocimiento<br />

para la acción 11 , nuestro grupo ha denominado<br />

epidemiología política en los últimos años al «estudio<br />

de los efectos sobre la salud de las decisiones que toman<br />

las instituciones derivadas del poder político» 12 . Este enfoque<br />

permite refinar hipótesis de trabajo para poderlas<br />

probar usando el método epidemiológico. Aunque<br />

aparentemente sea difícil de discernir si las políticas neoliberales<br />

tienen un efecto negativo para la salud, es más<br />

fácil si identificamos una institución política como agente<br />

(p. ej., el Banco Mundial) y alguna de sus decisiones<br />

neoliberales (p. ej., la agenda del consenso de Washington<br />

en los ochenta). De esta forma, sí que tenemos<br />

una caracterización más adecuada para usar la epidemiología<br />

y empezar a responder a la pregunta; que por<br />

cierto, parece ser afirmativa 13 .<br />

La salud pública que necesitamos<br />

En los últimos años se ha definido la situación de<br />

la salud pública como de crisis. Las palabras reforma,<br />

funciones esenciales y redefinición son comunes en la<br />

reflexiones públicas de los salubristas contemporáneos 14 .<br />

También se ha hecho notar cómo la globalización está<br />

cambiando profundamente los procesos de enfermar,<br />

y están apareciendo por ello nuevos riesgos y nuevas<br />

formas profesionales y organizativas de abordarlos. En<br />

España, como reflejo de esta necesidad de cambio, se<br />

ha discutido, primordialmente en las páginas de GACE-<br />

TA SANITARIA 15,16 , sobre los aspectos profesionales y organizativos.<br />

Hay consenso en que los salubristas necesitan nuevas<br />

habilidades y estructuras para trabajar con garantías<br />

de éxito en un mundo globalizado y organizado en<br />

diferentes capas de sociedades de la información. La<br />

estructura piramidal de nuestras actuales instituciones<br />

de salud pública derivada de las organizaciones burocráticas<br />

del siglo XIX, con la base clásica territorial y la<br />

noción de distrito como espacio de acción, hacen que<br />

los flujos de información y acción fluyan verticales, mientras<br />

que los riesgos y la respuesta adecuada fluyen horizontales<br />

sin reconocer fronteras, ni de distrito, ni de<br />

provincia, comunidad autónoma o Estado. Como consecuencia<br />

de este conflicto entre información y acción<br />

se entorpece el trabajo en red, que sería la respuesta<br />

adecuada; es lo que hemos denominado la «trampa de<br />

las pirámides» 17 . Parece, pues, que la salud pública que<br />

tenemos no es la salud pública que necesitamos. Aunque<br />

es cierto que se están dando pasos desde organismos<br />

transnacionales para rellenar este vacío, como<br />

la reciente publicación del nuevo reglamento sanitario<br />

internacional, o el tratado de Estocolmo sobre contaminantes<br />

orgánicos persistentes.<br />

Contamos ya con un amplio consenso en España<br />

en cuanto a competencias y funciones profesionales 18,19 ,<br />

gracias al llamado «Grupo de Menorca», liderado por<br />

el profesor Fernando García Benavides. También se ha<br />

avanzado en los planteamientos de formación de posgrado<br />

en el espacio europeo de educación superior 20 ,<br />

y los últimos años se han producido sucesivas actualizaciones<br />

del programa de formación de especialistas en<br />

medicina preventiva y salud pública desde el Sistema<br />

Nacional de Salud 21 . Asimismo, la organización de la actividad<br />

institucional de la salud pública ha sido objeto<br />

de atención, planteándose la necesidad de su reforma.<br />

En el año 2007, Artundo y Ribadeneyra 22 publicaron<br />

una síntesis de las reformas internacionales más relevantes<br />

para España, una descripción de la situación de<br />

la organización de la salud pública en Euskadi, Madrid,<br />

Cataluña, Comunidad Valenciana y Aragón, una selección<br />

excelente de entrevistas con profesionales, para terminar<br />

con una propuesta adaptada a la realidad de Andalucía.<br />

<strong>El</strong> título provisional del informe es «La apuesta<br />

por una nueva salud pública en Andalucía».<br />

Pero, ¿por qué hay que plantear a los casi dos siglos<br />

del comienzo de la profesionalización de la salud<br />

pública que hay que apostar por ella ¿Dónde está el<br />

origen de la crisis Aparte de las cuestiones citadas<br />

anteriormente, quizás sea interesante plantearse también<br />

que la salud pública tiene un problema político derivado<br />

de sus relaciones con el Estado. La salud pública<br />

nace en casi todos los países como un servicio<br />

derivado del Estado, incluso dependiendo, como fue<br />

en el caso español, directamente del Ministerio de Interior.<br />

Durante casi dos siglos la salud pública se ha<br />

relacionado con la población a través del Estado, que<br />

es de donde ha derivado hasta ahora su legitimidad<br />

11<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):8-13


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

para actuar. En resumen, la salud pública ha hecho sus<br />

análisis de la situación y le «ha dicho» al Estado lo que<br />

tenía que hacer para mejorar la salud de la población.<br />

Se trata de una historia de funcionamiento vertical y<br />

prescriptivo.<br />

Sin embargo, el contexto sociopolítico ha cambiado<br />

mucho desde el siglo XIX, el límite más importante<br />

que perciben los profesionales de los servicios de salud<br />

pública en España es la ausencia de voluntad política<br />

para desarrollar programas. <strong>El</strong> conflicto de la salud pública,<br />

su crisis, en buena medida más que ser propia<br />

–científica o profesional–, se deriva de las transformaciones<br />

que los Estados están teniendo como consecuencia<br />

de la globalización. Por tanto, más que hablar<br />

de crisis de la salud pública deberíamos hablar de crisis<br />

de los servicios que venía prestando el Estado-Nación<br />

antes de la globalización 23 .<br />

Para solventar este impasse, que acabará con toda<br />

seguridad con la aparición de nuevas instituciones, los<br />

salubristas no tienen más remedio que seguir explorando<br />

y acrecentando la relación directa con la población y<br />

con sus colegas formando redes de información, y personarse<br />

en el espacio social, es decir, hacerse visible<br />

entre los grupos de presión que continuamente están<br />

apelando a la opinión pública. La visibilidad social no<br />

tiene utilidad ni influencia en la opinión pública si no se<br />

une a un buen nivel de credibilidad.<br />

Por último, la salud pública que necesitamos es<br />

mucho más independiente del poder político de lo que<br />

hasta ahora ha sido, lo que significa liberarse del «abrazo<br />

del oso» del Estado. Esto supone trabajar en dos<br />

vías. Por un lado, desarrollar mucho más la presencia<br />

de sociedades de salud pública, y trabajar y hacer salud<br />

pública desde otras instituciones no estatales y concernidas<br />

por la defensa pública de la salud.<br />

<strong>El</strong> caso del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente<br />

y Salud (ISTAS) 24 , creado por Comisiones Obreras,<br />

puede considerarse un modelo de buena práctica en<br />

nuestro país que bien podría extenderse a otros ámbitos<br />

institucionales. Es necesario también fortalecer<br />

la presencia de sociedades de salud pública, como<br />

<strong>SESPAS</strong> en nuestro medio. <strong>SESPAS</strong> publica una revista,<br />

en la que usted está leyendo este artículo, organiza congresos<br />

y edita bienalmente informes como éste que<br />

usted está leyendo. Pero participa muy tenuemente en<br />

la agenda nacional, incluso en la agenda nacional de<br />

temas de salud. Estamos muy lejos de sociedades como<br />

la APHA, con sus resoluciones de acción, o la Faculty<br />

of Public Health del Reino Unido, que incluso se dirige<br />

a los ciudadanos en las elecciones analizando el impacto<br />

en salud de los programas de los diferentes partidos<br />

políticos.<br />

La segunda vía de trabajo supone una mayor independencia<br />

del poder político de las propias estructuras<br />

estatales de salud pública. En Estados Unidos o<br />

en Reino Unido no se puede concebir un Surgeon General<br />

o un Chief Medical Officer o Director of Public Health<br />

sin una formación profesional en salud pública.<br />

Todos conocemos cuál es la situación en España respecto<br />

a los nombramientos políticos sin requisitos de<br />

ningún tipo.<br />

Para concluir, la epidemiología –cómo gustaba recordar<br />

al profesor Enrique Nájera– serviría mejor a su<br />

estricto sentido etimológico de «estudio de lo que se<br />

cierne sobre el pueblo» (epi-demos-logos), prestando<br />

al menos tanta atención al contexto social y político como<br />

a los genes y adicciones. Debería concentrarse en desarrollar<br />

con más frecuencia las valoraciones del impacto<br />

en salud de las políticas –o no políticas–, y reconocer<br />

que es la única herramienta científica disponible<br />

para desvelar las conexiones causales entre las políticas<br />

no intencionales y la salud, y aprovechar esta ventaja<br />

competitiva. Para ello, puede resultar útil la epidemiología<br />

política. La salud pública que necesitamos<br />

debería nutrirse del trabajo de profesionales más competentes,<br />

creíbles, visibles, participativos y con un rendimiento<br />

de cuentas más transparente, para lo que se<br />

requiere una mayor independencia de las pugnas políticas<br />

partidistas del día a día.<br />

Agradecimientos<br />

A Estrella, por llevarnos a todos en estos meses.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):8-13<br />

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13<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):8-13


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

Integración de la información para las intervenciones sanitarias:<br />

de los datos a la información; de la información a la acción<br />

Carlos Campillo Artero<br />

Servei de Salut de les Illes Balears, Palma de Mallorca, España.<br />

(Integration of information for health interventions: from data<br />

to information and from information to action)<br />

Resumen<br />

Nuestros sistemas de información (SI) de salud pública y de<br />

los servicios de salud han mejorado, pero están fragmentados<br />

por áreas de interés y han evolucionado de forma independiente.<br />

Su formato, estructura e integridad y la calidad de<br />

los datos son heterogéneos, como los programas, plataformas<br />

y bases de datos que los sustentan. Las innovaciones introducidas<br />

abordan SI aislados y parten lastradas por modelos,<br />

registros, herramientas y funcionalidades obsoletos, y por una<br />

demanda inercial de información. La transferencia de competencias,<br />

realizada sin acuerdos sobre mínimos, ha mermado<br />

la cohesión de los SI, lo cual, junto con la ausencia de espacios<br />

para compartir experiencias en la informatización, nos debilita<br />

ante la oferta de aplicaciones informáticas inmaduras.<br />

La integración debe gobernar la evolución de los SI. Hemos<br />

de redefinir sus objetivos (estratégicos y operativos), revisar los<br />

datos y la información disponibles, establecer la identificación<br />

única de personas y pacientes, ordenar y homogeneizar las variables,<br />

los indicadores, las prestaciones y los servicios, y redefinir<br />

los cuadros de mandos mediante una nomenclatura única,<br />

así como unificar como fuentes de información primarias las<br />

historias clínicas, las bases de datos administrativas y las de<br />

actividad de servicios y de salud pública. Debe redefinirse la<br />

recogida, la mecanización, el registro y la explotación de datos,<br />

y su depuración y mantenimiento periódicos, con independencia<br />

de su ámbito. Urge alcanzar un compromiso nacional sobre las<br />

funcionalidades mínimas que debe reunir cualquier SI, que respete<br />

su naturaleza técnica y asuma su gestión autonómica.<br />

Palabras clave: Sistemas de información. Salud pública. Servicios<br />

de salud. Integración. Gestión de la información.<br />

Abstract<br />

Spanish public health and health services information systems<br />

(HIS) have improved, but are still fragmented by areas<br />

of interest and have evolved independently from one another.<br />

Their format, structure, integrity and data quality vary widely,<br />

as do the programs, platforms and databases that support them.<br />

The latest innovations focus on isolated HIS and are hampered<br />

by obsolete models, tools, functionalities, and the inertial<br />

demand of information. Transfer of responsibilities without minimal<br />

agreements on HIS has eroded their national cohesion<br />

and, along with the absence of exchanges on experiences of<br />

computerization on a national basis, has weakened us, given<br />

the supply of immature computer applications.<br />

The evolution of HIS must be governed by integration. We<br />

have to redefine their strategic and operational objectives, review<br />

existing data and information, and determine the single<br />

identification of specific persons and patients. Variables, indicators,<br />

services and control panels should be reviewed and<br />

systematized through a single shared nomenclature. Personal<br />

health records and administrative and clinical registries<br />

should become the primary sources of health information data.<br />

Data collection, mechanization, registration and exploitation,<br />

and their quality control and maintenance, should be redefined<br />

regardless of setting. A national agreement is urgently required<br />

on the minimal functionalities of HIS, while respecting<br />

their technical nature and management by autonomous governments.<br />

Key words: Health information systems. Public health. Health<br />

services. Integration systems. Management information<br />

systems.<br />

Ideas clave<br />

Correspondencia: Carlos Campillo Artero.<br />

Servei de Salut de les Illes Balears.<br />

Correo electrónico: ccampillo@ibsalut.caib.es<br />

• Cómo estamos<br />

Nuestros sistemas de información (SI) sanitaria han<br />

mejorado, pero están fragmentados por áreas temáticas,<br />

son heterogéneos y su calidad es mejorable. Los<br />

de salud pública y los de servicios de salud han evolucionado<br />

de forma casi independiente y seguimos careciendo<br />

de un modelo estratégico sólido de SI.<br />

• Qué sabemos<br />

La transferencia de competencias en materia de SI<br />

se ha realizado sin acuerdos sobre mínimos y ha desembocado<br />

en una notable heterogeneidad entre comunidades<br />

autónomas y en cada una de ellas respecto<br />

a su formato, estructura, integridad y calidad.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):14-8<br />

14


Campillo Artero C. Integración de la información para las intervenciones sanitarias: de los datos a la información; de la información a la acción<br />

• Qué se puede hacer<br />

Revisar a fondo los objetivos que deben alcanzar los<br />

SI; homogeneizar las definiciones de servicios, prestaciones,<br />

variables, indicadores y cuadros de mandos,<br />

así como los procesos de recogida y explotación<br />

de datos; establecer la identificación única de personas<br />

y pacientes, y consolidar como fuentes de información<br />

primaria la historia clínica, las bases de datos<br />

administrativas y las de actividad asistencial, garantizando<br />

su depuración y mantenimiento periódicos.<br />

• Agenda de reformas<br />

<strong>El</strong> parámetro que debe gobernar la evolución de los<br />

SI es su integración. Debe alcanzarse un consenso<br />

nacional sobre los requisitos y funcionalidades mínimos<br />

que han de cumplir todos los SI guiado por criterios<br />

técnicos y expertos.<br />

La información sanitaria disponible<br />

frente a la necesaria<br />

La tarea encomendada aquí es trazar una reflexión<br />

sobre una perenne deficiencia en sanidad: la información<br />

que tenemos parece no ser suficiente,<br />

a veces nos resulta engorrosa y no del todo fiable,<br />

su vertebración es frágil, su versatilidad, escasa,<br />

y no está integrada.<br />

Ocuparía cientos de páginas consignar toda la información<br />

sanitaria que necesitamos y muchas más justificar<br />

razonadamente para qué la queremos. Si este ejercicio<br />

lo realizaran varias personas, probablemente la<br />

concordancia observada entre sus elecciones no sería<br />

excesivamente alta. Hemos de decidir qué datos y qué<br />

información son precisos para conocer, entre otras<br />

cosas, nuestras condiciones de salud, nuestras actuaciones,<br />

sus resultados y sus costes. Más aún, tenemos<br />

que hacerlo bajo muchos imperativos: dicha información<br />

ha de ser fiable, oportuna, versátil y ha de estar<br />

integrada. También debe cubrir numerosos ámbitos de<br />

la salud, como la promoción, la prevención, la atención<br />

sanitaria en sus distintos niveles y la salud pública. Además,<br />

deberíamos justificar con rigor por qué necesitamos<br />

ése y no otro tipo de información.<br />

Es innegable que nuestros SI han mejorado en los<br />

últimos 20 años. No olvidemos que no hace tanto tiempo<br />

nos asombraban los portátiles 286. Nos entusiasmaban<br />

el Word Perfect, los registros que hacíamos con<br />

DBase y las posibilidades de análisis que abrían las primeras<br />

versiones del SPSS o el SAS. Las capacidades<br />

de estos equipos se han multiplicado por un factor impresionante,<br />

aunque no parece que el diseño de sus<br />

contenidos, aplicaciones y relaciones lo haya hecho de<br />

un modo ni remotamente aproximado.<br />

Cuando se analizan en conjunto los SI sanitaria, lo<br />

primero que se observa es una ingente cantidad de<br />

datos, pero éstos están dispersos, fragmentados, almacenados<br />

en registros con formatos heterogéneos y<br />

su repetición no es desdeñable. Lo han puesto de manifiesto,<br />

por ejemplo, los catálogos de SI que se han<br />

elaborado –no sin dificultades– en los últimos años, y<br />

se pone de relieve a menudo cuando intentamos recabar<br />

determinados datos, mucho más aún cuando algunos<br />

de ellos provienen del ámbito asistencial y los restantes<br />

del ámbito de la salud pública 1-4 . En los últimos años,<br />

el esfuerzo por registrar datos y obtener información ha<br />

sido ímprobo, pero podríamos coincidir en que aún es<br />

insuficiente para satisfacer nuestras necesidades de información<br />

actuales.<br />

A modo de paréntesis, nótese que no hablamos indistintamente<br />

de datos e información, porque son cosas<br />

diferentes. «Dato» es un signo o símbolo externo que<br />

carece de valor semántico propio; «información» es un<br />

conjunto organizado de datos, cuyo significado propio<br />

lo aportan códigos basados en razonamientos 5,6 . (La<br />

información se obtiene por medio de la «metabolización<br />

neuronal» de esos datos.)<br />

Deficiencias y necesidades<br />

Considerados en su totalidad, los SI sanitarios disponibles<br />

se encuentran dispersos y fragmentados por<br />

áreas temáticas o de interés. En un primer plano se observa<br />

que los de salud pública y los de los servicios de<br />

salud han evolucionado de forma independiente. Salvo<br />

excepciones, las concepciones, los modelos y las actividades<br />

de los profesionales de ambas áreas de la<br />

salud se han mantenido alejados, o incluso ajenos unos<br />

de otros; sus visiones de la salud siguen corriendo paralelas;<br />

se comparten pocas parcelas 7-10 . No es de extrañar<br />

entonces que no abunden los vínculos entre los<br />

SI que se han desarrollado en esas dos áreas. Los pocos<br />

nexos existentes no se han creado a resultas de una<br />

planificación estratégica abocada a integrar estos sistemas;<br />

son el fruto de proyectos y planes conjuntos puntuales<br />

o de estudios realizados ad hoc.<br />

Un segundo plano muestra que la dispersión y la fragmentación<br />

mencionadas se reproducen al analizar por separado<br />

los SI de cada área. En ellas carecen de ejes de<br />

vertebración e integración internos. En salud pública encontramos,<br />

por ejemplo, registros de enfermedades de<br />

declaración obligatoria, de cribado de enfermedades congénitas,<br />

de vacunas, sistemas de vigilancia epidemiológica<br />

de enfermedades transmisibles o de factores de<br />

riesgo de enfermedades crónicas, enfermedades raras,<br />

consumo de drogas, cáncer, abortos, sida, control microbiológico<br />

de aguas, tóxicos medioambientales o zoonosis.<br />

Por su parte, los servicios de salud cuentan con SI<br />

de actividad asistencial de atención primaria, especializada,<br />

salud mental y sociosanitaria (listas de espera quirúrgi-<br />

15<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):14-8


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

ca, de consultas externas y gabinetes, derivaciones de uno<br />

a otro ámbito de la atención sanitaria), explotación de altas<br />

hospitalarias, registros de morbimortalidad, también de enfermedades,<br />

administrativos, económicos, repositorios de<br />

historias clínicas, programas de salud, de tarjeta sanitaria<br />

o de prescripción y gasto farmacéuticos.<br />

Al seguir profundizando en todos ellos, sobresale<br />

una notable heterogeneidad en, al menos, 4 elementos<br />

fundamentales de cualquier SI: formato, estructura,<br />

integridad y calidad de los datos 6,9,10 . Los formatos<br />

actuales abarcan todo el abanico de posibilidades, desde<br />

registros en papel hasta bases de datos informatizadas,<br />

unas convertibles o compatibles con diferentes lenguajes<br />

informáticos de consulta y modificación, explotables<br />

con herramientas avanzadas de extracción y<br />

protocolos de análisis de datos –como los cubos<br />

OLAP, los datawarehouse o la minería de datos–, y otras<br />

con formatos creados hace más de 15 años. Asimismo,<br />

la estructura de registros y repositorios es muy variable.<br />

Esta diversidad es tributaria de los programas,<br />

plataformas y bases de datos informáticos que los sustentan,<br />

y del grado de renovación que hayan sufrido.<br />

Valorar la integridad de los SI, esto es, la medida en<br />

que incluyen los datos que se consideran necesarios, es<br />

una tarea compleja. Depende de lo que en cada momento<br />

se consideren datos e información necesarios, una decisión<br />

que varía con el tiempo, los planes de salud, los<br />

modelos de gestión, las personas, el conocimiento y la<br />

experiencia. Aun así, la frecuencia con que no es posible<br />

disponer de ellos es una constante incontestable de<br />

los SI. Paradójicamente, la duplicación de datos e información<br />

también constituye otra de sus constantes, y su<br />

frecuencia y su volumen son notables. Dicha duplicidad<br />

hace referencia a datos repetidos de individuos reiterados<br />

y a bloques de datos (administrativos, epidemiológicos<br />

o clínicos) repetidos en distintos registros. Estos<br />

hechos son consecuencia del desarrollo independiente<br />

y asincrónico que han seguido tanto las visiones de las<br />

distintas áreas de la salud, como los sistemas de captura,<br />

registro, análisis y gestión de datos e información,<br />

pero, sobre todo, de la revisión conceptual, técnica y metodológica<br />

(ampliación, reducción, sustitución o redefinición)<br />

a que se han sometido los campos, las variables,<br />

los criterios y los indicadores que contienen, y los modelos<br />

y objetivos que los justifican 6,7,10,11 .<br />

La heterogeneidad que muestra la calidad de los<br />

datos presenta dos facetas importantes en las cuales<br />

es preciso reparar: la calidad de los datos per se y la<br />

de los procedimientos que deberían garantizarla. Por<br />

un lado, todos los registros contienen datos erróneos,<br />

duplicados, incongruentes o carecen de algunos de ellos<br />

en mayor o menor medida. Por otro, estas deficiencias<br />

se deben, en primer lugar, a defectos en la definición<br />

(conceptual u operativa) de datos e indicadores, en su<br />

captura, mecanización y registro y, en segundo lugar,<br />

a su mantenimiento y depuración precarios.<br />

La variabilidad descrita en estos 4 elementos también<br />

refleja las variaciones del ritmo y las visiones bajo<br />

las cuales se están innovando y transformando los SI.<br />

A su vez, estos cambios están arbitrados por las políticas<br />

sanitarias y de planificación, así como por factores<br />

gerenciales y económicos y por la diferente evolución de<br />

los SI de salud pública y de los servicios de salud.<br />

Por añadidura, los sistemas carecen de la versatilidad<br />

necesaria para satisfacer plena y oportunamente<br />

demandas de información frecuentes. A veces, no<br />

podemos obtener la información que requerimos, porque<br />

nunca se han planteado siquiera sus sistemas de<br />

recogida (circuitos, estructura, variables, herramientas<br />

informáticas). En otras ocasiones, y causando una mayor<br />

frustración que la situación anterior, necesitamos una<br />

información imposible de recabar porque no se pueden<br />

extraer y combinar datos que sí existen, pero están almacenados<br />

en registros de distinta estructura, configuración<br />

y lenguaje, o porque se carece de las herramientas<br />

adecuadas para su extracción y exportación.<br />

Cabe destacar, además, dos denominadores comunes<br />

a la evolución reciente de los SI que ayudan a entender<br />

la situación en que se encuentran y, sin duda, a pergeñar<br />

líneas futuras de mejora. Por una parte, las innovaciones<br />

y mejoras que se están introduciendo parten con el lastre<br />

que interponen los modelos, los registros, las herramientas<br />

y las funcionalidades informáticos obsoletos, así<br />

como el que representa la inercia institucional, tanto la mantenida<br />

por legislaciones, normas y protocolos de actuación,<br />

como la alimentada por formas consolidadas de trabajar<br />

más o menos renuentes a los cambios. Por otra parte,<br />

las innovaciones están siendo, en su mayoría, parciales<br />

e inconexas: abordan independientemente SI aislados (registros<br />

de cáncer, de enfermedades crónicas o congénitas,<br />

vigilancia epidemiológica, actividad asistencial, prescripción<br />

y gasto farmacéuticos).<br />

Mejora e innovación<br />

En los últimos años estamos siendo testigos de iniciativas<br />

de mejora e innovación de los SI. Lo está haciendo<br />

posible el desarrollo de potentes servidores, grandes bases<br />

de datos, herramientas de extracción de datos almacenados<br />

en distintos repositorios, próximos o alejados entre<br />

sí físicamente, y de la telemática 3,12-14 . Entre estos avances<br />

destacan –y nos interesan aquí especialmente– los<br />

desarrollos informáticos dirigidos a integrar la información.<br />

Si bien los avances en esta línea son notables, nos encontramos<br />

en las etapas iniciales de su evolución, especialmente<br />

en el sector de la información sanitaria, que<br />

ha sido de más corto aliento que el de, por ejemplo, las<br />

finanzas, la aeronáutica o la telefonía 3,7,11,13 .<br />

Desde una perspectiva nacional, la incorporación y<br />

la utilización de las herramientas y funcionalidades in-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):14-8<br />

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Campillo Artero C. Integración de la información para las intervenciones sanitarias: de los datos a la información; de la información a la acción<br />

formáticas necesarias para integrar SI, que ya son habituales<br />

en otros sectores, están siendo complejas. Algunas<br />

de las que se adaptan en sanidad son prematuras<br />

(no hace mucho que el mundo sanitario se ha<br />

abierto como nuevo segmento del mercado a tecnologías<br />

de la información desarrolladas inicialmente para<br />

otros sectores) 3,7 . Los modelos que deberían regir el desarrollo,<br />

la implantación y la utilización de los SI en todas<br />

las vertientes de la sanidad son escasos, poco sólidos<br />

o se encuentran fragmentados por áreas de actuación.<br />

Queda pendiente la ingente tarea de ordenar, homogeneizar<br />

–bajo nomenclaturas y definiciones únicas y<br />

comunes– prestaciones, servicios y variables de índole<br />

administrativa, demográfica, clínica, epidemiológica<br />

y económica. Hasta que no se realice esta esencial y<br />

ardua tarea, y se venza la demanda y el uso inerciales<br />

de la información, seguirán perpetuándose las limitaciones<br />

y los problemas mencionados de los SI. Se<br />

manejan todavía distintos códigos para identificar a las<br />

mismas personas y pacientes. Algunos cuadros de mandos<br />

que se emplean en las distintas áreas de la salud<br />

no se han sometido a una profunda revisión y aún incluyen<br />

indicadores heredados del pasado, que han perdido<br />

su justificación y no satisfacen necesidades actuales<br />

de información. Otros no miden con suficiente exactitud<br />

y validez lo que necesitamos medir y otros, por último,<br />

carecen de dimensiones e indicadores dirigidos<br />

a la medición y el seguimiento de variables importantes,<br />

sencillamente porque se desconocen o no se ha<br />

pensado en ellos. Esto sigue siendo una rémora para<br />

satisfacer realmente las necesidades de información y<br />

la integración de sistemas bajo las condiciones deseadas.<br />

También se debe a cierta hipotonía de la planificación<br />

y la elaboración de modelos sólidos de gestión<br />

de la información y su definición, y a una capacidad analítica<br />

mejorable, sin olvidar las deficiencias propias de<br />

los sistemas descritas anteriormente.<br />

Esta visión multicausal es incompleta, pero lo sería<br />

más y no contribuiría plenamente a dirimir líneas de mejora<br />

si se omite la importante posición que también ocupan<br />

en los SI la planificación y la política sanitarias 7,11 .<br />

<strong>El</strong> papel de la política y la planificación sanitarias<br />

en los sistemas de información<br />

¿Qué papel han desempeñado la política y la planificación<br />

en los SI sanitarios actuales ¿Hasta qué punto<br />

nuestros SI son el resultado de la orientación política y<br />

la planificación Si logramos responder a estas preguntas,<br />

tal vez sabremos en qué hemos errado y podremos, en<br />

el mejor de los casos, corregir la derrota que sigue su<br />

evolución, y en el peor de ellos, cambiar su rumbo. Las<br />

exigencias en uno u otro caso son distintas, nos conviene<br />

saberlo, no podemos empezar de cero y la fuerza inercial<br />

alcanzada por los sistemas de salud nos impide detenernos.<br />

La reflexión a fondo sobre este particular sigue<br />

siendo una asignatura obligatoria y pendiente.<br />

En la esfera política, debe reconocerse que las inversiones<br />

en SI no gozan de mucha visibilidad si se comparan<br />

con las de otras áreas. La transferencia de competencias<br />

en materia de salud en nuestro país y la<br />

consiguiente descentralización de la toma de decisiones<br />

han mermado la cohesión de los SI sanitarios, máxime<br />

cuando se han hecho sin acuerdos explícitos sobre<br />

la información mínima que debe asegurarse. Todo ello,<br />

junto con la ausencia de espacios reales para compartir<br />

las experiencias (errores y éxitos) en la información que<br />

se realiza en cada comunidad autónoma, nos debilita<br />

frente a la oferta de aplicaciones y desarrollos informáticos<br />

prematuros, puede frenar indefectiblemente su<br />

necesaria integración y desembocar en un síndrome que<br />

podría acuñarse como el de la «torre de la información<br />

de Babel» 7 . Los distanciamientos y la heterogeneidad<br />

que se aprecian en la actualidad al comparar los sistemas<br />

de distintas comunidades autónomas son en parte<br />

fruto de ello 4 . Nos encontramos en una situación de preocupante<br />

variabilidad geográfica de la toma de decisiones,<br />

la gestión y el desarrollo de los SI sanitarios.<br />

Las acciones dirigidas a decidir y regular hacia dónde<br />

debemos ir y qué hemos de hacer para corregir estos<br />

distintos rumbos y superar los retos señalados deberían<br />

convertirse en carta de naturaleza de la planificación<br />

y las políticas sanitarias.<br />

Hacia dónde hemos de ir<br />

<strong>El</strong> parámetro principal que debería gobernar a corto,<br />

medio y largo plazo la evolución de los SI sanitarios es<br />

la integración. Ésta es la piedra angular de la cual depende<br />

su futuro y, por ende, el de la información que tendremos<br />

para fundamentar las decisiones y las actuaciones<br />

en el ámbito de la salud. Dada la situación actual en que<br />

se encuentran, para conseguirlo han de acometerse numerosas<br />

acciones, unas de forma previa y otras simultánea,<br />

pero todas de hondo calado. A continuación, se<br />

proponen las que el autor contempla como esenciales<br />

con el afán de sentar las bases de un obligado debate:<br />

1. Revisar a fondo y, si es preciso, redefinir los objetivos<br />

(estratégicos y operativos) que deben alcanzar<br />

los SI en todas las áreas de la salud, sin incurrir en el<br />

frecuente error de «contaminarlos» metodológicamente,<br />

esto es, de expresarlos no como los fines que son<br />

sino omitiéndolos e indicando en su lugar los métodos<br />

que deberían aplicarse para cumplirlos.<br />

2. Revisar los datos y la información disponibles, incluidas<br />

las variables, los indicadores y los cuadros de<br />

17<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):14-8


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

mandos, y diseñar los que se precisen adicionalmente<br />

para lograr los objetivos marcados.<br />

3. Establecer definitivamente la identificación única<br />

de personas y pacientes como unidad nuclear de los SI.<br />

4. Someter a una revisión profunda los registros<br />

disponibles para ordenar, homogeneizar y estandarizar<br />

los campos, las variables, los indicadores, las prestaciones<br />

y los servicios que contienen, por medio de<br />

una nomenclatura única y consensuada de alcance nacional.<br />

5. Unificar y consolidar como fuentes de información<br />

y registros primarios de los SI sanitarios, los de historias<br />

clínicas (que han de ser únicas por paciente al margen<br />

del nivel de atención), las bases de datos administrativas<br />

y las de actividad (de servicios y de salud pública),<br />

así como asegurar que incluyen todas sus funcionalidades,<br />

con miras a unificar la información y eliminar la<br />

variabilidad y la duplicidad existentes. Debería haber<br />

pocos registros básicos como fuentes primarias de información.<br />

Éstos han de ser fiables, seguros, preservar<br />

la confidencialidad y estar sometidos a controles periódicos<br />

de su calidad. Su formato ha de ser electrónico y<br />

universal, y su estructura, congruente con los objetivos<br />

y las condiciones que deben reunir los SI. Han de ser<br />

asimismo versátiles, es decir, tienen que permitir registrar,<br />

explorar, extraer, explotar y combinar cualquier tipo<br />

de dato e información que contengan para su uso posterior,<br />

con independencia de su localización y ámbito, y<br />

trabajar con ellos ha de ser una tarea sencilla.<br />

6. Conforme a las premisas anteriores, es preciso<br />

revisar los procesos de recogida, mecanización, registro<br />

y explotación de datos, así como su depuración y mantenimiento<br />

periódicos. Esto incluye modificar lo necesario<br />

la formación y las actitudes de los responsables<br />

de estas actividades y garantizar la existencia de partidas<br />

presupuestarias para sufragarlo.<br />

7. Deben destinarse los recursos necesarios para integrar<br />

los SI. La integración incluye la vinculación de todos<br />

los subsistemas, los registros primarios y las aplicaciones,<br />

así como la utilización de las herramientas informáticas<br />

de extracción y explotación de datos, siempre en conformidad<br />

con los objetivos establecidos para los SI y bajo una<br />

supervisión guiada por criterios técnicos y expertos.<br />

8. Alcanzar un verdadero consenso y compromiso<br />

nacionales sobre los requisitos y las funcionalidades mínimos<br />

y obligados por ley que debe reunir cualquier SI<br />

público en el ámbito sanitario, que cumpla, además, con<br />

el criterio rector de la integración. Esta especie de pacto<br />

de Estado por la información sanitaria (llamémosle como<br />

queramos) tendría, por un lado, que respetar la naturaleza<br />

esencialmente técnica de esta empresa y, por<br />

otro, asumir que, si bien el compromiso de requisitos<br />

y funcionalidades irrenunciables de los sistemas debe<br />

ser de orden nacional, la responsabilidad de su gestión<br />

sea autonómica.<br />

Siempre cabe como alternativa no hacer nada y dejar<br />

las cosas como están, que sigan su curso. Cuanto menos<br />

se avance en esta dirección más consolidados estarán<br />

los SI en cada comunidad autónoma y más difícil resultará<br />

avanzar en la línea de su integración. Aunque es difícil<br />

estimar con precisión las consecuencias del «síndrome<br />

de la torre de la información de Babel», no lo es imaginar<br />

sus efectos en la información que seguiremos utilizando<br />

para fundamentar nuestras decisiones y actuaciones.<br />

Parte de los resultados en salud que obtengamos<br />

y de lo que podamos mejorarlos dependen de ello.<br />

Agradecimientos<br />

<strong>El</strong> autor agradece las sugerencias y los comentarios de<br />

Ricard Meneu, Mario Herrero y Xurxo Hervada sobre este manuscrito.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):14-8<br />

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CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

¿Cómo mejorar la efectividad (calidad) reduciendo la brecha<br />

de la investigación a la acción<br />

Enrique Bernal Delgado<br />

Unidad de Investigación de Servicios Sanitarios, Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, Zaragoza, España.<br />

(How can we improve effectiveness [quality] by reducing<br />

the gap between research and action)<br />

Resumen<br />

La investigación sobre la efectividad de las tecnologías y la<br />

calidad de los cuidados es un elemento primordial en las políticas<br />

de generación de conocimiento de los países de nuestro<br />

entorno. Al mismo tiempo, hay un amplio consenso sobre<br />

la necesidad de reforzar el componente traslacional de este<br />

tipo de investigación bajo la hipótesis de que la transferencia<br />

de conocimiento a la práctica es una condición necesaria para<br />

mejorar los cuidados de salud.<br />

A lo largo del texto se analizan algunas características de las<br />

organizaciones sanitarias que facilitan o dificultan la transferencia<br />

de conocimiento. Se muestran, también, algunas experiencias<br />

exitosas de las que se puede aprender para reducir la brecha<br />

y mejorar la efectividad (calidad) de los cuidados.<br />

Entre los mecanismos que pueden reducir (o mantener) la brecha<br />

se encuentran los siguientes: a) el tipo de organización (tipo<br />

de proveedor, estatus académico, mezcla de profesionales, su<br />

capacidad para aprender e innovar, etc.); b) su gobierno (liderazgo<br />

en la implementación de la evidencia, capacidad en la<br />

gestión de los roles profesionales, posibilidad de utilizar incentivos<br />

económicos, disponer de un entorno rico en información, utilizar<br />

la gestión del conocimiento, etc.), y c) la efectividad de las<br />

propias estrategias para difundir el conocimiento.<br />

Por último, se detalla cómo las experiencias exitosas que<br />

se describen han centrado sus esfuerzos en la implementación<br />

de la evidencia, en investigar aquello que se necesita y<br />

en reinventar la organización para convertir la información en<br />

conocimiento.<br />

Palabras clave: Efectividad. Calidad. Gestión del conocimiento.<br />

Implementación.<br />

Abstract<br />

In our environment, research on health technologies and health<br />

care effectiveness is a prominent issue in current knowledge<br />

policies. Nevertheless, there is wide consensus on the<br />

need for additional efforts to develop the translational component<br />

of this kind of research under the hypothesis that taking<br />

research into practice is a necessary condition for improving<br />

healthcare.<br />

The characteristics that facilitate or hinder knowledge transfer<br />

in healthcare organizations are analyzed throughout the<br />

present text. At the same time, we discuss some successful<br />

experiences that illustrate how the chasm can be reduced and<br />

healthcare effectiveness (i.e. quality) improved.<br />

Among the mechanisms that might either reduce or maintain<br />

the chasm are the following: 1) the type of organization<br />

(healthcare provider model, teaching status, mix of professionals,<br />

the organization’s capacity to learn and innovate, etc.);<br />

2) the organization’s government (leadership in evidence implementation,<br />

capacity to manage professional roles, ability<br />

to use economic incentives, availability of an information-rich<br />

context, the use of knowledge management, etc.), and 3) the<br />

effectiveness of the strategies themselves in translating evidence<br />

into practice.<br />

Finally, we describe some successful experiences focussing<br />

on implementation, on researching the evidence that is needed,<br />

and on reinventing the organization to convert information<br />

into knowledge.<br />

Key words: Effectiveness. Quality. Knowledge management.<br />

Implementation.<br />

Ideas clave<br />

• La preocupación por utilizar la evidencia disponible<br />

en la práctica supera ya la necesidad de generar más<br />

evidencias.<br />

Correspondencia: Enrique Bernal Delgado.<br />

Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud.<br />

Correo electrónico: ebernal.iacs@aragon.es<br />

• Son múltiples los mecanismos que actúan favoreciendo<br />

o dificultando la traslación de la evidencia ya<br />

disponible; algunos afectan al tipo de organización y<br />

a su gobierno y otros a las propias estrategias de difusión<br />

del conocimiento.<br />

• Las experiencias con éxito han puesto mayor énfasis<br />

en la gestión de la implementación de la evidencia,<br />

en investigar aquello que se necesita y en reinventar<br />

la organización para convertir la información<br />

en conocimiento.<br />

19 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

• Las organizaciones que han obtenido buenos resultados<br />

tras utilizar la evidencia en la práctica comparten<br />

un cierto patrón: todas son conscientes de la necesidad<br />

de cambiar la organización como paso previo,<br />

disponen de personas que lideran el cambio, confían<br />

en las relaciones personales para facilitar innovaciones<br />

de largo recorrido, promueven entornos ricos en conocimiento<br />

y usan tecnologías de información para<br />

acompañar el proceso.<br />

Introducción<br />

(1) US Agency for Health Research and Quality es la actual denominación<br />

de la Agency for Health Care Policy and Research,<br />

que fue creada por el Congreso de Estados Unidos con objeto<br />

de desarrollar la investigación sobre la efectividad clínica a través<br />

del Medical Treatment Effectiveness Program (MEDTEP).<br />

Desde hace aproximadamente 40 años, la US<br />

Agency for Healthcare Research and Quality (1)<br />

(AHRQ) mantiene un compromiso específico con<br />

la investigación sobre la efectividad de las tecnologías<br />

médicas y la calidad de los servicios. Desde<br />

entonces financia líneas de investigación, promueve el<br />

desarrollo de bases de datos, y favorece la diseminación<br />

del nuevo conocimiento y el desarrollo de guías<br />

clínicas. Su exponente más notable fue el desarrollo de<br />

los Patient Outcomes Research Teams (PORT), cuyos<br />

objetivos fueron identificar y analizar los resultados de<br />

distintos patrones de práctica y desarrollar métodos para<br />

reducir las variaciones injustificadas 1 . Desde entonces,<br />

la investigación sobre la efectividad de las tecnologías<br />

y la calidad de los cuidados ocupa un lugar identificable<br />

en las políticas de generación de conocimiento de<br />

los países de nuestro entorno. Pero, al mismo tiempo,<br />

hay un amplio consenso sobre la necesidad de reforzar<br />

el componente traslacional de este tipo de investigación<br />

bajo la hipótesis de que la transferencia de conocimiento<br />

a la práctica es una condición necesaria para<br />

mejorar los cuidados de salud. Ésta es la idea sobre<br />

la que girará este trabajo.<br />

Para comenzar a entender el problema y sus múltiples<br />

dimensiones utilizaremos el ejemplo de la atención<br />

a la cardiopatía isquémica aguda en España, que<br />

es, por motivos obvios, una de las entidades clínicas<br />

que más preocupa a la sociedad, los profesionales sanitarios<br />

y los responsables de los servicios sanitarios.<br />

Por otro lado, se dispone de evidencia suficiente sobre<br />

su prevención, tratamiento y rehabilitación 2 , la identificación<br />

de prácticas y personas de riesgo es relativamente<br />

simple 3 y hay una estrategia nacional para el conjunto<br />

del Sistema Nacional de Salud 4 . Se dan, a priori,<br />

las condiciones ideales para que la investigación se haya<br />

convertido en acción y las tecnologías seguras y eficaces<br />

hayan sido utilizadas sobre las poblaciones apropiadas,<br />

a tiempo y con pericia. La realidad, en cambio,<br />

contradice esta expectativa.<br />

Respecto al tratamiento agudo podemos señalar algunos<br />

datos elocuentes: a) la proporción de pacientes<br />

que se benefician de la fibrinólisis (70%) o de la angioplastia<br />

primaria (10%) 5 revelan la existencia de un<br />

tratamiento subóptimo; b) la utilización de fármacos para<br />

la fase aguda varía en función del tipo de proveedor sanitario:<br />

la atención de un paciente en un centro de salud<br />

implica la mitad de uso de aspirina y 5 veces menos<br />

de uso de terapia intravenosa (comparado con la atención<br />

en una unidad de vigilancia intensiva móvil) 6 , y c)<br />

se sabe que la probabilidad de morir durante el episodio<br />

agudo depende del proveedor hospitalario: el 4,2%<br />

en centros con unidades de cuidados intensivos frente<br />

al 24% en hospitales básicos 7 .<br />

En cuanto a la prevención secundaria de muerte tras<br />

un infarto, se dispone de pruebas igualmente expresivas:<br />

a) la variabilidad en la prescripción al alta hospitalaria<br />

de fármacos que han demostrado ser eficaces<br />

y seguros (aspirina, bloqueadores beta, inhibidores de<br />

la enzima conversora de la angiotensina o estatinas)<br />

es alarmante. Con medianas de utilización que no superan<br />

el 50% en ninguno de los fármacos señalados 5 ,<br />

la utilización no supera en el mejor de los casos el 75%;<br />

b) recientemente, el Atlas de Variaciones de la Práctica<br />

Médica para enfermedades y procedimientos cardiovasculares<br />

8 mostró una cierta variación en las tasas<br />

poblacionales –hasta un factor de 4 veces según las<br />

áreas– en el uso de determinados procedimientos, como<br />

el bypass coronario o la angioplastia, para poblaciones<br />

similares, y señaló la falta de relación entre las tasas<br />

de utilización y la carga de morbilidad por cardiopatía<br />

isquémica de las poblaciones del estudio (r 2 = 0,09 para<br />

ACTP y r 2 = 0,01 para bypass), y c) se ha encontrado<br />

una menor utilización de las técnicas quirúrgicas de reperfusión<br />

en las mujeres (entre 3 y 11 veces menos<br />

según las áreas sanitarias). Esta diferencia de uso se<br />

produce también en el caso de utilización de técnicas<br />

de revascularización en el episodio agudo 9 .<br />

En suma, aun habiendo una abundancia de conocimientos<br />

relevantes, se produce una atención desigual<br />

y subóptima no justificada por diferencias en los pacientes.<br />

Esta «foto» delata la existencia de problemas<br />

de organización, de ausencia de incentivos claros y de<br />

ignorancia, y aporta pistas sobre qué se debe hacer para<br />

mejorar la efectividad; en este caso, no será necesario<br />

más conocimiento sino mejor gobierno del sistema,<br />

para tratar a las poblaciones apropiadas, con las tecnologías<br />

idóneas, en el momento que lo precisan y con<br />

la pericia necesaria. Dentro de ese buen gobierno será<br />

necesario –aunque no suficiente– gestionar el conocimiento<br />

disponible, es decir, recuperarlo, hacerlo accesible<br />

(preparando la organización para interactuar con<br />

él) y evaluar su uso.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6<br />

20


Bernal Delgado E. ¿Cómo mejorar la efectividad (calidad) reduciendo la brecha de la investigación a la acción<br />

A lo largo del texto veremos qué características de<br />

las organizaciones sanitarias facilitan o dificultan la transferencia<br />

de conocimiento y se mostrarán algunas experiencias<br />

exitosas de las que se puede aprender para<br />

reducir la brecha y mejorar la efectividad (calidad) de<br />

los cuidados.<br />

Algunos de los mecanismos que actúan,<br />

¿o están las organizaciones preparadas para<br />

reducir la brecha<br />

Bajo este epígrafe se tratarán dos cuestiones: el<br />

papel de la organización en la aplicación de la evidencia<br />

y la efectividad de los mecanismos que se usan para<br />

implementar la evidencia.<br />

Organización en la aplicación de la evidencia<br />

Recientemente, Dijkstra et al 10 evaluaron 35 ensayos<br />

(con 81 comparaciones posibles) en los que se<br />

podía obtener información sobre el efecto modulador<br />

de distintos factores de la organización en el uso de<br />

los resultados de investigación. Para ello, analizaron<br />

el porcentaje de pacientes que seguía las recomendaciones<br />

de una guía en función de algunos factores<br />

organizativos; a saber: a) si se trataba de un centro hospitalario<br />

o un centro ambulatorio; b) el hecho de tratarse<br />

de una iniciativa de la dirección (como parte de<br />

una estrategia más amplia y está financiada); c) si el<br />

hospital era docente (proxy de entorno de excelencia);<br />

d) la implicación de más de una especialidad o tipos<br />

profesionales (médicos de staff, residentes, enfermería)<br />

en el proceso de cuidados, y e) la existencia de<br />

consenso previo sobre la guía antes de la implementación.<br />

Entre las aportaciones de este trabajo cabe destacar<br />

las siguientes:<br />

1. Las instituciones hospitalarias funcionan, en general,<br />

de manera diferente que las instituciones ambulatorias.<br />

Así, la implementación de guías planificadas<br />

desde el propio centro obtiene un mejor seguimiento<br />

que las que vienen de fuera sólo en las instituciones<br />

hospitalarias (odds ratio [OR] = 2,56; intervalo de confianza<br />

[IC] del 95%, 1,56-4,21) y las instituciones académicas<br />

–si son hospitalarias– utilizan más las guías<br />

que las no académicas (OR = 3,42; IC del 95%, 2,25-<br />

5,19).<br />

2. Las intervenciones de implantación de guías que<br />

conllevan una revisión profesional de roles mejoran el<br />

seguimiento de éstas (OR = 9,78; IC del 95%, 3,22-<br />

29,70), con independencia del tipo de intervención educativa<br />

que la acompañe.<br />

3. Aunque no son estadísticamente significativos,<br />

merecen algún comentario dos resultados del trabajo.<br />

Por un lado, hay bastante consistencia sobre el hecho<br />

de que las guías que requieren el concurso de varias<br />

especialidades o varios tipos de profesiones tienen un<br />

menor seguimiento. Por otro lado, el apoyo financiero<br />

e institucional a la implementación tiene un modesto<br />

efecto, con mucha variación entre los distintos estudios.<br />

Dos recientes trabajos aportan material adicional (y<br />

más específico) sobre el efecto que tiene la organización<br />

en el uso de la evidencia disponible. Gillies et al 11<br />

analizaron el efecto del modelo de provisión de servicios<br />

en el seguimiento de determinados programas sanitarios.<br />

La hipótesis manejada por los autores postula<br />

que la existencia de objetivos claros en la organización<br />

con incentivos financieros alineados con la mejora de<br />

calidad, la condición de ser profesional de staff, asalariado<br />

y que trabaja en equipo, y la disponibilidad de<br />

registros clínicos electrónicos y software que facilitan<br />

el seguimiento de pacientes, mejora el seguimiento de<br />

la cobertura de programas asistenciales.<br />

Los autores estudiaron 272 Planes de Aseguramiento<br />

Sanitario en California que cubrían los siguientes<br />

programas asistenciales: cribados en la mujer, enfermedad<br />

cardíaca, inmunizaciones, diabetes mellitus y cesación<br />

del hábito tabáquico. <strong>El</strong> análisis reveló que, en<br />

la medida en la que los planes de aseguramiento se<br />

organizasen en torno al modelo group&staff –un equipo<br />

de atención primaria español cabría en esta categoría–,<br />

la implantación del programa asistencial era<br />

mayor (ajustado por edad, porcentaje de penetración<br />

de pacientes Medicare, penetración de Health Maintenance<br />

Organizations [HMO], tratarse de organizaciones<br />

sanitarias con ánimo de lucro, cobertura poblacional del<br />

plan, y ratio entre médicos de atención primaria y especialistas,<br />

entre otras).<br />

En el segundo trabajo, Ettner et al 12 examinaron la<br />

asociación entre los incentivos económicos que reciben<br />

los médicos de atención primaria y la adhesión a<br />

actividades relacionadas con el cuidado de la diabetes;<br />

a saber: valoración del control de glucemia, valoración<br />

de perfil lipídico, valoración de proteinuria, examen de<br />

fondo de ojo, examen de pies, consejo para tomar aspirina<br />

e inmunización contra la gripe. La hipótesis principal<br />

de los autores asumía que el pago por salario (frente<br />

a la capitación o el pago por acto) tendría efectos<br />

distintos en la cumplimentación de esta «guía». Una segunda<br />

hipótesis asumiría que los reembolsos parciales<br />

en función del desempeño y la satisfacción del usuario,<br />

o del uso de establecimientos no hospitalarios,<br />

incrementaría la adhesión a la «guía».<br />

Los resultados fueron consistentes para la inmensa<br />

mayoría de las actividades propuestas por la<br />

«guía». Los médicos de atención primaria pagados por<br />

21<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

salario (frente a los otros dos modelos) mostraron una<br />

mayor adhesión, aunque los efectos fueron modestos<br />

(riesgo relativo, 1,03-1,36). Cuando se controló el efecto<br />

del modelo organizativo (en este caso group&staff<br />

frente a práctica independiente), éste, aunque se mantenía<br />

favorable, se suavizó todavía más. En cuanto a<br />

la segunda hipótesis, la influencia de reembolsos parciales<br />

fue también modesta, el pago por calidad y satisfacción<br />

mostró una mayor adhesión, y el efecto del<br />

estilo de práctica volvió a influir en la suavización de<br />

los efectos.<br />

Un último elemento que cabe considerar en la capacidad<br />

de las organizaciones para reducir la brecha<br />

es el papel que desempeñan los innumerables microsistemas<br />

clínicos (2) que componen la organización. Nelson<br />

et al 13 , tras seleccionar una muestra de 20 microsistemas<br />

clínicos de reconocida calidad en Estados<br />

Unidos, trataron de determinar las características organizativas<br />

que los hacían tan eficaces.<br />

Encontraron 9 «características para el éxito»: 1) liderazgo<br />

firmemente establecido para mantener la perseverancia,<br />

los objetivos claros y la contextualización<br />

adecuada del microsistema en la organización; 2) presencia<br />

de una cultura de colaboración y mutua confianza;<br />

3) autoridad transferida desde la (macro)organización,<br />

reconocimiento y recursos; 4) trabajo enfocado a resolver<br />

todas las necesidades del paciente (cuidado, educación,<br />

relación con los servicios que continuarán con sus cuidados,<br />

etc.); 5) contratación selectiva de profesionales<br />

que encajen bien en la cultura organizativa, exigencia<br />

de un alto nivel de desempeño y cumplimiento de sus<br />

expectativas de formación continuada, crecimiento<br />

profesional y capacidad para conectar con otros profesionales<br />

de alto nivel de calidad; 6) trabajo en equipo,<br />

con especial reconocimiento de la interdependencia<br />

de los distintos roles; 7) mejora continua de los<br />

procesos, basada en el seguimiento continuo de los cuidados,<br />

el uso de estándares de comparación de desempeño<br />

óptimo y la disposición a innovar; 8) desempeño<br />

enfocado a obtener resultados sanitarios y reducir<br />

costes evitables, y 9) existencia de un entorno basado<br />

en información (y tecnologías de la información) que<br />

ponga a disposición el conocimiento que cada miembro<br />

del equipo precisa para hacer su trabajo mejor y a<br />

tiempo.<br />

Según sugieren los autores de este trabajo, la posibilidad<br />

de reducir cualquier brecha para obtener una<br />

atención de calidad requiere microsistemas como los<br />

descritos. Reducir la brecha entre la investigación y la<br />

acción no está libre de este requerimiento.<br />

(2) Un microsistema clínico es un pequeño grupo de personas<br />

que trabajan juntas regularmente para proveer servicios a un subconjunto<br />

definido e identificable de pacientes. Tienen objetivos<br />

clínicos y «de gestión», comparten procesos e información, y producen<br />

resultados sanitarios.<br />

Mecanismos para la transmisión del conocimiento<br />

Una profunda revisión sistemática, realizada por el<br />

Health Technology Assessment Programme y dirigida<br />

por Grimshaw 14 , sintetizó el estado de la cuestión con<br />

respecto a cómo debe transmitirse e implementar la evidencia<br />

en las organizaciones sanitarias. Sobre el análisis<br />

de 235 estudios (y 309 comparaciones), los autores<br />

analizaron sistemáticamente el efecto de distintos<br />

mecanismos (intervenciones) para diseminar e implementar<br />

«guías», como la distribución de materiales, la<br />

participación en actos formativos, los procesos locales<br />

de consenso, la opinión de líderes locales, las intervenciones<br />

mediadas por pacientes, el audit con feedback,<br />

los recuerdos, el marketing, el uso de medios de<br />

comunicación de masas, y cualquier combinación de<br />

las anteriores (intervenciones multifacéticas).<br />

Pese a la modesta calidad de los estudios incluidos<br />

en la revisión, pueden destacarse los siguientes resultados:<br />

1. En general, el 85% de las intervenciones analizadas<br />

muestra un efecto positivo sobre la utilización de<br />

las recomendaciones propuestas por una guía. Sin embargo,<br />

hay una extraordinaria variación de resultados<br />

entre los estudios que analizan un tipo de intervención<br />

y entre las diversas intervenciones entre sí.<br />

2. Las «visitas formativas a los profesionales sanitarios»<br />

mediadas por profesionales preparados, con o<br />

sin material educativo, y la distribución de material educativo<br />

posterior, audit y feed-back, tuvieron efectos consistentemente<br />

débiles en la modulación de la práctica.<br />

3. Los recuerdos y las intervenciones mediadas por<br />

pacientes presentaron efectos moderados sobre la modulación<br />

de la práctica.<br />

4. La utilización de intervenciones multifacéticas no<br />

fue, en general, más efectiva que utilizar sólo una técnica<br />

de diseminación; además, el efecto en las intervenciones<br />

multifacéticas no mejoró con el número de<br />

técnicas utilizadas.<br />

Otra perspectiva interesante sobre los mecanismos<br />

de transferencia de conocimiento en las organizaciones<br />

sanitarias lo ofrece la teoría económica. Según<br />

Phelps y Mooney 15 , los médicos tienden a aprender de<br />

sus propias experiencias y de los colegas en quienes<br />

confían; de esta forma, con el tiempo, las prácticas en<br />

entornos cercanos tienden a converger. Más recientemente,<br />

Bachadani y Chandra 16 demostraron empíricamente<br />

este fenómeno de convergencia.<br />

<strong>El</strong> impacto de este fenómeno en la permanencia o<br />

en la reducción de la brecha es importante. Esta forma<br />

de aprender implica que un microsistema (p. ej., un servicio)<br />

tenderá al cumplimiento de la norma que se produzca<br />

en su microentorno antes que a la norma establecida<br />

por la comunidad mejor informada (es decir,<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6<br />

22


Bernal Delgado E. ¿Cómo mejorar la efectividad (calidad) reduciendo la brecha de la investigación a la acción<br />

quien mejor evidencia maneja). Esto será especialmente<br />

cierto en los médicos menos informados –por ejemplo,<br />

los residentes–, y en los innovadores lentos o refractarios.<br />

Sensu contrario, en el caso de disponer de la<br />

mejor información (médicos entusiastas) y la capacidad<br />

de influencia necesaria, este fenómeno conlleva la adopción<br />

rápida de innovaciones tecnológicas. Este mecanismo<br />

podría ser más potente en contextos con limitados<br />

incentivos económicos (como el español), en los<br />

que el prestigio profesional, la autonomía y la capacidad<br />

de decisión 17 se convierten en las palancas para<br />

la innovación. <strong>El</strong> hecho de que la opinión del líder se<br />

haya mostrado predictiva para el éxito en la implementación<br />

de una guía 10 , reforzaría la hipótesis sobre<br />

este mecanismo.<br />

Qué hemos aprendido de algunas experiencias<br />

«exitosas»<br />

Innumerables experiencias pueden aportar o sugerir<br />

ideas para mejorar la efectividad (calidad) de los servicios<br />

reduciendo la brecha entre investigación y acción.<br />

A continuación se muestra una selección de conveniencia<br />

de la que se pueden aprender cosas, una vez<br />

contextualizadas (3).<br />

National Institute for Health and Clinical Excellence: centrado en la<br />

implementación<br />

La experiencia de ámbito nacional más notable es<br />

la realizada desde el National Institute for Health and<br />

Clinical Excellence (NICE), organización independiente<br />

responsable de aportar «orientación» para el buen<br />

gobierno del National Health Service en Inglaterra y<br />

Gales 18 . Su experiencia aporta algunas ideas sustanciales<br />

para quien esté interesado en reducir la brecha 19 .<br />

1. <strong>El</strong> NICE es un órgano que orienta la implementación<br />

(appraisal), diferenciando esta función nítidamente<br />

de la evaluación de tecnologías (assessment), cometido<br />

que tiene reservado el HTA (4).<br />

2. <strong>El</strong> NICE desarrolla un sofisticado proceso de valoración,<br />

que tiene como cometido facilitar la implementación<br />

y, como característica más reseñable, la implicación<br />

de todos los agentes del sistema: ciudadanos,<br />

pacientes, organizaciones profesionales, investigadores,<br />

empresas relacionadas, etc.<br />

(3) En el anexo 1 se proponen otras experiencias de interés.<br />

(4) The NHS Health Technology Assessment Programme<br />

(http://www.hta.nhsweb.nhs.uk/).<br />

3. <strong>El</strong> NICE se basa en la evidencia disponible y en<br />

su propia experiencia para proponer el siguiente proceso<br />

de implementación:<br />

a. Un miembro del comité ejecutivo de NICE se encarga<br />

de conducir la agenda.<br />

b. Un equipo multidisciplinario se encarga de la coordinación<br />

global y el seguimiento. Se reúne con periodicidad<br />

mensual y trata de buscar líderes o redes locales<br />

que apoyen la implementación de partes críticas<br />

de la «guía». Este equipo, además, asegura el cumplimiento<br />

de los puntos clave de la misma, el audit y el<br />

seguimiento de los acuerdos tomados sobre la planificación<br />

y el presupuesto.<br />

c. Un «gestor de la implementación», facilitador local<br />

con un marco presupuestario acordado, está a cargo<br />

de distribuir la guía entre grupos clave, planificar el proceso,<br />

gestionar el presupuesto, asegurar el seguimiento<br />

y el feed-back, y producir informes regulares.<br />

d. Un plan financiero detalla las nuevas actividades<br />

o tecnologías que se derivarán de la incorporación de<br />

la guía en el año fiscal siguiente.<br />

e. La adopción de la «guía» se evalúa; particularmente,<br />

los elementos centrales y la cercanía a los estándares<br />

propuestos. Esta evaluación llega al comité<br />

ejecutivo y a cada organización implicada.<br />

Integrated Delivery Systems Research Network: investigar lo que se<br />

necesita<br />

También de ámbito nacional, la iniciativa Integrated<br />

Delivery Systems Research Network (IDSRN), promovida<br />

por la AHRQ desde 2005 20 , propone que la Agencia<br />

americana enfoque sus fondos de investigación a<br />

financiar la investigación que pueda ser aplicada en los<br />

centros de Medicare y Medicaid. Recientemente 21 , la<br />

AHRQ ha publicado resultados preliminares sobre el funcionamiento<br />

de 50 proyectos de investigación financiados.<br />

Éstas son sus principales conclusiones:<br />

1. Facilita la implementación de los resultados de<br />

investigación: a) que los investigadores pertenezcan al<br />

centro, que dispongan de una estructura estable y disfruten<br />

de relaciones fluidas con el mundo científico; b)<br />

si los investigadores no pertenecen al centro, debe<br />

haber un contacto reputado dentro de la organización<br />

que interprete localmente los resultados; c) que la iniciativa<br />

de investigación proceda de una necesidad concreta<br />

del proveedor sanitario, especialmente cuando<br />

los proyectos busquen el desarrollo de herramientas<br />

(p. ej., para la toma de decisiones compartida); d) que<br />

el proyecto tenga un plan de acción y fondos específicos<br />

para la implementación, y e) que los resultados puedan<br />

ser utilizados por otros proveedores y otras poblacionales.<br />

23<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

2. Entorpece la implementación de los resultados<br />

de investigación: a) que los hallazgos generados por la<br />

investigación compitan con otras necesidades (prioridades)<br />

de implementación; b) que las decisiones se<br />

inclinen por la implementación de hallazgos que supongan<br />

modificaciones organizativas (y no mejoras incrementales);<br />

c) que la propia organización sea poco<br />

flexible al cambio, y d) que no haya cultura de benchmarking<br />

en la organización en la que se deben usar los<br />

resultados.<br />

Poner inteligencia al uso de la evidencia<br />

En el terreno de las experiencias organizativas que<br />

afectan a un entorno concreto de proveedores sanitarios<br />

cabe destacar una compilación de experiencias<br />

realizada por la Canadian Health Services Research<br />

Foundation. Bajo el título «Received wisdoms: how Health<br />

Systems are using evidence to inform decision-making»,<br />

se detalla la historia de 8 experiencias organizativas<br />

del ámbito canadiense y estadounidense 22 . Las<br />

conclusiones tentativas de este trabajo son especialmente<br />

sugerentes para el debate que nos ocupa:<br />

1. La toma de decisiones basada en la evidencia está<br />

todavía en fases muy tempranas: son pocas las experiencias<br />

y escasas las valoraciones sobre si las organizaciones<br />

que utilizan esta aproximación ofrecen mejores<br />

resultados sanitarios que las que no han adoptado<br />

esta perspectiva. No obstante, hay algunas pruebas de<br />

su capacidad para mejorar las condiciones previas para<br />

el éxito como, por ejemplo, centrarse en las necesidades,<br />

saber dónde situar los recursos, o poner de acuerdo<br />

a los diferentes agentes interesados.<br />

2. Informar decisiones a partir de la evidencia disponible<br />

y gestionar el cambio son dos estrategias estrechamente<br />

relacionadas. Enfocar la organización<br />

para tomar decisiones a partir de la evidencia implicará<br />

muy frecuentemente repensar cómo deben hacerse<br />

las cosas. Y con toda seguridad implicará cambios<br />

en los procesos y rutinas que los profesionales sanitarios<br />

realizan habitualmente.<br />

3. Tomar decisiones basadas en la evidencia no es<br />

sólo cerrar la brecha entre investigación y acción. Las<br />

experiencias exitosas utilizan distintos tipos de «evidencia»,<br />

incluida la recogida sistemática de datos, el<br />

juicio de la experiencia o el análisis de situación. <strong>El</strong> reto<br />

es mantener el flujo de información útil de forma sistemática<br />

y usar la mejor «evidencia» disponible.<br />

4. Una organización que toma decisiones fundamentadas<br />

en la evidencia se sostiene a través de las<br />

relaciones personales. <strong>El</strong> cambio que se propone es<br />

un cambio cultural que pretende un compromiso a largo<br />

plazo. Esto sólo puede establecerse cuando hay relaciones<br />

fluidas, continuas y fundamentadas en la confianza<br />

entre quien lidera y ejecuta, entre quienes ejecutan,<br />

y entre investigadores y quienes lideran el cambio.<br />

5. Tomar decisiones basadas en la evidencia requiere<br />

«infraestructuras». Éstas pueden ser: programas de evaluación,<br />

tecnologías de la información, creación de una<br />

autoridad sanitaria para la transferencia del conocimiento<br />

o una unidad de evaluación de tecnologías.<br />

Microsistemas ricos en conocimiento<br />

Para terminar, y en el ámbito de las experiencias<br />

sobre los microsistemas, el análisis de las experiencias<br />

de éxito aconseja crear entornos clínicos ricos en conocimiento<br />

23 :<br />

1. La tecnología (y todas las inversiones subsiguientes)<br />

debe conectar a tiempo al paciente con su<br />

cuidador, a los cuidadores entre sí y al microsistema<br />

con la organización en la que está.<br />

2. Debe decidirse cuál es la información necesaria<br />

y suficiente para apoyar e informar las decisiones diarias,<br />

pero también para promover nuevas competencias<br />

y procesos esenciales para el cuidado de calidad.<br />

3. La información debe poder utilizarse para medir<br />

el desempeño (procesos que se realizan y resultados<br />

que se obtienen), y permitir ligar esta información con<br />

los sistemas de incentivación que habitualmente use<br />

la organización.<br />

4. La información debe utilizarse para mejorar o innovar,<br />

con lo que se puede evaluar el efecto que sobre<br />

los resultados pudiese tener cualquier cambio en los<br />

procesos.<br />

En resumen…<br />

Superada la época en la que el principal foco de preocupación<br />

era la necesidad de tener conocimiento científico<br />

para tomar decisiones, nos encontramos en una nueva<br />

fase en la que la prioridad bascula nítidamente hacia la<br />

necesidad de transferir el conocimiento a la práctica.<br />

Esta preocupación por llevar la mejor evidencia a<br />

la práctica no debe ocultar que la «evidencia» no es<br />

sólo investigación, sino el inmenso caudal de conocimiento<br />

tácito y explícito que se genera en las organizaciones<br />

sanitarias.<br />

Se han señalado los mecanismos que pueden reducir<br />

(o mantener) la brecha. <strong>El</strong> tipo de organización<br />

(proveedor, estatus académico, mezcla de profesionales,<br />

su capacidad para aprender e innovar, etc.), su gobierno<br />

(liderazgo en la implementación de la evidencia,<br />

capacidad en la gestión de los roles profesionales, posibilidad<br />

de utilizar incentivos económicos, disponer de<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6<br />

24


Bernal Delgado E. ¿Cómo mejorar la efectividad (calidad) reduciendo la brecha de la investigación a la acción<br />

un entorno rico en información, utilizar la gestión del<br />

conocimiento, etc.) y las distintas estrategias para difundir<br />

el conocimiento influirán en la reducción de la brecha<br />

entre lo que se sabe que se tiene que hacer y lo<br />

que se hace, y en quién se tiene que hacer.<br />

Se han presentado los principios sobre los que residen<br />

algunas experiencias exitosas. Todas tienen<br />

particularidades útiles para mejorar la efectividad trasladando<br />

el conocimiento a la acción, y en todas ellas<br />

encontramos cierto patrón común para el éxito: todas<br />

son conscientes de la necesidad de cambiar la organización<br />

como paso previo, disponen de personas que<br />

lideran el cambio, confían en las relaciones personales<br />

para facilitar innovaciones de largo recorrido, promueven<br />

entornos ricos en conocimiento y usan tecnologías<br />

de información para acompañar el proceso.<br />

Bibliografía<br />

1. Salive ME, Mayfield JA, Weissman NW. Patient Outcomes Research<br />

Teams and the Agency for Health Care Policy and Research.<br />

HSR. 1990;25:697-708.<br />

2. Guía europea de prevención cardiovascular en la práctica clínica.<br />

Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 2004.<br />

3. Villar F, Maiques A, Brotons C, Torcal J, Banegas JR, Lorenzo<br />

A, por el Grupo de Prevención Cardiovascular del PAPPS.<br />

Recomendaciones preventivas cardiovasculares en atención<br />

primaria. Aten Primaria. 2005;36 Suppl 2:11-26.<br />

4. Estrategia en cardiopatía isquémica del Sistema Nacional de<br />

Salud. Madrid: Ministerio de Sanidad y Consumo; 2006.<br />

Anexo 1. Otras experiencias de interés<br />

Experiencia Descripción Para saber más<br />

SDO <strong>El</strong> SDO (Service Delivery and Organization Research and Development http://www.sdo.lshtm.ac.uk/<br />

National Institute for Health Research Programme) es un programa del National Institute for Health Research,<br />

cuyo objetivo es encargar investigación relevante de temas de interés para<br />

el NHS,como cuidados centrados en el paciente o gestión del cambio<br />

CHSRF La fundación promueve y financia investigación relevante para el Sistema http://www.chsrf.ca/about/index_e.php<br />

Canadian Health Services Research Sanitario en Canadá, desarrolla y distribuye evidencia, y apoya y entrena<br />

Foundation<br />

a quienes quieren utilizar la evidencia en mejorar la práctica<br />

Plan de Calidad del Sistema Nacional La Agencia de Calidad del MSC ha promovido el Plan de Calidad para http://www.msc.es/organizacion/sns/<br />

de Salud el Sistema Nacional de Salud. Entre sus estrategias promueve el uso planCalidadSNS/home.htm<br />

Agencia de Calidad MSC<br />

de la investigación y la investigación evaluativa para mejorar la calidad<br />

de los servicios<br />

GUIASALUD Iniciativa promovida por el Consejo Interterritorial del SNS, que pretende http://www.guiasalud.es/home.asp<br />

Consejo Interterritorial del Sistema poner a disposición del SNS guías de práctica clínica de calidad<br />

Nacional de Salud (SNS)<br />

y herramientas para su diseño e implementación<br />

QUERI La Administración de Veteranos de Estados Unidos tiene un programa de http://www1.va.gov/hsrd/QUERI/<br />

VA Quality Enhancement Research aplicación a sus centros, que consiste en la implementación sistemática de program.cfm<br />

Initiative<br />

los resultados de investigación para mejorar la calidad y los resultados<br />

de la atención que se presta<br />

KAISER RESEARCH INITITAVE Varias organizaciones inscritas dentro de Kaiser Permanente han creado http://jncimono.oxfordjournals.org/cgi/<br />

Kaiser Permanente una red de investigación en colaboración con los National Institutes of reprint/2005/35/12<br />

Cancer para realizar una investigación sobre el cáncer inédita o útil<br />

para sus asegurados<br />

Technology Assessment Unit La Unidad da consejo y apoyo a los centros hospitalarios relacionados como http://www.mcgill.ca/tau/<br />

McGill University Health Centre<br />

el Complejo Hospitalario de la Universidad de Montreal basándose<br />

en la evaluación de tecnologías<br />

DERP Varias organizaciones de salud públicas y privadas, que incluyen 15 http://www.ohsu.edu/<br />

Drug effectiveness review project autoridades sanitarias estatales de Estados Unidos y Canadá, proporcionan drugeffectiveness/<br />

Oregon Health & Science University una revisión sistemática de evidencia sobre la efectividad y la seguridad<br />

comparada de fármacos, y utiliza los hallazgos para informar las políticas<br />

públicas de los Estados implicados<br />

Serveis de Salut Integrats Grupo asistencial que gestiona el Hospital de Palamós y el Consorcio http://www.hosppal.es/<br />

Baix Empordá<br />

Asistencial del Baix Empordá. Se trata de un entorno asistencial rico en<br />

información individual. La información disponible integra todo el continuo<br />

asistencial del ciudadano (atención primaria, farmacia y atención<br />

especializada) en los servicios asistenciales del Consorcio<br />

25<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

5. Arós F, Cuñat J, Loma-Osorio A, Torrdo E, Bosch X, Rodríguez<br />

JJ, por los investigadores del estudio PRIAHMO II. Tratamiento<br />

del infarto agudo de miocardio en España en el año 2000. <strong>El</strong><br />

estudio PRIAMHO II. Rev Esp Cardiol. 2003;56: 1165-73.<br />

6. Aguayo E, Reina A, Ruiz M, Colemenero M, García M, por<br />

el grupo ARIAM. La asistencia prehospitalaria en los síndromes<br />

coronarios agudos. Experiencia del Grupo ARIAM.<br />

Aten Primaria. 2001;27:478-83.<br />

7. Álvarez-León E, <strong>El</strong>osua R, Zamora A, Aldasoro E, Galcerá<br />

J, Vanaclocha H, por el grupo IBERICA. Recursos hospitalarios<br />

y letalidad por infarto de miocardio. Estudio IBERICA.<br />

Rev Esp Cardiol. 2004;57:514-23.<br />

8. Márquez-Calderón S, Jiménez A, Perea E, Briones E, Aguayo<br />

E, Reina A, por el Grupo de Variaciones en la Práctica<br />

Médica en el Sistema Nacional de Salud (Grupo VPM-SNS).<br />

Variaciones en la hospitalización por problemas y procedimientos<br />

cardiovasculares en el Sistema Nacional de Salud.<br />

Atlas Var Prac Med SNS. 2006;2:151-64.<br />

9. Aguado MJ, Márquez-Calderón S, Buzón ML, por el VPM-<br />

IRySS Andalusia Group. Differences between women’s and<br />

men’s acces to interventional cardiovascualr procedures at<br />

public hositals in Andalusia (SPAIN). Rev Esp Cardiol.<br />

2006;59:785-93.<br />

10. Dijkstra R, Wensing M, Thomas R, Akkermans R, Braspenning<br />

J, Grimshaw J, et al. The relationship between organisational<br />

characteristics and the effects of clinical guidelines<br />

on medical performance in hospitals: a meta-analysis. BMC<br />

Health Services Research. 2006;6:53.<br />

11. Gillies RR, Chenok KE, Shortell SM, Pawlson G, Wimbush<br />

JJ. The impact of Health Plan Delivery System Organization<br />

on Clinical Quality and Patient Satisfaction. Health Serv Res.<br />

2006;41:1181-99.<br />

12. Tener SL, Thompson TJ, Stevens MR, Mansiones CM, Kim<br />

C, Steers WN, por el TRIAD study. Are physician reimbursement<br />

strategies associated with processes of care and patient<br />

satisfaction for patients with diabetes in managed care<br />

Health Serv Res. 2006;41:1221-41.<br />

13. Nelson EC, Batalden PB, Huber TP, Mohr JJ, Godfrey MM,<br />

Headrick LA, et al. Microsystems in health care (I). Learning<br />

from high-performing front-line clinical units. J Qual Improvement.<br />

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utilización hospitalaria en el Sistema Nacional de Salud Gac<br />

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23. Nelson EC, Batalden PB, Homa C, Godfrie MM, Campbell<br />

C, Headrick LA, et al. Microsystems in health care (II). Creating<br />

a rich information environment. J Qual Improvement.<br />

2003;29:5-15.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):20-6<br />

26


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

<strong>El</strong> marketing como herramienta para incrementar la eficacia<br />

de los planes de salud pública<br />

Asunción Beerli-Palacio a / Josefa D. Martín-Santana a / Miquel Porta b<br />

a<br />

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, Las Palmas, España; b Instituto Municipal de Investigación Médica de Barcelona,<br />

Universidad Autónoma de Barcelona y CIBER en Epidemiología y Salud Pública, Barcelona, España.<br />

(Marketing as a tool to increase the effectiveness of public<br />

health plans)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> marketing social aplicado a la salud está emergiendo con<br />

fuerza en los últimos años con el objeto de incrementar la concienciación<br />

pública y promover cambios en las conductas de<br />

las personas. Se ha demostrado que los programas o intervenciones<br />

que están fundamentados en los principios básicos<br />

del marketing social son efectivos para mejorar la salud pública,<br />

aunque ésta no suele ser la pauta generalizada en la<br />

práctica en España, donde las políticas de salud se han basado<br />

más en planes con un enfoque más orientado a la eficiencia<br />

económica que a las necesidades de las personas. Para<br />

que un programa de marketing de salud sea eficaz es necesario<br />

que contemple los siguientes aspectos: a) que el programa<br />

tenga un horizonte temporal de actuación a largo plazo; b) los<br />

objetivos se establezcan en términos de cambios de conducta;<br />

c) se utilice la investigación de mercado como fuente de<br />

información; d) se establezcan acciones diferenciadas en función<br />

de los segmentos que se identifiquen como públicos objetivo;<br />

e) el programa se operativice en las 4 variables del marketing<br />

mix –producto, precio, distribución y comunicación– y<br />

no sólo sustentar los programas en campañas publicitarias;<br />

f) el intercambio sea el eje del programa, entendido como aquello<br />

que motive a las personas voluntariamente a cambiar, ofreciéndoles<br />

algo beneficioso como contrapartida; g) se contrarresten<br />

los factores o fuerzas que compiten con los cambios<br />

de conducta deseados, y h) se utilice la responsabilidad social<br />

de las empresas como mecanismo de refuerzo de los programas<br />

de mejora de la salud.<br />

En el diseño de los programas de marketing de salud se<br />

deben definir acciones estratégicas y operativas no sólo dirigidas<br />

a los adoptantes de las conductas deseadas, sino también<br />

a todos los agentes que puedan favorecer o dificultar el<br />

cambio (profesionales de la salud, industria farmacéutica, políticos,<br />

sector publicitario y empresas de productos y servicios<br />

con objetivos contrapuestos a la salud).<br />

Palabras clave: Marketing social. Marketing de salud. Eficacia<br />

de los programas de marketing de salud.<br />

Abstract<br />

Recent years have seen a steady increase in social marketing<br />

applied to health with the aim of increasing public awareness<br />

and changing people’s behavior. Programs or actions based<br />

on the principles of social marketing have been shown to be<br />

effective in improving public health. However, that is not the<br />

general rule in Spain, where health policies have been based<br />

on health plans directed more to economic efficiency than to<br />

citizens’ needs.<br />

For a health marketing program to be effective, the following<br />

factors are necessary: 1) the program has a long-term temporal<br />

horizon for action; 2) the objectives are established in<br />

terms of behavioral changes; 3) market research is used as<br />

a source of information; 4) different actions are established according<br />

to the segments identified as targets; 5) the program<br />

is operationalized in the four variables of the marketing mix,<br />

namely, product, price, distribution and communication, and<br />

is not only based on advertising campaigns; 6) the core of the<br />

program is exchange, understood as the factors that motivate<br />

people to change in return for the promise of something beneficial<br />

to them; 7) the factors or forces that compete with the<br />

desired behavioral changes are neutralized, and 8) businesses’<br />

social responsibility is used as a mechanism to reinforce<br />

health improvement programs.<br />

The design of health marketing programs should include definition<br />

of strategic and operational actions aimed not only at<br />

potential adopters of the desired behavior but also at all agents<br />

who may help or hinder behavioral change (health professionals,<br />

the pharmaceutical industry, politicians, the advertising<br />

industry, and products and services with health-challenging<br />

objectives).<br />

Key words: Social marketing. Health marketing. Effectiveness<br />

of health marketing programs.<br />

Correspondencia: Asunción Beerli-Palacio.<br />

Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.<br />

Correo electrónico: abeerli@dede.ulpgc.es<br />

27 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36


Ideas clave<br />

• Qué sabemos sobre la efectividad del marketing aplicado<br />

a la salud pública<br />

En el ámbito internacional se cuenta con experiencias<br />

en la utilización de programas de marketing social<br />

para mejorar la salud pública con resultados efectivos.<br />

• Qué experiencias se han producido en otros contextos,<br />

con qué resultados<br />

<strong>El</strong> marketing social se ha aplicado satisfactoriamente<br />

en múltiples contextos para cambiar creencias, actitudes<br />

y conductas no deseadas; por ejemplo, en el<br />

ámbito de los accidentes de tráfico, la nutrición, la actividad<br />

física y el abuso de drogas.<br />

• Qué podemos hacer y qué debemos evitar<br />

– Para que un programa de marketing sea eficaz en<br />

el contexto de la salud pública se debe orientar a<br />

largo plazo, fijar objetivos de cambios de conducta<br />

voluntarios, utilizar la investigación de mercados<br />

para obtener información, segmentar el mercado,<br />

definir el marketing-mix como acción para el cambio,<br />

considerar el intercambio como eje central del<br />

programa, analizar las fuerzas que compiten con<br />

el programa y contemplar acciones de responsabilidad<br />

social por parte de empresas privadas.<br />

– Se debe evitar centrar los programas de marketing<br />

únicamente en campañas publicitarias, acometer<br />

muchos objetivos de forma simultánea con poco presupuesto,<br />

utilizar enfoques curativos y paternalistas,<br />

no contemplar a todos los agentes y factores<br />

que puedan favorecer o dificultar el cambio.<br />

• Quién ha de hacerlo<br />

A instancias de la Administración Pública, en colaboración<br />

con los agentes privados, utilizando, por<br />

tanto, recursos públicos y privados.<br />

Introducción<br />

<strong>El</strong> marketing aplicado a la salud ha suscitado cierta<br />

controversia entre los profesionales sanitarios,<br />

y hay tanto detractores como partidarios de su<br />

utilización en la mejora de la salud pública. Los<br />

que contemplan con cierto escepticismo el papel del<br />

marketing en el ámbito de la salud pública consideran<br />

que está reñido con la ética o lo conciben como sinónimo<br />

de «publicidad» o de «ventas», actividades que<br />

algunos profesionales de la salud asocian –a nuestro<br />

juicio, erróneamente– con propaganda y manipulación 1 .<br />

Sin embargo, en la actualidad son numerosos los profesionales<br />

que defienden el marketing social como herramienta<br />

básica para la mejora de la salud de la población.<br />

En diversos países, el marketing se defiende<br />

cada vez más como parte de las estrategias de la salud<br />

pública, especialmente para lograr cambios de comportamientos<br />

en los estilos de vida, como el tabaco,<br />

el alcohol, el uso de drogas y las dietas 2 . Asimismo, el<br />

papel del marketing está también valorado en las estrategias<br />

de prevención y en la promoción de las políticas<br />

públicas que favorecen la salud colectiva 3 . Prueba<br />

del creciente interés en los últimos años por la<br />

aplicación del marketing social en el ámbito de la salud<br />

es que cada vez hay un mayor número de publicaciones<br />

en este contexto; incluso hay estudios que hacen<br />

referencia al «poder del marketing social» y «a las herramientas<br />

de marketing aplicadas al bien social que<br />

se usan para construir una conciencia pública y cambios<br />

de comportamiento» 4 . Además, hay numerosos<br />

ejemplos de marketing social que integran comportamientos<br />

individuales y colectivos. En España, por ejemplo,<br />

la campaña del Ministerio de Medio Ambiente «<strong>El</strong><br />

total es lo que cuenta», sobre cambio climático y ahorro<br />

de agua 5 (fig. 1), o las actividades del «Movimiento<br />

clima», promovidas por una interesante alianza de<br />

organizaciones sociales 6 (fig. 2). No es casual que en<br />

los dos ejemplos anteriores intervengan organizaciones<br />

ambientales, pues en muchos países éstas han ido<br />

por delante de las organizaciones de salud pública en<br />

las tareas de pedagogía social y científica 7,8 . También<br />

es ilustrativa la figura 3: en el anuncio, una empresa<br />

química privada aborda un tema clásico en salud pública,<br />

la invisibilidad de las intervenciones dirigidas a<br />

prevenir enfermedades y a mejorar la calidad de vida.<br />

Hay otros muchos ejemplos de marketing social dedicados<br />

a «hacer visible lo invisible».<br />

En un estudio donde se analizó la eficacia de múltiples<br />

programas de mejora de la salud se demostró<br />

la efectividad del marketing en la nutrición, la actividad<br />

física y el abuso de sustancias, llegándose a la<br />

conclusión de que los programas que están fundamentados<br />

en los principios básicos del marketing social<br />

son efectivos para ayudar a mejorar la salud 4 . En<br />

la 5.ª edición de los premios a la eficacia en la comunicación<br />

comercial de España, la campaña de la<br />

Dirección General de Tráfico (DGT) con el eslógan<br />

«Vive. Y deja vivir» fue galardonada con un premio<br />

por el éxito obtenido en términos de eficacia, ya que<br />

consiguió aumentar el nivel de concienciación de la<br />

población sobre la utilidad de adoptar las normas de<br />

convivencia en la conducta circulatoria para evitar accidentes<br />

de tráfico. Según los datos del estudio realizado<br />

para conocer el impacto de esta campaña, el<br />

32,8% de los conductores declaró que su comportamiento<br />

en la conducción había cambiado, el 81,4%<br />

afirmó que la campaña le había influido positivamen-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36<br />

28


Beerli-Palacio A et al. <strong>El</strong> marketing como herramienta para incrementar la eficacia de los planes de salud pública<br />

Fig. 1.<br />

te en la conducción y, finalmente, se produjo una<br />

disminución de los accidentes de tráfico (un 2,6%<br />

menos que en 2001), aunque en esta reducción, además<br />

de la campaña, influyen otros factores.<br />

Factores clave que deben sustentar<br />

los programas de salud pública desde<br />

la perspectiva del marketing social<br />

<strong>El</strong> marketing de la salud se encuadra en el contexto<br />

del marketing social; éste se puede definir como «la<br />

aplicación de los conceptos y herramientas que se utilizan<br />

en el sector privado para analizar, planificar, ejecutar<br />

y evaluar programas diseñados para influir en la<br />

conducta voluntaria de públicos objetivo (targets) específicos,<br />

en orden a mejorar su bienestar y el de la<br />

sociedad» 9 . La definición es en buena medida aplicable<br />

también al sector público. Más concretamente, el<br />

marketing del cuidado de la salud es «…el proceso de<br />

comprender las necesidades y deseos del mercado objetivo,<br />

con el fin de proporcionar un punto de vista desde<br />

el cual integrar el análisis, la planificación, la implementación<br />

y el control de los sistemas encaminados al<br />

cuidado de la salud» 10 .<br />

De estas definiciones surge una serie de características<br />

clave, que determinan la eficacia de la mayoría<br />

de programas de marketing social 2,11,12 :<br />

1. <strong>El</strong> cambio de conducta, que debe ser voluntario<br />

y sin coacción.<br />

29<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

Fig. 2.<br />

2. <strong>El</strong> enfoque a largo plazo, que implica una orientación<br />

estratégica.<br />

3. La orientación al mercado o a la sociedad, que<br />

supone conocer y satisfacer las necesidades de los ciudadanos,<br />

pensando en éstos cuando nos dirigimos a<br />

los targets específicos de cada campaña (individuos,<br />

profesionales de la salud, políticos, organizaciones sociales<br />

y sanitarias, etc.).<br />

4. <strong>El</strong> intercambio, que requiere un claro beneficio para<br />

el consumidor o el ciudadano.<br />

5. La utilización de las técnicas de marketing, como<br />

la investigación de mercado orientada al consumidor, la<br />

segmentación, la definición del público objetivo y el desarrollo<br />

de las acciones que contempla el marketing mix<br />

(acciones relacionadas con la definición del producto,<br />

servicio o idea, precio, distribución y comunicación).<br />

Las organizaciones sociales y políticas efectúan a menudo<br />

actividades –algunas calificables como de marketing<br />

social– que van dirigidas, en parte, a cambiar creencias,<br />

actitudes y valores. No obstante, el principal objetivo de<br />

la mayoría de campañas de marketing social en general,<br />

y de la salud en particular, no es la promoción de<br />

ideas, sino influir en las conductas. Un requisito básico<br />

de cualquier intervención de marketing social es planificar<br />

su evaluación con criterios de resultados que sean<br />

medibles de la forma más eficiente posible 12,13 . Dichos<br />

objetivos han de fijarse por escrito y deben ser específicos,<br />

alcanzables y estar basados en datos de referencia,<br />

ya que, en caso contrario, no se podrá evaluar la eficacia<br />

y la eficiencia de los programas 14 .<br />

Por otra parte, los objetivos en el contexto de la salud<br />

pueden ser de dos tipos: a) vinculados a resultados,<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36<br />

30


Beerli-Palacio A et al. <strong>El</strong> marketing como herramienta para incrementar la eficacia de los planes de salud pública<br />

Fig. 3.<br />

como las tasas de abandono del tabaco, las tasas de<br />

actividad física, los indicadores de ahorro de agua y electricidad,<br />

las ratio de ocupación de las camas, las ratio<br />

de uso de los servicios o la reducción de costes, y<br />

b) de comunicación, como las medidas de notoriedad,<br />

de conocimiento, de preferencias o de conducta. No obstante,<br />

aunque el marketing aplicado a la salud debe<br />

adaptar los principios del marketing en general, hay diferencias<br />

importantes en los objetivos, ya que en el marketing<br />

de la salud se trata de cambiar conductas que<br />

no son fáciles de modificar, al estar muy arraigadas en<br />

las personas y ser consecuencia directa de sus creencias,<br />

actitudes, valores, motivaciones, estilos de vida,<br />

personalidad y factores ambientales. Estas características<br />

son muy difíciles de modificar, y en el marketing<br />

aplicado al sector privado nunca se pretende como objetivo<br />

prioritario un cambio de éstas.<br />

Al mismo tiempo, las intervenciones de marketing<br />

de salud no sólo deben afectar a los individuos, sino<br />

también a los profesionales de la salud, a las organizaciones<br />

y a los políticos; es decir, los objetivos también<br />

deben contemplar cambios de comportamiento en<br />

los diferentes agentes que pueden influir en los cambios<br />

de conducta de los individuos cuando se estime<br />

necesario. Debe cambiar el comportamiento de los médicos<br />

(p. ej., animarles a ser más proactivos en la prevención),<br />

el de los farmacéuticos (p. ej., que colaboren<br />

en reducir los hábitos de automedicación), y el del sector<br />

publicitario (p. ej., desarrollando códigos de conducta<br />

más responsables y acordes con los intereses de la<br />

salud pública, evitando emitir campañas que afecten directa<br />

o indirectamente a la salud pública, como es el<br />

caso de la utilización de modelos extremadamente delgadas,<br />

de productos y dietas milagrosas, etc.). Asimismo,<br />

se debe aspirar a influir en el comportamiento de los<br />

políticos y legisladores (estableciendo una legislación<br />

que favorezca la salud de las personas y velando por<br />

su cumplimiento). Sin embargo, a menudo los gobiernos<br />

fracasan en resolver sus propias tensiones internas,<br />

y es difícil resistir a los lobbies como, por ejemplo,<br />

el de la alimentación. Así, en febrero de 2007, las<br />

presiones a las que estuvo sometida la ministra de sa-<br />

31<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

nidad por el sector del vino llevaron a la retirada por<br />

parte del gobierno socialista del Proyecto de Ley sobre<br />

prevención de consumo de alcohol en menores. Quizá<br />

la ley podría haber salido adelante si en los meses<br />

–y años– anteriores se hubiesen desarrollado más y<br />

mejores actividades de marketing social por parte de<br />

las autoridades, de las sociedades científicas y de las<br />

otras organizaciones sociales preocupadas por atenuar<br />

los efectos adversos del consumo de alcohol. Algunas<br />

organizaciones, como <strong>SESPAS</strong>, deberían reflexionar<br />

sobre esas actividades de pedagogía social que en su<br />

día se debieron desarrollar, así como otras actividades<br />

que ejerzan la presión y la influencia necesarias para<br />

que se produzcan los cambios.<br />

Cuando los cambios de conductas de salud deseados<br />

se correspondan con comportamientos de alta involucración<br />

(decisiones que implican para el individuo<br />

un elevado coste/riesgo económico o personal), los canales<br />

de comunicación directos son más efectivos que<br />

los canales masivos. En este contexto, los profesionales<br />

de la salud ejercen un rol muy importante, en la<br />

medida en que son el único medio a través del cual se<br />

transmite un mensaje de salud totalmente personal y<br />

adaptado a las necesidades de cada individuo 15 . Por<br />

tanto, la intensidad del vínculo entre los profesionales<br />

de la salud y el paciente es fundamental y debe basarse<br />

en factores como la amabilidad, la honestidad, el respeto,<br />

el cariño, la confidencialidad y la eficacia de la comunicación<br />

16,17 . En algunos trabajos se pone de manifiesto<br />

que la eficacia de la comunicación (operativizada<br />

en términos de mantener a los pacientes informados,<br />

darles explicaciones significativas, explicarles los pros<br />

y los contras y proporcionarles la información que desean)<br />

es el determinante más importante del compromiso<br />

y de la confianza del paciente 18,19 , por lo que es<br />

conveniente abordar las reformas necesarias en la formación<br />

de los médicos para incorporar habilidades de<br />

comunicación, entre otras. Asimismo, la realización<br />

de intervenciones en las que se implique al público objetivo<br />

es más eficaz, aunque más costosa, que la utilización<br />

únicamente de intervenciones más tradicionales<br />

como, por ejemplo, los folletos, que probablemente<br />

conseguirán más un cambio de actitud que el cambio<br />

deseado en la conducta 20 .<br />

Por otra parte, en el campo de la salud, algunos estudios<br />

han contrastado positivamente la existencia de<br />

una relación positiva entre la calidad/satisfacción percibidas<br />

por el paciente y la satisfacción de los empleados<br />

que participan en la prestación del servicio 21-24 . Esto<br />

pone de manifiesto la importancia del marketing interno<br />

en el ámbito de la salud, en la medida que la satisfacción<br />

de los profesionales de la salud influye en la<br />

satisfacción del paciente. <strong>El</strong> marketing interno es la tarea<br />

de contratar, entrenar y motivar al personal para que<br />

sirva bien a los clientes. Las empresas orientadas al<br />

marketing invierten el organigrama tradicional colocando<br />

en la cúspide a los consumidores, seguidos de quienes<br />

están en contacto directo con los clientes 25 . La empresa<br />

deberá definir actividades de marketing dirigidas<br />

a sus clientes internos, que son los empleados.<br />

Es tan importante la función que desempeña el profesional<br />

de la salud en conseguir cambios en las conductas<br />

no saludables de los pacientes que incluso la<br />

profesionalidad de los médicos se ha considerado como<br />

la quinta «P» del marketing mix 26 , que se añade a las<br />

tradicionales «4 P»: el producto, el precio, la distribución<br />

y la comunicación. Sin embargo, en España hay<br />

una notable sobrecarga asistencial, que según el Observatorio<br />

Europeo de Sistemas de Cuidados de<br />

Salud, nos sitúa como el país europeo con el número<br />

más elevado de pacientes por semana y médico, y el<br />

que dedica menos tiempo por paciente en la atención<br />

primaria.<br />

Las campañas de comunicación en medios convencionales<br />

(televisión, radio, prensa, revistas, cine e<br />

internet) desempeñan también un papel relevante en<br />

el marketing de la salud pública por su amplia cobertura,<br />

y porque ayudan a cambiar modelos de comportamiento<br />

y a inculcar valores y estilos de vida. Para incrementar<br />

la eficacia de dichas campañas es necesario<br />

considerar los siguientes aspectos:<br />

1. Utilizar mensajes que refuercen los beneficios que<br />

genera la conducta deseada, obviando mensajes de carácter<br />

negativo. Por ejemplo, las campañas de la DGT<br />

dirigidas a los jóvenes dieron un giro radical en 2003<br />

al no mostrar imágenes posteriores al accidente y desechando<br />

la muerte o las consecuencias trágicas de<br />

un accidente como eje central del mensaje. Por el contrario,<br />

se utilizó la vida simbolizada por los protagonistas<br />

del anuncio con la «V» de «Victoria». Las imágenes<br />

excesivamente sangrientas pueden conducir al<br />

efecto catártico en el receptor, a producir terror y, finalmente,<br />

a no obtener los objetivos propuestos 27 .<br />

2. Usar mensajes racionales más que emocionales,<br />

principalmente en los casos en que se trata de conductas<br />

de alta implicación, como es el caso de la donación de<br />

sangre, ya que la información se convierte en el factor<br />

de mayor influencia de la predisposición a actuar en la<br />

dirección deseada 28 . La racionalidad de los mensajes<br />

puede proceder de estudios científicos; este es el caso<br />

de los mensajes utilizados en campañas de drogadicción,<br />

como «el alcohol mata cada año a 2.000 jóvenes<br />

en accidentes de tráfico», «la cocaína ya causa más<br />

urgencias hospitalarias que la heroína», «el éxtasis produce<br />

daños cerebrales» y «fumar porros multiplica los<br />

efectos del tabaco».<br />

3. Evitar la impersonalidad y la formalización a la<br />

hora de dirigirse al destinatario para acortar las distancias<br />

comunicativas y favorecer la comunicación. En<br />

los mensajes es preferible utilizar el «tú» o el «vosotros»<br />

para implicar al receptor en el anuncio 27 . En al-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36<br />

32


Beerli-Palacio A et al. <strong>El</strong> marketing como herramienta para incrementar la eficacia de los planes de salud pública<br />

gunos eslóganes de campañas de salud pública se aprecia<br />

la utilización de este tono cercano e informal: «Piensa<br />

por ti. Sin duda. Sin drogas», «Las drogas no funcionan,<br />

nosotros sí», «Entérate: drogas más información,<br />

menos riesgo», «Póntelo, pónselo» y «Si te lías,<br />

úsalo».<br />

4. Diferenciar la población a la que van destinadas<br />

las campañas y particularizar los mensajes atendiendo<br />

a las necesidades e intereses de cada grupo 29 . En<br />

los programas contra la droga se han empezado a diferenciar<br />

las campañas en función de los públicos objetivo<br />

que intervienen en el problema. En el caso de la<br />

campaña lanzada por la Fundación de Ayuda a la Drogadicción<br />

(FAD) en 2004, el eslógan «Enséñales a vivir»<br />

iba dirigido a los padres como agentes responsables<br />

de la educación de sus hijos.<br />

Cómo conseguir que los programas de marketing<br />

de salud sean eficaces<br />

Cuando nos preguntamos sobre la efectividad de las<br />

campañas del marketing social aplicadas a la salud,<br />

hemos de tener presente que muchos programas que<br />

se consideran de marketing de salud no incluyen todos<br />

los elementos esenciales que deberían presentar para<br />

considerarse como tal y que se pueden resumir en los<br />

siguientes puntos de referencia:<br />

1. <strong>El</strong> largo plazo como horizonte temporal de actuación.<br />

Las acciones que se lleven a cabo en el contexto<br />

de la promoción de la salud deben sostenerse en<br />

el tiempo. En muchas ocasiones, los gobiernos se ven<br />

obligados a demostrar alguna clase de resultado dentro<br />

de un marco temporal breve. Una revisión de la investigación<br />

sobre intervenciones preventivas encaminadas<br />

a evitar el uso del tabaco, a promover una dieta<br />

equilibrada o a incentivar la actividad física pone de manifiesto<br />

que, si bien muchos de estos programas logran<br />

alcanzar buenos resultados a corto plazo, sus efectos<br />

positivos decaen en el tiempo 30 . De ahí que la alternativa<br />

sea desarrollar intervenciones continuas o a intervalos<br />

regulares de tiempo 20 . Es imprescindible desarrollar planes<br />

de marketing a largo plazo, cuyos resultados se evalúen<br />

a través de indicadores de control para poder obtener<br />

el feed-back necesario, que permita definir<br />

cambios en caso de desviaciones en la consecución<br />

de los objetivos.<br />

2. <strong>El</strong> cambio de comportamiento como objetivo prioritario.<br />

En la medida en que el objetivo de un programa<br />

de marketing de salud no se establezca de forma<br />

precisa y cuantificable, no es posible evaluar en qué medida<br />

ha sido efectivo. Para conseguir los cambios deseados<br />

en las conductas es necesario que previamente<br />

se produzcan cambios en el plano cognitivo y afectivo,<br />

que son los antecedentes de la conducta. Por tanto,<br />

antes de establecer los objetivos será preciso identificar,<br />

a través de estudios de mercado, las creencias y<br />

los sentimientos de la población sobre el objeto del programa<br />

de salud, así como los efectos mediadores de<br />

las características sociodemográficas y psicográficas de<br />

los individuos. Sobre esta base, no sólo se debe medir<br />

la efectividad de un programa de marketing social utilizando<br />

la conducta, sino que es necesario evaluar también<br />

medidas indirectas como un incremento del conocimiento<br />

o una actitud más positiva.<br />

3. La investigación del mercado de los adoptantes<br />

de conductas y de las áreas sociales relevantes como<br />

fuente de información. Para definir un programa es necesario<br />

partir de información relevante que nos permita<br />

definir las estrategias y acciones que deben emprenderse<br />

y controlar sus resultados. Lógicamente, el<br />

coste que conlleva realizar estudios sociales y de mercado<br />

frena en muchas ocasiones su utilización como<br />

herramienta básica para diseñar, ejecutar y controlar<br />

un programa de marketing de salud. Dicha investigación<br />

debe contemplar tres fases 31 : formativa, pretest y<br />

evaluativa. La investigación formativa se lleva a cabo<br />

en la etapa inicial para descubrir los beneficios, las barreras<br />

y los incentivos existentes, para comprender las<br />

experiencias de los ciudadanos, sus valores y sus necesidades,<br />

identificar los segmentos de mercado y poder<br />

definir las bases del intercambio. Los pretest se utilizan<br />

para identificar entre los targets los niveles de conocimiento,<br />

actitud y conducta previos a la intervención,<br />

y conocer la potencialidad del programa para lograr los<br />

objetivos. Finalmente, la investigación evaluativa se realiza<br />

básicamente durante y después de las intervenciones<br />

con objeto de evaluar la comprensión de los mensajes<br />

y el impacto de los programas para alcanzar los<br />

objetivos 32 . En este contexto, la información debe<br />

estar orientada hacia la toma de decisiones desde la<br />

perspectiva del marketing; para ello, las metodologías<br />

cualitativas, como el focus group (apenas utilizadas en<br />

los programas de salud pública), presentan una gran<br />

potencialidad. Así, un estudio cualitativo realizado en<br />

adolescentes y jóvenes de la Comunidad de Madrid permitió<br />

obtener una información de gran utilidad para orientar<br />

las intervenciones en la prevención y la promoción<br />

de la salud en el ámbito de la comunicación 33 .<br />

4. La segmentación y la selección del público objetivo<br />

como mecanismo para incrementar la precisión<br />

del marketing. En general, en el marketing social, a diferencia<br />

del marketing aplicado a cualquier actividad empresarial,<br />

la orientación al consumidor tiende a tener<br />

un enfoque hacia el público en general o hacia amplias<br />

capas de la sociedad. Por tanto, es más difícil satisfacer<br />

«necesidades» de segmentos, ya que la preocupación<br />

es el bienestar social o colectivo. <strong>El</strong>lo puede contradecir<br />

conceptos tradicionales del marketing; por<br />

ejemplo, los que habitualmente se aplican a las em-<br />

33<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

presas privadas 34 . Pero no invalida, per se, el valor del<br />

marketing, ni disminuye la conveniencia de adaptar el<br />

mensaje a sectores sociales particulares. Por tanto, para<br />

aumentar la efectividad en los cambios de conducta y<br />

alcanzar un uso más eficiente de los recursos, es necesario<br />

«segmentar el mercado», con el objeto de definir<br />

los programas de marketing adaptados a los segmentos<br />

que se seleccionen previamente identificados,<br />

utilizando variables como, por ejemplo, las ventajas buscadas,<br />

las motivaciones o las barreras. En un estudio<br />

realizado en Valencia para conocer los motivos de la<br />

falta de participación en el programa de prevención de<br />

cáncer de mama se pudo ajustar los mensajes de las<br />

campañas de comunicación en los dos segmentos de<br />

mujeres identificados en función de la clase social y<br />

de los frenos hacia participar en el programa 35 .<br />

5. <strong>El</strong> marketing mix como acción para el cambio. La<br />

mayoría de los programas de marketing de salud centran<br />

sus acciones en campañas publicitarias que constituyen<br />

una parte de una de las cuatro variables del llamado<br />

marketing mix: producto, precio, distribución y<br />

comunicación. Es necesario definir claramente el producto<br />

correcto, ofertarlo al precio adecuado, en un lugar<br />

donde el individuo pueda fácilmente obtenerlo y promoverlo<br />

para incrementar su conocimiento y su motivación.<br />

En el marketing de la salud los productos «que<br />

se venden» están relacionados con creencias, actitudes<br />

y conductas deseadas. <strong>El</strong> precio puede estar asociado<br />

o no a un valor económico. La distribución es el<br />

lugar donde el programa se entregará a los adoptantes<br />

objetivo (centros de salud, hospitales, escuelas, asociaciones,<br />

etc.). Finalmente, la comunicación constituye<br />

el conjunto de herramientas (publicidad, promoción<br />

de ventas, relaciones públicas, fuerza de ventas y marketing<br />

directo) que, a través de diferentes medios, se<br />

puede usar para informar y motivar a los individuos. A<br />

título ilustrativo, en un programa de mejora de la nutrición,<br />

el producto estaría asociado a sentirse bien, incrementar<br />

la autoestima, mejorar la aceptación social,<br />

seguir un programa de control del peso y de colesterol,<br />

alimentarse con comidas de mayor calidad, etc. <strong>El</strong><br />

precio se vincularía a comidas más caras, a irritabilidad,<br />

a sensación de hambre, a un gasto en ropa, etc.<br />

Los canales de distribución pueden ser las escuelas,<br />

los clubes sociales, las máquinas expendedoras, las consultas<br />

de médicos, los hospitales, etc. <strong>El</strong> mix de comunicación<br />

puede estar constituido por dietistas que<br />

realicen programas adaptados a cada paciente, publicidad<br />

utilizando el estilo testimonial, patrocinios televisivos,<br />

publicity, descuentos en ropa, bonos para comidas<br />

saludables, concurso de pérdida de peso, etc.<br />

6. <strong>El</strong> intercambio como eje central del programa. Es<br />

necesario considerar lo que motivará a las personas voluntariamente<br />

y ofrecerles algo beneficioso a cambio.<br />

<strong>El</strong>lo implica orientar los programas de salud al principio<br />

básico del marketing: «satisfacer necesidades» que,<br />

en el contexto de la salud no siempre es una tarea fácil.<br />

Por ejemplo, ¿qué es lo que el abuso de drogas satisface<br />

Solamente cuando se encuentre una respuesta<br />

satisfactoria se puede encontrar un posicionamiento adecuado<br />

del programa 36 . La respuesta del sistema sanitario<br />

debe ser concienciar a los ciudadanos de que la<br />

salud es mucho más que la curación de las enfermedades,<br />

ya que cuando se logre transmitir a la sociedad<br />

cuáles son las ventajas de vivir en salud, las bases de<br />

la prevención, los medios para evitar enfermedades y<br />

para vivir mejor y disfrutar de sus beneficios –y, de esta<br />

forma, perciban la salud como algo de utilidad y provecho–,<br />

el intercambio se producirá de forma satisfactoria.<br />

7. La competencia como el adversario a vencer. Las<br />

fuerzas que compiten para cambiar el comportamiento<br />

de los ciudadanos también deben analizarse. Se debe<br />

considerar el atractivo de los comportamientos que compiten<br />

(incluidos los comportamientos actuales) y usar<br />

estrategias que busquen eliminar o minimizar esta competencia.<br />

Los gobiernos destinan muchos recursos a<br />

realizar campañas publicitarias sobre el cambio climático,<br />

el transporte público, el tabaco, la obesidad, el alcohol,<br />

la automedicación, etc. Estas campañas compiten<br />

con una amplia gama de actividades de marketing<br />

enormemente costosas y sofisticadas, a menudo diseñadas<br />

con objetivos opuestos a las de los gobiernos.<br />

Un ejemplo lo constituyen los gastos en marketing del<br />

sector de la alimentación para promocionar productos<br />

que pueden perjudicar a la salud, que son cientos de<br />

veces mayores que los de los gobiernos para promocionar<br />

que se coma de forma saludable 37 . Las campañas<br />

publicitarias de las empresas farmacéuticas,<br />

basadas en la mayoría de los casos en mensajes<br />

emocionales, también contribuyen a que los pacientes<br />

demanden de los médicos fármacos que en muchos<br />

casos no son necesarios. En 2006 el mercado publicitario<br />

de medicamentos facturó 7.025 millones de euros<br />

en España.<br />

8. La responsabilidad social de las empresas como<br />

mecanismo de colaboración. Crear programas dirigidos<br />

a las empresas para que lleven a cabo estrategias de<br />

marketing de responsabilidad social puede ser un elemento<br />

que refuerce los programas de mejora de la salud.<br />

La implicación del sector privado en los programas sociales<br />

se percibe como una de las tendencias futuras<br />

del marketing social 38 . La asunción de valores éticos<br />

relacionados con la responsabilidad social puede reportar<br />

beneficios a las empresas privadas: mayor fidelidad<br />

a la marca, mejor posicionamiento de imagen,<br />

distinción de la competencia, identificación con la comunidad<br />

y actitud más favorable por parte de los consumidores<br />

y medios de comunicación. Los principios<br />

sociales de la responsabilidad social están relacionados<br />

con la contribución directa o indirecta al bienestar<br />

y el progreso social del entorno donde la empresa se<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36<br />

34


Beerli-Palacio A et al. <strong>El</strong> marketing como herramienta para incrementar la eficacia de los planes de salud pública<br />

ubica y realiza sus negocios. La aplicación de estos principios<br />

se puede realizar a nivel externo, a través de actividades<br />

de patrocinio y mecenazgo, o a nivel interno,<br />

donde los beneficiarios son los empleados. Lógicamente,<br />

las organizaciones científicas y gubernamentales deben<br />

evaluar en qué medida las actividades de las empresas<br />

son coherentes con sus declaraciones de principios.<br />

Cuando lo son, las bases para alianzas y colaboraciones<br />

se fortalecen.<br />

Recomendaciones para actuar<br />

Desde el punto de vista del marketing, cada uno de<br />

los objetivos de salud pública requiere un plan específico<br />

que conlleva un conjunto de acciones estratégicas<br />

y operativas; éstas deben ir más allá de unas<br />

campañas publicitarias que, en muchas ocasiones, ni<br />

tienen la presencia en los medios ni la continuidad necesaria<br />

para alcanzar los objetivos. Teniendo en cuenta<br />

que los recursos son limitados es fundamental priorizar<br />

objetivos y, dado que las conductas no se cambian<br />

fácilmente, los programas de intervención deben ser a<br />

largo plazo y estar vinculados a un presupuesto concreto.<br />

Todo ello implica asumir valores que sustenten<br />

compromisos políticos e institucionales a largo plazo,<br />

más allá de presiones y vaivenes coyunturales. De nuevo<br />

resulta esencial realizar un marketing coherente dentro<br />

y fuera de las propias organizaciones (p. ej., gubernamentales).<br />

Los objetivos deben ser específicos y<br />

cuantificables para poder evaluar su nivel de éxito, así<br />

como establecer los responsables de su implementación<br />

y control.<br />

Si bien los planes de salud han sido el elemento<br />

central de las políticas de salud en España, su operatividad<br />

ha sido irregular y, en la mayoría de las ocasiones,<br />

escasa; en parte, debido a que se han formulado<br />

demasiados objetivos 39 . A menudo los planes<br />

se desarrollan desde un enfoque curativo, paternalista<br />

y más orientado hacia cierta eficiencia económica que<br />

hacia las necesidades del cliente/ciudadano. Desde<br />

la perspectiva del marketing, el objetivo final de cualquier<br />

plan de salud debe ser la consideración del cliente/ciudadano<br />

como protagonista y centro de todas las<br />

actividades desarrolladas desde el marco de la salud<br />

pública.<br />

Si bien la mayoría de los programas de marketing<br />

de salud persiguen como objetivo que se produzcan<br />

cambios en la conducta de las personas, dichos programas<br />

no deben estar orientados únicamente a este<br />

público objetivo, sino que deben contemplar a todos los<br />

agentes que puedan favorecer o dificultar el cambio. En<br />

este contexto, las organizaciones científicas y los profesionales<br />

de la salud desempeñan un rol fundamental;<br />

estos últimos constituyen el único canal directo y<br />

personalizado a través del cual transmitir información<br />

y estimular las conductas deseadas. Esto requiere acciones<br />

específicas orientadas a involucrar a los profesionales<br />

de la salud (target) en la consecución de los<br />

objetivos. Otros targets que pueden contribuir a la consecución<br />

de los objetivos pueden ser los distribuidores<br />

(p. ej., farmacéuticos, vendedores de tabaco y alcohol,<br />

etc.), las empresas y las organizaciones políticas.<br />

Para que se produzcan cambios permanentes en<br />

las conductas que mejoren la salud es fundamental analizar<br />

los determinantes económicos y las normas culturales<br />

imperantes en cada grupo social, y diseñar programas<br />

focalizados en las creencias y las actitudes de<br />

las personas, ya que de esas interacciones contextuales<br />

y personales surgen las conductas. Los estudios de mercado,<br />

tanto de naturaleza cualitativa como cuantitativa,<br />

permiten conocer la situación de partida en la que nos<br />

encontramos; descubrir necesidades, motivaciones, barreras,<br />

etc.; identificar segmentos de mercado homogéneos<br />

en sí y heterogéneos entre sí sobre los que<br />

actuar a través de programas diferenciados en las<br />

diferentes variables del marketing mix. Si tenemos en<br />

cuenta que la premisa básica del marketing es orientarse<br />

al cliente, los estudios de mercado deben responder<br />

a cuestiones tales como ¿en qué nos estamos<br />

equivocando y ¿qué es lo que no comprendemos de<br />

nuestra audiencia objetivo Las respuestas a estas cuestiones<br />

proporcionan ideas creativas en las que sustentar<br />

la base del intercambio 40 y, de esta forma, proporcionar<br />

al target algo beneficioso que satisfaga la necesidad<br />

que está garantizando la competencia a través de<br />

las conductas que se desean cambiar. En este sentido,<br />

es fundamental considerar los comportamientos que<br />

compiten y las fuerzas que pueden dificultar los cambios<br />

en los comportamientos de los ciudadanos.<br />

Finalmente, cabe resaltar una tendencia errónea a<br />

vincular el marketing a la publicidad. Como ya hemos<br />

señalado anteriormente, un programa de salud implica<br />

un plan de marketing estratégico y operativo en el<br />

que las acciones desarrolladas vayan mucho más allá<br />

de una parte del mix de comunicación, que es la publicidad.<br />

Los objetivos de estos programas no son fáciles<br />

de conseguir y, dadas sus características, deben<br />

implicarse y participar en su diseño, implementación y<br />

control equipos interdisciplinarios que incluyan profesionales<br />

del marketing (a ser posible especializados en<br />

el contexto de la salud), médicos, sociólogos, psicólogos<br />

y publicistas. Aunando las diferentes perspectivas<br />

de estudio de todos estos ámbitos en los que se aborda<br />

el comportamiento de los individuos, es posible desarrollar<br />

más fácilmente y de una forma holística planes<br />

de marketing de salud con objetivos concretos, cuyo<br />

alcance dependerá del diseño, la implementación y el<br />

control de un plan estratégico y operativo que implica<br />

la definición de una serie de estrategias y acciones del<br />

marketing mix, con un timing y un presupuesto esta-<br />

35<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

blecidos con objeto de conseguir efectos duraderos en<br />

los cambios de las conductas de las personas, para que<br />

éstas puedan gozar y disfrutar de las ventajas de una<br />

vida saludable.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):27-36<br />

36


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

<strong>El</strong> nuevo médico. La inaplazable reforma de la formación<br />

de los profesionales de la salud<br />

Manuel G. Leyte<br />

Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Madrid, España.<br />

(The new physician. A pressing reform in medical education)<br />

Resumen<br />

La reforma de la educación médica es un proceso activo en<br />

todo el mundo. Este documento enfoca la situación de España,<br />

en analogía con otros países referentes. Se analiza la estructura<br />

y el funcionamiento de las sucesivas etapas de la formación,<br />

como son la enseñanza de grado, la formación especializada<br />

y el desarrollo profesional continuado. Son tema de análisis<br />

el proceso de Bolonia, el «numerus clausus», los nuevos<br />

y tradicionales planes de estudios, el programa MIR, la<br />

formación continuada, la «carrera profesional» y las áreas de<br />

capacitación específica.<br />

Palabras clave: Educación médica. Numerus clausus. Programa<br />

MIR.<br />

Abstract<br />

The reform of medical education is an active process worldwide.<br />

This document focuses on the situation in Spain in analogy<br />

with other reference countries. We analyze the structure<br />

and functioning of the sequential stages of medical<br />

education and training: undergraduate education, specialty training<br />

and continuing professional development. We also<br />

analyze the Bologna process, the numerus clausus, traditional<br />

and new academic programs, residency programs for medical<br />

specialization, continuing medical education, professional<br />

advancement and specific licensing areas.<br />

Key words: Medical education. Numerus clausus. Residency<br />

for medical specializatim.<br />

Ideas clave<br />

• Cómo estamos<br />

La formación médica en España, en especial la de<br />

grado, se basa en un modelo tradicional, cuya programación<br />

y sistema de evaluación no asegura la adquisición<br />

de las competencias que ha de desarrollar<br />

el nuevo médico del siglo XXI.<br />

• Qué sabemos/qué podemos hacer<br />

– <strong>El</strong> establecimiento de unos estándares globales para<br />

la formación médica, la introducción de nuevos objetivos,<br />

como afianzar la vertiente humana y profesional,<br />

y metodologías docentes, como el aprendizaje<br />

basado en problemas y el e-learning, podrían<br />

agilizar la consecución del perfil deseado.<br />

– La reestructuración de la formación especializada<br />

en relación con su acceso y la idea de troncalidad<br />

de las especialidades médicas, las medidas de dinamización<br />

laboral, como la creación de áreas de<br />

Correspondencia: Manuel G. Leyte.<br />

Hospital General Universitario Gregorio Marañón.<br />

Correo electrónico: almanul@yahoo.es<br />

capacitación específica y la carrera profesional, y<br />

una concienzuda vertebración del desarrollo profesional<br />

continuo, mediante una adecuada formación<br />

continuada son, asimismo, capitales.<br />

• Qué debemos evitar<br />

La falta de consenso, ya que el producto resultante<br />

del entendimiento entre la iniciativa gubernamental,<br />

la de instituciones profesionales, universitarias y científicas,<br />

la de la industria, así como la del alumnado<br />

y de la propia sociedad, es más sólido, honesto y equilibrado.<br />

Introducción<br />

La educación es un código que se traduce en el<br />

futuro funcionamiento de las sociedades. <strong>El</strong> continuo<br />

proceso de globalización ha inducido la conveniencia<br />

de una reforma educativa que adapte<br />

a los ciudadanos del mundo a sus nuevas necesidades.<br />

La «Europa del Conocimiento» simboliza esta reciente<br />

realidad.<br />

La formación médica en España afronta simultáneamente<br />

dos procesos, la convergencia con el Espa-<br />

37 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):37-42


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

cio Europeo de Educación Superior (EEES), a la vez<br />

que su necesaria reformulación esencial: se busca al<br />

médico del siglo XXI.<br />

La reformulación de la formación médica es un movimiento<br />

a escala mundial que comienza en las últimas<br />

décadas, y tiene por objetivo adaptarse a las nuevas<br />

circunstancias en las que se desarrolla la profesión. La<br />

declaración de Edimburgo de 1988 constituye un germen<br />

esencial de este proceso, que se enmarca dentro<br />

de las pautas internacionales desarrolladas por la<br />

Federación Mundial de Educación Médica 1 y el Instituto<br />

de Educación Médica Internacional 2 , sobre la acreditación<br />

de los centros para la formación médica, y los<br />

requerimientos mínimos esenciales para los nuevos médicos,<br />

respectivamente; en España, la declaración de<br />

Granada de 2001 simboliza el compromiso con este proyecto<br />

global 3 .<br />

<strong>El</strong> proceso de convergencia europea 4 delega su éxito<br />

en la compleja coordinación de voluntades políticas<br />

(el proceso de Bolonia), del mundo universitario (proyecto<br />

Tuning, Asociación de la Universidad Europea,<br />

Unión de Estudiantes Europeos, Asociación Europea<br />

de Instituciones de Educación Superior, etc.), así<br />

como de sociedades científicas (Sociedad Española de<br />

Educación Médica [SEDEM]) y profesionales (Organización<br />

Médica Colegial [OMC]). Los pilares fundamentales<br />

del EEES consisten en fomentar la competencia<br />

profesional, clarificar el mapa de titulaciones a<br />

través de un sistema común de ciclos y créditos (Sistema<br />

Europeo de Transferencia de Créditos [ECTS]),<br />

y facilitar la libre circulación laboral y académica. Un<br />

aspecto problemático que espera resolverse es la división<br />

de las titulaciones universitarias en dos ciclos sucesivos<br />

de grado y posgrado, que en el caso de medicina<br />

se considera que entorpece, aparentemente, el<br />

proceso formativo 5 . Se espera que estos planes estén<br />

en marcha hacia el año 2010. En ese sentido, el programa<br />

ERASMUS constituye un precursor y un adelanto<br />

en la integración de los futuros profesionales europeos.<br />

En España, han participado más de 150.000 estudiantes<br />

entre 1995 y 2005, y en las ciencias médicas<br />

un promedio de más de 1.000 estudiantes al año 6 .<br />

Algunas iniciativas, como la creación del Libro Blanco<br />

7 por parte de la Conferencia Nacional de Decanos,<br />

a instancias de la Agencia Nacional de Evaluación de<br />

la Calidad y Acreditación (ANECA), pretenden guiar esta<br />

transformación compleja. La Ley de Ordenación de las<br />

Profesiones Sanitarias 8 ha introducido, asimismo, aspectos<br />

administrativos que interaccionan con ambas<br />

vertientes de la reforma. Hay otros documentos que<br />

realizan su aportación a la organización de la formación<br />

médica, como «Tomorrow’s doctors», CanMEDS<br />

project, etc.<br />

La formación médica es un proceso continuo, dinámico<br />

e interactivo, que se articula en la enseñanza de<br />

grado y la posterior formación especializada, y capacita<br />

al alumno de medicina para convertirse en un médico<br />

que ejerza su desarrollo profesional continuado.<br />

Formación de grado<br />

<strong>El</strong> acceso a la titulación de medicina consiste en una<br />

estricta relación entre la oferta, entendida como el número<br />

prefijado de plazas disponibles en cada facultad<br />

(«numerus clausus»), y la demanda, representada por<br />

los alumnos y sus calificaciones globales. Entre 1993<br />

y 2003 la oferta de plazas se ha mantenido constante,<br />

mientras que la nota media de corte, es decir, la del<br />

último alumno admitido en cada facultad, homogénea<br />

entre los distintos centros, mostró un aumento progresivo,<br />

de 6,94 a 7,63 9 .<br />

Los requisitos de acceso en otros países incluyen<br />

además un examen que evalúa aspectos psicotécnicos,<br />

como el MCAT en Estados Unidos, y una entrevista para<br />

valorar el perfil del alumno.<br />

Uno de los principales problemas relacionados con<br />

el acceso a la titulación de medicina es la falta de planificación<br />

en la tarea de coordinar los diferentes estadios<br />

de la formación, ya que no se adapta el «numerus<br />

clausus» al número de médicos necesarios a medio<br />

plazo. <strong>El</strong> resultado es un sistema saturado, como ocurre<br />

en el Reino Unido 10-12 , o el estado actual de déficit<br />

de médicos en España, que por otra parte permite la<br />

entrada al sistema a profesionales con una formación<br />

que, en muchos casos, no es objetivamente homologable<br />

13 . Otro punto conflictivo lo constituye el encarecimiento<br />

de estos estudios en países como Estados Unidos<br />

o el Reino Unido, que ocasionan una desigualdad<br />

en las posibilidades de los estudiantes, dependiente de<br />

su clase social o grupo étnico 14 .<br />

La formación de grado en medicina se imparte en<br />

España en 28 universidades, dos de las cuales son privadas.<br />

Cabe indicar que en junio de 2006, el Instituto<br />

de Educación Médica Internacional tenía registradas<br />

1.849 facultades de medicina en todo el mundo. <strong>El</strong> plan<br />

de estudios de la licenciatura de medicina se distribuye<br />

en 6 cursos. <strong>El</strong> modelo curricular se basa en un sistema<br />

de créditos de presencia física en horas lectivas.<br />

<strong>El</strong> grado de troncalidad entre las distintas facultades es<br />

elevado (80-90%), circunstancia también objetivada en<br />

otros países europeos 15 . Sin embargo, hay disparidad<br />

en el número total de créditos, con un rango que oscila<br />

entre 500 y 540. En España, las disciplinas básicas<br />

ocupan los primeros años, mientras que los últimos cursos<br />

se dedican, fundamentalmente, al estudio de la patología<br />

médica y quirúrgica relativas a las distintas especialidades.<br />

<strong>El</strong> modelo lectivo y de evaluación es<br />

tradicional: predomina el aprendizaje pasivo a través de<br />

clases magistrales y los exámenes están enfocados a<br />

evaluar la adquisición de conocimientos concretos en<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):37-42<br />

38


Leyte MG. <strong>El</strong> nuevo médico. La inaplazable reforma de la formación de los profesionales de la salud<br />

cada asignatura. Las actividades prácticas se realizan<br />

en laboratorios y servicios hospitalarios de forma paralela<br />

al estudio de la correspondiente asignatura. Este<br />

modelo es muy similar al de otros países, como Italia,<br />

Francia, Alemania o Irlanda 7 . En el Reino Unido se establece<br />

un período para investigación y rotación en el<br />

extranjero. En otros países, como China o India, cohabitan<br />

con progresiva fusión la enseñanza de la medicina<br />

tradicional y la «medicina moderna» 16,17 .<br />

Merece la pena indicar que en España no hay un<br />

examen común a nivel nacional, de carácter global durante<br />

la licenciatura, ni como requisito previo para obtener<br />

la titulación de medicina; entre las potenciales utilidades<br />

de éste se encontraría la evaluación de las<br />

competencias del protomédico 5 , como sucede en Estados<br />

Unidos (USMLE) y Alemania.<br />

<strong>El</strong> espíritu de cambio en la formación médica es consistente<br />

con la ciencia médica que desemboca en el<br />

mundo globalizado a través de hitos como el proyecto<br />

genoma, o la emergencia de enfermedades transmisibles<br />

que emplean su engranaje global. Formar un médico<br />

consiste en articular esa nebulosa, untarla sobre<br />

la realidad diaria que sugiere la inminencia de un nuevo<br />

médico, un producto del siglo XXI. La consecución de<br />

este objetivo conlleva aunar modificaciones en los contenidos<br />

y en la metodología, tomar conciencia de que<br />

la importancia reside en el aprendizaje del alumno, en<br />

asegurar la adquisición de sus competencias necesarias,<br />

de forma ponderada y estratificada, diferenciando<br />

lo que el estudiante debe saber, debe poder hacer,<br />

o simplemente conocer.<br />

Los 7 dominios nucleares que capitalizan el cambio<br />

en los contenidos hacia los que debe enfocarse la<br />

creación de los planes de estudio han sido propuestos<br />

por el Instituto de Educación Médica Internacional, e<br />

incumben a los siguientes aspectos:<br />

– Profesionalismo: valores, actitudes, conductas y<br />

ética profesionales.<br />

– Conocimientos científicos.<br />

– Habilidades clínicas.<br />

– Habilidades relacionales o comunicativas.<br />

– Salud poblacional y sistemas sanitarios.<br />

– Gestión de la información.<br />

– Pensamiento crítico e investigación.<br />

Se pretende entonces que centros acreditados internacionalmente<br />

por la Federación Mundial de Educación<br />

Médica posean un plan de estudios diseñado<br />

para que el estudiante de medicina logre adquirir las<br />

competencias establecidas en cada dominio.<br />

Esta adaptación curricular, consecuentemente, implica<br />

introducir nuevas disciplinas, como ética, economía<br />

de la salud, política sanitaria y gestión; nuevos enfoques<br />

sobre la atención primaria, el manejo de la<br />

cronicidad, la metodología de la investigación; hay que<br />

insistir en los valores correspondientes a la vertiente<br />

humana y profesional del ser médico, que deberían impregnar<br />

el sentido de la formación en gran medida 18 .<br />

La estrategia docente debe enriquecerse con los<br />

nuevos métodos de enseñanza que huyen de la transmisión<br />

pasiva e irreal de información concreta, y potencian<br />

el aprendizaje contextual, la búsqueda y el<br />

manejo de la información, el pensamiento crítico y abstracto,<br />

la técnica y el hábito de la autoformación. Uno<br />

de los más reconocidos es el aprendizaje basado en<br />

la resolución de problemas 19-21 , que consiste en el planteamiento<br />

de situaciones clínicas concretas para las<br />

que se busca un manejo práctico, similar al que se realizaría<br />

en un acto médico real, abordando la información<br />

teórica relevante a partir de cada una de las<br />

posibilidades que se desarrollan como solución. Valga<br />

como ejemplo algún caso extraído del programa de estudios<br />

de la facultad de Liverpool: «adolescente que<br />

resuella» o «paciente con sensación abrupta de cansancio».<br />

Ambos son cuadros clínicos con un claro síntoma<br />

guía que llevan al paciente a consultar al médico,<br />

y que pueden tener origen en un espectro que oscila<br />

entre lo psíquico y lo orgánico, entre la urgencia vital<br />

y lo banal, y donde un correcto abordaje es clave para<br />

diagnosticar y resolver de forma apropiada la situación,<br />

en oposición al conocimiento exhaustivo de cada patología<br />

implicada, sin el «saber hacer» ante dicho problema<br />

clínico. Asimismo debe aprovecharse el efecto<br />

sinérgico de las nuevas tecnologías para el aprendizaje<br />

22 que abren muchas posibilidades, como el uso<br />

de simuladores que acorten la curva de aprendizaje,<br />

conservando en mayor medida la integridad potencial<br />

del paciente, bases de datos universales, programas<br />

de educación a distancia, etc.<br />

Otras posibilidades de innovación radican en la integración<br />

de disciplinas por órganos y sistemas, y de<br />

la enseñanza clínica con la básica, consiguiendo una<br />

mayor proximidad con el trabajo cotidiano. Un gran número<br />

de sistemas educativos y algunas universidades,<br />

como las de McMaster, Dundee, Maastrich o Manchester,<br />

ya los han implantado. En España, sólo la Universidad<br />

de Castilla-La Mancha ha apostado por un modelo<br />

similar.<br />

Los estudios que comparan las estrategias tradicionales<br />

con las nuevas aportan hallazgos contradictorios<br />

23 . Algunos refieren que con los métodos más innovadores<br />

los alumnos consiguen una mayor capacidad<br />

de adaptación a la nueva información, un aumento de<br />

confianza y mejores habilidades para el trabajo en equipo,<br />

además de obtener mejores notas en determinados<br />

tipos de exámenes, como la evaluación clínica objetiva<br />

y estructurada.<br />

Los métodos de evaluación en la formación de grado<br />

constituyen otro importante capítulo. Deben adecuarse<br />

a la estrategia docente empleada, y válidos en relación<br />

con las variables que se desea medir: compe-<br />

39<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):37-42


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

tencia clínica, perfil de comportamiento y motivación<br />

del alumno, etc. 24-28 . Pese a que hay multitud de ellos<br />

(examen oral, escrito de pregunta larga y corta, etc.),<br />

el Instituto de Educación Médica Internacional indica<br />

que son tres los que reúnen las mejores condiciones<br />

de validez, reproducibilidad, utilidad y coste: examen<br />

de respuesta múltiple, evaluación clínica objetiva y estructurada<br />

e informe de un observador sobre una determinada<br />

actividad.<br />

Por último, es preciso hacer referencia a la necesidad<br />

de una mayor inversión y dotación de recursos para<br />

que la implantación de estas reformas pueda llevarse<br />

a cabo de forma adecuada. Actualmente los países de<br />

la Unión Europea (UE) dedican de media un 5% de su<br />

PIB a educación. Una de las principales diferencias entre<br />

la UE y Estados Unidos es la inversión privada en centros<br />

educativos, que es del 0,66% del PIB en la UE, del<br />

1,2% en Japón y del 1,6% en Estados Unidos 29 .<br />

Este nuevo modelo formativo puede frenar el brain<br />

drain, equilibrando las fuerzas del push and pull 30 , tanto<br />

en los países de la OCDE como en los países en vías<br />

de desarrollo, como Laos 31 . Asimismo, se debería reflexionar<br />

sobre los problemas detectados en estudiantes<br />

de medicina, con tasas de depresión, ansiedad y<br />

burn out que llegan a alcazar el 55% 32 .<br />

Formación especializada<br />

En España, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte<br />

es el organismo que expide tanto el título de licenciado<br />

en medicina como el de especialista en medicina.<br />

<strong>El</strong> ejercicio profesional requiere, además, en<br />

función de la comunidad autónoma, la incorporación al<br />

colegio de médicos correspondiente.<br />

<strong>El</strong> acceso a la formación especializada exige la realización<br />

de un examen único, de carácter nacional, que<br />

consta de 250 preguntas de respuesta múltiple, conocido<br />

como examen MIR; actualmente, es un requisito<br />

indispensable para trabajar en el Sistema Nacional de<br />

Salud. La puntuación obtenida en este examen junto<br />

con el expediente académico habilitan a la elección de<br />

plaza en función del puesto obtenido entre todos los<br />

candidatos.<br />

La problemática que plantea este modelo actual es<br />

la escasa validez que ofrece para la evaluación de las<br />

competencias adquiridas, ya que el MIR es una herramienta<br />

diseñada fundamentalmente para medir la<br />

adquisición de conocimientos y datos concretos. Su<br />

función es la mera clasificación de los candidatos, en<br />

vez de seleccionar a los debidamente preparados. Es<br />

un sistema que no valora el perfil personal del aspirante,<br />

ni la voluntad del sistema sanitario en la asignación<br />

de plazas. Su planteamiento genera una alta<br />

tasa de médicos que repiten el examen, entre otros<br />

factores porque no hay todavía un programa de equivalencias<br />

flexible en la residencia que amortigüe una<br />

errónea decisión prematura, todo lo cual redunda en<br />

la ineficiencia del sistema. La Ley de Ordenación de<br />

las Profesiones Sanitarias tiene previsto ejercitar la reforma<br />

del acceso a la formación especializada, haciendo<br />

hincapié en la evaluación de las habilidades clínicas<br />

prácticas y abriendo la posibilidad de estructurarla<br />

según las troncalidades.<br />

<strong>El</strong> acceso a la formación especializada tiene diversas<br />

peculiaridades en otros países. En Francia no se<br />

incluyen los méritos académicos como parámetro. En<br />

Italia deben realizarse de modo adicional exámenes para<br />

la entrada en cada «escuela de especialización» en la<br />

que el médico está interesado. Otros países, como Alemania,<br />

no tienen implantado un examen nacional de las<br />

características del MIR. <strong>El</strong> perfil personal, valorado mediante<br />

una entrevista, es un elemento que muchos sistemas<br />

tienen en cuenta. Con respecto a la asignación<br />

de plazas, algunos países, como Japón 33 y Estados Unidos,<br />

emplean un proceso más complejo y flexible, que<br />

consiste en un apareamiento entre las preferencias de<br />

los candidatos y las de los hospitales receptores, denominado<br />

National Resident Matching Programme.<br />

En España, por tanto, la formación especializada se<br />

lleva a cabo mediante el sistema MIR, basado en el<br />

aprendizaje teórico y práctico, tutelado y a tiempo completo,<br />

de un médico residente en un centro acreditado<br />

en el que, progresivamente, adquiere un mayor nivel<br />

de competencia y responsabilidad en las áreas que a<br />

cada especialidad atañen. Actualmente está regulado<br />

por el Real Decreto 127/1984 (modificado por el RD<br />

139/2003) junto a varias directivas europeas.<br />

La estructura de la formación especializada es variable<br />

en los distintos países. En España hay 48 especialidades<br />

médicas, mientras que en Estados Unidos,<br />

por ejemplo, se certifica la acreditación a más de 130<br />

especialidades y subespecialidades. Los programas formativos<br />

tienen una duración de 4 o 5 años (Hidrología,<br />

y Medicina Legal y Forense duran 2 y 3 años, respectivamente)<br />

y se componen de estancias en distintas<br />

áreas y servicios, variables en función del centro. La<br />

heterogeneidad se hace patente, asimismo, en cuanto<br />

a la duración de una misma especialidad; por ejemplo,<br />

se requieren 2 años para Medicina Familiar y Comunitaria<br />

en Italia, 3 en Alemania y 4 en España 13 . En<br />

Reino Unido o Estados Unidos, la especialización en<br />

áreas como cardiología puede durar hasta 8 años, mientras<br />

que en España requiere 5.<br />

Actualmente se está evaluando la conveniencia de<br />

implantar un período troncal en los 2 años iniciales<br />

de especialización que agrupe a las especialidades que<br />

compartan un núcleo formativo común (p. ej., las afines<br />

a la medicina interna o la cirugía general). Parece,<br />

en principio, una forma de optimizar y flexibilizar<br />

el funcionamiento del sistema, que atenúe la excesi-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):37-42<br />

