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MODERNIZACIN Y DISCURSO POLTICO EN VENEZUELA

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liderazgos y nuevas formas de gobierno, los cuales se corresponden con lascaracterísticas que posteriormente definirían el populismo latinoamericano: gobiernosdemagógicos, plagados de corrupción y despilfarro de los dineros públicos, con apoyoincondicional por parte del pueblo al político que funge de máximo líder.En este sentido, el Estado pasa a ocupar un rol protagónico, pues las reformas socioeconómicasque se requerían para la transformación de la sociedad van a sernecesariamente emprendidasa través de las instituciones estatales y bajo los lineamientos emanados directamente delos modelos prescritos por las teorías del desarrollo vigentes. Los movimientos para elcambio que se daban, casi de manera simultánea, en los distintos países de la región,enfatizaban la puesta en marcha de la modernización de las estructuras económicas.Básicamente esto exigía, por una parte, el diseño y ejecución de planes intensivos deindustrialización como vía para el logro del desarrollo económico; y, por la otra, laconsolidación de los Estados Nacionales a través de la instauración de gobiernos que, dealguna manera, asegurasen la estabilidad socio-política que demandaban los capitalestransnacionales para la instalación de industrias en la región; requisitos estos de la faseindustrialista del sistema.Para tomar estas medidas se necesitaban gobiernos dirigidos por líderes fuertes ycarismáticos, capaces de promover la integración nacional, la ampliación de laparticipación en los mismos procesos de cambio a través de la activación de políticassociales, enmarcadas a su vez en programas de urbanización, salud y educación, ysuperación de la pobreza a través de la creación de empleos, además de una más justadistribución del ingreso. Estas intenciones serán solo aspiraciones, pues la realidadresultaría mucho más compleja de lo que estimaban los teóricos del desarrollismo y losgobiernos locales, particularmente en el caso venezolano, en el que estas aspiracionesparecen haber sido más retóricas (como dijera López Ortega: "La -al menos retórica -aspiración a Estado Moderno que subyace en la clase gubernamental venezolana" ).(1991: 37).De este modo, la modernización va a significar para Latinoamérica la búsqueda delcrecimiento económico y del bienestar de la población, a través de la puesta en prácticade una lógica racional capitalista que buscaba garantizar el engranaje de todas lasestructuras del Estado a favor del avance social y el desarrollo. Esta noción deModernidad, junto con la preeminencia de los postulados desarrollistas despertó en lamayoría de los países latinoamericanos una exacerbada esperanza, una inusitada ilusiónde grandeza, cuya materialización se le endosaba como una responsabilidad directa a lasinstituciones del Estado. Esta situación logró anidar en el colectivo la visión de unEstado omnipotente, paternalista y dadivoso, paso previo a la aparición del populismolatinoamericano, un mecanismo que pondría en marcha fuerzas expansivas que daríanlugar a nuevos escenarios y, sobre todo, a un discurso inédito que actúa como una suertede encantamiento, generador de la visión compartida de un futuro mejor, el cual esmanejado por el liderazgo formado en las filas de los partidos políticos fundados enprincipios democráticos.Los nuevos actores políticos arriban al poder en medio de un fuerte apoyo popular, yencuentran el respaldo en lo que Herlighaus (1994: 14) denomina la extensión de locultural, del cruce de lo político con lo cultural, significando rupturas, interrupciones ydesapariciones más que verdaderos cambios, por lo que paralelo a la expectativa detransformación surgió también un clima de desencanto que ha envuelto el pesadotránsito hacía la Modernidad. Según argumentos de Lechner (1994:201), en AméricaLatina la utopía es identificada con un futuro posible, con una meta factible, razón porla cual el discurso político logra una gran movilización social para procurar alcanzarla.

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