Aquí hay dragones
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N I C A R A G U A<br />
hinc sunt dracones g <strong>Aquí</strong> <strong>hay</strong> <strong>dragones</strong><br />
Breve antología de minificción centroamericana contemporánea<br />
Hogar<br />
Después de siete horas en la fábrica, el hombre regresó a casa.<br />
Colocó cinco monedas en la ranura de la entrada y la puerta se<br />
deslizó suavemente hacia la derecha.<br />
Adentro una niña jugaba en la sala y una mujer terminaba<br />
de servir la mesa. El hombre entró despacio, queriendo<br />
apreciar la escena sin que lo notaran, pero la niña alzó la<br />
mirada y le sonrió.<br />
Se sentaron los tres. El hombre les contó su día entre<br />
máquinas y vapor. Les habló de la soledad que lo invadía<br />
en sus turnos, la presión de sus superiores, la ansiedad por<br />
escuchar la sirena que anunciaba el cierre de la jornada. Les<br />
describió su regreso, entre masas de hombres grises que<br />
caminaban sin hablar. Ellas lo escucharon atentas, la niña<br />
acariciando su brazo por momentos.<br />
El hombre se levantó. Recogió los trastes y cubiertos para<br />
lavarlos. Desde la cocina miró a la niña acurrucarse con la<br />
mujer en el sillón frente al televisor. Al terminar, el hombre se<br />
acercó para abrazarlas, pero ellas se disiparon en el aire, como<br />
si estuviesen hechas de niebla. El hombre bajó la cabeza y<br />
arrastró los pies hacia la entrada, deslizó la puerta y sacó del<br />
bolsillo de su pantalón otras cinco monedas.<br />
Alberto Sánchez<br />
Arguello