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cuentos-espac3b1ol-griego

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5. La Corneja y el DienteAnastasia Deligianni-Toma, Corneja, este diente de huesoy dame uno de hierropara que pueda roer las habaspara que pueda comerme los garbanzos.-dijo Cleopatra y, exactamente como su abuela le había aconsejado que hiciera, lanzó sudientecito sobre las tejas de la casa. Más allá, sobre el altísimo nogal de la casa de al lado,volaban en círculos algunas cornejas.-¿Para qué queréis mi diente? -gritó Cleopatra.-Cra, cra-, graznaron ruidosamente, como si quisieran asustarla.-Ocúpate de tus asuntos- le decían.Cleopatra esperó. Era paciente. Después de una hora, por fin se acercó una corneja, se posósobre el tejado de la casa y cogió algo con su pico. Después, extendió sus alas y se lanzó avolar en el cielo.-¡Espera! -gritó Cleopatra- ¿Adónde te llevas mi diente? ¿Qué vas a hacer con él? -y se pusoa perseguir a la corneja.Ciertamente, la corneja volaba más rápido de lo que Cleopatra podía correr, pero de vez encuando se posaba en la cima de algún árbol, dándole siempre a la niña la oportunidad de noperderla de vista, pero sin permitirle que se acercase demasiado.Siguieron y siguieron, y Cleopatra no veía el camino por el que corría, ya que tenía sus ojosfijos en la corneja. Y así no se dio cuenta de lo rápidamente que se había alejado de casa, decómo se encontró en lo más alto de una colina desnuda, cómo descendió por la otra parte yse encontró en un erial, un lugar en el nunca antes había estado. Allí, la corneja, queesperaba sentada en la rama de un almendro, inició nuevamente el vuelo, esta vez más altoy con más ímpetu, desapareciendo de la vista de Cleopatra.-¿Adónde vas? ¡Espera! -gritó la niña mientras corría; pero comenzó a jadear, pues se habíacansado por el largo camino recorrido, y se detuvo.-Buen día tengas -dijo una voz. -¿Adónde vas, niñita, tú sola por este erial?Cleopatra miró a su alrededor y vio que entre las rocas del lugar había una viejecita vestidade negro, que parecía ella misma una roca y que estaba liando un ovillo de hilo. El hilo eradorado y su final parecía perderse en la luz del día.-Buenos días- dijo Cleopatra -voy tras la corneja para ver qué va a hacer con mi diente.-¡Oh! La corneja se marcha lejos, muy lejos. Más allá de este matorral. Mientras vas allí yregresas, te habrá alcanzado la noche. Y es peligrosa la noche aquí, niña, muy peligrosa.

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