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DÍA 4<br />
cotidiano de fe, crecemos y maduramos como cristianos y en nuestro amor unos por otros,<br />
y asimismo experimentaremos la unidad de la fe. Pablo habla de ello en Efesios 4: 13<br />
cuando dice: «Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo<br />
de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo». Se hace<br />
más fuerte a medida que crecemos en la fe. Esta es la unidad que alcanzaremos plenamente<br />
cuando veamos a Jesús, la esperanza de nuestra salvación.<br />
Por eso, como cristianos, cantamos «Una esperanza»:<br />
Una esperanza arde en nuestro ser,<br />
la del retorno del Señor.<br />
Esta es la fe que solo Cristo da,<br />
Fe en la promesa del Señor.<br />
Muy cercano el tiempo está,<br />
Cuando la humanidad jubilosa cantará:<br />
¡Aleluya! ¡Cristo es Rey!<br />
Una esperanza arde en nuestro ser,<br />
La del retorno del Señor<br />
Cristo nos une, él es nuestro Rey;<br />
Cristo nos une en su amor.<br />
Amor por los que en este mundo están<br />
Y necesitan a Jesús.<br />
Pronto el cielo se abrirá y Jesús descenderá,<br />
Todo el mundo cantará: ¡Aleluya! ¡Cristo es Rey!<br />
Una esperanza y una misma fe<br />
nos une a todos en su amor.<br />
NUESTRO LEGADO<br />
(Himno nº 181 del Himnario Adventista) 2<br />
La iglesia reúne a todo tipo de personas con diversos orígenes. Cuando los miembros se<br />
centran en Jesús, la unidad y la hermandad se sienten. Elena G. de White explica que «el<br />
secreto de la verdadera unidad en la iglesia y en la familia no estriba en la diplomacia ni<br />
en la administración, ni en un esfuerzo sobrehumano para vencer las dificultades —aunque<br />
habrá que hacer mucho de esto— sino en la unión con Cristo. […] Cuanto más nos acerquemos<br />
a Cristo tanto más cerca estaremos uno del otro. Dios queda glorificado cuando<br />
su pueblo se une en una acción armónica» (El hogar cristiano, p. 158). En la casa de Dios<br />
todos somos iguales. Todos somos hijos del mismo Dios. Odiar y disgustarse los unos a los<br />
otros es odiar o disgustar a la imagen de Dios en otra persona. Por eso, el amor y la paz,<br />
la armonía y el decoro, el orden y la estructura son valores e ideales de gran importancia<br />
para el buen desarrollo de la misión; debemos asegurarnos de que permanecemos unidos<br />
en el mandato, nuestro principal cometido. Disfrutar de la comunión entre los creyentes<br />
debe ir más allá de la simple asistencia. La participación total en la vida y la misión de la<br />
iglesia contribuirá en gran manera a su unión.<br />
Revolución: La Reforma que cambió el mundo · 33