40


Leyte MG. <strong>El</strong> nuevo médico. La inaplazable reforma de la formación de los profesionales de la salud<br />

va desintegración en la atención médica, a la vez que<br />

facilita la transición entre especialidades ante un posible<br />

cambio o adquisición de una nueva especialidad 34 .<br />

Sin embargo, queda por definir la composición de las<br />

mencionadas ramas troncales y otros aspectos de índole<br />

organizativa. Una estrategia similar en la establecida<br />

en el Reino Unido con el Foundation Programme,<br />

consistente en 2 años troncales previos a la<br />

especialización 35 .<br />

Desarrollo profesional continuo<br />

La etapa de actividad profesional del médico es larga<br />

y compleja, en virtud de su significado y sus vínculos<br />

científicos, gremiales y sociales, que de alguna forma<br />

se superponen. De acuerdo a una necesidad intrínseca,<br />

curricular, ética y deontológica, el profesional médico<br />

ha de sumergirse en un proceso permanente de optimización<br />

de su competencia, adquiriendo, consolidando<br />

y mejorando sus habilidades, conocimiento y actitudes.<br />

Dicho proceso se conoce como desarrollo profesional<br />

continuo, y su consistencia efectora radica tanto en el<br />

compromiso individual, como en el mapa de actividades<br />

que realiza para alcanzar dicho fin, conocidas como<br />

«formación médica continuada» 36 . En la formación médica<br />

continuada convergen iniciativas de instituciones<br />

científicas y gubernamentales; las de la industria tienen<br />

un papel relevante, si bien el colectivo médico debería<br />

ser el garante de su adecuada planificación, por<br />

su doble vertiente de derecho y deber para el facultativo;<br />

así, el proceso de acreditación en la formación médica<br />

continuada supone actuar en consonancia con la<br />

multitud de perfiles existentes en la profesión médica<br />

y en las poblaciones atendidas, enfocando y estratificando<br />

los progresos en la capacitación, con lo que se<br />

corre el riesgo potencial de, en algún momento, empantanarse<br />

en el credencialismo. Hay dos sistemas de<br />

acreditación en la formación médica continuada, las Comisiones<br />

Autonómicas y el de Sistema Español de Acreditación<br />

de la Formación Médica Continuada. <strong>El</strong> adecuado<br />

ensamblaje con la carrera profesional y los<br />

procesos de relicencia y revalidación que se desarrollan<br />

más adelante, el reconocimiento europeo, la nítida<br />

tipificación de las actividades reconocidas, los intereses<br />

comerciales, etc., son las principales áreas en<br />

las que deberían continuar los avances establecidos<br />

hasta el momento 37 .<br />

De modo complementario a las estrategias para la<br />

implementación de la competencia, su evaluación, al<br />

igual que en otras etapas ya comentadas de la formación<br />

médica, es un aspecto de singular relevancia. Las<br />

estrategias y las metodologías difieren un tanto con respecto<br />

a las ya comentadas, y resultan más útiles otros<br />

abordajes, como la elaboración de informes tras la observación<br />

directa o la revisión por pares, la retroalimentación<br />

del equipo de trabajo, etc. Todas las etapas<br />

de la formación médica tienen como denominador<br />

común la generación de un producto que redunde en<br />

el mayor beneficio posible para la sociedad en general.<br />

Esta idea entronca con la necesidad de la continua<br />

revalidación del profesional médico como compromiso<br />

y demostración de su capacidad para ejercer en posesión<br />

de las competencias precisas en cada circunstancia,<br />

dentro de un entorno que, a su vez, se encuentra<br />

en continua transformación. Aunque en la actualidad,<br />

en España, no se dispone de los denominados procesos<br />

de relicencia/recolegiación, como garantes actualizados<br />

de la potestad para continuar ejerciendo la<br />

profesión, ni de recertificación, como autorización demostrativa<br />

de poseer la preparación necesaria para<br />

seguir desempeñando una determinada especialidad,<br />

tendrían que ponerse en funcionamiento, como ya menciona<br />

la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias;<br />

valga como ejemplo la experiencia de Estados<br />

Unidos 38 o Francia 39 .<br />

Por último, más cercanos al engranaje profesional<br />

que a la formación médica estrictamente, merece la pena<br />

comentar dos innovaciones, también recogidas en la<br />

Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, que<br />

vienen a modificar el mapa laboral de forma sensible,<br />

y en cierto modo infiltran el escenario del desarrollo<br />

profesional continuado: las áreas de capacitación<br />

específica y la carrera profesional. Las primeras son<br />

otra vía de acceso a la titulación, propuestas con el<br />

ánimo de facilitar la transición horizontal entre especialidades,<br />

de procurar una atención más integral y<br />

eficiente del paciente, y aumentar la motivación del<br />

profesional sanitario con el acceso a nuevas competencias.<br />

Si bien todavía queda por determinar cuál sería su<br />

espectro de acceso, qué grado de credencialismo llevarían<br />

asociadas, su lugar en el proceso de convergencia<br />

europea, etc. 13 . Por otro lado, la carrera profesional viene<br />

a estratificar los perfiles profesionales en cuatro categorías<br />

en función de ciertas variables, como la antigüedad,<br />

la calidad de la práctica diaria, la dedicación<br />

a actividades docentes y de investigación, etc.; su introducción<br />

conlleva un incentivo meritocrático y económico.<br />

Aunque las fronteras entre niveles son difusas<br />

en ocasiones, heterogéneas entre autonomías, poco exhaustivas<br />

en el análisis de cada profesional y fácilmente<br />

pervertibles.<br />

Agradecimientos<br />

A Beatriz González López-Valcárcel, por ser y por estar;<br />

al Prof. Jesús Millán Nuñez-Cortés, por su tiempo y buenos<br />

consejos.<br />

41<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):37-42


CAPÍTULO 1. MEJORANDO LA INFORMACIÓN Y EL CONOCIMIENTO PARA LAS INTERVENCIONES SOBRE LA SALUD<br />

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42


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

<strong>El</strong> gasto sanitario en el contexto del gasto social. Un análisis<br />

generacional de las tendencias en España en un contexto<br />

de envejecimiento demográfico<br />

Guillem López Casasnovas* / Ana Mosterín Höpping<br />

Universidad Pompeu Fabra y CRES, Barcelona, España.<br />

(Health expenditure in the context of social expenditure. A<br />

generational analysis of tendencies in Spain in the context<br />

of demographic aging)<br />

Resumen<br />

La tendencia del gasto social a distribuirse hacia las edades<br />

más avanzadas se ha advertido en varios países desarrollados.<br />

Mientras el envejecimiento de la población es una<br />

tendencia común, no es obvio por qué el cambio en los gastos<br />

excede a la propia evolución del envejecimiento, o por qué<br />

el gasto aumenta en términos por cápita.<br />

En la primera parte del artículo mostramos que hay indicios claros<br />

de esta tendencia en España, identificamos a los colectivos<br />

perjudicados, abordamos las políticas que afectan a esta tendencia,<br />

y proponemos ajustes basados en la regla de proporciones fija<br />

de Musgrave para una distribución intergeneracional más justa.<br />

Son las políticas relacionadas con el envejecimiento poblacional,<br />

con la inserción laboral de jóvenes y mujeres, y las estrategias<br />

del work-fare, junto con las más tradicionales del welfare.<br />

En la segunda parte insertamos el gasto sanitario público en<br />

el conjunto del gasto social. Adoptamos la perspectiva de que<br />

las políticas sanitaria y social deberían ser más horizontales, menos<br />

dependientes del formato de financiación, y coordinadas con visión<br />

intersectorial en su destino e interdepartamental en su origen.<br />

<strong>El</strong> criterio normativo de equidad pretendido debe ser explícito<br />

y preciso. Las políticas deben asegurar coherencia entre los distintos<br />

tipos de prestaciones públicas, y determinar la cuantía de<br />

componentes de bienestar adicionales a los derivados de la renta<br />

personal, para compensar su desigualdad mediante prestaciones<br />

públicas monetarias o en especie.<br />

En España (1980-2000), el grupo de edad más avanzada ha<br />

sido el que ha obtenido unas mayores ganancias, «acaparando»<br />

una mayor proporción de recursos, que han aumentado<br />

más allá de lo que podría explicarse solamente por el envejecimiento<br />

de la población. Los «perdedores» son individuos en<br />

diversas condiciones de fragilidad y, en términos medios, la generación<br />

de trabajadores más joven es la categoría de edad<br />

que ha sufrido las mayores pérdidas relativas.<br />

Palabras clave: Políticas sociales. Equidad intergeneracional.<br />

Gasto social.<br />

Abstract<br />

The tendency for public welfare spending to be increasingly<br />

aimed at the elderly has been identified in several developed<br />

countries. While population aging is a common trend, it is not<br />

obvious why the shift in spending exceeds the trend in aging,<br />

or why per capita spending on the elderly is increasing.<br />

In the first part of the present article, we show that this trend<br />

is occurring in Spain, identify the losers from this development,<br />

discuss the policies that underlie it and propose adjustments<br />

based on Musgrave’s fixed proportions rule for fair intergenerational<br />

distribution. These policies aim to manage population<br />

aging, labor market participation of youth and women,<br />

as well as public policies that comine ‘work-fare’ strategies with<br />

the more traditional ‘welfare’ strategies.<br />

In the second part of this paper, we explore the contribution<br />

of public health expenditure to overall public social expenditure,<br />

and analyze the effect of increasing health on distributional<br />

fariness. This analysis is guided by our perception that<br />

social policy, including health policy, should be more horizontal,<br />

i.e. it should take into account the sum total of a mixed basket<br />

of resources aimed at any recipient group, to avoid the skewed<br />

allocation of resources that arises from compounding<br />

various independent distributions of resources. Coordination<br />

of the various channels of social expenditure should ensure<br />

precisely targeted recipients and cross-departmental sources.<br />

The normative fairness criterion to be used should be precisely<br />

specified.<br />

In Spain (1980-2000) the oldest segment of the population<br />

has gained the most, appropriating an increased share of resources.<br />

This increase goes beyond the amount that could be<br />

explained by population aging throughout the period. The ’losers’<br />

are individuals with different fragility conditions. On average<br />

the youngest working group has suffered the highest relative<br />

loss.<br />

Key words: Social policies. Intergenerational fairness. Social<br />

expenditure.<br />

Correspondencia: Guillem López-Casasnovas.<br />

Universidad Pompeu Fabra y CRES.<br />

Correo electrónico: guillem.lopez@upf.edu<br />

*<br />

Hay una versión del trabajo principal de los autores en inglés,<br />

pendiente de publicación.<br />

43 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Ideas clave<br />

• Qué se sabía antes de este estudio<br />

<strong>El</strong> aumento del gasto sanitario depende de factores<br />

de oferta y demanda, como el incremento de servicios<br />

ofrecidos o los cambios en la percepción de morbilidad<br />

más que de factores demográficos. <strong>El</strong> envejecimiento<br />

de la población de las últimas décadas no<br />

explica el aumento del gasto sanitario.<br />

• Qué nuevo conocimiento aporta este trabajo<br />

<strong>El</strong> efecto negativo más dramático del cambio observado<br />

en el patrón de gastos sociales es de naturaleza<br />

intergeneracional. En España ha habido un cambio<br />

generacional entre beneficiarios de las políticas<br />

sociales entre 1980 y 2000 a favor de las personas<br />

de mayor edad. Los trabajadores de más edad y cohortes<br />

jubiladas acaparan la mayor parte de los beneficios<br />

del crecimiento de la productividad. Los trabajadores<br />

jóvenes apenas han mejorado su ingreso<br />

relativo y, en término medio, han sufrido las mayores<br />

pérdidas relativas.<br />

• Cómo se puede medir la equidad intergeneracional<br />

de un país<br />

Equidad intergeneracional no consiste en enfrentar<br />

«jóvenes» a «viejos», sino en asegurar que a lo largo<br />

del ciclo de vida unas personas tengan privilegios<br />

sobre otras en las prestaciones públicas. La regla de<br />

proporciones fijas de Musgrave es una prescripción<br />

teórica válida como definición para trabajar sobre la<br />

justicia intergeneracional, tomando como criterio primero<br />

de necesidad el riesgo de pobreza de los distintos<br />

colectivos, ordenados por grupos de edad. Esta<br />

regla aboga por repartir cualquier exceso o déficit homogéneamente<br />

entre todas las categorías de edad<br />

en cada caso.<br />

Debe considerarse en el análisis el conjunto de las<br />

prestaciones monetarias y en especie, de gasto social,<br />

incluido el gasto sanitario público.<br />

• Qué recomendaciones proponen los autores para las<br />

políticas<br />

En busca de un reparto justo del gasto social, hay<br />

que considerar el gasto sanitario y el sociosanitario.<br />

Las políticas sociales, la sanitaria incluida, deberían<br />

ser más horizontales, centradas en los destinatarios<br />

finales, coordinadas (intersectoriales en su destino<br />

e interdepartamentales en su origen). Deberían explicitar<br />

mejor el criterio normativo de equidad.<br />

• Qué barreras encontrarán esas políticas<br />

Aunque es más eficiente invertir en niños, en estilos<br />

de vida para la salud, en educación y en capital humano<br />

en general, el poder político se inclina hacia<br />

los intereses de los mayores, entre otras razones, por<br />

la edad media del votante mediano (hoy es de 44 años<br />

y en 2050 será de 57 años).<br />

Introducción<br />

Algunos estudios 1 han abordado recientemente,<br />

para el caso de Estados Unidos, los cambios<br />

relativos en el gasto social según la edad durante<br />

el período 1980-2000. Se han centrado<br />

principalmente en el cambio del gasto público en bienestar<br />

para los ancianos frente a los niños, dos categorías<br />

de edad claramente beneficiarias netas de fondos<br />

públicos. Su conclusión general es que, a igual<br />

cuantía de recursos, se puede esperar que los gastos<br />

públicos asociados a los mayores amenacen los compromisos<br />

públicos con otros grupos que requieren especial<br />

atención de las políticas sociales, y en particular<br />

a los niños.<br />

Sin embargo, los resultados comentados sólo coinciden<br />

en parte con los de Börsch-Supan 2 , en el período<br />

1990-2001 para 15 Estados de la Unión Europea.<br />

Su trabajo muestra que, en porcentaje, el gasto social<br />

de colectivos jóvenes y mayores se encuentra estable<br />

gracias, sobre todo, al crecimiento conjunto del gasto<br />

social, a excepción del caso de Italia. En base capitativa,<br />

Börsh-Supan muestra, sin embargo, un crecimiento<br />

absoluto para los mayores en términos reales, especialmente<br />

meritorio si se considera que el denominador<br />

ha aumentado (más ancianos), en lo que se refiere<br />

a las proporciones relativas de beneficios apropiados<br />

por ambos colectivos, por lo que sí parecería haber una<br />

cierta regresión en los últimos años, que puede aumentar<br />

en la medida que se estanca el crecimiento del<br />

gasto público/PIB en contextos de competencia fiscal<br />

internacional (1).<br />

Nuestro análisis sobre la tendencia en España en<br />

un período de tiempo similar (1980-2000) reproduce este<br />

resultado de cambio generacional entre beneficiarios.<br />

Como tantos países desarrollados, España está experimentando<br />

un fuerte envejecimiento de su población:<br />

crece la proporción de jubilados en relación con la población<br />

trabajadora. Se podría pensar que los beneficios<br />

para el anciano o el jubilado podrían diluirse por<br />

un incremento en mayor o menor grado en su número.<br />

Sorprendentemente, éste no parece ser el caso, ya<br />

que aumenta su participación relativa per cápita, sustituyendo<br />

aparentemente recursos de otras categorías<br />

de gasto. De este modo, los trabajadores de más edad<br />

(1) Nótese que, en todo caso, se analizan los beneficios de<br />

gasto del estado del bienestar, y no los residuos netos a la vista<br />

de la evolución de quién financia qué.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52<br />

44


López Casasnovas G et al. <strong>El</strong> gasto sanitario en el contexto del gasto social. Un análisis generacional de las tendencias en España<br />

en un contexto de envejecimiento demográfico<br />

Fig. 1. Riesgo de pobreza por<br />

grupos de edad. La definición de<br />

pobreza que se emplea en el<br />

gráfico es el 60% del ingreso<br />

medio. Fuente: para 1981: INE,<br />

EPF 1980/81; para 2001;<br />

PHOGUE.<br />

1981 2001<br />

1<br />

0,9<br />

0,8<br />

0,7<br />

0,6<br />

0,5<br />

0,4<br />

0,3<br />

0,2<br />

0,1<br />

0<br />

20 40 60 80 100<br />

Edad<br />

Riesgo de pobreza<br />

y cohortes jubiladas acaparan la mayor parte de los beneficios<br />

del crecimiento de la productividad durante las<br />

últimas décadas, mientras los trabajadores jóvenes apenas<br />

han mejorado su ingreso relativo (2).<br />

Sin embargo, un análisis completo y riguroso del fenómeno<br />

obligaría a considerar no sólo la posición relativa<br />

de unos y otros colectivos en el tiempo, sino también<br />

la varianza con la que evolucionan sus situaciones,<br />

ya sea en los valores absolutos de su heterogeneidad<br />

(p. ej., grado de pobreza), o en la dinámica de su composición,<br />

identificando quién ocupa cada categoría<br />

(p. ej., si continúan siendo los pobres jóvenes, los mismos<br />

pobres de adultos o mayores).<br />

En la primera parte del trabajo analizamos la evolución<br />

del bienestar en varias categorías de edad y para<br />

diferentes parámetros de los que hay datos disponibles<br />

(riesgo de pobreza, ingresos, vivienda y paro), para centrarnos<br />

en la segunda en la atención sanitaria.<br />

En la discusión procuramos evitar repetir algunas<br />

interpretaciones inciertas y discutibles sobre cuestiones<br />

de equidad generacional debatidas en Estados Unidos<br />

en los años ochenta y noventa. En cambio, invocamos<br />

la regla de proporciones fijas de Musgrave como<br />

una definición para trabajar sobre la justicia intergeneracional,<br />

comparando la política social española y sus<br />

resultados observados y esperados según esta prescripción<br />

teórica. Y complementando su análisis, se preconiza<br />

el estudio conjunto de las prestaciones monetarias<br />

y en especie –entre ellas la del gasto sanitario<br />

público– para fijar las posiciones relativas intergeneracionales.<br />

<strong>El</strong> argumento conductor es el de la renta,<br />

(2) Claro está que, además de los ingresos monetarios, pueden<br />

añadirse otros aspectos en dicha consideración, como, por<br />

ejemplo, los diferenciales de formación, capital humano,<br />

habilidades… de unos y otros, tanto en su situación relativa en<br />

cada momento como en su evolución, así como otros factores<br />

ligados al bienestar que inciden en la capacidad adquisitiva real<br />

de bienes y servicios.<br />

por lo que el criterio primero de necesidad consiste en<br />

identificar el riesgo de pobreza de los distintos colectivos,<br />

ordenados por grupo de edad.<br />

Equilibrios generacionales<br />

Riesgo de pobreza<br />

Una medida indicativa del bienestar experimentado<br />

por una cohorte podría ser su riesgo de pobreza específico.<br />

<strong>El</strong> riesgo de pobreza en este contexto se define<br />

como la probabilidad de que los ingresos se sitúen<br />

por debajo del 60% de los ingresos personales medios<br />

totales. Hemos analizado el riesgo de pobreza para<br />

todas las categorías de edad durante las dos décadas<br />

estudiadas para observar los cambios relativos que se<br />

producen.<br />

<strong>El</strong> riesgo de pobreza disminuye en el tiempo para<br />

los individuos con menos de 44 años de edad, así como<br />

para los mayores de 70 años (fig. 1). Además, hacia el<br />

año 2001, a partir de la edad de jubilación, el riesgo<br />

de pobreza no sólo no aumenta, sino que disminuye<br />

regularmente con la edad, de modo que los grupos de<br />

mayor edad sufren el riesgo de pobreza más pequeño<br />

de todas las categorías de edad, en un contraste notable<br />

con el escenario de 1981.<br />

Curiosamente, para la franja de edad de 50-65 años,<br />

el grupo que ha experimentado la subida de ingresos<br />

más fuerte (véase más adelante), el riesgo de pobreza<br />

se ha visto incrementado durante este período. Esto<br />

es así seguramente debido a las rigideces del mercado<br />

de trabajo, que acarrean una variabilidad insólita en<br />

los ingresos obtenidos en esta categoría. Los individuos<br />

que en esta edad han mantenido el empleo, reciben generalmente<br />

salarios altos y disfrutan de los privilegios<br />

del trabajo acumulados durante muchos años. <strong>El</strong> paro<br />

a largo plazo en este grupo de sujetos hace que no haya<br />

45<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Fig. 2. A. Ingresos indivudlaes medios por grupo de edad. B. Ingresos medios de los ocupados por grupo de edad.<br />

A<br />

10.000<br />

9.000<br />

8.000<br />

7.000<br />

6.000<br />

5.000<br />

4.000<br />

3.000<br />

2.000<br />

1.000<br />

1981<br />

2001<br />

0<br />

15 35 55 75 95<br />

Edad<br />

16.000<br />

14.000<br />

12.000<br />

10.000<br />

8.000<br />

6.000<br />

4.000<br />

2.000<br />

Opupados 1981<br />

Opupados 2001<br />

0<br />

15 25 35 45 55 65<br />

Edad<br />

B<br />

un camino de retorno al mercado de trabajo, condenándolos<br />

hasta que las pensiones de jubilación terminan<br />

por rescatarlos. Hasta esta edad, los datos muestran<br />

una gran variabilidad.<br />

La variación en ingresos es más reducida entre los<br />

jóvenes, ya que la reforma del mercado de trabajo se<br />

ha concentrado en las nuevas incorporaciones y en los<br />

trabajadores jóvenes. Por eso, el riesgo de exclusión<br />

del mercado de trabajo es menor para los jóvenes, aunque<br />

sus salarios sean inferiores.<br />

Renta e ingreso<br />

En la figura 2 a se muestra la evolución en los ingresos<br />

según la categoría de edad para los años 1981<br />

y 2001. Una diferencia fundamental destacable es la<br />

evolución de los ingresos a partir de la jubilación, anteriormente<br />

descendente en 1981 mientras, que en 2001<br />

se mantiene en adelante casi al nivel de la jubilación.<br />

Y quizás lo más remarcable sea el fuerte aumento de<br />

los ingresos para el grupo de edad de alrededor de los<br />

50 años.<br />

En contraste, hay una mejora relativamente menor<br />

de los ingresos para los trabajadores de 20 y 30 años.<br />

De hecho, como muestra la figura 2 b, la escasa mejora<br />

de los ingresos se debe principalmente a un aumento<br />

de la tasa de ocupación para esta categoría de<br />

edad. Por tanto, esta categoría tiene en conjunto unos<br />

ingresos relativos más elevados, pero sólo a cambio de<br />

más horas de trabajo.<br />

De hecho, teniendo en cuenta sólo el empleado, hay<br />

una gama de edad (mediados de los 30 años) en la cual<br />

los trabajadores jóvenes ganan menos, en términos reales,<br />

con su trabajo en 2001 que en 1981, y es solamente<br />

la población mayor de 35 años la que se beneficia del<br />

aumento de la productividad, como si casi fuera una<br />

función creciente con la edad.<br />

Acceso a la vivienda<br />

Un fenómeno circunstancial no relacionado con la<br />

política pública, pero que supone una ventaja relativa<br />

en bienestar para los más viejos con respecto a los adultos<br />

más jóvenes, es el auge del sector inmobiliario español,<br />

que ha hecho que los precios de las propiedades<br />

suban vertiginosamente durante estos últimos años.<br />

Los pagos de las hipotecas reducen los ingresos netos<br />

del trabajo en los propietarios jóvenes en más del 30%<br />

en muchas regiones españolas, mientras la generación<br />

más vieja pagó su propiedad durante las décadas anteriores<br />

a este boom.<br />

La propiedad de vivienda en España es alta, animada<br />

por incentivos fiscales, y tradicionalmente se encuentra<br />

muy codiciada. La regla básica «si usted puede,<br />

usted posee» está lo suficientemente arraigada, por lo<br />

cual es revelador explorar quién no posee una casa o<br />

quién alquila. Lamentablemente, hay una brecha en la<br />

«encuesta permanente» y una nueva definición de categorías<br />

de arrendamiento en 1997, que conduce a una<br />

discontinuidad en las evoluciones relativas (fig. 3).<br />

En cualquier caso, es evidente que las propiedades<br />

arrendadas por la categoría de edad más joven aumentan<br />

tanto como decrecen para las categorías más<br />

viejas.<br />

Otra señal proveniente de los datos de vivienda de<br />

los adultos jóvenes es la reversión de la tendencia en<br />

la emancipación. En 2001 habían dejado la casa paternal<br />

menos adultos jóvenes menores de 30 años que<br />

en 1981. En 1981 el 37% de la población de 25 años<br />

vivía en la casa de sus padres. Hacia 2001 esta proporción<br />

había aumentado hasta el 53%. Los adultos no<br />

tan jóvenes viven solos o con un compañero, y aún más,<br />

comparten casa con otros parientes, amigos y compañeros<br />

de habitación. Es difícil explicar el retraso en<br />

la emancipación de la casa paternal como una preferencia<br />

sin restricción. En cambio, este fenómeno es sin-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52<br />

46


López Casasnovas G et al. <strong>El</strong> gasto sanitario en el contexto del gasto social. Un análisis generacional de las tendencias en España<br />

en un contexto de envejecimiento demográfico<br />

0,2<br />

0,1<br />

0<br />

Fig. 3.<br />

Porcentaje<br />

1985 1990 1995 2000 2005<br />

Año<br />

16-35 años 65 años<br />

tomático de las condiciones económicas de las cohortes<br />

jóvenes actuales.<br />

Gasto en prestaciones por desocupación<br />

Los beneficios por prestaciones de desocupación<br />

también se han desplazado hacia los últimos años de<br />

actividad. En 1981 el número de jóvenes (16-30 años)<br />

en paro era 5 veces mayor que el número de mayores<br />

en paro (50-64 años). En 2003 esta relación se dobla.<br />

Los beneficiarios del gasto público han cambiado en<br />

una proporción mayor de lo que sugieren estas cifras<br />

de desempleo absolutas, ya que los jóvenes en paro<br />

se encuentran a menudo buscando su primer trabajo<br />

y, por tanto, no tienen derecho a estas prestaciones.<br />

Retornos a las contribuciones públicas<br />

por pensión<br />

También calculamos los retornos en la seguridad social<br />

o los pagos por jubilación para varias cohortes, contemplando<br />

todas las deducciones de ingresos de la seguridad<br />

social durante una vida laboral estándar y<br />

calculando o estimando la suma de los pagos de pensión<br />

por vejez. Comparamos unas cohortes nacidas alrededor<br />

de 1940 con unas cohortes nacidas alrededor<br />

de 1970. Los retornos implícitos que resultarían si estos<br />

pagos se obtuvieran por un sistema único han disminuido<br />

en un 40-50% para las cohortes más jóvenes de<br />

(3) Origen de los datos. Para los salarios medios hasta el año 2000:<br />

INE, Encuesta de Salarios en la Industria y los Servicios. Desde<br />

2001 en adelante: INE, Encuesta Trimestral de Coste Laboral<br />

(ETCL), salarios para obreros, ambas jornadas, todos los sectores.<br />

Para las pensiones medias: INSS, Memorias 2007; p. 277.<br />

1940, comparadas con las cohortes que recientemente<br />

se retiraron en los años noventa.<br />

En un análisis separado encontramos que entre 1980<br />

y 2005 la relación entre la pensión media y el sueldo<br />

medio ha aumentado del 38 al 43% (3).<br />

En resumen, hemos analizado hasta el presente algunos<br />

componentes de la riqueza y el bienestar por categorías<br />

de edad y en el tiempo, reflejados en diferentes<br />

parámetros principales para los cuales hay datos<br />

disponibles. Esto no debe entenderse en términos de<br />

«jóvenes contra viejos» en este o en cualquier momento.<br />

Más bien, la equidad generacional debe entenderse de<br />

forma dinámica y temporal; no hay dos clases de personas,<br />

pero sí diferentes etapas en el ciclo vital de cada<br />

individuo. Tal como hay principios válidos para maximizar<br />

la utilidad individual sobre el ciclo vital, como el<br />

alisamiento del consumo, o para mejorar el bienestar<br />

social, como el justo equilibrio entre equidad y eficiencia,<br />

debería haber un modo práctico de medir los efectos<br />

de bienestar generados por un patrón de fluctuaciones<br />

intergeneracionales.<br />

Un modelo dinámico de equidad intergeneracional<br />

es la regla de proporciones fijas de Musgrave, recientemente<br />

redescubierta de nuevo por Esping-Andersen<br />

y Myles en 2002 3 . Este modelo no hace ninguna<br />

prescripción normativa absoluta sobre cómo el<br />

bienestar debería distribuirse en el ciclo vital. En cambio,<br />

proporciona una fórmula para asegurar la equidad<br />

intergeneracional. Propone definir una distribución<br />

de ingresos o consumo de prestaciones sociales deseable<br />

a lo largo del ciclo vital. Si la pensión debe ser<br />

relativamente escasa o debe incrementarse y ser relativamente<br />

costosa en relación con las etapas más<br />

tempranas de la vida, la ratio adoptada debería mantenerse<br />

en el tiempo y en las distintas generaciones.<br />

Obviamente, esta relación no puede fijarse de manera<br />

exacta, ya que los fondos disponibles fluctúan con las<br />

tendencias demográficas y los choques en la productividad.<br />

La regla de proporciones fijas de Musgrave<br />

prevé estas fluctuaciones y aboga por repartir cualquier<br />

exceso o déficit homogéneamente entre todas<br />

las categorías de edad en cada caso.<br />

Nuestro trabajo no pretende en todo caso solucionar<br />

los «desequilibrios» de acuerdo con la regla anterior,<br />

sino fijar simplemente un referente de acuerdo con<br />

las observaciones realizadas.<br />

Las más específicas al gasto sanitario se ofrecen<br />

a continuación.<br />

Gasto sanitario<br />

<strong>El</strong> gasto público español en atención sanitaria está<br />

principalmente compuesto por atención hospitalaria y<br />

servicios de especialista (54%), productos farmacéuticos<br />

(21%) y servicios de atención primaria (15%) 4 .<br />

47<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Fig. 4.<br />

Fig. 5.<br />

Altas en 1987<br />

8.000<br />

Altas en 2002<br />

150.000<br />

6.000<br />

100.000<br />

4.000<br />

2.000<br />

50.000<br />

0<br />

0 20 40 60 80 100<br />

Edad<br />

0 20 40 60 80<br />

0<br />

100<br />

Edad<br />

En esta sección analizamos la evolución del gasto<br />

hospitalario por grupos de edad entre 1987 y 2002. A<br />

partir de la Encuesta de Morbilidad Hospitalaria del INE<br />

computamos para cada grupo de edad el número de<br />

altas, la media de días de estancia por cada ingreso y<br />

el total de días de ingreso.<br />

En 1987 los ingresos hospitalarios se disparan para<br />

las edades de maternidad, y a partir de ahí se observa<br />

un descenso prácticamente monótono. En 2002, en<br />

cambio, el número de ingresos hospitalarios de jubilados<br />

excede al de las parturientas (figs. 4 y 5).<br />

Los gráficos de las figuras 6 y 7 repiten la información<br />

de las anteriores suprimiendo las altas de recién<br />

nacidos.<br />

La estancia en el hospital se reduce drásticamente<br />

para todos los grupos de edad entre 1978 y 2002.<br />

<strong>El</strong> descenso relativo es mayor para los grupos de edad<br />

más avanzados (fig. 8).<br />

Aun así, el fuerte incremento de ingresos hospitalarios<br />

de personas mayores domina este descenso. Los<br />

días de estancia hospitalaria anuales suben con la edad<br />

hasta los 75 años. En las figuras 9 y 10 se aprecia que<br />

el servicio hospitalario medido en días de ingreso se<br />

repartía de forma bastante uniforme sobre los grupos<br />

de edad en 1978, y en 2002 la estancia hospitalaria sube<br />

en función de la edad, de modo que los mayores de<br />

60 años ocupan la mayor parte de días de estancia.<br />

En 1978 el número de días de ingreso hospitalario<br />

de personas de 60 años o más representa el 50% del<br />

volumen de días de estancia de los menores de 60. En<br />

2002 es del 123%.<br />

Otros trabajos apuntan que, entre 1985 y 1994, el<br />

grupo de edad de 55-65 años aumentó su utilización<br />

hospitalaria en un 20%, y el grupo de mayores lo incrementó<br />

en un 52%. <strong>El</strong> porcentaje explicado por el envejecimiento<br />

relativo neto (más ciudadanos en dichos<br />

grupos de edad) fue, en el análisis, muy pequeño, del<br />

3 y el 15% del total, respectivamente. Para menores de<br />

44 años, la utilización hospitalaria se mantuvo estable,<br />

y para el grupo de entre 15 y 24 años, disminuyó 5 . De<br />

los determinantes de la mayor utilización se descarta<br />

el empeoramiento del estado de salud: desciende la mortalidad<br />

en cada grupo, hasta edades muy avanzadas;<br />

la prevalencia de trastornos crónicos disminuye o se estabiliza,<br />

y la esperanza de vida libre de incapacidad aumenta<br />

con mayor rapidez que la esperanza de vida total.<br />

Posiblemente, en la utilización de estos servicios influya<br />

Altas en 1978<br />

0 20 40 60 80<br />

0<br />

100<br />

Edad<br />

Se excluyen los nacimientos (edad:0)<br />

Fig. 6.<br />

8.000<br />

6.000<br />

4.000<br />

2.000<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):42-52<br />

48


López Casasnovas G et al. <strong>El</strong> gasto sanitario en el contexto del gasto social. Un análisis generacional de las tendencias en España<br />

en un contexto de envejecimiento demográfico<br />

Fig. 7.<br />

Fig. 8. Estancia hospitalaria media en días.<br />

Altas en 2002<br />

8.000<br />

1978 2002<br />

80<br />

6.000<br />

60<br />

4.000<br />

40<br />

2.000<br />

20<br />

0<br />

0 20 40 60 80 100<br />

Edad<br />

0 20 40 60 80<br />

0<br />

100<br />

Edad<br />

Se excluyen los nacimientos (edad:0)<br />

la capacidad de beneficiarse de intervenciones nuevas,<br />

aunque no necesariamente haya aumentado la efectividad<br />

de los tratamientos. Se deduce que el aumento<br />

del gasto sanitario depende más de factores de oferta<br />

y demanda, como el incremento de servicios ofrecidos,<br />

y la mayor percepción de morbilidad y de la capacidad<br />

de beneficiarios que de factores demográficos. Entre<br />

1986 y 1998, Castells et al (<strong>Informe</strong> <strong>SESPAS</strong>, 2002),<br />

calculan que, específicamente, el envejecimiento relativo<br />

explica un tercio de la variación observada, y los<br />

cambios en la utilización justificarían un 60% de la variación<br />

(un 15,1 del 27,2% observado).<br />

En cualquier caso, conviene recordar que no es en<br />

sí mismo el envejecimiento el que fuerza un determinado<br />

crecimiento del gasto sanitario, sino la respuesta<br />

que a éste se le da desde los dispositivos asistenciales.<br />

En efecto, la proximidad a la muerte (los<br />

meses anteriores) acumula buena parte de lo que supone<br />

el gasto sanitario de un individuo a lo largo de<br />

su vida. Tanto en la pluripatología como en la cronicidad<br />

aguda, la oferta sanitaria despliega sus máximos<br />

esfuerzos de curar y cuidar, alejándose de la racionalidad<br />

de los beneficios y costes de las alternativas<br />

emprendidas en los márgenes. Reconocido lo anterior,<br />

la preocupación por el impacto que puede suponer el<br />

envejecimiento demográfico en el crecimiento futuro del<br />

gasto sanitario continúa incentivando nueva y mejor investigación.<br />

Fig. 9. Estancia hospitalaria en días por grupo de edad<br />

Fig. 10. Estancia hospitalaria en días por grupo de edad<br />

1978 1995 2002<br />

1.000.000<br />

1978 1995 2002<br />

800.000<br />

800.000<br />

600.000<br />

600.000<br />

400.000<br />

400.000<br />

200.000<br />

200.000<br />

0<br />

0 20 40 60 80 100<br />

Edad<br />

Se incluyen los nacimientos (edad:0)<br />

0<br />

0 20 40 60 80 100<br />

Edad<br />

Se excluyen los nacimientos (edad:0)<br />

49<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Ciertamente, los cálculos predictivos que separaban<br />

entre población menor y mayor de 65 años, y aplicando<br />

a cada grupo un determinado coeficiente, eran inciertos,<br />

dado que el punto de corte de edad tenía escasa justificación,<br />

particularmente en una dinámica de compresión<br />

relativa de la morbilidad, y al suponer una linealidad entre<br />

gasto y edad fuera de toda lógica o intuición.<br />

En realidad, hoy sabemos que se combinan en el<br />

proceso de consumo de recursos los efectos de morbilidad<br />

(prevalencia) y de mortalidad (consumo de recursos<br />

en el entorno del período que antecede a la muerte),<br />

relativos (menor necesidad esperada de consumos<br />

por un mejor estado de salud) y absolutos (afectan a<br />

más individuos), estáticos (dada la tecnología disponible)<br />

y dinámicos (efectos temporales y de puntas de consumo<br />

ante el cambio tecnológico), medios (para los crecimientos<br />

tendenciales de población y recursos) y<br />

marginales (por encima previsiblemente de los medios<br />

para los individuos que sobreviven cuando antes fallecían,<br />

aunque en situación más aguda o crónica a futuro),<br />

estructurales (tendencias de crecimiento poblacionales<br />

y de esperanza de vida) y coyunturales<br />

(efectos en natalidad de ciclos sociales momentáneos).<br />

Por último, y por supuesto de mucha más difícil aproximación,<br />

resulta la incidencia respecto a las consecuencias<br />

de la edad y la calidad de vida de determinados<br />

factores, como la evolución de los estilos de vida<br />

(obesidad, riesgos ambientales, etc.) y culturales (el derecho<br />

a la muerte digna en testamentos vitales jurídicamente<br />

aceptables).<br />

Dos son los efectos que cabe considerar: a) los ciudadanos<br />

experimentan los años finales de su vida a una<br />

edad más avanzada, y b) la composición de la población<br />

cambia a favor de un mayor porcentaje de individuos<br />

en estadios cercanos al «exitus» debido al impacto<br />

coyuntural de la ola de nacimientos que en su momento<br />

representó el baby boom. Para ello hay un componente<br />

de morbilidad (recursos consumidos por quienes sobreviven)<br />

y de mortalidad (por quienes fallecen). Los<br />

deslizamientos de la edad en el tiempo afectan a ambos<br />

componentes, que no pueden considerarse, por tanto,<br />

de modo estático. Tres elementos temporales pueden<br />

incidir además en el conjunto: el año de observación<br />

(como reflejo del estado de la tecnología médica), los<br />

años de vida y la edad, que impacta en la morbilidad<br />

de modo no correlacionado con la mortalidad y que sólo<br />

puede identificarse con información separada sobre la<br />

esperanza de vida restante para el individuo.<br />

Nótese, sin embargo, que los valores de complemento<br />

predictivo ya no tienen tanto un alcance exógeno<br />

(deslizamiento de la estructura demográfica) como<br />

endógeno en el modo que responden los sistemas de<br />

salud a los nuevos retos asistenciales (unidades paliativas<br />

frente a intensivas, crónicos, domiciliarios,<br />

etc.), todos ellos con un efecto multiplicativo sobre la<br />

variación demográfica primaria.<br />

En este sentido, los trabajos de Zweifel et al 6-9 probablemente<br />

han fijado el terreno de juego futuro para<br />

una mejor comprensión del fenómeno comentado, del<br />

que nos limitamos aquí únicamente a recoger de modo<br />

empírico las prácticas observadas.<br />

Discusión<br />

La distribución de riqueza y bienestar y el gasto social<br />

por categorías de edad ha cambiado considerablemente.<br />

Éste no es por sí mismo un motivo de preocupación.<br />

Simplemente es la consecuencia de que ha<br />

aumentado la esperanza de vida y ha mejorado la salud,<br />

coincidiendo con otros acontecimientos y factores sociales,<br />

y también en el modo de vida de estas últimas<br />

décadas, que han traído una nueva valoración del bienestar<br />

a lo largo del ciclo vital, y que han propiciado<br />

una moderación del factor de descuento colectivo para<br />

tener un período ampliado de recompensa final de una<br />

vida laboral relativamente más austera (relativo se refiere<br />

aquí simplemente a las proporciones de recursos<br />

asignados a las dos fases de vida, la una en relación<br />

con la otra). ¿Qué puede haber de erróneo en esto<br />

Después de todo, el cambio social significativo en las<br />

pasadas décadas, como los cambios en educación y<br />

ocio, el modelo de matrimonio y la composición de la<br />

familia han coincidido con cambios biológicos, como la<br />

altura, la vida útil, más capacitación, etc. Si los países<br />

democráticos desarrollados con sistemas sociales liberales<br />

y sistemas financieros desplegados simultáneamente<br />

muestran esta tendencia de concentración<br />

de la asistencia social hacia la vejez, quizás los economistas<br />

solamente deberíamos estar preparados y<br />

tomar nota de la preferencia colectiva revelada.<br />

Sin embargo, esto merece una exploración de los<br />

motivos subyacentes y las consecuencias que tal desarrollo<br />

implica, e identificar los criterios de eficiencia<br />

y distribución longitudinal que puedan modelar el bienestar<br />

intergeneracional, de la misma manera que las<br />

cuestiones sobre distribución y eficiencia se tienen en<br />

cuenta para el análisis del bienestar de la población en<br />

cualquier punto fijo del tiempo. En ningún caso debe<br />

este ejercicio quitar mérito a la necesidad de mejorar<br />

la distribución de bienestar dentro de cualquier categoría<br />

de edad, y tampoco implica una negación de las<br />

cuestiones de bienestar corrientes «transversales».<br />

En todas las partes de nuestra investigación hemos<br />

observado defectos bien documentados en la distribución<br />

de la política de bienestar corriente dentro de<br />

bolsas de pobreza en todas las categorías de edad,<br />

en particular entre padres solos, inmigrantes y viudas.<br />

En otras palabras, hay una desigualdad intrageneracional<br />

y una variabilidad excesiva en la asistencia social.<br />

Varios parámetros demográficos señalan la pre-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52<br />

50


López Casasnovas G et al. <strong>El</strong> gasto sanitario en el contexto del gasto social. Un análisis generacional de las tendencias en España<br />

en un contexto de envejecimiento demográfico<br />

sencia de colectivos que justificarían un estudio por separado.<br />

<strong>El</strong> efecto negativo más dramático del cambio observado<br />

en el patrón de gastos sociales es, sin embargo,<br />

de naturaleza intergeneracional. Nuestra crítica a la política<br />

social que sostiene las tendencias observadas en<br />

España se basa en el principio de Musgrave. <strong>El</strong> problema<br />

es que estas políticas no se adaptan a las circunstancias<br />

de forma natural y flexible, y a menudo se<br />

quedan atrás, en particular en los casos que requieren<br />

la distribución de un déficit o que en términos por cápita<br />

suponen una disminución. <strong>El</strong> retraso en la introducción<br />

de reformas en el sistema de pensiones es un<br />

buen ejemplo. Una postura pasiva por parte de los políticos<br />

que permita la acumulación de déficit, de efectos<br />

severos pero difusos, no se enfrente a la resistencia<br />

social concentrada con la que topa cualquier<br />

reforma cuyos afectados y plazos están bien definidos.<br />

Un patrón de reforma que frecuentemente se ha seguido<br />

en España es el cese paulatino de un sistema obsoleto<br />

firmemente enraizado. Por ejemplo, las sucesivas<br />

reformas del mercado de trabajo cambian y liberalizan<br />

las normativas sobre el empleo para nuevos entrantes<br />

al mercado de trabajo que no conocían nada mejor, mientras<br />

los trabajadores más veteranos consiguen mantener<br />

intactos sus privilegios, protecciones y ventajas ineficientes<br />

literalmente por «antigüedad». Aunque la<br />

reforma sea buena, y tarde o temprano se aplique a todos<br />

los trabajadores, durante algunas décadas provoca que<br />

las ganancias de productividad fluyan de los trabajadores<br />

más jóvenes hacia los más viejos. Generalmente,<br />

cuando una oficinista se retira es sustituida por un trabajador<br />

más joven con la mitad del sueldo anterior.<br />

Todo apunta a que una generación (la generación<br />

del baby boom) en su ciclo vital se verá afectada por<br />

varios shocks del mismo signo, que no se compensarán<br />

entre ellos. Al contrario, sus efectos se sumarán de<br />

forma que esta generación terminará soportando una<br />

porción excesiva en la carga demográfica, y privándolos<br />

de una cuota intergeneracionalmente justa, de los<br />

aumentos de productividad. La prolongada dependencia<br />

financiera de su juventud, debida a su incorporación<br />

al mercado laboral en esta fase inicial de la reforma<br />

laboral y a la situación inmobiliaria, la severa carga<br />

laboral y los compromisos sufridos en la planificación<br />

familiar que observamos, no serán finalmente compensados<br />

con una jubilación de oro. Cuando esta generación<br />

alcance la edad de jubilación sus privilegios<br />

serán también recortados. En general, esta generación<br />

no experimenta una reasignación de bienestar durante<br />

su ciclo de vida, sino una pérdida absoluta en términos<br />

de justicia intergeneracional según la regla de<br />

Musgrave.<br />

Tres posibles motivos explicarían el cambio observado:<br />

a) la administración presupuestaria verticalmente<br />

separada; b) el poder político y la composición del<br />

votante, y c) las prestaciones monetarias contra el tipo<br />

de beneficio definido.<br />

La primera razón es la fragmentación en la asignación<br />

de los fondos sociales por parte de las distintas autoridades<br />

administrativas, que ha venido a complicar una<br />

descentralización de la competencia del gobierno central<br />

a la esfera local. Una distribución del presupuesto<br />

social entre administraciones permite observar en España<br />

que, por ejemplo, la discusión política sobre la conveniencia<br />

de una exención del copago en medicinas para<br />

pensionistas se lleva a cabo sin tener en cuenta el nivel<br />

o la tendencia en las retribuciones de la pensión. Se considera<br />

competente a la autoridad sanitaria, sin tener en<br />

cuenta la relación con el sistema de pensiones. Las reasignaciones<br />

de fondos se llevan a cabo consecuentemente<br />

entre cohortes destinatarias de competencias administrativas,<br />

y dentro de un territorio con una autoridad,<br />

antes que transversal o intrageneracionalmente.<br />

Otras razones para el desplazamiento en la distribución<br />

de los gastos públicos a lo largo del ciclo vital<br />

son la composición de votante, y las prestaciones monetarias<br />

contra el tipo de definición de los beneficios.<br />

Desde el punto de vista de la eficiencia, hay una ventaja<br />

clara en la inversión en niños, en estilos de vida<br />

para la salud y en educación y capital humano en general.<br />

Sin embargo, hay circunstancias que inclinan el<br />

poder político fuera de éstos. La media de edad del votante<br />

promedio se sitúa hoy en 44 años y las proyecciones<br />

para 2050 la sitúan en 57. Los jubilados muestran<br />

un índice medio de apoyo a la política económica<br />

(en favor de más gasto público) un 30% superior al de<br />

los jóvenes 10 .<br />

Finalmente, el sistema público de pensiones es un<br />

sistema de beneficio definido, con los gastos en prestaciones<br />

monetarias determinados. Los beneficios destinados<br />

a las cohortes más jóvenes tienden a ser definidos<br />

esencialmente de manera residual, como la<br />

provisión de educación, el soporte a la familia, y los<br />

programas de inserción en el mercado de trabajo, o<br />

la inversión pública en vivienda, una vez abonada la<br />

cuenta de los devengos de las pensiones contributivas<br />

y del gasto universalista (la sanidad en particular),<br />

lo que los hacen mucho más propensos a la dilución<br />

ante el marco de una disminución del gasto en<br />

su conjunto.<br />

Si la justicia entre generaciones fuera asumida como<br />

un objetivo político explícito, los medios para conseguirlo<br />

deberían conllevar una comprensión clara del concepto<br />

dinámico. Las herramientas para conseguirlo incluyen<br />

las siguientes: a) una reforma más gradual y de ajustes<br />

del gasto social o de la legislación que afectan a la<br />

distribución de la asistencia social, cuando la tendencia<br />

a largo plazo requiere estos ajustes; b) un sistema<br />

de contabilización horizontal que analice la situación de<br />

la asistencia social de los grupos específicos y bandas<br />

de edad seccionadas a través de la administración del<br />

51<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

presupuesto vertical, con descriptores de los sumatorios<br />

de los recursos y los efectos obtenidos, y c) la consideración<br />

del gasto social en su conjunto (prestación<br />

en especie y monetaria, en forma de gasto o de deducción<br />

fiscal, impuesta por la vía regulatoria o presupuestaria).<br />

<strong>El</strong> gasto sanitario, dentro de esta nueva lógica,<br />

debería buscar su contribución al bienestar social<br />

aceptando los trade-offs o balances entre otras políticas<br />

igual o más efectivas para dicha finalidad, centrándose<br />

más en sus efectos sobre los destinatarios que<br />

en la oferta instalada y la capacidad del status quo para<br />

presionar de modo parcial a favor de un determinado<br />

tipo de gasto.<br />

Agradecimientos<br />

Los autores desean agradecer el trabajo de apoyo de Biel<br />

Ferragut, investigador del CRES-UPF.<br />

Bibliografía<br />

1. Newacheck PW, Benjamin AE. Intergenerational equity and<br />

public spending. Health Affairs. 2004;23:142-6.<br />

2. Börsch-Sepan A. European Welfare State Regimes and their<br />

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Oxford: Oxford University Press; 2002.<br />

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10. Sáez Lozano JL. Actitudes de los españoles hacia la hacienda<br />

pública. Papeles de trabajo del Instituto de Estudios Fiscales.<br />

Serie economía. 2006;22:3-44.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):43-52<br />

52


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

Transporte, medio ambiente y salud<br />

Ferran Ballester a,b / Rosanna Peiró b,c<br />

a<br />

Escola Valenciana d’Estudis en Salut (EVES), Conselleria de Sanitat, Generalitat Valenciana, Valencia, España; b Centro de<br />

Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), Instituto de Salud Carlos III, Ministerio de<br />

Sanidad, Madrid, España; c Centro de Salud Pública de Alzira, DGSP, Conselleria de Sanitat, Generalitat Valenciana, Valencia,<br />

España.<br />

(Transport, environment and health)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> transporte a motor se ha incrementado de manera exponencial<br />

en los últimos años. La organización de la sociedad<br />

requiere en gran medida la movilidad como un elemento esencial,<br />

pero, hasta hace poco tiempo, no se habían considerado<br />

las implicaciones para la salud y el medio ambiente de las<br />

formas de desplazamiento elegidas. En este capítulo se revisa<br />

el impacto negativo en salud que el tipo de transporte actual<br />

tiene en términos de lesiones de tráfico, el cambio climático,<br />

la contaminación atmosférica, el ruido, y las interferencias<br />

para las actividades cotidianas y la actividad física, como la<br />

dificultad para andar o ir en bicicleta. Se proponen algunas intervenciones<br />

posibles relacionadas con los instrumentos disponibles<br />

en salud pública y otras áreas, y se destacan aspectos<br />

donde se necesita más investigación. Se describen algunos<br />

ejemplos en España y en otros países. Se hacen recomendaciones<br />

acerca de la necesidad de reducir el uso del coche<br />

privado, desarrollar vías segmentadas y espacios de tráfico tranquilo<br />

conectados en las ciudades y entre pueblos cercanos para<br />

promocionar el desplazamiento andando o en bicicleta. Se plantea<br />

que el desarrollo y el mantenimiento de un sistema de transporte<br />

público que sea más rápido, seguro, barato y menos contaminante<br />

que el transporte privado debería ser una meta<br />

importante en las políticas públicas actuales. Estas acciones<br />

ayudarán a conseguir un cambio en los modos de transporte<br />

de la sociedad y, consecuentemente, una población más sana<br />

y un ambiente más sostenible.<br />

Palabras clave: Salud. Medio ambiente. Transporte. Accidentes<br />

de tráfico. Contaminación atmosférica. Ruido. Cambio<br />

climático. Políticas públicas.<br />

Abstract<br />

Motor road transport has increased exponentially in the last<br />

few years. To a large extent, mobility is an essential element<br />

in the organization of society, but, until recently, the implications<br />

of chosen forms of transport for health and the environment<br />

have not been considered.<br />

In this chapter we review the negative impact of current forms<br />

of transport on health in terms of traffic injuries, climate change,<br />

atmospheric contamination, noise, and interference with<br />

daily activities and exercise, such as impediments to walking<br />

or cycling. Some possible interventions related to the instruments<br />

available in public health and other fields are proposed.<br />

Issues deserving further research are highlighted.<br />

Some examples in Spain and other countries are described.<br />

Recommendations are made on the need to reduce the use<br />

of private cars and to develop segmented routes and areas<br />

of quiet traffic connected in the cities and among nearby towns<br />

to promote walking are cycling. One major goal in current<br />

public policies should be to develop and maintain a public<br />

transport system that is safe, cheap and faster and less polluting<br />

than private transport. These interventions would help<br />

to achieve a change in current modes of transport and would<br />

lead to a healthier population and a more sustainable environment.<br />

Key words: Health. Environment. Transport. Traffic injuries.<br />

Air pollution. Noise. Climate change. Public policies.<br />

Introducción (fig. 1)<br />

Correspondencia: Ferran Ballester.<br />

Escola Valenciana d’Estudis en Salut (EVES). Conselleria de<br />

Sanitat. Generalitat Valenciana.<br />

Correo electrónico: ballester_fer@gva.es<br />

<strong>El</strong> transporte a motor se ha incrementado de manera<br />

exponencial en los últimos años, tanto en<br />

Europa como en España, donde entre 1990 y<br />

2003 el transporte de viajeros por carretera prácticamente<br />

se duplicó y el de pasajeros por avión se multiplicó<br />

por 3,5 (fig. 2) 1 . Las predicciones para el año 2020<br />

en Europa muestran un aumento aún mayor si no cambia<br />

la tendencia 2 .<br />

La organización de la sociedad requiere en gran medida<br />

la movilidad como un elemento esencial, y su mejora<br />

ha tenido muchos efectos beneficiosos para la población.<br />

Sin embargo, hasta hace poco tiempo no se<br />

han considerado de una forma global las implicaciones<br />

para la salud y el medio ambiente de las formas de desplazamiento<br />

elegidas.<br />

53 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

Cuadro resumen. Problema de salud pública: transporte, medio ambiente y salud<br />

Cómo estamos, qué sabemos Qué podemos hacer Qué debemos evitar Quién debe hacerlo Cuándo debe hacerlo Cómo debe hacerlo<br />

<strong>El</strong> uso masivo de vehículos de motor comporta<br />

riesgos para la salud pública y el medio<br />

ambiente<br />

Las lesiones por tráfico causan casi 5.000<br />

muertes directas, 150.000 lesionados<br />

(incluyendo graves y con incapacidad) al año<br />

La contaminación por vehículos de motor es<br />

uno de los problemas de salud pública<br />

importante en España ya que contribuye a<br />

varios miles de defunciones y varias decenas<br />

de miles de ingresos hospitalarios al año<br />

Las emisiones de los vehículos a motor<br />

constituyen el segundo emisor de CO2 a la<br />

atmósfera, contribuyendo de manera<br />

importante al calentamiento global. <strong>El</strong> tráfico<br />

es la principal fuente de ruido en las<br />

ciudades. España es uno de los países más<br />

ruidosos del mundo.<br />

<strong>El</strong> tráfico interfiere en las actividades cotidianas,<br />

siendo un impedimento para las relaciones<br />

sociales y para otros tipos de<br />

desplazamientos más saludables como andar<br />

o ir en bicicleta<br />

Desarrollar estrategias y políticas para<br />

reducr la necesidad del uso del<br />

coche privado por la población<br />

Aumentar la seguridad relacionada con<br />

el uso de vehículos<br />

Reducir las emisiones<br />

contaminantes de los vehículos a<br />

motor, incluyendo ruido<br />

Desarrollar y mantener un sistema de<br />

transporte público que sea más<br />

rápido, seguro, barato y menos<br />

contaminante que el transporte<br />

privado<br />

Protección de los ambientes urbanos<br />

de los riesgos de atropello e<br />

interferencia de la vida cotidiana<br />

por parte de los vehículos, en<br />

especial de los niños<br />

No hacer nada<br />

Culpabilizar a cada individuo<br />

<strong>El</strong> fatalismo<br />

Considerar el transporte como una<br />

cuestión del ámbito de la salud<br />

pública<br />

Reducir la capacidad de elección y<br />

participación de las personas<br />

• Los políticos en cada<br />

uno de los ambitos de<br />

decisión: Estado, CCAA,<br />

y los políticos locales<br />

• Los servicios y<br />

profesionales de salud<br />

• Los profesionales de<br />

transporte , medio<br />

ambiente y urbanismo<br />

•Los ciudadanos, como<br />

individuos y como<br />

sociedad<br />

• Las asociaciones de<br />

usuarios<br />

Lo más pronto posible:<br />

desde ya y en adelante<br />

• Incluir los análisis y<br />

procedimientos de<br />

evaluación de impacto<br />

en salud en las<br />

decisiones políticas<br />

sobre transporte, medio<br />

ambiente y urbanismo<br />

• Integrar las políticas de<br />

transporte, medio<br />

ambiente y salud<br />

• Asegurar el<br />

conocimiento del<br />

problema en el ámbito<br />

profesional, y de la<br />

sociedad<br />

• Fomentar la educación<br />

en transporte,<br />

movilidad, medio<br />

ambiente y salud<br />

• Promover y favorecer la<br />

participación ciudadana<br />

en todos los ámbitos de<br />

decisión<br />

La mayoría de ciudadanos españoles llevan una<br />

vida sedentaria<br />

Desarrollar vías segmentadas y<br />

espacios de tráfico conectados en<br />

las ciudades y entre pueblos y<br />

ciudades cercanas para<br />

promocionar el desplazamiento<br />

andando y en bicicleta<br />

<strong>El</strong> conformismo y el sedentarismo<br />

Existen desigualdades por clase social y género<br />

e inmigración sobre la producción de riesgos<br />

y la exposición a consecuencias<br />

Desarrollar estrategias y políticas para<br />

reducir las desigualdades sociales<br />

Proponer exclusivamente intervenciones<br />

generalistas que aumenten<br />

desigualdades en la población y con<br />

los grupos más vulnerables<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64<br />

54


Ballester F et al. Transporte, medio ambiente y salud<br />

En la actualidad hay una concienciación creciente acerca<br />

de los efectos negativos que algunas opciones de transporte,<br />

especialmente las basadas en los vehículos a motor<br />

alimentados por combustibles fósiles, tienen sobre la salud,<br />

el medio ambiente y la calidad de vida. Los ciudadanos<br />

perciben que las ciudades donde habitan están contaminadas<br />

y hay riesgos para su salud y la de sus familias.<br />

En la encuesta de Ecología y Medio Ambiente realizada<br />

por el Centro de Investigaciones Sociológicas de 2005,<br />

3 de cada 4 españoles manifestaron considerar que la contaminación<br />

de las ciudades es un problema ambiental muy<br />

importante 3 . La contaminación atmosférica aparece en esta<br />

encuesta como el principal problema ambiental global y<br />

nacional. En el ámbito local se desplaza al segundo lugar<br />

por la suciedad, y el excesivo número de vehículos se considera<br />

el tercer problema ambiental.<br />

En el presente capítulo del <strong>Informe</strong> <strong>SESPAS</strong> de <strong>2008</strong>,<br />

en primer lugar revisamos las principales consecuencias<br />

de los medios predominantes de transporte sobre la salud<br />

y el medio ambiente, con una estimación de su impacto<br />

en salud. Posteriormente, se presentan las posibles intervenciones<br />

relacionadas con la movilidad encaminadas<br />

a mejorar la salud, el bienestar y la comunicación de las<br />

personas, y se incluyen ejemplos de iniciativas en marcha,<br />

tanto en el ámbito local como en el internacional.<br />

Efectos sobre la salud relacionados<br />

con el transporte<br />

Lesiones por tráfico<br />

Figura 1. «¡Madre! ¡<strong>El</strong> coche se está comiendo el pan!». <strong>El</strong> Roto,<br />

<strong>El</strong> País, 10 de abril de 2007.<br />

1. Algunos datos sobre el impacto en salud en España<br />

<strong>El</strong> impacto directo de las lesiones por accidente de<br />

tráfico sobre la salud, en términos de mortalidad y morbilidad,<br />

es grande y conocido. Estas lesiones constituyen<br />

el grupo de causas que mayor mortalidad producen<br />

en hombres y mujeres en España desde el primer año<br />

de vida hasta los 40 años en hombres y los 44 en mujeres<br />

4 . En el año 2005 la Dirección General de Tráfico<br />

(DGT) 5 informó de 4.442 muertes, de las que 3.657 (82%)<br />

se produjeron en carretera, frente a 790 (18%) que se<br />

produjeron en zonas urbanas. Ese mismo año se contabilizaron<br />

132.809 lesionados no mortales, de los que<br />

21.859 (16,5%) fueron graves y 110.950 (83,5%) leves.<br />

Como se observa en la tabla 1, en carretera la mayor<br />

proporción de muertes y lesiones se da en turismos,<br />

tanto en mujeres como en hombres, aunque en estos<br />

últimos el porcentaje es menor y tiene también una contribución<br />

elevada las motos y los ciclomotores. En zonas<br />

urbanas la mayor mortalidad y lesividad se produce en<br />

las mujeres al ir andando, mientras que en los hombres<br />

Transporte de viajeros (miles de millones de viajeros × km)<br />

Carretera<br />

450<br />

400<br />

350<br />

300<br />

250<br />

200<br />

150<br />

100<br />

50<br />

0<br />

1990 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003<br />

Ferrocarril Avión Carretera<br />

FFCC/Avión<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

Figura 2. Transporte de viajeros<br />

por carretera, tren y avión en<br />

España (1990-2003). Fuente:<br />

Ministerio de Medio Ambiente,<br />

2005.<br />

55<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

se produce al ir en moto o motocicleta. Por otra parte,<br />

en autobuses colectivos, aunque en mujeres el porcentaje<br />

es un poco mayor, el número de lesiones es<br />

muy bajo.<br />

La existencia de un patrón de mortalidad y morbilidad<br />

diferente entre hombres y mujeres, y el tipo de<br />

usuarios y colectivos implica que se deban poner en<br />

marcha, al mismo tiempo, estrategias preventivas diferentes<br />

según a quién vayan dirigidas. Es también importante<br />

señalar que el porcentaje de muertes y lesiones<br />

en transporte colectivo es muy bajo, y aunque no<br />

tengamos denominadores desarrollados específicamente<br />

para su medición y usemos estimaciones, sí sabemos<br />

que transportan a millones de personas diariamente.<br />

En cualquier caso, es necesario realizar estudios<br />

que nos permitan hacer mediciones más fiables de la<br />

exposición, o sea, de los denominadores, para cada tipo<br />

de vehículo y colectivos de usuarios. Ciertamente, se<br />

producen más lesiones en las mujeres peatones o en<br />

hombres jóvenes que van en motocicleta porque el porcentaje<br />

de estas personas es mayor, pero no conocemos<br />

los desplazamientos que se realizan caminando<br />

o en moto en cada uno de los colectivos. Por tanto, también<br />

hay que profundizar en el estudio de los riesgos<br />

de los diferentes colectivos para conocer el riesgo real<br />

y evaluar las posibles intervenciones realizadas.<br />

La información habitual disponible, descrito anteriormente,<br />

respecto a la morbilidad es la que la DGT<br />

ofrece a partir de la recogida de datos de la policía. Sin<br />

embargo, un estudio realizado en España a partir de<br />

la información del Conjunto Mínimo Básico de Datos<br />

al alta hospitalaria en el año 2001 mostró que se produjeron<br />

en España 41.174 ingresos hospitalarios por<br />

haber sufrido lesiones en un accidente de tráfico, de<br />

los cuales el 3% falleció en el hospital 6 . Ese mismo año<br />

la DGT informó de 155.116 víctimas de lesiones por tráfico,<br />

de las cuales el 18% (27.920) eran heridos graves.<br />

Respecto a esta diferencia de datos sobre la gravedad,<br />

la DGT sólo clasifica como graves el 68% (27.929<br />

frente a 41.175) de los lesionados que requieren un ingreso<br />

hospitalario, lo que hace pensar que el impacto<br />

en salud de las lesiones por tráfico pueda ser mucho<br />

mayor en términos de salud que los datos que se disponen<br />

y manejan habitualmente.<br />

Con respecto a los lesionados leves, según la DGT,<br />

en el año 2005 fueron 132.809; sin embargo, esta clasificación<br />

de levedad no implica que no pueda tener un<br />

impacto negativo muy importante sobre la salud y la calidad<br />

de vida. En un estudio realizado para conocer el<br />

impacto de las lesiones que no necesitaron hospitalización,<br />

y acabaron en el Instituto Anatómico Forense<br />

de Valencia, se pudo observar que el 30% necesitó más<br />

de 90 días de curación y que el 80% recibieron el alta<br />

con al menos una secuela 7 . Estas limitaciones con respecto<br />

a la gravedad de las lesiones muestra la necesidad<br />

de desarrollar sistemas de información procedente<br />

de fuentes sanitarias que permita profundizar en el análisis<br />

epidemiológico.<br />

Por último, un gran número de estas personas quedan<br />

con alguna discapacidad permanente, y según la<br />

Tabla 1. Muertes y lesiones leves y graves por tráfico por carretera y zona urbana y sexo. Año 2005<br />

Carretera<br />

Urbana<br />

Hombres Mujeres Hombres Mujeres<br />

Peatones Muertes 263 (9,01) a 85 (11,3) 171 (29,8) 161 (74,2)<br />

Lesiones graves 376 (3,4) 199 (5,0) 1.028 (20,8) 1.023 (51,1)<br />

Lesiones leves 374 (1,1) 254 (1,3) 3.640 (10,2) 4.050 (19,1)<br />

Bicicletas Muertes 57 (2) 2 (0,3) 20 (3,5) 3 (1,4)<br />

Lesiones graves 218 (2) 16 (0,4) 193 (3,9) 21 (1)<br />

Lesiones leves 453 (1,3) 56 (0,3) 1014 (2,8) 230 (1)<br />

Motos y ciclomotores Muertes 488 (16,8) 54 (7,2) 233 (40,7) 20 (9,2)<br />

Lesiones graves 2.574 (23,5) 317 (8,0) 1.720 (53,22) 506 (25,02)<br />

Lesiones leves 3.955 (11,5) 765 (3,9) 16.059 (44,8) 5.440 (25.6)<br />

Turismos Muertes 1.677 (57,9) 565 (75,1) 118 (20,5) 30 (13,8)<br />

Lesiones graves 6.090 (55,53) 3.088 (78,1) 919 (18,6) 401 (20,1)<br />

Lesiones leves 2.3741 (68,8) 16.628 (86,0) 13.351 (56,2) 1.0403 (49)<br />

Autobús Muertes 14 (0,5) 11 (1,5) 0 (0) 1 (0,5)<br />

Lesiones graves 56 (5,1) 69 (1,7) 9 (0,2) 19 (0,9)<br />

Lesiones leves 383 (1,1) 481 (2,5) 341(0,9) 761 (0,3)<br />

Total Muertes 2.900 752 573 217<br />

Lesiones graves 10.967 3.953 4.936 2.003<br />

Lesiones leves 34.516 19.353 35.837 21.244<br />

Fuente: Dirección General de Tráfico. Estadísticas de accidentalidad 2005 (no incluye vehículos pesados, ni otros).<br />

a<br />

Entre paréntesis: porcentaje sobre el total de muertes, lesiones graves y lesiones leves, respectivamente.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64<br />

56


Ballester F et al. Transporte, medio ambiente y salud<br />

última encuesta de discapacidades disponible realizada<br />

en el año 1999, 41.068 hombres y 21.413 mujeres<br />

entre 6 y 64 años de edad tenían alguna discapacidad<br />

como consecuencia de un accidente de tráfico 8 .<br />

2. Algunos datos sobre intervenciones dirigidas a la prevención<br />

y el control<br />

Las actuaciones de prevención y control de las lesiones<br />

por tráfico se han dirigido fundamentalmente a<br />

los siguientes aspectos: a) reducción de la frecuencia<br />

de las colisiones; b) disminución de la gravedad de las<br />

lesiones, y c) reducción del daño y las consecuencias<br />

de la lesión. <strong>El</strong> análisis epidemiológico de las lesiones<br />

por accidentes de tráfico cobra importancia por las pruebas<br />

disponibles de que éstas son prevenibles 9-11 y por<br />

el conocimiento sobre las intervenciones efectivas<br />

para hacerlo 9-14 , aunque las que más efectividad han<br />

mostrado han sido las dirigidas a reducir la gravedad<br />

de las lesiones 10,11,15 . Algunos ejemplos de este tipo de<br />

intervenciones son la utilización del cinturón de seguridad<br />

o los sistemas de retención infantil. Muchas de<br />

estas medidas de prevención y control han funcionado<br />

en España y en otros países, aunque la forma de<br />

su puesta en marcha haya sido muy desigual entre los<br />

distintos países europeos. En España continuamos con<br />

un número muy alto de lesionados muy graves en comparación<br />

con otros países de nuestro entorno 11,14 .<br />

También es importante entre las posibles actuaciones<br />

preventivas considerar la reducción del tráfico, o<br />

sea, la reducción de la exposición. Esto sería posible<br />

mediante tres tipos de estrategias: el cambio del modo<br />

de transporte de privado a público (no es lo mismo un<br />

autobús de 50 personas que 50 coches con un individuo),<br />

el diseño de ciudades que facilitaran el transporte<br />

andando o en bicicleta, y que se reduzca globalmente<br />

la necesidad de la movilidad (que se incentiven y prioricen<br />

estrategias de acercamiento entre las personas<br />

y los lugares que más frecuentan, como por ejemplo<br />

el trabajo). Esta disminución de la exposición reduciría<br />

la probabilidad de sufrir una lesión tanto entre las<br />

personas que conducen vehículos a motor como en peatones<br />

y ciclistas, así como el impacto negativo sobre<br />

muchos otros aspectos de esta sobreutilización. La seguridad<br />

vial, de hecho, también depende de cómo las<br />

sociedades eligen gestionar el uso de la tierra y el desarrollo<br />

urbano en relación con los objetivos de salud<br />

y seguridad y cómo se equilibran estos aspectos con<br />

las consideraciones económicas, sociales y del medioambiente<br />

11 . Algunos aspectos de esta gestión del desarrollo<br />

urbano hacen referencia a la reducción de la<br />

utilización del coche privado, el incremento del uso del<br />

transporte colectivo, el diseño de entornos seguros (carriles<br />

de peatones para que se pueda ir al colegio y a<br />

otros lugares andando, carriles bici…) y que éstos estén<br />

conectados dentro de las ciudades y entre las ciudades,<br />

aspectos que las propias sociedades deben tener<br />

capacidad de decidir.<br />

Contaminación atmosférica<br />

Los efectos de la contaminación atmosférica sobre<br />

la salud constituyen una de las preocupaciones principales<br />

acerca de los medios de transporte. Desde hace<br />

décadas no hay dudas de que la emisión de sustancias<br />

tóxicas desde los tubos de escape de los automóviles<br />

se relaciona con efectos perjudiciales para la<br />

salud 16-18 . En muchas ciudades la contribución de las<br />

emisiones de los vehículos son las principales fuentes<br />

de contaminación atmosférica. Además, las emisiones<br />

de los aviones 19 y los barcos 20 representan fuentes adicionales<br />

de contaminación.<br />

La contribución del tráfico a la contaminación del aire<br />

varía según el contaminante. <strong>El</strong> transporte rodado contribuye<br />

hasta en un 30% a los niveles de partículas finas<br />

(las menores de 2,5 m de diámetro) en las áreas urbanas,<br />

así como en una parte importante de las partículas<br />

más gruesas. También es la causa de las elevadas<br />

concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO 2 ) y de<br />

benceno que se registran en muchas ciudades europeas<br />

21 . En zonas urbanas con alta densidad de tráfico,<br />

en las que los edificios pueden provocar un «efecto pantalla»<br />

que dificulta la dispersión de los contaminantes,<br />

los niveles de contaminación son sensiblemente más<br />

altos que en las áreas que no están directamente afectadas<br />

por emisiones de contaminantes.<br />

La exposición de las personas depende también de<br />

su patrón tiempo-actividad, es decir, dónde están, qué<br />

hacen y cuánto tiempo pasan en diferentes lugares. Las<br />

personas que circulan frecuentemente pueden estar sometidas<br />

a niveles 3 veces mayores, debido a la concentración<br />

en zonas de tráfico, así como a los niveles<br />

que se alcanzan en el interior de los vehículos 22 . Otros<br />

grupos expuestos son las personas que viven o trabajan<br />

durante muchas horas en las zonas con mucho tráfico<br />

de vehículos a motor.<br />

Los estudios epidemiológicos y toxicológicos han<br />

mostrado los efectos de la contaminación atmosférica<br />

causada por las emisiones de los vehículos en la salud.<br />

Laden et al 23 , en un estudio realizado en 6 ciudades<br />

americanas, mostraron que el efecto de la contaminación<br />

en la mortalidad era casi 3 veces mayor cuando<br />

el incremento de las partículas se debía a la fracción<br />

relacionada con las emisiones de los vehículos. Otros<br />

estudios han mostrado efectos agudos de la contaminación<br />

atmosférica con un incremento en el número de<br />

ingresos hospitalarios o de visitas a urgencias. Los resultados<br />

del estudio APHEA2 (Air Pollution and Health,<br />

a European Approach) sugieren una relación entre las<br />

emisiones diésel con un incremento en el número de<br />

ingresos por causas cardiovasculares 24 .<br />

57<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

La exposición crónica a la contaminación del aire<br />

debida al tráfico se ha relacionado con efectos respiratorios,<br />

como la disminución de la función pulmonar 25 ,<br />

el aumento de los síntomas respiratorios crónicos 26 , e<br />

incremento de riesgo de desarrollo de alergia 27 y de<br />

asma 28 ; así como con un incremento en el riesgo de<br />

muerte, en especial por causas cardiovasculares 29 y por<br />

cáncer de pulmón 30 .<br />

Una evaluación del impacto en salud de la contaminación<br />

atmosférica, llevada a cabo en Francia, Suiza<br />

y Austria, indica que el 6% de la mortalidad y un número<br />

muy elevado de nuevos casos de enfermedades respiratorias<br />

en estos países puede atribuirse a la contaminación<br />

del aire. La mitad de este impacto se debe a la<br />

contaminación emitida por los vehículos a motor 31 . En<br />

términos de pérdida de esperanza de vida, el proyecto<br />

europeo Apheis (Air Pollution and Health: a European<br />

Information System), en el que participan 5 ciudades españolas<br />

(Barcelona, Bilbao, Madrid, Sevilla y Valencia),<br />

ha estimado que, manteniendo constantes el resto de<br />

condiciones, si la media anual de partículas finas no superase<br />

los 15 g/m 3 , los años potenciales de vida ganados<br />

para una persona de 30 años podría alcanzar una<br />

media de 2-13 meses, consecuencia de la reducción de<br />

la mortalidad por todas las causas 32 . Un informe reciente<br />

de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 33 estima<br />

que la contaminación atmosférica contribuye a la<br />

carga de enfermedad en España con unas 5.800 defunciones<br />

anuales.<br />

Cambio climático<br />

Las emisiones a la atmósfera de gases con efecto<br />

invernadero por actividades humanas están causando<br />

un calentamiento de la superficie de la Tierra, así como<br />

otros cambios en diversos factores meteorológicos.<br />

Según recoge el IV <strong>Informe</strong> del Panel Intergubernamental<br />

del Cambio Climático (IPCC), la temperatura de<br />

la Tierra ha aumentado 0,74 o C (intervalo de incertidumbre<br />

del 90%, 0,56-0,92) en el período 1906-<br />

2005 34 . Además, se tiene constancia de que este aumento<br />

no ha sido lineal: en los últimos 50 años el incremento<br />

es el doble que en la primera mitad del siglo<br />

XX. Once de los últimos 12 años (1995-2006) se encuentran<br />

entre los más calurosos desde que se registra<br />

la temperatura de la superficie de la Tierra (1850).<br />

Es decir, se observa una aceleración en el incremento<br />

de la temperatura, que será mayor o menor según<br />

el escenario de emisiones futuras en que nos situemos.<br />

<strong>El</strong> sector del transporte es el segundo consumidor de<br />

energía en Europa y las predicciones de emisiones de<br />

CO 2 indican un incremento en los próximos años, debido<br />

al crecimiento en el número de viajes y de pasajeros.<br />

En España, durante el período 1990-2003, las emisiones<br />

totales de gases con efecto invernadero<br />

aumentaron un 40,6% (fig. 3) lo que nos aleja en más<br />

del 25% del compromiso de Kyoto.<br />

<strong>El</strong> cambio climático afecta o puede afectar a la salud<br />

de la población por diferentes vías de diferente complejidad,<br />

escala y tiempo de aparición 35 . Los efectos<br />

principales debidos al cambio climático comprenden<br />

el incremento en la mortalidad y la morbilidad por temperaturas<br />

extremas y otros fenómenos meteorológicos,<br />

el incremento de enfermedades trasmitidas por el agua,<br />

los alimentos o por vectores, el impacto de contaminantes<br />

atmosféricos relacionados con el cambio climático,<br />

y los efectos de la falta de disponibilidad de agua<br />

y alimentos 36 . <strong>El</strong> grado de este impacto puede ser mayor<br />

en función de una serie de condiciones que modulan<br />

la vulnerabilidad de las poblaciones frente a las agresiones<br />

ambientales. Así, las personas con peor salud<br />

y los ancianos (por su menor capacidad de adaptación<br />

o respuesta), los niños (por la falta de madurez de algunos<br />

sistemas, por su mayor actividad y su menor tamaño)<br />

y las personas con menores ingresos (lo que<br />

se relaciona con un menor acceso a sistemas adecuados<br />

de acondicionamiento de aire, vivir en zonas<br />

urbanas más calurosas y poseer menos acceso a la<br />

información) son las que sufren un mayor impacto en<br />

150<br />

140<br />

130<br />

120<br />

110<br />

100<br />

España<br />

Objetivo Kioto<br />

España, 2012<br />

UE-15<br />

90<br />

80<br />

1990 1991<br />

Objetivo Kioto<br />

EU, 2012<br />

1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003<br />

Año<br />

Figura 3. Emisiones totales de<br />

gases de efecto invernadero<br />

(España, 1990-2003). Año índice:<br />

1990. Fuente: Ministerio de<br />

Medio Ambiente, 2005.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64<br />

58


Ballester F et al. Transporte, medio ambiente y salud<br />

salud por los cambios del clima. Ya en su informe sobre<br />

la salud mundial de 2002, la OMS estimaba que el calentamiento<br />

y las variaciones en las precipitaciones debidas<br />

al cambio climático por emisiones humanas podrían<br />

ser los causantes de más de 150.000 defunciones<br />

prematuras 37 .<br />

Ruido<br />

Todas las personas estamos expuestas al ruido durante<br />

las actividades diarias. Los humanos necesitamos<br />

analizar las señales acústicas para nuestra supervivencia<br />

y la comunicación, y no es posible desconectarse del<br />

ruido cuando queremos. <strong>El</strong> ruido afecta negativamente<br />

a la salud humana e interfiere en las actividades diarias<br />

en la escuela, en el trabajo, en casa y durante el<br />

tiempo libre.<br />

En Europa el tráfico es la primera fuente de ruido<br />

en la comunidad. Aproximadamente el 30% de la población<br />

de la Unión Europea está expuesta a niveles<br />

de ruido relacionado con el tráfico de más de 55 decibelios<br />

A 38 . En España los niveles de exposición al ruido<br />

son aún más altos que en los demás países europeos<br />

y un estudio de la OCDE clasificó a España como el<br />

segundo país más ruidoso del mundo, después de<br />

Japón. En las ciudades españolas el 80% del ruido lo<br />

produce el tráfico 39 , y algunas ciudades, como Madrid<br />

o Valencia, pugnan por ser las primeras en el ranking<br />

del ruido.<br />

Los principales efectos del ruido sobre la salud comprenden<br />

el dolor y la fatiga auditiva, la pérdida de audición,<br />

las molestias, las interferencias con actividades<br />

sociales y comunicativas, el trastorno del sueño<br />

y sus consecuencias (estrés, fatiga), efectos cardiovasculares,<br />

respuestas hormonales, así como alteraciones<br />

en el rendimiento y el desarrollo en la escuela<br />

y el trabajo 40 .<br />

En España, algunos estudios recientes relacionan<br />

la contaminación acústica con los efectos sobre la salud.<br />

En un trabajo realizado en la ciudad de Madrid se observó<br />

un incremento en el número de ingresos hospitalarios<br />

urgentes por causas orgánicas y por enfermedades<br />

respiratorias en niños en los días con mayores<br />

niveles de ruido 41 . Por otro lado, en un estudio internacional<br />

sobre los posibles efectos del ruido soportado<br />

alrededor de grandes aeropuertos europeos, en el<br />

que se incluyó Barajas, se ha descrito un empeoramiento<br />

de la capacidad lectora en los niños expuestos al ruido<br />

generado por los aviones 42 .<br />

Debido a diferencias metodológicas en la medida<br />

de la exposición al ruido y a las diferencias y la escasez<br />

en la información sobre los posibles efectos del ruido<br />

(p. ej., molestias), hay limitaciones para la comparación<br />

entre países y la evaluación de impacto en salud. Sin<br />

embargo, los resultados de una evaluación llevada a<br />

cabo dentro del Programa de Transporte, Ambiente y<br />

Salud de la Oficina Europea de la OMS indican que un<br />

1-2% de las molestias, trastornos del sueño y enfermedades<br />

cardiovasculares podrían atribuirse a la exposición<br />

al ruido 38 .<br />

Interferencias para las actividades cotidianas y la actividad física<br />

Reducir las lesiones por tráfico infantiles implicó que<br />

los niños dejaran tanto de jugar en la calle como de ir<br />

al colegio andando 43 . Resolver el problema de las lesiones<br />

de esta manera ha hecho que los problemas secundarios<br />

generados con esta medida, como el sedentarismo,<br />

cobren cada día más importancia. Desde<br />

1985, en Inglaterra se ha incrementado la distancia<br />

media que los niños hacen en coche en un 70%, mientras<br />

que se ha reducido la distancia que se realiza andando<br />

en un 19% y en bicicleta en un 58% 44 . Esto ha<br />

significado una notable reducción de la actividad física<br />

en la edad infantil y juvenil, y el sedentarismo es uno<br />

de los factores que más está contribuyendo al incremento<br />

de la obesidad en esta edad.<br />

Pero no salir a la calle tiene también otros efectos<br />

perjudiciales para la salud. Produce más dependencia<br />

de los niños con los padres, ya que necesitan ser acompañados<br />

para cualquier pequeña actividad en la calle<br />

debido al riesgo real de accidente y al miedo por parte<br />

de los padres de que éste produzca 45 . Además, la existencia<br />

de calles con mucho tráfico en la ciudad divide<br />

barrios e impide que las personas salgan a pasear porque<br />

es incómodo y poco agradable, con lo que se reducen<br />

las redes sociales vecinales 45 . La existencia de<br />

un parque cerca mejora las redes sociales y produce<br />

un efecto saludable. Se produce un aumento de la actividad<br />

física asociado, entre otros factores, a la proporción<br />

de espacio verde y de condiciones seguras para<br />

caminar e ir en bicicleta 46,47 . Algo que también está relacionado<br />

con la opinión en la población general es que<br />

sería necesario hacer infraestructuras más seguras para<br />

ir en bicicleta 48 .<br />

La actividad física tiene efectos beneficiosos para<br />

la salud a todas las edades, tanto en hombres como<br />

en mujeres, y reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular,<br />

diabetes, ciertos cánceres, obesidad e hipertensión<br />

49,50 . <strong>El</strong> efecto beneficioso de la actividad física<br />

se puede obtener por hacer ejercicio físico<br />

específico o en las actividades de la vida cotidiana,<br />

como ir andando o en bicicleta al trabajo, al cine o a<br />

pasear con amigos 49 . Este beneficio se obtiene ya al<br />

realizar aproximadamente 30 min de actividad física<br />

moderada. Si se tuviera en cuenta este impacto beneficioso<br />

sobre la salud en términos de coste-beneficio<br />

en las políticas de transporte, el hábito de andar<br />

o ir en bicicleta podría llegar a cambiar las decisiones<br />

en estas políticas.<br />

59<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

Hay poca información, y la disponible está fragmentada,<br />

sobre los patrones de movilidad en España.<br />

La información que seria útil para rediseñar las ciudades<br />

de manera que fuera más fácil ir andando o en bicicleta<br />

sería la que mostrara mapas de rutas más frecuentes<br />

y demandadas para ir andando, que permitiera,<br />

por tanto, diseñar carriles seguros para este tipo de demandas.<br />

Mediante una búsqueda de información<br />

sobre movilidad, hemos recogido datos de diferentes<br />

aspectos que ayudan a conocer, aunque parcialmente,<br />

la situación.<br />

No se dispone de información habitual, o no la hemos<br />

encontrado, sobre la movilidad, pero en el año 2000 se<br />

realizó la Encuesta de Movilidad de las Personas Residentes<br />

en España (MOVILIA) 51 . Ésta ha producido<br />

datos útiles aunque no periódicos, a partir de un cuestionario,<br />

cuyo objetivo, según el Ministerio de Fomento,<br />

es obtener información sobre la evolución en los<br />

modos y hábitos de transporte en grandes desplazamientos.<br />

Actualmente se esta llevando a cabo una segunda<br />

encuesta que permitirá conocer la evolución. En<br />

la figura 4 se muestra la estimación del número de desplazamientos<br />

y el modo de transporte utilizado por sexos<br />

en un día laborable del año 2000. Se incluyeron en la<br />

encuesta sólo desplazamientos de más de 10 min. En<br />

días laborales, durante el último mes, el total de desplazamientos<br />

fue en los hombres de 40.605.500 y en<br />

las mujeres de 35.128.900. Los hombres realizaron más<br />

de la mitad de sus desplazamientos en coche o en moto,<br />

mientras que las mujeres diversifican más, se desplazan<br />

a pie o en bici más habitualmente (15.230.000), seguido<br />

del coche o la moto, con 12.882.000 desplazamientos.<br />

Por otra parte, el uso de transporte colectivo,<br />

según esta encuesta, es muy bajo, aunque los datos<br />

del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que<br />

en mayo de 2007 hubo 292 millones de viajeros que<br />

utilizaron el transporte colectivo urbano y 188 millones<br />

el interurbano.<br />

Por otra parte, el número de vehículos privados matriculados<br />

en España ha ido aumentando con los años;<br />

a final del año 2005 había 27.657.276, de los que<br />

20.250.377 (73,22%) eran turismos y 1.805.827 motocicletas.<br />

Esto supone 636 vehículos por cada 1.000 habitantes<br />

o 2,15 habitantes por vehículo (sin contar los<br />

ciclomotores). A este número global hay que sumarle<br />

2.311.773 ciclomotores 5 . Estas cifras demuestran que<br />

las políticas no están actuando para reducir el vehículo<br />

privado a motor.<br />

Planes e intervenciones aplicables en nuestros<br />

medios (España, Europa)<br />

<strong>El</strong> impacto negativo en salud del transporte es mayor<br />

del que debería ser, dado el conocimiento que se tiene<br />

actualmente sobre las posibles intervenciones y la tecnología<br />

disponible 45 . Es necesario pasar a la acción utilizando<br />

las herramientas disponibles en salud pública:<br />

– Producir y difundir la información acerca del impacto<br />

en salud del transporte de forma conjunta más<br />

que cada uno de sus aspectos separadamente.<br />

– No pasar por alto las desigualdades en términos<br />

de producción de riesgos: los grupos y poblaciones que<br />

consumen más contaminan más, conducen más coches<br />

privados, etc., mientras que la exposición a estos<br />

riesgos es mayor en las personas y grupos poblacionales<br />

con menor capacidad de consumo, que menos<br />

conducen y que viven en áreas más deprimidas, con<br />

Otros<br />

Tren<br />

Bus interurbano<br />

Bus urbano/metro<br />

Coche o moto<br />

A pie/bici (> 10 m)<br />

0 5.000 10.000 15.000 20.000 25.000 30.000<br />

Varones<br />

Mujeres<br />

Figura 4. Número y modo de<br />

desplazamiento ( 1.000) en la<br />

población española. Fuente:<br />

Encuesta MOVILIA 2000.<br />

Ministerio de Fomento.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64<br />

60


Ballester F et al. Transporte, medio ambiente y salud<br />

menos espacios verdes, y que finalmente tiene menor<br />

probabilidad de estar expuestas a posibles intervenciones<br />

45,52,53 .<br />

– Mostrar los datos de gravedad y propuestas de<br />

intervención factibles de forma que la población a la que<br />

va dirigida la información advierta que se puede intervenir<br />

y puede participar para modificar este impacto negativo.<br />

Ofrecer solamente información de gravedad sin<br />

posibilidades de cambio incita a la parálisis 54,55 .<br />

– Hay que pensar también siempre en el nivel de<br />

acción local e implicar a los políticos locales 56 . Por otra<br />

parte, la construcción social de este problema, el uso<br />

excesivo del transporte privado, debe abordarse como<br />

una cuestión poblacional y no sólo individual. Hay pruebas<br />

de que la mejora de la conectividad entre calles<br />

aumenta el porcentaje de personas que hace ese trayecto<br />

andando o en bici, al igual que cuando se conectan<br />

los transportes públicos 45,57-59 . Por ello, hay que<br />

cuidar que esto no se convierta estrictamente en una<br />

situación culpabilizadora de los usuarios de transporte<br />

privado.<br />

Desde el punto de vista de la investigación científica,<br />

hay mucho interés en el abordaje común de los diferentes<br />

riesgos relacionados con la movilidad. <strong>El</strong> ruido,<br />

la contaminación atmosférica y el sedentarismo están<br />

relacionados con efectos en el sistema cardiovascular 60 .<br />

<strong>El</strong> ruido y la obesidad comparten mecanismos neuroendocrinos<br />

homeostáticos. Además, es de gran importancia<br />

la investigación orientada a la evaluación del<br />

impacto en salud de los riesgos ligados al transporte<br />

y la movilidad, así como la evaluación de intervenciones.<br />

<strong>El</strong> proyecto PEP (Transport, Health and Environment<br />

Pan-European Programme) 2 lleva a cabo diferentes<br />

investigaciones centradas en los efectos sobre los niños.<br />

También es necesario invertir en más y mejor investigación<br />

que muestre cuáles son las mejores estrategias<br />

para poner en marcha medidas que sean efectivas en<br />

el aumento de los desplazamientos a pie o en bicicleta.<br />

Los primeros resultados indican que dichas medidas<br />

serían: la mejora de las infraestructuras seguras y<br />

segmentadas, asegurar zonas interconectadas de tráfico<br />

tranquilo, un diseño urbanístico orientado a las personas<br />

y no a los coches, la incentivación de la no utilización<br />

del coche, proporcionar información y educación<br />

sobre seguridad y transporte, así como regular el tráfico<br />

mediante la legislación y hacerla cumplir 61 . Por último,<br />

un aspecto novedoso que se debe abordar es el<br />

uso actual de biocombustibles (biodiésel y bioetanol,<br />

fundamentalmente), sobre todo por su potencial impacto<br />

en los niveles de contaminación atmosférica y en el cambio<br />

climático. En un reciente informe se valora que se<br />

produciría una reducción del 12% en la emisión de gases<br />

de efecto invernadero mediante la introducción del bioetanol<br />

como sustituto de la gasolina y del 41% con el<br />

biodiésel (sustituto del gasoil) 62 . Además, se ha especulado<br />

sobre los posibles beneficios de su uso relacionados<br />

con una disminución de contaminantes atmosféricos.<br />

De todas maneras, a pesar de producir una<br />

menor emisión de contaminantes, todavía desconocemos<br />

las consecuencias de su introducción sobre la salud<br />

humana, ya que todavía son escasos los estudios que<br />

analizan los posibles efectos tóxicos de estos nuevos<br />

combustibles 63 .<br />

Por otra parte, diferentes instituciones internacionales<br />

como la Unión Europea, la OCDE o la OMS, están produciendo<br />

muchos y variados informes sobre el impacto<br />

negativo del transporte privado sobre diferentes ámbitos<br />

de la salud, la economía, el medioambiente, etc.,<br />

y abogan por el cambio en las políticas de transporte.<br />

Estos informes contienen recomendaciones de intervención,<br />

pero sólo algunos países europeos están iniciando<br />

actuaciones en esta dirección. En Inglaterra, la<br />

estrategia nacional de seguridad vial, publicada a principios<br />

del año 2000, ya incluía como propuestas de intervención<br />

la necesidad de reducir el tráfico rodado privado<br />

y la inclusión de los peatones y los ciclistas como<br />

prioridad y, por tanto, la construcción de infraestructuras<br />

más seguras, así como la necesidad de que los niños<br />

vayan al colegio andando o en bicicleta y la creación<br />

de caminos seguros para ello. Además, Inglaterra y<br />

Gales, desde el año 2004, llevan a cabo una estrategia<br />

nacional para aumentar los desplazamientos a pie<br />

y en bicicleta, en la que se potencia la creación de espacios<br />

conectados y seguros en las ciudades y entre<br />

las ciudades con indicadores de evaluación. Estas estrategias<br />

nacionales apoyan en cualquier caso algunas<br />

acciones concretas que se han realizado en ciudades<br />

como York o Leeds, cerrando espacio al tráfico privado,<br />

proveyendo rutas más seguras para ir andando o<br />

en bicicleta y potenciándolo específicamente para que<br />

los niños y adolescentes vayan así al colegio.<br />

En España, según los datos de que disponemos,<br />

no hay un plan de movilidad ni de apoyo al desarrollo<br />

de caminos seguros y conectados para ir andando o<br />

en bicicleta. Hay un plan de seguridad vial urbana muy<br />

reciente que sí cita la necesidad de segmentar carriles<br />

y otras medidas para reducir las lesiones por tráfico<br />

64 . Algunas comunidades autónomas, especialmente<br />

Cataluña, han producido mucha información que está<br />

disponible en internet, en la que se presentan propuestas<br />

generales y locales, en algunos casos para situaciones<br />

especiales, como la semana sostenible, pero en otros<br />

casos también a largo plazo. Es todo bastante reciente<br />

y no conocemos tampoco ninguna evaluación de estos<br />

planes. En el ámbito municipal y local, se han realizado<br />

experiencias en muchas ciudades españolas, como<br />

Barcelona, Zaragoza, Sevilla, Vitoria, Girona, San Fernando<br />

y Albacete, por poner algunos ejemplos. En algunas<br />

se han firmado pactos por la movilidad con participación<br />

de asociaciones ciudadanas y el compromiso<br />

escrito de que se tomen decisiones que tiendan a me-<br />

61<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):53-64


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

jorarla, auque de momento no hemos identificado evaluaciones.<br />

En el Departamento de Salud 11 de la Comunidad<br />

Valenciana, se formó en 1999 un grupo intersectorial<br />

con los responsables de salud, educación<br />

y la policía local que empezó a trabajar en producir información<br />

sobre la gravedad de las lesiones por accidentes<br />

de tráfico y hacer intervenciones para su reducción<br />

65 . Se pensó en una estrategia a la que se llamó<br />

«segura saludable y sostenible», y durante el último año<br />

se ha desarrollado un programa de para trabajar con<br />

los colegios y buscar rutas seguras para ir andando y/o<br />

en bicicleta. Por otra parte, muchas asociaciones de ciclistas<br />

y ecologistas están siendo muy activas en la reivindicación<br />

de espacios seguros para una movilidad más<br />

sostenible, segura y saludable, conectadas además con<br />

las federaciones europeas que ejercen un papel de abogacía<br />

muy importante en la Unión Europea para influir<br />

en las políticas de transporte.<br />

Conclusiones y recomendaciones<br />

<strong>El</strong> movimiento es consustancial a los seres humanos.<br />

En los últimos años el uso de vehículos a motor<br />

se ha hecho predominante en el mundo. Junto con los<br />

beneficios asociados a una mayor capacidad de transporte,<br />

su uso comporta riesgos para la salud y el medio<br />

ambiente muy importantes, tanto por las emisiones de<br />

contaminantes como por la interferencia en la vida cotidiana.<br />

En Europa la mayoría de la población está expuesta<br />

diariamente a una mezcla de contaminantes atmosféricos<br />

y ruido. Además, dos tercios de la población<br />

tienen hábitos de vida sedentarios.<br />

Se deberían incluir los análisis y los procedimientos<br />

de evaluación del impacto sobre la salud en las decisiones<br />

políticas sobre transporte, medio ambiente y<br />

urbanismo. Hay una necesidad clara de integrar las políticas<br />

de transporte, medio ambiente y salud que debería<br />

tener como objetivos la reducción de la necesidad<br />

del uso del coche privado por parte de la población,<br />

la promoción del desplazamiento andando y en bicicleta,<br />

la reducción de las emisiones contaminantes de<br />

los vehículos a motor, el aumento de la seguridad vial,<br />

así como un transporte público que sea más rápido,<br />

seguro, barato y menos contaminante que el transporte<br />

privado.<br />

Agradecimientos<br />

A María Seguí y a José Maria Tenías, por sus informadas<br />

y útiles recomendaciones, que quizás no hayamos sabido<br />

satisfacer. A Beatriz González y a Ildefonso Hernández por<br />

su confianza e infinita paciencia.<br />

Las opiniones expresadas en este trabajo corresponden<br />

a sus autores, y no representan, necesariamente, las de las<br />

instituciones en las que trabajan.<br />

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64


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

Amenazas para la salud y crisis sanitarias. Aproximación<br />

a la alerta y respuesta<br />

Fernando Simón Soria a,b / Francisco Javier Guillén Enríquez c<br />

a<br />

Centro Nacional de Epidemiología, Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España; b CIBER en Epidemiología y Salud Pública<br />

(CIBERESP), España; c Servicio de Vigilancia Epidemiológica y Evaluación, Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, Sevilla,<br />

España.<br />

(Health threats and health system crises. An approach to<br />

early warning and response)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> mundo está cambiando más deprisa que nunca. Emergen<br />

enfermedades cada año, antiguas enfermedades reemergen<br />

como amenazas potenciales desastres naturales o<br />

generados por el hombre afectan crecientemente a la salud.<br />

<strong>El</strong> Reglamento Sanitario Internacional (2005) plasma la adaptación<br />

de la respuesta sanitaria a esta situación. La vigilancia<br />

de enfermedades específicas y las respuestas predeterminadas<br />

cambian por la vigilancia de eventos de salud pública<br />

de interés internacional y medidas de control adaptadas a cada<br />

situación. Los eventos de interés se determinan por su gravedad,<br />

previsibilidad, potencial de diseminación e impacto en<br />

el movimiento de personas y mercancías.<br />

<strong>El</strong> desarrollo del sistema europeo de alerta y respuesta precoz<br />

desde 1998 y la creación del ECDC en 2005 muestran el compromiso<br />

político en la Unión Europea con la detección precoz,<br />

evaluación y respuesta ante amenazas para la salud pública. Sin<br />

embargo, para una evaluación de riesgos y una respuesta oportunas<br />

a escala nacional se debe iniciar el proceso de informatización<br />

y accesibilidad a los datos, la automatización de la notificación,<br />

el análisis y la distribución de información, la combinación<br />

de información de diferentes fuentes y la adecuación de servicios<br />

de salud pública. En España, las comunidades autónomas<br />

han iniciado el proceso, pero la interoperabilidad entre los sistemas<br />

desarrollados y la elaboración de guías de actuación y coordinación<br />

debería impulsarse desde el Consejo Interterritorial<br />

y coordinarse desde el Ministerio de Sanidad y Consumo.<br />

Los sistemas de alerta y respuesta eficaces ante amenazas<br />

para la salud, mejorando la oportunidad de las acciones<br />

y reduciendo la incertidumbre de la información, minimizarían<br />

el riesgo de crisis sanitarias.<br />

Las amenazas sanitarias tienen un perfil inespecífico. Su detección<br />

requiere un acceso a información multidisciplinario y una<br />

correcta evaluación de riesgo. <strong>El</strong> apoyo al desarrollo metodológico<br />

y la investigación en salud pública son fundamentales para<br />

mejorar la respuesta ante amenazas sanitarias.<br />

Palabras clave: Alerta sanitaria. Crisis sanitaria. Vigilancia.<br />

España.<br />

Abstract<br />

The world is changing more and faster than ever before. New<br />

diseases are coming to light each year, controlled diseases<br />

are reemerging as potential threats, and natural or man-made<br />

disasters are increasingly affecting human health.<br />

The “International Health Regulations (2005)” reflect the changes<br />

in the response of public health to this new situation. Surveillance<br />

of specific diseases and predefined control measures<br />

have been replaced by surveillance of public health events of<br />

international concern and control measures adapted to each<br />

situation. The public health events of international interest are<br />

characterized by their seriousness, predictability, the risk of international<br />

spread and potential for travel or trade restrictions.<br />

The development of the European Early Warning and Response<br />

System in 1998 and the creation of the European Center<br />

for Disease Prevention and Control in 2005 demonstrate<br />

political commitment in Europe, with early detection of and response<br />

to public health threats. However, timely risk evaluation<br />

and response at a national level requires improved data<br />

digitalization and accessibility, automatic notification processes,<br />

data analysis and dissemination of information, the combination<br />

of information from multiple sources and adaptation<br />

of public health services. The autonomous regions in Spain<br />

are initiating this adaptation process, but interoperability between<br />

systems and the development of guidelines for a coordinated<br />

response should be steered by the National Interregional<br />

Health Council and coordinated by the Ministry of Health.<br />

Efficient early warning systems of health threats that allow<br />

for a timely response and reduce uncertainty about information<br />

would help to minimize the risk of public health crises.<br />

The profile of public health threats is nonspecific. Early detection<br />

of threats requires access to information from multiple<br />

sources and efficient risk assessment. Key factors for improving<br />

the response to public health threats are the<br />

development of surveillance methods and operational research<br />

in public health.<br />

Key words: Public health alert. Public health crisis. Surveillance.<br />

Spain.<br />

Correspondencia: Fernando Simón Soria.<br />

Centro Nacional de Epidemiología. Instituto de Salud Carlos III.<br />

Correo electrónico: fsimon@isciii.es<br />

65 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):65-70


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

Ideas clave<br />

• Qué riesgos de salud pública priorizan las agencias<br />

nacionales e internacionales<br />

Las agencias de salud pública tratan de identificar<br />

cualquier situación de riesgo que pueda tener un impacto<br />

en la salud pública, huyendo de listados cerrados<br />

de riesgos específicos.<br />

• En qué línea están evolucionando los sistemas de alerta<br />

y respuesta<br />

La informatización de los datos, la automatización de<br />

la notificación, el análisis de datos, y la distribución<br />

y combinación de información procedente de múltiples<br />

fuentes son los puntos más importantes de desarrollo<br />

para permitir una evaluación de riesgo y una<br />

respuesta oportuna y eficiente.<br />

• Cómo se puede impulsar el desarrollo de sistemas<br />

de alerta eficientes en España<br />

La interoperabilidad de los sistemas desarrollados,<br />

o que deberían desarrollar las comunidades autónomas,<br />

así como el desarrollo de guías de respuesta<br />

coordinada, debería impulsarse por el Consejo Interterritorial<br />

de Salud y estar coordinados por el<br />

Ministerio de Sanidad y Consumo.<br />

Introducción<br />

Durante los últimos 40 años nuestro mundo ha<br />

cambiado más y más deprisa que nunca. Los<br />

riesgos y las amenazas para la salud humana<br />

también han cambiado, asociados a un importante<br />

crecimiento y envejecimiento de la población, la<br />

urbanización creciente y los movimientos poblacionales,<br />

el proceso de industrialización y la emisión de contaminantes,<br />

el comercio global, el procesamiento de alimentos,<br />

la «conquista total» del planeta y los medios<br />

de comunicación casi instantáneos.<br />

Nuevas enfermedades con un importante impacto<br />

sanitario y/o económico emergen casi cada año<br />

(VIH/sida, legionelosis, Ébola, virus Nipah, Marburg, variante<br />

de enfermedad de Creutzfeldt Jakob, síndrome<br />

respiratorio agudo grave, gripe aviar A/H5N1, Chikungunya,<br />

etc.). Antiguas enfermedades, casi controladas,<br />

reemergen como amenazas potenciales (epidemias de<br />

peste neumónica, rediseminación del polio-virus salvaje,<br />

tuberculosis extremadamente multirresistente, etc.). Incluso<br />

enfermedades supuestamente erradicadas ponen<br />

a la sociedad en una situación de riesgo impensable<br />

hace unos años (viruela) 1-8 .<br />

Los desastres naturales, ya sea por causa del cambio<br />

climático o por el asentamiento de la población en<br />

zonas de riesgo y los generados por el hombre (Bophal,<br />

Seveso, Chernobyl, síndrome del aceite tóxico, situaciones<br />

de riesgo sanitario asociadas a conflictos, etc.)<br />

afectan de forma creciente a la salud humana.<br />

La adaptación de la respuesta sanitaria a este proceso<br />

de cambio se plasmó, el 23 de mayo de 2005 en<br />

la 58 Asamblea Mundial de la Salud, con el reconocimiento<br />

de la necesidad de responder coordinadamente<br />

ante situaciones de riesgo que superasen el ámbito<br />

local y la adopción de la revisión del Reglamento Sanitario<br />

Internacional (2005) (RSI-2005). En este nuevo<br />

RSI el concepto de enfermedad igual a amenaza recogido<br />

en el anterior RSI de 1969 y la obligatoriedad<br />

de notificar a la Organización Mundial de la Salud de<br />

forma inmediata cada caso de cólera, fiebre amarilla,<br />

peste y viruela, queda superado y se obliga a notificar<br />

«[...]cualquier evento de salud pública de interés internacional».<br />

<strong>El</strong> fin de este cambio es «[...]dar una respuesta<br />

proporcionada y restringida a los riesgos para la salud<br />

pública, evitando al mismo tiempo las interferencias innecesarias<br />

con el tráfico y el comercio internacional» 9,10 .<br />

Este texto, legalmente vinculante para los países firmantes,<br />

que entró en vigor el 15 de junio de 2007, cambia<br />

los conceptos de control fronterizo por el de control<br />

de la fuente de riesgo, un listado cerrado de enfermedades<br />

por el concepto más amplio de «todas las amenazas»,<br />

medidas predeterminadas por respuestas<br />

adaptadas a cada situación. <strong>El</strong> RSI-2005 sigue la línea<br />

iniciada en la Unión Europea (UE) para los riesgos asociados<br />

a enfermedades infecciosas recogida en la Decisión<br />

de la Comisión 2000/57/EC y ya antes en la<br />

legislación española con el Real Decreto 2210/1995 11,12 .<br />

La entrada en vigor del RSI-2005 implica un importante<br />

cambio de mentalidad para los trabajadores<br />

sanitarios en el ámbito internacional, que debe reflejarse<br />

en el ámbito local, además de la necesidad de<br />

adaptar los servicios y los recursos. La notificación administrativa<br />

de casos de una lista limitada de enfermedades<br />

pierde interés frente a un análisis sistemático<br />

de cualquier situación que afecte o pueda afectar a<br />

la salud pública de acuerdo a criterios de gravedad, previsibilidad,<br />

potencial de diseminación e impacto potencial<br />

en el movimiento de personas y mercancías. <strong>El</strong> objetivo<br />

final es potenciar el diálogo interinstitucional para<br />

mejorar la calidad y la oportunidad de la evaluación de<br />

riesgos y, en caso necesario, la implementación y la evaluación<br />

de las medidas de control 13 .<br />

<strong>El</strong> criterio de los profesionales de la salud pública<br />

cobra una importancia cada vez mayor en este contexto<br />

y el acceso oportuno a la información y su procesamiento<br />

son elementos fundamentales para responder<br />

al nuevo reto.<br />

<strong>El</strong> Sistema Europeo de Alerta y Respuesta Temprana<br />

(EWRS), que permite, desde 1998, la comunicación casi<br />

en tiempo real por medios electrónicos y seguros entre<br />

los Estados miembros y con la Comisión Europea ha<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):65-70<br />

66


Simón Soria F et al. Amenazas para la salud y crisis sanitarias. Aproximación a la alerta y respuesta<br />

permitido compartir información validada sobre las amenazas<br />

sanitarias entre los institutos de salud pública nacionales<br />

y las autoridades sanitarias 14 .<br />

<strong>El</strong> EWRS ha promovido la evaluación de riesgos para<br />

la salud en el contexto europeo y ha facilitado una respuesta<br />

coordinada entre los Estados miembros ante<br />

amenazas sanitarias de ámbito europeo e internacional.<br />

Solamente en el año 2006, en el EWRS se abrieron<br />

137 nuevas alertas de interés internacional que incluyeron,<br />

entre otras, la detección de casos humanos<br />

de gripe A/H5N1 en Turquía y otros países vecinos de<br />

la UE, la epidemia de infección por el virus de Chickungunya<br />

en departamentos franceses de ultramar y<br />

el riesgo de su introducción en Europa (en 2007 el<br />

EWRS incluiría la alerta de transmisión autóctona<br />

de este virus en Italia) riesgos de infección durante<br />

vuelos internacionales (fiebre de Lassa, tuberculosis,<br />

meningitis meningoccocica, etc.), efectos adversos<br />

asociados a lotes de vacunas distribuidas internacionalmente,<br />

epidemias de sarampión, múltiples toxiinfecciones<br />

alimentarias producidas por diversos patógenos<br />

y brotes de legionelosis asociados a complejos<br />

turísticos. <strong>El</strong> EWRS ha sido inspiración para el desarrollo<br />

de sistemas nacionales de alerta con similar filosofía,<br />

que utilizan herramientas de comunicación de<br />

mayor o menor sofisticación 15 .<br />

La creación en el año 2005 del Centro Europeo de<br />

Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) muestra<br />

el compromiso político con una respuesta eficaz y<br />

oportuna ante amenazas para la salud pública en el seno<br />

de la UE 16 . Construido originalmente en torno a tres unidades<br />

técnicas –Unidad de vigilancia, Unidad de Preparación<br />

y Respuesta y Unidad de Consejo Científico–,<br />

a las que se ha añadido en el año 2007 la Unidad de<br />

Comunicación Sanitaria, el ECDC tiene un papel primordial<br />

en la detección, evaluación y comunicación de<br />

alertas en el ámbito europeo 16,17 .<br />

Sin embargo, la eficiencia y el valor añadido de los<br />

sistemas de alerta que implican como paso previo la<br />

evaluación de riesgos, dependen del desarrollo paralelo<br />

de sistemas de información que permitan la detección<br />

precoz y el seguimiento de riesgos para la salud,<br />

reales o potenciales, y de «señales» de interés de posibles<br />

problemas sanitarios.<br />

Por esta razón, durante los últimos años ha habido<br />

un interés creciente por el desarrollo de sistemas de seguimiento,<br />

en tiempo real, de «señales» de importancia<br />

para la salud pública provenientes de múltiples fuentes.<br />

Estos sistemas conforman la base actual de lo que<br />

se denomina «inteligencia epidémica», y complementan<br />

los sistemas tradicionales de vigilancia de riesgos<br />

y enfermedades conocidas, con sistemas que tratan de<br />

detectar amenazas sanitarias desconocidas, emergentes<br />

o reemergentes 18 . Además, la automatización de<br />

procesos de notificación y análisis de datos de vigilancia,<br />

junto con el desarrollo de métodos estadísticos para<br />

el análisis temporal y espacial de series de datos, se<br />

está aplicando en salud pública para mejorar la oportunidad<br />

en la detección de variaciones significativas sobre<br />

lo esperado (o aberraciones) en la distribución de las<br />

enfermedades bajo vigilancia susceptibles de investigación.<br />

Sin embargo, todos estos métodos y sistemas<br />

de vigilancia, algunos novedosos y otros como mejoras<br />

sobre los ya existentes, todavía están en fase de<br />

desarrollo, aunque algunos de ellos ya han mostrado<br />

un potencial importante 15,19-22 .<br />

La adaptación a la respuesta precoz en España<br />

En España, así como en el ámbito internacional, los<br />

servicios de salud pública y de vigilancia epidemiológica<br />

han iniciado el proceso de adaptación a un<br />

mundo en el que cada vez es más importante la detección<br />

precoz de riesgos potenciales, incluso antes de<br />

que hayan afectado a la salud de las personas, siempre<br />

sin reducir la atención sobre la evolución de las enfermedades<br />

de importancia para la salud pública que<br />

afectan a la población.<br />

Algunas comunidades autónomas han desarrollado<br />

sistemas de detección de alertas y respuesta sanitaria<br />

e informatización de la información sobre morbilidad<br />

y mortalidad, que en un futuro permitirá la<br />

automatización de la notificación y del análisis de datos<br />

de vigilancia. La integración de información procedente<br />

de diversas fuentes, no siempre sanitarias, empieza<br />

a reconocerse como básica en la vigilancia en salud<br />

pública, como, por ejemplo, la información sobre predicción<br />

de temperaturas, procedente del Instituto Nacional<br />

de Meteorología, o los datos de concentración<br />

y diseminación de alérgenos y contaminantes atmosféricos,<br />

procedentes del Ministerio y las Consejerías de<br />

Medio Ambiente. <strong>El</strong>lo permite predecir situaciones de<br />

riesgo y mejorar la preparación de los servicios sanitarios<br />

para dar una respuesta rápida a los problemas<br />

de salud asociados a estos factores.<br />

En el ámbito nacional, el Centro Nacional de Epidemiología<br />

del Instituto de Salud Carlos III (CNE-ISCIII),<br />

en su papel de coordinador de la Red Nacional de Vigilancia<br />

Epidemiológica (RNVE), es el nodo de comunicación<br />

entre las comunidades autónomas y con los<br />

institutos técnicos de los Estados miembros de la UE<br />

en la respuesta ante riesgos para la salud de ámbito<br />

supracomunitario e internacional. <strong>El</strong> CNE-ISCIII participa<br />

en el desarrollo de herramientas de detección de<br />

señales de alerta de interés, tanto internacional –como<br />

el sistema de la UE para la detección de riesgos para<br />

la salud a través de noticias de prensa, Medical Information<br />

System (MedISys), que tiene una parte de acceso<br />

público (http://medusa.jrc.it) – como nacional, como<br />

el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria,<br />

67<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):65-70


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

capaz de detectar excesos y variaciones en la tendencia<br />

de la mortalidad con retrasos no superiores a las 48 h,<br />

desarrollado a partir de la ola de calor sufrida en el verano<br />

de 2003 23 .<br />

<strong>El</strong> Ministerio de Sanidad y Consumo (MSC) estableció<br />

en el año 2004 el Sistema de Coordinación de Alertas<br />

y Emergencias de Sanidad y Consumo, con el que pretendía,<br />

entre otras cosas, centralizar, a través de un centro<br />

coordinador, la información procedente de múltiples<br />

fuentes y sistemas de información. <strong>El</strong> objetivo de esta<br />

iniciativa era «coordinar las intervenciones del MSC<br />

ante... amenazas reales o potenciales para la salud con<br />

repercusión nacional o en caso de crisis informativas relacionadas<br />

con la salud...» 24 . Este centro es en la actualidad<br />

el punto focal en España para responder a las<br />

exigencias del RSI-2005. Sin embargo, dada la estructura<br />

administrativa española, el desarrollo de estructuras<br />

centrales como ésta requiere una estrecha coordinación<br />

con los servicios que aseguran la detección y la<br />

comunicación las 24 h en las comunidades autónomas<br />

(y su desarrollo en las que carezcan de él). En el marco<br />

del RSI-2005, este proceso debería fomentarse desde<br />

el MSC para garantizar su eficiencia.<br />

De la amenaza para la salud pública a la crisis<br />

sanitaria<br />

Una amenaza para la salud pública es cualquier situación,<br />

riesgo o agente cuya presencia puede, potencialmente,<br />

dañar rápida, directa o indirectamente a<br />

la población expuesta, que por la magnitud de su impacto<br />

puede llegar a producir una crisis.<br />

Una crisis de salud pública sería la situación que<br />

se produce cuando la urgencia en la toma de decisiones<br />

y la incertidumbre que suceden tras la aparición<br />

de una amenaza sanitaria superan la capacidad normal<br />

de respuesta de los responsables sanitarios llegando<br />

a minar su autoridad.<br />

Las situaciones de crisis sanitaria se han producido<br />

siempre; sin embargo, en la actualidad la mayor sensibilidad<br />

de la población ante los riesgos para la salud no<br />

voluntariamente aceptados, asociada al control ejercido<br />

sobre las enfermedades infecciosas, el alto nivel de<br />

salud alcanzado en nuestro país y la inmediatez de la<br />

información, favorecen la transformación de amenazas<br />

sanitarias de salud pública en crisis sanitarias. Paradójicamente,<br />

la gravedad potencial de un riesgo o amenaza<br />

sanitaria y la percepción cultural de la gravedad<br />

de éstos no siempre van de la mano, y la percepción<br />

cultural del riesgo es el factor que más influye para la<br />

transformación de una amenaza en una crisis sanitaria.<br />

La sensación de seguridad sanitaria es un concepto<br />

relativo que depende de la aceptabilidad de los riesgos<br />

asociados a una situación o actividad. La aceptabilidad<br />

de estos riesgos está en función de la percepción<br />

individual, la percepción social, el contexto cultural,<br />

la comunicación del riesgo realizada, los beneficios<br />

asociados a la exposición a un riesgo y los costes, tanto<br />

de la prevención como de la respuesta.<br />

Al margen de las características inherentes a cada<br />

riesgo o amenaza, entre los factores que incrementan<br />

la percepción social de riesgo y, por tanto, favorecen<br />

las situaciones de crisis, destacan los siguientes: la detección<br />

tardía de la amenaza y el retraso en la implementación<br />

de medidas de control, la excesiva atención<br />

mediática y la incertidumbre de la información o la falta<br />

de confianza en las fuentes.<br />

Sin olvidar que los profesionales de la salud pública<br />

deben ser capaces de comunicar correctamente los<br />

resultados de su trabajo, desde el punto de vista técnico,<br />

el factor principal en el que debemos trabajar para<br />

reducir el riesgo de una crisis sanitaria es minimizar el<br />

tiempo entre la aparición de los riesgos o los problemas<br />

sanitarios, la detección y la notificación de éstos,<br />

y la respuesta inicial. Sin embargo, aunque los medios<br />

técnicos y tecnológicos necesarios estén disponibles,<br />

conseguirlo implica un importante compromiso político,<br />

una inversión inicial de cierta importancia y, quizá<br />

lo más complicado, un cambio en la implicación de los<br />

profesionales sanitarios en la vigilancia.<br />

En este proceso, además de la motivación y la formación<br />

de los profesionales, se deben desarrollar al<br />

menos 5 áreas: informatización de la información sanitaria,<br />

accesibilidad a las bases de datos, automatización<br />

del análisis, combinación de fuentes de información<br />

y adecuación de servicios de salud pública para<br />

garantizar una respuesta oportuna.<br />

En Estados Unidos, la Red de Información de Salud<br />

Pública (PHIN), coordinada por los Centros para el Control<br />

y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos<br />

(CDC-US), estableció en 2005 los requisitos funcionales<br />

que debían tener los sistemas de información de<br />

los diferentes centros integrados en esta red para garantizar<br />

su interoperabilidad 25 , al objeto de minimizar el<br />

tiempo entre la aparición de los riesgos o problemas<br />

sanitarios y la detección y notificación de éstos. Conseguir<br />

esto es clave para mejorar la oportunidad y la<br />

eficacia de la evaluación de riesgos y la respuesta.<br />

Dada la estructura administrativa española, con<br />

17 comunidades autónomas, 2 ciudades autónomas y<br />

la transferencia de las competencias de Salud Pública<br />

y asistencia sanitaria, parece necesario y sensato garantizar<br />

la interoperabilidad de los sistemas de información<br />

sanitaria de las diferentes administraciones y<br />

de avanzar en la elaboración de guías de actuación<br />

y coordinación de recursos en caso de necesidad de<br />

respuesta. Conseguirlo sería la base para plantear en<br />

un futuro, quizás no muy lejano, la automatización de<br />

la detección, la notificación, el análisis y la alerta sanitaria<br />

a todos los niveles de la Administración, dándole<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):65-70<br />

68


Simón Soria F et al. Amenazas para la salud y crisis sanitarias. Aproximación a la alerta y respuesta<br />

al sistema una oportunidad en la respuesta cercana al<br />

«tiempo real». La experiencia y la capacidad técnica<br />

de las comunidades autónomas que ya han empezado<br />

a trabajar en esta área puede ser fundamental para<br />

facilitar su desarrollo en otras comunidades y en la administración<br />

central, proceso que podría ser impulsado<br />

y coordinado por el MSC en el seno del Consejo Interterritorial<br />

y desarrollado a través de la RNVE.<br />

Es necesario el establecimiento en cada comunidad<br />

autónoma de sistemas de alerta y respuesta, con un<br />

funcionamiento continuado (también fuera del horario<br />

laboral), con personas localizadas, con acceso rápido<br />

al resto de recursos sanitarios y a bases de datos a través<br />

de teléfono e internet (portátiles), y con actuación<br />

coordinada de las redes de vigilancia y asistenciales.<br />

Éste es un proceso lento que produce sus frutos tras<br />

varios años, imprescindible en la actualidad. Muchas<br />

de las crisis sanitarias, por ejemplo las de origen alimentario<br />

y por productos sanitarios que obliguen a inmovilizaciones<br />

de mercancías y bienes, o las que requieren<br />

la localización de personas expuestas a casos<br />

de enfermedades emergentes, necesitan una respuesta<br />

multifocal, integrada y continuada de varias redes,<br />

con la participación tanto de unidades de urgencias y<br />

emergencias como del resto de unidades del sistema<br />

asistencial, no sólo de salud pública (atención a grupos<br />

de riesgo). Aparte del desarrollo de la normativa<br />

necesaria, sería básico el impulso claro del Consejo Interterritorial<br />

y de las Consejerías de Salud.<br />

Además de los sistemas de alerta, la respuesta ante<br />

las crisis sanitarias mejora si se realiza un análisis de<br />

amenazas existentes, catálogos de riesgos, simulaciones,<br />

preparación de gabinetes de crisis y asignación<br />

de competencias y, en especial, la evaluación de las<br />

respuestas ya realizadas ante crisis, para los ajustes<br />

y la mejora continuada 26 .<br />

Conclusiones<br />

Las amenazas para la salud humana han cambiado<br />

su perfil hasta el punto que en la actualidad los especialistas<br />

van más allá de las listas cerradas de enfermedades,<br />

patógenos y riesgos específicos, y empiezan<br />

a explorar «señales» más inespecíficas. La<br />

detección, el acceso y la evaluación conjunta de información<br />

procedente de fuentes múltiples permite una<br />

correcta evaluación de los riesgos, pese a la falta de<br />

especificidad de las señales detectadas, como demuestra<br />

el desarrollo de la «inteligencia epidémica»<br />

en los últimos años en un contexto global 18 . A pesar<br />

de todo, la aplicación de la «inteligencia epidémica»<br />

en un contexto local puede resultar más complicada.<br />

La accesibilidad de forma oportuna a la información<br />

procedente de diversas fuentes requiere una buena<br />

coordinación entre instituciones, en muchas ocasiones<br />

dependientes de diversas administraciones con<br />

objetivos diferentes.<br />

La utilidad de la información sanitaria en la respuesta<br />

ante amenazas para la salud depende de la oportunidad<br />

en la detección, la notificación y el análisis de la<br />

información y la comunicación de las alertas detectadas.<br />

Pese a la mejora de los sistemas de vigilancia, tanto<br />

en el ámbito nacional como internacional, el rápido desarrollo<br />

tecnológico permitiría reducir el tiempo entre<br />

la aparición del problema para la salud, la detección y<br />

la respuesta; sin embargo, es fundamental promover<br />

la informatización de la información sanitaria y la interoperabilidad<br />

de los sistemas de información de las diferentes<br />

administraciones.<br />

Las crisis sanitarias, ya sean reales o mediáticas han<br />

existido y existirán siempre; sin embargo, la transparencia<br />

y la calidad en la información, un trabajo sistemático<br />

con los medios de comunicación para facilitar<br />

una aproximación más responsable a los problemas de<br />

salud y el desarrollo de los sistemas de información y<br />

de alerta sanitaria con el objetivo básico de mejorar la<br />

oportunidad en la detección y la respuesta ante problemas<br />

de salud, minimizarían el impacto negativo de<br />

las crisis sanitarias, facilitando así el trabajo de los profesionales<br />

sanitarios y mejorando la calidad de las intervenciones.<br />

La existencia de sistemas de alerta y respuesta en<br />

las diferentes comunidades autónomas, con posibilidad<br />

real de interoperatividad, un funcionamiento continuado<br />

y una actuación integrada de redes de vigilancia, con<br />

recursos y formación suficientes y acceso rápido al resto<br />

del sistema sanitario y a la información y bases de datos<br />

necesarias, parece la mejor aproximación a una buena<br />

respuesta ante las posibles crisis, junto con la evaluación<br />

de las respuestas ya realizadas y la propuesta de<br />

mejoras.<br />

<strong>El</strong> desarrollo social exige de un avance constante<br />

de los servicios sanitarios, incluidos los de salud pública.<br />

Las instituciones deben apoyar la investigación<br />

en métodos diagnósticos más eficaces y rápidos, en métodos<br />

de modelización de la diseminación de enfermedades,<br />

en la aplicación de la tecnología a la detección<br />

y la comunicación de información sanitaria, y la<br />

evaluación previa de la eficacia, la eficiencia y el costebeneficio<br />

de los diferentes métodos propuestos, al igual<br />

que se apoya la investigación clínica, si pretendemos<br />

una salud pública de calidad.<br />

Es conocida la frase que dice que las enfermedades<br />

transmisibles no conocen fronteras. En la actualidad,<br />

además, son capaces de viajar más lejos y más<br />

rápido. Una actuación local que incluya una comunicación<br />

oportuna y transparente a todos los niveles, valorando<br />

el riesgo potencial de diseminación global de las<br />

amenazas para la salud pública, podría ser nuestra mejor<br />

herramienta para enfrentarnos a las crisis sanitarias.<br />

69<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):65-70


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

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de 27 de febrero. BOE 05-03-2004, n.º 56.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):65-70<br />

70


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

La salud de las ciudades y sus ciudadanos<br />

(urbanismo y salud pública municipal)<br />

María Dolores Gerez Valls a / Isabela Velázquez Valoria b<br />

a<br />

Centro Municipal de Salud, Ayuntamiento de San Fernando de Henares, Madrid, España; b Red GEA-21.<br />

(The health of cities and their citizens ([urban development<br />

and municipal public health])<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> planteamiento de mejora continua de la salud de la ciudadanía,<br />

según los conceptos definidos en los últimos informes<br />

por la Organización Mundial de la Salud, implica un fuerte<br />

compromiso de las administraciones locales en temas que<br />

se refieren no sólo a aspectos de gestión sanitaria, sino a un<br />

cambio en otras políticas relacionadas con la salud, entre ellas,<br />

las políticas de urbanismo y planificación urbana. Hasta el momento,<br />

el urbanismo no ha estado muy abierto a incorporar<br />

los criterios definidos por estrategias de salud a su campo de<br />

conocimiento, pero hay que reconocer que también ha faltado<br />

investigación en salud pública, que concrete las evidencias<br />

del impacto del entorno en la salud de los ciudadanos y<br />

permita definir criterios aplicables a la planificación espacial.<br />

Este texto refleja algunas experiencias realizadas en nuestro<br />

entorno de procesos de acercamiento de estos dos enfoques<br />

de la salud: desde las políticas urbanas y ambientales,<br />

a través de informes basados en indicadores y series de buenas<br />

prácticas, y desde la acción integrada municipal, en el ejemplo<br />

del trabajo de San Fernando de Henares a través del Proyecto<br />

de Ciudades Saludables.<br />

Palabras clave: Urbanismo. Plan Municipal de Salud. Evaluación<br />

de Impacto en Salud (EIS). Ciudades saludables. Gestión<br />

municipal de la salud. Gestión local de la salud. Indicadores<br />

de salud en ciudades. Planificación urbana saludable.<br />

Participación comunitaria.<br />

Abstract<br />

The policy of continued improvement in citizens’ health, further<br />

to the definitions provided in the latest World Health Organization<br />

reports, entails a huge undertaking on the part of<br />

local administrations in issues that not only affect health management<br />

but also involve a change in other health-related<br />

policies, such as urban development and planning. Until now,<br />

urban development has been reluctant to incorporate the criteria<br />

defined by health strategies into its field of knowledge.<br />

However, there is a lack of research in public health, which<br />

could specify the clear effects of the environmental on citizens’<br />

health and enable criteria applicable to spatial planning to be<br />

defined.<br />

The present article reflects on certain experiences acquired<br />

in our environment of processes that bring together these<br />

two views of health, ranging from urban and environmental<br />

policies in indicator-based reports to a series of good practice.<br />

The integrated municipal action of San Fernando de<br />

Henares in the Healthy Cities project has also been significant.<br />

Key words: Urban development. Municipal health plan. Health<br />

impact assessment. Healthy cities. Municipal health management.<br />

Local health management. Indicators of city health.<br />

Healthy urban planning. Community participation.<br />

«Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo»<br />

Albert Einstein<br />

«Dadme una palanca y moveré el mundo»<br />

Arquímedes<br />

Ideas clave<br />

Correspondencia: María Dolores Gerez Valls.<br />

Correo electrónico: directora.sanidad@ayto-sanfernando.com<br />

• <strong>El</strong> modelo de ciudad es determinante en la posibilidad<br />

de desarrollar un modo de vida saludable. La integración<br />

de la salud como objetivo es ineludible en<br />

el futuro urbanismo, que también debe incluir las perspectivas<br />

de género y generación, y el enfoque de interculturalidad.<br />

• Es necesario fomentar la investigación que relacione<br />

las características del entorno habitado y sus efectos<br />

en la salud de quienes lo habitan.<br />

• Los ayuntamientos tienen competencias en materia de<br />

salud, urbanismo, medio ambiente, consumo, servicios<br />

sociales, cultura, etc.; por tanto, tienen una capacidad<br />

enorme de incidir en la salud de su población.<br />

• Es imprescindible que los políticos incorporen como<br />

prioridad en su agenda la salud y el medio ambiente.<br />

71 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

• Los instrumentos novedosos de participación comunitaria<br />

que involucran al tejido social, dando un papel<br />

creciente al desarrollo de iniciativas de la sociedad<br />

civil, hacen del municipio un excelente escenario para<br />

desarrollar políticas públicas saludables.<br />

• San Fernando de Henares, dentro del Proyecto de<br />

Ciudades Saludables, trata de definir y probar herramientas<br />

efectivas, como los Planes Municipales de<br />

Salud, que integran una metodología de planificación<br />

participativa, y persiguen objetivos de salud en el ámbito<br />

local, incidiendo sobre todo en otras políticas sectoriales,<br />

entre las que se encuentran el planeamiento<br />

urbanístico y las políticas urbanas.<br />

Introducción<br />

La importancia del entorno físico y social (el entorno<br />

urbano) en el bienestar y la salud es enorme,<br />

no sólo como factor que influye directamente en el<br />

estado de salud, sino como elemento de oportunidad<br />

para desarrollar hábitos o estilos de vida saludables.<br />

En ese sentido, el modelo de ciudad o el urbanismo real<br />

que cada municipio lleva a cabo es determinante en la<br />

posibilidad de desarrollar un modo de vida saludable.<br />

Hasta el momento, la salud no está incluida como vector<br />

importante entre los temas que el urbanismo considera<br />

a la hora de diseñar sus políticas urbanas o su modelo<br />

de ciudad. Lo fue en tiempos de supervivencia, cuando<br />

la pobreza y la falta de condiciones mínimas de habitabilidad<br />

fueron dos de las causas esgrimidas por los higienistas<br />

en el nacimiento de este campo de conocimiento.<br />

No es de extrañar que, a medida que el urbanismo deviene<br />

más complejo, tienda a simplificar sus métodos de<br />

incidencia en la realidad y obvie muchos temas por relevantes<br />

que éstos sean. Es muy reciente la incorporación<br />

de criterios ambientales a los planes urbanísticos, que aún<br />

se encuentran en proceso de reflexión y búsqueda de protocolos<br />

que garanticen procesos simples y eficaces.<br />

La integración de la salud como objetivo debería ser<br />

un elemento ineludible del urbanismo del futuro, que se<br />

está redefiniendo en estos momentos, y que también<br />

debe incluir otros temas olvidados, como las perspectivas<br />

de género y generación (incluidos los niños y los<br />

mayores como ciudadanos de pleno derecho), o el enfoque<br />

de interculturalidad, necesario en una sociedad<br />

globalizada. Las contadas experiencias que han implicado<br />

a los profesionales de la salud en la definición de<br />

las agendas políticas, en los planes urbanísticos o en<br />

los programas ciudadanos hacen patente la utilidad del<br />

diálogo con el profundo conocimiento social que proporciona<br />

este sector al análisis de la ciudad.<br />

Esta integración cambiaría las prioridades en la forma<br />

de hacer ciudad: se daría más importancia a la movilidad<br />

sostenible que a la fluidez del tráfico motorizado, se<br />

recuperaría el protagonismo de las personas frente al de<br />

los vehículos en el espacio público, se consideraría la<br />

red de espacios y equipamientos públicos como el elemento<br />

urbano por excelencia, y determinaría cómo se<br />

deben construir las viviendas y los espacios próximos;<br />

de modo que utilicen la menor energía y agua posible,<br />

con bienestar urbano, tanto dentro como fuera de los edificios;<br />

integraría temas como la seguridad comunitaria<br />

en el diseño y el control de todos los espacios; relacionaría<br />

la ciudad con su entorno verde, y reverdecería también<br />

el interior de la ciudad; se replantearía las tipologías<br />

de viviendas y de lugares de trabajo, de modo que<br />

se garanticen temas tan básicos como la ventilación cruzada,<br />

el soleamiento y el sombreamiento y la temperatura<br />

de bienestar ecoeficiente, o el derecho al silencio y<br />

la tranquilidad. Seguramente, también incorporaría<br />

temas más ambiciosos, relacionados con el bienestar psíquico<br />

y la salud mental, como el derecho a lugares de<br />

encuentro, a vistas que inviten al sosiego o al disfrute,<br />

o a la ausencia de contaminación lumínica.<br />

Todo ello pensando en evitar los impactos que afectan<br />

más directamente a las condiciones de salud de la<br />

mayoría de la población urbana en nuestro entorno: el<br />

ruido, la contaminación atmosférica, la accidentalidad,<br />

la generalización de las alergias y las afecciones relacionadas<br />

con la exposición a sustancias nocivas. O el<br />

otro grupo de efectos negativos, relacionados con los<br />

modos de vida que induce la ciudad: estrés, falta de tiempo,<br />

soledad, falta de ejercicio físico, alimentación a base<br />

de comida rápida, trabajos y modos de desplazarse sedentarios…<br />

Es difícil incorporar objetivos al urbanismo, donde<br />

se funciona con una mezcla de herramientas gráficas<br />

de proyecto, junto con una lista corta de indicadores y<br />

estándares que se deberían cumplir. No es habitual en<br />

los planes urbanísticos definir pormenorizadamente los<br />

objetivos concretos, más allá de conceptos generales<br />

sobre la mejora de las condiciones de vida o las<br />

necesidades de vivienda o trabajo. Las medidas para<br />

conseguir estos objetivos suelen ser difusas, ya que<br />

combinan aspectos de diseño espacial con las cuantificaciones<br />

de ciertos temas, como la densidad, la edificabilidad<br />

y la ocupación de suelo. Los resultados no<br />

se prevén claramente de antemano y tampoco se suelen<br />

evaluar los obtenidos.<br />

Otra vía de incorporar los aspectos de salud a los<br />

puntos fuertes de un plan es a través de la importancia<br />

que este aspecto tiene para la población. En los<br />

planes urbanísticos, la participación ciudadana suele<br />

ceñirse, según lo legislado, a una consulta a los ciudadanos,<br />

una vez definido el avance de planeamiento.<br />

Los procesos de información pública son generalmente<br />

cortos, y no se refieren a los momentos de<br />

diagnóstico o de definición de objetivos del plan previsto,<br />

donde sería fácil corroborar las prioridades ciudadanas<br />

en temas como salud y medio ambiente.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78<br />

72


Gerez Valls MD et al. La salud de las ciudades y sus ciudadanos (urbanismo y salud pública municipal)<br />

Por tanto, que la salud devenga un aspecto clave en<br />

el desarrollo del urbanismo es difícil de conseguir a medio<br />

plazo, ya que está relacionado con un cambio de cultura<br />

técnica, con la creciente importancia de una participación<br />

real de la ciudadanía en la creación del espacio<br />

urbano y con la existencia de investigación e<br />

información que relacione las características del entorno<br />

habitado y sus efectos sobre la salud de quienes lo<br />

habitan. Pero se tiene la oportunidad, en este momento<br />

en que se está definiendo un nuevo urbanismo, de<br />

incorporar no sólo objetivos ambientales y sociales sino<br />

también objetivos claramente vinculados a hacer posible<br />

una mejor salud comunitaria en todas las ciudades.<br />

Control y evaluación<br />

Partiendo de la situación expuesta, es difícil aportar<br />

fuentes de evidencia, como es el objeto de esta publicación,<br />

que ratifiquen la eficacia de actuar sobre el<br />

entorno con criterios de mejora de la salud colectiva.<br />

Se enumeran algunas iniciativas en las que se están<br />

comenzando a evaluar conceptos de salud en el<br />

marco de las políticas urbanas o de medio ambiente y<br />

el peso que la salud tiene en ellas.<br />

Un primer intento es el proyecto europeo Urban<br />

Audit 5 , que viene aplicando una serie común de indicadores<br />

europeos (ECI) a un grupo diverso de 258 ciudades.<br />

Desde el año 2000, el análisis de la serie seleccionada<br />

dibuja un panorama algo sombrío de la<br />

evolución de las ciudades europeas, con temas muy preocupantes,<br />

como la dispersión, la exclusión o la desafección<br />

de la ciudadanía sobre el funcionamiento de su<br />

ciudad. Incluye la salud entre los temas sociales, con<br />

indicadores de estado sobre la esperanza de vida, la<br />

mortalidad temprana o los nacimientos prematuros, junto<br />

con un indicador de percepción sobre calidad del aire.<br />

Desde el análisis más ambiental, los <strong>Informe</strong>s Döbriss<br />

sobre Medio Ambiente Urbano en Europa 6 , a cargo<br />

de la Agencia de Medio Ambiente Europea, integran un<br />

capítulo sobre el medio ambiente y la salud humana,<br />

en el que se profundiza en los impactos de la contaminación,<br />

junto a otros aspectos, como el acceso a<br />

zonas verdes y la calidad ambiental. Dichos informes<br />

alertan sobre el resurgimiento de temas de inadecuación<br />

de las viviendas y los lugares de trabajo, en países<br />

donde la llegada masiva de inmigrantes puede plantear<br />

problemas de hacinamiento o falta de condiciones<br />

mínimas de salubridad.<br />

<strong>El</strong> esfuerzo del Ministerio de Medio Ambiente para<br />

determinar las grandes tendencias de la sostenibilidad<br />

en el Estado español se plasma en una serie de indicadores<br />

ambientales, estructurados en el macrotrabajo<br />

del Observatorio de la Sostenibilidad, que sí incluye<br />

varios indicadores de salud ambiental en el capítulo<br />

de calidad ambiental, y una serie sobre la percepción<br />

del estado de la salud por parte de la población. Durante<br />

los 3 años en que se ha realizado el <strong>Informe</strong> Anual<br />

de Sostenibilidad en España 7 , los indicadores han ido<br />

matizándose, según se muestra en la tabla 1. Los temas<br />

son: calidad del aire, exposición al ruido, exposición a<br />

sustancias peligrosas y relación entre la morbilidad/mortalidad<br />

temprana con los factores ambientales.<br />

Las Agendas 21 que se están desarrollando en muchas<br />

ciudades españolas también aplican una serie de<br />

Tabla 1. Evolución del los indicadores de salud ambiental en los informes de sostenibilidad<br />

Observatorio de la sostenibilidad en España (2005-2007). Indicadores de salud ambiental<br />

2.7.1 Exposición a sustancias químicas peligrosas Cantidad anual de sustancias peligrosas Estado en 2005 y 2006: Sin información suficiente<br />

2.21 (ozono y partículas) producidas y consumidas, en particular desfavorable<br />

