RUMBO Jaguei Tishrei 5776 (2015)

testimonio
Para cerrar
Compartir los recuerdos
de una experiencia compleja
y hermosa puede ser inspirador,
sobre todo cuando el Rebe juega
un papel muy especial
en la evocación
©Leo Reinfeld
UN
CÍRCULO
Diciembre 1993
Eliane Dahan de Belilty
TODO EMPEZÓ HACE 23 AÑOS, en la isla de
Margarita, donde mi esposo y su familia se encargaban
de la kehilá Or Meir. Allí recibíamos a los bajurim
de Jabad que venían bajo la supervisión de Rav
Moshe Perman y su esposa Chaya, para animar este
pedacito del Caribe con Torá y mucha alegría.
Establecimos lazos de amistad con esos jóvenes, en
especial, con Baruj Shlanger, quien provenía de
Nueva York.
Después de pasar una difícil prueba con un primer
embarazo bastante adelantado que resultó
infructuoso, Baruj nos invitó a cambiar los ánimos
y compartir la alegría de Simjat Bet Hashoevá (jol
hamoed Sucot) con su familia, en Crown Heights
(Nueva York).
Corría el año 1992. Aquella fue la época de la
primera reaparición en público del Rebe, tras su
recuperación de un ataque cardiaco. Se imaginarán
cuán lleno de gente de todas partes del mundo estaba
aquel lugar.
En lo personal, era mi primer encuentro con el
mundo jasídico. Aunque soy de ascendencia sefaradí,
me sentí conectada de forma muy natural con el
entorno. Cuando entré por primera vez al 770
(Sinagoga de Lubavich N.Y.), la cantidad de gente
era asombrosa. Un mar de sombreros negros se
movía al ritmo de los nigunim (cantos jasídicos).
Me sentí un poco perdida y con cierta aprehensión
frente a tanto fervor, pero algo me impresionó de
inmediato: ¡la gente se movía en círculos para que
todos tuvieran la oportunidad de ver al Rebe de
cerca! ¡Qué actitud tan llena de Ahavat Israel!
Entendí que el líder de este grupo tenía que ser
alguien muy especial... Entonces apareció el Rebe,
la euforia se hizo sentir en medio de los Lejaim.
©Leo Reinfeld
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