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Memorias de Nómada # 2

Memorias de nómada es una revista digital que tiene como objetivo difundir a los nuevos talentos de las artes visuales, literatura, música, teatro y producciones audiovisuales.

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MAL DE PUERCO<br />

Entonces soy todos los <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> la Historia.<br />

Hay al menos treinta adolescentes, agrios y somnolientos.<br />

Ninguno, me dicen, ha leído más allá <strong>de</strong> la caja <strong>de</strong>l<br />

cereal. La literatura, opinan, sirve para ser más cultos,<br />

mejores personas y ampliar el vocabulario. Nunca han<br />

oído el nombre <strong>de</strong> García Márquez, ni <strong>de</strong> Elena Garro, a<br />

Octavio Paz lo medio ubican pero ni por asomo les<br />

suena Edgar Allan Poe.<br />

Les digo que el tema <strong>de</strong> hoy es el cuento. Berrean como<br />

si les hubiera pedido hacer veinte abdominales.<br />

-Necesito a dos que lean fuerte.<br />

Nadie. Elijo dos nombres al azar y a cada uno le entrego<br />

una hoja con “Mujeres” <strong>de</strong> Fernando Pare<strong>de</strong>s Milonás.<br />

En medio <strong>de</strong> la lectura, uno <strong>de</strong> atrás comienza a reírse,<br />

casi al tiempo que otro lo voltea a ver ofendido mientras<br />

le hace ¡shht! La lectura es un poco torpe y la entonación<br />

no es la a<strong>de</strong>cuada, pero no se rin<strong>de</strong>n.<br />

-Lea usted, maestra.<br />

Abro Matamoscas y comienzo a leer el cuento “Insomnios”.<br />

Ya no hay nadie que impida las risas, tardo como<br />

quince minutos leyendo y me da la impresión <strong>de</strong> que mi<br />

voz pue<strong>de</strong> verse. Corona, el estudiante incontenible,<br />

tiene sus ojos fijos en las letras <strong>de</strong> mi voz, <strong>de</strong> cuando en<br />

cuando se sobresalta y sonríe. Paso a “Ella llora”. Llevo<br />

como treinta y cinco minutos leyendo, empiezo a per<strong>de</strong>r<br />

la voz y el aire. Cierro el libro y me pongo <strong>de</strong> pie, <strong>de</strong><br />

atrás se oye un lamento:<br />

-No, otro, lea otro, maestra.<br />

-Ya me cansé, contesto.<br />

Maria José levanta su mano y me dice:<br />

-Yo lo leo.<br />

Al final <strong>de</strong> la clase otro estudiante se acerca a mí<br />

con su libreta y una pluma. Quiere que escriba<br />

los títulos que leímos y dón<strong>de</strong> los pue<strong>de</strong><br />

encontrar.<br />

¿Quién fue el imbécil<br />

que nos sacó <strong>de</strong> las<br />

cavernas?<br />

Lo que pasa cuando uno<br />

lee a Fernando es<br />

que se da cuenta <strong>de</strong> que hay alguien en algún lugar <strong>de</strong>l<br />

planeta que entien<strong>de</strong> al mundo, a la humanidad, a sí<br />

mismo y se burla <strong>de</strong> todos ellos. Sin i<strong>de</strong>alismos, sin<br />

víctimas, sin disculpas, el mundo <strong>de</strong> Fernando es el<br />

nuestro, el que queremos ocultar. Así es leer al<br />

Muerto*.<br />

Sus cuentos parecen ser pedazos <strong>de</strong> su vida, todos<br />

juntos son como un diario maltrecho con saltos <strong>de</strong><br />

tiempo, los mismos personajes con otro nombre, vistos<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> otra luz, y ficciones ocurrentes. Al leer “Solicitud”<br />

me lo imagino a él mismo, en algún lugar hidrocálido<br />

mirando una “fotografía submarina <strong>de</strong> un <strong>de</strong>lfín<br />

que tenía impreso en letras manuscritas este pensamiento:<br />

Hoy es un buen día para vivir”. La ironía está<br />

en todas partes, pero él la observa <strong>de</strong>tenidamente y la<br />

<strong>de</strong>scribe. Sus i<strong>de</strong>as, son también las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> sus personajes:<br />

“ ¿A quién chingada le importa el arte? Soy un<br />

perro que necesita dinero; al arte le sobran prostitutos.”<br />

o “A la vida no le hacen falta innovaciones, ni estéticas<br />

caóticas, ni vómitos intelectuales. La belleza sigue<br />

estando don<strong>de</strong> mismo, en las cosas simples, en las<br />

pocas palabras. En la entrepierna húmeda <strong>de</strong> la noche”.<br />

Así como sabe <strong>de</strong>scribir el dolor y la <strong>de</strong>cepción sin<br />

<strong>de</strong>cir qué le duele o qué lo <strong>de</strong>cepciona, como en “El<br />

nombre que mata”, uno <strong>de</strong> mis textos favoritos por la<br />

manera en la que convierte una cosa corriente en un<br />

recuerdo insoportable: “el nombre que mata salió<br />

disparado <strong>de</strong> tu garganta, explotó en tu boca y en un<br />

segundo partió en dos el aire, al muro <strong>de</strong> tu casa, la tranquilidad<br />

<strong>de</strong>l vecindario…”. Pero también la belleza, la<br />

contemplación no <strong>de</strong> lo hermoso por estética sino<br />

aquello que resulta invaluable por verda<strong>de</strong>ro y <strong>de</strong>fectuoso<br />

como en Trust. “Tus pies son feos, romos, duros,<br />

amarillos. Me gustan (…) De alguna forma, la luz <strong>de</strong> la<br />

lámpara hace <strong>de</strong> tu cabello un paisaje, un campo sembrado<br />

<strong>de</strong> trigo y cebada; o la tersa pelambre <strong>de</strong> un felino<br />

recostado al sol. No hay arte <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ti, sólo un Dios<br />

eternamente contento”.<br />

Yo quisiera contar alguna anécdota, la vez que nos<br />

vimos en alguna calle y me contó un chiste, o me<br />

preguntó por qué llevaba un uniforme tan feo, o alguna<br />

cosa para recordarlo vivo. Pero no hay. Fernando como<br />

persona es alguien que hubiera <strong>de</strong>seado tanto tanto<br />

conocer. De Fernando como escritor sólo sé que es<br />

aquél dice la canción que no recuerdo qué dice <strong>de</strong>spués.<br />

*En su ciudad natal , amigos y familiares conocían a Fernando Pare<strong>de</strong>s como “El Muerto”.<br />

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