4.8 y 4.9 cancerígenos y plaguicidas<br />

2.7.2 Salud y calidad ambiental Enfermedades y muertes atribuibles Estado en 2005 y 2006: Sin información suficiente<br />

2.22 a factores ambientales. Número desfavorable<br />

de casos nuevos durante<br />

un período determinado<br />

2.23 Calidad del aire urbano Concentración media anual de NO 2 , Estado en 2006:<br />

PM10, SO 2 , CO y O 3 , contaminantes desfavorable<br />

atmosféricos que definen la calidad<br />

del aire de las ciudades españolas.<br />

Horas o días en las que se superan<br />

los límites<br />

2.24 Hogares con problemas de ruidos Cantidad de hogares españoles Estado 2006: Desaparece en 2007<br />

con problemas de ruidos<br />

desfavorable<br />

4.10 Impacto de la calidad del aire en la salud Estado en 2007: Aparece en 2007<br />

desfavorable<br />

73<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

indicadores para medir la eficacia de sus procesos, incluidos<br />

algunos relacionados con temas de calidad de<br />

vida. <strong>El</strong> estudio realizado por el SPYOT sobre los indicadores<br />

de sostenibilidad de las Agendas 21 españolas<br />

8 sólo incluye en el grupo de indicadores sociales algún<br />

dato sobre protección social y accidentes laborales. <strong>El</strong><br />

universo de la salud permanece ajeno a estos procesos<br />

de reflexión sobre la sostenibilidad de los municipios.<br />

De nuevo es a través de los indicadores ambientales<br />

donde surge la sinergia en temas que son a la vez<br />

factores de salud y vectores ambientales (contaminación,<br />

ruido, modos de transporte no motorizados, etc.).<br />

Hay múltiples recopilaciones de intervenciones exitosas<br />

o buenas prácticas de iniciativa municipal o asociativa.<br />

Por ejemplo, son bien conocidos los concursos<br />

internacionales sobre Buenas Prácticas Urbanas 9 promovidos<br />

por el programa de las Naciones Unidas ONU-<br />

HABITAT, cuyo objetivo general es «mejorar el entorno<br />

de vida y trabajo para todos mediante la gestión y<br />

el desarrollo de los asentamientos humanos de manera<br />

más eficaz, participativa y transparente, en el contexto<br />

general de la disminución de la pobreza en las zonas<br />

urbanas y la exclusión social». En el caso español, las<br />

tres convocatorias de este concurso han hecho visibles<br />

las experiencias de ciudades que vienen esforzándose<br />

en hacer posible un nuevo urbanismo. La gestión municipal<br />

de ciudades como San Sebastián, Girona, Allariz,<br />

Vitoria-Gasteiz o San Fernando de Henares se ha<br />

corroborado por la aceptación popular de un urbanismo<br />

más verde, más peatonal y más equilibrado, integrando<br />

políticas de mezcla de usos y proximidad que<br />

hacen posible la vida a todos sus ciudadanos, sin excepciones<br />

de edad, género, origen o renta. Sin embargo,<br />

en estos catálogos de experiencias positivas, en España<br />

casi no surgen buenas prácticas directamente relacionadas<br />

con temas de salud, en contraste con otras regiones<br />

mundiales con problemas de salud más acuciantes<br />

(Sudamérica, Asia, etc.).<br />

También la Organización Mundial de la Salud<br />

(OMS) recoge modelos de intervenciones concretas, en<br />

las ciudades que trabajan sobre los determinantes de<br />

la salud. <strong>El</strong> programa paneuropeo The PEP-Transport,<br />

Health and Environment 10 se ha desarrollado en España<br />

a través del proyecto Inthema, avalado por el Ministerio<br />

de Fomento y el Observatorio de la Movilidad Metropolitana,<br />

seleccionando buenas prácticas en temas<br />

de transporte público guiados por objetivos de salud,<br />

a través de entrevistas con las autoridades públicas de<br />

transporte público. Las autoridades se mostraron interesadas<br />

en integrar la salud como uno de los vectores<br />

de su gestión del transporte público, del mismo modo<br />

que se ha ido haciendo con los aspectos de coherencia<br />

medioambiental y eficiencia energética.<br />

<strong>El</strong> informe Concern for Europe’s Tomorrow (OMS,<br />

1998) 11 destaca la falta de estudios detallados y profundos<br />

sobre los efectos de los factores ambientales<br />

en la salud personal y comunitaria, la dificultad de la<br />

recogida de datos y la complejidad de las relaciones<br />

y los factores en este campo de análisis. La Sociedad<br />

Española de Salud Pública y Administración Sanitaria<br />

(<strong>SESPAS</strong>) 12 ha evaluado el grado de consecución<br />

de los 38 objetivos europeos en el marco de la estrategia<br />

«Salud para Todos» formulada por la OMS en<br />

1977 y firmada por todos los estados miembros en<br />

1984. Los expertos dan una puntuación baja al cumplimiento<br />

de los objetivos –equidad, calidad de vida,<br />

calidad del aire, política medioambiental, políticas saludables,<br />

servicios comunitarios, y otros–, concluyendo<br />

lo siguiente: «Indudablemente, la reorientación de<br />

recursos hacia los ayuntamientos permitiría desarrollar<br />

actividades que faciliten alcanzar los nuevos objetivos<br />

de Salud 21, y en particular en los aspectos críticos<br />

referidos a la equidad».<br />

En resumen, queda mucho camino por recorrer y<br />

es necesario que se formulen con mayor complejidad<br />

y coherencia las políticas municipales que afectan a la<br />

creación del entorno, fundamentalmente las políticas urbanísticas,<br />

pero también otras políticas urbanas relacionadas<br />

con ello: transporte y movilidad, actividades<br />

económicas y desarrollo local, políticas ambientales o<br />

de servicios sociales. Falta una mayor regulación en<br />

temas de urbanismo, tanto en aspectos de salud<br />

como ambientales y sociales.<br />

<strong>El</strong> uso del dinero público hace imprescindible la valoración<br />

de la efectividad de las intervenciones, a pesar<br />

de las muchas dificultades que presenta: la evaluación<br />

retrospectiva a veces no tiene interés para los políticos;<br />

es difícil, ética y políticamente, proponer la intervención<br />

en una parte de la comunidad y no en otra. En general,<br />

se suelen comparar los indicadores antes y después<br />

de la intervención, sin valorar otros factores o eventos<br />

que han podido influir al mismo tiempo. Sólo hay<br />

acuerdo en que no es deseable dedicar energía y tiempo<br />

a iniciativas que no funcionan.<br />

Por otro lado, parece aplastante la evidencia de que<br />

será más efectivo intervenir sobre los determinantes de<br />

la salud, como propone el modelo de Ciudades Saludables,<br />

que sobre el sujeto individualmente, siempre que<br />

se considere la salud de la comunidad como parte de<br />

su desarrollo, una inversión, un interés colectivo y un<br />

derecho. De nuevo, apenas hay experiencias en el Estado<br />

español sobre las herramientas que este modelo<br />

propone.<br />

Los Estudios de Evaluación de Impacto en Salud (EIS)<br />

están en fase de inicio. Entre ellos, merece la pena destacar<br />

la iniciativa del Departamento de Sanidad del Gobierno<br />

Vasco, «Evaluación del impacto en la salud del<br />

Plan de Reforma Integral del barrio de Uretamendi-Betolaza-Circunvalación<br />

en Bilbao». Se trata de evaluar la<br />

herramienta y extenderla, para conocer las expectativas<br />

de mejora en materia de salud de proyectos de intervención<br />

en la ciudad. Los Planes de Salud Municipal ya<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78<br />

74


Gerez Valls MD et al. La salud de las ciudades y sus ciudadanos (urbanismo y salud pública municipal)<br />

son una realidad, por lo que se explicará a continuación<br />

la experiencia de San Fernando de Henares.<br />

Las claves del éxito o el fracaso. Trabajar desde<br />

el municipio<br />

<strong>El</strong> municipio es el lugar ideal para identificar las necesidades<br />

sentidas por la población, dar cabida a propuestas<br />

creativas y conocer las diferencias de género:<br />

en el uso del espacio urbano, del tiempo de ocio, de<br />

los servicios sanitarios, etc. Si hay receptividad de los<br />

poderes locales, la ciudadanía requiere una acción pública<br />

permanente. Cuando los derechos sociales son<br />

derechos «legales», pero no reales, como el trabajo o<br />

la vivienda, la demanda se dirige al ayuntamiento, sea<br />

o no competente en la materia.<br />

Considerando que el derecho de los ciudadanos a<br />

participar en la gestión de los asuntos públicos forma<br />

parte de los principios democráticos comunes a todos<br />

los estados miembros europeos, es en el ámbito municipal<br />

donde la participación ciudadana tiene mayores<br />

posibilidades de ser efectiva.<br />

En la actual sociedad multicultural, el barrio o el pueblo<br />

son los espacios donde se desarrollan la convivencia<br />

intercultural y la adaptación mutua. Los extranjeros han<br />

de esforzarse por conocer las normas de funcionamiento<br />

en el país que los acoge; pero necesariamente el país<br />

de acogida ha de flexibilizar los servicios. <strong>El</strong> municipio<br />

tiene mayor capacidad de adaptación, las líneas jerárquicas<br />

son más cortas y los cambios organizativos pueden<br />

ser más rápidos.<br />

Junto al principio de autonomía que reconoce la propia<br />

Constitución a las diferentes instancias administrativas<br />

(central, autonómica y local), la distribución de<br />

competencias y la falta de principios de jerarquización<br />

entre administraciones, da lugar a concurrencia en relación<br />

con el desarrollo competencial, lo que a veces<br />

crea rivalidad y, otras, abandono en su desempeño.<br />

Incrementar en el Estado la descentralización fundamentalmente<br />

ejecutiva, y en ocasiones también<br />

normativa, hasta el ámbito municipal, contribuiría a definir<br />

las responsabilidades de las distintas administraciones<br />

y a acercar el nivel de decisión a los ejecutores<br />

y receptores de éstas. También democratizaría e incrementaría<br />

la eficacia de toda la Administración pública.<br />

Hay un déficit histórico en cuanto a la financiación<br />

de las Administraciones locales, el ejercicio de las llamadas<br />

«competencias impropias» ha dado lugar a lo<br />

que los ayuntamientos reivindican como deuda histórica,<br />

por haber sustituido a otras Administraciones en<br />

el servicio al ciudadano.<br />

Las ciudades tienden a trabajar en red (Red de Ciudades<br />

Saludables, Ciudades por el Clima, Ciudades<br />

Educadoras, etc.), lo que posibilita compartir conocimientos<br />

y prácticas específicas, la búsqueda de políticas<br />

conjuntas y el diseño de estrategias comunes. Permite<br />

buscar soluciones comunes a problemas comunes,<br />

y evita que se repitan los mismos errores. Asimismo,<br />

intenta desafiar los modelos jerárquicos, burocráticos<br />

y centralizados de organización, propios de la Administración<br />

pública.<br />

<strong>El</strong> ayuntamiento tiene competencias en materia de<br />

salud, urbanismo, medio ambiente, consumo, servicios<br />

sociales, cultura, etc.; por tanto, tiene una capacidad<br />

enorme de incidir en la salud de su población. Sorprende<br />

encontrar muchas personas que se preguntan si el municipio<br />

tiene competencias en materia de salud, o bien<br />

que afirman que no las tiene:<br />

– <strong>El</strong> ayuntamiento tiene competencias en las materias<br />

en que tiene la potestad de regular u ordenar, y<br />

ejerce como autoridad administrativa (permite, prohíbe,<br />

sanciona).<br />

– <strong>El</strong> ayuntamiento ejerce funciones de policía administrativa<br />

cuando aplica normas que no puede regular,<br />

pero que tiene el imperativo legal de hacer cumplir.<br />

– <strong>El</strong> ayuntamiento presta servicios que son obligatorios<br />

y otros no obligatorios, pero dentro de sus competencias.<br />

En el anexo 1 se enumeran las competencias municipales<br />

que prevé la normativa en vigor. Es evidente<br />

que esta lista necesita una actualización. En unos casos<br />

por desuso de algunos servicios o porque ha habido<br />

un desplazamiento de la prestación a otras entidades,<br />

y en otros, cuando hay un cierto anacronismo en la ley<br />

al citar cuestiones como suministro de gas y calefacción<br />

o mataderos. Por último, se ha liberalizado la prestación<br />

de algunos servicios antes considerados esenciales,<br />

como los funerarios.<br />

Nadie cuestiona que el urbanismo, la cultura, el deporte,<br />

la seguridad vial, la seguridad ciudadana, el medio<br />

ambiente, la salud pública, el consumo, las desigualdades<br />

sociales, etc., afectan a la salud de los vecinos.<br />

Al involucrar al tejido social, dando un papel creciente<br />

al desarrollo de iniciativas de la sociedad civil, el municipio<br />

es un excelente escenario para desarrollar políticas<br />

públicas saludables.<br />

La experiencia de San Fernando de Henares:<br />

«San Fernando Saludable», una experiencia<br />

de participación en la Red Europea de Ciudades<br />

Saludables<br />

<strong>El</strong> Proyecto de Ciudades Saludables de la OMS es<br />

un plan internacional a largo plazo, con el que se pretende<br />

colocar la salud en la agenda de los responsa-<br />

75<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

bles de la toma de decisiones en las ciudades europeas<br />

y promover estrategias locales integrales de salud y de<br />

desarrollo sostenible. Se creó en 1986, dentro de la Estrategia<br />

de «Salud Para Todos en el año 2000», por parte<br />

de la Oficina Europea de la OMS.<br />

San Fernando de Henares pertenece a la Red Española<br />

de Ciudades Saludables. Fue la única ciudad<br />

española que estuvo en la III Fase de la Red Europea<br />

de Ciudades Saludables (1998-2002). En este período<br />

desarrolló fundamentalmente aspectos de equidad<br />

en salud, participación ciudadana y promoción y protección<br />

de la salud. Y, tras la Declaración de Atenas<br />

de junio de 1998, incorporó los nuevos elementos tomados<br />

de la Cumbre de Río (Agenda 21), con mayor<br />

trabajo en los aspectos medioambientales y, por<br />

tanto, en la identificación, caracterización, vigilancia,<br />

control y evaluación de los efectos sobre la salud de<br />

los diferentes factores de riesgo ambiental. Esto se plasmó,<br />

en San Fernando de Henares, en un compromiso<br />

político explícito de promover políticas e impulsar<br />

acciones para la mejora del medio ambiente y la salud<br />

de los ciudadanos, desarrollando programas de actuación<br />

intersectoriales e iniciativas de intervención medioambiental.<br />

En el año 2004 San Fernando de Henares fue admitida<br />

como ciudad miembro de la IV Fase de la Red<br />

Europea de Ciudades Saludables, presentando un proyecto<br />

de trabajo, cuyas líneas son las siguientes:<br />

– Planificación urbana saludable.<br />

– Evaluación del impacto en la salud (EIS).<br />

– Envejecimiento saludable.<br />

– Promoción de la actividad física beneficiosa para<br />

la salud.<br />

<strong>El</strong> Pleno Municipal adquirió el compromiso público<br />

de que el proyecto «San Fernando Saludable» siga las<br />

líneas propuestas por la OMS y aceptar la evaluación<br />

externa y continuada del proyecto. Es cierto que una<br />

de las claves del éxito es la implicación de los políticos,<br />

que incorporan en su agenda como prioritaria la<br />

salud; pero no es menos importante el apoyo que suscita<br />

entre la población y los instrumentos de participación<br />

comunitaria que se desarrollan.<br />

En el marco de Ciudades Saludables, San Fernando<br />

ha desarrollado hasta el momento dos Planes Municipales<br />

de Salud, como herramienta fundamental para incrementar<br />

el nivel de salud de la ciudadanía. <strong>El</strong> primer<br />

Plan de Salud se desarrolla entre 1997 y 2000. Transcurrido<br />

el período de su realización y evaluación y, ante<br />

la necesidad de dar continuidad al proceso, se elaboró<br />

un II Plan de Salud 2002-2005 13 , actualmente en fase<br />

de evaluación, a cargo de la Escuela Nacional de Sanidad<br />

del Instituto de Salud Carlos III: se trata de una<br />

evaluación externa por parte de un centro público y de<br />

reconocido prestigio. La evaluación del II Plan Municipal<br />

de Salud sentará las bases para un III Plan Municipal<br />

de Salud.<br />

La elaboración de los Planes de Salud ha sido un proceso<br />

muy dinámico, que ha contado con la participación<br />

de gran número de personas. <strong>El</strong> núcleo principal de<br />

la planificación es la «Comisión San Fernando Saludable»,<br />

compuesta a su vez por dos grupos de trabajo,<br />

la Comisión Técnica y la Comisión de Participación.<br />

La Comisión Técnica está integrada por profesionales,<br />

pertenecientes a diversos sectores e instituciones, y la<br />

Comisión de Participación por el movimiento asociativo,<br />

los sindicatos y los grupos políticos con representación<br />

municipal. <strong>El</strong> documento se sometió a revisión y debate<br />

en la Comisión Técnica y, una vez alcanzado el consenso,<br />

se hizo una propuesta a la Comisión de Participación,<br />

donde nuevamente fue debatido y aprobado. Es<br />

en el Pleno Municipal donde el Plan de Salud se aprueba<br />

definitivamente, pero hay una resolución plenaria, por<br />

la que se acuerda aprobar sin modificaciones las propuestas<br />

de la Comisión de Participación (con lo que se<br />

le dota de capacidad de decisión real).<br />

Se puede calificar de muy fructífero el trabajo de<br />

San Fernando de Henares en Planificación Urbana Saludable,<br />

bajo el amparo del grupo de ciudades de la<br />

Red Europea de Ciudades Saludables liderado por<br />

Milán. También dentro del proyecto europeo Snowball 14 ,<br />

donde se reflexiona sobre un diseño integrado del espacio<br />

urbano y la movilidad, que consiga unir la calidad<br />

de vida con la coherencia ambiental y el ahorro<br />

de energía.<br />

Trabajar en la sanidad municipal es muy interesante<br />

en el presente y, desde luego, una oportunidad de futuro.<br />

Es apasionante la capacidad de resolución de problemas<br />

que permite la facilidad para saber lo que piensan<br />

los destinatarios del esfuerzo y la proximidad al<br />

conocimiento de «lo que pasa». Una ciudad «saludable»<br />

es la que profundiza en el conocimiento de sus problemas<br />

y que ha iniciado el proceso de su solución. En<br />

esto consiste el Proyecto «San Fernando Saludable»,<br />

en caminar hacia el logro de estos objetivos de salud.<br />

Las políticas municipales tienen un papel clave para impulsar<br />

la estrategia «mejorar el nivel de salud de la población»,<br />

y sobre todo «con» la población. En la «Comisión<br />

San Fernando Saludable», la Comisión de<br />

Participación tiene la competencia de tomar decisiones,<br />

es decir, son protagonistas los propios receptores del<br />

proyecto.<br />

En resumen, el camino emprendido por San Fernando<br />

de Henares y otras ciudades, dentro del Proyecto<br />

de Ciudades Saludables, es definir y probar unas herramientas<br />

efectivas para mejorar los objetivos de salud<br />

en un contexto local. Para lograrlo hay que incidir en<br />

otras políticas sectoriales, entre las que se encuentran<br />

la planificación urbanística y las políticas urbanas.<br />

Las herramientas que se están desarrollando son<br />

un modo de racionalizar la reflexión sobre los temas de<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78<br />

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Gerez Valls MD et al. La salud de las ciudades y sus ciudadanos (urbanismo y salud pública municipal)<br />

Anexo 1. Competencias municipales que prevé la normativa en vigor<br />

Competencias sanitarias municipales<br />

Infraestructuras de abastecimiento domiciliario de agua potable<br />

Infraestructuras de alcantarillado y saneamiento de aguas residuales<br />

Cesión de suelo para servicios sanitarios, cementerio, mercado, zonas<br />

verdes, espacios libres, parques públicos e instalaciones deportivas<br />

Licencias de apertura de instalaciones y actividades<br />

Control sanitario de industrias, actividades y servicios<br />

Control sanitario de edificios y lugares de convivencia humana,<br />

especialmente de los centros de alimentación, peluquerías, saunas y centros<br />

de higiene personal, hoteles y centros residenciales, escuelas, campamentos<br />

turísticos y áreas de actividad físico-deportivas y de recreo<br />

Licencias de obra y de primera ocupación de edificios<br />

Control sanitario de edificios de viviendas<br />

<strong>Informe</strong> de los estudios de impacto medioambiental<br />

<strong>Informe</strong> sanitario en las licencias de actividad (apertura y funcionamiento)<br />

Control sanitario del medio ambiente, contaminación atmosférica y ruidos<br />

y vibraciones<br />

Control de la distribución y suministro de alimentos y bebidas<br />

Servicios de limpieza viaria, recogida y tratamiento de residuos urbanos<br />

Funciones de la policía<br />

Seguridad vial y educación vial<br />

Seguridad en lugares públicos<br />

Policía sanitaria mortuoria<br />

Participación en dirección (Ley General de Sanidad) y/o gestión (Ley<br />

Reguladora de Bases de Régimen Local) en atención primaria. Distintas<br />

propuestas en las diferentes comunidades autónomas)<br />

Control de perros y otros animales domésticos, incluida la recogida de<br />

animales vagabundos o abandonados. Censo canino (incluido el específico<br />

de animales potencialmente peligrosos)<br />

Control de la calidad sanitaria de las aguas de abastecimiento<br />

Control de la calidad sanitaria de las aguas de recreo (en algunas<br />

comunidades autónomas)<br />

Control de manipuladores de alimentos (en algunas comunidades autónomas)<br />

Control de vectores y prevención de zoonosis. Desratización, desinfección y<br />

desinsectación de zonas públicas y centros públicos municipales (en<br />

algunas comunidades autónomas)<br />

Servicios obligatorios<br />

En todos los ayuntamientos:<br />

Recogida de residuos urbanos<br />

Limpieza viaria<br />

Abastecimiento domiciliario de agua potable<br />

De más de 5.000 habitantes, además:<br />

Tratamiento de residuos<br />

De más de 20.000, además:<br />

Protección civil<br />

Servicios sociales<br />

De más de 50.000:<br />

Protección del medio ambiente<br />

Servicios no obligatorios<br />

Centros de promoción de salud. Actividades de educación para la salud<br />

Servicios sanitarios (planificación familiar, transporte y/o atención urgente,<br />

vacunas…)<br />

Servicios de atención y prevención de la violencia de género<br />

Atención a mayores, discapacitados o en riesgo de exclusión social<br />

Atención a drogodependientes y prevención de drogodependencias<br />

Protección de animales<br />

Laboratorio<br />

Otros<br />

salud en el municipio, pero también de comunicar al resto<br />

de los equipos técnicos una serie de ideas clave y de<br />

prioridades para la intervención, cuando se centran en<br />

la salud de las personas. Aunque no hay suficientes experiencias,<br />

el análisis de los pasos avanzados en ciudades<br />

como San Fernando permite concluir que los Planes<br />

Municipales de Salud, integrando una metodología<br />

de planificación participativa, son capaces de transmitir<br />

a otros planes del municipio las líneas en que conviene<br />

incidir. Los diagnósticos, las series de objetivos<br />

o las medidas previstas, los resultados de la evaluación<br />

o los EIS aplicados a proyectos concretos de intervención<br />

permiten transmitir a otros campos, como el urbanismo,<br />

las ideas y los criterios que pueden avanzar<br />

en la definición de «un nuevo urbanismo», que responda<br />

a las demandas de la población en los puntos de su<br />

interés, entre los que la salud es prioritario.<br />

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77<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):71-78<br />

78


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

Políticas de regulación del alcohol en España: ¿salud pública<br />

basada en la experiencia<br />

Joan R. Villalbí a,b / Lluís Granero c,d / M. Teresa Brugal a,b<br />

a<br />

Agència de Salut Pública de Barcelona, Barcelona, España; b CIBER en Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP); c Àrea d’Acció<br />

Ciutadana i Participació, Ajuntament de Sant Carles de la Ràpita, Tarragona, España; d Associació Catalana de Gestió Pública,<br />

Barcelona, España.<br />

(Regulatory policies on alcohol in Spain. Experience-based<br />

public health)<br />

Resumen<br />

Se revisa el proceso seguido por la propuesta de regulación<br />

del alcohol en España planteada desde el Ministerio de Sanidad<br />

y Consumo en 2006, y abandonada unos meses después<br />

tras dominar las posiciones adversas en el debate político y mediático.<br />

Se analizan los antecedentes de la regulación, los componentes<br />

de la propuesta, el proceso y los actores que intervinieron,<br />

valorando los factores que han contribuido a este<br />

desenlace. Se realiza también una comparación con la trayectoria<br />

de la iniciativa de regulación del tabaco planteada en 2005<br />

y que resultó en una ley reguladora de impacto muy favorable<br />

en la salud pública. Se aprecia que los actores interesados en<br />

fomentar el consumo de alcohol y contrarios a toda regulación<br />

tienen una interlocución política privilegiada en la esfera institucional,<br />

que puede generar resistencias poderosas. Pese a que<br />

las propuestas de regulación les afectarían sólo marginalmente,<br />

los sectores viticultores y bodegueros han sido las fuerzas<br />

más manifiestas en contra de la regulación y con mayor eco político<br />

y social. Por otra parte, los mensajes manipulados sobre<br />

el efecto beneficioso del consumo han servido para nutrir el argumentario<br />

opuesto a la regulación. La falta de consenso mediático<br />

y político contrasta en este caso con la experiencia de<br />

regulación del tabaco, donde se había alcanzado antes un cierto<br />

consenso político transversal, y la labor del movimiento de prevención<br />

había incrementado los mensajes preventivos en los medios,<br />

consiguiendo una formulación del problema en términos<br />

apropiados para su regulación. Los sectores interesados en ampliar<br />

las políticas públicas preventivas del daño que causa el alcohol<br />

precisan una mayor cohesión y organización para avanzar.<br />

Las organizaciones profesionales de salud pública pueden<br />

hacer importantes contribuciones en este campo.<br />

Palabras clave: Alcohol. Tabaco. Política. Regulación. Abogacía.<br />

Comunicación. Salud pública.<br />

Abstract<br />

The present article reviews the proposal for alcohol regulation<br />

made in Spain in 2006 by the Ministry of Health and Consumer<br />

Affairs and dropped a few months later as adverse positions<br />

took over the debate in the political arena and the media.<br />

The background to these regulations, as well as their components,<br />

the process, and the actors involved are analyzed,<br />

and the factors leading to this outcome are discussed. A comparison<br />

is made with the tobacco regulation initiative in 2005,<br />

which resulted in a regulatory law with a highly favorable impact<br />

on public health. The actors interested in promoting alcohol<br />

consumption and opposed to any regulation have a privileged<br />

institutional presence, generating powerful resistance.<br />

Although these regulatory proposals would have marginal impacts<br />

on their trade, wine growers and wineries have been the<br />

most visible forces against regulation and have had the greatest<br />

political and media impact. Equally, manipulated messages<br />

on the health benefits of alcohol use have fed arguments<br />

against regulation. The lack of political and media consensus<br />

in this case stands in contrast with the tobacco regulation process,<br />

in which a certain political consensus had previously been<br />

reached and the smoking prevention movement had permeated<br />

the media with preventive messages, framing the issue<br />

in terms favorable for regulation. To gain ground, the sectors<br />

interested in expanding public policies for the prevention of the<br />

harm caused by alcohol need greater cohesion and organization.<br />

Professional public health organizations can substantially<br />

contribute to this field.<br />

Key words: Alcohol. Smoking. Policy. Regulation. Advocacy.<br />

Communication. Public health.<br />

Introducción<br />

Correspondencia: Joan R. Villalbí.<br />

Agència de Salut Pública de Barcelona.<br />

Correo electrónico: jrvillal@aspb.cat<br />

Las políticas públicas condicionan en buena parte<br />

la salud 1 . Así, el consumo de productos como el<br />

tabaco o el alcohol, de tanto peso en nuestro patrón<br />

de morbilidad y mortalidad, está fuertemen-<br />

79 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):79-85


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

te mediado por políticas y regulaciones. En los últimos<br />

años, el movimiento de prevención del tabaquismo ha<br />

hecho un esfuerzo para redefinir el problema del tabaco<br />

en términos de políticas públicas y crear un estado de<br />

opinión favorable a la prevención 2 . En el año 2005 el<br />

Ministerio de Sanidad y Consumo formuló una propuesta<br />

de regulación que fue objeto de amplio debate social.<br />

Tras el proceso parlamentario se aprobó con amplio consenso<br />

como Ley 28/2005 de medidas de prevención del<br />

tabaquismo y entró en vigor en 2006 3 : se ha considerado<br />

como el mayor progreso en salud pública realizado<br />

en los últimos años 4 . Evaluaciones recientes sugieren<br />

que se le puede atribuir un descenso del 10% en el consumo<br />

de tabaco por los españoles 5 .<br />

Contrariamente, en relación con el consumo de alcohol,<br />

el Ministerio de Sanidad y Consumo formuló en<br />

el año 2006 una propuesta de regulación que no ha prosperado.<br />

En este manuscrito se pretende analizar el proceso<br />

que sigue esta propuesta para entender qué factores<br />

pueden haber influido en este desenlace. Este<br />

análisis se completa mediante la comparación de las<br />

trayectorias de las iniciativas de regulación del tabaco<br />

y del alcohol, vecinas en el tiempo y tan diversas hasta<br />

ahora en su desenlace.<br />

Salud pública y regulación del alcohol<br />

en España: antecedentes<br />

Desde la perspectiva de la salud pública, el alcohol<br />

es un producto muy distinto al tabaco. Como el tabaco,<br />

el alcohol tiene capacidad adictiva. Pero a diferencia<br />

del tabaco, es posible un consumo de alcohol sin<br />

consecuencias adversas para la salud y la mayoría de<br />

los consumidores de alcohol no presenta dependencia.<br />

Sin embargo, lo cierto es que en términos poblacionales<br />

su impacto en salud es notable, y que en buena parte<br />

afecta a personas que no realizan un consumo elevado<br />

6 . Por tanto, para reducir el daño que provoca el consumo<br />

de alcohol sobre la salud en una sociedad como<br />

la nuestra, hay que reducir el consumo en términos poblacionales,<br />

y no sólo centrarse en las personas de riesgo<br />

elevado 7 . Esto hace que los mensajes transmitidos<br />

desde una perspectiva de salud pública sean relativamente<br />

sofisticados. Que el consumo de niveles bajos<br />

de alcohol (menos de 2 unidades/día) proporcione un<br />

beneficio en la salud cardiovascular, pero que el consumo<br />

diario de alcohol se considere un factor de riesgo<br />

para el desarrollo de dependencia a lo largo de la<br />

vida hace esto más complejo 8 : en España precisamente<br />

se ha documentado que el descenso en el consumo<br />

semanal de alcohol de bebedores de bajo riesgo se asoció<br />

con una disminución de la prevalencia de bebedores<br />

de riesgo elevado 9 .<br />

Pese al importante impacto negativo que tiene el alcohol<br />

en la salud de la población, los planes de actuación<br />

sobre las drogas y los planes de salud en España no<br />

suelen incluir medidas de eficacia demostrada para reducirlo:<br />

en general, lo invocan de manera genérica y<br />

hacen referencia a acciones de baja o nula eficacia, principalmente<br />

la educación infantil 10 . Sin embargo, entre<br />

1990 y 1999 se adoptaron diversas medidas regulatorias<br />

del alcohol de impacto indudablemente favorable<br />

sobre la salud, fomentadas por el Ministerio de Interior<br />

y referidas a la seguridad vial 11 . Se trata de medidas<br />

dirigidas a disminuir la probabilidad de conducción bajo<br />

la influencia del alcohol, mediante la regulación de los<br />

niveles de alcoholemia y su medida, así como legitimando<br />

los controles aleatorios de alcohol en aire espirado<br />

de los conductores. Por otra parte, la oferta de<br />

servicios de tratamiento de la dependencia alcohólica<br />

cubre a todo el país, aunque la demanda de estos servicios<br />

parece ser relativamente baja 12 . En una comparación<br />

internacional de políticas para reducir el daño causado<br />

por el alcohol, España se situó en una posición<br />

intermedia 13 .<br />

En febrero del año 2002 hubo un intento de regulación<br />

de la promoción, venta y consumo de alcohol suscitado<br />

por el Plan Nacional de Drogas, vinculado entonces<br />

al Ministerio del Interior (la llamada «Ley del Botellón»),<br />

abandonado tras la remodelación de gobierno de julio de<br />

2002 (aunque parte de sus contenidos se incorporaron a<br />

normativas autonómicas en algunas comunidades) 14 .<br />

La propuesta de regulación: componentes<br />

y cronología<br />

La propuesta de regulación se formuló en septiembre<br />

de 2006 por el Ministerio de Sanidad y Consumo como<br />

un anteproyecto de ley, que fue objeto de consultas a<br />

diversas organizaciones, entre ellas la Sociedad Española<br />

de Salud Pública y Administración Sanitaria<br />

(<strong>SESPAS</strong>) y la Sociedad Española de Epidemiología<br />

(SEE) 15 . <strong>El</strong> anteproyecto identificaba claramente la problemática,<br />

y en último término centraba la regulación<br />

en los aspectos más relacionados con los menores de<br />

edad, tal vez para protegerse políticamente contra potenciales<br />

críticas. Los aspectos relevantes presentes<br />

(quizás útiles a largo plazo, sobre todo para la prevención<br />

en edades jóvenes, aunque de impacto inicial probablemente<br />

modesto) eran dos. Por un lado, la regulación<br />

de la venta (prohibiendo la venta ambulante, estableciendo<br />

la necesidad de una licencia para vender en tiendas<br />

y limitaciones horarias, y limitaciones de edad para<br />

compradores); por otro, limitaciones de publicidad<br />

(sobre todo en prensa, televisión y radio de 6 a 22 h,<br />

considerado horario infantil). Estos aspectos forman<br />

parte de las políticas públicas recomendadas por los<br />

expertos para reducir el daño que causa el alcohol 8,13 .<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):79-85<br />

80


Villalbí JR et al. Políticas de regulación del alcohol en España: ¿salud pública basada en la experiencia<br />

Por cierto, que en su núcleo esencial eran similares a<br />

las planteadas en febrero de 2002 desde el Ministerio<br />

del Interior (precisamente por quién dirigía la oposición<br />

política en 2006).<br />

Las propuestas incluidas en el anteproyecto de Ley<br />

se derivaron del consenso emergente en las discusiones<br />

llevadas a cabo en grupos de trabajo del Consejo<br />

Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que es<br />

el espacio institucional de coordinación en salud entre<br />

el gobierno central y los gobiernos autonómicos 16 . La<br />

iniciativa, aún poco definida, se anunció públicamente<br />

en enero de 2006 por la ministra de Sanidad y Consumo<br />

al valorar la implantación de la nueva ley de prevención<br />

del tabaquismo, y en los meses siguientes las<br />

autoridades del Ministerio hicieron algunas breves referencias<br />

al proyecto ante los medios. En septiembre<br />

de 2006 las líneas maestras se presentaron al Consejo<br />

de Ministros, e inmediatamente se inició el trámite de<br />

audiencia, mediante el que un borrador se sometió a<br />

la consulta de diversas organizaciones implicadas. Paralelamente,<br />

el pleno del Consejo Interterritorial dio su<br />

visto bueno al proyecto el 11 de octubre. Los medios<br />

de comunicación pronto reflejaron las reacciones favorables<br />

y contrarias al proyecto. Las contrarias procedieron<br />

de medios políticos, especialmente de la oposición<br />

(pero desde otros ministerios del propio gobierno<br />

y de gobiernos autonómicos del mismo color político<br />

emergieron dudas, cuando no hostilidad). También destacaron<br />

los sectores económicos contrarios a la regulación.<br />

Las expresiones negativas se acompañaron en<br />

los medios de opiniones contrarias a la regulación, a<br />

cargo de articulistas, tertulianos y personalidades mediáticas.<br />

En este contexto emergieron también posiciones<br />

favorables a la regulación, procedentes de organizaciones<br />

sanitarias, asociaciones de consumidores<br />

y asociaciones de padres de alumnos y profamilia. <strong>El</strong><br />

20 de febrero de 2007, la ministra de Sanidad y Consumo<br />

anunció la retirada del proyecto de ley, que no<br />

llegó a aprobarse en el Consejo de Ministros 17 .<br />

<strong>El</strong> debate político y mediático<br />

Los debates políticos en los medios suelen basarse<br />

en mensajes muy simples, donde el encuadre inicial es<br />

determinante 18 . En la tabla 1 se formula una enumeración<br />

tentativa de las creencias y principios subyacentes<br />

en el debate reflejado en los medios. Los argumentos<br />

en contra de la regulación se centraron en este episodio<br />

en tres grandes ejes. Por un lado, en los perjuicios<br />

económicos que la regulación acarrearía a la economía<br />

y el empleo, con estimaciones catastrofistas de su<br />

impacto en el sector agrícola y de restauración. Por otro,<br />

en la definición del vino como alimento, negando prácticamente<br />

que sea una bebida alcohólica, y en el efecto<br />

beneficioso de su consumo en la salud (claramente<br />

deformado y exagerado). Finalmente, en la reivindicación<br />

de la libertad contra la intromisión de los poderes<br />

públicos en el ámbito personal (este discurso tuvo todo<br />

tipo de expresiones de opinión en los medios por parte<br />

de políticos y comentaristas, que se mantuvieron más<br />

allá del marco temporal de la propuesta, destacando<br />

las declaraciones del anterior presidente del gobierno<br />

en este sentido el 3 de mayo, meses después de abandonado<br />

el proyecto). También se constata la invocación<br />

ritual a la educación infantil como alternativa y panacea<br />

contra los problemas derivados del alcohol por quienes<br />

se oponen a la regulación, así como las apelaciones<br />

a la responsabilidad de las familias.<br />

En buena parte, los contrarios a la regulación consiguieron<br />

encuadrar el debate en términos realmente muy<br />

lejanos de las propuestas de regulación efectivamente<br />

planteadas. <strong>El</strong> anteproyecto cubría la limitación de la publicidad,<br />

de la venta y el consumo (fuera de bares y restaurantes<br />

y a menores); el debate mediático y político<br />

ignoró estos temas y se centró en otros aspectos.<br />

Actores políticos clave respecto al alcohol<br />

No hay una organización que agrupe y cohesione a<br />

la sociedad civil interesada en la prevención, aunque haya<br />

diversos grupos que han mostrado su compromiso e implicación<br />

en aspectos concretos. En este caso, la mayoría<br />

de los actores interesados en la regulación preventiva<br />

se relacionan directamente con la salud,<br />

destacando algunos responsables en las administraciones<br />

(del campo de la sanidad y también de interior),<br />

diversos profesionales y asociaciones relacionados<br />

con las adicciones, la medicina y la salud pública (Socidrogalcohol,<br />

Sociedad Española de Medicina Familiar<br />

y Comunitaria, Sociedad Española de Medicina General,<br />

<strong>SESPAS</strong>, SEE…). Hay que tener en cuenta que la<br />

complejidad del tema y su escasa visibilidad en la política<br />

sanitaria hace que muchas estructuras sanitarias<br />

no tengan una posición global explícita: en ellas coexisten<br />

quienes tienen una visión de la problemática y de<br />

cómo mejorarla, con quienes expresan creencias extendidas<br />

en la sociedad, banalizando el consumo y sus<br />

consecuencias y desconociendo el abanico de opciones<br />

de políticas preventivas y la eficacia relativa de cada<br />

una. Emergieron también otros actores, como las organizaciones<br />

de consumidores (Asociación de Usuarios<br />

de la Comunicación, Consejo de Consumidores y<br />

Usuarios de España), las organizaciones de padres<br />

y madres de alumnos (CONCAPA y CEAPA), y asociaciones<br />

que representan a las víctimas del alcohol o sus<br />

familiares.<br />

Respecto a los actores contrarios a la regulación, los<br />

más relevantes fueron las organizaciones de agriculto-<br />

81<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):79-85


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

Tabla 1. Creencias respecto a las políticas de prevención del daño que causa el alcohol en España<br />

Ámbito Sectores contrarios a la regulación Sectores favorables a la regulación<br />

Naturaleza humana Las personas son libres de elegir individualmente Las personas están amenazadas y necesitan protección<br />

Valores sociales prioritarios Prioridad de la iniciativa privada y la empresa como Prioridad del bien público y la salud de los ciudadanos<br />

instrumentos de creación de riqueza y bienestar social<br />

para la sociedad<br />

Defensa de la tradición, y del consumo cotidiano de vino y<br />

cerveza considerados como alimentos y parte de la dieta<br />

humana<br />

Rol del Estado <strong>El</strong> rol del Estado ha de ser limitado, y concentrarse en apoyar <strong>El</strong> Estado debe intervenir ante los problemas velando<br />

la iniciativa privada<br />

por todos los ciudadanos, y ser vigilante ante<br />

las actividades de los operadores económicos cuando<br />

su negocio puede tener consecuencias adversas<br />

para la sociedad<br />

Efectos de la regulación La regulación del alcohol pone en peligro a los sectores <strong>El</strong> actual patrón de consumo de alcohol comporta<br />

económicos cruciales para la cohesión y el progreso social un peruicio grave para la salud y la sociedad, por lo que<br />

(que abarcan desde las comunidades rurales de cultivadores requiere una regulación<br />

de la vid a las empresas relacionadas con el ocio y el turismo),<br />

y afectaría negativamente al empleo y los ingresos fiscales<br />

Efectos negativos del consumo Las personas que tienen problemas con el alcohol Circunstancias de diverso tipo hacen que algunos<br />

son «pobres diablos» que no saben beber<br />

bebedores terminen desarrollando problemas con<br />

el alcohol, y necesitan ayuda. Pero buena parte<br />

del daño que hace el alcohol se produce en personas<br />

que no son bebedores de riesgo<br />

Efectos positivos del consumo <strong>El</strong> consumo moderado es bueno para la salud Aunque un consumo bajo (menos de 2 unidades/día)<br />

pueda tener beneficios cardiovasculares en algunas<br />

<strong>El</strong> consumo de alcohol contribuye al bienestar personal<br />

personas en ciertos grupos de edad y sexo, no se puede<br />

y a las relaciones sociales<br />

estimular el consumo, pues globalmente tendría<br />

consecuencias negativas para la salud<br />

Opciones de prevención La familia y la escuela tienen la responsabilidad de formar Una regulación que muestra cuáles son los valores sociales<br />

a los menores para evitar el abuso del alcohol<br />

aceptables complementa las acciones educativas<br />

res y bodegueros, así como la patronal Federación Española<br />

del Vino (FEV), junto con la patronal de publicidad<br />

y los gremios de restauración y hostelería. Además<br />

de la oposición política al gobierno, desde la esfera institucional,<br />

tanto el Ministerio de Agricultura como algunos<br />

gobiernos autónomos (de diverso color político) se<br />

hicieron eco visible de sus argumentos. De todos<br />

modos, se produjo una movilización general de todos los<br />

sectores contrarios a la regulación: los interesados en<br />

mantener o incrementar el consumo de alcohol en España<br />

son poderosos, están bien organizados, y cuentan<br />

con una red de alianzas considerable. La estructura<br />

de esta auténtica coalición ya ha sido objeto de<br />

estudio 19 y se hace un inventario de sus componentes<br />

en la tabla 2, distinguiendo entre los actores principales<br />

y los asociados. Las tres principales patronales (del<br />

vino, la cerveza y el licor), además de formar parte de<br />

la Confederación Española de Organizaciones Empresariales<br />

(CEOE) a través de la Federación Española de<br />

Industrias de la Alimentación y Bebidas, han creado organizaciones<br />

paralelas para reforzar su política de relaciones<br />

públicas y defender mejor sus intereses. Estas<br />

organizaciones adoptan la forma de entidades de investigación<br />

(Fundación para la Investigación del Vino y<br />

Nutrición [FIVIN]) o información (Centro de Información<br />

Cerveza y Salud [CICS]), o incluso de organizaciones<br />

presuntamente orientadas a la prevención (Fundación<br />

Alcohol y Sociedad [FAS]). En estas organizaciones pantalla<br />

suelen estar implicadas personalidades relevantes<br />

desde el punto de vista profesional o académico, entre<br />

ellas personas destacadas del ámbito de la medicina y<br />

la salud pública, muchas de las cuales han aparecido<br />

en los medios durante el debate social.<br />

Comparación de los procesos de las propuestas<br />

sobre el tabaco y el alcohol<br />

<strong>El</strong> proceso administrativo es el mismo. <strong>El</strong> inicio es<br />

en ambos casos el debate y el consenso técnico en<br />

el foro que proporciona un grupo de trabajo del Con-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):79-85<br />

82


Villalbí JR et al. Políticas de regulación del alcohol en España: ¿salud pública basada en la experiencia<br />

sejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, consulta<br />

a organizaciones sociales, iniciativa de la ministra<br />

con gran relevancia, y reacciones iniciales en contra<br />

desde la oposición y los sectores económicos<br />

afectados, contrarios a la regulación. A partir de aquí<br />

el proceso se bifurca. En el caso del tabaco, los redactores<br />

de salud y sociedad en los medios de comunicación<br />

y un movimiento de prevención muy activo<br />

en este frente decantan un clima favorable a la<br />

regulación 4 , y además los antecedentes de implicación<br />

política con iniciativas de prevención de otras fuerzas<br />

políticas facilitan que se incorporen al proyecto, aunque<br />

planteen críticas y enmiendas concretas 20 . Presentado<br />

el anteproyecto al Consejo de Ministros, se presenta<br />

a la consulta del Consejo de Estado y del Consejo<br />

Económico y Social, y de aquí va a las Cortes (el resto<br />

ya ha sido muy bien documentado) 21 . En el caso del<br />

alcohol, la ausencia de un movimiento de prevención<br />

organizado y de un encuadre preventivo del tema en<br />

los medios decanta el clima mediático. Éste se encuadra<br />

en términos muy alejados de las propuestas reales de<br />

regulación. La ausencia de antecedentes de consenso<br />

en este terreno y la gran implicación de la ministra<br />

en la iniciativa propiciaron un cierto aislamiento político,<br />

que se extendió incluso a sus propias filas. Se produjeron<br />

algunos intentos de negociación orientados a<br />

relajar la regulación por lo que respecta al vino pero,<br />

finalmente, el proyecto se retiró.<br />

Conclusiones y perspectivas<br />

Se comprueba que los actores interesados en fomentar<br />

el consumo de alcohol y contrarios a toda regulación<br />

preventiva tienen una interlocución política privilegiada<br />

en la esfera institucional, que puede generar<br />

resistencias muy poderosas a cualquier iniciativa sanitaria<br />

en este campo. Las experiencias fallidas de los<br />

años 2002 y 2006 son casi paralelas: quienes formularon<br />

la propuesta de 2006 no parecen haber analizado<br />

el fracaso anterior y sus causas. La falta de consenso<br />

Tabla 2. Actores interesados en fomentar el consumo de alcohol<br />

Actores principales Otros actores relevantes Relaciones con administraciones públicas<br />

Productores<br />

Viticultores Sindicatos agrarios Agricultura<br />

Bodegas de vino y cava Cooperativas vinícolas y agrarias Industria<br />

Consejos Reguladores de Denominaciones de Origen<br />

Trabajo<br />

Patronales y organizaciones vinculadas<br />

Hacienda<br />

(FEV, FIVIN, AVIMES)<br />

Gobiernos autonómicos y locales en zonas<br />

Sector publicitario<br />

productoras<br />

Medios de comunicación<br />

Industria del corcho<br />

Industria del vidrio<br />

Fabricantes y distribuidores de licor Patronales y organizaciones sociales (FEBE, FAS) Hacienda<br />

Sector publicitario<br />

Medios de comunicación<br />

Patrocinados (deporte, música)<br />

Cerveceras Patronales y organizaciones vinculadas (Cerveceros de España, CICS) Industria<br />

Sector publicitario<br />

Trabajo<br />

Medios de comunicación<br />

Hacienda<br />

Patrocinados (deporte, música)<br />

Industria del vidrio<br />

Expendedores<br />

Establecimientos de restauración y hostelería Gremios y patronales del sector Turismo<br />

Empresas de ocio nocturno<br />

Comercio<br />

Hacienda<br />

Gobiernos locales en zonas turísticas<br />

Establecimientos de comercio alimentario Gremios y patronales del sector Comercio<br />

Establecimientos de comercio especializado<br />

Hacienda<br />

en vinos y licores<br />

CICS: Centro de Información Cerveza y Salud; FAS: Fundación Alcohol y Sociedad; FEBE: Federación Española de Bebidas Espirituosas; FEV: Federación Española del<br />

Vino; FIVIN: Fundación para la Investigación del Vino y Nutrición.<br />

83<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):79-85


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA – POLÍTICAS FRENTE A LOS RIESGOS COTIDIANOS<br />

mediático y político en este caso contrasta con la experiencia<br />

de la regulación del tabaco, donde la labor<br />

del movimiento de prevención desde unos años antes<br />

había incrementado los mensajes preventivos en los medios,<br />

y había llevado a formular el problema en términos<br />

apropiados para su regulación.<br />

Los sectores de agricultores y bodegueros relacionados<br />

con el vino han sido las fuerzas más visibles en<br />

contra de la regulación y con mayor eco político y social.<br />

En contraste, cabría esperar que las propuestas<br />

de regulación no les deberían afectar más que marginalmente.<br />

Quizás en futuras propuestas de regulación<br />

habría que segmentar más los productos regulados. Un<br />

estudio reciente sobre los patrones de consumo elevado<br />

episódico sugiere que éste se sustenta en el uso<br />

de bebidas destiladas, especialmente en los jóvenes 22 .<br />

Por otra parte, los mensajes sobre el efecto beneficioso<br />

del consumo, manipulados y deformados de manera<br />

interesada, han servido para nutrir el argumentario<br />

opuesto a la regulación. La difusión de estos mensajes<br />

es el principal objetivo de la FIVIN, que claramente<br />

ha tenido éxito 23 .<br />

Tanto en el año 2002 como en 2006 los argumentos<br />

contrarios a la regulación fueron similares. En cuanto<br />

a los actores favorables y contrarios, en el ámbito político<br />

la oposición critica al Ministerio proponente en ambos<br />

casos (aunque las fuerzas políticas implicadas se hayan<br />

permutado). En 2002, muchas organizaciones juveniles<br />

y algunas organizaciones relacionadas con la atención<br />

a las adicciones se manifestaron públicamente contra<br />

la propuesta; en 2006 esto no ha sucedido. En 2006,<br />

además de la administración que propone la regulación,<br />

han surgido voces favorables a ésta, con cierta presencia<br />

y visibilidad (aunque haya sido insuficiente).<br />

Creemos que este abanico de sectores interesados<br />

en ampliar las políticas públicas preventivas del daño<br />

que causa el alcohol precisa una mayor cohesión y organización<br />

para avanzar. Entre otras, hace falta una base<br />

de información sanitaria compartida, que cubra aspectos<br />

como el impacto del alcohol en la salud en nuestra sociedad,<br />

la medida del consumo actual y sus tendencias,<br />

y las iniciativas más eficaces para reducirlo. Posteriormente,<br />

habrá que desarrollar un trabajo de sensibilización<br />

de la opinión pública, en el que la traslación de<br />

estos elementos a los medios desempeña un papel crucial.<br />

Por último, hace falta crear una perspectiva políticamente<br />

transversal de este problema, que evite lo que<br />

ahora parece un patrón repetido. En efecto, hasta ahora<br />

parece que cada vez que un gobernante responsable<br />

constata la existencia del problema y sus dimensiones<br />

formula una propuesta de regulación. Inmediatamente<br />

ésta es descalificada por la oposición, estimulada por<br />

medios afines y por los sectores con intereses económicos<br />

contrarios a la regulación, que dan a la controversia<br />

gran notoriedad pública. La experiencia adquirida<br />

nos sugiere el camino a seguir 24 .<br />

¿Qué aporta este estudio para futuros progresos<br />

en este campo<br />

• Las iniciativas de salud pública basadas en regulaciones<br />

para disminuir el daño que causa el alcohol han de<br />

afrontar la oposición de los sectores interesados en fomentar<br />

su consumo. Éstos tienen una interlocución política<br />

privilegiada en la esfera institucional, que puede<br />

generar resistencias poderosas a cualquier iniciativa.<br />

• Pese a que las propuestas de regulación sólo les afectarían<br />

marginalmente, los sectores viticultores y bodegueros<br />

han sido las fuerzas más notorias en contra<br />

de la regulación y con mayor eco político y social.<br />

• <strong>El</strong> efecto beneficioso sobre la salud cardiovascular del<br />

consumo de dosis bajas de alcohol se ha utilizado para<br />

nutrir el argumentario opuesto a la regulación, mediante<br />

mensajes que manipulan y deforman la realidad.<br />

• Esta falta de consenso mediático y político contrasta<br />

con la experiencia de regulación del tabaco. La<br />

mayor diferencia podría estribar en que el movimiento<br />

de prevención del tabaquismo había alcanzado un<br />

cierto consenso político transversal, y su labor había<br />

incrementado los mensajes preventivos en los medios.<br />

Esto favoreció una formulación del problema en<br />

términos apropiados para su regulación.<br />

• Los sectores interesados en ampliar las políticas públicas<br />

preventivas del daño que causa el alcohol han<br />

de conseguir una mayor cohesión y organización para<br />

avanzar. Las organizaciones de los profesionales de<br />

salud pública pueden contribuir a la mejora de la salud<br />

en este campo, estimulando una base de información<br />

sanitaria compartida, que cubra aspectos como el impacto<br />

del alcohol en la salud en nuestra sociedad, la<br />

medida del consumo actual y sus tendencias, y las<br />

iniciativas más eficaces para reducirlo.<br />

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85<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):79-85


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Adaptación de los servicios de salud a las características<br />

específicas y de utilización de los nuevos españoles<br />

Berta Rivera a / Bruno Casal b / David Cantarero c / Marta Pascual c<br />

a<br />

Escuela Gallega de Administración Sanitaria, Santiago de Compostela, A Coruña. España; b Universidad de A Coruña, A Coruña,<br />

España; c Universidad de Cantabria, Santander, España.<br />

(Adapting health services to the specific needs and utilization<br />

patterns of the new Spaniards)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> progresivo incremento en el número de inmigrantes y la<br />

incertidumbre sobre la capacidad que tienen nuestros servicios<br />

de salud de asimilar aumentos cuantitativos y cualitativos en<br />

la demanda derivan en la necesidad de considerar la posibilidad<br />

de implementar adaptaciones para poder ajustar estos servicios<br />

a las nuevas necesidades. Partiendo de un análisis de<br />

los factores que influyen sobre el estado de salud y la frecuentación<br />

de los servicios sanitarios, se aproximan, a partir<br />

de la Encuesta Nacional de Salud (ENSE), la Encuesta Europea<br />

de Renta y Condiciones de Vida y del Panel de Hogares<br />

de la Unión Europea, los perfiles comparados de salud y utilización<br />

de estos recursos entre las poblaciones nacional y extranjera.<br />

<strong>El</strong> patrón de demanda de servicios sanitarios de la población<br />

inmigrante responde básicamente al de las necesidades<br />

de una población joven y que goza de buen estado de salud,<br />

llegando incluso a mostrar niveles de utilización de recursos<br />

sanitarios inferiores a los de la población nacional, según la<br />

ENSE. La necesidad de considerar el estudio de la relación entre<br />

estado de salud y necesidades de atención sanitaria desde un<br />

punto de vista dinámico, recogiendo variaciones en la trayectoria<br />

de salud y en los patrones de demanda de atención sanitaria,<br />

se muestra relevante para poder identificar los desequilibrios<br />

en los recursos y establecer una correcta ordenación<br />

de prioridades preventivas y asistenciales.<br />

Palabras clave: Inmigración. Proceso migratorio. Estado de<br />

salud. Recursos sanitarios.<br />

Abstract<br />

Because of the progressive increase in the number of immigrants<br />

and the uncertainty about the capacity of the Spanish<br />

health service to deal with the quantitative and qualitative<br />

increases in demand, the possibility of introducing changes<br />

to adapt our services to the new situation should be considered.<br />

Beginning with an analysis of the factors that influence<br />

health status and use of the health service, based on the<br />

National Health Survey (NHS), the European Statistics on Income<br />

and Living Conditions (EU-SILC) and the European Community<br />

Household Panel (ECHP), we compare the health profiles<br />

and patterns of medical resources utilization between the<br />

national and foreign populations.<br />

The pattern of demand for health services in the immigrant<br />

population corresponds basically to the needs of a young population<br />

in good health. According to NHS data, resource utilization<br />

among immigrants can even be lower than that among<br />

the national population. Assessing the link between health status<br />

and demand for healthcare from a dynamic point of view,<br />

by identifying variations in patterns of health and patterns of<br />

demand for healthcare, is important to identify imbalances in<br />

resources and to establish an appropriate hierarchy of preventive<br />

and treatment priorities.<br />

Key words: Immigration. Migratory process. Health status. Medical<br />

resources.<br />

Ideas clave<br />

• <strong>El</strong> patrón de demanda de servicios sanitarios de los<br />

inmigrantes responde a las necesidades de una población<br />

joven con buena salud. Utilizan menos recursos<br />

sanitarios (incluido el servicio de urgencias)<br />

que la población nacional.<br />

Correspondencia: Berta Rivera.<br />

Escuela Gallega de Administración Sanitaria.<br />

Correo electrónico: Berta.Rivera.Castineira@sergas.es<br />

• Puesto que las deficiencias sociales y económicas<br />

aumentan la vulnerabilidad a los problemas de salud<br />

y las limitaciones al acceso y utilización de los recursos<br />

sanitarios, es conveniente adoptar medidas de inclusión<br />

social y mejora de las condiciones de vida de<br />

los inmigrantes más desfavorecidos.<br />

• Las organizaciones sanitarias deben desarrollar habilidades<br />

prácticas y formación específica de su personal<br />

sanitario y administrativo en las enfermedades<br />

más prevalentes en los países emisores, y en aspectos<br />

psicosociales y culturales. Debe potenciarse<br />

la figura del mediador cultural.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95<br />

86


Rivera B et al. Adaptación de los servicios de salud a las características específicas y de utilización de los nuevos españoles<br />

• Las madres y los niños inmigrantes son los grupos<br />

poblacionales que necesitarían actuaciones específicas<br />

en prevención y promoción de la salud.<br />

• Aunque ya representan el 10% de la población, no hay<br />

fuentes de información longitudinal sobre la salud de<br />

los inmigrantes para hacer seguimiento de su estado<br />

de salud y conocer las necesidades de adaptación de<br />

los dispositivos del Sistema Nacional de Salud.<br />

• Las encuestas deberían diferenciar a los inmigrantes<br />

en función de las causas de su migración: económicas<br />

(generalmente de países pobres), jubilación<br />

(países de rentas altas), causas políticas, etc.<br />

Figura 1. Proceso migratorio y dinámica del estado de salud<br />

del inmigrante.<br />

Proceso migratorio<br />

Condiciones en el país<br />

de origen<br />

Factores:<br />

Sociales<br />

Económicos<br />

Ambientales<br />

Cultura sanitaria<br />

…<br />

Trayectoria de salud<br />

Health<br />

Selectivity<br />

Introducción<br />

Condiciones de viaje<br />

hacia el país de destino<br />

Condiciones en el país<br />

de destino<br />

Factores:<br />

Sociales<br />

Económicos<br />

Culturales<br />

Acceso a servicios de salud<br />

Comportamiento de riesgo<br />

…<br />

Healthy<br />

Immigrant<br />

Effect<br />

<strong>El</strong> número de migraciones internacionales se ha incrementado<br />

en las últimas décadas, y ha doblado<br />

las cifras de la década de los setenta 1 . España se<br />

ha convertido en receptora de flujos migratorios procedentes,<br />

con frecuencia, de países con unas condiciones<br />

de salud muy diferentes 2,3 . Precisamente en estos últimos<br />

años se ha observado un aumento sostenido en<br />

el número de extranjeros que llegan a nuestro país para<br />

residir y trabajar. Mientras que en el año 1998 el porcentaje<br />

de extranjeros empadronados sobre el total de población<br />

fue del 1,6%, los datos provisionales del padrón para 2007<br />

sitúan este porcentaje en un 10%.<br />

<strong>El</strong> Consejo de Europa recomienda a los Estados<br />

miembros que estudien las necesidades de los distintos<br />

grupos étnicos del país, con el fin de facilitar la igualdad<br />

de acceso y planificar su atención; la formación de<br />

los profesionales de los servicios sanitarios, para que<br />

sean más conscientes de las necesidades de los pacientes<br />

inmigrantes y, en definitiva, garantizar que los<br />

servicios sanitarios puedan dar una respuesta común,<br />

que conlleve una asistencia de calidad y repercuta en<br />

un mejor nivel de salud entre la población inmigrante.<br />

Los estudios relacionados con la inmigración y la salud<br />

de la población proceden fundamentalmente de los países<br />

que han recibido en las últimas décadas un mayor<br />

número de inmigrantes 4-11 . En España es un fenómeno<br />

reciente, lo que justifica el menor número de estudios realizados<br />

hasta la fecha 12-15 centrados en este colectivo. En<br />

cambio, ha sido mayor la proliferación de trabajos sobre<br />

la utilización de servicios sanitarios de la población en<br />

general 16,17 .<br />

Con la finalidad de proporcionar una visión general<br />

sobre el estado de salud de la población inmigrante y<br />

el grado de acceso, utilización y frecuentación de los servicios<br />

destinados a su mejora, este capítulo se estructura<br />

en 5 partes diferenciadas. En una primera parte se<br />

realiza una breve aproximación a las diferentes fases del<br />

proceso migratorio y a la trayectoria de salud que presenta<br />

este tipo de población. Posteriormente, se abordan<br />

los factores que se muestran relevantes en la utilización<br />

y la frecuentación de los recursos destinados a<br />

la mejora de la salud. A continuación, se comparan los<br />

perfiles de salud y el patrón de utilización de recursos<br />

sanitarios de la población nacional y extranjera residente<br />

en nuestro país y se describen las fuentes de datos empleadas<br />

y los principales resultados obtenidos. En la última<br />

parte del capítulo se relacionan de forma breve algunas<br />

recomendaciones que podrían ser relevantes de<br />

cara a la realización de intervenciones públicas que tengan<br />

por objeto una mejor adecuación de recursos respecto<br />

a las nuevas necesidades de la población.<br />

Dinámica del estado de salud de la población<br />

inmigrante<br />

<strong>El</strong> estudio del nivel de salud de esta población y sus<br />

determinantes requiere un análisis dinámico, en el que se<br />

recoja la trayectoria de salud y los factores que en cada<br />

estadio del proceso migratorio ejercen una mayor influencia.<br />

<strong>El</strong> proceso migratorio implica moverse de un ambiente<br />

que presenta unos determinados riesgos de salud, comportamientos<br />

y limitaciones, hacia otro con una combinación<br />

diferente de parámetros. Por ello, la trayectoria<br />

vital anterior al proceso migratorio resulta fundamental<br />

para explicar el estado de salud del inmigrante en el país<br />

87<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

de destino. Desde el momento en que la persona decide<br />

emigrar, las disparidades en salud, los patrones de<br />

morbilidad característicos de sus sociedades de origen<br />

y otras variables relevantes (ambientales, sociales, económicas,<br />

acceso a recursos de salud, etc.) determinarán<br />

parte de su posterior trayectoria de salud (fig. 1).<br />

Los factores que inducen el proceso migratorio suelen<br />

dividirse en factores de expulsión y de atracción. Entre<br />

los factores de expulsión destacan la guerra, la pobreza<br />

y el hambre, mientras que las oportunidades laborales,<br />

la libertad política y la libertad de religión constituyen factores<br />

de atracción 18 . Estos factores afectarán a la naturaleza,<br />

a las condiciones del propio proceso migratorio y<br />

también al nivel de salud que presente el individuo en fases<br />

posteriores a la salida del país de origen 19 .<br />

En la etapa premigratoria, las condiciones sociales,<br />

económicas y culturales de las poblaciones de origen determinan<br />

las primeras diferencias en sus niveles de salud<br />

(hábitos dietéticos específicos de la población, características<br />

fisiológicas, disponibilidad y grado de acceso a<br />

los recursos de salud, factores de riesgo ambiental, etc.).<br />

Las condiciones específicas del viaje hacia el país de destino<br />

influyen puntualmente en el estado de salud de esta<br />

población, y pueden condicionar la trayectoria de salud<br />

del inmigrante una vez asentado en el país de acogida.<br />

La etapa posmigratoria se desarrolla en el país de acogida.<br />

<strong>El</strong> inmigrante se encuentra, en la mayoría de los<br />

casos, con una serie de barreras (idiomáticas, culturales,<br />

administrativas, etc.) que crean dificultades en la accesibilidad<br />

y la adaptabilidad al nuevo contexto social. Estas<br />

barreras derivan en deficiencias sociales y económicas<br />

(situación social, laboral y económica precaria) que producen<br />

una mayor vulnerabilidad respecto a los problemas<br />

de salud y a las limitaciones en el acceso a los servicios<br />

de cuidados sanitarios. Al mismo tiempo, la exposición<br />

al nuevo entorno aumenta la propensión a la adopción<br />

de comportamientos similares a los de la población nacional,<br />

en algunos casos calificados como de riesgo (cambios<br />

en la dieta, hábito del tabaco, falta de ejercicio físico…),<br />

que tienen importantes implicaciones para su estado<br />

de salud 9,20 . Finalmente, las condiciones y los recursos<br />

generados por estos inmigrantes serán factores determinantes<br />

del nivel de salud de «segundas generaciones»,<br />

lo que condiciona su posterior trayectoria en términos de<br />

estado de salud y utilización de recursos.<br />

Paralelamente a las diferentes fases del proceso migratorio,<br />

la evidencia empírica internacional diferencia<br />

la existencia de dos fenómenos clave para entender la<br />

trayectoria de salud de la población inmigrante: selectividad<br />

según la salud (health selectivity) y efecto del<br />

inmigrante sano (healthy immigrant effect).<br />

Las personas que deciden emigrar están sujetas a una<br />

selección positiva en términos de salud (health selectivity).<br />

En comparación con un grupo de personas representativo<br />

de su población de origen, la propensión a presentar<br />

un mejor estado de salud es mayor entre las<br />

personas que deciden iniciar el proceso migratorio 21 . Si<br />

establecemos una tipología general de la población inmigrante,<br />

la mayoría de las personas que emigran lo hacen<br />

en busca de un empleo (inmigración de tipo económico),<br />

para el que se requerirá un nivel de salud mínimo.<br />

La ventaja en términos de salud se mantiene hasta<br />

la llegada del inmigrante al país de destino, y la probabilidad<br />

de padecer enfermedades o trastornos crónicos<br />

se muestra en este momento inferior a la población<br />

nacional. A medida que transcurre el tiempo<br />

de residencia en el país, aumenta su vulnerabilidad<br />

y la propensión a padecer problemas de salud 9,20,22,23 .<br />

En otras palabras, el healthy immigrant effect se reduce<br />

a medida que transcurre el tiempo de permanencia<br />

del inmigrante en el país de acogida y su estado<br />

de salud acaba convergiendo con el de la<br />

población nacional.<br />

En función de la etapa del proceso migratorio en la<br />

que se originan, las enfermedades más características<br />

de la población inmigrante se clasifican en la literatura<br />

médica en 4 grandes grupos: enfermedades importadas;<br />

reactivas o de adaptación; adquiridas en la propia<br />

comunidad de residencia, y enfermedades de<br />

retorno. En la tabla 1 se recogen las enfermedades más<br />

prevalentes dentro de cada grupo, sus características<br />

principales y el conjunto de factores relevantes en el<br />

padecimiento de la enfermedad.<br />

Acceso y utilización de los servicios de salud<br />

Andersen y Newman 24 conceptualizan el grado de<br />

acceso y utilización potencial de los servicios de salud<br />

de la población inmigrante en función de tres factores<br />

relevantes de carácter individual (fig. 2):<br />

1. Condiciones específicas que dificultan o facilitan<br />

el acceso (factores estructurales). Se incluyen todos los<br />

factores socioeconómicos que facilitan y predisponen<br />

al uso de los servicios de salud: nivel de renta, conocimiento<br />

sobre la disponibilidad de servicios y accesibilidad<br />

al sistema (existencia de barreras de tipo organizativo,<br />

cultural, idiomáticas, etc.).<br />

2. Predisposición al uso de estos servicios (factores<br />

precursores): edad, género, educación, idioma y factores<br />

culturales que son fundamentales para reconocer<br />

e interpretar los problemas de salud.<br />

3. Necesidad de cuidados de salud: estado de salud<br />

autopercibido y capacidades funcionales que afectan<br />

a la propensión de buscar y utilizar los recursos de salud<br />

en el país de destino.<br />

Asumiendo la presencia del efecto del inmigrante<br />

sano, se producirá una mayor frecuentación de los servicios<br />

de salud conforme aumenta el tiempo de resi-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95<br />

88


Rivera B et al. Adaptación de los servicios de salud a las características específicas y de utilización de los nuevos españoles<br />

Tabla 1. Proceso migratorio y grupos de enfermedades<br />

Características Factores relevantes Enfermedades más frecuentes<br />

Enfermedades de origen Adquiridas en el país de origen Condiciones de vida del inmigrante. Virus de la inmunodeficiencia<br />

o importadas y diagnosticadas en el país Su frecuencia se relaciona de forma inversa humana, hepatitis, tuberculosis,<br />

de destino. Generalmente de con el tiempo de estancia en el país hemoglobinopatías,desnutrición,<br />

etiología infecciosa de acogida anemias<br />

Enfermedades reactivas Relacionadas con el proceso Condiciones de vida en el país receptor Trastornos psicosomáticos y<br />

o de adaptación de adaptación al nuevo entorno de salud mental, infecciones del<br />

aparato respiratorio, trastornos<br />

digestivos, alergias<br />

Enfermedades adquiridas Provocan la mayor frecuentación Proceso migratorio, condiciones socio- ETS, tuberculosis, dermopatías,<br />

en la propia comunidad de los servicios de salud económicas y propensión a realizar trastornos digestivos, depresiones<br />

prácticas de riesgo<br />

y somatizaciones<br />

Enfermedades de retorno Consecuencia del regreso Enfermedades infecciosas debidas a la pérdida Paludismo, dengue y otras ETS<br />

al país de origen<br />

de inmunidad y prácticas de riesgo<br />

ETS: enfermedades de transmisión sexual.<br />

Fuente: elaboración propia.<br />

dencia del inmigrante en el país de destino 25 . En este<br />

sentido, el tiempo de residencia vuelve a ser un factor<br />

crítico que afectará al nivel de uso y utilización de los<br />

recursos asistenciales del país de acogida, facilitando<br />

el acceso del inmigrante a los mismos o, por el contrario,<br />

creando barreras en su acceso y utilización 26 .<br />

Perfiles comparativos a partir de indicadores<br />

sanitarios entre población nacional y extranjera<br />

A continuación, presentamos un análisis empírico<br />

de distintos indicadores referidos al estado de salud y<br />

Figura 2. Utilización de recursos sanitarios por la población<br />

inmigrante.<br />

Factores estructurales<br />

Económicos<br />

Conocimiento<br />

de facilidades<br />

Accesibilidad<br />

(cultural, idiomática,<br />

características<br />

del sistema)<br />

Utilización de servicios<br />

de salud<br />

Necesidades de cuidados<br />

de salud<br />

Factores precursores<br />

Género<br />

Edad<br />

Educación<br />

Idioma<br />

Aspectos culturales<br />

a las características y condiciones de uso de servicios<br />

de salud de la población nacional y extranjera. Con esta<br />

finalidad, se han utilizado como fuentes de información<br />

la Encuesta Nacional de Salud (ENSE), la Encuesta Europea<br />

de Renta y Condiciones de Vida (ECV) y el Panel<br />

de Hogares de la Unión Europea (PHOGUE).<br />

En lo que respecta a la primera, en la ENSE de España<br />

2003 27 , las cuestiones incluidas en el cuestionario<br />

de adultos (16 o más años de edad) nos informan<br />

sobre la morbilidad percibida, los hábitos de vida, la utilización<br />

de los servicios sanitarios y las prácticas preventivas<br />

para las dos poblaciones de referencia (nacional<br />

y extranjera).<br />

En la tabla 2 se recogen diferentes datos de clasificación<br />

de la población encuestada. Respecto a la nacionalidad,<br />

observamos que 650 encuestados tienen nacionalidad<br />

extranjera, frente a 21.000 que son población<br />

nacional. Esta distribución, y la baja representatividad<br />

de la población extranjera frente al total, limitan de forma<br />

notable cualquier inferencia estadística que se quiera<br />

realizar respecto al establecimiento de perfiles de estado<br />

de salud o frecuentación y utilización de recursos<br />

sanitarios. Por ello, únicamente ha sido posible realizar<br />

un análisis descriptivo que nos ofrezca una orientación<br />

de los distintos indicadores presentados.<br />

<strong>El</strong> perfil principal de la población extranjera encuestada<br />

responde al de una población en edad de trabajar,<br />

con un nivel educativo superior al de la población<br />

nacional que coincide, en su mayoría, con la denominación<br />

de «inmigrantes económicos».<br />

Centrándonos en los aspectos relacionados con el<br />

estado de salud, en la tabla 3 se presenta un indicador<br />

subjetivo de autovaloración del estado de salud. La población<br />

extranjera declara tener un mejor estado de salud<br />

general que la población nacional, y es superior la ca-<br />

89<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Tabla 2. Datos de clasificación de la Encuesta Nacional de<br />

Salud de España (ENSE, 2003)<br />

Nacionales<br />

Extranjeros<br />

n 21.000 (97%) 650 (3%)<br />

Región de procedencia<br />

Unión Europea - 22,15<br />

Resto de Europa - 10,77<br />

Canadá o Estados Unidos - 0,46<br />

Resto de América - 43,23<br />

Asia - 3,69<br />

África - 19,54<br />

Oceanía - 0,15<br />

Sexo<br />

Hombre 45% 54%<br />

Mujer 55% 46%<br />

Edad<br />

Edad media 50 años 37 años<br />

Edad activa 72% 95%<br />

Cobertura sanitaria<br />

Seguridad Social-Sistema Nacional de Salud 94,35% 89,54%<br />

Sin cotización 1% 7%<br />

Nivel de estudios<br />

Sin estudios 15% 11%<br />

Primarios 36% 22%<br />

Secundarios 36% 46%<br />

Universitarios 15% 21%<br />

Fuente principal de ingresos<br />

Cuenta ajena 14% 11%<br />

Cuenta propia 43% 69%<br />

Pensiones 36% 10%<br />

Subsidios 2% 2%<br />

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la ENSE (2003).<br />

Tabla 3. Indicadores de estado de salud general<br />

Nacionales (%) Extranjeros (%)<br />

Autovaloración del estado de salud<br />

Muy bueno-bueno 64 77<br />

Regular 26 19<br />

Malo-muy malo 10 4<br />

Padecimiento de alguna enfermedad<br />

Frecuencia 25 16<br />

Enfermedades más frecuentes<br />

Artrosis 26 23<br />

Fracturas 13 15<br />

Corazón y aparato circulatorio 4 9<br />

Aparato digestivo 10 5<br />

Problemas psíquicos 8 8<br />

Limitación de actividades habituales<br />

Frecuencia 36 26<br />

Fuente: elaboración propia a partir de datos de la ENSE (2003).<br />

tegoría de «muy bueno-bueno» en 13 puntos porcentuales<br />

e inferior la percepción de estado de salud «malo<br />

o muy malo» en 6 puntos. Las diferencias de edad entre<br />

los dos colectivos podrían justificar estos resultados.<br />

La percepción anterior viene confirmada por la frecuencia<br />

en el padecimiento de alguna enfermedad durante<br />

más de 10 días en el último año. Si concretamos<br />

el tipo de dolencia sufrida, encontramos que tanto para<br />

la población nacional como para la extranjera, la mayor<br />

parte ha sido en la categoría: «artrosis, hernias discales,<br />

reumatismos, etc.». Le siguen en importancia las<br />

«fracturas, traumatismos, luxaciones, etc.», con un porcentaje<br />

inferior en la población nacional.<br />

Pasando ya al análisis de indicadores de frecuentación<br />

y utilización de servicios sanitarios, nos encontramos<br />

que, del total de personas que acudieron a una<br />

consulta médica en las últimas 2 semanas, el porcentaje<br />

de población nacional encuestada que acude en<br />

más de una ocasión es ligeramente superior (tabla 4).<br />

Si nos referimos al lugar donde tuvo lugar la última<br />

consulta médica realizada, observamos que, tanto en<br />

el caso de los extranjeros como los nacionales, en su<br />

mayoría ha tenido lugar en el centro de salud. Las consultas<br />

de especialidad son un 4% superiores entre la<br />

población extranjera encuestada. La especialidad del<br />

médico consultado presenta algunas diferencias; así,<br />

por ejemplo, en el caso de los extranjeros las consultas<br />

ginecológicas/obstétricas superan a la población nacional<br />

en 5 puntos porcentuales, al igual que la especialidad<br />

de traumatología.<br />

Concretando el comportamiento respecto a la frecuentación<br />

hospitalaria, parece que la población nacional<br />

presenta un mayor número de ingresos hospitalarios<br />

durante el último año. Si profundizamos en el número<br />

de días que han permanecido en el hospital, la población<br />

nacional presenta una estancia superior en 4 días.<br />

Los motivos de ingreso presentan notables diferencias<br />

entre la población nacional y extranjera. <strong>El</strong> parto<br />

es la causa de ingreso principal para los extranjeros,<br />

mientras que en el caso de la población nacional el<br />

mayor número de ingresos se debe a intervenciones<br />

quirúrgicas. Asimismo, observamos una ligera mayor<br />

utilización del servicio de urgencias en los extranjeros<br />

que en la población nacional.<br />

Por otro lado, con objeto de completar este análisis,<br />

se han utilizado otras dos fuentes de datos armonizadas<br />

en el ámbito europeo y que contienen también<br />

información relativa a salud. Así, la ECV 28 se configura<br />

como una nueva fuente de información estadística<br />

cuyo objetivo es la producción sistemática de estadísticas<br />

comunitarias sobre la renta y las condiciones de<br />

vida en la UE. Esta encuesta sustituye al PHOGUE 29 ,<br />

que comenzó en 1994 y finalizó en 2001. A modo de<br />

ejemplo, mencionamos que en la muestra ampliada del<br />

año 2000, 714 encuestados tienen nacionalidad extranjera,<br />

frente a 35.434 que son población nacional.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95<br />

90


Rivera B et al. Adaptación de los servicios de salud a las características específicas y de utilización de los nuevos españoles<br />

Tabla 4. Indicadores de frecuentación y utilización de servicios<br />

sanitarios<br />

Nacionales<br />

Extranjeros<br />

Número de consultas (frecuentadores<br />

en las últimas dos semanas)<br />

1 84% 89%<br />

2 12% 8%<br />

3 2% 2%<br />

Lugar de la última consulta<br />

Centro de salud 63% 56%<br />

Consulta al especialista 14% 18%<br />

Consulta externa del hospital 7% 6%<br />

Urgencias del hospital 2% 2%<br />

Médico de familia 5% 5%<br />

Motivo de la consulta<br />

Diagnóstico 39% 52%<br />

Revisión 24% 30%<br />

Recetas 31% 12%<br />

Especialidad médica de la consulta<br />

Medicina general 78% 76%<br />

Ginecología/obstetricia 3% 8%<br />

Traumatología 3% 8%<br />

Frecuentación hospitalaria:<br />

número de ingresos (últimos 12 meses,<br />

los que han tenido algún ingreso)<br />

1 82% 97%<br />

2 13% 3%<br />

3 3% –<br />

Número de días ingresado Hasta 17 días Hasta 13 días<br />

(los que han tenido algún ingreso)<br />

90% de la población<br />

Motivo de ingreso<br />

Intervención quirúrgica 48% 36%<br />

Estudio médico 20% 16%<br />

Tratamiento médico 20% 10%<br />

Parto 8% 33%<br />

Forma de ingreso<br />

Ordinaria 45% 50%<br />

Urgencias 55% 50%<br />

Orden de ingreso<br />

Mandato médico 21% 16%<br />

Propia iniciativa 79% 84%<br />

Fuente: <strong>El</strong>aboración propia a partir de datos de la ENSE (2003).<br />

Tabla 5. Autovaloración de salud por comunidades autónomas<br />

Media<br />

ECV 2004 ECV 2005<br />

Desviación<br />

estándar<br />

Media<br />

Desviación<br />

estándar<br />

Andalucía 2,359 1,040 2,318 0,972<br />

Aragón 2,312 0,932 2,329 0,989<br />

Asturias 2,442 0,929 2,463 0,907<br />

Baleares 2,193 0,890 2,121 0,968<br />

Canarias 2,356 0,806 2,277 1,001<br />

Cantabria 2,358 0,984 2,332 0,767<br />

Castilla y León 2,301 0,982 2,415 0,895<br />

Castilla La Mancha 2,360 0,964 2,159 1,015<br />

Cataluña 2,326 0,988 2,191 0,968<br />

Comunidad Valenciana 2,343 0,974 2,327 0,984<br />

Extremadura 2,337 0,881 2,275 1,043<br />

Galicia 2,590 0,987 2,591 0,999<br />

Madrid 2,267 0,928 2,149 0,959<br />

Murcia 2,222 1,078 2,327 0,965<br />

Navarra 2,293 0,919 2,301 0,863<br />

País Vasco 2,250 0,974 2,281 0,914<br />

La Rioja 2,445 0,898 2,236 0,839<br />

Ceuta y Melilla 2,396 0,965 2,348 0,949<br />

Total nacional 2,343 0,968 2,286 0,971<br />

Nota: <strong>El</strong> estado general de salud de los individuos toma los valores 1 (muy bueno),<br />

2 (bueno), 3 (regular), 4 (malo) y 5 (muy malo).<br />

Fuente: elaboración propia a partir de la ECV (2004 y 2005).<br />

La ECV disponible para 2004 y 2005 nos permite<br />

estudiar las características sociodemográficas en Europa<br />

y proporciona información transversal y longitudinal<br />

con un alto grado de calidad. En el caso español,<br />

se espera que este nuevo panel dure 4 años y se dispone<br />

de información de hogares y adultos (mayores de<br />

16 años). Respecto a la nacionalidad, puede observarse<br />

que en el año 2004 1.455 encuestados tienen nacionalidad<br />

extranjera frente a 29.913 que son población<br />

nacional.<br />

Una de las secciones de ambas encuestas se refiere<br />

a la salud de la población. La información se concentra<br />

en aspectos como el estado general de salud<br />

de los individuos que toma los valores 1 (muy bueno),<br />

2 (bueno), 3 (regular), 4 (malo) y 5 (muy malo). Así, en<br />

primer lugar, dado que es la información más reciente,<br />

se ha calculado la autovaloración de salud media<br />

por comunidades autónomas en España a partir de la<br />

ECV de 2004 y 2005 (tabla 5). La incorporación de la<br />

población inmigrante en España ha creado una nueva<br />

situación sociodemográfica y la ECV nos permite, a su<br />

vez, analizar las variables descritas anteriormente<br />

según el país de nacimiento de los individuos considerando<br />

tres categorías: España, resto de Europa y resto<br />

del mundo, lo que nos permite detectar algunas pautas<br />

(tablas 6 y 7).<br />

Con respecto a la autovaloración de salud según el<br />

país de nacimiento, se observa que, en general, según<br />

las ECV de 2004 y 2005, los individuos nacidos en España<br />

declaran tener una peor salud media (2.355 y<br />

2.304, respectivamente), tanto si lo comparamos con<br />

los nacidos en otros países del resto de Europa (1.912<br />

y 1.910, respectivamente) como con los nacidos en otros<br />

países extracomunitarios (2.038 y 1.968, respectiva-<br />

91<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Tabla 6. Autovaloración de salud según país de nacimiento<br />

Media<br />

ECV 2004 ECV 2005<br />

Desviación<br />

estándar<br />

Media<br />

mente). Sin embargo, en 2005 los porcentajes de personas<br />

nacidas en otros países europeos que no pudieron<br />

recibir asistencia médica (7,1%) o que se encuentran<br />

en lista de espera (26,5%) son mayores que para los<br />

demás grupos de países de nacimiento.<br />

Utilización de servicios sanitarios<br />

por la población inmigrante: resultados<br />

Desviación<br />

estándar<br />

España 2,355 0,943 2,304 0,973<br />

Resto de Europa 1,912 0,778 1,910 0,780<br />

Resto del mundo 2,038 0,799 1,968 0,779<br />

Total nacional 2,343 0,968 2,286 0,971<br />

Nota: <strong>El</strong> estado general de salud de los individuos toma los valores 1 (muy bueno),<br />

2 (bueno), 3 (regular), 4 (malo) y 5 (muy malo).<br />

Fuente: elaboración propia a partir de la ECV (2004 y 2005).<br />

Con objeto de poder comprobar si el hecho de ser<br />

inmigrante (esto es, extranjero) influye en la utilización<br />

de servicios sanitarios, se han empleado dos variables<br />

proxy: número de visitas al especialista (definida en el<br />

PHOGUE) y si el individuo ha tenido necesidad, en alguna<br />

ocasión durante los últimos 12 meses, de acudir<br />

a la consulta de un médico (excepto dentista) o de recibir<br />

tratamiento médico y no ha podido (a partir de la<br />

ECV), y son relevantes en su explicación ciertos factores:<br />

edad, sexo, educación, estado civil, renta, nivel<br />

ocupacional, autovaloración de salud, el hecho de ser<br />

inmigrante y otras características socioeconómicas.<br />

Dada la naturaleza de los datos, utilizamos el modelo<br />

de regresión de la binomial negativa con los datos<br />

del PHOGUE (pues nos permite modelizar el número<br />

de visitas al especialista) y modelos de elección discreta<br />

tipo probit con los datos de la ECV, en los que<br />

nuestra variable dependiente toma el valor 1 si el individuo<br />

ha tenido necesidad de acudir a la consulta de<br />

un médico o de recibir tratamiento médico y no ha podido,<br />

y 0 en otro caso. Es decir, en este último caso,<br />

se trata de modelizar la necesidad insatisfecha de cuidados<br />

en salud. Son así dos enfoques diferentes pero<br />

a su vez complementarios y marcados por la propia información<br />

disponible.<br />

En primer lugar, como factores explicativos en cuanto<br />

a características personales hemos incluido dos variables:<br />

sexo y edad. Para el sexo (hombre) se ha tomado<br />

en consideración una variable dummy que toma<br />

un valor de 1 si el individuo es hombre y 0 en otro caso.<br />

Para permitir una relación flexible entre la utilización de<br />

salud y la edad, se ha empleado una función polinómica<br />

cuadrática de esta variable (edad; edad2).<br />

En cuanto al máximo nivel de educación completado,<br />

se ha definido una variable dummy que toma el<br />

valor 1 si el individuo tiene estudios terciarios (EDUCT).<br />

Representando el estado civil se han considerado cuatro<br />

variables (soltero, separado, divorciado y viudo) con<br />

casado como la categoría de referencia.<br />

Otra variable incluida en el análisis de utilización es<br />

el logaritmo de la renta equivalente del hogar según la<br />

escala de la OCDE modificada (logrentaOCDEmo). En<br />

cuanto a las relacionadas con el estatus profesional,<br />

se ha considerado una variable dummy que toma valor<br />

1 si el individuo está desempleado y 0 en caso contrario<br />

(desempleado). Finalmente, se incluye si el individuo<br />

tiene una autovaloración de salud muy buena o buena<br />

(AVS) y si es inmigrante (extranjero).<br />

Los resultados obtenidos se recogen en la tabla 8, de<br />

la que pueden destacarse dos aspectos. En primer lugar,<br />

según el PHOGUE (2001), el número esperado de visitas<br />

al médico especialista no es significativamente mayor<br />

si el individuo es inmigrante que si es nacional. Por otra<br />

parte, según la ECV (2004) si el individuo es inmigrante<br />

sólo se incrementa un 0,48% la probabilidad de que haya<br />

Tabla 7. Indicadores de condiciones de vida según país de nacimiento: enfermedades<br />

ECV 2004 ECV 2005<br />

Personas que no pudieron<br />

Personas que se encuentran<br />

Personas que no pudieron<br />

recibir tratamiento sanitario<br />

en lista de espera (%)<br />

recibir tratamiento sanitario<br />

en el último año (%) en el último año (%)<br />

Personas que se encuentran<br />

en lista de espera (%)<br />

España 7,1 31,3 6,2 9,7<br />

Resto de Europa 6,3 13,7 7,1 26,5<br />

Resto del mundo 11,7 10,4 6,8 8,2<br />

Total nacional 7,2 30,3 6,3 9,9<br />

Fuente: elaboración propia a partir de la ECV (2004 y 2005).<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95<br />

92


Rivera B et al. Adaptación de los servicios de salud a las características específicas y de utilización de los nuevos españoles<br />

Tabla 8. Resultados<br />

Modelo de regresión binomial negativa (variable dependiente: número de visitas Modelo de elección discreta tipo Probit, que incluye efectos medios y marginales (variable<br />

al especialista)* dependiente: variable binaria que toma el valor de 1 si el individuo no ha podido recibir tratamiento<br />

sanitario en los últimos 12 meses por algún motivo)**<br />

Coeficiente Error estándar z p z Coeficiente Error estándar z p z dF/dx Error estándar<br />

Hombre –0,3719 0,0341 –10,9200 0 Hombre –0,0395 0,0229 –1,7200 0,0850 –0,0048 0,0028<br />

Edad –0,0025 0,0058 –0,4400 0,6630 Edad 0,0200 0,0046 4,3100 0,0000 0,0024 0,0006<br />

Edad2 0 0,0001 0,2000 0,8390 Edad2 –0,0003 0,0000 –6,0700 0,0000 0,0000 0,0000<br />

EDUCT 0,1392 0,0536 2,6000 0,0090 EDUCT –0,1089 0,0306 –3,5500 0,0000 –0,0125 0,0033<br />

Soltero –0,2585 0,0499 –5,1800 0 Soltero –0,1317 0,0356 –3,7000 0,0000 –0,0152 0,0039<br />

Separado –0,2712 0,0670 –4,0500 0 Separado 0,0572 0,0737 0,7800 0,4370 0,0072 0,0097<br />

Divorciado 0,1206 0,1605 0,7500 0,4520 Divorciado 0,2624 0,0807 3,2500 0,0010 0,0384 0,0140<br />

Viudo –0,4045 0,1430 –2,8300 0,0050 Viudo 0,1487 0,0436 3,4100 0,0010 0,0197 0,0063<br />

Desempleado –0,1645 0,0740 –2,2200 0,0260 Desempleado 0,0775 0,0401 1,9300 0,0530 0,0098 0,0053<br />

LogrentAOCDEmo 0,0001 0,0001 5,0900 0<br />

Autovaloración de salud –1,2400 0,0399 –31,0600 0,0000 Autovaloración de salud –0,4768 0,0256 –18,6400 0,0000 –0,0636 0,0037<br />

Inmigrante 0,1239 0,1708 0,7300 0,4680 Inmigrante 0,0869 0,0512 1,7000 0,0900 0,0048 0,0028<br />

Número de observaciones 11.906 Número de observaciones 31.318<br />

Seudo R2 0,0348 Seudo R2 0,0349<br />

Log verosimilitud –18.949,1980 Log verosimilitud –7.431,9676<br />

*Fuente: elaboración propia a partir de PHOGUE (2001). EDUCT: estudios terciarios; dF/dx es para cambios discretos en la variable dummy desde 0 a 1; z y p |z| es el test para el coeficiente latente siendo 0. **Fuente: elaboración propia a partir<br />

de ECV (2004).<br />

tenido necesidad de acudir al médico y no haya podido<br />

por diversos motivos (falta de tiempo por tener que trabajar<br />

o cuidar niños u otras personas, problemas con los<br />

medios de transporte, listas de espera, etc.), lo que podría<br />

estar poniendo de manifiesto el sistema de garantías<br />

y la universalidad del sistema sanitario español.<br />

Implicaciones para las políticas públicas<br />

Respecto a la dinámica de salud de la población inmigrante,<br />

creemos que la articulación de intervenciones<br />

públicas dirigidas a adecuar e implementar recursos<br />

sanitarios y nuevas demandas de salud deberá<br />

considerar los siguientes aspectos:<br />

1. <strong>El</strong> estudio de la trayectoria de salud de la población<br />

inmigrante, de sus determinantes y del grado de<br />

acceso y utilización de los recursos sanitarios ha de fundamentarse<br />

en bases de datos completas, fiables y contrastables,<br />

que posean el tamaño muestral mínimo para<br />

realizar inferencias y comparaciones entre población nacional<br />

y extranjera y entre subgrupos de población inmigrante.<br />

Sería importante que las encuestas capturasen<br />

datos que diferencien a los inmigrantes en función de<br />

las causas que están detrás de la decisión de iniciar<br />

el proceso migratorio: migración por causas económicas<br />

(generalmente de países pobres), jubilación (países<br />

de rentas altas), causas políticas, etc.<br />

Deberían aumentar los esfuerzos en el desarrollo<br />

de encuestas longitudinales y específicas para esta población,<br />

que permitan identificar y analizar desde<br />

antes del inicio del proceso migratorio, las variaciones<br />

en el estado de salud y la utilización que hacen de los<br />

recursos de salud diferentes cohortes de individuos<br />

(según el tiempo de estancia en el país, el país del que<br />

proceden, etc.).<br />

2. La existencia de deficiencias sociales y económicas<br />

deriva en una mayor vulnerabilidad a problemas<br />

de salud y en limitaciones al acceso y la utilización de<br />

los recursos sanitarios. Será necesaria la implementación<br />

de medidas de inclusión social y mejora de las<br />

condiciones de vida del colectivo inmigrante más desfavorecido,<br />

que corrijan parte de estos desequilibrios<br />

y ayuden a mantener una trayectoria óptima de salud.<br />

3. Respecto a la población nacional, la menor frecuentación<br />

de los servicios de salud de la población inmigrante<br />

se debe más a la presencia de un buen estado<br />

de salud que a la existencia de barreras de acceso<br />

a éstos. No obstante, sin acometer reestructuraciones<br />

radicales ni desarrollar servicios aislados y específicos<br />

de atención a la salud del colectivo de nueva población,<br />

será necesario realizar intervenciones enfocadas a la<br />

reducción de las barreras selectivas de acceso y utilización<br />

de los recursos.<br />

93<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Destacamos medidas relacionadas con el desarrollo<br />

de habilidades y prácticas en el personal sanitario<br />

y administrativo de los servicios de salud, y la potenciación<br />

de figuras como la del mediador cultural. También<br />

sería deseable la potenciación de formación específica<br />

a los profesionales en temas como las<br />

enfermedades más prevalentes o los aspectos psicosociales<br />

y culturales, que favorezcan la comunicación<br />

con el paciente y aumenten la capacidad de la toma<br />

de decisiones por parte del profesional sanitario.<br />

4. La exposición a nuevos comportamientos, riesgos<br />

de salud y limitaciones deriva en la necesidad de activar<br />

medidas preventivas y programas de promoción de<br />

la salud específicos para los grupos de inmigrantes que<br />

llevan un menor tiempo de residencia en el país y presentan<br />

deficiencias socioeconómicas significativas. <strong>El</strong> objetivo<br />

principal de esta serie de medidas es mantener la<br />

selección positiva en salud y reducir la frecuencia de trastornos<br />

crónicos (diabetes mellitus, trastornos del aparato<br />

circulatorio, cáncer, etc.). En función de la evidencia<br />

disponible sobre frecuentación y utilización de servicios<br />

sanitarios, los grupos poblacionales que necesitarían actuaciones<br />

específicas en prevención y promoción de la<br />

salud son el grupo de madres y niños inmigrantes.<br />

Conclusiones y recomendaciones<br />

De la revisión de la literatura médica y del análisis<br />

empírico realizado a partir de la ENSE, ECV y PHO-<br />

GUE no se puede afirmar que la población inmigrante<br />

establecida en España posea un perfil epidemiológico<br />

muy diferenciado de la población nacional, aunque debido<br />

a la baja representatividad de la población extranjera<br />

respecto al total de población encuestada, las conclusiones<br />

obtenidas del análisis de los estimadores de estas<br />

encuestas han de tomarse con cautela.<br />

España es uno de los países de la UE con mayor<br />

esperanza de vida; sin embargo, nuestras autoridades<br />

sanitarias están preocupadas por el hecho de que la<br />

población inmigrante (que supera ya el 9% de la población)<br />

haya transformado la estructura de la población<br />

nacional. Este hecho puede tener importantes repercusiones<br />

sobre la salud poblacional, si bien la<br />

población extranjera encuestada parece tener un mejor<br />

estado de salud general, presentando una prevalencia<br />

inferior de trastornos crónicos durante el último año. Asimismo,<br />

la proporción de individuos que declararon tener<br />

durante el último año limitaciones en el desarrollo de<br />

sus actividades habituales debido al padecimiento de<br />

una enfermedad crónica es mayor entre la población<br />

nacional.<br />

<strong>El</strong> diferencial de demanda de servicios sanitarios respecto<br />

a la población autóctona viene determinado básicamente<br />

por su edad y su mayor tasa de fertilidad.<br />

En este sentido, los motivos de consulta y hospitalización<br />

más frecuentes se relacionan con las necesidades<br />

de una población joven y que goza de buen estado<br />

de salud (atención ginecoobstétrica, pediátrica y<br />

medicina general).<br />

Los porcentajes de frecuentación de consultas médicas<br />

obtenidos a partir de la ENSE muestran unas cifras<br />

similares entre las dos poblaciones, si bien la población<br />

extranjera parece hacer un uso mayor de la<br />

consulta del especialista (las consultas ginecológicas/obstétricas<br />

y traumatología superan a la población<br />

nacional en 5 puntos porcentuales). <strong>El</strong> número de ingresos<br />

hospitalarios y la estancia media en el hospital<br />

se muestra superior para el conjunto de población nacional<br />

encuestada. No se constata la evidencia presentada<br />

por algunos estudios empíricos sobre el uso<br />

diferenciado del servicio de urgencias como entrada al<br />

dispositivo sanitario público, y las dos poblaciones utilizan<br />

esta vía de ingreso con una frecuencia similar.<br />

Por otro lado, no parece mostrarse, a la vista de los<br />

datos del PHOGUE, una mayor utilización de servicios<br />

sanitarios de la población inmigrante respecto a la autóctona,<br />

especialmente en la consulta del especialista,<br />

mientras que según los datos de la ECV únicamente<br />

hay una mayor necesidad insatisfecha de cuidados de<br />

salud de la población inmigrante respecto a la autóctona<br />

debido, entre otros factores, al carácter universal<br />

del sistema sanitario y a la juventud del colectivo relacionada<br />

con la mayor tasa de fecundidad de las madres<br />

extranjeras. Probablemente, este hecho puede responder<br />

bien a la definición de inmigrante según las<br />

fuentes de datos empleadas o a tomar como base los<br />

años en que el fenómeno migratorio aún no era tan importante.<br />

La ausencia de encuestas de salud de carácter dinámico,<br />

que nos permitan obtener un panel de individuos<br />

a lo largo del tiempo dificulta seriamente el estudio<br />

de las trayectorias de salud de la población<br />

inmigrante y de los patrones de demanda de atención<br />

sanitaria. Al mismo tiempo, considerar en los análisis<br />

la variable «tiempo de residencia en el país» será fundamental<br />

para determinar el estado de salud del inmigrante<br />

y las pautas de utilización de los recursos sanitarios.<br />

Otros aspectos que han de ser incorporados<br />

en futuros análisis son la trayectoria vital anterior a iniciar<br />

el proceso migratorio y el impacto que segundas<br />

generaciones de inmigrantes ejercen sobre los recursos<br />

destinados a mejorar la salud de la población.<br />

Respecto al acceso a los servicios sanitarios no se aprecian<br />

barreras importantes, impuestas por el propio sistema,<br />

que limiten la atención sanitaria a la población inmigrante.<br />

La mayor parte de los profesionales sanitarios<br />

suelen atender a inmigrantes sin regularizar, puesto que<br />

la mayoría de centros sanitarios no discriminan según su<br />

situación de legalidad en nuestro país. Por lo que respecta<br />

a la organización sanitaria, no se aprecia la necesidad de<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95<br />

94


Rivera B et al. Adaptación de los servicios de salud a las características específicas y de utilización de los nuevos españoles<br />

fuertes reestructuraciones ni de creación de servicios específicos<br />

en función de un perfil de salud diferenciado respecto<br />

a la población nacional. No obstante, sería deseable<br />

realizar intervenciones concretas dirigidas a favorecer<br />

un mayor conocimiento y habilidades entre los profesionales<br />

que les ayuden a mejorar su capacidad de decisión<br />

y conseguir una mejor atención asistencial.<br />

Agradecimientos<br />

Los autores agradecen las diversas aportaciones que han<br />

enriquecido y mejorado el rigor de este texto, muy especialmente<br />

las de Beatriz González.<br />

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95<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):86-95


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Hacia una nueva organización de los dispositivos de salud<br />

pública en España<br />

Carlos Artundo Purroy / Ana Rivadeneyra Sicilia<br />

Consultores en Salud Pública.<br />

(Toward a new organization of public health services<br />

in Spain)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> análisis de situación de la salud pública en nuestro país<br />

pone de manifiesto la existencia de debilidades significativas.<br />

Sus dispositivos responden razonablemente en situaciones<br />

de crisis, pero resultan en general invisibles y ocupan una posición<br />

marginal en las agendas político-institucionales y respecto<br />

al sistema asistencial. La organización de los servicios<br />

de salud pública resulta obsoleta para promover y proteger<br />

la salud comunitaria, prevenir enfermedades y enfrentarse a<br />

los retos emergentes del mundo globalizado relacionados con<br />

el medio ambiente físico y social.<br />

Hay consenso sobre la necesidad ineludible de replantear<br />

las funciones, estrategias y organización de la salud pública<br />

en España en la misma línea de las tendencias europeas e<br />

internacionales. Esta reforma constituye una asignatura pendiente<br />

y una prioridad estratégica hoy. De hecho, algunas comunidades<br />

autónomas han iniciado en los últimos años procesos<br />

de reestructuración y cambios.<br />

Recomendamos dotar a la salud pública de más peso y prioridad<br />

en el sector sanitario y en las agendas político-institucionales,<br />

promoviendo los abordajes intersectoriales, la estrategia<br />

de «Salud en Todas las Políticas» y la evaluación del impacto<br />

en salud. Se sugiere una norma específica en salud pública que<br />

actualice funciones, organización y estructuras, distribuya claramente<br />

competencias posibilitando consorcios y alianzas, y regule<br />

la coordinación e intervención intersectorial.<br />

Se describen elementos clave de la reforma: a) un nuevo liderazgo<br />

participativo en salud pública; b) generar inteligencia y evidencia;<br />

c) mejorar la profesionalización y competencia profesional;<br />

d) la importancia de una actuación y comunicación eficaz,<br />

transparente e independiente, y e) una organización nueva y flexible<br />

coherente con las nuevas estrategias, y cercana al ámbito<br />

local y los servicios sanitarios. En relación con la relación Estado/comunidades<br />

autónomas, se apunta hacia una articulación<br />

inteligente y funcional que, más allá de la actual debilidad, construya<br />

espacios comunes de interlocución y corresponsabilización,<br />

como redes, alianzas e iniciativas por la salud pública.<br />

Palabras clave: Salud pública. Políticas de salud. Formulación<br />

de políticas. Políticas públicas. Práctica de la salud pública.<br />

Abstract<br />

Public health in Spain shows significant weaknesses. Spanish<br />

public health services respond reasonably well in crisis<br />

situations but tend to be invisible and occupy a marginal<br />

position in political agendas and in relation to health services.<br />

The organization of the public health subsystem is clearly<br />

out of date in terms of its ability to promote and protect<br />

community health, to prevent diseases, and to cope effectively<br />

with the new public health threats and challenges related<br />

to the physical and social environment in today’s globalized<br />

world.<br />

Consequently, there is broad consensus on the need to rethink<br />

functions, strategies and the organization of public health<br />

in Spain, in line with European and international trends.<br />

Thus, public health reform is currently a pending challenge and<br />

a strategic priority. Indeed, some Autonomous Communities<br />

have initiated a process of modernization and change.<br />

Empowerment of public health in the political agendas and<br />

in relation to the health services is strongly recommended by<br />

promoting intersectorial approaches, the Health in All Policies<br />

strategy and Health Impact Assessment. There is also a need<br />

for a specific law that would update public health functions,<br />

organization and structures, allocate competencies by facilitating<br />

alliances and partnership, and regulate coordination and<br />

intersectorial intervention.<br />

The following key elements related to this reform are described:<br />

1) a participatory leadership in public health; 2) the generation<br />

of intelligence and evidence in public health; 3) improvement<br />

of professional education and development; 4) the<br />

importance of transparent, independent and competent performance<br />

and communication, and 5) new and flexible organization<br />

coherent with the new strategies and close to the local<br />

level and primary health care services.<br />

Coordination between the State and the Autonomous Communities<br />

should involved a functional and intelligent relationship<br />

by building up common spaces, alliances, networks and shared<br />

initiatives for public health.<br />

Key words: Public health. Health policies. Policy making. Public<br />

policies. Public health practice.<br />

Correspondencia: Carlos Artundo Purroy.<br />

Consultor en Salud Pública.<br />

Correo electrónico: c.artundo@telefonica.net<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103<br />

96


Artundo Purroy C et al. Hacia una nueva organización de los dispositivos de salud pública en España<br />

Ideas clave<br />

• Cuál es la situación actual de la salud pública en España<br />

– La salud tiene una baja prioridad en las agendas<br />

político-institucionales, y la salud pública, a su vez,<br />

una posición marginal e «invisible» respecto al sistema<br />

sanitario asistencial. Se precisa mayor prioridad<br />

en las agendas políticas y sanitarias.<br />

– Modelos de organización y gestión superados, incapaces<br />

de responder adecuadamente a las necesidades<br />

actuales, amenazas y retos emergentes.<br />

Se requiere una nueva organización coherente con<br />

las estrategias innovadoras.<br />

– Otras debilidades estructurales: escasez y dispersión<br />

de recursos y responsabilidades, sistemas de información<br />

poco integrados; carencias en la formación<br />

y competencia profesional, falta de liderazgo técnico<br />

y político del Ministerio de Sanidad y Consumo<br />

y escasa corresponsabilización de las comunidades<br />

autónomas. La reforma de la salud pública es una<br />

asignatura pendiente y una prioridad estratégica.<br />

• Principios y elementos clave de cara a una eventual<br />

reforma:<br />

– Nuevo liderazgo en salud pública: elemento estratégico<br />

para la corresponsabilización intersectorial<br />

y la abogacía por la salud pública (tanto en el ámbito<br />

político como en el comunitario).<br />

– Inteligencia en salud pública: generación de evidencia<br />

para la toma de decisiones, esencial para<br />

la planificación estratégica de las intervenciones sanitarias<br />

y extrasanitarias y para la evaluación de impactos<br />

y resultados en salud.<br />

– Profesionalización y competencia: hacer hincapié<br />

en la formación acreditada y continua, la especialización<br />

y el cuerpo de conocimientos en salud pública,<br />

la carrera profesional y la gestión innovadora<br />

de personas (nuevos profesionales y disciplinas,<br />

calidad de servicios, motivación y desempeño profesional).<br />

– Participación: imprescindible para recabar apoyos<br />

y alianzas en respuesta a los retos de los determinantes<br />

de la salud, facilitar/capacitar a los individuos<br />

y comunidades para mejorar su salud, y<br />

hacer posible el proceso de reforma.<br />

– Comunicación eficaz y transparente para ganar en<br />

credibilidad y confianza.<br />

– Dispositivos de salud pública independientes de las<br />

administraciones, los grupos de interés corporativo<br />

y sectores económicos.<br />

– Organización nueva y flexible: saber-hacer y estrategia<br />

central, pero con vocación territorial descentralizada<br />

(respuesta creativa según la realidad<br />

y las necesidades locales).<br />

– Ayuntamientos y servicios sanitarios (especialmente<br />

la atención primaria) como socios estratégicos claves<br />

en salud pública.<br />

– Nueva articulación inteligente y funcional Estado/comunidades<br />

autónomas con espacios comunes<br />

de interlocución y corresponsabilización en<br />

salud pública.<br />

Introducción<br />

Se ha definido la salud pública como «el esfuerzo<br />

organizado por la sociedad para prevenir la enfermedad,<br />

proteger, promover y restaurar la salud,<br />

y prolongar la vida» 1 . Hay un amplio consenso<br />

sobre las tres funciones básicas de la salud pública: la<br />

valoración de las necesidades de salud, el fomento y el<br />

desarrollo de políticas de salud y la garantía de provisión<br />

de servicios básicos de calidad 2 . En un sentido más restrictivo,<br />

la salud pública se identifica con los servicios y<br />

prestaciones tradicionales en epidemiología, ambiental,<br />

alimentaria y promoción de la salud; dispositivos, por cierto,<br />

invisibles incluso para los servicios sanitarios, excepto<br />

en situaciones de crisis como las ocurridas repetidamente<br />

durante los últimos años. La salud pública ocupa, de<br />

hecho, una posición marginal respecto al sector asistencial<br />

a pesar de la importancia estratégica de su misión.<br />

En nuestro país, la organización de la salud pública<br />

responde todavía en gran medida a situaciones históricas<br />

y sanitarias periclitadas muy diferentes de nuestra<br />

realidad y entorno actual: un mundo globalizado, sin fronteras<br />

para los riesgos y con un aumento exponencial de<br />

la movilidad, intercambios y migraciones, y sin que haya<br />

mecanismos efectivos de protección global.<br />

Si la práctica y la organización de la salud pública<br />

no es capaz de responder adecuadamente a sus funciones<br />

actuales ni a las epidemias «cotidianas» que ya<br />

sufrimos (cardiovasculares, cáncer, sida, obesidad, accidentes,<br />

violencia), difícilmente podrá enfrentarse a los<br />

nuevos retos emergentes relacionados con el medio ambiente<br />

físico y social, el envejecimiento y la cronificación<br />

de las enfermedades, los nuevos estilos de vida,<br />

las nuevas formas de organización del trabajo y los procesos<br />

productivos, y el aumento de la violencia, la inseguridad<br />

y el miedo. Resulta por tanto imprescindible<br />

repensar el qué y el cómo de la salud pública, sus funciones<br />

y su organización para estos nuevos tiempos.<br />

En numerosos países se ha iniciado un debate sobre<br />

las deficiencias actuales de los subsistemas de salud pública<br />

y la necesidad ineludible de dotarla del peso y el<br />

reconocimiento que le corresponden en las agendas sanitarias<br />

3-5 . Se detecta en algunos gobiernos un interés<br />

estratégico por mejorar y reforzar los dispositivos e infraestructuras<br />

existentes. En países de corte federal, como<br />

Estados Unidos, Canadá y Australia, se ha optado por<br />

97<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

fortalecer la capacidad de respuesta mediante la creación<br />

de agencias nacionales/federales y/o institutos de<br />

referencia, y la promoción de alianzas multisectoriales<br />

que faciliten la colaboración intergubernamental e internivel.<br />

En el contexto europeo, se detecta también un interés<br />

creciente por mejorar las infraestructuras y promover<br />

las alianzas estratégicas en salud pública 6 .<br />

En la misma línea de estas tendencias, son muchas<br />

las voces que se han hecho eco en España de la necesidad<br />

de repensar la salud pública y revisar sus dispositivos.<br />

Se presenta en este capítulo una visión general<br />

de la organización y las debilidades de las estructuras<br />

actuales, los argumentos a favor de su reforma y una serie<br />

de principios estratégicos y organizativos para avanzar<br />

en este sentido. La información de base procede de la<br />

bibliografía relevante y de una serie de entrevistas con<br />

profesionales, responsables políticos y expertos, realizadas<br />

entre octubre de 2005 y marzo de 2006, como parte<br />

de un trabajo de consultoría encargado por la Dirección<br />

General de Salud Pública y la participación de la Consejería<br />

de Salud de la Junta de Andalucía*.<br />

Situación actual de la salud pública en España<br />

Organización de la salud pública tras las transferencias<br />

Tras el proceso de descentralización sanitaria, las<br />

competencias formales en salud fueron totalmente transferidas<br />

a las comunidades autónomas (CCAA), y las de<br />

salud pública fueron las primeras en ser transferidas.<br />

La situación actual es la propia de una estructura casi<br />

federal. Le corresponde al Ministerio de Sanidad y Consumo<br />

(MSyC) el desarrollo de normas básicas, la sanidad<br />

exterior y la coordinación sanitaria, incluyendo aquí<br />

ciertos dispositivos comunes de información, evaluación<br />

de necesidades y definición de grandes políticas 7,8 . La<br />

coordinación con las autoridades autonómicas se formaliza<br />

a través del Consejo Interterritorial del Sistema<br />

Nacional de Salud (CISNS) y sus comisiones y grupos<br />

de trabajo. Más allá de estas competencias reservadas<br />

al Ministerio, el grueso de las funciones y servicios de<br />

salud pública queda bajo responsabilidad de las CCAA<br />

que, en el ámbito de protección, las comparten con las<br />

administraciones locales.<br />

La organización de los dispositivos de salud pública<br />

resulta también bastante similar, si bien hay algunas<br />

peculiaridades, sobre todo en el ámbito territorial.<br />

En todas ellas hay una Dirección General o equivalente<br />

Se entrevistó a un total de 67 profesionales y expertos en Salud<br />

Pública a nivel autonómico, nacional y europeo. En el marco del<br />

presente capítulo se han recogido tan sólo las opiniones referidas<br />

a los argumentos y criterios de cara a la Reforma de las estructuras<br />

de Salud Pública en España y en las CCAA.<br />

que detenta la máxima autoridad en salud pública. En<br />

ella residen las funciones básicas de rectoría y dirección<br />

estratégica, la financiación, planificación, coordinación<br />

y evaluación de políticas y programas. En algunas<br />

comunidades asume, además, servicios especializados,<br />

como los sistemas de información o los laboratorios de<br />

referencia. <strong>El</strong> despliegue territorial está muy influenciado<br />

por los procesos de reestructuración introducidos en las<br />

CCAA tras las transferencias. En un extremo se sitúa<br />

el modelo andaluz, donde los servicios de salud pública<br />

se organizan en estructuras basadas en los distritos<br />

sanitarios, muy próximos a la red asistencial. En el<br />

otro los de Valencia y Madrid, donde hay unidades territoriales<br />

específicas con sus propios centros de salud<br />

pública, paralelas a la red asistencial 8 . <strong>El</strong> resto de modelos<br />

autonómicos se localizan entre estos dos extremos.<br />

La gestión y la provisión de servicios en las distintas<br />

CCAA resulta también bastante similar. Los sistemas de<br />

información y vigilancia suelen estar bajo responsabilidad<br />

de los servicios centrales, con gestión delegada en<br />

los territoriales y participación de los profesionales asistenciales<br />

(enfermedades de declaración obligatoria y brotes).<br />

Las funciones de protección se desarrollan con mayor<br />

implicación de las autoridades municipales, fundamentalmente<br />

a través de los técnicos de salud pública, apoyados<br />

por las unidades territoriales. En la misma línea<br />

de la tendencia internacional, varias CCAA han creado<br />

agencias temáticas en seguridad alimentaria. Finalmente,<br />

los profesionales implicados en la promoción suelen trabajar<br />

en concurrencia con la red asistencial y las autoridades<br />

municipales. Hay una gran variabilidad en el desarrollo<br />

de actividades según el despliegue territorial y<br />

la dinámica de colaboración con las corporaciones locales<br />

y otros agentes comunitarios.<br />

En estos últimos años algunas CCAA han iniciado<br />

procesos de revisión y remodelación de las estructuras<br />

de salud pública. Los primeros pasos se dieron en<br />

la Comunidad de Madrid, con la creación en 2001 del<br />

Instituto de Salud Pública (ISP) como organismo autónomo<br />

responsable de la gestión y la provisión de servicios;<br />

sin embargo, en 2004 la dirección y gestión del<br />

ISP pasó a ser responsabilidad de la Dirección General<br />

de Salud Pública. En Cataluña se creó en 2003 la<br />

Agencia de Protección de la Salud, aunque con el cambio<br />

de legislatura y gobierno no llegó a desplegarse<br />

como tal. Un año después se inició un proceso formal<br />

de reflexión y consulta sobre la reforma que preveía su<br />

culminación en 2007 con la aprobación de una nueva<br />

Ley de Salud Pública y la creación de la Agencia de<br />

Salud Pública de Cataluña. En Valencia se aprobó en<br />

2005 una ley específica de salud pública que contempla<br />

la creación de la Entidad Valenciana para la Acción<br />

en Salud Pública, un organismo autónomo responsable<br />

de la gestión de las competencias en salud pública.<br />

En Andalucía y Aragón se han iniciado sendos<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103<br />

98


Artundo Purroy C et al. Hacia una nueva organización de los dispositivos de salud pública en España<br />

procesos de reflexión sobre la reforma. Ambas comunidades<br />

han elaborado ya los primeros borradores estratégicos,<br />

donde se sientan las bases para avanzar en<br />

la modernización y la reorganización de los dispositivos<br />

en los próximos años. En el caso de Andalucía se<br />

ha iniciado, además, un ambicioso plan de formación<br />

y actualización en salud pública dirigido a todos los profesionales.<br />

La necesidad de la reforma<br />

Actualmente, hay un consenso generalizado sobre<br />

la necesidad de abordar la reforma de la salud pública<br />

en nuestro país 9,10 . Se ha señalado que, a diferencia<br />

de otros sectores sanitarios, las reformas de los años<br />

ochenta no se vieron acompañadas de un cambio paralelo<br />

en los dispositivos de salud pública 9 . Este retraso<br />

se ha atribuido al carácter complejo y multidisciplinario<br />

de la salud pública, a su naturaleza más<br />

administrativa que asistencial (lo que explica la escasa<br />

presión social por la reforma), a la menor masa crítica<br />

de sus profesionales y a la dispersión de competencias<br />

entre diversas entidades sectoriales y niveles<br />

administrativos 9-11 . Además, si bien se reconoce que la<br />

descentralización ha permitido mejorar estructuras y consolidar<br />

equipos humanos con mayor formación y dedicación,<br />

también se asocia a una cierta dilución de la<br />

responsabilidad en salud pública en los niveles más periféricos<br />

8 .<br />

Los expertos consultados han confirmado la necesidad<br />

de avanzar en la reforma e indican que los dispositivos<br />

actuales adolecen de debilidades vinculadas<br />

a la rigidez de las estructuras funcionariales y a modelos<br />

de gestión anticuados, poco adaptados a la realidad<br />

actual. Los recursos son escasos frente a la responsabilidad<br />

asignada, lo que dificulta la actuación en<br />

salud pública. Otros problemas son la poca prioridad<br />

y claridad en los productos de salud pública, la falta de<br />

profesionalización y competencia profesional, la atomización<br />

de los servicios y la dispersión de profesionales<br />

y recursos entre las diferentes administraciones<br />

y agencias competentes.<br />

En cuanto a la articulación Estado/CCAA, en general<br />

se admite la necesidad de una buena coordinación. Tras<br />

casi 30 años de descentralización, y ante una realidad<br />

de hecho federal, parece llegado el momento de evidenciar<br />

lo que no funciona y de articular una relación<br />

funcional. Hay consenso en atribuir una falta de liderazgo<br />

técnico y político por parte del MSyC, y se constata<br />

una escasa corresponsabilización de las CCAA más<br />

allá de las relaciones personales entre los responsables<br />

autonómicos. Por ello, está debilitada la capacidad<br />

de respuesta ante incertidumbres o alarmas sanitarias<br />

y abandonado un liderazgo del conjunto del Estado en<br />

políticas de salud y de salud pública.<br />

Principios básicos de cara a la actuación y la<br />

reforma de los dispositivos de salud pública<br />

Hoy día, hay argumentos sólidos a favor de un proceso<br />

de reestructuración de la salud pública en nuestro<br />

país en línea con las tendencias del entorno europeo<br />

e internacional. Los argumentos son:<br />

– Los servicios de salud pública, tal como están organizados,<br />

no pueden responder adecuadamente a las<br />

necesidades actuales, y mucho menos a los retos emergentes<br />

en salud pública.<br />

– <strong>El</strong> refuerzo y la potenciación de la salud pública<br />

es un signo de buen gobierno y un reto democrático<br />

en nuestro mundo globalizado, así como una responsabilidad<br />

pública el anticiparse y minimizar los riesgos<br />

emergentes.<br />

– Hay suficiente evidencia sobre la contribución relativa<br />

de los servicios sanitarios en la mejora del estado<br />

de salud de la población; su reorientación hacia la<br />

salud pública adquiere así una relevancia de primer<br />

orden.<br />

– Las sucesivas crisis de salud pública, el aumento<br />

de los riesgos e incertidumbres globales y la mayor<br />

sensibilidad social al respecto, plantean cada vez más<br />

una exigencia de rendimiento de cuentas por parte de<br />

los poderes públicos y de mayor transparencia y visibilidad<br />

de las intervenciones en salud pública.<br />

– Apostar por la salud pública tiene una repercusión<br />

económica evidente, al incidir muy directamente en actividades<br />

con impacto significativo en sectores económicos<br />

y productivos, y por la importancia reconocida<br />

de la salud en el crecimiento económico y el desarrollo<br />

sostenible 12,13 .<br />

Principios y elementos estructuradores del cambio<br />

Liderazgo en salud pública e intersectorialidad<br />

La naturaleza multifactorial y compleja del valor salud<br />

determina la importancia de promover el liderazgo en<br />

salud pública como herramienta estratégica para superar<br />

la fragmentación de las distintas políticas sectoriales.<br />

Por liderazgo en salud pública nos referimos a la capacidad<br />

de elaborar y promover políticas sanitarias saludables,<br />

de influir sobre otras políticas públicas con impacto<br />

en salud, así como de colaborar con los agentes<br />

relevantes, incluido el sector privado, para promover<br />

prácticas y productos más saludables y avanzar en la<br />

responsabilización de individuos y comunidades en el<br />

logro de los objetivos en salud.<br />

Los responsables y profesionales de salud pública<br />

han de estar más presentes en el espacio político y social,<br />

cerca de la toma de decisiones para hacer abogacía<br />

en salud pública, y desarrollar una mayor capa-<br />

99<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

cidad para escuchar, dialogar, negociar y pactar; en definitiva,<br />

una capacidad estratégica para trabajar en red<br />

y establecer alianzas. Si se quiere hacer operativo el<br />

principio de intersectorialidad, habrá que desplegar organizativa<br />

y normativamente las estructuras, recursos,<br />

procedimientos y formatos más adecuados en cada ámbito<br />

y nivel de intervención.<br />

La salud pública tiene que proveer evidencias para<br />

la toma de decisiones, con el fin de promover políticas<br />

públicas y privadas más saludables, así como ser el<br />

motor del trabajo interdepartamental e intersectorial para<br />

la salud. Algunas medidas, como la Evaluación de Impacto<br />

en la Salud (EIS) y la Salud en Todas las Políticas<br />

(HIAP) pueden sin duda contribuir a ello 14 . Sin embargo,<br />

atribuir a la salud y a la salud pública más valor<br />

en coherencia con el valor social que tienen, no quiere<br />

decir que no haya otros intereses en juego, como los<br />

impactos económicos. Sin duda, éstos tendrán que ser<br />

igualmente gestionados, pero en su debido orden de<br />

prioridad para la ciudadanía.<br />

Inteligencia en salud pública<br />

Inteligencia en salud pública incluye fijar los objetivos<br />

en salud e implica valorar el estado de salud de la<br />

población y sus necesidades, hacer un seguimiento de<br />

los determinantes de la salud, proveer evidencias para<br />

la toma de decisiones y la intervención, y evaluar los<br />

resultados, incluida la actuación de los servicios sanitarios.<br />

Otra responsabilidad de la nueva salud pública<br />

es la de apoyar la planificación estratégica de las intervenciones<br />

sanitarias y no sanitarias a través de la<br />

generación y la difusión de evidencias científicas, así<br />

como la formulación, la evaluación y el seguimiento de<br />

políticas y programas.<br />

En la actualidad, los sistemas de información y<br />

vigilancia en salud están poco integrados, muy orientados<br />

hacia las enfermedades y apenas incluyen información<br />

sobre variables sociales y riesgos medioambientales.<br />

Una de sus debilidades más serias es la<br />

incapacidad para informar sobre la actuación y los resultados<br />

de los servicios e intervenciones sanitarias. En<br />

este contexto, hay que «sustanciar» una nueva inteligencia<br />

en salud pública como base para desarrollar sistemas<br />

de información integrados y sensibles a los nuevos<br />

riesgos y determinantes ambientales y sociales. Se<br />

precisa además promover la investigación en salud pública<br />

para generar nuevas evidencias de apoyo a la toma<br />

de decisiones, nuevas herramientas de evaluación de<br />

programas/resultados en salud y nuevos estándares/indicadores<br />

de desempeño profesional.<br />

Profesionalización y desarrollo profesional continuado<br />

Hay un amplio consenso sobre la necesidad profesionalizar<br />

la salud pública como garantía de mejora del<br />

desempeño y la calidad de las prestaciones 15-17 . Hay<br />

que apostar por mejorar la motivación, la preparación<br />

y la competencia técnica de los profesionales mediante<br />

una formación acreditada (específica y continuada),<br />

una carrera profesional definida y una política de incentivos.<br />

La competencia profesional da legitimidad a<br />

la salud pública. Todo ello, unido a un mayor prestigio<br />

y reconocimiento institucional, permitirá atraer y retener<br />

a los mejores profesionales y fundamentar una auténtica<br />

carrera profesional en salud pública.<br />

Hace falta una innovadora gestión de personal basada<br />

en la calidad, la excelencia, la mejora continua y<br />

la eficiencia. Por otra parte, hay que repensar la combinación<br />

de personal más adecuada a las funciones y<br />

servicios previstos, así como la formación y nivel de calificación<br />

exigibles para cada puesto. Resulta evidente<br />

la necesidad de incorporar nuevos perfiles profesionales<br />

en los equipos de salud pública procedentes de la<br />

sociología, la economía, la ingeniería de procesos, la<br />

comunicación, la psicología etc.<br />

La carrera profesional deberá establecerse en relación<br />

con la evaluación de competencias, actuación y<br />

resultados obtenidos, y no sólo según la titulación académica<br />

y la antigüedad. En ámbitos académicos de la<br />

salud pública se está proponiendo una especialidad para<br />

profesionales del campo biomédico y de las ciencias<br />

sociales, con posibles subespecializaciones para profesionales<br />

específicos (medicina preventiva, veterinaria<br />

de salud pública, farmacia de salud pública, etc.).<br />

Participación<br />

Si la participación constituye una apuesta básica en<br />

cualquier democracia avanzada, en salud pública resulta<br />

fundamental a la hora de lograr los apoyos y alianzas<br />

necesarios para responder eficaz y duraderamente<br />

a los retos de los determinantes de salud y mejorar<br />

la capacidad de los individuos para mejorar su salud.<br />

Más allá del discurso, hay que facilitar las condiciones,<br />

las estructuras y los formatos que promuevan la participación<br />

ciudadana y de los distintos socios y clientes<br />

de la salud pública, a saber, entidades locales, sector<br />

privado e industria, academia y sociedades científicas,<br />

medios de comunicación, sector asociativo y otros agentes<br />

relevantes de la sociedad civil. <strong>El</strong> ámbito de la participación<br />

y las alianzas en salud pública constituye un<br />

criterio esencial en la reflexión sobre el futuro de ésta<br />

que se ha iniciado en países como Estados Unidos 18<br />

y el Reino Unido 19 .<br />

Credibilidad, confianza y comunicación<br />

Los dispositivos de salud pública han de gestionar<br />

las amenazas y retos emergentes con eficacia y profesionalidad,<br />

educando y, sobre todo, transmitiendo y<br />

comunicando bien, tanto en momentos de crisis como<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103<br />

100


Artundo Purroy C et al. Hacia una nueva organización de los dispositivos de salud pública en España<br />

en situaciones de normalidad. Hay que anticiparse<br />

y prevenir las crisis de salud pública, así como saber<br />

gestionar y «aprovechar» las inevitables para ganar<br />

en credibilidad y confianza, garantizando además<br />

transparencia y competencia. Para ello, resultan fundamentales<br />

las alianzas estratégicas con los medios y<br />

los distintos actores sociales.<br />

A pesar de los avances producidos en los últimos<br />

años, la comunicación no se ha integrado aún como prioridad<br />

en las estructuras ni en la gestión de la salud pública.<br />

Hay que articular nuevas estrategias y procedimientos<br />

para hacer de la comunicación una herramienta<br />

esencial de la nueva salud pública. Además, los dispositivos<br />

de salud pública, para resultar creíbles, deberán<br />

ser y aparecer como independientes de las Administraciones,<br />

los grupos de interés corporativo y los<br />

sectores económicos.<br />

Principios organizativos<br />

La organización es una herramienta al servicio de<br />

las nuevas estrategias de salud pública, y el diseño de<br />

la organización está implícito en la estrategia. Tales estrategias<br />

han de responder a una realidad hoy rápidamente<br />

cambiante y, por tanto, el modelo organizativo<br />

debe ser también flexible y adaptarse a los cambios del<br />

entorno. Además, las organizaciones modernas e innovadoras<br />

no se basan en los esquemas tradicionales<br />

de centralización y jerarquía, sino que responden<br />

cada vez más a criterios de organización matricial razonablemente<br />

descentralizada y flexible.<br />

Una de las claves del proceso de reforma es la organización<br />

territorial. En este punto cabría aplicar el principio<br />

de subsidiariedad, siempre y cuando las estructuras<br />

delegadas periféricas cuenten con una base<br />

poblacional y unos recursos mínimos para garantizar<br />

economías de escala y una masa crítica suficiente. Se<br />

trata de disponer de un know-how único y central, pero<br />

con una visión territorial capaz de dar una respuesta<br />

adecuada y creativa según las necesidades locales. <strong>El</strong><br />

reparto de funciones y competencias se realizaría así<br />

desde las estructuras centrales, con un perfil más estratégico,<br />

hasta los ámbitos más periféricos, responsables<br />

de la provisión de la mayoría de los servicios.<br />

En las estructuras centrales, fortalecidas con un<br />

mayor peso y liderazgo en el conjunto del sistema sanitario,<br />

han de residenciarse las funciones de rectoría<br />

y dirección estratégica, inteligencia, planificación y evaluación<br />

de programas. Se trata de funciones estratégicas<br />

propias del ámbito político que deben localizarse<br />

en las consejerías de salud como garantía de responsabilidad<br />

pública y de buen gobierno. De hecho, estas<br />

funciones constituyen cada vez más el núcleo duro de<br />

los departamentos de salud en Europa tras los procesos<br />

de reforma, que han consistido, entre otros aspectos,<br />

en la delegación de las funciones ejecutivas y de gestión<br />

en niveles inferiores.<br />

Entre el nivel central y el periférico tendría que haber<br />

una estructura intermedia coherente con la organización<br />

central y coordinada a su vez con los dispositivos<br />

y recursos territoriales. Le corresponde a ésta el ejercicio<br />

de la autoridad sanitaria delegada, así como el soporte<br />

estratégico y organizativo para la provisión de servicios<br />

en el ámbito local. En este último nivel hay que<br />

mantener una estructura de recursos específicos en<br />

salud pública que puede estar vinculada a las actuales<br />

áreas de salud o distritos sanitarios. Los ayuntamientos<br />

y los servicios asistenciales han de ser integrados<br />

en la estructura funcional como socios clave de<br />

la acción periférica para fortalecer las infraestructuras<br />

y la capacidad de respuesta en el ámbito local.<br />

Dos socios estratégicos: los ayuntamientos y los servicios<br />

sanitarios<br />

Las corporaciones locales carecen hoy de la capacidad,<br />

recursos y apoyos necesarios para gestionar eficazmente<br />

las competencias que se les asignan, especialmente<br />

en protección y promoción. <strong>El</strong> nivel local<br />

constituye un ámbito básico de intervención y los ayuntamientos<br />

socios estratégicos. Por ello, las estructuras<br />

de salud pública deben apostar por el nivel municipal<br />

y promover políticas de proximidad que fomenten la corresponsabilización<br />

y la colaboración con las autoridades<br />

municipales en la formulación y la consecución de<br />

los objetivos de salud pública. Además, hay que optimizar<br />

las actuaciones conjuntas a través de consorcios<br />

o nuevas estructuras participadas que generen sinergias<br />

y permitan compartir y optimizar recursos. En algunos<br />

casos puede tenderse hacia una red funcional<br />

integrada de servicios de salud pública con participación<br />

de las entidades locales.<br />

Los servicios sanitarios, y en particular los de atención<br />

primaria, constituyen otro socio estratégico, especialmente<br />

en prevención, promoción e incluso vigilancia.<br />

Hay que impregnar estos servicios, excesivamente<br />

medicalizados, de una perspectiva y una cultura de salud<br />

pública. La inteligencia en salud pública puede ayudar<br />

a racionalizar la gestión asistencial aportando nuevas<br />

evidencias para la detección de necesidades, la<br />

evaluación de resultados y la planificación sanitaria,<br />

todo ello para mejorar la calidad y la cobertura de los<br />

servicios.<br />

Hay que facilitar un acercamiento entre la salud pública<br />

y la red de atención primaria en los niveles más<br />

periféricos del sistema (distrito, zonas básicas de<br />

salud). La operacionalización de los objetivos de salud<br />

pública puede garantizarse a través de los contratos-programa<br />

entre la autoridad sanitaria y la red pública de<br />

centros asistenciales. También es recomendable pro-<br />

101<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

mover la formación/actualización en salud pública de los<br />

responsables y gestores de los servicios para lograr su<br />

identificación e implicación con dichos objetivos.<br />

Articulación Estado/comunidades autónomas<br />

Ya se han comentado las debilidades actuales en<br />

la articulación/coordinación entre la Administración<br />

central y las autonómicas. Para mejorar dicha relación,<br />

no servirán las actitudes recentralizadoras ni la falta de<br />

corresponsabilización de algunas CCAA. Hay que<br />

construir una relación inteligente que, respetando y ejerciendo<br />

las competencias respectivas, sea capaz de beneficiarse<br />

de las potencialidades de la cooperación entre<br />

las diversas CCAA, y de éstas con el Estado. Todo ello<br />

permitirá además gestionar espacios comunes de interlocución<br />

y coordinación que ayuden a avanzar en la<br />

mejora de la salud pública en cada CCAA y en el conjunto<br />

de España (p. ej., centros de referencia y excelencia<br />

compartidos, organismos y laboratorios de<br />

apoyo coparticipados, alianzas y consorcios interterritoriales<br />

e intersectoriales).<br />

Hay iniciativas en el contexto internacional fruto del<br />

interés estratégico de los gobiernos por promover y consolidar<br />

un liderazgo nacional en salud pública. En Estados<br />

Unidos, Canadá, Reino Unido, Holanda y en los países<br />

escandinavos se han creado institutos o agencias<br />

especializadas que se han convertido en centros de referencia<br />

en salud pública. En Canadá 20 y Australia 21 el<br />

gobierno federal está fomentando alianzas/consorcios multilaterales<br />

con participación de distintas administraciones<br />

para promover la integración de acciones y la colaboración<br />

intergubernamental en salud pública. En Estados<br />

Unidos se ha creado recientemente la Health Alert Network<br />

22 , una red nacional para coordinar acciones entre<br />

autoridades federales, estatales y locales en situaciones<br />

de emergencia, y para facilitar el acceso a información<br />

e infraestructura para la gestión de crisis.<br />

Conclusión: sobre el proceso de reforma<br />

y su viabilidad<br />

La reforma de la salud pública en España es una<br />

asignatura pendiente y una prioridad estratégica. De<br />

hecho, hay movimientos en esa dirección en varias<br />

CCAA.<br />

Para avanzar en este sentido, la salud pública tendrá<br />

en primer lugar que lograr un mayor peso y prioridad<br />

dentro del sector sanitario y en las agendas político-institucionales<br />

de acuerdo con los dos objetivos<br />

básicos de la estrategia de la Unión Europea, a saber:<br />

a) situar la salud en el centro de todas las políticas,<br />

y b) promover alianzas intersectoriales en salud. Resulta<br />

además recomendable la creación de comisiones<br />

interdepartamentales de salud pública o similares<br />

que, lideradas por los departamentos sanitarios,<br />

impliquen al resto de departamentos del gobierno respectivo.<br />

En esta línea, se recomienda la introducción<br />

de la EIS en las políticas públicas con mayor impacto<br />

en la salud, así como promover coaliciones, alianzas<br />

y consorcios entre las distintas administraciones<br />

relevantes, socios estratégicos y agentes clave de la<br />

salud pública.<br />

Es necesario un marco normativo específico que explicite<br />

la misión y las funciones esenciales de la salud<br />

pública y que establezca las estructuras y las formas<br />

institucionales precisas en los distintos niveles y administraciones<br />

implicadas, el reparto competencial<br />

asociado y la cartera de servicios. Lo realmente relevante<br />

es que la opción elegida responda eficazmente<br />

a los retos de la salud pública y a las necesidades y<br />

expectativas de la población. Una línea de innovación<br />

que podría explorarse sería la introducción de nuevos<br />

derechos y deberes en salud pública; por ejemplo, el<br />

derecho a un entorno y a un urbanismo saludable, a<br />

una alimentación sana o a espacios sin humo, así como<br />

los respectivos deberes asociados.<br />

La reforma deberá acompañarse de un proceso participativo<br />

que implique a todos los profesionales, actores<br />

y sectores relevantes. La gestión debe ser abierta<br />

y transparente, como garantía de un consenso básico<br />

entre los agentes implicados, tanto sanitarios como extrasanitarios.<br />

Dada la realidad federal de facto, hay que articular<br />

una relación y coordinación inteligentes entre el Estado<br />

y las CCAA, así como los ayuntamientos. <strong>El</strong> objetivo<br />

último sería lograr las mejores condiciones posibles<br />

para promover y proteger la salud de los individuos. <strong>El</strong><br />

debate sobre las fronteras entre territorios y celos competenciales<br />

en salud pública resulta especialmente inútil.<br />

La protección de la salud y del medio ambiente, por<br />

ejemplo, no se puede hacer desde ámbitos regionales/autonómicos,<br />

ni siquiera estatales. En nuestro<br />

caso, el espacio europeo resulta cada vez más relevante<br />

y la colaboración y cooperación internacional imprescindible.<br />

En definitiva y, partiendo de la situación descrita<br />

en las páginas precedentes, resulta ineludible replantear<br />

las funciones, estrategias y organización de<br />

la salud pública en nuestro país, adecuar el «qué» y<br />

el «cómo» de la salud pública. <strong>El</strong> cambio que se requiere<br />

precisa un amplio consenso profesional y una<br />

voluntad y compromiso políticos mantenidos en el tiempo<br />

y a todos los niveles, además de la implicación de<br />

otros sectores del gobierno y la sociedad civil. Esto<br />

significa consensos, acuerdos y alianzas entre administraciones,<br />

partidos y sectores implicados. Los<br />

retos que tenemos por delante no dejan opción para<br />

la inmovilidad; habrá que trabajar las evidencias y abo-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103<br />

102


Artundo Purroy C et al. Hacia una nueva organización de los dispositivos de salud pública en España<br />

gar por sentar las bases para el refuerzo de la salud<br />

pública y reorientación de sus dispositivos. Y cuanto<br />

antes, mucho mejor.<br />

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103<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):96-103


