La Columnapor Bruno AscenzoDIRTYLITTLESECRETSNo me gusta que el mar me moje lospies si no he decidido meterme.Eso de hacer caminatas y que el mar setome la libertad de refrescarme me parece impertinente,abusivo. Si quiero agua, voy a ella.Que ella no venga a mí.Cuando voy al chifa necesito que lleguenal mismo tiempo el limón con canela y la salsade tamarindo. No puedo comer si no los tengoa la vez. Podría hacer el intento, sí, de empezarlos bocados faltando el tamarindo, pero deninguna manera al revés. Si no hay limón, no.No puedo.Al dormir, las puertas del clóset deben estarcerradas. Si permanecen abiertas durante lanoche siento que el cuarto está muy desordenado.La ropa colgada da la sensación de caosy si esa es la apariencia de mi habitación, bienpodría invadirme la ansiedad. No me gusta estaransioso. Cierro las puertas.No puedo acercarme a ninguna araña demás de un centímetro de diámetro. Si tienebarriga –veneno- puedo paralizarme instantáneamentey caminar hacia ella como si estuvieraaproximándome a un abismo. Piernasa medio doblar, curvatura en la espalda a manerade joroba y harto peso en los pies y enel culo para hacer contrapeso por si el vacíome jala. Me acerco masoquistamente. Imaginoque en cualquier momento la arácnida puededar un giro felino y saltarme al cuerpo paramorderme. Sí. Morderme. Las arañas no pican,muerden. Odio a las arañas.Las yemas de los huevos fritos, por favor,mantengámoslas. No las aplastemos ni lasmezclemos con arroz. No las esparzamos sobreel lomo saltado ni remojemos el pan demolde en ellas, por favor. Las yemas son lindasen forma, pero no en contenido. Que nose chorreen.Las palabras que llevan tilde existen porquellevan tilde. Si no tuvieran ese palillo sobreellas serían otras palabras. Crearían nuevasoraciones. Oraciones inútiles que significaríannada. Si se le quita la tilde a una palabra,desaparece. Carece de sentido. No es. No desaparezcamospalabras, por favor. Ya suficientedaño al lenguaje le han hecho los mensajes detexto, los chats y el Twitter.Si comes pata de pollo, no lo hagas nuncadelante de mí. Las patas de pollo, en principio,no deberían comerse. No me refiero a la pierna,a pesar que también me genera náuseas.A esa la puedo tolerar sobre mi misma mesa ypasar por alto que ostenta esas venitas y porcionesmucosas que otros tanto disfrutan. A lapata no. La pata ha caminado sobre caca.Si vas a cocinar langostinos, o peor aún,hígado, que no sea en mi cocina. El olor esinsultante. Y si al leer esto piensas que soycomplicado para comer, tengo miles de argumentospara rebatirte. Para empezar, habríaque escoger mejor los adjetivos. Así como alos enemigos, a los adjetivos hay que escogerlosbien. Uno mal seleccionado puede desatarguerras. No soy complicado, soy simple. Todolo contrario. Si partes definiéndome mal, voya perderte el respeto. Me he pasado una vidarepitiendo esta frase: soy simple. Y, por supuesto,la que continuaba por default: no, no me importaser básico, no me da pena perderme deesos que tú llamas placeres, y no me molestacomer solo pechuga de pollo con arroz. Soysimple. Llego a un restaurante y sé qué pedir.No se me pasa la vida decidiendo. Complicadoslos que tardan minutos en leer cartas ymenús y apabullan a torturados meseros conpreguntas sobre la composición de los platos ysus ingredientes. Yo soy simple. La carne siemprebien cocida.Cuando despierto por algún motivo que nosea el de la voluntaria apertura de mis ojos, reniego.En general, reniego bastante. Es comomi hobby. Me divierte. Cualquiera diría queme amarga la vida, aunque, inexplicablemente,mis reclamos extremistas y exagerados causanen mí tanta gracia que termino riéndomede ellos mismos. Ya no sé si reniego para reíro si me río para renegar. Es un poco como elhuevo y la gallina. Yo tampoco entiendo.No me gusta temblar y mucho frío me hacetemblar. Cuando tiemblo siento que estoy fingiendola tembladera y me defino en ese instantecomo una persona falsa. Un exagerado.Pero no finjo. De