Leandro Ramos
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Características, Dinámicas y Condiciones de Emergencia de las Pandillas en Bogotá<br />
culturales y (d) adopción de un conjunto de saberes que enfatizan que los<br />
períodos de edad “poseen” una especificidad que debe revertir en todas<br />
sus formas de interrelación, y que controvierte formas de socialización<br />
acostumbradas y sentidos de realidad trasmitidos. Esta serie de procesos<br />
son centrales para el primer orden social moderno – capitalista, puesto<br />
que sus efectos de estructuración comportamental legítima (“normalidad”)<br />
elevan significativamente la productividad.<br />
Igualmente el poder de determinación del Estado genera en concordancia<br />
con la configuración del orden social, grupos etáreos homólogos entre<br />
las clases sociales, convocando el paso por una misma cohorte (p.e.,<br />
“adolescencia”), promulgando para ellos actividades obligatorias (p.e.,<br />
escuela, servicio militar) y restringiendo o flexibilizando regímenes<br />
normativos legales para otros grupos etáreos (p.e., voto, consumo de<br />
sustancias psicoactivas, inimputabilidad penal). Pero esta homología es<br />
ante todo abstracta, y su materialización empírica es, no sólo un asunto<br />
por definir, sino precisamente uno de los criterios de elaboración de las<br />
coordenadas y de los ejes que permiten establecer los parámetros de<br />
acumulación de propiedades que han hecho las diferentes personas según<br />
el grupo etáreo al que pertenezcan. En conclusión, la visión y división<br />
de grupos etáreos está socialmente determinada, varía históricamente y<br />
además se sujeta a un proceso de categorización que puede optar en los<br />
extremos por la estigmatización o el enaltecimiento.<br />
Planteada de esta manera la condición etárea, los grupos que genera y su<br />
patrón de conductas constitutivo, desautoriza presumir, necesariamente,<br />
la realidad y ponderación, por cuanto comprobables empíricamente y con<br />
grados estimables de atribución a la generalidad, de una serie de lugares<br />
comunes, que en torno a la “juventud”, que será el grupo etáreo relevante<br />
para nuestro análisis, son muy persistentes. Destaca, por ejemplo, el punto<br />
de partida, que termina muchas veces siendo el mismo de llegada, tanto<br />
en el mundo académico como oficial, que elabora una representación de<br />
la juventud como un grupo social unitario, ajeno a las determinaciones<br />
estructurales del espacio social, y que convierte de esta manera una cohorte<br />
en un grupo etáreo transversal y hasta autoconsciente. La ‘juventud’<br />
también se presume como una “etapa” turbulenta, en conflicto natural con<br />
las normatividades establecidas, 17 creadora infatigable de nuevas normas y<br />
17<br />
“La consideración de los documentos literarios y de la literatura psicológica induce a<br />
comprender ese período adolescente como determinado por el conflicto entre padres e hijos<br />
y una etapa de evolución necesaria. A menudo parece como si ese estadio fuera siempre<br />
igual y casi natural, un período que todos los adolescentes tienen que atravesar en todos los<br />
tiempos y todas las sociedades. Pero esto es un malentendido, tal como lo muestran estudios<br />
históricos y análisis sociológicos exactos”: Allerbeck K. y Rosenmayr L. (1979).<br />
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