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

Políticas de salud (actuaciones poblacionales)<br />

en los servicios asistenciales<br />

Andreu Segura<br />

Departamento de Salud Pública de la Universidad de Barcelona, Área de Salud Pública, Instituto de Estudios de la Salud,<br />

Generalitat de Catalunya, Barcelona, España.<br />

(Health policies [population interventions] in health services)<br />

Resumen<br />

Las intervenciones sanitarias dirigidas colectivamente a la población<br />

desde los servicios asistenciales son escasas y sólo excepcionalmente<br />

(vacunaciones y en algunas comunidades autónomas,<br />

prevención secundaria del cáncer de mama) se llevan<br />

a cabo de forma coordinada con los servicios de salud pública.<br />

Aunque las actividades educativas dirigidas a escolares son de<br />

las más frecuentes, raramente se evalúan sus resultados.<br />

Sin embargo, los servicios de atención primaria realizan muchas<br />

actividades preventivas de carácter clínico que, a pesar de<br />

las buenas intenciones, padecen limitaciones considerables puesto<br />

que, además de generar dependencia e inducir consumo, son<br />

poco eficientes y poco equitativas. <strong>El</strong>lo justifica el ensayo de abordajes<br />

conjuntos con los servicios de salud pública y entidades<br />

ciudadanas para mejorar y proteger la salud de la comunidad.<br />

<strong>El</strong> desarrollo de programas de salud comunitaria basados<br />

en la cooperación entre la atención primaria de salud y los<br />

servicios de salud pública requiere estrategias que produzcan<br />

beneficios tangibles a corto plazo a ambos estamentos<br />

sanitarios, además de a la población de manera que estimulen<br />

positivamente el proceso y faciliten su evolución.<br />

Los ámbitos en los que resulta más prometedora la colaboración<br />

son los de la vigilancia de salud dirigida a la población<br />

de las zonas básicas de salud; el control conjunto de las enfermedades<br />

transmisibles y los brotes epidémicos; los programas<br />

de promoción de la salud y de prevención de enfermedades<br />

mediante intervenciones colectivas y asistenciales simultáneas<br />

y la mejora de la gestión del conjunto de los servicios sanitarios<br />

a disposición de las poblaciones locales a partir de la<br />

evaluación conjunta.<br />

Los recursos para llevar a cabo estas actividades deben proceder<br />

de una reorientación de la atención primaria que disminuya<br />

la carga de trabajo y el gasto sanitario asociado a la<br />

prevención clínica y del incremento en la dotación y en la capacitación<br />

de los servicios de salud pública.<br />

Palabras clave: Sistema sanitario orientado a la comunidad. Colaboración<br />

entre servicios de salud pública y de atención primaria.<br />

Abstract<br />

Health interventions addressed to the population as a<br />

whole from health care services are scarce and only exceptionally<br />

involve coordination among public health services (vaccinations<br />

and, in some autonomous communities, secondary<br />

breast cancer prevention). Health education programs addressed<br />

to schools are one of the most frequent interventions<br />

but their outcomes are not systematically evaluated.<br />

However, primary health care services carry out many clinical<br />

preventive activities. While the aims of these activities<br />

are laudable, the interventions themselves have substantial<br />

limitations, because they are an important source of dependency,<br />

a powerful incentive to consume drugs, and are also<br />

inefficient and inequitable ways of spending health resources.<br />

These limitations justify the testing of combined approaches<br />

between public health services and citizens’ collectives to improve<br />

and protect community health.<br />

Developing community health programs based on cooperation<br />

between primary health care services and public health<br />

services requires strategies that produce appreciable results<br />

in the short term to both health sectors, as well as to the population,<br />

so that these programs stimulate the process and<br />

encourage further development.<br />

The settings in which collaboration is most promising are population<br />

health surveillance and monitoring in basic health<br />

areas, control of communicable diseases and epidemic outbreaks,<br />

health promotion and health protection programs through<br />

simultaneous clinical and community-based interventions,<br />

and improved management of all health services in local<br />

communities through joint evaluation.<br />

The resources needed to carry out these activities should<br />

be drawn from a reduction of clinical preventive activities that<br />

reduce workload and from an increase in the number and quality<br />

of the public health workforce.<br />

Key words: Community-oriented health system. Public health<br />

and primary health care collaboration.<br />

Correspondencia: Andreu Segura.<br />

Instituto de Estudios de la Salud. Barcelona..<br />

Correo electrónico: andreu.segurab@gencat.net<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):104-10<br />

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Segura A. Políticas de salud (actuaciones poblacionales) en los servicios asistenciales<br />

Ideas clave<br />

• Las actividades clínicas de promoción y de protección<br />

de la salud (prevención de la enfermedad) tienen<br />

un impacto limitado debido a la incapacidad de<br />

influir decisivamente sobre los determinantes colectivos.<br />

Además, suelen resultar ineficientes y poco equitativas.<br />

• Para mejorar la contribución del sistema sanitario al<br />

incremento de la salud de la población, a la prevención<br />

de las enfermedades y al control de los factores<br />

de riesgo, conviene adoptar una perspectiva poblacional<br />

que, desde el sistema sanitario, pueden<br />

aportar los servicios de salud pública y, además, se<br />

necesita la implicación de la comunidad.<br />

• Una colaboración estratégica entre los servicios colectivos<br />

de salud pública y los servicios personales<br />

de la atención primaria posibilitaría la reorientación<br />

comunitaria de las actividades de promoción y de protección<br />

de la salud, que se llevan a cabo en el territorio<br />

sobre unidades determinadas de población.<br />

• Los propósitos iniciales de esta colaboración deberían<br />

incluir objetivos a corto plazo, de forma que se<br />

estimule un proceso paulatino para desarrollar iniciativas<br />

de salud comunitaria.<br />

• La alianza entre la atención primaria de salud y la<br />

salud pública debe plantearse de manera que se facilite,<br />

o cuando menos no se dificulte, la participación<br />

activa de la comunidad que, en último término, es<br />

quien debe tener el control de los factores determinantes<br />

de su propia salud.<br />

Introducción<br />

La promoción y la protección de la salud son dos<br />

de los propósitos de las intervenciones humanas<br />

que pretenden, respectivamente, incrementar la<br />

salud y evitar enfermedades y trastornos. Si bien<br />

la medicina preventiva tiende a considerar las actividades<br />

de prevención clínica como parte de la promoción de<br />

la salud 1 , se puede mejorar la salud sin recurrir a actividades<br />

preventivas. Efectivamente, las intervenciones<br />

que aumentan la capacidad funcional, la resistencia física<br />

o la vitalidad producen un incremento de la salud<br />

independiente de la prevención de enfermedades determinadas,<br />

aunque ello suele comportar una reducción<br />

colateral de la incidencia de las enfermedades.<br />

Esta distinción, según su propósito, entre las intervenciones<br />

que tienen como objeto la promoción y las<br />

que pretenden –lo que no es poco– la prevención, no<br />

es meramente un prurito terminológico. La asimilación<br />

entre promoción de la salud y prevención de enfermedades<br />

es propia de la medicina, mucho más ducha en<br />

el ámbito de la patología, y los valores que subyacen<br />

son los de la lucha contra la enfermedad. En cambio,<br />

desde la perspectiva de la salud en sentido positivo, «salutogénica»<br />

como planteaba Aaron Antonovsky 2 , permite<br />

una visión de la salud más amplia y favorece la<br />

participación de la sociedad civil, necesaria para satisfacer<br />

la dimensión poblacional.<br />

Otra cuestión relevante es que las actividades de promoción<br />

de la salud y de prevención de las enfermedades<br />

bajo una perspectiva exclusivamente clínica<br />

muestran grandes limitaciones a la hora de modificar<br />

favorablemente la exposición a los riesgos para la salud<br />

derivados de los comportamientos personales, tanto en<br />

términos de eficiencia como en términos de equidad. Sin<br />

olvidar los efectos adversos directamente atribuibles a<br />

las intervenciones profilácticas y terapéuticas propiamente<br />

dichas.<br />

Así pues, se trata de considerar hasta qué punto el<br />

sistema sanitario puede contribuir efectivamente al desarrollo<br />

de políticas de salud que comporten una mejora<br />

de la salud y una disminución de la incidencia de<br />

las enfermedades prevenibles y, en cualquier caso, de<br />

las consecuencias y las secuelas de los problemas de<br />

salud, así como de los efectos adversos que tienen su<br />

origen en las actividades sanitarias, muchos de los cuales<br />

no se deben a negligencias y errores, sino al consumismo.<br />

Hay que ver si es factible una reorientación<br />

bajo una perspectiva comunitaria y si es esperable que<br />

ello comporte una mejora de la efectividad –en términos<br />

positivos y también de seguridad– de la eficiencia<br />

y de la equidad. Por ello, conviene analizar las características<br />

de la prevención en el sistema sanitario actual,<br />

las experiencias de base comunitaria, el posible<br />

papel de los servicios de salud pública y la propuesta<br />

de un programa de colaboración entre la salud pública<br />

y la atención primaria de salud.<br />

La prevención en el sistema sanitario. <strong>El</strong> papel<br />

de la atención primaria de salud<br />

<strong>El</strong> común de la población y la mayoría de los responsables<br />

políticos identifican los servicios asistenciales<br />

con el sistema sanitario, seguramente como consecuencia<br />

de su preponderancia en términos de recursos,<br />

pero también porque los servicios de salud pública sólo<br />

adquieren notoriedad cuando se produce alguna crisis<br />

sanitaria. Sin embargo, las actividades de protección<br />

de la salud que incluyen todo tipo de prevención son<br />

responsabilidad de la salud pública cuando tienen como<br />

objeto la población y, en la práctica, se llevan a cabo<br />

por otros sectores de la sociedad además del sistema<br />

sanitario.<br />

Buena parte de las intervenciones de protección de<br />

la salud, como el saneamiento y las diversas políticas<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):104-10


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

de seguridad, laboral, viaria, alimentaria, etc., corresponden<br />

a otros sectores sociales. <strong>El</strong> propósito de la protección<br />

de la salud es preventivo porque lo que pretende<br />

evitar es la exposición a factores determinantes y con<br />

ello disminuir la incidencia de enfermedades.<br />

Pero también una proporción considerable de las actividades<br />

que llevan a cabo los sistemas sanitarios, sobre<br />

todo de los países desarrollados, tienen una finalidad<br />

preventiva. No sólo las que pretenden limitar las complicaciones<br />

y las secuelas de las enfermedades, denominadas<br />

de prevención terciaria, que no deja de ser<br />

un sinónimo del tratamiento adecuado, sino también las<br />

que intentan disminuir la incidencia (prevención primaria)<br />

o mejorar el pronóstico (prevención secundaria). Incluso<br />

se ha propuesto una nueva categoría de prevención,<br />

lamentablemente, menos desarrollada de lo que debiera,<br />

con la pretensión de reducir al máximo los efectos adversos<br />

que provocan las mismas intervenciones médicas,<br />

la prevención cuaternaria 3 .<br />

Aunque todos los estamentos sanitarios están implicados<br />

en la prevención, las actividades preventivas<br />

se llevan a cabo básicamente desde los servicios de<br />

salud pública, sobre todo cuando son de ámbito colectivo<br />

y desde la atención primaria que es el estamento sanitario<br />

que más intensamente las ha incorporado. <strong>El</strong>lo<br />

se debe a diversas razones.<br />

Por un lado, la reacción al informe LaLonde sobre<br />

la salud de los canadienses 4 , que señalaba la importancia<br />

de las conductas personales como determinantes<br />

de salud, los estilos de vida saludables. Si la salud<br />

depende, entre otros factores, de los comportamientos<br />

de las personas, era razonable que el sistema sanitario<br />

se descargara de buena parte de sus responsabilidades<br />

y, por tanto, del gasto asistencial que en aquella<br />

época ya apuntaba una preocupante tendencia<br />

inflacionista que no ha dejado de acentuarse, según<br />

Evans 5 . Aunque con la incorporación de la medicina clínica<br />

preventiva, mediante la que se pretende influir favorablemente<br />

en la modificación de los estilos de vida,<br />

el sistema asistencial incrementa su hegemonía en la<br />

sanidad.<br />

La fragmentación del sistema sanitario, desde el<br />

cisma que se produce a caballo de los siglos XIX y XX 6<br />

entre la salud pública y la asistencia, y que más adelante<br />

se ampliaría con la disociación entre la atención<br />

hospitalaria y la medicina ambulatoria, dificulta una adecuada<br />

orientación del conjunto del sistema a las necesidades<br />

de la población, que las comunidades más<br />

pobres sufren de forma dramática, en algunas de las<br />

cuales se llevan a cabo experiencias de salud comunitaria,<br />

como la denominada Atención Primaria Orientada<br />

a la Comunidad (APOC) 7 . Éstas son iniciativas dispersas,<br />

que desde la Organización Mundial de la Salud<br />

(OMS) se pretende coordinar mediante una estrategia<br />

nueva, la de la atención primaria de salud (APS) surgida<br />

de la conferencia de Alma Ata 8 .<br />

A pesar de que la mayoría de los países desarrollados<br />

muestran reticencias frente a la APS, la reivindicación<br />

de las perspectivas de la promoción y de la<br />

protección de la salud tiene suficiente atractivo como<br />

para que, una vez pasada por el tamiz de la perspectiva<br />

clínica, los sistemas sanitarios avanzados las incorporen.<br />

La estrategia de APS de Alma Ata ponía el acento<br />

en la dimensión comunitaria de la salud y en la contribución<br />

coordinada del sistema sanitario, junto con la participación<br />

de muchos otros sectores sociales y de la propia<br />

población, a la elaboración de políticas de salud,<br />

además de las estrictamente sanitarias. Sin embargo,<br />

algunos países, como el nuestro, vieron en las propuestas<br />

de Alma Ata una salida para la gran cantidad<br />

de profesionales que estaban abocados a la práctica<br />

de la medicina general en condiciones harto precarias.<br />

De ahí la creación de la especialidad de Medicina de<br />

Familia y Comunitaria. Y la reforma de la atención primaria<br />

contó en España con la creación de una nueva<br />

figura profesional, los técnicos de salud que originalmente<br />

se denominaron de salud pública y que debían<br />

contribuir a la formación de los nuevos especialistas en<br />

los aspectos más relacionados con la salud de la comunidad,<br />

la elaboración de «diagnósticos de salud» de<br />

las poblaciones cubiertas y la utilización de métodos<br />

epidemiológicos para favorecer las investigaciones poblacionales.<br />

Una situación aparentemente favorable para el desarrollo<br />

efectivo de la salud comunitaria y la elaboración<br />

de estrategias sanitarias poblacionales. Pero la falta<br />

de liderazgo de los servicios de salud pública, con una<br />

orientación muy burocrática y bajo la dirección de médicos<br />

imbuidos en el planteamiento de la medicina preventiva,<br />

fue incapaz de reorientar el destino de la sanidad,<br />

en la que el predominio de la medicina hospitalaria<br />

y de la especialización sigue marcando el rumbo.<br />

Así, a pesar de la existencia de algunas iniciativas<br />

comunitarias, articuladas básicamente en torno al Programa<br />

de Actividades Comunitarias de la Atención Primaria<br />

(PACAP) 9 y de algunas propuestas específicas<br />

para la promoción de la participación ciudadana 10 , la<br />

orientación predominante de la prevención en atención<br />

primaria es clínica, de ámbito individual y se articula<br />

aprovechando los contactos personales de los pacientes<br />

y usuarios con el sistema asistencial a partir de la iniciativa<br />

del médico de familia 11 .<br />

Las recomendaciones de grupos de expertos de<br />

prestigio reconocido, como las Task Force americana 12<br />

y canadiense 13 , sólo abordan marginalmente la dimensión<br />

comunitaria, de forma que se centran en las<br />

pruebas disponibles de eficacia y mucho menos en la<br />

factibilidad. Una tarea que en España lleva a cabo el<br />

Programa de Actividades Preventivas y Promoción de<br />

la Salud (PAPPS) 14 de la Sociedad Española de Medicina<br />

Familiar y Comunitaria.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):104-10<br />

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Segura A. Políticas de salud (actuaciones poblacionales) en los servicios asistenciales<br />

Alternativamente, cabe considerar las iniciativas de<br />

la organización Network-Tufh 15 , que agrupa básicamente<br />

escuelas de medicina de orientación comunitaria e incorporó<br />

el proyecto Towards Unity for Health (TUHF)<br />

de la OMS. The Network-Tufh ha elaborado diversos<br />

informes para facilitar la integración entre la medicina<br />

asistencial y la salud pública, uno de los cuales se refiere<br />

particularmente a la atención primaria del que está<br />

disponible una versión española 16 .<br />

Pero se trata de iniciativas a contracorriente que, aun<br />

manteniendo ciertas expectativas, tienen poca influencia<br />

tangible en el diseño de las políticas sanitarias,<br />

puesto que el establecimiento de las prioridades formales<br />

y la formulación de objetivos no suele acompañarse de<br />

los cambios necesarios en la asignación de recursos<br />

ni en la organización de los servicios.<br />

Perspectiva clínica de la prevención.<br />

Posibilidades y limitaciones<br />

Al margen del aumento de la dependencia de la población<br />

hacia los servicios asistenciales, las potencialidades<br />

de la perspectiva clínica de la prevención no son<br />

despreciables. Particularmente, en relación con las intervenciones<br />

de prevención primaria, entre las que cabe<br />

destacar la vacunación de la población. Las limitaciones<br />

de una perspectiva asistencial se ven en este caso<br />

compensadas por la generación de inmunidad comunitaria.<br />

La prevención primaria de las enfermedades cardiovasculares,<br />

mediante la detección y el tratamiento<br />

de la hipertensión arterial y de las dislipemias, dispone<br />

de pruebas convincentes sobre su eficacia. Las limitaciones,<br />

en este caso, son de dos tipos. Por un lado,<br />

la ineficiencia, por el elevado coste económico y la notable<br />

carga de trabajo que requiere, junto con un escaso<br />

cumplimiento de los consejos y de la medicación.<br />

Por otro, el fomento, directo o indirecto, de la medicación<br />

como alternativa, en lugar de como complemento,<br />

de las medidas higiénicas relativas al control de peso,<br />

la adecuada alimentación y la actividad física, y el escaso<br />

rendimiento del cribado de colesterol 17 .<br />

Otra cuestión que cabe considerar es el fomento de<br />

la prevención secundaria 18 , básicamente del cáncer de<br />

mama y del cáncer de cuello uterino, que son los programas<br />

más aceptados de cribado y tratamiento precoz.<br />

Mientras que en algunas comunidades autónomas<br />

la prevención secundaria del cáncer de mama se plantea<br />

bajo una perspectiva poblacional, invitando al conjunto<br />

de la población diana y analizando los procesos<br />

y los resultados obtenidos mediante indicadores poblacionales,<br />

a menudo con la colaboración activa de los<br />

servicios colectivos de salud pública, la prevención secundaria<br />

del cáncer de cuello uterino es, en general,<br />

una iniciativa clínica, con el grave riesgo de incrementar<br />

las inequidades en salud, puesto que las poblaciones<br />

efectivamente objeto de cribado suelen ser las<br />

menos necesitadas. La relativamente baja prevalencia<br />

de este tumor en España comporta además problemas<br />

de ineficiencia. La gran cantidad de falsos positivos supone<br />

una carga asistencial elevada y, además, dificulta<br />

mantener los estándares de validez a la hora de medir<br />

e interpretar los resultados de las citologías.<br />

Riesgos de la medicalización<br />

Así pues, el criterio semántico nos proporciona una<br />

primera pista para señalar algunos potenciales efectos<br />

adversos de las intervenciones de promoción y protección<br />

de la salud, a saber, el riesgo de provocar medicalización,<br />

enérgicamente denunciada por Illich 19 o<br />

Skrabanek 20 , recogida por el grupo de calidad de la Sociedad<br />

Catalana de Medicina Familiar y Comunitaria en<br />

un opúsculo titulado ilustrativamente «Enfermos de<br />

Salud» 21 .<br />

La consecuencia más directa de la medicalización<br />

es la alienación o la expropiación de la responsabilidad<br />

y la libertad de los individuos. Un atentado a la autonomía<br />

que constituye una dimensión básica de la salud.<br />

Sin olvidar que sus efectos pueden servir también a los<br />

propósitos de dominación social, como señalaba Michel<br />

Foucault cuando se refería a la biopolítica, la intervención<br />

del poder para regular los hábitos y conductas de las<br />

gentes mediante el señuelo del culto al cuerpo 22 . Por<br />

otro lado, el imaginario popular está trufado de mitos<br />

y leyendas que favorecen este tipo de planteamientos,<br />

como el de la eterna juventud 23 .<br />

Pero al promover el consumismo, la medicalización<br />

contribuye al incremento de la iatrogenia y lo hace también<br />

en el ámbito de la prevención de enfermedades<br />

en el que no se aplica con suficiente determinación el<br />

denominado principio de precaución que los salubristas<br />

reivindican como criterio de prudencia frente a factores<br />

y elementos generalmente tecnológicos de los que<br />

se desconoce su efecto en la salud 24 .<br />

Salud pública y atención primaria de salud<br />

Puede decirse que los servicios de salud pública y<br />

los de atención primaria de salud en España se desconocen<br />

mutuamente. Mantienen pocas relaciones que,<br />

en general, son desconfiadas. Los profesionales asistenciales<br />

más bien temen la injerencia de la salud<br />

pública, puesto que suele suponer una sobrecarga de<br />

trabajo burocrático, ya sea mediante las notificaciones<br />

de enfermedades de declaración obligatoria o sobre<br />

la aparición de eventuales brotes epidémicos. Desde<br />

107<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):104-10


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

la salud pública se suele echar en falta una colaboración<br />

de los servicios asistenciales en los programas de<br />

promoción de la salud y de prevención de enfermedades<br />

que se llevan a cabo colectivamente.<br />

Esta desconexión afecta tanto a los servicios que<br />

dependen directamente de las administraciones autonómicas<br />

como de las locales que, en el caso de municipios<br />

de tamaño medio, por encima de los 20.000 habitantes,<br />

son propios e independientes.<br />

La organización territorial del Sistema Nacional de<br />

Salud, cuyas unidades son las zonas (o áreas según<br />

el lugar) básicas de salud, creadas por la Ley General<br />

de Sanidad, permitiría que el sistema sanitario llevara<br />

a cabo intervenciones coordinadas de carácter poblacional<br />

25 , en la que tanto los servicios colectivos como<br />

los individuales pueden actuar sobre la misma población<br />

que es, con pocas excepciones, la que reside en<br />

un mismo territorio.<br />

Claro que la diversa evolución de los servicios de<br />

salud pública en las comunidades autónomas, cuya responsabilidad<br />

empezó a transferirse desde la administración<br />

central a mediados de 1979, comporta distintas<br />

condiciones de aplicación. Así, en Andalucía y el<br />

País Vasco, por ejemplo, se ha pretendido una integración<br />

funcional de las actividades comunitarias a partir<br />

de los equipos de atención primaria, mientras que<br />

en Valencia o en Madrid el modelo de las antiguas<br />

jefaturas provinciales de sanidad se ha descentralizado<br />

mediante la constitución de centros de salud pública<br />

o comunitaria en el territorio, distribuidos de acuerdo<br />

con la regionalización del sistema sanitario 26 .<br />

Aunque está por efectuar una valoración rigurosa del<br />

efecto de estos modelos organizativos sobre el propio<br />

sistema sanitario, tanto en términos de coordinación<br />

entre los servicios de salud pública y los asistenciales<br />

como de su impacto sobre la salud de la población, la<br />

pérdida de identidad de los dispositivos de salud pública<br />

tiene el grave riesgo de diluir la perspectiva comunitaria<br />

de la salud pública en el planteamiento más<br />

clínico de la asistencia, algo que se ha constatado<br />

al analizar las consecuencias de la desaparición de<br />

las autoridades sanitarias locales en el Sistema Nacional<br />

de Salud inglés 27 , como comentaremos más adelante.<br />

De cualquier forma, algunas propuestas que cabría<br />

tener en cuenta provienen de la denominada investigación<br />

participativa de salud basada en la comunidad,<br />

desarrollada en Estados Unidos 28 , y la colaboración entre<br />

medicina asistencial y salud pública se ha argumentado<br />

conjuntamente desde las respectivas asociaciones<br />

profesionales de salud pública y de medicina 29 . Por otro<br />

lado, una propuesta británica 30 señala distintos ámbitos<br />

de la actividad sanitaria en los que una colaboración<br />

implica ventajas potenciales para ambos servicios<br />

y para la salud de la población, que resultan aprovechables.<br />

Vigilancia de salud pública: seguimiento y análisis<br />

Las zonas básicas de salud constituyen unidades<br />

territoriales y demográficas que pueden analizarse bajo<br />

criterios epidemiológicos para establecer prioridades<br />

y objetivos de intervención de acuerdo con las características<br />

(importancia y vulnerabilidad) de los problemas<br />

de salud locales y de sus determinantes, así como<br />

para llevar a cabo comparaciones con otras zonas básicas,<br />

de modo que constituyan un estímulo para la mejora<br />

de la gestión de los programas y servicios sanitarios.<br />

<strong>El</strong> relativo fracaso en la elaboración de «diagnósticos<br />

de salud» por parte de la atención primaria puede<br />

atribuirse, al menos en parte, a las limitaciones de las<br />

competencias de los profesionales clínicos en los aspectos<br />

más comunitarios. Unas limitaciones que no se<br />

han superado con la incorporación de los técnicos de<br />

salud, dependientes de la misma APS y que paulatinamente<br />

se han ido dedicando a tareas de administración<br />

y gestión de las entidades proveedoras de servicios<br />

asistenciales, pero tal vez podrían paliarse con<br />

el apoyo real de los servicios de salud pública. No obstante,<br />

el éxito de este planteamiento no está en absoluto<br />

garantizado. Es necesaria una estrategia adecuada<br />

en la que se definan claramente los propósitos,<br />

procedimientos y responsabilidades de cada uno de los<br />

estamentos sanitarios implicados y, desde luego, un suficiente<br />

número de profesionales salubristas competentes.<br />

La disponibilidad de información demográfica,<br />

sociológica y sanitaria de referencia que técnicamente<br />

se puede aplicar a la población de las zonas básicas<br />

de salud sería un elemento facilitador que podría<br />

completarse con encuestas de salud periódicas llevadas<br />

a cabo conjuntamente por los servicios de salud<br />

pública y los equipos de atención primaria, lo que permitiría,<br />

por un lado, mejorar la calidad de los datos sobre<br />

las poblaciones efectivamente cubiertas y, por otro, evaluar<br />

el impacto de los programas de intervención. Una<br />

proporción modesta del gasto corriente de cada uno de<br />

los equipos de atención primaria junto con la aportación<br />

de los servicios de salud pública haría económicamente<br />

factible este tipo de iniciativas.<br />

Investigación y control de enfermedades transmisibles<br />

<strong>El</strong> control de las enfermedades transmisibles es un<br />

propósito que comparten actualmente los equipos de<br />

atención primaria y los servicios de salud pública. A<br />

pesar de ello, los ámbitos de cooperación son reducidos.<br />

La notificación de las enfermedades transmisibles<br />

y los brotes epidémicos se acostumbra a ver desde la<br />

atención primaria como una obligación burocrática de<br />

la que, más allá de una carga administrativa, obtienen<br />

pocos beneficios tangibles.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):104-10<br />

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Segura A. Políticas de salud (actuaciones poblacionales) en los servicios asistenciales<br />

La coordinación de las actividades de control de brotes<br />

epidémicos locales cuando se producen, permitiría<br />

reforzar los vínculos entre ambos servicios, como<br />

ponen de manifiesto algunas experiencias, entre las<br />

que puede destacarse el brote de legionelosis del barrio<br />

de la Barceloneta del año 2000 31 . Aunque a menudo<br />

el ámbito territorial y demográfico de los brotes<br />

epidémicos no se limita a la población de una sola zona<br />

básica de salud.<br />

Sin embargo, el control de las enfermedades transmisibles<br />

abarca otros ámbitos de intervención, entre los<br />

que cabe destacar la investigación de contactos, por<br />

ejemplo, en el caso de la tuberculosis y en el de las infecciones<br />

de transmisión sexual. Una investigación efectiva<br />

para limitar la capacidad de difusión de las fuentes<br />

de infección. En la actualidad, los servicios de salud<br />

pública proceden a la localización de los eventuales contactos<br />

mediante los datos proporcionados por los servicios<br />

hospitalarios cuya proximidad con la población<br />

es menor que la de los servicios de atención primaria,<br />

lo que podría aprovecharse para establecer programas<br />

conjuntos, entre la salud pública y la atención primaria,<br />

de seguimiento y control de estas enfermedades<br />

en cada una de las zonas básicas de salud.<br />

Programas de promoción de la salud y de prevención<br />

de enfermedades<br />

Las limitaciones actuales de las actividades de promoción<br />

de la salud y de prevención de enfermedades<br />

por parte de los servicios asistenciales tienen que ver<br />

con el escaso efecto sobre los determinantes sociales<br />

de los comportamientos de las personas, las condiciones<br />

de vida que afectan los modos de alimentación, la movilidad<br />

de las personas, la vivienda, el trabajo y otros<br />

ámbitos de la vida social. Un planteamiento que armonice<br />

las intervenciones clínicas y las comunitarias<br />

mediante programas integrales en los que las actividades<br />

clínicas y las comunitarias respondan a estrategias consistentes<br />

podría mejorar la eficiencia y la equidad de<br />

los programas de promoción de la salud y de prevención<br />

de enfermedades y, sobre todo, facilitar la participación<br />

activa de grupos y entidades de la comunidad.<br />

Una manera relativamente sencilla de desarrollar<br />

este tipo de colaboración es la integración de los servicios<br />

de atención primaria en los programas de prevención<br />

secundaria de algunas enfermedades, como<br />

el cáncer de mama o el cáncer de cuello uterino. En el<br />

caso del cáncer de mama, y a pesar de algunas limitaciones<br />

importantes del planteamiento actual, entre las<br />

que destaca una idea de la participación comunitaria<br />

reducida a la aceptación de las propuestas sanitarias,<br />

la implicación de los servicios de atención primaria posibilita<br />

llevar a cabo evaluaciones poblacionales que, a<br />

su vez, permiten la introducción de modificaciones para<br />

mejorar los resultados.<br />

Más difícil es la coordinación de las actividades de<br />

protección de la salud más clásicas, tanto las que se<br />

refieren a la salud ambiental en general, las dedicadas<br />

a la vigilancia y el control de la calidad del aire o del<br />

agua, como las que afectan a ámbitos más específicos,<br />

ya sea la seguridad alimentaria, la vial o la laboral. No<br />

obstante, buena parte de las actividades de los servicios<br />

de salud pública en el territorio tienen que ver con<br />

el saneamiento, de manera que parece lógico esforzarse<br />

al menos para explorar las posibilidades de colaboración.<br />

Una iniciativa que facilitaría la existencia de centros<br />

de salud pública en ámbitos más pequeños que<br />

las provincias, ya sean las regiones o los sectores sanitarios.<br />

Una cooperación que también se podría fomentar<br />

mediante instituciones como los recientemente<br />

propuestos gobiernos sanitarios locales 32 por parte<br />

del Departamento de Salud de Cataluña.<br />

Intervenciones en las comunidades locales para reducir<br />

desigualdades<br />

Precisamente una de las posibilidades de los programas<br />

poblacionales es la capacidad de intervención<br />

selectiva sobre los grupos que menos frecuentan los<br />

servicios asistenciales y que a menudo son los que sufren<br />

más necesidades 33 . En el caso de los programas<br />

de prevención secundaria una de las limitaciones importantes<br />

es el posible incremento de las desigualdades,<br />

de manera que la adhesión de los menos necesitados<br />

es mayor, con las consecuencias negativas sobre<br />

la eficiencia y la equidad. <strong>El</strong> reconocimiento de grupos<br />

especialmente vulnerables permite plantear actividades<br />

específicamente dirigidas a ellos. Lo que es extensible<br />

al conjunto de problemas de salud, no únicamente a<br />

los que permiten aplicar intervenciones de prevención<br />

secundaria. La exposición a determinados factores de<br />

riesgo, como el tabaquismo, la alimentación inadecuada,<br />

el sedentarismo y otros muchos, presenta una distribución<br />

entre la población no homogénea, sino por sesgos<br />

de género, etnia, clase social, etc.<br />

Mejora del funcionamiento de los servicios sanitarios en conjunto<br />

Los servicios de salud pública podrían colaborar también<br />

en las iniciativas de benchmarking, que propician<br />

algunas entidades compradoras de servicios de atención<br />

primaria 34 y que, además de estimular la superación,<br />

facilitan el reconocimiento de innovaciones útiles<br />

y su generalización. La aportación de datos sobre las<br />

características demográficas, sociológicas y económicas<br />

de las poblaciones cubiertas junto con la información<br />

sobre eventuales coberturas privadas comple-<br />

109<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):104-10


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

mentarias –particularmente en cuanto a la utilización<br />

de servicios sanitarios de la atención especializada, por<br />

ejemplo, la frecuentación de los sistemas de emergencia,<br />

de los servicios de urgencia, la práctica de pruebas diagnósticas<br />

y los ingresos hospitalarios y las visitas a las<br />

consultas externas– permitirían una valoración de la utilización<br />

de servicios de base poblacional, como se hace<br />

ya con la prescripción de recetas y, por tanto, el diseño<br />

de eventuales intervenciones de racionalización de<br />

la demanda desde la APS.<br />

Finalmente, la razonable integración funcional de las<br />

actividades colectivas de los servicios de salud pública<br />

en la red de base poblacional de la atención primaria<br />

no debe hacerse a costa de una mera absorción, puesto<br />

que la precariedad cuantitativa y cualitativa de los<br />

dispositivos de salud pública podría suponer todavía un<br />

mayor déficit de la orientación comunitaria, debido a la<br />

mayor capacidad de influencia de la perspectiva clínica<br />

médica, como parece que ha ocurrido en la experiencia<br />

británica 35 , generando además cierto desasosiego<br />

de los salubristas 36 . De ahí la importancia<br />

estratégica de fortalecer la salud pública, para lo cual<br />

se requiere un apoyo político explícito con el que hacer<br />

más atractivo el desempeño laboral, incrementando el<br />

grado de competencia profesional, el reconocimiento<br />

sanitario y social y, desde luego, el salario de los salubristas.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):104-10<br />

110


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

<strong>El</strong> impacto de los medicamentos en el bienestar<br />

Vicente Ortún<br />

Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, España.<br />

(The impact of drugs on social welfare)<br />

Resumen<br />

Se argumentan las razones de la intervención del Estado<br />

con relación a los medicamentos, y se destacan dos de sus<br />

perspectivas más habituales, la sanitaria y la industrial, perspectivas<br />

que en España tienden a ignorarse, entrar en conflicto<br />

o confundirse. Se revisa el creciente impacto de los medicamentos<br />

sobre el estado de salud y sobre la productividad<br />

que aporta una industria como la farmacéutica, intensiva en<br />

conocimiento.<br />

<strong>El</strong> impacto en el bienestar de los fármacos dependerá de<br />

cómo se gestione la prescripción en el marco de unas políticas<br />

macro manifiestamente mejorables. Se valoran tres<br />

grandes líneas de actuación y, en un texto preocupado por la<br />

efectividad de las políticas, se recomienda un mayor uso de<br />

la competencia en precios, señales regulatorias que premien<br />

a los medicamentos más innovadores (los que ofrezcan la<br />

mayor efectividad incremental en relación con el coste añadido<br />

respecto a las alternativas ya disponibles), una sacudida<br />

al sistema nacional de innovación y la imprescindible alineación<br />

de los incentivos de los prescriptores con los de un<br />

sistema sanitario que, cerrando sus brechas entre eficacia y<br />

efectividad, pueda ser cada vez más deseable y, por tanto,<br />

sostenible.<br />

Palabras clave: Política farmacéutica. Efectividad de los medicamentos.<br />

Productividad. Innovación. Investigación y desarrollo.<br />

Política industrial. Regulación de precios. España.<br />

Abstract<br />

The reasons and rationale for state intervention in the pharmaceutical<br />

industry are discussed with emphasis on two of<br />

the most frequent perspectives: the health-focused view and<br />

the income-centered approach; these perspectives tend to be<br />

ignored, to come into conflict, or to be confused in Spain. The<br />

growing impact of drugs on health and on the productivity of<br />

a knowledge-intensive industry – such as the pharmaceutical<br />

sector – is discussed.<br />

The impact of drugs on welfare will depend on how prescription<br />

is dealt with within the framework of some macro policies<br />

that could clearly be improved. The present article focuses<br />

on the effectiveness of Spanish pharmaceutical policy<br />

and assesses three families of policies. Several recommendations<br />

are made: greater use of price competition, regulatory<br />

signals rewarding the most innovative drugs (those that<br />

offer the greater incremental cost-effectiveness with respect<br />

to the already existing alternatives), a shake-up of the national<br />

system of innovation, and the indispensable alignment of<br />

prescriber incentives and the health system. An integrated pharmaceutical<br />

policy would help to bridge the quality chasm of<br />

the Spanish health system by making it more desirable, and<br />

therefore sustainable.<br />

Key words: Pharmaceutical policy. Drug’s effectiveness.<br />

Productivity. Innovation. Research and development. Industrial<br />

policy. Price regulation. Spain.<br />

Ideas clave<br />

• Qué sabemos<br />

Los medicamentos han contribuido en las últimas décadas<br />

a la mejora del estado de salud con una relación<br />

coste-efectividad en promedio muy aceptable,<br />

que engloba situaciones muy variadas: desde el uso<br />

absolutamente inapropiado o la falta de indicación en<br />

situaciones donde sería conveniente hasta el ahorro<br />

neto en el presupuesto sanitario derivado de su utilización<br />

sustitutiva de otros inputs, como el de la hospitalización.<br />

Correspondencia: Vicente Ortún.<br />

Universitat Pompeu Fabra.<br />

Correo electrónico: vicente.ortun@upf.edu<br />

La productividad de un país depende de la innovación<br />

que industrias intensivas en conocimiento, como<br />

la farmacéutica, pueden aportar.<br />

• Qué aporta este artículo<br />

– Una visión integrada de los impactos en la salud y<br />

en la renta de la industria farmacéutica.<br />

– Unas recomendaciones sobre cómo localizar I+D<br />

en función del conocimiento de sus determinantes<br />

y huyendo de la retórica interesada que vincula sin<br />

fundamento el nivel de precios con las decisiones<br />

de inversión.<br />

– Un intento de emular las mejoras políticas reguladoras,<br />

las que conjugan las consideraciones sanitarias<br />

e industriales, premiando claramente la innovación que<br />

interesa: la que más cantidad y calidad de vida aporta<br />

en relación con las alternativas disponibles.<br />

111 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):111-7


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

– Unas posibles líneas de avance para mitigar la dependencia<br />

de la medicina respecto a la industria<br />

farmacéutica, tratando de alinear los incentivos de<br />

los prescriptores con los intereses sociales.<br />

Introducción<br />

Las ganancias en salud proporcionan un aumento<br />

de bienestar comparable al derivado del consumo<br />

del resto de bienes y servicios no relacionados<br />

con la salud 1 . Salud y renta son los dos<br />

componentes principales del bienestar, afectados<br />

ambos claramente por la industria farmacéutica.<br />

La política y la gestión de los medicamentos deberían<br />

orientarse, idealmente, a maximizar el impacto favorable<br />

de la industria farmacéutica tanto en la salud como en la<br />

renta. Hay «políticas» públicas en todos los países que<br />

regulan el acceso, la producción, la promoción y el precio<br />

de los medicamentos porque el mercado no se basta:<br />

– Demasiada información asimétrica acerca de la<br />

eficacia y la seguridad de los medicamentos. Recoger<br />

y analizar información sobre estos aspectos a través<br />

de agencias especializadas, como la Food and Drug<br />

Administration o la European Agency for the Evaluation<br />

of Medicinal Products, son tareas que claramente el sector<br />

público puede hacer mejor que el mercado.<br />

– Insensibilidad al precio por parte de los usuarios,<br />

asegurados en la mayor parte de los países desarrollados,<br />

que afrontan un coste monetario prácticamente nulo,<br />

especialmente en España, en el momento de consumir<br />

unos fármacos que son prescritos por unos médicos para<br />

quienes el coste tampoco suele constituir su máxima preocupación.<br />

Este comportamiento «insensible», exponente<br />

del «riesgo moral» de los asegurados se enfrenta, además,<br />

a una oferta con precios por encima de costes<br />

marginales: de aquí los diferentes sistemas de regulación<br />

de precios motivados por la inelasticidad del precio<br />

de la demanda, no por la falta de competencia en la industria<br />

farmacéutica. Hay barreras de entrada, derivadas<br />

de los elevados costes fijos de I+D y marketing, pero<br />

se registra competencia, ya que incluso un medicamento<br />

protegido por una patente puede ser impugnado por una<br />

novedad dentro de su mismo grupo terapéutico.<br />

– Grandes costes en I+D y marketing que se recuperan<br />

por medio de las patentes –incentivo a la innovación,<br />

que consiste en dar poder de mercado temporal<br />

a quien detenta una patente– y la regulación del<br />

acceso de los medicamentos genéricos.<br />

Al igual que con la sanidad en general, la política y<br />

la gestión farmacéuticas se desarrollan en los tres grandes<br />

ámbitos macro, meso y micro.<br />

La macropolítica tiene competencias distribuidas<br />

entre la Unión Europea (UE), diversos departamentos<br />

del gobierno (sanidad e industria, fundamentalmente)<br />

y las comunidades autónomas (responsables del gasto<br />

pero sin competencias sobre introducción de fármacos<br />

o políticas de precios). Esta macropolítica comprende<br />

la autorización y la retirada de medicamentos, la regulación<br />

de precios, los estímulos a la investigación, el<br />

establecimiento de incentivos de distinta potencia a los<br />

actores de la distribución 2 (mayoristas y oficinas de farmacia),<br />

así como el marco institucional general que condiciona<br />

toda la producción de bienes y servicios,<br />

desde los principios activos a los congresos pasando<br />

por los «pichinguilis».<br />

En España el aumento del consumo farmacéutico<br />

ha integrado tradicionalmente la «santísima trinidad»<br />

del «cuadro de mando» gubernamental, junto con el índice<br />

de precios al consumo (medida de la inflación) y<br />

la tasa de paro. No obstante, sabemos que, en primer<br />

lugar, lo que importa del consumo farmacéutico no son<br />

los precios sino las cantidades y el uso que de éstas<br />

se efectúe; en segundo lugar, que el gasto farmacéutico<br />

no resulta de la mera multiplicación de precios por<br />

cantidades, ya que debe añadirse el coste del fracaso<br />

terapéutico y el coste de las reacciones adversas. De<br />

aquí el renovado interés por las estrategias de meso/microgestión<br />

de la prescripción 3 .<br />

Las «políticas» pueden mejorar o empeorar la situación<br />

que sin ellas se daría. En estas líneas valoraremos<br />

la política macro, tras sintetizar el impacto de los<br />

medicamentos en la salud y en la renta.<br />

Impacto de los medicamentos en la salud<br />

Tal como McKeown sospechó y Fogel probó, ha sido<br />

el crecimiento económico y la mejora de la nutrición el<br />

factor con mayor fuerza explicativa en la espectacular<br />

caída secular de la mortalidad. Entre mediados del siglo<br />

XIX y del siglo XX las medidas de salud pública, con fundamento<br />

científico a partir del descubrimiento de la etiología<br />

específica de las enfermedades infecciosas a finales<br />

del s. XIX, son las que asumen el mayor protagonismo<br />

en la mejora del estado de salud. Implantadas primero<br />

en Europa noroccidental y Norteamérica, después –y más<br />

rápidamente– en la Europa del sur y sureste, y finalmente,<br />

a partir de la Segunda Guerra Mundial en el Tercer Mundo,<br />

con una progresión aún mayor. La medida reina en salud<br />

pública –el saneamiento del suministro de aguas mediante<br />

filtrado y cloración, así como la disposición segura de las<br />

residuales– explica, por ejemplo, la mitad de la reducción<br />

total en mortalidad de las principales ciudades de<br />

Estados Unidos a principios del siglo XX 4 .<br />

Sólo en estas últimas cinco décadas ha adquirido un<br />

cierto protagonismo la atención sanitaria. Las sulfami-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):111-7<br />

112


Ortún V. <strong>El</strong> impacto de los medicamentos en el bienestar<br />

das y los antibióticos se introducen en las décadas de<br />

los cuarenta y cincuenta, se consolidan servicios clínicos<br />

preventivos, como las vacunaciones, y muy secundariamente<br />

algunos cribados. Entre los servicios clínicos<br />

curativos sobresalen el tratamiento de la diabetes<br />

mellitus (la insulina fue descubierta en 1921), el tratamiento<br />

quirúrgico de la apendicitis, los tratamientos de<br />

la tuberculosis, la neumonía y la gripe, los servicios de<br />

traumatología, el tratamiento de la insuficiencia renal, la<br />

quimioterapia en la leucemia y el cáncer testicular, y los<br />

dirigidos a enfermedades isquémicas del corazón.<br />

Con toda la importancia que tiene la prolongación<br />

de la esperanza de vida atribuible a los servicios sanitarios<br />

(especialmente para quienes marca una diferencia<br />

entre vivir y morir), el impacto más importante de los<br />

servicios sanitarios en los países desarrollados se produce<br />

en el ámbito de la calidad de vida de la población,<br />

tratando la depresión, la angina de pecho, las articulaciones<br />

dolorosas e incapacitantes, el dolor en general,<br />

las indigestiones, las dificultades urinarias, las<br />

fracturas, las pérdidas de visión y audición u otras afecciones.<br />

Las intervenciones sobre estos motivos de morbilidad<br />

y discapacidad no alargan la vida, o apenas lo<br />

hacen, pero mejoran su calidad. Entre las intervenciones<br />

clínicas más destacadas y efectivas para la mejora<br />

de la calidad de vida pueden citarse, de forma no<br />

exhaustiva, el tratamiento de la depresión unipolar, el<br />

tratamiento de la angina de pecho, las prótesis de articulaciones<br />

(cadera, rodilla), las intervenciones de cataratas,<br />

las prótesis de oído, el tratamiento del dolor (en<br />

pacientes terminales, operados, personas con migraña)<br />

y la reducción de las fracturas 5 .<br />

Donde mejor se ha documentado el impacto de la<br />

atención sanitaria en la salud ha sido en Estados Unidos,<br />

país que lidera la innovación tecnológica sanitaria.<br />

Están cuantificados unos beneficios en cantidad y<br />

calidad de vida, atribuibles a la atención sanitaria, claramente<br />

superiores a sus costes para varias enfermedades<br />

importantes, como las cardiovasculares, la depresión<br />

y las cataratas 6 .<br />

En España las mejoras en la atención sanitaria se<br />

registran más tarde que en Estados Unidos, iniciándose<br />

–a grandes rasgos– en 1970. Así, con un coste por infarto<br />

agudo de miocardio (IAM) de 4.000 euros y un valor<br />

del año de vida ajustado por calidad (AVAC) de 30.000<br />

euros, se obtiene un balance favorable para la atención<br />

sanitaria, siempre que como promedio se ganen<br />

3 meses de vida por paciente, lo cual resulta claramente<br />

factible, ya que el uso de técnicas hospitalarias invasivas<br />

permite salvar 5 pacientes más de cada 100 infartados<br />

o que entre las décadas de los setenta y los noventa<br />

la mortalidad por infarto a los 28 días en<br />

pacientes hospitalizados se redujo a la mitad 7 . González<br />

y Pinilla 8 han publicado el primer análisis de coste-beneficio<br />

generalizado para España, también referido al<br />

IAM: los pacientes ingresados en 2003 hubieran doblado<br />

su mortalidad hospitalaria de haber sido tratados con<br />

la tecnología de 1980; el coste de esos avances supone<br />

unos 26.000 euros por vida salvada.<br />

No todo son historias de éxito: en los últimos 20 años<br />

la esperanza de vida de los enfermos de cáncer de pulmón<br />

sólo se ha alargado en 2 meses, gracias sobre todo<br />

a que se diagnostica con mayor frecuencia en estadios<br />

iniciales. La aportación de los servicios sanitarios a la<br />

mejora de la salud no debe, por tanto, asumirse con carácter<br />

general, sino estudiarse para cada caso concreto.<br />

Y donde los tratamientos intensivos hospitalarios y el<br />

control farmacológico de los factores de riesgo han tenido<br />

mayor impacto –el caso de las enfermedades cardiovasculares–<br />

con una relación beneficios/costes de<br />

hasta 4:1, debe recordarse que el saneamiento de las<br />

aguas, antes citado, ofrece ratios de 21:1 y que los cambios<br />

en los estilos de vida (tabaquismo, sedentarismo)<br />

resultan todavía más eficientes al alcanzar ratios de 30:1 6 .<br />

En el país con más datos (Estados Unidos), 4,5 años<br />

de aumento en la esperanza de vida a los 45 años de<br />

edad, registrados desde 1950, se deben al descenso de<br />

la mortalidad cardiovascular. Dos tercios de ese aumento,<br />

aproximadamente 3 años, se obtienen por mejoras en<br />

los tratamientos –intensivos hospitalarios y control farmacológico<br />

de factores de riesgo– y el tercio restante proviene<br />

de modificaciones en los estilos de vida 6 . Claro protagonismo,<br />

pues, de la innovación farmacéutica.<br />

Puig 9 ha analizado la literatura médica sobre las ganancias<br />

aportadas por las innovaciones farmacéuticas<br />

(su productividad marginal) estimando, además, cuánto<br />

gasto sanitario público requiere España para ganar<br />

un año de vida adicional (13.000 euros). Entre esa literatura<br />

médica, las investigaciones de Lichtenberg 10,11<br />

han tenido especial difusión por unos llamativos resultados,<br />

indicativos de que los nuevos medicamentos pueden,<br />

incluso, llegar a suponer un ahorro neto en la medida<br />

y sus costes quedan más que compensados por<br />

la disminución del gasto sanitario que posibilitan. Una<br />

réplica de sus métodos por Zhang y Soumerai 12 , bajo<br />

supuestos más plausibles, ha llevado a reducir a la sexta<br />

parte el ahorro neto señalado por Lichtenberg pero, sobre<br />

todo, a pedir evaluaciones más rigurosas con datos longitudinales<br />

referidos a indicaciones/tratamientos específicos.<br />

Con datos longitudinales, el propio Lichtenberg<br />

deja de obtener un ahorro neto pero ofrece en cambio<br />

unas estimaciones claramente coste-efectivas para el<br />

gasto en medicamentos modernos (posteriores a 1990):<br />

16.000 dólares por año de vida ganado 13 .<br />

Impacto de los medicamentos en la renta<br />

<strong>El</strong> sector farmacéutico representa el 1,5% del producto<br />

interior bruto español y emplea de forma directa<br />

a unas 40.000 personas –entre ellas más de 13.000<br />

113<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):111-7


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

visitadores médicos según datos de su confederación–<br />

en unas 270 compañías, pero su importancia económica<br />

se deriva, sobre todo, del impacto que una actividad<br />

muy intensiva en conocimiento puede tener en<br />

la mejora de la productividad y la competitividad del país.<br />

Las tasas de crecimiento de la renta per cápita están<br />

en función del crecimiento de la productividad y del aumento<br />

en la utilización de factores productivos (capital<br />

y trabajo). Un aumento de los gastos en I+D al 3% sobre<br />

producto nacional bruto en el año 2010, y su mantenimiento<br />

en ese nivel, provocaría un aumento del PNB<br />

del 3,5-11,6% en el año 2025 14 . Todas las estimaciones<br />

del impacto del gasto en I+D sobre el crecimiento<br />

son elevadas, la rentabilidad social supera la rentabilidad<br />

privada aunque, ni el ámbito nacional ni en las empresas,<br />

gastar mucho en I+D suponga garantía de éxito,<br />

pues importa más cómo se gasta que cuánto se gasta.<br />

La capacidad innovadora de las empresas constituye<br />

actualmente la limitación más seria del proceso de<br />

convergencia español con las economías más desarrolladas.<br />

Innovar supone aplicar conocimientos científicos<br />

a la solución de problemas concretos, no sólo científicos<br />

o de ingeniería, sino también de organización o<br />

marketing, por ejemplo, para generar un bien o servicio<br />

de valor comercial y, en ausencia de mercado, apreciado<br />

por las personas. Aumentar, pues, el gasto privado<br />

en I+D farmacéutica (actualmente del 6,5% sobre<br />

ventas en España frente al 18% de Estados Unidos) y<br />

localizar en España las actividades de mayor valor añadido<br />

de la industria farmacéutica y biotecnológica constituye<br />

una forma clara de influir sobre ese progreso.<br />

La capacidad innovadora de un sistema productivo<br />

no es una función lineal de los recursos directos que<br />

se gastan en investigación 15 . La innovación y el progreso<br />

tecnológico constituyen el resultado de un conjunto complejo<br />

de relaciones entre agentes que producen, distribuyen<br />

y aplican varios tipos de conocimientos. Los<br />

resultados innovadores de un país dependen en gran<br />

medida en cómo las empresas privadas, las universidades<br />

y las instituciones públicas de investigación, junto<br />

con las personas que las integran, se relacionan entre<br />

sí. Los vínculos pueden tomar forma de proyecto conjunto<br />

de investigación, intercambio de personal, patentes<br />

compartidas, compra de equipo, y otros canales.<br />

España ha convergido con los países más desarrollados<br />

en cuanto a publicaciones científicas (actividades<br />

de la comunidad académica financiadas principalmente<br />

con dinero público), pero se mantiene una<br />

brecha importante en patentes (desarrolladas normalmente<br />

con propósitos comerciales y financiadas sobre<br />

todo con dinero privado). <strong>El</strong> esfuerzo público en I+D resulta<br />

aceptable y los planes nacionales, como el recientemente<br />

publicado de Investigación Científica, Desarrollo<br />

e Innovación Tecnológica <strong>2008</strong>-2011, son<br />

sensatos. No obstante, falta coger decididamente «por<br />

los cuernos» nuestro desastroso sistema educativo (los<br />

pésimos resultados PISA OCDE), nuestras universidades<br />

y centros públicos de investigación de corporativismo<br />

peronista, y, en general, sacudir el funcionamiento<br />

cotidiano tanto de los pilares del «sistema<br />

nacional de innovación» como del Estado del Bienestar<br />

con una saludable dosis de responsabilidad individual<br />

y competencia, como mínimo por comparación 16,17 .<br />

Es cierto que la baja participación productiva española<br />

en actividades de alta tecnología y el pequeño<br />

tamaño medio de sus empresas constituyen limitaciones<br />

estructurales, pero va siendo hora de «asomarse<br />

al exterior». Dentro de Europa los ejemplos a seguir son<br />

los países escandinavos y Holanda, que han seguido<br />

estrategias basadas en una fuerza de trabajo muy competente<br />

y cualificada, generada a través de inversiones<br />

masivas en educación y formación, en una especialización<br />

en industrias de alta tecnología, a través de inversiones<br />

en I+D en TIC, biotecnología y electrónica,<br />

y en una estrecha colaboración entre el sector empresarial,<br />

por un lado, y el gobierno y el sector académico,<br />

por otro.<br />

Valoración de algunas políticas macro<br />

de medicamentos… y recomendaciones<br />

Más que cuánto gastar, importa cómo hacerlo para<br />

reducir la brecha entre eficacia y efectividad sin dualizar<br />

el acceso a los cuidados entre quienes tienen la capacidad<br />

individual de pagar por las mejoras de su salud<br />

y los que dependen de la voluntad social de hacerlo.<br />

Una buena parte de la «innovación» en España ha<br />

consistido en la extensión de innovaciones foráneas<br />

hasta nuestro país, con diferentes grados de acierto.<br />

Es el caso del programa MIR, las actuaciones contra<br />

el tabaquismo, la atención primaria de salud o la evaluación<br />

de medicamentos. Por tanto, el benchmarking<br />

a escala nacional puede que también sea una estrategia<br />

razonable como innovación en gestión/proceso.<br />

La extensión de la innovación no merecería el nombre<br />

de «innovación» en el caso de productos como los medicamentos<br />

cardiovasculares, desarrollados por industrias<br />

farmacéuticas principalmente asentadas fuera<br />

de España, o de algunos servicios que, como PubMed,<br />

se prestan directamente desde Estados Unidos para el<br />

resto del mundo. Una innovación en gestión sanitaria<br />

sería usar dichos medicamentos de forma más eficiente<br />

que en otros lugares o difundir de manera más apropiada<br />

la síntesis de la información que estos servicios<br />

proporcionan 5 .<br />

No parecen haber recetas para innovar, pero probablemente<br />

sea necesario hacerlo bien (buscar excelencia)<br />

en todos los pasos que van de la investigación<br />

a la innovación. No cabe clasificación olímpica en salto<br />

de altura sin la técnica Fosbury. Un sistema nacional<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):111-7<br />

114


Ortún V. <strong>El</strong> impacto de los medicamentos en el bienestar<br />

de innovación no puede competir sin aprender de quienes<br />

lo hacen mejor. Las espléndidas intenciones del Programa<br />

Ingenio pueden acabar en los infiernos de la burocracia<br />

y los cazadores de rentas sin la ya citada<br />

mínima sacudida necesaria para introducir en el sistema<br />

nacional de innovación español riesgo, responsabilidad<br />

y competencia (aunque sólo sea por comparación<br />

nacional e internacional).<br />

Tres importantes políticas macro de España pueden<br />

beneficiarse del conocimiento de la experiencia comparada:<br />

la de regulación de precios, los estímulos a la<br />

I+D dirigidos a localizar actividades de alto valor añadido<br />

y los incentivos a prescriptores.<br />

Regulación de precios<br />

La Ley 29/2006 de garantías y uso racional de los<br />

medicamentos y productos sanitarios continúa manteniendo<br />

un esquema de regulación de precios poco<br />

transparente y manifiestamente mejorable, y sigue sin<br />

apostar por una cierta competencia. Los precios convergen<br />

con la UE, pero tanto las cantidades como el<br />

uso inadecuado se desbordan; las novedades, que concitan<br />

mayor precio, se incorporan frenéticamente.<br />

– Merecería la pena considerar propuestas como la<br />

de la Office of Fair Trading 18 para que los precios estuvieran<br />

relacionados con el grado de innovación adicional,<br />

medido en resultados de salud, en relación con<br />

las alternativas existentes (no un placebo). Sería una<br />

política estimuladora de la innovación 19 .<br />

– Puede haber regulación de precios sin ahogar la<br />

competencia, y no sólo la competencia dentro de una<br />

misma denominación común internacional entre una<br />

marca y un genérico, sino la muchísimo más importante<br />

que se produce entre una marca y sus alternativas dentro<br />

del mismo grupo terapéutico, sea o no bioequivalente,<br />

en países como Estados Unidos o el Reino Unido.<br />

Localización de la I+D+i y política industrial<br />

La política industrial española con relación al sector<br />

sanitario debe salir de su escondite dentro del presupuesto<br />

sanitario (programa Profarma de descuentos<br />

sobre el recargo del 2% sobre facturación al Sistema<br />

Nacional de Salud), abandonar el «arbitrismo», fomentar<br />

la transparencia y recordar que las empresas, como<br />

los organismos vivos, no desarrollan las defensas necesarias<br />

para competir si viven en entornos domésticos<br />

artificialmente protegidos. En la transición de una industria<br />

imitativa hacia una industria competitiva puede conocerse<br />

el éxito, como en Canadá, o el fracaso, como en Italia.<br />

Una parte importante de las diferencias en la capacidad<br />

innovadora nacional viene explicada por el nivel<br />

de recursos dedicados a la innovación (recursos humanos<br />

y gasto en I+D) y una parte todavía más importante<br />

por diferencias en la productividad de la I+D debida<br />

a factores como la apertura al comercio internacional,<br />

el porcentaje de investigación académica que financia<br />

el sector privado, el grado de especialización tecnológica<br />

y el stock de capital de conocimiento de cada país.<br />

Pese a la convergencia en la capacidad innovadora<br />

entre países de la OCDE durante los últimos 30 años,<br />

Estados Unidos y Suiza mantienen su liderazgo, e Italia<br />

y España su retraso relativo. Los países que más han<br />

mejorado su capacidad innovadora en el último cuarto<br />

de siglo, entre los estudiados –Japón, Suecia, Finlandia<br />

y Alemania–, han implantado políticas que estimulan la<br />

inversión en científicos e ingenieros, así como una mayor<br />

competencia (la innovación es hija de la necesidad).<br />

Tiende a explicarse la hemorragia europea de I+D<br />

farmacéutico en términos de una regulación que limita<br />

precios, desestimula el gasto en investigación y no<br />

ofrece el caldo de cultivo propicio a la innovación. No<br />

todas las explicaciones son ciertas. Sitúese el lector<br />

como responsable de I+D de una empresa farmacéutica:<br />

¿no localizaría en el país con la mejor relación calidad/precio<br />

de unos investigadores conectados con empresas<br />

que han de competir para sobrevivir ¿No<br />

consideraría irrelevante el tipo de regulación de precios<br />

farmacéuticos que pudiera haber en el país China e<br />

India están aumentando significativamente su porcentaje<br />

de patentes farmacéuticas y publicaciones y constituyen<br />

serios competidores emergentes de Europa para<br />

la localización de I+D.<br />

Lo que globalmente es cierto –los beneficios proporcionan<br />

la capacidad y el estímulo para invertir en I+D–<br />

no tiene necesariamente una traducción país por país,<br />

en el sentido de que se realizará más I+D en los lugares<br />

en que se obtengan los mayores beneficios; la<br />

decisión de localizar las actividades de I+D en un país<br />

determinado depende más del atractivo de una zona<br />

geográfica (calidad-precio de sus científicos y universidades)<br />

que de los beneficios que en ella se obtengan.<br />

Ni los precios difieren especialmente entre países<br />

ricos, una vez se ajusta por renta, ni hay espacio, también<br />

en países ricos, para una regulación que pretenda<br />

escapar de contribuir a los costes fijos de I+D y marketing<br />

de la industria farmacéutica 20 .<br />

Esta independencia entre nivel de precios (y beneficios)<br />

en una zona respecto a I+D localizado llevaría a<br />

centrar las políticas de atracción de actividades de alto<br />

valor añadido en la disponibilidad de profesionales muy<br />

cualificados con formación científica relevante y de líderes<br />

internacionales de opinión en las especialidades médicas,<br />

así como el acceso a infraestructuras para la realización<br />

de ensayos clínicos de calidad.<br />

La ausencia, en general, de favoritismos hacia la industria<br />

farmacéutica local, hallada sobre una muestra<br />

amplia de países del mundo, puede explicarse por la<br />

115<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):111-7


CAPÍTULO 2. POLÍTICAS DE SALUD PÚBLICA<br />

protección que a las multinacionales les confiere la posibilidad<br />

de abandonar parcialmente un mercado,<br />

antes de comprometer el nivel de precios en otros países<br />

a través de un contagio en las regulaciones (p. ej.,<br />

el que se produce cuando los precios se fijan con referencia<br />

a los de otros países). En cualquier caso, las<br />

empresas del sector farmacéutico y biotecnológico se<br />

muestran especialmente sensibles, ante sus decisiones<br />

de inversión, a la estabilidad política y a la posible predicción<br />

del entorno legal, lo cual lleva fácilmente a interpretar<br />

como incumplimiento de pactos implícitos las<br />

alteraciones del marco regulatorio.<br />

Incentivos a prescriptores<br />

Uno de los productos de consumo con mayor promoción<br />

es el medicamento 21 . No extraña que la industria<br />

farmacéutica sea una de las principales fuentes de<br />

información de los médicos. Se acumulan pruebas<br />

de importantes sesgos y problemas de veracidad y exactitud<br />

en la información transmitida por la industria 22 , y<br />

la importancia de la promoción en la prescripción realizada<br />

por los médicos, pese a que éstos creen no estar<br />

influidos por la promoción 23 . Hay una amplia evidencia<br />

de cómo la industria farmacéutica afecta al comportamiento<br />

prescriptor de los médicos en bastantes ocasiones<br />

en sentido negativo. La formación continua, la<br />

investigación, los congresos, e incluso la organización<br />

del ocio, dependen de forma abrumadora de la industria<br />

farmacéutica. No parece de recibo que los visitadores<br />

médicos sean la fuente principal de la información<br />

sobre medicamentos o que se vigile escasamente<br />

el cumplimiento de la regulación existente sobre publicidad<br />

de medicamentos de uso humano.<br />

La investigación también está muy mediatizada por<br />

los intereses, legítimos, de la industria farmacéutica:<br />

cláusulas contractuales de reserva de derechos de publicación,<br />

selección inicial de investigadores y temas,<br />

reciente consecución de una posición dominante de las<br />

empresas especializadas en la realización de ensayos<br />

clínicos (en detrimento de los centros académicos). Se<br />

produce, con frecuencia, un conflicto de intereses entre<br />

el bienestar social y el bienestar particular, que no necesariamente<br />

supone fraude ni mala praxis, pero que<br />

conviene hacer público –explicitando fuentes de financiación<br />

por ejemplo– para que los usuarios de la<br />

investigación puedan juzgar por sí mismos su importancia.<br />

Parecería conveniente vigilar el grado de dependencia<br />

de la medicina respecto a la industria farmacéutica,<br />

combinando lo mejor de la intervención pública<br />

con lo mejor de los mecanismos del mercado 24 .<br />

En la prescripción, como en el resto de la gestión<br />

clínica, se trata de dotar a los médicos –decisores clave<br />

del sistema sanitario– con los incentivos, información<br />

e infraestructura precisa para efectuar las decisiones<br />

clínicas de una forma coste-efectiva. Cuando se pueda,<br />

una adecuada selección de personal –centrada no sólo<br />

en aptitudes sino también en actitudes– puede compensar<br />

la debilidad de los incentivos característica del<br />

sector sanitario. Este enfoque de la selección como solución<br />

organizativa alternativa a los incentivos tiene particular<br />

relieve en el sector público, necesitado de una<br />

ética profesional y de servicio público.<br />

En cuanto a los incentivos, parece conveniente combinar<br />

los financieros con los no financieros. Entre los<br />

incentivos no financieros hay que tener en cuenta los<br />

siguientes: facilidades para la formación y la investigación,<br />

mejoras en el lugar y las condiciones de trabajo,<br />

promoción y desarrollo de la carrera profesional,<br />

estabilidad laboral, sentimiento de afiliación, movilidad<br />

geográfica voluntaria, etc. La participación de los trabajadores<br />

en las cuestiones de la empresa y la autonomía<br />

en el trabajo poseen un alto índice motivador,<br />

que contribuye a fomentar los sentimientos de realización<br />

y logro. En la atención primaria una mayor autonomía<br />

de gestión, conseguida a través de una mayor<br />

descentralización, se ha mostrado como un elemento<br />

altamente motivador.<br />

Varias razones avalan la necesidad del incentivo individual<br />

en la prescripción (independencia profesional,<br />

variabilidad en estilos de práctica, interiorización del<br />

coste de oportunidad, etc.) pero en la medida que, por<br />

una parte, en sanidad se dan condiciones técnicas de<br />

trabajo en equipo, y que, por otra, el input prescripción<br />

tiene bastante sustituibilidad con otros inputs del proceso<br />

asistencial, los presupuestos para prescripción<br />

deben incluirse en presupuestos globales, huyendo de<br />

mentalidades silo.<br />

En resumen, aunque las políticas sanitarias e industriales<br />

se ignoren, camuflen y estén faltas de transparencia,<br />

las perspectivas económica y sanitaria sobre<br />

el impacto de los medicamentos en el bienestar coinciden<br />

en señalar unas líneas de avance basadas en el<br />

aprendizaje de los países que mejores políticas macro<br />

desarrollan.<br />

Las recomendaciones, relativas a incentivos de prescriptores<br />

y regulación de precios contribuyen claramente<br />

a la sostenibilidad del estado del bienestar. La recomendación<br />

que hace referencia a las políticas dirigidas<br />

a la localización de I+D buscan la imprescindible conciliación<br />

entre la mejora del sistema sanitario y el aumento<br />

de productividad de la economía española.<br />

Agradecimientos<br />

Se reconoce el apoyo incondicional de una beca de Merck<br />

Foundation, Whitehouse Station, New Jersey, Estados Unidos,<br />

al Centro de Investigación en Economía y Salud de la<br />

Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y a la Universidad<br />

Carlos III de Madrid.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):111-7<br />

116


Ortún V. <strong>El</strong> impacto de los medicamentos en el bienestar<br />

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promoción de la doxazosina en el tratamiento combinado de la<br />

hipertensión. Farmacia de Atención Primaria. 2004;2:40-6.<br />

117<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):111-7


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

Gobernabilidad del Sistema Nacional de Salud: mejorando el<br />

balance entre los beneficios y los costes de la descentralización<br />

José R. Repullo / José M. Freire<br />

Escuela Nacional de Sanidad. Instituto de Salud Carlos III, Madrid, España.<br />

(Governability of the Spanish national health system: improving<br />

the balance between the benefits and costs of<br />

decentralization)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> Sistema Nacional de Salud (SNS) presenta una compleja<br />

situación de equilibrio, que aunque puede ser satisfactorio<br />

a corto plazo, plantea grandes problemas de sostenibilidad<br />

y gobernabilidad; el incierto balance del proceso<br />

de descentralización sanitaria en España señala claramente<br />

la senda de buscar nuevas alternativas organizativas para<br />

hacer efectivas las ventajas de la descentralización, a la vez<br />

que ser capaces de aprovechar las economías del sistema<br />

y conseguir la equidad pretendida. Se proponen cuatro líneas<br />

de actuación: redefinición del SNS en torno al aseguramiento<br />

público y derecho cívico igual para todos; replanteamiento<br />

del sistema de financiación y del papel del<br />

fondo de cohesión; redefinir el papel del gobierno central y<br />

el Ministerio de Sanidad, y crear un nuevo organismo, la<br />

Agencia del SNS con un Comisionado que de soporte organizativo<br />

e identidad al SNS como ámbito de acción cooperativa.<br />

Palabras clave: Descentralización. Reformas. SNS español.<br />

Financiación Sanitaria. Sostenibilidad. Gobernanza. Cohesión.<br />

Abstract<br />

The Spanish National Health System (SNHS) is currently in<br />

a complex equilibrium which, even if acceptable in the short<br />

term, faces major sustainability and governance challenges;<br />

the so far inconclusive outcome of the SNHS decentralization<br />

process clearly underlines the importance of seeking new alternatives<br />

to effectively bring about the real benefits of decentralization,<br />

while taking advantage of the system’s economies<br />

of scale and achieving its equity objectives.<br />

To this end, four lines of action are proposed in this paper:<br />

first, redefine the SNHS based on universal public coverage,<br />

as a civic right and equal for all; second, reframe the financing<br />

system and the role of the Cohesion Fund; third, review<br />

the role of central government and its Ministry of Health, and<br />

fourth, create of a SNHS Agency headed by a Commissioner,<br />

for providing an organizational framework and identity for<br />

the SNHS, and serving as the cooperative body of the seventeen<br />

Autonomous Communities’ Health Services.<br />

Key words: Decentralization. Reforms. NHS of Spain. Health<br />

financing. Sustainability. Governance. Cohesion.<br />

Ideas clave<br />

• Cómo estamos<br />

En un confortable malestar: sin duda, el Sistema Nacional<br />

de Salud (SNS) es el mejor servicio público de<br />

España, pero sigue sin ser universal e igual para todos,<br />

carece de entidad institucional, su Consejo Interterritorial<br />

es escenario de batallas partidarias y su gobierno<br />

es tan inercial que tiene serios riesgos de deriva…<br />

Correspondencia: José R. Repullo.<br />

Escuela Nacional de Sanidad. Instituto de Salud Carlos III.<br />

Correo electrónico: jrepullo@isciii.es-jmfreire@isciii.es<br />

• Qué sabemos<br />

La descentralización sanitaria ha respondido a la dinámica<br />

política general más que a un debate específico<br />

de objetivos, formas, beneficios y costes. <strong>El</strong> análisis<br />

de éstos es complejo, y el mayor reto que plantea<br />

es el riesgo de fracturar la «póliza pública de aseguramiento»<br />

que supone el SNS.<br />

• Qué se puede hacer. Alternativas<br />

Frente al riesgo de la deriva inercial, optar por el diseño<br />

activo del futuro del SNS, basado en 4 puntos:<br />

a) ciudadanía sanitaria igual para todos; b) revisión<br />

de la financiación sanitaria; c) redefinición del papel<br />

del Ministerio de Sanidad, y d) creación de la Agencia<br />

del SNS.<br />

• Agenda de reformas<br />

Los cambios que se proponen (y que necesita el SNS)<br />

dependen críticamente de que la sanidad tenga en<br />

la agenda política la prioridad que le dan los ciudadanos:<br />

la calidad de la democracia, la vitalidad del<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25<br />

118


Repullo JR et al. Gobernabilidad del Sistema Nacional de Salud: mejorando el balance entre los beneficios y los costes de la descentralización<br />

tejido cívico social y profesional son los factores determinantes<br />

para un debate del que pueda emerger<br />

el consenso que haga posible la modernización del<br />

SNS. Fue posible con la RTVE, y debería serlo con<br />

la sanidad pública.<br />

<strong>El</strong> confortable malestar institucional del Sistema<br />

Nacional de Salud (SNS)<br />

<strong>El</strong> malestar que recorre el SNS comienza a gestarse<br />

desde la bien soportada levedad de su ser<br />

institucional (la escueta definición legal con la que<br />

viene al mundo) 1 , se materializa a través de un<br />

proceso inacabado de ampliación de la cobertura sanitaria<br />

de la Seguridad Social (universalización incompleta,<br />

sin reconocimiento de ciudadanía sanitaria), un<br />

complejo proceso de trasferencias a las comunidades<br />

autónomas (CCAA) y el cambio de la fuente de financiación<br />

de contribuciones sociales a impuestos.<br />

Esta ruta «entre Bismarck y Beveridge» desemboca<br />

en enero de 2002 en un poco coordinado territorio<br />

de 17 sistemas sanitarios autonómicos. La desaparición<br />

del INSALUD marca un momento simbólico de cambio,<br />

que desvela con claridad hasta qué punto el SNS<br />

está huérfano de esqueleto organizativo, de identidad<br />

institucional e incluso de dirección postal: como mucho<br />

pasa a ser un descriptor estadístico o retórico de conveniencia<br />

2 .<br />

Las reglas del juego de este proceso de cambio han<br />

sido mucho más laxas e indefinidas de lo que se piensa,<br />

dominando el ajuste mutuo de partes y los procesos<br />

de negociación incremental. Hubo un momento aparentemente<br />

más racionalista, que conduce al cierre de<br />

las transferencias sanitarias y a la aprobación del nuevo<br />

modelo de financiación autonómica (Ley 21/2001). <strong>El</strong><br />

gobierno central transfiere a las CCAA los servicios del<br />

Estado de Bienestar, y otorga una amplia libertad de<br />

acción en gastos, mientras que mantiene controlados<br />

los ingresos, cediendo sólo una pequeña capacidad de<br />

regulación fiscal; junto con esto, se limita la capacidad<br />

de endeudamiento autonómico para crear un esquema<br />

de disciplina fiscal y financiera. Los ministerios económicos<br />

parecen contentos, ya que centrifugan a las<br />

CCAA servicios inflacionarios y conflictivos, manteniendo<br />

el control macroeconómico; de esta forma se<br />

crearían las condiciones para que las propias CCAA<br />

tengan que restringir su gasto a los presupuestos asignados.<br />

Aunque el Ministerio de Sanidad ve con preocupación<br />

su pérdida de funciones asignativas, gestoras<br />

y normativas, las CCAA reciben alborozadas los<br />

nuevos servicios sanitarios: los políticos autonómicos<br />

lo pueden presentar como una victoria, y la tecnoestructura<br />

gestora local como una expansión de su universo<br />

laboral y de influencia.<br />

Sin embargo, en 2003 se complica este escenario<br />

aparentemente estable y consensuado: tras las elecciones<br />

autonómicas el coste de las mejoras salariales<br />

–bienvenida autonómica al nuevo personal de INSA-<br />

LUD– de las mejoras de servicios para que la población<br />

identificara el nuevo liderazgo regional, y el de afrontar<br />

las promesas comprometidas en la campaña<br />

electoral, dejan en evidencia una discordancia creciente<br />

entre gastos e ingresos. En vez de usar la pequeña pero<br />

existente capacidad fiscal (p. ej., el céntimo sanitario<br />

de la gasolina), las CCAA prefieren buscar financiación<br />

adicional acumulando deuda a proveedores, o con proyectos<br />

de financiación privada de inversiones (traslado<br />

de deuda a legislaturas siguientes o incluso a generaciones<br />

venideras). Se crea un «déficit sanitario» que<br />

en 2004, y tras el cambio de gobierno central, se presenta<br />

como gran problema que requiere soluciones especiales.<br />

La II Conferencia de Presidentes Autonómicos, reunida<br />

el 10 de septiembre de 2005, desaprovechó una<br />

ocasión para hacer cumplir las reglas del juego que se<br />

habían establecido escasamente 4 años antes, y reinició<br />

la senda del ajuste mutuo de partes, estableciendo<br />

unas asignaciones presupuestarias adicionales (subida<br />

financiera de un 3,5% en 2006 y 2007, y aumento<br />

de la capacidad normativa de CCAA de un 3,7% adicional)<br />

3 . Hay trabajos recientes que caracterizan adecuadamente<br />

estos problemas y contradicciones (p. ej.,<br />

los de Gimeno y Tamayo 4 , Cabasés 5 y Martín 6 ). Puig 7<br />

analiza brillantemente los problemas del sistema de financiación<br />

autonómica en cuatro puntos: corresponsabilidad<br />

fiscal débil, transferencia de riesgos con escasa<br />

credibilidad, poca flexibilidad de ingresos tributarios<br />

cedidos ante cambios demográficos, y diseño inadecuado<br />

del Fondo de Cohesión.<br />

La entropía domina también, y de forma más acusada,<br />

en los aspectos no financieros del funcionamiento<br />

del SNS. La extinción del INSALUD deja al sistema sin<br />

referente de comparación y, como respuesta, en 2003<br />

el Ministerio de Sanidad desencadena una poco efectiva<br />

compulsión normativa (Ley 16/2003 de Cohesión<br />

y Calidad, Ley 44/2003 de Ordenación de las Profesiones<br />

Sanitarias, y Ley 55/2003 de Estatuto Marco<br />

del personal del SNS). Especialmente, la Ley de Cohesión<br />

y Calidad, votada casi por unanimidad, parecía<br />

ser el exorcismo contra la anomia y la falta de gobierno<br />

de un sistema con una arquitectura de poder<br />

tan distribuida.<br />

Sin embargo, sin que la tinta de este texto se secara,<br />

comenzaron a plantearse graves disfunciones: así,<br />

el 3 de diciembre de 2003 se produce el primer plante<br />

del Consejo Interterritorial (consejeros socialistas con<br />

ministra del PP), que son seguidos por otros plantes en<br />

2004 (el 16 de junio y el 22 de septiembre por consejeros<br />

populares con ministra del PSOE), que enmarcan<br />

una etapa de conflictividad estructural en este órgano<br />

119<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

de gobierno del SNS; en las 20 reuniones celebradas<br />

desde enero de 2002 hasta marzo de 2007, y siguiendo<br />

la repercusión en prensa, cabría decir que 7 han sido<br />

de normalidad, 3 de bloqueo, y las 10 restantes de escenificación<br />

de diferencias políticas, con ruedas de prensa<br />

separadas y tendencia a la exhibición de la confrontación<br />

partidaria, que lleva a sobreactuar divergencias<br />

que no eran tan acusadas en la propia reunión.<br />

<strong>El</strong> enrarecido clima político nacional explica parte del<br />

fenómeno, pero hay otros problemas estructurales. Por una<br />

parte, el modelo no finalista de financiación autonómica<br />

hace que para el Ministerio sea sencillo crear expectativas<br />

de mejoras de servicios sin tener que afrontar la presión<br />

política ni los costes; así, los Planes Integrales que<br />

lanza en 2003 el Ministerio de Sanidad de Ana Pastor para<br />

la cardiopatía isquémica y el cáncer, se perciben por las<br />

CCAA como un «invitas tú y pago yo» (éste fue el motivo<br />

del primer bloqueo del Consejo Interterritorial). Pero si<br />

se trata de evitar el decir cosas que impliquen costes a<br />

terceros, también se plantean problemas: el rechazo del<br />

Ministerio de Sanidad de <strong>El</strong>ena Salgado a discutir temas<br />

de financiación sanitaria en 2004 y 2005 lleva a nuevos<br />

enfrentamientos, y el repliegue a competencias inequívocamente<br />

propias por parte de la Administración central<br />

es percibida y criticada como falta de liderazgo y como<br />

causante de la anomia y la fragmentación del SNS.<br />

Se crea, por tanto, una situación compleja y poco<br />

eficiente, donde domina la inercia, y los proyectos de<br />

interés común tienden a no progresar. Un bloqueo donde<br />

es fácil derivar responsabilidades a terceros, usando<br />

la ambivalencia de unas reglas del juego con grandes<br />

lagunas, y que por ello permiten a corto plazo aprovechar<br />

las holguras en beneficio propio. Por todo ello hablamos<br />

de un malestar que resulta paradójicamente confortable.<br />

Pero el problema que tenemos es, en último<br />

término, una crisis de gobernabilidad de la sanidad pública,<br />

que debe ser abordada de forma inmediata. Los<br />

beneficios potenciales de la descentralización sólo podrán<br />

realizarse con inteligencia y compromiso para un<br />

rediseño de los modelos organizativos, y de las prácticas<br />

de funcionamiento del SNS.<br />

<strong>El</strong> difícil balance de costes y beneficios<br />

de la descentralización sanitaria<br />

<strong>El</strong> debate descentralización-centralización tiene un<br />

amplio recorrido en el mundo académico (general y sanitario);<br />

las evidencias no son concluyentes, y además<br />

la evaluación de ventajas e inconvenientes depende críticamente<br />

de quién las defina y cómo se determinen.<br />

Un libro reciente de análisis de la descentralización<br />

en Europa, del Observatorio Europeo de Sistemas y Políticas<br />

Sanitarias 8 , revisa ampliamente tanto el marco teórico<br />

como las experiencias desde los años setenta en diversos<br />

países europeos. En él, Bankauskaite y Saltman<br />

señalan que las dificultades para comprender los resultados<br />

de la descentralización tienen que ver con que ésta<br />

es un concepto multinivel que habitualmente no está bien<br />

definido, cuyos efectos no tienen métricas adecuadas.<br />

Entre los resultados positivos de la descentralización, estos<br />

autores señalan las siguientes: capacidad de innovación,<br />

mejoras de eficiencia, enfoques de sistema más orientados<br />

al paciente, mayor conciencia de costes, más rendición<br />

de cuentas a autoridades locales, mayor flexibilidad<br />

en la organización del trabajo, y mejor implementación<br />

de estrategias orientadas a necesidades de salud. Pero<br />

también indican otros problemas y efectos adversos, entre<br />

los cuales está claramente la inequidad.<br />

De las categorías clásicas de descentralización de Rondinelli<br />

9 , las dos primeras (desconcentración y delegación)<br />

apelan más a dimensiones técnicas o de gestión que aconsejan<br />

para determinadas funciones y momentos el descentralizar<br />

o recentralizar según se obtengan mejoras en<br />

cada caso; las otras dos (devolución y privatización) implican<br />

dimensiones distintas, que tienen que ver con preferencias<br />

políticas, territoriales o ideológicas y, por tanto,<br />

no se pueden juzgar tan sólo desde el punto de vista de<br />

la eficiencia (asignativa o productiva) o de la equidad. Éste<br />

es el caso de las transferencias sanitarias en España, que<br />

responden al modelo de «devolución».<br />

En las experiencias europeas, todos los países parecen<br />

haber estado buscando el nivel apropiado<br />

donde deben abordarse los temas sanitarios, de acuerdo<br />

a sus circunstancias. Desde la perspectiva gestora<br />

parecería observarse empíricamente una tendencia<br />

a la regionalización: «Las actuales reformas regionalizadoras<br />

en muchos países de la OCDE proveen<br />

de un posible punto de encuentro entre las dos tendencias<br />

en conflicto de descentralización y centralización.<br />

En la medida en que los gobiernos delegan<br />

la función de asignación de recursos a unidades administrativas<br />

menores, están descentralizando. En la<br />

medida en la que transfieren un mandato político (…)<br />

para coordinar la provisión de un amplio conjunto de<br />

servicios, puede estarse descentralizando o centralizando»<br />

10 .<br />

Es claro que en España el motor primario de la descentralización<br />

(devolución) sanitaria fue político, determinado<br />

por la arquitectura constitucional de 1978. Aunque<br />

ésta se limitara a la descentralización de la gestión de la<br />

Asistencia Sanitaria de la Seguridad Social (ASSS), las<br />

circunstancias políticas e institucionales llevaron de facto<br />

a un proceso de trasferencia incondicionado, potenciado<br />

por el hecho de que para las nacientes CCAA la sanidad<br />

era una seña identitaria clave para su construcción y legitimación<br />

social e institucional. Por ello, el debate técnico<br />

y político sobre los beneficios de las transferencias sanitarias<br />

en España no ha estado en un primer plano de<br />

estudio y discusión. No obstante, recientes publicaciones<br />

ponen en el orden del día esta asignatura pendiente 11-13 .<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25<br />

120


Repullo JR et al. Gobernabilidad del Sistema Nacional de Salud: mejorando el balance entre los beneficios y los costes de la descentralización<br />

La evaluación de las trasferencias en términos de<br />

resultados presenta notables dificultades metodológicas<br />

que hacen imposible su abordaje en este trabajo.<br />

No obstante, sería importante recordar que no enferman<br />

los territorios, sino que enferman y mueren las personas,<br />

y que la fuente de variabilidad mayor siempre<br />

se encuentra entre los individuos. Además, las desigualdades<br />

intrarregionales son notablemente mayores<br />

que las que podemos identificar entre CCAA, y se ponen<br />

de manifiesto si nos situamos en «áreas pequeñas»<br />

donde las condiciones socioeconómicas se ajustan en<br />

entornos más homogéneos y con mayor poder para determinar<br />

desigualdades 14 . Algunos análisis han señalado<br />

que en el proceso de descentralización ha disminuido<br />

el componente intrarregional de la desigualdad<br />

sanitaria (técnicamente más importante), aunque habría<br />

aumentado el interregional (políticamente más llamativo)<br />

15 ; si fuera así, habría que congratularse aunque<br />

el resultado fuera escasamente entendible en clave<br />

política.<br />

Si en términos de resultados es difícil hacer un balance<br />

de la descentralización, parece claro que la evaluación de<br />

estructura y de proceso nos señala la pérdida de entidad<br />

de lo que llamaríamos «póliza pública de aseguramiento<br />

del SNS nacional». En efecto: los inputs económicos se<br />

establecen por un sistema de financiación incondicionado;<br />

la cartera de servicios permite la diferenciación autonómica,<br />

que afecta a ámbitos cada vez más diversos (bucodental,<br />

farmacia, ortoprótesis, cambio de sexo, garantías<br />

de espera, libre elección, información, etc.). Y en el desarrollo<br />

de servicios se está produciendo un florecimiento<br />

de experiencias en sistemas asistenciales, tecnológicos,<br />

formas de gestión, modelos de organización clínica,<br />

y sistemas de gobierno clínico, como respuesta a los problemas,<br />

pero también como pulsión de venta de innovaciones<br />

para marketing político e institucional.<br />

Considerar como negativa esta fragmentación aparente<br />

de la «póliza SNS» exige tener en cuenta que para<br />

muchos la diversidad es un valor deseado, y otorgan<br />

gran peso a las preferencias locales. Sin embargo, no<br />

parece que esta opinión sea dominante en la población;<br />

así en el Barómetro Sanitario 2006 16 , si bien un 33,3%<br />

valoraba mejor la gestión autonómica que la estatal (frente<br />

a un 6,8% que lo valoraba peor), un 84% prefería<br />

que las CCAA se pusieran de acuerdo entre ellas para<br />

ofrecer nuevos servicios.<br />

Además de esta opinión, que está indicando una expectativa<br />

de mayor concordancia en las «pólizas autonómicas»,<br />

desde una perspectiva técnica hay mucho que<br />

ganar integrando o cohesionando el aseguramiento público<br />

del SNS: garantizar un grupo de riesgo de tamaño<br />

suficiente para la «alta especialización», aprovechar economías<br />

de escala para afrontar problemas (enfermedades<br />

raras) y acciones que se benefician de la integración<br />

(organización de trasplantes, evaluación de las tecnologías,<br />

etc.), agregar el poder de compra y gestionar unificadamente<br />

ante proveedores externos (suministros de insumos<br />

tecnológicos y farmacéuticos) e internos (personal<br />

y condiciones de salarios, carreras, movilidad, etc.),<br />

buscar modelos de comparabilidad para evaluar desempeños<br />

(sistemas de información y cuadros de mando) y<br />

gestión del conocimiento (docencia, investigación e innovación).<br />

De todas estas dimensiones, la que con toda seguridad<br />

tiene un papel más dinamizador es la de generación<br />

y mantenimiento de un sistema de información<br />

sanitaria del SNS que permita la evaluación y la comparación<br />

entre CCAA, y entre centros y servicios.<br />

Un ejemplo del coste de la no coordinación es el coste<br />

de la compra de bienes y servicios. Ya el informe 2003<br />

del Tribunal de Cuentas hacía referencia muy crítica a estos<br />

problemas referidos a contratación de medicamentos y productos<br />

farmacéuticos en 15 hospitales del SNS 17 . En un<br />

estudio reciente 18 se analizan 70 concursos celebrados durante<br />

3 años para adquirir «grapadoras de piel» en hospitales<br />

públicos, el precio osciló entre 4 y 10 euros, y lo<br />

más sorprendente es la falta de relación entre el volumen<br />

de ventas de cada concurso y el precio unitario. Igual variabilidad<br />

se encontraba en la adquisición de un medicamento<br />

(ribavirina). Dado que el capítulo II (de gastos corrientes<br />

en bienes y servicios) alcanza el 25% del<br />

presupuesto hospitalario, los autores del informe estiman<br />

que mejorando y coordinando los sistemas de compra se<br />

podría ahorrar un 5% (400 millones de euros). Otros trabajos<br />

también reseñan esta variabilidad en los precios (marcapasos<br />

entre 1.682 y 3.209 euros), y apuntan a ganancias<br />

de eficiencia mejorando la información pública y los<br />

mecanismos de compras 19 .<br />

Podría aducirse que el poder de compra agregado no<br />

se utilizó cuando el sistema se gestionaba de forma centralizada<br />

(INSALUD), por lo que ahora sería menos esperable<br />

que se pudiera organizar. Sin embargo lo que en<br />

su momento no se hizo jerárquicamente, de «arriba abajo»,<br />

bien podría ser más factible ahora, por interés compartido,<br />

de «abajo a arriba», a través de la conveniencia de<br />

las partes para encontrar modelos colaborativos en sus<br />

funciones logísticas (coalición de compra). Además, sí que<br />

hubo experiencias interesantes hasta 2002 en el territorio<br />

INSALUD con la modalidad de «contrato marco», que<br />

establecía centralmente para una cartera de servicios los<br />

precios máximos y las condiciones técnicas exigibles, y<br />

que luego permitía ágiles procedimientos negociados, descentralizados<br />

para la adquisición por los hospitales (se usaron<br />

en equipamientos de cardiología, hemodinámica, cirugía<br />

general, traumatología y rehabilitación).<br />

Explorando alternativas para el buen gobierno<br />

aplicables a SNS<br />

La migración desde el escenario actual –caracterizado<br />

por su fuerte inercia– a otro de diseño activo de<br />

121<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

un futuro con más potencial de eficiencia, equidad y sostenibilidad<br />

conlleva importantes costes políticos de trasformación.<br />

Pero estos costes pueden reducirse significativamente<br />

si son gestionados a través de modelos<br />

de acuerdos o pactos de Estado, como los que se llevan<br />

proponiendo desde distintas instancias, y que tienen<br />

como referente el Pacto de Toledo en pensiones.<br />

<strong>El</strong> objetivo de estos pactos no sería sacar del debate<br />

político a la sanidad, sino evitar los sobrecostes de estancamiento<br />

que la rivalidad política partidaria y la dinámica<br />

competitiva entre distintas administraciones territoriales<br />

imponen a cualquier proceso de cambio de<br />

calado estructural, dados los modelos adversariales (juegos<br />

de suma cero) a los que se encuentran atadas las<br />

instituciones públicas implicadas.<br />

Estas propuestas de revisión y de nuevos órganos<br />

de gobierno del SNS parten de considerar algunos antecedentes<br />

internacionales y nacionales que pueden<br />

ayudar a buscar nuevos modelos para situaciones en<br />

las cuales el poder está muy distribuido, las competencias<br />

confluyen en terrenos comunes donde se precisa<br />

la colaboración, y objetivamente hay muchas posibilidades<br />

de ganancias de eficiencia, equidad y<br />

calidad gracias a la cooperación de distintos agentes,<br />

y también, donde hay que reducir los costes de interferencia<br />

políticos para facilitar la continuidad y la profesionalización<br />

de los niveles y los procesos gestores<br />

y técnicos.<br />

Por tanto, se necesitan cambios estructurales,<br />

cuyos ejes podrían ser los cuatro que se proponen a<br />

continuación:<br />

1. Completar el desarrollo normativo del sistema público<br />

de salud, para constituir un SNS basado en la ciudadanía<br />

sanitaria derivada del aseguramiento público<br />

como derecho cívico.<br />

2. Revisar y ajustar el sistema de financiación autonómico<br />

para la sanidad y los mecanismos de compensación<br />

y de cohesión e igualdad.<br />

3. La redefinición del papel del gobierno central (Ministerio<br />

de Sanidad) en relación con el SNS, en clave<br />

de rectoría general del sistema, reequilibrio de oportunidades<br />

de salud, y gestión del conocimiento.<br />

4. Creación de la Agencia del SNS como instrumento<br />

organizativo y ejecutivo para gestionar las interacciones<br />

entre los servicios de salud autonómicos, y dotar de entidad<br />

institucional al SNS y su ámbito de acción cooperativa<br />

entre las CCAA.<br />

SNS: aseguramiento sanitario público y ciudadanía<br />

La piedra angular de la consolidación del SNS es<br />

la declaración de la cobertura sanitaria pública (aseguramiento<br />

sanitario) como derecho cívico, igual para<br />

todos los ciudadanos, superando y clarificando la confusa<br />

e injusta situación actual 20 . Esta decisión (pospuesta<br />

desde 1990 cuando el RD 1088/89 dio cobertura a los<br />

españoles sin Seguridad Social y sin recursos), no sólo<br />

sería importante para avanzar en la igualdad de derechos:<br />

permitiría un sistema más transparente y consistente<br />

de financiación sanitaria (base poblacional), y<br />

clarificaría un derecho cívico básico y las competencias<br />

de las diferentes Administraciones públicas en relación<br />

con el aseguramiento sanitario, incluido el papel de la<br />

Seguridad Social en el SNS.<br />

Este «nuevo» derecho cívico universal (de iure) a la<br />

atención del SNS, debería servir para definir con toda<br />

claridad el derecho a la «portabilidad de cobertura» entre<br />

CCAA y el sistema de compensación por servicios sanitarios<br />

prestados fuera de la comunidad de residencia.<br />

Para ello, desde un concepto revitalizado de «ciudadanía<br />

sanitaria» debería instaurarse una tarjeta sanitaria<br />

individual (TIS) común a todos los ciudadanos<br />

como auténtico título de afiliación al SNS. Esta TIS serviría<br />

de vehículo de información para que todos los contactos<br />

asistenciales y servicios recibidos puedan ser identificados<br />

y cuantificados, de forma que puedan servir de<br />

base a los sistemas de compensación anual entre CCAA.<br />

Un sistema de financiación autonómica y sanitaria revisada<br />

y reajustada<br />

En la actualidad no hay un sistema de financiación<br />

sanitaria al estar éste indiferenciadamente integrado en<br />

la financiación autonómica. No obstante, el peso de la<br />

sanidad en los presupuestos de las CCAA (un 35%)<br />

hace inevitable que ésta tenga una consideración especial.<br />

Hay un principio de equilibrio por el cual la obtención<br />

de la financiación y las decisiones de gasto han<br />

de estar en las mismas manos; de hecho, la evolución<br />

del modelo de financiación, a la vista de los ajustes de<br />

la II Conferencia de Presidentes, de los cambios introducidos<br />

a partir del Estatuto de Cataluña, y de su generalización<br />

a todas las CCAA, parecen ir en la dirección<br />

de un nuevo sistema de financiación con un notable<br />

aumento de atribuciones en la regulación fiscal a las<br />

CCAA (posiblemente sin llegar al federalismo fiscal pero<br />

avanzando hacia ese nuevo equilibrio donde el Estado<br />

limita su función recaudatoria a gastos comunes y<br />

a asignaciones de nivelación, suficiencia y solidaridad).<br />

Sin entrar en el complejo debate fiscal y financiero,<br />

lo cierto es que la función de sanidad requerirá dos<br />

elementos fundamentales: a) un mecanismo de compensación<br />

de las asistencias prestadas a desplazados,<br />

que actúe como «cámara de compensación» 6 y evite<br />

el riesgo actual de prestar menos servicios de los adecuados<br />

a los no residentes, y b) un sistema de igualación<br />

de oportunidades de salud y accesibilidad a servicios<br />

que, a través de los fondos de cohesión o igualdad,<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25<br />

122


Repullo JR et al. Gobernabilidad del Sistema Nacional de Salud: mejorando el balance entre los beneficios y los costes de la descentralización<br />

permitan canalizar recursos hacia necesidades y oportunidades<br />

acreditadas 11 (1).<br />

Este posible Fondo de Igualdad (que Martín lo define<br />

como FISNS 21 ), se debería orientar al reequilibrio<br />

de oportunidades de salud, y debería ser esencialmente<br />

gestionado desde la responsabilidad superior de rectoría<br />

y alto gobierno que retiene y debe ejercer la Administración<br />

central.<br />

Un nuevo y más activo papel para el Ministerio de Sanidad<br />

en el SNS<br />

Las funciones de un Ministerio de Sanidad son especialmente<br />

necesarias en un sistema tan descentralizado<br />

como el SNS español, como evidencian todos<br />

los países federales. Todos ellos disponen en sus gobiernos<br />

centrales de un centro que ejerce funciones de<br />

coordinación, de alta dirección o rectoría. <strong>El</strong> Ministerio<br />

de Sanidad y Consumo, auxiliado por un Consejo Interterritorial<br />

revitalizado (p. ej., con capacidad de posicionamiento<br />

formal (2) a través de voto ponderado por<br />

población 11 ), debe ser reforzado para actuar eficazmente<br />

como el centro estratégico de la sanidad pública española.<br />

La revisión del papel más activo y eficaz del Ministerio<br />

de Sanidad en relación al SNS requiere: a) retomar<br />

competencias no ejercidas con plenitud y, b) ceder<br />

a una entidad nueva (como la Agencia del SNS que se<br />

propone) todo aquello que tenga un carácter fundamentalmente<br />

cooperativo y colaborativo.<br />

<strong>El</strong> Ministerio de Sanidad debería fortalecer y modernizar<br />

todos los instrumentos que le permitan un desarrollo<br />

eficaz de las competencias que corresponden<br />

a la función de autoridad sanitaria estatal, rectoría y alto<br />

gobierno del conjunto de la sanidad española. Un aspecto<br />

estratégico, como el de los recursos humanos y<br />

las profesiones, está particularmente apelando a una<br />

acción intensa y de largo alcance.<br />

(1) La compensación no es facturación; es una transferencia<br />

económica que se sitúa por encima del coste marginal de<br />

atender a un enfermo adicional en la comunidad autónoma<br />

prestadora de servicios (por ello le interesa), por debajo del<br />

coste medio que le supondría a la comunidad autónoma de<br />

residencia del paciente el tener que producir este tipo de<br />

asistencia (por ello le interesa también). La financiación que<br />

iguale oportunidades de salud no debe ser una patente de corso<br />

para acuerdos bilaterales y arbitrarios entre el centro y las<br />

comunidades autónomas; deben ser créditos adscritos a<br />

acciones sobre problemas de salud vulnerables, y<br />

territorializadas a regiones según criterios claros, con acuerdos<br />

de cofinanciación, y sometidos a evaluaciones transparentes.<br />

(2) Es importante que el Consejo Interterritorial pueda<br />

establecer su propia posición (p. ej., ante una nueva vacuna o<br />

prestación sanitaria), aunque alguna comunidad autónoma<br />

pueda no seguirla en el uso de sus propias competencias<br />

legales (y asumiendo el «coste» de navegar contra corriente).<br />

Y dentro de las funciones que coordina el Ministerio<br />

de Sanidad, las de servicios comunes en salud pública<br />

y la de gestión del conocimiento, ejercida fundamentalmente<br />

a través del Instituto de Salud Carlos III,<br />

deberían ser particularmente revitalizadas y reorganizadas.<br />

En concreto, cabría considerar la creación de<br />

una Agencia Española de Salud Pública, que integrara<br />

unidades actualmente en la Dirección General de<br />

Salud Pública y en los Centros Nacionales de Epidemiología<br />

y Microbiología (ISCIII), dando lugar a una organización<br />

con elementos de los Centros de Control de<br />

Enfermedades (CDC) existentes en otros países (y recientemente<br />

en la Unión Europea [UE], la ECDC). Otra<br />

iniciativa importante sería construir, a partir de la Agencia<br />

de Evaluación de las Tecnologías Sanitarias, el organismo<br />

que el SNS precisa para fundamentar la inclusión<br />

o exclusión de prestaciones y servicios de la<br />

cobertura pública, y para ensayar modelos avanzados<br />

de gobierno y excelencia clínica: se trataría de situarnos<br />

en las coordenadas del NICE británico (National<br />

Institute of Clinical Excellence), del IQWiG Alemán (Institut<br />

für Qualität und Wirtschaftlichkeit im Gesundheitswesen),<br />

de la HAS Francesa (Haute Autorité en<br />

Santé) o de la AHRQ norteamericana (Agency for Healthcare<br />

Research and Quality).<br />

Creación de la Agencia del SNS<br />

<strong>El</strong> SNS precisa dotarse de un nuevo instrumento<br />

horizontal que contribuya a su buen gobierno, sirviendo<br />

al conjunto del sistema y siendo útil a cada uno<br />

de los 17 servicios autonómicos de salud. <strong>El</strong>lo pide la<br />

creación de una nueva entidad a la que provisionalmente<br />

llamaremos aquí «Agencia del SNS» y que sería<br />

una institución tanto del gobierno central como de las<br />

CCAA.<br />

La definición de esta entidad requeriría un amplio consenso;<br />

concretar las funciones excede el objetivo de este<br />

trabajo, aunque podríamos apuntar algunas ideas relevantes,<br />

en las que se materializaría esta visión de cooperativa<br />

de los servicios autonómicos de salud:<br />

– Responsabilizarse del sistema de información del<br />

conjunto del SNS, incluida la gestión de las bases de<br />

datos comunes (CMBD, TIS, etc.) y de la disponibilidad<br />

pública y difusión de esta información.<br />

– Realizar las compensaciones económicas entre<br />

CCAA por atención sanitaria a pacientes de otras comunidades.<br />

– Actuar a modo de «patronal» de los servicios regionales<br />

de salud y como instrumento de coordinación<br />

de las políticas de personal.<br />

– <strong>El</strong>aborar normas técnicas y estándares de todo<br />

tipo para el conjunto del sistema en colaboración y al<br />

servicio de los servicios autonómicos de salud (calidad,<br />

123<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

tecnología de la información, seguridad de los pacientes,<br />

mantenimiento, dotaciones, nomenclátor de productos,<br />

etc.).<br />

– Apoyo técnico y puesta en común de información<br />

para la adquisición de todo tipo de equipamientos sanitarios,<br />

coordinando incluso con otros sistemas de salud<br />

de la UE el seguimiento del mercado mundial de equipamientos<br />

sanitarios.<br />

– Actuar como punto focal y repositorio para el intercambio<br />

de documentación, experiencias, iniciativas<br />

y programas de todos los servicios asistenciales facilitando<br />

su intercambio entre las CCAA.<br />

– Desarrollar todos los otros servicios comunes que<br />

las CCAA vayan demandando.<br />

Aunque la Agencia del SNS sería una realidad física,<br />

con personalidad jurídica y personal propio, no todos<br />

sus servicios deberían estar centralizados. Muchos de<br />

ellos podrían ser eficientemente prestados por unidades<br />

de las propias CCAA que, a través de la Agencia,<br />

trabajarían para el conjunto del SNS y no sólo para su<br />

respectivo ámbito territorial (p. ej., CCAA especializadas<br />

en el análisis y seguimiento determinado equipamiento<br />

médico, sus precios y sus especificaciones, poniendo<br />

este conocimiento al servicio de todo el SNS).<br />

Un aspecto crítico para el éxito de la Agencia del<br />

SNS es su diseño, gobierno, organización y gestión, los<br />

cuales deberían ser muy pensados, usando para ello<br />

las mejores experiencias propias y de otros países. La<br />

Agencia debería ser diseñada a medida de sus funciones,<br />

lo cual implicaría compartir no pocas características<br />

de instituciones como el Banco de España, la<br />

Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Comisión<br />

de Telecomunicaciones y, más recientemente,<br />

RTVE, pues la capacidad de la Agencia del SNS de servir<br />

a todas las CCAA sólo sería posible con un estatus<br />

de entidad autónoma, no subordinada al gobierno central,<br />

y con órganos de gobierno nombrados por el Parlamento.<br />

Dadas las competencias y el papel de las<br />

CCAA en la gestión sanitaria, el Senado –en cuanto Cámara<br />

Territorial– tendría un papel especial en la Agencia<br />

del SNS, y en el nombramiento del Comisionado,<br />

o máximo responsable ejecutivo de ésta. La autonomía<br />

e independencia de la Agencia respecto al gobierno central<br />

debería ser compatible con su adscripción a la tutela<br />

del Ministerio de Sanidad.<br />

Aunque no hay muchos países con una configuración<br />

político-sanitaria similar a España, esta propuesta<br />

se inspira en algunas experiencias internacionales.<br />

Entre ellas, en el Socialstyrelsen (Consejo Nacional de<br />

Salud y Bienestar, www.sos.se/en) de Suecia, que tiene<br />

muchas de las funciones y el mandato parlamentario<br />

que proponemos para la Agencia del SNS; también en<br />

Canadá, con sus Conferencias Intergubernamentales<br />

y de Presidentes y, sobre todo, el Canadian Institute of<br />

Health Information (www.cihi.ca), como referente de consenso<br />

colaborativo entre regiones, y de organización<br />

prestadora de servicios comunes, respectivamente.<br />

Los aspectos clave de la Agencia del SNS, en todo<br />

caso, serían: a) el Sistema de Información del SNS;<br />

b) la capacidad de gestión de proyectos colaborativos;<br />

c) la arquitectura en red territorialmente distribuida de<br />

los servicios técnicos, y d) la personificación institucional<br />

y gestora del SNS que le otorgara autonomía y capacidad<br />

de acción.<br />

Agenda de trasformación para un SNS eficiente<br />

y sostenible<br />

Garantizar el futuro del SNS exige no posponer la<br />

tarea de emprender su reforma. Para avanzar en ello<br />

es preciso, fundamentalmente, una masa crítica, voluntad<br />

política que ponga a la sanidad pública en el puesto<br />

destacado de la agenda política que en estos momentos<br />

todavía no tiene. Si la reforma del SNS tuviera<br />

la prioridad política que le dan los ciudadanos, habría<br />

múltiples mecanismos para conseguirlo. Un ejemplo interesante<br />

es lo sucedido con la reforma de la RTVE 22 :<br />

el nuevo gobierno salido de las urnas en 2004 promulgó<br />

inmediatamente, a los pocos días de su toma de posesión,<br />

el Real Decreto que creaba el Consejo para su<br />

reforma y un año más tarde ésta se ponía en marcha.<br />

Es evidente que del análisis y las propuestas anteriores,<br />

se deriva la necesidad de un cambio reformista<br />

de mucho calado. Para poner en marcha este proceso,<br />

es fundamental salir de la autocomplacencia,<br />

y situar la sanidad en el centro de un debate político y<br />

social ambicioso que implique a todos los agentes 23 .<br />

Hasta ahora ha habido propuestas diversas de los<br />

sindicatos y organizaciones científicas y profesionales,<br />

orientadas a crear una Comisión Mixta Congreso-Senado<br />

para preparar un texto con las reformas estructurales<br />

(CCOO), a incluir la cohesión sanitaria como<br />

tema del diálogo social (UGT), a plantear la necesidad<br />

de un contrato social para un SNS sostenible (SES-<br />

PAS 24 ), e incluso a llevar este debate al ámbito del profesionalismo<br />

médico y su compromiso con el sistema<br />

público de salud (OMC 25 ).<br />

Por tanto, la idea de pacto de Estado, o nuevo contrato<br />

social, parece un buen «cómo» a la búsqueda de<br />

suficiente consenso para ponerlo en marcha. Previsiblemente,<br />

este consenso deberá esperar a la finalización<br />

del ciclo 2007-<strong>2008</strong> de elecciones autonómicas y<br />

generales, a la salida del cual se estará en las coordenadas<br />

políticas apropiadas para avanzar.<br />

Mientras tanto, desde las organizaciones y agentes<br />

profesionales y sociales cabe hacer importantes aportaciones,<br />

que favorezcan tanto el avance, la reflexión y<br />

el debate de propuestas como la no menos importante<br />

toma de conciencia de que necesitamos salir de la<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25<br />

124


Repullo JR et al. Gobernabilidad del Sistema Nacional de Salud: mejorando el balance entre los beneficios y los costes de la descentralización<br />

confortable autocomplacencia en que estamos instalados.<br />

Entendemos que a este propósito las sociedades<br />

científicas sanitarias, y <strong>SESPAS</strong> en particular, deben estar<br />

dispuestas a seguir prestando su contribución.<br />

Bibliografía<br />

1. Ley 14/1986 General de Sanidad, de 25 de abril. Artículo 44.2:<br />

«<strong>El</strong> SNS es el conjunto de Servicios de Salud de la Administración<br />

del Estado y de (…) las CCAA en los términos establecidos<br />

en la presente Ley».<br />

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2003 [citado Dic 2007]. Disponible en: http://www.tcu.es/uploads/584%20Adquisición%20de%20medicamentos.pdf<br />

18. Saniline: Estudio Saniline del Gasto Sanitario Público, 27 de<br />

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22. RD 744/2004, de 23 de abril, por el que se crea el Consejo<br />

para la reforma de los medios de comunicación de titularidad<br />

del Estado (BOE n.º 100, de 24 abril de 2004).<br />

23. Fidalgo JM, Repullo JR, Alende MJ, Oteo LA. <strong>El</strong> acogedor<br />

estado del malestar del SNS. <strong>El</strong> País, 29 de octubre de 2004:<br />

43 [citado Dic 2007]. Disponible en: http://www.siis.net/documentos/hemeroteca/410297.pdf<br />

24. Diario de Sesiones del Senado, Comisión de Sanidad y Consumo,<br />

223; 24 de octubre de 2005. Comparecencia de José<br />

Ramón Repullo Labrador como Presidente de <strong>SESPAS</strong> [citado<br />

Dic 2007]. Disponible en: http://www.senado.es/legis8/publicaciones/html/textos/CS0223.html#15<br />

25. Jornadas de la OMC; nota de prensa [citado Dic 2007]. Disponible<br />

en http://www.cgcom.org/notas_prensa/2005/05_<br />

02_16_contrato_social.htm<br />

125<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):118-25


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

¿Cómo se deben establecer y evaluar las prioridades en salud<br />

y servicios de salud Métodos de priorización y disparidades<br />

regionales<br />

Fernando I. Sánchez Martínez / José María Abellán Perpiñán / Jorge E. Martínez Pérez<br />

Universidad de Murcia, Murcia, España.<br />

(How should health and healthcare priorities be set and<br />

evaluated Prioritization methods and regional disparities)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> establecimiento de prioridades es una tarea ineludible en el<br />

ámbito sanitario, donde se manifiesta como en pocos otros<br />

el conflicto entre recursos escasos y necesidades ilimitadas. Puesto<br />

que el loable objetivo de llevar a la práctica cualquier intervención<br />

que mejore la salud de la población deviene en utopía al confrontarse<br />

con la restricción presupuestaria, resulta impostergable<br />

decidir qué problemas de salud son los más relevantes para<br />

la sociedad, cuáles son las tecnologías sanitarias más eficientes<br />

en términos de su coste-efectividad y qué pacientes merecen<br />

ser tratados en primer lugar teniendo en cuenta aspectos<br />

de equidad y de eficiencia. En este trabajo revisamos la cuestión<br />

del establecimiento de prioridades en salud y servicios sanitarios<br />

a la luz de la experiencia nacional e internacional. <strong>El</strong> asunto<br />

se aborda en tres niveles: el nivel macro, relativo a los procesos<br />

de planificación estratégica, identificación de áreas prioritarias y<br />

selección de líneas de intervención en salud; el nivel meso, en<br />

el que ubicamos la incorporación del coste-efectividad a la elaboración<br />

de guías de práctica clínica, y el nivel micro, en el que<br />

se trata la cuestión de cómo diseñar sistemas de gestión de listas<br />

de espera que vayan más allá del criterio único de «antigüedad»<br />

en la lista como criterio de prioridad.<br />

En cada uno de estos niveles de actuación es largo aún el<br />

camino que queda por transitar a los servicios de salud regionales,<br />

si bien se han producido algunos avances y se puede<br />

constatar una cierta heterogeneidad entre comunidades autónomas<br />

por lo que se refiere a la magnitud del trecho ya recorrido.<br />

Las iniciativas emprendidas por algunos servicios de<br />

salud autonómicos, junto con la experiencia internacional,<br />

deben constituir un referente para la definitiva incorporación<br />

de nuevos enfoques en la fijación de prioridades en el conjunto<br />

del sistema sanitario español.<br />

Palabras clave: Prioridades en salud. Racionamiento de servicios<br />

sanitarios. Evaluación económica. Listas de espera.<br />

Abstract<br />

The conflict between scarce resources and unlimited needs<br />

is perhaps more prominent in the healthcare sector than in<br />

any other areas. Thus, setting priorities in health care emerges<br />

as an unavoidable task. The laudable aim of adopting any<br />

health technology that improves the population’s health is impossible<br />

when confronted by budgetary constraints. Therefore,<br />

the outstanding health problems of a society and the most<br />

efficient health technologies in terms of their cost-effectiveness<br />

must be identified and patients must be prioritized, bearing in<br />

mind aspects of equity and efficiency.<br />

The present article reviews the issue of setting health care<br />

priorities by examining the experiences that have been put into<br />

practice in Spain and abroad. The problem is analyzed at three<br />

levels: the “macro” level (strategic planning, identification of<br />

higher priority areas and the selection of health care interventions);<br />

the “meso” level (incorporation of cost-effectiveness<br />

analyses into clinical practice guidelines), and the “micro” level<br />

(how to design priority systems for patients on waiting lists<br />

based on clinical and social criteria).<br />

In all these levels, there is substantial heterogeneity between<br />

Spanish regional health services, the steps that need<br />

to be taken and the ground that needs to be covered. Thus,<br />

we suggest that the first steps that some regional health services<br />

have made, together with international initiatives, could<br />

serve as a reference for the definitive incorporation of new<br />

approaches in priority setting in the Spanish health system<br />

as a whole.<br />

Key words: Health priorities. Health care rationing. Economic<br />

evaluation. Waiting lists.<br />

Correspondencia: Fernando I. Sánchez Martínez.<br />

Universidad de Murcia.<br />

Correo electrónico: fernando@um.es<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36<br />

126


Sánchez Martínez FI et al. ¿Cómo se deben establecer y evaluar las prioridades en salud y servicios de salud<br />

Métodos de priorización y disparidades regionales<br />

Ideas clave<br />

• <strong>El</strong> uso eficiente de los recursos para la salud exige<br />

un enfoque estratégico basado en criterios explícitos<br />

para establecer prioridades.<br />

• La identificación y la selección de criterios de priorización<br />

debe ser fruto de la participación y el consenso<br />

entre políticos, gestores, profesionales y ciudadanos.<br />

• Otros países han hecho avances significativos en el<br />

proceso de establecimiento de prioridades en salud.<br />

En España, los planes regionales de salud de las comunidades<br />

autónomas han progresado en esta dirección<br />

de manera notable. <strong>El</strong> nivel de formalización<br />

y el grado de transparencia y participación es heterogéneo.<br />

• La evaluación económica apenas se incorpora a la<br />

toma de decisiones priorizadas sobre nuevas tecnologías<br />

sanitarias en la mayoría de los países, con<br />

algunas excepciones (Reino Unido, Canadá y Australia).<br />

Debería incorporarse paulatinamente por los<br />

servicios de salud al proceso de planificación, y sus<br />

resultados informar de las recomendaciones de<br />

práctica clínica.<br />

• Incorporar a las guías de práctica clínica datos sobre<br />

costes y evidencias acerca del coste-efectividad ayudaría<br />

a mejorar la eficiencia de la gestión clínica.<br />

• Incluir criterios explícitos en la gestión de listas de<br />

espera ha demostrado ser una práctica eficaz en otros<br />

países. Los servicios regionales de salud deberían<br />

impulsar los sistemas de puntos como complemento<br />

a los tiempos de garantía. Sin embargo, la efectividad<br />

de los tiempos de garantía parece estar limitada<br />

al corto plazo.<br />

Introducción<br />

Siendo una evidencia irrefutable que ningún sistema<br />

sanitario dispondrá jamás de recursos suficientes<br />

para atender todas las necesidades sanitarias<br />

de su población, el objetivo es identificar<br />

los procedimientos, las metodologías y los criterios que<br />

permitan seleccionar las intervenciones que maximicen<br />

los beneficios de salud, dada la restricción presupuestaria.<br />

Para establecer prioridades en salud cabe recurrir<br />

a enfoques diversos 1 : la valoración de las necesidades,<br />

el análisis marginal, la evaluación económica, los presupuestos<br />

por programas o la definición de «catálogos»<br />

de prestaciones. Todos ellos tienen ventajas e inconvenientes,<br />

pero la transparencia y la corresponsabilidad<br />

en el sistema resultan fortalecidas si los criterios<br />

son explícitos y se involucra a todos los agentes: políticos,<br />

gestores, profesionales, pacientes y ciudadanos.<br />

La identificación y la selección de criterios, y su posterior<br />

aplicación al establecimiento de prioridades en salud<br />

y servicios sanitarios es un proceso complejo en el que<br />

concurren factores clínicos, aspectos económicos, de demanda<br />

social, etc. En todo caso, el establecimiento de<br />

prioridades es un proceso eminentemente político que,<br />

mediante la participación y el consenso, debe alcanzar<br />

el equilibrio entre los elementos que lo integran 2,3 .<br />

Tabla 1. Valores y criterios incorporados a los procesos de establecimiento de prioridades en el ámbito internacional<br />

Noruega Suecia Oregón (Estados Unidos) Países Bajos Canadá Reino Unido Nueva Zelanda Dinamarca<br />

Valores del proceso<br />

Dignidad humana<br />

X<br />

Solidaridad<br />

X<br />

Coste-efectividad<br />

X<br />

Valor para la sociedad X X<br />

Valor individual<br />

X<br />

Justicia, legitimidad, aceptabilidad X X X<br />

Equidad X X X X<br />

Accesibilidad X X<br />

Democracia<br />

X<br />

Cobertura universal X X X X<br />

Protección de colectivos especiales X X<br />

Criterios de priorización<br />

Magnitud<br />

X<br />

Efectividad X X X X X X<br />

Eficacia X X X X X X<br />

Gravedad X X<br />

Calidad<br />

X<br />

Fuente: tablas 4 y 5 de Asua y Taboada 2 .<br />

127<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

En este capítulo analizamos los procedimientos<br />

de fijación de prioridades en tres niveles o ámbitos<br />

de decisión. En primer lugar, el nivel macro, que atañe<br />

a los procesos de planificación de los objetivos de<br />

salud y áreas de intervención prioritarias. En segunda<br />

instancia, el nivel meso, donde adquiere relevancia<br />

la cuestión de cómo incorporar la evidencia sobre<br />

coste-efectividad en las guías de práctica clínica. Por<br />

último, el nivel micro, en el que abordamos la utilización<br />

de sistemas explícitos de ordenación de pacientes en<br />

lista de espera. Se revisará al respecto la experiencia<br />

internacional, las orientaciones metodológicas que<br />

ofrece la literatura médica, así como las iniciativas emprendidas<br />

por los servicios de salud autonómicos, con<br />

el fin de identificar las posibles alternativas aplicables<br />

al conjunto del sistema sanitario español.<br />

<strong>El</strong> nivel macro: criterios de priorización<br />

de objetivos y áreas de intervención en salud<br />

Métodos y criterios para establecer prioridades en salud:<br />

la experiencia internacional<br />

Suele citarse el caso de Oregón como ejercicio pionero<br />

de establecimiento de prioridades, cuando lo cierto<br />

es que Noruega bien podría reclamar tal título honorífico,<br />

pues el informe «Lönning I» se anticipó 2 años<br />

a la creación en 1989 de la Health Services Comision 4 .<br />

Junto a estas dos experiencias es obligado citar las llevadas<br />

a cabo de Suecia, Países Bajos, Canadá, Reino<br />

Unido, Nueva Zelanda y Dinamarca, con dos aspectos<br />

relevantes: los valores incorporados al proceso de<br />

establecimiento de prioridades y los criterios seleccionados<br />

(tabla 1).<br />

Por lo que respecta a los valores, la «cobertura universal»<br />

y la «equidad» son los citados con mayor frecuencia,<br />

en tanto que la «dignidad humana», la «solidaridad»<br />

y el «coste-efectividad» otorgan singularidad<br />

al proceso sueco. En lo que atañe a los criterios, junto<br />

a la «efectividad» y la «eficiencia», presentes en la práctica<br />

totalidad de los casos, emergen la «gravedad», la<br />

«magnitud» y la «calidad».<br />

Definidos los valores y los criterios, es necesario<br />

adoptar instrumentos de priorización, entre los que<br />

cabe mencionar los siguientes 2 : la «parrilla de análisis»,<br />

el método de Hanlon, el Simplex, el DARE (Decision<br />

Alternative Rational Evaluation), el método de<br />

ponderación de criterios, el método IOM (Institute of<br />

Medicine) y otros métodos estadísticos como el<br />

MCDM (Multi-Criteria Decision Making). En España,<br />

el más utilizado en la planificación sanitaria es el método<br />

de Hanlon, consistente en combinar los valores<br />

asignados a 4 componentes del problema –su magnitud<br />

(A), su gravedad (B), la eficacia o resolubilidad<br />

Tabla 2. Identificación y priorización de necesidades en los<br />

servicios regionales de salud. Disparidades por comunidades<br />

autónomas según los resultados de una encuesta<br />

Ítems n % a<br />

Existencia de un procedimiento formalizado<br />

Plan de Salud o Plan Integral de Salud 12 75,00<br />

Programa de Salud Pública 11 68,75<br />

Programa de Mejora de Calidad 10 37,50<br />

Programa de Mejora de Gestión 10 31,25<br />

Programa de Evaluación de Tecnologías 8 25,00<br />

Sanitarias<br />

Directrices principales<br />

Morbimortalidad 12 100<br />

Utilización de servicios sanitarios 12 100<br />

Producción de evidencia 10 83,33<br />

Coste de la asistencia 10 83,33<br />

Incorporación y uso de tecnologías 10 83,33<br />

Descenso de la mortalidad 9 75,00<br />

Optimización de la ganancia de salud 7 58,33<br />

Métodos de identificación de problemas<br />

de salud<br />

Revisar la política sanitaria general 12 100<br />

Prioridades políticas 12 100<br />

Revisión de la literatura 12 100<br />

Opinión de expertos 12 100<br />

Demandas de la población hacia el sistema 11 91,67<br />

Criterios se selección<br />

Gravedad de la enfermedad 11 91,67<br />

Número de personas afectadas 11 91,67<br />

Eficiencia (coste-efectividad) 10 83,33<br />

Efectividad potencial para el paciente 9 75,00<br />

Implicaciones en la política sanitaria 9 75,00<br />

Impacto financiero 7 58,33<br />

Consideraciones sociales y éticas 6 50,00<br />

Naturaleza del procedimiento de priorización<br />

Explícito y sistemático 7 58,33<br />

Implícito (subjetivo) 5 41,67<br />

Transparente 2 16,67<br />

Contempla el consejo externo 10 83,33<br />

Recoge la visión de los decisores 6 50,00<br />

Contempla la visión de los investigadores 5 41,67<br />

a<br />

Los 5 primeros porcentajes (relativos a la existencia de un procedimiento formalizado)<br />

están calculados sobre el total de comunidades autónomas que respondieron<br />

a la encuesta (16). Los siguientes se han calculado respecto al total de comunidades<br />

autónomas que dijeron disponer de algún tipo de procedimiento formalizado<br />

(12).<br />

Fuente: elaboración propia a partir de Asua et al 7 .<br />

(C) y la factibilidad del programa (D) –para calcular<br />

una puntuación de prioridad = (A + B) C D. La<br />

importancia relativa atribuida a cada componente se<br />

reflejará en su correspondiente escala de medida y<br />

en las ponderaciones que, en su caso, se introduzcan<br />

en la fórmula.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36<br />

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Sánchez Martínez FI et al. ¿Cómo se deben establecer y evaluar las prioridades en salud y servicios de salud<br />

Métodos de priorización y disparidades regionales<br />

Tabla 3. Criterios y métodos de priorización de objetivos de salud y áreas de intervención en los planes de salud de algunas<br />

comunidades autónomas<br />

Criterios Método de agregación Resultado (áreas prioritarias)<br />

Asturias 8 Ganancia de salud/efectividad Aditivo: 1. Cáncer<br />

Carga social 0,49A + 0,28B + 0,23C 2. Promoción y educación para la salud<br />

Necesidades sentidas por el usuario<br />

3. Atención sociosanitaria (mayores<br />

y discapacitados)<br />

4. Uso abusivo de alcohol<br />

5. Cardiopatía isquémica e ictus<br />

6. Embarazo y atención perinatal<br />

7. Salud mental<br />

8. Demencia y deterioro cognitivo<br />

9. Salud laboral<br />

10. Dolor crónico<br />

11. Uso racional del fármaco<br />

12. Crónicas: hipertensión, enfermedad<br />

pulmonar obstructiva crónica y diabetes<br />

mellitus<br />

Baleares 9 Incidencia No consta 1. Enfermedades cardiocerebrovasculares<br />

Prevalencia<br />

2. Cáncer<br />

Mortalidad<br />

3. Infancia y adolescencia<br />

Años potenciales de vida perdidos<br />

4. Accidentes y violencia<br />

Minusvalía<br />

5. Discapacidad y dependencia<br />

Dolor<br />

Cargas familiares y sociales<br />

Impacto económico y social<br />

Canarias 10 Impacto sobre la esperanza de vida y la calidad de vida No consta 1. Cardiopatía isquémica<br />

Vulnerabilidad del problema<br />

2. Cáncer<br />

Factibilidad y eficacia de la intervención<br />

3.Salud mental<br />

Ganancia en años de vida ajustados por calidad<br />

4. Diabetes mellitus<br />

Efectividad y coste-efectividad<br />

5. Envejecimiento<br />

Cataluña 11 A) Magnitud (morbilidad: prevalencia/incidencia) Método de Hanlon: Prioridad alta: 1. Cardiovasculares;<br />

B) Gravedad (mortalidad, años potenciales de vida Puntuación = (A + B) C D 2. Salud mental; 3. Cáncer; 4. Accidentes;<br />

perdidos, incapacidad y carga social y económica) Magnitud (0-10); gravedad (0-10); 5. Diabetes<br />

C) Efectividad (valoración de expertos) efectividad (1-4); Ganancia Prioridad media: 6. Tuberculosis;<br />

D) Potencial de aumento de la esperanza potencial (0,5/1,0/1,5) 7. Enfermedades vacunables; 8. Sida;<br />

de vida con salud<br />

9. Maternoinfantil; 10. Salud bucodental<br />

Prioridad baja: otros 9 problemas<br />

de salud<br />

Procedimientos formales de priorización y criterios<br />

para fijar prioridades en los planes regionales de salud<br />

Los planes de salud son los documentos en los que<br />

quedan reflejados los esfuerzos de las autoridades sanitarias<br />

por incorporar metodologías de priorización explícitas<br />

en la definición de objetivos y áreas de salud.<br />

Todas las comunidades autónomas (CCAA) aprobaron<br />

a comienzos de la década de los noventa sus primeros<br />

planes de salud, con una duración variable y con<br />

diferencias en el nivel de planificación, así como en las<br />

materias abordadas. Haciendo nuestro el diagnóstico<br />

de los redactores del Plan de Salud de Navarra 5 se podría<br />

resumir el balance de la experiencia reciente en<br />

los siguientes logros:<br />

– La introducción generalizada de elementos planificadores<br />

en los sistemas sanitarios.<br />

– Una mayor implicación de los servicios asistenciales.<br />

– La formulación de objetivos más acordes con las<br />

necesidades reales.<br />

– Una mayor orientación hacia los ciudadanos.<br />

– Una orientación más táctica de los planes.<br />

Además, los planes más actuales asumen las nuevas<br />

orientaciones que la Oficina Regional Europea de<br />

129<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

Tabla 3 (cont.). Criterios y métodos de priorización de objetivos de salud y áreas de intervención en los planes de salud de las<br />

comunidades autónomas<br />

Criterios Método de agregación Resultado (áreas prioritarias)<br />

Galicia 12 A) Magnitud Aditivo: 1. Enfermedades cardiovasculares<br />

B) Gravedad 0,13A + 0,25B + 0,06C + 0,27D 2. Cáncer (pulmón, mama y colorrectal)<br />

C) Consumo de recursos + 0,19E + 0,10F 3. Diabetes mellitus<br />

D) Vulnerabilidad del problema Todos los criterios se puntúan 4. Enfermedad pulmonar obstructiva<br />

E) Factibilidad de 0 a 10 crónica<br />

F) Opinión de expertos 5. Enfermedades transmisibles (sida,<br />

y de la población<br />

enfermedades de transmisión<br />

sexual, hepatopatías)<br />

6. Trastornos mentales afectivos<br />

7. Drogodependencias<br />

8. Accidentes de tráfico<br />

9. Problemas sanitarios ligados<br />

al envejecimiento<br />

Región de Murcia 13 A) Magnitud Método de Hanlon Áreas verticales:<br />

B) Severidad Las áreas «verticales» 1. Cáncer<br />

C) Factibilidad se priorizan con los criterios A, 2. Enfermedades cardiovasculares<br />

D) Alineamiento estratégico con B y C 3. Enfermedades transmisibles<br />

el sistema sanitario público Las áreas «diagonales» con 4. Salud mental<br />

los cuatro criterios A-D<br />

5. Diabetes mellitus<br />

Las líneas de actuación dentro 6. Accidentes<br />

del componente «horizontal», Áreas diagonales: 1. Niño-joven;<br />

con los criterios C y D<br />

2. Mujer; 3. Nuevas formas<br />

Dentro de las áreas, los objetivos de exclusión social;<br />

específicos se priorizan según 4. Personas mayores<br />

importancia y urgencia<br />

Área horizontal: fortalecimiento<br />

y modernización del sistema sanitario<br />

Comunidad Valenciana 14 Primera etapa: Se utiliza el método de Hanlon Se distingue entre objetivos estratégicos<br />

Magnitud, gravedad, efectividad, factibilidad con los 4 criterios habituales y objetivos de ganancia en salud.<br />

Segunda etapa: para priorizar dentro de cada una Estos últimos se ordenan en 17 áreas<br />

1. Coherencia con los objetivos del plan de salud de las 17 áreas de intervención dentro de cada una de las cuales<br />

2. Magnitud del problema (o necesidad) de salud En una segunda etapa, la Comisión se identifican las líneas de actuación<br />

3. Capacidad para disminuir desigualdades Técnica Directiva vuelve prioritarias<br />

4. Impacto previsible a corto y medio plazo a priorizar utilizando<br />

5. Fomento de la participación comunitaria los siete criterios referidos<br />

6. Factibilidad organizativa (no se especifica metodología)<br />

7. Viabilidad presupuestaria (coste/beneficio)<br />

Fuente: elaboración propia a partir de los planes de salud de las comunidades autónomas.<br />

la Organización Mundial de la Salud (OMS) formula en<br />

su documento «Salud para todos en el siglo XXI» 6 .<br />

En el seno de una de las líneas de investigación de<br />

la Red IRYSS, se realizó en 2005 una encuesta entre<br />

responsables de los servicios de salud autonómicos para<br />

conocer el grado de implantación de procedimientos formalizados<br />

de identificación de prioridades y de utilización<br />

de criterios explícitos de priorización 7 . Algunos de<br />

los resultados de esta encuesta se resumen en la tabla<br />

2, de la que cabe resaltar, por un lado, el carácter minoritario<br />

de las CCAA que recurren a métodos explícitos<br />

y sistemáticos para el establecimiento de prioridades<br />

y, por otro lado, el amplio grado de participación y<br />

transparencia en el proceso a la vista de las respuestas<br />

al último de los ítems.<br />

A fin de contrastar esta información, hemos revisado<br />

los planes regionales de salud, detectando una gran disparidad<br />

metodológica. En la tabla 3 se resume la información<br />

referida a las comunidades cuyos planes de salud<br />

contienen procedimientos para establecer prioridades de<br />

índole cuantitativa. Hay bastante consenso en la selección<br />

de los criterios, y son comunes los de magnitud (incidencia,<br />

prevalencia), gravedad (mortalidad, incapacidad,<br />

carga social), efectividad (ganancia de salud, vulnerabilidad<br />

del problema) y factibilidad. Entre las comunidades<br />

que explicitan el método de cálculo de puntuaciones<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36<br />

130


Sánchez Martínez FI et al. ¿Cómo se deben establecer y evaluar las prioridades en salud y servicios de salud<br />

Métodos de priorización y disparidades regionales<br />

de prioridad, Cataluña, Murcia y Valencia recurren al método<br />

de Hanlon, en tanto que Asturias y Galicia utilizan<br />

diferentes algoritmos.<br />

Una cuestión particularmente relevante en el debate<br />

acerca de la introducción de criterios explícitos en el establecimiento<br />

de prioridades de nivel macro se refiere a<br />

la integración de la evaluación económica de las tecnologías<br />

sanitarias en el proceso. A este respecto, la impresión<br />

es que el sistema sanitario español en su conjunto, y los<br />

servicios regionales de salud, con algunas excepciones,<br />

se encuentran aún en una fase de concienciación. Si bien<br />

es cierto que la necesidad de considerar la eficiencia de<br />

las intervenciones va abriéndose hueco en la agenda de<br />

los responsables sanitarios (prueba de ello son las referencias<br />

contenidas en la Ley de Cohesión 15 y en la nueva<br />

Ley del Medicamento 16 ), no es menos cierto que son escasos<br />

los avances registrados en la incorporación de la<br />

evaluación económica a la toma de decisiones.<br />

En los planes de salud evaluados, la alusión expresa<br />

a la evaluación económica como criterio de priorización<br />

se limita a Canarias 10 , Comunidad Valenciana 14 y Navarra<br />

5 . En los Planes de Andalucía 17 y Aragón 18 aparecen<br />

menciones aisladas a la evaluación y el requisito de costeefectividad<br />

de las intervenciones. La «eficiencia» en términos<br />

generales se contempla como requisito para<br />

poner en práctica las actuaciones, como objetivo u orientación<br />

en los planes de Cataluña 11 , Extremadura 19 y País<br />

Vasco 20 . Finalmente, el «impacto económico y social» es<br />

uno de los criterios de priorización en Baleares 9 , como<br />

lo es el «consumo de recursos» en el caso de Galicia 12 .<br />

Sólo Canarias parece haber dado un paso más adelante,<br />

por cuanto en su Plan de Salud 10 no sólo se cita la<br />

evaluación económica como criterio para priorizar, sino<br />

que se elaboran «tablas coste-efectividad» (league-tables)<br />

a partir de los estudios identificados en una búsqueda sistemática,<br />

con el objetivo declarado de que esta información<br />

oriente la asignación de recursos.<br />

Por otra parte, desde comienzos de la década de<br />

los noventa han ido creándose en agencias de evaluación<br />

de tecnologías sanitarias: AATRM (Cataluña),<br />

OSTEBA (País Vasco), AETS (Instituto de Salud Carlos<br />

III, de ámbito estatal), AETSA (Andalucía), AVALIA-<br />

T (Galicia) y la UETS de la Agencia Laín Entralgo (Madrid).<br />

Pese a esta proliferación de agencias y el<br />

notable volumen de actividad alcanzado por algunas,<br />

como la AATRM, su impacto en las decisiones sobre<br />

asignación de recursos resulta más bien escaso 21 .<br />

de ellas únicamente incorpora evidencia clínica, no así datos<br />

de naturaleza económica 22 . La ausencia de información<br />

económica de calidad, unida a la, en ocasiones, escasa<br />

receptividad por parte de los clínicos, hace que las recomendaciones<br />

sobre «mejores prácticas» generalmente ignoren<br />

los estudios económicos. Este olvido resulta paradójico,<br />

por cuanto la preocupación acerca de los costes<br />

y la necesidad de su control suele ser uno de los motivos<br />

(no siempre declarados) que llevan a la formulación de<br />

guías de práctica clínica 23 . Pese a ello, en países como<br />

Suecia, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos o<br />

Reino Unido, se vienen elaborando desde hace años guías<br />

que incorporan evidencia acerca de la relación coste-efectividad<br />

de los tratamientos 24,25 . La experiencia acumulada<br />

en estos países y en otros, como Canadá, Estados Unidos<br />

o Australia 26 , ha servido para arrojar luz acerca de las<br />

cuestiones más importantes que surgen al integrar la dimensión<br />

económica en las guías de práctica clínica.<br />

Un primer paso en esta dirección pasaría por incorporar<br />

el coste como un atributo más de los que definen el «perfil»<br />

de un tratamiento 27,28 . Informar sobre los costes de los<br />

tratamientos permitiría avanzar en el proceso de toma de<br />

conciencia por parte del clínico, haciéndole consciente del<br />

«precio» que, en términos de coste de oportunidad, la sociedad<br />

ha de pagar por la obtención de los beneficios de<br />

salud que se derivan del tratamiento en cuestión.<br />

Sin embargo, el objetivo final es incorporar a las guías<br />

de práctica clínica, no únicamente datos sobre costes, sino<br />

evidencia acerca de su relación coste-efectividad. Los redactores<br />

de las guías deberían tomar en consideración<br />

argumentos de eficiencia, de modo que los tratamientos<br />

con ratios coste-efectividad muy por encima de los umbrales<br />

de coste/años de vida ajustados por calidad (AVAC)<br />

generalmente aceptados fuesen identificados como «no<br />

eficientes» (poco coste-efectivos) o, incluso, excluidos de<br />

las prácticas recomendadas por las guías. Esta tarea no<br />

es sencilla, y la ausencia de información adecuada sobre<br />

coste-efectividad es uno de los principales problemas 29,30 .<br />

No obstante, la iniciativa emprendida por la Dirección<br />

del Plan de Salud de Canarias 10 consistente en elaborar<br />

«tablas coste-efectividad» por enfermedades a partir de<br />

la evidencia publicada es, en nuestra opinión, un buen<br />

ejemplo de las medidas que se pueden adoptar en esta<br />

dirección. <strong>El</strong>lo no implica que se ignoren los problemas<br />

metodológicos inherentes a las league tables, en particular<br />

los referidos a la heterogeneidad de los estudios y<br />

a su «exportabilidad» de un entorno geográfico a otro.<br />

<strong>El</strong> nivel meso: la incorporación de la evaluación<br />

económica a las guías de práctica clínica<br />

<strong>El</strong> desarrollo de guías de práctica clínica basadas en<br />

la evidencia es cada vez más habitual, pero la mayoría<br />

<strong>El</strong> nivel micro: la introducción de criterios de<br />

prioridad explícitos en la gestión de las listas<br />

de espera<br />

La demora en ser atendido por el sistema sanitario<br />

continúa siendo una de las principales quejas de los<br />

131<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

Tabla 4. Comparativa de tiempos máximos de respuesta (en días) para la atención sanitaria programada y no urgente<br />