verdad tiemblo. Es solo queme parece inverosímil que alguien tiemble. Esun dilema que nunca podré resolver. Temblarme hace sentir verdadero e inverosímil. No lovoy a resolver ahora.En invierno duermo con un pantalón delana debajo de un pantalón cusqueño que asu vez está debajo de otro pantalón, tambiéntraído desde el “ombligo del mundo”. Un parde medias gruesas, un polo de manga corta, unpolo de manga larga y una casaca de polar. Elpolar es el invento del siglo. En verano duermocalato.No me gusta salir. Me gustan mi casa, micama y mis olores. Uso palabras rebuscadasaunque estén mal empleadas. Con Gachi, mimejor amiga y cuasi esposa, nos pasamos horashablando solo con palabras que empiecencon “i”. Inverosímil, inocuo, inadmisible, impertérrito,insano, inacabable, inimaginable,intransigente, inviable, insólito, impostergable.Y siguen firmas. Insólito es la palabra que másusamos. Insólito. Lo leo y pienso, para seguircon la “i”, que somos un poco idiotas. Verdaderamente,somos profundamente idiotas.Pero bueno, nos divertimos. Es lo que hay.Cuando tomo lonche, si es que tomo (enrealidad nunca lo hago), solo puedo comer panfrancés con mantequilla remojado en té de canelay clavo. Sí. Como un viejo desmuelado.Pan remojado en té. El significado de lonchepara mí solo incluye esos elementos. Si no, noes lonche. Es cualquier otra cosa.Alguna vez un amigo me dijo que deje deescribir sobre mis defectos porque lo únicoque estoy haciendo es ahuyentar a posibles futuroscompromisos amorosos. No pude. Hemeaquí escribiendo sobre mis manías y obsesiones.Qué mas da. En todo caso, quien se meaproxime -si es que alguien se me aproximayatiene la lista de contras. Solo falta buscarlos pros. Juguemos a la búsqueda del tesoro. Abuscar las virtudes que, valgan verdades, escasean.Feliz Navidad.46
Espécimen #29El policíacoimero47Este sujeto está presente a lo largo de todoel año, rondando todas las calles de nuestracapital, listo para detectar algún iluso al quepueda inculparle fechorías o aprovecharsegroseramente de alguna que se haya cometido.En épocas de fiesta su presencia y ganasde joder la vida se multiplican por mil, así queno debería extrañarnos si justo aquel día enque el estrés navideño se apoderó de nosotros,este descarado personaje decide inventar unainfracción con el único objetivo de asegurarseel pavo en las siguientes semanas. Es importantedecir que no todos los miembros de la PNPencajan con los parámetros que definen a esteespécimen, pero es la vergonzosa recurrenciade sus actos aquello que hace genérica y comúntal identificación.Hay muchas formas en las que este individuose manifiesta. Por lo general aparece enlas noches, pero eso no quiere decir que de díano aceche a sus presas como león a las gacelas.Una vez que nos ilumina y detiene consus faroles azules amenazantes, es natural quepidamos una explicación de por qué nos hanparado; sin embargo, lo más probable es queno recibamos respuesta. Solo miradas altanerasy un súbito tufillo con olor a grasa de pelo.El final de la historia lo conocemos todos. Sellevará a cabo una trivial conversación sobre elnivel de culpabilidad del infractor, la complicadacoyuntura y el método de solución del problema:dinero. Algunos son más recatados y tepiden 20 – 30 solcitos, pero siempre existe esedesadaptado inesperado que te pide dólares ote propone acompañarte al cajero para cerciorarsede recibir su alícuota ilegal de turno.Lo que más le gusta escuchar:“¿Cómo arreglamos, jefe?”.“Jefe, solo tengo 100”.“Sr. Chauca, su pedido está listo”.Cosas que le encantan:Cerveza, almanaques con calatas, jamonada,billetes de 50 soles, hacer siesta, salsa criolla.Actividades favoritas:Dormir, inventarse tómbolas o rifas, detenerchibolos con camioneta, ver fotos de “cucarderas”,prender la sirena para evitar el tráfico.Frases recurrentes:“Tengo unas rifas de la delegación…”.“¿Cómo hacemos entonces, caballero?”.“¿Documento?”.“No creo que quiera acompañarme a lacomisaría…”.Ilustración: Xomatok47