NUESTRA 1ª NAVIDAD - Galería Recomienda

Sin Silenciadoren la televisión, de modo que el miedome invadió un poco por segundavez. El problema con los cirujanoses que son como vendedores de droga.Una vez que has probado algunate empiezan a tentar con otras másnuevas y una, por curiosa, prueba,pues. Ya me había pasado en losaños 70, así que entendí esta facetade mi persona. Lo único bueno de lasituación esta vez es que una amanecedopada en una cama clínica envez de resaqueada en Guayaquil.Así que mis doctores, los cuales setriplicaron y dos de ellos dejaronde ser extranjeros (con el tiempouna asume y decide probar clínicasnacionales), me propusieron tratamientosde lo más convincentes.Además, en estas épocas futuristas,donde todo es con pantallas, montajesy promesas en 3D, es imposibleno quedar embelesada con lo que sepuede conseguir.“Te va a cambiar la cara”, me dijoCarmela, mi cuñada. Siempre supeque era un poco por envidia, perono por eso dejé de preocuparme. Nome quería operar la nariz ni nadaasí de mujer fea, solo quería meterleun par de pataditas al reloj para quela cara se mantenga fresca por mástiempo, ya saben cómo es. Dicenque con un arreglito en los pómulosse te van seis años. Con el retoqueen la frente y cejas, cuatro más. Lajaladita para alisar la cara, cincoaños. Cercenar la papada para nosentir un buche de pavo, cuatro añosmás (y por lo menos tres kilos). Deacuerdo a esta matemática, en totaldebería haberme quitado entonces19 años y casi cinco kilos. Deberíaestar nuevamente en mis veintes.Quien diga que aún no se ha inventadola máquina del tiempo está seriamenteequivocado.No soy bruta, sé que no es así. Esprobable que al final del día la gentejoven se ría porque esa preocupaciónno es parte de su día a día.Quizá la gente mayor que está endesacuerdo no dejará de chismearal respecto y me atacará por mivehemente deseo de verme lozanay maravillosa. Solo puedo decirlesque se jodan. Son mi cara, mis tetas,mis orejas y mi Botox (sí, tengovarios frasquitos a mi nombre enel consultorio de mi médico). Nadani nadie puede afectar mi decisiónmás que el riesgo quirúrgico.El asunto con la cirugía plástica esque da vergüenza admitirlo. Sin embargo,llega un punto en que se vuelveun tema inevitable. No solo paralas mujeres, les podría dar una listaenorme con nombres de maridos deamigas mías que se han arregladovarias cositas además de haberseinsertado pelo hasta en el pubis. Nadieescapa de las garras del tiempo.Lo gracioso es que después de lasprimeras veces, les importa menos.Se empiezan a compartir tips,doctores, recetas. Ya nadie cree ennadie. Lo único que importa es recopilartoda la información posiblepara poder obtener el mejor resultado.Porque la efectividad de estetipo de operaciones recae en dospuntos clave. Primero, que se cumplalo prometido. Si se me ofreció unmentón glorioso, espero ver eso y noun bulto tieso en mi quijada. Y segundo,que no se note. Lo único peorque no poder operarte y quedartehecha una pasa es parecer un payasocon la cara plastificada, forzada arecurrir a kilos de maquillaje paraevitar asustar a los niños los domingosen misa.Para concluir, como le dije a los chicosde Galería cuando me pidieronhacer este artículo, no sé si puedaconfirmarles cuáles son todas lasrazones que se esconden detrás dela cirugía plástica. Es una elecciónmuy personal, depende íntegramentede la opinión que uno tiene de símismo y de la imagen que queramosproyectar al mundo. Eso sí, sieres jovencito/a y te ríes de lo quedigo, confía en mí cuando te digoque, en realidad, si existe algo queno te guste mucho cada vez te ves enel espejo, no es un verdadero problema.Sin embargo, graciosamente, lacirugía sí puede ser una solución.No solo para las mujeres,les podría dar una listaenorme con nombres demaridos de amigas míasque se han arregladovarias cositas además dehaberse insertado pelohasta en el pubis. Nadieescapa de las garras deltiempo.65