(enero de 2007)<br />

Comunidades autónomas Quirúrgica Consultas Procedimientos diagnósticos<br />

Andalucía 180 60 30<br />

Aragón Garantiza determinados procedimientos con tiempos máximos entre 30<br />

y 180 días según prioridad<br />

Canarias<br />

Garantiza determinados procedimientos con un máximo de 150 días<br />

Cantabria 180 60 30<br />

Castilla La Mancha 90 15 7<br />

Castilla León 130 (objetivo 100 días para 2007) 35 22<br />

Cataluña<br />

Garantiza determinados procedimientos con un máximo de 180 días<br />

Comunidad Valenciana 60<br />

Extremadura 180 60 (preferentes 15 días) 30<br />

Galicia 180 (140 objetivo gestión) 45 (objetivo de gestión) 45 (objetivo de gestión)<br />

Islas Baleares 180 (excluido vasectomía, intervención por obesidad mórbida, 60 30 (15 días para mamografías<br />

ligadura de trompas y cirugía estética)<br />

con sospecha de malignidad)<br />

Comunidad de Madrid 30 días (objetivo institucional) 40 (objetivo institucional) 40 (objetivo institucional)<br />

Navarra 180<br />

País Vasco Cirugía oncológica 30; cirugía cardiaca 90; otros procedimientos: 180<br />

Principado de Asturias<br />

Región de Murcia 150 50 30<br />

La Rioja<br />

Fuente: Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (http://sescam.jccm.es/web1/home.domain=/ciudadanos/listasEspera/Comparativa.html). Consultado el 6 diciembre de 2007.<br />

usuarios de los servicios de salud públicos. Los ciudadanos<br />

están preocupados por la cuestión de las listas<br />

de espera y ello motiva sus quejas 31-33 , tanto como<br />

su interés por conocer lo que las autoridades sanitarias<br />

hacen para tratar de mejorar las cosas, como reflejan<br />

los últimos datos del Barómetro Sanitario del Ministerio<br />

de Sanidad y Consumo 34 .<br />

Las diferentes medidas de abordaje de las listas de<br />

espera que se han desarrollado en los países europeos<br />

pueden agruparse en tres tipos de estrategias 35 : reducción<br />

del tamaño de las listas (por la vía del aumento de<br />

la oferta y/o de la moderación de la demanda), reducción<br />

de los tiempos de espera (mediante la expansión de la<br />

oferta, cambios en la práctica clínica y fijación de tiempos<br />

de garantía), y racionalización de las listas de espera<br />

(a través de la mejora de los sistemas de información<br />

y la introducción de sistemas explícitos de priorización).<br />

Nos centraremos aquí en dos de estas medidas: la aplicación<br />

de garantías de tiempos máximos de espera y el<br />

diseño de sistemas explícitos de ordenación de los pacientes.<br />

La primera por haberse extendido al conjunto del<br />

sistema sanitario español en un lapso de tiempo relativamente<br />

corto; la segunda porque debería ser una estrategia<br />

indisolublemente asociada a la anterior.<br />

Las garantías de tiempos de espera enfocan la gestión<br />

de la lista de espera desde el aseguramiento 36 : el paciente<br />

que ingresa en una lista adquiere el derecho a recibir<br />

la asistencia en un tiempo legalmente establecido.<br />

En el ámbito de la Unión Europea, son varios los países<br />

que han introducido tiempos de garantía que, en unos<br />

casos se limitan a procedimientos de cirugía electiva y en<br />

otros alcanzan las consultas externas de especialistas o,<br />

incluso, el acceso a la atención primaria, y son igualmente<br />

dispares los horizontes de tiempos máximos fijados. Estas<br />

políticas han mostrado efectos favorables a corto y<br />

medio plazo, pero al cabo de un tiempo la magnitud de<br />

las listas vuelve a crecer 35 . Las limitaciones del sistema<br />

surgen, en primer lugar, de las diferentes realidades asistenciales<br />

de los centros (p. ej., la decisión de intervenir o<br />

no está en manos del profesional), a lo que se añade el<br />

hecho de que los pacientes prefieren esperar más para<br />

ser atendidos en el centro más cercano. Finalmente, y lo<br />

que es más importante, el cumplimiento de tiempos máximos<br />

de espera no asegura que la lista se ordene según<br />

criterios de necesidad, eficiencia y equidad.<br />

Pese a los problemas anteriores, que han llevado<br />

a países como Suecia a dudar de su utilidad, los tiempos<br />

máximos de espera se han ido progresivamente extendiendo<br />

a la práctica totalidad del sistema sanitario<br />

español. La Ley de Cohesión 15 formuló como un derecho<br />

del ciudadano el de recibir asistencia en su comunidad<br />

de residencia «en un tiempo máximo», anunciando<br />

la aprobación de unos criterios-marco<br />

consensuados por el Consejo Interterritorial. A la espera<br />

de estos criterios de aplicación general, la mayoría<br />

de las CCAA ha aprobado disposiciones que regulan<br />

los tiempos máximos de espera para cirugía,<br />

consultas y procedimientos diagnósticos (tabla 4).<br />

Aunque estas medidas aún no han sido evaluadas, sus<br />

efectos a corto plazo, como sugería la experiencia in-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36<br />

132


Sánchez Martínez FI et al. ¿Cómo se deben establecer y evaluar las prioridades en salud y servicios de salud<br />

Métodos de priorización y disparidades regionales<br />

Tabla 5. Propuestas de sistemas lineales de puntos para el establecimiento de prioridades en listas de espera en España<br />

Procedimiento<br />

Criterios (entre paréntesis se especifica<br />

el número de niveles definido<br />

dentro de cada criterio)<br />

Identificación y selección<br />

de criterios<br />

Origen de las valoraciones<br />

(fuente de las preferencias)<br />

Artroplastia de cadera/rodilla 44-46 Gravedad (2) Técnicas cualitativas: grupos Médicos especialistas<br />

Dolor (3) focales de médicos especialistas, Otros profesionales sanitarios<br />

Probabilidad de recuperación (2) otros profesionales, pacientes Pacientes y familiares<br />

Limitación actividades cotidianas (3) y familiares, y población general Población general<br />

Limitación para trabajar (2)<br />

Tener una persona que cuide al paciente (2)<br />

Tener alguna persona a su cargo (2)<br />

Cirugía de cataratas 44-46 Gravedad: incapacidad visual (4) Técnicas cualitativas: grupos Médicos especialistas<br />

Probabilidad de recuperación (3) focales de médicos especialistas, Otros profesionales sanitarios<br />

Limitación de las actividades cotidianas (3) otros profesionales, pacientes Pacientes y familiares<br />

Limitación para trabajar (2) y familiares, y población general Población general<br />

Tener una persona que cuide al paciente (2)<br />

Tener alguna persona a su cargo (2)<br />

Cirugía de varices 47 Gravedad clínica (3) Revisión de la literatura médica Personal sanitario<br />

Repercusiones en la vida cotidiana (3) y encuesta a la población general Enfermos o familiares<br />

Edad (3)<br />

Población general<br />

Tiempo en la lista (3)<br />

Las dos últimas variables se transforman<br />

en continuas mediante una función<br />

de ajuste parabólica<br />

Prostatectomía Gravedad (2) Técnicas cualitativas: Pacientes<br />

en la hiperplasia benigna Molestias (2) Grupos nominales de profesionales, Población general<br />

de próstata (HBP) 48 Limitaciones en actividades cotidianas (2) pacientes, población general<br />

Limitaciones para trabajar (2)<br />

(para seleccionar los criterios).<br />

Otras enfermedades que agravan la situación (2) Opinión de expertos y revisión<br />

de la literatura médica<br />

(para establecer los niveles)<br />

Cirugía electiva, en general 49 Problemas en el estado de salud (4) Revisión de la literatura médica Población general<br />

Mejora potencial en la salud (4)<br />

y encuesta<br />

Coste para el servicio de salud (4)<br />

Edad (4)<br />

Tiempo de espera en la lista (4)<br />

Fuente: <strong>El</strong>aboración propia.<br />

ternacional, parecen ser positivos 37 , si bien queda por<br />

ver si dicho impacto será duradero o irá diluyéndose<br />

paulatinamente como en otros países.<br />

Los tiempos de garantía deberían ir acompañados<br />

del establecimiento de prioridades según criterios explícitos<br />

(clínicos y de otra índole) porque, de lo contrario,<br />

aun cuando resultasen útiles en la reducción<br />

de tiempos innecesarios, el orden de prioridad seguiría<br />

basándose sólo en el tiempo de espera, y no siempre<br />

quien ha esperado más tiempo es quien más precisa<br />

ser atendido (o más se puede beneficiar de ello).<br />

Los llamados «sistemas mixtos» combinan diversos<br />

criterios para establecer prioridades entre pacientes<br />

en listas de espera y, entre éstos, destacan los «sistemas<br />

lineales de puntos». A partir de la experiencia<br />

pionera del sistema de asignación de órganos para<br />

trasplantes en Estados Unidos 38 , la validez y la factibilidad<br />

de estos sistemas de puntos viene investigándose<br />

desde hace aproximadamente una década<br />

en el Reino Unido 39,40 , Nueva Zelanda 41 o Canadá 42,43 .<br />

Los sistemas lineales de puntos incorporan criterios<br />

clínicos (gravedad, pronóstico), funcionales (capacidad<br />

laboral y para realizar actividades cotidianas) y<br />

sociales (existencia de cuidadores o de personas dependientes).<br />

<strong>El</strong> desarrollo de este tipo de sistemas es el objetivo<br />

de un número creciente de investigaciones en<br />

nuestro país. Así, en el año 2000 se inició en Cataluña<br />

un estudio sobre el desarrollo de sistemas lineales<br />

de puntos para cirugía de cataratas y para artro-<br />

133<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

plastia de cadera y de rodilla 44-46 . Han seguido a éste<br />

otros similares para cirugía de varices 47 y prostactectomía<br />

48 . La última propuesta que conocemos 49 pretende<br />

diseñar una metodología de carácter general<br />

aplicable a diferentes procedimientos quirúrgicos y<br />

cuya peculiaridad añadida es incluir el coste de la intervención<br />

entre los atributos que incorpora el sistema<br />

de puntos. En la tabla 5 se presentan las principales<br />

características de los referidos estudios que,<br />

hasta la fecha, no han pasado de ser propuestas metodológicas,<br />

con la excepción del sistema diseñado<br />

para Cataluña por la AATRM, que ha sido llevado a<br />

la práctica, si bien con carácter de prueba piloto 50 . La<br />

evaluación de esta experiencia es positiva pues, más<br />

allá de las dificultades organizativas que lleva aparejadas<br />

su introducción y difusión, el instrumento parece<br />

ser válido y útil a la hora de priorizar 45 .<br />

Conclusiones<br />

<strong>El</strong> uso eficiente de los recursos disponibles para<br />

la mejora de la salud requiere una planificación basada<br />

en criterios explícitos y procedimientos sistemáticos<br />

que permita, en primera instancia, identificar<br />

necesidades y áreas de actuación prioritarias y, a continuación,<br />

seleccionar intervenciones teniendo en<br />

cuenta tanto su eficacia y efectividad como su coste,<br />

es decir, utilizando los resultados de la evaluación económica<br />

como input en el proceso de toma de decisiones<br />

asignativas. <strong>El</strong> enfoque estratégico ha de sustituir<br />

al enfoque administrativo o gerencial, y el<br />

proceso para establecer prioridades debe ser fruto de<br />

la participación y el consenso entre políticos, gestores,<br />

profesionales y ciudadanos (como usuarios y<br />

como contribuyentes).<br />

Las experiencias de Estados Unidos, Canadá,<br />

Nueva Zelanda y algunos países europeos, como Suecia,<br />

Noruega, Finlandia, Reino Unido y Países Bajos,<br />

pueden servir de orientación a la hora de elegir los<br />

principios y valores que han de guiar el proceso y seleccionar<br />

los criterios de priorización. De hecho, son<br />

cada vez más los servicios de salud autonómicos que<br />

van adoptando metodologías formales y procedimientos<br />

explícitos en su planificación sanitaria, tal y<br />

como se refleja en los planes regionales de salud. No<br />

obstante, el nivel de formalización y el grado de transparencia<br />

y participación en el proceso es bastante heterogéneo.<br />

Menos se ha avanzado, sin embargo, en el terreno<br />

de la incorporación de la evaluación económica al<br />

procedimiento de fijación de prioridades, tanto a nivel<br />

macro como a nivel meso (guías de práctica clínica).<br />

Es necesario realizar un esfuerzo que permita integrar<br />

de manera progresiva la evaluación económica en los<br />

procesos de toma de decisiones sobre asistencia sanitaria,<br />

aunque también es obligado reconocer que, incluso<br />

en los países en que la evaluación de tecnologías<br />

sanitarias se viene desarrollando con cierta<br />

pujanza desde hace dos décadas, la influencia de sus<br />

resultados en la toma de decisiones es poco más que<br />

marginal 51 .<br />

<strong>El</strong> sistema sanitario español necesita profundizar<br />

en la investigación a fin de identificar los instrumentos<br />

de racionamiento que, siendo eficientes y equitativos,<br />

ofrezcan mayores probabilidades de mejorar<br />

las intervenciones en salud 1 . Esto incluye el desarrollo<br />

y puesta en práctica de sistemas de gestión de las<br />

listas de espera que incluyan criterios clínicos y sociales<br />

resultantes del consenso entre profesionales,<br />

pacientes y población general. La aprobación de tiempos<br />

de garantía, siendo una medida de positivo efecto<br />

a corto plazo sobre los tiempos de espera de los<br />

pacientes, no resuelve el problema y, sobre todo, no<br />

garantiza que el orden de la «cola» respete los principios<br />

de equidad y eficiencia. La única experiencia<br />

piloto realizada hasta la fecha en España 50 ofrece resultados<br />

prometedores que deberían servir para el desarrollo<br />

de iniciativas similares en otros ámbitos territoriales<br />

y para otros procedimientos, tanto de<br />

cirugía electiva como de naturaleza no quirúrgica (p.<br />

ej., pruebas diagnósticas).<br />

Agradecimientos<br />

Los autores agradecen a la Consejería de Sanidad de la<br />

Comunidad Autónoma de la Región de Murcia el apoyo financiero<br />

recibido en el marco del Convenio de colaboración<br />

en materia de Economía de la Salud.<br />

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de pacientes en lista de espera para cirugía de ca-<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):126-36


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

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Prova pilot del sistema de priorització de pacients en llista<br />

d’espera per a cirurgia de cataracta, artroplàstia de maluc i<br />

artroplàstia de genoll. Barcelona: Agència d’Avaluació de Tecnología<br />

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136


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

Evaluación económica y toma de decisiones en salud.<br />

<strong>El</strong> papel de la evaluación económica en la adopción<br />

y la difusión de tecnologías sanitarias<br />

Juan Oliva a,b / Fernando Antoñanzas c / Oliver Rivero-Arias d<br />

a<br />

Universidad de Castilla-La Mancha, España; b FEDEA; c Universidad de La Rioja, España; d University of Oxford, Reino Unido<br />

(Economic evaluation and decision-making in health. The<br />

role of economic evaluation in the adoption and spread of<br />

health technologies)<br />

Resumen<br />

La evaluación económica de tecnologías sanitarias (EETS)<br />

se ha convertido en una herramienta básica para ayudar en<br />

la toma de decisiones en materia de salud. <strong>El</strong> continuo desarrollo<br />

de aspectos metodológicos y su posible aplicación directa<br />

a la realidad de cada país la han situado como elemento<br />

importante en la agenda de los responsables sanitarios. Este<br />

artículo introduce los objetivos generales de la EETS y describe<br />

la experiencia de varios países europeos donde se emplean<br />

dichas técnicas para decidir si se implementa una tecnología<br />

sanitaria. A continuación se evalúa la situación de<br />

España y el papel que ejerce la EETS en estos momentos.<br />

Finalmente, se identifican tareas pendientes y se mencionan<br />

algunas recomendaciones para consolidar la EETS como herramienta<br />

fundamental en la toma de decisiones sanitarias.<br />

Palabras clave: Evaluación económica. Eficiencia. Costes.<br />

Resultados. Tecnología sanitaria.<br />

Abstract<br />

Economic evaluation of health care technologies (EEHT) has<br />

become a basic tool in the decision-making process in health.<br />

The continuous development of methods and their direct application<br />

to reality have placed EEHT as a key item on the agenda<br />

of health policy makers across countries. The present article<br />

introduces the aims of EEHT and describes the experience<br />

of several European countries where economic evaluation studies<br />

are currently used to select the health technologies to be<br />

implemented. The role played by EEHT in Spain at the present<br />

time is then discussed. Finally, pressing tasks are identified<br />

and recommendations are made for the consolidation of<br />

EEHT as a basic element in the decision-making process of<br />

health care technologies.<br />

Key words: Economic evaluation. Efficiency. Costs. Outcomes.<br />

Health technology.<br />

Ideas clave<br />

• Qué sabemos<br />

La evaluación económica de tecnologías sanitarias<br />

ha cobrado peso en el ámbito europeo como herramienta<br />

que se emplea con naturalidad en la toma de<br />

decisiones sanitarias. No obstante, España es uno<br />

de los países que más tímidamente se ha posicionado<br />

sobre su utilización.<br />

Correspondencia: Juan Oliva.<br />

Universidad de Castilla-La Mancha.<br />

Correo electrónico: juan.olivamoreno@uclm.es;<br />

fernando.antonanzas@unirioja.es; oliver.rivero@dphpc.ox.ac.uk<br />

• Qué aporta este capítulo<br />

– Se muestran tres vías alternativas que han seguido<br />

tres países europeos para incorporar la evaluación<br />

económica. No hay una vía única, sino diferentes<br />

programas o métodos para favorecer la<br />

utilización de estas herramientas.<br />

– La introducción de una cultura evaluadora es un elemento<br />

clave.<br />

– Describe la situación española a la luz de las últimas<br />

reformas normativas, planes estratégicos y desarrollos<br />

institucionales adoptados.<br />

– Señala la dicotomía entre la evaluación de los medicamentos<br />

y del resto de tecnologías sanitarias.<br />

137 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):137-42


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

Introducción<br />

(1) Entiéndase tecnología sanitaria en sentido amplio. Es decir, una<br />

tecnología sanitaria sería cualquier método utilizado para<br />

promocionar la salud, prevenir y tratar enfermedades y mejorar la<br />

rehabilitación o los cuidados sanitarios a largo plazo. <strong>El</strong> término<br />

«tecnología» en este contexto no se refiere solamente a nuevos<br />

medicamentos o piezas de equipos sanitarios sofisticados, sino que<br />

incluye además intervenciones, organización de la atención<br />

sanitaria y programas de cribado (definición recomendada por el<br />

NHS Health Technology Assessment Programme en el Reino<br />

Unido (http://www.hta. nhsweb.nhs.uk/aboutHTA.htm).<br />

La evaluación económica de tecnologías sanitarias<br />

(EETS) está alcanzando su edad dorada en<br />

Europa. La principal causa de este florecimiento<br />

se debe al papel impulsor que están desempeñando<br />

las autoridades públicas en su desarrollo, utilizando<br />

estas herramientas como elemento clave en las<br />

estrategias de adopción y difusión de las innovaciones<br />

sanitarias. Los responsables sanitarios europeos tienen<br />

el deber de conjugar el acceso a sus ciudadanos<br />

a los avances terapéuticos que ayuden a mejorar su<br />

salud con la sostenibilidad financiera de los sistemas<br />

sanitarios públicos, hecho que podría amenazar la adopción<br />

indiscriminada de tecnologías sanitarias (1). Por<br />

esta razón, en varios países se ha vuelto la mirada recientemente<br />

a la evaluación económica (EE) como fuente<br />

de información sobre costes y resultados en salud.<br />

La EE es un conjunto de herramientas que persigue<br />

la consecución de la eficiencia en la asignación de<br />

recursos. Eficiencia entendida como la maximización<br />

de las ganancias en salud dados los recursos limitados<br />

que tenemos a nuestro alcance. Puesto que hay<br />

múltiples alternativas donde asignar dichos recursos,<br />

la evaluación económica trata de poner al alcance de<br />

las personas que toman decisiones en el medio sanitario<br />

la información relevante desde el punto de vista<br />

de la eficiencia. La idea básica es comparar la efectividad<br />

y los costes de una determinada intervención con<br />

la mejor alternativa disponible. Es decir, se evalúa si la<br />

efectividad adicional que ofrece una nueva tecnología<br />

compensa sus costes adicionales utilizando la relación<br />

o cociente coste-efectividad incremental.<br />

La utilización de estas herramientas en el medio sanitario<br />

es relativamente reciente 1 . La Universidad de York,<br />

con Allan Williams a la cabeza, contribuyó a difundir su<br />

uso, a la vez que daba soporte a las decisiones del célebre<br />

National Health Service. Incluso, con la aprobación<br />

en 1984 por parte de la Organización Mundial de<br />

la Salud de las «38 metas de Salud para todos en el<br />

año 2000», se apuntaba a que todos los países habrían<br />

de contar con un mecanismo formal para evaluar la implantación<br />

y el uso de las tecnologías sanitarias para<br />

1990, de manera que se estudiase su eficacia, seguridad<br />

y eficiencia. No obstante, los primeros planes organizados<br />

y sistemáticos de aplicación de estos métodos<br />

que se llevaron a la práctica datan de comienzos<br />

de los años noventa. Concretamente, Australia en<br />

el año 1993 y la provincia canadiense de Ontario, un<br />

año después, incorporaron la presentación de estudios<br />

de evaluación económica como requisito administrativo<br />

previo a la fijación del precio y reembolso público<br />

de los nuevos medicamentos y productos sanitarios.<br />

Algo se mueve en Europa<br />

En Europa existen agencias de evaluación de tecnologías<br />

desde hace bastantes años, y entre las primeras<br />

se encuentran algunas de las agencias españolas. No<br />

obstante, la creación del Nacional Institute for Health and<br />

Clinical Excellence (NICE) en el año 1999 marca un antes<br />

y un después en el contexto europeo. La cultura creada<br />

en torno al NICE, el continuo debate sobre sus logros<br />

y sus limitaciones, y la difusión de su filosofía, ha<br />

trascendido las fronteras de su ámbito de aplicación. En<br />

los últimos años han surgido numerosas agencias de<br />

diferente naturaleza en varios países europeos, dotadas<br />

por los respectivos reguladores nacionales de medios<br />

y poderes en el proceso de toma de decisiones desconocidos<br />

en Europa hasta el momento.<br />

La experiencia europea muestra que cuando la naturaleza<br />

de estas agencias es meramente de carácter<br />

consultivo y están dirigidas a proveer a los profesionales<br />

sanitarios de la información necesaria para lograr una<br />

atención sanitaria eficiente y de calidad para sus pacientes,<br />

su impacto será limitado, a no ser que reciban<br />

un fuerte respaldo explícito por parte de los máximos<br />

responsables sanitarios. Otra opción la representan las<br />

agencias cuyos informes sirven de guía al decisor público<br />

en la negociación del precio de una nueva tecnología<br />

(generalmente medicamentos) y en el proceso<br />

de decisión sobre su inclusión o exclusión del sistema<br />

de financiación pública. Ejemplos recientes de países<br />

que han adoptado esta alternativa son Suecia, Holanda,<br />

Alemania o, recientemente, Portugal. En último término,<br />

ambos modelos no son incompatibles. Por ejemplo,<br />

en el caso de Suecia coexisten varias agencias de<br />

evaluación, con diferentes atribuciones 2,3 .<br />

Tres ejemplos de aplicaciones alternativas<br />

La manera en que cada país ha establecido la incorporación<br />

de la evaluación económica en los procesos<br />

de fijación de precio, reembolso y adopción de nuevas<br />

tecnologías obedece a las particularidades de cada<br />

sistema sanitario. Por ello, en este epígrafe se pretende<br />

repasar tres experiencias, a modo de ejemplo, siempre<br />

teniendo en cuenta que no es conveniente impor-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):137-42<br />

138


Oliva J et al. Evaluación económica y toma de decisiones en salud.<br />

<strong>El</strong> papel de la evaluación económica en la adopción y la difusión de tecnologías sanitarias<br />

tar decisiones tomadas en otros contextos directamente,<br />

sin una adaptación previa.<br />

Inglaterra y Gales<br />

<strong>El</strong> NICE se crea en 1999 como organización independiente,<br />

aunque forma parte del National Health Service<br />

(NHS). Su objetivo es orientar y ayudar a promover<br />

la mejora de la salud mediante la prevención y el<br />

tratamiento de las enfermedades. Por tanto, debe proveer<br />

a los profesionales sanitarios de las herramientas<br />

necesarias para lograr una atención de calidad y costeefectiva<br />

para sus pacientes 4 .<br />

Estas orientaciones se articulan de la siguiente manera:<br />

directrices para la evaluación de tecnologías sanitarias,<br />

guías clínicas, directrices sobre la seguridad de<br />

procedimientos y tratamientos, y directrices sobre salud<br />

pública. La evaluación económica está presente en cada<br />

una de ellas y es un requisito obligatorio que debe incluirse<br />

dentro de las directrices a excepción de las directrices<br />

sobre la seguridad de procedimientos y tratamientos.<br />

<strong>El</strong> NHS, específicamente su Departamento de<br />

Salud, marca la agenda anual del NICE. Por ello, es posible<br />

que hasta ahora algunas tecnologías y medicamentos<br />

necesiten la aprobación de la organización para<br />

su implementación en el sistema, y otras no.<br />

Los primeros estudios sobre el seguimiento y la puesta<br />

en práctica de las recomendaciones de las guías e<br />

informes del NICE por parte de los centros y profesionales<br />

sanitarios indicaban una elevada variabilidad 5 . La<br />

probabilidad de seguir sus recomendaciones era más<br />

elevada en los centros donde había un apoyo profesional<br />

e institucional para ello, cuando no había dudas científicas<br />

sobre la mayor efectividad del nuevo tratamiento,<br />

cuando no implicaba un aumento en los costes (si<br />

la financiación del incremento no estaba cubierta) y<br />

cuando los profesionales sanitarios trabajaban en<br />

equipos, no de manera aislada. Como consecuencia de<br />

ello, desde enero de 2002, el NHS se comprometió legalmente<br />

a financiar los medicamentos y tratamientos<br />

recomendados por el NICE y a asegurar que dichos productos<br />

estén a disposición de los pacientes que los requieran<br />

en un plazo máximo de 3 meses a partir de la<br />

publicación de la recomendación.<br />

<strong>El</strong> NICE ha recibido muchas críticas relacionadas<br />

con la viabilidad de la implementación de sus recomendaciones,<br />

la calidad de sus directrices y su disponibilidad<br />

a pagar por ganancias en salud, es decir, su<br />

máxima razón coste-efectividad aceptable 6-8 . <strong>El</strong> máximo<br />

responsable de la organización publicó un artículo<br />

en el British Medical Journal, donde explicaba la postura<br />

del NICE sobre este asunto en el año 2004 9 . Aunque<br />

este valor no tiene ningún soporte empírico por<br />

ahora, las intervenciones cuyo cociente coste-efectividad<br />

incremental se encuentre entre 5.000 libras (7.400<br />

euros) y 15.000 libras (22.000 euros) por años de vida<br />

ajustados por calidad (AVAC) es poco probable que sean<br />

rechazadas por el NICE. Sin embargo, una vez esa cifra<br />

se sitúe entre 25.000 libras (euros 37.000) y 30.000 libras<br />

(44.500 euros), se requerirían razones especiales<br />

para que esta tecnología se incluyese en las listas<br />

del sistema sanitario. Estas razones pueden estar relacionadas<br />

con la equidad o con promesas de futura<br />

evidencia sobre la efectividad de la tecnología. Por encima<br />

de 30.000 libras (44.500 euros) es poco probable<br />

que el NICE recomiende la tecnología.<br />

Holanda<br />

La evaluación económica se requiere en Holanda<br />

desde enero de 2005 para medicamentos nuevos, innovadores,<br />

de prescripción para pacientes ambulatorios,<br />

y no relacionados con otras especialidades que,<br />

además, buscasen la recompensa de unos mayores precios.<br />

Hasta ese año sólo se analizaba la repercusión<br />

en el presupuesto. A fin de incorporar el nuevo instrumento,<br />

se crea un comité encargado de revisar la documentación<br />

aportada por la industria farmacéutica, contando<br />

entre sus miembros con tres expertos en<br />

evaluación económica. Un potencial problema reside en<br />

que son escasos los profesionales del ámbito clínico<br />

con experiencia añadida en EE, de manera que se<br />

facilite un intercambio fluido de ideas. Los laboratorios<br />

farmacéuticos son los encargados de elaborar y presentar<br />

los estudios conforme con las guías metodológicas<br />

publicadas en 1999, más unas guías sobre los<br />

costes unitarios de cada intervención o acto sanitario.<br />

La perspectiva de los estudios ha de ser la de la sociedad<br />

y se recomienda emplear el análisis de costeutilidad.<br />

<strong>El</strong> mencionado comité audita, consulta con el<br />

laboratorio en caso de dudas y solicita una nueva versión<br />

del informe, si así se cree necesario, de manera<br />

que emite un dictamen acerca de los resultados del informe<br />

de evaluación económica.<br />

<strong>El</strong> dictamen del comité es considerado en el Ministerio<br />

de Salud, junto con otros criterios, como la utilización<br />

del fármaco, la ventaja clínica para los pacientes y la<br />

repercusión en el presupuesto. Adicionalmente, se<br />

tiene en cuenta la necesidad de tratamiento para el paciente,<br />

donde se barajan diversos elementos, como la<br />

gravedad de la enfermedad, la responsabilidad colectiva/individual<br />

por los estilos de vida, la equidad y los criterios<br />

éticos. En el mismo proceso, se efectúan consultas<br />

con asociaciones de médicos y pacientes relacionados<br />

con el fármaco. Finalmente, el Ministerio adopta una decisión,<br />

la cual, como se ha descrito, no sólo se basa en<br />

el resultado de la evaluación económica sino de más<br />

elementos. Esa decisión, además de fijar un precio y<br />

admitir o denegar el reembolso público del fármaco,<br />

puede incluir restricciones de la indicación sobre la información<br />

contenida en la ficha técnica, fijar un presupuesto<br />

total para el medicamento o proponer un con-<br />

139<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):137-42


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

trato de riesgo compartido (p. ej., determinando un umbral<br />

de ventas a partir del cual los siguientes envases<br />

serían reembolsados a un precio distinto al original).<br />

Antes de la resolución final por parte del Ministerio<br />

de Salud ha habido otras decisiones preliminares, de<br />

modo que puede decirse que están fragmentadas en<br />

diferentes consejos asesores, a diferencia, por ejemplo,<br />

de la manera de proceder del NICE británico. Finalmente,<br />

cabe señalar que dentro de este nuevo proceso<br />

administrativo, los laboratorios no pueden reclamar<br />

sobre los contenidos de los informes sino únicamente<br />

sobre cuestiones formales.<br />

Suecia<br />

En octubre del año 2002 se crea el Instituto Läkemedelsförmånsnämnden<br />

(LFN, o Comité de Beneficios<br />

Farmacéuticos). Según sus estatutos, los principios rectores<br />

por los cuales se rige esta agencia son los de dignidad<br />

humana, necesidad y solidaridad, eficiencia (explícitamente<br />

se menciona el concepto coste-efectividad)<br />

y beneficio marginal. A mediados del año 2005, esta<br />

agencia sueca había tomado 107 decisiones sobre reembolso<br />

2 . En 82 casos los reembolsos se habían producido<br />

sin limitaciones. Es decir, habían atendido<br />

exactamente a la petición que hacía el laboratorio que<br />

comercializaba el producto. Estos productos, en general,<br />

tienen una buena relación entre lo que cuestan y lo que<br />

aportan, y son también medicamentos huérfanos que<br />

no se pueden medir por patrones de eficiencia de manera<br />

rígida. En otros 13 casos hubo una denegación<br />

directa del reembolso debido a decisiones sobre el grado<br />

de prioridad de los problemas de salud que trataban<br />

los fármacos (disfunción eréctil) o a la mala relación entre<br />

el coste y la efectividad marginales al precio solicitado.<br />

Los casos más interesantes son los de reembolso<br />

condicionado. Las dos partes, agentes públicos y privados,<br />

acuerdan un contrato de riesgo compartido, mediante<br />

el cual las empresas se comprometen a seguir<br />

buenas prácticas en la promoción de los productos estrictamente<br />

para las indicaciones aprobadas y de continuar<br />

estudiando los resultados de efectividad, esto es,<br />

los resultados en la práctica clínica habitual, sobre pacientes<br />

reales, de sus productos. A cambio, el agente<br />

público está dispuesto a recompensar con un mayor precio<br />

las innovaciones terapéuticas.<br />

Se pueden derivar varias lecciones del caso sueco.<br />

En primer lugar, el LFN ha permitido que se tomen decisiones<br />

apoyadas por información proveniente de estudios<br />

de coste-efectividad. Es decir, decisiones basadas<br />

no sólo en calidad, en seguridad y en eficacia, sino<br />

también en eficiencia. En segundo lugar, la mayor parte<br />

de las decisiones de la Agencia son cambios y revisiones<br />

de precio. Para ello, estas herramientas no requieren<br />

evaluación económica. En tercer lugar, para el caso de<br />

Suecia no hay un umbral aceptado o revelado de coste<br />

por AVAC. Esto es, la agencia sueca no admite explícitamente<br />

que se financiarán todas las tecnologías que<br />

supongan un coste de hasta X coronas suecas por<br />

AVAC. En cuarto lugar, mediante los contratos de riesgo<br />

compartido, el Ministerio decide que el medicamento<br />

será financiado públicamente siempre y cuando en la<br />

etapa de comercialización se cumpla con ciertas reglas<br />

de juego preestablecidas. Es decir, en principio, el actor<br />

público está dispuesto a pagar un precio razonablemente<br />

más elevado por medicamentos más eficaces, pero si<br />

se incumplen las reglas del juego o no queda demostrada<br />

la mayor efectividad del producto, la empresa comercializadora<br />

queda obligada a devolver una parte de<br />

la facturación. En quinto lugar, otro elemento importante<br />

es que esta agencia, a diferencia del NICE, debe cumplir<br />

con la directiva de la Unión Europea sobre transparencia.<br />

Debe dictar sus resoluciones en un plazo de<br />

180 días, lo cual agiliza mucho más los procesos. En<br />

el caso de NICE se puede tardar 2 o 3 años antes de<br />

llegar a una resolución. Finalmente, y es un detalle importante,<br />

a pesar de tratarse de una agencia centralizada,<br />

se realiza un control a un segundo nivel por comités<br />

regionales y locales bastante más restrictivos que<br />

la Agencia nacional (3). La principal conclusión es que<br />

en Suecia se ha creado la cultura de valorar no sólo la<br />

eficacia o la efectividad sino también su relación con<br />

el coste.<br />

Cuestiones pendientes<br />

Cada país ha adoptado diferentes procesos en sus<br />

apuestas para insertar la información proveniente de<br />

la EETS en la toma de decisiones. No obstante, lo relevante<br />

es que los conceptos y la cultura evaluadora<br />

proveniente de este campo han impregnado a los agentes<br />

sanitarios en diferentes ámbitos de decisión. Es el<br />

primer paso de un proceso que se debe consolidar y<br />

en el que se debería avanzar en los próximos años.<br />

La evaluación de tecnologías sanitarias sólo es útil<br />

si contribuye al proceso de toma de decisiones. Pero<br />

para demostrar su utilidad se deben cumplir unos requerimientos<br />

básicos. Si no hay un mínimo de información<br />

sobre las tecnologías evaluadas, la valoración<br />

será inútil y no hará sino retrasar la decisión sobre la<br />

adopción (limitada) o el rechazo de la nueva tecnología.<br />

Asimismo, es preciso subrayar la diferencia entre<br />

la normativa aplicable para la aprobación de una<br />

nueva tecnología, donde ésta debe demostrar su no inferioridad<br />

en materia de seguridad, calidad y eficacia<br />

frente a sus competidores, y donde no siempre se realizan<br />

comparaciones directas con las alternativas más<br />

prescritas o empleadas, y los requerimientos «ideales»<br />

que se recomiendan por parte de las agencias de evaluación<br />

de tecnologías.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):137-42<br />

140


Oliva J et al. Evaluación económica y toma de decisiones en salud.<br />

<strong>El</strong> papel de la evaluación económica en la adopción y la difusión de tecnologías sanitarias<br />

Asimismo, hay varias cuestiones aún pendientes<br />

de perfeccionamiento 10 . En primer lugar, debería<br />

haber un mayor grado de transparencia con el fin de<br />

que la decisión adoptada huyera de criterios discrecionales<br />

y se basara, en la medida de lo posible, en<br />

la información clínica y económica existente. En segundo<br />

lugar, las EETS se centran casi exclusivamente<br />

en nuevas (y caras) tecnologías. No obstante, deberían<br />

dedicarse más esfuerzos a la identificación de<br />

prácticas no evaluadas y de dudosa efectividad, o elevada<br />

variabilidad entre profesionales o donde la indicación<br />

sigue sin ser clara. De manera complementaria,<br />

se constata una notable falta de investigación en<br />

áreas específicas, como las intervenciones en salud<br />

pública. Los estudios internacionales de EETS se han<br />

centrado especialmente en medicamentos, seguidos<br />

de pruebas diagnósticas, intervenciones y procedimientos<br />

quirúrgicos y dispositivos médicos. No obstante,<br />

la evaluación de otras áreas de vital importancia,<br />

como las intervenciones de carácter preventivo que<br />

afectan a hábitos y estilos de vida (tabaquismo, obesidad,<br />

alcoholismo, etc.) es inexistente o prácticamente<br />

nula. Finalmente, también es importante el timing en<br />

el cual se realiza la EETS. Generalmente, la evaluación<br />

suele producirse cuando menos información se<br />

tiene sobre la nueva tecnología, es decir, en el momento<br />

de su aprobación. Los datos estarán limitados<br />

a la eficacia en la mayor parte de los casos, con ausencia<br />

de información sobre su efectividad real. Por<br />

ello, sería interesante hacer un seguimiento de la entrada<br />

de una nueva tecnología y considerar la evaluación<br />

como un proceso continuo, en el cual se iría<br />

incorporando nueva información a medida que ésta se<br />

fuera generando. En este sentido, será útil observar<br />

la evolución de las experiencias de varios países<br />

en la adopción de contratos de riesgo compartido entre<br />

financiadores y empresas comerciales de tecnologías,<br />

allí donde haya dudas razonables sobre la indicación<br />

de un producto o la posible brecha entre eficacia y efectividad<br />

de éste. Estas situaciones pueden llevar a renegociar<br />

el precio de un producto e incluso a replantearse<br />

su financiación pública (en un sentido u otro).<br />

No obstante, hay que ser consciente de la complejidad<br />

del proceso y la cantidad de recursos que habría<br />

que invertir si se quisiera generalizar este procedimiento<br />

a todas las tecnologías incluidas en la cartera<br />

de servicios del Sistema Nacional de Salud (SNS).<br />

Por tanto, estas medidas deben estar restringidas a<br />

tecnologías seleccionadas.<br />

España<br />

En España, el marco regulatorio y la voluntad de<br />

los decisores sanitarios no ha favorecido el desarrollo<br />

de la EETS. Si bien la Ley del Medicamento del<br />

año 1990 establecía que la prestación de medicamentos<br />

por el SNS se debería realizar mediante la financiación<br />

selectiva de los medicamentos en función<br />

de los recursos disponibles (gasto público presupuestado)<br />

y, por tanto, dejaba abierta la posibilidad de<br />

introducción de la EETS, ello no se concretó en la práctica.<br />

<strong>El</strong> Plan Estratégico de Política Farmacéutica para<br />

el SNS (2004), apostaba claramente por el análisis «farmacoeconómico».<br />

No obstante, la Ley de Uso Racional<br />

y Garantías de Medicamentos y Productos Sanitarios,<br />

de 28 julio de 2006, no hace referencia alguna a estos<br />

términos y, por ello, habrá que esperar al desarrollo<br />

reglamentario de la Ley para ver si se incorpora la<br />

EETS como criterio de peso en la negociación del precio<br />

y la decisión de financiación pública de los medicamentos.<br />

A su vez, la publicación del Real Decreto<br />

1030/2006, de 15 de septiembre, por el que se establece<br />

la cartera de servicios comunes del SNS y el<br />

procedimiento para su actualización sí señala en su<br />

artículo 5.1. que «Para la definición, detalle y actualización<br />

de la cartera de servicios comunes se tendrá<br />

en cuenta la seguridad, eficacia, eficiencia, efectividad<br />

y utilidad terapéuticas de las técnicas, tecnologías<br />

y procedimientos, así como las ventajas y alternativas<br />

asistenciales, el cuidado de grupos menos protegidos<br />

o de riesgo y las necesidades sociales, y su<br />

impacto económico y organizativo…». No obstante, el<br />

artículo 7.4 señala claramente que «No se aplicará el<br />

régimen de actualización previsto en esta norma a la<br />

prestación farmacéutica, que se regirá por su propia<br />

normativa…».<br />

Por su parte, mientras la Administración Central no<br />

da señales claras sobre el papel que le aguarda a la<br />

EETS en el proceso de toma de decisiones en el área<br />

de los medicamentos, las autoridades sanitarias autonómicas<br />

han promocionado desde hace años agencias<br />

de evaluación de tecnologías, si bien es justo reconocer<br />

que el impacto real de sus informes es hasta el momento<br />

desconocido (2). De hecho, estas agencias autonómicas<br />

suelen enfocar sus estudios hacia tecnologías<br />

sanitarias no basadas en fármacos, mientras que, a su<br />

vez, en las mismas autonomías surgen otras unidades<br />

para evaluar los fármacos, utilizando criterios y méto-<br />

(2) Hay otras experiencias interesantes en España, como la<br />

desarrollada por Grupo de Evaluación de Novedades,<br />

Estandarización e Investigación en Selección de Medicamentos<br />

(GENESIS), dentro de la Sociedad Española de Farmacia<br />

Hospitalaria, en el desarrollo de Guías Farmacoterapéuticas que<br />

incorporan información relativa a la relación coste-efectividad de<br />

los fármacos analizados. Otra experiencia novedosa es la<br />

formación del Comité Mixto de Evaluación de Nuevos<br />

Medicamentos compuesto por las comunidades de Andalucía,<br />

País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña, cuyo objetivo principal<br />

es el análisis de la aportación terapéutica de los nuevos<br />

medicamentos.<br />

141<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):137-42


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES.<br />

LA EVALUACIÓN Y SUS FORMAS. EN BUSCA DEL ESLABÓN PERDIDO EN LA DEFINICIÓN DE LA INTERVENCIÓN PÚBLICA<br />

dos no siempre comunes a los empleados por las agencias.<br />

Esta situación, evidentemente, dificulta la transferencia<br />

de los resultados entre las diferentes unidades<br />

de evaluación dentro y fuera de cada comunidad autónoma,<br />

lo que hace poco eficiente el propio proceso<br />

de evaluación.<br />

Acaso sea justo reconocer que, hasta el momento,<br />

el impacto que tiene la EETS en la práctica habitual sanitaria<br />

y el grado de utilización de los agentes sanitarios<br />

de estas herramientas en sus decisiones son muy<br />

limitados debido a la existencia de barreras de carácter<br />

administrativo, metodológico y de aplicación práctica<br />

11-13 . Situación no muy diferente de la que se vivía<br />

en otros países europeos 14 .<br />

<strong>El</strong>lo, antes que desanimar, señala el camino de avance<br />

si pretendemos que los profesionales sanitarios, tanto<br />

a nivel macro como meso y micro, incluyan la EETS<br />

entre la información relevante que debe manejar en su<br />

toma de decisiones.<br />

Conclusiones<br />

En suma, la EETS puede y debe tener un lugar destacado<br />

en el proceso de toma de decisiones sanitarias.<br />

Aún queda un largo camino para mejorar la solidez de<br />

los métodos empleados y en modo alguno se debe pretender<br />

el establecimiento de un mecanismo de priorización<br />

de servicios sanitarios basado exclusivamente<br />

en criterios de eficiencia. Los estudios de EE deben servir<br />

para ayudar a la toma de decisiones y no para reemplazarla<br />

mecánicamente.<br />

La EETS es hija de la complejidad y la incertidumbre<br />

de los resultados que presenta, pero estas circunstancias<br />

no son ajenas a otros campos de la investigación<br />

y actuación sanitaria, así como al propio<br />

proceso de toma de decisiones. En realidad, los estudios<br />

de evaluación económica no deberían ser juzgados<br />

tanto por su perfección académica como por su contribución<br />

a tomar decisiones mejores que las que se<br />

habrían tomado en su ausencia 15 .<br />

La conjunción del conocimiento de la eficiencia y de<br />

la repercusión presupuestaria de una tecnología constituye<br />

un elemento informativo de carácter económico<br />

indispensable si queremos garantizar el aprovechamiento<br />

de los recursos financieros públicos para proveer<br />

a la población de una atención sanitaria adecuada<br />

y sostenible.<br />

Agradecimientos<br />

Agradecemos a Salvador Peiró y Jaume Puig-Junoy la cita<br />

de Drummond y Sculpher.<br />

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12. Oliva J, Del Llano J, Antoñanzas F, Juárez C, Rovira J, Figueras<br />

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13. Oliva J, Del Llano J, Antoñanzas F, Juárez C, Rovira J, Figueras<br />

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en la toma de decisiones sanitarias en el ámbito hospitalario.<br />

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IOS Press; 2000.<br />

15. Drummond M, Sculpher M. Common methodological flaws in<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):137-42<br />

142


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados<br />

de salud, el pago por objetivos y el redireccionamiento<br />

de los incentivos<br />

Salvador Peiró a / Anna García-Altés b<br />

a<br />

Escola Valenciana d’Estudis de la Salut, Valencia, España; b Agència de Salut Pública de Barcelona, Barcelona, España.<br />

(Possibilities and limitations of results-based management,<br />

pay-for-performance and the redesign of incentives)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> concepto de «pago por calidad» (P4P) reúne un conjunto<br />

de diferentes estrategias que intentan estimular la mejora<br />

de la calidad asistencial remunerando a los proveedores de<br />

atención sanitaria según sus resultados en el cumplimiento<br />

de objetivos de calidad o productividad predefinidos. Pese a<br />

que la efectividad del P4P para mejorar la calidad de la atención<br />

está poco establecida, estos sistemas se están difundiendo<br />

ampliamente en el Reino Unido, Estados Unidos y otros países,<br />

incluida España. Los elementos del diseño de los esquemas<br />

de P4P determinantes de su efectividad se refieren<br />

a quién debe recibir los incentivos, cuánto debe pagarse, qué<br />

debe retribuirse, la necesidad de incorporar ajustes de riesgos<br />

(sobre todo en los indicadores de resultados intermedios)<br />

y de tener en cuenta el clima organizativo, y la combinación<br />

óptima de incentivos financieros y no financieros. Las limitaciones<br />

más importantes que cabe considerar son: la orientación<br />

exclusiva hacia la reducción de la infrautilización, la afectación<br />

de la equidad, el efecto «lupa», la validez de los<br />

indicadores, la confusión entre recomendaciones de guías de<br />

práctica e indicadores de calidad, la ingeniería documental,<br />

el paternalismo con los pacientes, el posible impacto negativo<br />

sobre el profesionalismo y la motivación interna de los médicos,<br />

y el abordaje de la calidad como un problema de decisiones<br />

imperfectas, antes que como un sistema imperfecto.<br />

Palabras clave: Incentivos. Calidad asistencial. Indicadores<br />

de calidad.<br />

Abstract<br />

The concept of pay-for-performance (P4P) encompasses different<br />

strategies that aim to stimulate health care quality improvement<br />

by remunerating healthcare providers according to<br />

their performance in specific measures of efficiency or quality.<br />

Although the effectiveness of P4P in improving quality of<br />

care is largely unknown, these systems are being widely adopted<br />

in the United Kingdom, the United States and other countries,<br />

including Spain. The elements of P4P design that are<br />

most decisive for the effectiveness of these schemes are as<br />

follows: 1) who should receive the incentives, how they should<br />

be paid, what should be rewarded, the need to incorporate<br />

risk adjustments (mainly if surrogate outcomes are used as<br />

indicators) and the need to bear organizational climate and<br />

the optimal combination of financial and non-financial incentives<br />

in mind. The most important limitations to consider are<br />

the following: 1) the exclusive focus on reducing subutilization;<br />

2) the effect on equity; 3) the “magnifying glass” effect; 4) the<br />

validity of indicators; 5) the confusion between the recommendations<br />

of clinical guidelines and quality indicators; 6) “document<br />

engineering”; 7) paternalism; 8) the negative impact<br />

on professionalism and clinicians’ internal motivation, and 9)<br />

the assumption that quality problems result from imperfect individual<br />

decisions rather than from an imperfect system.<br />

Key words:Incentive. Quality of health care. Quality indicators.<br />

Ideas clave<br />

Correspondencia: Salvador Peiró.<br />

Escola Valenciana d’Estudis de la Salut.<br />

Correo electrónico: peiro_bor@gva.es<br />

• Aunque la efectividad del «pago por calidad» (pay for<br />

performance, P4P) está poco establecida, este tipo<br />

de esquemas retributivos se están difundiendo rápidamente<br />

por todos los países desarrollados, incluida<br />

España.<br />

• Quién debe recibir los incentivos, cuánto debe pagarse,<br />

qué debe retribuirse, y el papel de los incentivos<br />

no financieros, del ajuste de riesgos y del clima<br />

organizativo, son los elementos esenciales del diseño<br />

del P4P.<br />

• Las limitaciones que cabe considerar incluye las siguientes:<br />

no considerar la sobreutilización, afectación<br />

de la equidad, efecto «lupa», escasa validez de mu-<br />

143 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

chos indicadores, confusión entre recomendaciones<br />

de guías de práctica e indicadores de calidad, sobrerregistro<br />

e ingeniería documental, paternalismo,<br />

impacto negativo sobre la motivación interna, y el abordaje<br />

de la calidad como un problema individual, antes<br />

que organizacional.<br />

• <strong>El</strong> Sistema Nacional de Salud necesita desarrollar nuevos<br />

indicadores capaces de orientar mejoras de salud<br />

y reducir desigualdades. Para ello, debe centrarse en<br />

cuidados de alto valor clínico y poblaciones de alto<br />

riesgo, y situar los incentivos de forma que favorezcan<br />

la coordinación de la atención.<br />

• Reforzar la motivación intrínseca, el profesionalismo,<br />

el peso de los pacientes y la capacidad técnica de<br />

análisis y evaluación conforman el contexto esencial<br />

para el buen funcionamiento del P4P.<br />

Introducción<br />

En casi todos los países desarrollados hay una importante<br />

preocupación por la efectividad, la seguridad,<br />

la sensibilidad a las necesidades y las<br />

preferencias de los pacientes, y la eficiencia de<br />

la atención sanitaria. También hay el convencimiento<br />

de que los sistemas tradicionales de pago, tanto si se<br />

refieren a centros u organizaciones sanitarias, como si<br />

se refieren a médicos individuales, están ayudando muy<br />

poco a mejorar la calidad de la asistencia. A este respecto,<br />

un trabajo reciente señalaba:<br />

«Existen muchos mecanismos para pagar a los médicos.<br />

Algunos son buenos y otros malos. Los tres peores<br />

son el pago por acto, la capitación y el salario. <strong>El</strong><br />

pago por acto premia la provisión de servicios inadecuados,<br />

la sobrecodificación fraudulenta de visitas y procedimientos,<br />

y el “coleguismo” de las derivaciones en<br />

ping-pong entre especialistas. La capitación premia la<br />

denegación de servicios adecuados, el menosprecio de<br />

los enfermos crónicos, y una visión estrecha de la práctica<br />

médica que excluye a los pacientes cuya atención<br />

requiere mayor tiempo. <strong>El</strong> salario socava la productividad,<br />

fomenta las vacaciones en el trabajo y conduce a<br />

una mentalidad burocrática en la que cada procedimiento<br />

se convierte en un problema» 1 .<br />

Afortunadamente, es posible construir esquemas de<br />

retribución que combinen elementos de estos tres mecanismos<br />

e incorporen otros más sofisticados, para intentar<br />

alinear retribuciones y calidad asistencial. Estos<br />

diseños pueden incluir componentes prospectivos y retrospectivos,<br />

pueden poner diferente intensidad en distintos<br />

aspectos de la atención o adaptarse a las características<br />

de cada organización, pueden admitir<br />

incentivos no monetarios y tener en cuenta aspectos<br />

de desarrollo profesional más allá de los estrictamente<br />

retributivos y, también, pueden vincularse a indicadores<br />

concretos de calidad o eficiencia, sean de procesos<br />

o de resultados.<br />

Los sistemas de «pago por calidad» o «pago por objetivos»<br />

(value based purchasing, quality-based purchasing<br />

o pay for performance, P4P) forman parte de<br />

estos nuevos sistemas de retribuciones a médicos (o a<br />

centros u organizaciones sanitarias) que intentan estimular<br />

la mejora de la calidad asistencial remunerando<br />

a los proveedores de atención sanitaria por alcanzar objetivos<br />

de calidad o productividad preestablecidos 2 . Aunque<br />

los esquemas de P4P pueden ser muy variados, sus<br />

elementos comunes son: a) un conjunto de objetivos de<br />

calidad y/o eficiencia que delimitan el objeto evaluado;<br />

b) criterios y estándares explícitos para definir el cumplimiento<br />

de los objetivos, y c) incentivos (recompensas),<br />

típicamente monetarios, cuya cantidad global está en riesgo<br />

y depende del nivel de objetivos alcanzado por cada<br />

proveedor. Los incentivos pueden ofrecerse en forma de<br />

pagos extra por realizar determinadas actividades (una<br />

variante de pago por acto), gratificaciones globales por<br />

alcanzar determinados niveles de objetivos y, en ocasiones,<br />

pueden incluir penalizaciones por resultados negativos<br />

(p. ej., no reembolsar los costes adicionales derivados<br />

de complicaciones evitables).<br />

La evidente racionalidad que subyace bajo la idea<br />

de que las retribuciones se usen para que los proveedores<br />

se esfuercen en mejorar la calidad de la atención<br />

ha convertido el P4P en un poderoso discurso. Apoyándose<br />

en la importante incorporación de tecnologías<br />

de la información al sector salud –sobre todo, en la historia<br />

clínica electrónica– los gobiernos y las aseguradoras<br />

de todos los países desarrollados se han apuntado<br />

a alguna estrategia de pago por calidad. En Estados<br />

Unidos, y aunque el P4P está muy lejos de ser una política<br />

generalizada 3 , la Veterans Administration y más<br />

de la mitad de las Health Maintenance Organizations<br />

(HMO) privadas disponen de algún programa de pago<br />

por objetivos, y el Congreso ha ordenado al Center for<br />

Medicare and Medicaid Services que desarrolle los trabajos<br />

necesarios para introducir este esquema de pago<br />

en Medicare 4 . En el Reino Unido se ha ido mucho más<br />

lejos. Desde 2004, el llamado New Contract entre el National<br />

Health Service (NHS) y los médicos generales<br />

vincula casi un tercio de las retribuciones totales de estos<br />

profesionales a sus puntuaciones en 146 indicadores<br />

de calidad y eficiencia 5-7 . En otros países también se<br />

están desarrollando algunas experiencias de P4P 8,9 , aunque<br />

ninguna de ellas tiene la extensión de la británica.<br />

En el Sistema Nacional de Salud (SNS) español,<br />

prácticamente todas las comunidades autónomas<br />

(CCAA) han desarrollado esquemas de «retribución variable»<br />

asociados a objetivos o indicadores de productividad<br />

y calidad que, en esencia, son formas más<br />

o menos sofisticadas de P4P. Estas retribuciones variables<br />

forman parte de los «contratos de gestión» y/o<br />

de los méritos que cabe considerar en la «carrera pro-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55<br />

144


Peiró S et al. Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados de salud, el pago por objetivos<br />

y el redireccionamiento de los incentivos<br />

fesional» y, en general, son una evolución de los intentos<br />

iniciados en los años noventa por el INSALUD y algunas<br />

CCAA de incorporar «incentivos» económicos al<br />

rígido modelo salarial característico del SNS 10 . A diferencia<br />

del Reino Unido, donde hay un importante cuerpo<br />

de literatura médica (y un gran debate) sobre indicadores<br />

e incentivos, en el SNS apenas hay trabajos<br />

que discutan –en nuestro contexto– las ventajas y limitaciones<br />

teóricas de estos sistemas de pago 10-15 y,<br />

mucho menos, trabajos empíricos que evalúen sus resultados<br />

16,17 . Esta situación es, por lo demás, habitual<br />

en el SNS, organización que combina una gran renuencia<br />

a la evaluación y limitaciones para el acceso<br />

a los indicadores (que son públicos o fácilmente accesibles<br />

en el Reino Unido y otros países) y, en consonancia<br />

con lo anterior, un mínimo desarrollo de la investigación<br />

en servicios de salud.<br />

La escasez de marcos, evaluaciones o evidencias<br />

empíricas que soporten el P4P, o las limitaciones para<br />

construir indicadores específicos de calidad similares<br />

a los del NHS, no parecen haber entorpecido la<br />

apuesta política por la «retribución variable» en los importantes<br />

incrementos retributivos que en los últimos<br />

años se están produciendo en los servicios de salud<br />

de prácticamente todas las CCAA. Hay que señalar que<br />

en el SNS, los gestores y políticos (que perciben las<br />

retribuciones variables como una fuente de control sobre<br />

los colectivos profesionales), y los médicos (que las perciben<br />

como subidas salariales netas), han puesto mucho<br />

más empeño en la primera de las «P» (el «pago»), que<br />

en la segunda (la «calidad»). Incluso, y desarrollando<br />

una paradójica estrategia (performance for pay antes<br />

que pay for performance), en la mayor parte de las<br />

CCAA los incrementos han ido por delante de los indicadores,<br />

que tuvieron que ser construidos con premura<br />

para proceder a repartos retributivos previamente<br />

pactados. Fuera como fuera, a día de hoy todos los<br />

servicios de salud del SNS enfrentan (con tan pocas<br />

vacilaciones como información y análisis) los complejos<br />

problemas de cómo gestionar el pago por objetivos.<br />

En este trabajo, se resumen las evidencias empíricas<br />

de mayor interés en nuestro contexto sobre la efectividad<br />

del P4P, se identifican los factores que deben<br />

tenerse en cuenta para valorar estas experiencias, y se<br />

describen las limitaciones más importantes de estos esquemas<br />

de pago. Finalmente, y como corolario de la<br />

exposición previa, se realizan algunas recomendaciones<br />

sobre el P4P en el SNS.<br />

<strong>El</strong> pago por calidad, ¿mejora la calidad<br />

de la asistencia<br />

Contestar esta pregunta y, sobre todo, contestarla de<br />

forma útil para el SNS, no puede hacerse sin gran incertidumbre.<br />

Las revisiones sistemáticas disponibles 18-21<br />

son un claro ejemplo de las insuficiencias de esta metodología<br />

para dar soporte a la toma de decisiones de<br />

política y gestión sanitaria. La revisión de la Colaboración<br />

Cochrane sólo incluye 2 trabajos para la evaluación<br />

del P4P 18 . En el primero se incrementaba entre 0,80<br />

y 1,20 dólares, sobre los 8 dólares previos, el pago por<br />

vacunación antigripal si se superaba un determinado<br />

porcentaje de cobertura vacunal, mientras que en el segundo<br />

se ofrecía un pago adicional a los médicos generales<br />

de una región escocesa que superasen un determinado<br />

porcentaje de cobertura en la vacunación<br />

pediátrica. En ambos casos mejoró el porcentaje de cobertura,<br />

aunque sólo en el primero el resultado fue estadísticamente<br />

significativo. Dudley et al 19,22 encontraron<br />

9 ensayos clínicos sobre P4P, aunque la mayoría<br />

no reportaba las características de los incentivos ni el<br />

contexto en que fueron aplicados. Las intervenciones<br />

evaluadas incluían el pago por acto de algunas actividades,<br />

los bonos o recompensas por objetivos de calidad<br />

y la información pública de datos comparativos<br />

sobre la calidad de los centros. De los 11 indicadores<br />

evaluados, 7 mostraron una respuesta positiva y significativa<br />

al P4P, pero no los otros 4.<br />

La revisión de Petersen et al 20 , abierta a trabajos sin<br />

aleatorización, incluía 17 estudios. Sus resultados<br />

muestran un poco de todo: bastante «ingeniería documental»,<br />

algún caso de selección adversa de pacientes,<br />

mejoras reales pero que todavía se situaban lejos<br />

de los estándares y, también, algunos resultados más<br />

claramente positivos. La revisión de Rosenthal et al 21 ,<br />

que incluye estudios del sector empresarial no sanitario,<br />

tampoco encontró evidencias empíricas sólidas que<br />

apoyaran la efectividad del P4P, aunque señalan que<br />

las intervenciones a pequeña escala, las más frecuentes<br />

en el entorno estadounidense, no parecen capturar la<br />

atención de los profesionales y son insuficientes para<br />

motivar cambios sustanciales en el comportamiento de<br />

médicos y hospitales. Por otro lado, estos autores sí encontraron<br />

evidencias de efectos no deseados, como el<br />

dolo, el trampeo (en programas de absentismo y en colegios),<br />

la selección de pacientes y la ingeniería documental.<br />

Petersen et al también remarcan la ausencia<br />

de estudios sobre otros posibles efectos negativos predichos<br />

por la teoría económica, especialmente sobre<br />

el «efecto lupa» y el descuido de las actividades no incluidas<br />

en los indicadores.<br />

Las evaluaciones disponibles del New Contract del<br />

NHS británico 6,7,23 apuntan una espectacular mejora en<br />

los indicadores evaluados, hasta el punto que el gobierno<br />

británico fue sorprendido por el nivel de objetivos alcanzado<br />

y tuvo que aportar mucho más dinero que el<br />

inicialmente previsto 24 . Más dudosa es la atribución del<br />

conjunto de las mejoras al New Contract, ya que muchos<br />

indicadores seguían tendencias de mejora establecidas<br />

desde años antes y, como mucho, el P4P sería respon-<br />

145<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

sable de una discreta aceleración de estas mejoras 7 . Esta<br />

posibilidad viene reforzada porque algunos indicadores<br />

no incluidos en el P4P mejoraron de forma similar a los<br />

incluidos 7 . Adicionalmente, hay evidencias de «ingeniería<br />

documental» en los «incrementos de calidad» 23,25 , tanto<br />

en lo que se refiere a la «mejora» de los registros con<br />

importancia para el cumplimiento de objetivos, como por<br />

la exclusión del denominador de los indicadores de pacientes<br />

previsiblemente no cumplidores.<br />

Respecto a los dos estudios empíricos en el SNS,<br />

ambos en Cataluña, en el primero los centros participantes<br />

mostraron niveles de calidad excelentes (aunque<br />

es poco valorable, ya que se trataba de centros de<br />

referencia para construir estándares de calidad) 17 ,<br />

mientras que el segundo encontró discretas mejoras en<br />

el clima laboral, pero sin cambios en la satisfacción de<br />

los pacientes 16 . También hay informaciones anecdóticas<br />

sobre artimañas en los registros y, aún más importante,<br />

sobre la complicidad de los directivos y de prácticamente<br />

toda la organización sanitaria en una especie<br />

de «conspiración por la excelencia» que se articula en<br />

torno al sobrerregistro y el registro sesgado de las actividades<br />

monitorizadas por los indicadores, lo que conlleva<br />

que «[...] las cifras de control de la presión arterial<br />

de todos los equipos de atención primaria de<br />

Barcelona incluidos un proceso de benchmarking sean<br />

superiores a los de los centros excelentes adscritos voluntariamente<br />

al Programa de Actividades Preventivas<br />

y de Promoción de la Salud (PAPPS) de la Sociedad<br />

Española de Medicina de Familia y Comunitaria, o a los<br />

de los países de nuestro entorno» 26 .<br />

En conjunto, la literatura médica que ha revisado las<br />

evidencias empíricas sobre la efectividad del P4P para<br />

mejorar la calidad de la atención sanitaria puede resumirse<br />

de la forma siguiente:<br />

– Trabajos, en general de baja calidad metodológica,<br />

con resultados inconsistentes y contradictorios respecto<br />

al impacto del P4P en la mejora de calidad. Sobre<br />

su coste-efectividad, simplemente, no hay estudios.<br />

– Centrados en sólo dos países, Estados Unidos y<br />

Reino Unido, con sistemas de atención, esquemas retributivos<br />

básicos y modelos de P4P muy diferentes.<br />

Como norma, los trabajos estadounidenses evalúan intervenciones<br />

de P4P muy específicas y casi siempre preventivas,<br />

como los sobrepagos por vacunar, el cribado<br />

de cáncer de cérvix o la revisión del fondo de ojo en pacientes<br />

diabéticos. Estas intervenciones fueron realizadas<br />

en su mayor parte sobre poblaciones u organizaciones<br />

concretas (en algunos casos incluso sobre médicos residentes)<br />

y sus evaluaciones, típicamente, están referidas<br />

a un solo indicador de calidad relacionado con el<br />

motivo de pago (como la cobertura de vacunación antigripal),<br />

o a un solo aspecto de la atención (como la diabetes<br />

del adulto). La experiencia del NHS, sin embargo,<br />

referida a una intervención generalizada sobre toda<br />

la atención primaria y con un amplio panel de indicadores,<br />

es de mayor interés para el entorno español.<br />

– Hay evidencias, más o menos anecdóticas, que sugieren<br />

el desarrollo de los efectos adversos previsibles<br />

desde la teoría (sobrerregistro, selección de riesgos, y<br />

otros), aunque no se conoce la importancia global de<br />

estos problemas y no es posible realizar un balance entre<br />

estos efectos adversos y los efectos positivos.<br />

– En prácticamente todos los trabajos de investigación<br />

evaluativa, los agentes que han puesto en marcha<br />

el programa de P4P han escogido la modalidad de<br />

incentivos y los objetivos de calidad que creían más adecuados<br />

para la organización sobre la que actuaban y<br />

en el contexto concreto en que lo hacían, y no es obvio<br />

que las mismas intervenciones tengan similar impacto<br />

en otros entornos.<br />

En conjunto, estas características limitan enormemente<br />

la validez externa de las evaluaciones disponibles<br />

en la literatura médica que, aun siendo reveladoras,<br />

resultan una guía muy endeble para generalizar las<br />

estrategias de P4P a otros contextos. Esta conclusión,<br />

que es probablemente aplicable a los propios países en<br />

los que se desarrollaron los estudios, es incuestionable<br />

en entornos tan idiosincrásicos como el español, con<br />

una colectivización de las negociaciones salariales, una<br />

cultura de falsa equidad y «café para todos», un escaso<br />

peso del profesionalismo, un escaso peso –o contrapeso–<br />

de los pacientes, una elevada politización –que<br />

alcanza a los niveles más rasos de la cadena de gestión–<br />

pero sin obligaciones de transparencia ni rendición<br />

de cuentas, CCAA que tienden a emular a las que más<br />

pagan, base de pago por salario tanto en atención especializada<br />

como en atención primaria, y demás rasgos<br />

que hacen del SNS un sistema muy peculiar y diferente<br />

al de otros países, incluido el NHS británico.<br />

<strong>El</strong>ementos del diseño en el pago por objetivos<br />

Las dificultades para la generalización de los resultados<br />

de los estudios comentados no es óbice para<br />

que estas experiencias no tengan un alto interés para<br />

el SNS. Desde la elaboración y la selección de indicadores,<br />

a la valoración de las condiciones que se asocian<br />

al éxito o el fracaso de estas intervenciones, el análisis<br />

de su desarrollo es altamente informativo. A la hora<br />

de valorar las posibilidades de generalización de los estudios<br />

a los diferentes entornos y, también, para valorar<br />

las posibilidades de desarrollo de esquemas de P4P<br />

propios, conviene extraer de esta literatura médica los<br />

elementos del diseño que serán determinantes de su<br />

efectividad y, también, de sus efectos adversos. Las preguntas<br />

relevantes incluyen el quién, el cuánto y cómo,<br />

el qué y algunas otras 9,21,27-31 .<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55<br />

146


Peiró S et al. Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados de salud, el pago por objetivos<br />

y el redireccionamiento de los incentivos<br />

¿Quién debe recibir los incentivos<br />

Una primera aproximación a esta pregunta se refiere<br />

a si los incentivos deberían enfocarse hacia grupos<br />

de profesionales conjuntamente, hacia médicos individuales,<br />

o ambos. Los incentivos de grupo distribuyen<br />

los riesgos entre los profesionales que trabajan en un<br />

servicio, en un centro o en un equipo de atención primaria<br />

y fomentan el control por «pares», pero son más<br />

débiles que los individuales que, por otro lado, presentan<br />

problemas estadísticos, dado el bajo tamaño muestral,<br />

y pueden estar muy afectados por el error aleatorio. La<br />

combinación de ambas perspectivas puede tener interés,<br />

especialmente cuando se trabaja en equipo.<br />

Una segunda aproximación a esta pregunta parte<br />

de que los resultados sanitarios suelen implicar la contribución<br />

de diversos profesionales. Los resultados obtenidos<br />

por los diabéticos, por ejemplo, no sólo dependen<br />

de la atención que prestan los médicos generales, en<br />

los que se centran indicadores e incentivos. Médicos<br />

especialistas (en endocrinología, oftalmología, cardiología,<br />

cirugía vascular periférica, dermatología, etc.),<br />

enfermeras y otros profesionales son importantes en<br />

muchos indicadores. La ubicación de indicadores e incentivos<br />

en un responsable asistencial inadecuado (o<br />

parcial) puede reducir notablemente el impacto del P4P<br />

sobre los resultados clínicos. En el entorno español es<br />

muy probable que muchos de los incentivos situados<br />

en atención primaria (sobre todo los de prescripción)<br />

deban situarse –al menos, también– en la atención especializada,<br />

con la idea esencial de orientarlos para favorecer<br />

la atención coordinada e integral de los pacientes.<br />

¿Cuánto es suficiente<br />

En términos de posología (cantidad, frecuencia, duración)<br />

la relación dosis-respuesta de los incentivos a médicos<br />

es desconocida, aunque se sabe que tiene relación<br />

con las retribuciones totales y con las posibles alternativas<br />

de obtención de otros ingresos. Los incentivos, en teoría,<br />

para ser efectivos, deben compensar el esfuerzo realizado<br />

y deben suponer una parte sustantiva del conjunto<br />

de ingresos. En muchos programas de P4P, sin embargo,<br />

las cantidades que recompensan la calidad son mínimas<br />

o suponen una parte muy pequeña de los ingresos<br />

de un médico, con lo que su influencia en los resultados<br />

es, previsiblemente, baja. Este aspecto es una limitación<br />

muy característica de los estudios estadounidenses en<br />

los que un médico (que atiende usuarios de diversas aseguradoras)<br />

puede tener bajo esquemas de P4P a porcentajes<br />

muy pequeños de pacientes (p. ej., el 5-10 de<br />

sus diabéticos y menos del 1% de sus visitas), con un<br />

impacto esperable, incluso entre esos pacientes, muy pequeño.<br />

Las posibilidades de obtener ingresos de fuentes<br />

alternativas (p. ej., dedicando mayores esfuerzos a la atención<br />

de pacientes privados) también influyen en el impacto<br />

de los incentivos, que tienen que competir con estas otras<br />

fuentes de ingresos por el tiempo y el esfuerzo de los médicos.<br />

Del mismo modo, los incentivos tendrán más efecto<br />

cuando se implanten sobre esquemas básicos de pago<br />

capitativo o por salario (como en el SNS) que cuando se<br />

implanten sobre esquemas básicos de pago por acto<br />

(como las aseguradoras privadas).<br />

¿Qué retribuir<br />

<strong>El</strong> P4P requiere la evaluación cuantitativa del trabajo<br />

de los clínicos, usualmente en función del porcentaje<br />

de pacientes de un subgrupo concreto (denominador) que<br />

experimenta un determinado resultado (numerador), o de<br />

la adhesión del médico a determinados estándares de<br />

proceso que se pretenden «basados en la evidencia». <strong>El</strong><br />

mantra de las medidas de calidad dice que, idealmente,<br />

estas deben ser clínicamente relevantes, válidas (racionalidad<br />

clínica), estables al menos durante unos años (para<br />

permitir comparaciones a lo largo del tiempo), factibles,<br />

sólidas (fiables) y capaces de orientar la organización hacia<br />

la mejora 32 .<br />

Los problemas para desarrollar este tipo de mediciones<br />

del trabajo clínico son muy importantes: a) ausencia<br />

de criterios de evaluación basados en la evidencia<br />

para muchos tipos de cuidados y para muchos tipos de<br />

pacientes; b) incertidumbre en la definición de los límites<br />

de la enfermedad y entre cuidados aceptables e inaceptables;<br />

c) escaso tamaño muestral y otros problemas<br />

estadísticos, que se incrementan enormemente<br />

cuando se quiere valorar a médicos individuales o la<br />

atención de subconjuntos pequeños de pacientes;<br />

d) diferencias en la gravedad de los pacientes atendidos<br />

por cada profesional o cada centro, que puede determinar<br />

notables diferencias en la mayor parte de las<br />

medidas de proceso o de resultado; e) escasez de evidencias<br />

sobre cómo serían los procesos óptimos de<br />

atención, especialmente el manejo longitudinal a largo<br />

plazo de pacientes, y f) factibilidad y costes, incluido el<br />

tiempo que los médicos y el personal de enfermería<br />

deben dedican a registrar datos.<br />

Adicionalmente, la fijación del criterio o de los puntos<br />

de corte de cada indicador que sirven para definir<br />

la calidad o no de la asistencia prestada es también un<br />

aspecto complejo, sobre todo cuando se transforman medidas<br />

derivadas de escalas continuas (presión arterial,<br />

colesterolemia, hemoglobina glucosilada [Hb1 Ac ]) en dicotómicas<br />

(p. ej., porcentaje de pacientes con una presión<br />

arterial inferior a 130-140 mmHg, Hb1 Ac menor de<br />

7, 8 o 9). <strong>El</strong> establecimiento de criterios estrechos puede<br />

implicar la hipermedicalización de los pacientes, y también<br />

la desmoralización de los médicos que partían de<br />

posiciones más lejanas a los óptimos. Unos criterios de-<br />

147<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

masiado laxos suponen que muchos centros, con espacio<br />

potencial de mejora, habrían alcanzado de antemano<br />

sus objetivos finales. Una variante de este problema<br />

se plantea cuando hay que optar entre retribuir<br />

por alcanzar un determinado nivel de calidad (p. ej., que<br />

el 80% de los diabéticos tipo 2 tenga valores de Hb1 Ac<br />

9) o por mejorar (haber pasado del 40 al 70% de pacientes<br />

en el indicador previo, pero sin alcanzar el estándar<br />

óptimo). En este caso, un desequilibrio entre componentes<br />

puede «desmotivar» a los que alcanzan los<br />

óptimos (si sus compañeros con peores niveles de calidad<br />

reciben más incentivos) o las mejoras parciales de<br />

los médicos o equipos con peores indicadores.<br />

Cuántas medidas incluir y cuáles son las fuentes de<br />

datos, su solidez, fiabilidad y facilidad de manipulación,<br />

son cuestiones añadidas a la pregunta de qué retribuir.<br />

Para tener éxito, un sistema de P4P debe conseguir un<br />

buen equilibrio en «el qué», de forma que contenga la manipulación<br />

y no desmoralice a los «mejores» profesionales,<br />

pero tampoco desincentive la mejoría en los «peores».<br />

¿Se requieren ajustes por gravedad<br />

Los pacientes con niveles educativos altos, buen nivel<br />

económico y apoyo familiar suelen cumplir mejor los tratamientos,<br />

tener menos fallos de seguimiento (muchos<br />

indicadores derivan de acudir a revisiones, como realizar<br />

un fondo de ojo anual en los diabéticos) y obtener<br />

mejores resultados que los pacientes de características<br />

contrarias. Por otra parte, mientras requiere poco esfuerzo<br />

conseguir que un adulto joven disminuya su presión arterial<br />

de 141 a 139 mmHg y conseguir el objetivo del P4P<br />

(basta con tratarlo con cualquier antihipertensivo, incluso<br />

aunque sea un tratamiento dudoso) es mucho más<br />

complejo conseguir que un paciente de 80 años con hipertensión<br />

sistólica del anciano consiga cifras 140<br />

mmHg (pese a emplear combinaciones de 3-4 antihipertensivos,<br />

y otros tratamientos para sus efectos secundarios).<br />

Si los indicadores no están construidos sobre<br />

subgrupos de pacientes homogéneos (o, como en el caso<br />

británico, se permite la exclusión de los «malos riesgos»),<br />

el P4P puede perjudicar a los médicos que traten «peores»<br />

pacientes (más ancianos, con peor nivel socioeconómico,<br />

sin recursos familiares, etc.), favorecer la exclusión<br />

del sistema de estos grupos poblacionales y reducir<br />

la calidad de su atención.<br />

Clima y cultura profesional y organizacional<br />

Las características y el clima de cada organización<br />

–en realidad, incluso de cada microsistema de la misma<br />

organización– pueden influir notablemente en el impacto<br />

del pago por objetivos. Los microsistemas incluyen las<br />

relaciones con los pacientes y una imagen inadecuada<br />

de algunos de estos incentivos (especialmente, los<br />

pagos vinculados a las menores tasas de derivaciones<br />

o de prescripción) entre los pacientes, también podría<br />

afectar a los resultados del P4P.<br />

¿Cuál es la combinación óptima de incentivos financieros<br />

y no financieros<br />

Las estrategias no retributivas para la mejora de la<br />

calidad de la atención (guías, audit, feedback, procesos,<br />

difusión pública de los resultados) también han demostrado<br />

contribuir a la mejora de los indicadores, y<br />

tienen un importante potencial en su empleo aislado o<br />

combinado con el P4P, tal vez con efectos sinérgicos.<br />

Además, los otros «incentivos» (orgullo profesional, satisfacción<br />

por el trabajo bien hecho, reconocimiento, oportunidades<br />

–sobre todo en atención especializada– para<br />

trabajar en áreas o unidades «punteras» o, simplemente,<br />

ampliar las posibilidades de formación) pueden tener<br />

tanto o más peso que los económicos e incluso ser determinantes<br />

para crear un clima en que los incentivos<br />

monetarios puedan actuar positivamente.<br />

Resumiendo, los aspectos anteriores, aunque el<br />

análisis de los estudios –aleatorizados u observacionales–<br />

tiene valor para intentar identificar situaciones asociadas<br />

al éxito o fracaso del P4P, tienen una escasa validez<br />

externa y las posibilidades de generalizar sus<br />

resultados (incluso los del NHS) al entorno español son<br />

muy dudosas. Un análisis del diseño del P4P que se pregunte<br />

por sus elementos clave (quién, cuánto, cómo, qué,<br />

dónde, junto a qué otras cosas) puede ser mucho más<br />

informativo para considerar los posibles efectos del P4P<br />

en el contexto del SNS y sus diferentes entornos (atención<br />

primaria y especializada, hospitales comarcales y terciarios,<br />

enfermedades crónicas y agudas, consulta y domicilio,<br />

urgencias y prevención primaria). Una evaluación<br />

desapasionada de las experiencias en el SNS, aun siendo<br />

poco esperable en el panorama político habitual, sería<br />

muy instructiva para la toma de decisiones.<br />

Limitaciones de la gestión por «indicadores»<br />

y el pago por objetivos<br />

<strong>El</strong> P4P tiene limitaciones, y también puede tener consecuencias<br />

no deseables que conviene tener en cuenta.<br />

Las más relevantes serían las que citamos a continuación.<br />

Orientación a la reducción de la infrautilización<br />

La mayor parte de las iniciativas de P4P se han centrado<br />

en incrementar la utilización de tratamientos efectivos<br />

(p. ej., bloqueadores beta en prevención secun-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55<br />

148


Peiró S et al. Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados de salud, el pago por objetivos<br />

y el redireccionamiento de los incentivos<br />

daria del infarto de miocardio) o de medidas preventivas<br />

basadas en el consenso profesional (realización de<br />

una ecocardiografía anual en la insuficiencia cardiaca),<br />

pero prácticamente no hay iniciativas para reducir la sobreutilización.<br />

Esta orientación del P4P hacia la resolución<br />

de problemas de subutilización podría agravar<br />

los problemas de sobreutilización. Así, se ha señalado<br />

que los indicadores de «calidad», como el de «administración<br />

de antibióticos en las primeras 4 h de la<br />

llegada al hospital, en la sospecha de neumonía», pueden<br />

llevar a que reciban antibióticos todos los pacientes<br />

con fiebre y tos en la puerta de urgencias 33 .<br />

Recientemente se ha recomendado expandir el enfoque<br />

P4P para intentar mejorar la adecuación de la cirugía<br />

discrecional «sensible a las preferencias de los pacientes»<br />

34 y reducir las hospitalizaciones por enfermedades<br />

crónicas (un tipo de atención muy «sensible a la oferta<br />

de recursos hospitalarios») 35 , pero no parece haber avances<br />

prácticos en este terreno. De hecho, y dado que políticamente<br />

no parece muy inteligente retribuir a los médicos<br />

–al menos a los especialistas– por hacer menos<br />

de algo (incluso cuando hacer menos signifique prestar<br />

atención de mejor calidad), es previsible que el problema<br />

de la sobreutilización de servicios no efectivos (o incluso<br />

perjudiciales) deba abordarse a través de otras aproximaciones<br />

de «retribución por calidad» 36 .<br />

Afectación de la equidad<br />

La equidad es una dimensión importante de la calidad<br />

de los servicios sanitarios y un atributo clave de su performance.<br />

Para orientar las organizaciones hacia la reducción<br />

de las desigualdades, los indicadores deberían<br />

estratificarse por nivel socioeconómico, sexo o grupo étnico,<br />

un aspecto generalmente olvidado en el P4P 37 . Los<br />

estudios que han revisado estos aspectos, tanto en Estados<br />

Unidos como en el Reino Unido, han mostrado que<br />

las consultas de las áreas más desfavorecidas muestran<br />

peores indicadores 38-41 , aspecto que penalizaría a los centros<br />

que atienden estas áreas 42 y, si se vinculan retribuciones<br />

a estos indicadores, generaría incentivos para intentar<br />

la exclusión de estos pacientes. No obstante, los<br />

estudios británicos tienden a mostrar algunas mejoras de<br />

los indicadores en los grupos más desfavorecidos (aunque<br />

menores que las mejoras en los niveles sociales más<br />

altos), lo que sugiere que los esquemas de P4P podrían<br />

mejorar la atención de los más desfavorecidos, aun a costa<br />

de un incremento de las desigualdades 38 .<br />

«Efecto lupa»<br />

Los indicadores que soportan los sistemas de P4P<br />

se concentran, casi necesariamente, sobre algunas actividades<br />

clínicas sencillas de medir. Estas actividades<br />

incluyen la prescripción de determinados medicamentos<br />

(en buena medida, para la prevención primaria o<br />

secundaria) y en la realización de actividades preventivas,<br />

sobre todo en algunas poblaciones de pacientes<br />

con enfermedades crónicas 43 . Un resultado indeseable<br />

de esta situación es la sobrededicación a servicios –en<br />

muchas ocasiones, de reducido valor clínico–, cuya visión<br />

es ampliada por el «efecto lupa» de los indicadores,<br />

con descuido de otros aspectos igualmente importantes<br />

(y, en muchos casos, más importantes) 14,44 .<br />

En este sentido, algunos trabajos apuntan que:<br />

– La prestación de los servicios preventivos recomendados<br />

como prioritarios por las guías de práctica<br />

clínica supondría, para un médico de familia típico, un<br />

total de 7,4 h de trabajo por día laborable 45 . Igualmente,<br />

la atención de las 10 enfermedades crónicas más<br />

prevalentes siguiendo las guías usuales, supondría para<br />

estos médicos 3,5 h de trabajo diarias 46 . Se trata de un<br />

aspecto de especial interés porque los sistemas de indicadores<br />

utilizados en el P4P descansan precisamente<br />

sobre estos tipos de actividades, cuya realización no<br />

dejaría tiempo para ninguna otra actividad (en especial<br />

para atender a los enfermos agudos o las descompensaciones<br />

agudas de los pacientes crónicos).<br />

– Tres cuartas partes de la población británica no<br />

padece ninguna de las enfermedades incluidas en el<br />

NHS Quality and Outcomes Framework 47 , pero desde<br />

su introducción los grupos con intereses especiales han<br />

intentado incluir sus particulares prioridades entre los<br />

objetivos medidos y retribuidos. Por el contrario, no se<br />

consideran otros problemas prevalentes y potencialmente<br />

graves (p. ej., la depresión o la esquizofrenia) 48,49 .<br />

– Buena parte de los indicadores de calidad utilizados,<br />

incluso por el NHS 50 , se refieren a la prestación<br />

de cuidados de valor no demostrado, y este tipo de atención<br />

compite por los recursos disponibles con otros tipos<br />

de atención más prioritarios.<br />

Las preguntas obvias son: ¿qué pasa con lo que no<br />

se mide, ¿cuáles son los costes de oportunidad de la<br />

sobreatención a las actuaciones médicas que disponen<br />

de indicador Algunos autores que han utilizado indicadores<br />

«ocultos» o «no retribuidos» para valorar el<br />

«efecto lupa» no encontraron evidencia de empeoramiento<br />

de la atención no sujeta a P4P 51,52 , aunque se<br />

trata de estudios muy específicos y de compleja interpretación<br />

(p. ej., en uno de ellos tampoco se encontró<br />

evidencia de mejora en las medidas sujetas a P4P), por<br />

lo que sus resultados no deberían generalizarse.<br />

Validez de los indicadores<br />

<strong>El</strong> valor y los costes de oportunidad de dedicarse<br />

a tratar los problemas que se han incluido en los sis-<br />

149<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

temas de P4P dependen, sobre todo, de la validez de<br />

los indicadores utilizados. <strong>El</strong> concepto de validez, en<br />

este contexto, se refiere a la existencia de una relación<br />

causal sólida entre los niveles alcanzados en los indicadores<br />

utilizados para medir-retribuir la «calidad»<br />

(usualmente medidas de proceso y resultados fisiopatológicos)<br />

y mejoras reales en resultados clínicos relevantes<br />

(como la mortalidad, la incidencia de episodios<br />

mórbidos, la reducción de complicaciones<br />

relevantes, las mejoras funcionales o de calidad de vida<br />

y otras medidas similares). La literatura médica a este<br />

respecto es, sin embargo, poco consistente:<br />

– En una evaluación del programa de «demostración»<br />

de P4P más importante de Medicare-Medicaid se analizaron<br />

los resultados de más de 100.000 pacientes con<br />

infarto agudo de miocardio (IAM) en 54 hospitales bajo<br />

P4P, comparándola con un grupo control de más de 400<br />

hospitales sin pago por calidad. Los pacientes bajo P4P<br />

mostraban un porcentaje discretamente mayor de prescripción<br />

de aspirina al alta y de consejo de abandono<br />

tabáquico, pero no había diferencias en el conjunto de<br />

medidas de proceso para el IAM del American College<br />

of Cardiology/ American Hospital Association (AHA/ACC),<br />

ni en la mortalidad intrahospitalaria 52 .<br />

– Ningún indicador de calidad en el manejo hospitalario<br />

de la insuficiencia cardíaca congestiva (ICC) del<br />

AHA/ACC se asoció a reducciones de mortalidad a los<br />

60 y 90 días del ingreso hospitalario, aunque uno de<br />

los indicadores (la administración de inhibidores de la<br />

enzima conversiva de la angiotensina [IECA]), sí se asoció<br />

a la mejora de un resultado combinado de mortalidad<br />

y/o reingreso. Por otra parte, la prescripción de<br />

bloqueadores beta al alta (que no era una medida<br />

de calidad de las organizaciones mencionadas) se asoció<br />

con una importante mejora de estos resultados 53 .<br />

– En otro trabajo estadounidense, realizado sobre<br />

los más de 3.500 hospitales de agudos participantes<br />

en un programa para dar a conocer sus indicadores a<br />

los pacientes, las instituciones que se situaban en el<br />

cuartil más elevado en indicadores de calidad para el<br />

IAM, la ICC y la neumonía, mostraban, respecto a los<br />

tres cuartiles con peores indicadores, reducciones absolutas<br />

de mortalidad entre 0,001 y 0,012 según el proceso<br />

y la medida de mortalidad (intrahospitalaria, a los<br />

30 días y al año del ingreso). Las comparaciones en<br />

el otro sentido (tres cuartiles superiores frente al peor<br />

cuartil) mostraban cifras de reducción absoluta de los<br />

indicadores de mortalidad de 0,008 y 0,018 para el IAM,<br />

incrementos del 0,013 y 0,038 en la mortalidad por ICC<br />

y reducciones de 0,003 y 0,014 para la neumonía 54 . Aunque<br />

dado el elevado número de hospitales del trabajo<br />

algunas de estas cifras fueron estadísticamente significativas,<br />

su relevancia clínica es mínima 55 .<br />

– Wang et al 56 compararon, en pacientes con IAM,<br />

la mortalidad estandarizada de los 50 «mejores» hospitales<br />

de un ranking estadounidense con el resto de<br />

centros. Además, los «mejores» hospitales tenían un<br />

menor riesgo ajustado de muerte, pero las tasas de mortalidad<br />

de estos centros se superponían con las del resto,<br />

y unos pocos de los «mejores» tenían tasas ajustadas<br />

de mortalidad de entre las peores de Estados Unidos.<br />

– Bradley et al 57 , en casi 1.000 hospitales que participaban<br />

en un registro de IAM, encontraron asociaciones<br />

moderadas o débiles entre diversas medidas de<br />

proceso (aspirina al ingreso, bloqueadores beta al ingreso,<br />

al alta, IECA al alta, consejo antitabaco, tiempo<br />

hasta la reperfusión). Algunas de estas medidas se correlacionaron<br />

con las tasas de mortalidad a los 30 días<br />

del IAM, pero apenas alcanzaron a explicar un 6% de<br />

la varianza en esta medida de resultado.<br />

– En la experiencia británica, Bottle et al 58 encontraron<br />

relaciones muy débiles entre las puntuaciones<br />

de calidad de 303 equipos de atención primaria y las<br />

tasas de hospitalizaciones por enfermedad coronaria.<br />

Un trabajo similar encontró asociaciones pequeñas e<br />

inconsistentes (ocasionalmente, mejor «calidad» se asociaba<br />

a peores resultados clínicos) entre las puntuaciones<br />

de calidad y los ingresos por urgencias o la mortalidad<br />

59 .<br />

Aunque también hay estudios en que los indicadores<br />

de calidad sí se asociaron a mejores resultados clínicos<br />

60 , la ausencia de una clara relación entre ambos<br />

tipos de medidas es patente; y ello pese a las muestras<br />

con gran número de hospitales, el empleo de sofisticados<br />

sistemas de ajuste de gravedad y el análisis<br />

con complejos métodos estadísticos. Esta situación plantea<br />

numerosas incógnitas sobre el uso de estas medidas<br />

de calidad en los esquemas de P4P. No tanto porque<br />

los proveedores no deban esforzarse en emplear<br />

determinados tratamientos (que, en buena parte aunque<br />

no todos, habían mostrado una sólida relación con<br />

los resultados clínicos en los homogéneos grupos de<br />

pacientes de los ensayos clínicos controlados) 55 sino<br />

porque los beneficios esperables en la práctica real (con<br />

grupos de pacientes heterogéneos, y respecto al manejo<br />

usual empleado por cada proveedor adaptándose<br />

en el seguimiento a cada paciente) serán menores<br />

que los relatados en los ensayos y, en muchas ocasiones,<br />

mínimos.<br />

Confusión entre las recomendaciones de guías de práctica<br />

e indicadores de calidad<br />

En los esquemas de P4P buena parte de los incentivos<br />

se asignan en función de la adhesión de médicos<br />

o centros sanitarios a determinadas medidas que,<br />

en muchas ocasiones, se han derivado de recomendaciones<br />

de guías de práctica clínica (GPC) basadas<br />

en estudios clínicos con aleatorización. Estas medidas<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55<br />

150


Peiró S et al. Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados de salud, el pago por objetivos<br />

y el redireccionamiento de los incentivos<br />

basadas en evidencias sólidas tienen más credibilidad<br />

clínica y suscitan mayor confianza que otros indicadores.<br />

Lamentablemente, la conversión de las recomendaciones<br />

de las GPC en indicadores de calidad es muy<br />

problemática y puede tener importantes efectos adversos<br />

61,62 .<br />

Las GPC son conjuntos de recomendaciones para<br />

aplicarse prudentemente según la experiencia clínica<br />

y cuyo objetivo básico es facilitar una síntesis de información<br />

para reducir la brecha entre conocimiento<br />

científico y práctica clínica. Para ser comprensivas de<br />

diversas situaciones, mantienen un lenguaje flexible, reconociendo<br />

zonas grises de elevada incertidumbre, la<br />

complejidad de la atención médica y la necesidad de<br />

incorporar las preferencias de los pacientes. Aconsejan,<br />

instruyen y sugieren cuidados y actuaciones, sin<br />

forzar su cumplimiento. Los indicadores de calidad son<br />

criterios cuantitativos que indican el rendimiento en el<br />

cumplimiento de un determinado objetivo y cuya intención<br />

es evaluar la calidad de la atención prestada<br />

por médicos o instituciones. Su lenguaje es rígido, con<br />

criterios específicos de lo que es correcto y lo que es<br />

incorrecto, usados en forma de algoritmos muy simples<br />

a partir de datos fácilmente disponibles en la mayor parte<br />

de las organizaciones. Y tienen carácter forzoso, asociado<br />

a incentivos o penalizaciones.<br />

Por ejemplo, la recomendación de intentar que la presión<br />

arterial de los diabéticos se sitúe por debajo de<br />

130/80 mmHg es usual en las GPC; pero por sus propias<br />

características (el concepto de «guía», de recomendación<br />

no forzosa), las GPC admiten que cambiar<br />

a tratamientos más intensivos para conseguir este objetivo<br />

depende de diversos factores, incluidas las circunstancias<br />

del paciente (riesgo basal, comorbilidad,<br />

tratamientos concomitantes, carga de los nuevos tratamientos)<br />

y los propios riesgos de los nuevos tratamientos.<br />

Por ejemplo, dos diabéticos con idénticas cifras<br />

de hipertensión moderada (supongamos 140/90<br />

mmHg) podrían tener un riesgo basal de muerte cardiovascular<br />

del 20% a los 5 años (varón de 65 años de<br />

edad, fumador, diagnosticado hace 15 años, con una<br />

Hb1 Ac del 8% y un colesterol total de 200 mg/dl) o del<br />

1% (mujer de 50 años de edad, no fumadora, con una<br />

Hb1 Ac del 7% y un colesterol de 180 mg/dl). Un tratamiento<br />

más intensivo que redujera en un 10% el riesgo<br />

de muerte cardiovascular sería importante para el<br />

primer caso, pero no tanto para el segundo 63 . Estas situaciones<br />

y otras similares hacen que el (buen) juicio<br />

clínico permita individualizar los tratamientos y obviar<br />

las recomendaciones genéricas de las GPC, sin que<br />

ello pueda valorarse como atención de baja calidad 64<br />

o calificarse de «inercia clínica» 65 .<br />

Los indicadores de calidad, por el contrario, deben<br />

estar conformados, sobre todo, por prioridades de asistencia<br />

sanitaria para mejorar la atención a un determinado<br />

problema. Estos indicadores, simples y fáciles<br />

de obtener, no pueden incluir a todos los diferentes<br />

tipos de pacientes que se agrupan bajo diagnósticos<br />

como diabetes o ICC, ni intentar evaluar todos los<br />

aspectos de la atención a un determinado problema,<br />

pero sí pueden y deben orientarse hacia los pacientes<br />

y procesos que se presumen más sensibles a la<br />

mejora de los resultados clínicos. Por ejemplo, incluso<br />

reconociendo que una Hb1 Ac 7% fuera un objetivo<br />

terapéutico correcto, también es importante conceder<br />

que unos valores del 7-8% son un problema<br />

mucho menor que unas cifras del 10%. Un indicador<br />

que concentre la atención en pacientes con el primer<br />

grupo de valores puede producir menos beneficios que<br />

otro que se centre en pacientes con mayor riesgo. En<br />

la práctica, las pequeñas desviaciones sobre el objetivo<br />

«teórico» pueden carecer de importancia mientras<br />

que los efectos adversos para lograrlos pueden ser importantes.<br />

Por ejemplo: utilizar 2-3 antidiabéticos orales,<br />

2-4 antihipertensivos y dosis altas de estatinas para<br />

que un diabético de 80 años con hipertensión e hiperlipemia<br />

alcance los puntos de corte en los indicadores<br />

de diabetes puede no ser una estrategia clínica<br />

adecuada.<br />

La transformación de las recomendaciones de la<br />

GPC en indicadores rígidos (tipo «todo o nada») tiende<br />

a priorizar la prestación de cuidados de mínimo valor<br />

en pacientes de bajo riesgo y, por ello, no deben esperarse<br />

grandes beneficios de esta estrategia. Por el<br />

contrario, este tipo de indicadores premian el uso de<br />

tratamientos especulativos 66 , caros para el sistema sanitario,<br />

incómodos para los pacientes y de desconocida<br />

seguridad a largo plazo 44,67-69 . Esto mismo sucede<br />

con muchas de las prácticas preventivas recomendadas<br />

en las GPC y transformadas en indicadores, como<br />

el examen anual del fondo de ojo en pacientes diabéticos<br />

cuyo examen previo fue normal 70,71 o la ecocardiografía<br />

anual en pacientes con ICC estables y sin cambios<br />

clínicos 25 . Las recientes polémicas en Estados<br />

Unidos para fijar un nuevo punto de corte en el indicador<br />

de Hb1 Ac del National Committee for Quality Assurance<br />

(NCQA) han sacado a la luz el componente<br />

«político» de estos indicadores, al poner de manifiesto<br />

el interés de la industria farmacéutica (que financió<br />

una campaña para modificar el indicador previo) 68 , pero<br />

también de las asociaciones de enfermos y de las sociedades<br />

de especialistas (que buscan atraer recursos<br />

hacia «su» enfermedad o «su» especialidad) en confundir<br />

recomendaciones e indicadores.<br />

Ingeniería documental y marrullerías con los datos<br />

Como señalaba un médico británico, «la única<br />

forma de beneficiarse de los incentivos financieros<br />

contenidos en el nuevo General Medical Services Contract<br />

es optimizar el registro de datos de las perso-<br />

151<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55


CAPÍTULO 3. PRIORIDADES GENERALES Y PRESTACIONES INDIVIDUALES<br />

nas incluidas en los objetivos del Department of Health»<br />

72 . «Optimizar» no quiere decir, al menos necesariamente,<br />

incrementar la exhaustividad y la calidad<br />

de las historias clínicas, sino seleccionar los datos (y<br />

pacientes) que maximizan el reembolso. En la experiencia<br />

británica diversos datos apuntan que tanto el<br />

registro selectivo de los datos favorables como y, sobre<br />

todo, la exclusión de los denominadores de los pacientes<br />

que no alcanzaban los objetivos han sido elementos<br />

importantes en la «mejora» experimentada por<br />

los indicadores del NHS 23,25,71-73 . Incluso se apunta que<br />

la exclusión de pacientes puede ser la causa de un<br />

inexplicable descenso en la incidencia de enfermedad<br />

coronaria cuando se utiliza como fuente de información<br />

las bases de datos de historias clínicas 73 .<br />

La perspectiva de los pacientes<br />

Algunos trabajos sugieren que los pacientes deberían<br />

incrementar su influencia en la evaluación de<br />

la calidad de la atención que reciben y en las retribuciones<br />

de sus médicos, aunque reconocen que hay<br />

poca información para valorar si este tipo de medidas<br />

contribuiría o no a la mejora de la calidad de la<br />

atención 74 . En todo caso, los trabajos actuales muestran<br />

que no hay relación entre los juicios de los pacientes<br />

sobre la calidad de los centros sanitarios y<br />

las puntuaciones de estos centros en los indicadores<br />

de calidad 75 . Mayor acuerdo parece haber (en la<br />

literatura médica anglosajona, no en la realidad española)<br />

en que los pacientes tienen derecho a conocer<br />

los sistemas de pago a sus médicos, especialmente<br />

si los esquemas utilizados contienen incentivos para<br />

realizar o no realizar determinadas actuaciones 76 , y<br />

ello pese a que los médicos eluden tratar este tema<br />

ante preguntas directas de los pacientes, y éstos pueden<br />

experimentar cierta incomodidad o desconfianza<br />

al conocer algunos de los incentivos por los que<br />

cobran sus médicos 77 .<br />

Impacto sobre el profesionalismo y la motivación interna<br />

de los médicos<br />

Uno de los efectos paradójicos de los incentivos financieros<br />

es el posible impacto negativo sobre la moral<br />

y la motivación de los profesionales. Muchas actuaciones<br />

profesionales están intrínsecamente motivadas y hay<br />

evidencias de que este tipo de motivación puede ser<br />

socavado por las retribuciones externas 78 , especialmente<br />

si crean conflictos internos. Se trata de un aspecto importante<br />

porque la motivación intrínseca se considera<br />

tradicionalmente un atributo esencial de la excelencia<br />

profesional 79 .<br />

La calidad es un problema del «sistema»<br />

Los marcos conceptuales actuales tienden a definir<br />

los problemas de calidad como fallos del «sistema»,<br />

esto es, del conjunto de la organización antes que de<br />

cada uno de los individuos que la integran. <strong>El</strong> hecho<br />

de enfocar los incentivos hacia los médicos individuales<br />

parece obviar este componente de sistema y, sobre<br />

todo, se asume que la calidad de la atención sanitaria<br />

deriva exclusivamente de las decisiones clínicas individuales<br />

y se apuesta por que las actuaciones financieras<br />

sobre los médicos pueden mejorar estas decisiones<br />

80 . Obviamente, no se trata de negar el peso de<br />

las decisiones clínicas individuales en la calidad de la<br />

atención, pero hay evidencias de que la calidad asistencial<br />

esta muy influida por la organización 81,82 y, por<br />

tanto, los directivos de estas organizaciones no deberían<br />

descuidar su responsabilidad como «organización»<br />

escudándose en indicadores adecuados y suficiente dinero<br />

para incentivos. Estos elementos, incluso si están<br />

bien diseñados, tienen pocas posibilidades de producir<br />

grandes mejoras si no van acompañados de estrategias<br />

organizativas globales, capacidad técnica (inteligencia<br />

organizacional) y liderazgo gestor y clínico para<br />

conducir la organización. La Veterans Health Administration,<br />

una organización de carácter público que constituye<br />

el sistema de atención integrada más importante<br />

de Estados Unidos (con más de 100 hospitales, presta<br />

atención a unos 5 millones de ex militares y sus familias),<br />

suele ponerse como ejemplo de la importancia de<br />

las estrategias organizacionales 83 .<br />

Hay aspectos obvios que requieren abordajes organizativos.<br />

<strong>El</strong> rediseño de los procesos de atención<br />

basándose en las mejores prácticas, la incorporación<br />

inteligente de tecnologías de la información y soporte<br />

a la toma de decisiones, la coordinación de la atención<br />

de los pacientes (p. ej., qué procesos deben concentrarse<br />

en algunos centros para optimizar la relación volumen-calidad)<br />

o el desarrollo de prioridades y políticas<br />

de atención sobre las que incorporar las medidas<br />

de calidad y eficiencia. La importancia de los aspectos<br />

de sistema es aún más obvia, incluso cuando se<br />

requieren cambios organizativos para mejorar la atención<br />

y la sensibilidad a las necesidades de los pacientes<br />

o, simplemente, para incrementar la transparencia<br />

del sistema, una condición que va unida a los estudios<br />

evaluativos y a las propuestas de mejora.<br />

Recomendaciones<br />

<strong>El</strong> «pago por calidad» se está introduciendo con fuerza<br />

en los sistemas sanitarios de los países desarrollados,<br />

tanto en los que se basan en el mercado y esquemas<br />

retributivos básicos de pago por acto, como en<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55<br />

152


Peiró S et al. Posibilidades y limitaciones de la gestión por resultados de salud, el pago por objetivos<br />

y el redireccionamiento de los incentivos<br />

los sistemas públicos bajo esquemas básicos de capitación<br />

o salario, y tanto para el reembolso a hospitales<br />

u organizaciones integradas como para retribuir<br />

médicos individuales. Pese a sus limitaciones, y las escasas<br />

evidencias sobre su efectividad y capacidad para<br />

mejorar la calidad de la asistencia, el P4P ha venido<br />

para quedarse, aunque no necesariamente en las modalidades<br />

utilizadas actualmente. De hecho, una de las<br />

fortalezas del P4P es su plasticidad para ser modificado<br />

(en tipo de incentivos, cantidades, indicadores, criterios,<br />

etc.) y, por tanto, para intentar un realineamiento continuo<br />

entre retribución y mejora de calidad.<br />

Los resultados de la investigación en servicios sanitarios<br />

suelen ser ambiguos, y pasar desde esta literatura<br />

médica a las recomendaciones para un sistema<br />

sanitario concreto siempre tiene, se haga o no explícito,<br />

un alto componente interpretativo. Tentativamente,<br />

los elementos de mayor interés para el SNS podrían ser:<br />

– Los sistemas de indicadores utilizados mayoritariamente<br />

en el SNS, que fundamentalmente cargan contra<br />

los medicamentos de alto precio en atención primaria<br />

y contra la duración de la estancia y el rendimiento de<br />

quirófano en atención especializada, no parecen conceptualmente<br />

asociados a mejores resultados para los<br />

pacientes. Se requiere un importante esfuerzo para desarrollar<br />

nuevos indicadores que realmente conduzcan<br />

a una mejora de la calidad de la atención.<br />

– Estos nuevos indicadores deben abordar, en alguna<br />

medida, la información sobre desigualdades. Construir<br />

separadamente indicadores para ambos sexos, para<br />

diferentes niveles socioeconómicos y para algunos grupos<br />

específicos puede ser el primer paso en este sentido.<br />

– <strong>El</strong> desarrollo de indicadores más finos que los<br />

actuales estimulará las actuaciones de los agentes con<br />

intereses en el sector. Cabe esperar presiones de las<br />

sociedades de especialistas, de la industria farmacéutica<br />

y de las organizaciones de pacientes por incorporar<br />

indicadores que sitúen «su» medicamento,<br />

especialidad o enfermedad en el centro de los esquemas<br />

de P4P. Se apunta que la fijación de los puntos<br />

de corte de los indicadores en los valores recomendados<br />

por la GPC podría disparar de forma<br />

importante el gasto farmacéutico. Mantener la regla de<br />

fijar indicadores sólo para cuidados de alto valor clínico<br />

y, prioritariamente, en poblaciones de alto riesgo,<br />

será un elemento crítico para la efectividad y la eficiencia<br />

del pago por calidad.<br />

– Seguir las reglas básicas de la teoría de incentivos<br />

es una recomendación obvia. Menos obvia, pero<br />

probablemente más importante, será establecer y dar<br />

importancia a los «incentivos» no económicos (a todo<br />

lo que favorece la motivación intrínseca y la satisfacción<br />

por el trabajo bien hecho) y el refuerzo del profesionalismo.<br />

– Es importante situar los incentivos de forma que<br />

se favorezca la coordinación e integración de la atención.<br />

Pagar a los médicos de atención primaria por no<br />

hacer (no derivar, no prescribir, no pedir pruebas) y a<br />

los especialistas por hacer cuanto más mejor (más visitas,<br />

más pruebas, más ingresos, más intervenciones)<br />

puede ser contradictorio.<br />

– <strong>El</strong> paternalismo inherente a los sistemas de indicadores<br />

(que establecen cómo deben tratarse todos los<br />

pacientes más allá de sus preferencias), necesita contrapesarse<br />

por la influencia de los pacientes. La debilidad<br />

actual de este contrapeso en el SNS sugiere la<br />

conveniencia de indicadores poco estrictos y/o incentivos<br />

poco potentes.<br />

– <strong>El</strong> desarrollo de nuevos indicadores, su evaluación<br />

y, en general, el conjunto de las estrategias de P4P<br />

requieren mucho más análisis e información que la que<br />

está en condiciones de aportar la extraordinariamente<br />

débil investigación en servicios sanitarios española. No<br />

sólo se requieren más estructuras «inteligentes» (que,<br />

a su vez, costaría mucho formar), sino muchas más facilidades<br />

para el acceso a la información, esto es, mayor<br />

transparencia.<br />

En todo caso, es importante recordar que los indicadores<br />

y los incentivos asociados no son el único instrumento<br />

de mejora de calidad disponible en el sistema<br />

sanitario. Es más, probablemente se trata de un<br />

instrumento que, como muestran las experiencias de<br />

la Veterans Administration o del propio National Health<br />

Service británico, sólo funciona adecuadamente formando<br />

parte de estrategias organizativas globales.<br />

Agradecimientos y eximentes<br />

Enrique Bernal, Beatriz González, Ricard Meneu, Vicent<br />

Ortún y Jaume Puig revisaron las versiones preliminares de<br />

este manuscrito y nos dieron sabios consejos que casi nunca<br />

seguimos, aunque siempre nos fueron útiles. Procede –y<br />

mucho– la eximente habitual. Las instituciones en que trabajan<br />

los autores no comparten necesariamente las opiniones contenidas<br />

en este trabajo.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):143-55


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

Integración y fronteras entre la atención sanitaria y social<br />

María Victoria Zunzunegui Pastor a,b / Pablo Lázaro y de Mercado a<br />

a<br />

Técnicas Avanzadas de Investigación en Servicios de Salud, Madrid, España; b Université de Montreal, Québec, Canadá.<br />

(Integration and boundaries between health and social<br />

care)<br />

Resumen<br />

En este trabajo se examinan las posibilidades de integración<br />

de los servicios sociales y sanitarios en el contexto español.<br />

Nos referiremos a la recientemente promulgada Ley de Promoción<br />

de la autonomía personal y de atención a las personas<br />

en situación de dependencia y al Plan de Atención a la Salud<br />

Mental como ilustraciones de políticas que necesitan para su<br />

desarrollo un alto grado de integración en los niveles de financiación,<br />

organización y atención clínica. Se plantean preguntas<br />

como: ¿qué sabemos sobre la efectividad de la integración<br />

de los servicios sanitarios con los servicios sociales,<br />

¿quiénes deben ser objeto de integración de servicios y cuáles<br />

son las estructuras de apoyo para servicios integrados centrados<br />

en las necesidades de los usuarios, ¿quién debe estar<br />

al mando de los servicios integrados<br />

Se definen las cinco leyes sobre la integración de servicios<br />

propuestas por Leutz y se revisan varias experiencias internacionales.<br />

Se concluye que estamos en un momento favorable<br />

para transformar los servicios sanitarios y sociales en<br />

la atención a la dependencia y a los problemas de salud mental<br />

hacia una mayor integración. Se recomienda un sistema<br />

de servicios integrados para personas con dependencia moderada<br />

y grave, descentralizado al nivel de zona básica de<br />

salud y servicios sociales, con un único presupuesto calculado<br />

por estimación de gasto per cápita, donde el equipo interdisciplinario<br />

y el gestor de caso (profesionales de enfermería<br />

o trabajadores sociales) tengan la responsabilidad clínica y<br />

financiera de los cuidados prestados a los usuarios.<br />

Palabras clave: Atención sociosanitaria. Dependencia. Salud<br />

mental. Integración de servicios.<br />

Abstract<br />

We examine the opportunities to establish integrated services<br />

in Spain. The new law on services for disabled people<br />

approved by the Spanish Parliament in December 2006<br />

and the Mental Health Plan of the Spanish Ministry of Health<br />

are used to illustrate policies that will require a high degree<br />

of integration among organizational, financial and clinical<br />

levels. In this context, some of the following questions<br />

arise: what do we know about the effectiveness of the integration<br />

of health and social services Who should be the targets<br />

of integration and what are the structures needed for<br />

patient-centered services Who should be responsible for<br />

and manage these services<br />

An outline of Leutz’s five criteria for integration is reviewed<br />

and the results from international experiences are discussed.<br />

We conclude that Spain is at a crossroads for the<br />

integration of services for disabled people and people with<br />

mental health problems. We recommend that a system of<br />

integrated services be organized for people with moderate<br />

or severe disability. This system should be decentralized at<br />

the levels of local health and social services, with a single<br />

budget estimated on a capitation basis. Clinical and financial<br />

responsibility should be shared between the interdisciplinary<br />

team and the case manager (nursing or social work<br />

professionals).<br />

Key words: Sociomedical care. Dependency. Mental health.<br />

Services integration.<br />

Ideas clave<br />

• La integración de los servicios sanitarios y sociales<br />

es la base de la implantación de los servicios<br />

previstos en la Ley de Promoción de la autonomía<br />

Correspondencia: María Victoria Zunzunegui Pastor.<br />

Técnicas Avanzadas de Investigación en Servicios de Salud.<br />

Correo electrónico: maria.victoria.zunzunegui@umontreal.ca<br />

personal y de atención a las personas en situación<br />

de dependencia y en el Plan de Atención a la Salud<br />

Mental.<br />

• Un sistema de servicios integrados incluye un punto<br />

de entrada único, un gestor de caso, la evaluación<br />

geriátrica y el equipo interdisciplinario.<br />

• La gestión y la evaluación de resultados del sistema<br />

de servicios integrados necesita un buen sistema de<br />

información que permita la imputabilidad de responsabilidades.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):156-62<br />

156


Zunzunegui Pastor MV et al. Integración y fronteras entre la atención sanitaria y social<br />

• Se debe evitar la duplicidad en las responsabilidades<br />

y en la prestación de servicios y los presupuestos<br />

por instituciones.<br />

• La integración debe hacerse en los niveles políticos,<br />

de gestión y clínicos con presupuestos conjuntos definidos<br />

en función de las necesidades de la población<br />

que reside en un territorio.<br />

Introducción<br />

Las políticas europeas apuntan a la integración<br />

de los servicios sociales y sanitarios. En España,<br />

el artículo 14 de la Ley de Cohesión y Calidad<br />

(Ley 16/2003) define la prestación sociosanitaria<br />

como «el conjunto de cuidados destinados<br />

a los enfermos generalmente crónicos que por sus especiales<br />

características y/o situación pueden beneficiarse<br />

de la actuación simultánea y sinérgica de los<br />

servicios sanitarios y sociales para aumentar su autonomía,<br />

paliar sus limitaciones y/o sufrimientos y facilitar<br />

su reinserción social». La ley estipula que las<br />

prestaciones sociosanitarias incluirán los cuidados de<br />

larga duración, la convalecencia y la rehabilitación. La<br />

continuidad de los cuidados en el ámbito social estará<br />

garantizada por la coordinación de ambos sistemas<br />

de servicios 1 .<br />

La Ley de Cohesión y Calidad plantea la coordinación<br />

entre los sistemas sanitario y social como garantía<br />

de continuidad, pero no se trata de una continuidad<br />

lineal. Lo sanitario y lo social interactúan<br />

continuamente y están íntimamente ligados, especialmente<br />

en la atención a las personas con pérdidas<br />

funcionales y a las personas afectadas por enfermedades<br />

mentales. La consecución de objetivos<br />

depende del grado de coordinación que se consiga<br />

en los niveles políticos, financieros, organizativos y<br />

clínicos.<br />

En este trabajo se examinan las posibilidades de<br />

integración de los servicios en el contexto español.<br />

Nos referiremos a la Ley de Promoción de la autonomía<br />

personal y de atención a las personas en situación<br />

de dependencia 2 y al Plan de Atención a la<br />

Salud Mental 3 como ilustraciones de políticas que necesitan<br />

para su desarrollo un alto grado de integración<br />

en los niveles de financiación, organización y<br />

atención clínica. Se plantean preguntas como: ¿qué<br />

sabemos sobre la efectividad de la integración de los<br />

servicios sanitarios con los servicios sociales,<br />

¿quiénes deben ser objeto de integración de servicios<br />

y cuáles son las estructuras de apoyo para servicios<br />

integrados centrados en las necesidades de los<br />

usuarios, ¿quién debe estar al mando de los servicios<br />

integrados<br />

Las leyes de la integración en el contexto<br />

español<br />

Según Leutz 4 , la integración de servicios es una búsqueda<br />

para conectar el sistema de servicios sanitarios<br />

con otros sistemas de servicios humanos –cuidados de<br />

larga duración, educación, vivienda– para mejorar los<br />

resultados (clínicos, efectividad y satisfacción). Los<br />

«otros servicios humanos» son los «no sanitarios», y<br />

precisamente esta distinción entre lo sanitario y «lo otro»<br />

ha estado en el centro del debate sobre el desarrollo<br />

de políticas y su aplicación.<br />

Basándose en experiencias de Estados Unidos y<br />

el Reino Unido, Leutz 4 propuso 5 leyes para la integración:<br />

1. Se pueden integrar todos los servicios para algunas<br />

personas, algunos servicios para todas las personas,<br />

pero no se pueden integrar todos los servicios<br />

para todas las personas. Según este principio, es esencial<br />

definir correctamente la población que tendrá derecho<br />

a los servicios integrados utilizando criterios de<br />

inclusión y una puerta única al sistema. Se distinguen<br />

tres niveles de integración: colaboración (derivación de<br />

pacientes entre instituciones y profesionales), coordinación<br />

(acuerdos entre instituciones y existencia de profesionales<br />

de enlace) e integración (presupuesto conjunto),<br />

cuya pertinencia depende de las características<br />

de los servicios requeridos o de las de los usuarios que<br />

los requieren.<br />

2. La integración cuesta antes de producir beneficios.<br />

Una inversión inicial es necesaria. Los medios para<br />

conseguir la integración organizativa y clínica son muy<br />

diversos: formación profesional, planificación y toma<br />

de decisiones en comisiones interinstitucionales e interdisciplinarias,<br />

sistemas de información de las historias<br />

clínicas, valoración interdisciplinaria, trabajo interdisciplinario<br />

mediante protocolos (p. ej., caídas,<br />

incontinencia urinaria, demencia, crisis en enfermos<br />

mentales), el establecimiento de un plan de cuidados<br />

individual, la provisión de servicios, el seguimiento y<br />

la retroalimentación. La suficiencia de estos medios depende<br />

en gran medida de los recursos que se dediquen<br />

a ellos.<br />

3. La integración de los servicios implica la fragmentación<br />

de los profesionales. La integración requiere<br />

que los profesionales adquieran conocimientos y se<br />

abran a otras profesiones y prácticas clínicas lo que conlleva<br />

cierta fragmentación profesional. Según Leutz, los<br />

médicos de atención primaria sienten con fuerza la presión<br />

de los programas de servicios integrados puesto<br />

que ellos ya están sobrecargados con la presión asistencial<br />

de todo tipo de pacientes. No se puede esperar<br />

de ellos un compromiso especial con un programa<br />

para un subgrupo de sus pacientes.<br />

157<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):156-62


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

4. No se puede integrar un clavo con bordes cuadrados<br />

en un agujero redondo. Los servicios sanitarios<br />

con su vocación curativa de diagnóstico y tratamiento<br />

a corto plazo chocan con los servicios sociales de evaluación<br />

y prevención del deterioro funcional. Los conflictos<br />

entre ambos sistemas están anclados en la historia<br />

de su desarrollo y se concretan en barreras a la<br />

cooperación. Para la situación actual en España, se identifican<br />

tres causas del conflicto:<br />

– Los derechos de la ciudadanía. <strong>El</strong> desarrollo del<br />

sistema sanitario ha sido sostenido y el derecho universal<br />

a la salud reconocido en la Constitución y en la<br />

Ley General de Sanidad de 1986. <strong>El</strong> desarrollo de los<br />

servicios sociales ha sido más lento y los beneficios reconocidos<br />

a los ciudadanos se han basado en la capacidad<br />

de pagar de los usuarios. La actual Ley de Dependencia<br />

elimina formalmente esta barrera<br />

reconociendo un derecho universal.<br />

– La sociedad. Mientras que la profesión médica<br />

y la de enfermería son respetadas, el trabajo social<br />

levanta pocas simpatías, quizá reflejando que los trabajadores<br />

sociales se dedican a temas socialmente difíciles,<br />

como la adicción a sustancias, la violencia doméstica<br />

y la falta de vivienda o de empleo.<br />

– La responsabilidad profesional. Los médicos utilizan<br />

avances tecnológicos para mejorar la salud de la población<br />

y la responsabilidad clínica de sus resultados profesionales<br />

está reconocida; los trabajadores sociales<br />

tienen una responsabilidad profesional poco definida.<br />

Para que la integración sea efectiva, se deben desmontar<br />

estas barreras mediante presupuestos comunes,<br />

definición de objetivos orientados al paciente, trabajo<br />

interdisciplinario y definición de responsabilidades<br />

profesionales.<br />

5. <strong>El</strong> que integra manda. Leutz no enunciaba la regla<br />

como «el que paga manda», porque la integración de<br />

servicios ha sido un asunto de profesionales y gestores<br />

de servicios con poca participación de los pagadores:<br />

políticos o usuarios. Observamos que, en España, los<br />

pacientes han dejado la integración en manos de los<br />

gestores y profesionales. Los políticos, con frecuencia<br />

centrados en las transferencias de competencias y financiación<br />

a las comunidades autónomas han prestado<br />

poca atención a la integración como instrumento para<br />

mejorar la efectividad y la eficiencia. La Ley de Dependencia<br />

y los avances en el Plan de Salud Mental<br />

ofrecen oportunidades para mejorar los resultados evitando<br />

que los nuevos presupuestos se dirijan a «hacer<br />

más de lo mismo».<br />

En la última década, se han publicado experiencias<br />

internacionales de integración. Resumiremos algunas<br />

de ellas.<br />

Integración de servicios para personas mayores<br />

Las personas mayores pueden necesitar múltiples<br />

cuidados médicos y beneficiarse de intervenciones de<br />

nutricionistas, fisioterapeutas, psicólogos, enfermeros<br />

y otros profesionales de la salud con experiencia en el<br />

manejo de procesos crónicos y en la prevención de discapacidades<br />

5,6 .<br />

Afortunadamente, la mayoría de estos servicios se<br />

presta en la comunidad. Los servicios comunitarios reducen<br />

los días de hospitalización, y en los países que<br />

disponen de un sistema público de servicios sanitarios<br />

y sociales los cuidados comunitarios pueden ahorrar costes<br />

a los gobiernos 7 . Hollander y Payan 8 afirman que<br />

establecer una red de cuidados comunitarios de forma<br />

eficaz y eficiente requiere modificar todo el sistema de<br />

cuidados y no sólo establecer nuevos servicios en la<br />

comunidad.<br />

Las experiencias internacionales de integración de<br />

servicios establecen un único punto de entrada al sistema<br />

de cuidados para una población mayor definida<br />

sobre una base territorial. En este punto de entrada se<br />

realiza una evaluación multidisciplinaria del estado de<br />

salud, de la capacidad funcional y de los recursos sociales<br />

de cada persona mayor con discapacidad. Se propone<br />

un plan de cuidados cuyo responsable es un gestor<br />

de caso, quien asigna los recursos, garantiza la<br />

continuidad de los servicios comunitarios y gestiona la<br />

entrada en una residencia cuando es necesaria 7 . Además,<br />

el equipo interdisciplinario asume la responsabilidad<br />

financiera y clínica de las personas mayores con<br />

dependencia. Los geriatras, como especialistas, están<br />

implicados como apoyo en los casos complejos. La responsabilidad<br />

se extiende a todos los servicios sociales<br />

y de salud.<br />

Entre las experiencias internacionales dedicaremos<br />

una atención especial a las canadienses, con quienes<br />

compartimos un Estado descentralizado en provincias<br />

(Canadá) o comunidades autónomas (España) y un sistema<br />

de servicios de cobertura universal, y a las experiencias<br />

en Italia por nuestra proximidad cultural.<br />

Las experiencias canadienses<br />

Canadá todavía no tiene Ley de Dependencia. <strong>El</strong><br />

sistema de salud y servicios sociales canadiense no existe<br />

como tal, y en su lugar operan 10 sistemas distintos,<br />

tantos como provincias canadienses, compartiendo<br />

principios de universalidad y equidad. Se dispone<br />

de servicios pero su provisión está fragmentada, lo que<br />

da lugar a un uso poco eficiente y a una dilución de responsabilidades<br />

9,10 . Se acepta que: a) se necesitan sistemas<br />

de cuidados integrados ya que los sistemas fragmentados<br />

no producen cuidados de calidad y no son<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):156-62<br />

158


Zunzunegui Pastor MV et al. Integración y fronteras entre la atención sanitaria y social<br />

coste-efectivos; b) los servicios de salud a domicilio son<br />

esenciales para mantener a las personas fuera de los<br />

hospitales y las residencias; c) los cuidados a domicilio<br />

son coste-efectivos y aumentan la eficiencia y la efectividad<br />

de todo el sistema de salud, y d) se pueden organizar<br />

los servicios para personas con necesidades<br />

continuas, de forma que mejore la calidad de los servicios<br />

reduciendo costes.<br />

La experiencia de Sistemas Integrados para Personas Mayores<br />

Tabla 1. Preparación de la implantación del SIPA 11<br />

Planificación de recursos: humanos, financieros, equipamiento<br />

Sistema de información<br />

Reclutamiento de personal clínico y administrativo<br />

Reclutamiento de personas mayores en situación de dependencia moderada<br />

y grave<br />

<strong>El</strong>aboración de protocolos de intervención interdisciplinaria<br />

Formación del personal en el modelo SIPA<br />

Sistema de garantía de calidad<br />

Protocolos para el seguimiento clínico y administrativo<br />

Constitución de un comité regional<br />

Grupos de trabajo para temas concretos (viviendas tuteladas…)<br />

Acuerdos interinstitucionales (hospitales, residencias asociados al SIPA…)<br />

Puesta en marcha de mecanismos de acción rápida (24 h/7 días)<br />

Identificación de médicos de familia y acuerdos formales de colaboración<br />

SIPA: Sistemas Integrados para Personas Mayores.<br />

En Montreal, un grupo de investigadores, gestores<br />

y clínicos concibió un modelo de atención integrada para<br />

personas mayores y diseñó un experimento para evaluar<br />

los efectos de este modelo sobre la utilización de<br />

servicios y los costes.<br />

<strong>El</strong> modelo SIPA (Sistemas Integrados para Personas<br />

Mayores) está basado en la atención primaria, la<br />

definición territorial de una población, un equipo interdisciplinario,<br />

la gestión de caso con responsabilidad financiera<br />

y clínica, y la capacidad de movilizar los recursos<br />

requeridos para llevar a cabo protocolos<br />

acordados por las partes implicadas 11 . La demostración<br />

se realizó en dos centros locales de servicios comunitarios<br />

(CLSC) de Montreal. Se reclutaron 1.230 personas<br />

mayores en situaciones de dependencia moderada y<br />

grave que fueron asignadas aleatoriamente al programa<br />

SIPA o a los cuidados habituales. Las actividades<br />

de puesta en marcha para la implantación del modelo<br />

se presentan en la tabla 1.<br />

Los cuidados institucionales del SIPA incluyeron: urgencias,<br />

hospitalizaciones, residencias, hospital de día,<br />

rehabilitación hospitalaria, cuidados paliativos y transporte<br />

en ambulancia. Los cuidados en la comunidad<br />

comprendieron: cuidados domiciliarios (medicina, enfermería,<br />

fisioterapia, terapia ocupacional, nutricionista,<br />

servicio doméstico, trabajo social, atención psicosocial),<br />

centros de día, ayudas técnicas y viviendas tuteladas.<br />

<strong>El</strong> reclutamiento se hizo principalmente a través del<br />

programa a domicilio del CLSC. Cada sitio de intervención<br />

(CLSC) atendía alrededor de 300 pacientes y<br />

contaba con 4 gestores de caso (personal de enfermería<br />

o trabajador social) y dos enfermeras a tiempo completo.<br />

Otros profesionales estaban disponibles a tiempo parcial<br />

(trabajador social, terapeuta ocupacional, fisioterapeuta,<br />

médico, farmacéutico, educador). Se contaba<br />

con 15 auxiliares 11 .<br />

<strong>El</strong> SIPA tiene la responsabilidad clínica de sus pacientes,<br />

estén donde estén (domicilio, centro de día, hospital<br />

o residencia). <strong>El</strong> seguimiento médico es responsabilidad<br />

del SIPA. Esta responsabilidad está asegurada por<br />

el gestor de caso y el Plan Individual de Atención (PIA).<br />

Los protocolos entre establecimientos afirman el derecho<br />

del gestor de caso de tomar decisiones que anteriormente<br />

eran competencia exclusiva de estos establecimientos 11 .<br />

Los gestores de caso aseguran la gestión administrativa<br />

(seguimiento del trabajo del equipo) y la gestión clínica<br />

(plan de servicios y su cumplimiento con los cambios necesarios<br />

según la situación clínica del paciente). Se han<br />

creado herramientas para el manejo de los síndromes geriátricos<br />

(demencia, caídas, incontinencia, depresión, polimedicación)<br />

y una guía para evaluar el seguimiento del<br />

PIA, un instrumento para filtrar las llamadas al servicio<br />

de guardia de 24 h, y una lista de costes de los servicios<br />

más frecuentes. Las personas mayores y las familias participan<br />

en las decisiones.<br />

<strong>El</strong> SIPA aumentó la accesibilidad a los servicios a<br />

domicilio y redujo en un 50% las estancias hospitalarias<br />

12 . No se observaron diferencias significativas en el<br />

uso de urgencias, hospitalizaciones o estancias en residencias,<br />

pero se redujeron los costes de estos servicios:<br />

5.000 dólares (canadienses) en hospitalizaciones<br />

por personas con dependencia y 14.000 dólares en cada<br />

caso de institucionalización en personas que vivían solas.<br />

Aumenta la utilización de los servicios comunitarios de<br />

forma que no se observaron diferencias en costes totales<br />

(fig. 1). La satisfacción de los cuidadores de las<br />

personas mayores fue mayor en el grupo SIPA.<br />

<strong>El</strong> programa SIPA ha afrontado muchos retos: la escasez<br />

de recursos humanos, y en especial profesionales<br />

(enfermería, trabajo social, fisioterapia, terapia ocupacional,<br />

expertos en nutrición), para garantizar la<br />

calidad de la atención, la formación de equipos interdisciplinarios<br />

capaces de seguir los protocolos clínicos de<br />

atención, los convenios entre instituciones, la integración<br />

de los médicos de familia en el programa de servicios<br />

integrados, la garantía de calidad y mantener un aceptable<br />

ratio de coste-efectividad de las intervenciones.<br />

La experiencia de Québec no es directamente extrapolable<br />

a España. Tenemos menor desarrollo institucional<br />

y menor experiencia en el trabajo interdisci-<br />

159<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):156-62


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

plinario, pero debemos resaltar la oportunidad ofrecida<br />

por la Ley de Dependencia y el papel central de la<br />

familia en España. En Québec, más del 40% de los mayores<br />

admitidos en el programa SIPA, todos ellos con<br />

grados moderados o graves de dependencia y deterioro<br />

cognitivo, vivían solos. Sin embargo, en España, el apoyo<br />

familiar todavía es muy importante.<br />

<strong>El</strong> éxito de los cuidados comunitarios depende de<br />

las normas sociales sobre el cuidado de las personas<br />

mayores. En los países mediterráneos, la familia es el<br />

centro de la vida social en la vejez, relativamente pocas<br />

personas mayores viven solas, tradicionalmente las familias<br />

se han responsabilizado del cuidado de las personas<br />

mayores y los mayores pasan a vivir con los hijos<br />

u otros familiares cuando aumenta la dependencia. Terminaremos<br />

esta sección con las experiencias italianas<br />

que, aunque menos ambiciosas que las canadienses,<br />

tienen aspectos culturales próximos a los españoles.<br />

Las experiencias italianas<br />

Las intervenciones citadas a continuación utilizan un<br />

punto de entrada único, gestor de caso, evaluación geriátrica<br />

y equipo interdisciplinario. Los pacientes continuaban<br />

recibiendo la atención de sus médicos de atención<br />

primaria, quienes eran invitados a formar parte del<br />

equipo interdisciplinario. En Rovereto, se asignaron aleatoriamente<br />

200 personas al grupo de intervención (servicios<br />

integrados) y 200 al grupo control (cuidados habituales)<br />

13 . Se compararon los resultados de salud,<br />

utilización de servicios y costes después de un año. Las<br />

personas que recibían cuidados integrados tardaban<br />

más en ser hospitalizadas e institucionalizadas, lo hacían<br />

con menor frecuencia y tenían mejor salud al final<br />

del estudio que las personas en el grupo control. Este<br />

programa era capaz de ahorrar dinero, es decir, no sólo<br />

era coste-efectivo sino que también permitía el ahorro<br />

por año y paciente, lo que en economía de la salud se<br />

llama estrategia dominante (aumenta la efectividad y<br />

disminuye los costes).<br />

En otra intervención italiana, con diseño casi experimental,<br />

se observaron mejorías en varias medidas<br />

del estado funcional. Cuando se compararon los 6 meses<br />

antes y después de la intervención, se observaron<br />

reducciones significativas en el número de hospitalizaciones<br />

y en los días de hospitalización. Todo ello produjo<br />

un ahorro considerable por paciente y año con<br />

mayor satisfacción de las personas mayores 14 .<br />

Los estudios italianos han demostrado un ahorro que<br />

los estudios realizados en Norteamérica o en el Reino<br />

Unido no fueron capaces de producir. Nuestra hipótesis<br />

para explicar esta diferencia es que en Italia, como<br />

en España, la familia presta más del 90% de los cuidados<br />

que reciben las personas mayores con discapacidades<br />

y esto ocurre sin formación específica en<br />

estos cuidados y con escasa coordinación con los servicios<br />

sanitarios y sociales. Estos cuidados familiares<br />

son más reducidos en Norteamérica o en el Reino Unido,<br />

donde algunas investigaciones estiman que sólo entre<br />

el 50 y el 70% de los cuidados recibidos por las personas<br />

mayores con discapacidades que residen en la<br />

comunidad proviene de la familia. En la cultura mediterránea,<br />

el apoyo familiar puede ser la causa del éxito<br />

de los sistemas de cuidados integrados. Esta hipótesis<br />

podría ponerse a prueba en nuestro país.<br />

Integración de servicios para las personas<br />

con problemas de salud mental<br />

Según la Ley General de Sanidad, «Se desarrollarán<br />

los servicios de rehabilitación y reinserción social<br />

necesarios para la adecuada atención integral de los<br />

problemas del enfermo mental, buscando la necesaria<br />

40.000<br />

Controles<br />

SIPA<br />

36.615 36.240<br />

30.000<br />

27.314<br />

23.544<br />

$<br />

20.000<br />

10.000<br />

0<br />

12.695<br />

9.301<br />

En la comunidad En institución Costes totales<br />

Figura 1. Coste medio por<br />

persona atendida en el<br />

SIPA durante 22 meses:<br />

totales, en servicios<br />

comunitarios y en<br />

servicios institucionales<br />

(en dólares canadienses).<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):156-62<br />

