Revista Junio 2014

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Vámonos
de
PESCA
Róbalo / Lubina
“Dicentrarchus labrax”
L
a lubina se pesca cerca de la orilla, a menudo a escasa
profundidad. Son adecuadas las embarcaciones pequeñas,
de poco calado, fáciles de maniobrar y con buena
visibilidad a proa. Son suficientes cañas y carretes con
una potencia de 20 libras, que permiten afrontar cualquier
eventualidad. También son óptimas las cañas de
spinning. La elección de los sedales debe ser cuidadosa.
La lubina es en extremo recelosa, sobre todo en aquellos
lugares donde es muy perseguida.
El diámetro de la línea madre nunca superará los 0,40
mm y el terminal de fluorocarbono será menor de 0,30
mm. La lubina ataca a varios tipos de cebos artificiales.
El tamaño de los cebos depende de las lubinas que se
esperan encontrar, aunque no es infrecuente que grandes
róbalos entren a señuelos diminutos mientras que
ejemplares pequeños ataquen a artificiales grandes, por
su instinto más activo y su menor desconfianza. Los más
utilizados y los que proporcionan más capturas son los
señuelos de tamaño medio, entre 9 y 15 centímetros que
por su volumen no sólo son atractivos para los ejemplares
pequeños y medianos, sino también para lubinas entradas
en kilos.
Entre los peces artificiales da buenos resultados la serie
original rapala flotante, de 12 centímetros y colores azulados.
También proporcionan capturas los pins magnet
floating de Yo-Zuri de color plateado y los pins minnows
azul verdosos de la misma marca. En las aguas con escasa
visibilidad son preferibles los artificiales de colores
más vistosos: cuerpo blanco con bandas oblicuas anaranjadas
o cuerpo de colores amarillentos y verdosos,
ambos con la cabeza rojiza. Los peces artificiales se emplean
en superficie o en profundidad y, normalmente, de
manera aislada.
Las lubinas suelen pescarse en aguas bajas mediante el
curricán de superficie. Sin embargo, también se obtienen
capturas, a menudo de respetable tamaño, con aparejos
plomeados en función de la profundidad a la que se
quiera trabajar, que nunca será excesiva. Los plomos
deben ser hidrodinámicos, que no formen estelas bajo
el agua, pues ello espantaría a las lubinas. En el aparejo
de superficie se puede intercalar un buldó a modo de
excitador. La distancia de trabajo no será inferior a 40
metros, más bien próxima a los 100 metros, o incluso
es aconsejable superarlos, según el ruido producido por
la embarcación.
Las mejores horas para pescar lubinas son las nocturnas,
el amanecer y el anochecer. Son bastante fructíferas
aquellas en las que el sol asciende por el horizonte, entre
las 8 y 10 de la mañana, pero no pocas lubinas grandes
se han capturado con el sol en su cénit, al mediodía. El
róbalo se pesca todo el año, pero las mejores estaciones
son la primavera y, sobre todo, el otoño, momento en
que pueden capturarse especímenes soberbios. El verano
es la peor época, al menos en aguas bajas.
magazineCADIZ Número 7