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Versión PDF - Construyendo nuestra Interculturalidad

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20En una reunión más intimista, más “jaranera” si queremos, la manera de presentarsede un conjunto criollo en Japón es muy similar a la de las peñas, donde el cantantecomunica directamente con el público, físicamente cercano, invitándolo a participar, acantar.Por el contrario, en la Fiesta, la distancia entre el público y los músicos estabamarcada por la altura del escenario, que hace imposible la bajada del cantante, y labúsqueda de una estética y una coreografía rigurosas a través de las cuales losinstrumentistas, vestidos, como suele ser, de negro, se disponen a lo largo del palcohaciendo como de telón de fondo para el cantante y los bailarines. Será el maestro deceremonia, al entregar al público la posibilidad de participar, invitando a la gente a subir alescenario y hablando a los espectadores con un lenguaje directo, jergal y de unhumorismo chistoso típico de la manera “criolla”(Llorens Amigo, 1983; Alguila, 1997)elque recupera el contacto entre los músicos y el resto de los presentes.La distancia entre músicos y espectadores, mientras que por un lado hace resaltar elaspecto de profesionalismo, por otro se conecta con el segundo y tercer puntos citados másarriba: organizar una fiesta dirigida a un público que no está sólo compuesto por peruanosy ofrecer una imagen cosmopolita de la colectividad. La música criolla, de hecho, en Japónno tiene mucho éxito. Se promueve como “folklore de la costa peruana”, aunque es claroque se trata de una forma de música popular. (Llorens Amigo,1983) Por eso, si la partededicada a la jarana hubiese sido más íntima, se hubiese expresado lo que en las palabrasde un criollo que ensaya en Japón es “el sentimiento del peruano”, por lo que “si no eresperuano nunca vas a entender un vals. Es decir, puedes tocar, cantar, pero nunca vas atransmitir y sentir este sentimiento, porque esto es la música criolla, es sentimiento, es loque se canta. El vals emociona, despierta la nostalgia” (Entrevistas reiteradas, Kanagawa,2004-2005), los espectadores habrían sido definitivamente excluidos. El discurso de lanostalgia que emerge de la cita anterior difícilmente habría llegado a otro tipo de público,así que, en este sentido, la idea de una actuación más profesional, se relaciona con lavoluntad de afirmación de una imagen nueva, de un presente en el cual los peruanos sonuna colectividad abierta. Y, sin embargo, la presencia de la música criolla se pensó para losperuanos, así que el discurso de la abertura, expresado por la representación en sí misma,convive con la reiteración de la pertenencia cultural, que cada miembro podía reconocer enlas letras de las canciones y en las personas de los cantantes y de los músicos, ellos mismosmiembros de la colectividad peruana.No obstante, no hubo sólo música criolla. La elección de los otros géneros se puedeinsertar en el mismo marco interpretativo de la música criolla, con unas observaciones.Cabe remarcar, ante todo, que la combinación jarana-salsa-reggaetón, no es totalmentenuevo. La mezcla de géneros es una práctica común, también por la gran presencia degente joven que, quizás, más que en la peruanidad de la música criolla, se identifica en lapan-latinidad (Pacini-Hernandez, 2003) expresada en la salsa o la protesta del reggaetón.Como afirmaron los mismos organizadores:<strong>Construyendo</strong> Nuestra <strong>Interculturalidad</strong>www.interculturalidad.org Nº4. Sept.2007

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