160


Zunzunegui Pastor MV et al. Integración y fronteras entre la atención sanitaria y social<br />

coordinación con los servicios sociales». En España se<br />

ha producido una progresiva integración de los servicios<br />

de salud mental en el Sistema Nacional de Salud,<br />

principalmente mediante la coordinación con los centros<br />

de atención primaria. La coordinación con los servicios<br />

sociales es más lenta y difícil. La aprobación de<br />

la Ley de Dependencia abre nuevas oportunidades para<br />

la integración de los servicios de salud mental, la atención<br />

primaria de salud y los servicios sociales en el ámbito<br />

local, centrándose en las necesidades del paciente<br />

y su familia. Para aprovechar este momento favorable,<br />

se debe aplicar lo aprendido de las experiencias llevadas<br />

a cabo en países con sistemas de servicios similares<br />

al nuestro y de sus resultados.<br />

Las experiencias sobre la atención a la salud<br />

mental en la comunidad<br />

Los hospitales psiquiátricos han sido remplazados<br />

por unidades de psiquiatría en hospitales generales,<br />

cuyas clínicas ambulatorias actúan como unidades de<br />

evaluación y seguimiento apoyando a los centros de<br />

salud mental. Estas unidades colaboran, en mayor o<br />

menor medida, con la atención primaria y los servicios<br />

sociales. Después de un período de debate sobre los<br />

resultados de la «desinstitucionalización» de los enfermos<br />

mentales, ahora contamos con resultados de estudios<br />

longitudinales que demuestran que pese a la insuficiencia<br />

de los servicios comunitarios, los pacientes<br />

que salieron de los hospitales psiquiátricos, incluso los<br />

que presentaban problemas muy complejos, consiguen<br />

aumentar sus relaciones sociales, adquirir habilidades<br />

para la vida independiente, mejorar la calidad de vida,<br />

y no requieren readmisión 15 .<br />

Los cuidados comunitarios en Reino Unido han seguido<br />

el Care Program Approach, que tiene el objetivo<br />

de asegurar la continuidad de los cuidados para las<br />

enfermedades mentales. Los pacientes admisibles<br />

son asignados a un responsable de coordinar sus cuidados,<br />

quien hace los arreglos necesarios para que el<br />

paciente tenga un seguimiento con los profesionales del<br />

equipo, incluido el psiquiatra. Además, se han desarrollado<br />

servicios para situaciones concretas. Entre ellos,<br />

los servicios de intervención precoz y de resolución de<br />

crisis y el tratamiento asertivo comunitario, un enfoque<br />

de equipo para proveer tratamiento psiquiátrico basado<br />

en la comunidad con rehabilitación y apoyo para personas<br />

con enfermedades mentales serias y persistentes,<br />

como la esquizofrenia.<br />

Una revisión sistemática de la colaboración Cochrane<br />

sobre la efectividad de estas formas de organización<br />

de servicios demuestra una reducción de las hospitalizaciones<br />

y estancias hospitalarias, así como un<br />

aumento en la continuidad de los cuidados y la satisfacción<br />

de los usuarios 16 . <strong>El</strong> grado de efectividad depende<br />

del contexto: el tratamiento asertivo comunitario<br />

no parece mejorar los cuidados habituales del equipo<br />

de salud mental en Reino Unido, aun cuando su<br />

efectividad está demostrada en Estados Unidos y Australia.<br />

La discrepancia parece deberse a las diferencias<br />

de organización. En Reino Unido, los equipos de salud<br />

mental comunitaria han alcanzado un alto grado de integración<br />

de los servicios sociales y sanitarios. Por ello,<br />

la ventaja proporcionada por el tratamiento asertivo comunitario<br />

es pequeña 17 . En Dinamarca, los servicios integrados<br />

para el primer episodio de enfermedad psicótica<br />

son superiores al manejo habitual 18 . En el<br />

tratamiento de la enfermedad dual, la efectividad de la<br />

integración, utilizando el tratamiento asertivo comunitario<br />

o el manejo clínico habitual, es superior al cuidado<br />

convencional sin integración 19 .<br />

Las experiencias anteriores provienen de países anglosajones,<br />

donde la mayoría de los enfermos mentales<br />

graves viven solos o en viviendas tuteladas. En<br />

España la mayor parte de los enfermos mentales graves<br />

viven con su familia. Recurrimos a Italia para comprender<br />

nuestra realidad. En un estudio que comparaba<br />

la calidad de vida de enfermos con esquizofrenia<br />

en Bolonia (Italia) e Boulder (Estados Unidos), el 73%<br />

de los pacientes italianos vivía con sus familias, comparado<br />

con el 17% en Boulder. Los pacientes italianos<br />

tenían una probabilidad mayor de tener pareja, contactos<br />

con la familia, trabajo y estabilidad residencial 20 .<br />

Probablemente, nuestra situación sea similar a la de<br />

Italia.<br />

Conclusión y recomendaciones<br />

La integración de los servicios sanitarios y sociales<br />

es ya una realidad en los países desarrollados. Varias<br />

experiencias llevadas a cabo en Europa, Canadá, Estados<br />

Unidos y Australia demuestran cómo obtener los<br />

mejores resultados en esta integración. Una buena definición<br />

de la población beneficiaria, la integración en<br />

los niveles políticos, de gestión y clínicos, los presupuestos<br />

conjuntos, los equipos multidisciplinarios y protocolos<br />

consensuados para conseguir objetivos comunes<br />

centrados en los pacientes son elementos comunes<br />

a los modelos revisados. En los países mediterráneos<br />

se debe incorporar especialmente a la familia como principal<br />

fuente de cuidados y estabilidad.<br />

Recomendamos un sistema de servicios integrados<br />

para personas con dependencia moderada y grave, descentralizado<br />

al nivel de zona básica de salud y servicios<br />

sociales, con un único presupuesto calculado por<br />

estimación de gasto per cápita, donde el equipo interdisciplinario<br />

y el gestor de caso (profesionales de enfermería<br />

o trabajadores sociales) tengan la responsa-<br />

161<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):156-62


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

bilidad clínica y financiera de los cuidados prestados<br />

a los usuarios. Nuestras recomendaciones coinciden<br />

con las de Jiménez Lara en su excelente documento<br />

sobre las contribuciones que el sector de la salud debe<br />

prestar a la promoción de la autonomía personal y la<br />

atención de las situaciones de dependencia, y sobre<br />

la necesaria integración de los servicios sanitarios y sociales<br />

21 .<br />

Estamos en momentos cruciales. En Andalucía se<br />

ha puesto en marcha el sistema DIRAYA, un sistema<br />

de información que sustenta la integración de los servicios<br />

sanitarios (atención primaria, especializada y visitas<br />

a urgencias) y prescripciones de medicamentos,<br />

donde cada ciudadano tiene un registro único de salud<br />

electrónico 22 . Sería posible extender este sistema para<br />

incluir los servicios sociales de prevención y atención<br />

a la dependencia. Galicia ha propuesto un sistema integrado<br />

de atención a las personas con dependencias 23 .<br />

Navarra ha creado una Agencia Navarra para la Dependencia<br />

que depende de Servicios Sociales, pero está<br />

separada de la atención sanitaria 24 . En Cataluña hay<br />

varias experiencias de integración que necesitan un<br />

apoyo político y financiero para su continuidad. Muchos<br />

profesionales trabajan para conseguir una atención eficaz<br />

y eficiente para las personas con dependencia, pero<br />

el futuro es incierto porque su implementación y evaluación<br />

requieren el compromiso político de las comunidades<br />

autónomas y los municipios.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):156-62<br />

162


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

La gestión de casos y de enfermedades, y la mejora<br />

de la coordinación de la atención sanitaria en España<br />

Juan Gérvas<br />

Médico general, Equipo CESCA, Madrid, España.<br />

(Case and disease management and improved integration<br />

of healthcare services in Spain)<br />

Resumen<br />

Las fronteras entre niveles sanitarios son artificiales, pues<br />

se deben más a la organización de los servicios que a las necesidades<br />

de los pacientes. Pero, puesto que existen, lo lógico<br />

es que la coordinación entre niveles logre superarlas para<br />

ofrecer los servicios que precisan los enfermos. La gestión<br />

de casos (pacientes en situaciones peculiares, como el alta<br />

hospitalaria) y la gestión de enfermedades (pacientes con alguna<br />

enfermedad, como la diabetes mellitus) tratan de dar respuesta<br />

a los problemas de coordinación, ya sea mediante la<br />

mejora de la estructura «natural» o una superestructura que<br />

se añade a los cuidados habituales. Son enormes el brillo y<br />

el atractivo de la gestión de casos y enfermedades, pero las<br />

pruebas científicas a su favor son débiles o inexistentes, tanto<br />

en lo que se refiere al impacto en salud como a su coste. Los<br />

programas de gestión de casos/enfermedades son respuestas<br />

verticales que debilitan la estructura horizontal que tenemos<br />

en España, la atención primaria. La necesidad de estos<br />

programas debería servir para justificar aún más el desarrollo<br />

de una reforma procoordinación de la atención primaria,<br />

que traslade poder, responsabilidad y autonomía al médico<br />

de cabecera, de forma que pueda coordinar los servicios clínicos<br />

y sociales que precisan los pacientes.<br />

Palabras clave: Manejo de casos. Manejo de enfermedades.<br />

Atención Primaria. Investigación de servicios. Coordinación<br />

de servicios.<br />

Abstract<br />

The boundaries between health services levels are artificial<br />

as they are answers to health organizations’ problems rather<br />

than to patients’ needs. However, given that these boundaries<br />

are in place, coordination between these levels should overcome<br />

the difficulties so that patients receive the services they<br />

require. Case management (patients in specific situations, such<br />

as hospital discharge) and disease management (patients with<br />

specific diseases, such as diabetes) aim to solve problems of<br />

coordination either by improving the organization of health services<br />

or by adding a new structure to the already existing structure.<br />

These forms of management are highly attractive answers<br />

to coordination problems but have no scientific basis nor<br />

is there any empirical evidence of a positive impact on patients’<br />

health or the cost of services. Case and disease management<br />

programs are vertical structures that weaken the horizontal<br />

structure in Spain, i.e. primary care. The need for case and<br />

disease management programs is an argument to push for a<br />

pro-coordination reform of primary care that gives power, responsibility<br />

and autonomy to general practitioners, so that they<br />

would be able to coordinate clinical and social services according<br />

to patients’ needs.<br />

Key words: Case management. Disease management. Primary<br />

care. Health services research. Coordination of services.<br />

Ideas clave<br />

• Los problemas de coordinación entre niveles de la<br />

organización sanitaria conllevan sufrimiento, daños<br />

y costes innecesarios.<br />

• En Estados Unidos se han desarrollado programas<br />

de mejora de coordinación de cuidados, en situaciones<br />

Correspondencia: Juan Gérvas.<br />

Equipo CESCA.<br />

Correo electrónico: jgervasc@meditex.es<br />

especiales, como el alta hospitalaria (gestión de<br />

casos), o para enfermedades concretas, como la diabetes<br />

mellitus (gestión de enfermedades).<br />

• La revisión de los programas de gestión de casos/enfermedades<br />

demuestra que su éxito y brillo es más<br />

aparente que real, pues se engloban experiencias múltiples,<br />

mal definidas, en cierta forma irrepetibles, y es<br />

dudoso o escaso su impacto en la salud de los pacientes<br />

y en el control de los costes.<br />

• No obstante, en España se han implantado copias<br />

de los programas de gestión de casos/enfermedades,<br />

tipo «enfermeras de enlace» en Andalucía y Cana-<br />

163 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):163-8


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

rias (p. ej., para coordinar altas hospitalarias), o los<br />

equipos de soporte de atención a domicilio (para los<br />

terminales). Estas respuestas «verticales» debilitan<br />

la potencialidad de la respuesta horizontal establecida,<br />

la atención primaria.<br />

• Las carencias y los problemas de la coordinación entre<br />

niveles en España demuestran vivamente la necesidad<br />

de una reforma procoordinación de la atención<br />

primaria que dé poder, responsabilidad y autonomía<br />

al médico general/de familia para ofrecer los servicios<br />

clínicos y sociales que precisan los pacientes.<br />

Introducción histórica, con algo de filosofía<br />

Los pacientes tienen dificultades para entender la<br />

estructura del sistema sanitario, pero ante un problema<br />

de salud desearían que no hubiera fronteras<br />

organizativas que disminuyeran sus posibilidades<br />

de curación y/o de alivio a su sufrimiento. De<br />

hecho, tales fronteras, fruto de la organización en niveles<br />

del sistema sanitario, son relativamente modernas.<br />

Desde los tiempos prehistóricos hasta el final del siglo<br />

XIX, había chamanes/médicos capaces de dar una respuesta<br />

global con el concurso de la familia (o de una<br />

orden religiosa, si el paciente estaba acogido a las instituciones<br />

de caridad). Con el desarrollo de la burguesía<br />

y del capitalismo, y la producción de conocimiento<br />

científico diagnóstico en torno al laboratorio químico,<br />

microbiológico y anatomopatológico, fue posible la especialización<br />

de los médicos y la creación de los modernos<br />

hospitales 1 . <strong>El</strong> médico, pues, empezó a dedicarse<br />

a alguna rama concreta definida por el tipo de<br />

enfermedad, el aparato o el sistema anatómico, la técnica<br />

o la edad del paciente. Y empezó a ejercer parcial<br />

o exclusivamente en un ambiente hospitalario. Además,<br />

en el sistema sanitario creció la rama de la salud<br />

pública.<br />

Por ello, a principios del siglo XX empezó a generarse<br />

un sistema sanitario con médicos clínicos (especialistas<br />

y generalistas) que trabajaban en sus casas<br />

o en hospitales, y salubristas que se integraron en la<br />

estructura administrativa del Estado. Con el desarrollo<br />

de los seguros sociales se fue generando una dinámica<br />

que llevó a la cobertura pública de la atención<br />

sanitaria, en convivencia con la iniciativa privada (excepto<br />

en los países comunistas). Todos los países desarrollados<br />

del mundo establecieron sistemas sanitarios<br />

públicos generales (de cobertura universal, o<br />

casi universal), con la notable excepción de Estados<br />

Unidos.<br />

Frecuentemente, los especialistas, además de trabajar<br />

en sus casas, se agruparon para trabajar fuera<br />

del hospital en clínicas y ambulatorios. Por último, aparecieron<br />

los centros y consultorios de salud, estructuras<br />

que agrupan a médicos generales y otros trabajadores<br />

sanitarios, primero en forma experimental en Canadá,<br />

Israel y el Reino Unido, y después de la Segunda<br />

Guerra Mundial en otros países, como Finlandia, España,<br />

Holanda, Portugal y Suecia. Sin embargo, en el<br />

mundo desarrollado, el médico general sigue siendo mayoritariamente<br />

un profesional independiente que trabaja<br />

en solitario, quizá porque no se han demostrado las ventajas<br />

de la agrupación en centros de salud 2-4 .<br />

La estructura de la atención se complicó. En España<br />

el paciente podía ser vacunado en instituciones de salud<br />

pública, recibir atención de urgencia en las casas de<br />

socorro, visitarse en la consulta del médico de cabecera,<br />

en su domicilio o en un consultorio, recibir atención<br />

especializada en el ambulatorio, ser atendido en<br />

urgencias hospitalarias y/o ingresar en hospitales públicos<br />

o concertados. Con la democracia, a finales del<br />

siglo XX, se potenciaron los hospitales públicos, que absorbieron<br />

a los especialistas ambulatorios, se inició una<br />

reforma de la atención primaria y se establecieron centros<br />

de salud con atención continuada y oferta de algunas<br />

de las antiguas prestaciones de los médicos de<br />

Asistencia Pública Domiciliaria (APD). Pero la reforma<br />

de la atención primaria de 1984 fue una reforma procontenido<br />

(de mejora de la oferta) no una reforma procoordinación<br />

(de apoyo a la labor de coordinación del<br />

médico general/de familia) 5 .<br />

La evolución del sistema sanitario no se acompañó<br />

de una voluntad decidida de coordinación de cuidados,<br />

por lo que no se desarrolló una gestión específica.<br />

Los pacientes, que un siglo antes recibían todo<br />

de un solo médico, fueron dependiendo de más y más<br />

profesionales distintos, especialmente si padecían varias<br />

enfermedades. Las tecnologías se implantaron sin<br />

mucha evaluación, y no siempre en beneficio del paciente,<br />

y las de comunicación sólo escasamente. Las<br />

barreras y fronteras pasaron a ser la norma. Desde el<br />

punto de vista del paciente se hizo evidente que en muchos<br />

casos «los pacientes son el combustible del sistema».<br />

<strong>El</strong> sistema público asegura lo básico, pero no<br />

la coordinación de cuidados (asegura, sobre todo, el trabajo<br />

a los profesionales, que en España son casi funcionarios).<br />

<strong>El</strong> sistema sanitario menos organizado<br />

del mundo desarrollado intenta coordinar<br />

la atención para controlar los costes<br />

Aparentemente, el gasto sanitario puede crecer sin<br />

límite. Sirve de ejemplo Estados Unidos, cuyo gasto sanitario<br />

está en torno al 16% del producto interior bruto.<br />

No se han cumplido las esperanzas estadounidenses<br />

de control del crecimiento del gasto puestas en las nue-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):163-8<br />

164


Gérvas J. La gestión de casos y de enfermedades, y la mejora de la coordinación de la atención sanitaria en España<br />

vas formas de organización de la «atención gestionada».<br />

Con un nuevo y complementario impulso, y con<br />

el doble objetivo de disminuir (o controlar) el gasto y<br />

aumentar la efectividad de los cuidados, se ha promovido<br />

un conjunto de actividades conocidas como «gestión<br />

de casos» y «gestión de enfermedades» 6-8 . Su impulso<br />

inicial lo dieron la industria del aseguramiento<br />

(principalmente las HMO), para contener el gasto, y la<br />

industria farmacéutica, para introducir sus productos en<br />

forma diferente a la histórica (de delegados que se encuentran<br />

con los médicos prescriptores). Tales programas<br />

se basan en la concentración del esfuerzo sanitario,<br />

a través de equipos multiprofesionales, en<br />

determinadas enfermedades (gestión de enfermedades)<br />

o en determinados pacientes (gestión de casos). Dada<br />

la variabilidad de la iniciativa privada estadounidense,<br />

y su capacidad de innovación, los ejemplos prácticos<br />

de gestión de casos y enfermedades hacen casi imposible<br />

distinguir ambas opciones.<br />

A partir de la identificación de problemas de coordinación<br />

que disminuyen la efectividad de las intervenciones<br />

diagnósticas y/o terapéuticas, o que encarecen<br />

la atención, se implantan actividades regladas y<br />

muy controladas, basadas en el uso intensivo de guías<br />

clínicas y de tecnología de la información. La capacitación<br />

de los pacientes y de sus familiares forma parte<br />

clave de los programas de gestión de casos y de enfermedades.<br />

También es componente básico el seguimiento<br />

y la evaluación de lo realizado. <strong>El</strong> producto final<br />

que se ofrece es una superestructura sanitaria, surgida<br />

a partir de elementos de la propia organización que<br />

se debe mejorar, o ajena y paralela a ésta. Esta nueva<br />

superestructura sanitaria se presenta como la mejor respuesta<br />

para el control del gasto y para el logro de una<br />

atención de calidad en la enfermedad en cuestión o en<br />

los pacientes con determinadas características. Así, si<br />

se trata de un programa de gestión de diabetes (ejemplo<br />

de gestión de enfermedad), lo que se ofrece es un<br />

conjunto de actividades para la mejora de la prestación<br />

de servicios en todos los niveles y lugares a los pacientes<br />

con esta afección (visitas a su domicilio, capacitación<br />

para autocuidado del paciente y su familia, llamadas telefónicas<br />

de recuerdo de citas y toma de medicación,<br />

contactos para preparar hasta la plaza de estacionamiento<br />

en las citas, intervenciones destinadas a promover<br />

la mejor atención por su médico de cabecera,<br />

etc.). Si se trata de un programa de gestión de pacientes<br />

en situación especial (alta hospitalaria, como ejemplo<br />

de gestión de casos), un gestor se encarga de coordinar<br />

todos los cuidados que necesita el paciente con<br />

estas características en todos los niveles y lugares (citas<br />

de médicos de todo tipo, citas para la realización de pruebas<br />

diagnósticas y terapéuticas, valoración de la medicación<br />

en conjunto, capacitación en los cuidados del<br />

paciente y de la familia, etc.). La mayoría de los programas<br />

de gestión de enfermedades y de gestión de<br />

casos se centran en pacientes con una sola enfermedad<br />

o situación.<br />

En conjunto, los programas de gestión de enfermedades<br />

y de casos son muy atractivos, y han sido objeto<br />

de interés también en España 9-11 . De hecho, por<br />

ejemplo en Andalucía, se ha creado una superestructura<br />

de gestión de casos, y hay cientos de enfermeras<br />

contratadas específicamente como «gestoras de<br />

casos», de forma que hemos pasado de la teoría a la<br />

práctica.<br />

Sin embargo, ¿han demostrado la consecución de<br />

sus objetivos los programas estadounidenses La respuesta<br />

es negativa en las evaluaciones más rigurosas<br />

y recientes 12-14 . Es decir, resulta dudoso que contribuyan<br />

a controlar el gasto y a mejorar la coordinación.<br />

Sobre todo, su implantación es tan variada en contenido<br />

y actividades que cuando tienen éxito no se sabe<br />

a qué atribuirlo, y por ello no se pueden establecer conclusiones<br />

definitivas sobre las formas más efectivas de<br />

organización. Además, en su «tercera generación», en<br />

su evolución lógica, están pasando a ser verdaderas<br />

alternativas de simple y llana atención primaria de calidad<br />

15 . Para hacer ese camino no necesitábamos estas<br />

alforjas, diría el clásico. Una vez en este punto, lo que<br />

enseña Estados Unidos es que precisamos una atención<br />

primaria fuerte, en un sistema sanitario que emplee<br />

a los especialistas como consultores de los generalistas<br />

16,17 .<br />

Por sus resultados los juzgaréis<br />

<strong>El</strong> objetivo de sistema sanitario es «evitar el sufrimiento<br />

sanitariamente evitable». Es decir, evitar la morbilidad<br />

y la mortalidad sanitariamente evitable. Así, por<br />

ejemplo, es un objetivo sanitario disminuir los ingresos<br />

hospitalarios evitables por una atención primaria de calidad.<br />

Evitar el hambre en los países pobres no es un<br />

objetivo del sistema sanitario, pero sí lo es denunciar<br />

con datos el efecto del hambre en la morbilidad y la mortalidad.<br />

En otro ejemplo, promover la lactancia materna<br />

es un objetivo sanitario. También lo es la tríada clásica<br />

de curar, aliviar y consolar, según las circunstancias.<br />

Es objetivo sanitario no producir daño innecesario (el<br />

viejo primun non nocere, la nueva prevención cuaternaria),<br />

asegurar la seguridad del paciente 18 . Por supuesto,<br />

es objetivo sanitario la búsqueda de la eficiencia<br />

y de la equidad, evitar el gasto innecesario, y gastar<br />

en aquello que la sociedad aprecia más, puesto que<br />

los presupuestos son finitos y los fondos proceden de<br />

la actividad de la población.<br />

Si pensamos que la coordinación es importante en<br />

el sistema sanitario es porque sabemos que los fallos<br />

en la coordinación se asocian al incumplimiento de los<br />

objetivos. Por ejemplo, cuando los cánceres se diag-<br />

165<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):163-8


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

nostican en urgencias, tarde y mal, podemos suponer<br />

que la coordinación entre niveles sanitarios es defectuosa<br />

19 . En otro ejemplo, cuando los pacientes con insuficiencia<br />

cardíaca se descompensan una y otra vez,<br />

y mueren «antes de tiempo», la coordinación (y la atención)<br />

es defectuosa 20 . Si pasamos de la anécdota a la<br />

categoría, ¿por qué no determinar los resultados sanitarios<br />

indeseables que se pueden atribuir a los problemas<br />

de la coordinación Podríamos emplear para<br />

ello el ejemplo estadounidense, pues ésta es la primera<br />

fase en todo programa de gestión de enfermedades y<br />

de casos.<br />

Si partimos de un resultado sanitario indeseado, se<br />

puede analizar la situación, determinar los fallos del sistema,<br />

estudiar las posibles soluciones (factibilidad y coste<br />

incluidos), planificar los cambios necesarios, llevarlos<br />

a cabo en la práctica, hacer un seguimiento del impacto,<br />

evaluar las consecuencias y los costes reales, decidir<br />

acerca del éxito o el fracaso, y difundir la experiencia 14,21 .<br />

En general, en España, se precisa mejorar el proceso<br />

de atención, puesto que contamos con una estructura<br />

potente, bien implantada en todo el país. La<br />

respuesta estadounidense, la creación de una superestructura<br />

propia o ajena, filosóficamente sólo puede<br />

contribuir a complicar las cosas. Ante una fractura lo<br />

lógico es su reparación, al menos para empezar. Pensar<br />

desde el principio en una prótesis parece exagerado.<br />

Con muchas prótesis se construye un monstruo,<br />

no se repara un fallo.<br />

<strong>El</strong> sistema sanitario fracasa clamorosamente en la<br />

coordinación, pero no se han hecho esfuerzos sistemáticos<br />

para mejorarla. Como he señalado, la reforma<br />

de la atención primaria de 1984 eludió el componente<br />

de procoordinación que ha caracterizado a otras reformas<br />

europeas 5 . Resulta por ello absurdo copiar el<br />

modelo estadounidense y crear una superestructura que<br />

intente parchear el fallo, renunciando así a su reparación.<br />

Lo primero es el impulso procoordinación, después<br />

ya se verá (programas de gestión de enfermedades y<br />

de casos incluidos).<br />

Por ejemplo, si pensamos que las ambulancias no<br />

son buenos sitios para morir, lo prudente no es centrarnos<br />

en su confortabilidad, para mejorar la calidad<br />

de la muerte, sino cambiar los elementos del sistema<br />

sanitario que llevan a que los pacientes mueran en las<br />

ambulancias. No se trata de establecer un servicio de<br />

«ambulancias de terminales», preparadas para morir<br />

en ellas, sino de evitar en lo posible que el paciente terminal<br />

vaya de su domicilio a urgencias, de urgencias<br />

a su domicilio, y vuelta a empezar, cada vez que se descompense<br />

su enfermedad de base o se complique su<br />

atención. Así, habría que percibir el conjunto del problema<br />

«morir con dignidad», y tomar las decisiones pertinentes<br />

para lograr que ello sea la norma, no la excepción.<br />

Cabe la opción de la potenciación de los<br />

«equipos de cuidados paliativos a domicilio» (la superestructura),<br />

o cabe la potenciación de las habilidades<br />

y obligaciones de los médicos de cabecera para con<br />

sus pacientes terminales. En la práctica, la opción española,<br />

tipo gestión de casos, es el establecimiento y<br />

potenciación de los equipos de terminales a domicilio 11 .<br />

<strong>El</strong>lo tiene mucho que ver con la aceptación de un «cómodo<br />

papel» por muchos médicos de familia y generales,<br />

con la difusión sin discusión de una «cultura de<br />

la queja», en la que todo lo malo procede de fuera y<br />

se renuncia a la generación de ideas y de prácticas alternativas,<br />

y a un abandono teórico y real del ideal de<br />

una atención sanitaria centrada en una primaria fuerte<br />

(tanto por políticos y gerentes como por los profesionales<br />

de a pie). Parece, pues, que la mentalidad española<br />

va por la prótesis, no por la reparación de la<br />

fractura, pues en este ejemplo no hay copia de modelo<br />

estadounidense, sino original patrio.<br />

En el límite: la búsqueda imposible<br />

de la convergencia de la capacidad de resolución<br />

con la capacidad de respuesta de la atención<br />

primaria<br />

Es capacidad de respuesta de la atención primaria<br />

la selección y la recomendación de las alternativas posibles,<br />

de los cursos de acción óptimos (diagnósticos<br />

y terapéuticos) ante los problemas de salud de los pacientes<br />

22 . Idealmente, la capacidad de respuesta es del<br />

100%, pues la atención primaria no puede cerrar la puerta<br />

a ningún paciente. Conviene aclarar que responder<br />

a los problemas no es resolverlos. Y que responder supone<br />

a veces negar (peticiones imposibles o absurdas)<br />

y/o compartir la ignorancia.<br />

Es capacidad de resolución la posibilidad de resolver<br />

directamente los problemas, sin necesidad de derivar<br />

al paciente a un servicio especializado o a urgencias.<br />

Se «resuelven» problemas por la atención<br />

primaria, ya sea por su resolución propiamente dicha<br />

en ese nivel, por su contención (p. ej., «espera expectante»)<br />

o por el apoyo (consuelo, tratamiento paliativo,<br />

«escucha terapéutica», etc.) 22 . La capacidad de resolución<br />

de la atención primaria está en torno al 90%.<br />

Si suponemos una situación naciente, como un<br />

nuevo estudiante de medicina, la capacidad de resolución<br />

es casi nula el primer día, propia del lego. Conforme<br />

pasan días y años, y aumentan y mejoran las actitudes,<br />

los conocimientos y las habilidades, la capacidad<br />

de resolución crece. En su límite, si suponemos un peso<br />

crecientemente positivo de la práctica clínica, y una mejora<br />

continua del sistema sanitario, el médico irá aproximando<br />

la capacidad de respuesta a la asíntota, a la<br />

capacidad de resolución. De hecho, en algunas circunstancias<br />

excepcionales, la capacidad de respuesta<br />

se equipara a la capacidad de resolución. Por ejem-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):163-8<br />

166


Gérvas J. La gestión de casos y de enfermedades, y la mejora de la coordinación de la atención sanitaria en España<br />

plo, en algunas tormentas de hasta un mes de duración,<br />

en los inviernos, en Laponia y en el norte de Canadá,<br />

los médicos generales carecen de toda posibilidad<br />

de derivación y deben resolver todas las situaciones,<br />

incluidas las urgencias quirúrgicas y tocológicas. Por<br />

tanto, se les prepara para ello.<br />

Al juzgar las ventajas e inconvenientes de los programas<br />

de gestión de enfermedades y de casos, la pregunta<br />

es: «¿facilitan o dificultan la convergencia entre<br />

capacidad de resolución y capacidad de respuesta».<br />

Por ejemplo, las enfermeras andaluzas gestoras de<br />

casos, ¿contribuyen a mejorar la capacidad de respuesta<br />

de los profesionales «naturales» de la atención primaria<br />

La respuesta puede ser positiva si dichas<br />

enfermeras transmiten actitudes, conocimientos y habildades,<br />

y puede ser negativa si su actividad conlleva<br />

dejación de responsabilidades y pérdida de conocimientos<br />

y habilidades de los profesionales «naturales».<br />

Otro sí, los equipos de terminales a domicilio ¿contribuyen<br />

a la mejora de la capacidad de respuesta de los<br />

médicos y enfermeras de atención primaria O, más<br />

bien, ¿confirman a dichos profesionales que la muerte<br />

es una cuestión de atención especializada, que les<br />

es ajena<br />

<strong>El</strong> paciente tiene esa experiencia. Y no es fácil lograr<br />

una atención primaria fuerte, con profesionales capacitados<br />

y polivalentes 16,17 .<br />

Conclusiones<br />

En general, la creación de superestructuras sólo<br />

puede conseguir soluciones puntuales a problemas concretos.<br />

Es filosóficamente absurdo complicar la estructura<br />

sanitaria con programas específicos de coordinación<br />

para solucionar los propios problemas de<br />

coordinación de dicha estructura.<br />

Los pacientes precisan una atención primaria fuerte,<br />

respaldada por un nivel especializado que ofrezca<br />

servicios breves y esporádicos, con especialistas que<br />

trabajen de consultores.<br />

Los pacientes pueden ser deslumbrados por la aparente<br />

eficiencia de los programas de gestión de enfermedades<br />

y de casos. Conviene compartir con ellos los<br />

resultados de los análisis que demuestran el incumplimiento<br />

de las promesas y expectativas de dichos programas.<br />

¿Y los pacientes<br />

Los pacientes bien, gracias.<br />

Los pacientes, según las encuestas, están contentos<br />

con el sistema sanitario español, y sobre todo con<br />

sus profesionales 23 .<br />

Los pacientes añoran el mítico médico de cabecera,<br />

cercano y conocido, polivalente y accesible, al que<br />

consideran casi un «héroe» 24 . Sin embargo, el brillo tecnológico,<br />

que ciega a los profesionales 25 , también puede<br />

llegar a deslumbrar a los pacientes. Por ejemplo, pensemos<br />

en la familia con una hija con anorexia nerviosa,<br />

¿no estarían encantados familiares y pacientes con<br />

un programa de gestión de enfermedades que les resolviese<br />

todos los problemas, por comparación con la<br />

jungla que, hoy por hoy, es para ellos el sistema sanitario<br />

Pensemos, en otro ejemplo, en el paciente anciano<br />

con insuficiencia cardíaca que vive solo, y al que<br />

se le ofrece un programa hospitalario de gestión de enfermedad,<br />

que le da acceso telefónico directo a una enfermera<br />

las 24 h del día, entre otras cosas, ¿no le parecería<br />

una maravilla por contraste con las dificultades<br />

para tomar contacto con «su» enfermera de atención<br />

primaria<br />

Sabemos que las soluciones «verticales», tipo programas<br />

de gestión de enfermedades y de gestión de<br />

casos, no resuelven problemas, simplemente parchean<br />

el sistema sanitario 11,14 . Pero la tentación es fuerte si<br />

tenemos experiencia de que las cosas no funcionan.<br />

Recomendaciones<br />

1. Destacar la necesidad de una reforma procoordinación<br />

de la atención primaria española. Hay ejemplos<br />

nacionales e internacionales que pueden servir de<br />

inspiración para afrontar tal reto 5,9-11,21,26,27 . Lo importante<br />

es tener en cuenta que la reforma de 1984 fue una reforma<br />

procontenido, que mejoró los recursos humanos<br />

y materiales, pero nada más. Fue una reforma necesaria,<br />

pero no ha sido suficiente. Conviene trasladar autonomía,<br />

autoridad y responsabilidad a los médicos de<br />

primaria, de forma que sea tarea exigible y diaria la coordinación<br />

de cuidados.<br />

2. Aprender de la experiencia estadounidense de los<br />

programas de gestión de enfermedades y de casos.<br />

Contienen ideas y ejemplos útiles para mejorar la estructura<br />

del sistema sanitario español. Pero no se pueden<br />

trasladar sin más, sobre todo por sus carencias metodológicas<br />

y científicas 6-8,11,13,14,28,29 . Sirva de ejemplo<br />

de copia innecesaria la propuesta en España de mejora<br />

de la atención a los pacientes con insuficiencia cardíaca<br />

a través de superestructuras verticales de dependencia<br />

hospitalaria, tipo gestión de enfermedades<br />

y de casos 20,30,31 , cuando la simple mejora de la atención<br />

primaria podría lograr mejores resultados 32,33 .<br />

3. Aprovechar la experiencia española. En España<br />

están disponibles programas similares a los de gestión<br />

de enfermedades y gestión de casos, ya sean copia u<br />

original. Merecería la pena evaluarlos para mejorarlos,<br />

167<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):163-8


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

LA INTEGRACIÓN ASISTENCIAL, ¿DOCTOR JEKYLL O MR. HYDE<br />

o abandonarlos. En general, habría que trasladar sus lecciones<br />

a la estructura habitual, de forma que la tendencia<br />

natural fuera su desaparición como superestructura.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):163-8<br />

168


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

<strong>El</strong> control del cáncer de pulmón en España: un análisis<br />

de la situación actual<br />

Xavier Bonfill a,b,c / M. Teresa Puig a,b / Ignasi Bolíbar a,b,c / M. Jesús Quintana a,c<br />

a<br />

Servicio de Epidemiología Clínica y Salud Pública, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Barcelona, España; b Universitat<br />

Autònoma de Barcelona, Barcelona, España; c CIBERESP de Epidemiología y Salud Pública.<br />

(Lung cancer in Spain: the current situation)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> cáncer de pulmón es actualmente la causa más frecuente<br />

de muerte por cáncer en el mundo. Por ello, es pertinente analizar<br />

periódicamente el desarrollo y los resultados de las estrategias<br />

dirigidas a reducir su incidencia, mortalidad y morbilidad<br />

en España.<br />

Aspectos preventivos: La reducción de la mortalidad por cáncer<br />

de pulmón entre los hombres contrasta con el incremento<br />

observado entre las mujeres, lo cual plasma los cambios<br />

experimentados en la exposición al tabaco durante las últimas<br />

décadas. Es necesario desarrollar programas de prevención<br />

dirigidos específicamente a las mujeres y a los jóvenes<br />

y, asimismo, ampliar y aplicar en toda su extensión la vigente<br />

Ley de Prevención del Tabaquismo.<br />

Aspectos relacionados con el diagnóstico precoz: De momento<br />

no hay suficiente evidencia científica para iniciar ningún<br />

cribado poblacional del cáncer de pulmón. Son necesarios<br />

unos circuitos asistenciales preferentes que aseguren la<br />

coordinación entre centros y niveles asistenciales y reduzcan<br />

sustancialmente las demoras actuales en el diagnóstico y el<br />

tratamiento del cáncer de pulmón.<br />

Aspectos relacionados con el tratamiento: Todos los pacientes<br />

con cáncer de pulmón deberían tratarse sobre la base de<br />

decisiones colegiadas y la evidencia científica. La atención paliativa<br />

ha de recibir la misma prioridad que los tratamientos oncológicos.<br />

Hay que incrementar la participación de los pacientes<br />

con cáncer de pulmón en las decisiones terapéuticas que<br />

les atañen. Se requieren mejores sistemas de información para<br />

la evaluación y la investigación clínica de esta enfermedad.<br />

Palabras clave: Cáncer de pulmón. Estrategias de control.<br />

Abstract<br />

Lung cancer is currently the most frequent cause of death<br />

from cancer worldwide, warranting periodic analysis of the<br />

development and results of strategies aimed at reducing the<br />

incidence, mortality and morbidity related to this disease in<br />

Spain.<br />

Preventive aspects: Mortality reduction among men contrasts<br />

with the increase observed in women, reflecting changes in<br />

tobacco exposure in the last few decades. Prevention programs<br />

aimed specifically at women and youngsters should be developed.<br />

In addition, the current law of smoking prevention<br />

should be amplified and vigorously applied.<br />

Aspects related to early diagnosis: So far, there is insufficient<br />

scientific evidence to initiate a population-based lung cancer<br />

screening program. Preferential health care circuits are required<br />

to guarantee coordination among centres and levels of<br />

care and to substantially reduce current delays in the diagnosis<br />

and treatment of patients with lung cancer.<br />

Treatment-related aspects: Therapeutic decisions in all<br />

lung cancer patients should be based on teamwork and scientific<br />

evidence. Palliative care deserves the same priority as oncological<br />

treatments. Lung cancer patients should participate<br />

more fully in therapeutic decisions. Better information systems<br />

are required for clinical assessment and research on this disease.<br />

Key words: Lung cancer. Control strategies.<br />

Ideas clave<br />

• En España, la reducción de la mortalidad por cáncer<br />

de pulmón entre los hombres contrasta con el incremento<br />

entre las mujeres, fenómeno explicable en<br />

buena parte por los cambios experimentados en la<br />

Correspondencia: Xavier Bonfill.<br />

Servicio de Epidemiología Clínica y Salud Pública.<br />

Hospital de la Santa Creu i Sant Pau.<br />

Correo electrónico: xbonfill@santpau.es<br />

exposición al tabaco durante las últimas décadas.<br />

Sería muy conveniente que se llevaran a cabo programas<br />

de prevención dirigidos específicamente a las<br />

mujeres y a los jóvenes.<br />

• Es preciso reformar la vigente Ley de Prevención del<br />

Tabaquismo para que todos los espacios públicos<br />

estén totalmente libres de humo y a la vez se cuente<br />

con un sistema de inspección coherente y homogéneo<br />

para garantizar su cumplimiento.<br />

• De momento, no hay suficiente evidencia científica para<br />

iniciar ningún cribado poblacional del cáncer de pulmón.<br />

169 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

• Es necesario organizar unos circuitos asistenciales<br />

preferentes que aseguren la coordinación entre centros<br />

y niveles asistenciales y reduzcan sustancialmente<br />

las demoras actuales en el diagnóstico y el tratamiento<br />

del cáncer de pulmón.<br />

• Todos los pacientes con cáncer de pulmón deberían<br />

tratarse en centros hospitalarios donde las decisiones<br />

terapéuticas sean colegiadas y derivadas de<br />

unas guías clínicas basadas en la evidencia. Igualmente,<br />

es imprescindible que los hospitales otorguen<br />

a la atención paliativa de estos pacientes la misma<br />

prioridad que dan a la administración de los tratamientos<br />

oncológicos.<br />

• No hay diferencias significativas entre los índices de<br />

supervivencia obtenidos en España con respecto a<br />

otros países, ni se han modificado sustancialmente<br />

en estos últimos años, a pesar de la mayor intensidad<br />

y coste de los tratamientos.<br />

• Es preciso desarrollar de manera mucho más consecuente<br />

que hasta ahora los sistemas de información<br />

clínicos, cuyos datos facilitarían enormemente<br />

la evaluación y la investigación clínica de esta enfermedad.<br />

• En España, la participación de los pacientes con cáncer<br />

de pulmón en las decisiones terapéuticas que les<br />

atañen todavía es mucho menor que en otros países.<br />

Introducción<br />

<strong>El</strong> cáncer de pulmón es actualmente la causa más<br />

frecuente de muerte por cáncer en el mundo y,<br />

por tanto, el que tiene un mayor impacto en la<br />

salud de la población. Por ello, es pertinente analizar<br />

periódicamente, desde la perspectiva de la salud<br />

pública y en consonancia con la histórica definición de<br />

la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el control<br />

del cáncer 1 , cuál es el desarrollo y los resultados<br />

de las estrategias dirigidas a reducir su incidencia, mortalidad<br />

y morbilidad, a partir de los conocimientos científicos<br />

existentes.<br />

países occidentales (fig. 1). En las mujeres, en el mismo<br />

año 2004 se produjeron 2.431 defunciones por esta enfermedad,<br />

lo que supone un 5% de la mortalidad oncológica<br />

femenina. Esta mortalidad sigue siendo mucho<br />

más baja que la de los países de nuestro entorno, aunque<br />

se observa una importante tendencia al alza (incremento<br />

anual del 1,75%) 2-4 (fig. 2).<br />

<strong>El</strong> patrón de distribución de la mortalidad por cáncer<br />

de pulmón en España muestra una gran variabilidad<br />

territorial, claramente condicionada por la producida<br />

entre los hombres (fig. 3). Así, se observa una<br />

mayor mortalidad en el sudoeste de España, Asturias<br />

y, en general, en todas las provincias costeras; este patrón<br />

reflejaría, en realidad, la distribución de los factores<br />

de riesgo, en particular el del hábito tabáquico 2 . Entre<br />

las mujeres, las áreas con mayor mortalidad son Canarias,<br />

la costa malagueña, Girona, Asturias y Madrid.<br />

Esta distribución pondría de manifiesto el posible efecto<br />

de las exposiciones ambientales de riesgo y no tanto<br />

la influencia del hábito tabáquico, ya que el período de<br />

estudio de la mortalidad (1989-1998) no incluye todavía<br />

las cohortes de mujeres fumadoras 2 .<br />

<strong>El</strong> número de casos nuevos diagnosticados de cáncer<br />

de pulmón en hombres en España es de unos<br />

18.000 casos anuales (tasa de incidencia ajustada de<br />

55,8 por 100.000 casos) 4 . En las mujeres se diagnostican<br />

anualmente unos 2.038 casos nuevos (5,4 por<br />

100.00 casos); la razón hombre:mujer es de 11, valor<br />

que contrasta con el de 4,5 en Europa. <strong>El</strong>lo refleja el<br />

retraso ya mencionado en la adquisición del hábito tabáquico<br />

entre las mujeres españolas respecto a otros<br />

países del ámbito europeo 5 .<br />

La mediana de edad de presentación del cáncer de<br />

pulmón en los países desarrollados es de 69 años en<br />

los hombres y de 67 en las mujeres. En más de la mitad<br />

de los casos la enfermedad se diagnostica a partir de<br />

los 65 años y en el 30% de los casos a una edad superior<br />

a los 70 años. Se ha observado, además, que<br />

la incidencia y la mortalidad han disminuido por debajo<br />

de los 50 años, pero han aumentado en los mayores<br />

de 70 años 6 . Por otro lado, el impacto de esta enfermedad<br />

sobre la calidad de vida de los pacientes en<br />

es muy considerable 7 .<br />

Impacto sanitario del cáncer de pulmón<br />

en España<br />

En España, el cáncer de pulmón ha sido responsable<br />

en 2004 de 16.628 defunciones entre los hombres<br />

2 , lo que representa un 28% de las causadas por<br />

los tumores malignos. Sin embargo, es importante constatar<br />

que en los últimos años la mortalidad masculina<br />

por cáncer de pulmón en nuestro país por fin muestra<br />

signos claros de estabilización 3 , tendencia parecida aunque<br />

con unos años de retraso a la de la mayoría de los<br />

Prevención primaria<br />

Los factores de riesgo que tienen más importancia<br />

en el cáncer de pulmón son el hábito tabáquico y la exposición<br />

ocupacional a sustancias carcinógenas 8 . <strong>El</strong> control<br />

de estos factores concentra las principales actuaciones<br />

de prevención primaria y protección de la salud frente<br />

al cáncer de pulmón, ya que los demás factores etiológicos<br />

asociados a esta enfermedad, como las radiaciones<br />

ionizantes, la contaminación ambiental, la dieta y, más<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78<br />

170<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):170-9


Bonfill X et al. <strong>El</strong> control del cáncer de pulmón en España: un análisis de la situación actual<br />

80<br />

70<br />

60<br />

Tasas ajustadas × 100.000<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

1975 1980 1985 1990 1995 2000<br />

Año de defunción<br />

Figura 1. Evolución de la<br />

mortalidad por las localizaciones<br />

tumorales más frecuentes en<br />

España. Hombres, 1975-2000.<br />

Pulmón<br />

Colorrectal<br />

Próstata<br />

Estómago<br />

Vejiga<br />

Páncreas<br />

Cavidad bucal y faringe<br />

Laringe<br />

Esófago<br />

Fuente: Ministerio de Sanidad y Consumo. Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud 2006 3 .<br />

Leucemias<br />

Hígado<br />

Riñón<br />

recientemente, los factores genéticos 9 presentan un menor<br />

riesgo atribuible y/o una menor evidencia de causalidad.<br />

Tabaco<br />

<strong>El</strong> tabaco es el principal agente etiológico del cáncer<br />

de pulmón, ya que contribuye a la génesis de al<br />

menos el 90% de todos los casos 10 . <strong>El</strong> abandono del<br />

tabaco reduce claramente y a corto plazo el riesgo de<br />

desarrollar esta enfermedad en comparación con los<br />

fumadores que siguen activos, aunque sin igualar al riesgo<br />

de los que nunca han fumado 11 . La exposición pasiva<br />

al ambiente del humo del tabaco también ha demostrado<br />

ser la causa de un aumento del riesgo de<br />

contraer un cáncer de pulmón, y contribuye en la etiología<br />

de hasta un 24% de todos los casos acaecidos<br />

entre los individuos no fumadores 12,13 .<br />

En España, según la última Encuesta Nacional de<br />

Salud (2006), hasta un 30% de la población (un 34%<br />

de varones y un 22% de mujeres) mayor de 15 años<br />

todavía fuma habitualmente (fig. 4). Aunque en los últimos<br />

años se ha observado una progresiva reducción<br />

de la prevalencia del tabaquismo que nos acerca a la<br />

media europea 14 , se trata de valores indudablemente<br />

elevados y preocupantes, sobre todo en los jóvenes y<br />

las mujeres. Cabe recordar una vez más que la prevención<br />

y la reducción del hábito tabáquico son las únicas<br />

medidas de las que se espera que tengan un efecto<br />

relevante e inmediato en la incidencia y la mortalidad<br />

del cáncer de pulmón 15 . Por ello, es absolutamente prioritario<br />

desarrollar y aplicar con rigor todas las medidas<br />

dirigidas a reducir la exposición al tabaco si se pretende<br />

disminuir sustancialmente el impacto sanitario del<br />

cáncer de pulmón, entre otras muchas enfermedades<br />

16-19 .<br />

171<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

40<br />

30<br />

Tasas ajustadas × 100.000<br />

20<br />

10<br />

0<br />

1975 1980 1985 1990 1995 2000<br />

Año de defunción<br />

Mama<br />

Colorrectal<br />

Estómago<br />

Pulmón<br />

Ovario<br />

Páncreas<br />

Leucemias<br />

SNC<br />

LNH<br />

Fuente: Ministerio de Sanidad y Consumo. Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud 2006 3 .<br />

Vejiga<br />

Mieloma<br />

Riñón<br />

Figura 2. Evolución de la<br />

mortalidad por las localizaciones<br />

tumorales más frecuentes en<br />

España. Mujeres, 1975-2000 2 .<br />

Fuente: Atlas municipal de mortalidad por cáncer en España, 1989-1998 2 .<br />

Figura 3. Patrón de distribución<br />

de la mortalidad por cáncer de<br />

pulmón en ambos sexos.<br />

Período 1989-1998.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78<br />

172


Bonfill X et al. <strong>El</strong> control del cáncer de pulmón en España: un análisis de la situación actual<br />

Figura 4. Evolución del porcentaje de fumadores diarios en la<br />

población española de 16 y más años, según sexo, 1997-2006.<br />

50<br />

40<br />

30<br />

%<br />

20<br />

10<br />

0<br />

45<br />

27<br />

39<br />

25<br />

34<br />

32<br />

22 22<br />

1997 2001 2003 2006<br />

Varones<br />

Mujeres<br />

Fuente: Ministerio de Sanidad y Consumo-INE. Encuesta Nacional de Salud de España<br />

2006.<br />

En España la reducción de la prevalencia del consumo<br />

de tabaco es el principal objetivo de las políticas<br />

de salud, como recogen el Plan Nacional de Prevención<br />

y Control del Tabaquismo (2003-2007), el Plan<br />

Integral de la Cardiopatía Isquémica (2004-2007) y la<br />

Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud<br />

(SNS) (2006); sus directrices están en consonancia con<br />

los adoptados progresivamente en los diferentes países<br />

occidentales. Asimismo, la Unión Europea ha desarrollado<br />

una amplia labor normativa, y desde la OMS<br />

se viene trabajando desde 1994 en la elaboración y<br />

adopción por los diferentes países de una política<br />

común, que ha culminado en 2003 con el Convenio<br />

Marco de Lucha contra el Tabaco (WHO Framework<br />

Convention on Tobacco Control). Las principales líneas<br />

de interés de estas normas se centran en los siguientes<br />

aspectos: acuerdos sobre política fiscal respecto<br />

al tabaco; extensión de la prohibición de fumar en lugares<br />

públicos; limitación de la publicidad sobre el tabaco;<br />

mejora de la información al consumidor sobre los<br />

efectos y la composición del tabaco; ayuda activa para<br />

dejar de fumar, particularmente con la creación y la mejora<br />

de la accesibilidad a las consultas de deshabituación<br />

y la dispensación gratuita de fármacos y sustitutos de<br />

nicotina; especial atención a las poblaciones de mayor<br />

riesgo, en estos momentos destinatarias en mayor medida<br />

de la propaganda protabaco (jóvenes, mujeres y<br />

población marginal).<br />

Entre todas las medidas adoptadas en España en<br />

aplicación de estas directrices internacionales destaca,<br />

sin duda, la Ley de Prevención del Tabaquismo<br />

(28/2005), que entró en vigor el 1 de enero de 2006.<br />

Su promulgación ha supuesto un avance indudable en<br />

el control del tabaquismo; sin embargo, hay todavía bastantes<br />

incertidumbres y contradicciones derivadas de<br />

la aplicación de la ley. Por un lado, ésta todavía permite<br />

fumar en los locales públicos de menos de 100 m 2<br />

que así lo decidan, algo que ha ocurrido en la gran mayoría<br />

de los casos, especialmente en el sector del ocio<br />

y la hostelería. De esta manera, los clientes, y en especial<br />

los trabajadores de estos negocios, continúan expuestos<br />

de forma involuntaria al humo ambiental del tabaco.<br />

Por otro lado, la ley antitabaco se ha aplicado de<br />

forma irregular y con diferentes grados de permisividad<br />

en las diversas comunidades autónomas, especialmente<br />

en lo concerniente a la realización de las necesarias<br />

inspecciones para su cumplimiento. Por todo ello, parece<br />

lógico concluir que hubiera sido mucho más apropiado<br />

legislar de entrada con criterios más restrictivos,<br />

parecidos a las normas ya instauradas en Irlanda, Italia<br />

y Reino Unido 20 , donde los espacios públicos están<br />

totalmente libres de humo (tabla 1). Adaptar la ley en<br />

los términos que sean necesarios para proteger de forma<br />

completa a la población del humo ambiental del tabaco<br />

es, por tanto, un requisito ineludible e inmediato para<br />

las autoridades sanitarias de nuestro país.<br />

Además de las intervenciones legislativas y reguladoras,<br />

también son esenciales las intervenciones sobre<br />

la fiscalidad del tabaco, como el Decreto Ley aprobado<br />

por el gobierno, también a inicios de 2006, para la<br />

subida de los impuestos sobre las marcas baratas 21 . La<br />

progresiva eliminación de la publicidad y los patrocinios<br />

deportivos, contemplada en las directrices europeas,<br />

es también un hecho. No obstante, carecemos de campañas<br />

públicas de educación sanitaria, mantenidas en<br />

el tiempo, dirigidas a reducir el consumo de tabaco entre<br />

dos de los colectivos donde el fracaso de las políticas<br />

preventivas es más acusado: los jóvenes y las mujeres.<br />

Faltan campañas sostenidas de educación para la<br />

salud dirigidas a esos grupos.<br />

Las estrategias de aplicación de métodos de ayuda<br />

para dejar de fumar (consejo mínimo, consulta específica),<br />

así como la administración de sustitutos de la nicotina,<br />

presentan unos buenos resultados coste-efectivos<br />

cuando se comparan con otras medidas sanitarias.<br />

Algunas intervenciones sencillas como un único consejo<br />

breve por parte de profesionales sanitarios, la prescripción<br />

de sustitutos de nicotina con consejo y apoyo del médico,<br />

o 10 min de consejo prenatal con información escrita<br />

sobre el embarazo, consiguen tasas anuales de<br />

abandono de al menos el 2, el 12 y el 15%, respectivamente<br />

15,22-24 . Es imprescindible contar con la implicación<br />

activa de los profesionales sanitarios, especialmente<br />

los de la atención primaria, y con la organización y los<br />

recursos necesarios para disponer de suficientes programas<br />

de cesación tabáquica accesibles a todos los<br />

fumadores que deseen dejar el hábito.<br />

Riesgo ocupacional<br />

Hay una larga lista de sustancias ocupacionales que<br />

causan o pueden causar cáncer de pulmón, como los<br />

metales pesados, el asbesto y otras fibras sintéticas,<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):170-9<br />

173<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

los hidrocarburos aromáticos policíclicos, los acetaldehídos<br />

y formaldehídos, el cloruro de vinilo, etc. La exposición<br />

a estas sustancias explica el 18% de los casos<br />

de cáncer de pulmón en varones y menos del 1% en<br />

las mujeres 8 .<br />

Entre todos los carcinógenos, destaca el asbesto,<br />

también llamado amianto, que es la causa más frecuente<br />

de cáncer de pulmón y pleura (mesotelioma) relacionada<br />

con la ocupación 25 . <strong>El</strong> riesgo de su exposición,<br />

ajustado por edad y consumo de tabaco, es de 2,8-3,5,<br />

aumenta con la exposición acumulada 26,27 y se multiplica<br />

cuando coincide con el hábito tabáquico, ya que<br />

ambos actúan sinérgicamente. En España diversas empresas<br />

han utilizado amianto en sus procesos de producción<br />

durante años, a pesar de que desde 1978 ya<br />

fue declarada sustancia cancerígena por el Parlamento<br />

Europeo y de que así constara en el cuadro de enfermedades<br />

profesionales incluidas en el Real Decreto<br />

(1955/1978) del mismo año. Sucesivamente, España<br />

ha ido transponiendo a su legislación toda la normativa<br />

que la Unión Europea ha publicado referente al<br />

amianto, tendiendo a prohibir todas sus variedades y<br />

a forzar su sustitución 28 . No obstante, todavía hoy hay<br />

grandes cantidades de amianto expuestas a la población:<br />

tejados, paredes, techos, sistemas de aireación,<br />

conducciones de agua y gas, etc. Se considera que actualmente<br />

el riesgo más elevado de exposición es el<br />

de los trabajadores que participan en las tareas de desamiantado<br />

y el de los que, durante su trabajo, encuentran<br />

amianto de improviso, en particular en el mantenimiento<br />

y la reparación de edificios, fábricas, buques<br />

y trenes. Por todo ello, la incidencia de cáncer de pulmón<br />

y pleura a causa del asbesto ha aumentado en<br />

los últimos años y, dado que el período de latencia de<br />

la enfermedad es prolongado (20-30 años), se estima<br />

que seguirá aumentando en las próximas décadas 29 .<br />

Finalmente, debe destacarse también la existencia<br />

de un programa de vigilancia sanitaria dirigido a identificar<br />

poblaciones o situaciones laborales de alto riesgo<br />

30 . Este programa garantiza además una información<br />

adecuada sobre el riesgo a los trabajadores que han<br />

estado expuestos al amianto, un seguimiento de su estado<br />

de salud por parte del SNS y el reconocimiento<br />

de la eventual enfermedad profesional.<br />

Cribado o prevención secundaria del cáncer<br />

de pulmón<br />

Dada la magnitud y la duración de la epidemia de<br />

tabaquismo y los magros resultados obtenidos en el tratamiento<br />

del cáncer de pulmón, es lógico que se hayan<br />

propuesto diversas estrategias para cribar periódicamente<br />

a los fumadores en tanto que individuos con<br />

mayor riesgo de padecer la enfermedad. Además, algunos<br />

estudios de casos y controles iniciales sugirieron<br />

que la realización de una radiografía de tórax podía<br />

reducir la mortalidad por cáncer de pulmón en un 40%.<br />

Sin embargo, los diversos ensayos clínicos realizados<br />

posteriormente para evaluar el cribado de cáncer de pulmón<br />

mediante una radiografía de tórax y/o citología de<br />

esputo, aunque permitían una detección del tumor en<br />

estadios más precoces no mostraron que la mortalidad<br />

disminuyera 31-33 .<br />

La aparición de nuevas pruebas diagnósticas ha ido<br />

creando nuevas expectativas de cara a la detección del<br />

cáncer de pulmón. Así, la tomografía computarizada (TC)<br />

de baja dosis ha demostrado tener una sensibilidad 4<br />

veces mayor para la detección del cáncer de pulmón<br />

que la obtenida realizando una radiografía de tórax, que<br />

era del 26% 34 , aunque a costa de presentar un elevado<br />

porcentaje de falsos positivos, entre un 5 y un 41% 35 .<br />

Recientemente, un estudio internacional muy divulgado<br />

en la prensa afirmaba que el cribado del cáncer<br />

de pulmón con TC helicoidal o espiral podría evitar<br />

el 80% de las muertes 36 . Sin embargo, su diseño<br />

inadecuado –fundamentalmente la ausencia de un grupo<br />

control comparable– no le permite aportar pruebas concluyentes<br />

sobre los beneficios y los riesgos de la intervención.<br />

Además, los resultados de un nuevo estudio<br />

con el mismo objetivo, publicado posteriormente,<br />

ponían de manifiesto el aumento de las pruebas diagnósticas<br />

e intervenciones quirúrgicas que produciría el<br />

cribado del cáncer de pulmón sin que ello se reflejase<br />

en una disminución de la mortalidad por dicho tumor 37 .<br />

Por tanto, está claro que aún falta por demostrar si<br />

algún tipo de cribado del cáncer de pulmón consigue<br />

o no reducir la mortalidad, en qué medida y con qué<br />

costes. Actualmente hay diversos ensayos clínicos en<br />

marcha en todo el mundo que tienen este objetivo, cuyos<br />

resultados estarán disponibles dentro de unos pocos<br />

años. Mientras tanto, no está justificado iniciar el cribado<br />

sistemático para la detección precoz del cáncer<br />

de pulmón en ningún grupo poblacional, por lo que la<br />

decisión queda circunscrita al terreno individual 38 .<br />

Diagnóstico precoz del cáncer de pulmón<br />

Los pacientes con cáncer de pulmón tienen un pronóstico<br />

infausto, con una supervivencia global al año<br />

de alrededor de un 30% y a los 5 años de un 12% 39 ,<br />

valores muy similares tanto en España como en el resto<br />

de los países de la Unión Europea y Estados Unidos.<br />

<strong>El</strong> mal pronóstico se debe en parte a la propia naturaleza<br />

de la enfermedad, de evolución muy rápida y diagnóstico<br />

tardío (entre un 40 y un 65% de los pacientes,<br />

según el tipo, presentan ya metástasis). Asimismo, los<br />

enfermos con cáncer de pulmón suelen tener una serie<br />

de enfermedades concomitantes que retrasan su diag-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78<br />

174


Bonfill X et al. <strong>El</strong> control del cáncer de pulmón en España: un análisis de la situación actual<br />

4<br />

3,5<br />

3<br />

2,5<br />

2<br />

1,5<br />

1<br />

Figura 5. Variabilidad de las<br />

tasas de intervenciones<br />

quirúrgicas en pacientes con<br />

cáncer de pulmón en 148 áreas<br />

sanitarias de toda España (tasas<br />

estandarizadas por 10.000<br />

habitantes).<br />

0,5<br />

0<br />

Total Varones Mujeres Mayores de 60 años<br />

Fuente: Atlas de variabilidad en procedimientos quirúrgicos en oncología 53 .<br />

nóstico y complican posteriormente su tratamiento; además,<br />

son frecuentes las demoras en la realización de<br />

las pruebas imprescindibles para el correcto diagnóstico<br />

y estadificación clínica. Por último, la eficacia de<br />

los tratamientos administrados, incluidos los de más reciente<br />

introducción, es todavía bastante limitada, pues<br />

la supervivencia global sigue inalterablemente baja.<br />

<strong>El</strong> retraso en el diagnóstico de los enfermos oncológicos,<br />

puesto de manifiesto en numerosos estudios,<br />

adquiere en el caso del cáncer de pulmón una especial<br />

importancia. Aunque el efecto concreto sobre la supervivencia<br />

sigue siendo incierto 40 , es probable que el<br />

diagnóstico precoz y la inmediata aplicación del tratamiento<br />

adecuado pudieran mejorar un poco el pronóstico<br />

de la enfermedad, aparte del potencial efecto tranquilizador<br />

que tendría sobre los pacientes y sus familias.<br />

En España, se han realizado algunos estudios 41,42<br />

para analizar el tiempo de espera entre el diagnóstico<br />

y el inicio del tratamiento en los pacientes con cáncer<br />

de pulmón, entre los cuales el estudio Intercat, realizado<br />

en Cataluña, es uno de los más amplios y recientes<br />

43 . Los valores obtenidos (mediana de 39 días<br />

entre el primer diagnóstico y el tratamiento, intervalo<br />

superior a 31 días en el 57,4% de los casos) confirman<br />

la percepción de los pacientes y los profesionales acerca<br />

de la excesiva demora diagnóstica y terapéutica. Por<br />

ello, en algunas comunidades autónomas ya se han<br />

puesto en marcha programas específicos para mejorar<br />

el circuito diagnóstico y terapéutico de varios tipos<br />

de cáncer, que incluyen al de pulmón. Asimismo, en la<br />

Estrategia Nacional en Cáncer del SNS se propone:<br />

a) que a todo paciente con sospecha clínica fundada<br />

de cáncer se le efectúe una prueba de confirmación diagnóstica<br />

en los 15 días siguientes; b) que a todo paciente<br />

al que se le confirme un cáncer se le visite y proponga<br />

un plan terapéutico en el plazo de una semana, y<br />

c) que todo paciente que deba ser tratado inicie el tratamiento<br />

en un intervalo de tiempo razonable, que para<br />

la cirugía sería de 2 semanas, para la quimioterapia de<br />

una semana y para la radioterapia de 4 semanas 3 .<br />

Tratamiento del cáncer de pulmón<br />

<strong>El</strong> cáncer broncopulmonar se separa en dos grandes<br />

grupos: el de células no pequeñas (CPCNP), el<br />

más frecuente y que representa alrededor del 80-85%<br />

de los casos, y el de células pequeñas (CPCP), que<br />

constituye el 15-20% restante. A efectos terapéuticos,<br />

se trata de dos entidades distintas que requieren un<br />

abordaje diferente, si bien en ambos es determinante<br />

el estadio de la enfermedad en el momento del diagnóstico<br />

y el estado general del paciente. La toxicidad<br />

puede ser un factor limitante, pero en los últimos años<br />

se ha conseguido reducir bastante algunos efectos secundarios<br />

más importantes de la quimioterapia 7 . Las<br />

principales armas terapéuticas contra este tipo de cáncer<br />

son la cirugía, la quimioterapia y la radioterapia,<br />

que se combinan en un gran número de modalidades<br />

según el tipo de tumor, el estadio y si la intencionalidad<br />

es radical o paliativa 44 .<br />

175<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

A pesar de los tratamientos administrados, la gran<br />

mayoría de los pacientes con cáncer de pulmón presentan<br />

una progresión de su enfermedad al cabo de<br />

unos meses de su finalización, lo cual implica que las<br />

probabilidades de supervivencia a medio plazo son mínimas.<br />

Sin embargo, en los últimos años se ha incrementado<br />

en gran medida la utilización de combinaciones<br />

quimioterápicas distintas a la primera, aunque<br />

las evidencias sobre la eficacia de este tipo de tratamientos<br />

son aún muy limitadas 45-47 , y serían necesarios<br />

más y mejores estudios para definir de forma más<br />

precisa sus potenciales efectos beneficiosos en contraposición<br />

a sus inconvenientes y costes. Cuando<br />

todos los tratamientos han fracasado, los pacientes deberían<br />

tener garantizado el acceso a unos cuidados<br />

paliativos integrales y adaptados a sus necesidades,<br />

algo que no suele ocurrir muy a menudo 48 , así como<br />

tampoco una adecuada coordinación con la atención<br />

primaria y domiciliaria.<br />

Dado el carácter multidisciplinario del diagnóstico<br />

y el tratamiento del cáncer de pulmón, es imprescindible<br />

la existencia de Comités de Tumores específicos<br />

en los hospitales para presentar y discutir todos los<br />

casos por parte de los profesionales implicados 3 , asegurar<br />

el cumplimiento de las correspondientes guías<br />

de práctica clínica basadas en la mejor evidencia científica<br />

49-52 y optimizar la calidad de la atención clínica.<br />

Por el momento, los únicos datos disponibles en España<br />

muestran que, al menos por lo que respecta a las<br />

intervenciones quirúrgicas del cáncer de pulmón, la variabilidad<br />

geográfica es muy amplia 53 y, entre otros factores,<br />

puede deberse a una falta de equidad en el acceso<br />

a los centros con tecnologías más complejas (fig.<br />

5). Igualmente, sería muy útil y productivo poder analizar<br />

en profundidad la posible variabilidad en el empleo<br />

de la quimioterapia y la radioterapia 54 en los diferentes<br />

centros asistenciales, así como de los intervalos<br />

asistenciales, de los resultados clínicos obtenidos y de<br />

sus costes asociados. Por desgracia, la inexistencia de<br />

unos registros de tumores hospitalarios o de unos sistemas<br />

de información clínicos suficientemente desarrollados<br />

y estandarizados impide por el momento extender<br />

este tipo de estudios 55 , aunque ahora están<br />

explícitamente reivindicados en la Estrategia Nacional<br />

en Cáncer 3 .<br />

Finalmente, hay que hacer hincapié en la necesidad<br />

de avanzar en nuestro país en la necesaria participación<br />

de los pacientes con cáncer de pulmón en las<br />

decisiones terapéuticas que les atañen, tal como sucede<br />

más habitualmente en otros países. <strong>El</strong> delicado<br />

equilibrio entre los potenciales beneficios e inconvenientes<br />

que caracteriza muchas de las situaciones clínicas<br />

relacionadas con esta enfermedad debería valorarse<br />

individualmente por unos pacientes objetiva y<br />

debidamente informados, a partir de los respectivos valores<br />

y preferencias 56 .<br />

Conclusiones<br />

1. En España, el cáncer de pulmón es una de las<br />

enfermedades más relevantes para la salud de la población,<br />

en términos de incidencia, morbilidad y mortalidad.<br />

En los hombres, la elevada mortalidad experimentada<br />

en las últimas décadas presenta actualmente<br />

una tendencia a la estabilización, reflejo de la importante<br />

disminución de la prevalencia del tabaquismo observada<br />

en los últimos años.<br />

2. En las mujeres, en cambio, hay una tendencia al<br />

alza en las tasas de mortalidad y de incidencia, lo cual<br />

ilustra la tardía y creciente incorporación de las mujeres<br />

españolas al hábito tabáquico, que hace prever un<br />

impacto aún mayor en los próximos años. La variabilidad<br />

geográfica es notoria en ambos sexos.<br />

3. La reducción de la prevalencia del tabaquismo<br />

debe ser la máxima prioridad para reducir el impacto<br />

del cáncer de pulmón, dado el carácter prevenible de<br />

la enfermedad. Aunque se han producido algunos avances<br />

importantes en los últimos años, no dejan de ser<br />

alarmantes los índices de consumo de tabaco, especialmente<br />

entre las mujeres y los jóvenes españoles.<br />

Por ello, sería muy conveniente que se llevaran a cabo<br />

programas de prevención dirigidos específicamente a<br />

estos dos grupos poblacionales. Además, a la vista de<br />

los resultados, es preciso reformar la vigente Ley de<br />

Prevención del Tabaquismo para que todos los espacios<br />

públicos estén totalmente libres de humo y a la vez<br />

se disponga de un sistema de inspección coherente y<br />

homogéneo para garantizar su cumplimiento en todos<br />

sus términos y ámbitos, evitando así las interpretaciones<br />

interesadas y oportunistas. Asimismo, se debe garantizar<br />

una adecuada respuesta a la creciente demanda<br />

de consultas y tratamientos de deshabituación.<br />

4. Es necesario continuar el programa de vigilancia<br />

sanitaria dirigido a los individuos que están o han estado<br />

expuestos a situaciones laborales de alto riesgo<br />

de presentar un cáncer de pulmón.<br />

5. De momento, no hay suficiente evidencia científica<br />

para iniciar ningún cribado sistemático del cáncer<br />

de pulmón y se debe esperar a conocer los resultados<br />

de los ensayos clínicos que sobre este tema están en<br />

marcha en todo el mundo.<br />

6. Los pacientes con cáncer de pulmón tienen muy<br />

mal pronóstico, pero no hay diferencias significativas<br />

entre los índices de supervivencia obtenidos en España<br />

con respecto a otros países, ni se han modificado<br />

sustancialmente en estos últimos años a pesar de la<br />

mayor intensidad y coste de los tratamientos.<br />

7. Los intervalos de tiempo para completar el proceso<br />

diagnóstico e iniciar el tratamiento del cáncer de<br />

pulmón en España son poco conocidos, aunque se sospecha<br />

que pueden ser excesivos. Por tanto, es necesario<br />

organizar unos circuitos asistenciales preferentes<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78<br />

176


Bonfill X et al. <strong>El</strong> control del cáncer de pulmón en España: un análisis de la situación actual<br />

que aseguren la coordinación entre centros y niveles<br />

asistenciales y reduzcan sustancialmente las demoras<br />

actuales.<br />

8. Todos los pacientes con cáncer de pulmón deberían<br />

ser tratados en centros hospitalarios donde las<br />

decisiones terapéuticas sean colegiadas y derivadas de<br />

unas guías clínicas basadas en la evidencia, y con un<br />

adecuado y sistemático seguimiento de la calidad de<br />

los procesos asistenciales, de los resultados obtenidos<br />

y de los costes asociados. Igualmente, dada la mala<br />

evolución clínica de esta enfermedad, es imprescindible<br />

que los hospitales otorguen a la atención paliativa<br />

de estos pacientes la misma prioridad que dan a la administración<br />

de los tratamientos oncológicos.<br />

9. Para alcanzar los objetivos de evaluación mencionados,<br />

es preciso desarrollar de manera mucho más<br />

consecuente que hasta ahora los sistemas de información<br />

clínicos, cuyos datos facilitarían enormemente<br />

los estudios de variabilidad y de coste-efectividad relacionados<br />

con esta enfermedad.<br />

10. En España, la participación de los pacientes con<br />

cáncer de pulmón en las decisiones terapéuticas que<br />

les atañen es mucho menor que en otros países. Sería<br />

deseable que los profesionales sanitarios desarrollen<br />

nuevas metodologías y experiencias de comunicación<br />

que garanticen que estos pacientes acceden, si así lo<br />

desean, a una información objetiva y veraz que les permita<br />

ser verdaderamente los dueños de su proceso asistencial.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):169-78<br />

178


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

¿Cómo incorporar las utilidades de los pacientes<br />

a las decisiones clínicas<br />

José María Abellán Perpiñán / Fernando I. Sánchez Martínez / Jorge E. Martínez Pérez<br />

Universidad de Murcia, Murcia, España.<br />

(How should patients’ utilities be incorporated into clinical<br />

decisions)<br />

Resumen<br />

Hay muchas situaciones clínicas en las que no se puede<br />

tomar una decisión «correcta» desde el punto de vista técnico.<br />

Ejemplo de ello sería la cirugía electiva, donde atender<br />

las preferencias de los pacientes resulta ineludible. Una forma<br />

de incorporar dichas preferencias es la aplicación del análisis<br />

de las decisiones clínicas. En este enfoque, primero se<br />

cuantifican dichas preferencias (utilidades) y después se combinan<br />

con los conocimientos técnicos del médico. Al modelo<br />

resultante de toma de decisiones se le suele denominar «toma<br />

de decisiones compartidas». En la revisión efectuada en este<br />

artículo se constata que: a) dicho modelo, en caso de aplicarse<br />

sistemáticamente, podría mejorar la efectividad de los<br />

tratamientos y el bienestar de los pacientes; b) la práctica clínica,<br />

no obstante, se enfrenta a restricciones en forma de tiempo<br />

y recursos disponibles que hacen difícil su aplicación; c)<br />

la incorporación de las utilidades de los pacientes a las guías<br />

de práctica clínica podría contribuir a estrechar la distancia<br />

que separa las preferencias de los médicos de las de los pacientes;<br />

d) aparentemente, la aplicación de este tipo de análisis<br />

en España es muy ocasional, donde, incluso, se detectan<br />

deficiencias, no ya en la participación de los pacientes en<br />

las decisiones clínicas, sino en el ejercicio del derecho a la<br />

información, y e) la alternativa de las ayudas a la decisión,<br />

aun cuando conozca una creciente expansión, no está libre<br />

de problemas.<br />

Palabras clave: Toma de decisiones compartidas. Análisis de<br />

la decisión. Utilidades de los pacientes. Ayudas a la decisión.<br />

Guías de práctica clínica.<br />

Abstract<br />

There are many clinical situations in which there is no “right”<br />

decision from a technical point of view. An example of this is<br />

elective surgery, in which patients’ preferences are critical. One<br />

way to integrate patients’ preferences within clinical practice<br />

is the application of decision analysis.<br />

According to this approach, preferences (utilities) are assessed<br />

and are then combined with physicians’ knowledge.<br />

This combination of evidence and utilities leads to the so-called<br />

shared decision-making (SDM) model.<br />

The overview provided in the present article indicates that:<br />

a) The SDM model, if systematically applied, could improve<br />

treatment effectiveness and patients well being; b) clinical practice,<br />

nevertheless, faces barriers in the form of time and resource<br />

constraints, limiting the application of such a model;<br />

c) discrepancies between patients’ and doctors’ preferences<br />

could be narrowed if patients’ utilities were included in clinical<br />

practice guidelines; d) the application of this kind of analysis<br />

seems to be scarce in Spain. Moreover, information provided<br />

to patients is probably insufficient; and e) patient<br />

decision aids, even though their use is rapidly growing, are<br />

subject to certain problems.<br />

Key words: Shared decision-making. Decision analysis. Patients’<br />

utilities. Decision aids. Clinical practice guidelines.<br />

Ideas clave<br />

• En muchas parcelas de la práctica clínica (p. ej., cirugía<br />

electiva), la relación de agencia entre médico<br />

y paciente será imperfecta, a menos que sean tenidas<br />

en cuenta las preferencias de este último.<br />

Correspondencia: José María Abellán Perpiñán.<br />

Universidad de Murcia.<br />

Correo electrónico: dionisos@um.es<br />

• <strong>El</strong> análisis de las decisiones clínicas es un enfoque<br />

adecuado para combinar las preferencias (concretadas<br />

en forma de utilidades) del paciente con los conocimientos<br />

técnicos del médico (modelo de toma de<br />

decisiones compartidas).<br />

• La evidencia proveniente de varios países anglosajones,<br />

parece sugerir que la incorporación de las utilidades<br />

a la toma de decisiones clínicas podría mejorar<br />

el bienestar de los pacientes.<br />

• <strong>El</strong> grado de implantación efectiva del citado modelo<br />

es bastante reducido en la mayoría de los países de-<br />

179 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):179-85


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

sarrollados. Su aplicación en España es muy marginal,<br />

e incluso se detectan problemas con la calidad<br />

de la información suministrada a los pacientes.<br />

• <strong>El</strong> aumento del tiempo de atención a los pacientes<br />

en las consultas parece una meta esencial para poder<br />

recoger debidamente sus preferencias.<br />

Introducción<br />

Tradicionalmente, las decisiones clínicas concernientes<br />

a los tratamientos y pruebas diagnósticas<br />

han sido tomadas en exclusiva por el médico, sobre<br />

la base de un modelo «paternalista o dirigido», también<br />

denominado «hipocrático» 1 . En este modelo se presume<br />

que el médico sabe «lo que es mejor» para el paciente:<br />

recopila información sobre sus síntomas, efectúa<br />

un diagnóstico y prescribe un tratamiento. <strong>El</strong> paciente consiente<br />

pasivamente. <strong>El</strong> médico no intenta comunicarle cuáles<br />

son los beneficios y efectos adversos de las opciones<br />

disponibles, ni tampoco indaga en sus preferencias.<br />

<strong>El</strong> modelo paternalista representa el máximo exponente<br />

del paradigma de asistencia sanitaria «sensible a la oferta»<br />

o «centrado en el control del médico».<br />

Sin embargo, hay numerosas situaciones en las que<br />

no se puede tomar una decisión «correcta» desde el punto<br />

de vista estrictamente técnico, ya que la elección óptima<br />

depende de cómo los pacientes ponderen o intercambien<br />

los beneficios de los tratamientos y sus efectos<br />

adversos. Ejemplos de este tipo de decisiones<br />

clínicas de «zona gris», también denominadas «sensibles<br />

a los valores», son, entre otras, las relativas a la elección<br />

de tratamientos para el cáncer de mama, fractura<br />

de cadera, cáncer de próstata o hernia de disco. En presencia<br />

de este tipo de intercambios entre dimensiones<br />

diferentes de la salud (p. ej., calidad frente a cantidad de<br />

vida), resulta evidente que prescindir de las preferencias<br />

de los pacientes en la toma de decisiones sólo conduciría<br />

a elecciones acertadas en caso de que las éstas<br />

fuesen semejantes a las de los médicos. La evidencia<br />

disponible 2-4 , sin embargo, desmiente mayoritariamente<br />

esta presunción, y se constata que hay claras divergencias<br />

entre las preferencias de unos y otros. En países<br />

como el Reino Unido y Canadá se ha relacionado la omisión<br />

de las preferencias de los pacientes con un aumento<br />

injustificado de la variabilidad de la práctica clínica 5,6 , así<br />

como una menor efectividad de los tratamientos 7,8 .<br />

En el presente capítulo examinamos una de las vías<br />

de incorporación de las preferencias de los pacientes:<br />

el análisis formal de las decisiones clínicas. Este enfoque<br />

ha sido definido como «una modalidad de toma de<br />

decisiones compartidas que explícitamente combina las<br />

probabilidades de los sucesos resultantes de las decisiones<br />

de tratamiento con estimaciones cuantitativas de<br />

las percepciones de los pacientes (utilidades) respecto<br />

a las consecuencias de los tratamientos» 9 . La estructura<br />

del documento es la siguiente: primero se presenta<br />

una taxonomía de los modelos de toma de decisiones<br />

«centrados en el paciente», sintetizando la evidencia disponible<br />

acerca de lo bien o mal que funciona en la práctica<br />

clínica real la relación de agencia entre médico y paciente;<br />

en segundo lugar se ofrece una breve panorámica<br />

de la utilización del análisis de la decisión en el ámbito<br />

del encuentro médico-paciente, comentando los estudios<br />

más relevantes que se han ocupado de su efectividad<br />

en ensayos clínicos controlados concebidos al efecto. Asimismo,<br />

se examina la evidencia disponible acerca de la<br />

incorporación potencial de las utilidades de los pacientes<br />

a las guías de práctica clínica. A continuación, se repasan<br />

los principales trabajos de la literatura médica<br />

especializada sobre la eficacia de las intervenciones<br />

informativas, conocidas como «ayudas a la decisión», consideradas<br />

por algunos autores como una estrategia más<br />

factible que el análisis de la decisión. Por último, se ofrecen<br />

las principales conclusiones alcanzadas.<br />

Modelos de toma de decisiones «centrados<br />

en el paciente»<br />

Los trabajos teóricos de Charles et al 10 y Gafni et<br />

al 11 probablemente ofrecen el intento más riguroso por<br />

caracterizar diferentes modelos de toma de decisiones<br />

clínicas. Como puede apreciarse en la tabla 1, la adopción<br />

del tratamiento se fragua mediante un proceso compuesto<br />

por tres fases: intercambio de información, deliberación<br />

o discusión de las preferencias por los<br />

tratamientos y decisión sobre el tratamiento. Dentro de<br />

este esquema, el análisis de la decisión encaja en dos<br />

de los modelos representados: el modelo del médico<br />

como «agente perfecto» y el modelo de «toma de decisiones<br />

compartidas». La diferencia fundamental entre<br />

uno y otro 12 radica en el grado de control que ostenta<br />

el paciente, así como en la intensidad de la interacción<br />

entre médico y paciente. Mientras en el primer caso el<br />

médico emplea las utilidades del paciente para formular<br />

una recomendación, en el caso de la toma de decisiones<br />

compartidas, médico y paciente discuten el resultado<br />

del análisis de la decisión, lo que constituye sólo<br />

un input más de todo el proceso. La decisión final se<br />

adopta en este segundo modelo de forma consensuada.<br />

En cualquiera de los casos, podría afirmarse 13 que<br />

«el análisis de la decisión clínica potencia la autonomía<br />

del paciente al posibilitar la incorporación de sus<br />

valores al proceso de toma de decisiones».<br />

Los países en los que se ha investigado más intensamente<br />

el grado de implantación del modelo de toma<br />

de decisiones compartidas en la práctica clínica pertenecen<br />

al ámbito anglosajón (Canadá, Reino Unido, Estados<br />

Unidos). Dos estudios son particularmente inte-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):179-85<br />

180


Abellán Perpiñán JM et al. ¿Cómo incorporar las utilidades de los pacientes a las decisiones clínicas<br />

Tabla 1. Modelos de toma de decisiones sobre los tratamientos<br />

Etapas<br />

Paternalista<br />

Médico como<br />

agente perfecto<br />

Toma de decisiones<br />

compartidas<br />

Informado<br />

Intercambio de información Dirección Unidireccional Unidireccional Bidireccional Unidireccional<br />

(en gran medida) (en gran medida) (en gran medida)<br />

Sentido Médico Médico Médico Médico<br />

↓ ↑ ↑↓ ↓<br />

Paciente Paciente Paciente Paciente<br />

Tipo Médica Preferencias Médica y Médica<br />

preferencias<br />

Mínimo Requerimientos Utilidades de Cualquier cosa Cualquier cosa<br />

requerido legales estados de salud relevante para relevante para<br />

la toma de decisiones la toma de decisiones<br />

Deliberación Médico solo o Médico solo o Médicos y pacientes Paciente<br />

con otros médicos con otros médicos (más potencialmente (más potencialmente<br />

otros)<br />

otros)<br />

Decisión Médico Médico Médico y paciente Paciente<br />

Fuente: elaboración propia a partir de Charles et al 10 y Gafni et al 11 .<br />

resantes, por cuanto ambos hacen referencia a dicho<br />

modelo, tal y como se define dentro del esquema de la<br />

tabla 1. Mientras que en un caso 14 se constata que la<br />

mayoría de los médicos entrevistados (más del 85%) conciben<br />

espontáneamente la toma de decisiones compartidas<br />

como un proceso caracterizado por los rasgos<br />

descritos en la tabla 1, en el otro 15 no se obtiene evidencia<br />

empírica sólida que indique que los médicos y<br />

los pacientes participan en la consulta del modo que predice<br />

tal modelo. Un estudio más reciente 16 concluye que<br />

la relación de agencia observada «no funciona bien».<br />

En el caso de España, un estudio reciente 17 sugiere<br />

que los pacientes valoran el derecho a la información<br />

como más importante que el derecho al ejercicio<br />

de la autonomía. No obstante, y como los propios autores<br />

advierten, la mayoría de los pacientes encuestados<br />

(66,1%) demuestra un elevado grado de desconocimiento<br />

del derecho que le asiste para rechazar<br />

determinadas pruebas y tratamientos. En este contexto,<br />

antes que afirmar que los pacientes prefieren la toma<br />

de decisiones dirigida, cabría suponer que se practica<br />

una suerte de paternalismo «forzoso».<br />

Aplicaciones del análisis de la decisión<br />

Toma de decisiones individuales<br />

<strong>El</strong> análisis de la decisión es un método concebido<br />

para ayudar a tomar decisiones en situaciones de incertidumbre.<br />

Su lógica consiste en la descomposición<br />

de decisiones complejas en secciones o partes más manejables,<br />

y su aplicación al contexto de las decisiones<br />

clínicas se efectúa en una serie de pasos 18 :<br />

1. Se estructura el problema de decisión en un tipo de<br />

diagrama de flujos, conocido como «árbol de decisión».<br />

2. Se asignan probabilidades a cada uno de los posibles<br />

sucesos (p. ej., que el tratamiento tenga éxito).<br />

3. Se insertan los resultados posibles de cada una<br />

de las estrategias disponibles (p. ej., tener migrañas ocasionalmente).<br />

4. Se han de estimar las utilidades de cada uno de<br />

dichos resultados. Si los resultados se expresan en términos<br />

de cantidad y calidad de vida, su utilidad se descompone<br />

de acuerdo al modelo año de vida ajustado por<br />

la calidad (AVAC), de modo que habría que medir la utilidad<br />

de la calidad de vida o estado de salud, para multiplicarla<br />

posteriormente por la duración en ese estado.<br />

5. Se determina cuál es la mejor estrategia aplicando<br />

el criterio de la utilidad esperada.<br />

6. Por último, se alteran los supuestos del análisis<br />

para observar si las conclusiones varían sustancialmente<br />

(análisis de sensibilidad), y se interpretan los resultados<br />

obtenidos.<br />

Las primeras aplicaciones al ámbito de las decisiones<br />

clínicas datan de los años setenta, y desde 1981 se cuenta<br />

con una revista especializada –Medical Decision Making<br />

(http://mdm.sagepub.com/)– cuyas páginas albergan<br />

con regularidad casos de decisiones clínicas. Entre muchos<br />

otros, hay ejemplos de aplicaciones de este enfoque<br />

al cribado prenatal para detectar el síndrome de Down,<br />

al tratamiento para el cáncer de mama o a la terapia para<br />

la hiperplasia benigna de próstata 19 . Nuevamente, si se<br />

181<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):179-85


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

atiende al país de origen de los estudios publicados, se<br />

corrobora que la gran mayoría corresponden a Reino Unido,<br />

Estados Unidos y Canadá. En Europa destaca el caso de<br />

los Países Bajos, mientras que los análisis realizados en<br />

España tienen una presencia testimonial.<br />

Son escasos los estudios que han intentado evaluar<br />

la efectividad del análisis de la decisión como instrumento<br />

de toma de decisiones compartidas, que debería evaluarse<br />

en un ensayo aleatorizado y controlado 9 . Los ensayos<br />

clínicos en los que se ha intentado verificar dicha<br />

efectividad 20 sugieren que las mediciones realizadas con<br />

determinados métodos, como la lotería estándar (standard<br />

gamble) y el intercambio de tiempos (time tradeoff),<br />

parecen útiles y estables a escala de grupo (utilidades<br />

medias o medianas). En cambio, parece que su<br />

fiabilidad a escala individual no es elevada 21,22 . Esta valoración<br />

es compartida por algunos autores 23 , quienes<br />

sugieren que para la toma de decisiones individuales<br />

(at the bedside) sería preferible utilizar otros procedimientos<br />

no basados en medidas de utilidad del estado<br />

de salud. En cambio, algunos clínicos 24 , a tenor de su<br />

propia experiencia, concluyen que resulta una herramienta<br />

muy útil en las situaciones en que la eficacia de<br />

los tratamientos no está suficientemente acreditada, los<br />

riesgos de las pruebas y tratamientos son elevados o<br />

las preferencias de los pacientes son críticas.<br />

Toma de decisiones colectiva<br />

Las recomendaciones formuladas en las guías de<br />

práctica clínica para grupos de pacientes con una<br />

misma enfermedad (p. ej., hipertensos) no suelen tener<br />

en consideración sus preferencias. Sin embargo, se ha<br />

subrayado la necesidad de que dichas guías incorporen<br />

las utilidades de los pacientes 25 , incluso en conjunción<br />

con la información relativa al coste de los tratamientos.<br />

Tabla 2. Instrumentos de medición del estado de salud<br />

Instrumento N.º de aplicaciones %<br />

Instrumentos de utilidad multiatributo 76,0<br />

15D 2 2,5<br />

EQ-5D (EuroQol) 37 46,8<br />

HUI (Health Utility Index-Mark II/III) 7 8,9<br />

QWB (Quality-of-Well-Being Scale) 5 6,3<br />

Rosser-Kind 5 6,3<br />

SF-6D 4 5,1<br />

Instrumentos de medición directa 24<br />

Lotería estándar 4 5,1<br />

Intercambio de tiempos 7 10,1<br />

Escala de Puntuación 2 3,8<br />

Escala Visual Analógica 4 5,1<br />

Fuente: tabla 3 de Räsänen et al 29 .<br />

Lo primero se apoya en la evidencia 4,26 de que hay importantes<br />

discrepancias entre las preferencias de los pacientes<br />

y las recomendaciones que constan en las guías<br />

basadas en la gravedad de los síntomas (p. ej., riesgo<br />

absoluto de sufrir un problema cardiovascular). Lo segundo<br />

viene motivado por la descentralización paulatina<br />

del establecimiento de prioridades 27 , que aconsejan<br />

que las recomendaciones de las guías de práctica clínica<br />

sean consistentes con la evidencia sobre la relación<br />

coste-efectividad de los tratamientos provistos por el sistema<br />

sanitario. En este sentido, resulta paradigmático el<br />

papel desempeñado por el National Institute for Clinical<br />

Excellence (NICE) en Inglaterra y Gales. Esta institución<br />

lleva a cabo una doble labor: por un lado, formula recomendaciones<br />

respecto a la utilización «sistemática» en<br />

el Sistema Nacional de Salud de nuevas tecnologías sanitarias<br />

sobre la base de la evidencia coste-efectividad<br />

(technology appraisals); asimismo, disemina a través de<br />

sus guías de práctica clínica recomendaciones sobre el<br />

tratamiento apropiado para grupos específicos de pacientes.<br />

Si bien los médicos no están obligados legalmente<br />

a seguir las recomendaciones del NICE, una vez<br />

que éste publica sus orientaciones clínicas, sí que «se<br />

espera que tanto los sanitarios como las organizaciones<br />

que emplean las tecnologías evaluadas sean plenamente<br />

congruentes con esas orientaciones cuando tengan que<br />

decidir el tratamiento aplicado a la población» 28 .<br />

Una revisión muy reciente 29 de estudios (70 en total)<br />

en los que se estiman AVAC a partir de utilidades de los<br />

pacientes, permite apreciar la distribución de las utilidades<br />

por instrumentos (tabla 2), especialidades (tabla 3)<br />

Tabla 3. Especialidades clínicas de los estudios revisados<br />

Especialidad N.º de estudios (%)<br />

Ortopedia 11 (15,7)<br />

Enfermedades pulmonares 9 (12,9)<br />

Cardiología 7 (10)<br />

Neurología 6 (8,6)<br />

Reumatología 6 (8,6)<br />

Otorrinolaringología 5 (7,1)<br />

Cirugía de trasplantes 5 (7,1)<br />

Psiquiatría 4 (5,7)<br />

Oncología 4 (5,7)<br />

Ginecología 2 (2,9)<br />

Cuidados intensivos 2 (2,9)<br />

Urología 2 (2,9)<br />

Endocrinología 2 (2,9)<br />

Enfermedades infecciosas 1 (1,4)<br />

Nefrología 1 (1,4)<br />

Cirugía dental 1 (1,4)<br />

Gastroenterología 1 (1,4)<br />

Cirugía general 1 (1,4)<br />

Fuente: tabla 4 de Räsänen et al 29 .<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):179-85<br />

182


Abellán Perpiñán JM et al. ¿Cómo incorporar las utilidades de los pacientes a las decisiones clínicas<br />

y país de origen de los estudios (tabla 4). En cuanto a<br />

los instrumentos, se observa que el más frecuente es<br />

el sistema EQ-5D (46,8%), mientras que entre los métodos<br />

de medición directa destaca el intercambio de<br />

tiempos (10,1%). Por especialidades, ortopedia, enfermedades<br />

pulmonares y cardiología concentran más<br />

del 38% de los estudios. Finalmente, un único país<br />

(Reino Unido) absorbe un tercio del total de estudios.<br />

<strong>El</strong> lugar que ocupa España es marginal, con sólo 2 estudios<br />

(2,9%). Otras revisiones 30 ofrecen una distribución<br />

de estudios por tipos de instrumentos semejantes.<br />

Alternativas: las ayudas a la decisión<br />

La alternativa más fructífera a la medición de utilidades<br />

de los pacientes son las denominadas ayudas a<br />

la decisión, definidas formalmente 31 como «intervenciones<br />

diseñadas para ayudar a la gente a realizar elecciones<br />

específicas y deliberativas entre varias opciones<br />

(incluido el status quo) proporcionando información sobre<br />

dichas opciones y las relevantes para el estado de salud<br />

de la persona». Estas estrategias informativas están disponibles<br />

en una gran variedad de formatos (folletos, vídeos,<br />

aplicaciones web, etc.) y su proliferación es constante<br />

(más de 500 están registradas en el Cochrane<br />

Collaboration Inventory [http://www.ohri.ca/decisionaid]).<br />

Las ayudas a la decisión obtienen las preferencias del<br />

paciente a través de la elección que éste efectúa tras<br />

haber examinado la información y deliberado sobre ella<br />

con el clínico. No se estiman utilidades de los estados<br />

de salud, sino que la elección del paciente proviene de<br />

una valoración conjunta de todas las características de<br />

los tratamientos (resultados y probabilidades).<br />

Se dispone de revisiones sistemáticas de la «calidad»<br />

de las ayudas a la decisión en el marco de ensayos<br />

clínicos aleatorizados. Una de las últimas 32 plantea<br />

precisamente si las ayudas a la decisión deberían introducirse<br />

en el sistema sanitario. <strong>El</strong> principal resultado<br />

del informe es que la mayoría de los ensayos clínicos<br />

revisados (29 en total) demostró que las ayudas a<br />

la decisión (23) mejoraron el grado de conocimiento de<br />

los pacientes sobre los tratamientos, mejoraron también<br />

el realismo de las percepciones de los pacientes sobre<br />

probabilidades y resultados, así como la consistencia<br />

entre las elecciones efectuadas y las preferencias de los<br />

pacientes. Esta revisión también revela que los pacientes<br />

a los que se les mostraron las ayudas a la decisión tendieron<br />

a elegir procedimientos quirúrgicos invasivos en<br />

menor medida (un 24% menos) que los pacientes que<br />

no contaron con tales ayudas. De nuevo, se pone de manifiesto<br />

la posible divergencia entre las recomendaciones<br />

de las guías de práctica clínica basadas únicamente<br />

en evidencias clínicas y las que incorporen adicionalmente<br />

las preferencias de los pacientes. Sin embargo,<br />

Tabla 4. País de origen de los estudios revisados<br />

País Nº de estudios (%)<br />

Reino Unido 23 (32,9)<br />

Holanda 18 (25,7)<br />

Canadá 11 (15,7)<br />

Estados Unidos 11 (15,7)<br />

España 2 (2,9)<br />

Alemania 1 (1,4)<br />

Hong Kong 1 (1,4)<br />

Noruega 1 (1,4)<br />

Suecia 1 (1,4)<br />

Multinacional 1 (1,4)<br />

Fuente: tabla 5 de Räsänen et al 29 .<br />

las conclusiones extraídas por otra revisión posterior 33<br />

son menos halagüeñas, ya que en ésta se detecta que,<br />

paradójicamente, las perspectivas y las preocupaciones<br />

de los pacientes no se reflejan lo suficiente en el diseño<br />

de estas herramientas. Así pues, la selección de la<br />

información que aparece en muchas de estas ayudas,<br />

puede estar «sesgada» por las prioridades de los clínicos.<br />

Conclusiones<br />

Hay varias formas de incorporar las preferencias de<br />

los pacientes a la toma de decisiones clínicas. En este<br />

artículo se ha revisado fundamentalmente una de ellas,<br />

el enfoque del análisis de la decisión. Dicha revisión se<br />

ha contextualizado dentro de los modelos de toma de<br />

decisiones «centrados en el paciente». No obstante, la<br />

práctica clínica real no responde al modelo ideal de «toma<br />

de decisiones compartidas», ni tan siquiera al quizá más<br />

modesto de «toma de decisiones informadas». Una reciente<br />

revisión 34 de las percepciones de los profesionales<br />

sanitarios de 7 países diferentes (Reino Unido, Canadá,<br />

Estados Unidos, Holanda, Francia, México y<br />

Australia) acerca de la implantación de la toma de decisiones<br />

compartidas, revela que las principales barreras<br />

para su puesta en práctica son, por este orden: la<br />

falta de tiempo para atender a los pacientes en las consultas,<br />

la imposibilidad de aplicar el modelo a causa de<br />

las características del paciente y la falta de aplicabilidad<br />

como consecuencia de las condiciones clínicas. A la práctica<br />

clínica en España no le resultan ajenos estos obstáculos,<br />

pues pese a las iniciativas legales que pretenden<br />

potenciar el derecho a la información y a la<br />

autonomía del paciente (Ley General de Sanidad 35 , Ley<br />

Básica de la Autonomía del Paciente 36 , leyes autonómicas<br />

de Cataluña 37 , Galicia 38 , Navarra 39 , Extremadura 40 ,<br />

Madrid 41 , Aragón 42 , Valencia 43 ) se observa que, por ejem-<br />

183<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):179-85


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

plo, el contenido de los documentos de consentimiento<br />

informado es deficiente 44 . En contraposición a esta situación,<br />

hay evidencias internacionales que sugieren que<br />

las decisiones clínicas serían de mayor calidad en caso<br />

de incorporar las preferencias de los pacientes. La mejor<br />

forma de hacerlo no es, sin embargo, inequívoca. Ni tan<br />

siquiera los instrumentos aparentemente tan sencillos<br />

como las «ayudas a la decisión» están, como hemos comprobado,<br />

exentos de problemas 33 .<br />

Agradecimientos<br />

Los autores agradecen a la Consejería de Sanidad de la<br />

Comunidad Autónoma de la Región de Murcia el apoyo financiero<br />

recibido en el marco del Convenio de colaboración<br />

en materia de Economía de la Salud.<br />

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concernientes a la salud y autonomía del paciente<br />

y la documentación clínica de Cataluña.<br />

38. Ley 3/2001, de 28 de mayo, reguladora del consentimiento<br />

y de la historia clínica de los pacientes de la comunidad de<br />

Galicia.<br />

39. Ley Foral 11/2002, de 6 de mayo, sobre los derechos del paciente<br />

a las voluntades anticipadas, a la información y a la<br />

documentación clínica. Modificada parcialmente por la Ley<br />

Foral 29/2003, de 4 de abril.<br />

40. Ley 10/2001, de 28 de junio, de salud de Extremadura.<br />

41. Ley 12/2002, de 21 de diciembre, de ordenación sanitaria de<br />

la Comunidad de Madrid.<br />

42. Ley 2/2002, de 17 de abril, de salud de Aragón.<br />

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185<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):179-85


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

Hacia nuevos planteamientos de calidad.<br />

<strong>El</strong> paciente como coprotagonista<br />

Susana Lorenzo<br />

Unidad de Calidad. Hospital Universitario Fundación Alcorcón, Madrid, España.<br />

(Toward new approaches to quality. The patient as coprotagonist)<br />

Resumen<br />

La relación médico-paciente se ha ido transformando decisivamente<br />

durante las últimas décadas, lo que refleja en nuestro<br />

ámbito la evolución de las relaciones sociales y el auge<br />

de los derechos individuales en nuestra sociedad. En este artículo<br />

se revisa sucintamente cómo se plasma dicho cambio<br />

en el marco legal y social, cómo afecta a la relación profesional-paciente,<br />

y cómo los servicios sanitarios deben adaptarse<br />

a esta realidad, qué cambios son previsibles/deseables<br />

y cómo lo están haciendo.<br />

<strong>El</strong> paciente ha cambiado su papel en la asistencia, y para<br />

que su nuevo rol se desarrolle, el modelo de servicio ha de<br />

cambiar, y requiere una garantía de la calidad de la información<br />

a la que se accede –disponible en diferentes formatos y<br />

fuentes–, así como un cambio de las actitudes y aptitudes de<br />

profesionales sanitarios y pacientes.<br />

La elaboración de sistemas de información homogéneos en<br />

el conjunto del Sistema Nacional de Salud de un mínimo de<br />

indicadores y resultados comunes, en función de las diferentes<br />

líneas de servicio en aspectos de resultados clave, resultados<br />

de procesos y medidas de percepción, así como su difusión<br />

y análisis, representa una necesidad acuciante en este<br />

momento, no sólo como herramienta de comparación, sino<br />

para identificar y difundir las mejores prácticas.<br />

Palabras clave: Relación médico–paciente. Calidad de la atención<br />

sanitaria. Indicadores.<br />

Abstract<br />

In recent decades, the doctor-patient relationship has been<br />

decisively transformed, reflecting social developments in health<br />

care and the rise of individual rights in our society. This<br />

article briefly reviews how this change has been reflected in<br />

the legal and social framework, how it affects the doctor-patient<br />

relationship, how health services should adapt to this new<br />

reality, which changes are predictable, or desirable, and how<br />

health services are currently responding.<br />

The model of healthcare should adjust to the new role played<br />

by patients, requiring quality control of the information accessed<br />

– available in different formats and from distinct sources<br />

– and new attitudes and skills of health professionals and<br />

patients.<br />

The development of a homogeneous information system throughout<br />

the Spanish national health service is required. This<br />

information system should address a minimum number of key<br />

indicators and outcomes. The dissemination and analysis of<br />

these indicators and outcomes is a pressing need, not only<br />

as a comparison tool, but to identify and disseminate good practices.<br />

Key words: Doctor-patient relationship. Quality health care.<br />

Indicators.<br />

Ideas clave<br />

• La relación médico-paciente se ha transformado y se<br />

ha desarrollado una abundante regulación formal,<br />

según la cual el usuario puede decidir libremente después<br />

de recibir una información adecuada.<br />

Correspondencia: Susana Lorenzo.<br />

Unidad de Calidad. Hospital Universitario Fundación Alcorcón.<br />

Correo electrónico: slorenzo@fhalcorcon.es<br />

• La traslación a la práctica clínica diaria de la nueva<br />

relación requiere un nuevo modelo de servicio en<br />

el que el paciente tenga una información contrastable.<br />

• Es necesario el desarrollo de un conjunto de indicadores<br />

clave del Sistema Nacional de Salud alineado<br />

con los de la Unión Europea que permita identificar<br />

y difundir las mejores prácticas.<br />

• <strong>El</strong> paciente requiere un trato personalizado, con un<br />

respeto escrupuloso de su autonomía.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):186-91<br />

186


Lorenzo S. Hacia nuevos planteamientos de calidad. <strong>El</strong> paciente como coprotagonista<br />

Introducción<br />

Que la relación médico-paciente está sufriendo<br />

una transformación radical en las últimas décadas<br />

es un hecho evidente, que refleja en el<br />

campo sanitario la evolución que sufren las relaciones<br />

sociales y el auge de los derechos individuales.<br />

Así, desde una situación inicial en la que el médico,<br />

siempre obligado por el principio de beneficencia,<br />

era el decisor fundamental, hemos pasado a una relación<br />

centrada en la capacidad de decisión del paciente,<br />

quien utilizando una información suficiente y adecuada,<br />

dispone de la facultad de decidir sobre su propia<br />

salud. Este sistema, no siempre compartido por los profesionales<br />

sanitarios, se manifiesta mediante una serie<br />

de avances conceptuales, fruto de la espectacular irrupción<br />

de la bioética en el quehacer asistencial, y en los<br />

que el principio de autonomía pasa a ocupar un lugar<br />

central en la toma de decisiones. La evolución, que se<br />

plasma en leyes como la de Autonomía del Paciente,<br />

no es sino el reflejo en el ámbito de la salud de los profundos<br />

cambios que está experimentando la sociedad,<br />

como la accesibilidad y la disponibilidad inmediatas a<br />

un caudal hasta hace poco inimaginable de información<br />

vía web, que incluye la información sanitaria abundante<br />

y de calidad, y el esfuerzo de los legisladores de los<br />

países más desarrollados por respetar algunos derechos<br />

individuales.<br />

En este artículo se repasa sucintamente cómo se<br />

plasma en el marco legal y social, cómo afecta a la relación<br />

entre el profesional y el paciente, y cómo los servicios<br />

sanitarios deben adecuarse a esta realidad. Esto<br />

es, cómo se deben adaptar, cuáles son los cambios previsibles/deseables<br />

y cómo lo están haciendo.<br />

Marco regulador<br />

<strong>El</strong> derecho a la protección de la salud está recogido<br />

en el artículo 43 de la Constitución de 1978 y en la<br />

Ley 14/1986, de 25 de abril, General de Sanidad, a la<br />

que completa la Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica<br />

Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos<br />

y Obligaciones en Materia de Información y Documentación<br />

Clínica. Esta última refuerza el derecho<br />

a la autonomía del paciente, e incluye la regulación sobre<br />

instrucciones previas, de acuerdo con el criterio del Convenio<br />

de Oviedo 1 .<br />

Establece los derechos del paciente o usuario a decidir<br />

libremente, después de recibir la información adecuada,<br />

entre las opciones clínicas disponibles. Todo paciente<br />

o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento,<br />

excepto en los casos determinados por la Ley, habiendo<br />

de constar su negativa por escrito. En cuanto al profesional<br />

–que interviene en la actividad asistencial– está<br />

obligado no sólo a la correcta prestación de sus técnicas,<br />

sino al cumplimiento de los deberes de información<br />

y de documentación clínica, y al respeto de las decisiones<br />

adoptadas libre y voluntariamente por el<br />

paciente 2 .<br />

Paralelamente a este desarrollo legislativo, la sociedad<br />

civil también ha dado su respuesta. Sirva de<br />

ejemplo el encuentro que tuvo lugar en Barcelona en<br />

2003 auspiciado por la Biblioteca Josep Laporte, entre<br />

profesionales de la salud y los representantes de organizaciones<br />

y asociaciones de pacientes y usuarios<br />

de todo el Estado, donde se elaboró la denominada Declaración<br />

de Barcelona de las Asociaciones de Pacientes<br />

3 , que se resume como el Decálogo de los Derechos<br />

de los Pacientes al que se hace referencia en<br />

el trabajo publicado por Jovell y Navarro en este mismo<br />

<strong>Informe</strong> 4 . En él se insta a los pacientes, entre otras<br />

cosas, a obtener información contrastada y de calidad,<br />

a que se respeten sus valores y autonomía.<br />

Sin embargo, la traslación a la práctica clínica diaria<br />

dista mucho de las normas jurídicas. Las comunidades<br />

autónomas (CCAA) han establecido sus respectivas<br />

leyes sobre los derechos y deberes de los<br />

pacientes 5 , y algunas han traducido los deberes de los<br />

pacientes a lenguaje coloquial y los han difundido a<br />

los usuarios, en forma de carteles en la puerta de sus<br />

centros o en folletos informativos, etc.; pero no nos consta<br />

que se esté evaluando su conocimiento por parte de<br />

los usuarios ni la efectividad de dichas pautas en la práctica<br />

clínica.<br />

<strong>El</strong> auge del principio de autonomía ha tenido su reflejo<br />

tanto en el ámbito jurídico como en el social, instalándose<br />

como uno de los elementos centrales del sistema.<br />

Hemos elegido la opción de prestar un servicio,<br />

y son los clientes (pacientes) los que tienen el derecho<br />

a recibirlo con las mejores garantías posibles. <strong>El</strong>lo<br />

tiene implicaciones no sólo para estos últimos, a los que<br />

se identifica como agentes en política sanitaria, sino también<br />

para los profesionales, que deben garantizar estos<br />

derechos. Sin embargo, a pesar de su trascendencia,<br />

no lo evaluamos.<br />

Modelo de relación<br />

La relación médico-paciente constituye un conjunto<br />

complejo de pautas, actitudes y comportamientos que<br />

se producen durante los encuentros clínicos, y que ha<br />

probado su influencia en el resultado de éstos 6 . Como<br />

consecuencia de los cambios que se han producido con<br />

respecto a los derechos de los pacientes y a los límites<br />

y el acceso al saber médico 7 , el modelo ha ido evolucionando<br />

desde el vetusto modelo paternalista. <strong>El</strong> conocimiento<br />

especializado se está democratizando, y<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):187-92 187<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):186-91


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

empieza a reconocerse que los pacientes pueden valorar<br />

de manera fiable sus experiencias en salud y en<br />

la asistencia sanitaria 8 .<br />

Charles et al 9 distinguen, aparte del ya mencionado<br />

modelo paternalista, en el que el médico determina<br />

la situación clínica del paciente basándose en su conocimiento<br />

y establece el diagnóstico y el tratamiento<br />

adecuados sin la participación del paciente, otros dos<br />

posibles modelos de toma de decisiones en el tratamiento:<br />

el informado y el modelo de decisiones compartidas,<br />

aunque reconocen que pueden producirse situaciones<br />

intermedias entre ellos. <strong>El</strong> modelo informado<br />

concede importancia a incorporar las preferencias de<br />

los pacientes en el proceso, aunque asume que sólo<br />

el médico tiene el conocimiento suficiente para tomar<br />

la decisión. En la toma de decisiones compartidas el<br />

objetivo es tomar parte tanto en el proceso de decisión<br />

como en el resultado (tratamiento). En este modelo los<br />

dos (médico y paciente) deben implicarse en el proceso<br />

de decisión; compartiendo información, explicitando sus<br />

preferencias sobre el tratamiento y que, una vez tomada,<br />

la decisión será compartida por ambos.<br />

Pero en la asistencia no sólo interviene el médico;<br />

hemos de tener en cuenta al resto del personal sanitario<br />

(enfermeros, fisioterapeutas, auxiliares, trabajadores<br />

sociales, etc.). La relación ha dejado de ser bipolar, pues<br />

en ella también intervienen las llamadas terceras partes:<br />

familia, amigos, relaciones laborales, administración<br />

del hospital, trabajadores sociales, psicólogos, incluso<br />

la propia sociedad, personificada por el juez en<br />

caso de conflicto 10 .<br />

La irrupción de este tipo de pacientes viene acompañada<br />

de un cambio de patrón de enfermedad, con<br />

una prevalencia de trastornos crónicos cada vez más<br />

elevada, que también influye en el conocimiento del paciente.<br />

En una situación idónea estaríamos ante un paciente<br />

con acceso a información sanitaria, que la utiliza<br />

en beneficio propio y de la comunidad, para afrontar<br />

eficazmente procesos de enfermedad, haciendo un uso<br />

eficiente de los recursos sanitarios disponibles. Un paciente<br />

que se implica, ejerciendo responsablemente su<br />

autonomía, en las decisiones clínicas y que mantiene<br />

una relación de respeto hacia la experiencia y conocimientos<br />

clínicos de los profesionales sanitarios. <strong>El</strong> paciente<br />

competente es una persona capaz de trabajar<br />

por su calidad de vida 11 .<br />

Para que este nuevo rol se desarrolle, es necesaria<br />

una garantía de la calidad de la información a la que<br />

se accede y de las actitudes y aptitudes de profesionales<br />

sanitarios y pacientes 12 . Respecto a la información<br />

es necesario que se cumplan ciertos requisitos:<br />

a) acceso a información contrastada y basada en evidencias<br />

(la mejor opción sería a través de instituciones<br />

públicas o sin ánimo de lucro); b) facilidad de acceso<br />

e interpretación de la información, y c) colaboración de<br />

profesionales con asociaciones de pacientes en el diseño,<br />

desarrollo y diseminación de la información. En<br />

cuanto a actitudes y aptitudes, es necesario garantizar<br />

el tiempo suficiente de visita, valorar y revisar las preferencias<br />

de los pacientes y permitirles participar en función<br />

de sus necesidades, expectativas y preferencias.<br />

En este contexto surgen programas, como el del «paciente<br />

experto», basados en el entrenamiento de las<br />

habilidades necesarias para manejar mejor la enfermedad<br />

crónica; no sólo mediante información relevante<br />

y educando a los pacientes sobre su condición de<br />

enfermos crónicos (sólo la mitad de los pacientes con<br />

problemas crónicos toma la medicación en las dosis<br />

prescritas), sino también animándoles para emplear sus<br />

propias habilidades y estrategias para tomar el control<br />

sobre el cuidado de su enfermedad y de su vida 13 .<br />

En cuanto a los cambios en al acceso a la información,<br />

al saber médico, tradicionalmente eran los profesionales<br />

de la medicina quienes mantenían la hegemonía<br />

sobre la información relacionada con la salud.<br />

En este momento, periodistas, académicos, economistas,<br />

gestores y otros individuos e instituciones de<br />

cualificación desconocida son, a menudo, los protagonistas<br />

de ésta 14 , disponiendo para su divulgación de tecnologías<br />

de la información impersonal, de escasa capacidad<br />

para transmitir razones y sentimientos, pero de<br />

notable accesibilidad y penetrabilidad.<br />

<strong>El</strong> problema esencial de la información sanitaria disponible<br />

a través de internet por pacientes y profesionales<br />

es su abrumador crecimiento, las frecuentes contradicciones,<br />

la dispersión, la inadecuación a las<br />

necesidades y, en muchos casos, su cuestionable calidad.<br />

En pocos años, la Red, tanto internet como las bases<br />

de datos on line (MEDLINE es de libre acceso) y específicamente<br />

la world wide web, se ha convertido en<br />

una vasta biblioteca que permite acceder a cualquier<br />

profano a información especializada. <strong>El</strong> ingente volumen<br />

de información científica crece de forma exponencial<br />

y permanece en continua transformación 15 . Conforme<br />

a los datos del informe sobre «Equipamiento y<br />

uso de tecnologías de la información» del Instituto Nacional<br />

de Estadística (INE), un 19,6% de las consultas<br />

en internet que se efectúan en España son sobre temas<br />

de salud. Internet permite acceder a información sanitaria<br />

a cualquier hora y sin apenas conocimientos informáticos,<br />

el coste es mínimo y navegar por la red da<br />

sensación de intimidad y de anonimato. Cada vez son<br />

más los internautas y las consultas que realizan 16,17 . Los<br />

denominados e-patients 18 recurren a portales para informarse<br />

mejor (bien por curiosidad o por una necesidad<br />

concreta), para contrastar un diagnóstico o tratamiento<br />

(segunda opinión), o para intercambiar<br />

experiencias en alguno de los múltiples foros existentes<br />

en la red 19,20 .<br />

Hoy día ya no es una anécdota que un paciente consulte<br />

a su médico sobre algo que ha leído en internet,<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):186-91<br />

188


Lorenzo S. Hacia nuevos planteamientos de calidad. <strong>El</strong> paciente como coprotagonista<br />

que le solicite una prueba diagnóstica o, incluso, que<br />

cuestione su diagnóstico basándose en alguna noticia<br />

leída en cualquier página de la Red. Tampoco es infrecuente<br />

que los profesionales sanitarios recurran a este<br />

medio para facilitar información a sus pacientes o que<br />

se comuniquen a través del correo electrónico. Internet<br />

se utiliza por parte de sociedades científicas e instituciones<br />

sanitarias para incrementar la competencia del<br />

paciente, pero también por la industria y, en principio<br />

puede ayudar a identificar con mayor criterio pautas para<br />

recuperar o mantener, en mejores condiciones, su salud<br />

(p. ej., recomendaciones NIH y NHS direct).<br />

La cuestión que se plantea ante semejante despliegue<br />

de información es hasta qué punto los profesionales<br />

están preparados ante esta situación y si están<br />

dispuestos a desarrollar su papel en un nuevo escenario<br />

y colaborar en el llamado empowerment del paciente.<br />

La función de informar y asesorar sobre el acceso<br />

a la información sanitaria disponible en la Red es<br />

ya una de las actividades presentes en la relación profesional<br />

sanitario-paciente. Lógicamente, esta actividad<br />

consume tiempo, por lo que la introducción de la toma<br />

de decisiones en la consulta requiere la adaptación del<br />

tiempo de consulta. Es francamente difícil introducir nuevos<br />

elementos cuando las consultas están cargadas de<br />

trabajo.<br />

Servicios<br />

<strong>El</strong> relativo cuestionamiento de la práctica médica y<br />

la transformación de los pacientes, que se han convertido<br />

en clientes o consumidores, ha de acompañarse de cambios<br />

en el modelo de servicio. La organización debe buscar<br />

la satisfacción de sus clientes, entendida ésta como<br />

una actitud positiva individual hacia las distintas dimensiones<br />

de los servicios de salud, producida por comparación<br />

entre las expectativas sobre el servicio que<br />

espera recibir y la percepción del servicio prestado. Y<br />

entre sus expectativas conocidas están la libre elección<br />

de médico y centro, aumentar el tiempo destinado al<br />

contacto con el paciente, mejorar el acceso a los servicios,<br />

reducir las listas de espera, mantener una actitud<br />

más cercana, rapidez y puntualidad en la atención,<br />

acceso a las pruebas necesarias, conocimiento de las<br />

alternativas terapéuticas, información sobre el riesgo de<br />

pruebas diagnósticas y alternativas terapéuticas, etc.<br />

Sin embargo, estamos facilitando a los pacientes unos<br />

derechos sobre el papel, que en realidad no pueden ejercer<br />

por completo. La legislación en algunas autonomías<br />

permite facilitar información sobre demoras y esperas,<br />

posibilita el cambio de médico, e incluso de<br />

especialista o de hospital, pero no es real pues no se<br />

basa en datos objetivos. Si no proporcionamos información<br />

contrastada y que permita la comparación, no<br />

parece tener mucho sentido la elección. Cuánto falta para<br />

la implantación real de report cards o league tables en<br />

nuestro ámbito. Estas últimas responden al compromiso<br />

de la Administración pública de Reino Unido por mejorar<br />

la calidad de los servicios sanitarios, de ejercer algún<br />

control sobre los proveedores, de medir qué se hace y<br />

con qué resultados 21 . Y se hacen públicos, de modo que<br />

los ciudadanos interesados pueden consultar, por ejemplo,<br />

datos sobre demora en la asistencia en consultas<br />

externas, urgencias, lista de espera quirúrgica, recidivas<br />

tras cirugía, o suicidios tras un alta psiquiátrica.<br />

Los report cards, en Estados Unidos, contienen información<br />

sobre los resultados alcanzados en un determinado<br />

período, en una serie de indicadores considerados<br />

relevantes por una compañía que gestiona un<br />

plan de salud, un hospital o un servicio médico. Pero<br />

no al estilo del «premio al mejor» de los que participan,<br />

sino para comparar diferentes centros en determinados<br />

indicadores de resultado, a fin de poder identificar la<br />

mejor práctica, fomentando el benchmarking.<br />

<strong>El</strong> formato de cualquiera de estas tablas o informes<br />

es muy variable: desde un mero folleto en forma de díptico,<br />

hasta un cuadernillo de varias páginas, acompañado<br />

con gráficos, tablas y explicaciones, más o<br />

menos detalladas, para comprender mejor la información<br />

que se facilita.<br />

A día de hoy, tiene sentido la elección, más allá de<br />

las listas de espera de algunas comunidades; el modelo<br />

podría ser del tipo de Medscape 22 o de los hospitales<br />

neoyorkinos 23 en Estados Unidos, que permite establecer<br />

un conjunto de preferencias propias, criterios<br />

explícitos, según la importancia que se quiera otorgar<br />

a variables como experiencia, mortalidad, complicaciones,<br />

estancia media o coste.<br />

Mientras tanto, rediseñamos servicios (como las consultas<br />

de alta resolución, solicitudes de cita a través del<br />

teléfono móvil o de la web, recordatorios a través del<br />

teléfono móvil de citas en consultas o de intervenciones<br />

programadas, etc.) cuya efectividad, hasta la<br />

fecha, no se ha evaluado o al menos no se ha publicado.<br />

Queda mucho camino por recorrer para establecer<br />

criterios de priorización de listas de espera contando<br />

con los usuarios, y teniendo en cuenta la gravedad de<br />

la enfermedad. No reviste mayor calidad intervenir a<br />

todos los pacientes en un plazo corto, sino dar la oportuna<br />

respuesta a los que tienen una enfermedad<br />

grave, que puede representar secuelas para el paciente,<br />

independientemente de su zona de residencia.<br />

A modo de conclusión<br />

Los conceptos fundamentales de mejora continua<br />

y excelencia deberían convertirse en referente para los<br />

sistemas de gestión de las organizaciones sanitarias,<br />

189<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):186-91


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

teniendo al cliente como eje fundamental del sistema.<br />

Aunque, en su justa medida, los objetivos estratégicos<br />

de las organizaciones deben intentar equilibrar las necesidades<br />

y expectativas de todos los clientes, de los<br />

denominados grupos de interés, propiciando el consenso<br />

entre sus derechos y obligaciones. Pero para mejorar,<br />

debemos medir y comparar. Para ello, es imprescindible<br />

compartir estándares de medida en los resultados,<br />

prácticamente inexistentes en la actualidad, para identificar<br />

mejores prácticas y compartir conocimiento, lo que<br />

permitirá al ciudadano valorar con objetividad los avances<br />

y las posibilidades del sistema.<br />

La elaboración de sistemas de información homogéneos<br />

en el conjunto del Sistema Nacional de Salud<br />

(SNS) de un mínimo de indicadores y resultados comunes,<br />

en función de las diferentes líneas de servicio<br />

en aspectos de resultados clave, resultados de procesos<br />

y medidas de percepción, así como su difusión y<br />

análisis, representa una necesidad acuciante en este<br />

momento, no sólo como herramienta de comparación,<br />

sino para identificar y difundir las mejores prácticas. En<br />

esta línea, se desarrolla en la actualidad un proyecto<br />

para definir un conjunto del indicadores clave para el<br />

SNS 24 totalmente imprescindible, en la línea de los objetivos<br />

de la Unión Europea de indicadores comunes<br />

con la Organización Mundial de la Salud y la OCDE 25 .<br />

La razón de ser del SNS, o de los servicios de salud<br />

que lo integran, es prestar asistencia sanitaria de calidad;<br />

sin embargo, no se dispone en la actualidad de<br />

audits sistemáticos de la calidad asistencial. Por ello,<br />

es necesaria una apuesta por la calidad de la atención<br />

sanitaria a nivel micro, en el día a día, no sólo que los<br />

profesionales presten mejor asistencia, sino que el sistema<br />

alcance los niveles que debiera ofrecer, independientemente<br />

del modelo empleado, ya que todos los<br />

que existen son complementarios. Para ello, es necesario<br />

mejorar las bases científicas, basándose en el conocimiento<br />

disponible, desarrollar las tecnologías de la<br />

información en el punto de contacto con los pacientes,<br />

alinear sistemas de pago e incentivos, formación continuada<br />

de los profesionales, etc. Todo ello con un único<br />

beneficiario: el paciente.<br />

Lo que nos separa de los objetivos factibles y los<br />

inalcanzables son las mismas barreras; no debemos<br />

olvidar que los pasos necesarios para alcanzar pequeños<br />

objetivos conducen a los que pudieran parecer<br />

inalcanzables. Plantear una meta lejana puede provocar<br />

desánimo al poner de manifiesto nuestras<br />

carencias e impedirnos descubrir lo que podemos hacer<br />

si caminamos poco a poco. <strong>El</strong> ejemplo no es tan lejano,<br />

el poder transformador de los pequeños cambios<br />

inspiró el método Kaizen de calidad total japonés, convirtió<br />

al país nipón en líder en procesos industriales.<br />

Los japoneses nunca se plantearon la calidad total como<br />

meta, sino que se centraron en mejoras pequeñas paulatinas,<br />

en detectar los pequeños defectos a través de<br />

cada uno de los trabajadores. De mejora en mejora,<br />

alcanzaron la calidad total, dándole la razón a Aristóteles,<br />

para quien la excelencia no es un acto, sino un<br />

hábito. La sociedad del siglo XXI cambia de forma rápida,<br />

en dirección incierta 26 , mucho más rápido que la<br />

asistencia sanitaria. <strong>El</strong> paciente demanda una medicina<br />

personalizada, sabe que la genómica permite conocer<br />

qué paciente responderá a un fármaco o quién<br />

sufrirá efectos secundarios (la FDA está incluyendo información<br />

sobre pruebas genéticas en las etiquetas de<br />

algunos medicamentos). <strong>El</strong> paciente del futuro 27 ya es<br />

una realidad; exige trato personalizado, una mejor relación<br />

profesional sanitario-paciente, en la que el personal<br />

que le atiende realice su labor con un respeto<br />

escrupuloso de la autonomía del paciente competente,<br />

e incluso en el estímulo de esa autonomía. Pero está<br />

en nuestra mano facilitar los medios para que sea una<br />

realidad, y es labor de todos cuantos participamos en<br />

la asistencia.<br />

Agradecimientos<br />

A Fernando Palacio, José J. Mira y Carmen Silvestre, por<br />

sus comentarios a las versiones previas de este texto. Los errores<br />

son responsabilidad de la autora.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):186-91


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

La voz de los pacientes ha de ser escuchada<br />

Albert J. Jovell a / Maria Dolors Navarro Rubio b<br />

a<br />

Director General de la Fundació Biblioteca Josep Laporte, Presidente del Foro Español de Pacientes, Director de la UAB-<br />

Universidad de los Pacientes, Profesor Asociado de Medicina Preventiva y Salud Pública, Universitat Autònoma de Barcelona,<br />

Barcelona, España; b Subdirectora de la Fundació Biblioteca Josep Laporte, Presidenta del Fòrum Català de Pacients, Directora<br />

Acadèmica de la UAB-Universidad de los Pacientes, Directora del Observatorio de Salud y Mujer, Profesora Asociada de Medicina<br />

Preventiva y Salud Pública, Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, España.<br />

(Listening to the voice of the patient: an imperative)<br />

Resumen<br />

La participación ciudadana, para la democratización de los<br />

servicios de salud, debe ser libre, informada y con capacidad<br />

de elección. Para ello se requiere un sistema formal y público<br />

de «rendición de cuentas», o evaluación de los servicios de salud.<br />

<strong>El</strong> objetivo de este artículo es defender la necesidad de promover<br />

la participación de los pacientes y de las personas afectadas<br />

por la enfermedad para conseguir una mayor democratización<br />

de la sanidad e intentar mejorar la efectividad de la<br />

atención sanitaria. Algo que puede avalarse mediante la observación<br />

de un cambio de tendencias hacia un nuevo modelo<br />

de paciente con estudios cualitativos y con encuestas a la<br />

población. Para ello, se utiliza la información extraída de diferentes<br />

estudios cualitativos realizados en pacientes españoles<br />

por el equipo de profesionales de la Fundació Biblioteca Josep<br />

Laporte desde el año 2000.<br />

Las «paradojas» encontradas en el diagnóstico permiten realizar<br />

algunas recomendaciones de política sanitaria. Hay una desconexión<br />

importante entre el funcionamiento del sistema sanitario<br />

y la percepción de los ciudadanos, lo que permite<br />

identificar la necesidad de realizar una estrategia de comunicación<br />

que ayude a conocer elementos básicos del sistema a<br />

la mayor parte de los ciudadanos, y especialmente a los pacientes<br />

como usuarios directos. También destacamos el elevado desconocimiento<br />

que tienen los ciudadanos de sus derechos formales<br />

como pacientes, a pesar de la existencia de legislación<br />

estatal y autonómica sobre dichos derechos. Esta situación refleja<br />

la posible discrepancia entre los ámbitos legislativo y ejecutivo.<br />

Las leyes que conforman la política sanitaria deberían<br />

evaluarse con el propósito de consolidar los procesos democráticos.<br />

Este hecho es importante, ya que dar credibilidad y publicidad<br />

a los derechos de los pacientes puede legitimar la necesaria<br />

introducción del necesario diálogo sobre sus obligaciones.<br />

Palabras clave: Empoderamiento del paciente. Expectativas.<br />

Derechos de los pacientes. Participación.<br />

Abstract<br />

To democratize health services, citizen participation should<br />

be free, informed and involve choice. To achieve this, a formal<br />

and public system of health services’ evaluation is required.<br />

The present article aims to argue the need to promote<br />

the participation of patients and persons affected by<br />

disease to achieve greater democratization of health services<br />

and improve the effectiveness of healthcare. Qualitative<br />

studies and population surveys can be used to assess<br />

the extent to which greater participation is being achieved.<br />

To this end, the present article uses information extracted<br />

from distinct qualitative studies performed in Spanish patients<br />

by the team of the Josep Laporte Foundation Library<br />

since 2000.<br />

The “paradoxes” found in diagnosis allow some recommendations<br />

to be made on health policy. There is a substantial<br />

chasm between the working of the health system and<br />

citizens’ perceptions, indicating the need for a communication<br />

strategy that would help the majority of citizens – and<br />

especially patients as direct users – to identify basic elements<br />

of the system. Despite state and regional legislation on patients’<br />

rights, a large proportion of patients remain unaware<br />

of these rights. This situation reveals the possible discrepancy<br />

between legislative and executive settings. The laws shaping<br />

health policy should be evaluated to consolidate democratic<br />

processes. Providing credibility and publicizing patient rights<br />

could legitimize the introduction of the need for dialogue on<br />

patients’ responsibilities.<br />

Key words: Patient empowerment. Expectations. Patient rights.<br />

Participation.<br />

Ideas clave<br />

Correspondencia: Albert J. Jovell.<br />

Universitat Autònoma de Barcelona.<br />

Correo electrónico: albert.jovell@uab.es;<br />

mariadolors.navarro@uab.es<br />

• Cómo estamos<br />

¿Por qué un sistema que se califica como «centrado<br />

en el paciente» tiene tan poco en cuenta al paciente<br />

en los procesos de toma de decisiones y en<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):192-7<br />

192


Jovell AJ et al. La voz de los pacientes ha de ser escuchada<br />

el diseño de políticas públicas Se ha denominado<br />

a esta situación «despotismo sanitario», reflejado en<br />

el hecho de que se trata de un sistema que «hace<br />

todo por el paciente, sin tener en cuenta la opinión<br />

del paciente».<br />

• Qué sabemos<br />

– La consideración sobre si los pacientes y ciudadanos<br />

deben participar en las decisiones institucionalizadas<br />

del sistema sanitario no es dilucidable<br />

en forma de cuestión científica, sujeta a un<br />

método de análisis y a probaturas estadísticas.<br />

– <strong>El</strong> reto político pasa por valorar de qué forma el paciente<br />

puede aportar más a la mejora de la calidad<br />

de la atención sanitaria proporcionada a la población.<br />

Para ello, es esencial diseñar políticas sanitarias<br />

que respondan a necesidades específicas de<br />

los pacientes.<br />

• Qué se puede hacer<br />

La elevada confianza que tiene depositada la población<br />

en las instituciones sanitarias determina un capital<br />

social elevado que debería facilitar la corresponsabilidad<br />

con los pacientes y un gobierno<br />

democrático de éstas.<br />

ntroducción<br />

Una de las cuestiones más sorprendentes sobre<br />

el Sistema Nacional de Salud (SNS) consiste en<br />

dilucidar por qué un sistema que se califica como<br />

«centrado en el paciente» tiene tan poco en<br />

cuenta al paciente en los procesos de toma de decisiones<br />

y en el diseño de políticas públicas. Algunas personas<br />

se han referido a esta situación con la denominación<br />

de «despotismo sanitario», reflejado en el<br />

hecho de que se trata de un sistema que «hace todo<br />

por el paciente, sin tener en cuenta la opinión del paciente».<br />

Sirvan a título de ejemplo de dicha situación<br />

estas dos anécdotas ilustrativas.<br />

La primera de ellas, procedente del sector del turismo,<br />

permite visualizar la diferencia entre la planificación<br />

de un viaje de vacaciones en comparación con<br />

una estancia hospitalaria. Así, en la primera situación,<br />

el cliente recibe un itinerario planificado de sus vacaciones,<br />

con información completa por escrito sobre los<br />

viajes, las estancias hoteleras y las excursiones que<br />

puede realizar. A ello suele unirse un calendario de posibles<br />

actividades desarrolladas durante esos días. En<br />

cambio, cuando un paciente se ve forzado a ingresar<br />

en un hospital, como consecuencia de su enfermedad,<br />

no suele recibir ningún tipo de información por escrito<br />

sobre la enfermedad que le afecta, salvo el escueto, y<br />

no siempre correcto e inteligible, informe de alta hospitalaria,<br />

las pruebas diagnósticas realizadas, los tratamientos<br />

recibidos, el plan terapéutico a seguir y las<br />

diferentes incidencias que se han ido produciendo en<br />

el curso de la estancia hospitalaria.<br />

Se podría sostener que hay grandes diferencias entre<br />

la calidad del servicio que se ofrece a una persona que,<br />

voluntariamente, accede a una actividad turística y que,<br />

forzadamente, es ingresada en un hospital. En este sentido,<br />

esta comparación se podría concluir afirmando de<br />

forma alegórica que, mientras que a un turista se le permite<br />

llevar el reloj y conocer de antemano la agenda de<br />

su viaje, a un paciente se le «ocupa» la agenda y, cuando<br />

ingresa en un hospital, se le quita el reloj. Así, a la<br />

incertidumbre propia de la enfermedad se añade la promovida<br />

por el desconocimiento de las decisiones y cursos<br />

de acción que acompañan el «viaje» terapéutico.<br />

Una segunda anécdota haría referencia a la comparación<br />

entre la evolución del seguimiento del paciente<br />

oncológico en España y la evolución de la democracia.<br />

Así, hace 25 años a un paciente oncológico en España<br />

se le hacía un seguimiento y control de los síntomas,<br />

se le aplicaban un mínimo de indicadores biológicos o<br />

se le realizaba una radiografía simple. En estos años,<br />

ese mismo paciente ha vivido la evolución hacia tecnologías<br />

diagnósticas mucho más efectivas, que incluyen<br />

en la actualidad estrategias tan sofisticadas como<br />

la tomografía por emisión de positrones o la tomografía<br />

computarizada, que permiten la medida de la captación<br />

de glucosa marcada por parte de la célula tumoral<br />

y la visualización de la imagen producida por tomografía.<br />

Sin embargo, ese paciente no ha visto reflejado en<br />

el ámbito de la política un avance similar al que se ha<br />

producido en el proceso científico. Así, aparte del voto<br />

genérico en las elecciones de carácter estatal, autonómico<br />

o municipal, la participación de los ciudadanos y<br />

de los pacientes en los sistemas sanitarios es nula, salvo<br />

situaciones testimoniales que constituyen la excepción<br />

que confirman la regla. Por ello, es sorprendente que<br />

en un país democrático, y en el que se han adoptado<br />

ya estrategias formales de participación en las instituciones<br />

que representan otros sectores de las políticas<br />

públicas, como la educación pública o las universidades,<br />

no se hayan introducido mecanismos formales de<br />

participación de los ciudadanos y de los pacientes en<br />

la organización de la atención sanitaria. En este sentido,<br />

el SNS padece un cierto déficit democrático.<br />

La consideración sobre si los pacientes y los ciudadanos<br />

deben participar en las decisiones institucionalizadas<br />

del sistema sanitario no es dilucidable en forma<br />

de cuestión científica, sujeta a un método de análisis<br />

y a probaturas estadísticas. Y no lo es, porque forma<br />

parte insustancial de la concepción democrática de nuestro<br />

sistema político. <strong>El</strong> riesgo de apropiarse del proceso<br />

de toma de decisiones sanitarias por parte de los<br />

expertos podría contribuir a aumentar la asimetría de<br />

conocimiento existente entre éstos y la población, así<br />

193<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):192-7


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

como a ofrecer una visualización parcial de los problemas<br />

de la sanidad y de las posibles soluciones. En<br />

este sentido, el reto político estaría en valorar de qué<br />

forma el paciente puede aportar más a la mejora de la<br />

calidad de la atención sanitaria proporcionada a la población.<br />

Para ello, es esencial diseñar políticas sanitarias<br />

que respondan a necesidades específicas de los<br />

pacientes. Además, la participación debe ser concebida<br />

como un derecho y un deber propio de un Estado<br />

moderno y democrático.<br />

<strong>El</strong> objetivo de este artículo es defender la necesidad<br />

de promover la participación de los pacientes y de<br />

las personas afectadas por la enfermedad, teniendo<br />

como objetivos conseguir una mayor democratización<br />

de la sanidad e intentar mejorar la efectividad de la atención<br />

sanitaria. Asimismo, se puede observar un cambio<br />

de tendencias hacia un nuevo modelo de paciente<br />

tanto en el análisis de estudios cualitativos como en el<br />

de encuestas a la población 1,2 .<br />

Resulta oportuno realizar la consideración de que<br />

en el presente artículo se diferencia entre los roles de<br />

ciudadano sano y ciudadano afectado por la enfermedad.<br />

Con el objeto de simplificar el concepto, este último<br />

grupo será denominado como «paciente», e incluye<br />

a las personas enfermas, sus familiares, los cuidadores<br />

no profesionales y los voluntarios. Es importante<br />

realizar esta diferenciación, ya que los intereses y prioridades<br />

de las personas sanas y de las personas afectadas<br />

por la enfermedad no siempre han de coincidir.<br />

Así, y a modo de ejemplo, mientras las organizaciones<br />

de consumidores en España han defendido, ante la aprobación<br />

parlamentaria de la Ley del Medicamento, la necesidad<br />

de promover la adopción de fármacos genéricos,<br />

en aras a una potencial mejora de la eficiencia del<br />

sistema, las asociaciones de pacientes defienden la<br />

adopción temprana de innovaciones terapéuticas, con<br />

el fin de obtener una potencial mejora de la calidad de<br />

vida de sus representados.<br />

Tabla 1. Fuentes de información utilizadas para la realización<br />

de este artículo<br />

Estudios cualitativos (FBJL 2000-2005)<br />

The Future Patient, 2000<br />

<strong>El</strong> Paciente Oncológico, 2003<br />

<strong>El</strong> Paciente Cardiovascular, 2004<br />

Encuentros del Foro Español de Pacientes: Prospecto del Medicamento, 2005<br />

Estudios cuantitativos (FBJL 2000-2007)<br />

Mapa de Asociaciones de Mujeres, 2000<br />

Necesidades de Información en Salud de las Mujeres Española, 2001<br />

(n = 6.528)<br />

Estudio Demoscopia, 2002 (n = 2.700)<br />

Estudio de Confianza en el Sistema Nacional de Salud, 2005-2006<br />

(n = 3.010)<br />

Estudio de Capital Social, Inmigración y Convivencia, 2007<br />

(n = 1.500 población catalana; n =1.500 población inmigrante que vive<br />

en Cataluña)<br />

Resultados<br />

<strong>El</strong> sistema sanitario<br />

Conocimiento del Sistema Nacional de Salud<br />

<strong>El</strong> estudio de «Confianza en el Sistema Nacional de<br />

Salud» puso de manifiesto las siguientes paradojas en<br />

relación con sistema sanitario (tabla 2) 3 . La primera de<br />

ellas es que el 85% de los ciudadanos españoles no<br />

conocían «nada» o «poco» cómo estaba organizado y<br />

financiado el sistema sanitario. Esta paradoja se confirmaba<br />

al reconocer sólo un 33% de los ciudadanos<br />

que la atención hospitalaria que recibían estaba financiada<br />

por el gobierno de su comunidad autónoma,<br />

lo que aumentaba al 39% cuando se refería a la atención<br />

primaria. En este sentido, después de varios años<br />

Tabla 2. Las paradojas del sistema sanitario<br />

Material y métodos<br />

En el presente capítulo se utiliza la información extraída<br />

de diferentes estudios cualitativos realizados con<br />

pacientes españoles por el equipo de profesionales de<br />

la Fundació Biblioteca Josep Laporte desde el año 2000.<br />

Se trata de estudios que exploran diferentes aspectos<br />

relacionados con el hecho de sentirse enfermo y el contexto<br />

sanitario, tanto en el contexto nacional como europeo.<br />

Se utilizan también datos procedentes de diferentes<br />

estudios cuantitativos realizados en el mismo<br />

ámbito y período de referencia (tabla 1). Adicionalmente,<br />

se incluyen algunas reflexiones sobre las aportaciones<br />

que pueden realizar los pacientes y sus familiares a la<br />

mejora de los servicios de salud.<br />

– La mayor parte de los ciudadanos españoles desconocen cómo está financiado<br />

y organizado el Sistema Nacional de Salud<br />

– Los ciudadanos prevén un escenario de racionamiento y dificultades, aunque<br />

tienen depositadas grandes expectativas en torno a la efectividad de la atención<br />

sanitaria pública que reciben<br />

– A pesar del gran número de leyes de protección de los derechos de los<br />

pacientes, hay un desconocimiento sobre su existencia<br />

– Los ciudadanos identifican carencias financieras pero no están dispuestos<br />

a aumentar su contribución económica a la sanidad<br />

– Los ciudadanos sostienen que el presupuesto global permite realizar<br />

transferencias hacia la sanidad<br />

– La percepción de posibles carencias en el sistema sanitario y de la necesidad<br />

de cambios va asociada a una gran confianza en las instituciones sanitarias<br />

públicas y en sus profesionales, y en una menor confianza en la política<br />

– A pesar de la existencia de asociaciones de pacientes, algunas autoridades<br />

sanitarias y parlamentos no tienen en cuenta sus opiniones<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):192-7<br />

