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LUNA-CRECIENTE-3-Maqueta-Final

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Luna creciente 3 (Fall 2014) - 53podría tratarse de un varón blanco de entreveinticinco y cincuenta años, dedicadoprobablemente a la fontanería, electricidad u otraactividad que tuviera que desarrollarse dentro deuna vivienda. Ello explicaría por qué lascerraduras de las casas de las cinco víctimas nohabían sido forzadas.Algo se agitó dentro de Amelia. Se mirólas marcas de mordiscos que tenía en el brazo.Hombre blanco de entre veinticinco y cincuentaaños. Dentro de una vivienda. Aquellas dosfrases dieron paso al recuerdo, otra vez, deRamón. Sintió cómo la culpa por lo que habíahecho con César volvía a ganar terreno dentro deella. Culpa y horror por si...El teléfono sonó en el salón. Amelia fuea contestar. Era Sofía, que llamaba para vercómo estaba.- Bien... –respondió Amelia, aunqueaquello sonó más a adverbio que a adjetivo.- Te llamé a primera hora de la mañana,pero debías estar fuera.- Sí.- ¿Y tu bombón?- Quién... –Amelia estaba desprevenida-.No sé...- ¿Te encuentras bien, cielo?Amelia se frotó la frente.- Sí, creo que sí.- ¿Quieres que vaya esta tarde a tu casa?- Sí. Sí. Podemos vernos.- ¿Seguro que todo está bien?Amelia no contestó.- Amelia...- Mmm...- ¿Qué es lo que pasa?- Nada. Es sólo que me duelemuchísimo la cabeza. He pasado muy malanoche. Te veo a la tarde.- A las seis.- A las seis. Adiós.Amelia colgó el teléfono. Sofía se daríacuenta enseguida de lo que había pasado esanoche. Era su mejor amiga y no tenía secretoscon ella. Por mucho que lo negara, ella sabríaenseguida que César la había... No quiso decir lapalabra. Era demasiado horrible para que salierade su boca. Porque más que el hecho en sí, loque le horrorizaba era tener que aceptar que, apesar de que lo que había ocurrido tenía todoslos signos de ser lo que ella pensaba que era (losgolpes, el dolor, la dominación), aquello habíasido algo que le había gustado. Que legolpearan. Que le hicieran daño. Que ledominaran.Pero, ¿y si César era el hombre que lapolicía estaba buscando? ¿Cuál debía serentonces su postura ante un hecho así? Recordósus palabras del día anterior con Sofía.¿Qué clase de mujer abre la puerta a undesconocido, así, sin más ni más?Una cerda. Una perra. Una enferma.Ella no era una enferma, se dijo. Habíatenido un momento de debilidad; eso era todo.No volvería a repetirse. Volvería a pensarracionalmente. Volvería a respetar la memoriade Ramón y todo regresaría a la confortablerutina que siempre había tenido. César no había

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