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Eduardo Galeano - Bocas Del Tiempo

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<strong>Eduardo</strong> <strong>Galeano</strong><strong>Bocas</strong> del tiempomenino, que habían llegado poco después de la penicilina; pero ella no se enteraba de lasnovedades.Sólo escuchaba los radioteatros, y rara vez salía del refugio de paz donde vivía a salvo de laviolencia del mundo. Una tarde, salió. Fue a visitar a una hermana enferma. Cuando regresó, alanochecer, encontró al marido muerto.Algunos años después, la abnegada confesó que esta historia no había terminadoexactamente así.Contó el otro final a un vecino llamado Gerardo Mendive, que se lo contó a un vecino que selo contó a otro vecino que se lo contó a otro: al volver de la casa de la hermana, ella encontró almarido caído en el suelo, jadeando, bizqueando, la cara de color tomate, y pasó de largo, se metióen la cocina, preparó un inolvidable banquete de calamares en su tinta y merluza a la vasca, conun postre de alta torre de frutas y de helados, todo regado con un vino añejo que tenía escondido,y a las ocho en punto de la noche, como era su deber, sirvió la cena, se hartó de comer y debeber, confirmó que él estaba definitivamente quieto en el suelo, se persignó, se vistió de negro yllamó por teléfono al médico.El atleta ejemplarFueron dos los campeonatos mundiales de fútbol que se disputaron en Asia, en el año 2002.En uno jugaron los deportistas de carne y hueso. En el otro, al mismo tiempo, jugaron los robots.Los torneos mundiales de robots ocurren, cada año, en un lugar diferente. Susorganizadores tienen la esperanza de competir, de aquí a algún tiempo, contra las selecciones decarne y hueso. Al fin y al cabo, dicen, ya una computadora ha derrotado al campeón GaryKasparov en un tablero de ajedrez, y no les cuesta tanto imaginar que los atletas mecánicoslleguen a lograr una hazaña semejante en una cancha de fútbol.Los robots, programados por ingenieros, son sólidos en la defensa y veloces en el ataque.Jamás se cansan ni protestan, ni se entretienen con la pelota: cumplen sin chistar las órdenes deldirector técnico y ni por un instante cometen la locura de creer que los jugadores juegan. Y nuncase ríen.CoronaciónNo fueron dos. Fueron tres: en el 2002 hubo también un tercer campeonato mundial.Consistió en un solo partido, que se disputó en los picos del Himalaya el mismo día en queBrasil se consagró campeón en Tokio.Nadie se enteró.Midieron sus fuerzas las dos peores selecciones del planeta, la última y la penúltima en elranking mundial: el reino de Bhután y la isla caribeña de Monserrat.El trofeo era una gran copa plateada, que esperaba a la orilla de la cancha.Los jugadores, ningún famoso, todos anónimos, lo pasaron en grande, sin más obligaciónque divertirse mucho. Y cuando los dos equipos terminaron el partido, la copa, que estaba pegadapor la mitad, se abrió en dos y fue por los dos compartida.Bhután había ganado y Monserrat había perdido, pero ese detalle no tenía la menorimportancia.98

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