194


Jovell AJ et al. La voz de los pacientes ha de ser escuchada<br />

de transferencias y de unos cuantos más de financiación<br />

vía impuestos, la mayor parte de los españoles<br />

creen que la atención sanitaria que reciben está financiada<br />

por la Seguridad Social.<br />

Curiosamente, y a pesar de ese desconocimiento,<br />

los ciudadanos identifican problemas, entre los que destaca<br />

mayoritariamente la espera, y soluciones, como<br />

serían la contratación de más profesionales o la construcción<br />

de más centros, la existencia de racionamiento<br />

en la prescripción que realizan los médicos de atención<br />

primaria y la posibilidad de sufrir restricciones de servicios,<br />

llámense éstos de acceso a tecnología, residencia<br />

geriátrica o acceso a visitas con el especialista.<br />

Cabe decir que, a pesar de estas percepciones, las<br />

expectativas de los ciudadanos respecto al sistema y<br />

la satisfacción expresada con los servicios sanitarios<br />

ha aumentado en los últimos 15 años 4 . Finalmente, un<br />

54% de los ciudadanos afirmaba que conocían sus derechos<br />

como pacientes aunque sólo un 21% era conocedor<br />

de la existencia de alguna carta de derechos<br />

de los pacientes.<br />

Contribución económica al mantenimiento del sistema<br />

Otra de las paradojas que se ponía de manifiesto<br />

en las encuestas realizadas en el ámbito estatal es la<br />

resistencia de la ciudadanía a contribuir a la viabilidad<br />

financiera del actual nivel de prestaciones sanitarias,<br />

o la mal llamada «sostenibilidad del sistema». Así, cuando<br />

se preguntó a los ciudadanos españoles si en un<br />

escenario de «ausencia de fondos económicos» estarían<br />

dispuestos a contribuir a la financiación de sistema<br />

vía copago o impuestos finalistas, menos de un 50%<br />

estaría dispuesto a ello, salvo en el caso de los impuestos<br />

del tabaco y la gasolina. Sin embargo, la mayor<br />

parte de la ciudadanía (el 71%) opinaba que el sistema<br />

precisaba «grandes cambios» o una «reestructuración<br />

completa», y un 56% creía que la cantidad de<br />

dinero dedicado a la sanidad era insuficiente. En este<br />

sentido, un 82% defendía que esa financiación adicional<br />

debía proceder de otras partidas presupuestarias.<br />

Confianza y democratización del Sistema Nacional de Salud<br />

Los resultados del estudio de «Confianza» pusieron<br />

de manifiesto el elevado nivel de confianza de los<br />

ciudadanos españoles en las instituciones públicas de<br />

salud –centros de atención primaria y hospitales– en<br />

comparación con otros sectores, los profesionales e instituciones<br />

del sector sanitario público en comparación<br />

con el privado, y de los profesionales de la salud en comparación<br />

con otras profesiones. Esta situación contrastaba<br />

con la menor confianza en los gobiernos, y en<br />

los políticos en general. Sin embargo, es posible que<br />

la valoración que hacen de la política los ciudadanos<br />

sea genérica y no específica del sector sanitario.<br />

Respecto a la democratización de los servicios de<br />

salud, conviene recordar que una participación efectiva<br />

debe ser libre, informada y con capacidad de elección;<br />

lo que implica establecer un sistema formal y público<br />

de evaluación de los servicios de salud, a lo que<br />

a veces se ha denominado como «rendición de cuentas»<br />

o «transparencia política».<br />

Los afectados<br />

La participación de los pacientes es importante en<br />

cuanto que éstos son capaces de percibir necesidades<br />

específicas no identificadas por los expertos y, además,<br />

contribuir a encontrar soluciones a problemas concretos.<br />

Un ejemplo de este tipo de situaciones es perceptible<br />

en la atención al paciente oncológico, desde las fases<br />

tempranas de la enfermedad hasta la fase final de la<br />

vida. Entre estos problemas destacan algunos que podrían<br />

ser genéricos a otras enfermedades, como los problemas<br />

de coordinación entre niveles asistenciales, la<br />

forma en que se facilita la información al paciente, la<br />

existencia de múltiples fuentes de información, el estado<br />

deteriorado de algunas salas de espera o las dificultades<br />

para conseguir determinadas medicaciones,<br />

como el tratamiento frente a las náuseas y vómitos. A<br />

ello habría que unir la ausencia de intimidad y privacidad<br />

que supone, en algunos hospitales, el ingreso en<br />

la fase final de la enfermedad. Otro ejemplo manifiesto<br />

de estas deficiencias del sistema lo constituye el bajo<br />

cumplimiento terapéutico de los enfermos crónicos y el<br />

control inadecuado de los pacientes polimedicados.<br />

Recomendaciones<br />

Participación democrática: Foro Español de Pacientes<br />

Las paradojas descritas en la sección de resultados<br />

permiten realizar algunas recomendaciones de política<br />

sanitaria. En primer lugar, hay una desconexión importante<br />

entre el funcionamiento del sistema sanitario<br />

y la percepción que tienen los ciudadanos sobre él. <strong>El</strong>lo<br />

permite identificar la necesidad de realizar una estrategia<br />

de comunicación que ayude a conocer elementos<br />

básicos del sistema a la mayor parte de los ciudadanos,<br />

especialmente a los pacientes como usuarios<br />

directos. Sin este conocimiento, difícilmente se puede<br />

participar de una forma efectiva en los procesos de toma<br />

de decisiones. Por otra parte, sorprende la aparente contradicción<br />

entre identificar carencias específicas del sistema<br />

y tener unas expectativas elevadas con respecto<br />

a la atención de éstas, así como una satisfacción alta<br />

en relación con la atención recibida.<br />

Un segundo aspecto que cabe destacar es el elevado<br />

desconocimiento que tienen los ciudadanos de sus<br />

195<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):192-7


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS.<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

derechos formales como pacientes, a pesar de la existencia<br />

de legislación estatal y autonómica sobre dichos<br />

derechos. Esta situación pone de manifiesto la posible<br />

discrepancia entre los ámbitos legislativos y ejecutivos.<br />

Así, es posible que el SNA haya realizado un esfuerzo<br />

en promulgar leyes que, en ausencia de un calendario<br />

de ejecución definido y de criterios que evalúen<br />

su nivel de efectividad, no son implantadas y se escapan<br />

del control parlamentario. En este sentido, las leyes<br />

que conforman la política sanitaria deberían ser evaluadas<br />

con el propósito de consolidar los procesos democráticos.<br />

Este hecho es importante, ya que dar credibilidad<br />

y publicidad a los derechos de los pacientes<br />

puede legitimar la necesaria introducción del diálogo<br />

sobre sus obligaciones.<br />

Esperar unos servicios de salud más efectivos, visualizar<br />

una insuficiente dotación económica de éstos<br />

y no estar dispuesto a contribuir a esa mejora de efectividad<br />

supone una gran contradicción identificada en<br />

el estudio de «Confianza». Posiblemente, la asociación<br />

entre un gran desconocimiento sobre el sistema sanitario<br />

y la existencia de un único sistema de cobertura<br />

universal y gratuita presupone una transferencia de responsabilidades<br />

desde la sociedad civil hacia la política.<br />

Así, aunque el ciudadano se manifiesta consciente<br />

de las posibles carencias del sistema sanitario, no<br />

parece sentirse implicado en su solución. Esta situación<br />

podría gestionarse mejor con una mayor implicación<br />

formal e institucional de la sociedad civil en la identificación<br />

de problemas y de posibles soluciones. Dicho<br />

proceso de socialización pasa por una democratización<br />

de las instituciones sanitarias mediante la implicación<br />

de los profesionales y de los representantes de los pacientes<br />

en su gerencia como respuesta a los cambios<br />

sociales.<br />

La elevada confianza que tiene depositada la población<br />

en las instituciones sanitarias determina un capital<br />

social elevado que debería facilitar la corresponsabilidad<br />

con los pacientes y una gerencia democrática<br />

de éstas. La menor confianza que inspiran los políticos<br />

y la política, en general, permite visualizar a los profesionales<br />

de la salud como agentes generadores de confianza<br />

desde el sistema sanitario. Sin embargo, conviene<br />

puntualizar que esta confianza elevada podría venir determinada,<br />

en gran parte, por la situación de vulnerabilidad<br />

de los pacientes y por las asimetrías de conocimiento<br />

existentes. Por otra parte, los críticos a la<br />

participación de los pacientes en el gobierno de la sanidad<br />

suelen esgrimir que resulta difícil involucrarlos en<br />

ausencia de una representación homogénea de sus intereses.<br />

Éste fue uno de los motivos que condujo a la<br />

creación del Foro Español de Pacientes, una asociación<br />

de 609 organizaciones de pacientes y voluntarios<br />

que representa en la actualidad a 267.528 afiliados. <strong>El</strong><br />

Foro se sitúa en el espacio compartido de ciudadanos<br />

y pacientes, administraciones públicas, sociedades y<br />

Figura 1. Posicionamiento del Foro Español de Pacientes<br />

(FEP).<br />

colegios profesionales, y empresas, y cuenta con una<br />

agenda política en la que se definen necesidades específicas<br />

de los pacientes (fig. 1), entre ellas la necesidad<br />

de una mayor democratización de los servicios<br />

de salud en España (www.webpacientes.org/fep). <strong>El</strong> Foro<br />

recientemente ha entrado a formar parte del European<br />

Patient’ Forum.<br />

Mejora de la efectividad de la atención sanitaria: Universidad<br />

de los Pacientes<br />

La participación de los pacientes debería beneficiarse<br />

de estrategias orientadas a identificar necesidades específicas<br />

de los afectados por la enfermedad. En este<br />

sentido, los diferentes estudios citados en la tabla 1 permiten<br />

identificar las importantes carencias de información<br />

sobre la enfermedad y las diferentes opciones diag-<br />

Tabla 3. Objetivos de política sanitaria<br />

– La mayor parte de los ciudadanos españoles deberían conocer cómo funcionan<br />

los servicios sanitarios a los que acuden como pacientes<br />

– Los ciudadanos deberían conocer sus derechos y obligaciones como pacientes<br />

– Las leyes aprobadas por los Parlamentos y las políticas públicas deberían ir<br />

acompañadas de un calendario de ejecución y una sistemática de evaluación<br />

– Las cuentas de la sanidad, en términos de resultados clínicos y financieros,<br />

deberían hacerse públicas para identificar la efectividad y las necesidades<br />

que necesitan ser cubiertas<br />

– Los profesionales de la salud y las instituciones sanitarias tienen un elevado<br />

capital social en forma de confianza que debería aprovecharse para favorecer<br />

la participación de los pacientes en la gerencia de la sanidad<br />

– La democratización de las organizaciones sanitarias pasa por fomentar<br />

estrategias de análisis de necesidades, de formación y de información<br />

acreditadas por instituciones universitarias, así como por la promoción<br />

de la democracia deliberativa<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):192-7<br />

196


Jovell AJ et al. La voz de los pacientes ha de ser escuchada<br />

nósticas y terapéuticas disponibles. La información, la<br />

comunicación y el acompañamiento son tres deficiencias<br />

de los sistemas sanitarios que podrían disminuir<br />

la efectividad de las intervenciones. Para contrarrestar<br />

estas deficiencias es importante llevar a cabo políticas<br />

públicas en los centros, centradas en los profesionales<br />

y en los pacientes. Un capítulo aparte merece el<br />

papel de los voluntarios en nuestro sistema sanitario,<br />

sobre todo por su aportación altruista y especializada.<br />

La Universidad de los Pacientes (www.universidadpacientes.org)<br />

es un proyecto promovido por la Universitat<br />

Autònoma de Barcelona y la Fundació Biblioteca<br />

Josep Laporte, que tiene como objetivos aumentar<br />

la «alfabetización sanitaria» de los pacientes, promover<br />

una mayor conciencia cívica en torno al uso responsable<br />

de los servicios de salud y al autocuidado, y<br />

retornar a la sociedad, en forma de servicios de valor<br />

añadido en investigación, información y educación, parte<br />

de la aportación que ésta realiza a una universidad pública<br />

y parte de los beneficios obtenidos por empresas<br />

(www.universidadpacientes.org) 5 . Este retorno se produce<br />

en forma de políticas de responsabilidad social<br />

corporativa.<br />

Finalmente, la evolución propia de la sociedad y de<br />

la sanidad debería favorecer la introducción de estrategias<br />

basadas en la deliberación democrática para incorporar<br />

de una forma apropiada la voz de los pacientes<br />

en las decisiones que les afectan 6 .<br />

Agradecimientos<br />

Los estudios citados se han realizado gracias al apoyo de<br />

las siguientes instituciones: Departament de Salut de la Generalitat<br />

de Catalunya, Fundació Viure i Conviure, Fundación<br />

Salud, Innovación y Sociedad, Laboratorios Esteve, MSD España,<br />

MSD Internacional, Novartis Oncológica, The Picker Institute,<br />

Sanofi-Aventis y Universidad de Harvard.<br />

Los autores quieren hacer constar la colaboración en este<br />

trabajo de los profesionales de la Fundació Biblioteca Josep Laporte<br />

y las asociaciones miembros del Foro Español de Pacientes.<br />

Bibliografía<br />

1. Jovell AJ, Navarro Rubio MD, Fernández L, Blancafort S. Nuevo<br />

rol del paciente en el sistema sanitario. Aten Primaria.<br />

2006;38:234-37.<br />

2. Del Llano J, Hidalgo A, Pérez S. ¿Estamos satisfechos los ciudadanos<br />

con el Sistema Nacional de Salud Madrid: Ergón;<br />

2006.<br />

3. Jovell AJ, Blendon R, Navarro-Rubio MD, DesRoches CM,<br />

Fleischfresser C, Benson J, et al. Confianza en el Sistema Nacional<br />

de Salud. Disponible en: www.universidadpacientes.org<br />

4. Blendon RJ, Donelan K, Jovell AJ, Pellise L, Costas-Lombardía<br />

E. Spain’s citizens asses their health care system. Health<br />

Affairs (Fall). 1991;216-27.<br />

5. Jovell AJ, Navarro Rubio MD. ¿<strong>El</strong> paciente a la universidad<br />

(www.universidadpacientes.org). FMC. En prensa 2007.<br />

6. Jovell AJ. Ética de las decisiones sanitarias. Med Clin (Bar).<br />

2005;124:580-2.<br />

197<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):192-7


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

Luces y sombras en la seguridad del paciente: estudio<br />

y desarrollo de estrategias<br />

Jesús M. Aranaz-Andrés a / Ramón Limón-Ramírez a / Carlos Aibar-Remón b / Juan José Miralles-Bueno a /<br />

Julián Vitaller-Burillo a / Enrique Terol-García c / M. Teresa Gea-Velázquez de Castro a / Juana Requena-Puche a /<br />

Milagros Rey-Talens a / Grupo de Trabajo ENEAS *<br />

a<br />

Departamento de Salud Pública, Historia de la Ciencia y Ginecología, Universidad Miguel Hernández, <strong>El</strong>che, Alicante, España;<br />

b<br />

Departamento de Microbiología, Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Zaragoza. Zaragoza, España; c Agencia de<br />

Calidad del Sistema Nacional de Salud, Ministerio de Sanidad y Consumo, Madrid, España.<br />

(Lights and shadows in patient safety: study and development<br />

of strategies)<br />

Resumen<br />

<strong>El</strong> estudio sobre la frecuencia de los efectos adversos (EA) ligados<br />

a la asistencia, su efecto en los pacientes y el impacto<br />

en los sistemas de salud ha experimentado un intenso impulso<br />

en los últimos años. <strong>El</strong> análisis individual profundo de sus<br />

factores contribuyentes ha permitido el desarrollo de múltiples<br />

estrategias para prevenirlos o minimizar su impacto, pero es necesaria<br />

una perspectiva epidemiológica para explorar estas posibles<br />

asociaciones y generalizar las recomendaciones que se<br />

deriven de este análisis.<br />

Se comentan algunos de los aspectos que se deberían tener<br />

en cuenta para el desarrollo de estrategias futuras, como la importancia<br />

de la edad o las comorbilidades del paciente en la génesis<br />

de los EA y el alto grado de la instrumentalización de la<br />

asistencia (a veces innecesaria). Son imprescindibles una cultura<br />

de confianza y confidencialidad y un espíritu de colaboración<br />

entre las organizaciones para poder compartir y aprender<br />

de las iniciativas derivadas del estudio de los EA, y así mejorar<br />

la seguridad de los pacientes en el Sistema Nacional de Salud.<br />

Palabras clave: Seguridad clínica. Efectos adversos. Errores<br />

médicos.<br />

Abstract<br />

Study of the frequency of healthcare-related adverse<br />

events (AE) and of their effect on patients and impact on healthcare<br />

systems has markedly increased in recent years. Indepth<br />

individual analysis of the factors contributing to these<br />

events has allowed strategies to prevent or minimize the impact<br />

of AE to be developed. However, an epidemiologic perspective<br />

is needed to explore possible associations and generalize<br />

the recommendations that can be drawn from this<br />

type of analysis.<br />

Some aspects that should been considered while developing<br />

future strategies are discussed. These aspects include the importance<br />

of patient age and comorbidities on producing AE<br />

and the use of highly technological medicine, which is sometimes<br />

unnecessary. A culture of trust and confidentiality and<br />

a spirit of collaboration among organizations are indispensable<br />

to share and learn about the initiatives prompted by the<br />

study of AE and thereby improve patient safety in the national<br />

health service.<br />

Key words: Patient safety. Adverse events. Medical errors.<br />

Ideas clave<br />

*Los miembros de este grupo de trabajo se detallan al final del<br />

artículo.<br />

Correspondencia: Dr. J.M. Aranaz-Andrés.<br />

Departamento de Salud Pública, Historia de la Ciencia y<br />

Ginecología. Universidad Miguel Hernández.<br />

Correo electrónico: aranaz_jes@gva.es<br />

• Qué sabemos<br />

– Los efectos adversos ligados a la asistencia son un<br />

problema frecuente en la práctica clínica en cualquier<br />

nivel de cuidados. Los estudios epidemiológicos<br />

demuestran que en torno al 10% de los pacientes<br />

ingresados en los hospitales padece un efecto<br />

adverso relacionado con la atención recibida.<br />

– Su análisis individualizado y detallado permite desarrollar<br />

estrategias para minimizar su frecuencia<br />

o impacto. Un porcentaje considerable de los efectos<br />

adversos se podría evitar aplicando el conocimiento<br />

disponible.<br />

– La vulnerablidad del paciente: la edad y la comorbilidad<br />

desempeñan un papel en la génesis de los<br />

efectos adversos, por lo que se deberían extremar<br />

las precauciones en los más vulnerables. Asimismo,<br />

la instrumentalización de la asistencia favorece<br />

la aparición de efectos adversos, por lo que los<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):198-204<br />

198


Aranaz-Andrés JM et al. Luces y sombras en la seguridad del paciente: estudio y desarrollo de estrategias<br />

protocolos de cuidados deberían resaltar la retirada<br />

de cualquier dispositivo médico que no sea necesario.<br />

• Necesitamos aprender a partir de los fallos y errores.<br />

Para ello es preciso:<br />

– Un abordaje epidemiológico local para explorar las<br />

posibles asociaciones con los factores contribuyentes<br />

y generalizar las recomendaciones que se<br />

deriven de este análisis.<br />

– Complementar la información aportada por el estudio<br />

epidemiológico con el análisis individualizado<br />

y detallado de los efectos adversos más relevantes.<br />

– Promover una cultura fundamentada en la confianza<br />

y la colaboración entre profesionales sanitarios, gestores<br />

y asociaciones de pacientes y usuarios.<br />

Las luces<br />

La seguridad del paciente, aun sin haberlo explicitado,<br />

ha sido uno de los pilares en los que se<br />

ha apoyado la práctica clínica desde la época hipocrática,<br />

y lo ha hecho desde una perspectiva<br />

ética antes que desde la mejora de la calidad de la asistencia.<br />

La aproximación a la seguridad del paciente se<br />

ha iniciado a través del conocimiento de indicadores negativos:<br />

la frecuencia de efectos adversos (EA) que de<br />

alguna manera se han identificado como relacionados<br />

con la práctica clínica. Los EA se consideraron en los<br />

años cincuenta como «el precio a pagar por los modernos<br />

métodos de diagnóstico y terapia» 1 o «las enfermedades<br />

del progreso de la medicina» 2 . Desde que<br />

Schimel realizó en 1964 el primer estudio sobre la incidencia<br />

de EA 3 , algunos investigadores han seguido<br />

su ejemplo. Sin embargo, esta preocupación ha experimentado<br />

un intenso impulso en los últimos 30 años,<br />

potenciando el abordaje no sólo epidemiológico de este<br />

problema. A este interés han contribuido diferentes iniciativas,<br />

como la impactante publicación del informe «To<br />

err is human» del instituto de Medicina de Estados Unidos<br />

4 , o la constitución por parte de la Organización Mundial<br />

de la Salud de la Alianza Mundial por la Seguridad<br />

del Paciente 5 .<br />

Hasta la fecha, se han publicado numerosos estudios<br />

sobre la frecuencia de los EA ligados a la asistencia,<br />

su efecto en los pacientes, el potencial impacto en los<br />

sistemas de salud y la necesidad de su estudio 6-16 . Aunque<br />

en su mayoría se han realizado en el entorno hospitalario<br />

(tabla 1), ya empiezan a aparecer experiencias<br />

en otros niveles asistenciales, como el de atención primaria<br />

17,18 . Este abordaje permite identificar problemas<br />

de seguridad del paciente y priorizar las estrategias para<br />

su minimización.<br />

Como consecuencia de este conocimiento y el análisis<br />

individual profundo, surgen medidas de control destinadas<br />

a prevenir la aparición de determinados EA.<br />

Muchas organizaciones presentan a sus empleados consejos<br />

prácticos para la mejora de la seguridad del paciente<br />

y, tanto a nivel local como gubernamental, se<br />

desarrollan estrategias para afrontar riesgos específicos.<br />

Por ejemplo, la Agency for Healthcare Research<br />

and Quality (AHRQ) 19 ha desarrollado y propuesto un<br />

grupo de prácticas seguras para la mejora de la seguridad<br />

del paciente, cuyos objetivos son evitar los errores<br />

de medicación, minimizar la infección nosocomial,<br />

evitar complicaciones de la cirugía o anestesia y las caídas<br />

de los pacientes entre otros. También en Estados<br />

Unidos, el National Quality Forum (NQF) 20 , una organización<br />

privada sin ánimo de lucro creada para estandarizar<br />

cómo medir e informar sobre calidad asistencial,<br />

ha publicado, entre otros trabajos, una lista de<br />

estándares de cuidados consensuados por expertos,<br />

buscando una práctica clínica más segura y basada en<br />

la mejor evidencia disponible. En Reino Unido, la National<br />

Patient Safety Agency (NPSA) 21 puso en marcha<br />

un sistema de notificación de incidentes, proporcionando<br />

a los profesionales formación para un análisis pormenorizado<br />

de éstos y extrayendo la información necesaria<br />

para establecer prácticas más seguras.<br />

Recientemente, la Joint Commission International<br />

Center for Patient Safety ha propuesto «nueve soluciones»<br />

para la mejora de la seguridad del paciente,<br />

entendiendo por solución «todo diseño o intervención<br />

de sistema que haya demostrado la capacidad de prevenir<br />

o mitigar el daño al paciente, proveniente de los<br />

procesos de la atención sanitaria». Las soluciones can-<br />

Estudio<br />

Tabla 1. Principales estudios sobre efectos adversos<br />

en hospitales<br />

Autor y año<br />

de realización<br />

N.º de<br />

hospitales<br />

Pacientes<br />

Efectos<br />

adversos<br />

(%)<br />

Estados Unidos Brennan, 1984 51 30.195 3,8<br />

(Estudio de<br />

Nueva York)<br />

Estados Unidos Thomas, 1992 28 14.565 2,9<br />

(Estudio de<br />

Utah-Colorado)<br />

Australia (QAHCS) Wilson, 1992 28 14.179 16,6<br />

Reino Unido Vincent, 1999 2 1.014 11,7<br />

Dinamarca Schioler, 2002 17 1.097 9<br />

Nueva Zelanda Davis, 1998 13 6.579 11,3<br />

Canadá Baker, 2002 20 3.720 7,5<br />

Francia Michel, 2005 71 8.754 5,1<br />

España Aranaz, 2005 24 5.624 8,4<br />

Holanda Zegers, 2007 21 8.400 –<br />

199<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):198-204


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

didatas se han priorizado según el impacto potencial,<br />

la calidad de la evidencia y la factibilidad de aplicación<br />

en todos los países, en el contexto de las diferencias<br />

culturales y económicas conocidas. <strong>El</strong> documento<br />

puede resultar tan efectivo en su aplicación<br />

como eficaz en su diseño y sugestivo en su formato<br />

(tabla 2) 22 .<br />

En España, la implementación de estrategias parecidas<br />

se está llevando a cabo gracias a la labor del<br />

Ministerio de Sanidad y Consumo (MSC) y a los gobiernos<br />

de las comunidades autónomas 23 .<br />

Traspasando las fronteras políticas, la Alianza Mundial<br />

por la Seguridad del Paciente ha lanzado dos retos<br />

mundiales: En 2005, «Un cuidado limpio es un cuidado<br />

más seguro», con el que se han comprometido 48<br />

países de todo el mundo, y en 2007 «La cirugía segura<br />

salva vidas» 24 .<br />

Sin embargo, el diseño de estas estrategias depende<br />

en gran medida del análisis cualitativo de los factores<br />

que pueden influir en la aparición de los EA, basado<br />

en un abordaje individual para su estudio en detalle.<br />

Poco se ha apuntado, desde una perspectiva epidemiológica,<br />

respecto a su génesis o sobre los factores<br />

de riesgo asociados. Mientras el análisis individual de<br />

las causas de los EA notificados puede aportar soluciones<br />

locales, no es un diseño adecuado para establecer<br />

riesgos, en cuanto que no se recoge información<br />

de los pacientes que no sufren estos EA como consecuencia<br />

de la asistencia sanitaria. Por tanto, es necesaria<br />

una perspectiva epidemiológica para explorar las<br />

posibles asociaciones y generalizar las recomendaciones<br />

que de ellas se deriven.<br />

Tabla 2. Soluciones para la seguridad del paciente<br />

Soluciones propuestas<br />

Formato de cada solución<br />

1. Medicamentos de aspecto o nombre Título de la solución para<br />

parecidos<br />

la seguridad del paciente<br />

2. Identificación de pacientes Declaración del problema<br />

e impacto<br />

3. Comunicación durante el traspaso Antecedentes y temas<br />

de pacientes<br />

Medidas sugeridas<br />

4. Realización del procedimiento correcto Expectativas<br />

en el lugar del cuerpo correcto<br />

Aplicabilidad<br />

5. Control de las soluciones concentradas Oportunidades de participación<br />

de electrólitos<br />

del paciente y de la familia<br />

6. Asegurar la precisión de la medicación Solidez de la evidencia<br />

en las transiciones asistenciales<br />

7. Evitar los errores de conexión Barreras potenciales para<br />

de catéteres y tubos<br />

la implementación<br />

8. Usar una sola vez los dispositivos Riesgos de consecuencias<br />

de inyección<br />

no deliberadas<br />

9. Mejorar la higiene de las manos para Referencias<br />

prevenir las infecciones asociadas<br />

a la atención a la salud<br />

Otros recursos seleccionados<br />

Este punto de vista es el que han utilizado todos los<br />

estudios que se han aproximado al análisis de los EA<br />

mediante una revisión de la historia clínica, que en la<br />

mayoría de las ocasiones se ha realizado de manera<br />

retrospectiva. De esta forma, se ha podido realizar una<br />

aproximación al riesgo asociado al hecho de ser atendido<br />

en un hospital con mayor o menor número de<br />

camas como expresión de complejidad 13 o incluso en<br />

determinados servicios 7-10,12,13,25 . Por ello, no nos sorprende<br />

encontrar grandes diferencias en la incidencia<br />

de EA entre estudios específicos realizados en unidades<br />

de cuidados intensivos (UCI) 26 , cirugía general 27 ,<br />

pediatría 28 , medicina interna 29 o urgencias 30 .<br />

Así, si la atención en la UCI supone 2 errores por<br />

paciente y día 31 , el hecho de ingresar para una intervención<br />

quirúrgica un 31,5% de riesgo de sufrir un EA 27 ,<br />

y que el 14,7% de los pacientes que permanecen hospitalizados<br />

en medicina interna 32 los padecen, teniendo<br />

en cuenta las posibles diferencias en la definición<br />

de EA, parece lógico pensar que una asistencia más<br />

compleja, o con mayor instrumentalización en su práctica,<br />

hace más probable la aparición de sucesos indeseables.<br />

De la misma manera, se ha observado que una<br />

estancia prolongada favorece la aparición de EA 10,13 ,<br />

aunque, al mismo tiempo, éstos pueden prolongar la<br />

estancia y actuar de factores confusores de este hallazgo.<br />

Entonces, ¿qué papel desempeñan la vulnerabilidad<br />

del paciente, sus comorbilidades, la instrumentalización<br />

de la asistencia o la gravedad o el pronóstico<br />

de la propia enfermedad que motiva el ingreso, en el<br />

origen de los EA Se han realizado diversas aproximaciones<br />

para abordar este punto. <strong>El</strong> Harvard Medical<br />

Practice Study 7 exploró la relación entre la incidencia<br />

y los grupos de edad, y estableció una clasificación de<br />

los grupos relacionados de diagnóstico (GRD) en función<br />

de la probabilidad de sufrir EA, teniendo en cuenta<br />

la gravedad de la enfermedad y la instrumentalización<br />

necesaria, y se hallaron diferencias en la incidencia<br />

ajustando por ambas variables. <strong>El</strong> Quality in Australian<br />

Health Care Study 9 , al igual que haría el estudio<br />

neozelandés 12 8 años después, estimó la frecuencia<br />

de EA para cada categoría mayor diagnóstica (CMD<br />

[24 categorías]) y también por grupos de edad. En el<br />

estudio de Utah y Colorado 8 se encontró una asociación<br />

con la edad y la clasificación de los GRD según<br />

la complejidad 33 , y con el índice de comorbilidad de<br />

Charlson al estudiar los casos de cirugía 34 (odds ratio<br />

de 1,57 al comparar puntuaciones iguales o superiores<br />

a 4 frente a puntuaciones iguales a 0). Los estudios<br />

inglés 10 , francés 14,35 y español 15 también encontraron<br />

diferencias en la edad de los pacientes que<br />

presentaban EA y los que no. Por último, el estudio canadiense<br />

13 encontró una asociación entre la presencia<br />

de EA y la edad y algunas comorbilidades mediante<br />

un análisis multivariante.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):198-204<br />

200


Aranaz-Andrés JM et al. Luces y sombras en la seguridad del paciente: estudio y desarrollo de estrategias<br />

La medida de riesgo atribuible a la edad ha sido objeto<br />

de análisis de algunos de los estudios mencionados<br />

(tabla 3).<br />

Durante el diseño del Estudio Nacional sobre los<br />

Efectos Adversos relacionados con la Asistencia Sanitaria<br />

en España (ENEAS) había la voluntad de explorar,<br />

también, qué peso ejercían las características del propio<br />

paciente en la aparición de los EA. Por ello, se recogió<br />

información no sólo de la enfermedad principal<br />

del paciente o su edad, sino también de otras comorbilidades<br />

y factores de riesgo tanto intrínsecos como<br />

extrínsecos (instrumentalización). Tanto la metodología<br />

como los resultados y conclusiones del estudio ENEAS<br />

se encuentran disponibles para su consulta 15 .<br />

Tabla 3. Riesgo de efectos adversos asociado a la edad<br />

Vías de avance<br />

OR o RDI<br />

Grupos de edad (años)<br />

Estudio de Nueva York 2,19 65 16-44<br />

Estudio de Astralia 1,89 65 16-44<br />

Estudio de Utah-Colorado 1,89 65 16-64<br />

Estudio de London 2,50 65 16-64<br />

Estudio de Nueva Zelanda 1,70 65 0-64<br />

Estudio de España 2,4<br />

OR: odds ratio; RDI: razón densidad incidencias.<br />

Las sombras<br />

La mayoría de los sistemas de salud afirman en<br />

sus declaraciones programáticas que la atención se<br />

ha de centrar en el paciente. Sin embargo, del mismo<br />

modo que todavía persiste una relación asimétrica<br />

entre el profesional y el paciente, en el encuentro sanitario,<br />

la necesaria complicidad con el paciente para<br />

que la seguridad del sistema de cuidados mejore está<br />

todavía lejos de alcanzarse, a pesar de las prometedoras<br />

y esperanzadas maneras con que se está despertando<br />

esta cuestión. Una atención centrada en el<br />

paciente supone una participación real de éste en todas<br />

las decisiones que le conciernen, y para ello, una comunicación<br />

efectiva con los profesionales, que le posicionen<br />

más allá de ser mero receptor de una información<br />

que muchas veces no entiende. La declaración<br />

por la seguridad de los pacientes en la tercera conferencia<br />

internacional de seguridad de pacientes, realizada<br />

en diciembre de 2007, es sin duda un buen comienzo<br />

36 .<br />

<strong>El</strong> mito de la perfección de los profesionales sanitarios<br />

está tan arraigado en la sociedad, que desplazarlo<br />

requerirá un esfuerzo de humildad frente a<br />

la vanidad, de serenidad frente a la crispación, tan<br />

considerable y desde tantos ángulos, que se perfila<br />

como una de las tareas más difíciles. Son, tal vez,<br />

demasiados siglos de creencia cotidiana en la infalibilidad,<br />

y el necesario aprendizaje de los errores no<br />

se puede llevar a cabo sin la previa asunción de su<br />

existencia.<br />

Los cambios culturales, que a priori no tienen coste<br />

económico asociado, son complejos, y necesitan sosiego<br />

para que calen en la sociedad y los profesionales, que<br />

tal vez supongan la principal sombra en la mejora de<br />

la seguridad del paciente. Sin embargo, pasar de la cultura<br />

de la culpa a la cultura de la comprensión es<br />

una condición tan necesaria como suficiente para el<br />

avance.<br />

Entre los resultados del estudio ENEAS, se pudo<br />

observar que los pacientes mayores de 65 años tenían<br />

2,4 veces más riesgo de sufrir un EA relacionado con<br />

la asistencia sanitaria (incluido el período prehospitalización)<br />

que los menores de esa edad. Este resultado<br />

es comparable al obtenido en el resto de los estudios<br />

que exploraron esa asociación. Además, cuantas<br />

más comorbilidades o factores de riesgo intrínseco,<br />

mayor riesgo de sufrir un EA. Este riesgo resultó bastante<br />

elevado en los pacientes con hipertensión arterial,<br />

neutropenia o inmunodeficiencia, donde curiosamente<br />

se observó la proporción más elevada de EA<br />

relacionados con el uso de medicamentos.<br />

Este hallazgo apuntaría la necesidad de ser más cuidadosos<br />

a la hora de prestar la asistencia a pacientes<br />

mayores o pluripatológicos, agravándose al tener en<br />

cuenta que la edad de los pacientes que permanecen<br />

ingresados en los hospitales de agudos es cada vez<br />

mayor. Estos pacientes no sólo están expuestos a más<br />

intervenciones y tratamientos con el riesgo de interacciones<br />

farmacológicas, reacciones adversas y otros fallos,<br />

sino que, además, es más probable que un error<br />

pase desapercibido, y la capacidad, tanto del paciente<br />

como del equipo de cuidados, para detectarlo antes<br />

de que conlleve una lesión o perjuicio para el paciente,<br />

quede mermada. Un aspecto también importante que<br />

cabe considerar es la capacidad del paciente de entender<br />

su enfermedad y su tratamiento asociado y la<br />

dotación de habilidades sociales a los profesionales para<br />

asegurar una comunicación efectiva.<br />

Por otro lado, cuanto mayor sea el número de factores<br />

de riesgo extrínseco, es decir, cuanto más instrumentalizada<br />

esté la asistencia del paciente durante<br />

su hospitalización, mayor probabilidad tendrá de presentar<br />

un EA durante el ingreso. Se ha constatado en<br />

el estudio la asociación entre la alteración de las barreras<br />

naturales de entrada (sondas y cateterismos) con<br />

la incidencia de la infección nosocomial. Por tanto, la<br />

práctica de la medicina ha de asegurar un mejor manejo<br />

de los procedimientos cruentos o tender al desa-<br />

201<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):198-204


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

rrollo de prácticas cada vez menos invasivas para la resolución<br />

de los problemas. Ante un dispositivo invasivo,<br />

se ha de comprobar la necesidad de su uso y su<br />

retirada en cuanto sea posible.<br />

En cuanto al tamaño del hospital, si aceptamos que<br />

la mayor exposición a las intervenciones sanitarias es<br />

lo que explica el riesgo de presentar EA, esperaríamos<br />

encontrar una incidencia mayor en los hospitales grandes.<br />

Por el contrario, se ha comprobado que clasificar<br />

los hospitales por su tamaño no expresa la realidad de<br />

la complejidad de la práctica clínica, y más teniendo en<br />

cuenta que cada vez hay más hospitales monográficos<br />

con un nivel de especialización muy alto. Como se observa<br />

en los resultados, los hospitales de más de 200<br />

camas presentan una incidencia de EA menor que el<br />

resto, al contrario de lo que afirmaba el estudio canadiense<br />

13 , en el que a medida que aumentaba el tamaño<br />

del hospital, lo hacía la incidencia de EA.<br />

Otra posible explicación la encontramos en el proceso<br />

de recogida de datos. Se ha estudiado que la fiabilidad<br />

del estudio de EA mediante la revisión de historias<br />

clínicas no es muy alta 37-40 , por lo que el factor<br />

humano influye de forma patente en los resultados; en<br />

nuestro caso, es posible que los evaluadores fueran más<br />

exhaustivos en los hospitales pequeños que en los medianos<br />

o grandes, según la organización del trabajo de<br />

campo. Paradójicamente, se ha observado que la calidad<br />

de la historia clínica estimada por los revisores<br />

según la facilidad para evaluar los EA, uno de los factores<br />

que más influyen en la validez del resultado, ha<br />

sido menor en los hospitales pequeños respecto a<br />

los medianos y grandes (el 24,6 frente al 17,8 y el<br />

18% de inadecuación o poca adecuación, respectivamente).<br />

Al analizar la gravedad de los EA encontramos que<br />

los más graves se producen en pacientes que previsiblemente<br />

mantendrán una incapacidad al alta. Esto refuerza<br />

la idea de que la gravedad de los EA depende de<br />

la instrumentalización de la asistencia. La gravedad no<br />

está relacionada con el estado de salud del paciente anterior<br />

al ingreso, sino con el pronóstico de la enfermedad<br />

principal, que es la que determina, junto con las comorbilidades,<br />

el tipo de asistencia que recibirá el paciente.<br />

Teniendo en cuenta que la población que ingresa<br />

en los hospitales españoles está envejeciendo (en los<br />

mayores de 65 años, de un 37,44% en 2001 a un<br />

39,32% en 2005) 41 , donde aumenta la tendencia a ambulatorizar<br />

la asistencia y, por tanto, la atención hospitalaria<br />

va a ser cada vez más compleja, es probable<br />

que los EA sean cada vez más y más graves si no se<br />

toman las medidas adecuadas para controlarlos. Por<br />

suerte, tal y como se ha comentado anteriormente, se<br />

han desarrollado muchas estrategias de efectividad probada<br />

para evitar su aparición 42 .<br />

Para alcanzar este objetivo puede ser determinante<br />

el desarrollo de unidades funcionales de seguridad<br />

del paciente en todo el SNS con la finalidad de desarrollar<br />

actividades orientadas a los siguientes fines:<br />

– Cambio de una cultura punitiva, basada en la culpabilización<br />

de los errores, a otra proactiva, más encaminada<br />

a la mejora del sistema y el aprendizaje a partir<br />

de fallos y errores.<br />

– Desarrollo del conocimiento de la magnitud, trascendencia<br />

y posibilidades de prevención de los EA, basados<br />

en sistemas de notificación y registro, seguimiento<br />

de indicadores de seguridad y en sistemas tradicionales<br />

de vigilancia ya establecidos (infecciones nosocomiales,<br />

problemas relacionados con el uso de medicamentos…).<br />

– Análisis y gestión del riesgo clínico, incluida tanto<br />

su evaluación a priori en determinados procesos o servicios<br />

mediante ciertas técnicas (p. ej., análisis modal<br />

de fallos y sus consecuencias), como el análisis detallado<br />

de los EA, una vez se han producido, mediante<br />

procedimientos como el análisis de causas raíz o el estudio<br />

pormenorizado de incidentes o similares 43,44 .<br />

Para poder realizar esta tarea, es preciso que los<br />

profesionales adopten una taxonomía clara y unificada<br />

sobre los EA y sus factores contribuyentes, y que<br />

la organización a la que pertenecen promueva una cultura<br />

de confianza y confidencialidad que permita que<br />

todas las iniciativas planteadas puedan desarrollarse<br />

serenamente. Además, es imprescindible un espíritu de<br />

colaboración entre las organizaciones para poder compartir<br />

y aprender de estas iniciativas.<br />

Provistos de un abordaje sistematizado y amparados<br />

por la experiencia de los que se han enfrentado con<br />

anterioridad a estos peligros, sólo nos queda aceptar<br />

el reto de la mejora continua en seguridad del paciente<br />

y la gestión de los riesgos sanitarios.<br />

Grupo de trabajo ENEAS<br />

A. Infante, M.P. Polo, E. Terol, J.M. Casal, E. Sierra, M.J.<br />

García, Y. Agra, I. Palanca (Agencia de Calidad, Ministerio de<br />

Sanidad y Consumo), J. Vitaller (Universidad Miguel Hernández),<br />

A. Zarco, C. Soro (Hospital de Alicante), F.M. Ivorra,<br />

F. Bartolomé, J.A. Gómez, V. Agulló, M.A. Montesinos (Hospital<br />

Sant Joan d’Alacant), J.R. García, L.R. Aguado, M.P.<br />

Cortés, A. Misiego, L. Jiménez, M.V. Villaverde, M.B. Abadía<br />

(Hospital Miguel Servet, Zaragoza), C. Ceballos, E.E. García,<br />

C.A. de la Hoz (Complejo Hospitalario de Salamanca), P. Jaén,<br />

L. Lechuga (Hospital de Linares, Jaén), J. Rebull, Ll. Brull, C.<br />

Gombáu, M.F. Doménech (Hospital de Tortosa, Tarragona),<br />

F. Gómez (Hospital Malva-Rosa, Valencia), D. Becerra, C. Donate,<br />

C. Valero, M.D. Martínez (Hospital San Cecilio, Granada),<br />

J.C. Ansede, C. Albeniz, S. Arias, M. Carrión, M. Lobote,<br />

P. Vadillo (Hospital de Getafe), F.J. Lameiro, M.A. Jáuregui,<br />

I. Sarasa, C. Silvestre (Hospital de Navarra), F. Cots, C. Lasso,<br />

P. García, N. Bartolomé (Hospital del Mar, Barcelona), V. del<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):198-204<br />

202


Aranaz-Andrés JM et al. Luces y sombras en la seguridad del paciente: estudio y desarrollo de estrategias<br />

Campo, I. Felpeto, R.M. Guimarey (Hospital do Meixoeiro, Vigo,<br />

Pontevedra), E. Homs, M. Durany, M. Quintana, J. Monteis<br />

(Hospital de L’Hospitalet, Barcelona), J.C. Valenzuela, M. Díaz,<br />

M.L. Calonge (Hospital La Mancha-Centro, Alcázar de San<br />

Juan, Ciudad Real), M. Valledor, M.T. Martín, R.M. Jiménez<br />

(Hospital de Avilés. Asturias), A. Cabrera, M.J. Murcia, S. Blasco<br />

(Hospital de Orihuela, Alicante), A. Sánchez-Porro, M.V.<br />

Gámez, F. Calle (Hospital de Don Benito, Badajoz), A. Biurrun,<br />

E. León, A.F. Ovejero (Hospital de Talavera de la Reina,<br />

Toledo), R. Martínez, M. Rivas, A. Tormo, C. Gómez-Alférez,<br />

F. Enríquez (Hospital de Cabra, Córdoba), J.A. Cabello, D.<br />

Pérez, L. López (Hospital de Lorca, Murcia), J.F. Amor, A.<br />

Gómez, J. Martínez (Hospital de Hellín, Albacete), J.M. Celorrio,<br />

M.E. Clemente, M.C. García (Hospital de Calatayud, Zaragoza),<br />

J. Orobitg, M.T. Gaig (Hospital Móra de Ebro, Tarragona),<br />

M. Viciosa, P. Del Río, M.P. Capetillo (Hospital San <strong>El</strong>oy,<br />

Baracaldo, Vizcaya), S. Cuesta, A. Martínez, E.M. Berrozpe<br />

(Hospital Calahorra, La Rioja), V. Aranaz (Universidad Miguel<br />

Hernández), J.J. Miralles, R. García (Universidad Miguel Hernández),<br />

E. Fernández (Andalucía), J. Moris de la Tassa (Asturias),<br />

F.X. Barceló (Baleares), P. García (Canarias), P. Herrera<br />

(Cantabria), J. Fernández (Castilla-La Mancha), J.M<br />

García (Castilla y León), Ll. Torralba (Cataluña), M.A. Blanco<br />

(Ceuta/Melilla), J.M. Pajuelo (Extremadura), J. Rey (Galicia),<br />

A. Pardo (Madrid), J. Paredes (Murcia), M.F. Idoate (Navarra),<br />

J. Darpón (País Vasco), M. Carreras (Rioja), R.<br />

Meneu (Comunidad Valenciana).<br />

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CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

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204


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

Los efectos negativos de las intervenciones preventivas<br />

basadas en el individuo<br />

Soledad Márquez-Calderón<br />

Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía, Sevilla, España.<br />

(Negative effects of individual-based preventive interventions)<br />

Resumen<br />

Como se suele suponer que las intervenciones preventivas tienen<br />

pocos riesgos, la investigación sobre sus efectos negativos<br />

es escasa, tal como pone de manifiesto una revisión de la literatura<br />

médica española. Esos estudios analizan efectos a corto<br />

plazo (como falsos positivos de los cribados), pero no tratan efectos<br />

a largo plazo de las medidas poscribado (p. ej., fármacos preventivos)<br />

ni efectos negativos más intangibles (como la medicalización).<br />

Se produce una expansión acrítica de la medicina<br />

preventiva: continuas propuestas de nuevos cribados (incluidas<br />

las preenfermedades y los factores de riesgo) y vacunas. <strong>El</strong> balance<br />

entre beneficios y riesgos de esta expansión es, como mínimo,<br />

dudoso.<br />

En este proceso la industria farmacéutica desempeña un papel<br />

clave, pero también hay que revisar cómo actúan otros agentes:<br />

profesionales y autoridades sanitarias, medios de comunicación<br />

y sociedad en general. Resaltamos sobre todo el papel de la profesión<br />

médica, pues sin ella no sería posible definir nuevas enfermedades<br />

y preenfermedades ni recomendar el uso de nuevas<br />

intervenciones preventivas.<br />

La profesión médica tiene el prestigio suficiente ante el resto<br />

de los agentes para liderar cualquier cambio. Previamente las<br />

sociedades científicas deberían tener un debate interno sobre<br />

su papel actual en la adopción de nuevas intervenciones preventivas,<br />

sus relaciones con la industria y sus conflictos de<br />

interés. Algunas asociaciones médicas ya están adoptando un<br />

enfoque más crítico y analizando el impacto de sus propias recomendaciones<br />

preventivas sobre la medicalización de la vida.<br />

Es necesario analizar de forma continuada los efectos adversos<br />

de las medidas preventivas implantadas en la práctica y establecer<br />

mecanismos para la evaluación crítica del balance beneficios-riesgos-costes<br />

de las nuevas intervenciones preventivas<br />

antes de incluirlas en la cartera de servicios. En la práctica clínica<br />

cotidiana habría que fomentar la participación de las personas<br />

en las decisiones y que los profesionales adopten el enfoque<br />

de la prevención cuaternaria.<br />

Palabras clave: Prevención primaria. Servicios preventivos. Cribado.<br />

Vacunas. Fármacos preventivos. Efectos adversos. Medicalización.<br />

Abstract<br />

Because preventive interventions are usually assumed to carry<br />

few risks, research on their negative effects is scarce, as revealed<br />

by a review of the Spanish literature. The studies retrieved<br />

analyze short-term effects (such as false-positive results of screening<br />

tests), but do not evaluate the long-term effects of postscreening<br />

interventions (for example: preventive drugs) or even<br />

less tangible negative effects (such as medicalization). Uncritical<br />

spread of preventive medicine is occurring, with continual proposals<br />

for new screening tests (for pre-diseases and risk factors)<br />

and new vaccines. The risk-benefit ratio of this spread is, at the<br />

very least, doubtful.<br />

The pharmaceutical industry plays a key role in this process but<br />

the role of other stakeholders (health professionals and health<br />

authorities, mass media and society) should also be reviewed.<br />

The present article highlights the role of the medical profession,<br />

since, without it, definition of new diseases and pre-diseases and<br />

the creation of guidelines on the use of new preventive interventions<br />

would not be possible.<br />

The medical profession has sufficient prestige to lead any change.<br />

Before any change occurs, however, scientific societies should<br />

conduct an internal debate on their current role in the adoption<br />

of new preventive interventions, their relationships with the pharmaceutical<br />

industry and their conflicts of interest. Some medical<br />

associations are already adopting a more critical approach to the<br />

evaluation of the benefit-risk trade-off of new interventions and<br />

are analyzing the impact of their own preventive recommendations<br />

on the medicalization of life.<br />

The adverse effects of the preventive measures implemented<br />

in health services should be continually assessed and procedures<br />

for the critical evaluation of the benefit-risk-cost trade-offs of<br />

new preventive interventions should be established before making<br />

decisions on their incorporation in the health services’ portfolio.<br />

Finally, in daily clinical practice, enhancing citizen participation<br />

in decisions and adopting the approach of quaternary prevention<br />

would be desirable.<br />

Key words: Primary prevention. Preventive health services. Mass<br />

screening. Vaccines. Preventive drugs. Adverse effects. Medicalization.<br />

Correspondencia: Soledad Márquez-Calderón.<br />

Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias<br />

de Andalucía.<br />

Correo electrónico: soledadm.marquez@juntadeandalucia.es<br />

205 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

• ¿Qué se sabe y qué no sobre los efectos negativos de<br />

las intervenciones preventivas basadas en el individuo<br />

– Suele suponerse que son inocuas y esto hace que<br />

se investigue poco sobre sus efectos negativos, tal<br />

como se ha observado en la revisión de la literatura<br />

médica española.<br />

– Los efectos más estudiados son los relacionados<br />

directamente y a corto plazo con la propia intervención<br />

preventiva (falsos positivos en los cribados<br />

y reacciones locales en las vacunas). Los efectos<br />

negativos menos estudiados son los derivados de<br />

las medidas preventivas que se realizan tras un cribado<br />

positivo (como los efectos adversos de los fármacos<br />

preventivos) y los de carácter más intangible<br />

(medicalización de la vida, dependencia de los<br />

servicios sanitarios, etiquetado de enfermedad en<br />

personas con una mutación genética o diagnosticada<br />

de una preenfermedad, etc.).<br />

– La expansión de la medicina preventiva –por el incremento<br />

de nuevas condiciones clínicas que no<br />

son realmente enfermedades y la aparición continua<br />

de nuevas vacunas– está multiplicando las probabilidades<br />

de recibir intervenciones preventivas en<br />

todas las personas, con un balance poco claro entre<br />

el incremento de beneficios y el de riesgos.<br />

• ¿Cuáles son los agentes implicados en la expansión<br />

de la medicina preventiva y la consiguiente medicalización<br />

de la vida<br />

– Hay diversos agentes que desempeñan diversos<br />

roles. La industria farmacéutica tiene un papel clave<br />

y ejerce fuertes presiones en el resto de actores:<br />

sociedad en general y asociaciones de pacientes,<br />

medios de comunicación, autoridades sanitarias y<br />

profesionales sanitarios, especialmente médicos.<br />

– La profesión médica y sus instituciones tienen un<br />

papel fundamental, ya que la industria no podría<br />

promover sin su concurso la definición de nuevas<br />

enfermedades o límites para la definición de enfermedad,<br />

ni las recomendaciones sobre uso de fármacos<br />

preventivos en personas con factores de riesgo<br />

o preenfermedades, uso de nuevas vacunas, etc.<br />

• ¿Qué se puede hacer para minimizar los efectos negativos<br />

de la prevención<br />

Sería importante que cada agente social revisara su<br />

propia implicación en la expansión exagerada de la<br />

medicina preventiva, pero pueden destacarse algunas<br />

propuestas:<br />

– La profesión médica y sus instituciones tienen el<br />

prestigio suficiente ante el resto de los agentes para<br />

liderar los cambios necesarios. Tendría gran interés<br />

un debate en el seno de las sociedades médicas<br />

sobre las relaciones con la industria y los conflictos<br />

de interés.<br />

– Cabe aprender de las actuaciones que ya han llevado<br />

a cabo algunas sociedades científicas, especialmente<br />

en el ámbito de la medicina de familia,<br />

propiciando un debate sobre sus propias<br />

recomendaciones preventivas y manifestando públicamente<br />

su desacuerdo con nuevas propuestas<br />

cuyo cociente beneficios-riesgos no está claro.<br />

– La evaluación de las intervenciones preventivas ya<br />

implantadas en la práctica, sea en forma de programa<br />

u oportunista, debería hacerse de forma continuada<br />

e incluir la medición de efectos adversos<br />

a corto y largo plazo.<br />

– Sería importante que las autoridades sanitarias propiciaran<br />

los mecanismos necesarios para la evaluación<br />

de nuevas intervenciones preventivas antes<br />

de su inclusión en el catálogo de prestaciones. Cualquier<br />

procedimiento de toma de decisiones en este<br />

sentido debería contar con el tiempo necesario, la<br />

participación de todos los agentes clave y los mecanismos<br />

efectivos para evitar presiones interesadas.<br />

Asimismo, estas evaluaciones tendrían que<br />

considerar explícitamente los posibles efectos adversos.<br />

– Dos propuestas son clave para la práctica clínica:<br />

adoptar el enfoque de la prevención cuaternaria y<br />

propiciar la autonomía de las personas en el cuidado<br />

de la propia salud y en las decisiones sobre<br />

intervenciones preventivas. Esto último es especialmente<br />

importante cuando las intervenciones pueden<br />

aportar pequeños beneficios individuales y no<br />

están exentas de efectos adversos.<br />

Introducción<br />

La provisión de intervenciones preventivas dirigidas<br />

a personas que aparentemente están sanas<br />

forma parte de la actividad de los servicios sanitarios,<br />

sobre todo en el ámbito de la atención<br />

primaria. La difusión de este tipo de intervenciones se<br />

inició en los años cincuenta, cuando se empezaron a<br />

usar pruebas de cribado y se incluyó el consejo como<br />

parte de la práctica clínica habitual 1 . Desde entonces,<br />

hablar de prevención casi siempre ha ido ligado a resaltar<br />

sus beneficios. La prevención es popular y no<br />

parece a priori que nadie pudiera negar aquello de<br />

«más vale prevenir que curar». De hecho, seguimos<br />

asistiendo continuamente a nuevas propuestas de intervenciones<br />

dirigidas a la prevención de enfermedades.<br />

Aunque desde finales de los años setenta se inició<br />

una cierta preocupación por la falta de evidencia<br />

científica sobre los beneficios de una gran parte de los<br />

cribados y otras intervenciones preventivas que se estaban<br />

extendiendo en la práctica clínica 1 , en realidad<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15<br />

206<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):206-16


Márquez-Calderón S. Los efectos negativos de las intervenciones preventivas basadas en el individuo<br />

no ha habido tanta inquietud por la posibilidad de que<br />

la prevención también pudiera tener efectos adversos.<br />

En este contexto se plantea este capítulo del informe<br />

<strong>SESPAS</strong> <strong>2008</strong>, centrado en una revisión y reflexión<br />

sobre los efectos negativos de las intervenciones preventivas.<br />

Delimitación del tema: ¿qué efectos negativos<br />

de qué intervenciones preventivas<br />

Intervenciones preventivas basadas en el individuo<br />

Una parte importante de la actividad dirigida a prevenir<br />

los problemas de salud se realiza en un contexto<br />

poblacional. Así ocurre con todas las actividades<br />

intersectoriales dirigidas a facilitar unas mejores condiciones<br />

de vida y las actividades poblacionales enfocadas<br />

a la promoción de hábitos saludables y a la prevención<br />

de accidentes y enfermedades (p. ej., las<br />

campañas educativas desde los medios de comunicación<br />

de masas). Sin embargo, desde el ámbito sanitario,<br />

la mayoría de la actividad preventiva se centra en<br />

las personas concretas, ya se hagan a demanda, de<br />

forma oportunista, u organizadas en programas. Este<br />

capítulo se centrará precisamente en estas intervenciones<br />

de tipo individual.<br />

Siguiendo la clasificación de la US Preventive Services<br />

Task Force 2 , las actividades preventivas individuales<br />

se dividirían en tres categorías: consejo (normalmente<br />

sobre estilos de vida), cribados (sobre todo<br />

los dirigidos a grandes grupos de población), y vacunas,<br />

inmunoprofilaxis y quimioprevención (fundamentalmente<br />

profilaxis postexposición a determinadas enfermedades<br />

infecciosas).<br />

Sin embargo, esta clasificación no hace muy visible<br />

una parte importante de lo que hoy incluye la prevención<br />

en medicina. Por ello, sería interesante añadir<br />

a esta lista, con carácter propio y diferenciado, el grupo<br />

de intervenciones preventivas que siguen a una prueba<br />

de cribado positiva. Aquí se incluiría desde el uso<br />

de fármacos preventivos para tratar factores de riesgo<br />

o prevenir enfermedades hasta la cirugía preventiva<br />

(p. ej., la mastectomía bilateral preventiva en mujeres<br />

en las que se detecta una mutación en los genes BRCA<br />

tras una prueba genética).<br />

La segunda edición de la guía de la US Task Force,<br />

de 1996, sólo incluía en el grupo de vacunas y quimioprevención<br />

la evaluación de tres medicamentos (supuestamente)<br />

preventivos: la profilaxis hormonal en la<br />

posmenopausia, la aspirina (en prevención primaria de<br />

infarto de miocardio y en el embarazo) y el ácido fólico<br />

en el embarazo 2 . En los 11 años posteriores a esta<br />

segunda edición de la guía, la US Preventive Services<br />

Task Force ha publicado revisiones de estos mismos<br />

fármacos preventivos y añadido tan sólo dos nuevos capítulos<br />

de evaluación de medicamentos preventivos 3 .<br />

La mayoría de los aspectos relacionados con estos fármacos<br />

están recogidos en los capítulos específicos de<br />

cribado (p. ej., en el cribado de hipercolesterolemia),<br />

por lo que no tienen un espacio propio que permita un<br />

análisis pormenorizado sobre sus efectos.<br />

Es necesario revertir esta falta de visibilidad de la<br />

evaluación sobre este tipo de medidas más intervencionistas<br />

realizadas en personas sanas tras un cribado<br />

positivo (fármacos, cirugía, etc.), ya que se trata de<br />

la cara más oculta y con más posibilidad de tener efectos<br />

negativos de la medicina preventiva.<br />

Efectos negativos individuales y sociales<br />

Poner de manifiesto los efectos iatrogénicos individuales<br />

de las intervenciones preventivas (es decir, los<br />

efectos adversos relacionados directamente con el uso<br />

de una medida preventiva en una persona concreta) es<br />

necesario, pero no suficiente. Por ello, se tratarán también<br />

algunos aspectos relacionados con otros efectos<br />

negativos que son más intangibles y de carácter más<br />

social. Estos últimos tienen que ver con la aceptación<br />

acrítica del «más vale prevenir», la construcción social<br />

de los conceptos de salud y enfermedad, y el contexto<br />

donde se produce toda esta expansión de la medicina<br />

preventiva de base individual.<br />

Para tratar todos estos temas, los contenidos del capítulo<br />

se estructuran en diversos apartados.<br />

¿Por qué preocuparse por los efectos negativos<br />

de las intervenciones preventivas<br />

La medicina preventiva está viviendo una expansión<br />

muy importante en la actualidad. Este desarrollo se está<br />

llevando a cabo por varios mecanismos. En primer lugar,<br />

estamos asistiendo a dos fenómenos que amplían enormemente<br />

el campo de acción de la medicina: la equiparación<br />

del concepto «factor de riesgo» con el de enfermedad<br />

y la creación de las «preenfermedades». En<br />

segundo lugar, y derivado en gran medida de lo anterior,<br />

se están haciendo, desde la propia profesión médica,<br />

propuestas continuas de nuevos cribados (para<br />

la detección precoz no sólo de enfermedades sino de<br />

factores de riesgo, de preenfermedades, de alteraciones<br />

genéticas y de otros estados compatibles con estar<br />

sano). <strong>El</strong> uso de pruebas genéticas para la estimación<br />

del riesgo futuro de sufrir enfermedades, así como el<br />

amplio grupo de enfermedades donde se propone un<br />

diagnóstico precoz sin que haya tratamiento eficaz, son<br />

fenómenos que requieren especial atención. Una tercera<br />

vía de ampliación del campo de la intervención pre-<br />

207<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

ventiva, también ligada con los dos fenómenos anteriores,<br />

es el incremento en el uso de fármacos y otros<br />

tratamientos con finalidad preventiva, normalmente tras<br />

resultados positivos de alguna prueba de cribado de un<br />

factor de riesgo o preenfermedad. Y por último, en los<br />

últimos años se están comercializando una gran cantidad<br />

de nuevas vacunas, muchas de las cuales se proponen<br />

para usarse en sectores muy amplios de la población.<br />

Hay varios motivos para preocuparse por esta ampliación<br />

sin precedentes del campo de acción de la medicina<br />

preventiva. <strong>El</strong> primero de ellos es que todas las<br />

intervenciones sanitarias tienen efectos adversos, y<br />

las preventivas no escapan de esto (aunque estén rodeadas<br />

de un halo de inocuidad).<br />

Pero además, es importante tener en cuenta que<br />

la producción de iatrogenia o la no producción de beneficios<br />

con la actividad preventiva (o beneficios inferiores<br />

a sus costes) tiene unas implicaciones éticas<br />

especiales. Si se realiza un análisis basado en los tres<br />

principios clásicos de la bioética que tienen más que<br />

ver con el nivel individual (dejamos a un lado de momento<br />

el principio de justicia), la primera objeción a<br />

la actividad preventiva vendría dada en relación con<br />

el principio de no maleficencia, ya que se trata de intervenciones<br />

que la mayor parte de las veces se ofrecen<br />

(o incluso se inducen) desde el propio sistema<br />

sanitario y se hacen en personas sanas 4 . En estas circunstancias,<br />

cuando se produce un efecto adverso, la<br />

intervención preventiva de base individual estaría en<br />

los límites de la ética médica. Menos graves, pero también<br />

importantes, son las consideraciones respecto al<br />

cumplimiento del principio de beneficencia. Así, aunque<br />

en muchos casos el beneficio poblacional de las<br />

actividades preventivas puede estar claro y ser importante<br />

en términos de eventos no deseados evitados<br />

y hasta muertes evitadas, el beneficio para una<br />

persona concreta puede llegar a ser muy improbable<br />

(paradoja de Rose). Un ejemplo sería que muchas de<br />

las personas que toman fármacos preventivos durante<br />

años para tratar la osteoporosis o los factores de<br />

riesgo cardiovascular no obtendrán ningún beneficio.<br />

A todo esto puede añadirse que generalmente se<br />

aporta muy poca información sobre los riesgos y los<br />

beneficios antes de iniciar este tipo de medidas preventivas,<br />

y mucho menos suele darse participación a<br />

las personas sobre la decisión de hacerse una prueba<br />

de cribado o iniciar un tratamiento tras un resultado<br />

positivo. Esto enlaza directamente con el principio<br />

ético de autonomía, que exigiría que las personas<br />

dispusieran de información veraz sobre los beneficios<br />

y riesgos de las intervenciones preventivas y la posibilidad<br />

de participar en la decisión sin sufrir presiones.<br />

Un contexto sin presiones sería también deseable<br />

para los propios profesionales sanitarios que aconsejan<br />

y proveen las intervenciones y para los planificadores<br />

que toman las decisiones de ampliación de las<br />

prestaciones y puesta en marcha de nuevos programas<br />

preventivos. Sin embargo, los importantes intereses económicos<br />

que están en juego en la expansión de la medicina<br />

preventiva dan lugar a un contexto poco compatible<br />

con las decisiones autónomas. No puede<br />

olvidarse que los médicos que redactan las recomendaciones<br />

sobre determinados aspectos, como los valores<br />

normales o anormales de colesterol, glucemia, presión<br />

arterial o densidad mineral ósea, reciben honorarios<br />

de las compañías farmacéuticas que los fabrican 5,6 . Tampoco<br />

puede perderse de vista que la Food and Drug<br />

Administration y la mayoría de agencias reguladoras de<br />

medicamentos se financian en parte con dinero procedente<br />

de la industria farmacéutica 7 .<br />

La industria farmacéutica obtiene beneficios económicos<br />

muy importantes con cada aumento de la población<br />

«diagnosticada» de algún problema de salud<br />

susceptible de ser prevenido por fármacos 8 , con cada<br />

nuevo factor de riesgo identificado que puede tratarse<br />

con un medicamento, y con cada nueva vacuna incluida<br />

en la cartera de servicios de un sistema sanitario<br />

público. En su carrera por ampliar objetivos, la<br />

industria ha logrado implicar a muchas otras instancias<br />

profesionales y del sector público. Ya sea por obtener<br />

beneficios económicos o –en palabras de David Sackett–<br />

«para satisfacer una narcisista necesidad de reconocimiento<br />

público o en un descaminado intento de<br />

hacer el bien», los médicos y sus instituciones (sociedades<br />

científicas, revistas médicas, etc.) están<br />

contribuyendo a toda esta ampliación de la población<br />

diagnosticada de algo susceptible de ser prevenido con<br />

medicamentos 9,10 .<br />

Los resultados de esta estrategia de implicación de<br />

las instancias profesionales demuestran que está bien<br />

pensada e implementada. Un caso claro es la tendencia<br />

continua de las guías de práctica clínica y recomendaciones<br />

de grupos de expertos a bajar los umbrales<br />

de normalidad en los cribados y la creación de<br />

nuevas enfermedades que cribar y tratar. Así, los valores<br />

de colesterol considerados normales bajaron en<br />

2001 y 2004 11,12 , los de glucemia para el diagnóstico<br />

de la diabetes mellitus bajaron en 1997 y 2004 13,14 , y<br />

entre 2003 y 2004 se definieron dos nuevas preenfermedades:<br />

la prehipertensión 15 y la prediabetes 14 .<br />

En el año 2006, un artículo publicado en el New<br />

York Times denunciaba que la American Society of Hypertension<br />

había recibido 700.000 dólares de tres compañías<br />

farmacéuticas para celebrar una serie de congresos<br />

en los que se difundía este concepto ampliado<br />

de la hipertensión arterial (prehipertensión) 16 . Por<br />

otra parte, tras las directrices de 2004 sobre los nuevos<br />

niveles normales de colesterol (con las cuales, una<br />

de cada 4 personas en Estados Unidos tendría que<br />

tomar estatinas), un grupo de profesionales y una or-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15<br />

208


Márquez-Calderón CAPÍTULO S. Los efectos 4. UN SISTEMA negativos DE SALUD de las INTEGRADO intervenciones Y CENTRADO preventivas EN LOS USUARIOS basadas en el individuo<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

ganización médica independiente (Center for Science<br />

in the Public Interest) enviaron una petición a los National<br />

Institutes of Health para que se revisaran las recomendaciones.<br />

Además de argumentar la falta de fundamento<br />

científico de éstas, denunciaban que la<br />

mayoría de los panelistas que participaron en su formulación<br />

tenían fuertes conflictos de interés por recibir<br />

pagos de la industria 17 .<br />

Mientras tanto, el éxito de la estrategia de la industria<br />

para implicar a las instancias profesionales se demuestra<br />

con la tendencia creciente que sigue desde hace años<br />

la prescripción de fármacos preventivos. En un estudio<br />

sobre las tendencias en la prescripción de algunos<br />

de estos medicamentos entre enero de 2000 y abril de<br />

2003 en la ciudad de Sevilla, se puso de manifiesto que<br />

la prescripción de bifosfonatos y raloxifeno se había multiplicado<br />

por 5 en los sujetos laboralmente activos y por<br />

4 en los pensionistas, y la prescripción de estatinas se<br />

multiplicó por 3 en activos y por 2 en pensionistas 18 . Es<br />

evidente que este incremento poblacional de los tratamientos<br />

en un período de algo más de 3 años no está<br />

dando respuesta a un aumento paralelo de la prevalencia<br />

de la osteoporosis ni la hipercolesterolemia (dos<br />

condiciones que además no son enfermedades sino factores<br />

de riesgo).<br />

En este contexto de negocio, además de haber muchos<br />

incentivos para incrementar la población susceptible<br />

de algún tratamiento preventivo, hay pocos incentivos<br />

para hacer pública la información sobre sus<br />

efectos adversos 19 , lo que añade un nuevo motivo de<br />

preocupación.<br />

Efectos iatrogénicos de las intervenciones<br />

preventivas individuales<br />

Pruebas de cribado<br />

Una de las intervenciones centrales de la prevención<br />

centrada en el individuo es el cribado (de enfermedades,<br />

de factores de riesgo y de alteraciones de<br />

tipo genético), actividad que puede producir efectos adversos<br />

por varios mecanismos.<br />

En primer lugar, hay que destacar que la propia prueba<br />

de cribado no siempre es inocua. Un ejemplo llevado<br />

al límite, pero ilustrativo, es el uso en Estados Unidos<br />

de tomografías computarizadas (TC) de cuerpo<br />

entero para personas sanas, supuestamente para el cribado<br />

de cánceres de cualquier localización 20 . La TC está<br />

ligada a niveles de radiación altos y –aunque es una<br />

prueba bastante segura– su amplio uso poblacional podría<br />

llevar a un incremento de la mortalidad por cáncer<br />

debido a las radiaciones 21 .<br />

En segundo lugar, puede destacarse el efecto de<br />

«etiquetado de enfermo» 4 , que en muchos casos no<br />

conlleva beneficios o sólo beneficios mínimos, y que<br />

casi siempre va a producir una dependencia del sistema<br />

sanitario. Esto ocurre incluso en los casos de cribados<br />

ampliamente aceptados y cuyos beneficios poblacionales<br />

están fuera de duda. Un hombre de 65 años,<br />

no fumador y sin antecedentes de cardiopatía isquémica<br />

al que se le detecta una hipertensión arterial en<br />

un cribado, tendrá un riesgo de infarto de miocardio<br />

del 5-6% en los próximos 5 años (frente al 3-4% si no<br />

hubiera tenido hipertensión arterial). Si el beneficio poblacional<br />

de tratar a 100 hombres como éste durante<br />

5 años es que en 2 o 3 de ellos se evitaría el infarto,<br />

quedan 97 o 98 con una etiqueta y un tratamiento que<br />

no ganan ningún beneficio. En definitiva, aunque a<br />

veces los cribados consiguen mejoras de salud importantes<br />

desde el punto de vista poblacional, la ganancia<br />

para una persona concreta puede ser mínima<br />

o nula.<br />

En tercer lugar, cabe mencionar los efectos relacionados<br />

con los resultados falsos de las pruebas de<br />

cribado. En el caso de los falsos negativos, se ha descrito<br />

que pueden producir una sensación de seguridad<br />

y retraso en la búsqueda de atención 22 . En cuanto a<br />

los falsos positivos, conllevan por una parte la ansiedad<br />

que se sufre hasta tener un resultado definitivo y,<br />

por otra, el uso de pruebas diagnósticas y tratamientos<br />

innecesarios (biopsias, pruebas radiológicas, cirugía,<br />

fármacos, etc.) 4 . Estas pruebas confirmatorias<br />

y tratamientos también pueden tener sus propias complicaciones<br />

y efectos adversos (incluidos los falsos diagnósticos<br />

definitivos).<br />

Por último, no puede olvidarse que los cribados podrían<br />

detectar lesiones cancerosas que quizás no se hubieran<br />

convertido nunca en cánceres sintomáticos y<br />

mucho menos llegar a estadios avanzados con resultado<br />

de muerte. Esto es lo que parece derivarse del estudio<br />

de Bach et al 23 sobre el cribado del cáncer de pulmón<br />

en fumadores mediante TC. Estos autores muestran<br />

cómo se incrementaba con el cribado el número<br />

de cánceres de pulmón diagnosticados, pero a costa de<br />

cánceres incipientes, ya que el número de cánceres avanzados<br />

diagnosticados no cambiaba. Este sobrediagnóstico<br />

llevaba aparejado un incremento en las resecciones<br />

quirúrgicas de pulmón (con lo que esto puede<br />

suponer en términos de complicaciones), pero ningún<br />

cambio en la mortalidad.<br />

<strong>El</strong> impacto de los efectos adversos de los cribados<br />

va a ser más importante en determinadas circunstancias.<br />

En primer lugar, cuando el cribado se realiza como<br />

programa poblacional, el número de afectados por todos<br />

los efectos iatrogénicos enumerados será mucho<br />

mayor. Por otra parte, casi siempre la prueba de cribado<br />

es propuesta desde el sistema sanitario (ya sea<br />

como programa o de forma oportunista), y esto tiene<br />

connotaciones éticas distintas que cuando es la persona<br />

quien la demanda, y también distinta aceptabili-<br />

209<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

dad si se produce un efecto adverso. También el impacto<br />

es mayor cuando no se informa previamente de los posibles<br />

efectos negativos de someterse a un cribado. Por<br />

ejemplo, en los programas de cribado de cáncer de<br />

mama, sería necesario que las cartas de invitación explicaran<br />

los beneficios y los riesgos del programa (una<br />

mamografía cada 2 años durante un largo período de<br />

la vida). Es posible que muchas mujeres estén dispuestas<br />

a sufrir los problemas derivados de los falsos<br />

positivos para obtener los beneficios del diagnóstico precoz,<br />

pero al menos habrán podido decidirlo por sí mismas.<br />

También será más fácil aceptar todas las molestias<br />

derivadas de un falso positivo si esta información<br />

se ha recibido antes de someterse al cribado.<br />

Fármacos preventivos<br />

Ya se ha apuntado anteriormente que hay incentivos<br />

para no publicar toda la información conocida sobre<br />

los efectos adversos de las intervenciones que suponen<br />

negocio para la industria. Esta infradeclaración<br />

está documentada, e incluso en el año 2004 la iniciativa<br />

CONSORT (Consolidated Standards of Reporting<br />

Trials) se amplió con 10 nuevos ítems para incluir en<br />

las publicaciones de los ensayos clínicos los efectos adversos<br />

24 . Podrían ponerse muchos ejemplos que ilustran<br />

esta necesidad de mejorar la información sobre los<br />

efectos adversos de los fármacos preventivos.<br />

En un metaanálisis que incluyó 164 ensayos clínicos<br />

con estatinas, sólo 48 proporcionaban información<br />

sobre el número de pacientes con uno o más síntomas<br />

posiblemente causados por la medicación 25 . Es posible<br />

que esta falta de declaración de efectos adversos<br />

tenga que ver con el perfil de seguridad que se les supone<br />

a estos fármacos. Sin embargo, ya hubo un caso<br />

de retirada del mercado de una estatina (cerivastatina)<br />

hace unos años por un efecto adverso grave, la rabdomiólisis<br />

6 , y en el sitio web del Statin Effects Study (de<br />

la Universidad de California en San Diego) se detalla<br />

toda una lista de problemas derivados de estos fármacos,<br />

tanto los graves, aunque raros (rabdomiólisis,<br />

alteración de la función hepática), como los menos graves<br />

pero más frecuentes (debilidad y dolor muscular,<br />

dolor abdominal, problemas de memoria y concentración,<br />

depresión, etc.) 26 .<br />

Las propuestas para tratar con medicamentos las<br />

preenfermedades están ligadas a un potencial importante<br />

de iatrogenia. En el año 2006 se publicaban dos<br />

artículos sobre el ensayo clínico DREAM (Diabetes<br />

Reduction Assessment with ramipril and rosiglitazone<br />

Medication), que evaluó dos fármacos antidiabéticos<br />

para el tratamiento de la prediabetes 27,28 . <strong>El</strong> artículo que<br />

comparaba el tratamiento con rosiglitazona durante 3<br />

años frente a placebo se publicó on line en la revista<br />

The Lancet, con libre acceso y de forma anticipada. Sin<br />

embargo, a juzgar por la conclusión del estudio, lo que<br />

el tratamiento conseguía era una mejora en términos<br />

de resultados intermedios (reducción de la incidencia<br />

de la diabetes mellitus tipo 2 y mayor probabilidad de<br />

volver a valores de glucemia considerados como normales)<br />

27 . Rosiglitazona es un fármaco antidiabético que<br />

se indica en la diabetes mellitus tipo 2 cuando fracasa<br />

el tratamiento con metformina. Tras 8 años de experiencia<br />

de uso de este medicamento, aún hoy no hay<br />

datos sobre su efectividad en términos de resultados<br />

finales (como reducción de complicaciones macro/microvasculares<br />

de la diabetes). Una preocupación adicional<br />

respecto al ensayo DREAM y su estrategia de<br />

publicación tan agresiva es que la conclusión no viene<br />

matizada por ningún efecto adverso, a pesar que éstos<br />

fueron más altos con rosiglitazona, incluida la insuficiencia<br />

cardíaca (diferencia con placebo estadísticamente<br />

significativa).<br />

Hace unos meses se publicaba un metaanálisis<br />

sobre rosiglitazona que ha hecho correr ríos de tinta.<br />

En este estudio, que analizaba los datos de más de<br />

27.000 pacientes incluidos en 42 ensayos clínicos sobre<br />

la diabetes mellitus tipo 2, se concluyó que la rosiglitazona<br />

(frente a diversas opciones que incluían placebo<br />

y otros antidiabéticos) se asociaba a una mayor frecuencia<br />

de infarto de miocardio (odds ratio [OR] = 1,43;<br />

intervalo de confianza [IC] del 95%, 1,03-1,98) y muerte<br />

cardiovascular (OR = 1,64; IC del 95%, 0,98-2,74) 29 .<br />

Aun suponiendo que el metaanálisis tuviera problemas<br />

y que es posible que los efectos puedan deberse al<br />

azar (dada su significación estadística y los bajos riesgos<br />

absolutos), lo que parece claro es que rosiglitazona<br />

no protege del riesgo cardiovascular asociado a<br />

la diabetes. Salvo que tuviera unos efectos muy importantes<br />

de protección de las complicaciones microvasculares<br />

(algo no demostrado de momento), no hay<br />

ningún argumento para suministrar un fármaco cuyo<br />

único «beneficio» claro es que reduce los valores de<br />

glucemia.<br />

Si la infradeclaración de efectos adversos es un problema,<br />

no lo es menos que –incluso cuando son conocidos–<br />

a veces no se tienen en cuenta a la hora de<br />

hacer recomendaciones. En este sentido, el caso<br />

de la terapia hormonal durante el climaterio es paradigmático.<br />

Un año después de la interrupción del ensayo<br />

Women’s Health Initiative 30 , una revisión de este<br />

ensayo y otros estudios previos sobre la terapia hormonal<br />

ponía de manifiesto que toda la literatura médica<br />

apuntaba consistentemente a una asociación entre<br />

este tratamiento y el cáncer de mama, el accidente cerebrovascular<br />

y la embolia pulmonar 31 . Aunque también<br />

la literatura médica era bastante consistente en<br />

algunos efectos preventivos positivos (como la prevención<br />

de la osteoporosis y del cáncer colorrectal),<br />

no compensaban el potencial de iatrogenia. Lo que<br />

aportó de nuevo el ensayo Women’s Health Initiative<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15<br />

210


Márquez-Calderón CAPÍTULO S. Los efectos 4. UN SISTEMA negativos DE SALUD de las INTEGRADO intervenciones Y CENTRADO preventivas EN LOS USUARIOS basadas en el individuo<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

era que venía a contradecir el supuesto efecto de la<br />

terapia para reducir el riesgo de enfermedad coronaria<br />

(efecto puesto de manifiesto por estudios observacionales<br />

y que había dado lugar a su uso con fines<br />

preventivos), dado que encontraba precisamente lo contrario:<br />

un incremento de eventos coronarios en las mujeres<br />

sometidas a la terapia 30 . Aunque análisis recientes<br />

del Women’s Health Initiative apuntan a que este efecto<br />

podría relacionarse con el momento de inicio de la<br />

terapia, lo que está bastante claro es que se produce<br />

un incremento de eventos coronarios en las mujeres<br />

que inician este tratamiento varios años después<br />

del inicio de la menopausia 32 . Sin embargo, aún hoy<br />

puede encontrarse en internet información dirigida a<br />

las mujeres, en la que se afirma sin más matices que<br />

la terapia hormonal «está indicada para la prevención<br />

de la osteoporosis» 33 .<br />

Expansión de la medicina preventiva<br />

centrada en el individuo y sus efectos negativos<br />

para la sociedad<br />

Con la expansión de la medicina preventiva se está<br />

conformando una sociedad con gran parte de la población<br />

clasificada como enferma, dependiente de los<br />

servicios sanitarios y con falsas expectativas sobre la<br />

posibilidad de reducir todos los riesgos. Esto va en paralelo<br />

con un modelo en que la medicina es el principal<br />

medio de conseguir la salud y que ignora cualquier<br />

forma no médica para lograr este objetivo (como los cambios<br />

en el estilo de vida) 34 .<br />

Esta forma medicalizada de vida conlleva una ansiedad<br />

por la salud. Prueba de ello es que el colesterol,<br />

la presión arterial, la osteoporosis, etc., se han convertido<br />

en preocupaciones comunes. Sin embargo, no<br />

parece que tenga como resultado que la gente se sienta<br />

mejor. Como observaba Sen 35 , hay estudios que<br />

muestran que cuanto más dinero tiene una sociedad y<br />

mayor es su gasto sanitario, mayor número de ciudadanos<br />

se consideran enfermos.<br />

Este modelo de salud es además dogmático y culpabiliza<br />

a todos aquellos que disienten, ya sean profesionales<br />

que no están de acuerdo con muchas de las<br />

nuevas propuestas de cribado y tratamientos preventivos,<br />

o ciudadanos que «no se cuidan» o sufren problemas<br />

de salud que supuestamente podían haberse<br />

prevenido.<br />

Sin embargo, cabe preguntarse si desde los servicios<br />

sanitarios se está induciendo el uso de medidas<br />

preventivas que no todas las personas aceptarían<br />

si tuviesen toda la información. En un estudio<br />

realizado por Trewby et al 36 se exploró qué nivel de<br />

reducción del riesgo requeriría la gente para estar dispuesta<br />

a tomar fármacos para prevenir los eventos cardiovasculares.<br />

La mediana de la reducción absoluta<br />

del riesgo a partir de la cual se iniciaría el tratamiento<br />

fue del 20%. Esto contrasta con la disminución real<br />

de riesgo que puede esperarse de un fármaco cardioprotector<br />

tomado durante 5 años (menos del 5%<br />

de reducción de infarto de miocardio incluso en pacientes<br />

de alto riesgo). Sería necesario disponer de<br />

más bibliografía que contrastara la perspectiva de los<br />

ciudadanos con la práctica preventiva actual, ya que<br />

si los resultados como los de este estudio se confirmaran,<br />

los servicios sanitarios tendrían que replantearse<br />

cómo y con qué información ofrecer las intervenciones<br />

preventivas.<br />

Para finalizar, este modelo de salud es muy caro para<br />

la sociedad. Los costes sanitarios son muy importantes<br />

y, de seguir creciendo al mismo ritmo la cantidad<br />

de nuevas propuestas preventivas, se podría poner en<br />

peligro la sostenibilidad de la cobertura universal y, por<br />

tanto, la equidad del sistema. Mientras tanto, la solidaridad<br />

con los países más pobres continúa siendo una<br />

asignatura pendiente. Prueba de ello son las propuestas<br />

de nuevas vacunas que sólo el mundo desarrollado<br />

se podrá permitir, como la del virus del papiloma humano<br />

o el rotavirus, que realmente tendrían un beneficio<br />

importante en los países más pobres, donde se producen<br />

la mayoría de las muertes por cáncer de cuello<br />

uterino y prácticamente la totalidad de las muertes asociadas<br />

a la infección por rotavirus.<br />

Evaluación de los efectos negativos<br />

de las intervenciones preventivas en España<br />

Para identificar la investigación realizada en España<br />

sobre los efectos adversos u otro tipo de efectos negativos<br />

de las intervenciones preventivas, se ha explorado<br />

la literatura médica publicada en los últimos<br />

5 años a través de PubMed (estrategias de búsqueda<br />

en la tabla 1) y consultado un número extraordinario de<br />

la revista Atención Primaria, publicado en noviembre de<br />

2007, sobre la última actualización del PAPPS (Programa<br />

de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud<br />

de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria).<br />

Aunque la revisión realizada no es sistemática y<br />

puede que la búsqueda no haya logrado localizar todos<br />

los documentos relevantes, es suficiente para concluir<br />

que la investigación sobre los efectos negativos de las<br />

intervenciones preventivas es escasa en nuestro país.<br />

Esto es consistente con lo que ya Segura ponía de manifiesto<br />

con relación a las actividades de cribado en el<br />

anterior <strong>Informe</strong> <strong>SESPAS</strong>: la falta de evaluación global<br />

sobre el conjunto de los programas de cribado que se<br />

llevan a cabo en el territorio español, a excepción de<br />

los programas de cáncer de mama 4 .<br />

211<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

Tabla 1. Estrategias de búsqueda de artículos publicados<br />

en España sobre efectos adversos/negativos de las<br />

intervenciones preventivas (últimos 5 años)<br />

Estrategia 1 #1 «Primary Prevention» [Mesh] or «Preventive Health<br />

Services» [Mesh] or «Immunization» [Mesh] or «Mass<br />

Immunization» [Mesh] or «Mass Screening» [Mesh] or<br />

«Public Health Practice» [Mesh] or «Vaccines» [Mesh]<br />

#2 «screening»<br />

#3 «preventive drug»<br />

#4 «preventive drugs»<br />

#5 #1 or #2 or #3 or #4<br />

#6 «Safety Management» [Mesh] or «adverse effects»<br />

[Subheading]<br />

#7 «safety»<br />

#8 «adverse events»<br />

#9 «medicalization»<br />

#10 #6 or #7 or #8 or #9<br />

#11 «Spain»<br />

#12 #5 and #10 and #11<br />

Estrategia 2 #1 «screening»<br />

#2 «false positive»<br />

#3 «false positives»<br />

#4 «false negative»<br />

#5 «false negatives»<br />

#6 #2 or #3 or #4 or #5<br />

#7 «Spain»<br />

#8 #1 and #6 and #7<br />

En la tabla 2 se hace una breve descripción de los<br />

artículos encontrados en la revisión bibliográfica, en los<br />

que el objetivo principal se centró en la evaluación de<br />

efectos adversos de las actividades preventivas. Todos<br />

ellos se refieren a cribados: dos sobre falsos positivos<br />

y sobrediagnóstico en cribados poblacionales de cáncer<br />

(mama y próstata), y otros dos que ponen de manifiesto<br />

el sobrediagnóstico en el cribado de dos enfermedades<br />

muy diferentes, la diabetes gestacional y<br />

la depresión.<br />

<strong>El</strong> resto de los documentos encontrados y seleccionados<br />

(tabla 3) son estudios que no tienen como<br />

objetivo central la investigación sobre efectos adversos,<br />

pero que aportan alguna información al respecto.<br />

Quizás lo más cercano son los trabajos sobre inmunogenicidad<br />

y seguridad de diversas vacunas, sobre<br />

todo las combinadas; sin embargo, el énfasis en la<br />

mayor parte de estos estudios se centra en la capacidad<br />

inmunogénica y, en cualquier caso, no incluyen<br />

poblaciones tan amplias como para poder detectar<br />

efectos adversos poco frecuentes. Un segundo grupo<br />

de artículos estaría compuesto por estudios centrados<br />

en indicadores de proceso y funcionamiento de<br />

programas o técnicas de cribado, que incluyen de forma<br />

marginal información sobre algún efecto adverso, normalmente<br />

falsos positivos. Entre ellos, cabe destacar<br />

dos estudios realizados en población infantil (cribado<br />

Tabla 2. Descripción de artículos sobre estudios realizados<br />

en España (2003-2007), cuyo objetivo principal es investigar<br />

los efectos adversos o negativos de los cribados<br />

• Castells X, Molins E, Macià F. Cumulative false positive recall rate and<br />

association with participant related factors in a population based breast cancer<br />

screening programme. J Epidemiol Community Health. 2006;60:316-21.<br />

Investiga los falsos positivos acumulados tras la participación en 10 rondas de<br />

cribado de cáncer de mama, basado en los datos del programa de cribado de<br />

la ciudad de Barcelona. Se concluye que un tercio de las mujeres tendrán al<br />

menos una rellamada por falso positivo a lo largo de 10 rondas (bienales).<br />

• Schröder FH. Detection of prostate cancer: the impact of the European<br />

Randomized Study of Screening for Prostate Cancer (ERSPC). Can J Urol.<br />

2005;12 Suppl 1:2-6.<br />

Ensayo multicéntrico con asignación aleatoria a cribado de cáncer de próstata<br />

frente a control, realizado en España y otros 5 países europeos. Aporta<br />

resultados de sobrediagnóstico con el cribado poblacional, con cifras<br />

consideradas «inaceptables» por el autor. También analiza el incremento de<br />

falsos positivos con el antígeno prostático específico a partir de la segunda<br />

ronda de cribado.<br />

• Ricart W, López J, Mozas J, Pericot A, Sancho MA, González N, et al; Spanish<br />

Group for the Study of the Impact of Carpenter and Coustan GDM thresholds.<br />

Potential impact of American Diabetes Association (2000) criteria for diagnosis<br />

of gestational diabetes mellitus in Spain. Diabetologia. 2005;48:1135-41.<br />

Estudia el impacto que tendría la adopción de los criterios diagnósticos de<br />

diabetes gestacional de la American Diabetes Association en el cribado de<br />

este problema. Los autores concluyen que supondría un incremento del 32%<br />

en el diagnóstico de diabetes gestacional (respecto a criterios actuales), sin<br />

prácticamente ninguna repercusión en términos de reducción de<br />

complicaciones de la diabetes.<br />

• Aragonès E, Piñol JL, Labad A. The overdiagnosis of depression in non-depressed<br />

patients in primary care. Fam Pract. 2006;23:363-8.<br />

Analiza los factores que determinan el sobrediagnóstico de depresión en<br />

atención primaria (Tarragona). Los autores concluyen que los médicos de<br />

familia diagnostican depresión en pacientes que no tienen signos formales de<br />

depresión, pero que tienen antecedentes de este problema o alguna<br />

disfunción psicológica que pueda ser prodrómica de futuros episodios<br />

depresivos.<br />

de hipertensión arterial y de hipoacusia congénita) y<br />

dos sobre TC como posible prueba de cribado de cáncer<br />

de pulmón. Por último, de la monografía mencionada<br />

anteriormente sobre el PAPPS, destaca un estudio<br />

que recoge opiniones de los profesionales de<br />

atención primaria sobre este programa (tabla 3). Se<br />

les pregunta si consideran que el PAPPS puede contribuir<br />

a la medicalización de la sociedad. Aunque la<br />

mayoría de los encuestados consideran que el PAPPS<br />

es muy positivo y que ha repercutido favorablemente<br />

en la salud de la población, un 20% de los profesionales<br />

opina que sí contribuye a la medicalización. También<br />

en este estudio, una de las propuestas que se<br />

recogen para el futuro del PAPPS es fomentar la responsabilidad<br />

de los ciudadanos sobre el cuidado de<br />

la propia salud.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15<br />

212


Márquez-Calderón CAPÍTULO S. Los efectos 4. UN SISTEMA negativos DE SALUD de las INTEGRADO intervenciones Y CENTRADO preventivas EN LOS USUARIOS basadas en el individuo<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

Tabla 3. Artículos sobre estudios realizados en España (2003-<br />

2007) que incluyen algún tipo de información sobre efectos<br />

adversos de actividades preventivas<br />

Estudios que valoran la inmunogenicidad y seguridad de las vacunas<br />

Arístegui J, Dal-Ré R, Díez-Delgado J, Marés J, Casanovas JM, García-Corbeira<br />

P, et al. Comparison of the reactogenicity and immunogenicity of a combined<br />

diphtheria, tetanus, acellular pertussis, hepatitis B, inactivated polio (DTPa-<br />

HBV-IPV) vaccine, mixed with the Haemophilus influenzae type b (Hib)<br />

conjugate vaccine and administered as a single injection, with the DTPa-<br />

IPV/Hib and hepatitis B vaccines administered in two simultaneous injections<br />

to infants at 2, 4 and 6 months of age. Vaccine. 2003;21:3593-600.<br />

Botet FI, Veronese A, Otero MC, Tamarit D, Hontangas JL, Viviani S.<br />

Immunogenicity and safety in infants of a DTwPHib full liquid vaccine. Acta<br />

Paediatr. 2003;92:541-5.<br />

Tejedor JC, Moro M, Ruiz-Contreras J, Castro J, Gómez-Campderá JA,<br />

Navarro ML, et al; Spanish DTaP-HBV-IPV-097 Study Group.<br />

Immunogenicity and reactogenicity of primary immunization with a<br />

hexavalent diphtheria-tetanus-acellular pertussis-hepatitis B-inactivated<br />

polio-Haemophilus influenzae type B vaccine coadministered with two<br />

doses of a meningococcal C-tetanus toxoid conjugate vaccine. Pediatr Infect<br />

Dis J. 2006;25:713-20.<br />

De Arístegui J, Cos B, Zurimendi A, Alday MV, Alzua J, De la Fuente E, et al.<br />

Evaluation of the safety and immunogenicity of pneumococcal seven-valent<br />

conjugate vaccine (Prevenar) administered in previously unvaccinated<br />

Spanish children aged 24 to 36 months. Vaccine. 2005;23:1917-22.<br />

Estudios sobre diversos aspectos de los cribados, que aportan de forma<br />

secundaria (no como objetivo principal) algún dato sobre falsos positivos<br />

o negativos<br />

Díaz JJ, Rey Galán C, Málaga Guerrero S. Utilidad de la fórmula de Somu en<br />

el diagnóstico de hipertensión arterial en niños y adolescentes españoles.<br />

Med Clin (Barc). 2003;121:776-8.<br />

González de Aledo A, Bonilla C, Morales C, Gómez F, Barrasa J. Cribado<br />

universal de la hipoacusia congénita en Cantabria: resultados de los dos<br />

primeros años. An Pediatr (Barc). 2005;62:135-40.<br />

Callol L, Roig F, Cuevas A, De Granda JI, Villegas F, Jareño J, et al. Low-dose<br />

CT: a useful and accessible tool for the early diagnosis of lung cancer in<br />

selected populations. Lung cancer. 2007;56:217-21.<br />

Bastarrika G, García-Velloso MJ, Lozano MD, Montes U, Torre W, Spiteri N, et al.<br />

Early lung cancer detection using spiral computed tomography and positron<br />

emission tomography. Am J Respir Crit Care Med. 2005;171:1378-83.<br />

Estudio que incluye información sobre opiniones de los profesionales acerca<br />

de la medicalización<br />

Pérula LA, Alonso S, Bauzà K, Estévez JC, Iglesias M, Martín P, et al.<br />

Opiniones de los profesionales sanitarios sobre la influencia del Programa<br />

de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS) en<br />

atención primaria. Aten Primaria. 2007;39 Supl 3:5-14.<br />

Aunque la investigación sobre resultados adversos<br />

de las intervenciones preventivas en España no parece<br />

muy prolífica, es importante señalar que en breve se publicarán<br />

los resultados de un estudio importante por su<br />

extensión (estudio DESCRIC) sobre la situación del cribado<br />

del cáncer en España (mama, cérvix, colon-recto<br />

y próstata) y su comparación con las recomendaciones<br />

derivadas de la evidencia científica. Este estudio, además<br />

de describir la situación del cribado de estos cánceres,<br />

ha recopilado información sobre indicadores de<br />

funcionamiento y resultados, incluidos los efectos negativos<br />

(como falsos resultados de las pruebas de cribado,<br />

sobrediagnóstico, complicaciones de pruebas<br />

diagnósticas en casos positivos del cribado, etc.) (comunicación<br />

personal de María Sala, diciembre de 2007).<br />

Conclusiones: algunas propuestas para actuar<br />

<strong>El</strong> cambio desde un modelo de vida medicalizado (basado<br />

en gran medida en la prevención individual y la búsqueda<br />

del riesgo cero) a un modelo que no ponga la salud<br />

como el objetivo final, puede partir desde muchas instancias.<br />

En otro texto hemos descrito los distintos actores<br />

implicados y el papel que ejerce cada uno en la medicalización<br />

de la vida cotidiana: industria farmacéutica y<br />

de tecnologías, autoridades sanitarias, gestores, profesionales,<br />

medios de comunicación, sociedad, etc. 34 . Sin<br />

embargo, aun siendo necesario que todos estos agentes<br />

se impliquen para que pueda haber un cambio hacia un<br />

modelo de vida más saludable y menos dependiente de<br />

los servicios sanitarios, resaltaremos sobre todo el papel<br />

de uno de ellos: la profesión médica y sus instituciones.<br />

La razón fundamental es que esta profesión tiene una<br />

posición privilegiada para liderar cualquier transformación<br />

en la forma de entender la salud y en la forma de actuar<br />

de los servicios sanitarios. Su capacidad de influencia en<br />

los demás agentes (autoridades sanitarias, sociedad, etc.)<br />

es enorme, ya que su opinión se reconoce como la más<br />

autorizada y experta. La industria, sin el apoyo de las sociedades<br />

científicas y de los expertos médicos, tendría<br />

una capacidad mucho menor de presionar a las autoridades<br />

sanitarias para incluir en la cartera de servicios<br />

nuevas intervenciones preventivas cuyo cociente beneficios-riesgos<br />

o coste-beneficio es poco claro.<br />

Por otro lado, para que la profesión médica y sus instituciones<br />

conserven su prestigio y legitimidad de cara a<br />

la sociedad, parece necesario que revisen su propio funcionamiento,<br />

especialmente los conflictos de intereses<br />

y su contribución a la medicalización de la vida de las<br />

personas. Las relaciones que a veces establecen las sociedades<br />

científicas, las revistas médicas y algunos médicos<br />

(de forma individual) con la industria, están sufriendo<br />

fuertes críticas en los últimos años. A modo de ejemplo,<br />

en el verano de 2002, Sackett publicaba en la revista médica<br />

canadiense un texto sobre lo que denominó «la arrogancia<br />

de la medicina preventiva» 9 . <strong>El</strong> artículo surgía a<br />

raíz del caso de la terapia hormonal, que se había usado<br />

con fines preventivos de forma generalizada, con consecuencias<br />

importantes por sus efectos adversos, incluidas<br />

las muertes prematuras y evitables. Sackett censuraba<br />

duramente el papel que los «expertos médicos» estaban<br />

desempeñando en esa difusión acrítica de la medicina<br />

213<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

preventiva. Si no hay una revisión de las relaciones entre<br />

los médicos y sus instituciones con la industria, así como<br />

un cambio radical en ellas, la credibilidad de la profesión<br />

se verá seriamente afectada.<br />

Algunos profesionales y sociedades científicas de<br />

este país han hecho propuestas interesantes y ejercido<br />

buenas prácticas en este sentido. Algunos ejemplos<br />

(sin ánimo de exhaustividad) pueden servir para ilustrar<br />

estas propuestas:<br />

– Segura 4 ha puesto de manifiesto la necesidad de<br />

que la evaluación de los cribados ya implantados, incluidos<br />

los resultados finales y los efectos adversos, se<br />

lleve a cabo de forma amplia y con continuidad. Asimismo,<br />

plantea la utilidad que tendría un sistema de regulación<br />

similar al de la autorización de medicamentos<br />

para la introducción de nuevos cribados en el<br />

catálogo de prestaciones.<br />

– Gérvas y Pérez han difundido en España el concepto<br />

de «prevención cuaternaria», proponiéndolo como<br />

una acción para llevar a cabo desde la propia profesión<br />

médica, e incluso como un compromiso profesional y ético.<br />

Al tiempo que critican los efectos adversos del intervencionismo<br />

médico, ponen de manifiesto la necesidad<br />

de esta nueva forma de prevención: «Es prevención cuaternaria<br />

la resistencia correosa y continua frente al intervencionismo<br />

médico, ante la medicalización de la vida<br />

diaria, y ante el abuso respecto a la definición de salud,<br />

factor de riesgo y enfermedad». Para estos dos médicos,<br />

la prevención cuaternaria obligaría a resistir ante cualquier<br />

protocolo, guía, consenso u opinión de experto que<br />

no tuviera un fundamento científico 37,38 .<br />

– La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria<br />

(semFYC) ha proporcionado algunos ejemplos<br />

de buena práctica en prevención cuaternaria. Uno<br />

de ellos fue protagonizado por un grupo de médicos<br />

de familia en el año 2002, en relación con una conferencia<br />

de consenso sobre la osteoporosis posmenopáusica.<br />

Este grupo, que representaba a la semFYC<br />

en la conferencia de consenso convocada por otras sociedades<br />

médicas, intentó sin éxito conseguir que no<br />

se propusieran recomendaciones que medicalizaran la<br />

osteoporosis y le otorgaran a este factor de riesgo<br />

la categoría de enfermedad. Finalmente, tomaron la difícil<br />

decisión de no suscribir el consenso y de hacer<br />

públicas sus razones 39 . Más recientemente, la semFYC<br />

ha sido una de las pocas sociedades científicas<br />

–junto con <strong>SESPAS</strong>– que ha hecho un pronunciamiento<br />

crítico sobre la precipitación a la hora de incluir la vacuna<br />

contra el virus del papiloma humano en el calendario<br />

vacunal 40,41 . También en el ámbito de la medicina<br />

familiar y comunitaria, cabe destacar el esfuerzo<br />

de reflexión de la sociedad catalana de esta especialidad<br />

sobre la medicalización de la vida, con interesantes<br />

propuestas para cambiar esta tendencia en la sociedad<br />

y el sistema sanitario 42 .<br />

Para lograr que estos ejemplos no sean anecdóticos<br />

es necesario una implicación de la profesión médica<br />

como tal. Como proponen recientemente Cohen<br />

et al 43 , las diversas organizaciones profesionales (sobre<br />

todo sociedades) tienen la responsabilidad de alertar<br />

a los médicos sobre las circunstancias en las que surgen<br />

conflictos de interés (especialmente con la industria<br />

farmacéutica, pero no sólo con ella), e incluso hacer<br />

un seguimiento del impacto negativo de estos conflictos<br />

de interés y adoptar políticas y procedimientos para<br />

gestionarlos de forma efectiva.<br />

Agradecimientos<br />

A los editores del informe, por sus comentarios y sugerencias<br />

a una versión previa del manuscrito, que han servido<br />

sin duda para mejorar la calidad del texto.<br />

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214


Márquez-Calderón CAPÍTULO S. Los efectos 4. UN SISTEMA negativos DE SALUD de las INTEGRADO intervenciones Y CENTRADO preventivas EN LOS USUARIOS basadas en el individuo<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):205-15


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

<strong>El</strong> entusiasmo por las pruebas diagnósticas: efectos en la salud<br />

y formas de control<br />

Blanca Lumbreras / Ildefonso Hernández-Aguado<br />

Departamento de Salud Pública, Historia de la Ciencia y Ginecología, Universidad Miguel Hernández. CIBER en Epidemiología<br />

y Salud Pública (CIBERESP).<br />

(Enthusiasm for diagnostic tests: health effects and their<br />

surveillance)<br />

Resumen<br />

A la progresiva medicalización de la vida se está añadiendo<br />

en los últimos años un desmedido interés por la salud que se<br />

convierte en una finalidad de la existencia y no en un medio.<br />

Esta nueva concepción de la salud como fin, ha motivado el<br />

crecimiento del llamado mercado secundario de la salud y de<br />

que se hable de la «sociedad de la salud» al igual que se habla<br />

de la sociedad del conocimiento. Entre los «productos» sanitarios<br />

más populares se encuentran las pruebas diagnósticas;<br />

de ahí el entusiasmo surgido por los programas de cribado o<br />

por las nuevas tecnologías genéticas, sobre todo en detección<br />

y pronóstico de cáncer. <strong>El</strong> fenómeno afecta a la salud pública<br />

por la capacidad iatrogénica de las pruebas diagnósticas y por<br />

la carga asistencial prescindible que su uso exagerado provoca.<br />

La Administración sanitaria debe encarar este reto con un<br />

diverso abanico de intervenciones, que van desde el ámbito de<br />

la gestión clínica y sanitaria a la formulación de políticas sanitarias,<br />

sin descuidar la mejora de una investigación cuya aportación<br />

al conocimiento para un diagnóstico clínico fundado es,<br />

hasta la fecha, escasa dada su irregular calidad.<br />

Palabras clave: Prueba diagnóstica. Efectos adversos. Diagnóstico<br />

basado en la evidencia.<br />

Abstract<br />

The medicalization of life has been encouraged by an excessive<br />

interest in health as an end in itself rather than as a<br />

means for a better life. This new concept of health has stimulated<br />

the growth of the secondary market of health and, in<br />

analogy with the knowledge society, the emergence of what<br />

is known as the “health society”. Among the most popular health<br />

“products” are diagnostic tests, explaining the enthusiasm<br />

for screening programs and the new genetic technologies, especially<br />

in the detection and prognosis of cancer. Because of<br />

the iatrogenic potential of diagnostic tests and the unnecessary<br />

demand caused by their excessive use, this phenomenon<br />

is a matter of public health concern. Health administrations<br />

must face this challenge with a diverse range of<br />

interventions that range from clinical management to policy<br />

formulation including the improvement of diagnostic research.<br />

The contribution of diagnostic research has so far been limited<br />

by its irregular quality.<br />

Key words: Diagnostic test. Adverse effects. Evidencebased<br />

diagnosis.<br />

Ideas clave<br />

• <strong>El</strong> excesivo uso de pruebas diagnósticas lleva asociado<br />

distintos problemas, que incluyen la presencia<br />

de falsos positivos, el sobrediagnóstico, la repetición<br />

innecesaria de pruebas y el efecto de la cascada clínica.<br />

Todos ellos causan yatrogenia.<br />

• La investigación diagnóstica es escasa y de baja calidad<br />

tanto en el área de epidemiología clínica como<br />

Correspondencia: Blanca Lumbreras.<br />

Universidad Miguel Hernández. CIBER en Epidemiología<br />

y Salud Pública (CIBERESP).<br />

Correo electrónico: blumbreras@umh.es<br />

en investigación de servicios sanitarios, por lo que<br />

la información para guiar las actuaciones de mejora<br />

de calidad es aún insuficiente.<br />

• La introducción de recomendaciones, como STARD<br />

o QUADAS, mejora el rigor metodológico de la investigación<br />

diagnóstica pero su efecto es aún incipiente;<br />

por otra parte, es necesaria la extensión del<br />

estudio experimental en la evaluación diagnóstica.<br />

• Los servicios diagnósticos deben trabajar conjuntamente<br />

con los servicios clínicos para establecer sin<br />

demora criterios y programas de uso de pruebas diagnósticas<br />

y sistemas de información eficientes para la<br />

evaluación continua de la calidad diagnóstica.<br />

• Es recomendable propiciar una mayor participación<br />

de los pacientes en la toma de decisiones sobre la<br />

práctica de pruebas diagnósticas y de cribado.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):216-22<br />

216


Lumbreras B et al. <strong>El</strong> entusiasmo por las pruebas diagnósticas: efectos en la salud y formas de control<br />

• Debe incentivarse la investigación diagnóstica que proporcione<br />

resultados en términos de impacto diagnóstico,<br />

terapéutico y de salud, que permitan una toma<br />

de decisiones más fundamentada sobre el uso de<br />

pruebas diagnósticas y de cribado.<br />

Introducción<br />

La progresiva medicalización, con sus causas y<br />

efectos, advertida desde hace algunos decenios 1<br />

ha motivado el auge de nuevos procedimientos<br />

dirigidos supuestamente a promover la salud, gran<br />

parte de ellos ajenos al sistema sanitario público, pero<br />

que finalmente acaban produciendo demandas de atención<br />

sanitaria pública. Puede haber beneficios derivados<br />

de algunos avances diagnósticos, pero ya sabemos<br />

que el crecimiento sanitario puede perjudicar la<br />

salud 2 . Precisamente, en el caso de la tecnología diagnóstica,<br />

se ha descrito que sus avances no siempre han<br />

ido acompañados de una mejora en salud 3 , y según las<br />

guías de práctica clínica, muchas de las pruebas realizadas<br />

serían innecesarias 4,5 .<br />

<strong>El</strong> público general está recibiendo cada vez mayor<br />

cantidad de información que le muestra un amplio abanico<br />

de nuevas tecnologías diagnósticas disponibles,<br />

incluidas aquellas cuya eficacia no ha sido del todo probada;<br />

por ejemplo, las pruebas de cribado a través de<br />

técnicas de imagen como la resonancia magnética (RM)<br />

y la tomografía computarizada (TC) 6 o las determinaciones<br />

genéticas para valorar la susceptibilidad individual<br />

frente al cáncer 7 .<br />

En el campo del cribado se ha propiciado un ambiente<br />

en el que esta prevención secundaria se muestra<br />

como la estrategia de salud más segura y una de<br />

las más eficaces en la lucha contra el cáncer, en detrimento<br />

de la prevención primaria de la enfermedad. En<br />

nombre de una mejor salud para la población, muchas<br />

agencias de salud pública y distintas asociaciones intentan<br />

persuadir a los individuos a que se sometan a<br />

una prueba de cribado, a pesar de las consecuencias<br />

que puede tener un resultado falso positivo o el diagnóstico<br />

de seudoenfermedad o sobrediagnóstico, llevando<br />

a un auténtico entusiasmo por la realización de<br />

pruebas de cribado 8 . Incluso la presencia de sobrediagnóstico,<br />

a menudo considerado como el mayor efecto<br />

perjudicial del cribado debido a que conduce a innecesarios<br />

procedimientos diagnósticos y tratamientos,<br />

reforzaría este entusiasmo por el cribado, ya que muchos<br />

de estos casos podrían ser indolentes y haber sido<br />

diagnosticados únicamente a través del cribado, por lo<br />

que parece mejorar el pronóstico de la enfermedad 9 .<br />

Por otro lado, la identificación del genoma humano,<br />

completada en el año 2003 con la identificación de los<br />

aproximadamente 20.000-25.000 genes 10 , se ha plasmado<br />

en el desarrollo de nueva tecnología que se ha<br />

incorporado rápidamente a la práctica clínica 11,12 . A pesar<br />

de que muchas de estas nuevas pruebas están formando<br />

ya parte de la cartera de servicios sanitarios,<br />

no se han establecido procedimientos efectivos que distingan<br />

las que mejoran la salud y previenen la enfermedad<br />

de otras que tienen un beneficio limitado o que<br />

incluso suponer un perjuicio para los pacientes.<br />

En este artículo describimos las consecuencias para<br />

la salud de la difusión creciente de pruebas diagnósticas<br />

y de cribado, revisamos brevemente la experiencia<br />

disponible en modificar las prácticas diagnósticas<br />

y proponemos alguna aproximación a cómo enfocar este<br />

asunto desde las administraciones sanitarias.<br />

Problemas asociados al excesivo o inadecuado<br />

uso de las pruebas diagnósticas<br />

Los problemas asociados al uso de pruebas diagnósticas<br />

para el cribado y el cuidado clínico habitual descritos<br />

en la literatura científica cobran relevancia con<br />

el auge de la tecnología diagnóstica, que pasaría de<br />

ser una parte integrante de la atención sanitaria del paciente<br />

a un bien de consumo. Algunos de ellos, los que<br />

tienen mayores implicaciones para la salud del paciente,<br />

se describen a continuación.<br />

Desde hace tiempo, se ha prestado una mayor atención<br />

a los programas de cribado poblacional como una<br />

estrategia primordial en la prevención secundaria de enfermedad.<br />

Hay que tener en cuenta que las pruebas<br />

con finalidad de cribado están dirigidas a una población<br />

asintomática, donde la prevalencia de enfermedad<br />

es muy baja y, por tanto, los efectos perjudiciales pueden<br />

ser de mayor magnitud que en el caso del diagnóstico<br />

clínico: podemos obtener una mayor tasa de resultados<br />

falsamente positivos, con las consecuencias<br />

que esto puede conllevar para el paciente. En el estudio<br />

de Barrat et al 13 , se estimó que de cada 1.000 mujeres<br />

mayores de 50 años en las que se realizan pruebas<br />

de cribado de cáncer de mama de manera bianual<br />

durante 10 años, el 24% obtiene un resultado positivo<br />

y debe someterse a más exámenes complementarios<br />

(biopsia, aspiración u otras pruebas radiológicas); sin<br />

embargo, sólo se detectan un total de 23 cánceres<br />

(2,3%). En España se ha descrito que tras 10 mamografías<br />

la frecuencia de falsos positivos es del 34% 14 .<br />

Otro de los efectos negativos asociado con los programas<br />

de cribado es el sobrediagnóstico, es decir, el<br />

diagnóstico de una enfermedad clínicamente irrelevante<br />

que no se conocería si la persona no se hubiera sometido<br />

a la determinación diagnóstica. Esto conduce<br />

a un aumento aparente de la incidencia de determinadas<br />

enfermedades que, sin embargo, no se acompaña<br />

de una disminución de la mortalidad 15,16 . En este<br />

217<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):216-22


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

punto, es conocido el reciente debate abierto acerca<br />

de la utilidad de la TC helicoidal en el cribado de cáncer<br />

de pulmón 17,18 . <strong>El</strong> problema para los clínicos radica<br />

en la imposibilidad de diferenciar los pacientes con<br />

sobrediagnóstico de los pacientes en quienes la enfermedad<br />

evolucionará y son la diana de la detección<br />

precoz de enfermedad.<br />

Menos conocidos son otros efectos que aparecen<br />

con cierta frecuencia en el cuidado clínico habitual, asociados<br />

al desarrollo de la nueva tecnología diagnóstica.<br />

La mayor precisión de las nuevas pruebas diagnósticas<br />

conduce a una mejora en el diagnóstico de<br />

enfermedades, pero también a un incremento en la incidencia<br />

de hallazgos no relacionados con el episodio<br />

que motiva la demanda de ayuda médica. Estos hallazgos,<br />

clínicamente irrelevantes o no, ocasionarán un<br />

aumento de intervenciones terapéuticas y diagnósticas,<br />

fenómeno que se conoce como «efecto de la cascada<br />

clínica» 19,20 . <strong>El</strong> primer paso puede ser la petición de una<br />

prueba sistemática, pero el descubrimiento de un hallazgo<br />

inesperado conduce a un número cada vez mayor<br />

de intervenciones, que pueden ser innecesarias, pero<br />

en ocasiones inevitables 21 . En el campo del radiodiagnóstico<br />

hay ejemplos claros, como el descubrimiento<br />

de tumores de forma casual en ausencia de sintomatología<br />

específica, lo que se ha denominado «incidentaloma»,<br />

que pueden no ser la causa de la enfermedad<br />

del paciente y, sin embargo, conducir a diversos<br />

tratamientos agresivos 22,23 .<br />

Dentro del cuidado clínico habitual, y desde el punto<br />

de vista de la salud pública, no pueden obviarse situaciones<br />

reales a las que el clínico debe enfrentarse<br />

diariamente y que también pueden derivar en consecuencias<br />

no deseadas. Es el caso de la solicitud de la<br />

prueba diagnóstica por el propio paciente. Ejemplos frecuentes<br />

de ello son la petición de determinadas pruebas<br />

que han diagnosticado previamente a familiares o<br />

conocidos o la realización de un número más del necesario<br />

de ecografías de alta resolución durante el embarazo.<br />

En Barcelona 24 se comprobó que la media de<br />

ecografías obstétricas se situaba en 5,4, cuando más<br />

de 3 ecografías en la población general de gestantes<br />

no añade información relevante, y las clases sociales<br />

más favorecidas eran las que tenían un porcentaje superior<br />

de pruebas realizadas.<br />

Estas situaciones podrían relacionarse con la posible<br />

utilidad de las pruebas como herramientas tranquilizadoras,<br />

además de su papel en términos de diagnóstico<br />

de enfermedad, por lo que aunque la prueba<br />

no esté estrictamente indicada, es opinable si la decisión<br />

de realizarla sería necesariamente incorrecta, tal<br />

como defienden Porta et al 25 . No obstante, habría que<br />

tener en cuenta también las consecuencias económicas,<br />

así como la cascada de intervenciones diagnósticas<br />

y terapéuticas que pueden desencadenar los resultados<br />

de la determinación.<br />

Otro apartado al que se le ha dedicado poca atención<br />

es la repetición innecesaria de la misma prueba<br />

diagnóstica durante un ingreso hospitalario 26-28 . No hay<br />

evidencia disponible que avale que la repetición de una<br />

determinación diagnóstica que ha permanecido en todo<br />

momento dentro de los límites de la normalidad mejore<br />

la salud del paciente y, sin embargo, la excesiva repetición<br />

de determinaciones diagnósticas se ha asociado<br />

a un aumento de costes, a malestar del paciente e incluso<br />

a consecuencias no deseadas 29,30 .<br />

Por tanto, hay que evitar la percepción de las pruebas<br />

diagnósticas como inocuas, y considerar sus posibles<br />

efectos negativos. Por ello, cobra cada vez más<br />

importancia una evaluación exhaustiva de la iatrogenia<br />

diagnóstica, tanto por lo que se refiere a los determinantes<br />

y consecuencias de la cascada clínica como a<br />

la frecuencia y los factores asociados del sobrediagnóstico<br />

y de resultados falsos positivos o negativos.<br />

Intervenciones dirigidas al uso adecuado<br />

de las pruebas diagnósticas<br />

La escasez y la baja calidad de la investigación sobre<br />

diagnóstico se ha observado tanto en la vertiente de<br />

la epidemiología clínica como en la investigación en servicios<br />

sanitarios; de ahí que, pese a algún esfuerzo notable<br />

para conseguir un uso racional de las pruebas diagnósticas<br />

31 , no haya aún suficiente conocimiento para<br />

contribuir a un uso más eficiente y racional de estas tecnologías<br />

32 .<br />

Por lo que se refiere a la gestión del uso inadecuado<br />

de pruebas diagnósticas, la mayor parte de las investigaciones<br />

se ha dirigido a la disminución del número<br />

de solicitudes emitidas por el médico durante su práctica<br />

habitual. Entre ellas se han descrito diversas estrategias:<br />

a) formación continuada de los médicos peticionarios;<br />

b) feedback en el que se informa a los<br />

médicos de los resultados obtenidos con la petición de<br />

pruebas 33-36 ; c) auditorías; d) imposición de reglas<br />

administrativas, incentivos económicos y sanciones 37 ;<br />

e) cambios en los modelos de solicitud de pruebas o<br />

exigencia de requisitos específicos para algunas tecnologías<br />

diagnósticas 38 , y f) difusión de protocolos de<br />

utilización de herramientas diagnósticas en libros y revistas<br />

científicas 39 . Estas intervenciones han tenido una<br />

efectividad variable; por ejemplo, las últimas mencionadas<br />

no han sido muy efectivas, mientras que los cambios<br />

en los modelos de solicitud han sido efectivas, mostrando<br />

reducciones de hasta el 20-50% en el volumen<br />

de realización de determinaciones, y requieren poco<br />

coste y esfuerzo extra, aunque el efecto es a veces transitorio.<br />

Las revisiones sistemáticas que evalúan las consecuencias<br />

derivadas de la aplicación de estas interven-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):216-22<br />

218


Lumbreras B et al. <strong>El</strong> entusiasmo por las pruebas diagnósticas: efectos en la salud y formas de control<br />

ciones mencionadas muestran, como decimos, un grado<br />

de éxito variable, y lo más relevante es que sólo las que<br />

combinan múltiples estrategias de actuación obtienen buenos<br />

resultados a largo plazo 40,41 . Sin embargo, han surgido<br />

diversas críticas a estos procedimientos por el tiempo<br />

y la dificultad de su implementación en las instituciones<br />

sanitarias o el exceso de intrusismo que pueden suponer<br />

en la toma de una decisión clínica 42 . A esto se une<br />

que estas iniciativas podrían conllevar la infrautilización<br />

de las pruebas diagnósticas, si bien no se han descrito<br />

evidencias empíricas de que una reducción en la petición<br />

de pruebas diagnósticas lleve asociada una disminución<br />

de la efectividad del cuidado médico 43 .<br />

Para lograr una gestión adecuada del uso de las<br />

pruebas diagnósticas, las actuaciones también se han<br />

centrado en el paciente, que es, como hemos comentado<br />

con anterioridad, uno de los factores que puede<br />

influir en el aumento de peticiones. Se ha observado<br />

que una adecuada información a la población acerca<br />

de los riesgos y beneficios asociados a las pruebas diagnósticas<br />

puede conllevar un menor número de pruebas<br />

realizadas y una mejora en salud. Se han descrito ejemplos<br />

en la realización o no de una mamografía para el<br />

cribado de cáncer de mama 13 o en la elección de no<br />

someterse a cribado de cáncer de próstata mediante<br />

la determinación del antígeno prostático específico en<br />

situaciones de indicación dudosa 44 . No obstante, la investigación<br />

en este terreno es muy escasa.<br />

Por lo que se refiere al diagnóstico basado en la evidencia,<br />

ha sido un área aún poco desarrollada porque<br />

no hay bastantes estudios con suficiente calidad para<br />

responder a las preguntas diagnósticas habituales que<br />

se plantean en la atención clínica. De hecho, diversas<br />

evaluaciones de la calidad metodológica de los estudios<br />

que evalúan pruebas diagnósticas, fundamentalmente<br />

en el ámbito del diagnóstico de laboratorio, mostraron<br />

indudables carencias 45-48 . Es decir, la información<br />

científica que tiene que fundamentar la acción diagnóstica<br />

es de escasa utilidad. Esta baja calidad ha llevado<br />

al establecimiento de distintas recomendaciones<br />

para la divulgación de estudios de exactitud diagnóstica<br />

de pruebas médicas, conocida como la iniciativa<br />

STARD 49 , o para la selección de artículos que van a formar<br />

parte de revisiones sistemáticas o metaanálisis de<br />

diagnóstico, como QUADAS 50 . <strong>El</strong> seguimiento de los criterios<br />

establecidos por estas guías metodológicas se<br />

está exigiendo e instaurando en las recomendaciones<br />

para los autores de muchas publicaciones, no sólo de<br />

laboratorio, sino de otros campos, como el del radiodiagnóstico<br />

51 , y está contribuyendo a la mejora de la<br />

calidad metodológica de las pruebas diagnósticas 45 . Por<br />

otra parte, aunque tímidamente, como más adelante se<br />

explica, ya comienzan a verse resultados de estudios<br />

sobre pruebas diagnósticas que valoran su inclusión en<br />

la atención clínica por sus efectos en salud mediante<br />

estudios experimentales, aportando así suficientes<br />

pruebas sobre la oportunidad de su incorporación o no.<br />

En conjunto, cabe esperar una mejora en los próximos<br />

años la calidad de la investigación que permitirá la elaboración<br />

de guías clínicas más fundamentadas científicamente.<br />

<strong>El</strong> análisis de las investigaciones diagnósticas<br />

muestra otro aspecto relevante de cara a mejorar la efectividad<br />

del diagnóstico. Se ha comprobado que el alejamiento<br />

de los servicios diagnósticos de los clínicos<br />

se asocia a una peor calidad de la investigación 45,46 . Esto<br />

puede deberse a que muchos estudios se realizan fundamentalmente<br />

en servicios de diagnóstico que se encuentran<br />

separados, y no sólo físicamente, de los departamentos<br />

clínicos, con difícil acceso a determinados<br />

datos fundamentales para la investigación en diagnóstico.<br />

Esta distancia puede ser responsable también<br />

del papel que han tenido tradicionalmente los servicios<br />

de diagnóstico, limitado a la mera transmisión de resultados,<br />

y que ha llevado a un alejamiento de las pruebas<br />

diagnósticas como parte integral de la atención sanitaria<br />

del paciente. Se ha mostrado que el intercambio<br />

de información relativa a las características de las técnicas<br />

diagnósticas, y las características clínicas y sociodemográficas<br />

del paciente, se refleja en un diagnóstico<br />

más exacto de la enfermedad y una mejor<br />

práctica de los profesionales de los servicios de diagnóstico<br />

52,53 . Por tanto, una colaboración más estrecha<br />

entre los servicios será clave en la valoración más exacta<br />

de los resultados obtenidos y también en una mejor<br />

elección de la prueba.<br />

Una consecuencia de las carencias investigadoras<br />

mencionadas son los retos a los que se enfrentan los<br />

servicios sanitarios cuando deben decidir sobre la inclusión<br />

en la cartera de servicios de nuevas tecnologías<br />

diagnósticas. Para que una nueva prueba sea incorporada<br />

al sistema sanitario es necesario que haya<br />

demostrado al menos su validez analítica (características<br />

relacionadas con la propia determinación, como<br />

la reproducibilidad de la técnica o el manejo de las muestras)<br />

y su validez clínica (exactitud con la que una prueba<br />

predice un diagnóstico) 54 . La mayoría de las investigaciones<br />

se han centrado en el estudio de las<br />

características analíticas de la técnica, por lo que una<br />

vez alcanzados unos estándares adecuados, la prueba<br />

se aplica en la clínica. Serían exigibles estudios cuyo<br />

objetivo fuera evaluar la validez que tienen estas pruebas<br />

en un contexto clínico real, así como estudios de<br />

su efectividad o utilidad clínica una vez se hayan<br />

instaurado en el sistema sanitario. Sin embargo, en<br />

MEDLINE apenas aparecen 529 ensayos clínicos que<br />

evalúen la utilidad clínica de una prueba diagnóstica,<br />

en comparación con los cerca de 700.000 efectuados<br />

en el campo de la terapéutica y, por otro lado, hay un<br />

vacío en la investigación relativa a la comparación de<br />

la efectividad de pruebas nuevas que se incorporan a<br />

la práctica con las que ya estaban implementadas y<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):217-23<br />

219<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):216-22


CAPÍTULO 4. UN SISTEMA DE SALUD INTEGRADO Y CENTRADO EN LOS USUARIOS<br />

PRIMUM NON NOCERE. INTERVENCIONES SANITARIAS RESPETUOSAS CON LAS PREFERENCIAS DE LOS INDIVIDUOS<br />

a las que sustituyen. Por tanto, es imprescindible establecer<br />

mecanismos rigurosos de acreditación de pruebas<br />

diagnósticas en los servicios sanitarios y promocionar<br />

investigación sobre el valor añadido en términos de salud<br />

de la inclusión, sustitución o mantenimiento de determinadas<br />

pruebas diagnósticas. En esa línea está la iniciativa<br />

desarrollada por la Agencia Andaluza de Tecnologías<br />

Sanitarias sobre los criterios para incorporar<br />

pruebas genéticas al servicio público de salud 55 .<br />

Intervenciones e investigación necesarias para<br />

alcanzar un uso eficiente de las pruebas<br />

diagnósticas<br />

Para frenar los efectos negativos en la salud del auge<br />

de las tecnologías diagnósticas es necesario el desarrollo<br />

de diversas estrategias desde distintos ámbitos<br />

de actuación. Entre otras acciones, cabe citar la gestión<br />

clinicosanitaria, las políticas sanitarias y el desarrollo<br />

de la investigación en diagnóstico. Las propuestas<br />

no deben considerarse independientes unas de otras,<br />

sino que deberían potenciarse de manera conjunta, y<br />

la administración sanitaria debe ser el motor central que<br />

impulse a todas ellas.<br />

En la gestión sanitaria, uno de los aspectos fundamentales<br />

es la consecución de una mayor cooperación<br />

entre los servicios de diagnóstico y los clínicos. <strong>El</strong> objetivo<br />

final de las estrategias será establecer una situación<br />

en la que el médico se pregunte ante cada paciente<br />

qué problema quiere solucionar –confirmación<br />

de un diagnóstico o exclusión de una enfermedad–, y<br />

en función de esta pregunta y con el asesoramiento de<br />

los servicios de diagnóstico, elija la prueba óptima. Para<br />

conseguirlo, es necesaria una mejora del conocimiento<br />

y capacidad de decisión de los servicios de diagnóstico,<br />

así como una actitud positiva de los clínicos<br />

en la que reconocen sus limitaciones como expertos<br />

en el campo del diagnóstico 56 .<br />

También dentro de la gestión sanitaria tienen cabida<br />

actuaciones dirigidas a la racionalización en el uso<br />

de las pruebas diagnósticas, como las definidas previamente<br />

para reducir el volumen de solicitudes de pruebas<br />

diagnósticas por parte del médico peticionario, y<br />

es oportuno que se diseñen para cada caso particular<br />

y de forma acordada por los servicios clínicos y diagnósticos<br />

implicados. <strong>El</strong> trabajo conjunto entre los servicios<br />

diagnósticos y los servicios clínicos permitiría establecer<br />

programas de vigilancia, al igual que ocurre con<br />

los estudios de farmacovigilancia, que cuantifiquen la<br />

frecuencia y determinantes asociados de los efectos<br />

secundarios derivados de las pruebas diagnósticas,<br />

como son los resultados falsos positivos o el exceso de<br />

intervención producido por el efecto cascada. Las nuevas<br />

estrategias de cribado deben acompañarse de evaluaciones<br />

con formato de investigación rigurosa para<br />

hacer un seguimiento de estos aspectos. En el caso<br />

de algunas tecnologías de elevado gasto o riesgo, podrían<br />

establecerse registros específicos de uso que permitieran<br />

evaluar mediante diversos indicadores la calidad<br />

del uso y sus efectos clínicos o diseñar estudios<br />

específicos de evaluación de estas tecnologías concretas,<br />

cuyos resultados serían decisivos en la toma de<br />

decisión posterior.<br />

Muchas de las pruebas que se realizan actualmente<br />

de forma innecesaria corresponden a las situaciones<br />

en las que es el propio paciente el que demanda ayuda<br />

diagnóstica 56 . En estos casos serían necesarias intervenciones<br />

para mejorar el conocimiento de la población<br />

a través del desarrollo de políticas tendentes a una mayor<br />

«alfabetización» en términos de salud. Se trataría de<br />

dotar a la población de las herramientas necesarias para<br />

tomar parte en las decisiones médicas de manera crítica<br />

ante la avalancha de información que reciben de las<br />

nuevas tecnologías diagnósticas, que promueven un<br />

avance en salud muchas veces inexistente. Como se ha<br />

comentado previamente, varios estudios han mostrado<br />

mejoras en el cuidado del paciente cuando éste participa<br />

en la toma de decisiones, por lo que es necesario<br />

que la población sea informada de los riesgos y beneficios<br />

de las pruebas disponibles, que le capacitará para<br />

elegir entre las opciones más adecuadas, más que en<br />

las preferencias de cada médico individual o las recomendaciones<br />

de paneles de expertos.<br />

Respecto a la investigación diagnóstica, el objetivo<br />

prioritario deberá ser evitar la introducción en la práctica<br />

pruebas diagnósticas insuficientemente validadas, de<br />

tal modo que una vez alcanzadas unas características<br />

analíticas adecuadas, se considere como paso obligatorio<br />

la verificación de su validez clínica. Algunos autores<br />

han propuesto, al igual que ocurre antes de la comercialización<br />

de los fármacos, la necesidad de establecer<br />

fases de investigación 57,58 . En una primera fase, la prueba<br />

diagnóstica verificaría su eficacia al aplicarse a un<br />

grupo de casos con enfermedad en comparación con<br />

un grupo de personas sanas; si la prueba demuestra<br />

buena capacidad discriminatoria, pasaría a la segunda<br />

fase donde el espectro de sujetos se ampliaría a pacientes<br />

con diversos tipos de enfermedad y, finalmente, la prueba<br />

debería ser evaluada en una muestra consecutiva de<br />

pacientes que refleje con el máximo grado de fidelidad<br />

el ámbito clínico donde va a ser aplicada.<br />

La investigación en diagnóstico no debe limitarse a<br />

la verificación de la validez clínica de las pruebas diagnósticas.<br />

Es necesario que, una vez incorporadas al<br />

sistema sanitario, se evalúe su efectividad a través de<br />

estudios de utilidad clínica que analicen su impacto diagnóstico,<br />

terapéutico o en la salud del paciente 59,60 . Este<br />

desarrollo de la investigación diagnóstica en la práctica<br />

sanitaria tiene un valor aña-dido en el desarrollo del<br />

diagnóstico basado en la evidencia, que proporciona-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):216-22<br />

220


Lumbreras B et al. <strong>El</strong> entusiasmo por las pruebas diagnósticas: efectos en la salud y formas de control<br />

rá el mejor conocimiento disponible para que el médico,<br />

en colaboración con los servicios de diagnóstico,<br />

pueda conocer e interpretar las pruebas que tiene a su<br />

alcance.<br />

Agradecimientos<br />

Agradecemos la financiación y apoyo a este trabajo desde<br />

el CIBER en Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP).<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):216-22<br />

222


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

Reforma, equidad y eficiencia de los sistemas de salud<br />

en Latinoamérica. Un análisis para orientar<br />

la cooperación española<br />

Ingrid Vargas Lorenzo a / M. Luisa Vázquez Navarrete a / Pilar de la Corte Molina a / Amparo Mogollón Pérez c /<br />

Jean Pierre Unger d<br />

a<br />

Servei d’Estudis i Prospectives en Polítiques de Salut, Consorci Hospitalari de Catalunya; Barcelona, España; b Ex asesora de<br />

salud de la Agencia Española de Cooperación Internacional, Mozambique; c Docente, Facultad de Rehabilitación y Desarrollo<br />

Humano, Universidad del Rosario, Colombia; d The Prince Leopold Institute of Tropical Medicine (IMT), Bélgica.<br />

(Reform, equity and efficiency of health systems in Latin<br />

America. A guide to Spanish cooperation)<br />

Resumen<br />

En los años noventa, las entidades financieras internacionales<br />

promovieron cambios en la forma de financiar y organizar<br />

los sistemas de salud. Tres décadas después, la equidad y la<br />

eficiencia siguen siendo problemas centrales de los sistemas<br />

de salud en muchos países en vías de desarrollo. <strong>El</strong> objetivo<br />

de este artículo es reflexionar sobre las reformas de los sistemas<br />

de salud impulsadas en Latinoamérica y sugerir elementos<br />

de mejora para la cooperación española (CE). Uno de estos<br />

cambios, la introducción de la competencia en la gestión del aseguramiento<br />

y provisión de los servicios de salud y el aumento<br />

de la participación del sector privado –competencia gestionada–,<br />

fue ampliamente promocionado a pesar de carecer de evidencia<br />

empírica y de haber contado con la oposición de sectores<br />

públicos y científicos. Años después de su implantación,<br />

la financiación de los sistemas de salud sigue siendo inequitativa<br />

y el acceso a los servicios de salud dista de ser universal<br />

y adecuado, entre otros motivos, por las barreras a la utilización<br />

que imponen las aseguradoras. Más aún, persiste la segmentación<br />

en la provisión de la atención y la ineficiencia en sistemas<br />

costosos de administrar. <strong>El</strong> Estado español, en plena<br />

transformación de su modelo de cooperación internacional, debería<br />

centrar sus esfuerzos en el redireccionamiento de la política<br />

de los organismos internacionales hacia el fortalecimiento<br />

de los sistemas públicos de salud en la región y, al mismo<br />

tiempo, mejorar la cantidad y la calidad de su ayuda, favoreciendo<br />

el liderazgo de los países receptores.<br />

Palabras clave: Reformas sistemas de salud. Latinoamérica.<br />

Cooperación internacional. Equidad. Eficiencia. Competencia<br />

regulada.<br />

Abstract<br />

In the 1990s, international financial multilateral agencies promoted<br />

changes in the way health systems were financed and<br />

organized. Three decades later, equity and efficiency are still<br />

central problems of the health systems in developing countries.<br />

The present article focuses on the health sector reforms<br />

introduced in Latin America in order to draw policy lessons<br />

for Spanish aid. One of those reforms, the introduction of competition<br />

in health insurance management and provision and<br />

the increase of private sector participation – managed competition<br />

–, was widely promoted, despite the lack of empirical<br />

evidence and the opposition from public and scientific sectors.<br />

Years after its implementation, health system financing is still<br />

inequitable and access to health services is far from universal<br />

and adequate due to the barriers imposed by insurers,<br />

among other reasons. Moreover, segmentation in healthcare<br />

provision and inefficiency persist in healthcare systems that<br />

are expensive to manage. The Spanish state, currently undergoing<br />

a process of transformation of its aid model, should<br />

focus its efforts on redressing international agencies’ policies<br />

toward strengthening public health systems in the region and,<br />

at the same time, toward improving the quantity and quality<br />

of aid at country level, favoring the leadership of receiving countries.<br />

Key words: Healthcare reforms. Latin America. International<br />

cooperation. Equity. Efficiency. Managed competition.<br />

Ideas clave<br />

Correspondencia: Ingrid Vargas Lorenzo.<br />

Servei d’Estudis i Prospectives en Polítiques de Salut. Consorci<br />

Hospitalari de Catalunya.<br />

Correo electrónico: ivargas@chc.es<br />

• Las reformas de los sistemas de salud, promovidas<br />

por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional,<br />

fueron secundadas por la mayoría de las agencias<br />

multilaterales y cooperaciones internacionales.<br />

223 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):223-9


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

• Un eje de las reformas fue la introducción del mercado<br />

en el aseguramiento y la provisión como mecanismo<br />

eficaz para mejorar la eficiencia y el acceso<br />

a la atención en salud.<br />

• Un ejemplo es la competencia gestionada (managed<br />

care), ampliamente promovida en Latinoamérica, que<br />

se caracteriza por la separación de la financiación de<br />

la provisión de servicios y la introducción de un intermediario:<br />

las aseguradoras.<br />

• Los resultados de la competencia gestionada indican<br />

un impacto contrario al deseado: disminución de la<br />

equidad, tanto en la financiación como en el gasto y<br />

en el acceso, así como elevados costes de transacción<br />

y selección de riesgo.<br />

• La cooperación española ha apoyado el fortalecimiento<br />

de los sistemas públicos, pero con un enfoque<br />

poco efectivo.<br />

• La cooperación española debería dirigir sus esfuerzos<br />

a la reorientación de las políticas en los organismos<br />

multilaterales y la utilización de los instrumentos<br />

de cooperación más adecuados.<br />

Introducción<br />

Inequidad e ineficiencia siguen constituyendo los dos<br />

problemas centrales de los sistemas de salud latinoamericanos.<br />

Casi tres décadas después del inicio<br />

de los programas de ajuste estructural y de las<br />

reformas sectoriales, el escenario continúa siendo desalentador:<br />

el gasto público en salud como proporción<br />

del producto interior bruto (PIB) se estanca, mientras<br />

que el privado se dispara 1,2 ; los servicios públicos se<br />

deterioran 3 y el acceso y la utilización de los servicios<br />

de salud han disminuido 3 . Se mantienen importantes<br />

desigualdades de salud y oportunidades diferentes de<br />

acceso 4 , que afectan al 39,8% de la población de la región<br />

(209 millones) en situación de pobreza 5 .<br />

Si bien diversos factores del contexto han influido<br />

en este resultado como la desarticulación de las estructuras<br />

estatales, la corrupción y las crisis presupuestarias,<br />

no se puede negar el papel de las políticas<br />

de reforma del sector salud impulsadas por las agencias<br />

multilaterales. Organismos como el Banco Mundial<br />

(BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), los<br />

bancos regionales, la Unión Europea y la Organización<br />

Mundial de la Salud (OMS) 6,7 promovieron cambios en<br />

la forma de financiar los servicios de salud y de organizar<br />

la provisión, que incluían la orientación de los servicios<br />

públicos de salud hacia el control de enfermedades<br />

y la privatización de la atención en salud. Esta<br />

elección provocó la desintegración de la atención y la<br />

prevención de las enfermedades y tuvo un importante<br />

papel en el fracaso del control de enfermedades en los<br />

países en vías de desarrollo 8 .<br />

Algunas cooperaciones bilaterales europeas, como<br />

la francesa, la belga, la alemana y la española, siguieron<br />

apoyando el fortalecimiento de los sistemas públicos de<br />

atención de salud, pero con un impacto marginal por<br />

diversos motivos: planificación limitada, inestabilidad presupuestaria<br />

y de la continuidad de los proyectos, y dispersión<br />

de las iniciativas 9 . A su vez, desde hace unos<br />

años, algunos países latinoamericanos se han ido alejando<br />

de la estrategia seguida por los organismos multilaterales,<br />

aunque otros persisten en estas políticas<br />

6,10 .<br />

<strong>El</strong> objetivo de este artículo es reflexionar sobre las<br />

reformas del sector sanitario promovidas durante tres<br />

décadas en Latinoamérica y analizar las consecuencias<br />

en términos de equidad y eficiencia de una de ellas,<br />

la competencia gestionada. Se considera específicamente<br />

el papel de la cooperación española y se finaliza<br />

con recomendaciones para la mejora de las políticas<br />

de cooperación internacional en salud.<br />

Las políticas de reforma del sector salud<br />

en Latinoamérica y sus actores<br />

Tras un período de expansión de los sistemas de<br />

salud públicos latinoamericanos, la crisis económica de<br />

los años ochenta se acompañó de los programas de ajuste<br />

estructural del BM y el FMI 11 : los países de la región<br />

debían reducir el gasto social a cambio de la extensión<br />

de créditos para financiar la deuda pública. A pesar de<br />

que se comenzó a identificar la «mala asignación» (mistargeting)<br />

como causa de la escasa efectividad de las<br />

políticas estatales para responder a las necesidades básicas<br />

de los más necesitados, los nuevos programas no<br />

se centraban en aumentar la eficiencia del sector público,<br />

sino en limitar su rol 3 . Se promovieron políticas de<br />

reducción de la pobreza basadas en la aceleración del<br />

crecimiento económico –dejando de lado los intentos de<br />

redistribución de décadas anteriores–, la focalización del<br />

gasto en los segmentos más vulnerables; y la participación<br />

del sector privado en educación, salud y pensiones<br />

12 .<br />

En el ámbito de la salud, el BM fue ganándole liderazgo<br />

a la OMS 3,13 . Tras un primer intento en África 14 ,<br />

sus informes de 1989 15 y 1993 16 definieron los contenidos<br />

básicos de las reformas de salud introducidas en<br />

la región en la segunda etapa de la neoliberalización 10 :<br />

separación de las funciones de financiación y provisión,<br />

con disminución de la intervención del Estado en la provisión<br />

de bienes y servicios y fortalecimiento de su función<br />

reguladora; reorientación de la oferta pública priorizando<br />

la prestación de servicios básicos de bajo coste<br />

para el control de algunas enfermedades para los más<br />

necesitados; descentralización de los servicios; introducción<br />

de mecanismos basados en la competencia<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):223-9<br />

