En este libro, Melchor Cano, trata de explicar y ... - amoz.com.mx
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obispos podrían per<strong>de</strong>r la fe en Cristo. Sus argumentos son: el Señor lo anuncia: esta noche se<br />
escandalizarán (Mt 26,31); las palabras <strong>de</strong> las mujeres les parecieron <strong>de</strong>lirios (Lc 24,10); Cristo<br />
echó en cara su incredulidad y dureza <strong>de</strong> corazón (Mc 16,4); y san Agustín dice que los discípulos<br />
fueron vencidos por el ladrón. Sin embargo no se <strong>de</strong>be <strong>de</strong> creer que todos los apóstoles perdieron la<br />
fe, a no ser que se piense que todos fueron infieles. Pues la fe una vez recibida no <strong>de</strong>saparece sino<br />
por infi<strong>de</strong>lidad. Sin embargo, cuando faltaron todavía no eran jefes <strong>de</strong> la Iglesia. Y cuando fueron<br />
constituidos <strong>com</strong>o pastores mantuvieron siempre la Fe Católica.<br />
[2] Cuando los herejes afirman que los pastores <strong>de</strong> la Iglesia son hombres y pue<strong>de</strong>n engañar y ser<br />
engañados, olvidan que los pastores no pue<strong>de</strong>n caer en una falsa doctrina porque han recibido el<br />
Espíritu <strong>de</strong> Verdad, por tanto todos los doctores <strong>de</strong> la Iglesia son hombres, dirigidos y llevados a los<br />
dogmas verda<strong>de</strong>ros por el Espíritu divino, y no pue<strong>de</strong>n caer en falseda<strong>de</strong>s.<br />
[3] Algunos piensan que nosotros no creemos «en» la Iglesia porque está formada por hombres y<br />
en verdad todo hombre es mentiroso. Rufino afirma: no se dice creer «en» la Iglesia, sino hay que<br />
creer «a» la Iglesia, no <strong>com</strong>o a Dios, sino <strong>com</strong>o Iglesia unida a Dios.<br />
[4] Los herejes dan a la Iglesia un nombre odioso y oscuro y consi<strong>de</strong>ran aquella Iglesia que ningún<br />
mortal ha visto hasta ahora; nosotros en cambio nos quedamos con la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Iglesia según la<br />
costumbre <strong>de</strong> la Palabra Divina y <strong>de</strong> nuestra vida; fijémonos en la Iglesia que existe y <strong>de</strong>jemos <strong>de</strong><br />
hablar <strong>de</strong> la que no existe en ninguna parte.<br />
CANO, <strong>Melchor</strong>, De Locis Theologicis, Juan Belda Plans (ed.), Serie Biblioteca Clásica, BAC maior<br />
85, Madrid 2006, pp. 219-287.