12(1920) - OdeMIH

Que de tal modo la aflicción me embarga
Pensando en la posible despedida,
Que imagino ha de ser tarea amarga
Llevar la vida, como inútil carga,
Después de vuestra vida.
-Ese plazo fatal, sordo, inflexible,
Miro acercarse con profundo espanto,
Y en dudas grita el corazón sensible:
—((Si aplacar al destino es imposible,
¿Para qué amarnos tanto?.».
Para estar juntos en la vida eterna
Cuando 'acabe esta vida transitoria:
Si Dios, que el curso universal gobierna,
Nos devuelve en el cielo esta unión tierna,
Yo no aspiro a más gloria.
Pero en tanto, buen Dios, mi mejor palma
Será que prolongueis la dulce calma
Que hoy nuestro hogar en su recinto encierra:
Para marchar yo sólo por la tierra
No hay fuerzas en mi alma.
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VICENTE W. QUEROL.
FRAY GABRIEL, TELLEZ
(Conclusión)
Siendo esencialmente un autordramático, no está sin embargo,
perfecta y completamente representado por su teatro, cuya
primera parte salió a luz en 1627, la tercera en 1634, la segunda
y la cuarta en 1635, y la quinta en 1637. Una de sus más
célebres comedias es El condenado por desconfiado, de la cual quieren
algunos privar a Tirso; no obstante la manera de tratar el
asunto es característica de nuestro fraile. Paulo que ha dejado el
mundo, para haceree ermitaño, pide a Dios su salvación futura;
pero sueña que sus pecados exceden a sus méritos, e impulsado
por el demonio, va a Nápoles en busca de Eurico, cuyo término
ii
1:
ha de ser idéntico al suyo. Descubre que Eurico es un tramposo
espadachin y en su desesperación adopta la Vida de bandido. Entre
tanto Eurico demuestra alguna virtud rehusando dar muerte a un
anciano cuyas facciones le recuerdan las de su propio padre, y en
cambio mata al maestro o jefe suyo, que se burla de él al observar
su desistimiento. Marcha luego a donde Paulo y su cuadrilla están
ocultos. Paulo, vestido de ermitaño, exhorta inältimente a
Eurico a que confiese sus pecados y se arrepienta. Sin embargo,
ese arrepentimiento viene luego, y Pedrisco (criado de Paulo)
ve a ascender al cielo a Enrico. Engañado por el diablo, Paulo
rehusa dar crédito a Pedrisco y muere condenada por su mismo
orgullo y desconfianza. La tesis de este drama, desenvuelto con
notable arte y con gran conocimiento de la doctrina teológica, es
el antiguo conflicto entre la predestinación y el libre albedrío. (1)
. Algunos atribuyen la comedia a Lope, fundados en que las
escenas pastoriles parecen escritas en su mismo- estilo pero no es
creible que Lope consintiera en publicar la obra con el nombre
de Tirso. El Sr. Menéndez y Pelayo no ha de ser sospechoso en
contra de Lope; pues bien: asegura que el único autor dramático
español adornado de conocimientos teológicos suficientes para escribir
El Condenado, era Tirso, quien por esa sola obra podría
figurar entre los más insignes dramáticos de su país. -
La obra que ha inmortalizado a Tirso es su Burlador de Sevilla
y Convidado de piedra, impresa , por vez primera en Barcelona
en 1630 como la séptima -en númera- de Doce comedias nuevas de
Lope de Vega Carpio, y otros autores; y la omisión del Burlador
en todas las ediciones autorizadas a inducido a críticos de nota a
discutir la atribución de la comedia a Tirso. (2) El descubrimiento
de una nueva versión en 1630 movió a D. Manuel de la Revilla
a sostener que la comedia era de Calderón, fundándose en que
figura en la portada el nombre de Calderón y en que Calderón no
atentó jamás a la propiedad ajena. Este último es evidentemente
una exageración para no mencionar más que unos cuantos casos,
baste decir que A secreto agravio secreta venganza, de Calderón, es
un arreglo del Celoso prudente de Tirso, y el segundo acto de Los
cabellos de Absalón, de Calderón, está copiado casi palabra por palabra
del tercer acto de La venganza de Tamar, de Tirso. Por todo
esto, pues, puede estimarse a Tirso como creador del Don Juan,
1 Hay tambiAn en la producción de Tirso algo de aquella idea según la cual
«el pecado no es más que la sombra de la duda», tesis desarrollada con exquisito arte
por P. A. de Alarcón en La Pródiga. Y sin embargo como el autor de la Visión deleitable
decía: «El subdar fué siempre camino para la verdad» (A. 13.‘.
2 Véase el estudio del Sr. Farinelli, D. Giovanni; Note critiche. Torino. 1896, paginas
37-39.—(A)
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