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MODERNIZACIN Y DISCURSO POLTICO EN VENEZUELA

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Es común en el discurso construido a lo largo de la historia política venezolana, desde lagesta libertadora hasta nuestros días, responsabilizar al "otro" por la malversación, porla deficiente administración, "pero aquí estamos nosotros para arreglar eso",prometiendo administrar con justicia, renovando la promesa de hacer un buen negocio,pues "el petróleo es fantástico" (Cabrujas, J. 1987, p:17 ). Con esto se crea en elimaginario colectivo la ilusión de una riqueza que los discursos populistas construyen yalimentan, fomentando la esperanza de "en cualquier momento algo de esa inmensariqueza nos tocará a nosotros, pues el petróleo es nuestro..."El cambio paradigmático y las nuevas reglas del mercado internacional produjeron enVenezuela un sismo socio-político que afectó profundamente al colectivo, no sólo desdela perspectiva económica sino también desde el punto de vista psico-social, cuando elpaís entero descubrió que no era realmente un país ni tan pródigo ni tan rico.La historia que se inicia con la llegada de las compañías extranjeras, encargadas de laexplotación del petróleo, y la discusión sobre quién y cómo administrar esa riqueza quela explotación de minas e hidrocarburos significaba para la Nación, produjo una fuertediscusión que desembocó en un primer discurso con acentuados visos demagógicos, enel que se justificó la decisión de aprobar la tesis que sostenía que el Estado venezolanoera el indicado para administrar la riqueza petrolera, puesto que la otra opción planteadaera que la administración pasara a manos de sectores terratenientes, la vieja clasedirigente, lo que hubiese significado la continuidad de una administración con mentalidadatrasada, precapitalista, en la que no figuraba ninguna intención de cambiar yadoptar los esquemas innovadores de la economía capaces de impulsar el país hacia ladiversificación y la modernización. El Estado, por su parte, entonces se adujo, comorepresentante de los intereses nacionales garantizaría tanto una buena administracióncomo una más justa distribución de esa riqueza.Así que desde la segunda mitad del siglo XX hasta el presente, el Estado administradorha venido gozando de la confianza que se le asignó en la pasada década de los 30. Estopese a que los despilfarros, los actos probados de corrupción, la incapacidad manifiestade los gobernantes para aplicar políticas de distribución e inversión reproductiva delingreso petrolero, aunado a la atrofia del Estado, han sido y son los componentes delestilo de política que ha imperado en el país, y los que junto a la retórica gubernamentalpudieran considerarse como los factores que han impedido consolidar la Modernidad enVenezuela.Los sucesivos gobiernos del país, desde los años cincuenta en adelante, maladministradores de una riqueza en apresurado descenso, han utilizado expresiones como"Estado Ideal Nacional", "Gobierno de Consenso", de "Amplia Base", "Gobierno de losPobres", "Construcción de la Gran Venezuela", 'Tundación de la V República", paravender un proyecto de país moderno, que, junto a la falacia del "país rico", ha hechoposible que una sociedad viva de la ilusión de una riqueza no trabajada y por lo tanto noasumida. Una riqueza supuestamente venezolana pero envuelta en una ajenidad, quesólo permanece en el discurso político, y que tiene en su haber, como uno de sus logrosmás importantes, la condena del país a una larga espera por alguien que le indique comoposesionarse de la herencia, de ese legado divino, sin sentimiento de culpa y conderecho.Segundo Estigma: Educación para un Pueblo con aspiraciones de ModernidadOtro de los elementos recurrentes en el discurso populista venezolano es la categoríaEducación, convertida en un lugar común a través de la historia socio-política del país.Además de que puede considerársele como la de mayor tradición en el discurso, pues en

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