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Md ,és la familia? Esta sola 'palabra evoca los recuerdos más<br />
gratos de nuestra existencia, y donde, arrojados a las corrientes<br />
del mundo seductor, combatidos por los huracanes de la existencia,<br />
en las alegrías y en las tristezas, en las horas de plácida calma,<br />
como en las de rudas luchas, se vuelven naturalmente nuestros<br />
ojos en busca de paz y de ventura, porque allí, más bien que.<br />
en otra parte, hallamos la felicidad, con que tantas veces hemos<br />
soñado. Y nada más natural; pues, la familia es el centro de nuestros<br />
mayores afectos, la escuela en que recibimos las primeras luces<br />
y aprendemos las primeras verdades que han de guiarnos en<br />
la vida, el santuario donde por primera vez nuestros labios balbucearon<br />
el nombre de Dios y nuestra alma se levantó hacia el<br />
cielo, el foco fecundo donde se desarrolló toda nuestra actividad<br />
y todas nuestras afecciones en esas dulcísimas relaCiones con la<br />
familia misma, exteriorizadas después al pueblo y la patria.<br />
Malestar de la familia. Por todas partes se oyen las palabras<br />
del Evangelio: Tolle gravatum tuum et ambula. Toma la camilla<br />
y anda. La relajación de costumbres en el seno de la familia es<br />
tan profunda, que, en la prensa, en el libro, . en el folleto, en los<br />
parlamentos, en los ateneos, en el miting, se ocupan de la necesidad<br />
de restaurar el hogar, de levantar la familia. Y la razón es,<br />
porque las costumbres, buenas o malas de la familia, trascienden<br />
siempre a la sociedad, y la. moralidad pública se eleva o desciende<br />
según sea el espíritu. moral de la familia.. De aquí que la relajación<br />
de los vínculos y del sentimiento. de la familia prepara graves<br />
desórdenes y grandes conmociones sociales. El cristianismo<br />
en su misión civilizadora, llegó a trasformar los pueblos, mejorando<br />
al. individuo y por medio del individuo a la familia. Así<br />
también si se quiere restaurar la familia, si se quiere que el hogar<br />
vuelva a ser lo que fué, nido de castos afectos, de purísimos<br />
amores, es necesario injertar en sus venas una poderosa corriente<br />
de savia cristiana„ que es la única ,que lleva la vida, los sentimientos<br />
de dignidad, de honradez, de nobleza y de facilidad.<br />
Una vez más tienen que convencerse los hombres- de Estado,<br />
si de veras quieren curar las cancerosas llagas que aquejan a la<br />
familia, de la necesidad de levantar el hogar sobre la socialisima<br />
base del amor cristiano, de ese amor que hace que dos corazones<br />
vivan la verdadera vida, nervio seguro del engrandecimiento de<br />
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los pueblos. En el hogar donde los esposos y los hijos no respiran<br />
el oxígeno del divino amor, es imposible la vida de familia,<br />
y de ese edificio no quedan más que cenizas, símbolo de la muerte.<br />
La profunda crisis porque atraviesa la ramilia, vienen a agravaria<br />
más y más los reformadores socialistas y todos aquellos que<br />
quieren constituirla sin la bendición de Dios. Y arrancado del<br />
corazón de los esposos, de los padres, de los hijos, la idea de<br />
Dios ¿qué queda? Nada. Por eso «Le Temps», periódico parisien,<br />
estampó en sus columnas: ((Si queremos salvar la patria, es necesario<br />
que Dios vuelva a ocupar el lugar que le corresponde en<br />
el seno de la familia».<br />
Hay que salvar la familia.—Cómo? Llevando el nombre de<br />
Dios, como dice «Le Temps», al seno de la familia. ¡Ah! el día<br />
que la bendición del sacerdote, dice una gran mentalidad alemana,<br />
Sbitze, santifique la unión de los cónyuges, y éstos, al dar<br />
principio a su nuevo género de vida, se postren ante el altar a fin<br />
de pedir al Señor la virtud y la gracia de que han menester para<br />
salir triunfantes en los combates de la vida; y el niño entre en<br />
el mundo por la puerta del bautismo, y sea recibido con doble<br />
amor y veneración, como un don sagrado del cielo; y el santo<br />
día en que hacemos la Primera Comunión sea para el padre, para<br />
la madre y para el hijo el más bello y dichoso de la vida; y el<br />
hombre atempere de esta suerte su vida a las prescripciones de la<br />
Iglesia; y mientras, en fin, la Religión santifique y sancione las<br />
alegrías y las penas de la familia desde la cuna hasta el sepulcro,<br />
todo irá bien y no hay que temer que acaezca en nuestro cuerpo<br />
social esa descomposición espantosa que ha causado la ruina de<br />
tantos pueblos.<br />
Otro remedio eficaz.—«Entre los remedios más eficaces, dice<br />
un piadoso autor, para detener, en parte, este mal, y despertar.<br />
la fe en las almas, y fomentar la piedad cristiana, se cuenta la<br />
devoción a la Santísima Virgen Madre de Dios. Por eso los amantes<br />
de esta Madre bondadosísima han escogido el medio muy laudable<br />
de las visitas de la imágen de la Santísima Virgen a las casas<br />
para fomentar la piedad y amor a María, que con Ella vendrá<br />
tartibién el reino de Jesucristo en las familias. (1).<br />
En que consiste la Visita Domiciliaria.—La Santísima Virgen<br />
de la Merced, una Madre tierna -y cariñosa, desea visitar de cuando<br />
en cuando a sus hijos, y no soló visitarlos, sino permanecer<br />
con ellos algunas horas y aún días; quiere derramar y difundir<br />
la. suave unción .de la gracia y d sus mercedes; quiere infundir<br />
1 P. Manuel Tapia, «Visita Domiciliaria de la Santísima Virgen de la Merced.<br />
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