Memorias de nómada Numero 6
Revista cultural
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cuando junto a sus parientes y vecinos caía en la<br />
cuenta <strong>de</strong> que la causa <strong>de</strong>l mal era un no-muerto, se<br />
revisaban <strong>de</strong> inmediato las tumbas <strong>de</strong> los recientemente<br />
fallecidos para dar con él. Entonces encontraban<br />
algún cuerpo que, a pesar <strong>de</strong> las semanas o<br />
meses <strong>de</strong> enterrado, no había sufrido corrupción<br />
alguna; presentaba lodo en sus pies o zapatos, como<br />
si hubiera salido a caminar, y si se le cortaba, la<br />
sangre fluía. Para evitar que el vampiro se levantara<br />
<strong>de</strong> su tumba, se le clavaba al fondo <strong>de</strong>l ataúd con una<br />
estaca <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra o metal; para <strong>de</strong>struírsele <strong>de</strong> una<br />
buena vez, había que <strong>de</strong>capitarlo e incinerar el<br />
cuerpo. La víctima podía comer la tierra <strong>de</strong> la tumba<br />
<strong>de</strong>l vampiro o bañarse con su sangre para evitar<br />
ulteriores ataques. Pero había que tener cuidado,<br />
porque quien moría por causa <strong>de</strong> los ataques <strong>de</strong>l<br />
vampiro podía convertirse en uno y continuar el<br />
ciclo in<strong>de</strong>finidamente. A<strong>de</strong>más, también podían<br />
convertirse en vampiros los suicidas, los asesinos<br />
brutales y las personas injustamente acusadas y<br />
ejecutadas por un crimen no cometido.<br />
Grosso modo, ése es el mito ya formado, que se dio<br />
a conocer en los países <strong>de</strong> Europa Occi<strong>de</strong>ntal tras la<br />
conquista <strong>de</strong> amplios territorios en la Península <strong>de</strong><br />
los Balcanes por parte <strong>de</strong>l Archiducado <strong>de</strong> Austria,<br />
territorios que hasta entonces estaban bajo el po<strong>de</strong>r<br />
<strong>de</strong>l Imperio Turco Otomano. Hacia 1718, con la<br />
ocupación austriaca, las leyendas y supersticiones<br />
<strong>de</strong> estas remotas zonas <strong>de</strong>l continente pudieron alcanzar<br />
los países <strong>de</strong> Europa Occi<strong>de</strong>ntal.1<br />
En 1728, Michael Ranft (1700-1774), un teólogo y<br />
académico alemán, escribió un reporte sobre el vampirismo<br />
titulado Über das Kauen und Schmatzen <strong>de</strong>r<br />
Todten in Gräbern. Ranft intentaba explicar el<br />
fenómeno vampírico mediante la razón, y atribuía<br />
los extraños sucesos a causas naturales mal interpretadas<br />
por los supersticiosos. Éste es sólo un ejemplo<br />
<strong>de</strong> la fascinación que el tema produjo en Austria y<br />
Alemania, don<strong>de</strong> aparecieron muchos otros textos al<br />
respecto, incluyendo reportes oficiales.<br />
Un supuesto caso <strong>de</strong> vampirismo en Hungría fue<br />
recogido en 1732 en el número <strong>de</strong> marzo, página<br />
681, <strong>de</strong> la revista londinense The Gentleman’s Magazine,<br />
que aparentemente introdujo la palabra<br />
vampyre al vocabulario anglosajón2. En dicha<br />
publicación se reportaban los ataques <strong>de</strong> un vampiro<br />
en algún lugar <strong>de</strong> la lejana Hungría. Durante todo el<br />
siglo XVIII aparecieron no pocos reportes, artículos,<br />
ensayos y <strong>de</strong>más textos que discutían la posibilidad<br />
<strong>de</strong> que los vampiros existieran en realidad, tanto en<br />
Inglaterra como en Francia. Entre aquellos textos<br />
<strong>de</strong>staca el libro <strong>de</strong> Dom Augustin Calmet, Dissertations<br />
sur les Apparitions <strong>de</strong> Anges, <strong>de</strong>s Démons et<br />
<strong>de</strong>s Esprits et sur les revenants et vampires <strong>de</strong> Hongrie,<br />
<strong>de</strong> Bohême, <strong>de</strong> Moravie, e <strong>de</strong> Silésie3, aparecido<br />
en 1740 y traducido al inglés en 1759, que<br />
retoma, entre otros, el caso mencionado por The<br />
Gentleman’s Magazine.<br />
Aunque el mito vampírico tiene un origen balcánico,<br />
el hecho <strong>de</strong> que se conociera en Occi<strong>de</strong>nte a través<br />
<strong>de</strong> los territorios austriacos y húngaros, hizo <strong>de</strong> estas<br />
tierras el hogar <strong>de</strong> los vampiros en el imaginario <strong>de</strong><br />
los europeos. Como sea, el mito se mantuvo prácticamente<br />
inalterado a lo largo <strong>de</strong> más <strong>de</strong> ochenta<br />
años: los vampiros eran criaturas nocturnas, sin<br />
alma ni voluntad, sin po<strong>de</strong>res especiales o apariencias<br />
específicas, que por las noches salían <strong>de</strong> sus<br />
tumbas para alimentarse con la sangre <strong>de</strong> campesinos<br />
supersticiosos. La literatura lo cambió todo.<br />
Vampiros poéticos<br />
Parece ser que Heinrich August Ossenfel<strong>de</strong>r<br />
(1725-1801), poeta alemán, fue el primero en introducir<br />
el tema <strong>de</strong>l vampiro en la literatura creativa.<br />
En 1748 la revista alemana Der Naturforscher<br />
publicó un poema <strong>de</strong> Ossenfel<strong>de</strong>r titulado El Vampiro.<br />
En él, el enunciante lírico es un hombre a quien<br />
su amada ha rechazado por seguir las enseñanzas