13rápido un peruano, lo deduzco porque K se refiere a él preguntándole en castellano “ ¿Aque hora van a empezar?” “A las dos pero ya se puede entrar, hay comida”. K estáhambriento y ahora que ha podido averiguar que hay comida, su preocupación desde quenos encontramos, su semblante parece más relajado.Erika Rossi. La Marinera. Yokohama. Japón (30-7-2006)A la una no hay cola para entrar. La entrada cuesta 1000 yenes, menos de 10dólares: baratísimo. La entrada al recinto está muy oscura y cuando los ojos seacostumbran un poco se nota la usual presencia de promotores de tarjetas telefónicas parallamadas al extranjero y otros productos para el consumidor latino, como vendedores deropa. Se vende, entre otros, ropa para mujeres, jeans. Para dirigirse a la parte externa dellocal, donde se distribuye la comida, se debe pasar entre un grupo de señoritas bienmaquilladas, algunas vestidas de amarillo, las cuales distribuyen publicidad de tarjetastelefónicas B., una de las tarjetas más utilizadas entre los extranjeros, siempre presente enestas ocasiones. También se distribuye publicidad de empresas de remesas y de seguros.Este lado del local no está bien iluminado, y debido a la presencia de mucha gente de piehablando no se puede ubicar la puerta para salir al exterior. El aire acondicionado en ellocal está tan fuerte que se extraña un poco la humedad del verano japonés. Por finlogramos llegar afuera. La parte exterior no es grande, más o menos 80, 100 metroscuadrados. A la mano izquierda de la puerta se ubica una mesa larga, con una cajaregistradora, donde se vende comida peruana con un precio medio de 500 yenes, un pocomás de 4 dólares, el plato. La comida se sirve en cajas de plástico y los precios sonexpuestos de manera clara. Mucha gente hace cola para comprar comida, pero el servicioes muy rápido. La gente parece comer con gusto. Debe ser la hora y el hecho de que esdomingo: muchos recién se han levantado después de haber disfrutado de la noche delsábado. Las bebidas se deben comprar en el interior, donde la cafetería es parte de laestructura original del local. Se ofrecen Inka Cola y otras bebidas sin alcohol, cócteles ycerveza. Las latas de cóctel de frutas son una bebida muy parecida a las que se puedencomprar en un cualquier supermercado japonés, como los chūhai 6 . Su precio es6 Chūhai es una bebida poco alcohólica, de sabor a fruta y con gas. Es muy común entre los japoneses que, sin<strong>Construyendo</strong> Nuestra <strong>Interculturalidad</strong>www.interculturalidad.org Nº4. Sept.2007
14económico, un promedio de 600 yenes, más o menos 5 dólares. Hay poca variedad debebidas alcohólicas. Mucha gente se dirige a la barra a comprar una bebida, paraacompañar la comida. La puerta que permite la comunicación entre el interior y la parteexterna del local es estrecha. Además, al aumentar el número de personas, entrar y salir noes fácil, se hace a turno irregular, porque no siempre quien quiere entrar espera a dejar salira los que los están adentro. Desde fuera no se escucha lo que pasa dentro, no se oyemúsica. Mucha gente pregunta si ya empezaron. A esta hora, más o menos la una y cuarto,la mayoría de la gente es de habla hispana. Un español, sin embargo, influenciado porpalabras japonesas de uso cotidiano: eki, estación, kuruma, carro. Los niños hablanjaponés. A veces responden en japonés a las preguntas en español de los padres. Destaca lapresencia de gente joven, de unos veinte años. También hay mayores. Una señora, sentadafrente a mí, que está esperando que alguien le lleve la comida, me dice en japonés quellegó desde Nagoya. Debe ser por su delgadez, parece muy anciana. Dice ser peruana. Lacomida llega. Me levanto para dejar el asiento. Hay mesas y sillas para sentarse, peropocas. El espacio también es más bien estrecho, así que al alrededor de las dos, cuando lamayoría de la gente se reúne, comer de pie tampoco se hace cómodamente. K, por ser altodebe comer inclinándose sobre su arroz con pollo y papas a la huancaína, mientras buscaprotección del calor del sol bajo un ancho parasol. Insiste para que coma, “aunque no estémuy rico.” ¿Entonces por qué comes si no te gusta?” “Tengo hambre”. La gente busca lasombra para comer. Al ver cómo se dispone la gente en la mesa y cómo se agrupa cerca delas paredes, entiendo que son muchos los que han venido en grupos de amigos o parientes.También hay muchas parejas y muchos jóvenes. Su ropa parece escogida con cuidado:jeans ajustados para las mujeres, que están bien maquilladas, y camisas perfumadas conlitros de colonia para los hombres. Afuera no hay muchos japoneses, pero adentro sí, y nosólo acompañando a peruanos, sino que también hay familias de japoneses. Se escuchanvarios acentos no sólo el del español peruano. K me presenta a una joven pareja deargentinos, recién llegados a Japón, recién casados. Son las dos, parece que todavía elespectáculo no empieza, sin embargo mucha gente se dirige al interior. Los que estáncomiendo siguen haciéndolo, un poco más rápidamente. Los fumadores dan las últimascaladas a sus cigarrillos: está prohibido fumar en el interior. Así que afuera, además de lospocos ceniceros dispuestos, hay ceniceros improvisados. De cualquier forma hay pocascolillas en el suelo, como siempre en Japón. El número de personas aumenta gradualmente,hasta que el comedor abierto se llena. A las 14 debería comenzar el show y al entrar medoy cuenta con sorpresa que mucha gente ya se ha adelantado para situarse en los sitiosmejores, los de debajo del escenario, para ver con más facilidad. Por eso no nos queda otraalternativa que ponernos lejos, en la parte alta de la platea para ver un poco. Para genteque, como yo, supera por poco el metro sesenta, es la única manera para poder ver bien. Kme propone ir al segundo piso, pero el acceso está prohibido por el momento, lo que nosignifica que no haya gente sentada arriba, porque sí, hay. La gente sigue entrando. Elespectáculo empieza, con una media hora de retraso, pero el programa se respeta.El himno nacional siempre es el momento más difícil, no sé qué hacer. K me invitaa ponerme la mano en el pecho. “Pero no soy peruana” “Igual”, dice. Antes de que el showembargo, son grandes consumidores de cerveza o de happōshu, una variante de cerveza.<strong>Construyendo</strong> Nuestra <strong>Interculturalidad</strong>www.interculturalidad.org Nº4. Sept.2007