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La erección formal de la ciudad se realizó el 29 de septiembre de<br />

1531, día de San Miguel Arcángel, patrono de la ciudad.<br />

Foto: Mercedes Aguilar<br />

encomienda, iniciando su labor con la erección formal de<br />

la ciudad, el 29 de septiembre de 1531, día de San Miguel<br />

Arcángel, patrono de la ciudad, aún cuando el proceso<br />

de fundación haya iniciado cinco meses antes, el 16<br />

de abril de 1531, con la famosa misa fundacional de fray<br />

Toribio de Benavente “Motolinia” y que la solicitud de<br />

la “nueva puebla” haya partido del dominico fray Julián<br />

Garcés, primer obispo nombrado para América, quien<br />

eligiera en 1526 a Tlaxcala para establecer canónicamente<br />

su obispado y buscara después tener una ciudad “de<br />

españoles y para españoles” como sede episcopal de su<br />

vasta diócesis, logrando que fuera la ciudad de los Ángeles,<br />

hecho que motivó que siglo y medio después se le<br />

atribuyera haber soñado el trazado a cordel de la ciudad<br />

por parte de los propios ángeles.<br />

Lo cierto es que fueron estos “ángeles” los primeros<br />

custodios que tuvo Puebla en la época de su fundación,<br />

cuando fue escogido el valle de Cuetlaxcoapan para que<br />

sus moradores “cambiaran de piel” como lo hacían los<br />

jóvenes que se hacían guerreros al capturar enemigos en<br />

las guerras floridas que celebraban antes de la conquista<br />

española en estas tierras sagradas con el fin de alimentar<br />

con su sangre a su otrora poderoso dios Huitzilopoxtli.<br />

En este mismo valle, una vez fundada Puebla, se procuró<br />

incentivar la llegada de labradores y artesanos que cambiando<br />

su piel española por la poblana demostraran que<br />

era posible vivir dignamente poniendo en práctica sus conocimientos<br />

y habilidades aprendidas en España.<br />

Después de esta primera mundana “jerarquía angélica”,<br />

por decirlo de alguna manera, fueron otros veinticinco<br />

ángeles, once de ellos conquistadores pobres, los que se<br />

aventuraron a iniciar una nueva vida en la primitiva traza<br />

angelopolitana, aquella allende el río de San Francisco que<br />

desapareció tras las torrenciales aguas del verano de 1531,<br />

pasando a ser después treinta y cuatro ángeles, uno de<br />

ellos mujer, los beneficiados con la segunda traza española,<br />

la de este lado del río que aún pervive. Sin embargo fueron<br />

otros cientos de ángeles, indígenas ahora, los que llevaron<br />

sobre sus alas u hombros la pesada carga de edificar<br />

la antigua ciudad de los Ángeles, con sus varios templos y<br />

conventos, además de sus numerosas construcciones civiles<br />

y públicas; ángeles que se quedaron a custodiarla desde<br />

los distintos barrios periféricos de su elitista traza urbana:<br />

Santiago, San Sebastián, San Miguel; San Pablo, Santa<br />

Anita y San Antonio hacia el poniente y norte de la misma<br />

y por el oriente y nororiente San Juan del Río, El Alto de<br />

San Francisco, Los Remedios y el Santo Ángel Custodio de<br />

Analco, incorporándose más tarde los arrabales de Xanenetla<br />

y Xonacatepec, al pie de los antiguos cerros de San<br />

Cristóbal y de Belén, donde se levantarían primero las iglesias<br />

y después los fuertes militares de Loreto y Guadalupe.<br />

Estos ángeles fueron hábiles artesanos y labradores, pues<br />

además de ejercer como panaderos, alfareros, canteros,<br />

albañiles, carpinteros, herreros y obrajeros, labraban sus<br />

huertos y cuidaban de los ejidos y dehesa de la ciudad.<br />

En los años inmediatos a la fundación de Puebla llegarían<br />

miríadas de “ángeles” a asentarse en esta tierra de<br />

promisión, pues era fama pública las enormes prerrogativas<br />

que la corona española otorgaba a sus primeros pobladores:<br />

solares para construir sus casas, tierras fértiles para<br />

sembrar trigo, exención de impuestos por treinta años y<br />

la ayuda de mano indígena para realizar las labores más<br />

pesadas, lo que alimentaba sus más utópicos sueños de<br />

fácil riqueza y fama, situación que en parte era cierta pues<br />

la nueva ciudad fue pensada para ser ejemplo a seguir en<br />

lo político, económico, urbanístico, militar y religioso, ra-<br />

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