15comience se canta el himno nacional y el cónsul pronuncia su discurso, con un hombrejaponés que traduce del español. El discurso es bastante largo, unos cuarenta minutos, porla traducción.Por fin Alberto Shiroma abre el espectáculo. Es un reconocido cantante peruanojaponésque presenta un nuevo éxito. Su manera de subir al escenario, casi corriendo, estállena de energía; esta energía, ahora que está parado frente al micrófono, parecetransmitirse a las manos que tocan la guitarra. La gente se acerca más al escenario, fotos yvideocámaras abundan. Nadie canta, o baila, unos mueven a penas los pies, pero elcantante es sin duda objeto de atención. Los aplausos no faltan, Shiroma fue protagonista,las miradas y la atención de la gente lo hicieron sentir así. Después el grupo de Los deAfuera interpreta música criolla. El maestro de ceremonias, un moreno alto con unacamisa rosada muy vistosa, tiene un papel en la mano y presenta a los músicos de unamanera divertida. Es un personaje que gusta, entre el público dicen su nombre, es unpersonaje conocido entre los peruanos aquí. Este año el espectáculo criollo está dedicado alfallecido compositor Takahashi Núñez. La selección de piezas hace que muchos cantantesErika Rossi. Maestro de ceremonia Yokohama. Japón (30-7-2006)de extracción diferente puedan exhibir sus cualidades vocales, a pesar de unos problemasde concordancia entre los músicos. Una cantante, en realidad muy conocida por sus buenascualidades vocales, falla en las notas altas. Otra vez guitarra y cajón no se entienden. Sinembargo el espectáculo criollo es coreográficamente impresionante. Muchos músicos, 20quizás, se distribuyen a lo largo del escenario, una cortina negra en el fondo. Los cantantesen el medio y al lado derecho el maestro de ceremonia Debajo del palco unas personascantan, pocas parejas bailan. Entre la actuación de los valses y de las marineras, el clímax,me parece, llega con el vals Arco Iris, de Takahashi Núñez. K me invita a escuchar las“letras lindísimas. La compuso para Perú. Habla de Perú, escucha. ¿Entiendes?”. Pocoscantan, la canción es vocalmente muy articulada, es difícil. El tono del espectáculo criollocambia repentinamente con la parte dedicada a la música afro-peruana, donde el zapateo de<strong>Construyendo</strong> Nuestra <strong>Interculturalidad</strong>www.interculturalidad.org Nº4. Sept.2007
16dos bailarines atrae el interés de la gente que se empuja hacia el palco para ver. La mayoríamueve los pies y las mujeres se mueven sinuosas seducidas por el ritmo de la músicanegra. El maestro de ceremonia también se exhibe, su piel símbolo de la herencia africanade Perú y, tal vez sea por su habla y su simpatía, o por ser una presencia cotidiana en lacolectividad, parece el verdadero animador del show afro-peruano. Sin duda, el baile es laparte que entusiasma más. La marinera que había precedido el espectáculo afro-peruano yahabía levantado muchos aplausos, por la actuación perfecta de los dos bailarines, tambiénmuy conocidos y que nunca faltan cuando hay un espectáculo criollo.Al final debuta una cantante muy joven. Su voz es muy linda, sin defectos. Suemoción se transmite a la gente, que comenta positivamente ésta que, en las palabras delmaestro de ceremonia, es una “nueva estrella de la colectividad””. El espectáculo criolloes muy largo, y la cantidad de gente hace imposible salir fuera de la sala, y mi ignoranciaen el baile me ha impedido mover los pies siguiendo el ritmo de un vals o un tondero.Después viene la fiesta, es decir, el show de salsa y luego el de reggaetón. Unapausa para que los numerosos componentes del conjunto criollo dejen el escenario y seprepare la orquesta de salseros, propiedad de un japonés, donde se mezclan músicos ycantantes latinos y japoneses. Es una orquesta muy conocida, como lo dejan entendertambién las disculpas de uno de los tres cantantes por “haber engordado unos 20 kilos”.Dice ser culpa de la paternidad. Mientras estamos en espera de que empiece la salsa,salimos al primer piso para sentarnos. Me doy cuenta de que hay muchos japoneses, perotambién gente de otras nacionalidades, por ejemplo un grupo de jóvenes de Nueva York,acompañado por amigos peruanos, como se deduce por la conversación. La gente noaguanta mucho sentada, la actuación de la orquesta de salsa es digna de los mejoresprofesionales, ni un error, y la energía de los cantantes que no paran ni un rato de bailar ycantar al mismo tiempo es remarcable. Es increíble el cambio de atmósfera. En el piso deabajo la gran mayoría de la gente baila, sin excepción de edad. Es un problema para lasparejas el qué hacer con los niños. Unas mamas bailan con sus hijos. Definitivamente elespectáculo de salsa ha animado de manera diferente a la gente. Sudor a litros, las rodillasque se levantan son contagiosas, también los que no son muy buenos se atrevan a bailar. Laatmósfera es muy relajada, no se percibe tensión, casi parece que la gente se siente másliberada, los cuerpos se pueden expresar, y las voces también, las canciones son muyconocidas, palabras de amor no faltan así que es un baile general. En esta parte, losprotagonistas definitivamente no son los salseros, a quien nadie mira, todos ocupados ensus bailes. La dificultad en buscar espacio para bailar es notable con el proceder del showsalsero, que dura más o menos una hora.La siguiente actuación de reggaetón atrae a mucha gente joven. Este grupo tambiénes mixto, las bailarinas son japonesas. Por haber mucha gente, es imposible acercarse alescenario. Tengo la impresión de que el número de jóvenes haya aumentado. Los jóvenesque están ensayando han editado también dos CDS y esa manera de cantar en japoñol sinduda es representativa del habla de muchos de los jóvenes peruanos que viven aquí. Laexperiencia de muchos de los jóvenes y también de los inmigrantes en este país parece bien<strong>Construyendo</strong> Nuestra <strong>Interculturalidad</strong>www.interculturalidad.org Nº4. Sept.2007