Aquí hay dragones
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N I C A R A G U A<br />
hinc sunt dracones g <strong>Aquí</strong> <strong>hay</strong> <strong>dragones</strong><br />
Breve antología de minificción centroamericana contemporánea<br />
Sabor a olvido<br />
Hoy hace demasiado calor para jugar. Todos se fueron a sus<br />
casas, a excepción de Sara y Josué. La primera vez que los vi en<br />
el parque le pregunté sus nombres, ella respondió sin mirarme<br />
y eso fue todo, no quiso que jugáramos. Se la pasan apartados,<br />
Josué lanzando patadas mientras intenta subirse a los juegos<br />
más peligrosos y Sara que lo pellizca y empuja cuando cree<br />
que nadie los mira.<br />
Ahora podría acercarme y ayudarla a mecer a Josué,<br />
que está dormitando por el sopor, pero ella está como ida,<br />
moviendo su mano sin darse cuenta. Decido levantarme<br />
y buscar refugio en la glorieta, pero me detengo al darme<br />
cuenta que Sara me mira. En el tiempo que me toma decidir si<br />
debo saludar, ella toma el columpio de su hermano y lo lanza<br />
con la fuerza suficiente para que el cuerpo de Josué vuele<br />
hacia el asfalto. Cierro los ojos, no quiero ver la caída.<br />
Cuando los abro, Sara no está y el cuerpo de su hermanito<br />
está boca abajo en la calle. Su cabeza parece una tetera de<br />
porcelana quebrada. Tiene un agujero del que empiezan<br />
a salir mariposas negras. Se posan en los toboganes y<br />
columpios, en los árboles y las alcantarillas. Hay una que se<br />
coloca en mi boca, mueve sus alas despacio e intenta entrar,<br />
estoy demasiado cansado para evitarlo, así que la dejo pasar.<br />
Alberto Sánchez<br />
Arguello