LaDescarga0007

LA DESCARGA
En conjunto, creo que me pasé el trayecto a Cuenca lanzándome advertencias médicas para
obligarme a contener la tos. Todo el tiempo que pasé en el carro tuve la idea constante de
que iba a sufrir una hemorragia interna, o mínimo una fractura de costilla.
Las personas en la camioneta me preguntaban en qué estaba pensando para ir caminando
tantas horas y de verdad hay una docena de respuestas a esta pregunta pero creo que puedo
omitirlas y limitarme a decir que era 2003, que yo tenía 14 años, recién en ese momento
acababa de darme cuenta de la importancia de mantenerse junto al rebaño (y vacas)
y, sobre todo, me sentía sola. Me asaltó la idea de que fue solamente mi edad. El aura
inconfundiblemente angelical de mi uniforme verde pino fue lo que no dejaba duda sobre mi
incapacidad para hacer de suicida.
En mi casa fue casi imposible explicarles a mis padres que sólo quería caminar y aprender a
fumar. Sobre todo porque llegué en la noche, en una camioneta llena de gente y una vaca.
En mi cuarto me volvió el ataque de tos, pero esta vez era auténtico, y debo decir que no hice
mucho por contenerlo.
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