del medio ambiente - Deres

Como en todos los ámbitos de la vida,
para todo existe un término justo. El
desafío, sin duda, es encontrarlo.
En los últimos tiempos se ha discutido
mucho sobre esto y podríamos decir que
la última crisis financiera puede interpretarse
como un espaldarazo a quienes
sostienen que no se puede dejar todo en
manos del mercado y que este se autorregulará.
Pero, ¿es correcto pensar
que todo debe regularse?
A nivel local, como en otros países,
DERES y organizaciones similares venimos
discutiendo sobre los contra y
los pro (¿los habrá?) respecto a la regulación
de la RSE. Basta con mirar al
mundo y difícilmente se encuentre una
regulación específica sobre RSE. Esto
no significa que no haya regulación en
aspectos directamente vinculados a la
temática. Hay países que regulan que
los Fondos de Pensión deben invertir
cierto porcentaje en empresas utilizando
criterios de “inversión socialmente
editorial
¿Regular
o no
regular?
la cuestión…
esa es
responsable”; en otros países, las compras estatales se rigen por criterios de “compras sustentables”; y así encontramos
diversas iniciativas que, más que regular, marcan pautas que incentivan un mayor desarrollo de la responsabilidad
social.
Ross Mirkarini, concejal del Distrito 5 de San Francisco, en una actividad organizada por DERES con el apoyo de la Embajada
de los Estados Unidos, expresaba que no había una regla de oro, pero que muchas veces eran las iniciativas voluntarias
empresariales que marcaban el camino anticipadamente, el que luego era tomado por las autoridades como norma.
Comité Ejecutivo de DERES
El peligro quizás sea cuando un exceso
de regulación pueda desincentivar una
práctica. Tomemos por ejemplo los programas
de voluntariado corporativo que
en Uruguay han crecido mucho. Son una
muestra clara de cómo la empresa puede
ser un catalizador que permite a las
personas canalizar inquietudes, recursos
y habilidades, generando valor en la comunidad.
Estamos de acuerdo en que se
debe velar por la seguridad de los voluntarios
y garantizar la voluntariedad
de sus acciones. Pero, si con el afán de
ser excesivamente cuidadosos, realizar
una acción de voluntariado se convierte
en una intrincada sucesión de documentos,
trámites y permisos, el resultado
seguramente sea el menos deseado.
Esta delgada línea es la que debemos cuidar
para no caer en la frase popular que
dice que “el invento mató al inventor”.
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