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-Volverás a verlo -le dijo el viejo. -Unas veces cuando tú quieras y otras cuando quiera él.-¿Y los otros dientes que se me van a caer? ¿Se convertirán también en pájaros?-Se convertirán en otras criaturas, pero serán siempre tuyas. Cuando creces, ¿sabes?,pierdes también otras cosas además de los dientes.-¿Y las encontraré alguna vez, como al pájaro?-Sí. Algunas veces ansiarán verte. Otras veces, por mucho que quieras verlas, ellas seesconderán de ti. Pero nunca te olvidarán. Ni tú debes olvidarlas. Se enfadan cuando lasolvidan.-Lo recordaré -dijo Cleopatra muy seria.Un poco más tarde, miró al sol que estaba fijo en el mismo lugar.-Debo irme -dijo.-Oh, sí -le dijo el viejo sonriendo. -Es hora de que me eche yo también a dormir.Cleopatra descendió por la colina. Caminó, caminó y llegó de nuevo allí donde estaba laanciana, que sonrió nada más verla.-¿En qué criatura se convirtió tu diente? -le preguntó.-En un pájaro. El pájaro del fuego -dijo Cleopatra.La anciana asintió inclinando su cabeza, tomó la madeja que había dejado a su lado ycomenzó a ovillarla. Cleopatra se despidió de la anciana y tomó el camino hacia su casa.Traducción: Emmanuel Vinader NúñezRevisión: Laura Cardona Sanchis