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12(1920) - OdeMIH

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Md ,és la familia? Esta sola 'palabra evoca los recuerdos más<br />

gratos de nuestra existencia, y donde, arrojados a las corrientes<br />

del mundo seductor, combatidos por los huracanes de la existencia,<br />

en las alegrías y en las tristezas, en las horas de plácida calma,<br />

como en las de rudas luchas, se vuelven naturalmente nuestros<br />

ojos en busca de paz y de ventura, porque allí, más bien que.<br />

en otra parte, hallamos la felicidad, con que tantas veces hemos<br />

soñado. Y nada más natural; pues, la familia es el centro de nuestros<br />

mayores afectos, la escuela en que recibimos las primeras luces<br />

y aprendemos las primeras verdades que han de guiarnos en<br />

la vida, el santuario donde por primera vez nuestros labios balbucearon<br />

el nombre de Dios y nuestra alma se levantó hacia el<br />

cielo, el foco fecundo donde se desarrolló toda nuestra actividad<br />

y todas nuestras afecciones en esas dulcísimas relaCiones con la<br />

familia misma, exteriorizadas después al pueblo y la patria.<br />

Malestar de la familia. Por todas partes se oyen las palabras<br />

del Evangelio: Tolle gravatum tuum et ambula. Toma la camilla<br />

y anda. La relajación de costumbres en el seno de la familia es<br />

tan profunda, que, en la prensa, en el libro, . en el folleto, en los<br />

parlamentos, en los ateneos, en el miting, se ocupan de la necesidad<br />

de restaurar el hogar, de levantar la familia. Y la razón es,<br />

porque las costumbres, buenas o malas de la familia, trascienden<br />

siempre a la sociedad, y la. moralidad pública se eleva o desciende<br />

según sea el espíritu. moral de la familia.. De aquí que la relajación<br />

de los vínculos y del sentimiento. de la familia prepara graves<br />

desórdenes y grandes conmociones sociales. El cristianismo<br />

en su misión civilizadora, llegó a trasformar los pueblos, mejorando<br />

al. individuo y por medio del individuo a la familia. Así<br />

también si se quiere restaurar la familia, si se quiere que el hogar<br />

vuelva a ser lo que fué, nido de castos afectos, de purísimos<br />

amores, es necesario injertar en sus venas una poderosa corriente<br />

de savia cristiana„ que es la única ,que lleva la vida, los sentimientos<br />

de dignidad, de honradez, de nobleza y de facilidad.<br />

Una vez más tienen que convencerse los hombres- de Estado,<br />

si de veras quieren curar las cancerosas llagas que aquejan a la<br />

familia, de la necesidad de levantar el hogar sobre la socialisima<br />

base del amor cristiano, de ese amor que hace que dos corazones<br />

vivan la verdadera vida, nervio seguro del engrandecimiento de<br />

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los pueblos. En el hogar donde los esposos y los hijos no respiran<br />

el oxígeno del divino amor, es imposible la vida de familia,<br />

y de ese edificio no quedan más que cenizas, símbolo de la muerte.<br />

La profunda crisis porque atraviesa la ramilia, vienen a agravaria<br />

más y más los reformadores socialistas y todos aquellos que<br />

quieren constituirla sin la bendición de Dios. Y arrancado del<br />

corazón de los esposos, de los padres, de los hijos, la idea de<br />

Dios ¿qué queda? Nada. Por eso «Le Temps», periódico parisien,<br />

estampó en sus columnas: ((Si queremos salvar la patria, es necesario<br />

que Dios vuelva a ocupar el lugar que le corresponde en<br />

el seno de la familia».<br />

Hay que salvar la familia.—Cómo? Llevando el nombre de<br />

Dios, como dice «Le Temps», al seno de la familia. ¡Ah! el día<br />

que la bendición del sacerdote, dice una gran mentalidad alemana,<br />

Sbitze, santifique la unión de los cónyuges, y éstos, al dar<br />

principio a su nuevo género de vida, se postren ante el altar a fin<br />

de pedir al Señor la virtud y la gracia de que han menester para<br />

salir triunfantes en los combates de la vida; y el niño entre en<br />

el mundo por la puerta del bautismo, y sea recibido con doble<br />

amor y veneración, como un don sagrado del cielo; y el santo<br />

día en que hacemos la Primera Comunión sea para el padre, para<br />

la madre y para el hijo el más bello y dichoso de la vida; y el<br />

hombre atempere de esta suerte su vida a las prescripciones de la<br />

Iglesia; y mientras, en fin, la Religión santifique y sancione las<br />

alegrías y las penas de la familia desde la cuna hasta el sepulcro,<br />

todo irá bien y no hay que temer que acaezca en nuestro cuerpo<br />

social esa descomposición espantosa que ha causado la ruina de<br />

tantos pueblos.<br />

Otro remedio eficaz.—«Entre los remedios más eficaces, dice<br />

un piadoso autor, para detener, en parte, este mal, y despertar.<br />

la fe en las almas, y fomentar la piedad cristiana, se cuenta la<br />

devoción a la Santísima Virgen Madre de Dios. Por eso los amantes<br />

de esta Madre bondadosísima han escogido el medio muy laudable<br />

de las visitas de la imágen de la Santísima Virgen a las casas<br />

para fomentar la piedad y amor a María, que con Ella vendrá<br />

tartibién el reino de Jesucristo en las familias. (1).<br />

En que consiste la Visita Domiciliaria.—La Santísima Virgen<br />

de la Merced, una Madre tierna -y cariñosa, desea visitar de cuando<br />

en cuando a sus hijos, y no soló visitarlos, sino permanecer<br />

con ellos algunas horas y aún días; quiere derramar y difundir<br />

la. suave unción .de la gracia y d sus mercedes; quiere infundir<br />

1 P. Manuel Tapia, «Visita Domiciliaria de la Santísima Virgen de la Merced.<br />

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