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Aleko Kaniaris OrtizAl final fue la madre de Dímitra la que tuvo que tejer la corona de flores este año, no estabatan bien hecha como las de la yaya, pero aguantó sin deshacerse hasta que la colgaron en lapuerta de la casa de Atenas; y allí permaneció todo un año hasta la primavera siguiente. Loscolores de las flores se marchitaban y la corona adquiría unos tonos ocres, se volvía con elpaso de los meses como de oro. Cada vez que Dímitra salía de su casa veía la corona y seacordaba de su abuela y del campo, donde por fin había conseguido imaginársela, rodeadasiempre de trigo y de flores, esperándola cada primavera para tejer una nueva corona que leharía compañía todo el año.Revisión: Laura Cardona Sanchis