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LUNA-CRECIENTE-3-Maqueta-Final

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Luna creciente 3 (Fall 2014) - 56Amelia se llevó la mano a la frente y,fingiendo un repentino dolor de cabeza,respondió:- No. Creo que voy a echarme un rato.Sofía no tuvo tiempo de replicar. Vioque Amelia se daba la vuelta y marchaba para sucuarto. Se levantó de la mesa con ademán de irtras ella, pero cuando oyó que la puerta deldormitorio se cerraba, se detuvo.Por unos segundos, la casa quedó ensilencio. Sofía, desconcertada, cogió su bolso ydijo que lo mejor que podía hacer en esemomento era marcharse.- ¿Quiere que le lleve a casa? –preguntóCésar–.Tengo la furgoneta cerca de la esquina.modos.- No, gracias. Suelo venir en taxi.- No es molestia, se lo aseguro.- Lo sé, pero no. Gracias de todos- Espere, le daré una tarjeta –Abrió sumochila y sacó una tarjeta en la que ponía:“César Ojeda.Fontanería y reformas en general.Rapidez. Eficacia. Economía.”En la parte baja de la tarjeta había unnúmero de teléfono móvil.- Creí que ya trabajaba para unaempresa.- También hago mis propios trabajos.Así me saco un dinero extra. Si alguna veznecesita de mis servicios, llámeme.Sofía cogió la tarjeta y, tras echarle unvistazo, posó la vista en la puerta del dormitoriode Amelia y luego en César. El joven la mirabacomo si esperara un “Le llamaré” o “Gracias”.De repente, se sintió muy incómoda, por lo queabrió el monedero y guardó la tarjeta.- Buenas tardes –dijo. Corrió la cadenade la puerta, abrió y salió.La casa volvió a quedarse en silencio.César resopló, vio que eran casi las siete y sedispuso a recoger sus cosas. Guardó en lamochila unos trapos que había por el sillón ycolocó las sillas que habían sido movidas para lafracasada toma del café. Echó un vistazo por laventana y vio que Sofía subía a un taxi. Aguardóun par de minutos antes de salir por la puerta, talvez esperando que Amelia saliera de su cuarto,pero ésta siguió encerrada. A punto demarcharse, posó su vista en un mueble que habíajunto a la televisión.Era una vitrina con cristales opacos queapenas dejaba ver lo que había en su interior. Seacercó a ella e hizo ademán de abrirla, peroestaba cerrada. Una pequeña cerradura en una delas puertas le indicó que se necesitaba una llavepara abrirla.Acercó la cara a los cristales y forzó lavista para ver qué había dentro, pero noconsiguió percibir nada claro. Por la formadifusa que pareció deducir, había como variosrecipientes con algo dentro. Algo de colorrosáceo claro y también negro. Pasó la mano porencima de la vitrina, esperando poder encontrarla llave de la misma. No había nada.Un pequeño ruido a su espalda le hizovolverse, pero no vio a nadie. La puerta del

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