Salvador la promesa de descanso está unida con <strong>el</strong> llamamiento al trabajo:"Tomad mi yugo sobre vosotros, y. . . hallaréis descanso." (Mateo 11: 29).El corazón que más plenamente descansa en <strong>el</strong> Mesías es <strong>el</strong> mas ardiente yactivo en <strong>el</strong> trabajo para él.Cuando <strong>el</strong> hombre dedica muchos pensamientos a sí mismo, se aleja d<strong>el</strong>Mesías: manantial de fortaleza y vida. Por esto Satanás se esfuerzaconstantemente por mantener la atención apartada d<strong>el</strong> Salvador e impedir asíla unión y comunión d<strong>el</strong> alma con <strong>el</strong> Mesías. Los placeres d<strong>el</strong> mundo, loscuidados de la vida Y sus perplejidades y tristezas, las faltas de otros ovuestras propias faltas e imperfecciones: hacia alguna de estas cosas, o haciatodas <strong>el</strong>las, procura desviar la mente. No seáis engañados por susmaquinaciones. A muchos que son realmente concienzudos y que desean vivirpara Elohim, los hace también detenerse a menudo en sus faltas y debilidades,y al separarlos así d<strong>el</strong> Mesías, espera obtener la victoria.No debemos hacer de nuestro yo <strong>el</strong> centro de nuestros pensamientos, nialimentar ansiedad ni temor acerca de si seremos salvos o no. Todo esto es loque desvía <strong>el</strong> alma de la Fuente de nuestra fortaleza. Encomendad vuestraalma al cuidado de Elohim y confiad en él. Hablad de Yahshúa y pensad en él.Piérdase en él vuestra personalidad. Desterrad toda duda; disipad vuestrostemores. Decid con <strong>el</strong> apóstol Pablo: "Vivo; mas no ya yo, sino que <strong>el</strong> Mesíasvive en mí: y aqu<strong>el</strong>la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en <strong>el</strong> Hijode Elohim, <strong>el</strong> cual me amó, y se dio a sí mismo por mí." (Gálatas 2: 20).Reposad en Elohim. Él puede guardar lo que le habéis confiado. Si os ponéis ensus manos, él os hará más que vencedores por Aqu<strong>el</strong> que nos amó.Cuando <strong>el</strong> Mesías se humanó, se unió a sí mismo a la humanidad con un lazo deamor que jamás romperá poder alguno, salvo la <strong>el</strong>ección d<strong>el</strong> hombre mismo.Satanás constantemente nos presenta engaños para inducirnos a romper est<strong>el</strong>azo: <strong>el</strong>egir separarnos d<strong>el</strong> Mesías. Sobre esto necesitamos v<strong>el</strong>ar, luchar, orar,para que ninguna cosa pueda inducirnos a <strong>el</strong>egir otro maestro; pues estamossiempre libres para hacer esto. Mas tengamos los ojos fijos en <strong>el</strong> Mesías, y élnos preservará. Confiando en Yahshúa estamos seguros. Nada puedearrebatarnos de su mano. Mirándolo constantemente, "somos transformadosen la misma semejanza, de gloria en gloria, así como por <strong>el</strong> Espíritu d<strong>el</strong>Adonai." (2 Corintios 3: 18).52
Así fue como los primeros discípulos se hicieron semejantes a nuestroSalvador. Cuando <strong>el</strong>los oyeron las palabras de Yahshúa, sintieron su necesidadde él. Lo buscaron, lo encontraron, lo siguieron. Estaban con él en la casa, a lamesa, en su retiro, en <strong>el</strong> campo. Estaban con él como discípulos con unmaestro, recibiendo diariamente de sus labios lecciones de santa verdad. Lomiraban como los siervos a su Adonai, para aprender sus deberes. Aqu<strong>el</strong>losdiscípulos eran hombres sujetos "a las mismas debilidades que nosotros"(Santiago 5: 17). Tenían la misma batalla con <strong>el</strong> pecado. Necesitaban la mismagracia, a fin de poder vivir una vida santa.Aun Juan, <strong>el</strong> discípulo amado, <strong>el</strong> que más plenamente llegó a reflejar la imagend<strong>el</strong> salvador, no poseía naturalmente esa b<strong>el</strong>leza de carácter. No solamentehacía valer sus derechos y ambicionaba honores, sino que era impetuoso y seresentía bajo las injurias. Mas cuando se le manifestó <strong>el</strong> carácter d<strong>el</strong> Mesías,vio sus defectos y <strong>el</strong> conocimiento de <strong>el</strong>los lo humilló. La fortaleza y lapaciencia, <strong>el</strong> poder y la ternura, la majestad y la mansedumbre que él vio en lavida diaria d<strong>el</strong> Hijo de Elohim, llenaron su alma de admiración y amor. De díaen día era su corazón atraído hacia <strong>el</strong> Mesías, hasta que se olvidó de sí mismopor amor a su Maestro. Su genio, resentido y ambicioso, cedió al podertransformador d<strong>el</strong> Mesías. La influencia regeneradora d<strong>el</strong> Espíritu Santorenovó su corazón. El poder d<strong>el</strong> amor d<strong>el</strong> Mesías transformó su carácter. Estees <strong>el</strong> resultado seguro de la unión con Yahshúa. Cuando <strong>el</strong> Mesías habita en <strong>el</strong>corazón, la naturaleza entera se transforma. El Espíritu d<strong>el</strong> Mesías y su amor,ablandan <strong>el</strong> corazón, someten <strong>el</strong> alma y <strong>el</strong>evan los pensamientos y deseos aElohim y al ci<strong>el</strong>o.Cuando <strong>el</strong> Mesías ascendió a los ci<strong>el</strong>os, la sensación de su presenciapermaneció aún con los que le seguían. Era una presencia personal, llena deamor y luz. Yahshúa, <strong>el</strong> Salvador, que había andado y conversado y orado con<strong>el</strong>los, que había hablado a sus corazones palabras de esperanza y consu<strong>el</strong>o, fuearrebatado de <strong>el</strong>los al ci<strong>el</strong>o mientras les comunicaba aún un mensaje de paz, ylos acentos de su voz: "He aquí yo estoy con vosotros todos los días hasta <strong>el</strong> find<strong>el</strong> mundo." (Mateo 28: 20) llegaban todavía a <strong>el</strong>los, cuando una nube deáng<strong>el</strong>es lo recibió. Había ascendido al ci<strong>el</strong>o en forma humana. Sabían queestaba d<strong>el</strong>ante d<strong>el</strong> trono de Elohim, como Amigo y Salvador suyo todavía; quesus simpatías no habían cambiado; que estaba aún identificado con la dolientehumanidad. Estaba presentando d<strong>el</strong>ante de Elohim los méritos de su propia53