224


Vargas Lorenzo I et al. Reforma, equidad y eficiencia de los sistemas de salud en Latinoamérica.<br />

Un análisis para orientar la cooperación española<br />

(casi mercados) y recuperación de costes para mejorar<br />

la eficiencia, y estímulo a la privatización, sobre todo<br />

de la asistencia médica y de la gestión del aseguramiento<br />

3,16 .<br />

La mayoría de las agencias internacionales multilaterales<br />

–Banco Interamericano de Desarrollo, Organización<br />

Panamericana de la Salud (OPS), OMS–, algunas<br />

bilaterales –Agencia Estadounidense para el<br />

Desarrollo Internacional (USAID) – organizaciones no<br />

gubernamentales (ONG) y fundaciones privadas proporcionaron<br />

apoyo financiero, logístico y técnico a las<br />

reformas neoliberales promovidas por el BM 17 , con recursos<br />

y márgenes de acción muy amplios y, teóricamente,<br />

buscando la mejora de la gobernabilidad y el<br />

fortalecimiento institucional 18,19 .<br />

La aceptación por los gobiernos de las políticas formuladas<br />

por los organismos multilaterales, además de<br />

por la falta de discursos alternativos 20 , se vio favorecida<br />

por el apoyo de algunos sectores con intereses diversos:<br />

el médico interesado en trabajar a tiempo parcial<br />

en un sector público estrangulado para seleccionar<br />

pacientes para sus clínicas privadas, el farmacéutico<br />

por la oportunidad de extender el mercado privado de<br />

atención, y las clases medias y altas, que se negaban<br />

a pagar impuestos para financiar los sistemas públicos<br />

de salud, prefiriendo que los recursos provinieran de<br />

la cooperación internacional 21 .<br />

La aplicación de las políticas de ajuste en un contexto<br />

de crisis económicas repetidas propició un notable<br />

deterioro de los indicadores sociales 12 y el aumento<br />

de la desigualdad 3 . En el ámbito de la salud, tampoco<br />

se obtuvieron los efectos deseados; por el contrario, algunos<br />

acabaron descritos en el boletín epidemiológico<br />

de la OPS, como la primera epidemia de cólera en<br />

América en el siglo XX 22 .<br />

<strong>El</strong> modelo de competencia regulada y su impacto<br />

en la equidad y la eficiencia<br />

Una de las reformas promovidas, relacionada con<br />

la financiación y la organización del sector salud, fue<br />

el modelo denominado «competencia regulada» (managed<br />

competition), o «pluralismo estructurado» en versión<br />

latinoamericana, que surgió en Estados Unidos<br />

en los años setenta y fue ampliamente adaptado en<br />

el contexto latinoamericano 3 , con la expectativa de mejorar<br />

la equidad, la eficiencia y la calidad de la atención<br />

17 . Acompañó los procesos de liberalización de los<br />

seguros sociales y se introdujo en el sector privado 23 .<br />

Chile implementó en 1981 un sistema de aseguramiento<br />

privado (ISAPRE), al que podían optar trabajadores con<br />

un salario elevado y que recibía una transferencia de<br />

fondos públicos –se trasladaba la contribución obligatoria<br />

a la ISAPRE elegida (opting-out) 17 –, mientras que<br />

el resto de la población estaba cubierto por la aseguradora<br />

pública, FONASA 23 . En Colombia, a partir de<br />

la Ley 100 de 1993 se realizó una reforma radical, con<br />

la introducción de administradoras de fondos públicos<br />

–Empresas Promotoras de Salud (EPS) para el régimen<br />

contributivo y Administradoras del Régimen Subsidiado<br />

(ARS)– que debían garantizar paquetes de beneficios<br />

diferentes en cada régimen, a cambio de un<br />

pago per cápita 23 . En 2001, la República Dominicana<br />

puso en marcha 24 un sistema muy parecido al colombiano.<br />

En Uruguay, el sector público cubre a la población<br />

que no ha podido comprar un seguro de salud con<br />

alguna Institución de Asistencia Médica Colectiva<br />

(IAMC) 23 . <strong>El</strong> modelo de competencia regulada, aunque<br />

con variaciones entre países, presenta dos elementos<br />

comunes 3 : a) la separación de la financiación y la provisión<br />

de los servicios de salud, y b) la introducción de<br />

un intermediario –las administradoras de fondos públicas<br />

y privadas– que, a cambio de una asignación<br />

per cápita, se responsabilizan de la prestación de servicios<br />

para su población afiliada, y proveen directamente<br />

o mediante su contratación con proveedores públicos<br />

o privados.<br />

<strong>El</strong> modelo de competencia gestionada fue y sigue<br />

siendo promovido, a pesar de la controversia que ha<br />

generado por carecer del respaldo, tanto de la evidencia<br />

científica como del consenso social (en algunos países<br />

se organizaron campañas públicas en contra de<br />

la gestión de servicios públicos por aseguradoras privadas<br />

25 ). Asimismo, diversos autores demostraron<br />

que se ha permitido la entrada de importantes multinacionales<br />

en el sector privado de aseguramiento y provisión<br />

de salud, así como su incursión en el sector público<br />

25 . Es más, aunque no se ha realizado hasta el<br />

momento una evaluación general sobre el impacto de<br />

las reformas sobre la equidad y la eficiencia, se dispone<br />

de resultados parciales que indican que no han<br />

obtenido el impacto deseado.<br />

La equidad en la financiación<br />

Un análisis de la financiación del sistema de salud<br />

en estos países –valoración de las fuentes y su peso–<br />

muestra una situación de inequidad, cuya causa es, fundamentalmente,<br />

el elevado porcentaje de gasto privado<br />

en salud –que representa la mayor parte del gasto–<br />

y la disminución de fuentes progresivas como las contribuciones<br />

a la seguridad social, con la excepción de<br />

Colombia 2 . <strong>El</strong> elevado gasto privado en estos países responde<br />

a diversas causas: los copagos que imponen las<br />

aseguradoras 23 , las numerosas enfermedades no cubiertas<br />

y unas tasas de afiliación muy bajas. Dentro del<br />

gasto privado, el gasto individual es la fuente de financiación<br />

más regresiva debido a la relación inversa entre<br />

la situación socioeconómica y la salud del individuo 26 .<br />

225<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):223-9


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

La equidad en el gasto<br />

Otro indicador de inequidad del sistema de salud en<br />

estos países es la diferencia en el gasto per cápita en<br />

salud entre regímenes y niveles de renta que favorecen<br />

al contributivo/privado y a los deciles de renta más<br />

altos. Por ejemplo, en Chile, a pesar de que la población<br />

que ha escogido ISAPRE –más joven y saludable–<br />

supone el 22% de la población total, gasta el 43% de<br />

toda la atención médica del país 11 . Igualmente, los municipios<br />

que se encuentran en el decil más alto de renta<br />

gastan 22 dólares más que los situados en el decil más<br />

bajo 17 . En Colombia, mientras que el gasto per cápita<br />

de los afiliados al régimen contributivo es de 131 dólares,<br />

en el régimen subsidiado es de 73 dólares, y<br />

el de la población sin cobertura de 30 dólares 27 . En Uruguay,<br />

el sistema privado IAMC destina 568 dólares<br />

por año a cada afiliado, y el sistema público destina 259<br />

dólares 28 .<br />

La equidad en el acceso<br />

<strong>El</strong> modelo de competencia regulada se promueve,<br />

entre otras razones, como mecanismo para extender la<br />

cobertura de la atención en salud. No obstante, las tasas<br />

de afiliación siguen siendo bajas: un 67,4% en Chile 29 ,<br />

un 21% en la República Dominicana 30 y un 46,6% en<br />

Uruguay 31 ; incluso en Colombia, país que se utiliza como<br />

ejemplo del incremento en la cobertura tras la reforma,<br />

sólo el 61,8% de la población está afiliada y, de ésta,<br />

sólo un 23% al régimen contributivo 32 . Además, es importante<br />

resaltar que la cobertura de seguro no equivale<br />

a acceso a una atención adecuada 33 . Una importante<br />

fuente de inequidad es la diferencia entre los<br />

paquetes de beneficios para los diversos segmentos de<br />

población, junto con la concentración de la afiliación a<br />

los regímenes más generosos en los quintiles de renta<br />

más elevados. Así, en Colombia, los beneficios que disfrutan<br />

los afiliados al régimen subsidiado –precisamente<br />

aquella población con un menor nivel de ingresos y con<br />

peores niveles de salud– no alcanzan el 70% del régimen<br />

contributivo 34,35 . En Chile y Uruguay las aseguradoras<br />

también ofrecen paquetes más amplios que el sistema<br />

público 23 , especialmente en atención especializada.<br />

La probabilidad de acceder al régimen contributivo o al<br />

aseguramiento de ISAPRE e IAMC es mucho menor para<br />

la población con menos renta: en Colombia el 6,1% de<br />

la población del primer quintil de renta más baja está<br />

asegurada, frente al 78,9% del último quintil 36 . En Chile,<br />

la mayoría de las personas de los primeros cuatro quintiles<br />

están afiliados al sistema público y sólo en el quinto<br />

quintil (el 20% más rico de la población) se aprecia<br />

una mayor afiliación a las ISAPRE 37 .<br />

La introducción de la competencia en el aseguramiento<br />

no parece haber revertido en un mayor acceso<br />

a los servicios públicos. En Colombia se registra una<br />

disminución de la utilización por la población no afiliada<br />

27 , que antes de la reforma era atendida por el sector<br />

público. En Uruguay y Chile la diferencia en las tasas<br />

de utilización se encuentra en la atención especializada<br />

38 , que en este último país es 3 veces mayor en<br />

el decil de renta más alto que en el más bajo 39 . Diversos<br />

estudios muestran las numerosas barreras al acceso<br />

de la población que aseguradoras y prestadores introducen<br />

para controlar la utilización de servicios y reducir<br />

los costes 40,41 . Entre ellos, los copagos, el control<br />

sobre la práctica médica al integrarse la aseguradora<br />

con los prestadores, las autorizaciones de los servicios<br />

y la reducción de actividad incentivada por el pago<br />

per cápita a proveedores 42 . En Chile, el 24% de los afiliados<br />

a las ISAPRE recibía servicios anualmente de<br />

los hospitales públicos por no poder afrontar los copagos<br />

43 . En Colombia la barrera económica es una de<br />

las principales causas por las que la población afiliada<br />

al régimen subsidiado no acude a los servicios de<br />

salud 44 . Los prestadores públicos, buscando su sostenibilidad<br />

financiera, priorizan a los pacientes asegurados<br />

mejor pagados, introducen barreras a la utilización<br />

y, en ocasiones, llegan a rechazar la atención<br />

de la población sin asegurar. Estos resultados no hacen<br />

sino confirmar los estudios realizados en Estados Unidos,<br />

que muestran cómo a largo plazo la competencia<br />

entre aseguradoras puede producir una reducción<br />

en el acceso, como respuesta al incremento de costes<br />

45 .<br />

La eficiencia<br />

Los costes administrativos que genera la competencia<br />

gestionada son uno de los elementos de ineficiencia.<br />

La existencia de múltiples pagadores eleva el<br />

número de transacciones y los gastos asociados de afiliación,<br />

comercialización y facturación. En Chile, estos<br />

costes representan un 19% del gasto anual de las<br />

ISAPRE 25 , y en Colombia alcanzan el 17% del gasto<br />

en salud 46 . <strong>El</strong>lo contrasta con los resultados del estudio<br />

clásico de Woolhandler y Himmelstein 47 , que estima<br />

que los costes administrativos de un modelo sanitario<br />

de único pagador, como el canadiense, equivalen<br />

a un 8-11% del gasto.<br />

Otra de las fuentes de ineficiencia relacionada con<br />

la competencia en el aseguramiento es la selección de<br />

riesgo. Las aseguradoras poseen poderosos mecanismos<br />

–los planes de seguro ajustados por riesgo– para<br />

excluir, por ejemplo, a los pacientes crónicos, de forma<br />

que a medida que el afiliado envejece se va reduciendo<br />

el grado de protección efectiva 48 . Como consecuencia<br />

de ello, los afiliados con enfermedades crónicas acaban<br />

retornando al sistema público. En Chile, por ejemplo,<br />

los mayores de 65 años se concentran en mayor medi-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):223-9<br />

226


Vargas Lorenzo I et al. Reforma, equidad y eficiencia de los sistemas de salud en Latinoamérica.<br />

Un análisis para orientar la cooperación española<br />

da en el sistema público (FONASA), con un 86,1%, y<br />

menos en las ISAPRE (3,2%) 49 .<br />

Finalmente, los defensores de los modelos de<br />

competencia mantienen que bajo una regulación apropiada,<br />

una mayor competencia entre las administradoras<br />

junto con una mayor capacidad de elección del consumidor,<br />

podría mejorar la eficiencia y la calidad de los<br />

servicios 23 . No obstante, diversos autores muestran, en<br />

países como Estados Unidos, la complejidad de regular<br />

mercados de aseguramiento por los problemas de<br />

información asimétrica 50 . En países con un funcionamiento<br />

débil del Estado, como los de esta región, la regulación<br />

se vuelve aún más problemática 23,51 .<br />

<strong>El</strong> papel de la cooperación española<br />

en las políticas de salud de la región<br />

La salud es uno de los sectores prioritarios de la Cooperación<br />

Española (CE) desde la Ley de Cooperación<br />

Internacional para el Desarrollo (Ley23/98) 52 , pero no<br />

se articuló como eje fundamental para el desarrollo hasta<br />

los Planes Directores 53 . <strong>El</strong> fortalecimiento institucional<br />

de los sistemas públicos de salud se definió como línea<br />

prioritaria de intervención 54,55 y la CE apoyó diversos<br />

aspectos de las reformas de salud relacionados con la<br />

descentralización de los servicios de salud, el aumento<br />

de la cobertura, la planificación y la gestión a nivel<br />

de distrito y la formación de recursos humanos 56 .<br />

No obstante, la CE se ha caracterizado por su dispersión<br />

geográfica, la financiación por numerosas entidades<br />

públicas y la ejecución por muchos actores 57 ,<br />

con escasas evaluaciones sobre su actuación 58 . La<br />

ayuda se ha canalizado a través de multiplicidad de proyectos<br />

(mayoritariamente implementados por ONG),<br />

asistencias técnicas, cursos y seminarios, que no siempre<br />

constituían respuestas a demandas locales 57 . Es un<br />

tipo de cooperación que se considera poco efectivo por<br />

los altos costes de transacción, duplicación de esfuerzos,<br />

fragmentación y el impacto limitado que conlleva 59 .<br />

La CE se ha comprometido a aumentar el volumen<br />

y, sobre todo, la calidad de la ayuda en consonancia<br />

con el nuevo enfoque articulado tras la Declaración de<br />

París. Así, incorpora en su último Plan Director 53 la apropiación<br />

y el liderazgo nacionales y el compromiso de<br />

alinear sus políticas con las de los países receptores.<br />

Se trataría de cambiar la composición de la ayuda y canalizarla<br />

a través de los nuevos instrumentos (ver Jané<br />

y Figuerola en este volumen).<br />

No obstante, las acciones en el sector sanitario han<br />

sido tímidas y algunas contrarias a estos principios. En<br />

2006, sólo el 0,8% del total de la ayuda oficial al desarrollo<br />

neta, por parte de España, se destinó a los nuevos<br />

instrumentos ya establecidos, sin iniciar ninguno adicional;<br />

se mantuvo un importante volumen de fondos<br />

para proyectos de las ONG 61 y se impulsaron iniciativas<br />

regionales en Centroamérica que afectan a competencias<br />

de los Estados (compras de medicamentos<br />

esenciales e insumos estratégicos) y podrían debilitar<br />

sus sistemas públicos de salud 55 .<br />

Conclusiones y recomendaciones<br />

La introducción del mercado en el aseguramiento y<br />

provisión se promovió como mecanismo eficaz para mejorar<br />

la eficiencia y el acceso a la atención en salud. A<br />

pesar de que en muchos países se ha impulsado la separación<br />

de funciones, los casi mercados o la participación<br />

privada en los sistemas de salud, en Latinoamérica<br />

estas reformas han sido mucho más radicales.<br />

En ello ejercieron un papel fundamental los organismos<br />

multilaterales, con el apoyo de diversos actores con intereses<br />

coincidentes. La cooperación española, como<br />

otras cooperaciones bilaterales europeas, mantuvieron<br />

su apoyo a los sistemas públicos, pero su influencia parece<br />

haber sido limitada debido a factores diversos, entre<br />

ellos la dispersión en microproyectos ajenos a las políticas<br />

de los países receptores.<br />

Aunque no se puede atribuir a la competencia gestionada<br />

el origen de las inequidades en salud –también<br />

fruto de las profundas desigualdades en estos países,<br />

la debilidad de sus Estados y sus deficiencias democráticas–,<br />

tampoco han supuesto una mejora en relación<br />

con los modelos previos. Los análisis del incremento<br />

de cobertura en la afiliación que se utilizan como indicador<br />

de éxito no tienen en cuenta la población que utilizaba<br />

los servicios públicos antes de la reforma, el aumento<br />

en el gasto ni los límites en el acceso 32 . A pesar<br />

de ello, se siguen promoviendo.<br />

Hay otros modelos más equitativos y fáciles de administrar,<br />

como los sistemas nacionales de salud y los<br />

seguros sociales únicos, como se deduce de los indicadores<br />

de salud de países como Costa Rica que, con<br />

un gasto per cápita 9 veces menor que Estados Unidos,<br />

obtiene resultados mejores o iguales en los principales<br />

indicadores demográficos 62 . Asimismo, los gastos<br />

catastróficos en salud de Costa Rica son 52 veces<br />

inferiores a los colombianos 63 . A corto plazo, se trataría<br />

de coordinar los distintos subsistemas de salud con<br />

función pública, para construir redes que permitan avanzar<br />

hacia un sistema nacional de salud.<br />

La CE, en primer lugar, debería ejercer su influencia<br />

en la orientación de las políticas del BM y agencias<br />

de las Naciones Unidas para promover el fortalecimiento<br />

de sistemas públicos de salud y utilizar la propia experiencia<br />

en la organización de uno de los sistemas de<br />

salud más eficientes de Europa. Pero, sobre todo, debería<br />

intervenir en la Unión Europea para que la cooperación<br />

conjunta desempeñe un rol estratégico en la<br />

227<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):223-9


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

región, reformule su política internacional en salud y adecue<br />

sus instrumentos.<br />

A escala nacional, la participación de la CE en los<br />

enfoques sectoriales (ver Jané y Figuerola en este volumen)<br />

podría ser una oportunidad para ir disminuyendo<br />

de forma paulatina la ayuda canalizada a través de los<br />

instrumentos tradicionales. Asimismo, en los Estados<br />

receptores que carecen de una política social, se debería<br />

contribuir a su desarrollo, con un apoyo al proceso<br />

nacional de planificación y rectoría en salud, en<br />

colaboración con las instituciones sanitarias y las universidades<br />

locales, mediante las actividades que sean<br />

requeridas (demostración, investigación y capacitación)<br />

y organizar estas actividades de forma coordinada y<br />

adaptada a cada país.<br />

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CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

¿A quién benefician los programas de salud<br />

dirigidos a los más pobres Éxitos y fracasos<br />

E. Espinoza Fiallos a / M. Teresa Ruiz Cantero b<br />

a<br />

Observatorio de Políticas Públicas y Salud, Maestría de Salud Pública, Facultad de Medicina, Universidad de <strong>El</strong> Salvador,<br />

San Salvador, <strong>El</strong> Salvador; b Departamento de Salud Pública, Universidad de Alicante, Alicante, España.<br />

(Who benefits from health programs aimed at the poorest<br />

Successes and failures)<br />

Resumen<br />

Los programas de cooperación internacional en salud dirigidos<br />

a los más pobres tienen un indudable papel constructivo<br />

al aliviar el sufrimiento humano agudo, pero resultan contraproducentes<br />

y hasta lesivos si oscurecen la necesidad de<br />

eliminar las inequidades sociales, que son la causa primaria<br />

de las inequidades en salud.<br />

<strong>El</strong> objetivo de este artículo es revisar la efectividad de dos<br />

programas estatales que recibieron ayuda de la cooperación,<br />

el primero en mejorar la seguridad alimentaria de los hogares<br />

rurales y los grupos vulnerables urbanos en Colombia<br />

(1996-2005), y el segundo en desarrollar un sistema local de<br />

salud en la zona Norte de San Salvador, <strong>El</strong> Salvador (1992-<br />

1997).<br />

La cooperación internacional apoya programas asistenciales<br />

exitosos, como los de complementación alimentaria, que<br />

podrían generar dependencias a los beneficiarios. Además,<br />

factores externos a la cooperación (contexto de intereses políticos-económicos)<br />

influyen en los programas que apoyan, y<br />

pueden generar conflictos sociales. Es el caso del apoyo a<br />

programas de los mas pobres para la promoción de su salud<br />

en <strong>El</strong> Salvador, o de mejora de las condiciones de acceso a<br />

los alimentos mediante la producción para el autoconsumo<br />

en zonas rurales de Colombia, pues benefician la producción<br />

agraria exportable, propiedad de los más ricos, pero no al pequeño<br />

agricultor.<br />

Palabras clave: Cooperación al desarrollo. Seguridad alimentaria.<br />

Sistema local de salud. Población vulnerable.<br />

Abstract<br />

International aid health programs directed at the poorest play<br />

an undoubtedly constructive role in relieving acute human suffering.<br />

These programs may, however, be counterproductive<br />

and even harmful if they obscure the need to eliminate social<br />

inequities, which are the primary cause of health inequities.<br />

The present article reviews the effectiveness of two state programs<br />

that received support from international aid to (a) improve<br />

food security in rural households and vulnerable urban<br />

groups in Colombia (1996-2005) and (b) develop a local health<br />

system in the northern area of San Salvador, <strong>El</strong> Salvador<br />

(1992-1997).<br />

International aid supports successful healthcare programs,<br />

such as food programs, could generate dependency in its beneficiaries.<br />

Factors extrinsic to cooperation (political and economic<br />

factors of the context) may affect the programs and generate<br />

social conflicts. This is the case of the program to<br />

improve access to food by subsistence production in rural areas<br />

of Colombia, which failed to reach the small farmers and benefited<br />

agricultural export production owned by wealthier groups,<br />

or interventions designed to improve health among the poorest<br />

in <strong>El</strong> Salvador.<br />

Key words: International cooperation. Food security. Local health<br />

system. Vulnerable population.<br />

Ideas clave<br />

• La efectividad no se ha considerado en las evaluaciones<br />

de los programas de cooperación internacional.<br />

• Los habituales programas asistenciales de cooperación<br />

con los países más pobres son eficaces en el<br />

Correspondencia: M. Teresa Ruiz Cantero.<br />

Departamento de Salud Pública. Universidad de Alicante.<br />

Correo electrónico: cantero@ua.es<br />

alivio del sufrimiento humano agudo, pero suelen generar<br />

dependencias a sus beneficiarios.<br />

• La población más empobrecida, diana de los programas<br />

de cooperación internacional es no siempre<br />

la beneficiaria de las ayudas internacionales.<br />

• La efectividad de las intervenciones de los programas<br />

de cooperación con los países muy pobres está<br />

influeida por los conflictos de intereses sociopolíticos<br />

y económicos, tanto de nivel internacional como<br />

local.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):230-6<br />

230


Espinoza Fiallos E et al. ¿A quién benefician los programas de salud dirigidos a los más pobres Éxitos y fracasos<br />

Introducción<br />

Las opiniones de las regiones más pobres sobre<br />

la cooperación están divididas. Las voces críticas<br />

resaltan lo absurdo de la ayuda si se acompaña<br />

de un trato condescendiente y estereotipado, y solicitan<br />

que no se apoyen formas paralelas de dominación,<br />

como dictaduras o intimidación económica. En<br />

cambio, algunos sectores en el poder firman entusiasmados<br />

cualquier compromiso que mantenga abierto el<br />

flujo de fondos de la cooperación. Estos fondos, incluidos<br />

los destinados al sector salud, se suelen canalizar mediante<br />

programas dirigidos a grupos específicos, como<br />

los pobres, que si bien logran en forma inmediata mejorar<br />

algunos indicadores, por su claro carácter asistencial,<br />

pueden profundizar la dependencia y enmascarar<br />

la raíz de los problemas al desviar la atención de<br />

los determinantes de salud (las causas de las causas) 1 ,<br />

y debilitar, a la larga, los sistemas nacionales 2,3 .<br />

Para analizar programas de naturaleza compleja,<br />

como los de salud, es preciso considerar el contexto<br />

histórico en que se conciben y ejecutan 4,5 . Desde los<br />

años cincuenta se ha transitado desde concepciones<br />

que adjudicaban a las condiciones sociopolíticas un<br />

papel relevante sobre la salud, a las basadas en avances<br />

tecnológicos para controlar problemas de salud, pero<br />

relegando el contexto social. Esta oscilación tomó visos<br />

de confrontación en Alma Ata, donde en 1978 se reivindicó<br />

la necesidad de fortalecer la equidad, asignar<br />

recursos suficientes y adecuados, fortalecer la organización<br />

y participación comunitarias y las acciones intersectoriales.<br />

Pero, casi tan rápidamente como fue planteada<br />

la revolucionaria estrategia de atención primaria<br />

en salud, el desarrollo del modelo económico neoliberal<br />

y su implementación mediante los Programas de<br />

Ajuste Estructural obstaculizaron las acciones orientadas<br />

a reducir las condiciones sociales favorecedoras<br />

de la profunda y desigual distribución de la riqueza y<br />

la salud entre países y dentro de éstos 6 . Así, tres décadas<br />

más tarde, la meta de «Salud Para Todos en el<br />

año 2000» parece más lejana que nunca. Incluso los<br />

objetivos del milenio han retrocedido y planteado<br />

metas no de «Salud para Todos» sino de «Salud sólo<br />

para la mitad».<br />

Desde mediados de los noventa, y tras un tiempo<br />

de apoyo público y económico a los programas de cooperación,<br />

se cuestiona su efectividad. Es posible que<br />

en parte se deba a que desde entonces se ha primado<br />

la instauración de mecanismos de gestión y entrega<br />

poco apropiados (ver Jané y Figuerola en este<br />

volumen). Pero también, a que los apoyos de la cooperación<br />

a los sistemas públicos nacionales corren en<br />

paralelo con la desaceleración del progreso en casi todos<br />

los indicadores de salud 1,2,4,6 . Por ello, se sugiere que<br />

la cooperación internacional sea sólo un suplemento a<br />

los recursos nacionales en el contexto de una política<br />

que ayude al uso eficiente y equitativo de los recursos<br />

disponibles 7 .<br />

Respecto de su efectividad, hay pocos trabajos publicados,<br />

pues no suele ser objeto de las evaluaciones.<br />

Considerando los factores sociales, sanitarios, políticos<br />

e históricos en un contexto de extrema pobreza en Colombia<br />

y <strong>El</strong> Salvador, el objetivo de este artículo es revisar<br />

la efectividad de dos programas estatales que recibieron<br />

ayuda de la cooperación, centrados en mejorar<br />

la seguridad alimentaria de los hogares rurales y los<br />

grupos vulnerables urbanos en Colombia (1996-2005),<br />

y desarrollar un sistema local de salud (1992-1997) en<br />

la zona norte de San Salvador (<strong>El</strong> Salvador).<br />

Pobreza, nutrición y salud: ¿qué apoya<br />

la cooperación con los programas<br />

de seguridad alimentaria<br />

La mayoría de los programas que pretenden mejorar<br />

la salud de las poblaciones más pobres desempeñan<br />

un indudable papel constructivo al aliviar el sufrimiento<br />

humano agudo 8 . Poseen la ventaja de centrarse<br />

en un segmento claramente definido, generalmente pequeño,<br />

que permite hacer el seguimiento de resultados<br />

con relativa facilidad (p. ej., los programas de suplementos<br />

alimenticios a la Canasta Básica de los más pobres)<br />

9 . Sin embargo, no contribuyen a elevar los niveles<br />

de salud de los colectivos más pobres si no se<br />

acompañan de estrategias amplias para la reducción<br />

de las inequidades de carácter estructural en el contexto<br />

social, político y económico del país 10 .<br />

Como factor de contexto internacional, toda la<br />

ayuda alimentaria dirigida a un país en vías de desarrollo<br />

puede quedar abrumadoramente sepultada por<br />

el impacto de los subsidios agrícolas de los países desarrollados<br />

a sus productores. Estos subsidios ponen<br />

en total desventaja y sin ninguna posibilidad de competencia<br />

a los millones de pequeños productores de los<br />

países en vías de desarrollo. Además, se retroalimenta<br />

con la implantación del modelo neoliberal y la reducción<br />

de las inversiones públicas del Estado 11 impulsados<br />

por las agencias financieras multilaterales (ver<br />

Vargas et al en este volumen). La liberalización del mercado<br />

de granos básicos y últimamente los Tratados de<br />

Libre Comercio en los países en vías de desarrollo han<br />

aniquilado la escasa producción que subsistía, y los han<br />

convertido en consumidores de los productos agrícolas<br />

subsidiados norteamericanos o europeos, o en recipiente<br />

de sus excedentes de producción en forma de<br />

«Ayuda Oficial al Desarrollo» 12 . Este problema ha sido<br />

documentado para numerosos productos, como la leche<br />

en polvo europea o el mercado del azúcar en Mozambique,<br />

India y Jamaica, dominado por el dumping de<br />

231<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):230-6


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

empresas europeas subsidiadas 13 . En <strong>El</strong> Salvador<br />

hubo un incremento de la desnutrición infantil y, por primera<br />

vez en décadas, muertes por hambre, como consecuencia<br />

del desmantelamiento de las estructuras estatales<br />

que regulaban el precio de los granos básicos,<br />

de la eliminación de los subsidios a los productores (generalmente<br />

campesinos pobres) y de la apertura del mercado<br />

a la «libre competencia» con los granos subsidiados<br />

norteamericanos 14 .<br />

<strong>El</strong> contexto de los programas de seguridad alimentaria<br />

se caracteriza tanto por problemas de disponibilidad<br />

y acceso a los alimentos como por la persistencia<br />

de índices altos de desnutrición 10 . Muchos<br />

países con estos problemas han suscrito los objetivos<br />

de la Conferencia Internacional de Nutrición (1992)<br />

–el acceso físico y económico de todas las personas<br />

a alimentos suficientes para satisfacer sus necesidades<br />

nutricionales para una vida activa y sana– e introducido<br />

las estrategias de seguridad alimentaria fijadas<br />

en la Cumbre Mundial de Alimentos (1996).<br />

En respuesta a los problemas de seguridad alimentaria,<br />

el gobierno colombiano elaboró el Plan Nacional<br />

de Alimentación y Nutrición (PNAN), que integra<br />

acciones multisectoriales en salud, agricultura, educación,<br />

comunicación y medio ambiente 15,16 . Para su desarrollo<br />

cuenta con el apoyo de la cooperación internacional,<br />

a través de la participación de organizaciones<br />

no gubernamentales financiadas por organismos internacionales<br />

(p. ej., Nutrir, apoyada actualmente por<br />

la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional<br />

[USAID]) 17 . La estrategia de seguridad alimentaria<br />

del PNAN consta de dos componentes: programas<br />

productivos para hogares rurales y programas<br />

asistenciales para grupos vulnerables en zonas urbanas<br />

(tabla 1). Su evaluación, desde el punto de vista<br />

de los actores principales (población diana, técnicos y<br />

planificadores) mostró cierta diversidad en cuanto al conocimiento<br />

de los programas por parte de los beneficiarios<br />

potenciales y las opiniones sobre el funcionamiento,<br />

la coordinación y los beneficios 18-20 . De su<br />

análisis se pueden extraer conclusiones sobre qué apoya<br />

la cooperación internacional cuando su ayuda se destina<br />

a planes institucionales.<br />

Programas productivos de seguridad alimentaria<br />

para hogares rurales<br />

Un elemento que cuestiona el impacto de estos programas<br />

productivos es el hecho de ser menos conocidos<br />

por la población diana que los programas asistenciales<br />

de complementación alimentaria. Este resultado<br />

podría relacionarse con una insuficiente atención prestada<br />

por las instituciones gubernamentales, como refleja<br />

su exclusión en la evaluación del PNAN 1996-<br />

2005 21 .<br />

Destaca el desacuerdo entre los usuarios, que valoraron<br />

positivamente el funcionamiento y los beneficios<br />

en la producción de alimentos, los planificadores,<br />

que no observaban beneficios, y los técnicos, que identificaban<br />

beneficios limitados. No obstante, los pequeños<br />

agricultores (población diana) percibían que los programas<br />

habían favorecido a otros agricultores, en lugar<br />

de a ellos 18-20 . La ausencia de desarrollo de los programas<br />

de cultivos transitorios de los pequeños agricultores<br />

para aumentar sus ingresos estuvo influida por<br />

la presión internacional del mercado, que favoreció el<br />

apoyo político y financiero del gobierno a los grandes<br />

exportadores de productos permanentes (banana y caña<br />

de azúcar) 18-20,22 . Unos resultados similares obtenidos<br />

en otros contextos sugieren que estos programas se<br />

pusieron en marcha sin que los países estuvieran adecuadamente<br />

preparados respecto al desarrollo tecnológico<br />

básico competitivo 5 . No obstante, ciertas experiencias<br />

con programas productivos estatales ponen de<br />

manifiesto una mejora de la producción de alimentos<br />

para estas familias y en su educación nutricional, aunque<br />

no en su estado nutricional y de salud 23,24 . Por último,<br />

también las dificultades de coordinación interdisciplinaria<br />

e intersectorial (economía agraria y política<br />

social) incidieron de forma negativa en el desarrollo de<br />

las estrategias del PNAN 18,25,26 .<br />

Programas asistenciales de seguridad alimentaria<br />

para grupos vulnerables<br />

Al contrario que los programas productivos, la población<br />

diana conoce bien los de complementación alimentaria<br />

y valora su funcionamiento como excelente,<br />

Tabla 1. Plan Nacional de Alimentación y Nutrición 1996-2005<br />

de Colombia 16<br />

Objetivo. Mejorar el acceso físico y económico de todas las personas para que<br />

tengan en todo momento suficientes alimentos inocuos y nutritivos, que<br />

satisfagan sus necesidades nutricionales con el fin de conseguir una vida<br />

activa y sana<br />

Estrategia de Seguridad Alimentaria del PNAN<br />

I. En hogares rurales. Mejora de las condiciones de acceso a los alimentos a<br />

las personas más pobres, mediante la producción para el autoconsumo en<br />

zonas rurales<br />

Programas a desarrollar: Comercialización social de alimentos,<br />

Mercaplazas, Despensas y Lanchas tienda, Desarrollo empresarial<br />

campesino y Capacitación y transferencia de tecnología<br />

II. En grupos vulnerables. Protección y mejora de su estado nutricional<br />

mediante complementación alimentaria<br />

Programas a desarrollar: Hogares comunitarios, Hogares infantiles, Bono<br />

alimento rural, Atención complementaria al escolar, Recuperación<br />

nutricional ambulatoria y hospitalaria, Intervención nutricional maternoinfantil,<br />

Atención al anciano y familia indígena y Jardines Comunitarios<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):230-6<br />

232


Espinoza Fiallos E et al. ¿A quién benefician los programas de salud dirigidos a los más pobres Éxitos y fracasos<br />

especialmente los programas comunitarios. Quizás se<br />

deba a que participaron en su ejecución y evaluación,<br />

ya que la participación de la comunidad en los procesos<br />

de planificación, vigilancia y evaluación de los programas,<br />

y no sólo como beneficiaria, se considera una<br />

estrategia de éxito 27-30 .<br />

Un caso ejemplarizante de la influencia del desacuerdo<br />

entre los actores de los programas, y de la importancia<br />

de la opinión de los planificadores se observó<br />

en el programa de atención a los ancianos, clausurado<br />

en 1998, pese a que los usuarios valoraban su funcionamiento<br />

como excelente. Este cierre probablemente se<br />

asocia con la valoración de los planificadores de su funcionamiento<br />

y cobertura, entendida como mínima o incluso<br />

que cubría a estratos sociales de mayor nivel socioeconómico<br />

a los que no iba dirigido el programa. Esta<br />

experiencia es relevante porque además de mostrar la<br />

confrontación de valores entre usuarios y profesionales,<br />

es una llamada de atención a la necesidad de trabajar<br />

para alcanzar objetivos con respecto a la población diana<br />

seleccionada, en este caso la población muy pobre anciana.<br />

Esto mismo sucedió con el programa de desnutrición<br />

infantil, cuya continuidad peligraba por las mismas<br />

razones, pues aunque el complemento alimentario<br />

es una de las estrategias más utilizadas para prevenir<br />

o tratar la desnutrición, beneficios con los que están<br />

de acuerdo los usuarios, los planificadores y técnicos<br />

percibían un beneficio limitado. <strong>El</strong> apoyo documental a<br />

ambas perspectivas, tanto en sus aspectos positivos<br />

como en el escaso impacto en la mejoría del estado nutricional<br />

de la población infantil vulnerable, aún hace más<br />

difícil la toma de decisiones 29-31 .<br />

Interacción de programas productivos y reproductivos de seguridad<br />

alimentaria<br />

Los profesionales consideraron que la ausencia de<br />

coordinación entre los programas productivos y asistenciales<br />

para el acceso a los alimentos era un gran<br />

problema 18-20 . Paradójicamente, y a diferencia de los programas<br />

productivos de hogares rurales en que todos<br />

los informantes perciben pocos beneficios ligados a la<br />

creación de empresas (uno de sus objetivos principales),<br />

los usuarios de los programas de complementación<br />

alimentaria (sin objetivos productivos) apreciaban<br />

el apoyo a la creación de empresas, las mayores oportunidades<br />

de trabajo y el aumento del ingreso familiar.<br />

Más aún, por iniciativa de la población diana se inició<br />

un programa de creación de microempresas para mujeres<br />

que eran cabeza de familia (productivo) no incluido<br />

inicialmente en el diseño de la estrategia asistencial del<br />

PNAN, y con él, la obtención de beneficios empresariales.<br />

La creación de este programa es un ejemplo de<br />

la factibilidad de interrelacionar programas asistenciales<br />

y productivos 16,21,22 .<br />

A diferencia de los programas originados en los<br />

países desarrollados o en instituciones internacionales,<br />

el apoyo a un plan gubernamental de un país en vías<br />

de desarrollo, como es el caso del PNAN, favorece la<br />

sostenibilidad, uno de los componentes de efectividad,<br />

al estar institucionalizado. No obstante, su mantenimiento<br />

no está absolutamente garantizado, ya que se pueden<br />

ver afectados tanto por las evaluaciones como por los<br />

cambios políticos. Así, con el cambio de gobierno en<br />

1998 hubo que negociar la continuidad de algunos de<br />

los programas de las estrategias de seguridad alimentaria,<br />

al desaparecer parte de los cargos responsables<br />

con los que se acordó la ayuda internacional.<br />

Dificultades de la cooperación internacional<br />

en el apoyo a los sistemas locales de salud<br />

Al final de dos décadas de guerra civil en <strong>El</strong> Salvador<br />

y después de los Acuerdos de Paz (1992) entre<br />

las partes beligerantes, en aquel ambiente democrático<br />

y concertador se desarrollaron diversos proyectos;<br />

entre ellos y por iniciativa del Ministerio de Salud, un<br />

Sistema Local de Salud (SILOS, 1992-1997) de enfoque<br />

universalista 9 , en la densamente poblada zona norte<br />

de San Salvador (300.000 habitantes/468 km 2 agrupados<br />

en 287 comunidades, un 50% de ellas tipificadas de alto<br />

riesgo) 32-34 . Esta experiencia fue apoyada técnicamente<br />

por la OPS y financiada por la Cooperación holandesa<br />

(DGIS).<br />

Un estudio de casos de esta experiencia, financiado<br />

por la Unión Europea, ofrece algunas claves sobre<br />

la cooperación internacional 33,34 . <strong>El</strong> SILOS pretendía elevar<br />

el nivel de salud de las comunidades, mediante la<br />

integración de políticas de salud y desarrollo, y provisión<br />

de servicios de atención sanitaria y social. <strong>El</strong> enfoque<br />

participativo asumido contrastaba con el del Ministerio<br />

de Salud en el resto del país que no consideraba<br />

a la Comunidad «capaz» de participar en el diseño de<br />

políticas públicas, establecimiento de prioridades, auditorías<br />

y control financiero de las acciones. Se utilizaron<br />

tres estrategias básicas: a) organización y participación<br />

comunitaria; b) acciones intersectoriales, y c) búsqueda<br />

de la equidad (tabla 2). Para facilitar la participación<br />

se organizaron diversos grupos comunitarios –clubes<br />

nutricionales, grupos de apoyo a jóvenes para la prevención<br />

y asistencia de enfermedades de transmisión<br />

sexual, grupos de detección de violencia intrafamiliar–,<br />

y se apoyaron asambleas comunitarias, con capacitaciones<br />

a promotores, parteras y líderes comunitarios.<br />

Respecto a las acciones intersectoriales, se realizaron<br />

tareas de concertación entre diferentes actores, como<br />

los propios Ministerios de Salud y Educación, otras instituciones<br />

locales y no gubernamentales y la Iglesia. Con<br />

relación a la estrategia de equidad, los programas y ac-<br />

233<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):230-6


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

Tabla 2. <strong>El</strong> Sistema Local de Salud (1992-1997) en la zona norte<br />

de San Salvador, <strong>El</strong> Salvador<br />

Objetivo. Incrementar los niveles de salud mediante la mejora de los<br />

indicadores de morbilidad y mortalidad, la generación de entornos más<br />

saludables y el control de las decisiones en función de las necesidades de la<br />

población<br />

Estrategia I. Organización y participación comunitaria<br />

1. Crear instancias participativas mediante directivas comunales y comités:<br />

locales de salud, municipales de desarrollo, intersectoriales locales,<br />

finanzas, seguimiento y supervisión, expertos técnicos y comité conductor<br />

del SILOS<br />

2. Fortalecer mecanismos y capacidades de participación: cursos, talleres de<br />

planificación, identificación de necesidades y grupos en riesgo, generación<br />

de propuestas y aplicación a los procesos de toma de decisiones<br />

Estrategia II. Intersectorialidad<br />

Trabajar de forma integrada por parte de todos los actores locales para<br />

optimizar recursos y mejorar la salud: 102 comunidades locales, Ministerios<br />

de Salud y Educación, Seguridad Social, instituciones provisoras de agua,<br />

telecomunicaciones y electricidad, iglesias, ONG de salud, mujeres y lisiados<br />

de guerra, movimiento social, consejos municipales y gobiernos locales<br />

Estrategia III. Búsqueda de la equidad entre las comunidades<br />

1. Identificar grupos postergados e inequidades locales mediante un estudio<br />

basal participativo por municipio<br />

2. Enfrentar las necesidades identificadas y los determinantes sociales de la<br />

salud mediante una planificación participativa: acciones encaminadas a los<br />

ancianos, niños, mujeres embarazadas, jóvenes proclives a la violencia,<br />

lisiados de guerra, infraestructura sanitaria, violencia intrafamiliar,<br />

protección del medio ambiente, desarrollo de servicios básicos<br />

(letrinización, agua segura, disposición de basuras, electricidad, mejora de<br />

caminos vecinales), educación en salud a las comunidades<br />

tividades se orientaron a facilitar el mayor acceso a la<br />

atención a la salud de los grupos sociales identificados<br />

como postergados.<br />

Se generaron las condiciones para el acercamiento<br />

de los gobiernos locales a las comunidades, dándoles<br />

la oportunidad de plantear de primera mano sus necesidades,<br />

y trabajar con sus gobernantes en la búsqueda<br />

y ejecución de soluciones. <strong>El</strong> trabajo permitió demostrar<br />

la factibilidad de la participación y concertación<br />

entre múltiples actores para un abordaje integral e intersectorial<br />

de la realidad que permitía un esfuerzo compartido<br />

sin precedentes y con recursos de todo tipo. La<br />

comunidad y el gobierno local tomaron conciencia de<br />

sus mutuas limitaciones. En un país como <strong>El</strong> Salvador<br />

socialmente polarizado, que emergía de un prolongado<br />

conflicto y en el que hasta hacía muy poco tiempo<br />

la organización comunitaria en el campo estaba prohibida<br />

constitucionalmente, éste era un proceso inédito<br />

que hizo confluir no sólo a los actores locales sino también<br />

al gobierno central.<br />

Como resultado del proceso, por un lado, se produjo<br />

un ambiente más saludable. En concreto, una mejora<br />

en el saneamiento básico y la prevención de enfermedades<br />

transmisibles (inmunizaciones, campañas<br />

contra el cólera, educación sexual), el fortalecimiento<br />

de la infraestructura sanitaria (construcción de unidades<br />

de salud y dispensarios comunitarios), la promoción<br />

de la salud en grupos materno-infantiles,<br />

jóvenes y ancianos, y una mayor asistencia prenatal<br />

y atención a partos. Por otro lado, se mejoró la capacidad<br />

organizativa y de concertar alianzas, de «empoderamiento»<br />

y apropiación local de la atención primaria<br />

de salud, de optimización de recursos y, sobre<br />

todo, de identificación y acción sobre los determinantes<br />

de la salud. En definitiva, la experiencia demostró que,<br />

al menos en el ámbito local, ambos procesos –el de<br />

gobierno democrático y el de construcción social de<br />

la salud– se retroalimentaban y fortalecían mutuamente,<br />

estimulando vínculos, creando formas de control<br />

social que favorecían la transparencia y limitaban<br />

los espacios para la corrupción, acercando y haciendo<br />

entenderse a gobernantes y gobernados y optimizando<br />

recursos.<br />

Pese a los resultados alcanzados, la experiencia del<br />

SILOS fracasó, en gran medida por su enfrentamiento<br />

con los factores contextuales 35,36 :<br />

– Nacionales. A finales de 1995 el gobierno central<br />

retiró su apoyo financiero y prohibió la participación de<br />

las instancias locales del Ministerio de Salud Pública<br />

y Asistencia Social en la iniciativa.<br />

– Internacionales. Las políticas de estabilización y<br />

ajuste estructural que presionaban por limitar la inversión<br />

social y una reforma de salud orientada desde el<br />

Banco Mundial hacia un modelo de atención centrado<br />

en los establecimientos de salud (ver Vargas et al en<br />

este volumen).<br />

La suspensión del apoyo gubernamental generó un<br />

profundo conflicto con la OPS y el gobierno holandés<br />

que aportaba fondos para la iniciativa. En especial, porque<br />

este último, mediante una evaluación demostró la<br />

adecuada gestión y el valioso aporte para la descentralización<br />

y participación comunitaria en la construcción<br />

de su propia salud. No obstante, ambos cedieron<br />

a la presión gubernamental y abandonaron su apoyo<br />

al SILOS. Los actores locales intentaron dar continuidad<br />

al esfuerzo, pero en 1997 desapareció definitivamente<br />

dando paso a un modelo en línea con la política<br />

del Banco Mundial.<br />

Conclusiones y recomendaciones<br />

La evaluación de la efectividad no suele considerarse<br />

en los programas de cooperación, pero los efectos<br />

adversos se valoran mediante estudios complementarios.<br />

En concreto:<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):230-6<br />

234


Espinoza Fiallos E et al. ¿A quién benefician los programas de salud dirigidos a los más pobres Éxitos y fracasos<br />

1. Los programas de cooperación para la salud pueden<br />

resultar contraproducentes y hasta lesivos si oscurecen<br />

la necesidad de eliminar las inequidades sociales,<br />

que son la causa primaria de las inequidades<br />

en salud. Así, las intervenciones concentradas en los<br />

grupos de mayor fragilidad social pueden obtener el efecto<br />

no deseado y profundamente antiético de legitimar<br />

la pobreza haciéndola más tolerable para los individuos<br />

y la sociedad.<br />

2. En la evaluación de los programas de carácter<br />

asistencial, como los de seguridad alimentaria para grupos<br />

vulnerables, se pueden producir importantes contradicciones<br />

entre los diferentes grupos de agentes involucrados.<br />

<strong>El</strong> predominio de la valoración negativa de<br />

los planificadores y técnicos, por no alcanzar la cobertura,<br />

puede llevar al cierre de un programa valorado<br />

positivamente por sus beneficiarios. Por ello, antes<br />

de desarrollar un programa de carácter asistencial, es<br />

preciso trabajar en los modos de cumplir con los objetivos<br />

propuestos, para no generar expectativas inalcanzables<br />

en la población muy pobre.<br />

3. <strong>El</strong> apoyo político y financiero del gobierno a los<br />

productos agrarios exportables y la presión internacional<br />

del mercado obstaculizó el desarrollo de los programas<br />

de cultivos transitorios de los pequeños agricultores, que<br />

fueron empujados a niveles de pobreza cada vez más<br />

precarios, con la consiguiente carga de insalubridad y<br />

muerte. En la planificación y el desarrollo de programas<br />

productivos para los más pobres, como los pequeños<br />

agricultores, la cooperación debe tener en cuenta<br />

las barreras creadas por los gobiernos de los<br />

países receptores y también donantes.<br />

4. Los países muy pobres desde el punto de vista<br />

económico, a menudo son pobres en democracia y en<br />

transparencia de los procesos de desarrollo de las políticas<br />

y sus inversiones presupuestarias. <strong>El</strong> fracaso y<br />

los conflictos de los programas de desarrollo dirigidos<br />

a los determinantes estructurales de la salud, como el<br />

«empoderamiento» y la participación comunitaria en la<br />

planificación y vigilancia de la toma de decisiones políticas,<br />

se relacionan con las resistencia de las instituciones<br />

de gobierno a dar cuentas a las comunidades<br />

que las solicitan, y en consecuencia retiran el apoyo a<br />

estos programas o incluso prohíben actividades para<br />

el logro de sus objetivos.<br />

5. Los países donantes deberían ser más vigilantes<br />

y apoyar componentes asistenciales solamente<br />

para los programas que enfrentan claramente los determinantes<br />

sociales de la salud y de las inequidades<br />

en salud.<br />

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33. Espinoza E, <strong>El</strong>ías MA, Villalta EV. <strong>El</strong> sistema Local de Salud<br />

(SILOS) de la zona norte de San Salvador 1992-1997: una<br />

experiencia innovadora en salud [tesis de maestría]. San Salvador:<br />

Universidad de <strong>El</strong> Salvador; 2000.<br />

34. Barten F, Pérez R, Espinoza E, Morales C. Democratic governance:<br />

fairytale or real perspective Lessons from Central<br />

America. Environm Urbanization. 2002;14:129-44.<br />

35. Homedes N, Ugalde A. Neoliberal reforms in health services<br />

in Latin America: a critical view from two case studies. Rev<br />

Panam Salud Pública. 2005;17:210-20.<br />

36. Homedes N, Ugalde A. Why neoliberal health reforms have<br />

failed in Latin America. Health Policy. 2005;71:83-96.<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):230-6<br />

236


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

Efectividad de la ayuda oficial al desarrollo y los nuevos<br />

principios e instrumentos para la cooperación al desarrollo<br />

en salud<br />

<strong>El</strong>isabet Jané Camacho a / Montserrat Figuerola Batista b<br />

a<br />

Consultora independiente, Centroamérica, España; b Ex presidenta de ACSUR-Las Segovias, España.<br />

(Effectiveness of official aid for the development of new<br />

principles and tools for cooperation in health development)<br />

Resumen<br />

Tras años de evolución, los resultados de la Ayuda Oficial al<br />

Desarrollo (AOD) en términos de disminución de la pobreza siguen<br />

siendo limitados. La dispersión de la ayuda y su desvinculación<br />

de las prioridades y mecanismos de actuación de las<br />

políticas públicas de los países receptores están entre las causas,<br />

específicamente en el sector sanitario. En vista de la situación,<br />

la Declaración del Foro de Alto Nivel de París (2005)<br />

impulsó un acuerdo sobre los principios que se deberían adoptar<br />

con el fin de incrementar la efectividad de la cooperación:<br />

fortalecimiento del liderazgo de los gobiernos receptores de la<br />

ayuda y reducción de los costes de transacción de su entrega.<br />

Con estos objetivos, se promueve la utilización de nuevos<br />

instrumentos –los instrumentos programáticos– y nuevos enfoques<br />

–como el sectorial–, que pretenden aumentar la eficacia<br />

de la ayuda. La evaluación de su utilización, si bien muestra<br />

algunas debilidades, parece indicar un mejor desempeño<br />

que los instrumentos tradicionales. España se adhirió a la Declaración<br />

de París desde marzo de 2005 e incorporó en su nuevo<br />

Plan Director de Cooperación el empleo de los instrumentos<br />

programáticos y la participación en enfoques sectoriales, iniciando<br />

así un cambio significativo respecto a estrategias anteriores,<br />

que contemplaban esencialmente el desarrollo de proyectos<br />

y asistencia técnica. Las nuevas estrategias orientadas<br />

a fortalecer las políticas públicas de los países receptores, suponen<br />

una oportunidad hacia una mayor efectividad de la ayuda,<br />

pero requiere la introducción de cambios mayores.<br />

Palabras clave: Desarrollo. Ayuda oficial al desarrollo. Salud. Enfoque<br />

sectorial. Instrumentos programáticos de cooperación.<br />

Abstract<br />

Years after its inception, the results of official development<br />

aid in terms of poverty reduction are still limited. Among the<br />

causes, especially in the health sector, are aid dispersion and<br />

its divergence from priorities and mechanisms of recipient countries’<br />

public policies. The Paris Declaration of the High Level<br />

Forum on AIDS Effectiveness (2005) fostered an agreement<br />

on the principles to be adopted to improve the effectiveness<br />

of aid by strengthening recipient countries governments’ leadership<br />

of the aid and reducing aid delivery transaction costs.<br />

Aiming at these principles, the use of new instruments –programmatic<br />

instruments– and new approaches – the sector wide<br />

approach– are being promoted to increase the effectiveness<br />

of aid. Despite some weaknesses, the assessment conducted<br />

on their utilization seems to show better performance than<br />

that achieved with traditional instruments.<br />

Spain joined the Paris Declaration in March 2005 and incorporated<br />

the use of programmatic instruments and the participation<br />

in sector-wide approaches in its new Cooperation<br />

Policy, thus initiating a significant change from previous strategies<br />

that mainly encompassed project implementation and<br />

technical advice. The new strategies directed at strengthening<br />

public policy in recipient countries provide an opportunity to<br />

increase the effectiveness of aid; however, major changes are<br />

needed for their implementation.<br />

Key words: Development. Official development aid. Health.<br />

Sector wide approach. Programmatic instruments.<br />

Ideas clave<br />

• La ayuda oficial al desarrollo por sí sola no es suficiente<br />

para reducir la pobreza.<br />

Correspondencia: <strong>El</strong>isabet Jané.<br />

Consultora independiente.<br />

Correo electrónico: elisabet.janecamacho@gmail.com<br />

• Los resultados limitados de la ayuda oficial al desarrollo<br />

están condicionados tanto por la cantidad como<br />

por la calidad de la ayuda.<br />

• La Declaración de París propone una reorientación<br />

de ayuda basada en el liderazgo de los países receptores<br />

y la reducción de costes de transacción. Se<br />

promueven los instrumentos programáticos y el enfoque<br />

sectorial.<br />

237 Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):237-43


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

• Los nuevos instrumentos, aunque insuficientemente<br />

evaluados, parecen ofrecer una mejor alternativa que<br />

los instrumentos tradicionales. La eficacia de los fondos<br />

globales está cuestionada.<br />

• La cooperación española, en plena fase de reorientación,<br />

debería mejorar la coherencia de los contenidos<br />

de su nuevo Plan Director con el nuevo enfoque<br />

de la cooperación.<br />

Introducción<br />

Los recursos que los países de renta alta han invertido<br />

en ayuda al desarrollo no han logrado el<br />

impacto esperado en la reducción de la pobreza<br />

y en el desarrollo sostenible. Esta situación fue<br />

reconocida internacionalmente en el Consenso de Monterrey<br />

de 2002 1 y, entre sus causas, se identificaron las<br />

políticas divergentes de las nacionales, la dispersión y<br />

la descoordinación de los recursos y su escasa focalización<br />

estratégica. Desde entonces se ha extendido la<br />

aplicación de instrumentos y estrategias de cooperación<br />

distintos a los utilizados tradicionalmente para la<br />

parte de Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) que se entrega<br />

a los gobiernos de los países receptores. Este artículo<br />

pretende ofrecer una introducción a estos nuevos<br />

instrumentos y estrategias.<br />

Limitaciones en la efectividad de la Ayuda Oficial<br />

al Desarrollo<br />

<strong>El</strong> impacto de la AOD es difícil de medir y el papel<br />

que desempeña genera controversias. Se emplean algunas<br />

fórmulas, como la del Programa de las Naciones<br />

Unidas para el Desarrollo 2,3 , pero ninguna posee<br />

la capacidad de discriminar la influencia de la AOD de<br />

otros factores que inciden en la reducción de la pobreza<br />

y en el desarrollo. Así, no se dispone de evidencias de<br />

algún país que haya reducido la pobreza solamente con<br />

AOD. Es más, se reconoce que su influencia en las economías<br />

de los países pobres es menor que la de otros<br />

factores internacionales, como la violación de la libertad<br />

de comercio, la ausencia de leyes laborales internacionales,<br />

las restricciones a la migración o la volatilidad<br />

de los capitales transnacionales 3 . Por otra parte,<br />

la mayor disminución de la pobreza se ha producido en<br />

países que reciben limitada o ninguna AOD –especialmente<br />

China– 4 , mientras que en la mayoría de los<br />

Estados dependientes de la AOD se ha producido un<br />

estancamiento o un retroceso. Por ejemplo Nicaragua,<br />

uno de los países que ha recibido más ayuda por habitante<br />

en los últimos años (tabla 2) 5 , descendió del lugar<br />

71 de 130 países, en nivel de desarrollo 6 al 115 de 163,<br />

Tabla 1. Evolución de la Ayuda Oficial al Desarrollo en algunos<br />

años seleccionados (millones de dólares de Estados Unidos)<br />

1950-1955 1960 1970 1980 1990 2000 a 2005 a<br />

Países 12 15 17 21 21 22 22<br />

cooperantes<br />

Montos en 1.953 4.676 6.713 26.195 52.730 53.749 106.477<br />

millones<br />

de dólares<br />

a<br />

Incluye la condonación de la deuda externa.<br />

Fuente: elaboración propia a partir de las estadísticas del CAD de la OCDE 1 .<br />

en 1998 7 , para recuperarse ligeramente en 2005 al 112<br />

de 177 países 8 . Pese a esta falta de evidencia, es probable<br />

que la AOD haya evitado un mayor empobrecimiento<br />

en algunos países.<br />

La dificultad de medir el impacto de la AOD en el<br />

desarrollo de un país no impide que se identifiquen algunas<br />

de sus características que no sólo no contribuyen<br />

al desarrollo, sino que lo entorpecen y crean prácticas<br />

viciadas contrarias a los objetivos perseguidos. En<br />

primer lugar su escasez. Sólo 5 de los 22 países de la<br />

OCDE (Suecia, Holanda, Dinamarca, Luxemburgo y Noruega)<br />

cumplen con el compromiso de destinar el 0,7%<br />

de su producto interior bruto (PIB) a la AOD, asumido<br />

en la Asamblea General de las Naciones Unidas en<br />

1980. En 2006, el conjunto de países de la OCDE aportó<br />

el 0,30% de su PIB 2 . Esta diferencia representa unos<br />

117.000 millones de dólares, con los que se alcanzaría<br />

la cifra anual que, según el Consenso de Monterrey,<br />

se requiere para financiar los Objetivos de Desarrollo<br />

del Milenio 1,9 . Además, en términos reales, el monto<br />

recibido es aún menor, ya que las condonaciones<br />

de deuda, contabilizadas completamente en el año que<br />

se realizan, representaron en 2005 casi el 24% de la<br />

AOD 2 .<br />

País<br />

Tabla 2. Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) per cápita<br />

en algunos países (2004)<br />

AOD<br />

total<br />

AOD<br />

sin alivio<br />

deuda<br />

Población<br />

AOD<br />

per cápita<br />

AOD<br />

per cápita<br />

sin alivio<br />

deuda<br />

Bangladesh 1.404 1.151,28 140,5 9,99 8,19<br />

Bolivia 767 490,88 9 85,22 54,54<br />

Camboya 478 463,66 13,6 35,15 34,09<br />

Ghana 1.358 706,16 21,1 64,36 33,47<br />

Haití 243 233,28 8,6 28,26 27,13<br />

Honduras 642 545,7 7,1 90,42 76,86<br />

Mozambique 1.228 1178,88 19,1 64,29 61,72<br />

Nicaragua 1.232 381,92 5,6 220 68,20<br />

<strong>El</strong>aboración propia.<br />

Fuente: Estadísticas del CAD de la OCDE 1 .<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):237-43<br />

238


Jané Camacho E et al. Efectividad de la ayuda oficial al desarrollo y los nuevos principios e instrumentos<br />

para la cooperación al desarrollo en salud<br />

Por otra parte, la AOD que debería destinarse al desarrollo<br />

de los países menos adelantados, a menudo<br />

se ha regido por los intereses económicos, políticos o<br />

comerciales de los países donantes. Así se ha dirigido<br />

frecuentemente a los aliados y no a los países más<br />

pobres 10 . Además, desde varias instancias internacionales<br />

se han promovido estrategias de desarrollo basadas<br />

en las medidas neoliberales del Consenso de<br />

Washington 11 sobre las políticas sociales.<br />

Otro problema de la AOD es la forma de entrega a<br />

través de numerosos y diversos proyectos –hay más<br />

de 50 financiadores, cada uno con políticas propias–<br />

que, en los países muy dependientes, se convierten en<br />

causa de baja gobernabilidad y de un deficiente diseño<br />

e implementación de las políticas públicas. Entre las<br />

deficiencias inherentes a estos proyectos, recogidos<br />

en el Consenso de Monterrey 1 y los informes de la<br />

OCDE 12 , destacan los siguientes: a) tratan de implantar<br />

las políticas del financiador, con independencia de<br />

las prioridades del país receptor; b) son ejecutados por<br />

el financiador –o sus empresas u organizaciones no gubernamentales<br />

[ONG]– lo que genera altos costes de<br />

transacción y, en ocasiones, un poder paralelo; c) contratan<br />

personal nacional con salarios mucho más altos<br />

que los que puede pagar el gobierno y originan una fuga<br />

de profesionales hacia la cooperación; d) condicionan<br />

la financiación a la compra de bienes y servicios producidos<br />

en el país financiador; e) cada cooperante exige<br />

condiciones particulares para los desembolsos, y f) consumen<br />

excesivo tiempo de los profesionales y altos cargos<br />

de la administración local. Como consecuencia de<br />

ello, muchos proyectos no sólo repercuten negativamente<br />

en el impacto de la ayuda, sino en la sostenibilidad<br />

de las intervenciones y en la capacidad del gobierno<br />

de implantar sus propias políticas.<br />

La situación en el sector salud es especialmente<br />

compleja, porque se desarrollan muchos proyectos y<br />

además suele haber componentes de salud en muchos<br />

proyectos sociales o municipales. En este sector, uno<br />

de los principales receptores de cooperación, la atomización<br />

y la descoordinación de la ayuda producen<br />

un impacto negativo, en la medida en que se desvinculan<br />

de las políticas del país receptor y afectan a los<br />

resultados de los servicios y programas.<br />

Cambio de orientación de la cooperación:<br />

nuevos principios e instrumentos<br />

Ante la evidencia de los problemas de la AOD y a<br />

partir de los compromisos adquiridos alrededor de los<br />

Objetivos de Desarrollo del Milenio 12 , se generó un debate<br />

sobre la mejora de la efectividad de la AOD abordado,<br />

entre otros, en diversas reuniones internacionales,<br />

como la mencionada de Monterrey 1 y la de Roma 13 .<br />

Este debate se concreta en el Foro de Alto Nivel, celebrado<br />

en París en 2005 y la Declaración resultante 14 ,<br />

que fija los principios, objetivos y metas para aumentar<br />

la efectividad de la AOD. Estos principios pueden<br />

resumirse en dos aspectos: a) sólo fortaleciendo el liderazgo<br />

de los gobiernos receptores de la ayuda, la aplicación<br />

de sus políticas y sus capacidades se conseguirá<br />

aumentar la efectividad de la AOD y la reducción<br />

de la pobreza, y b) hay que reducir los costes de transacción<br />

que genera la entrega de la ayuda. La forma<br />

más efectiva para hacerlo es que el gobierno gestione<br />

la AOD y utilice los procedimientos que emplea para<br />

los recursos nacionales.<br />

Estos principios están cambiando paulatinamente<br />

la forma de cooperación tradicional basada en proyectos<br />

de algunos países –Alemania, Canadá, Dinamarca, Finlandia,<br />

Irlanda, Noruega, Países Bajos, Reino Unido,<br />

Suecia, Suiza, recientemente España– y la Comisión<br />

Europea 15,16 , que han aceptado el reto de avanzar en<br />

esta dirección, no sin dificultades y contradicciones.<br />

Otros países y la banca multilateral, en cambio, mantienen<br />

políticas de cooperación que no concuerdan con<br />

los principios de la Declaración de París, aunque se<br />

hayan adherido a la misma 17 .<br />

Este cambio, en contra de lo que se puede pensar,<br />

no significa que los donantes dejen de influir sobre los<br />

países receptores, sino que se reduce la influencia en<br />

los aspectos micro para aumentarla en las políticas macroeconómicas<br />

y otras políticas nacionales. Por ejemplo,<br />

el apoyo presupuestario general suele estar condicionado<br />

al cumplimiento de indicadores relacionados<br />

con las políticas macroeconómicas y estrategias de reducción<br />

de la pobreza 18 .<br />

La nueva orientación de la cooperación implica la<br />

utilización de instrumentos y enfoques distintos a los<br />

proyectos: los instrumentos programáticos y el enfoque<br />

sectorial.<br />

Instrumentos programáticos<br />

Los instrumentos programáticos son nuevas modalidades<br />

de entrega de la ayuda que apoyan exclusivamente<br />

a las políticas nacionales, se emplean simultáneamente<br />

por varios cooperantes, incorporan los<br />

recursos al presupuesto del país receptor y utilizan procedimientos<br />

comunes. Los más extendidos son el apoyo<br />

presupuestario y los fondos comunes 19 .<br />

<strong>El</strong> apoyo presupuestario general se caracteriza por:<br />

a) canalizar los recursos a través de los sistemas públicos<br />

del país receptor; b) financiar los planes nacionales<br />

a través del presupuesto general y otorgando al<br />

gobierno la libertad de asignación de los recursos dentro<br />

del presupuesto; c) gestionarse mediante los procedimientos<br />

nacionales y por las instituciones públicas,<br />

y d) limitar las condiciones para los desembolsos al logro<br />

239<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):237-43


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

de los resultados de los planes nacionales y a las políticas<br />

macroecomómicas 18 . De esta manera, es el instrumento<br />

más alineado con las políticas de los países<br />

receptores porque favorece el uso de los recursos de<br />

la cooperación para el desarrollo de las políticas y planes<br />

nacionales, el fortalecimiento de la gestión pública<br />

y la reducción de los costes de transacción. Una<br />

evaluación del impacto del apoyo presupuestario realizada<br />

en 7 países para el período 1994-2004 concluyó<br />

que había mejorado la efectividad de las políticas<br />

de reducción de la pobreza, fortalecido las capacidades<br />

de los gobiernos y facilitado el diálogo con los donantes<br />

1 .<br />

Uno de los principales problemas en el apoyo presupuestario<br />

es que los cooperantes imponen condiciones<br />

para adoptar un apoyo programático o desembolsar<br />

los fondos, actuando en contra de los principios<br />

de este instrumento. La más común es la necesidad de<br />

un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional<br />

(FMI), generalmente orientado a mantener la estabilidad<br />

macroeconómica con la congelación o reducción<br />

del gasto público y que puede tener un impacto negativo<br />

en las políticas sociales. Además de este acuerdo,<br />

muchos cooperantes incluyen condiciones que pueden<br />

limitar significativamente la capacidad de definir<br />

políticas del país receptor. Por ejemplo, en el arreglo<br />

de financiamiento conjunto para el apoyo presupuestario<br />

firmado por el gobierno de Nicaragua y 9 agencias<br />

de cooperación en 2005, sólo 2 países (Países<br />

Bajos y Suecia) no exigían condiciones especiales para<br />

los desembolsos 21 .<br />

Los fondos comunes son bolsas de recursos financieros<br />

que cumplen con los criterios de los instrumentos<br />

programáticos, pero en las que el uso de los<br />

recursos se limita a un programa, sectorial o no. Pueden<br />

emplear procedimientos de gestión distintos a los<br />

gubernamentales y, en ocasiones, limitan su ejecución<br />

a algunos gastos. <strong>El</strong> término «común» significa que es<br />

empleado por más de un donante, reduciendo así los<br />

requerimientos al gobierno. No hay evaluaciones publicadas<br />

sobre la efectividad de los fondos comunes 18,19 .<br />

Enfoque sectorial<br />

<strong>El</strong> concepto de enfoque sectorial se introdujo a partir<br />

de los años noventa 22 . Las distintas acepciones coinciden<br />

en definirlo como un proceso estratégico de larga<br />

duración. Foster 23 propone considerar que «hay un enfoque<br />

sectorial en marcha cuando todas las fuentes de<br />

financiamiento significativas del sector apoyan una única<br />

política sectorial y un solo programa de gastos bajo el<br />

liderazgo del gobierno, se adoptan abordajes comunes<br />

para todo el sector y se avanza progresivamente hacia<br />

la utilización de los procedimientos del gobierno para<br />

la gestión de todos los fondos».<br />

<strong>El</strong> enfoque sectorial se aplica en muchos sectores,<br />

pero el sector sanitario, junto con el de educación, fue<br />

uno de los primeros en emplearlo y donde hay más<br />

ejemplos 24,25 . <strong>El</strong> sector sanitario fue de los primeros en<br />

ensayar esta nueva fórmula por la importancia de lo público<br />

en la financiación, la regulación y la gestión de los<br />

servicios, la aceptada relación entre salud y desarrollo,<br />

y la ausencia de mejora en los indicadores de salud<br />

con cantidades importantes de cooperación por proyectos<br />

24 .<br />

Las valoraciones sobre los resultados de los enfoques<br />

sectoriales describen mejoras en las capacidades<br />

institucionales de los países receptores –políticas<br />

mejor definidas y concretadas en planes–, así como el<br />

fortalecimiento de los procedimientos públicos 24 . Entre<br />

las principales dificultades se describe el aumento de<br />

los costes de transacción en las fases iniciales, el menor<br />

enfoque hacia los pobres en comparación con algunos<br />

proyectos y los límites para la puesta en práctica de<br />

políticas que los gobiernos no se atreven a asumir<br />

por la capacidad de influencia de otros agentes. Un ejemplo<br />

claro es la dificultad de algunos gobiernos para<br />

impulsar el uso de preservativos por la presión de las<br />

iglesias cristianas 24,26 . <strong>El</strong> principal riesgo en los enfoques<br />

sectoriales es que no haya liderazgo nacional,<br />

bien por falta de voluntad política del gobierno 27 , bien<br />

por haber sido suplantado por una agencia de cooperación<br />

28 .<br />

Algunos países africanos, como Gana, Tanzania,<br />

Uganda y Mozambique, iniciaron la aplicación del enfoque<br />

sectorial en salud ya en la década de los noventa,<br />

mientras que los países de Latinoamérica se incorporaron<br />

a estos procesos de forma limitada a partir del<br />

año 2000. A pesar de ello, persiste la gran atomización<br />

de la ayuda, gestionada mayoritariamente con procedimientos<br />

de los cooperantes y poco alineada con las<br />

políticas nacionales. En 2003, se contabilizaron para<br />

el gobierno 396 proyectos en Honduras, 553 en Nicaragua<br />

y 1.771 en Bolivia. Prácticamente todos estos proyectos<br />

eran gestionados por los cooperantes y la financiación<br />

estaba en el 80% de los casos vinculada a<br />

la compra de bienes y servicios del país u organización<br />

cooperante 29 . En Nicaragua los políticos y altos cargos<br />

del gobierno dedicaron en el año 2003 más del 60%<br />

de su tiempo a atender a la cooperación internacional 30 .<br />

Fondos globales<br />

<strong>El</strong> sector sanitario es también donde más se ha experimentado<br />

con una nueva forma de cooperación, los<br />

fondos globales: GAVI y Fondo Global para malaria, tuberculosis<br />

y sida 31 . Estos fondos, que movilizan grandes<br />

cantidades de recursos para la prevención y el tratamiento<br />

de determinadas enfermedades, han sido<br />

escasamente evaluados. En 2005, la evaluación del<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):237-43<br />

240


Jané Camacho E et al. Efectividad de la ayuda oficial al desarrollo y los nuevos principios e instrumentos<br />

para la cooperación al desarrollo en salud<br />

Fondo Global, realizada por McKinsey 32 por encargo de<br />

uno de sus principales financiadores, identificaba como<br />

posibles ventajas la mayor atención a los problemas de<br />

salud a los que se dirigen, mejores políticas para su<br />

abordaje y una gestión más eficiente. No obstante, presentan<br />

numerosos problemas, entre los que destacan<br />

los siguientes: a) orientarse a la reducción de problemas<br />

de salud específicos, que no incluyen las enfermedades<br />

diarreicas y respiratorias en los niños menores<br />

de 5 años, es decir, las principales causas de muerte<br />

de este grupo de edad después de las causas neonatales<br />

33 ; b) utilizar mecanismos de gestión muy complejos<br />

y canalizar los recursos mediante agentes no gubernamentales;<br />

c) funcionar como programas verticales<br />

cuando, en la mayoría de los países, ya se había conseguido<br />

organizar los sistemas de salud por niveles de<br />

atención y grupos de población, y d) no garantizar suficientemente<br />

los recursos, por lo que, en ocasiones,<br />

no cumplen los compromisos adquiridos con los países<br />

receptores.<br />

En un solo caso, Mozambique, el Fondo Global se<br />

incorporó a un enfoque sectorial. Pero esta integración,<br />

iniciada a finales de 2004, presenta importantes retos,<br />

especialmente por la orientación vertical del fondo 34 .<br />

En relación con los nuevos instrumentos, el Plan Director<br />

impulsa la participación en enfoques sectoriales<br />

en salud y en el apoyo a las políticas de los países receptores.<br />

En este sentido, España (y Cataluña) contribuyen<br />

desde 2005 al fondo común que apoya el enfoque<br />

sectorial de salud en Mozambique 36 , y en 2007<br />

España se adhirió al fondo común del sector salud de<br />

Nicaragua 39 . Sin embargo, también incluye propuestas<br />

no sólo sobre políticas, sino sobre mecanismos de intervención<br />

(como el tratamiento para determinadas enfermedades)<br />

que, de no coincidir con los del país que<br />

recibe la ayuda, supondrán una contradicción entre las<br />

orientaciones 37 .<br />

Por último, no hay mecanismos que garanticen que<br />

las comunidades autónomas y los municipios van a seguir<br />

el Plan Director, ya que la cooperación es una competencia<br />

descentralizada. La existencia de planes estratégicos<br />

y otros instrumentos de definición de políticas<br />

y de planificación de muchas comunidades autónomas<br />

y municipios, así como el interés de cada agente por<br />

hacer visible su contribución en el terreno (expresado<br />

en múltiples rótulos y placas), hace más compleja la<br />

armonización de la propia cooperación española.<br />

La cooperación española y los nuevos<br />

instrumentos<br />

Hasta su adhesión a la Declaración de París, en<br />

marzo de 2005, la cooperación española escasamente<br />

había utilizado instrumentos programáticos 35,36 . En<br />

2004 inició un proceso de transformación –en el marco<br />

del Plan Director 2005-<strong>2008</strong>– para mejorar la cantidad<br />

y la calidad de la ayuda 37 . Así, en 2007, la ayuda oficial<br />

al desarrollo española prevista corresponde al 0,42%<br />

del PIB y se distribuye en un 40% en organismos multilaterales<br />

y en un 60% en cooperación bilateral (con<br />

un 95% no reembolsable). Esto representa un importante<br />

avance respecto a 2004, en que el volumen de<br />

recursos equivalía al 0,3% del PIB y se distribuía en<br />

un 37% para organismos multilaterales y en un 63% para<br />

ayuda bilateral (casi un 16% reembolsable, en forma<br />

de créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo [FAD], y<br />

vinculados a la compra de bienes y servicios a empresas<br />

españolas) 38 .<br />

En cambio, no ha disminuido la multiplicidad de agentes<br />

que gestionan la cooperación bilateral no reembolsable:<br />

16 ministerios, varios organismos públicos, comunidades<br />

autónomas, centenares de municipios y de<br />

ONG 38,39 . De igual manera, aunque se ha hecho un esfuerzo<br />

significativo en la racionalización de la ayuda,<br />

sigue distribuyéndose en demasiados países (alrededor<br />

de 50), sin una clara prioridad por los países de renta<br />

baja y en muchos sectores 38 .<br />

Conclusiones<br />

<strong>El</strong> desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza<br />

dependen de múltiples factores, entre ellos la AOD,<br />

que, por sí sola, no parece poder lograr un impacto sustantivo<br />

en estos aspectos. Pero además, la efectividad<br />

de la AOD en la forma en que se presta es limitada respecto<br />

a la reducción de la pobreza y la ayuda al desarrollo.<br />

Entre los factores que parecen haber influido<br />

en ello destacan la cantidad y la calidad de la ayuda,<br />

mediante proyectos y divergencia de prioridades con<br />

las políticas de los países receptores, así como la competencia<br />

con las políticas neoliberales.<br />

Ante la evidencia de la escasa efectividad de los proyectos<br />

de cooperación, la comunidad internacional suscribió<br />

compromisos basados en dos principios fundamentales:<br />

a) el gobierno receptor tiene que ser el único<br />

líder de las políticas nacionales y de su aplicación, y<br />

b) hay que reducir los costes vinculados a la AOD. En<br />

la aplicación de estos principios se utiliza para la entrega<br />

de la ayuda nuevos instrumentos (instrumentos<br />

programáticos) y estrategias (el enfoque sectorial).<br />

Las evaluaciones del apoyo presupuestario general<br />

y el enfoque sectorial parece mostrar resultados positivos<br />

de su empleo: ha fortalecido las políticas de reducción<br />

de la pobreza, las capacidades del gobierno y<br />

el diálogo con los donantes. No obstante, persisten todavía<br />

excesivos y diversos condicionamientos para los<br />

desembolsos por parte de los donantes y debilidades<br />

en las políticas y planes nacionales de los receptores.<br />

241<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):237-43


CAPÍTULO 5. COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y DESARROLLO EN SALUD<br />

Los fondos globales, otro instrumento relativamente<br />

nuevo aplicado al sector sanitario, si bien parecen<br />

haber incrementado la atención a los problemas de salud<br />

cuya solución promueven, no dejan de presentar problemas:<br />

a) ningún fondo aborda las dos primeras causas<br />

de mortalidad infantil en los países menos desarrollados:<br />

enfermedades diarreicas y respiratorias, y<br />

b) en su focalización vertical de problemas de salud se<br />

adaptan mal a los sistemas de salud organizados en<br />

función de grupos de población o de niveles asistenciales,<br />

más eficientes en la provisión de la atención.<br />

La cooperación española ha avanzado desde 2005<br />

de forma muy importante en su incorporación a la nueva<br />

orientación internacional, como se refleja en el Plan Director<br />

2005-<strong>2008</strong>, pero todavía tiene que aumentar el<br />

grado de coherencia entre las propuestas del Plan y<br />

esta orientación.<br />

Algunas recomendaciones<br />

Para aumentar la efectividad de la AOD española<br />

se debería mejorar la comprensión y la apropiación de<br />

las nuevas orientaciones por parte de los distintos agentes<br />

involucrados, así como de su armonización alrededor<br />

de políticas comunes.<br />

La AOD debería concentrarse en un menor número<br />

de países y sectores, ya que todos los trabajos sobre<br />

efectividad de la AOD indican que es necesario concentrar<br />

los esfuerzos de los cooperantes y optar por apoyar<br />

a los países y sectores con ventajas comparativas.<br />

Mientras se hacen los cambios necesarios para que<br />

la AOD española pueda ser gestionada con los procedimientos<br />

de los países receptores –mediante la participación<br />

en fondos comunes o en apoyo presupuestario–,<br />

se debería avanzar en la alineación de las<br />

acciones de la cooperación con las políticas de los gobiernos<br />

receptores.<br />

Teniendo en cuenta que en el sector salud es frecuente<br />

el empleo del enfoque sectorial, es en este campo<br />

donde la cooperación española tiene mayores posibilidades<br />

de empezar a experimentar (y de hecho ya lo está<br />

haciendo) con los nuevos principios e instrumentos.<br />

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242


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243<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):237-43


SÍNTESIS FINAL Y RECOMENDACIONES PARA LAS POLÍTICAS<br />

Síntesis final y recomendaciones para las políticas<br />

Beatriz González / Ildefonso Hernández / Ricard Meneu / Rosa M. Urbanos / María Luisa Vázquez *<br />

(Final summary and policy recommendations)<br />

«One day somebody with power may understand that<br />

more votes might be won from continuity, real personal<br />

concern, and restored trust.»<br />

Julian Tudor Hart<br />

A few lessons in screening for Gordon Brown<br />

BMJ. <strong>2008</strong>;336:123.<br />

<strong>El</strong> <strong>Informe</strong> <strong>SESPAS</strong> <strong>2008</strong> aporta una visión panorámica<br />

de las intervenciones públicas sobre la<br />

salud, adoptando una concepción amplia de<br />

la salud pública. Su objetivo, declarado desde el<br />

título, es contribuir a la mejora de la efectividad de estas<br />

intervenciones, lo que exige determinar su grado de<br />

logro actual y apuntar estrategias que permitan incrementarlo.<br />

Y esto es así, tanto en las políticas básicamente<br />

sanitarias como en otras muchas que también<br />

determinan el nivel de salud que alcanza la población.<br />

Mejorar la efectividad de las políticas sanitarias y poner<br />

la salud en las agendas de departamentos no sanitarios<br />

son tareas arduas que requieren un abordaje múltiple<br />

en el cual las sociedades científicas deben desempeñar<br />

un papel relevante.<br />

<strong>El</strong> <strong>Informe</strong> <strong>2008</strong> refleja la voluntad de <strong>SESPAS</strong> de intervenir<br />

en la arena pública para inducir los posibles cambios<br />

que favorezcan la salud pública, estimulando la participación<br />

social y todas las políticas que mejoren la salud<br />

y el bienestar, prescribiendo actuaciones necesarias, pero<br />

también identificando insuficiencias propias. En forma y<br />

en fondo, el <strong>Informe</strong> se impregna de esta intención. En<br />

el fondo, porque los editores hemos sugerido a cada uno<br />

de los colaboradores que sus contribuciones aporten una<br />

valoración del estado de la cuestión, pero también que<br />

tengan implicaciones directas en la acción práctica sobre<br />

*Las referencias a los contenidos de los capítulos de este<br />

informe se hacen con el nombre del primer autor entre<br />

paréntesis.<br />

Correspondencia: Beatriz González.<br />

Correo electrónico: bvalcarcel@dmc.ulpgc.es<br />

la salud pública: qué sabemos, qué queremos, qué podemos<br />

hacer. En la forma, mediante apartados específicos<br />

de cada capítulo donde los autores establecen recomendaciones<br />

de políticas o de acciones concretas para<br />

impulsar acciones hacia la salud.<br />

Anteriores <strong>Informe</strong>s <strong>SESPAS</strong> han contribuido a caracterizar<br />

el punto de partida. Aunque sea cierto que podemos<br />

encontrar un indicador para cada posición en el<br />

ordenamiento mundial que pretendamos alcanzar, desde<br />

la de liderazgo hasta la de farolillo rojo, España presenta<br />

una muy destacada posición en lo que a esperanza de<br />

vida se refiere. Si queremos ser más específicos y centrarnos<br />

únicamente en las causas de mortalidad innecesariamente<br />

prematuras y sanitariamente evitables, debemos<br />

tener en cuenta las limitaciones de este indicador,<br />

pero sin orillar que nos concede la cuarta posición mundial,<br />

sólo por detrás de Francia, Japón y Australia 1 . Estas<br />

causas de mortalidad sensibles a una buena actuación<br />

del sistema sanitario incluyen infecciones bacterianas,<br />

cánceres tratables, diabetes, complicaciones de procedimientos<br />

quirúrgicos y una parte de las cardiovasculares<br />

y cerebrovasculares. La mortalidad innecesariamente<br />

prematura y sanitariamente evitable no permite concluir<br />

sobre la efectividad de las políticas de salud pública, especialmente<br />

las más alejadas de los departamentos de<br />

salud, pero ayuda a establecer la referencia de partida:<br />

en un componente del bienestar tan importante como la<br />

salud, España ha alcanzado una buena situación. No obstante,<br />

son demasiadas las limitaciones de nuestro sistema<br />

que han sido analizadas en estos <strong>Informe</strong>s SES-<br />

PAS y que ofrecen un pronóstico sombrío. Abordamos<br />

en este informe una materia compleja y de gran alcance<br />

que hemos articulado en nueve dimensiones.<br />

Gobernabilidad<br />

Si algo es urgente en la salud pública actual es la<br />

necesidad de visibilidad, credibilidad y liderazgo en un<br />

contexto institucional difícil, donde la salud está muy presente<br />

en la realidad cotidiana pero con escasa articu-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53<br />

244


SÍNTESIS FINAL Y RECOMENDACIONES PARA LAS POLÍTICAS<br />

lación y muy baja prioridad en la agenda política (C. Artundo).<br />

Se precisa una reorganización global de la salud<br />

pública, en plena crisis institucional, y cambios de fondo<br />

en el gobierno de la sanidad. La crisis de la salud pública<br />

como profesión se manifiesta en una disociación<br />

entre información y acción, en una «trampa de la pirámide»<br />

propiciada por una organización jerárquica vertical<br />

incapaz de afrontar redes horizontales globalizadas<br />

de enfermedad y de salud. Las tensiones derivadas<br />

de la descentralización no están resueltas y es muy probable<br />

que se recrudezcan con las reiteradas tendencias<br />

centrífugas y la creciente escenificación del disenso<br />

partidista, en la que «hacer política» parece importar<br />

más que las políticas que efectivamente se hacen. Como<br />

consecuencia de ello, el Consejo Interterritorial tiene más<br />

de ring político que de consejo de administración del<br />

Sistema Nacional de Salud (SNS), y al Ministerio de Sanidad<br />

y Consumo (MSC) le falta liderazgo y capacidad<br />

institucional. Las estrategias globales a largo plazo que<br />

supongan cambiar el rumbo requieren gobernabilidad.<br />

La gestión pública ha de ser capaz de encontrar el lugar<br />

adecuado para la expresión de todos los intereses legítimos<br />

en su justa medida, refrenando los excesos de<br />

la presión de la industria, de los ciudadanos y los pacientes,<br />

de las corporaciones profesionales que anteponen<br />

las barreras de sus conveniencias, pero también<br />

de los miopes intereses de las comunidades autónomas<br />

(CCAA) contra el interés común del conjunto de<br />

la ciudadanía, imponiendo efectos externos en costes<br />

a otras CCAA. Un buen gobierno debe ser capaz de<br />

dar a la salud el nivel de prioridad que le corresponde<br />

según los ciudadanos. Como apuntaba recientemente<br />

Julian Tudor Hart, «quizás algún día alguien con poder<br />

comprenderá que pueden conseguirse más votos con<br />

la continuidad de las políticas, la atención a las preocupaciones<br />

reales de las personas y restaurando la confianza»<br />

2 .<br />

Ampliando los márgenes de las políticas<br />

Se requieren nuevas estrategias que amplíen el<br />

marco en el que se confinan las políticas de salud. Los<br />

profesionales y sus sociedades científicas suelen<br />

hacer oír su voz en medio de debates sobre aspectos<br />

parciales, coyunturales, interesados y a menudo irrelevantes<br />

sobre un problema de salud. Pero muy raramente<br />

consiguen desplazar el foco de atención hacia<br />

el marco en el que tales cuestiones se promueven y<br />

en el que deben articularse sus respuestas integrales.<br />

Las políticas de salud pública, y la epidemiología que<br />

las fundamenta, han de avanzar superando los límites<br />

de la sanidad, la biología y la conducta humana.<br />

Han de innovar metodológicamente con estudios de impacto<br />

en salud. Los profesionales de la salud pública<br />

han de participar activamente, pero con más independencia<br />

del poder político, acercándose a la población<br />

sin intermediarios. Se trata de subir un escalón, hacia<br />

los determinantes sociales de la salud, porque las políticas<br />

son «causas de enfermedad», como los agentes<br />

biológicos, genéticos, químicos o conductuales. Y<br />

la epidemiología ha de incluirlas como determinantes<br />

estructurales en el estudio de las causas de los problemas<br />

de salud (C. Álvarez-Dardet). La epidemiología<br />

social ha de pasar de la academia a la acción y de la<br />

vida contemplativa a la activa. Es preciso adoptar una<br />

actitud mas participativa, desarrollar más estudios de<br />

evaluación del impacto en salud y valorar el efecto en<br />

la salud de las decisiones de las instituciones que derivan<br />

del poder político.<br />

<strong>El</strong> marketing social es un ejemplo de tecnología diseñada<br />

como parte del núcleo duro de la empresa privada,<br />

que se exporta a la gestión pública (A. Beerli).<br />

Hay herramientas del marketing social que podrían ayudar<br />

a «vender salud», cambiando conductas, y también<br />

a influir en responsables políticos forzándoles a la rendición<br />

de cuentas. Las herramientas por sí mismas no<br />

son buenas ni malas, son instrumentos, y las de marketing,<br />

aplicadas a bienes sociales, se dotan de legitimidad<br />

cuando se emplean para construir conciencia pública<br />

y cambios de comportamiento, «haciendo visible<br />

lo invisible». La campaña de Tráfico «Vive. Y deja vivir»<br />

cambió el comportamiento de casi un tercio de los conductores<br />

españoles. En la práctica, sin embargo, las campañas<br />

del marketing social sólo manejan una de las cuatro<br />

«P» del marketing mix, la publicidad. Las estrategias<br />

de marketing social no se improvisan, puesto que han<br />

de cambiar conductas arraigadas, requieren tiempo, estrategia<br />

y cambios cognitivos y afectivos, que son los<br />

antecedentes de la conducta. Las fuerzas que compiten<br />

para cambiar el comportamiento de los ciudadanos<br />

son poderosas. Las campañas privadas de marketing<br />

de lo antisaludable, sofisticadas y costosas, son difíciles<br />

de contrarrestar con campañas publicitarias de marketing<br />

social sobre el cambio climático, el transporte<br />

público, el tabaco, la obesidad, el alcohol o la automedicación.<br />

De ahí la necesidad de un marketing que, promoviendo<br />

una actitud crítica y exigente de la población,<br />

apunte a los responsables políticos y les haga interesante<br />

«comprar» las políticas oportunas porque, además<br />

de beneficiosas para el interés general, les interesen<br />

a ellos mismos.<br />

Salud pública basada en la experiencia<br />

Evaluar el impacto de las intervenciones sobre la<br />

salud no es emular el método de los ensayos clínicos.<br />

La evaluación de las intervenciones sociales no admite<br />

simulaciones de condiciones experimentales, la<br />

245<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53


González B et al. Síntesis final y recomendaciones para las políticas<br />

atribución de los efectos a las acciones es siempre problemática<br />

y la tentación de la explicación contrafactual<br />

de los fracasos –«aunque no se han obtenido los resultados<br />

previstos, si no hubiésemos intervenido la situación<br />

aún habría sido peor»– es difícil de eludir. En<br />

la evaluación del impacto de los programas de salud<br />

pública, como en la vida, no sólo importan los resultados,<br />

también los procesos: el acceso a los frutos de una<br />

sociedad democrática tiene un impacto en la felicidad<br />

individual limitado, tal como se estudió en Suiza, si tal<br />

acceso no va acompañado del derecho a participar en<br />

el proceso social de decisión.<br />

Diferentes problemas acechan, y frecuentemente lastran<br />

las evaluaciones del impacto de programas de salud<br />

pública. Entre éstos destacan, sobre todo, no evaluar,<br />

pero también iniciar tardíamente la evaluación, evaluar<br />

el impacto sin evaluar los procesos, usar metodología<br />

inapropiada, no involucrar a los gestores, ignorar el contexto<br />

y obviar las desigualdades (C.G. Victora).<br />

<strong>El</strong> <strong>Informe</strong> revisa diversas experiencias, tanto exitosas<br />

como fallidas, en distintos ámbitos de intervención,<br />

destacando la lucha contra los riesgos cotidianos.<br />

Podemos aprender, y mucho, cómo hacerlo mejor en<br />

urbanismo (D. Gerez), con el tráfico y la contaminación<br />

(F. Ballester), y de los éxitos y fracasos de las estrategias<br />

multisectoriales.<br />

La «salud pública basada en la experiencia» puede<br />

ejemplificarse con el abordaje de dos problemas de salud<br />

relacionados con comportamientos individuales, tabaco<br />

y alcohol, que son historias ilustrativas de éxito (tabaco)<br />

y de fracaso (alcohol). <strong>El</strong> problema del alcohol<br />

no se formuló en los términos apropiados para combatirlo<br />

(J. Villalbí). No hubo un movimiento de prevención<br />

similar al del tabaco para contrarrestar la fuerza<br />

de los sectores económicamente interesados en su consumo.<br />

No se alcanzó consenso transversal ni se consiguió,<br />

al contrario que con el tabaco, redefinir el problema<br />

en términos de políticas públicas, ni crear un<br />

estado de opinión favorable a la prevención. Del fracaso<br />

podemos aprender que si no hay consenso social, los<br />

argumentos falsos y distorsionantes de la realidad son<br />

bienvenidos en un pacto de silencio contra la razón. Porque<br />

lo que se estaba juzgando no era el fallido anteproyecto,<br />

sino la madurez de la sociedad para reconocer<br />

un problema de salud que resulta del estilo de vida arraigado<br />

en la cultura mediterránea. Hemos aprendido que<br />

quienes prevén pérdidas presionan con más interés y<br />

ahínco que los potencialmente favorecidos, quienes a<br />

menudo no perciben los beneficios que pueden obtener.<br />

Los opositores despliegan todo tipo de entramados<br />

institucionales y organizativos para hacer oír su voz<br />

con diferentes entonaciones –productores, colectivos<br />

de presuntos usuarios, investigadores científicos supuestamente<br />

independientes…–, magnificando su presencia<br />

e influencia. Hemos aprendido que el consenso<br />

técnico no basta, es preciso el consenso político que<br />

sólo se consigue cuando la sociedad alcanza un determinado<br />

umbral crítico de madurez y conciencia del<br />

problema. Por último, hemos aprendido lo fácil que resulta<br />

tropezar dos veces en la misma piedra, el fracaso<br />

de 2007 es un remake del de 2002.<br />

Los riesgos cotidianos exigen cambios más que superficiales<br />

en las políticas de salud pública. <strong>El</strong> tráfico<br />

es uno de los puntos negros del país, en términos de<br />

accidentes, muertes, contaminación y coste de oportunidad<br />

para el ejercicio físico (F. Ballester). Viven en<br />

España unas 60.000 personas con alguna discapacidad<br />

provocada por un accidente de tráfico. Aunque se<br />

han puesto en marcha medidas para reducir la siniestralidad<br />

y, sobre todo, para mitigar la gravedad de las<br />

lesiones, España sigue en la cola. Por otra parte, España<br />

es el segundo país más ruidoso del mundo, y el<br />

80% del ruido lo produce el tráfico. Las políticas intersectoriales<br />

–urbanismo, vivienda, educación– que faciliten<br />

que las personas caminen y hagan bicicleta son<br />

muy coste-efectivas. Los grupos poblacionales que generan<br />

los riesgos del tráfico y la contaminación no coinciden<br />

con los que más se exponen a ellos, pero no se<br />

trata sólo de aplicar el principio pigouviano de internalizar<br />

las externalidades –quien contamina, que pague–,<br />

también se requiere redistribuir riesgos de los menos<br />

a los más privilegiados y entre áreas del gobierno. Las<br />

políticas públicas incapaces de promover estrategias beneficiosas<br />

por falta de coordinación y empatía intersectorial<br />

son claramente ineficientes. La raíz del problema<br />

del uso excesivo del transporte privado es de<br />

diseño social, por lo que debe abordarse como un problema<br />

poblacional (ciudades saludables) y no sólo como<br />

una cuestión individual (multar al conductor temerario).<br />

España podría aprender del plan inglés de 2000 de seguridad<br />

vial y empezar reconociendo la necesidad de<br />

reducir el tráfico rodado privado y la prioridad de peatones<br />

y ciclistas.<br />

En la sanidad, el médico desempeña un papel central<br />

en la asistencia, la investigación y la gestión. La formación<br />

de los médicos está en proceso de cambio a<br />

escala mundial, con una movilidad internacional creciente<br />

como telón de fondo. La formación médica en<br />

España afronta simultáneamente dos procesos, la<br />

convergencia con el Espacio Europeo de Educación Superior<br />

(EEES), a la vez que su necesaria reformulación<br />

esencial (M.G. Leyte). Falta equilibrio entre formación<br />

y empleo, entre teoría y práctica, entre saber y hacer,<br />

entre el corto y el largo plazo. Dar más contenido práctico<br />

al grado, mayor versatilidad a la especialización médica,<br />

con pasillos transitables para la segunda especialidad<br />

y con áreas de capacitación específica son<br />

algunos retos del sistema. <strong>El</strong> sistema MIR, uno de los<br />

buques insignia de nuestro sistema sanitario, empieza<br />

a hacer aguas por ciertas grietas que convendría cerrar<br />

cuanto antes, aprendiendo de la experiencia propia<br />

y ajena. Los dos grandes retos pendientes son las<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53<br />

246


SÍNTESIS FINAL Y RECOMENDACIONES PARA LAS POLÍTICAS<br />

áreas de capacitación específica y la reacreditación o<br />

recertificación periódica de los médicos. En ambos procesos<br />

las propias organizaciones profesionales han de<br />

ejercer el papel esencial.<br />

Nuestras experiencias exitosas de innovación, como<br />

el programa MIR, las actuaciones contra el tabaquismo,<br />

la atención primaria de salud o la evaluación de<br />

medicamentos han consistido casi siempre en adaptar<br />

localmente buenos inventos foráneos. Para innovar eficientemente<br />

debemos mirar hacia fuera, sin confundir<br />

innovar con copiar o utilizar inventos ajenos (V. Ortún).<br />

La información y la acción<br />

La información no se genera meramente en experimentos<br />

de preciso diseño, sino que procede básicamente<br />

de la acción previa. Para aprender de la experiencia<br />

se requiere ante todo memoria de ésta, algo que<br />

no es posible sin registros y explotaciones que conviertan<br />

datos dispersos en verdadera información. Su ausencia,<br />

o casi peor, su existencia fragmentaria, descoordinada<br />

y opaca, impiden la mejora por comparación,<br />

la rendición de cuentas y el empowerment de los ciudadanos.<br />

También limita la racionalidad en la toma de<br />

decisiones, facilita el despliegue de políticas regionales<br />

electoralistas y puede encubrir desigualdades territoriales<br />

sistemáticas que pongan en peligro a la larga<br />

la equidad del SNS.<br />

Desgraciadamente, los sistemas de información, que<br />

son el cemento del SNS casi federal al que hemos llegado,<br />

se han fragmentado progresivamente como<br />

efecto colateral, innecesario e indeseable de las transferencias<br />

que resulta carísimo para el propio sistema,<br />

y no meramente en términos de los importantes costes<br />

de desarrollo y aplicación de reinvenciones locales<br />

de respuestas a necesidades generales. A cambio de<br />

los dudosos beneficios de disponer de versiones adaptadas<br />

a supuestas especificidades vernáculas, se ha<br />

incurrido en los enormes costes que representa la pérdida<br />

de la información necesaria para poder orientar<br />

políticas que den respuesta a problemas comunes y permitan<br />

corregir desigualdades que quedan así enmascaradas.<br />

A los sistemas de información les falta integración,<br />

coordinación y rumbo. Están fragmentados por áreas,<br />

separando prestaciones, servicios y variables de índole<br />

administrativa, demográfica, clínica, epidemiológica y<br />

económica (C. Campillo). Tienen redundancias (registros<br />

repetidos, variables duplicadas en distintas bases<br />

de datos mutuamente invisibles) e importantes lagunas.<br />

Las servidumbres impuestas por unas herramientas informáticas<br />

obsoletas o inadecuadas y la inercia institucional<br />

y organizativa renuente a los cambios lastran<br />

la reconversión a un sistema de información avanzado,<br />

que hoy es técnicamente posible y sanitariamente<br />

imprescindible.<br />

Los sistemas de información son causa y consecuencia<br />

de la planificación y las políticas sanitarias. No<br />

podrá haber una estrategia del SNS sin estandarizar<br />

indicadores, nomenclatura, definiciones y, en último<br />

término, objetivos comunes, que pueden complementarse<br />

con objetivos específicos en cada comunidad.<br />

Ahora es cuando empieza a hacerse un importante esfuerzo<br />

en este sentido. Pero los costes son mucho mayores<br />

y las posibilidades de éxito mucho más pequeñas<br />

que si se hubiera iniciado esta tarea cuando se tenía<br />

la capacidad de organizar los sistemas de información<br />

de 10 comunidades, lo que habría tenido cierta capacidad<br />

de arrastre ahora inexistente. La integración del<br />

sistema de información es una tarea compleja y ardua<br />

que requiere una visión innovadora de qué valorar como<br />

resultado de las políticas e intervenciones que afectan<br />

a la salud, y el concurso de expertos en informática,<br />

de líderes del cambio organizativo, y de organismos reguladores.<br />

Entendemos que las políticas de información<br />

son uno de los ámbitos en los que menos discutible<br />

resulta la necesidad de un liderazgo claro que puede<br />

corresponder al MSC, lo que a su vez exige importantes<br />

cambios institucionales y de las reglas del juego del<br />

gobierno, aún anonadado por la pérdida de su misión<br />

gestora y poco dispuesto a reconfigurar su papel en el<br />

sistema que ha contribuido a diseñar.<br />

La información no sólo es un input para las políticas<br />

y la gestión, también es un elemento esencial para<br />

la calidad de la atención (S. Lorenzo), para incentivar<br />

adecuadamente a los agentes (S. Peiró), sacar ventaja<br />

de la descentralización a través de las mejoras por<br />

comparación (J.R. Repullo y J.M. Freire), y poner realmente<br />

al paciente en el centro del sistema. Informar<br />

adecuadamente a los ciudadanos les ayuda a cambiar<br />

conductas y a que decidan mejor cómo gestionar su<br />

salud (A. Beerli) y, en último término, profundiza en la<br />

democracia (A. Jovell). A diferencia de la asepsia de<br />

la evaluación con ensayos clínicos, donde el óptimo estándar<br />

es el doble ciego que nos aproxima a las condiciones<br />

ideales, aquí es preciso atender a las especificidades<br />

de ese relevante caso particular que es la<br />

realidad concreta, para lo que conviene considerar el<br />

contexto en el que se produce e involucrar a los gestores<br />

que deben moldearla (C.G. Victora).<br />

Entre los irrenunciables cometidos de los sistemas<br />

de información sanitaria destaca su contribución al cierre<br />

de la brecha entre eficacia y efectividad, entre investigación<br />

y acción. No basta con saber los mecanismos<br />

biológicos y la eficacia de las tecnologías, hay<br />

un componente traslacional esencial a los sistemas de<br />

salud que transforma la energía potencial de la investigación<br />

en cinética de la acción y que está fallando. La<br />

difusión de la evidencia científica es el medio de pasar<br />

de la investigación a la acción. Hay conocimiento que<br />

247<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53


González B et al. Síntesis final y recomendaciones para las políticas<br />

no se aplica: ¿por qué la cardiopatía isquémica, de la<br />

que tanto se sabe, se trata mal, y qué estrategias de<br />

difusión de información son más efectivas (E. Bernal).<br />

Hemos entrado en un nuevo entorno en el que generar<br />

nueva evidencia científica no es tan crucial como<br />

llevar a la práctica la aportación de la ya disponible. Para<br />

conseguirlo, no basta con saber, también hay que «ser»:<br />

una organización de personas, valores, cultura. En este<br />

contexto, las investigaciones endógenas –en el propio<br />

centro, diseñadas según sus necesidades– son más<br />

efectivas que las ajenas. Alcanzados los objetivos analíticos,<br />

propios del método científico, queda siempre lo<br />

más difícil: la implantación, que requiere los oficios de<br />

la política y de la gestión, sobre los que puede haber<br />

«ciencias» (todas las que tomen aspectos de la política<br />

y gestión como objeto de estudio) pero no «ciencia».<br />

La integración como eje de la acción<br />

A través del <strong>Informe</strong>, surge una y otra vez la necesidad<br />

de integración como eje vertebral de las políticas<br />

de salud. Es una preocupación recurrente, expresada<br />

por profesionales de todos los ámbitos de la salud<br />

pública. La falta de integración es a la vez síntoma y<br />

causa. Falta integración asistencial entre los servicios<br />

de salud pública y los asistenciales (A. Segura), entre<br />

la atención primaria y la especializada (J. Gérvas), entre<br />

lo sanitario y lo sociosanitario (V. Zunzunegui), entre los<br />

servicios de diagnóstico y los clínicos en los hospitales<br />

(B. Lumbreras). Hay una necesidad clara de integrar<br />

las políticas de transporte, medio ambiente y salud<br />

(F. Ballester), y también falta integración, a nivel macro,<br />

entre las políticas de salud y las empresariales/corporativas/industriales<br />

(V. Ortún).<br />

La integración entre la medicina asistencial y la salud<br />

pública es más nominativa que real. Los servicios de<br />

salud pública y, sobre todo, la atención primaria se encargan<br />

de la prevención. La atención primaria lo hace<br />

con orientación clínica e individual, más que comunitaria,<br />

sin aplicar con suficiente contundencia el «principio<br />

de la precaución» (A. Segura). La medicalización<br />

promueve el consumismo, descarga al individuo de su<br />

responsabilidad como gestor de su salud y produce yatrogenia,<br />

que a su vez requiere, paradójicamente, de<br />

la prevención cuaternaria.<br />

Lo individual y lo colectivo no encajan bien en España,<br />

donde los servicios de salud pública y los de atención<br />

primaria de salud casi se ignoran, y sus escasas<br />

relaciones son de desconfianza, lo mismo que las relaciones<br />

entre la atención primaria y la especializada.<br />

<strong>El</strong> necesario encaje se busca con distintas soluciones<br />

organizativas desde las diferentes CCAA. Algunas integran<br />

la salud pública en la red asistencial de atención<br />

primaria, mientras otras han creado una red de servicios<br />

de salud pública paralela a la atención primaria<br />

en el mismo territorio (A. Segura, C. Artundo). La mayoría<br />

de la actividad preventiva de la red asistencial se<br />

centra en las personas concretas, hecha a demanda,<br />

de forma oportunista, u organizada en programas cuyo<br />

cumplimiento formal suele ser un criterio de productividad<br />

variable en la nómina de los médicos. Estas actividades<br />

preventivas, en expansión acrítica (S. Márquez)<br />

suponen un coste de oportunidad y una carga creciente<br />

de trabajo para los médicos de familia, no siempre acompañada<br />

de incremento de recursos. No es raro llegar<br />

a la paradójica situación de atender antes al «niño sano»<br />

del correspondiente programa que al niño enfermo que<br />

acude a consulta con un proceso agudo. Aunque se va<br />

extendiendo una cierta preocupación por la falta de evidencia<br />

científica sobre los beneficios de gran parte de<br />

los cribados, pruebas diagnósticas y otras intervenciones<br />

preventivas integradas en la práctica clínica, no parece<br />

haber la suficiente inquietud por sus posibles e importantes<br />

efectos adversos.<br />

La integración es uno de los nuevos paradigmas de<br />

la modernidad. Uno de los retos del Estado del Bienestar<br />

es integrar la atención sanitaria y la social. Hay enfoques<br />

opuestos sobre esta cuestión, ambos enunciados<br />

y argumentados en el informe <strong>SESPAS</strong> <strong>2008</strong> a partir<br />

del conocimiento y la experiencia. En el primero (V. Zunzunegui)<br />

se aboga vehementemente por la integración<br />

de lo sociosanitario y lo sanitario en una reorganización<br />

dirigida hacia la «gestión de casos». La reciente<br />

aprobación de la Ley de Promoción de la autonomía<br />

personal y de atención a las personas en situación de<br />

dependencia se considera como una oportunidad para<br />

transformar los servicios sanitarios y sociales, aumentando<br />

la integración para atender la dependencia y los<br />

problemas de salud mental. Esta propuesta de reforma<br />

integradora, «mediante presupuestos comunes, definición<br />

de objetivos orientados al paciente, trabajo interdisciplinario<br />

y definición de responsabilidades<br />

profesionales» (V. Zunzunegui), podría ser un punto de<br />

partida para el debate social. Las experiencias de Canadá<br />

y de Italia son ilustrativas para España. Sin embargo,<br />

las perspectivas no son halagüeñas. Baste observar<br />

el proceso de elaboración de la llamada «Ley<br />

de dependencia», que se ha producido absolutamente<br />

al margen del sector sanitario.<br />

<strong>El</strong> segundo enfoque (J. Gérvas) considera que las<br />

soluciones «verticales» de integración tipo programas<br />

de gestión de enfermedades y de gestión de casos no<br />

son más que «una superestructura sanitaria, surgida<br />

a partir de elementos de la propia organización a mejorar,<br />

o ajena y paralela a la misma», y que no resuelven<br />

problemas, simplemente parchean el sistema sanitario.<br />

Gérvas afirma que las evaluaciones son<br />

insuficientes o contradictorias y, puesto que los cambios<br />

hacia la gestión de casos se han producido conjuntamente<br />

con otras reformas organizativas, es im-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53<br />

248


SÍNTESIS FINAL Y RECOMENDACIONES PARA LAS POLÍTICAS<br />

posible atribuir efectos a causas. Así enunciado el problema,<br />

nos remite a la crisis de la atención primaria,<br />

cenicienta del sistema asistencial. <strong>El</strong> mercado MIR es<br />

un indicador clarísimo en ese sentido: quedan vacantes<br />

plazas de Medicina de Familia, los médicos jóvenes<br />

prefieren no especializarse que ser residentes de<br />

Familia. <strong>El</strong> origen de este problema se remonta a la reforma<br />

de la atención primaria, que fue una reforma procontenido<br />

(de mejora de la oferta) no una reforma procoordinación<br />

(de apoyo a la labor de coordinación del<br />

médico general/de familia). La coordinación importa porque<br />

la falta de coordinación mata. <strong>El</strong> objetivo de cada<br />

médico de atención primaria es aproximar su capacidad<br />

de resolución a su capacidad de respuesta, lo que<br />

conseguirá con dedicación, experiencia y formación.<br />

Pero los incentivos implícitos en el sistema no ayudan<br />

a cerrar esa brecha entre lo que cada profesional y nivel<br />

asistencial podría hacer y lo que hace. <strong>El</strong> problema de<br />

incentivar adecuadamente la calidad no está bien resuelto,<br />

aunque proliferen esfuerzos de tipo «pago por<br />

resultados» (P4P, pay for performace) (S. Peiró).<br />

La atención del cáncer de pulmón (X. Bonfill)<br />

puede servir como trazador de los efectos negativos de<br />

la falta de integración asistencial. Los factores de riesgo<br />

son bien conocidos y prevenibles, empezando por<br />

el hábito tabáquico y la exposición ocupacional a sustancias<br />

carcinógenas. De momento, la detección precoz<br />

mediante cribado no es coste-efectiva y produce<br />

un alto porcentaje de sospechas con falsos positivos,<br />

con el consiguiente coste económico y psicológico de<br />

la intervención clínica. No está demostrado que ninguna<br />

técnica de cribado de cáncer de pulmón reduzca la mortalidad.<br />

Una vez diagnosticado, la supervivencia global<br />

al año es de alrededor de un 30%, y a los 5 años de<br />

un 12%, lo mismo en España que en la Unión Europea<br />

y en Estados Unidos. La supervivencia podría aumentar<br />

algo con una atención sanitaria mejor que redujera<br />

las demoras diagnósticas, pero se trata, en<br />

cualquier caso, de ganancias marginales para la población,<br />

aunque fundamentales para el paciente y su<br />

familia. Una demora mediana de un mes y 10 días para<br />

empezar el tratamiento, según pone de manifiesto el<br />

estudio Intercat para Cataluña, es excesiva y socialmente<br />

preocupante. Varias CCAA han puesto en marcha programas<br />

especiales para mejorar los circuitos de diagnóstico<br />

y tratamiento de cáncer de pulmón y otros, pero<br />

son excepciones de tratamiento express dentro de un<br />

sistema sanitario intrínseca y resignadamente lento. Incluso<br />

podría ser contraproducente, como en el Reino<br />

Unido 3 . La descoordinación entre niveles asistenciales<br />

tiene sus principales puntos negros en la entrada (retrasos<br />

en el diagnóstico) y en la salida (deficiencias de<br />

los cuidados paliativos) del paciente (X. Bonfill). Por otra<br />

parte, puesto que los tratamientos del cáncer de pulmón<br />

son de baja eficacia y alta toxicidad, debería escucharse<br />

más la voz de los pacientes (A. Jovell). La retórica<br />

ampulosa de la centralidad del paciente no parece<br />

traducirse en una estrategia de decisiones terapéuticas<br />

informadas, o compartidas (J.M. Abellán) con<br />

los pacientes.<br />

Siendo salud y renta los dos grandes componentes<br />

del bienestar, los medicamentos están en las órbitas<br />

de las políticas sanitarias e industrial, con frecuencia<br />

disjuntas y desintegradas (V. Ortún). Si bien la macropolítica<br />

farmacéutica, repartida entre niveles de la Administración,<br />

sigue siendo importante, las estrategias<br />

y medidas a los niveles meso y micro relacionadas con<br />

la gestión de la prescripción van cobrando importancia.<br />

A la hora de integrar conviene rehuir perspectivas<br />

estrechas. Los presupuestos para prescripción deben<br />

incluirse en presupuestos globales, huyendo de «mentalidades<br />

de silo». Los incentivos a los prescriptores no<br />

sólo deben ser monetarios, deberían complementarse<br />

con facilidades para la formación y la investigación, mejora<br />

de las condiciones de trabajo, desarrollo de la carrera<br />

profesional, estabilidad laboral, movilidad geográfica<br />

voluntaria, etc. Reconocer la autonomía del trabajo profesional<br />

de los médicos (asalariados) contribuye a su<br />

satisfacción laboral e implicación voluntaria con la calidad<br />

y con la sostenibilidad.<br />

La determinación de prioridades del sistema<br />

Desde la perspectiva positiva, lo más relevante es<br />

que la cultura de la evaluación ha impregnado los sistemas<br />

de decisiones sobre nuevas tecnologías, y que<br />

la eficiencia, o el coste-efectividad, se incluye entre los<br />

criterios (J. Oliva). La aparición del National Institute for<br />

Health and Clinical Excellence (NICE) británico representó<br />

el inicio de una nueva forma de guiar la práctica<br />

clínica. La clave es qué capacidad resolutiva se da a<br />

las agencias de evaluación de tecnologías. <strong>El</strong> modelo<br />

británico es una apuesta por ejercer la priorización según<br />

criterios explícitos por una agencia independiente y centralizada<br />

dotada de poder de decisión. Otros países<br />

están experimentando con los contratos de riesgo compartido<br />

entre la industria farmacéutica y los gobiernos<br />

sanitarios. Es una experiencia que vale la pena seguir<br />

de cerca en España, también por cómo resuelven las<br />

discordancias entre los informes de la Agencia Nacional<br />

de Evaluación y las agencias locales, generalmente<br />

más restrictivas.<br />

Porque en España tenemos problemas con la aplicación<br />

del principio de coste-efectividad. Hay contradicción<br />

entre los mensajes explícitos (en busca de racionalidad<br />

mediante el principio de coste-efectividad) y<br />

la práctica. Apenas hay cauces efectivos de participación,<br />

y las decisiones de asignación de recursos se basan<br />

más en la emulación entre CCAA (la guerra de «quién<br />

da más») que en la evaluación objetiva. Sin embargo,<br />

249<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53


González B et al. Síntesis final y recomendaciones para las políticas<br />

uno de los problemas centrales del SNS es decidir qué<br />

prestaciones se financian y cuáles se excluyen del aseguramiento<br />

público. Para fundamentar dichas decisiones<br />

hace falta información, análisis y anteponer los<br />

intereses del sistema y los ciudadanos a los de la organización<br />

política o los individuos que transitoriamente<br />

la encarnan. Aunque la evaluación de tecnologías sanitarias<br />

es una herramienta básica, las decisiones<br />

tienen un irreductible componente valorativo acerca del<br />

bienestar social, la utilidad de la salud y la calidad de<br />

vida. A nivel macro, aunque prácticamente todas las<br />

CCAA han aprobado planes de salud como instrumentos<br />

de planificación, muy pocas han empleado métodos<br />

explícitos y sistemáticos para establecer prioridades (F.I.<br />

Sánchez). Pese a la proliferación de agencias públicas<br />

de evaluación de tecnologías sanitarias, la evaluación<br />

económica no se incorpora a las decisiones macro de<br />

priorización, y los criterios de coste-efectividad apenas<br />

asoman tímidamente en algunos documentos de los planes<br />

regionales. A nivel meso se produce un fenómeno<br />

similar. Las recomendaciones sobre «mejores prácticas»<br />

de las guías generalmente ignoran los estudios económicos.<br />

A nivel micro, la priorización es todavía menos<br />

sofisticada. Siendo las listas de espera uno de los problemas<br />

más graves de la sanidad pública, los criterios<br />

para posicionar a los pacientes en las listas suelen ser<br />

burocráticos, predominando el simple método FIFO (first<br />

input first output) para pruebas diagnósticas, consultas<br />

e intervenciones quirúrgicas electivas. Los «sistemas lineales<br />

de puntos», empleados en algunos países, podrían<br />

ser un referente para España.<br />

En este sentido, hay que prestar especial atención<br />

a los riesgos identificados y las direcciones de avance.<br />

Las evaluaciones deben ser transparentes, y las decisiones<br />

deberían basarse en la información pública disponible<br />

y los análisis de ésta (volvemos al problema de<br />

la información, que si no es buena difícilmente puede<br />

conducir a decisiones acertadas); deberían evaluarse no<br />

sólo los nuevos medicamentos sino también tecnologías<br />

en uso de efectividad sospechosa, así como las intervenciones<br />

de carácter preventivo que afectan a hábitos<br />

y estilos de vida (tabaquismo, obesidad, alcoholismo,<br />

etc.) y, en general, las de salud pública. En suma, nuestro<br />

sistema es fragmentado y las agencias no tienen capacidad<br />

decisoria sino menos que consultiva. Su influencia<br />

en la práctica es muy limitada. Finalmente, suele<br />

olvidarse que la evaluación es un proceso continuo, no<br />

puntual, y las decisiones deben reconsiderarse en función<br />

de los datos de efectividad que se van recogiendo.<br />

Desde una perspectiva amplia, entre las prioridades<br />

del sistema deberíamos incluir el avance de la I+D. En<br />

este sentido, para progresar convendría aumentar el gasto<br />

privado en I+D farmacéutica y localizar en España las<br />

actividades de mayor valor añadido de la industria farmacéutica<br />

y biotecnológica. Ya hemos convergido con<br />

los países más desarrollados en cuanto a publicaciones<br />

científicas, financiadas con dinero público, pero seguimos<br />

muy a la zaga en patentes, financiadas mayormente<br />

con dinero privado y con fines lucrativos. Los países escandinavos<br />

y Holanda lo están haciendo bien, y pueden<br />

servir de referencia a España (V. Ortún). Además, hay<br />

que defender este argumento desactivando simultáneamente<br />

el «chantaje» al que nos someten las empresas<br />

farmacéuticas: esto es, que para gastar más en I+D,<br />

hay que garantizarles mayores retornos.<br />

Las preferencias de sus usuarios<br />

La atención de las preferencias de los usuarios exige<br />

previamente su expresión. Hay dos tipos de participantes<br />

bien diferenciados, los pacientes –y su entorno, es decir,<br />

los ciudadanos enfermos– y los ciudadanos sanos. Sus<br />

intereses a corto plazo no siempre coinciden. Ambos<br />

deben participar (A. Jovell). Escuchar la voz de los pacientes<br />

en el sistema de salud no sólo es bueno para<br />

la democracia, también lo es para la efectividad del propio<br />

sistema sanitario porque los pacientes son capaces<br />

de percibir necesidades específicas no identificadas<br />

por los expertos y de encontrar soluciones a<br />

problemas concretos. También, con la adecuada información,<br />

de expresar sus personales elecciones ante cursos<br />

alternativos de acción.<br />

<strong>El</strong> modelo de relación debe cambiar. La garantía de<br />

la calidad de la información a la que el paciente accede<br />

debe ser una parte importante de la calidad del proceso<br />

sanitario (S. Lorenzo). Las CCAA han desplegado<br />

un importante esfuerzo normativo de reconocimiento<br />

formal de derechos de los pacientes. Sin embargo, hay<br />

una brecha entre los derechos de información del paciente,<br />

en teoría garantizados, y su efectiva puesta en<br />

práctica. Reconocer el derecho a elegir pero no dar información<br />

sobre la calidad de las opciones disponibles<br />

no sirve de mucho. Es preciso contar con audits sistemáticos<br />

de calidad asistencial. <strong>El</strong>aborar y difundir un<br />

sistema de indicadores homogéneos y válidos para que<br />

los pacientes conozcan la calidad del sistema, y el sistema<br />

la percepción de los grupos de pacientes, es una<br />

línea de avance que contribuye, además, a difundir las<br />

mejores prácticas. Pasar del «despotismo sanitario»<br />

(todo para el paciente pero sin el paciente) a la aportación<br />

de la información relevante para la toma de decisiones,<br />

es otro paso a dar. Porque mientras está surgiendo<br />

el e-paciente, la mayor parte de las webs de<br />

información sanitaria son plataformas publicitarias de<br />

todo tipo de proveedores sanitarios, con importantes sesgos<br />

y omisiones.<br />

En un medio con tan claras asimetrías es comprensible<br />

que encuentre grandes oportunidades la industria<br />

de la prevención, enfocada al individuo más que<br />

a la comunidad (S. Márquez). Se admite el falso tópi-<br />

Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53<br />

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SÍNTESIS FINAL Y RECOMENDACIONES PARA LAS POLÍTICAS<br />

co de que las intervenciones preventivas individuales<br />

son inocuas y, por tanto, se desdeñan sus posibles efectos<br />

negativos, aceptando la implacabilidad lógica del<br />

«todo vale» porque «más vale prevenir». Es importante<br />

que los ciudadanos estén informados sobre los beneficios<br />

y riesgos de las estrategias diagnósticas disponibles.<br />

Hay que mejorar la información de los efectos<br />

adversos de las actuaciones preventivas. Hay que informar<br />

mejor a los ciudadanos, y dejar que opten; hay<br />

que fomentar su responsabilidad en el cuidado de la<br />

propia salud.<br />

También una multiplicidad de tests genéticos ya disponibles<br />

se va incorporando a las carteras de servicios<br />

del SNS de forma descoordinada y sin conocimiento<br />

suficiente de sus costes y beneficios, en una estrategia<br />

claramente dependiente de la oferta. Una vez constatado<br />

que hay excesivo entusiasmo por las pruebas<br />

diagnósticas, ¿cómo evitar pruebas innecesarias (B.<br />

Lumbreras). Es preciso hacer una evaluación exhaustiva<br />

de la yatrogenia diagnóstica, y reducir la frecuencia<br />

de peticiones de pruebas y determinaciones innecesarias.<br />

Para ello se han empleado diferentes tipos de<br />

intervención basadas en la formación, en la información<br />

(feedback de los resultados, difusión de protocolos),<br />

en los incentivos y en los controles administrativo-burocráticos.<br />

A largo plazo, dan resultado las que<br />

combinan múltiples tipos de intervención.<br />

La «prevención cuaternaria», evitar daños de la asistencia,<br />

necesita procedimientos efectivos que garanticen<br />

la seguridad de los pacientes en su paso por el sistema<br />

asistencial. Es lógico mirar hacia los sectores<br />

donde la seguridad es vital, como la aviación, para<br />

aprender qué se puede hacer en los hospitales y centros<br />

de salud, por analogía, para prevenir actuaciones<br />

indeseadas (C. Aranaz). En España, el estudio ENEAS<br />

ha supuesto un avance sustancial en el conocimiento<br />

del problema. Sabiendo en qué piedras se suele tropezar,<br />

hay que poner remedios mediante estándares<br />

consensuados de prácticas que minimicen la posibilidad<br />

de errar. Afortunadamente, parece que se están<br />

tomando medidas. Se están creando unidades funcionales<br />

de Seguridad del Paciente en todo el SNS, que<br />

han de cambiar la cultura (de la culpabilización por los<br />

errores a la mejora gracias a ellos), han de desarrollar<br />

medidas y estrategias específicas de prevención (sistemas<br />

de notificación y registro, seguimiento de indicadores<br />

de seguridad, además de los sistemas tradicionales<br />

de vigilancia), y han de analizar y gestionar el<br />

riesgo clínico con instrumentos sofisticados, en parte<br />

importados de otros sectores.<br />

Aceptado que el paciente debería tener un papel central<br />

en las decisiones clínicas, la dificultad estriba en<br />

cómo conseguirlo: ¿cómo incorporar las utilidades y preferencias<br />

de los pacientes en el proceso clínico (J.M.<br />

Abellán). <strong>El</strong> modelo de «toma de decisiones compartidas»<br />

entre paciente y médico podría mejorar la efectividad<br />

de los tratamientos electivos y el bienestar de<br />

los pacientes; sin embargo, en la práctica clínica no se<br />

suele emplear, ya sea porque no se considera tan esencial<br />

o por restricciones de tiempo y recursos. Un paso<br />

adelante sería incorporar protocolos sobre manejo de<br />

preferencias de los pacientes en las propias guías de<br />

práctica clínica. En España, desgraciadamente, estamos<br />

lejos del óptimo; no sólo la voz de los pacientes<br />

se desoye en las guías y en las consultas, sino que los<br />

consentimientos informados de los pacientes suelen ser<br />

meros trámites que no informan.<br />

Un sistema de salud vigilante de la equidad<br />

<strong>El</strong> SNS español ha sido calificado de menos eficiente<br />

que equitativo. Incurre más bien en situaciones de abuso<br />

moral (uso excesivo de servicios de poca efectividad que<br />

se ofrecen gratuitamente, o muy subvencionados) que<br />

en desigualdades injustas en el acceso a sanidad por<br />

cuestiones de género, edad o condición socioeconómica.<br />

Las raíces de las desigualdades son previas, y están<br />

arraigadas en las profundidades del gradiente social. No<br />

debe responsabilizarse al sistema sanitario de la tarea<br />

de redistribuir renta o reducir desigualdades esenciales,<br />

pero el sistema sanitario debe estar muy vigilante<br />

de no profundizar en ellas. Al estudio de las desigualdades<br />

sociales en salud se han dedicado muchos y muy<br />

buenos estudios, también en los informes <strong>SESPAS</strong> de<br />

años precedentes. Sin embargo, hay dos dimensiones<br />

de la equidad que no suelen abordarse, a las que hemos<br />

dedicado nuestra atención. Una es la equidad intergeneracional,<br />

otra es la relacionada con los «nuevos españoles»,<br />

los inmigrantes. Desde 1980 hasta 2000, el<br />

grupo de edad más avanzada ha ganado recursos públicos,<br />

incluso ajustando por envejecimiento poblacional,<br />

a costa de grupos «perdedores» de la generación<br />

de trabajadores más joven (G. López Casasnovas). Para<br />

un reparto «justo» del gasto social, incluido el sanitario,<br />

las políticas sociales deberían ser más horizontales,<br />

centradas en los destinatarios finales, con origen<br />

interdepartamental y destino intersectorial.<br />

En 1998 en España teníamos un testimonial 1,6%<br />

de residentes extranjeros, contando inmigrantes económicos<br />

de países pobres y europeos de países fríos.<br />

En 2007, ya alcanzaban el 10% de la población. <strong>El</strong> sistema<br />

de salud ha de adaptarse a la nueva situación y<br />

al perfil diferencial de los «nuevos españoles». Los inmigrantes<br />

económicos son más jóvenes y sanos que<br />

la media de españoles, y en consecuencia utilizan<br />

menos los servicios sanitarios. Son más sanos que sus<br />

compatriotas no emigrantes, por el sesgo de selección,<br />

pero es posible que su salud tienda al deterioro por varias<br />

causas, incluido el entorno de pobreza, la marginación<br />

y el hacinamiento en el que viven, que los hace<br />

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González B et al. Síntesis final y recomendaciones para las políticas<br />

más vulnerables a la enfermedad. La red necesita poca<br />

adaptación de infraestructura, con la excepción de los<br />

servicios materno-infantiles en algunos lugares, y multiculturalidad<br />

(B. Rivera). Las dificultades fácticas de acceso<br />

por problemas de comunicación superan las barreras<br />

formales de acceso.<br />

Mejorando la cooperación internacional en salud<br />

Las desigualdades injustas no sólo se producen en<br />

el interior de España, también y, sobre todo, entre países<br />

ricos y pobres. A <strong>SESPAS</strong> como sociedad, y al informe<br />

<strong>2008</strong> le preocupan las desigualdades en salud<br />

que traspasan las fronteras de los países. <strong>El</strong> capítulo<br />

5 del informe propone algunas líneas para mejorar la<br />

eficacia de las intervenciones en salud de la cooperación<br />

española a partir del análisis y la reflexión sobre<br />

experiencias internacionales en ayuda al desarrollo.<br />

A pesar de la escasez de evaluaciones sobre la efectividad<br />

de la ayuda al desarrollo, hay consenso sobre<br />

su limitado impacto en la reducción de la pobreza y el<br />

desarrollo sostenible, atribuido, entre otros, a su insuficiente<br />

cuantía; la introducción de estrategias neoliberales<br />

que no favorecen políticas sociales y la dispersión<br />

de los recursos en proyectos divergentes de las políticas<br />

nacionales (E. Jané). Un ejemplo de estrategias de<br />

desarrollo que no han logrado sus objetivos son las reformas<br />

de los sistemas de salud impulsadas por las agencias<br />

financieras multilaterales (Banco Mundial y Fondo<br />

Monetario Internacional). <strong>El</strong> análisis de una de las más<br />

promovidas, la introducción del mercado en la gestión<br />

del aseguramiento y provisión en salud «competencia<br />

gestionada» muestra cómo años después de su implantación,<br />

la financiación de estos sistemas de salud<br />

sigue siendo inequitativa y el acceso a los servicios de<br />

salud limitado, mientras persiste la segmentación y aumentan<br />

los costes de administración (I. Vargas). Aunque<br />

la cooperación española apoyaba el fortalecimiento<br />

de los sistemas públicos, su enfoque ha sido poco<br />

efectivo. Debería centrar su esfuerzo en influir en la reorientación<br />

de las políticas de desarrollo del Banco Mundial,<br />

las agencias de las Naciones Unidas y, sobre todo,<br />

la Unión Europea para promover el fortalecimiento de<br />

sistemas públicos de salud y, como país, debería contribuir<br />

al proceso nacional de gerencia en salud.<br />

Las contradicciones de la ayuda al desarrollo también<br />

se muestran en los habituales programas asistenciales<br />

de cooperación dirigidos a los más pobres que<br />

tienden a profundizar la dependencia y desviar la atención<br />

de los determinantes de la salud. Así, la revisión<br />

de la efectividad de dos programas estatales que recibieron<br />

ayuda de la cooperación en Colombia y <strong>El</strong> Salvador<br />

indican que, por un lado, el potencial beneficio<br />

de los programas de seguridad alimentaria en países<br />

en vías de desarrollo desaparece ante el funcionamiento<br />

inequitativo e ineficaz del comercio internacional, concretado<br />

en políticas agrícolas proteccionistas de los países<br />

desarrollados; en el país receptor, por la presión<br />

del mercado que genera la priorización de los sectores<br />

más competitivos impidiendo que la ayuda llegue<br />

a los pequeños productores; finalmente, a nivel micro,<br />

las evaluaciones negativas conllevan el cierre de los programas,<br />

una vez creada la dependencia. Por otro lado,<br />

los programas dirigidos a actuar sobre los determinantes<br />

de la salud pueden chocar con los intereses de los gobiernos,<br />

sin cuyo apoyo difícilmente recibirán ayuda internacional.<br />

Se puede concluir (E. Espinoza) que los<br />

países donantes sólo deberían apoyar componentes<br />

asistenciales en programas que enfrenten claramente<br />

los determinantes sociales de la salud y de las inequidades<br />

en salud (E. Espinoza).<br />

Ante la escasa efectividad de la ayuda oficial al desarrollo,<br />

la comunidad internacional suscribió en la Declaración<br />

de París (2005) nuevos principios, objetivos<br />

e instrumentos para la cooperación. La evaluación de<br />

las nuevas formas de entrega de la ayuda –instrumentos<br />

programáticos y estrategias, como el enfoque sectorial–<br />

parecen indicar resultados positivos (E. Jané). La cooperación<br />

española –caracterizada por su dispersión<br />

geográfica, la financiación por numerosas entidades y<br />

ejecución por muchos actores a través de multiplicidad<br />

de proyectos –con su Plan Director de 2004 y su adhesión<br />

a la declaración de París–, inició un proceso de<br />

transformación para mejorar la cantidad y la calidad de<br />

la ayuda. No obstante, al ser una competencia descentralizada,<br />

se carece de mecanismos para garantizar<br />

la adhesión al Plan de CCAA y municipios, con interés<br />

en hacer visible su contribución. Para aumentar<br />

la efectividad de la ayuda oficial al desarrollo se debería<br />

mejorar la comprensión y la apropiación de las nuevas<br />

orientaciones por parte de los distintos agentes involucrados,<br />

así como su armonización alrededor de<br />

políticas comunes, concentrarse en un menor número<br />

de países y sectores e introducir progresivamente nuevos<br />

instrumentos (E. Jané).<br />

En síntesis, para contribuir eficazmente a la mejora<br />

de la efectividad de las intervenciones públicas sobre<br />

la salud, parece que puede ser útil adoptar una actitud<br />

más participativa que prescriptiva, y desarrollar más y<br />

mejores estudios de evaluación del impacto en salud,<br />

empezando a valorar también el efecto en la salud de<br />

las decisiones de las instituciones públicas. En esta tarea<br />

los profesionales de la salud pública resultarán más valiosos<br />

en la medida que resulten más visibles y más creíbles.<br />

Para ello, deberían tender a una mayor independencia<br />

del poder político, suministrar información<br />

directamente a la población y otros interesados, y enfrentar<br />

el desarrollo pleno de sus competencias, más<br />

desde perspectivas profesionales que como meros elementos<br />

de importantes estructuras burocráticas.<br />

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SÍNTESIS FINAL Y RECOMENDACIONES PARA LAS POLÍTICAS<br />

Agradecimientos<br />

Agradecemos a los autores de los capítulos su trabajo generoso<br />

y desinteresado. A Vicente Ortún, sus sugerencias y<br />

aportaciones a este capítulo; a José Ramón Repullo y a Lluís<br />

Bohigas su apoyo y ánimos durante todo el proceso.<br />

Bibliografía<br />

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an earlier analysis. Health Affairs. <strong>2008</strong>;27:58-71.<br />

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3. Jiwa M, Saunders C. Fast track referral for cancer. BMJ.<br />

2007;335;267-8.<br />

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Gac Sanit. <strong>2008</strong>;22(Supl 1):244-53

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