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ENTRELÍNEAS Cristian Toro, dibujando desde el cotidiano “Me cuesta hacer esto pensando en un mercado, esa es una visión que me es ajena” Desde pequeño dibujaba cómics con sus amigos y copiaba personajes de animación japonesa que aparecían en la televisión. Cuando todos crecieron y eligieron dejar este hobby, él persistió. Así comienza la historia de Cristian, un joven de 28 años que a diferencia de los demás niños, hizo de la ilustración su bitácora de vida. Por Mónica Andrade A. y Javiera Díaz O. En la actualidad Cristian se vincula con la tienda Up Light, espacio de diseño que tiene a disposición de los clientes productor artísticos de la marca Estudio Toro. Fotografía por Javiera Díaz. 12
Entrevista En el seno de una familia instalada en Chillán, Cristian Toro Ulloa se desarrolló con la libertad de explorar en lo que hoy es su oficio: la ilustración. Creando desde la infancia, ha encontrado su inspiración en conceptos como la identidad y la cotidianeidad. Un eterno gusto por el dibujo y otros factores, influyeron en la decisión de formar parte de esta tendencia artística independiente. “En el colegio inventaba cómics con mis compañeros, hacíamos personajes e historias. Después empezó a contribuir mucho la música y la literatura. Estas fueron algunas artes que me guiaron, junto con los estudios universitarios”, comentó. Para Toro el apoyo de su familia fue importante. Si bien no le entregaron una formación artística concreta como libros, talleres u otros, siempre fueron un pilar de amor y libertad que lo acompañó en todo momento. “Desde que recuerdo me permitieron hacer lo que quería, jamás me negaron el tema de los cómics o la ilustración, de hecho en la actualidad a mis ‘viejos’ les gusta mi trabajo y podemos conversar sobre ello”, agregó. Trabajar y crear desde la autogestión Sin una formación cultural concreta, encontró en la autogestión un espacio agradable para desenvolverse. Sus primeros pasos los dio en las tardes de su infancia mientras dibujaba con amigos, pintando skates o creando cómics, inventando historias que más adelante serían fanzines. De frente al mundo universitario, Cristian sintió un gran interés por estudiar Arquitectura. Sin embargo, dos cómics dieron un vuelco a su vida. “En cuarto medio me sumergí de manera mucho más heavy en el tema del dibujo, específicamente por el cómic Sad Man, me dejó atónito. También conocí a Daniel Clowes, autor de Ghost World, y definitivamente fue un hito para mí, hizo que me diera cuenta de que quería enfocarme mucho más en la ilustración que en aprender otras disciplinas. Por eso estudié Diseño Gráfico, pero la verdad es que tampoco me sirvió de mucho”, confesó entre risas. Cristian recordó que a pesar de haber estudiado Diseño Gráfico en la Universidad del Biobío en Chillán, su formación como ilustrador comenzó de manera autodidacta. La institución en materia artística no fue de mucha ayuda, por lo que finalizó su carrera sin ninguna reflexión importante referente a la gráfica. “Diseño Gráfico era una opción que estaba a mano y pensé que sería una buena idea. Años después me di cuenta que había aprendido mucho más de comunicaciones que de ilustración. Entonces, por una parte tengo ese lado profesional y por otra el conocimiento por mis propios medios”, indicó con una sonrisa irónica. Al terminar su carrera, decidió mudarse junto a su hermano a Concepción. Como asegura Cristián, “era más cómodo para mi familia que estuviéramos los dos viviendo juntos. Además, justo cuando yo salí de la U él terminó el colegio. Estando acá ya empecé a conocer más gente, a encontrar espacios, a ENTRELÍNEAS La última exposición de Toro, Paisaje Aledaño, fue instalada en Bar Galería Aura hasta mediados de Agosto de 2017. Fotografía por Javiera Díaz. asistir a exposiciones y luego a realizar talleres. Comencé agrandar el círculo”. Llegar a la ciudad penquista fue un desafío. El diseñador reconoce que tenía una actitud contemplativa con respecto a lo que pasaba, en materia artística, en Concepción. Sin embargo, pronto cambió sus planes y comenzó a trabajar de forma más seria en la ilustración. Necesitaba posicionarse o su inquietud de terminar haciendo algo que no quería, se haría realidad. Un vínculo con el contexto Luego de llevar un tiempo trabajando en diseño e ilustración bajo el nombre de Estudio Toro, inició junto a Oscar Gutiérrez uno de sus primeros proyectos narrativos: una novela gráfica llamada Línea de Fuga. “Intentamos plasmar la historia urbana de Concepción en la actualidad. Eso lo hice como 2 años después de salir de la universidad. Probablemente ahí logré sacarme de la mente varias cosas que quería hacer”, sostuvo entusiasmado. Líneas de Fuga como primer proyecto editorial fue satisfactorio. El trabajo de plasmar una identidad colectiva y articularla con el concepto de lo que es una ciudad contemporánea, se dió con naturalidad. “Había una necesidad en el aire de identificarse con la ciudad, de preguntarse qué significa estar en Con- 13
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