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de detenciones arbitrarias. Por otra<br />
parte, muchos verdaderos delincuentes<br />
cuentan con recursos económicos<br />
que les permiten comprar la impunidad;<br />
se encuentran aliados o incorporados<br />
a las estructuras del Estado; o<br />
debido al poder y la violencia ejercida<br />
por ellos o sus respectivos grupos criminales,<br />
saben que la probabilidad de<br />
que las autoridades competentes los<br />
detengan es muy baja. Ante esta realidad,<br />
no resulta increíble pensar que<br />
el sistema de disuasión y castigo del<br />
delito en México no corresponda a sus<br />
fines, sino que frecuentemente funciona<br />
al revés: los responsables gozan de<br />
impunidad y en su lugar, personas inocentes<br />
van a la cárcel.<br />
Estando ahí dentro [en prisión] me di cuenta de toda<br />
la gente inocente que estaba ahí injustamente”.<br />
—Jacinta Francisco Marcial, mujer ñhä-ñhú (otomí) de Querétaro detenida arbitrariamente<br />
y acusada de delitos que no cometió, por los que pasó más de 3 años de injusta reclusión;<br />
actualmente litiga para que el Estado le repare el daño ocasionado a su vida.<br />
Hay mucha gente como yo, injustamente en las cárceles<br />
pagando delitos que no han cometido, y quisiera<br />
que no fuese yo el único al que apoyaran, sino también<br />
a la demás gente para que también salgan libres”.<br />
—Hugo Sánchez Ramírez, joven mazahua detenido arbitrariamente<br />
y acusado de delitos que no cometió en el Estado de México,<br />
por los que pasó más de 5 años injustamente encarcelado.<br />
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