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c r ó nicas p i nk<br />
Calles II<br />
El día 18 de julio de 2012 a las 2 de<br />
la tarde fui hospitalizado de urgen-‐<br />
cia y operado de apendicitis. La anes-‐<br />
tesia general fue bondadosa. Por un<br />
tiempo indeterminado estuve fuera<br />
del mundo real. Estando ya en el sa-‐<br />
lón de recuperación, pensé que pu-‐<br />
de no haber despertado nunca. La<br />
experiencia me hizo comprender<br />
que dejar de existir no sería un<br />
acontecimiento del todo desagrada-‐<br />
ble, más bien liberador.<br />
En caso de no haber sobrevivi-‐<br />
do, pasado poco tiempo supe quie-‐<br />
nes habrían sido las primeras perso-‐<br />
nas en saber de mi decessus: algunos<br />
de mis amigos y mi madre, que<br />
aguardaban en un salón de espera.<br />
Un día después de la interven-‐<br />
ción, por la tardanza de algunas lla-‐<br />
madas telefónicas descubrí cuáles<br />
habrían sido los que se hubiesen per-‐<br />
dido el funeral, o crematorio, pues<br />
de haber muerto hubiese preferido<br />
ser incinerado, porque no me adapto<br />
a la idea de ser devorado por insec-‐<br />
tos carroñeros. Por otra parte, a ve-‐<br />
ces suelo ser un poco esnobista, por<br />
lo que me ajusto a las nuevas ten-‐<br />
dencias, y no podemos negar que<br />
hoy en día casi todos al estirar la pa-‐<br />
ta preferimos ser cremados, y de re-‐<br />
pente hasta nos volvemos románti-‐<br />
cos y ecológicos, pues pedimos ser<br />
echados al mar o en algún jardín de<br />
exuberante vegetación. En fin, que<br />
nuestro polvo puede incluso servir<br />
de alimento para los peces.<br />
De haber muerto, lo que más<br />
habría extrañado, además de a mi<br />
madre y amigos, sería caminar nue-‐<br />
vamente por las calles. Eso sí, para<br />
entonces ya había hecho mi deseo<br />
realidad, eso a lo que en mi anterior<br />
crónica hacía referencia.<br />
En la tarde del día 13 de julio<br />
2012 junto a un grupo de amigos<br />
realicé una larga sesión fotográfica<br />
en algunas locaciones de La Habana,<br />
donde no faltó la famosa calle Obis-‐<br />
po, sitio en el que realicé una foto<br />
específica que he titulado ��eírme<br />
del mundo�� Las imágenes fueron<br />
tomadas por dos amigos fotógrafos,<br />
y a pesar de haber realizado cam-‐<br />
bios de vestuario en plena calle, no<br />
hubo ningún tipo de problema, ni<br />
por parte de la policía ni de la gente<br />
de pueblo. Incluso tuve la posibili-‐<br />
dad de entrar sin dificultad en una<br />
vitrina de una boutique que está si-‐<br />
tuada en la Manzana de Gómez. En<br />
el transcurso de la sección solo escu-‐<br />
ché algunas frases como: �se va a<br />
acabar el mundo�, y ya dentro de la<br />
vitrina un transeúnte indignado pre-‐<br />
guntó si se trataba de una mujer o<br />
un hombre y dijo algunas palabras<br />
en contra de los homosexuales, a las<br />
que no les prestamos mucho interés.<br />
Esta experiencia me sirvió para<br />
descubrir que sí hemos cambiado. No<br />
lo suficiente, claro está, pero algo<br />
como lo que he hecho por estos días,<br />
años atrás hubiera sido imposible,<br />
pues de inmediato habría ido a parar<br />
a la Unidad Policial más cercana.<br />
Aún me falta mucho por hacer,<br />
y aún tengo la necesidad de seguir<br />
experimentando conmigo mismo,<br />
ya sea con audiovisuales o fotogra-‐<br />
fías, para así de alguna manera<br />
comprobar hasta qué punto puede<br />
llegar nuestra libertad de género.<br />
Por lo pronto tengo la satisfacción<br />
de estar vivo, y las ganas de volver<br />
a mis calles en busca de otras his-‐<br />
torias que sé que vendrán�<br />
nonardo perea