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Terminadas las kulurakia, en los días siguientes continuaron coloreando los huevostradicionales de rojo, amasando los panes de Pascua tipo brioche (tsureki) y con la limpiezade la casa.La pequeña Marula mostró una voluntad envidiable. A pesar de sus ocho años era unaayudante leal de su abuela, pues siguió y cumplió cada instrucción con gran madurez.-¡Que tu vida esté llena de felicidad, hija mía! -le decía una otra y vez la abuela, -Que tengasmucha suerte y que sigas nuestras tradiciones en el hogar que crees cuando seas mayor.Carina StylianouDurante la Semana Santa, cada tarde la pequeña Marula acompañaba a su abuela a la iglesiaen el barrio de Atenas. Pasaban los días y llegó la noche del Jueves Santo.-Abuela, abuela ¿a qué hora decoraremos la tumba de Cristo (el Epitafio)?-Cuando la misa haya terminado hija mía -respondió la abuela.